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martes, 5 de noviembre de 2024

Tierra arrasada. Origen de la guerra

 Alfredo González Ruibal, premio nacional de ensayo: “Las fosas comunes son testimonio del más profundo fracaso humano”, en El País, 4 - XI - 2024:

El arqueólogo gallego ha recibido el reconocimiento por ‘Tierra Arrasada’, un recorrido por la violencia desde el Paleolítico hasta hoy

Afredo González Ruibal (Santiago de Compostela, 48 años) ha escrito una historia de la violencia para decirnos que, en realidad, somos una especie bastante pacífica. La buena noticia de Tierra Arrasada (Crítica, 2024), galardonada con el Premio Nacional de Ensayo de este año, es que, aunque dedica más de 400 páginas a relatar guerras, masacres, torturas y decapitaciones, esto ocuparía, en extensión, mucho menos espacio que una historia de la paz. “Es normal que ciertos episodios de violencia extrema llamen nuestra atención, pero la realidad es que los seres humanos hemos sido capaces de controlar la violencia excesiva de forma exitosa a lo largo de periodos muy largos de tiempo”, dice a EL PAÍS en una cafetería cercana a la Ciudad Universitaria de Madrid.

Ruibal es arqueólogo en el Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC y está especializado en el estudio del conflicto. Ha realizado trabajo de campo en Italia, Brasil, Sudán, Guinea Ecuatorial, Etiopía, Somalia, India y Yibuti. Tierra arrasada es una historia de la violencia a través de los restos materiales arqueológicos, donde los protagonistas son hombres, mujeres, ancianos y niños, antes que generales, políticos, divisiones o gobiernos. Como la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, Ruibal no ha querido “escribir sobre la guerra, sino sobre seres humanos en guerra”. Buscaba crear “un libro que haga repulsiva la mera idea de la guerra”. Y parece que lo ha conseguido.

Pregunta: El libro empieza desmontando el cliché de que la prehistoria es el periodo más brutal de la historia humana.

Respuesta: Es una tesis que se ha defendido en libros muy famosos como Los Ángeles que llevamos dentro, de Steven Pinker. Uno de los problemas con estos estudios es que el material etnográfico utilizado para demostrar que las sociedades estatales complejas tienden a controlar la violencia está muy influido por las condiciones históricas en que se recopiló.

P: ¿En qué sentido?

R: Mucha de la documentación que tenemos de sociedades tribales modernas está condicionada por el impacto del colonialismo o con las depredaciones del capitalismo. Pensar que los yanomamö [grupo indígena que habita en las selvas tropicales de la Amazonía] son una cultura inherentemente violenta porque, cuando se les estudió en los sesenta y setenta, mostraban comportamientos violentos, no tiene en cuenta que en esos momentos estaban siendo explotados, masacrados y vivían en un contexto de desestructuración social. No sabemos cómo funcionaban esas culturas antes de tener contacto con sociedades esclavistas o con el capitalismo.

P: ¿Qué tipo de violencia existía entre los primeros grupos humanos?

R: El conflicto era de baja intensidad, no había nada parecido a lo que hoy entendemos por batallas. Había violencia colectiva que involucraba a distintos grupos y, en momentos específicos, podía escalar a formas extremas, como masacres que afectaban a toda una comunidad. Ahí están los ejemplos de Jebel Sahaba o Nataruk, en África. Sin embargo, estos eventos eran puntuales y afectaban a comunidades pequeñas, no existía la idea de exterminar a un grupo entero, como en un genocidio. Lo más habitual era que el conflicto tomara la forma de razias: atacar al vecino, matar a dos o tres personas, robar sus posesiones y luego enfrentar la venganza de ese vecino.

P: Las masacres en el Paleolítico eran excepcionales. ¿Se vivía mejor en la época de cazadores-recolectores?

R: En otros periodos de la prehistoria, es difícil determinar si la vida era mejor o peor que en la actualidad. Sin embargo, la vida de los cazadores-recolectores era bastante buena, la verdad. Numerosos estudios recientes indican que su salud era excelente, su alimentación mejor que la nuestra y que, una vez superada la alta mortalidad infantil, su esperanza de vida no difería significativamente de la del ser humano moderno.

P: Usted defiende que la aparición del pensamiento simbólico fue fundamental para el desarrollo de la violencia.

R: Es probable que la violencia organizada haya surgido al mismo tiempo que otros comportamientos característicos de los seres humanos modernos, como la decoración corporal, hace unos ciento cincuenta mil años. Además, es muy posible que esto se deba a que los humanos anatómicamente modernos tienen una mayor capacidad para el pensamiento simbólico, pueden comunicar mensajes complejos a través del lenguaje y sus formas de sociabilidad y cooperación son más sofisticadas.

P: ¿Qué implica esto en cuanto a la violencia?

R: La cooperación puede utilizarse tanto para objetivos pacíficos como violentos: por ejemplo, pintar en Altamira o organizar una razia. Niveles más altos de pensamiento simbólico también implican un mayor desarrollo de la identidad colectiva, y pocas cosas han causado tantos muertos a lo largo de la historia como la noción de pertenencia a un determinado grupo.

P: Es de suponer que en esta época también nacen las grandes rivalidades entre grupos.

R: Transmitir de generación en generación que los vecinos son nuestros enemigos requiere el desarrollo del lenguaje, fundamental tanto para organizarse en la guerra como para la paz. Los rituales de resolución de conflictos son muy importantes en todas las sociedades tradicionales y, a veces, muy complejos y elaborados. Esto requiere una habilidad cognitiva que seguramente no poseían los presapiens.

P: Está bien documentado que la forma en que se cometen las muertes a menudo busca dejar una impresión duradera.

R: Existen métodos de violencia que son altamente efectivos para dejar una marca en la memoria colectiva y disciplinar a la sociedad. Por ejemplo, en España, la Guerra Civil dejó un legado de miedo que persistió durante décadas, impidiendo que las personas hablaran o se manifestaran políticamente sobre los asesinatos ocurridos hace 80 años. Este fenómeno también se observa en contextos prehistóricos. En el suroeste de Estados Unidos, a comienzos del primer y segundo milenio d.C., se registraron formas de violencia extrema como descuartizamientos, torturas y canibalismo.

P: ¿Qué significan las fosas comunes para el ser humano?

R: Las fosas comunes son quizás el mayor testimonio del más profundo fracaso humano y de la ruptura de la convivencia. En una fosa común no solo se evidencia un asesinato, sino que, como gesto simbólico, representa algo terrible: se elimina la memoria de las víctimas, impidiendo que sean recordadas como individuos y no simplemente como una masa amorfa. De hecho, las fosas comunes se han utilizado como un mecanismo para borrar la memoria desde el Neolítico, y no parece que la situación esté mejorando.

P: Otra cosa que sorprende en el libro es leer que, al igual que la guerra, la decapitación es una invención cultural.

R: Tiene un componente cultural y simbólico muy importante. Muchas sociedades consideran que nuestra cabeza y nuestro rostro es nuestra interfaz con el mundo, la manera en que nos relacionamos con los demás a través de la gestualidad, entre otras cosas. Arrancar la cabeza al enemigo es una forma de arrancarle el alma, de arrebatarle su identidad. Esta costumbre de decapitar cabezas aparece en lugares tan distintos como la Edad del Hierro europea y los Illongotes de Filipinas hasta el siglo XX.

P: ¿Cuál es la relación entre violencia y masculinidad?

R: Están estrechamente relacionadas. En Europa, por ejemplo, la expansión de los indoeuropeos trajo consigo una cultura material y principios culturales centrados en la violencia y la guerra. Además, se desarrolló una cultura muy androcéntrica. Esto se refleja en las lenguas que distinguen entre masculino y femenino, considerando el masculino como género neutro. La relación entre androcentrismo, patriarcado y violencia es muy clara.

P: ¿Por qué se impone este tipo de cultura?

R: Existen lugares donde esto no sucede. No sucede en Siberia, en las tribus de cazadores-recolectores del Amazonas, ni en muchas sociedades matrilineales del oeste de África. Hay numerosas excepciones. Sin embargo, solemos enfocarnos en una historia lineal que va de sociedades más simples a más complejas, de tribus y bandas a estados, dando la impresión de que este proceso es universal. En realidad, existe una enorme diversidad, y la pérdida de esta diversidad es muy reciente.

P: Algo que uno averigua leyendo Tierra Arrasada es que no se mata a los hombres igual que a las mujeres.

R: Eso fue una de las cosas que me sorprendió al escribir el libro: es un patrón casi universal. Se observa en contextos muy diferentes, incluso en la prehistoria. La violencia contra los hombres suele ser de tipo militar, como muertes en combate o ejecuciones. En cambio, en situaciones de conflicto, la violencia contra las mujeres tiende a ser ensañada, con cuerpos despedazados o torturados. Este fenómeno persiste hasta hoy; por ejemplo, la violación sigue siendo un arma de guerra. En la última guerra en Etiopía, se violaron a 200.000 mujeres.

P: Ha escrito un libro en el que recoge todos los horrores producidos a lo largo de la humanidad para demostrar que, en realidad, el ser humano es una especie pacífica.

R: La idea principal del libro no era narrar una historia de la violencia con mayúsculas, sino escribir una historia que permitiera empatizar con las víctimas de la violencia. Sin embargo, al contar estas historias a escala global, uno llega a la conclusión de que nos dejamos llevar por episodios de violencia extrema. Aunque es normal que estos episodios llamen nuestra atención, tienen el problema de ofrecer una visión algo distorsionada y pesimista del ser humano.

P: ¿Es posible imaginar un futuro en el que no exista la guerra?

R: De hecho, ese futuro utópico ya ha existido. Así como surgió la guerra, podría desaparecer.

P: ¿Cuál es el camino?

R: Es crucial identificar los mecanismos culturales que evitan que nos matemos y que, en caso de conflicto, no recurramos a formas aberrantes y descontroladas de violencia. El caso de Europa tras la Segunda Guerra Mundial es un ejemplo exitoso de cómo implementar medidas sociales, económicas y culturales para prevenir la violencia. Un elemento que suele funcionar muy bien, y que sería importante recordar en la actualidad, es la redistribución de la renta y la promoción de la igualdad. A menudo se piensa que la pobreza y la escasez son las principales causas de la violencia y los conflictos, pero en realidad, lo determinante es cómo se distribuyen los recursos, la redistribución equitativa de los recursos.

sábado, 19 de octubre de 2024

La felicidad, jajá

 Anónimo de Internet: 

Un profesor le dio un globo a cada estudiante que tuvo que inflarlo, escribir su nombre en él y tirarlo en el pasillo. El profesor entonces mezcló todos los globos. A los estudiantes se les dio 5 minutos para encontrar su propio globo. A pesar de una agitada búsqueda, nadie encontró su globo. En ese momento, el profesor les dijo a los estudiantes que tomaran el primer globo que encontraran y se lo entregaran a la persona cuyo nombre estaba escrito en él. En 5 minutos cada uno tenía su propio globo.

El profesor dijo a los estudiantes: Estos globos son como “la felicidad”, nunca la encontraremos si todo el mundo está buscando la suya, pero si nos preocupamos por la felicidad de los demás... también encontraremos la nuestra.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Anglosajonofobia

 Una Karen (estereotipo universal, pero sobre todo estadounidense, al parecer):

"Cuando estuvimos en España había demasiados españoles allí. La recepcionista hablaba español, la comida era española. Nadie nos dijo que habría tantos extranjeros"

¿Cuánto tiempo hace que España no hace algo para evitar la presencia de españoles en sus fronteras? ¿Qué han hecho en todo este tiempo? Es todo muy desalentador...

Un grupo de grasientos estadounidenses se quejaba porque después de pasar una semana en Austria todavía no habían visto ningún canguro. En China, como fruto del hartazgo, hay letreros como "solo se permiten estadounidenses acompañados de un adulto" o, en los ferris y puentes, "capacidad: 10 personas o 3 estadounidenses"

La verdad, no me extraña nada que los británicos, otros anglosajones, quieran ahora reingresar en Europa, con Gibraltar y todo.

lunes, 2 de septiembre de 2024

Bolsa familia, la exitosa idea de Lula que sacó a Brasil de la pobreza y el Tercer mundo

1 de 4:

Naiara Galarraga Gortázar, "Bolsa familia. La exitosa fórmula de Lula para acabar con la miseria heredada". El País, 1 sept 2024:

Dos tercios de la primera generación de niños que recibieron la ayuda del programa brasileño contra la pobreza prosperaron y la mitad logró un empleo formal

Jesiel Viana es un ingeniero de software brasileño de 34 años que no tiene fotos de su infancia. En aquella época no había celulares, su familia era pobrísima y todo quedaba lejos. Creció en Inhuma (Piauí), una pequeña ciudad de interior en el Brasil más árido y necesitado. La electricidad solo llegó este siglo, cuando él tenía 15 años. Hijo de agricultores —una madre que consigue leer y escribir y un padre analfabeto—, Viana pertenece a la primera generación de los hijos de Bolsa Familia, el programa que sacó a 25 millones de brasileños de la miseria, mitigó el hambre, mejoró la salud… Aquella pequeña ayuda mensual —unos 144 reales actuales, 25 dólares o 23 euros— cambió el destino de esta familia con tres hijos que plantaba frijol y mandioca. Malvivían con lo mínimo y con préstamos a precio de usura. Aquel crío que vio su primer ordenador a los 18, logró una maestría en Ingeniería de Software y es profesor. Su caso puede parecer excepcional pero no lo es tanto, según acaba de certificar un estudio académico.

Los investigadores han constatado que el 64% de la primera generación de hijos de Bolsa Familia son adultos que ya no necesitan ayudas públicas, rompieron el ciclo de la pobreza que a menudo atrapó a sus familias durante siglos. Y la mitad logró algún empleo formal, según el estudio Social mobility and CCT programs: The Bolsa Família program in Brazil (Movilidad Social y los programas de transferencia de dinero: el programa Bolsa Familia en Brasil), publicado en la revista World Development Perspectives (Perspectivas del Desarrollo Mundial). Los autores siguieron a los beneficiarios de 7 a 16 años entre 2005 y 2019 para revisar si de adultos aún necesitaban al Estado para lo más básico.

Bolsa Familia, creado por Fernando Henrique Cardoso y expandido por Luiz Inácio Lula da Silva, es conocido como uno de los programas contra la miseria más eficaces y baratos del mundo. Pese a su éxito, todavía 21 millones de hogares necesitan esta paga mensual —emblema de la política social del Partido de los Trabajadores— cuya cuantía se quintuplicó a partir de la pandemia.

“El programa tiene efectos positivos a largo plazo, son efectos no anticipados. Nadie pensó en eso cuando se creó Bolsa Familia”, explicó al diario Valor Econômico uno de los autores del estudio, Paulo Tafner, director del Instituto Mobilidade e Desenvolvimiento Social. El economista sostiene que el éxito está en que Bolsa Familia impone dos contrapartidas: es obligatorio que los hijos vayan a la escuela y que estén vacunados. Gracias a eso, varias generaciones siguieron estudiando sin tener que trabajar para ayudar a la economía familiar.

Con los años, al Estado le ha salido rentable, según el citado estudio. Aquellos niños contribuyen a las arcas públicas con sus impuestos. Se creó un círculo virtuoso que, de todos modos, no venció las desigualdades. Bolsa Familia funcionó mejor entre los hombres, los blancos y las regiones más prósperas.

Como Viana, millones de brasileños conquistaron —gracias a ayudas públicas y a aprovechar cada oportunidad— una vida inimaginable cuando eran niños. Estas son las historias de cuatro de ellos: el ingeniero informático que creció sin luz en Piauí; una psicóloga y próspera empresaria que empezó a trabajar a los 14, más tarde que sus hermanos; un técnico ayudante de cardiólogo que a los 13 compartía un único par de zapatillas con un hermano y una profesora de inglés y portugués criada por una abuela viuda que una vez al mes lograba darle un capricho, unas galletas rellenas pagadas a crédito.

“Mi abuela nos crio a mis dos hermanos y a mí”, arranca al teléfono. “Era una viuda analfabeta con una pensión mínima, pero dentro de todas las dificultades no dejó que nos faltara nada de lo básico. Bolsa Familia para nosotros no fue cuestión de supervivencia, como para otros, pero nos trajo cierta dignidad”, dice esta carioca que enseña idiomas en dos colegios privados. Con la ayuda, pudo brindarles momentos de felicidad en medio de aquella precariedad. Bolsa Familia significaba hacer un plan especial, ir al parque, un juguete. Quizá estrenar ropa en Navidad. Y un pequeño capricho de vez en cuando. “En aquella época había ambulantes que vendían puerta a puerta un kit de galletas rellenas, o yogures, y se pagaba el mes siguiente”.

A los 18 años, Dos Santos tuvo su primer empleo formal. Y a los 24 entró a la universidad gracias a un préstamo del que le quedan solo dos cuotas por pagar.

“Siempre digo que soy hija de políticas públicas”, recalca Barbosa, la pequeña de tres hermanos criados por una madre sola que trabajó toda su vida en servicios generales y durante un par de años necesitó Bolsa Familia. Con eso, en aquella fase difícil, pudieron comprar material escolar o comer carne alguna vez. El destino de la pequeña empezó a cambiar en tercer o cuarto curso, al entrar en un programa de erradicación del trabajo infantil. Surtió efecto. A los 14 años ganaba dinero como niñera y estudiaba de noche, pero supuso una enorme mejora respecto a sus hermanos: el mayor trabajó desde los 9, el mediano a los 11. “Aquel programa se convirtió en un refugio. Hice kárate, teatro, dibujo, refuerzo escolar, literatura… Me amplió las miras, me dio un repertorio para la vida”.

Barbosa da clase en la universidad y trabaja como psicóloga con niños autistas en la próspera consulta que creó. Es una orgullosa contribuyente. Hija de fundadores del Movimiento de los Sin Tierra, apunta: “Si quiero hacer un análisis bien liberal, diré que aporto 20.000 reales mensuales [3.500 dólares] en impuesto de sociedades a las arcas públicas”. Confía en que ese dinero sirva para dar oportunidades a quien las necesita.

Explica que, con la llegada de Lula al poder, en 2003, familias como la suya dejaron de sentirse desamparadas. Sus vidas cambiaron. Su progenitora, casada a los 14, madre a los 16, cumplió su sueño (con ayuda pública) de comprar una casa de ladrillo, tejas y con baño decente. “Y yo tengo una vida que nunca soñé. Casa propia, coche, un doctorado…”.

El mayor de cinco hermanos, las cosas iban lo suficientemente bien en la familia para que todos estudiaran en colegios privados hasta que todo se torció. Su padre se quedó en paro, le embargaron las cuentas. “Fueron unos años muy complicados”, relata. Lo primero, todos a la escuela pública. Luego, la madre y los hermanos mayores hicieron lo que toda familia brasileña cuando pierde los ingresos: vender empanadillas o dulces en la calle. “Bolsa Familia fue fundamental”, un salvavidas, porque, aunque su padre encontró un trabajo, no llegaba para mantener a los siete.

Zanetti, que siempre fue buen estudiante y trabaja como técnico en estimulación cardiaca artificial, apunta un ejemplo muy claro para ilustrar lo que significa ser pobre. “Cuando yo tenía 13 años, mi hermano y yo estudiábamos en turnos separados. A la gente le parecía raro. Es que no teníamos más que un par de zapatillas de deporte para los dos. Y, claro, sientes vergüenza”. A la escasez material se sumaba la marginación por puro desconocimiento. Aunque en casa tenían una pequeña biblioteca, vivieron años sin documentación ni acceso a los bancos. El apoyo de otros evangélicos fue crucial, añade.

Cuando el primogénito consiguió una beca para la universidad y unas prácticas pagadas, empezó la familia a salir del agujero. Tanto él como sus cuatro hermanos construyeron proyectos de vida, se emanciparon del Estado.

Creció lejos de casi todo, con casi nada en una ciudad agrícola. A los 11 años, el chaval que se convirtió en programador de software trabajaba la tierra y cada noche viajaba 30 kilómetros para ir a clase. El mayor de tres, a los 12 años tuvo su primer pantalón largo —unos jeans—. Comían carne a lo sumo una vez por semana o cuando cazaban algún animal silvestre. Bolsa Familia, que su madre recibió durante más de una década, era esencial porque incluso con eso eran muchas las estrecheces. “Vivíamos con lo mínimo, mis padres no gastaban nada, son evangélicos”.

A los 18 Viana se mudó a otra galaxia, a Brasilia, a casa de un tío suyo. Allí vio la primera computadora de su vida. Trabajó en una gasolinera para ahorrar antes de ir a la universidad gracias a una beca. Recuerda que se matriculó en informática porque “el coste del material era cero”. Al principio estaba perdidísimo. “No entendía ni los conceptos más básicos, pero me daba vergüenza preguntar”, pero siempre tuvo la convicción de que saldría adelante y enorme confianza en sí mismo. Tras ganarse muy bien la vida durante unos años en la capital como ingeniero informático, quiso regresar a casa, a Piauí, uno de los Estados donde más familias reciben Bolsa Familia. Opositó y consiguió una plaza de profesor en un instituto federal donde el alumnado se cree que bromea cuando les cuenta que creció allí cerca con enormes estrecheces. Sin luz, ordenador o fotos.

Las carencias persisten. A veces se lleva a algún estudiante a almorzar a casa con su familia porque si no se quedaría sin comer.

2.º de 4:

Naiara Galarraga Gortázar, "El presidente Lula reformula el exitoso programa Bolsa familia para combatir la pobreza en Brasil", en El País, 3 mar 2023:

El izquierdista mantiene la cuantía de 600 euros que aumentó Bolsonaro y más de 20 millones de familias reciben la paga mensual

Bolsa Familia, el programa contra la pobreza más emblemático de los Gobiernos progresistas de Brasil, recupera ese nombre —el original, con el que alcanzó fama internacional— y reinstaura una serie de requisitos que los beneficiarios no necesitaron cumplir mientras gobernó la extrema derecha. Luiz Inácio Lula da Silva ha presentado este jueves en Brasilia los detalles sobre la paga mensual que reciben unos 22 millones de familias pobres. El Bolsa Familia reformulado tiene dos padres: Lula, que ahora vuelve a exigir que los críos vayan a la escuela, estén vacunados y que las embarazadas se sometan a revisiones prenatales y añade un suplemento por cada hijo menor, y el expresidente Jair Bolsonaro, que aumentó a 600 reales por familia (108 euros, 115 dólares) una cuantía que ahora se mantiene.

El presidente Lula ha destacado que Bolsa Familia “no es un programa de un Gobierno, de un presidente de la república, es de la sociedad brasileña. Y solo funcionará si al sociedad lo fiscaliza”. En la ceremonia de presentación, celebrada en Brasilia, el mandatario ha compartido protagonismo con Isamara Mendes, una joven doctorada en la universidad que ha contado cómo la paga ofreció a su familia oportunidades impensables hasta entonces.

Lula ha creado el nuevo Bolsa Familia y dos pagas suplementarias vía un decreto que debe refrendar el Congreso. Las familias recibirán 150 reales más por cada hijo hasta de seis años, y 50 reales por cada uno entre los 7 y los 18 años. Y vuelve a ser obligatorio cumplir una serie de requisitos que contribuyeron a notables mejoras en las tasas de mortalidad infantil y escolarización.

Bolsa Familia revolucionó la vida de los brasileños que no tenían dinero ni para las necesidades más básicas. Fue uno de los instrumentos clave de las políticas públicas que lograron sacar a millones de la pobreza extrema y de la pobreza a secas. Y además con la ventaja de que era eficaz y, al menos hasta la pandemia, también barato. Suponía un 0,5% del PIB. Con esa inversión, una quinta parte de los beneficiados prosperó hasta dejar de necesitar la ayuda, según un estudio del Instituto brasileño de Movilidad y Desarrollo Social publicado por Folha de S. Paulo hace un año.

A medida que Bolsa Familia empezó a dar frutos, se convirtió en la gran marca electoral de Lula y del Partido de los Trabajadores. Por eso, una de las primeras decisiones de Bolsonaro fue rebautizarlo. Auxilio Brasil se llamaba. Pese a los vaivenes con el nombre, la cuantía se consolidó gracias al oportunismo político y a la pandemia.

El modelo de país que Lula y Bolsonaro propusieron a sus compatriotas en la última campaña electoral difícilmente podrían ser más antagónicos. Un único punto en común destacaba entre una maraña de propuestas diametralmente opuestas: los 600 reales de la paga mensual para los brasileños más necesitados, las familias que viven con hasta 218 reales por cabeza (menos de 40 dólares). En su carrera hacia la presidencia, tanto el izquierdista como el ultraderechista prometieron desde el minuto uno mantener una cuantía fruto de un aumento decidido al calor de la pandemia —Bolsonaro y el Congreso triplicaron lo que se pagaba antes del coronavirus— y mantuvo los 600 reales por motivos electoreros con maniobras parlamentarias para ganarse el favor de los votantes más pobres, un electorado tradicionalmente fiel al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.

A Bolsonaro no le funcionó para ganar los comicios. Entre otros motivos porque un breve parón en los pagos, vitales para que millones de familias consigan comer y lo más básico, hizo que la desconfianza de los beneficiarios en él se disparara. Lula en ningún momento sopesó siquiera, al menos en público, volver a la cuantía prepandemia porque hay 33 millones de brasileños que padecen hambre y porque hubiera sido un suicidio político.

El Gobierno lleva dos meses escrutando el listado de beneficiarios que, según denuncia, Bolsonaro engordó en busca de votos. La idea es echar a los usuarios fraudulentos para que entren 700.000 familias que están en lista de espera.

Muestra del inmerso valor político de Bolsa Familia es que Lula decidió dejar la joya de la corona en manos de uno de los suyos, una destacada figura del PT con amplio apoyo en el Brasil más pobre. Wellington Dias, antiguo gobernador de Piauí, uno de los estados más pobres y proporcionalmente con mayor tasa de usuarios del programa, es el actual ministro de Desarrollo Social. La antigua candidata presidencial y hoy ministra de Lula, Simone Tebet, de centro derecha, hubiera deseado la cartera pero el PT lo consideró un escaparate demasiado vistoso que podría impulsar sus opciones en una próxima elección, así que fue enviada a un área con peso pero bastante más gris, el Ministerio de Planificación.

3º de 4:

Naiara Galarraga Gortázar, "Réquiem por Bolsa Familia, el programa de Lula contra la pobreza", El País: 6 nov 2021:

Bolsonaro cancela la ayuda emblema del PT, considerada eficaz y barata, para sustituirla por otra de mayor cuantía pero solo hasta después de las elecciones de 2022

El fin de semana largo en que los brasileños conmemoraron el Día de las Brujas y el de los Difuntos también despidieron a Bolsa Familia, el programa contra la pobreza que revolucionó la vida y sacó de la pobreza a millones de personas necesitadas de lo más básico. 14 millones de familias, incluida la de Rozenilda, están sumidas en la incertidumbre porque ya no recibirán el vital subsidio, que va a ser sustituido por otro rodeado aún de mucha incógnita. Con 28 años y un hijo de dos, es un mar de dudas. “Me han contado que [la nueva ayuda] durará hasta 2022. Me genera inseguridad pensar que tal vez en 2022 ya no la recibamos”, explica desde João Alfredo, en el interior de Pernambuco, en un mensaje telefónico. Ella destina los 170 reales mensuales (26 euros, 30 dólares) que recibe desde hace siete años a pagar las cuentas, como muchos en esa región pobre.

La última transferencia de Bolsa Familia, que fue el gran emblema del Partido de los Trabajadores, entró el viernes 29 en las cuentas bancarias de los beneficiarios, pendientes ahora de unas enrevesadas negociaciones parlamentarias. El plan del Gobierno de Bolsonaro es crear otro programa que ya tiene nombre y promesa de cuantía pero carece de los fondos necesarios. Y algo crucial, duraría solo hasta después de las elecciones presidenciales.

Rozenilda también desconoce si para cobrar tendrá que inscribirse en un registro diferente. La burocracia brasileña está digitalizada hasta niveles insospechados, pero es barroca. Supone un verdadero infierno para quien tiene poca formación y una mala conexión a internet. Rozenilda preferiría que las cosas siguieran como hasta ahora: “Yo creo que Bolsa Familia debería continuar porque está funcionando bien hace años”.

Bolsonaro siempre tuvo la marca Bolsa Familia en el punto de mira; quería cambiarle el nombre como fuera. Antes de la pandemia, cercenó el subsidio. Creado hace 18 años por Lula da Silva al poco de asumir la presidencia, era uno de los mayores programas de transferencia de renta del mundo. Y concita un raro consenso en este Brasil tan polarizado. Los economistas lo consideran eficaz y barato.

Impresiona repasar lo logrado en estas casi dos décadas con un gasto del 0,5% del PIB: sacó a millones la pobreza extrema y de la pobreza a secas (solo en 2017 a 3,4 millones y a 3,2 millones respectivamente, según un estudio), mitigó la inseguridad alimentaria y la desigualdad, aumento la escolarización, redujo los embarazos juveniles, mejoró la salud, creó empleos, etcétera. “Es una maravillosa inversión, la sociedad gana multiplicado lo que invierte con el programa”, escribía estos días el economista Rodrigo Zeidan tras enumerar estudios académicos que avalan esos logros.

Bolsa Familia era un pago directo en dinero pero con requisitos, incluido llevar a los hijos a la escuela y tenerlos vacunados. Y priorizó que las mujeres gestionaran el subsidio familiar. Ese legado ha sobrevivido al lastre que los escándalos de corrupción han supuesto al partido de Lula y de Dilma Rousseff.

Está decidido hace meses que el nuevo subsidio se llamará Auxilio Brasil pero los enormes esfuerzos para conseguir los fondos extras requeridos todavía no han fructificado pese a que los efectos de cualquier parón en los pagos serían devastadores para millones que viven en la miseria.

El plan del presidente es duplicar a 400 reales la cuantía actual (189 reales mensuales de media), pero solo hasta diciembre de 2022. El tinte electoralista es evidente porque para entonces Brasil ya debería haber elegido a su próximo presidente. Lo más probable es que sea un mano a mano entre Lula y él. Se desconoce qué ocurriría entonces con las acuciantes necesidades de los brasileños más miserables.

Durante sus muchos años como diputado, Bolsonaro fue muy crítico con Bolsa Familia. Lo consideraba una máquina formidable de compra de votos. “Tenemos que acabar, hacer una transición [para terminar] con Bolsa Familia porque, cada vez más a menudo, la gente pobre, ignorante, se convierte en un votante comprado por el PT”, proclamó en 2011 en el Congreso. Pese a esa postura y a que llegó al Gobierno con un programa ultraliberal en política económica, su primera reacción ante la pandemia fue implantar un monumental programa de ayudas directas para quienes perdieron su renta, que también benefició a quienes recibían Bolsa Familia. Para los extremadamente pobres, supuso un dineral. Disparó la popularidad de Bolsonaro y por unos meses la pobreza disminuyó, pero ha vuelto con fuerza. También el hambre.

En pleno año electoral, y para animar su menguante popularidad, Bolsonaro asume algo que era anatema hasta hace nada. Para financiar el Auxilio Brasil, el Ejecutivo tendrá que saltarse temporalmente el techo de gasto, paso que su ministro de Economía, Paulo Guedes, respalda. Pero ahora falta que el Ejecutivo y los grupos parlamentarios que lo apoyan den con la fórmula exacta. Todo parece indicar que será filigrana. La subsistencia de millones de familias desde Amazonia, hasta el interior del nordeste o las periferias de las grandes capitales depende en los próximos días y semanas de lo que decidan en Brasilia.

4.º de 4:

Marina Rossi y Afonso Benites: "Bolsonaro cercena el programa Bolsa Familia que redujo la miseria en Brasil", El País, 2 de feb. de 2020:

El Gobierno ha cortado los subsidios del programa emblema de Lula y la lista de espera oficial es de medio millón de familias, aunque las estimaciones indican que es el triple

Ermanda Maria de Sena, de 51 años, tardó 20 minutos en encontrar los carnés con los que recibió las prestaciones sociales durante más de 15 años. “¡Aquí están!”, gritó desde su habitación, antes de salir corriendo y posar para la foto. Fue la primera en inscribirse en el programa Bolsa-Escuela, el precursor del Bolsa Familia, el proyecto estrella de los años en los que el Partido de los Trabajadores (PT) estaba en el poder y que ayudó a reducir la miseria en Brasil.

Ermanda muestra el carné número 01 con orgullo al recordar el día que lo recibió de manos del entonces presidente Fernando Henrique Cardoso (Partido de la Social Democracia Brasileña), que gobernó entre 1994 y 2002. “Estaba embarazada de mi chico”, dice. “Cuando [Cardoso] me dio el carné, lloré”. Era 2001. El mandatario  acudió hasta São José da Tapera, en el noreste de Brasil, para lanzar el programa que les pagaba 15 reales (3,15 euros) al mes —el 8% de un salario mínimo— a las familias que tuvieran niños de hasta seis años y a las mujeres embarazadas o en fase de lactancia identificadas como desfavorecidas.

Han pasado casi 20 años y el programa Bolsa Familia, lanzado en 2003 durante el primer año del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, se enfrenta ahora a la incertidumbre. Pese a que, por primera vez, sus beneficiarios recibieron un pago adicional a finales de 2019 por una promesa de campaña del  ultraderechista Jair Bolsonaro, la subvención va poco a poco perdiendo aliento. Entre julio y octubre del año pasado —último mes con datos oficiales de las nuevas concesiones—, la cantidad de nuevas familias que accedieron al programa, que paga 89 reales per capita (unos 18 euros) se desplomó. A partir de mitad de año, el promedio de las nuevas concesiones, que antes era de 220.000 familias al mes, cayó a menos de 10.000.

El Gobierno promete cambios en el programa, que se convirtió en una marca social y una conquista política vinculada al PT, especialmente en el noreste de Brasil, la zona más pobre del país, donde Lula aún conserva la simpatía de gran parte de la población. Ernanda, la beneficiaria número 01 de la transferencia de renta en Brasil, crió sola —con ayuda de las subvenciones— a sus seis hijos en Alagoas, una región semiárida. Después se casó, sufrió la muerte de su esposo, que era militar, y ahora cobra una pensión de viudedad de casi 3.000 reales (630 euros). Ya no pide ayuda.

Su familia, sin embargo, que ahora vive en la ciudad de Teotônio Vilela, a unos 160 kilómetros de su casa, no ha logrado escapar de la necesidad de la Bolsa Familia. Pero los fondos se hacen esperar. “Son cinco meses ya los que estoy esperando [a que llegue la ayuda], y nada”, afirma uno de sus hijos, Carleandro de Sena, de 27 años. “Todos los meses voy a la secretaría [de Desarrollo Social] y me dicen que vuelva al mes siguiente”, apunta su esposa, Beatriz da Silva, de 22 años. Desempleados y con tres niños, viven con la ayuda de Ermanda y con lo que Carleandro gana como mototaxista.

Ambos están entre el medio millón de familias en la lista de espera para poder recibir esta ayuda social —ese es el número oficial, pero la lista podría ser mucho más alta—. Según el Ministerio de Ciudadanía, en la actualidad existen 494.229 familias inscritas en este registro y que están habilitadas para cobrar la subvención del programa Bolsa Familia.

El ministerio reconoce los recortes de los últimos meses, pero afirma que la inclusión de nuevas familias se normalizará “con la conclusión de los estudios de reformulación de la Bolsa Familia”. Sin embargo, los datos oficiales también podrían estar por debajo de la realidad.

Cálculos realizados por EL PAÍS, a partir de datos públicos, con ayuda de especialistas, arrojan que 1,7 millones de familias, o unas 5 millones de personas, estarían actualmente aptas para acceder al programa de ayuda antimiseria. Son tres veces más de lo que el Gobierno Federal ha anunciado – 494.229 familias —, sin detalles de como llegó a ese número.

El escenario es inédito en la historia del programa. A finales de 2018, Brasil contaba con 13,5 millones de personas en condiciones de miseria, en una tendencia ascendente desde 2015.

“Desde mayo no autorizan el acceso de nuevos beneficiarios”, dice Delmiro Augusto Oliveira Filho, gestor del Bolsa Familia en Inhapi, municipio de 18.000 habitantes en Alagoas, noreste de Brasil. Oliveira Filho explica que los recortes siempre han existido porque, para seguir cobrando la ayuda el interesado tiene que actualizar el registro. Si no lo actualiza, lo pierde. “Lo que no es normal es cerrarles las puertas a los nuevos [necesitados]”, completa Filho, que ve la misma situación en toda la región. En su grupo de WhatsApp con otros gestores del mismo programa en decenas de ciudades, la queja es la misma.

domingo, 1 de septiembre de 2024

El efecto cobra

 El efecto cobra: cuando un intento de solución a un problema en realidad lo empeora

El término proviene de una anécdota en los tiempos de la dominación británica en la India.

El gobierno británico estaba preocupado por el número de cobras venenosas en Delhi. Por tanto, el gobierno ofreció una recompensa por cada cobra muerta.

Al principio, fue una estrategia exitosa y un gran número de serpientes fueron matadas por su recompensa. Sin embargo, personas emprendedoras comenzaron a criar cobras por su recompensa muertas. Cuando el gobierno se percató de ello, el programa de recompensas fue cancelado,  y eso motivó que los criadores liberaran a las (ya sin valor) cobras.

Como resultado la población de cobras salvajes aumentó: la aparente solución al problema lo hizo aún peor. Actualmente, el término se utiliza para ilustrar las causas de una estimulación incorrecta en economía y política.

jueves, 8 de agosto de 2024

Herbert Marcuse

Jaime Rubio Hancock, ‘El hombre unidimensional’ cumple 60 años sin pensar en jubilarse (ni dejar de consumir) en El País, 5 ago 2024:

La obra que convirtió a Herbert Marcuse en un referente de crítica al consumismo, el conformismo político y los nuevos fascismos sigue vigente más de medio siglo después de su publicación

Herbert Marcuse (1898-1979) puede parecer un pensador casi olvidado, pero muchas de sus ideas, en especial las que popularizó en su libro El hombre unidimensional, aún son útiles para entender nuestra sociedad, desde el consumismo hasta el ascenso de los políticos populistas.

Este libro, que cumple 60 años, le convirtió en un referente de la nueva izquierda y de los estudiantes que protestaban a favor de los derechos civiles y en contra de la guerra de Vietnam. Era una lectura casi obligada por su crítica de una sociedad en la que se imponían ideas y valores, y en la que se asfixiaba toda disidencia.

¿Por qué ya no planeamos la revolución?

Marcuse nació en Berlín en 1898. En los años treinta empezó a colaborar con el Instituto de Investigación Social, donde coincidió con otros pensadores judíos interesados en el marxismo y en el psicoanálisis, la llamada Escuela de Fráncfort. Muchos de ellos emigraron a Estados Unidos tras el ascenso al poder de Adolf Hitler. Algunos, como Max Horkheimer y Theodor Adorno, regresaron a Alemania tras la guerra, pero Marcuse se quedó y dio clases en las universidades de Columbia, Harvard y Brandeis, además de publicar libros como Razón y revolución, y Eros y civilización.

Ideas que inspiran, desafían y cambian, no te pierdas nada

Su momento de mayor popularidad llegó en los años sesenta, con la publicación de El hombre unidimensional. En el libro, Marcuse parte de una evidencia: vivimos bastante bien. No todos y no siempre, claro, pero una gran parte de la población disfruta de la comodidad suficiente como para no pensar en revoluciones. Además, estamos demasiado ocupados intentando satisfacer las necesidades que ha creado el progreso tecnológico y a través de las cuales nos acabamos identificando con el sistema. Podemos reconocer este proceso hoy en día: todos vemos las mismas películas o series, nos conectamos a las mismas redes sociales, leemos las mismas noticias y, en definitiva, nos venden y compramos los mismos valores culturales, incluso aunque sea a través de centenares de plataformas.

El resultado es que el sistema puede absorber cualquier crítica, sin que haga falta ninguna represión autoritaria. Como explica por correo electrónico María Carmen López Sáenz, catedrática de Filosofía de la UNED y autora de Marcuse (Ediciones del Orto), la sociedad “es capaz de integrar todo antagonismo y de convertir a sus miembros en seres de una sola dimensión”. Creemos ser libres, pero no lo somos, porque no hay posibilidad real de cambio. Ni siquiera conocemos nuestras necesidades: las confundimos con las que nos vienen impuestas, como el penúltimo modelo de móvil o esa serie de la que habla todo el mundo.

Marcuse extendía su análisis a los países comunistas. Como explica al teléfono John Abromeit, profesor de Historia del Pensamiento Político en la Universidad de Búfalo, en ambos contextos “se había perdido la esperanza de una sociedad cualitativamente diferente y más emancipada”.

Espacios de resistencia y reflexión

¿Y qué podemos hacer para cambiar las cosas? Marcuse apunta que la sociedad capitalista tiene brechas y contradicciones a partir de las que se pueden crear espacios de reflexión y fraguar alternativas, como explica López Sáenz. Marcuse buscaba en el arte, en la política o en la filosofía estos rincones de conciencia crítica que no habían quedado sepultados por un capitalismo que consideraba opresor y represor.

Pero otra pregunta es por qué querríamos liberarnos. ¿No estamos bien así, viendo series y esperando paquetes de Amazon? Como escribe López Sáenz en el capítulo dedicado a Marcuse de Totalitarismos: la resistencia filosófica (Tecnos), nuestras sociedades no son tan bonitas como parecen en los vídeos de Instagram: las contradicciones del sistema se manifiestan “en las guerras innecesarias, en la creciente productividad unida a la creciente destructividad de la naturaleza y en la preservación de la miseria junto al despilfarro sin precedentes”. Marcuse cree que es posible una sociedad más justa, más creativa y más pacífica.

Sin embargo, también es pesimista. De una sociedad como la nuestra es imposible escapar, precisamente porque lo ocupa todo. En su libro apenas encuentra algo de esperanza en los “proscritos y los extraños, los explotados y perseguidos de otras razas y de otros colores, los parados y los que no pueden ser empleados”. Como están fuera del sistema, son los únicos que pueden encontrar esos espacios de resistencia en los que liberar su imaginación.

Pero a lo mejor ni eso: Marcuse cree que el sistema es capaz de ofrecer “ajustes y concesiones”, además de contar con el ejército y la policía para frenar a los disidentes en caso necesario. Y podríamos añadir que muchos de quienes están fuera de esta sociedad de consumo quieren acceder a ella, no cambiarla. No buscan cortar la cabeza de los reyes o acabar con la burguesía: quieren ser un noble o un propietario más.

Se podría decir que eso es lo que pasó con el movimiento estudiantil de finales de los años sesenta, que él apoyó. Las protestas vinieron de grupos al margen: el pacifismo, la segunda ola del feminismo, el antirracismo… Como explican Abromeit y López Sáenz, Marcuse mostró a los pensadores y activistas jóvenes cómo todos estos problemas no eran independientes, sino que tenían la misma raíz: el sistema capitalista y sus técnicas de control de la disidencia.

Pero, como auguraba Marcuse, estos movimientos fueron reprimidos y muchos de sus protagonistas acabaron formando parte del establishment, aunque fuera de un modo crítico… Y aunque muchas de sus ideas hayan contribuido a avances notables (que quizás el filósofo vería solo como concesiones).

El populismo neofascista

Las ideas de Marcuse quedaron eclipsadas durante muchos años por la nueva generación de teóricos críticos, con Jürgen Habermas a la cabeza, por el liberalismo de John Rawls y por el posmodernismo. Pero ya en 1999, en su Historia de la filosofía en el siglo XX, el filósofo Christian Delacampagne preveía que, en un mundo aún más unidimensional, sus críticas podrían volver a convertirse en muy actuales: “La tecnocracia capitalista no ha evolucionado en lo fundamental. Continúa siendo igual de autoritaria, igual de impotente para asegurar la felicidad de la mayor parte de la humanidad. Aquí o allá, sus crisis favorecen el retorno del fascismo, incluso de ciertas formas —apenas disimuladas— de nacionalsocialismo”.

De hecho y como explica Abromeit, el análisis de Marcuse es útil para entender el ascenso de los populismos. El filósofo ya anticipó en un ensayo de los años setenta, “El destino histórico de la democracia burguesa”, el resurgimiento de estos movimientos de extrema derecha, que no dudaba en llamar neofascistas. Los consideraba una amenaza para la democracia por sus ideas totalitaristas y por su alianza con los grandes poderes económicos, como ya pasó con el nazismo.

Abromeit pone el ejemplo del candidato republicano a la vicepresidencia de Estados Unidos, J. D. Vance: en su carrera política se ha presentado como un protector de las clases populares, pero depende del poder de “elites conservadoras poderosas”, como el millonario de extrema derecha Peter Thiel, “que también apoyó la campaña de Donald Trump en 2016″. Las sociedades modernas capitalistas “reproducen las condiciones políticas y sociales que llevan al fascismo. Así que el fascismo no es una casualidad”.

De nuevo, Marcuse nos ofrece claves para entender y analizar nuestra cultura, nuestra economía y nuestra política, aunque no estemos de acuerdo con él. Y, sobre todo, nos ayuda a buscar espacios de resistencia y de crítica, con el objetivo de alcanzar una vida más plena y más justa. Es decir, con más de una dimensión.

lunes, 1 de julio de 2024

El humor judío

De Mauricio Bach, "Humor judío, una historia de Nueva York", en La Vanguardia, 29 de abril de 2023:

La publicación de las memorias de Mel Brooks o el rescate y reedición de las obras de Nora Ephron renueva la actualidad e interés de una forma de humor que pervive también en series y películas

Empecemos con un par de chistes. El primero: “Llevo con mucho orgullo el reloj de mi abuelo. Me lo vendió en su lecho de muerte”. El segundo: “Si un libro sobre el fracaso no se vende, ¿es un éxito?”. ¿Qué tienen en común, más allá de jugar con el absurdo y la paradoja para crear el efecto cómico? En ambos casos sus autores son judíos neoyorquinos, empezaron en el mundo de la stand-up comedy y triunfaron después en la pantalla. El primer chiste es de Woody Allen; el segundo, de Jerry Seinfeld. Ahora se publican en castellano las memorias de otro peso pesado del humor judío neoyorquino, Mel Brooks. ¡Todo sobre mí! ( Libros del Kultrum) es un libro amenísimo y repleto de anécdotas, que además ayuda a entender qué es esto del humor judío, por qué se ha desarrollado con tanta fuerza en Nueva York a lo largo del siglo XX y desde allí ha conquistado el mundo.

Vamos a los orígenes: entre el gran flujo migratorio que llegó desde Europa a EE.UU. en el siglo XIX y las primeras décadas del XX, uno de los grupos más nutridos fueron los judíos procedentes del centro y el este del continente, que huían de los pogromos y del hambre. La mayoría eran asquenazíes y trajeron con ellos un idioma –el yiddish–, una religión, unas costumbres, una gastronomía y también un sentido del humor propio. Una de sus principales características es la autoparodia y cuando esto se entremezcla con las neurosis de la gran ciudad, surgen personajes como el que ha ido perfilando Woody Allen en sus películas o el que Jerry Seinfeld cinceló en su serie televisiva. Apunto algunos otros elementos significativos de esta particular comicidad: el personaje de la madre posesiva y con mucho carácter, las familias no siempre bien avenidas, las dudas religiosas, las inseguridades vitales, la combinación de una ironía con tintes muy intelectuales y hasta metafísicos con la sal gorda propia del chiste popular…

Uno de los sectores en los que esta comunidad dejó huella es el del espectáculo y las variedades, de donde saltaron al cine y la televisión. Hay una pionera muy relevante, Fanny Brice, actriz y cantante de madre judía que triunfó a partir de la década de 1910 en las revistas musicales del empresario Florenz Ziegfeld, las Ziegfeld Follies, que son uno de los antecedentes de un género genuinamente americano: el musical de Broadway. Precisamente uno de esos musicales, Funny Girl, la inmortalizó, interpretada sobre las tablas y después en la pantalla por Barbra Streisand, que retomó al personaje en Funny Lady.

También empezaron sobre los escenarios los hermanos Marx, cuyo éxito en Broadway llegó en los años veinte y a finales de esa década dieron el salto a las películas. Por esa misma época, se constituyó otro grupo con inicios en el vodevil y posterior carrera en el cine: Los tres chiflados, menos conocidos fuera de EE.UU. y con una comicidad menos sofisticada que la de los Marx. Ambos casos ejemplifican cómo este humor conquistó Hollywood, cuyos primeros magnates, por cierto, fueron también en su mayoría descendientes de judíos procedentes de la inmigración del este y el centro de Europa.

En la posguerra, la práctica totalidad de los cómicos judíos neoyorquinos seguían un idéntico periplo iniciático. Daban sus primeros pasos en el llamado Borscht Belt (el cinturón del Borscht) en las montañas Catskill, también conocidas como los Alpes judíos. En unos años en que esta comunidad no era bien recibida en muchos hoteles, esa zona concentraba resorts de veraneo para familias judías pudientes de Nueva York. Y contaban, como parte de su oferta de ocio, con actuaciones de humoristas (este mundo está muy bien retratado en la segunda temporada de la deliciosa serie de Amazon La maravillosa señora Maisel).

En las Catskill se foguearon futuras leyendas como Sid Caesar, George Burns, Milton Berle, Don Rickles, Danny Kaye, Red Buttons, Rodney Dangerfield, Joan Rivers, Jean Carroll, Phyllis Diller, Mel Brooks, Carl Reiner, Jerry Lewis, Lenny Bruce, Woody Allen… Estos complejos estivales entraron en decadencia a partir de los años sesenta, cuando por un lado se atemperó el antisemitismo y por otro se popularizó la aviación comercial, que permitía optar por destinos más lejanos.

Tras probar que eran capaces de provocar la carcajada de los veraneantes, los cómicos daban el salto a los clubs de comedia de la ciudad y desde ahí al medio que entonces se estaba expandiendo por todo el país: la televisión. Hay un programa de gags de especial relevancia a principios de los años cincuenta: Your Show of Shows de Sid Caesar, en el que formaba pareja con Imogene Coca. El departamento de guionistas fue una cantera de humoristas judíos de Nueva York. Allí se reunían, con Mel Tolkin al mando, Carl Reiner (que también actuaba), Mel Brooks, Neil Simon y su hermano Danny, y en la última etapa un jovencísimo Woody Allen. Esta legendaria sala de guionistas inspiró a Neil Simon una de sus comedias tardías, Laughther on the 23rd floor, cuyos personajes son retratos apenas velados de las figuras reales.

Buena parte de los competidores de Caesar eran también judíos: George Burns y Gracie Allen por un lado y Jack Benny por otro tuvieron su programa televisivo de gags. Y en 1955 llegó The Phil Silvers Show, comandado por un cómico procaz procedente del vodevil al que llamaban The King of Chutzpah, una palabra de origen yiddish que quiere decir descarado, insolente.

Judíos del centro y el este de Europa llegaron a Estados Unidos huyendo de los pogromos y del hambre. Trajeron con ellos un idioma, el yiddish, una religión, costumbres, gastronomía y un sentido del humor propio.

Uno de los guionistas de Caesar, Neil Simon, se convirtió en el rey de las comedias de Broadway y sus piezas más populares tuvieron exitosas adaptaciones al cine: Descalzos en el parque, La extraña pareja, La pareja chiflada, El prisionero de la Segunda Avenida… Mirado en ocasiones por encima del hombro como un mero autor de teatro comercial, Simon manejó con eficacia los resortes de la comicidad. Abordó también sus raíces judías en obras de corte autobiográfico como Memorias de Brighton Beach o Biloxi Blues.

Otros dos guionistas del equipo, Mel Brooks y Carl Reiner, hicieron buenas migas y les divertía actuar juntos para los amigos. De esas improvisaciones humorísticas nació El hombre de 2000 años. Brooks interpretaba a un tipo que había vivido todo ese tiempo y Reiner le daba la réplica. En 1961 grabaron un disco –al que seguirían otros dos– que vendió más de un millón de ejemplares. A principios de los sesenta surgió otro dúo cómico legendario, el formado por Mike Nichols (futuro director de ¿Quién teme a Virginia Woolf? y El graduado) y Elaine May (que se inició en el teatro ambulante en yiddish).

Mel Brooks triunfó en la televisión como cocreador con Buck Henry de El superagente 86 (el del celebérrimo zapatófono) y debutó en el cine en 1967 con un auténtico hito: Los productores, con dos soberbios cómicos judíos: Zero Mostel y Gene Wilder. Mostel ya era entonces una leyenda de Broadway. Había tenido problemas de trabajo al ser investigado por el Comité de Actividades Antiamericanas por sus simpatías comunistas. Renació a lo grande en 1957 interpretando al Leopold Bloom de Joyce en Ulysses in Night­town y participó después en el histórico musical El violinista en el tejado. Wilder era un principiante con aspiraciones a actor dramático en el que Brooks descubrió una vena cómica arrolladora. Mezcla sin complejos de sofisticación y astracanada, Los productores tuvo la osadía de bromear con un chiflado autor teatral nazi y su musical sobre Hitler, por lo que recibió críticas y presiones. Brooks siguió en racha en sus siguientes películas y tuvo otro exitazo con El jovencito Frankenstein. En sus memorias cuenta la anécdota de que tuvo que comprar pañuelos para que todo el equipo se los metiera en la boca y evitar así las carcajadas en el plató porque fastidiaban las tomas.

Menos conocido por el gran público que Brooks, Carl Reiner fue otra figura muy relevante del humor americano: como actor protagonizó la gran comedia ¡Que vienen los rusos! ¡Que vienen los rusos! y alcanzó tardía fama con sus apariciones en la serie Ocean’s Eleven. Como director tiene una notable película sobre un comediante en decadencia, El cómico, con Dick Van Dyke. Su hijo Rob Reiner fue el director de una de las grandes comedias de los ochenta: Cuando Harry encontró a Sally, escrita por Norah Ephron. Hija de guionistas judíos neoyorquinos, nació en Nueva York pero creció en Los Ángeles porque sus padres fueron a trabajar a Hollywood. Después regresó a la costa este y se convirtió en una figura del periodismo. El actor principal era Billy Crys­tal, cómico judío criado en el Bronx. Y una curiosidad, si me lo permiten: la señora que en la famosísima escena del orgasmo simulado de Meg Ryan le dice al camarero que quiere que le sirvan lo mismo que está tomando ella era la actriz y cantante Estelle Lebost, madre de Rob y esposa de Carl.

En un ámbito menos comercial y confortable se movieron dos grandes humoristas subversivos que basaban sus actuaciones en la provocación. Hablamos por un lado de Lenny Bruce, cuya madre, Sally Marr, fue una relevante stand-up comedian que ejerció una enorme influencia en su hijo. Bruce, cuya carrera se desarrolló en los años cincuenta y sesenta, jugaba a provocar al público, hacía chistes impropios sobre judíos y negros y fue detenido por obscenidad en varias ocasiones. El otro, Andy Kaufman, llegó un poco más tarde, en los setenta, y llevó el humor al límite más como performer que como simple comediante. Buscaba desconcertar al espectador, que muchas veces no sabía si lo que veía era parte del espectáculo o algo estaba saliendo mal. Uno de los personajes que creó fue el casposo y repulsivo cantante Tony Clifton, que encadenaba comentarios impropios hasta provocar la reacción indignada del público.

Ambos artistas han tenido su biopic: Lenny de Bob Fosse en el caso del primero y Man in the Moon de Milos Forman el segundo. Bruce, por cierto, aparece como personaje en La maravillosa Miss Maisel, que es un retrato muy fiel del mundo de la stand-up comedy neoyorquina. La creadora, Amy Sherman-Palladino, lo conoce bien porque su padre, Don Sherman, fue un cómico criado en el Bronx que después tuvo una larga carrera actuando en cruceros.

Si hay un personaje que representa el paradigma del tema de este artículo es Woody Allen. Sus películas están plagadas de madres posesivas, hermanas ortodoxas, histriónicas reuniones familiares, pesadillas con rabinos, detalles sobre las costumbres de la comunidad… Algunas obras son especialmente significativas: Annie Hall fue la primera en que abordó su identidad judía de forma explícita, Días de radio es un emotivo retrato familiar a partir de sus recuerdos, en Broadway Danny Rose interpreta a un inepto agente de artistas de variedades, en su episodio de Historias de Nueva York trazó el retrato definitivo de la madre judía dominadora, y películas como Hannah y sus hermanas, Delitos y faltas y Desmontando a Harry rebosan de referencias.

A la misma altura, pero en el ámbito televisivo, habría que situar Seinfeld, que revolucionó en los años noventa los planteamientos clásicos y acaso adocenados de la sitcom televisiva. En palabras de sus creadores, Jerry Seinfeld y Larry David, se trataba de “un show sobre nada”, que partía de las situaciones cotidianas más anodinas para convertirlas en puro disparate. El protagonista, proveniente de la stand-up comedy, se interpretaba a sí mismo y la propuesta era neoyorquina hasta el tuétano y contenía abundantes referencias a la identidad judía de la mayoría de los personajes. En este aspecto, eran especialmente relevantes los padres de Seinfeld y de George Constanza, adjudicados a grandes cómicos históricos: Liz Sheridan, Estelle Harris, Barney Martin y, en el caso del padre de Constanza, nada menos que Jerry Stiller, padre de Ben Stiller.

Larry David creó y protagonizó después Curb Your Enthusiasm (HBO), en la que un personaje neurótico y puñetero que es una versión exagerada de él se trasladaba a Los Ángeles, donde desarrolla situaciones de un humor provocador, que puede llegar a incomodar al espectador. También son judíos neoyorquinos los creadores de otros dos hitos de la sitcom : Martha Kauffman y Daniel Crane de Friends y Chuck Lorre de The Big Bang Theory, aunque esta última está ambientada en la costa oeste.

Sin dejar el ámbito de la televisión, la ya mencionada La maravillosa señora Maisel (se acaba de estrenar la quinta y última temporada) retrata este mundo neoyorquino en la posguerra y de nuevo los padres de la protagonista y de su marido son personajes muy jugosos, interpretados por los veteranos Tony Shalhoub, Marin Hinkle, Caroline Aaron, Kevin Pollak. El cruce de ambas parejas permite mostrar dos capas muy diferentes de la comunidad judía neoyorquina. Por su parte, la recién estrenada tragicomedia Fleishman está en apuros (Disney+), protagonizada por Jesse Eisenberg, demuestra que el humor sobre el que hemos hablado aquí sigue en plena vitalidad. Por último, mencionar que el actual rey de la comedia, Judd Apatow, viene también de estos orígenes, aunque se trasladó de joven a Los Ángeles, donde triunfó primero como stand-up comedian y después como director y productor de televisión y cine. Acabaremos con una cita de las memorias de Mel Brooks: “Aunque parezca absurda, idiota y disparatada, la comedia dice mucho sobre la condición humana. Porque si puedes reír, puedes sobrevivir”.

Estampas de la ciudad judía

Georges Perec, escritor francés descendiente de judíos polacos, es autor de una de las piezas más hermosas sobre la emigración, el desarraigo y el exilio: Ellis Island, que es un libro (Seix Barral en castellano) y una película que él mismo dirigió. A Ellis Island llegaban quienes tenían el sueño de empezar una nueva vida en EE.UU. Esta pequeña isla frente a Nueva York era la puerta que daba o no acceso al paraíso soñado, porque allí se hacía la selección de quién entraba en el país y quién era rechazado. La película El sueño de Ellis (The Inmigrant) de James Gray, con Marion Cotillard y Joaquin Phoenix, es un buen retrato de esa dura realidad.

Por allí pasaron miles de judíos y muchos de los aceptados se instalaron en Nueva York, donde creció una importante comunidad. Hoy, cualquiera que visite la ciudad puede hacer una escapada al barrio de Williamsburg , poblado por ortodoxos jasídicos, y tendrá la sensación de viajar en el tiempo por sus vestimentas de otra época. Y puede pasear por el llamado Diamond District, en la calle 47 de Manhattan, una sucesión de joyerías regentadas por judíos. Es un entorno muy cinematográfico, allí se desarrollaba una escena de gran dramatismo de Marathon Man y allí arranca el thriller de los hermanos Safdie Diamantes en bruto, con Adam Sandler.

Otra muestra de la relevancia de esta cultura en la ciudad es el exitoso musical de Broadway de 1964 El violinista en el tejado, después convertido en película. Está inspirado en los cuentos del escritor humorístico ruso en yiddish Sholem Aleijem, que retrataban la vida de las comunidades judías en la Rusia de principios del siglo XX. En yiddish escribió también Isaac Bashevis Singer, polaco, hijo de rabino, que llegó a EE.UU. con treinta y pocos años huyendo de Hitler, se instaló en Nueva York, consiguió la ciudadanía en 1943 y ganó el Nobel en 1978. Su literatura se centra sobre todo en el mundo centroeuropeo del que procedía, pero traza un excelente retrato de los inmigrantes en Sombras sobre el Hudson. La comunidad neoyorquina era tan numerosa que en los años treinta se hacía teatro en yiddish (Clifford Odets estrenó Levántate y canta en esta lengua con el Group Theatre) y también cine (Edgar G. Ullmer rodó cuatro melodramas en yiddish).

Chaim Potok, escritor y rabino del Bronx, retrató el mundo de la comunidad ortodoxa en obras como Los elegidos (1967), su más célebre novela. La literatura ha dejado grandes retratos judíos de Nueva York en la obra de autores como Henry Roth, Bernard Malamud, Philip Roth, Cynthia Ozick, Norman Mailer…

También nació en Nueva York, hijo de judíos rusos inmigrantes, Ben Hetch, que después se trasladó a Chicago y a Los Ángeles, donde lo llamaban el Shakespeare de Hollywood por sus espléndidos guiones. Es también judío neoyorquino el dramaturgo Tony Kushner, que retrató la crisis del sida en la que tal vez sea la obra más importante del teatro americano contemporáneo, Ángeles en América. Desde hace tiempo es colaborador asiduo de Spielberg en los guiones de películas como Múnich y Los Fabelman. En el ámbito de la novela gráfica son muy relevantes las aportaciones de Will Eisner con Contrato con Dios y Art Spiegelman con Maus.

El humor tiene un representante histórico en S. J. Perelman, periodista y guionista de los hermanos Marx, cuyos relatos y textos periodísticos están recopilados en Perelmanía (Contra). Hay que destacar también la obra literaria de Woody Allen y los artículos cargados de ironía de Nora Ephron. También hay que mencionar a la novelista Laurie Colwin, de la que Asteroide publica un jugoso libro gastronómico: Una escritora en la cocina. Merecen destacarse los divertidísimos relatos del actor Jesse Eisenberg (El besugo me da hipo, Reservoir Books) y la novela de Taffie Brodesser-Akner Fleishman está en apuros (Umbriel). M.B.

"Estos son mis principios, y si no le gustan… tengo otros” Groucho Marx

"Si a Jesucristo lo hubieran matado hace veinte años, los niños de los colegios católicos llevarían colgadas del cuello sillas eléctricas en miniatura en lugar de cruces" Lenny Bruce

"Una cita es una experiencia que tienes con otra persona que te hace apreciar la soledad” Larry David

"No creo en una vida más allá, pero, por si acaso, me he cambiado de ropa interior” Woody Allen

"El deseo de casarse es un instinto primario de las mujeres. Seguido por otro instinto primario: el deseo de volver a estar soltera” Nora Ephron

"Mientras el mundo siga girando, te vas a sentir mareado y vas a ir cometiendo errores” Mel Brooks

"El tío que inventó la primera rueda era un idiota; el tío que inventó las otras tres era un genio” Sid Caesar

BIBLIOGRAFÍA

Mel Brooks, Todo sobre mí mismo, Libros del Kultrum

Nora Ephron, No me acuerdo de nada, Libros del Asteroide

Ensalada loca: algunas cosas sobre las mujeres, Anagrama

Taffy Brodesser-Akner, Fleishman está en apuros, Umbriel

Laurie Colwin, Una escritora en la cocina, Libros del Asteroide

Woody Allen, Gravedad cero, Alianza Editorial

martes, 2 de abril de 2024

Sergio del Molino, La gente quiere creer

Sergio del Molino, "Como Mulder en ‘Expediente X’, mucha gente quiere creer en algo", en El País, 29 de marzo de 2024:

Los conventos se vacían de vocaciones, y las parroquias, de feligreses, pero la espiritualidad gana prestigio y relevancia: vivimos una época fértil en milenarismos, gurús y emociones trascendentes que den sentido al acelerón cotidiano

Los primeros 15 minutos de La so­­ciedad de la nieve son canónicos y magistrales. Yo los usaría para explicar en la escuela cómo se plantea una historia y cómo se caracterizan los personajes. Con una economía de recursos soberbia, Bayona cuenta quiénes son esos jóvenes y por qué se comportarán así después del accidente, y en ese ejercicio narrativo sobresale una secuencia en una iglesia. Gracias a ella, al espectador le queda claro que la religión es muy importante en las vidas de esos personajes y en su forma de entender la amistad y la fraternidad. Sin esa secuencia, los debates morales sobre la antropofagia que ocupan buena parte del nudo de la película serían incomprensibles o estarían cojos. La sociedad de la nieve es, en buena medida, una película sobre el tabú religioso: la fe otorga a esos náufragos el espíritu solidario que necesitan para sobrevivir, pero también les pone ante un dilema destructivo.

Por supuesto, Bayona no inventa nada. Esa fe y esos dilemas están en el corazón de las memorias de los supervivientes y son fieles a sus relatos y meditaciones, pero subrayar su sustrato católico es una decisión narrativa. Todas las historias se pueden contar desde muchos puntos de vista, incidiendo en tales o cuales aspectos y obviando otros. La escena de la iglesia pone la religión en el centro y le quita universalidad laica a la angustia moral. Por eso esta película interpela tan hondamente a su época: su autor ha entendido —quizá sin pensarlo, por pura absorción del ambiente— que vivimos tiempos religiosos y que la mirada laica sobre el mundo se está apagando.

Esto no tiene que ver con las grandes religiones organizadas, que en los países occidentales siguen decayendo (aunque no hay que menospreciar su importancia en el auge de movimientos trumpistas o en la escalada belicista de la derecha israelí). Los conventos y los seminarios se vacían de vocaciones, y las parroquias, de feligreses, pero la espiritualidad gana prestigio y relevancia, y el discurso religioso empapa la vida pública y la cultura de formas tan sutiles como insólitas. Como el Mulder de Expediente X, mucha gente quiere creer en algo. Muerto Dios y diluida la patria, el individualismo y la vida sin raíces ni vínculos comunitarios fuertes propician que esta época sea fértil en milenarismos, gurús y emociones trascendentes que den sentido al acelerón cotidiano y al consumismo banal. El espectador de La sociedad de la nieve, aislado en su suscripción de Netflix, envidia la cohesión y la hermandad en la fe de las víctimas del accidente de los Andes.

El pensamiento y la literatura han respondido al caos urbano con llamadas al retiro no muy diferentes de las de los eremitas que fundaron algunas grandes religiones. Las apologías de la vida tranquila, campestre, recluida y ensimismada, con el culto a la santidad de Thoreau y su libro sagrado Walden, fomentan una nueva espiritualidad de las cosas sencillas y de la comunión con la tierra. Desde la pandemia, este género narrativo no para de enriquecerse, y cualquier lector atento puede encontrar un buen puñado de alabanzas al retiro en las mejores librerías: desde Gozo, de Azahara Alonso; hasta La vida pequeña, de José Ángel González Sainz, pasando por las diatribas filosóficas de Byung-Chul Han o los manifiestos más políticos, como el recién publicado ¡Silencio!, de Pedro Bravo.

En la cultura popular —o semipopular—, merece la pena detenerse en la complejidad de La mesías. Los Javis ya demostraron una sensibilidad favorable al sentimiento religioso en La llamada. Con La mesías exploran la oscuridad de la fe, pero no lo hacen desde la denuncia laica a la que nos ha acostumbrado la mentalidad progresista, sino adoptando el punto de vista de quienes se asoman al abismo y sienten a la vez su atracción y su pánico a tirarse. Los Javis entienden muy bien el mundo en el que viven y saben que el ansia espiritual es el tema de nuestro tiempo. La presentan como una tragedia que a veces se viste de farsa y de esperpento kitsch (ven el dolor auténtico y hondo donde la mayoría solo ve un meme), por eso no la caricaturizan ni la denuestan, sino que intentan comprenderla.

Reconozco que para alguien como yo, educado en el ateísmo anticlerical, es difícil entrar en ciertos juegos y superar el desprecio y la burla que todo lo religioso me despierta por instinto, pero si no se hace un esfuerzo por comprender el sustrato de creencias irracionales de los debates de hoy, no se entiende nada. La razón es un arma inútil para interpretar muchas actitudes y manifestaciones que no admiten refutaciones argumentales ni operaciones lógicas porque son emotivas: cuando alguien dice que siente algo, la discusión racional es imposible, no se pueden rebatir sentimientos. La religión está detrás de muchos activismos —¿cuántos ecologistas hablan del planeta en términos de divinidad y entienden su compromiso como un sacrificio trascendente?— y de muchas discusiones públicas en las que no importa quién tiene razón, sino quién es el ortodoxo y quién el hereje. Todos los días, un puro excomulga a un impuro. El libro que mejor explica la política radical actual o la dinámica de las redes sociales es Castiello contra Calvino, de Stefan Zweig.

De ahí que también tengan mucho éxito las redenciones y los caminos de perfección, con todos esos personajes públicos que se flagelan por su mala conducta y prometen ser la mejor versión de sí mismos. El pecado, elemento nuclear de todo pensamiento religioso, rige de una forma que desconcierta a quienes nacieron en tiempos más laicos y frívolos.

Necesidad de trascendencia, ansia de verdad (o de estar en la verdad, de pertenecer al grupo de los que se salvan) y caminos de perfección mueven un mundo desorientado cuya espiritualidad se expresa a veces de manera delicada y artística, y otras inspira furias justicieras groserísimas. Exactamente igual que en los años de la Contrarreforma, cuando lo sublime de Miguel Ángel convivía con la hoguera del auto de fe. Sin la violencia de entonces, claro, pero solo en las democracias occidentales: que nos cuente Salman Rushdie cómo las gastan en otros pagos donde no rige el Estado de derecho.

Mantener una postura laica coherente y firme es muy difícil en un contexto así. Emboscarse en las barbas de Marx y seguir diciendo lo del opio del pueblo es comprensible, pero también vacuo y contraproducente: en parte, ha sido la eficacia con la que los ateos matamos a Dios la que nos ha llevado hasta aquí. El laicismo se desentendió tanto de la dimensión espiritual de la vida íntima y de la comunitaria, que ahora no sabe cómo bregar con esas emociones que antes regulaban las instituciones y liturgias religiosas. Liberadas de ellas, hoy se expresan en una entropía que amenaza con reventar las costuras de la razón

jueves, 16 de noviembre de 2023

El ritual de iniciación de los indios Cherokis

Los indios Cherokee tienen un ritual muy especial a través del cual los niños pasan a ser adultos.

Cuando el niño empieza su adolescencia, su padre lo lleva al bosque, le venda los ojos y se va, dejándolo solo.

El joven tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no puede quitarse la venda de los ojos hasta que los rayos del sol brillan de nuevo al amanecer.

Él no puede pedir auxilio a nadie.

Pero una vez que sobrevive esa noche, ya es un hombre.

Esta es una experiencia personal y el joven tiene prohibido comentar o hablar de su vivencia con los demás chicos.

Durante la noche, como es natural, el joven está aterrorizado.

Él puede oír toda clase de ruidos:

Bestias salvajes que rondan a su alrededor, lobos que aúllan… o quizás, hasta algún humano que puede hacerle daño.

Escucha el viento soplar y la hierba crujir, pero debe permanecer sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda, ya que esta es la única manera en que puede llegar a ser un hombre ante los ancianos de su tribu.

Finalmente, después de esa horrible noche, aparece el sol y el niño se quita la venda…

Es entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él.

Su padre no se ha separado de su lado ni siquiera un instante, velando durante la noche en silencio, listo para proteger a su hijo de cualquier peligro sin que él se dé cuenta.

¿Cuántos padres hay así?

lunes, 4 de septiembre de 2023

Las 5 leyes básicas de la estupidez humana. Reseña anónima del libro de Carlos Cipolla en Youtube.

El enlace es este. Otros interesantes con un tratamiento serio del tema como la teoría sobre la estupidez del gran y santo Dietrich Bonhoeffer están aquíaquí, y aquí y sobre el efecto Dunning Kruger, acá.

Las 5 leyes básicas de la estupidez humana es un ensayo corto escrito por el economista italiano Carlos Cipolla. La primera edición fue escrita en inglés y publicada en 1976. Originalmente fue distribuida intencionalmente solo entre sus amigos de manera confidencial la razón es simple es el libro fue concebido como una especie de broma donde se abordaban temas serios de una manera lúdica y no demasiado seria. Al abordar un tema tan sensible, Cipolla elaboró una teoría extravagante e interesante que le valió un éxito increíble: no solo el ensayo fue publicado oficialmente, sino que también fue traducido a muchos idiomas y distribuido en todo el mundo. Ahora representa un hito en el tema controvertido de la estupidez humana.

Cipolla veía a las personas en cuatro categorías amplias:

1. Las personas inteligentes: contribuyen a la sociedad de manera positiva y aprovechan esas contribuciones en beneficio mutuo.

2. Las personas estúpidas: los esfuerzos de las personas estúpidas, por otro lado, son contraproducentes tanto para ellos mismos como para los demás.

3. Los bandidos. Entre estos dos grupos se encuentran los bandidos que persiguen sus propios intereses a expensas de otros.

4. Los indefensos, que hacen contribuciones positivas a la sociedad, pero son fácilmente explotados debido a su propia ingenuidad.

Se puede extraer una quinta categoría: las personas ineficaces de los otros grupos y es bueno algo así como evidente por sí mismo. En el mismo sentido, Cipolla veía el impacto del comportamiento humano de dos maneras:

Uno, el comportamiento que afecta a uno mismo ya sea de manera positiva o negativa.

Dos, el comportamiento que afecta a los demás, ya sea de manera positiva o negativa.

Ley número 1.

La conciencia humana de los efectos amplios de su comportamiento puede variar ampliamente entre las categorías; dicho esto, veamos entonces las cinco leyes básicas de la estupidez humana ley número siempre e inevitablemente todo subestiman el número de individuos estúpidos en circulación. Cipolla reconoció que es parte de la naturaleza humana minimizar la gravedad de un problema. Él estaba tan convencido de que éramos ingenuos ante el desafío que enfrentamos por la estupidez, que sugirió que cualquier suposición numérica del número de estúpidos entre nosotros resultaría ser una subestimación. No es casualidad que esta sea la primera Ley. Como dice la Biblia, "es infinito el número de los necios", así que la inteligencia consiste solo en ir aprendiendo a ser menos tonto.

Ley número 2 

La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona. Cipolla consideró la estupidez como una característica humana como tener el pelo rubio o los ojos negros; en consecuencia, no puede sino distribuirse aproximadamente.

Igualmente en todos los ámbitos de la sociedad independientemente del nivel educativo de las personas ya sea que uno frecuente círculos elegantes o se refugie entre caníbales ya sea que se encierre en un monasterio o decida pasar el resto de su vida en compañía de una pareja hermosa el hecho sigue siendo que siempre tendrá que lidiar con el mismo porcentaje de personas estúpidas concluyó en esta vista pesimista los seres humanos están condenados a lidiar con la estupidez; además, según Cipolla, no hay lugares más seguros ni soluciones para evitarla lo único que puedes hacer es aceptar esto y vivir con ello por el resto de tu existencia

Una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o a un grupo de personas mientras no obtienen nada o incluso pueden sufrir pérdidas. Carlos Cipolla consideró esto la ley dorada y más importante: nunca debe ser olvidada.

Ley número 3

Las personas estúpidas inevitablemente tomarán decisiones que nos confunden: su razonamiento simplemente se nos escapa. No es que tengan malas intenciones, es solo que son incapaces de ver los efectos de sus acciones en un contexto más amplio; es inútil, una pérdida de tiempo, incluso algo estúpido intentar razonar con ellas; a este respecto, Cipolla señaló que hay personas que por sus acciones ilógicas no solo causan daño a otras personas, sino también a ellos mismos tales personas pertenecen al género de los superestúpidos.

Ley número 4

Las personas no estúpidas siempre subestiman el poder dañino de los individuos estúpidos las personas no estúpidas siempre subestiman el poder dañino de los individuos estúpidos, en particular las personas no estúpidas constantemente olvidan que en cualquier momento y lugar, el hecho de pasar tiempo con personas estúpidas siempre resulta ser un costoso error. Para hacer esta ley más clara, Carlos Cipolla le agregó que las personas estúpidas son peligrosamente mortales porque las personas razonables encuentran difícil imaginar y entender el comportamiento estúpido en esta perspectiva los ataques de personas estúpidas siempre toman por sorpresa a las personas inteligentes.

Esto hace que sea aún más difícil elaborar una defensa racional; por otro lado, esto sería de poca utilidad ya que las acciones ilógicas no pueden ser entendidas utilizando la lógica como resultado al subestimar su poder y se está vulnerable siempre estará a merced de la imprevisibilidad de las personas estúpidas también estaba convencido de que las personas inteligentes tienden a pensar que las personas estúpidas solo pueden hacerse daño a sí mismas que son inmunes a sus acciones Este es un gran error que hace que las personas razonables se sientan invulnerables bajando peligrosamente su guardia.

Ley número 5

Las personas estúpidas son el tipo de personas más peligroso. Esta ley viene como una consecuencia natural dela ley básica anterior. Además, si no tiene idea de lo que Cipolla quiso decir aquí, lo dejó aún más claro al agregar el siguiente corolario: una persona estúpida es más peligrosa que un bandido. De las cinco leyes vistas hasta ahora, esta debería ser la más comprensible y razonable; de hecho, el sentido común nos dice que las personas inteligentes no importa cuán hostiles puedan ser: son predecibles. En contraste, las personas estúpidas no lo son. Esta sutil diferencia hace que las personas estúpidas sean increíblemente más temibles que las personas inteligentes. En conclusión, esto debería considerarse como una especie de compendio de toda su teoría sobre la estupidez humana.

Oros vídeos donde discuto las diferentes teorías de la estupidez te recomiendo estos dos vídeos: La teoría de la estupidez de Dietrich Bonhoeffer, y Por qué las personas estúpidas piensan que son inteligentes, donde discuto el efecto Dunning Kruger

Edward Bernays, el genio de la manipulación que además era sobrino de Freud

Edward Bernays y el arte de manipular, El Mundo, 22 NOV. 2017:

Tal día como hoy nació el creador de esta idea: un automóvil no lo necesitas [hace más me medio siglo] pero te hará más feliz. Y EEUU fue un país sobre ruedas. Y logró que las mujeres fumaran, que el hombre llevara el reloj en la muñeca. El Reina Sofía le recupera

Como los de muchos hombres verdaderamente poderosos o inmensamente ricos, el nombre de Edward Bernays, inventor de la propaganda y las relaciones públicas, resulta desconocido pese a haber sido uno de los más influyentes del siglo XX, que vivió casi completo. Si usted se siente atraído irremediablemente por un producto que, si se para a pensarlo, en realidad no necesita o siente simpatía por un partido al que no sabe por qué vota, es porque ha sucumbido, como todos, a las artes de ese mago de la manipulación que fue Edward Bernays.Antes de él, los estadounidenses no desayunaban huevos con panceta, los varones no llevaban reloj de pulsera y las mujeres no fumaban porque estaba mal visto. Todas estas transformaciones las ideó este vienés nacido el 22 de noviembre de 1891 y doble sobrino de Sigmund Freud: la madre de Bernays era Anna Freud, hermana del creador del psicoanálisis, quien estaba casada a su vez con Martha Bernays, hermana del padre de Edward. La familia de éste emigró a Estados Unidos siendo él niño. Para 1912, Bernays se había graduado en agricultura y en periodismo, a partir de lo cual empezó a publicar una revista sobre investigación médica. Desde Europa, su tío Sigmund le enviaba sus escritos por si eran de interés para el boletín, y así fue como el joven supo de la existencia de un conjunto de pulsiones inconscientes, a las que su tío aludía como el ello, que gobernaban buena parte del proceder de cualquier individuo. Todo el trabajo de Bernays tomó como fundamento el descubrimiento de esos mecanismos que pronto entendió susceptibles de ser manipulados con fines económicos -de consumo- y políticos. No había atisbo de mala conciencia en él, convencido como estaba de que la propaganda y su versión light, las relaciones públicas, eran disciplinas necesarias para «convivir en una sociedad funcional sin sobresaltos». En su libro de 1928 titulado precisamente Propaganda, resumía su maestría en el arte de conseguir que las personas se comportaran de manera irracional si se lograba vincular los productos (o las políticas) con sus emociones y deseos más acendrados. Durante la I Guerra Mundial, se puso al servicio del Gobierno de EEUU para motivar a los jóvenes para que se alistaran en el ejército. Después lo contrató la Compañía Americana de Tabaco, que no tenía bastante con los millones de fumadores varones que había en el país. Bernays envió a un grupo de jóvenes modelos a marchar en el desfile de Pascua de Nueva York y avisó a la prensa de que aquellas mujeres iban a encender «antorchas de libertad». A su señal, las chicas encendieron cigarrillos Lucky Strike frente a los fotógrafos. La operación la remató contratando a cientos de mujeres para que fumasen en lugares públicos y pagando a directores de cine para que las actrices fumasen en sus películas, hecho que al poco tiempo se consideró moderno y sofisticado. Las tabacaleras y el propio Bernays se hicieron ricos con aquella campaña maestra en lo que hoy llamamos normalización de un hábito mal visto con anterioridad. El agrónomo y periodista vio antes que nadie el potencial mercantilista de las teorías de su tío. Él hizo surgir la asociación entre automóvil y masculinidad, y la del reloj de muñeca -que por iniciativa suya comenzaron a llevar los soldados en las trincheras- con la hombría y el coraje. La conquista por las tabacaleras del mercado femenino obedecía a un mecanismo semejante que debía mucho a Freud: fumar era para ellas una manera de apropiarse de un atributo masculino, algo que según el eminente psiquiatra desea inconscientemente toda mujer. Bernays, de confesión judía, dijo haberse distanciado del término propaganda cuando se enteró de que Goebbels consultaba su libro Cristalizando la opinión pública. Pero propaganda era convencer a cada estadounidense de que necesitaba un coche -y que, por tanto, había que desmantelar los tranvías- y, sobre todo, orientar al electorado hacia un modelo de dos partidos hegemónicos para evitar la fragmentación del voto y el «caos».

Los lobbies estaban encantados con Bernays. El del sector cárnico lo enroló para hacer ver a todos los norteamericanos que un desayuno en condiciones debía incluir bacon, y así quedó establecido en cada hogar del país y luego en los hoteles de todo el mundo. La United Fruit Company acostumbraba a poner y quitar gobernantes en las repúblicas centroamericanas, que Bernays bautizó como «bananeras». Cuando el Gobierno reformista de Guatemala quiso frenar su poder, el publicista se las arregló para hacerlo quedar ante el mundo como «comunista».En sus más de 103 años de vida -falleció en 1995-, Bernays trabajó para mejorar la imagen de firmas como Monsanto, Shell, Boeing, General Motors, Pfizer y Goodyear. Asesoró en cuestión de relaciones públicas a varios presidentes de EEUU, entre ellos Wilson, Hoover y Eisenhower. Calvin Coolidge fue quien más necesitó de sus servicios: para contrarrestar su imagen de persona distante y poco empática, a Bernays se le ocurrió organizar desayunos en la Casa Blanca a los que acudían estrellas de Hollywood, maniobra con la que logró que apareciera en las portadas de los periódicos.Una buena manera de profundizar en la figura de Bernays se presentará el próximo 4 de diciembre con la proyección en el Reina Sofía de la serie de Adam Curtis para la BBC El siglo del yo, que presentará el periodista de EL MUNDO Luis Martínez.

Cómo hay que manejar la mente sin que se note

El sueño de Bernays se ha materializado, dos décadas después de su muerte, en realidades hoy comunes como los expertos en mejorar reputaciones en internet y, a nivel general, en el manejo de los asuntos mundiales por parte de grandes corporaciones. Él hablaba de un «gobierno invisible» que todo lo podía: «Nuestras mentes son moldeadas, nuestros gustos son formados, nuestras ideas son sugeridas, mayormente por hombres de los que nunca hemos oído hablar...». Hombres como él mismo. En 1955 publicó el libro 'La ingeniería del consentimiento', que definió como «la manera de controlar la mente de la gente sin que ésta lo note» y que venía a ser, claro, 'la negación del consentimiento'.

martes, 15 de agosto de 2023

Las siete clases de amor helénico

La filia es el cariño o aprecio entre amigos o a una comunidad.

El eros es el deseo físico apasionado e intenso.

La pragma es el amor realista y racional que supera la prueba del tiempo y se da entre las parejas duraderas.

El ágape es el amor por la humanidad desinteresado y caritativo, el amor espiritual y maternal, compersivo.

El storge es el amor que se da desde los padres a los hijos. También es el amor como una forma evolucionada de la amistad, se da entre iguales y encuentra importante la afinidad de gustos, intereses y nivel de compromiso.

La filautía es el amor propio, el más básico de todos.


lunes, 7 de agosto de 2023

Diccionario de cubanismos generados por la dictadura de Fidel Castro

Tomado de Regresión cubana.

CUBANISMOS

Cubanismos y otras concepciones de cosecha propia

Aguantar la pata a la vaca. Ser cómplice.

Almendrón. Forma de llamar a los armatostes que sobreviven de lo que otrora fueran magníficos automóviles de manufactura estadounidense datados de antes de 1959 (momento en que se instaura la Regresión cubana) y que a duras penas circulan en Cuba.

Alumbrón. Escasas horas que se disponía de electricidad en un día. También (en La Habana) encendido o prendido.

Alzados. Forma popular de llamar a los guerrilleros que combatieron en las montañas del Escambray al regresionismo.

A punto de caramelo: En estado de gracia, idóneo, culminante, perfecto.

Asere. Amigo, compañero. Interjección usada como expresión o comodín para llamar la atención e indicar amistad, extrañeza, sorpresa, admiración o disgusto. También: nagüe, monina, consorte, cúmbila.

Ballú. Zaherida/o, agraviada/o, vejada/o, humillada/o. Relajo.

Ballucear. Zaherir, agraviar, vejar, humillar. Relajar.

Barbudos. Forma popular de llamar a los alzados en las montañas que combatieron al régimen de Batista.

Baro. Dólar. También: fula, fao.

Besaculos. Incondicional, devoto. También: chicharrón, huelepedos, etc.

Bici-taxi. Triciclo de tracción humana convertido en la forma de transporte más común en las ciudades una vez instaurada en Cuba la crisis de la última década del siglo XX.

Biranato.  Dinastía de los hermanos Castro, fidel y Raúl.

Birania. Lugar de nacimiento (Birán) en Cuba de los hermanos Castro, territorio actual bajo su dinastía. Cuba. No tenemos en cuenta la colonia de ultramar Venezuela.

Bisnero. Se deriva del vocablo inglés business (negocio). Persona que se sitúa fuera de las chopins con el objetivo de especular con la compraventa de divisas. También lo hace con artículos de todo tipo y procedencia. Últimamente, y de seguro por instrucción de la Seguridad del Estado cubano, les pretenden llamar mecaniqueros en un intento de suavizar el significado capitalista de su definición.

Blumer. Braga

Bodeguero. Encargado de un comercio de víveres del Estado, de la venta a la población de estos víveres.

Bolo-la. Forma con que el cubano de a pie denominaba a los soviéticos. También: los rusos.

Bombo. Forma popular de llamar al sorteo de visas de residencia para y por Estados Unidos, en el caso cubano con un mínimo de 20.000 de ellas al año, siendo una variante especial del sorteo internacional que otorga 50.000 visas de residencia en igual período de tiempo.

Botero. Chofer de un almendrón o cualquier vehículo de motor que realiza transporte de pasajeros de forma clandestina. También: pirata.

Buquenque. Persona que por una comisión caza turistas y los lleva a paladares y alojamientos particulares.

Buzo. Persona que vive de los desechos recogidos en los botes y tanques de basura y vertederos.

Caballito. Policía motorista de tráfico.

Cabilla. Barra de acero corrugada que se utiliza en la construcción para el refuerzo del hormigón (hormigón armado). Cortada a aproximadamente 1 metro de largo se blande como garrote.

Caer pa´rriba. Tronado que, al tener padrino, pasa a ocupar igual o mejor cargo.

Caimán del Caribe. Forma de llamar a Cuba debido a su semejanza a un caimán en reposo.

Calle, tener. Estar curtido en la experiencia de la vida. También: universidad de la calle.

Calzoncillo. Peso cubano.

Camello. Nombre oficial, metrobús. Disparatada solución concebida por la Regresión cubana para intentar paliar la crisis del transporte de la última década del siglo XX. El camello se obtiene al sobredimensionar y revestir, cual autobús, el semirremolque de una unidad tractora-semirremolque, es decir, el típico gran camión de transporte de mercancías (llamado rastra en Cuba). El resultado es un vehículo de gran tonelaje que oscila entre los 23 y 27 m de largo, que a pesar de contar con treinta y tantos asientos, es atiborrado con 70, 80, 90, 100, 150, 200, 300, quien sabe cuántas personas sardinoenlatadas. El peso, ruido, y trepidación, de estos transportes pesados, de 18 ruedas, a su paso por medio de las ciudades ha contribuido sobremanera al deterioro de viales, edificaciones y patrimonio urbano en general.

Cantar el manisero. Morir, estirar la pata.

Casquito. Forma popular de llamar a los miembros del Ejército Nacional (batistiano) debido al casco de guerra reglamentario que portaban.

Cazar la pelea. Emboscar, vigilar, estar preparado ante una reacción evidente. También coordinar una riña entre dos personas, animales o contrarios.

Chavito. Moneda ideada por el gobierno a finales de los años 80 para ser utilizada exclusivamente en las chopins. El chavito fue en sus inicios la treta utilizada por la Regresión para saquear la poca riqueza que guardaba la familia cubana, fue la moneda falsa con que pagó la tasación producto del intercambio de las pocas joyas familiares que le quedaba al cubano de a pie deseoso de obtener los artículos de estas tiendas. La farsa planteó la primera paradoja del comunismo que enfrentó el pueblo, pues recibía el valor de sus prendas (válidas en cualquier lugar del mundo), convertido en estos billetes (carentes de valor fuera de Cuba). En la actualidad el regresionismo ha puesto en circulación otro peso convertible al que el pueblo le llama igualmente chavito y es la única moneda permitida en la casi totalidad de las chopins, imponiendo a nativos y foráneos el obligado intercambio de sus divisas (que ingresan de esta manera directa en las arcas del Estado para el uso a su antojo de la cúpula gubernamental) por ella para adquirir artículos de primera necesidad.

Chicharrón. Incondicional, devoto. También: huelepedos, besaculos, etc.

Chispa´e tren. Destilación alcohólica clandestina de pésima factura; única que se podía permitir la mayoría del pueblo. También: walfarina, hueso´e tigre, diente´e tigre, salta pa´tras, caquín, azuquín, espérame en el piso, alambrón 5 estrellas, bajablumers...

Chivato, tón. Forma popular con que se denomina a los delatores del régimen que casi siempre ocupan mandos intermedios sin importancia de la Regresión cubana, pero que ansían con su chivatazo escalar en la sociedad.

Chopin. Se deriva del vocablo inglés shopping (compra). Forma de llamar a las tiendas erigidas por el gobierno donde se puede adquirir artículos comunes en cualquier tienda del mundo, pero carentes en la red de comercios nacional, la chopin fue ideada con el objetivo de recaudar la divisa y riqueza circulante en la población. La chopin es una prueba fehaciente del fracaso de la Regresión cubana y del comunismo como sistema.

Chuparle el rabo a la jutía. Consumir bebidas alcohólicas, emborracharse.

Clavar. Copular, practicar sexo.

Comecandela. Regresionista. También: comuñamga, ñángara.

Comunidad. Forma hipócrita con que la Regresión cubana nombró a la comunidad de cubanos en el exterior, especialmente la proveniente de Estados Unidos (después de haberlos catalogado de gusanos), que hicieron viajes de visita a la isla a finales de la década del 70. El pueblo se adueñó del apodo.

Comunizar. Adoctrinar en el comunismo.

Comuñanga. Regresionista. También: comecandela, ñángara.

Consorte. Ver asere.

Corcho: Defenestrado que al ser un incondicional del régimen es puesto en un cargo similar o mejor en otra empresa. Siempre sale a flote.

Corredor de la muerte. Estrecho de la Florida.

Correr la bola: Difundir un chisme, una noticia.

Cuadro. Forma común utilizada por las organizaciones regresionistas de llamar a los mandos intermedios de ejecución política. Nada que ver con las teorías de Otto Bauer.

Cuentapropista. Autónomo o persona con licencia para trabajos por cuenta propia pagando impuestos al gobierno, por supuesto. Migaja del capitalismo practicada por la Regresión cubana.

Culero. Prostituto para homosexuales.

Cúmbila. Ver asere.

De palo pa`rumba. Cambiar diametralmente 180º. Hacerlo más difícil.

Desmaya. Olvídalo, déjalo, cambia el tema.

Desmollejarse: Sinónimo de desternillarse, reírse mucho.

El invento. Véase, robar.

El salve. No es un saludo, tampoco una composición musical ni una oración a la Virgen María, es salir a flote después obtener el bien necesario. Véase, robar.

Empatarse. Conseguir pareja, seducir, ligar.

Escapar. Véase robar.

Estar brujo. No tener dinero. También estar arranca´o.

Fao. Dólar. También: baro, fula.

Fiana. Auto de policía.

Fifo. Forma en que la gente en la calle llama a fidel Castro.

Fula. Dólar. También: fao, baro. Mal, malo.

Gancho. Persona que presenta cubanos a turistas con el objetivo de negocio carnal, alcahuete.

Gozadera. Fiesta, baile, sexo. Vacile o vacilón.

Guajiro/a. Campesino/a, de procedencia rural, de modales rústicos. Tímido/a. Canto popular de tema campesino.

Guardar la ropa. Cubrir las espaldas, apoyar.

Guaricandilla. Mujer de comportamiento, o aspecto, vulgar. También prostituta.

Guasabita. Transporte, a modo de microbús, van o furgoneta para pequeñas cantidades de personas.

Guataca. Adulador, baboso, lisonjero, pelota, lameculos. También: tracatán, sacudetrajes, quítameaquilapaja.

Gusano. Nombre con la Regresión cubana ha tildado despectivamente a sus opositores. No quiero entrar en polémicas a cerca de su procedencia (que si Martí, que si la CIA), la verdad es que el término fue usado a diestra y siniestra por el mismo fidel para de una forma despectiva referirse a sus opositores; en lo que a mí respecta considero que es en esa circunstancia que el término adquirió el significado de alevosía. No cabe la menor duda que su procedencia, en cuanto a su connotación en la población, es regresionista.

Hacer el pan. Sexo por dinero, prostitución sexual. También: matar la jugada.

Huelepedos. Incondicional, devoto. También: chicharrón, besaculos, etc.

Indio. Sol.

Informless. Ciudadano al que un gobierno le ha impedido a toda costa su libre elección a diferentes fuentes de información y como tal obligado a una sola variante informativa en términos ideológicos o fundamentalistas a través de los medios de comunicación.

Jabao/a. Persona de piel clara con pelo amarillo ensortijado. Hijo de persona blanca y persona negra que no es mulato.

Jinetear. Práctica del jineterísmo.

Jinetera. Prostituta.

Jineterísmo. Comportamiento humano en que la persona acepta dinero a cambio de favores sexuales, prostitución.

Jinetero. Prostituto.

La busca. Véase robar.

La pelona. La muerte.

Maceta. Persona que ostenta cierta riqueza debido a negocios personales y casi siempre se los decomisa el gobierno regresionista.

Malanga. Todos, casi todos. También “Malanga y el puesto de viandas”.

Márginer. Marginado.

Matar la jugada. Sexo por dinero, prostitución sexual. También: hacer el pan.

Mayimbe. Forma de llamar a quienes ostentan el poder comunista. También: pincho.

Merolico. Persona que vende productos artesanales de facturación propia o ajena.

Meter el pie. Abusar, aprovecharse.

Mígraner. Emigrante (emigrado por la asfixia de un régimen dictatorial o por condiciones extremas de conflictos político-sociales).

Monina. Ver asere.

Moropo. Cabeza, testa. También: chola, coco, seboruco, etc.

Mudarse. Cambiar de residencia. También: Permutar.

Muerto el perro, se acabó la rabia. Ente desaparecido, problema eliminado.

Mula. Quien hace las veces de cargador de pacotilla hacia la isla haciéndole el juego a la Regresión cubana.

Muñequitos. Dibujos animados.

Nagüe. Ver asere.

Neoesclavo. Esclavo presuntamente erudito, de nuevo tipo.

Norte. Estados Unidos de América.

Ñángara. Regresionista. También: comecandela, comuñanga.

Paladar. Nombre dado a los restaurantes permitidos por el gobierno en el interior de una casa particular bajo fuertes restricciones de amplitud y donde se les prohíbe servir carne de res y mariscos. El nombre paladar proviene de la telenovela brasileña “Vale Todo”.

Pan con lechón. Porrazo.

Peje piloto. Pequeño peje (pez) tropical rallado al estilo cebra que nada junto a los tiburones sin ser devorado. Su nombre viene de la creencia antigua de que guiaba a los tiburones hacia su presa. El pez piloto se alimenta de las migajas sobrantes que deja el tiburón.

Pepe. Turista mayor de edad de origen preferentemente español que busca sexo barato con jóvenes. También: turipapi o turipepe.

Permutar. Única forma de cambiar de domicilio en la Regresión. Intercambio o trueque de vivienda entre dos familias (es imperiosa la necesidad de realizar el trasiego de muebles en un solo día pues no existe otra alternativa para ninguna de las dos familias, ya que por ley es imposible comprar o alquilar una casa). También mudarse.

Petrolera. Turista femenina que ronda la menopausia y busca sexo. También: turitemba.

Picadillo. Carne picada, molida.

Pincho. Forma de llamar a quienes ostentan el poder comunista. También: Mayimbe.

Piyama. Prenda para dormir compuesta de pantalón y chaqueta de tela ligera. Americanismo de pijama.

Pinguero. Chulo, gigoló, proxeneta.

Plajo. Turista homosexual.

Plan piyama. Variante moderada de tronar. En casa desempleado.

Plantado. Preso político cubano que decide no vestir el uniforme de recluso común y estar semidesnudo como protesta a su no reconocida condición de encierro, tampoco admite el plan de reeducación carcelaria regresionista ni los trabajos forzados.

Poppis. Forma de llamar a algunas zapatillas deportivas de finales de los años 70 y principios de los 80. Cierta marca muy generalizada entonces.

Porra. Pogromo pagado por Gerardo Machado responsable de los actos más execrables de su dictadura.

Prébender. Que goza de prebendas, meritócrata.

Putrefactar. Podrir, encarroñar, corromper.

Quemado. Estatus de quien, en la clandestinidad, es harto conocido por el poder imperante.

Quitameaquílapaja. Adulador, baboso, lisonjero, pelota, lameculos. También: guataca, tracatán, sacudetrajes.

Radio bemba. Transferencia de información boca a boca. Runrún.

Recoger pita. Retroceder.

Regresión (político-social). Retroceso significativo en el estado, el gobierno, las instituciones y el conjunto social de una nación.

Regresionismo. Sistema de organización social y económico impuesto a la fuerza bajo la justificación de ciertas doctrinas donde el hombre pierde totalmente las libertades y derechos individuales que anteriormente disfrutaba y donde la economía es víctima de un retroceso integral. Acción y efecto de una regresión político-social.

Regresionista. Partidario, secuaz de la regresión político-social.

Resolver. Véase robar.

Ripierismo. Vulgaridad, chabacanería, grosería.

Riquimbili. Engendro rodante ilegal fruto de la inventiva popular y basado en la bicicleta, puede ser de dos, tres, y cuatro ruedas, está dotado de un motor, generalmente de motomochila de riego o fumigación.

Robar. No se utiliza con el sentido peyorativo de la palabra, es batallar por la subsistencia en la Cuba regresionista, buscarse la vida. También: resolver, escapar, el invento, la busca, el salve.

Rosca izquierda. Chanza popular que define al gobierno de fidel. Cada vez que toma una medida (aprieta) en sentido opuesto a los intereses sociales.

Sacudetrajes. Adulador, baboso, lisonjero, pelota, lameculos. También: guataca, tracatán, quítameaquilapaja.

Se cae de la mata. Es obvio, elemental.

Seguroso. Agente de la Seguridad del Estado.

Siquitrillar. Véase tronar.

Tecníbal. Caníbal tecnológico, despiezador de tecnología desahuciada para su nuevo aprovechamiento.

Tener brisa. Tener hambre.

Tonto útil. Persona que inocentemente (y a veces no tan inocente) es usada por la Regresión cubana.

Tracatán. Adulador, baboso, lisonjero, pelota, lameculos. También: guataca, sacudetrajes, quítameaquilapaja.

Tronar. Defenestrar. Forma popular de nombrar las destituciones, sanciones, penalizaciones y condenas, tomadas por el régimen regresionista contra quienes cometen deslices fuera de la pauta impuesta por la dictadura; una de sus variantes es el plan piyama cuando mandan al dirigente tronado, desempleado, a casa. Otros, que tienen padrino, cuando los tronan se convierten en “corchos”, flotan en cualquier circunstancia o se “caen pa´rriba”, es decir, pasan a ocupar mejores cargos. También: siquitrillar.

Tronado. Defenestrado. Véase tronar.

Truene. Acción y efecto de tronar.

Turipack. Forma despectiva de llamar a la pacotilla que regalan los turistas sexuales a su conquista caribeña.

Turipapi. Turista mayor de edad de origen preferentemente español que busca sexo barato con jóvenes. También: turipepe o pepe.

Turipepe. Turista mayor de edad de origen preferentemente español que busca sexo barato con jóvenes. También: turipapi o pepe.

Turitemba. Turista femenina que ronda la menopausia y busca sexo. También: petrolera.

Universidad de la calle. Estar curtido en experiencia de la vida.

Webless. Ciudadano al que un gobierno le prohíbe o controla exhaustivamente su libre acceso a Internet.