sábado, 21 de octubre de 2017

En España no se dialoga porque no se pregunta

Cándido Marquesán Millán, "En España no se dialoga porque nadie pregunta, como no sea para responderse a sí mismo", en Nueva Tribuna, 21 de Octubre de 2017 
  
Considerar Cataluña como botín de guerra, como ya se hizo en determinados momentos –tanto por los hunos como para los hotros según terminología unamuniana– dejará una herida profunda y muy difícil de cicatrizar por mucho tiempo

Ortega y Gasset  en el prólogo a la obra de Guizot Historia de la civilización en Europa nos dice: “Siempre ha acontecido esto. Cuando el inmediato futuro se hace demasiado turbio y se presenta excesivamente problemático el hombre vuelve atrás la cabeza, como instintivamente, esperando que allí, atrás, aparezca la solución. Este recurso del futuro  al pretérito es el origen de la historia misma…”  

En su libro publicado en 1936 Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, Antonio Machado nos cuenta: “Preguntadlo todo, como hacen los niños. ¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro? ¿Por qué lo de más allá? En España no se dialoga porque nadie pregunta, como no sea para responderse a sí mismo. Todos queremos estar de vuelta, sin haber ido a ninguna parte. Somos esencialmente paletos. Vosotros preguntad siempre, sin que os detenga ni siquiera el aparente absurdo de vuestras interrogaciones. Veréis que el absurdo es casi siempre una especialidad de las respuestas”.

¿Y para qué este largo prólogo? La respuesta es muy clara. Tiene plena actualidad, está relacionado con todo lo que está ocurriendo en estos momentos críticos en Cataluña. Si estamos donde estamos, es porque ha sido abandonado el diálogo, porque nadie en ambos lados pregunta, a no ser para responderse a sí mismo. Lo único que le interesa de su propia pregunta, es su propia respuesta. Y esto no es diálogo, sino puro y estricto monólogo.

Tal actitud, puede que tenga que ver con la idiosincrasia de los españoles, incluidos también, de momento, los catalanes, aunque no sabemos el futuro, que consideramos estar en posesión absoluta de la verdad. Mas la verdad no es patrimonio de nadie, por ello Machado nos advirtió: “Tu verdad no; la verdad; y ven conmigo a buscarla”.

Y por otra parte, los españoles, según otro gran conocedor de nuestra idiosincrasia, seguramente el mejor, Manuel Azaña en La Velada de Benicarló, somos extremosos en nuestros juicios: “Pedro es alto o bajo; la pared es blanca o negra; Juan es criminal o santo… Los segundos términos, los perfiles indecisos, la gradación de matices no son de nuestra moral, de nuestra política, de nuestra estética. Cara o cruz, muerte o vida, resalto brusco, granito emergente de la arena”.

Y nuestra verdad inmutable e irrefutable la hemos defendido y defendemos a muerte sin concesiones con una extraordinaria visceralidad y vehemencia. A la hora de hablar sobre el problema catalán, afortunadamente la mayoría de nuestros compatriotas lo consideran ya también un  problema español, gente educada y con formación universitaria pierde los estribos y la compostura. ¡Qué bien nos conocían el poeta sevillano y el político de Alcalá! Machado en Proverbios y Cantares: “De diez cabezas, nueve embisten y una piensa. Nunca extrañéis que un bruto se descuerne luchando por la idea»”. Y Azaña: “El percibir exactamente lo que ocurre en torno nuestro, es virtud personal rara. La moderación, la cordura, la prudencia, estrictamente razonables, se fundan en el conocimiento de la realidad, es decir, en la exactitud. El caletre español es incompatible con la exactitud. Nos conducimos como gente sin razón, sin caletre. ¿Es preferible conducirse como toros bravos y arrojarse a ojos cerrados sobre el engaño? Si el toro tuviese uso de razón no habría corridas. Un cartelón truculento es más poderoso que el raciocinio”.

De acuerdo con lo expuesto, es lógico que todos aquellos que han tratado y tratan de introducir en el problema catalán, insisto problema español, ciertas dosis de mesura, de equilibrio, de transacción y de sentido común estén marginados, e, incluso sean acusados de traidores a los valores patrios.- ¡Cuántas fechorías y crímenes se han cometido en la Historia de España con el recurso del patriotismo!- Aquí se ha impuesto el todo o nada. Victoria o derrota. No se pretende convencer, sino derrotar y humillar al enemigo. Pero aquí no habrá vencedores, ya que todos perderemos. Ya estamos perdiendo y mucho.

Considerar Cataluña como botín de guerra, como ya se hizo en determinados momentos –tanto por los hunos como para los hotros según terminología unamuniana– dejará una herida profunda y muy difícil de cicatrizar por mucho tiempo. A no ser que se esté aquejado de autismo político o de falta de ética, esta huella futura cualquiera la puede vislumbrar. Mucho ojo. Estamos jugando con fuego. Los grandes incendios se inician con un simple chispazo.  Ejemplos en la historia nuestra  no faltan. Por ello, aunque sé que la voz de un simple profesor de instituto no servirá para nada, no me resisto a recurrir a la de uno de esos marginados, dotada de sensatez y mesura. Juan José López Burniol en el libro reciente Escucha, Cataluña. Escucha, España, en el que han participado también Josep Borrell, Francesc de Carreras y Josep Piqué, nos advierte: “No todos los problemas se resuelven solos. Ni todos los resuelve el tiempo. Este problema no es de los que se desvanezca. Al contrario, se agrava con los años. De nada sirve ampararse en la ley, escondiéndose tras ella como un burladero. De nada sirve dejar la resolución del conflicto al arbitrio de jueces y tribunales. Hay que afrontar políticamente el problema, exigiendo a todos-como presupuesto irrenunciable- el cumplimiento de la ley, pero sabiendo que la solución no está en la letra de la ley interpretada rígidamente. Ni sin ley ni solo la ley. La pauta debería ser: la ley como marco, la política como tarea y la palabra como instrumento”. Pero, para esta tarea es clave el protagonismo de políticos de verdad, aquellos que saben captar los cambios que se suceden inexorablemente en una determinada sociedad, y además saben encauzarlos políticamente y plasmarlos jurídicamente. ¿Ningún político pudo prever semejante drama político? ¿O si lo previó, esperó acaso a su explosión por fines espurios?

Recurro de nuevo a unas palabras de Azaña, que dedicó una gran parte de su actividad política al problema catalán: “Todos los problemas políticos tienen un punto de madurez, antes del cual están ácidos; después, pasado ese punto se corrompen, se pudren”. Espero que todavía no haya llegado a corromperse completamente y que se equivoque de pleno Antoni Puigverd cuando compara la actualidad de Cataluña con el juego de la comadreja y el gallo, una fábula de Esopo. La comadreja quería zamparse el gallo, pero necesitaba una razón para hacerlo y le acusó de no dejar dormir a los hombres. El gallo contestó que los ayudaba a despertarse. La comadreja lo acusó entonces de tener demasiadas novias, y el gallo contestó que así ponían más huevos. Cada respuesta del gallo era inútil, porque la comadreja presentaba una nueva acusación. Lo que ella quería era comerse el gallo; y así lo hizo.  Y si así ocurre desgraciadamente, quizá sea una nueva ocasión perdida de nuestra historia. Como ya fueron: la primera en 1812; la segunda en 1868-1874; y la tercera en 1931-1936.

Termino con una pregunta. ¿Cómo es posible que los cuerpos de Manuel Azaña y Antonio Machado sigan todavía fuera de España? La respuesta está implícita en las líneas precedentes.

Entrevista a Gabriel Albiac


Entrevista con Gabriel Albiac de Fernando 
Palmero, "Si el Gobierno persevera en su ignorancia, tiene la batalla perdida", en El Mundo,  21 OCT. 2017:


No existen, afirma categórico, ni el sentido ni la finalidad de la Historia y quien ha intentado inventarlos sólo ha conseguido crear destrucción y muerte. La política, dice que comprendió en el París de los 70 de la mano de Althusser, es el instrumento esencial del mal. Y desde entonces se ha dedicado a diseccionar el discurso del poder sin ceder un ápice del rigor analítico al que está obligado todo lector de Spinoza.

"El sentido, pues sería la clave: la fijación de finalidades que la nación materializa y en función de cuya preeminencia todo sacrificio es exigible". De esta forma precisa define Gabriel Albiac el nacionalismo en su Diccionario de adioses (Seix Barral, 2005). Y advierte sobre su naturaleza destructora: "La gran carnicería colectiva en que se mutó la antigua Yugoslavia no es más que un paradigma de laboratorio de lo que, en otros espacios geográficos, emerge bajo escenografías menos cruentas; por el momento. La certeza, elemental en sus convicciones, de políticos que enarbolan la identidad de sangre y lengua, como fe última e incuestionable teología, se ha convertido en la pesadilla inaugural del siglo". Religión laica, por tanto, que transforma variedades culturales (sangre, tierra y lengua) en identidades de guerra (todas lo son, dirá Albiac) que comparten "imprecisas fronteras con el fascismo".

¿Por qué, entonces, se resiste el Gobierno a frenar este delirio del independentismo catalán?

Porque estamos ante un tipo de golpe de Estado con escasos precedentes, ante algo que quizá, aunque sea muy metafórico, se puede llamar un modelo virtual. Es la idea de que un golpe de Estado puede desarrollarse sin costes humanos, económicos e incluso de algún modo sin costes simbólicos. Como si el combate material que ha definido los golpes de Estado desde que Gabriel Naudé inventa el término en el siglo XVII, se hubiese desplazado al ámbito de la escenografía. Un golpe de Estado convertido en un paso de danza. La cosa llega a la caricatura durante el acto insurreccional del 1 de octubre: ¿Qué es lo que lleva a que 17.000 hombres, los Mozos de Escuadra, sin disparar un solo tiro puedan eludir la actuación de una Policía moderna? La idea de que la realidad ha desaparecido y que lo único que cuenta son las imágenes.

¿Por eso no se mandó intervenir al Ejército?

El Estado ha actuado en un anacronismo total. No se ha dado cuenta de que el golpe que se estaba forjando era de un nuevo tipo. Vale que don Mariano Rajoy y su gente no hayan leído nunca a Guy Debord, aunque podían haber consultado a algún especialista, pero tras lo de noviembre de 2014, el Gobierno debería haber aprendido la lección de que tenía, primero, que destruir el golpe en lo virtual, y segundo, saltar por encima de la barrera de lo virtual y ejecutar la imposición material. El Gobierno se ha quedado completamente perdido ante esa estrategia, ha ido jugando permanentemente a la contra y permanentemente mal, porque ya me dirás qué sentido tiene encargar al Ejército que va a ser el responsable de mantener el Estado resultante del golpe a que impida el golpe. Cuando los guardias civiles y policías nacionales fueron a deshacer el roto que habían hecho los mozos, su intervención se convierte en la escenografía de una violación. Y lo que es peor todavía, al ni siquiera llevarlo hasta el final, tienes la imagen del violador, pero encima es el otro el que consigue culminar el proceso.

¿Es un Estado inepto o cobarde?

Ante todo, ignorante. El modo en que han utilizado a los medios de comunicación, el modo en que han puesto la representación imaginaria de los ciudadanos en manos de una gente como la de La Sexta, por ejemplo, que no es más que la máquina de producir representación de toda la banda de los independentistas catalanes y de los grandes empresarios que se benefician de esa dinámica, ese modo estúpido representado arquetípicamente por la vicepresidenta del Gobierno, solamente se puede entender por una ignorancia inconcebible, que no me imagino en ningún otro político de ningún otro país europeo. Si perseveran en esa ignorancia, tienen la batalla perdida. Si no se enteran de una maldita vez de que la representación, en los inicios del siglo XXI, es la representación imaginaria, que todo sucede primero en la escena y luego produce realidad, al contrario de lo que pasaba en el siglo XIX, por supuesto, mientras no entiendan que eso ha mutado, su destino es ser machacados.

¿Cómo interpreta la actitud de los empresarios?

La tesis clave de todo el pensamiento de Carl Schmitt es que para formar la identidad de una nación, basta con inventarse a un enemigo. Da igual que exista o que no exista. Lo que el nacionalismo hace en el periodo de entreguerras, exactamente igual que ahora, es configurar un enemigo, y el enemigo es la España que, fórmula afortunadísima de uno de los grandes publicistas del independentismo, no hace otra cosa que robarnos, España es un inmenso parásito que vive a costa de lo que chupa a Cataluña. Los altos dirigentes de La Caixa saben que eso es falso porque ellos viven de la clientela española; los grandes empresarios comerciales lo saben también porque sus productos se venden principalmente en España. Todo el gran capital sabe que eso es una majadería y que si se aplicase sería para ellos la catástrofe completa, pero les interesa desarrollar una bolsa de rechazo contra España a la sombra de la cuál piensan poder obtener unas situaciones fiscales mucho más favorables de las que tienen. Sin embargo, en un momento determinado se encuentran con que eso ya no lo pueden controlar. Y es el momento en el que empieza a producirse la gran fuga de empresas, como se intentó producir en los años 30 en Alemania. Pero ya con el nazismo en el poder si te intentabas marchar te fusilaban. Afortunadamente no es el caso, por el momento, en Cataluña.

¿Qué le parece la respuesta de Europa?

Muy tibia. Pero eso sí que forma parte de las mitologías europeas. Europa es una entidad marcada por la voluntad de suicidio desde 1914, y después de la Segunda Guerra Mundial, es como si no quisiese ya seguir viviendo. Europa no ha tenido capacidad de autodefensa y tiene plena consciencia de que no ha hecho nada para sobrevivir, que se ha salvado por la cabezonería de un político conservador, Churchill, y por la intervención de eso que los europeos han odiado siempre por encima de todas las cosas: el malvado imperialismo yanqui. Durante la Guerra Fría, Europa fue el escaparate frente a la URSS y al bloque del Este, por lo tanto había que plantearla desde el punto de vista de la guerra propagandística, de la guerra simbólica. Finalizada ésta, Europa se encuentra con que no produce nada y que tiene unos niveles de vida disparatadamente elevados. Si se cree que puede seguir viviendo 10 veces mejor que el resto del planeta y 2.000 veces mejor que los que están del otro lado del Mediterráneo y que lo puede mantener sin un ejército, allá ella.

¿En qué medida el populismo de Podemos es heredero de los gobiernos de Zapatero?

Rodríguez Zapatero ha sido el mayor imbécil de la política española, utilizo el término imbécil en su sentido etimológico, débil. Es un viejo dilema que se estudia en teoría política: ¿Qué es peor a efectos de gobierno, un malo o un tonto? Éticamente tenderíamos a decir que un malo, pero desde el punto de vista de los efectos materiales de un país, no hay nada peor que la estupidez, y la estupidez de Zapatero fue el origen de todo lo que vino a continuación. Lo fascinante es que grupos como estos chicos de Podemos que se presentan a sí mismos como la forma hipermoderna de la vieja izquierda revolucionaria, busquen la identificación en Cristina Kirchner, por un lado, y por otro, en la prolongación del peronismo en Venezuela, es decir, en movimientos abierta, descarada, explícita, inocultablemente fascistas. Creo que es un grave error hablar de Podemos como una organización comunista. No, Podemos es una organización fascista clásica.

¿Cómo se explica que surjan de la Universidad?

El destino del 80% de los alumnos de la Facultad de Filosofía o de Políticas, que es donde surgen, es estar allí para acabar la carrera y seguir viviendo a costa de sus padres. Es una tragedia. Y esto crea un estado de desequilibrio mental extremo. Por tanto, la posibilidad de ofrecer a estos chavales una nueva sacralidad, un universo sacramental que los libere, es tentadora. Estos de Podemos utilizan la vieja jerga religiosa y evangélica (el asalto a los cielos, el hombre nuevo...), hablan como San Pablo, literalmente y cuando lo que tú tienes delante es gente muy desesperada, funciona. Igual que funcionó en los años 30. Toda la Universidad alemana fue nazi, desde los profesores más brillantes hasta los alumnos más preparados.

¿La situación de la Universidad es por Bolonia?

No. Bolonia certifica la muerte de una universidad que ya estaba muerta. La gran enseñanza media, que fue la gloria de Europa, ha desaparecido. Por múltiples motivos, que van desde la masificación de los centros hasta la pérdida de homogeneidad del alumnado. Así, todo el sistema escolar ha descendido un escalón, es como si se estuviera pasando directamente de la primaria a la Universidad. Por tanto, lo que debemos hacer es bajar un escalón la universidad y convertirla en la enseñanza media que ya no existe. Naturalmente los países más sensatos lo que hacen es, en paralelo, mantener el sistema de centros élite. El caso francés es el más descarado. Allí, el deterioro de las grandes universidades ha sido igual pero cuentan con esa alternativa que mantiene todavía al alto funcionariado del Estado.

Su última novela está construida en torno al 11-M, ¿qué significó ese atentado?

El 11-M cierra el ciclo que se inicia en 1975. Es decir, cierra el ciclo de la Transición y lo cierra con una derrota de tales dimensiones que ni siquiera se puede verbalizar. Y eso distingue esencialmente la peculiaridad española de la de cualquier otro país. El bárbaro de Iglesias, que se ha gloriado tanto de decir que él fue el que organizó los ataques contra las sedes del PP después de los atentados, lo ha dicho con más claridad que nadie: no, no, miren, en realidad tenemos que entender que nuestro enemigo es España, España es una cosa inventada por el franquismo, tras la victoria de Franco en la Guerra Civil, por lo tanto, España es algo que ya no puede ser utilizado para nada. Lo que en ese momento triunfa en las calles es la idea de que hemos sido masacrados porque somos una cosa odiosa llamada España y eso, exactamente eso, es lo que une a un Iglesias con las variedades más locas del independentismo. El triunfo más espantoso y más perenne del franquismo es que cada uno de nosotros tiene que hacer un esfuerzo para decir España sin temer estar diciendo franquismo. La canallada mayor de la dictadura fue aprovecharse del significante España. Y los de Podemos deberían estar libres de eso. Para mí y para los de mi edad, decir España implicaba pararte, meditar y decir con toda seriedad: digo España a pesar del franquismo. Estos no tendrían ni que hacer esa cautela. Digo España porque ya sólo un gilipollas puede pensar que España es el franquismo. Bueno, pues esos gilipollas son ellos.

En Alá en París (Confluencias, 2016) advertía del peligro que para Europa representa el yihadismo, ¿qué consecuencias tendrá la caída de Raqqa?

A medio plazo eso repercutirá en una pérdida de capacidad técnica y logística del Estado Islámico (IS). Ante su pérdida de influencia, es probable que la guerra de Siria se desplace hacia Libia, donde una parte del IS se va a instalar porque aquello es, en estos momentos, el caos. A corto plazo, sin embargo, los militantes islamistas que logren escapar y regresen a Europa, principalmente a Francia, serán incontrolables. Habrá muchos atentados en los próximos años y pagaremos un precio muy alto.
Has pasado los últimos cinco años reactualizando a Pascal para una edición completa y bilingüe de los Pensamientos que saldrá en unos meses en Tecnos. ¿Qué tiene de actual Pascal y todo el siglo XVII?

El descubrimiento del siglo XVII, de personajes tan ocultos como Spinoza, Pascal o los libertinos, viene para los de mi edad ligado a una experiencia política y a la necesidad de dar razón de esa experiencia política personal. Tras la monstruosidad completamente inaceptable que fue la URSS, Althusser propone una tesis básica que es la que todos nos lanzamos a desarrollar: esto ha sido el resultado de proyectar sobre Marx la concepción de la Historia hegeliana. Es decir, la idea de que la Historia avanza implacablemente por el sentido bueno, que hay un sentido de la historia y una finalidad de la historia. El retorno al XVII, sin embargo, nos permite decir algo esencial que Spinoza es el que lo formula de manera más clara: todos los autoengaños, todos los errores, todas las mentiras que se producen en las cabezas de los hombres lo hacen a partir de una sola mentira básica: la de que existe el sentido, la de que existe la finalidad, porque si existe el sentido y la finalidad, todo está justificado, tanto la matanza de seis millones de judíos como los veintitantos millones exterminados por Stalin. En cuanto a Pascal, sus manuscritos los publica Pierre Nicole, que es el autor de un libro extraordinario sobre el teatro, en el que analiza el espacio escénico como el espacio de la corrupción de las almas. La polémica con Racine es terrible, porque Nicole dice que un poeta teatral no es más que un envenenador de las almas, así que será mejor poeta teatral cuanto mejor las envenene. A ese envenenador de almas llamamos hoy político.

Al niño le han quedado cuatro

Pablo Poó Gallardo

Al niño le han quedado cuatro,  en Jot Down, octubre de 2017:
  
A estas alturas todos sabemos que cada español lleva dentro, de manera innata, un entrenador de fútbol, un economista y un docente. Con tanto profesional de la educación de incógnito por ahí, analizar el sistema educativo se convierte en una tarea de alto riesgo. Intentaremos, no obstante, aportar la visión de alguien que se pasa las mañanas de lunes a viernes delante de treinta angelitos adolescentes ávidos de conocimiento.

Antes de comenzar habría que tener en cuenta unas sencillas premisas que, por algún motivo que desconozco, a gran parte del personal no le entran en la sesera:

No es lo mismo Primaria que Secundaria: niveles educativos distintos implican estrategias metodológicas distintas, alumnado diferente y profesionales diferenciados.

Las estrategias metodológicas no son estándares universales: una estrategia aplicada en 3.º A no tiene por qué funcionar en 3.º B, porque partimos de una base humana distinta, cada una con sus propias peculiaridades, que necesita un enfoque diferente. Si eso ya pasa en un mismo centro, imaginen en distintos institutos o en diferentes comunidades autónomas. Y eso que aún no he mencionado a Finlandia…

En educación las cosas no son blancas o negras, a pesar de que se empeñen en dividirnos a los docentes en dos bandos: uno más cool, más moderno y más del siglo XXI, que potencia el método por encima del conocimiento, y otro más ilustrado, reaccionario y anticuado, para el que prima el saber por encima de la metodología.

El sistema educativo es la Hidra de Lerna: si queremos entender el estado por el que pasa en la actualidad tendremos que detenernos en cada una de sus cabezas.

El sistema de acceso

Deberíamos contar con un sistema de acceso justo que permitiera la selección de los mejor preparados, ¿no? Pues no. Las oposiciones no son un método de acceso justo.

El número de plazas es independiente según el tribunal. Eso provoca que, en el tribunal 1, alguien con un 5,45 obtenga plaza y que en el de justo al lado, el 2, el que haya sacado un 7,56 se quede fuera. Esto sucede por dos motivos fundamentales: los exámenes son distintos para cada tribunal, por lo que los temas que hay que defender son diferentes. Los tribunales, también: uno puede ser más exhaustivo corrigiendo y el otro más benévolo.

Tampoco fomentan la selección de los mejor preparados: el temario de las oposiciones de acceso a los cuerpos docentes de Secundaria por la especialidad de Lengua castellana y Literatura consta de setenta y cinco temas que abarcan todo lo relativo a la gramática, las teorías lingüísticas y la literatura patria desde las glosas silenses. En el examen solo se podrá contestar uno. El resto de tu formación se la trae al pairo.

Los tribunales también son la guinda. Me pondré yo de ejemplo para no herir sensibilidades. A pesar de que a la Administración no le importe lo más mínimo, pues no gozo de ningún tipo de prebenda por serlo, ni económica ni de reducción horaria ni de perrito que me ladre, soy doctor en Filología Hispánica por la especialidad de Literatura. Para las oposiciones, entenderán, me preparaba con más esmero la parte del temario correspondiente a nuestras letras, habiendo incluso temas de gramática (T. 20: Expresión de la aserción, la objeción, la opinión, el deseo y la exhortación) que ni miraba.

Como funcionario docente entro en el bombo de los «tribunables» para cada oposición. Imaginen que me toca para las próximas. Obviamente, como filólogo, conozco las reglas que, en español, rigen la aserción, la objeción, la opinión y la santa madona que las parió, pero no a un nivel suficiente para aprobar unas oposiciones, pues carezco, en ese ámbito, de conocimientos actualizados, de bibliografía académica y de un trabajo con la materia tal que me permitiera codearme con quienes llevan preparando el tema los últimos meses o, incluso, años de su vida.

Bien, como me toque tribunal y salga ese tema, me vería obligado a corregirlo. A toda prisa, pediría el tema a cualquiera de las amables academias que los sirven de modelo (con mucha querencia por el copia y pega: basta bucear en el Alborg o en el Curtius, que ya hay que estar trasnochado, para darse cuenta) y me empaparía en un par de días de todos los conocimientos que estas personas han adquirido durante meses. ¿Quién soy yo para evaluar un examen del que no soy especialista en el que los examinandos se están jugando algo tan importante?

Pero no pasa nada, la Administración, que tanto vela por nosotros, ya se encarga de dotar a los tribunales de unas secretísimas plantillas (oposiciones públicas, recuerden) con las que facilitar la corrección. Y si no estás de acuerdo con tu nota, ajo y agua: no tienes derecho a ver tu examen corregido.

La falta de formación previa

Ahora, con los grados, las cosas han cambiado algo: al menos hay unas prácticas tuteladas y un trabajo de fin de grado. Sin embargo, si repasan la oferta académica del grado en Filología Hispánica, quizá les extrañe la falta de asignaturas dedicadas a enseñar a impartir Lengua y Literatura. Un grado con una orientación profesional tan significativa como la docencia debería contar, no ya con una suerte de «itinerario docente» dentro de la misma, sino con, al menos, una asignatura de «Pedagogía de la Lengua castellana y Literatura». Al menos en la Universidad de Sevilla, que fue donde estudié, no se imparte.

Es decir, que este que les escribe, cuando aprobó sus primeras oposiciones y se plantó delante de una clase de tercero de ESO con ocho repetidores, se había leído Los amores de Clareo y Florisea y los trabajos de la sin ventura Isea, sabía que lo más seguro es que el Lazarillo no fuese anónimo, que la «e paragógica» le daba al Mío Cid un regusto arcaico muy molón en la época (siempre ha estado de moda lo vintage) o que la terminología de Alarcos no tiene nada que ver con lo que enseñamos en Secundaria; pero no tenía ni idea de qué hacer cuando el del fondo te manda a la mierda, cuando vas a corregir unos ejercicios y no los ha hecho ni la niña que sonríe en el póster de vocabulario inglés de Oxford o cuando, con dieciséis años, el primer libro que se van a leer es ese del que tú les estás convenciendo.

La falta de formación continua

Sin embargo, si hay algo que no se le puede achacar a nuestro sistema educativo es falta de coherencia: si nuestra formación inicial no es la más adecuada, la formación continua no iba a ser menos.

Hablo de esos cursos y programas que se, digamos, desarrollan en los centros, y sirven para completar las sesenta horas necesarias para el cobro del próximo sexenio.

Cursos de escaso interés, con algunos ponentes que te dejan un arqueamiento de cejas más propio de una parálisis facial, de dudosa aplicación en el aula, que deben ser realizados en los centros de formación del profesorado (esos que, con suerte, te pillan a menos de cincuenta kilómetros de tu centro) y a los que has de asistir por las tardes porque no disponemos de horas específicas de formación (pero qué más da, ¡si los profesores no trabajamos por las tardes!).

Mención aparte merece el tema de la competencia digital. Este que les escribe no es que sea un as de la informática, pero tiene dos cosas claras: que el ordenador no hace nada que tú, consciente o inconscientemente, no le digas que haga y que probando, equivocándote y ensayando se aprende mucho. Yo he tenido compañeros (y compañeras, claro, pero para esto de las generalizaciones negativas da un poco más igual) que no sabían conectar el proyector con el ordenador en caso de que ambos funcionaran o que no sabían imprimir a doble cara o cancelar una impresión.

No se pide montar un servidor o programar en C, pero, joder, quítame el pen con seguridad.

Las leyes educativas

Imagine un trabajo cuyos legisladores, en el mejor de los casos, haga años que no ejercen de aquello que están regulando. Habrá otros que, incluso, no hayan trabajado en ese ámbito en su vida. Esto es lo que sucede en el mundo educativo: no se cuenta con profesores en activo para la redacción de las leyes que nos rigen.

Es increíble la cantidad de barbaridades que se llegan a acumular en una sola ley educativa. Barbaridades fácilmente subsanables habiendo, al menos, pisado un centro educativo.

Un ejemplo: en la anterior legislación existía el Programa de Diversificación Curricular (PDC). En él se incluía a alumnos con dificultades de aprendizaje para que en 3.º y 4.º de la ESO tuvieran una serie de asignaturas agrupadas en ámbitos: Lengua castellana y Literatura junto con Historia conformaban el Ámbito Sociolingüístico. Matemáticas y Ciencias Naturales, el Ámbito Científico Técnico. El PDC (o la «Diver», de lo bien que nos lo pasábamos en clase) se podía entender como una especie de premio al esfuerzo de determinados alumnos que, por una casuística bastante amplia, desde alguna dificultad diagnosticada de aprendizaje a problemas familiares, ingresaban en este programa como medida para, si no garantizar, facilitarles un itinerario adaptado a sus necesidades que concluyera con la consecución del título de Secundaria.

Mentira. Se metía a los alumnos más problemáticos para que los demás pudieran dar clase y, de paso, ayudar a estos que, con más problemas de vagancia que de aprendizaje, se iban a quedar sin titular.

La Diver, mejor o peor empleada según el centro, no estaba mal planteada del todo: se cogía la parte final del itinerario educativo obligatorio con una clara orientación finalista y se podía repetir curso, que era algo así como decirles que, aunque con más facilidades, no se les iba a regalar el aprobado.

A todo esto, llegan las cabezas pensantes de la LOMCE y topan con la Diver. Quizá alguno, incluso, la hubiera cursado. Entonces deciden remodelarla, darle su toque personal a lo J. J. Abrams y crean el PMAR (Programa de la Mejora del Aprendizaje y el Rendimiento).

El PMAR parte de la misma base: agrupaciones menores de alumnos con alguna dificultad de aprendizaje y asignaturas compendiadas en ámbitos; pero, como habían también cambiado los ciclos de la ESO (el segundo ciclo pasaba de ser 3.º y 4.º a solo 4.º), el PMAR podía durar hasta 3.º, con lo que lo adelantan un año y fijan su inicio en 2.º. Además, le añaden una guinda: no se puede repetir entre 2.º y 3.º, es un programa de dos años, y punto.

Pónganse ustedes delante de unos angelitos que saben que, aunque suspendan todas las asignaturas, no van a repetir el primer año. ¡Ahora van y los motivan!

¿Y cuando terminan el PMAR en 3.º? Pasan a un cuarto estándar. Han tenido dos años para ponerse al día, ¿no?

Finlandia y las competencias básicas

Pero ahí no acaba la cosa. El sistema educativo se replanteó hace ya unos cuantos años con la implantación de las Competencias Básicas de la Educación. Ahora se llaman Competencias Clave: ya saben que los cambios de nombre quedan muy bien de cara a la galería.

¿Se acuerdan de aquella tríada clásica de conceptos (lo que sabes), procedimientos (lo que haces) y actitudes (cómo te comportas)? Pues ya no existe. Sí, a menos que se tengan hijos en edad escolar, el resto de la sociedad española desconoce casi por completo cómo funciona el sistema educativo.

Simplificando mucho, resulta que a nuestros expertos educativos les fascinan los sistemas escolares escandinavos. Entonces piensan: «Coño, si esto funciona en Finlandia, ¿por qué no en España?». Como si la transculturación fuese algo tan sencillo como construir una Maestranza en Copenhague y llevar a Padilla.

El sistema educativo finlandés funciona en Finlandia por una razón muy sencilla: hay finlandeses. Aquí tenemos españoles.

Pero es que, además, la adaptación fue de lo más chapucero. Recuerdo el curso en el que comenzamos a evaluar por competencias: nadie sabía qué era aquello. Llamamos, entonces, a nuestros superiores, a las Consejerías de Educación: nadie sabía qué era aquello. Entonces empezamos a montar grupos de trabajo y nos asignaron expertos: nadie sabía qué era aquello.

Cada profesor tuvo que buscarse la vida a su manera. Básicamente te quedaban dos opciones: o no evaluabas por competencias o te inventabas tu propio método. Lo primero era lo más fácil; el problema es que viniera un inspector educativo a pedirte el cuaderno de notas. Él tampoco sabía evaluar por competencias, pero tú tenías que hacerlo. Lo segundo era frustrante: ahí estaban esos arrojados campeadores educativos con sus hojas de Excel kilométricas, enlazadas, coloreadas… y cuando llegaba la hora de introducir las notas en el programa de gestión educativa resulta que solo tenías que poner una calificación de 0 a 10, como toda la vida.

Pero bueno, todavía no he explicado qué son las competencias: son una serie de saberes básicos interdisciplinares que abarcan todos los ámbitos de saber del futuro ciudadano adulto que será nuestro alumno. Sí, es genial.

Ahora, en los centros educativos, evaluamos la competencia lingüística (cómo se expresan), la matemática (cómo suman), la conciencia y expresiones culturales (cómo… valoran la cultura), la social y ciudadana (cómo tratan a sus compañeros y al centro), el sentido de la iniciativa y emprendimiento personal (si te entregan las actividades voluntarias), la competencia digital, aunque no se pueda llevar el móvil a clase y los ordenadores no funcionen, y la competencia para aprender a aprender, que viene a ser algo así como lo que su propio nombre indica.

¿Y qué hacemos con todo esto? ¡Muy sencillo! Como no hay un método oficial, ¡hagan lo que les dé la gana! Yo les propongo uno: dividan cada evaluación en tareas evaluables: un examen, una lectura, unas actividades… A cada tarea evaluable, asígnenle un peso específico dentro de la evaluación expresado en porcentaje (examen: 30%, lectura: 10%…). En cada tarea con cada porcentaje, decidan qué competencias se van a trabajar (en un examen, por ejemplo, la competencia lingüística porque es de Lengua y se tienen que expresar; competencia para aprender a aprender porque al instituto, aunque no lo parezca, se viene a aprender; competencia en conciencia y expresiones culturales porque les voy a poner un fragmento de La colmena; y sentido de la iniciativa porque comprobaré si ha estado practicando ortografía y ha mejorado el número de faltas del último examen). A cada competencia, asígnenle un porcentaje de peso dentro del porcentaje de la tarea que ya establecieron previamente. Et voilà! Ya solo les queda ponerle al examen una nota distinta por cada competencia que dijeron que iban a trabajar.

Así, cuando les pregunten a sus hijos qué han sacado en el último examen de Lengua, les dirán: «Pues mira, he sacado un 7 en CCL que vale un 50%; un 5 en CPAA que vale un 20%, un 4 en CEC, pero no te preocupes, que vale solo un 10% y en SIEP, que no sé lo que es, me han puesto un 8. Ah, vale un 20%. Pero el examen cuenta como 30%».

—Entonces, ¿qué nota has sacado?

—Yo qué sé, ¡haz la cuenta!

Y ni he mencionado los estándares de aprendizaje.

La inspección educativa

Son mis jefes y no voy a hablar mal de ellos, que bastante me ha costado conseguir la plaza. Son supersimpáticos y competentes y te ayudan en todo lo que necesites. No, en serio, algunos son muy buena gente.

El problema es que, al igual que pasa con los que redactan las leyes educativas, un inspector educativo puede llevar décadas sin impartir clase o, directamente, haber sido maestro en Primaria y estar asignado a Secundaria.

La inspección educativa peca de exceso de burocracia. Cada vez que se designa a un centro educativo como de atención preferente, una tribu del Amazonas pierde el que ha sido su hogar durante siglos. Y el problema es que el papeleo no sirve para nada, porque no lo lee quien lo tiene que leer. Y, si lo lee, peor, porque hace caso omiso a las propuestas que sugerimos cada año.

La inspección educativa debería ser un órgano más numeroso de lo que es y debería tener un mayor enfoque de asesoría pedagógica. Pero la impresión que se tiene en los centros educativos es más cercana a la del tribunal de la Inquisición.

Recuerdo también una reunión de departamento bastante tensa donde una inspectora, diplomada en Magisterio por la especialidad de Matemáticas, nos decía que debíamos dejar de impartir gramática en nuestras clases de Lengua y Literatura de Secundaria porque «eso ya no se llevaba».

Además, es inversamente proporcional el número de informes que hay que rellenar cuando suspende un alumno y cuando aprueba. Que, a ver, no digo que sea una medida de presión encubierta; está claro que los que aprueban no necesitan nada más. ¿O sí?

El alumnado

El ambiente en las clases ha cambiado mucho desde que ustedes obtuvieron su título correspondiente. La tónica general que solemos encontrar los profesores, aunque depende enormemente del contexto sociocultural del centro y de la manera en que la directiva lleve su organización y funcionamiento, es que se ha perdido el respeto a la figura del docente y el sentido de utilidad de tener una buena formación. No solo entre los alumnos, la educación que vienen ofreciendo los padres nacidos alrededor de los setenta en adelante tiene mucho que ver.

El respeto al profesorado no se gana a base de temor, como quizá ocurría en la educación que recibieron muchos de ustedes. Los profesores no vamos por ahí. El respeto de tu clase se gana preocupándote por ellos, sabiendo dejar la materia a un lado cuando sus problemas van por otro, buscando la manera de engancharlos a tu asignatura y haciéndoles ver la utilidad de tener una formación.

Pero la carambola a tres bandas es brutal: hay profesores que deberían, mejor, dedicarse a otra cosa; hay familias que, más que educar, destruyen lo poquito que avanzamos cada mañana; y hay niños que traen la mala leche de serie.

Yo he pasado por quince institutos diferentes, la mayoría de un contexto sociocultural bajo, aunque he tenido de todo. Y pienso que cada vez más nuestros jóvenes no solo es que sepan menos, sino que tampoco les preocupa en exceso.

El sistema educativo, sobre todo en su parte obligatoria, está planteado para evitar el fracaso escolar de la manera más burda posible: bajemos el nivel para que aprueben todos. Cualquiera de mis alumnos puede titularse en 4.º de ESO habiéndose rascado significativamente los genitales. Tema distinto es la base que lleve a estudios posteriores, pero titularse, se titula (obsérvese que hablo de «mis» alumnos: insisto en que, en el tema educativo, el contexto es fundamental).

Este curso solo he suspendido, en junio, a cuatro alumnos. Como tengo ya muchos tiros dados, pues el nivel lector de algunos adultos es limítrofe con el de mis pupilos, dejaré claras dos ideas antes de seguir:

La calidad de un profesor no se mide por su número de suspensos.
He puesto más dieces que suspensos.
Lo que ocurre es que detrás de ese casi 100% de aprobados, en la mayoría de los casos, no hay un nivel acorde con la nota. Este curso, casi la totalidad de mi antiguo tercero de ESO ha pasado a cuarto con un nivel competencial, con suerte, de primero de ESO. ¿Qué hay, hoy día, detrás de un título de Educación Secundaria? En muchos casos, casi nada.

Y no me estoy refiriendo a conocimientos vinculados a asignaturas, ya sé que para ser alguien en la vida no hace falta haber leído el Quijote ni analizar una subordinada sustantiva de complemento directo (perdóname, Alarcos), sino a su nivel competencial: su capacidad de reflexión, de analizar ideas, de tenerlas propias, de valorar la cultura, de respetar a los demás.

El timbre está a punto de tocar

En el sistema educativo, como buen reflejo del planeta, también hay varios mundos. Se dan, incluso, dentro de un mismo centro. Hay profesores que prácticamente solo hemos trabajado en el tercer mundo educativo: ese donde el nivel de conocimientos es paupérrimo, donde prefieres dedicar las horas a hablarles de lo jodida que es la vida estando en paro, de que las drogas no son el camino (ni consumirlas, ni venderlas), de que no tienes que cometer los mismos errores de tus padres ahora que, por suerte, sabes cuáles fueron. Clases donde demasiados alumnos se irán del instituto antes de titularse. Centros en los que el equipamiento TIC no es que date de los principios del 2000 sino que, directamente, es inservible.

Pero hay otras realidades, como la que mostró Évole cuando quiso hacer un retrato de la educación en España y se quedó en lo que más vende: esos alumnos con inquietudes, interés, capacidad y mucha verborrea que, por suerte, también habitan las aulas de nuestro país.

Nadie miente y nadie dice la verdad: cada uno habla de lo que ha vivido. Por eso es inútil tirarse los trastos a la cabeza. Aunque una cosa sí está clara: si nunca has dado una clase, al menos, no estorbes.

Todos los hombres desean naturalmente saber

Παντες ανθρωποι του ειδεναι ορεγονται ϕυσειAsí empieza la Metafísica de Aristóteles, pero eso no ocurre en un aula de la ESO. Aristóteles hablaba del conocimiento directo, no del conocimiento abstracto, y mencionaba la necesidad de una continua experiencia para conseguirlo, es decir, de un gran esfuerzo. Pero

1- El nivel de exigencia es paupérrimo en la ESO comparada con la EGB.

2 – La preeminencia de los criterios de los psicopedagogos frente a los de los docentes: Las aulas están llenas de niños hiperactivos en vez de vagos a secas.

3 – La imposibilidad de imponer disciplina a través de castigos a aquellos que rompen la clase e incumplen con sus obligaciones (véase punto 2).

4 – Falta de compromiso de los padres: Yo llevo al colegio al niño para que lo eduquen (no señores, eso se hace en casa. El colegio está para transmitir conocimientos).

5 – Incongruencias graves en el nivel de exigencia en el salto de primaria (mínimo) y secundaria (que es mínimo pero al menos exige constancia, y es un valor que no se transmite).

6 – La obsesion por las TIC hacen que se pierdan los objetivos. En las clases de mi mujer todos los trabajos deben ser entregados escritos a mano porque la experiencia demuestra que muchos chavales copian y pegan de la wikipedia o similar (e imprimen a color con sus hipervínculos y todo) y además, el autocorrector les evita las faltas de ortografía y considera más importante saber redactar y escribir con corrección que saber usar un procesador de textos con corrección.

viernes, 20 de octubre de 2017

Stefan Zweig habló sobre el nacionalismo

“Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea”. 

Stefan Zweig, El mundo de ayer, 1942

jueves, 19 de octubre de 2017

La inteligencia artificial supera al fin y desfasa a la humana.

Javier Salas "La inteligencia artificial ya aprende sola a ser invencible", en El País, 18-X-2017:

El último algoritmo de Google prescinde del conocimiento humano y señala que puede ser un lastre.

Es solo un juego de mesa. Pero el tablero del go, este complejo ajedrez oriental, es el terreno elegido para explorar las fronteras de la inteligencia artificial que en el futuro ayuden a "resolver todo tipo de problemas apremiantes del mundo real", en palabras de Demis Hassabis, líder de Google DeepMind. Esta división de la multimillonaria tecnológica ya logró crear un programa ganador de go, AlphaGo, capaz de derrotar a los campeones mundiales desnudando muchos secretos de la mente humana. Ahora han ido un paso más allá al desarrollar un programa capaz de aplastar a todas las versiones previas del todopoderoso AlphaGo aprendiendo de cero y sin ayuda. Una máquina que se enseña a sí misma, sin ejemplos de partidas reales ni intervención humana, hasta convertirse en invencible. Y además lo logró con una fuerza incomparable, en un tiempo récord y consumiendo una cantidad mínima de recursos informáticos.

Esta nueva versión desarrollada por DeepMind cuenta con un algoritmo que le permite aprender a ganar de la nada, practicando consigo misma

El programa original se había entrenado estudiando millones de movimientos reales de miles de partidas jugadas entre humanos, un monumental paso previo antes de comenzar a entrenarse jugando contra sí mismo hasta convertirse en imbatible. Pero esta nueva versión desarrollada por DeepMind, denominada AlphaGo Zero, cuenta con un nuevo algoritmo que le permite aprender a ganar de la nada, a solas con el tablero y las fichas. El nuevo algoritmo se apoya en una red neuronal basada en el aprendizaje por refuerzo: la máquina sabe enseñarse sola practicando consigo misma hasta alcanzar una capacidad muy superior a la de sus versiones previas.

El equipo de DeepMind quería ilustrar cómo la inteligencia artificial puede ser eficiente frente a aquellos retos en los que no se cuente con datos suficientes o conocimientos previos para guiar a la máquina hacia una solución óptima, como explican en el estudio que les publica la revista Nature. "Nuestros resultados demuestran", escriben, "que un enfoque de aprendizaje por refuerzo puro es completamente factible, incluso en los dominios más exigentes: es posible entrenar a un nivel sobrehumano, sin ejemplos humanos ni orientación, sin más conocimiento del campo que las reglas básicas". La idea ya no es superar a los humanos subiendo sobre sus hombros, sino llegar donde ellos no están ni pueden ayudar.

La máquina autodidacta derrotó a una máquina igual de potente pero enseñada con información de partidas humanas en solo 24 horas

Partiendo de cero, con movimientos aleatorios, AlphaGo Zero comenzó a entender las nociones de este complejísimo juego de piedras blancas y negras que deben ir ganando territorio en un tablero de 19 por 19 cuadrantes. En solo tres días, tras jugar contra sí misma casi cinco millones de veces, esta máquina venció a la exitosa versión previa que derrotó por primera vez a un campeón de talla mundial. Aquella máquina original necesitó meses de entrenamiento y 30 millones de jugadas. El algoritmo actual es tan eficiente que se hizo invencible con tan solo cuatro chips especializados frente a los 48 que necesitaba su predecesora de 2015. AlphaGo Zero derrotó a AlphaGo por 100 a cero.

Lo más interesante es lo que esta nueva máquina nos enseña sobre el aprendizaje, sobre (lo prescindible de) nuestros conocimientos y nuestra inteligencia. "A las 3 horas, el juego se centra en comer piedras con avaricia, como un principiante humano", detalla el estudio. "A las 19 horas, el juego exhibe los fundamentos de vida y muerte, la influencia y el territorio", continúa. A las 70 horas, la máquina es extraordinariamente capaz, a niveles sobrehumanos, capaz de visualizar estrategias sofisticadas impensables para los jugadores de carne y hueso. Y en 40 días es invencible. 

La idea ya no es superar a los humanos subiendo sobre sus hombros, sino llegar donde ellos no están ni pueden ayudar

De forma intuitiva, la máquina fue descubriendo tácticas, posiciones y movimientos que el talento humano había ido perfeccionando durante miles de años. Pero descubrió por sí misma otras estrategias innovadoras desconocidas que le resultaban más eficientes y optó por abandonar los movimientos clásicos humanos. Esa creatividad del algoritmo, uno de los hallazgos más notables de DeepMind, ya pudo verse en su famosa batalla contra el campeón Lee Sedol, de quien siempre se recordará su gesto, ojiplático y boquiabierto, al observar un brillante movimiento ganador de AlphaGo.

Es más, AlphaGo Zero ha demostrado que el conocimiento humano puede incluso ser un lastre a la hora de alcanzar mayores niveles de efectividad. Los especialistas de DeepMind alimentaron a una copia de este algoritmo con información de partidas reales entre humanos, para comparar su rendimiento con la versión autodidacta. El resultado: la máquina autodidacta derrotó a la máquina enseñada por humanos en las primeras 24 horas de entrenamiento. "Esto sugiere que AlphaGo Zero puede estar aprendiendo una estrategia que es cualitativamente diferente del juego humano", concluyen los investigadores de Google.

La verdadera capacidad de las máquinas

DeepMind ya había logrado que las máquinas aprendieran solas a ganar, como hizo con videojuegos clásicos. Pero el nivel de sofisticación del go, con más posibilidades en el tablero que átomos en el universo, lo convierte en mejor prueba que los marcianitos. Sobre todo si, como asegura Hassabis, pretenden usar estos desarrollos para solucionar cuestiones tan difíciles como el plegamiento de proteínas o el desarrollo de nuevos materiales: "Si podemos lograr con estos problemas el mismo progreso que con AlphaGo, tiene el potencial de impulsar el conocimiento humano e impactar positivamente en todas nuestras vidas"

"AlphaGo Zero puede estar aprendiendo una estrategia que es cualitativamente diferente al juego humano", concluyen los investigadores de Google

Conocidos los resultados de DeepMind, conviene recordar la Ley de Amara, propuesta por el científico Roy Amara: "Tendemos a sobrestimar el efecto de una tecnología a corto plazo y subestimar su efecto en el largo plazo". Este algoritmo de Google no tiene rival a la hora de enseñarse a sí mismo a ganar al go, pero hoy por hoy está muy limitado por la tarea encomendada. Así lo reconocieron sus desarrolladores hace unos meses, preguntados por qué pasaría si de pronto le cambiaran a AlphaGo las dimensiones del tablero de 19x19 a 29x29: "Estaríamos muertos". Un jugador humano sabría adaptarse sin mayores problemas al cambio.

Como contexto, un estudio del mes pasado publicado por investigadores de la Academia de Ciencias de China sobre el riesgo real de la inteligencia artificial analizando sus actuales capacidades. Así, estudiaron cuál sería el coeficiente intelectual de los distintos sistemas de inteligencia artificial, llegando a la conclusión de que son como niños pequeños: el de Google es de 47, el doble que el de Siri (24). Tomando en consideración las habilidades de los sistemas en torno a su "dominio del conocimiento, aprendizaje, uso y creación", llegaron a la conclusión de que la inteligencia general de AlphaGo (la versión de 2016) está por debajo de la humana. Eso sí, señalaban que para subir un peldaño en sus capacidades intelectuales AlphaGo necesitaba demostrar la creatividad necesaria para enseñarse a sí mismo a ganar. Y ese reto ya lo ha superado.

martes, 17 de octubre de 2017

El 10% más rico acumula el 52 % de la riqueza

Antonio Maqueda, "El 10% más rico de España acumula el 52,8% de la riqueza", en ·El País, hoy:

(para ver los estadillos, pinchar el enlace)

El 25% más pobre carga con más deudas que activos, según los datos del Banco de España

El 10% de hogares más ricos tenía en 2014 el 52,8% de la riqueza de España una vez descontada la deuda, según se desprende de la Encuesta Financiera de las Familias publicada este martes por el Banco de España y que comprende el periodo entre 2011 y 2014.

Este grupo ha visto como en esos años su riqueza neta ha ganado valor: de media, el 10% más rico poseía en 2014 un patrimonio neto de 1,29 millones de euros frente a los 1,23 millones que tenía en 2011. Sin embargo, en comparación con 2008, la riqueza de este colectivo todavía cae, ya que al principio de la crisis su riqueza neta ascendía a una media de 1,35 millones.

No obstante, según el Banco de España, esta franja de hogares ricos presenta unos niveles de renta o ingresos no tan elevados en comparación con su riqueza acumulada: la renta anual de este 10% más rico se situó en 2014 en los 67.600 euros de media frente a los 80.300 euros que ganaron en 2011.  

Si concentramos el foco en los todavía más ricos, el 1% más acaudalado de España ha conseguido un comportamiento incluso mejor de su patrimonio. Hasta el punto de que entre 2011 y 2014 aumentó bastante la proporción que tiene de la riqueza de España. Según los datos que ha facilitado el director del servicio de estudios del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en esos cuatro años su porción de la riqueza nacional ha engordado desde el 16,87% del total hasta el 20,23%.

O dicho de otro modo, el 1% más rico ha pasado a tener durante la crisis el 20% de la riqueza. La razón de este incremento estriba en el comportamiento de los activos financieros. Cuanto más adinerado, más se invierte en productos financieros como acciones o fondos. Y estos se han beneficiado del impulso que recibieron una vez despejadas las dudas sobre el futuro del euro. Por ejemplo, en ese periodo el Ibex 35 sumó un incremento del 20%.

El resto de los hogares españoles destina, por el contrario, el grueso de su riqueza a la vivienda, cuyo valor en ese periodo cayó un 20% según el INE. A partir de 2014 probablemente se revierta algo esta dinámica, pues el inmobiliario ha mejorado y los mercados financieros se han estancado.    

Los más pobres, con patrimonio negativo

En cambio, el 25% más pobre presentó de media en 2014 un patrimonio negativo de 1.300 euros. Es decir, tiene de promedio más deudas que activos. La situación patrimonial de esta cohorte empeora sensiblemente si se compara con 2011, cuando la media rondaba 12.600 euros. O con 2008, cuando la media subía a los 14.800 euros. Estos datos indican que este grupo fue el que acusó con más diferencia la pérdida de riqueza que causó la crisis. 

lunes, 16 de octubre de 2017

Alexandre Grothendieck, el nuevo Pascal matemático que descubrió a Dios

Hijo de anarquistas que estuvieron en la Guerra civil española, Alexandre Grothendieck fue uno de los matemáticos más importantes del siglo XX. De ética muy elevada, se dio cuenta de que el progreso científico iba en línea de alienar al hombre y abandonó el trabajo para aislarse en contacto con la naturaleza en los Pirineos, y ordenó que sus obras no se reimprimieran nunca más para no facilitar la alienación del hombre por las máquinas del capitalismo. Lo declaró en una famosa carta. Sus motivos son oscuros, tal vez sean otros, pero yo creo que son los que acabo de explicar porque están en línea con su trayectoria:

Declaración de intención de no publicación

No pretendo publicar ni volver a publicar ningún trabajo o texto del que sea autor y en cualquier forma, impresa o electrónica, ya sea en forma completa o incluso en fragmentos, ni textos de carácter personal, de carácter científico o de cualquier otra índole, ni cartas dirigidas a quienquiera, ni siquiera traducciones de textos de los cuales soy el autor. Cualquier edición o difusión de dichos textos que se haya hecho en el pasado sin mi consentimiento o que se haga en el futuro y mientras yo viva está en contra de mi voluntad expresamente especificada aquí y es ilegal a mis ojos. A medida que lo averigüe, le pediré a la persona responsable de esas ediciones pirateadas o de cualquier otra publicación que tenga sin permiso textos de mi mano (más allá de las posibles citas de algunas líneas cada uno) que elimine del comercio estos libros; y a los bibliotecarios que poseen tales libros que eliminen estos libros de sus bibliotecas.

Si mis intenciones, claramente expresadas aquí, no se tienen en cuenta, la vergüenza recaerá en los responsables de las ediciones ilegales y en los responsables de las bibliotecas en cuestión (tan pronto como hayan sido informados de mi intención).

Escrito en mi hogar, el 3 de enero de 2010.

Alexandre Grothendieck.

domingo, 15 de octubre de 2017

Marías habla de lo que no se habla con tanta Cataluña

Javier Marías

LO FÁCIL QUE ES ENGAÑAR

Son millones los que han perdido el empleo, el negocio o aun la vida, los que han engrosado las filas de la pobreza. Ya no se habla de nada de esto.

El País, 15 DE OCTUBRE DE 2017

30 DE SEPTIEMBRE, víspera de la kermés independentista de Cataluña. Salgo a dar una vuelta por mi barrio madrileño, el de los Austrias, poco proclive a votar al PP (decir que vota más “izquierdas” sería grotesco en tiempos en que se tiene por tal a un partido como Podemos, tan parecido al peronismo benefactor y beneficiado de Franco). Algo había leído en columnas ajenas, pero ahora lo veo con mis ojos: a lo largo de mi breve paseo, distingo un centenar de banderas españolas en balcones, algo insólito en la capital a menos que la selección dispute una final de fútbol, lo cual puede ocurrir, como máximo, un día cada dos años. “Vaya”, me digo. “Gracias, Puigdemont y Junqueras, Forcadell y Anna Gabriel, Romeva y Turull y Mas, Rufián y Tardà”. (Ya dijo Juan Marsé, con su excelente oído, que estos dos últimos sonaban a dúo de caricatos.) “Estáis despertando un nacionalismo peligroso que llevaba décadas adormecido”. Me consuelo levemente al comprobar que las banderas colgadas son constitucionales o sin escudo, no veo ningún águila ni el insoportable toro silueteado.

Pero me revienta la proliferación de banderas, no importa cuáles. La veo una pésima señal. Hace años, a raíz de una exhibición de esteladas en el Camp Nou, y al preguntárseme al respecto en una radio, contesté que siempre que veía gran número de banderas me acordaba de Núremberg, fueran catalanas, españolas o estadounidenses. Un historiador experto en falsear la Historia me acusó de haber comparado a los independentistas con los nazis, ocultando arteramente que me había referido a cualquier bandera, y que había hecho mención expresa de la española. Bueno, quien acostumbra a falsear la Historia cómo no va a falsear lo demás.

Lo cierto es que los susodichos políticos catalanes llevan años haciéndole inmensos favores al PP. Y si hasta ahora no se los han hecho al extremismo totalitario (al español; al catalán de la CUP ya lo creo que sí), es porque está medio oculto y desarbolado, o bien integrado en el PP. No es sólo que reaviven un patriotismo felizmente aletargado, ojalá eso quede en anécdota. Es que gracias a ellos ya no existe ningún grave asunto más: ni corrupción, ni Gürtel, ni Púnica, ni Bárcenas, ni ley mordaza ni recortes laborales, sanitarios, educativos. Hace no mucho la Ministra de Trabajo se fue de rositas tras ensalzar la “gran recuperación” de la economía tras la crisis, y encima se vanaglorió, con el mayor cinismo, de que “nadie ha sido dejado atrás”. A Báñez le fallan las neuronas (es la única alternativa al cinismo), y además no se baja nunca de su coche oficial. Le bastaría pisar la Plaza Mayor de Madrid para ver que todos sus soportales están tomados por masas de mendigos que duermen y velan dentro de sus cartones, despidiendo un hedor que nada tiene que envidiar al de Calcuta en sus peores tiempos. Esa plaza, como otros puntos de la ciudad, son favelas, cada día más. Y si Gallardón y Botella no tomaron medida alguna, imagínense Carmena, a quien el escenario tal vez parezca de perlas y “aleccionador” para los turistas. Báñez se ha olvidado ya de los incontables negocios que debieron echar el cierre desde 2008, a los que de repente los bancos negaban hasta el crédito más modesto; de los infinitos parados súbitos del sector de la construcción y de las empresas afines: gente que llevaba una vida fabricando grifos, pomos o cañerías se quedó en la ruina y a menudo en la calle; tampoco va la Ministra a oficinas ni tiendas, en las que verá cómo se ha reducido el personal brutalmente y cómo quienes conservan el empleo se ven obligados a hacer jornadas interminables, a multiplicar su tarea por dos o tres, para paliar esa falta de compañeros de la que los dueños sacan ganancia. Haga interminable cola en un supermercado y pregúntese por qué hay una sola caja abierta, en vez de tres o seis; pregunte qué sueldo perciben esos trabajadores que mantienen su puesto, se enterará de que no están lejos de ser siervos; pregunte qué tipo de contratos se ofrecen, y verá el abuso del patrono institucionalizado, y protegido por su Gobierno y por ella. ¿A nadie se ha dejado atrás? Son millones los que han perdido el empleo, el negocio o aun la vida, los que han engrosado las filas de la pobreza. Ya no se habla de nada de esto.

Claro que dense un paseo por Cataluña y verán lo mismo, si no peor. Sus gobernantes autonómicos, hoy aclamados por los independentistas, han llevado a cabo las mismas políticas de austeridad y recortes que el PP, con antelación y con el resultado de millares de niños malnutridos. Así que con la kermés también se están haciendo un inmenso favor a sí mismos. Han conseguido que no se hable más del 3%, del saqueo de los Pujol, de la monstruosa corrupción. “Dadnos un país nuevo y puro”, le dicen a la gente. Y callan la segunda parte, la verdadera: “Así nadie nos podrá pedir cuentas de lo que hemos hecho, ni de lo que seguiremos haciendo con las manos libres y jueces nuestros”. Uno se estremece al comprobar lo fácil que resulta hoy engañar.

jueves, 12 de octubre de 2017

Antígona, no Cataluña

Íñigo Méndez de Vigo dice que hay adoctrinamiento ideológico en las escuelas catalanas. Pero una vergüenza que tolera durante cuarenta años no es vergüenza, es relajamiento y al fin depravación. No sé qué diría si me pusiera a explicar en Literatura Universal la Antígona de Sófocles y adoctrinara diciendo que es un precepto del derecho natural (ese que dice que todos somos iguales en poseer unos mismos derechos inalienables) enterrar a los muertos, porque por aquí 111.000 siguen en las cunetas gracias a un Creonte que milita en su partido. Es lo que tienen los clásicos: se aplican a cualquier época, son universales, no nacionalistas. Que ya los griegos se burlaban de los que creían que la luna de Corinto era mejor que la de Atenas.



Si se ahorró en entierros porque había que pagar con nuestros dineros a Merkel los agujeros que en los bancos han hecho los políticos, bien está; pero no han ahorrado en otras partidas, por ejemplo en la de corrupción (lo mismo da PP, PSOE o Convergencia).  Acaso es porque lo que prima en España es el derecho positivo, tan prestigiado aquí por el fascismo y el Opus que se ha adueñado de la judicatura, qué se le va a hacer: el derecho del que manda y roba porque puede hacerlo: por eso es el que manda. El derecho al mangoneo. Ese es el derecho que se hace en España. Ahora dicen los predemócratas y posfascistas que van a reformar la Constitución, fíjense: no hacer una nueva, ni siquiera hacer un referéndum sobre elegir la forma del estado o cómo hay que reformarla o si hay que hacer una nueva. Ni siquiera comunican qué es lo que han pactado en secreto reformar, y lo que es peor, qué es lo que no han pactado reformar (Rajoy declaró que solo reformaría la Constitución sabiendo hacia dónde se iba). Mucho me temo que urdirán todo tipo de estrategias y torcedores para evitar la intervención del pueblo, de todo el pueblo, y no solo de los de siempre, en ese proceso de reforma que yo llamo de restauración (el pueblo se lo ha ganado tras cuarenta años de soportar gilipolleces, senadores y mangantes autonómicos, con toda la bendición de los diez mil aforadores). Porque una constitución afecta a todo el mundo, y no solo a los que se quieren repartir las prebendas. Cuánto nos vamos a reír... perdón, cuánto vamos a sufrir.



No querría hablar más de política: no me gusta este tipo de espectáculos, semejante al circo romano, ni siquiera con la vaga sonrisa de Cela, donde siempre se tira a los leones a los indefensos mientras los demás hacen apuestas y exhiben sus últimos modelitos de prebendas. Para algunos será divertido, no lo dudo; pero el espectáculo puede verse por otro sitio: la porta libitinaria. Por allí sacaban los cadáveres de las víctimas, de los débiles, de las personas y animales indefensas del Coliseo. Todos aquellos que padecen recortes en educación, sanidad, ciencia, decencia, justicia. Todavía hoy, ved la foto, no hay nada suntuario o grandioso o geopolítico en ella.

martes, 10 de octubre de 2017

Manipulaciones informativas del nacionalismo

Ignacio Martín Blanco y Joan López Alegre, "Adiós al circo del odio" Nuestra presencia en TV3 y Catalunya Ràdio es nociva, solo sirve como coartada El País,10 OCT 2017 

Cataluña se asoma al abismo de la separación, soplan vientos de ruptura con el resto de España y con la UE, pero sobre todo de discordia entre nosotros, los catalanes. Estos días a muchos nos duele Cataluña. Una pregunta que casi todo el mundo se hace ahora es cómo hemos llegado hasta aquí. Las causas son diversas, pero en Cataluña hay dos factores estructurales que, de forma sistemática, han favorecido la creación de un marco mental de alejamiento, cuando no de animadversión, hacia el resto de España: la educación y los medios de comunicación públicos y subvencionados por la Generalitat.

Como colaboradores habituales de los medios catalanes, representantes de lo que ignominiosamente se ha dado en llamar cuota unionista, hemos llegado a la conclusión de que nuestra presencia en las tertulias de TV3 y Catalunya Ràdio es contraproducente, pues solo sirve como coartada para demostrar su supuesta pluralidad y apuntalar la tesis dominante. La tesis oficial en Cataluña es que esta es una nación natural, telúrica, esencialmente buena, que desde hace al menos tres siglos vive una situación de opresión colonial insostenible dentro de un Estado artificial, pérfido y carpetovetónico, España, del que debemos escapar. A tal efecto, todo vale. Se habla de Franco a todas horas y en cualquier formato de programa. Desde Catalunya Ràdio se preguntó a los oyentes si estaban dispuestos a impedir físicamente que se juzgara a Artur Mas. Más recientemente, se les pidió que informaran sobre movimientos de la Guardia Civil en los días previos al referéndum ilegal del 1-O, información que luego se difundió en antena. Brigada de agitación y propaganda antiespañola, y ahora también oficina de reclutamiento y delación.

Cuando la realidad se reduce a un único tema, la secesión, y las tertulias resultan monográficas, entonces la presencia de un solo tertuliano opuesto a la tesis de la tertulia —que defienden de consuno los otros tres o cuatro opinantes además del moderador, a veces reforzados por la opinión de algún telespectador que entra por teléfono— solo sirve para proyectar la idea de que se trata de una posición minoritaria, incluso marginal, en la sociedad catalana. En estas condiciones el discrepante, por muy aguerrido que sea, acaba siendo un colaborador necesario, por no decir el tonto útil del proyecto separatista.

Esa pluralidad impostada, distorsionada, es la misma que se da en las series de televisión de TV3 en las que —como en su día denunció el corresponsal en España de The Wall Street Journal— “solo hablan castellano prostitutas y delincuentes”. Si de verdad tuvieran la intención de reflejar la pluralidad lingüística de Cataluña, al menos la mitad de los personajes de las series de TV3 tendrían que hablar habitualmente en castellano y el uso alternativo de ambas lenguas en el trabajo, en la calle y en los hogares de los protagonistas debería ser lo más natural. Pero, al igual que tras las tertulias de tesis separatista subyace la pretensión de que lo normal es ser independentista, existe en esas series de TV3 una indisimulada intención de instalar en el imaginario colectivo de los catalanes la idea de que lo normal en Cataluña es hablar en catalán y que el castellano es cosa de marginales e inadaptados.

El discrepante acaba siendo colaborador necesario, por no decir el tonto útil

El tertuliano que no acepte la retahíla de falsedades que sustenta la opinión prevaleciente en los medios catalanes, y que se atreva a manifestarlo tantas veces como le parezca preciso, se verá indefectiblemente sometido a un agotador acoso y derribo por parte de sus contertulios, consentido e incluso alentado por el presentador. Es triste reconocerlo, pero la convivencia en Cataluña, si se quiere tranquila, se levanta hoy sobre la resignada asunción por muchos catalanes no nacionalistas del ofensivo decálogo nacionalista, basado en el desprecio a España y a los españoles pero sobre todo a los catalanes que nos sentimos españoles.

Solo hay que repasar la hemeroteca para darse cuenta de que si el resto de los catalanes, los que nos sentimos en mayor o menor medida comprometidos con el proyecto común español, mostrásemos por los separatistas el mismo desprecio que ellos muestran por nosotros, la convivencia en Cataluña sería insostenible. De ahí que muchos catalanes —posiblemente la mayoría— hayan decidido mirar hacia otro lado y prefieran no discutir con la Pilar Rahola o el Joan B. Culla de turno, no solo en las tertulias de radio y televisión sino también en las cenas y reuniones con amigos y familiares.

Cuando un medio público trata a parte de los ciudadanos a los que debería ofrecer su programación como malos catalanes, cuando no directamente como quintacolumnistas antidemocráticos, por no secundar la derogación del Estado de derecho que promueve el Gobierno autonómico, más vale denunciarlo y apartarse.

Con este artículo queremos anunciar nuestra despedida de los medios públicos catalanes, mientras no asuman su responsabilidad de dar voz desde el respeto y un mínimo de honestidad al conjunto de los ciudadanos de Cataluña. Preferimos renunciar a nuestros emolumentos que seguir aguantando el desgaste emocional que supone participar en ese circo del odio a España y la carga moral de pensar que nuestra presencia lo legitima.

Joan López Alegre es político y escritor y Nacho Martín Blanco es politólogo y periodista.

domingo, 8 de octubre de 2017

Discurso de Borrell y de Varga Llosa el 8 de octubre de 2017

Borrell el 8 de octubre cuando más de un millón de personas colapsan Barcelona contra el independentismo : "Todos tenemos un poco de culpa de haber callado demasiado"

"Ciudadanos de Cataluña, porque eso es lo que sois vosotros, ciudadanos de este país. Veo algunas banderas esteladas, esta es nuestra estelada [muestra una bandera de la Unión Europea]. Tiene las estrellas de la paz, de la convivencia... Eso es lo que representa Europa.Estamos aquí porque nos han convocado para defender la convivencia, el pluralismo y la solidaridad. Y falta hace que lo hagamos. Porque la convivencia se ha roto en este país. Hay que volver a rehacerla. Hay que defender el pluralismo político, porque no se reconoce. Cuando una presidenta del Parlament que se atreve a decir que los que votan a determinados partidos no son catalanes, han echado por tierra todos nuestros valores. Señora Forcadell, ¿a usted no se le pasó por la cabeza que antes de decir esto tenía que dimitir como presidenta del Parlament?Cómo es posible que la presidenta de un parlamente europeo, cómo es posible que una institución que representa a todos se atreva a decir que el que vota a otros no es catalán. Claro que lo es. Tanto como cualquier otro. Cómo es posible que el conseller diga que los que no estaban de acuerdo con el referéndum de independencia es porque no son ciudadanos sino súbditos. Vosotros no sois súbditos, y si hoy estáis aquí es precisamente para decirle al mundo que los que no pensamos como los nacionalistas somos tan ciudadanos de Cataluña como ellos.Tengo a un amigo que vive en la Luna. Y como nos ve desde muy lejos, cuando nos mira por su telescopio me dice: "Josep, en Cataluña solo hay independentistas". "Claro que no", le respondo. Pero él nos ve desde muy lejos y solo ve independentistas. Y me pregunta que dónde están los otros, que nos los ve. ¡Pues aquí estáis! Amigo de la Luna, ahora sí que nos ves.Pero hasta ahora ni se nos ha visto ni se nos ha escuchado. Tenemos que hacer que la voz de todos los catalanes se escuche por igual. Y para eso hay que controlar de manera democrática los medios de comunicación públicos, que son una vergüenza democrática.Parece que estáis de acuerdo conmigo...Hace falta que la gente se exprese con el máximo respeto. No me gustaría exagerar, pero estamos viviendo momentos dramáticos en este país, por lo que hay que pedir respeto y sensatez, para nosotros y para los demás. Mucho cuidado con lo que hacemos. Porque si se declara la declaración de independencia unilateral, este país se irá por el precipicio. ¡No lo arroje por el precipicio, señor Puigdemont!No, no, no... no gritéis como las turbas del circo romano. A la cárcel solo van los que dicen los jueces. Os pido por favor que extrememos el respeto, que reconstruyamos el afecto, que nos queramos. Cada vez que discuto con mis amigos independentistas y les explico lo que han hecho con sus cuentas, las mentiras que les han dicho para aumentar el sentimiento de la gente... Cuando ya no saben qué decir, me contestan: "No nos quieren". ¡Pues sí! ¡Os queremos! Quiero pedir un favor. Cuando volváis a vuestra casa, id a comprar una botellas de cava catalán. Id a comprar una botellas de cava, porque las ventas han bajado un 15%. Lo que quiere decir que hay más trabajadores de Cataluña en el paro. Nada de boicots, nada de ofensas; hay que trabajar todos juntos para que recuperemos la sensatez. Quiero dirigirme a los empresarios de Cataluña. A todos los que están tomando la decisión deprisa y corriendo de marcharse de Cataluña... ¿no podíais decirlo antes? Todo lo que decíais en privado, ¿por qué no lo decíais en público? Cuando yo hace dos años decía que pasaría que las empresas y los bancos se irían, el señor Junqueras y el señor Mas, dos grandes profetas, decían que no se iba a ir nadie. Pues todos lo que se van tenían que decirlo antes. Que si iba a pasar lo que está pasando iban a hacer lo que están haciendo. Si lo hubieseis dicho tal cual, no estaría pasando ahora esto. Todos tenemos un poco de culpa de haber callado demasiado.Los que nos sentimos de esta tierra tenemos que hacer un llamamiento a la sensatez, al respeto de la pluralidad, a la convivencia... Estos son los emblemas de la estelada europea. Y para eso tenemos que trabajar. Y esto no lo arreglaremos con decisiones unilaterales. No es un problema de orden público unicamente. No es solo un problema que se solucione diciendo que nosotros lo hacemos mejor y que la UE nos acogerá con los brazos abiertos. Señor Junqueras, deje de engañar a los catalanes. Usted se cree sus propias mentiras. Pero si hace lo que piensa le digo que pagaremos un precio muy grande en la UE. Lo que ustedes hacen es lo contrario al ideal europeo. ¿Y usted se piensa que la UE, con esta tarjeta de visita, los van a recibir con los brazos abiertos? No. Le dirán que vuelva otro día. Mientras tanto todos sufriremos mucho. Hay gente que sufre, gente buena que tiene miedo por lo que pueda pasar, por lo que pueda pasar con su pensión, si se tendrá que ir de este país... A los responsables políticos, nos piden que hagamos algo. Sí, hay que hacer algo y con prisa, porque estamos en el límite de lo que puede ser un enfrentamiento cívico y los responsables políticos no podemos dejar que esto sea así.Para acabar quiero decir dos cosas:Uno, el presidente que envió la guardia nacional para acabar con las leyes que querían acabar con la segregación racial, dijo que ningún hombre, por poderoso que sea, ni ninguna multitud, por mucho que grite, está por encima de la ley. Porque el día que estén encima de la ley, los jueces no podrán hacer su trabajo, nadie estará a salvo de la arbitrariedad del gobierno y nadie estará seguro de lo que le puede hacer su vecino. Y nosotros queremos estar seguros de lo que nos pueda hacer el vecino.Aquí han pasado cosas que no tendrían que haber pasado. Nos estamos haciendo daño. Recuperemos la sensatez. Tenemos derecho a vivir tranquilos, hay que disfrutar de esta tierra, del progreso, de esta España democrática.Hay problemas, claro. ¿Qué país no tiene problemas? ¿Pero creéis que Cataluña es como Lituania, como Kosovo, como Argelia? No. Cataluña no es una colonia, ni un estado ocupado militarmente. Cataluña no es un estado como Kosovo donde había violencia y se violaban los derechos humanos. Y por eso Cataluña debe trabajar desde el respeto a la ley y no puede creer a los que le dicen que el derecho internacional está de su lado, porque no es verdad, no está de su lado. Ha venido el secretario general de la ONU a decirlo. Amigos, no más fronteras. Esta bandera [muestra bandera de la UE] representa la supresión de las fronteras. Las fronteras, las cicatrices que la historia ha dejado en la piel de la tierra a sangre y fuego. No levantemos más porque bastante dolor hemos tenido que soportar para construirlas."

Discurso de Vargas Llosa

Discurso íntegro de Vargas Llosa: "España es tierra de libertad y eso el independentismo no lo va a destruir"

EL MUNDO
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8 OCT. 2017 18:28
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Multitudinaria manifestación contra el independentismo en Barcelona

"Queridos amigos:Todos los pueblos modernos o atrasados viven en su historia momentos en los que la razón es barrida por la pasión. Y es verdad que la pasión puede ser generosa y altruista cuando la inspira la lucha contra la pobreza y el paro. Pero la pasión puede ser también destructiva y feroz cuando la mueven el fanatismo y el racismo. La peor de todas, la que ha causado más estragos en la historia, es la pasión nacionalista.Religión laica, herencia lamentable del peor romanticismo, el nacionalismo ha llenado la historia de Europa y del mundo y de España de guerras, de sangre y de cadáveres. Desde hace algún tiempo, el nacionalismo viene causando estragos también en Cataluña. Para eso estamos aquí: para pararlo. Para eso han salido miles y miles de catalanes de sus casas en esta mañana soleada del otoño catalán. Son catalanes democráticos que no creen que son traidores quienes piensan distinto a ellos. Son catalanes que no consideran al adversario un enemigo que no ensucian sus puertas ni destruyen sus vitrinas. Catalanes que creen en la democracia, en la libertad, en el Estado de derecho, en la Constitución. Y además de catalanes, hay aquí esta mañana miles de hombres y mujeres venidos de todos los rincones de España, incluso del Perú, a decirles a los amigos catalanes que no están solos, que estamos con ellos, que queremos dar juntos con ellos la batalla por la libertad.Estamos armados de ideas, de razones y de una convicción profunda de que la democracia española está aquí para quedarse y que ninguna conjura independentista la destruirá.No queremos que los bancos y las empresas se vayan de Cataluña como si fuera una ciudad medieval acosada por la peste. No queremos que los ahorristas catalanes retiren su dinero por la desconfianza por la inseguridad jurídica que les merece el futuro de Cataluña. Queremos, por el contrario, que los capitales y las empresas vengan a Cataluña para que vuelva a ser, como tantas veces en su historia, la capital industrial de España, la locomotora de su desarrollo y su prosperidad. Queremos que Cataluña vuelva a ser la Cataluña capital cultural de España, como era cuando yo vine a vivir aquí, en unos años que recuerdo con enorme nostalgia. Eran los últimos años de la dictadura franquista. La dictadura se deshilachaba y hacía aguas por todas partes, y ninguna ciudad española aprovechó tanto como Barcelona esos resquicios de libertad para volcarse al mundo y traer del mundo las mejores ideas, los mejores libros, todos los grandes logros de la vanguardia. Por eso venían los españoles a Barcelona, porque aquí los aires eran ya los de Europa. Es decir, los de la democracia y la civilización.Aquí, en esa Cataluña se reunieron de nuevo después de haberse dado la espalda desde la Guerra Civil los escritores españoles y los escritores latinoamericanos. Aquí yo he visto llegar a Barcelona a muchachas y muchachos de toda América Latina con vocaciones artísticas y literarias que venían porque aquí había que estar si uno quería triunfar en el mundo de las artes, del pensamiento, de la literatura. Venían aquí como nosotros en las generaciones anteriores íbamos a París. Queremos que Barcelona, que Cataluña, vuelvan a ser la capital de la cultura de España.Queridos amigos. España es un país antiguo, Cataluña es un país antiguo. Hace 500 años sus historias se juntaron y se juntaron con las historias de vascos, de gallegos, de extremeños, de andaluces, etc etc para crear esa sociedad multicultural, multilingüística que es España.Ahora, desde hace 40 años, además de recuerdo de un pasado grandioso y a veces trágico, España es también una tierra de libertad, una tierra de legalidad. Eso el independentismo no lo va a destruir.Se necesita mucho más que una conjura golpista de los señores Puigdemont, Junqueras y de la señora Forcadell para destruir lo que han construido 500 años de historia. No lo vamos a permitir. Aquí estamos ciudadanos pacíficos, que creemos en la coexistencia, que creemos en la libertad. Vamos a demostrarles a esos independentistas minoritarios que España es ya un país moderno, un país que ha hecho suya la libertad y que no a va a renunciar a ella por una conjura que quiere retrocederlo a país tercermundista. Esta manifestación supera todo lo que los más optimistas organizadores consideraban. Es una demostración maravillosa de que Barcelona, de que Cataluña, como el resto de España, está por la democracia por la legalidad y por la libertad.¡Viva la libertad! ¡Visca Catalunya! ¡Viva España!"