Gustavo Guardiola
¿Qué opinan de Estados Unidos es un buen país?
Bueno, ¿como para qué? Como para viajar estaba muy bien en los años 90, ahora es muy caro y muy restrictivo. Que te la pases bien o mal depende mucho de ti. Si fumas, la vas a pasar mal. Si eres menor de 21 años, te van a tratar como niño y no podrás hacer muchas cosas.
Ahora, hay que decirlo: Los gringos son muy amables en su tierra, sobre todo con los turistas.
¿Para vivir?
Uy, depende de qué tanto valores tu libertad. California está considerado el lugar más sobre-regulado del mundo. Tomarte un café, un simple café, obliga a la cafetería a informarte de un enorme listado de riesgos potenciales, no comprobados científicamente, pero que son parte de las creencias de la clase política de EEUU.
Básicamente la cultura gringa consiste en venderte algo y advertirte que te vas a morir si te lo tomas. Así la puedes resumir, y llega a excesos ridículos, como en esta etiqueta que tienen que ponerle los californianos a todo vasito que contenga café.
Es una cultura del miedo, yo diría del terror. Pero ellos están bien con eso.
No te quiero decir todo lo que tienes que hacer para ponerle un techito a la entrada de tu casa. Claro, como la mayor parte de la gente no tiene casa, sino que vive en un piso en un edificio, pues no se entera. Pero quienes viven en una casa saben de qué hablo.
¿Para trabajar?
Depende en qué trabajes. En general, las cosas en EE. UU. son muy cuadradas y funcionan bien en esos términos. La gente es amable, si llegas a un hotel de cinco estrellas es muy amable, y puedes confiar en que en cuestión de puntualidad, servicios, dinero, atención al cliente, todo va a funcionar sobre ruedas.
Que también te diré que en esas condiciones todo funciona bien en cualquier parte del mundo.
¿La gente?
En EE. UU. hay de todo, y cuando digo de todo es que de verdad no imagino un lugar más heterogéneo. Como te decía, el gringo normalmente es amable, optimista y tiene un buen trato con los extranjeros. También ocurre que te puedas topar con una señora que viene cargando a un niño con una mano, y que traiga colgada un arma automática en la espalda.
No es frecuente verlo, pero puede pasar.
Como te decía, en EE. UU. hay de todo. No importa cuáles sean tus intereses, puedes encontrar gente con la que te lleves muy bien. Porque, por ejemplo, así como esta señora de la foto trae su riflezote en la espalda, caminas un par de cuadras y vas a ver un grupo de gente con una manta que pide que se prohíban las armas.
Así es con todo. A los gringos les gusta mucho militar, y militan por todo. Si en una calle ocurren dos accidentes de tránsito en un mes, va a aparecer un grupo de vecinos que piden que se ponga un semáforo o que se ponga algo.
Eso, por un lado, hace que muchas cosas funcionen muy bien, pero, por otro lado, crea una sobrerregulación tremenda, y también es asfixiante, porque ser quejumbroso es parte de la cultura. Cualquiera se queja de cualquier cosa, y cuando la cosa te atañe a ti, resulta una buena razón para pensártela dos veces si quieres vivir por allá.
¿Para ser músico?
No, para eso sí que está muy jodido. La competencia es abrumadora. Los gringos son muy exigentes cuando se trata de espectáculo, y también son muy obsesivos cuando se trata de cumplir las expectativas. En Nueva York, la ciudad del jazz, hay gente muy, muy brillante que le cuesta mucho trabajo sobrevivir. El gran artista en EE. UU. es completamente reemplazable. Si tú avientas una piedra en The Village, matas un músico. Todo mundo toca, todo mundo es chingón, y todo mundo se muere de hambre.
Un músico con un disco de platino en jazz cobra unos 100 USD al año en Spotify. Eso te alcanza para comprarte unos pantalones, quizás.
¿En política exterior?
Bueno, ahí la cosa es distinta. Una cosa es la gente y otra es la dirigencia de un país. EE. UU. impone una agenda muy dura a todo el mundo, y no escatima recursos ni se tienta el corazón en hacer que su voluntad se cumpla. El gringo común es amable en la calle, pero a nivel político es extremadamente prepotente, y ellos lo dicen muy claro: "EE. UU. no tiene amigos, solo intereses".
El presidente Taft se reunió con el entonces presidente de México, Porfirio Diaz, en 1909. Taft le pidió a Don Porfirio que devaluara el peso, que detuviera la construcción del tren del Istmo (porque EE. UU. estaba haciendo su canal en Panamá) y que le suspendiera la concesión de la extracción de petroleo a Inglaterra y se la diera a Rockefeller. Don Porfirio le dijo que no a las tres peticiones de Taft.
Bueno, no pasó ni un año para que Taft le armara una revolución en México. Don Porfirio entendió el mensaje, tomó un barco hacia Francia y le dio el poder a Francisco I. Madero, a quien los gringos armaron y financiaron. Pero la cosa no paró ahí. Luego a los gringos no les gustó Madero, las cosas se complicaron porque Inglaterra también mandó agentes, y también Alemania. El caso es que la guerra se prolongó diez años más, ya después de que Porfirio Díaz le había dejado el poder a Madero. Y la guerra le costó a los mexicanos entre 1.9 y 3.5 millones de muertos.
A la élite en el poder en EE. UU. nunca le han importado cuántas personas se mueran en un conflicto que ellos provoquen. Es una élite muy pragmática, megalomaníaca, y yo diría que bastante psicópata. Tiene a su servicio un tremendo aparato de propaganda y es capaz de convencer a prácticamente cualquier persona que no sea muy aguda, porque el aparato mediático de EE. UU. es omnipresente, abrumador y omnipotente.
Y, sin embargo, siempre hay las ovejas negras que se dan cuenta, porque, hay que decirlo: existe una prensa en EE. UU. que es muy eficiente, y cuando un periodista gringo se lo propone, escribe un artículo que te tira de la silla. Sí, existe en EE. UU. una crítica feroz contra sus propias élites y contra sus propios instrumentos de control. Ahí están los Simpsons, que quizás sean uno de los íconos más representativos del pensamiento crítico en EEUU.
¿Como proveedores? ¿Como clientes?
En general, el gringo es formal en lo que respecta a sus compromisos. Si te dicen que te pagan el martes, puedes confiar en que te pagan el martes. En cuanto a profesionalismo, hay de todo. El gringo suele tener en muy alta estima su cumplimiento del trabajo. Muchas veces se sobrevalora a sí mismo. Si vas a trabajar con gringos, tienes que estar mentalizado a que juegas a su mismo nivel. Si no te ven como un igual, ya valió queso, porque el gringo tiene un sentido de superioridad que le inculcan todos los días de su vida desde niño. A un gringo le repiten todos los días de su vida que vive en el mejor país del mundo, y que él pertenece a la sociedad más libre y más chingona del mundo.
El gringo no está nada consciente de la manera en que su país ha conseguido la hegemonía. Cuando sale de su país no se explica por qué otros países no tienen ese nivel de desarrollo. Con frecuencia no es para ellos entendible por qué en otros países la gente no impermeabiliza el techo de su casa. "¡Pero si yo, recogiendo pelotas de tenis en un club ganaba 200 USD en unas horas!" Bueno, les cuesta trabajo entender que en el resto del mundo nadie pague 200 USD en unas horas al chico que recoge las pelotas de tenis o al que carga los palos de golf.
¿Como inmigrantes?
Toda sociedad tiene gente que no encaja con las creencias y los valores de su país, y eso ocurre mucho con la gente de Estados Unidos. Estados Unidos tiene una enorme cantidad de población migrante. Un millón que viven en Canadá y dos millones que viven en México. Eso sin considerar los muchísimos migrantes no contabilizados, ya que ni México ni Canadá piden visa a EE. UU., así que cualquiera que quiera venir, puede hacerlo.
Como migrante, el gringo suele ser mesurado, abierto, amable. En general tratan de permanecer entre ellos, buscan estar con otros gringos. No se meten en problemas, con frecuencia es gente mayor que busca un lugar en donde los servicios médicos no los dejen en la ruina, y en donde puedan acceder a un buen nivel de vida sin poner en riesgo su patrimonio.
Hay de todo. Mucha gente que no le gusta el sentido de libertad de EE. UU. y prefieren una libertad menos aterradora.
Por supuesto, generalizar siempre tiene sus riesgos, pero la generalización es una herramienta del pensamiento. Todo esto tómalo con una pizca de sal
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