Se recuerdan varias disputas famosas en la literatura, pero pocas tan cómicas como la que se dio entre José Echegaray y Ramón Valle-Inclán.
En 1904, la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura a José Echegaray "por haber revivido las tradiciones de la dramaturgia española".
En respuesta, muchos escritores de la generación del 98 protestaron abiertamente, llegando algunos, entre los que estaba Valle-Inclán, a firmar un manifiesto.
Años más tarde, Echegaray como jurado literario negaría el premio a un cuento presentado por Ramón.
Así nació este enfrentamiento del cual aquí algunos capítulos.
Estando Valle-Inclán en su habitual tertulia de café, vio entrar al hijo de Echegaray. Alzando la voz comenzó a decir que Echegaray no tenía talento, y que estaba obesionado con la infidelidad matrimonial ya que siempre incluía en sus obras maridos cornudos y mujeres infieles.
El hijo de Echegaray, molesto, le dijo:
"¡Más respeto, que está usted hablando de mi padre!"
A lo que Valle-Inclán respondió:
"¿Está usted seguro de que es su padre?"
Tras ganar el Nobel, en Madrid, renombraron una calle José Echegaray. Para mala suerte de Valle-Inclán, en ella vivía un gran amigo suyo. Cada vez que Ramón le escribía cartas a su amigo, en la dirección ponía "calle del Viejo Idiota". ¡Y las cartas llegaban! A raíz de esto, Valle-Inclán afirmaba que Madrid tenía el mejor servicio de correos del mundo.
Valle-Inclán, no perdía oportunidad para molestar a Echegaray, y solía acudir a los estrenos de sus obras para boicotearlos.
En una ocasión, un personaje dijo:
"Es una mujer con nervios de acero bajo una piel de seda". Y Ramón gritó desde el público: "¡Eso no es una mujer, es un paraguas!"
Por último, ya en su lecho de muerte, Valle Inclán necesitaba una transfusión de sangre. Al enterarse que se había presentado como donante Echegaray, se negó a recibirla porque decía que esa sangre estaba llena de gerundios.
Echegaray se casó a los 25 años con la asturiana Ana Estrada Sánchez, que al parecer debía de ser muy bella. Cuando el rey Amadeo de Saboya abandonó el trono español (1873) y estaba en el muelle de Lisboa aguardando para subirse al barco que le llevaría de vuelta a Turín, fue abordado por unos periodistas que le hicieron una entrevista. Uno de ellos le preguntó: "¿Qué es lo que más le ha gustado de España?", y él contestó: "La catedral de Burgos y la señora de Echegaray".
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