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viernes, 14 de julio de 2017

El mito de la violencia redentora, por Walter Wink

Enfrentando el Mito de la Violencia Redentora

Por Walter Wink (2007)


La creencia de que la violencia "salva" es tan exitosa porque no parece ser mítica en lo más mínimo. La violencia simplemente parece ser la naturaleza de las cosas. Es lo que funciona. Parece inevitable: el último y, a menudo, el primer recurso en los conflictos. Si un dios es a lo que se vuelve cuando todo lo demás falla, la violencia ciertamente funciona como un dios. Así que lo que la gente pasa por alto, entonces, es el carácter religioso de la violencia. Exige de sus devotos una obediencia absoluta hasta la muerte.

Este Mito de la Violencia Redentora es el verdadero mito del mundo moderno. Él, y no el Judaísmo o el Cristianismo o el Islam, es la religión dominante en nuestra sociedad de hoy. Cuando mis hijos eran pequeños, los dejamos asimilar una cantidad excesiva de televisión; y me fascinó ver la estructura mítica de sus dibujos animados. Esto fue en la década de 1960, cuando los teólogos de la "muerte de Dios" estaban siendo festejados en programas de entrevistas y la tolerancia de la humanidad seglar por el mito y el misterio religiosos se promocionaba como agotada.

Comencé a examinar la estructura de los dibujos animados y encontré el mismo patrón repetido sin cesar: un héroe indestructible se opone obstinadamente a un villano irreformable e igualmente indestructible. Nada puede matar al héroe, aunque durante los tres primeros cuartos de la tira cómica o programa de televisión este (rara vez) sufre gravemente y parece desesperadamente condenado, hasta que, milagrosamente, el héroe se libera, vence al villano y restaura el orden... hasta el próximo episodio. Nada, finalmente, destruye al villano o impide su reaparición aunque el villano sea fuertemente truncado, encarcelado, ahogado o disparado en el espacio exterior.

Pocas caricaturas se han ejecutado más tiempo o han sido más influyentes que Popeye y Bruto. En un segmento típico, Bruto secuestra a Olive Oyl, la novia de Popeye, que grita y patea. Cuando Popeye intenta rescatarla, el Bruto gigante golpea a su diminuto oponente y lo reduce a pulpa mientras Olive Oyl se libra de sus manos. En el último momento, mientras nuestro héroe rezuma sangrante en el suelo, y Bruto está tratando, en efecto, de violar a Olive Oyl, una lata de espinaca sale del bolsillo de Popeye y se derrama en su boca.

Transformado por esta graciosa infusión de poder, fácilmente demuele al villano y rescata a su amada. El formato nunca varía. Ninguna de las partes obtiene nunca idea alguna o aprende de estos encuentros; nunca se sientan y discuten sus diferencias. Las repetidas derrotas no enseñan a Bruto a honrar la humanidad de Olive Oyl, y repetidas palizas no enseñan a Popeye a tragarse sus espinacas antes de la pelea.

Algo acerca de esta estructura mítica sonaba familiar. De repente recordé: este patrón de dibujos animados reflejaba uno de los más antiguos mitos continuamente repetidos del mundo, la historia babilónica de la creación (Enuma Elish) de alrededor del año 1250 antes de Cristo. Hay que repetir esta historia porque contiene el indicio para averiguar cuánto atractivo tiene ese mito antiguo dentro de nuestros medios modernos.

En el principio, según el mito babilónico, Apsu, el dios padre, y Tiamat, la diosa madre, engendran a los dioses. Pero el regocijo de estos dioses más jóvenes hace tanto ruido, que los dioses mayores deciden matarlos a fin de que puedan dormir. Pero los dioses más jóvenes descubren este complot antes de que los dioses mayores lo ejecuten y matan a Apsu, el dios padre. Su esposa Tiamat, el Dragón del Caos, promete venganza.

Aterrorizados por Tiamat, los dioses rebeldes se vuelven para que los salve a su miembro más joven: Marduk. Pero este negocia un alto precio: si tiene éxito se le debe dar un poder indiscutible en la asamblea de los dioses sobre todos. Habiendo arrancado así con extorsión esta promesa, atrapa a Tiamat en una red, le hincha de mal viento por la garganta, dispara una flecha que hace estallar su distendido vientre y, además, perfora su corazón. Luego le parte el cráneo con un palo y esparce su sangre por lugares apartados. Él extiende su cadáver de dragón cuan largo es y de él crea el cosmos. (Con toda esta sangre y sangre, no es de extrañar que esta historia resultara ideal como prototipo de programas de televisión violentos y de películas de Hollywood).

En este mito, la creación es un acto de violencia. Marduk asesina y desmembra a Tiamat y de su cadáver crea el mundo. Como observa el filósofo francés Paul Ricoeur (The Symbolism of Evil / El simbolismo del mal, Harper Collins, 1967), el orden se establece mediante el desorden. El caos (simbolizado por Tiamat) es anterior al orden (representado por Marduk, dios alto de Babilonia). El mal precede al bien. Los mismos dioses son violentos.

El mito bíblico en Génesis 1 es diametralmente opuesto a todo esto (Génesis 1, debe notarse, se desarrolló en Babilonia, durante el cautiverio de los judíos allí esclavizados, como refutación directa al mito babilónico). La Biblia retrata a un Dios bueno, que crea una creación buena: el caos no resiste el orden. El bien es anterior al mal. Ni el mal ni la violencia forman parte de la creación, sino que entran más tarde como resultado del pecado de la primera pareja y la connivencia de la serpiente (Génesis 3). Una realidad básicamente buena es así corrompida por las decisiones libres alcanzadas por las criaturas. En esta explicación mucho más compleja y sutil de los orígenes de las cosas, la violencia emerge por primera vez como un problema que requiere solución.

Sin embargo, en el mito babilónico la violencia no es un problema. Es simplemente un hecho primordial. La simplicidad de esta historia la recomendó ampliamente y su estructura mítica básica se extendió hasta Siria, Fenicia, Egipto, Grecia, Roma, Alemania, Irlanda, India y China. Típicamente, un dios de guerra masculino que reside en el cielo lucha en una batalla decisiva con un ser divino femenino, generalmente representado como un monstruo o un dragón, que reside en el mar o en el abismo (el elemento femenino). Habiendo vencido al enemigo original por la guerra y el asesinato, el vencedor crea un cosmos del cadáver del monstruo. El orden cósmico requiere la supresión violenta de lo femenino, y esto se refleja en el orden social por la sujeción de las mujeres a los hombres y de las personas al gobernante.

Después de que el mundo ha sido creado, la historia continúa: los dioses cautivos y dominados por Marduk para la derrota de Tiamat se quejan del mal suministro de comida. Marduk y Ea, por tanto, ejecutan a uno de los dioses cautivos y de su sangre Ea crea a los seres humanos para que sean servidores de los dioses.

Las implicaciones son claras: los seres humanos son creados a partir de la sangre de un dios asesinado. Nuestro mismo origen es la violencia. El asesinato está en nuestros genes. La humanidad no es el causante del mal, sino que simplemente encuentra ya el mal presente y lo perpetúa. Nuestros orígenes son divinos, desde luego, ya que estamos hechos de un dios, pero es de la sangre de un dios asesinado.

Por lo tanto, los seres humanos son naturalmente incapaces de coexistencia pacífica. El orden debe ser continuamente impuesto desde lo alto: hombres sobre mujeres, amos sobre esclavos, sacerdotes sobre laicos, aristócratas sobre los campesinos, gobernantes sobre la gente. La obediencia incondicional es la más alta virtud, y ordena y manda el más alto valor religioso. Como representante de Marduk en la tierra, la tarea del rey es someter a todos los enemigos que amenazan la tranquilidad que él ha establecido en nombre del dios. Todo el cosmos es un estado, y el dios gobierna a través del rey. La política surge dentro de la esfera divina misma. La salvación es política: las masas se identifican con el dios del orden contra el dios del caos y se ofrecen a sí mismas para la Guerra Santa, que impone el orden, la regla y las normas a los demás pueblos que están alrededor.

En resumen, el Mito de la Violencia Redentora es la historia de la victoria del orden sobre el caos por medio de la violencia. Es la ideología de la conquista, la religión original del statu quo. Los dioses favorecen a los que conquistan. En cambio, quien conquista debe tener el favor de los dioses. La gente común existe para perpetuar la ventaja que los dioses han conferido al rey, a la aristocracia y al sacerdocio.

La religión existe para legitimar el poder y los privilegios. La vida es combate. Cualquier forma de orden es preferible al caos, según este mito. El nuestro no es un mundo perfecto ni perfectible; es teatro de conflicto perpetuo en el que el premio va a los fuertes. Paz a través de la guerra, seguridad a través de la fuerza: estas son las convicciones centrales que surgen de esta antigua religión histórica, y forman la sólida base sobre la que se funda el Sistema de Dominación en todas las sociedades.

El mito babilónico está lejos de terminar. Es tan universalmente presente y fervorosamente creído hoy como lo fue en cualquier momento de su larga y sangrienta historia. Es el mito dominante en la América contemporánea. Encierra la práctica ritual de la violencia en el corazón mismo de la vida pública, e incluso aquellos que buscan oponerse a su violencia opresiva, lo hacen violentamente.

Ya hemos visto cómo el mito de la violencia redentora se desarrolla en la estructura de los programas de dibujos animados de los niños (y se encuentra también en los cómics, los videojuegos y los juegos de ordenador y las películas). Pero también lo encontramos en los medios de comunicación, en el deporte, en el nacionalismo, en el militarismo, en la política exterior, en el televangelismo, en la derecha religiosa y en los grupos autodenominados "milicias" o paramilitares. Lo que parece tan inofensivo en las caricaturas es, de hecho, el fundamento mítico de nuestra sociedad violenta.

La psicodinámica del dibujo animado o de la historieta de la TV es maravillosamente simple: los niños se identifican con el individuo bueno de modo que puedan pensar en sí mismos como buenos. Esto les permite proyectar hacia fuera en el individuo malo su propia cólera reprimida, violencia, rebeldía o lujuria, y entonces vicariamente, por delegación, gozan de su propio mal observando al individuo malo prevalecer inicialmente. Este segmento del espectáculo -el elemento "Tammuz", donde el héroe sufre- en realidad consume todos los minutos salvo los finales, lo que permite tiempo suficiente para complacer el lado violento del yo.

Cuando el bueno finalmente gana, los espectadores son capaces de reafirmar el control sobre sus propias tendencias internas, reprimirlas y restablecer una sensación de bondad sin llegar a ninguna percepción sobre su propio mal interior. El castigo del villano provee de catarsis o purificación; uno abjura de los caminos del villano y ejerce la condena sobre él en una orgía culpable-libre de la agresión. La salvación se encuentra a través de la identificación con el héroe.

Sólo los nombres han cambiado. Marduk somete a Tiamat a través de la violencia, y aunque mata a Tiamat, el caos se reafirma incesantemente y se mantiene a raya sólo por repetidas batallas y por la repetición del festival de Año Nuevo babilónico, donde el mito del combate celestial es ritualmente reeditado. La observación del teólogo Willis Elliott subraya la seriedad de este entretenimiento: "el nacimiento del mundo (cosmogonía) es el nacimiento del individuo (egogonía): estás siendo engendrado a través de cómo ves todas las cosas "como nacidas". Por lo tanto "Quien controla la cosmogonía controla a los niños".

El Mito de la Violencia Redentora es la más simple, la más perezosa, más excitante, sencilla, irracional y primitiva representación del mal que el mundo ha conocido. Además, su orientación hacia el mal es aquella en la que prácticamente todos los niños modernos (especialmente los niños) se socializan en el proceso de maduración. Los niños seleccionan esta estructura mítica porque ya han sido conducidos, por señales y modelos de comportamiento culturalmente reforzados, para resonar con su visión simplista de la realidad. Su presencia en todas partes no es el resultado de una conspiración de sacerdotes babilonios que compran secretamente los medios de comunicación con el dinero del petróleo iraquí, sino una función de valores reforzados sin cesar por el Sistema de Dominación. Al hacer que la violencia sea placentera, fascinante y entretenida, las Potencias son capaces de engañar a las personas para que cumplan con un sistema que las está engañando de sus propias vidas.

Una vez que los niños han sido adoctrinados en las expectativas de una sociedad dominadora, nunca pueden superar la necesidad de localizar todo el mal fuera de sí mismos. Incluso como adultos tienden al chivo expiatorio en los otros por todo lo que está mal en el mundo. Siguen dependiendo de la identificación del grupo y del mantenimiento de las normas sociales para obtener un sentido de bienestar.

En un período en el que la asistencia a las escuelas dominicales cristianas está disminuyendo, el mito de la violencia redentora ha ganado la aquiescencia voluntaria de los niños a un régimen de adoctrinamiento más amplio y eficaz que cualquiera en la historia de las religiones. Las estimaciones varían ampliamente, pero el niño promedio informó registrar aproximadamente 36.000 horas de televisión a los 18 años, viendo unos 15.000 asesinatos. ¿Qué iglesia o sinagoga puede seguir remotamente al ritmo del mito de la violencia redentora en horas dedicadas a enseñar a los niños o la calidad de la presentación? (Piense en el típico "sermón a los niños": ¡qué blando en comparación!)

Ningún otro sistema religioso rivalizó remotamente con el mito de la violencia redentora en su capacidad de catequizar a sus jóvenes de manera tan total. Desde la edad más temprana, los niños son inundados de representaciones de la violencia como la solución definitiva a los conflictos humanos. Tampoco la saturación en el mito termina con el final de la adolescencia. No hay rito de paso de adolescente a adulto en el culto nacional de la violencia, sino más bien una asimilación de años de duración a la televisión para adultos y a la tarifa de la película.

No todos los programas para niños o adultos se basan en la violencia, por supuesto. La realidad es mucho más compleja que la simplicidad de este mito, y las mentes maduras exigirán presentaciones más sutiles, matizadas y complejas. Pero la estructura básica del mito de combate subyace en la papilla a la que muchos adultos recurren para escapar de las realidades más duras de su vida cotidiana: thrillers de espionaje, westerns, programas policiales y programas de lucha. Es como si debiéramos mirar tanta violencia "redentora" para tranquilizarnos, contra el diluvio de hechos en sentido contrario en nuestra vida diaria, ya que la realidad es tan simple.

La violencia redentora da paso a la violencia como un fin en sí mismo. Ya no es una religión que usa la violencia en la búsqueda del orden y la salvación, sino en la que la violencia se ha convertido en afrodisíaca, pura excitación, adictiva, sustitutiva de las relaciones. La violencia ya no es el medio para un bien superior, es decir, el orden; La violencia se convierte en el fin.

(Primera publicación el 16 de noviembre de 2007)

Entrevista a Inger Enkvist

Ana Torres Menárquez entrevista a Inger Enkvist  “Hay que recuperar la disciplina y la autoridad en la escuela”, en El País, 13-VII-2017:

La exasesora en educación del Gobierno sueco Inger Enkvist se posiciona en contra de las nuevas metodologías educativas

No es fácil encontrar una opinión como la de Inger Enkvist (Värmland, 1947). Mientras la mayoría de los gurús educativos abogan por terminar con las filas de pupitres, con los formatos de clase encorsetados y por dar más libertad a los alumnos dentro del aula, Enkvist, exasesora del Ministerio de Educación sueco, cree que hay que recuperar la disciplina y la autoridad de los docentes en las clases. “Los niños tienen que desarrollar hábitos sistemáticos de trabajo y para eso necesitan que un adulto les guíe. Aprender requiere esfuerzo y si se deja a los alumnos elegir, simplemente no sucede”.

Catedrática de Español en la Universidad de Lund (Suecia), Enkvist comenzó su carrera educativa como profesora de Secundaria y durante más de treinta años se ha dedicado a estudiar y comparar los sistemas educativos de diferentes países del mundo. Además de la publicación de libros como La buena y la mala educación (Encuentro, 2011), ha publicado más de 250 artículos sobre educación.

Enkvist compareció el pasado marzo en la comisión de Educación del Congreso de los Diputados para aportar su visión sobre el modelo educativo en España, del que echa en falta motivación por parte del profesorado y una reformulación de los grados en Maestro en Educación Infantil y Primaria -nombre de la carrera de Magisterio tras el Plan Bolonia- para intentar captar a los mejores estudiantes. 

Pregunta. Las nuevas corrientes de innovación educativa reclaman un papel más activo por parte de los alumnos. Acabar con las clases magistrales y crear metodologías que impliquen acción por parte del estudiante. ¿Por qué se opone a ese modelo?

Respuesta. La nueva pedagogía promueve la antiescuela. Los colegios se crearon con el objetivo de que los alumnos aprendieran lo que la sociedad había decidido que era útil. ¿Cuál es el propósito de la escuela si el estudiante decide lo que quiere hacer? Estas corrientes quieren enfatizar al máximo la libertad del alumno, cuando éste lo que necesita es una enseñanza sistemática y muy estructurada, sobre todo si tenemos en cuenta los problemas de distracción de los niños. Si no se aprende en Primaria a ser ordenado y a aceptar la autoridad del maestro, es difícil que se haga más tarde. El alumno no siempre va a estar motivado para aprender. Hace falta esfuerzo.

P. En su libro cuestiona la creencia de que todos los niños quieren aprender y, por lo tanto, es una buena opción dejar que tomen la iniciativa y aprendan solos. ¿Cuáles son sus argumentos en contra?

R. Esto nunca ha sido así. Es una idea romántica que viene de Rousseau; dar por hecho que el ser humano es inocente, bien intencionado y bueno. Un niño puede concentrarse en una tarea por iniciativa propia, pero normalmente será en el juego. Aprender a leer y escribir o matemáticas básicas requiere trabajo y nadie se siente llamado a dedicar un esfuerzo tan grande a asimilar una materia tan complicada. Se necesita apoyo, estímulos y algún tipo de recompensa, como la sonrisa de un profesor o la felicitación de los padres.  

P. ¿Qué se debería recuperar del antiguo modelo de educación?

R. Tener claro que el profesor organiza el trabajo del aula. Si los alumnos planifican su propio trabajo se hace muy complicado que obtengan buenos resultados y eso desmotiva al profesor, que no quiere responsabilizarse de algo que no funciona. Estas metodologías están alejando de las aulas a los profesores más competentes. Ya no se considera beneficioso que el adulto transmita sus conocimientos a los alumnos y se fomenta que los jóvenes se interesen por las materias siguiendo su propio ritmo. En un ambiente así no es posible enseñar porque no existe la confianza necesaria en la figura del profesor. Vivir en lo inmediato sin exigencias es todo lo contrario a la buena educación. 

P. Usted ha calificado el autoaprendizaje como contraproducente. Pero una vez que finaliza la formación obligatoria y los estudiantes consiguen un trabajo, el mercado laboral cambia rápido y se pueden ver obligados a reciclarse y cambiar de profesión. ¿No cree que es buena idea enseñarles desde pequeños a tomar la iniciativa en el aprendizaje?

R. Esa es la gran falacia de la nueva pedagogía. Los niños tienen que aprender contenidos, y no el llamado aprender a aprender. Solo con decir a los alumnos que tomen decisiones no van a saber hacerlo. Pongo un ejemplo. El Gobierno sueco ofrece cursos de formación para adultos y su desesperación llega cuando solo se apuntan ciudadanos con un perfil educativo alto. Les interesa y lo encuentran útil y por eso tienen ánimos para empezar. Si uno aprende un contenido, piensa que es capaz y que en el futuro podrá volver a hacerlo. ¿Quién es más adaptable y más flexible al perder un trabajo? El que ya tiene una base de conocimientos, el que cuenta con más recursos interiores y eso lo proporciona la educación. Cuanta más autodisciplina, más posibilidades tienes por delante y menos desesperado te sentirás ante una situación límite.

P. Hay un gran debate en cuanto a la utilidad de los exámenes. Algunos expertos defienden que en la vida adulta no se dan ese tipo de pruebas y que lo importante es haber desarrollado habilidades para adaptarse a diferentes entornos.

R. Esa es la visión de alguien que no sabe cómo funciona el mundo de los niños. En la vida adulta, todos tenemos fechas tope, momentos de entregar un texto y esto se aprende en la escuela. Con los exámenes el niño aprende a responsabilizarse y entiende que no presentarse a una prueba tiene consecuencias; no lo repetirán para él. Si no cumplimos con nuestras obligaciones en la vida adulta, pronto nos veremos descartados de los ambientes profesionales. Los exámenes ayudan a desarrollar hábitos sistemáticos de trabajo. 

P. ¿Por qué cree que el modelo actual de escuela no permite que nadie destaque?

R. El colegio no es neutro, no todos van a aprender igual. En las aulas se dan unos desequilibrios enormes en un mismo grupo, puede haber hasta seis años de diferencia intelectual entre los alumnos. La escuela debería mantener a los niños con diferentes capacidades juntos hasta los once años y a partir de ahí ofrecer diferentes niveles para las asignaturas más complejas. En algunas escuelas públicas de Alemania se hace. Para los que no lo entiendan pongo un ejemplo. Imagina meter en una misma clase a 30 adultos con niveles socioculturales e intereses totalmente dispares y pretender que aprendan juntos. Eso es lo que estamos pidiendo a nuestros hijos. En menos de una semana habría una rebelión. 

P. La escuela mata la creatividad, según el pedagogo británico Ken Robinson.

R. Lo más sencillo es pensar en un músico de jazz. Parece que está improvisando, jugando. ¿Cómo puede hacerlo? Sabe 500 melodías de memoria y usa trozos de esas piezas de forma elegante. Lo ha repetido tantas veces que parece que lo hace sin esfuerzo. La teoría es necesaria para que surja la creatividad. 

P. Si hablamos de los contenidos que se aprenden en la escuela. ¿Cree que habría que modernizarlos?

R. Una profesora española me contó que uno de sus alumnos le dijo en clase que para qué le serviría estudiar a Unamuno, que qué aplicación práctica podía tener. Necesitamos conocer la situación de nuestro país, saber de dónde venimos. Con Unamuno se aprende un modelo de reacción, que no tiene porqué adoptarse, pero conocerla te ayuda a elaborar tu propia forma de ver el mundo.

COMENTARIOS (algunos; para verlos todos -casi mil-, pinchar en el enlace inicial)

Estoy de acuerdo con esta señora: no hay aprendizaje que no necesite esfuerzo, creer que todo se aprende por motivación y porque te apetece, es magnificar una observación de la pedagogía y es que cuanto más te guste lo que aprendes, más fácil te resulta y la motivación es que te guste. No se puede motivar a todos para que hagan siempre lo que les guste. Habrá cosas que no les gusten y tengan escasa motivación, por ejemplo las matemáticas, la historia...Se fuerzan algunos aprendizajes. siempre se ha hecho así. si aprendes a escribir, la posición correcta es la que te indica el maestro, no la que más te guste. Parece que está de moda mucha tontuna el fácil, fácil, a un click. y no hay aprendizaje sin esfuerzo y en algunos casos hasta con sufrimiento. La autodisciplina será tu mejor aliada en situaciones difíciles. Estoy convencida de que hay que aprender a hacer frente a las dificultades y que la autodisciplina y el estudio son buenas escuelas que te van a ayudar mucho luego en la vida

Tranquiliza, que, de vez en cuando, haya alguien con la cabeza sobre los hombros y nos diga las verdades sobre nuestra condición. A contracorriente de las mil y una versiones (cada vez más babosas), de la fantasía rousseauniana, hay una mujer con la lucidez, la convicción y el valor necesarios para decirnos que estamos en Babia. Gracias, señora Enkvist.

"Todos los expertos". Vaya, ¿Y quiénes son esos "expertos"? ¿Los que pontifican desde las cátedras sin haber pisado un aula de Primaria o de Secundaria en su vida? ¿Y cómo se mide la "motivación" de una persona? Hablemos en serio: si no fuera precisamente por la motivación de muchos (no todos, claro) de los profesores, la enseñanza aún estaría peor de lo que está, no le digo más.

Niños consentidos, niños sobreprotegidos. En parte el problema viene por ahí (desde luego no todo, ni mucho menos). Un número muy significativo de los chicos tiene una falta de autocontrol preocupante. Desconoce donde están los límites en un contexto como una clase. No es que sean más vagos que lo fuimos anteriores generaciones, es que muchos no toleran la disciplina más esencial y además están convencidos de que pueden reclamarlo todo y exigir casi cualquier cosa. Lo que no se puede hacer es plegar la pedagogía y la dinámica del aula a este tipo de comportamientos. Hace falta una reflexión seria sobre la educación EN CASA, sobre las obligaciones de los chicos y la necesidad de que desarrollen un sentido de la responsabilidad.

Es algo que se maneja de forma interna normalmente en las universidades, y no suele trascender mucho. Bueno voy al grano, cuando se confunde instrucción con educación puedes tener consecuencias bastante graves. Finlandia es un país excelente en instrucción pero muy malo en educación http://cort.as/rsHN (las élites manejan mucho esos datos, y prefieren que sus hijos sean educados y no instruidos).

Pero este es otro tema, cuando preguntas a los jóvenes de este país una gran mayoría quiere ser funcionario. Los no funcionarios critican a los funcionarios pero les gustaría ser funcionario. Pero dónde está el secreto?: Aprobar una oposición. No hace falta vocación, solo aprobar una oposición de las más duras en relación con su contraprestación. Memorizar y memorizar temarios que te van a servir de bien poco para que puedas dar clase, pues en el aula te vas a encontrar con otra realidad. Además gran parte del tiempo se va en rellenar formularios, programaciones, memorias, tutorizar a los alumnos, reuniones de departamento, de coordinación pedagógica, de tutores, claustros, entrevistas con padres, resolver problemas de disciplina, preparar y corregir exámenes, calificar, evaluar, atender revisiones y reclamaciones de exámenes, hacer de orientador, facilitador, psicólogo, cursos de formación, investigación e innovación educativa...Ah, se me olvidaba... y preparar tus clases día a día, para estar en buenas condiciones y que te salga una buena clase, que es la mayor de las satisfacciones.

Sí, sí, eso enriquece muchísimo. Tener en clase a unos cuantos alumnos que no quieren hacer nada y, de hecho, no lo hacen sino que interrumpen a los demás, cortan el ritmo de la clase y del trabajo de los otros, perjudican a los demás... Todo eso enriquece una barbaridad, vamos. Y en cuanto a lo de las etiquetas, también... Si un alumno no realiza ningún tipo de tarea y se lo haces ver, ¿le estás etiquetando?

Sin ir más lejos, creo que un tal Froilán no estaría nada de acuerdo con lo que dice esta señora.

Lo suscribo completa e incondicionalmente. La actual escuela es catastrófica. El punto que señala sobre la recompensa por el esfuerzo me parece tan lógica. Bueno, es que todo lo que dice. Los niños BUSCAN la estructura y la seguridad que esta les da para en el futuro no sentirse desorientados cuando cambien de entorno académico, al ir a la universidad, y después de entorno laboral. La vida es simple y llanamente así. Escuelas como Waldorf o Montessori se basan en unos preceptos que no cuadran con las exigencias del mundo actual, nos guste o no. Dejarles a la buena de Dios es una reminiscencia de aquel horrible y pernicioso método educativo antiautoritario de los 70. Me alegro que esta mujer no se corte.


Es curioso que todos los expertos destacan la falta de motivación de los maestros y profesores funcionarios españoles como uno de los males de la educación y sin embargo estos se yerguen como adalides de la calidad de la enseñanza siempre y cuando tengan más derechos laborales y no se les toque el sueldo, porque si no se desmotivan (claro entraron en el cuerpo de maestros/profesores por sus condiciones laborales no porque les guste la profesión. Ahora cuando conoces a uno de los nuevos profesores y les preguntas a qué se dedican que dicen directamente que son funcionarios, la profesión en sí ya da igual) La carrera de magisterio y el máster de secundaria son un cachondeo. Compañeros de la carrera que estudiaban para maestro se quejaban de que tenían que estudiar temarios de 20 páginas, casi la misma carga de trabajo que tiene un alumno de bachillerato. Los procedimientos administrativos en los centros matan las ganas de los pocos docentes que sí tienen vocación y los sindicatos terminan de crear un ambiente de eterna queja e insatisfacción. Como verán en todo esto los niños cuentan muy poco.

Hoy en día la enseñanza está secuestrada por burócratas y expertos que no han pisado un aula en su vida y no saben lo que es dar clase y estar al pie del cañón día a día. Estos son los que legislan sin tener en cuenta la opinión de los profesores que son los que conocen la realidad en las aulas. La administración educativa tiene una auténtica obsesión por las estadísticas del llamado "fracaso escolar". Todo está dirigido a maquillar dicho indicador, que hay que bajar nivel se baja y se iguala por abajo, que hay que dar todo tipo de facilidades y oportunidades al alumno indolente, que no se esfuerza y trabaja en detrimento del alumno que quiere aprender, pues no pasa nada. Piensan que al final a las familias lo único que les interesa es que su hijo apruebe, no que aprenda, Es una auténtica estafa social, un engaño, pero son votos cautivos en las próximas elecciones. El aprendizaje se produce cuando uno quiere aprender no cuando alguien quiere enseñar. Y para ello hay que crear las condiciones óptimas para el aprendizaje y lanzar un mensaje honesto a las familias: Sin esfuerzo no hay recompensa.

Llevamos demasiados años de anarcopedagogos y sabemos por los resultados que esas ocurrencias pedagógicas ,didácticas y de objetivos son un nada vacío ,ya lo han pagado de por vida ,varias generaciones de alumnos de la pública. En defensa de esta ,hay que cambiar el paradigma ,es necesaria una revolución hacia pedagogías más clásicas.

que haya que decir estas obviedades !! la escuela a día de hoy es un absoluto desastre gracias a la nueva pedagogía y a unas familias a las que se les debería haber esterilizado!!!!!!!!!!!!!!

si, por ahí iba, por la JA, que ha adoptado la medida de pasar de un ciclo a otro con dos asignaturas pendientes ¿Pendientes de qué?.
La indolencia, la holgazanería, el mínimo esfuerzo se ha dado en todas las generaciones, pero ésta de la que hablábamos es la más significativa, y mi teoría va por culpar a los papás que son los que tienen, al final, la responsabilidad sobre sus retoños.


"En la vida adulta, todos tenemos fechas tope, momentos de entregar un texto y esto se aprende en la escuela. Con los exámenes el niño aprende a responsabilizarse y entiende que no presentarse a una prueba tiene consecuencias; no lo repetirán para él". Totalmente de acuerdo. Entiendo que quien tenga una vida fácil y regalada pueda discrepar con lo dicho por la entrevistada.

domingo, 25 de junio de 2017

Programación neurolingüística de la mentira

La parte derecha de la cara suele ser la que indica imaginación y mentira y la segunda memoria y verdad

1. Expresiones expletivas que indican búsqueda de tiempo al principio de una respuesta a pregunta, por ejemplo, repetir una pregunta sencilla en todo o en parte antes de contestarla, o mostrarse despistado: "¿Quién, yo?" También repitiendo en la respuesta la misma pregunta.
2. Entre alumnos, niños o jóvenes: ver que los labios se sonríen de lo que uno está diciendo, desmitiéndolo.
3. Jusfificarse innecesariamente, dar explicaciones innecesarias, largas y detalladas (indica sentimiento de culpabilidad o nervios, o entrenamiento y preparación de la mentira). Un criminal soltará de inmediato su coartada, por ejemplo, sin que se lo pidan o sin que se cree el contexto de la misma. Una persona que tiene que recordar se toma su tiempo en estructurar los detalles.
4. Tocarse el cuello. También lo hacen los primates. Indica culpabilidad.
5. Uso de sobreafirmaciones: "Honestamente, yo no hice eso. Sinceramente, yo salí a las tres. La verdad es que estaba allí a las tres". Cuando se dice la verdad no se sobreafirma nada, porque no se siente la necesidad de autoconvencerse de lo que está diciendo. "¿Por qué llegaste tarde? La verdad es que había mucha congestión de tráfico". Este tipo de respuestas refleja la necesidad del mentiroso de conseguir seguridad, de autoconvencerse de estar en los cierto, de sentirse seguro.
6. Los que dicen la verdad se ofenden u ofuscan si les dicen que mienten y cuestionan esas sospechas; pero los mentirosos permanecen tranquilos y fríos, se ponen a la defensiva y lo niegan todo. Además, si se cambia de tema y sigue molesto y ofendido es que es sincero, pero si se le detecta aliviado, tranquilo y cambia el chip con una nueva actitud por pasar a otro tema, es mentiroso.
7. Los mentirosos suelen ser muy rotundos y categóricos afirmando o negando algo. Los sinceros no lo son tanto.
8. Los mentirosos suelen contradecirse en detalles de poco fuste: antes se coge al mentiroso que al cojo: "Él... digo, ella". "Lo que quiero decir es que"
9. Uso de sílabas recortadas, reducción de posesivos (mi, yo, mío) por temor a comprometerse. Se nota un deseo de desvincularse.
10. Abuso del modo subjuntivo, el modo de lo irreal
11. Abundancia de información incidental que no tiene que ver con el testimonio y los hechos y de forma extensa.

Indefensión inducida ante la violencia

Un documental breve y modélico que explica por qué la gente no se revela ante la violencia sin sentido

martes, 9 de mayo de 2017

Asexualidad, por Lucía Etxeberría

LUCÍA ETXEBARRIA, No me apetece follar, ¿pasa algo?, en El Periódico de Cataluña, 26-III-2017:

Años 70. Mi tía Fernanda pierde a su marido. Aún no había cumplido los 30 años y cuidó sola a sus dos hijos. Nunca hubo otro hombre en su vida. Entre familiares y amigos su caso despertaba admiración.

En el 76 la madre de mi amigo Luis se separa de su esposo que la maltrataba, e inicia una relación con otro hombre. Los compañeros de Luis le hacen 'bullying' al niño porquesu madre «es una puta», que era la opinión general en el contexto de la época.

Mi amiga Sonia pierde a su novio en un accidente a los 25, con la fecha de boda fijada, tras 10 años de relación. No vuelve a tener otra pareja. Hoy tiene 40 años y la llaman traumada. Su vida suscita compasión, a veces desprecio.

Eme me dice que mantiene tres relaciones a la vez, pero que está deprimidísimo. Le digo que quizá si dedicara más tiempo a crear relaciones más profundas y significativas, con amigos, o incluso consigo mismo, se sentiría mejor. Me dice que él tiene «que cubrir sus necesidades».

Una amiga me deja plantada en una cita que habíamos acordado con antelación. Al día siguiente envía un mensaje de Whatsapp en el que dice: «Por fin he tenido sexo después de dos meses a pan y agua, por eso no fui. Lo entiendes ¿ verdad?». Les dice a las amigas comunes que no comprende por qué dejé de hablarle.

En 40 años hemos pasado de pensar que la persona que tiene sexo fuera del matrimonio es una desviada y una enferma a pensar que es una enferma la que no tiene sexo. Y hemos pasado de ver el sexo sin compromiso como un pecado o un vicio a ver el sexo como una necesidad. Pero el sexo no es una necesidad del individuo. Las necesidades del individuo son la comida, el agua, el refugio y la pertenencia a un grupo. Si no las cubre, muere.

El sexo es una necesidad de la especie y no del individuo. Si algunos individuos de la especie no se reproducen, la especie se extingue. Pero no hace falta que lo hagan todos.

El sexo no es una necesidad del individuo. Lo es la comida, el agua, el refugio y pertenecer a un grupo

En muchas especies se da el altruismo reproductivo: prefieren beneficiar la reproducción de otros en perjuicio propio. Este altruismo en un principio parecía refutar la teoría de la evolución de Darwin, pero William Donald Hamilton demostró que el motivo de esta renuncia a favor de sus familiares es para aumentar la supervivencia de la especie a través de sus congéneres. El altruismo reproductivo se da en abejas, himenópteros, termitas, hormigas, ratas topo… y humanos, entre otros.

Parece una verdad absoluta, un dogma de nuestra sociedad moderna, que el sexo para un humano «es una necesidad» que debe ser satisfecha a toda costa.

¿Por qué? Para que consumamos. Porque se da por hecho que para tener vida sexual hay que tener un cuerpo determinado.

Obsceno significa etimológicamente «lo que está fuera de la escena». Ahora no es obsceno ver un cuerpo desnudo o una escena sexual explícita, lo vemos a diario en publicidad, series y películas. Lo obsceno es ver un cuerpo gordo o anciano, máxime si lo vemos practicando sexo. Eso no lo vemos nunca. Nos enseñan que tener michelines, celulitis, vello, flacidez o arrugas es inaceptable. Porque debemos tener sexo y no lo vamos a tener si no tenemos un cuerpo normativo.

Y así gastamos en cremas, cirugía, gimnasios, dietas proteicas, depilación y un sinfín de productos y métodos que se nos ofrecen para mantener el cuerpo ideal.

Decía san Agustín, por experiencia propia -había tenido una vida intensísima y luego devino célibe- que «el deseo carnal consentido se vuelve hábito; el hábito no combatido se vuelve necesidad».

El sexo no es una necesidad -nadie se muere por no tener sexo-, pero en nuestra sociedad se estimula, se consiente y alimenta continuamente.

Según los estudios del sexólogo Anthony F. Bogaert, un 1% de la población, unos 70 millones de personas en todo el mundo, son totalmente asexuales. También existen los demisexuales, que pueden experimentar atracción sexual solamente cuando hay un lazo emocional. O los grisexuales que, en determinadas situaciones, sí que llegan a sentir deseo esporádico.

En una sociedad hipersexualizada, a veces nos cuesta darnos cuenta de que el problema no lo tienen ellos, sino la sociedad, que utiliza el sexo hasta para vender un espray antigrasa.

Y para tenernos aborregados en la sociedad de consumo

lunes, 9 de enero de 2017

El discurso complejo interfiere el contacto visual

Eva Carnero, "Hablar sin mirar a los ojos no es de mentirosos. Su cerebro puede hacer muchas cosas al mismo tiempo, pero desarrollar un discurso y mantener el contacto visual no son dos de ellas" El País, 9 ENE 2017

Somos capaces de enviar un mensaje de Whatsapp y atender el GPS de reojo, contestar una llamada mientras leemos las noticias o tener un debate acalorado con nuestra pareja a la vez que compramos el pan. Sin embargo, conversar y fijar la mirada en nuestro interlocutor, algo que a priori parece la más sencilla de las tareas, se nos resiste. Nuestra capacidad multitarea es limitada y no siempre podemos simultanear dos actividades, al menos sin que una de las dos salga perjudicada. Así lo creen los psicólogos japoneses Shogo Kajimura y Michio Naumura de la Universidad de Kyoto, quienes afirman que la construcción de un discurso complejo interfiere en el mantenimiento del contacto visual.

Según los autores del estudio, nos vemos obligados a elegir entre hablar con propiedad o saber de qué color son los ojos del que tenemos enfrente. Cristina Larroy, directora de la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, añade: "Cuando queremos escoger bien las palabras, tendemos a desviar la mirada y a fijarla en un punto. Este es el mecanismo por el que evitamos destinar recursos a procesar la información que nuestro interlocutor nos está enviando y utilizarlos para recordar y definir nuestro discurso". Como afirman los investgadores japoneses, "cuanto más complicada es la hisoria que estás contando (o la excusa que estás elaborando), más difícil se hace mantener el contacto visual". Lo que nos lleva a preguntarnos si es cierto que una mirada esquiva puede ser la señal de que no nos cuentan toda la verdad.

No me mira, ¿me está mintiendo?

"Cuando mentimos tendemos a controlar muchos procesos de forma simultánea: inhibir la verdad, fabular la mentira, controlar nuestro lenguaje corporal... Por tanto, si nos centramos más en los recursos cognitivos (pensar rápido y bien), nuestro lenguaje corporal se ralentiza, nos movemos menos y tenemos una mirada de concentración, lo que dificulta mirar a los ojos", explica Martos. En el extremo opuesto, un artículo publicado en el Journal of Nonverbal Behavior asegura que establecer contacto visual de forma deliberada también puede ser señal de engaño: "Los que mienten tienen un deseo mayor de resultar convincentes, lo que les inclina a observar al interlocutor para comprobar que les están creyendo".

Pero la complejidad del discurso, aunque sea para explicar un problema de matemáticas, no es la única razón por la que desviamos la mirada: "Los que más la rehúyen son aquellos individuos que presentan fobia social. Muchos de ellos son incapaces de levantar la mirada del suelo", asegura la psicóloga clínica Pura Hernández, de Garner Psicólogos.

Para Larroy, además, "la distancia y la jerarquía entre los interlocutores pueden influir en la comunicación. Pero el aburrimiento, el miedo, el desprecio, el cansancio o simples problemas visuales también pueden ser eficaces desencadenantes", remarca, por lo que esta experta desaconseja juzgar la veracidad de lo que nos cuentan dependiendo de si existe o no contacto visual.

En cualquier caso, la mirada es un elemento de comunicación no verbal especialmente importante cuando nos comunicamos. "El contacto visual es lo que permite crear un vínculo entre el emisor y el receptor", asegura Larroy. Y añade: "Una mirada dulce o de admiración puede ser percibida como algo positivo. Sin embargo, si va acompañada de un ceño fruncido, transmitirá hostilidad".

Cuánto se tarda en intimidar

Entre un gesto huidizo y una mirada intimidante hay un trecho. Que se recorre concretamente en 3,3 segundos, según una investigación del Colegio Universitario de Londres (Inglaterra), que asegura que este es el tiempo, de media, que tarda el contacto visual en pasar de agradable a incómodo. "No me parece adecuado establecer tiempos porque la duración de la mirada depende de muchas variables, entre ellas, las culturales, hay sociedades en las que no mirar a los ojos se interpreta como una señal de respeto, mientras que en otras es signo de mala educación. Por ejemplo, los latinos mantenemos el contacto visual más que los anglosajones", disiente Larroy, quien afirma que el grado de familiaridad o la proximidad afectiva también influyen.

"Una mirada directa y prolongada puede ser intimidante", afirma el profesor de Comunicación no Verbal y Oratoria José Luis Martín Ovejero, quien aconseja "no mantenerla más tiempo del que precisemos para identificar el color de ojos de quien está frente a nosotros". Además, pensando en aquellos a los que les cuesta mirar a los ojos, el experto aporta un sencillo truco: "Centre la mirada en el entrecejo. No requiere mucho esfuerzo y la otra persona creerá que le está mirando directamente a los ojos".

jueves, 24 de noviembre de 2016

Vergüenza ajena

Las demostraciones de afecto hacia Rita Barberá (pues todos tenemos que morir, incluso los sinvergüenzas que abandonan a la gente cuando está viva) me han hecho sentir lo que científicamente se denomina "vergüenza ajena" o "alipori"; por ejemplo: hay una anciana que ha muerto por pobreza energética sin declaraciones peperas de ningún tipo. Quizás Dios lo ha permitido para que percibamos el contraste. Existe un artículo muy revelador sobre este concepto:

Jaime Rubio Hancock "La vergüenza ajena, un término español para una emoción universal. Por favor, no me obliguéis a ir a un karaoke", en El País, 2 de sept. de 2016:

La vergüenza ajena es un término español que da nombre a una emoción universal. Lo recoge la historiadora cultural Tiffany Watt Smith en su The Book of Human Emotions, citándolo en castellano y calificando este sentimiento de “tortura exquisita”.

Según recoge Smith, la vergüenza ajena es una “humillación indirecta, normalmente hacia extraños”. Por ejemplo, ocurre cuando un político pronuncia mal un nombre, pero aun así insiste en que lo está diciendo bien; o cuando un humorista suelta un chiste a costa de un miembro del público y la gracieta se recibe con silencio.

“La vergüenza ajena más intensa se reserva para la gente a la que le resbala todo y se cree muy importante. Parecen no sentir la vergüenza que deberían, así que nos quedamos con una buena ración en su nombre”, escribe la autora. El escarnio es doble: tanto por cometer un error como por no reconocerlo.

Eso sí, no siempre hay escarnio ni se dirige a personas que nos resultan antipáticas: donde yo más la siento es en los karaokes. Mis amigos suben al escenario y se ponen a destrozar una canción o, peor aún, a cantarla bien, con mucho sentimiento y una actitud profesional, y yo noto toda la vergüenza que ellos ni sienten ni entienden por qué deberían sentir.

Sé que hacen bien, claro, están pasando un rato divertido, y sé que es absurdo que yo cargue con todo el peso de lo que a mí me parece su ridículo espantoso. Pero no hay nada que pueda hacer para evitarlo.

Una vergüenza empática

Smith añade que la vergüenza ajena es un sentimiento es paradójico. Por un lado, tiene una parte de burla y exclusión. Pero por otro lado, también tiene una parte de empatía, ya que nos estamos poniendo en la piel del otro. “Estos impulsos aparentemente contradictorios apuntan a la importancia del grupo por encima del individuo, motivo que según algunos lingüistas ha llevado a los hispanoparlantes a darle nombre a esta emoción”, escribe la autora.

En este sentido, el neurocientífico alemán Frieder Michel Paulus publicó un estudio en 2013 sobre la relación de la vergüenza ajena con la empatía. Su experimento mostraba que cuando otras personas contravenían normas sociales, en el cerebro del espectador se activaban las mismas regiones que en momentos empáticos. “Cuando tienes vergüenza ajena sientes empatía por alguien que pone en peligro su integridad al violar las normas sociales, se trata de una vergüenza empática”, explicaba Paulus en declaraciones recogidas por Sinc. Es decir, nos estamos poniendo en su lugar o, mejor dicho, en el lugar en el que consideramos que deberían estar, porque lo cierto es que ni siquiera pasan cerca.

Smith también añade que en España, “el miedo a perder la dignidad o el orgullo -ambos términos en español en el original- se consideran muy pronunciados”. E incluso recuerda que la última pieza de comida en una ración compartida es “la de la vergüenza”. Al mismo tiempo, “también es una cultura en la que los lazos de simpatía son muy intensos”.

Traducir palabras intraducibles

Smith recuerda que todo el mundo siente vergüenza ajena, aunque no sepa ponerle nombre. Y también que el término existe en otros idiomas: en alemán es Fremdscham, en finlandés es myötähäpeä (vergüenza compartida) y en holandés es plaatsvervangende schaamte (vergüenza que intercambia su lugar). Fremdschämen, por cierto, se incluyó en el diccionario alemán Duden en 2009, lo cual no quiere decir que los alemanes no sintieran esa emoción hasta ese año o que los españoles la sintiéramos más que los alemanes, pero solo hasta 2009.

El hecho de que un idioma no tenga una palabra para describir una experiencia se llama “hipocognición”, un término acuñado por el antropólogo Robert Levy. Según contaba Levy, en Tahití no había una palabra para expresar el concepto de “pena”. Por supuesto, la sentían, pero la describían como un estado de extrañeza o de malestar. Según Levy, esto llevaba a la ausencia de rituales para aliviar esta pena, lo que era la principal causa del alto índice de suicidios en la isla.

El efecto del lenguaje en nuestro pensamiento se considera hoy en día bastante más moderado y circunscrito a experiencias muy concretas. Por ejemplo, en ruso, el celeste se considera un color diferente al azul más oscuro, tal y como nosotros diferenciamos entre el rosa y el rojo. Esto lleva a que los hablantes de ruso sean más rápidos al categorizar los diferentes tonos de azul. El hecho de que tengamos palabras para sentimientos, experiencias o colores concretos, también ayuda a nuestra memoria, según recoge Scientific American. Pero poco más, como apunta Steven Pinker en The Language Instinct, donde subraya que el pensamiento no es lo mismo que el lenguaje.

Además de eso, también hay que recordar que todas las palabras se pueden traducir, aunque siempre se pierdan matices y connotaciones. En inglés vergüenza ajena se suele traducir por “vicarious embarrassment”, que a su vez significaría “vergüenza indirecta”. Eso sí, aunque se entiende perfectamente, no se trata de una expresión fija y de uso común.

En español nos pasa, por ejemplo, cuando traducimos la palabra francesa dépaysement por “desorientación que sentimos en sitios extranjeros”. Sí, entendemos la idea perfectamente aunque no tengamos una palabra específica. Quizás, como apuntan en Scientific American, las palabras ‘intraducibles’ sirvan para alertarnosde algo que en nuestra cultura no habíamos identificado o no habíamos analizado en detalle. Descubrir estas palabras nos ayuda a hacerlo.

(En una primera versión del artículo se hablaba de Fremdschämen, cuando la palabra alemana correcta es Fremdscham, y se traducía por "vergüenza exterior").

lunes, 21 de noviembre de 2016

Pensamiento grupal

Pilar Jericó, "El pensamiento grupal o cuando no se admite la crítica. Caer en la miopía es el peligro de pensar que eres el mejor. El pensamiento grupal o cuando no se admite la crítica", en El País, 21 NOV 2016:

¿Por qué personas inteligentes a veces toman decisiones poco afortunadas en equipo? Hay comportamientos en grupo que nos “restan” cociente intelectual, aunque no nos demos ni cuenta.

Así sucede en las empresas, en las familias y en la política. Y ahora que Trump está formando gobierno conviene recordar la investigación que realizó Irving Janis, profesor de la Universidad de Yale (Connecticut). Allá por los sesenta cuando Estados Unidos estaba enfrascada en la guerra de Vietnam, el presidente Johnson tomó decisiones poco acertadas. Janis analizó los motivos y descubrió que durante el proceso de análisis, todo el mundo estaba de acuerdo con la idea principal. Nadie proponía algo distinto. Creían sin fisuras que había que permanecer en Vietnam. No había voces disonantes. Y no era porque no se atrevieran, sino porque nadie lo pensaba. Este fenómeno Janis lo bautizó como “pensamiento grupal”, que ocurre cuando un equipo está muy cohesionado, tiene un fuerte enemigo común y además comparten un ideal común (Janis, por cierto, a raíz de esta investigación fue considerada persona non-grata para más de uno). Años antes, Kennedy, lo consiguió evitar cuando introdujo civiles en la toma de decisiones de guerra, como se recoge en la película Trece Días, pero parece que fue una práctica que no creó precedentes.

La historia ha demostrado que cualquier gigante puede caer si se cree invulnerable

En los grupos de amigos, en algunas empresas y en la política habita el pensamiento grupal. Por tendencia, solemos rodearnos de personas similares a nosotros y escogemos la información acorde a nuestros intereses de partida. Digamos que somos fieles a nuestros pensamientos y nos gusta hablar de fútbol con los de nuestro mismo equipo o de política con simpatizantes de nuestro partido preferido (quizá por ese motivo no somos capaces de prever resultados electorales sorprendentes). Por supuesto, tenemos también momentos de curiosidad sobre lo que hacen otros, pero en general, nos sentimos más seguros en terrenos conocidos. Y como somos así, corremos el riesgo de hacer equipo con personas muy parecidas. De este modo, evitamos las opiniones opuestas y nos sentimos tan contentos pensando que estamos en lo cierto. Y ahí reside el problema, por lo que estas dinámicas son peligrosas y nos pueden hacer caer en la miopía.

El pensamiento grupal o de grupo, como algunos lo llaman, también afecta a los comités de dirección de las grandes empresas líderes. Así sucedió con Nokia. En pleno éxito sus directivos estadounidenses advirtieron a la central de los peligros que acechaban. Los finlandeses no contemplaron ningún riesgo, porque sencillamente Nokia era la número uno. El lema que se respiraba por aquel entonces era “somos los mejores y nadie puede con nosotros”. Esta frase, por cierto, es muy recurrida en el fútbol y evito dar nombres, porque todos tenemos en mente cuáles. Pues bien, la historia ha demostrado que cualquier gigante puede caer si se cree invulnerable.

El pensamiento grupal o cuando no se admite la crítica Para cambiar tu mundo, cambia tu conversación.

Por tanto, si somos animales sociales y tenemos cierta tendencia a poder actuar como corderitos, tomemos conciencia de ello y pongamos remedios. Si estamos dirigiendo un grupo de personas, contemos con personas que opinen de manera diferente. Aunque nos fastidie o nos canse, incluyamos lo que tradicionalmente se ha denominado un abogado del diablo. Si nos va muy bien, escuchemos las críticas amables que nos ayudan a crecer. Si somos unos fanáticos del fútbol, escuchemos a personas de otros equipos sin necesidad de vender que somos los mejores. Y si se está montando un gobierno, hay que recordar el riesgo de no contar con voces disonantes (esto afecta a cualquier país, incluyendo España, por supuesto). De algún modo, abramos continuamente una ronda interna de opiniones y debatamos sobre nuestras certezas, porque si algo es peligroso en una democracia, en un mercado competitivo o en las relaciones personales es creerse invencible y no abrir espacios para la duda. Y si tú no eres capaz de hacerlo, al menos rodéate de personas que lo hagan por ti. Solo de este modo evitarás el pensamiento grupal en equipo.

martes, 15 de noviembre de 2016

La inteligencia

Daniel Mediavilla, "¿Puede decirte la ciencia si eres más inteligente que los demás?", en El País, 26-III-2016:

Los test de inteligencia miden una capacidad humana relacionada con el éxito académico o económico, pero se cuestiona en qué medida depende de la biología o del entorno.

Muchos estudios han encontrado relación entre el cociente intelectual y el éxito económico
Muchos estudios han encontrado relación entre el cociente intelectual y el éxito económico  GTRES
Hace unos días, la escritora Lucía Etxebarría opinó sobre la homeopatía durante un programa radiofónico. Algunos tuiteros consideraron que no estaba capacitada para hacerlo y ella esgrimió su carné de Mensa, una asociación de personas superdotadas, como fuente de autoridad. La marabunta tuitera se lanzó contra ella y Etxebarría acabó lamentando que en España se siente aversión por la gente inteligente.

Si en un grupo de amigos alguien afirma que es el más alto o el que puede correr más rápido, es posible que ni siquiera se genere una discusión porque las pruebas son evidentes. Sin embargo, si a alguno se le ocurre asegurar que es el más inteligente será tachado de arrogante por muchos exámenes de inteligencia que esgrima a su favor. La inteligencia se considera en muchos casos la capacidad que define a los seres humanos, y afirmar que se es más inteligente equivale a decir que nuestros pensamientos, incluidas nuestras opiniones, son mejores que los del resto.

La ciencia lleva décadas tratando de medir la inteligencia. Los test, que ponen a prueba el uso del lenguaje, de los números o de figuras abstractas, se han perfeccionado con los años y sirven para predecir el potencial de éxito (o lo que se suele considerar éxito convencionalmente) de las personas. Los niños que tienen mejores resultados en estas pruebas suelen ser mejores estudiantes, tienen más éxito profesional y económico y hasta mejor salud. Incluso dentro de la misma familia, los niños con un cociente intelectual más elevado acaban teniendo mayores ingresos que sus parientes menos brillantes.

Afirmar que la inteligencia es una y de origen genético puede utilizarse para justificar las desigualdades como algo natural e inamovible

Roberto Colom, catedrático de Psicología Diferencial en la Universidad Autónoma de Madrid, defiende el valor de las pruebas para medir la inteligencia como “el fenómeno psicológico más replicado”. En su opinión, es un predictor de las capacidades humanas tan interesante que sería la prueba perfecta para que las empresas seleccionasen a su personal. “Sería la forma más neutral y más justa”, asegura Colom. “Ahora, un criterio típico y erróneo que se pide en las empresas es la experiencia previa, algo que se ha demostrado que incrementa el rendimiento durante los tres primeros meses, pero pierde su efecto después”, añade. Un test de inteligencia serviría, según el investigador, para seleccionar a las personas con mayor potencial. Además, esta prueba serviría “para cualquier negocio”, desde el periodismo a la ingeniería.

Más allá del valor de los exámenes de inteligencia para medir una capacidad general, algo que defienden científicos como Colom, hay un debate ético relacionado con las discrepancias sobre el origen de las diferencias en el rendimiento en estas pruebas dependiendo del entorno socioeconómico o la raza. “El problema de estos planteamientos que afirman que la inteligencia humana es lo que miden las pruebas de inteligencia, que esa inteligencia tiene un fundamento genético y que el éxito social depende de la inteligencia es que conduce a una conclusión perversa: ¿Para qué vamos a luchar contra las desigualdades si las diferencias sociales y económicas son consecuencia de nuestra biología?”, plantea Luis Fernández Ríos, profesor de psicología de la Universidad de Santiago de Compostela. Además, añade, “no existen test libres de cultura”.

Investigadores como Richard Nisbett, psicólogo de la Universidad de Míchigan (EE UU), han tratado de comprender qué parte de la diferencia en las mediciones del cociente intelectual depende de la genética y qué parte del entorno. Tomando la diferencia entre blancos y negros en EE UU, Nisbett argumenta que la ventaja de los primeros sobre los segundos es fundamentalmente consecuencia de los distintos entornos en los que se desarrollan. Un dato a favor de este argumento es que la distancia media del cociente intelectual de estadounidenses de 12 años de origen africano y los de origen europeo se ha reducido de los 15 puntos de hace 30 años a los 9,5 en la actualidad.

Gran parte de las personas que vivieron hace cien años serían consideradas retrasadas según los test de inteligencia actuales

En esta misma línea, Nisbett explica que los afroamericanos tienen un 20% de genes europeos de media, pero las diferencias individuales entre ellos varían desde la casi total ausencia de genes blancos hasta más del 80%. Si las diferencias de cociente intelectual dependiesen principalmente de la genética, los negros con mayor herencia europea deberían tener de media un cociente superior, pero no sucede así.

Otro de los argumentos que se emplean para cuestionar que se pueda actuar para incrementar la capacidad intelectual de la población es un descubrimiento realizado por el psicólogo neozelandés James Flynn. En los 80, observó que la inteligencia media medida en los test se estaba incrementando en todo el mundo a un ritmo de tres puntos por década. Eso, según comentaba Malcom Gladwell en un artículo publicado en The New Yorker, significa que el cociente intelectual de los escolares de principios del siglo XX en EE UU rondaría los 70 puntos, lo que llevaría a concluir que gran parte de la población del país entonces sería retrasada mental según los estándares actuales. Flynn atribuye estas diferencias a la influencia del entorno sobre las capacidades cognitivas. El mundo se ha vuelto más complejo con el tiempo y eso ha empujado la capacidad media de los humanos para adaptarse a las nuevas circunstancias.

Regresando al ejemplo de la brecha entre negros y blancos, Flynn señala que la diferencia entre ambos grupos crece con la edad. A los cuatro años, el cociente intelectual medio de un niño de origen africano es de 95.4, solo cuatro puntos y medio por debajo de los de origen europeo. Sin embargo, en los siguientes veinte años, su inteligencia según la miden los test desciende hasta los 83.4 puntos. Para el investigador, la explicación parece encontrarse en el entorno. Es más probable que los niños negros se críen en hogares monoparentales, menos complejos cognitivamente que los que cuentan con dos padres, un porcentaje muy elevado de los jóvenes negros acaba en la cárcel y el menor cociente intelectual medio del entorno hace que los jóvenes afroamericanos no tengan que esforzarse tanto por destacar. “El cociente intelectual no mide tanto la calidad de la mente de una persona sino la calidad del mundo en el que vive”, concluye Gladwell.

La importancia de la motivación

Colom, citando un informe publicado en 1997 en la revista Intelligence, afirma que “la inteligencia es una capacidad mental muy general que, entre otras cosas, implica la capacidad para razonar, planificar, resolver problemas, pensar de modo abstracto, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y aprender de la experiencia”. Sin embargo, niega que otras capacidades como la empatía o las habilidades sociales sean capacidades intelectuales, pese a que sean buenas herramientas para resolver problemas.

Los test tampoco medían bien aspectos como la motivación. En 2011, Angela Lee Duckworth, psicóloga de la Universidad de Pensilvania, publicó un trabajo que analizaba el efecto de la motivación en los resultados en los test de inteligencia. Varios estudios han mostrado que no todo el mundo se esfuerza al máximo cuando participa en ellos y que era posible mejorar los resultados en los tests ofreciendo a los participantes recompensas económicas. Según observó la psicóloga estadounidense, una recompensa de más de 10 dólares podía hacer que una persona mejorase su resultado en el test en 20 puntos mientras que con menos de un dolar solo se incrementaba el rendimiento en dos puntos. No obstante, tomando los resultados de esos estudios y realizando un seguimiento a los participantes en aquellas pruebas, la investigadora también descubrió que, independientemente de la motivación, la inteligencia que ella llama nativa tenía importancia en los logros académicos o el éxito profesional.

La motivación, además de en los resultados de los test, también influye en quién tiene un carné de superdotado. Elena Sanz, presidenta de Mensa España, comenta que solo el 19,5% de los miembros de este club de personas con alto cociente intelectual son mujeres. El índice de aprobados entre los que se presentan es ligeramente favorable a los hombres, pero muy lejos de justificar que ellos representen el 80,5% de los socios. Además de la diferencia entre sexos, también hay una inclinación por determinados perfiles profesionales. “El perfil típico es un ingeniero o un informático”, apunta Sanz, que añade que también hay muchos químicos como ella. “Las humanidades están menos representadas”, reconoce.

Los test de inteligencia no miden capacidades como la inteligencia interpersonal o la empatía

Luis Muiño, terapeuta y divulgador, afirma que en la práctica los test “no se usan”, en parte porque miden solo “una determinada capacidad analítica, matemática y lingüística”. “Se obvian otras inteligencias, como la inteligencia interpersonal”, señala. “En selección de personal para empresas, algo en lo que yo he trabajado, jamás se hacen test de inteligencia, y tampoco en las oposiciones”, añade. “En la práctica se han quedado en nada, se han pasado de moda”, asegura Muiño. Esta última opinión la comparte con Colom, aunque para el catedrático de la Universidad Autónoma este hecho se deba “a una cuestión de moda” en sentido negativo.

Muiño considera que los test de inteligencia tienen cierta vigencia en la escuela. “El diagnóstico de altas capacidades puede tener atractivo para algunos padres”, explica. “A tu hijo no le aguanta nadie, pero en lugar de decirte que tiene que aprender habilidades sociales, te dicen que es superdotado y te suena mejor”, continúa. La idea de que las personas con alto cociente intelectual son torpes socialmente o tienden al fracaso escolar también la rechaza el profesor de psicología de la Universidad de Zaragoza Juan Ramón Barrada. “No tiene fundamento en la investigación; en las musarañas y desmotivado se puede estar desde una capacidad intelectual alta y desde una baja”, indica. Elena Sanz, que reconoce que hay un cierto número de socios de Mensa que se apuntan al club después de “malas experiencias en su entorno educativo”, añade que “no son la mayoría”. También, “hay personas que confunden el origen de sus problemas. A algunos les han dicho en casa que eran superdotados y eso les ha llevado a comportarse como engreídos y a raíz de eso, tener dificultades en sus relaciones con los demás”, explica.

La afirmación de Sanz ayuda a entender también por qué es tan difícil que una medida única de la inteligencia sea aceptada en una sociedad que valora la igualdad incluso en el caso de que obtener esa medida fuese posible. Una inteligencia superior daría derecho a imponerse sobre los demás, y un alto cociente intelectual puede servir, como muestra el ejemplo de Lucía Etxebarría, para justificar una opinión sin mucho fundamento. Para que las evaluaciones de la inteligencia sean socialmente asumibles será necesario que se redefina esa capacidad humana como otra entre muchas y no como la mejor medida del valor de los seres humanos.

domingo, 30 de octubre de 2016

Brujas manchegas

M. Cebrián, "Brujas, haberlas haylas en Castilla-La Mancha. Con la cercanía de Halloween y el Día de los Difuntos, la historiadora guadalajareña María Lara habla con ABC de su nuevo libro, «Pasaporte de bruja»", en Abc de Toledo, 30/10/2016:

Brujas, haberlas haylas. Y no hace falta irse a Galicia o al valle navarro de Baztán para encontrar su rastro. De hecho, en el territorio que hoy ocupa Castilla-La Mancha se han registrado numerosos casos de brujería. Esto es lo que asegura María Lara Martínez, joven y prestigiosa historiadora y escritora guadalajareña, en su nuevo libro, «Pasaporte de bruja. Volando en escoba, de España a América, en el tiempo de Cervantes» (Editorial Alderabán).

Lo que el lector se va encontrar en este libro, explica la autora, «es una aventura en el tiempo, un viaje al Siglo de Oro para conocer su faceta más mágica y también para desvelar enigmas desconocidos por muchos. Unos enigmas que ayudan a contradecir ingredientes de la leyenda negra que las potencias europeas contrincantes vertieron contra España en los siglos XVI y XVII».

En este sentido, María Lara aclara que la caza de brujas venía desde tiempo atrás. Si atendemos a las cifras, en Europa central perecieron en la hoguera unas 25.000 personas acusadas de brujería; en Castilla, con un censo de 8 millones de habitantes, hubo unas 300 hogueras y en el territorio que hoy ocupa Castilla-La Mancha encendieron unas 50 hogueras, en las que ardieron brujas, magos y hechiceros.

Más allá de las cifras, «Pasaporte de bruja» pretende acercar a los lectores un relato protagonizado por brujas, hechiceras y magos que existieron de verdad en España y Latinoamérica desde la Baja Edad Media, a los que la investigadora les he seguido la pista mediante una ardua documentación y manuscritos, gran parte de ellos encontrados en los archivos de la Inquisición. El reparto está integrado además por los seres de ficción del Siglo de Oro que aparecen en las obras literarias, como la celestina, el vidente, la curandera, el pícaro, el aficionado a las novelas de caballería, el embaucador y el astrólogo.

Muchas de estas personas fueron temidas y perseguidas, e incluso hay localidades que presumen de ser el pueblo de las brujas, como es el caso de Daimiel, en Ciudad Real, donde sobresale el caso de Juana Ruiz. El 10 de junio de 1541, el Tribunal de la Santa Inquisición la absolvió de las acusaciones que pesaban sobre ella. Durante su proceso, los testigos contaban que salía de noche por la chimenea de su casa y que robaba huesos de los cadáveres del cementerio. En su defensa alegó que los quería para practicar un conjuro con el que salvar a su hija enferma.

Su caso fue uno de los seis sobre los que existe constancia escrita en los archivos del Tribunal de Toledo entre los siglos XV y XVI. Los de Apolonia «La Forastera», Isabel de la Higuera o Ana Díaz fueron otros: «Fabricaban pociones y ungüentos con los que decían curar enfermedades mientras pronunciaban oraciones en las que invocaban al demonio o convocaban aquelarres a la luz de la luna».

Pero esta no es la única localidad castellano-manchega que tiene esta fama. En la provincia de Guadalajara también destaca Pareja, donde se dieron casos de brujas perversas, conocidas como Las Morillas. Allí, cuenta la escritora, los vecinos fueron conscientes del problema que suponía la actuación de estas mujeres que cometían delitos y llamaron al inquisidor del Obispado de Cuenca, ya que el pueblo era la residencia de verano del obispo conquense.

También, entre las provincias de Guadalajara y Cuenca, en la zona limítrofe de los pantanos de Entrepeñas y Buendía, localidades como Sacedón, Alcocer, Buendía o Tinajas eran puntos donde existieron algunos casos en el siglo XVI y XVII, según ha podido comprobar María Lara en documentos de la época. Así, por ejemplo, en Tinajas, uno de los delatores afirmaba haber visto vestidas de bruja a las hermanas Juliana, Ana y Catalina de León, que iban con el cabello suelto, la cara y los brazos untados con señales negras, y bailaban con un panderillo y con una luz en la mano.

Relación con Cervantes

En la provincia de Cuenca, existieron también episodios de brujería en todas las comarcas (Mancha, Manchuela, Alcarria y Serranía). También es digno de reseñar cómo Miguel de Cervantes –a quien está dedicada la tercera parte del libro, «Los encantadores del viejo hidalgo»- habla en una de sus novelas ejemplares, «El coloquio de los perros», de tres brujas: la Camacha, la Montiela y la Cañizares.

Estas tres mujeres eran rivales entre sí y, tal y como asegura María Lara, la última de ellas toma su nombre de la localidad conquense de Cañizares, donde el yerno de Cervantes, Luis de Molina, tenía arrendada una finca en las inmediaciones, en la Herrería de Santa Cristina. Allí existió una bruja de verdad llamada María Bodoca, una de las brujas más malévolas de la provincia, que vivió a finales del siglo XVI y principios del XVII.

En La Manchuela está constatada la existencia de otra bruja, Juana García, natural de Sisante. La Inquisición abrió un proceso contra ella en 1625 por brujería, acusándola de intentar envenenar a su yerno, Fernán López, quien había intentado obtener la herencia al poco de casarse viviendo aún su suegra.

La investigadora también cuenta que en la Alcarria conquense, concretamente en Villar del Águila, vivía una de las brujas místicas más aclamadas en Cuenca, Isabel María Herráiz. Tanto era así que sus vecinos la llevaban en hombros a la iglesia y le encendían velas, al creer que tenía una unión mística con Cristo. Algo que ella afirmaba y que le valió la pena capital.

Además de brujas, María Lara habla de la existencia de magos como Eugenio Torralba, el más famoso del Renacimiento español, nacido en el barrio conquense de San Martín. A Torralba lo utilizaron el Gran Capitán y el arzobispo de Bari como astrólogo para que adivinara el desenlace de las batallas. Además, presagió el saqueo de Roma de 1527 por las tropas de Carlos V, hizo un vuelo astral de Valladolid a Roma y lo cita Cervantes en El Quijote.

Y, como no podía ser de otro modo, también destaca Toledo –famosa otrora por su escuela de nigromancia y por la mezcla de culturas y saberes-. María Lara relata que en 1524 el Tribunal de la Inquisición dictó la pena de garrote y hoguera para la Manjirona, una hechicera de La Puebla de Montalbán que causaba el mal mediante fetiches y filtros amorosos.

Sin embargo, la Manjirona se libró, debido a su vejez, de ser ejecutada en la plaza de Zocodover, escenario donde se celebraban los autos de fe y donde hubo episodios de derramamiento de sangre como, por ejemplo, el de Catalina Tapia, una alcahueta a la que se definía como «experta en amansar maridos» y que fue ajusticiada en 1534.

De este modo, más allá de la imagen de la anciana haciendo pócimas o subida a una escoba, lo que queda claro es que a lo largo de la historia ha habido mujeres y hombres conocedores de los saberes de la naturaleza y de la buenaventura. Pero, aparte de estos, también están los farsantes y embaucadores, al igual que la magia negra o el vudú, que siguen existiendo, así que ándense con ojo y más en estos días.

Tradiciones en torno a la muerte en la región

Otro de los asuntos que trata María Lara en su libro, ahora que se acerca el Día de Todos los Santos o Halloween, son los distintos acercamientos a la muerte de cada territorio y de cada localidad. En esta festividad, aparte de la tradición solemne de las velas y las flores, existían algunas costumbres más profanas como los bailes, la gastronomía o las colectas, como los pozos de nieve, una especie de neveras para donaciones que custodiaban algunas cofradías de ánimas de algún pueblo.

Entre las localidades castellano-manchegas donde hay rastro de brujería y de estas costumbres, destaca Campillo de Altobuey (Cuenca), donde la Cofradía de Ánimas del Purgatorio controlaba el pozo de nieve empleado con fines terapéuticos o conservar víveres y también un alambique para destilar licores. Esta hermandad también recaudaba dinero en torno al 31 de octubre y 1 de noviembre para pagar el entierro de pobres o misas que pedían por las almas del purgatorio a través de la celebración de festejos taurinos, bailes o juegos de pelota y mediante sorteo de dulces, buñuelos y bizcochos.

En la Alcarria conquense también sobresale la tradición gastronómica de los puches en las noches que van del 31 de octubre al 2 de noviembre, en las que los mozos esparcen esta especie de gachas en las cerraduras de las puertas de las casas de las mujeres jóvenes casaderas. Entre las localidades de esta comarca que sigue vigente esta costumbre, están Villaconejos de Trabaque y Albalate de las Nogueras.