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sábado, 23 de mayo de 2015

Algunos alumnos no son precisamente unos santos

I
Pilar Álvarez, Elisa silió, F. Javier Barroso,  "Una adolescente discapacitada se suicida tras sufrir acoso escolar", El País, 22-V-2015:

Una chica de 16 años se ha suicidado este viernes en Madrid. Se despidió de sus amigas por WhatsApp y se tiró al vacío desde la sexta planta de su bloque de pisos. Estudiaba en un instituto del sur de Madrid capital, en el que había padecido acoso escolar, según denunció su familia hace apenas un mes. La menor, con discapacidad intelectual y motora, contó a sus profesoras que otro alumno del centro le exigía dinero y la coaccionaba con mensajes.

“Estoy cansada de vivir”, escribió la chica en un mensaje de teléfono a sus amigas antes de arrojarse por el hueco de las escaleras. Lo hizo en la vivienda familiar que compartía con su hermano menor y sus padres en el barrio de Usera, al sur de Madrid capital. Era un poco antes de las nueve de la mañana, cuando en el instituto al que asistía estaban empezando las clases un día más. La familia relaciona directamente el hecho con un caso de acoso escolar a la chica que detectó el centro y que sus padres habían denunciado ante la policía.

"Estoy cansada de vivir", escribió a sus amigas en un mensaje.

Hace aproximadamente un mes, la familia presentó una denuncia en la comisaría del barrio después de que las tutoras de la menor avisaran a la madre de la chica de que estaba sufriendo acoso escolar por parte de un compañero del centro. Le exigía dinero y ella se puso a trabajar para conseguirlo. “Cuidaba de gente mayor y juntó los 50 euros que le pedía este sinvergüenza”, relataba conmocionado su tío a EL PAÍS en el rellano de la vivienda de la abuela, situada en otro barrio obrero de la capital, el Pozo del Tío Raimundo.

La alumna sufría una discapacidad motora y otra intelectual “de entre el 30% y el 40% que le hacía comportarse como una niña de 10 años”, según su tío. Repitió un curso y este año asistía a 2º de la ESO en el instituto en el que, según fuentes del centro, varios menores tuvieron que ser atendidos por los médicos por “ataques de ansiedad” tras conocer lo que le había pasado a la muchacha.

Fuentes de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid aseguran que no les constaba que esta menor hubiera tenido algún problema psicológico ni enfrentamientos anteriores con otros alumnos, un extremo que desmienten tanto la familia como las fuentes del centro consultadas por EL PAÍS.

Tras conocer la muerte de la estudiante, Educación envió al centro a un psicólogo y a dos inspectores que están valorando qué ha ocurrido, después de reunirse con profesores y con la única orientadora del instituto, al que acuden unos 1.200 alumnos. Sus familias han protagonizado distintas movilizaciones en los últimos años para pedir mejores dotaciones y más personal. La consejería ha anunciado que a partir del próximo lunes todos los alumnos que lo requieran serán tratados por especialistas.

Según el tío de la menor, esta le relató a sus profesoras el supuesto acoso del que era víctima y les enseñó los mensajes que recibía del chico. “No era la única a la que tenía atemorizada en el instituto, pero sí la única que lo denunció”, explica el mismo familiar.

Las tutoras avisaron a la madre de la chica, una niña “amable, superbuena y muy protectora con su hermano menor” que “reventó y contó su caso”. Ni su madre ni el resto de familiares llegaron a ver los mensajes enviados por el supuesto acosador. Cuando acudieron a presentar la denuncia a la comisaría, ella los había borrado.

Los docentes habían citado a la familia el próximo lunes en el centro para abordar el caso, según su tío, porque el pasado jueves la notaron muy nerviosa. Pero no dio tiempo: la joven ya no volverá a clase. 


II

Pilar Álvarez, "El instituto avisó a la familia del acosador de la joven que se mató. El centro madrileño donde se sucidió una menor había activado el protocolo por acoso", El País23 MAY 2015 - 23:51:

El instituto del sur de Madrid cuya alumna se suicidó el pasado viernes tras un presunto caso de acoso escolar ha abierto sus puertas a pesar de ser sábado. El director del centro convocó a los profesores a una reunión urgente ante el suceso que ha conmocionado a la comunidad educativa y por la tarde lo hicieron también los padres de los alumnos.

La menor, una estudiante con discapacidad intelectual y motora de 16 años de edad, se precipitó desde la sexta planta de su bloque de pisos el viernes tras despedirse de sus amigas por WhatsApp. “Estoy cansada de vivir”, les escribió.

La familia, que reside en el barrio de Usera, había presentado una denuncia en la comisaría hace aproximadamente un mes por un supuesto caso de acoso contra un compañero del centro, que al parecer le exigía dinero y la coaccionaba con mensajes telefónicos. Fueron los docentes del instituto, a quienes la chica contó lo que estaba pasando, los que avisaron a la familia.

Antes del suceso, de hecho, los responsables del centro se habían reunido por separado con la familia de la víctima y del supuesto acosador, según señalan fuentes del instituto y del AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos) a este periódico. Estaba prevista una nueva reunión con la madre de ella el próximo lunes porque sus profesoras la encontraron “muy nerviosa” el pasado jueves, según la familia.

El instituto había puesto hace ya dos meses en marcha el protocolo de actuación previsto en caso de acoso, según fuentes del centro y del AMPA. Los padres de alumnos habían presentado numerosas denuncias en el pasado por la falta de medios y de personal del centro, calificado como de difícil desempeño. Tiene 1.200 alumnos, 60 de ellos con necesidades especiales, y una única orientadora para atenderlos. La Unesco recomienda que haya uno por cada 250 alumnos, según señala la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE), aunque la media española es de uno por cada 1.800 estudiantes, añaden.

En caso de acoso, el protocolo de la Comunidad de Madrid establece que se debe comunicar “de inmediato” a las familias de ambos implicados “y a la inspección educativa”. Fuentes del AMPA señalan que la orientadora del centro cumplió todos los pasos y lo comunicó a la inspectora. Un portavoz de la Consejería de Educación negó ayer que la inspección hubiese sido informada de este asunto antes del suicidio.

El citado protocolo prevé también que se sancione al acosador por una falta muy grave que puede suponer, entre otras medidas, la realización de actividades fuera del centro para “reparar los daños causados” o que el alumno sea expulsado hasta un mes.

La familia de la víctima —que asegura que la menor llegó a trabajar con mayores para pagar al chico— señala que éste nunca fue expulsado y que tenía problemas también con otros alumnos. Educación no se pronunciará sobre lo ocurrido, según un portavoz, hasta que no concluya la investigación abierta el viernes.

“Tenían una orientadora donde debía haber cinco”

Un caso de acoso escolar requiere vigilar muchos frentes. El principal es atender a la víctima. “Hay que escuchar al alumno y seguir adelante con la atención posterior”, explica la presidenta de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE), Ana Cobos, que respalda la actuación de la orientadora del centro madrileño. “Nos consta que trabajó en este sentido”, señala.

Cobos, que mostró su pesar por el “tristísimo” suceso del instituto madrileño, sostiene que casos “excepcionales” como este representan “un fracaso de todos”. “En el acoso, y por eso es tan peligroso, hay uno o dos alumnos que actúan pero alrededor están los espectadores. Son los que conocen lo que ocurre y no hacen nada por cambiar la situación. Debemos esforzarnos por proteger al que avisa, al chivato, que no está bien visto en nuestra sociedad”.

La presidenta de los orientadores de España también considera que “no es razonable” que en un centro con 1.200 alumnos trabajara solo una orientadora. La Unesco recomienda un especialista por cada 250 estudiantes para garantizar las labores de prevención. “Este centro debería tener al menos cinco”, critica. La media española es de uno por cada 1.800 alumnos, según las estimaciones de su organización. “Hay una falta de sensibilidad de todas las administraciones agudizada por la crisis. ¿Cómo vamos a hacer un trabajo de calidad así?”, concluye

III

Pilar Álvarez, Elisa Silió, "El acosador de la niña que se suicidó: “O me das 50 euros o voy a pegarte”. La familia de la estudiante presentó dos denuncias por acoso. En la segunda habla de "cuatro o cinco" vejadores" El País26 V 2015:

El relato de lo que padeció la adolescente que supuestamente sufría acoso escolar antes de saltar al vacío el pasado viernes consta en una denuncia policial del 29 de abril. “Guarra, ¿qué dices de mí? Voy a ir a pegarte con mis primas. Me cago en tus muertos. Me vas a dar 50 euros o voy a ir con mis primas y más gente a pegarte”, le escribió su acosador. En esa denuncia, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, relata los abusos un grupo de “unos cuatro o cinco alumnos más”. En las redes circulan ahora los nombres de esos presuntos agresores. La alarma ha cundido de nuevo en el centro, que quiere parar las especulaciones.

La menor fallecida, de 16 años de edad, fue con su madre a la comisaría el 29 de abril por recomendación del instituto en el que estudiaba, el Ciudad de Jaén (Usera), que ayer amaneció de luto con flores, velas y fotos de la chica suicidada en el patio. La adolescente, tímida y discreta, según sus compañeros, había contado a sus profesores lo que estaba padeciendo. En la primera denuncia policial —que la familia ampliaría en comisaría el pasado 18 de mayo— cuenta cómo recibía mensajes de audio y texto desde el número de teléfono del supuesto acosador, de 17 años. El primero al que hace referencia es del 15 de febrero, más de tres meses antes de su muerte. Él le exigía dinero y la insultaba por el móvil y en persona. En una ocasión, quedaron en la puerta del centro para que ella le entregara 50 euros. Había tenido que dedicarse a a hacer recados para reunir el dinero en las dos semanas de plazo que le había fijado el menor, que los usó para comprarse el abono de transporte público.

Cuando el chico se enteró de que lo había contado en el instituto, la abordó en el patio: “¿Por qué lo has contado? Si sigues hablando, van a venir mis primas a por ti”, amenazó. Los profesores conocían esos mensajes, según consta en la denuncia.

La chica contó también, y así lo recoge el escrito policial, que el menor denunciado había aplicado “hechos similares a otras compañeras del instituto, teniendo conocimiento de tales hechos la dirección del citado instituto”.

Conciencia tranquila

La dirección y un grupo de docentes consultados sostienen que el protocolo fijado se activó. “Tenemos la conciencia tranquila de haber hecho todo lo posible para ayudarla”, escribió ayer en la web del instituto el director, Luis Carlos Pérez Aguado, a quien le han abierto un expediente disciplinario. Los docentes avisaron y se reunieron con ambas familias y, según señalan distintas fuentes del centro, se rellenó el protocolo de acoso —un procedimiento burocrático muy engorroso— pero la inspectora ojeó la documentación y no se la llevó. Días después, el 14 de mayo, según los profesores, la jefa de estudios coincidió con la inspectora tras declarar en comisaría —por la denuncia de la niña— y le insistió en la gravedad del asunto.

La Consejería de Educación de Madrid sostiene justo lo contrario y ayer suspendió de sus funciones al director. “Ha incumplido el protocolo de actuación para los supuestos de acoso escolar, al conocer el caso previamente y no haber elevado la denuncia a la Dirección de Área Territorial o a la Inspección Educativa”, señala la nota enviada por la consejería. En el centro aseguran que el director se enteró por los medios de su expediente.

Pero no solo el centro y supuestamente también la inspección conocían lo que estaba pasando. La policía también sabía de las amenazas. La menor, con una leve discapacidad intelectual ("tenía problemas con el lenguaje técnico", explicó un profesor), volvió con su madre el 18 de mayo a la comisaría de Usera para ampliar la denuncia y explicarle a los policías que no actuaba solo un acosador, sino un grupo.

"Eras valiente, la clase, sin ti no va a ser lo mismo”

La alumna acosada, tímida y retraída, no era muy popular en un instituto masificado, que acoge a unos 1.200 estudiantes. Pero sí muy querida entre los más cercanos que ayer, como el resto de compañeros, le rindieron homenaje en el patio del Ciudad de Jaén con un minuto de silencio a primera hora —al que se unieron muchos padres— y con un modesto “altar” de flores, velas y decenas de mensajes en post-it.“Eras una amiga que siempre se preocupaba por los demás y dabas la cara por los tuyos”, escribió una chica. “Siempre te ofrecías para salir a la pizarra. Eras muy valiente. La clase sin ti no va a ser lo mismo”, relata otro estudiante.

Muchos alumnos de este barrio madrileño remarcaban que “por fin” la adolescente sería feliz o estaría tranquila tras meses de angustia. Más de una vez se encararon con el acosador. “Déjala, vas a por la más débil”. Cuando el viernes, a última hora, les comunicaron a los adolescentes la muerte “por accidente” de su amiga, entre lloros repetían el nombre del acosador. “Ha sido por él”.

En este caso, la denuncia añade que acosador y víctima fueron amigos durante dos años. Después, ella comentó con otra alumna que “ya no se fiaba” de él. El chico se enteró y, a partir de ahí, “son constantes los insultos” que, según la denuncia, ocurrían en presencia del resto de compañeros de clase. La incluyó en un grupo de WhatsApp donde le mandaba “insultos y audios y tras esto se leía la palabra bullying, por lo que no llegó a descargarlos”, según la denuncia. Ella se salió varias veces del grupo “siendo de nuevo incluida para volver a ser insultada y vejada”. En ese grupo, prosigue, estaba el menor, otra joven de 16 años antigua alumna del centro y “cuatro o cinco alumnos más”. Le mandaron varios mensajes “con palabras tales como zorra, guarra, puta, repitiendo estas palabras una y otra vez”, según el escrito policial. También le llamaban de números ocultos. Nunca lo cogió.

En la denuncia cuenta que hubo compañeros que la defendieron recriminando los hechos al acosador. A ellos, la alumna agredida se dirigió en el grupo del WhatsApp de clase dándoles las gracias, según ha sabido este periódico. Ella era retraída y de pocos amigos, pero la clase reaccionaba en bloque a su favor.

“Descansa en paz”

Compañeros de la chica explicaron ayer en el instituto que el alumno “le tiraba agua, le daba codazos y la obligaba a hacerle trabajos escolares”. Su familia relató que se había puesto a hacer recados para personas mayores para poder abonar los 50 euros que él le exigía.


Varios profesores señalaron ayer a EL PAÍS que el acosador “también era una víctima”, un chico con malas calificaciones, y una situación familiar “muy complicada”. En vez de expulsarlo a su casa, llevaba 10 días encerrado en la jefatura de estudios durante el horario lectivo sin salir ni en los recreos y sin móvil, por lo que supuestamente hacía días que no podía ponerse en contacto con ella mientras estaba en el instituto. En el WhatsApp del chico luce un lazo negro. En el perfil de presentación hay tres caritas tristes y un “Descansa en paz…”.

miércoles, 1 de abril de 2015

La enseñanza margina a los capaces

Tres artículos recientes sobre educación que obligan a repensar las cosas. Los dos primeros son sobre el problema de la superdotación intelectual; el tercero es sobre el ensayo de una pedagogía proactiva para el futuro por parte de los jesuitas:

I

Natalia Junquera, “Ojalá no fuera tan inteligente”. Un niño gana un pleito a la Junta de Extremadura, que le negaba que fuera superdotado. La falta de medios de detección causa problemas psicológicos a estos alumnos", en El País, 1-IV-2015:

Raúl tenía cinco años cuando una profesora sugirió a su madre, María José Molino, que le hicieran una prueba para ver si era superdotado. “Me dijo que nunca se había encontrado un niño tan inteligente, pero yo no le di importancia, porque lo comparaba con su hermano, tres años mayor —luego se descubrió que también era superdotado—”, explica en su casa de Mérida. Dos años después, otra profesora le propuso lo mismo y Molino y su marido fueron a ver al director y a la tutora de su hijo en el colegio, que insistieron en hacerle un test de inteligencia. El matrimonio firmó la autorización. Era 2010. Acababa de empezar una batalla de casi cinco años contra la Junta de Extremadura, los dos últimos en los tribunales.

La OMS considera que un 2% de la población es superdotada, pero en España fallan los métodos de detección en la escuela. Muchos padres desconocen que su hijo lo es y, cuando, en algún centro especializado se lo han confirmado, la Administración suele poner trabas para que esos niños reciban educación especial, lo que puede causar graves problemas psicológicos, además de la pérdida de talento.

Molino muestra los resultados del primer test que le hizo el equipo de Orientación de la Junta. Es un folio con 17 líneas que afirma que Raúl tiene mucha memoria y un cociente intelectual de 124, pero que no es superdotado (a partir de 130). Con la otra mano, esta madre sostiene el informe elaborado poco después por un centro especializado de Valladolid: 100 folios que concluyen que sí es superdotado, que en algunas materias tiene la edad mental de un niño de 14 años y en otras incluso de 16, por lo que sugieren adelantarle al menos un curso. “Nosotros no sabíamos nada de esto. Fuimos a este centro porque en el propio colegio de mi hijo nos dijeron que los del equipo de orientación se habían quitado al niño de encima y que en Valladolid lo evaluarían mejor. Nos gastamos unos 1.500 euros entre la estancia y el informe, que costó 800”, recuerda Molino.

Pese al desembolso, estos padres volvieron a casa ilusionados. “Pero nos encontramos con un muro de burocracia. No aceptaban el informe de Valladolid, así que los orientadores de la Junta debían hacerle una nueva prueba de contraste. Tardaron cuatro meses en examinar al niño”. Mientras, Raúl había empezado a aburrirse mucho en clase. “La profesora le dijo que se llevara libros para leer. Y es lo que hacía”, explica su madre. Finalmente, los orientadores de la Junta les dijeron que el niño tenía un “rendimiento excepcional” en Lengua y Matemáticas y sugirieron subir de curso a Raúl en ambas asignaturas. “Pero terminó el curso y el director del colegio me dijo que le habían prohibido que esas calificaciones figuraran en su expediente académico”. La Administración extremeña obligó a Raúl, un niño superdotado, a repetir el año siguiente las dos materias del curso superior, pese a que en ambas había sacado sobresaliente.

“El niño empezó a estar muy mal. Tenía pesadillas, ataques de asma. Le salían ronchones por el cuerpo y me decía cosas como: ‘Mamá, odio mi vida y odio el colegio”, recuerda Molino. “Le llevé al pediatra, que me derivó a un psicólogo que ratificó que es superdotado y me dijo que tenía ansiedad. Le enviamos este nuevo informe a la consejería. Caso omiso. Raúl le escribió una carta a la consejera diciendo que él había cumplido con todo lo que le han pedido, que no le hicieran repetir curso. Pero insistieron en que no era superdotado. Y entonces decidimos denunciar”. Es febrero de 2013. Raúl tiene 10 años.

En junio de 2014, un juzgado de Badajoz da la razón a la familia tras encargar a una perito especializada, Carmen Sanz, que examine los informes de la Junta y que evalúe ella misma al niño de nuevo. Su dictamen es demoledor. Sanz comprueba que la Junta no ha hecho bien las pruebas: están “incompletas” y han sumado mal las puntuaciones en cuatro de ellas. Raúl, de 11 años, tiene un cociente intelectual superior a 135 y la edad mental de un niño de 14. “Es superdotado”, concluye, por lo que conviene adelantarle de curso “lo antes posible”. No haberlo hecho antes, añade la perito, “ha supuesto un retraso importante en su desarrollo educativo y ha tenido un efecto negativo en su desarrollo emocional que está afectando de forma grave a su bienestar psicológico”.

Con ese informe en la mano, el 20 de junio de 2014, el juez ordena que en septiembre Raúl empiece en un curso superior al que le correspondería por edad y que un profesor de apoyo le prepare para el cambio. Los padres creen que ha terminado el calvario, pero la Junta recurre la sentencia. El 30 de julio, el juzgado desestima su recurso y ordena ejecutarla, pero el Gobierno extremeño vuelve a recurrir, ahora ante Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJE), advirtiendo que el niño “puede no ser bien tratado por sus nuevos compañeros, mayores que él”. En su recurso, la Junta solicita que el tribunal admita, al menos, que no se dé al niño ese profesor de apoyo, un “exceso innecesario”. Finalmente, el pasado 27 de enero, el TSJE ratifica la sentencia e impone a la Administración el pago de costas. Hace casi cinco años que a Raúl le reconocieron que era superdotado en un centro de Valladolid. “Cinco años perdidos”, lamenta su madre.

Los padres de Raúl calculan que han invertido unos 30.000 euros en esta batalla. “Creo que todo ha sido porque no tienen medios, profesores de apoyo... Lo que más me ha dolido ha sido la insensibilidad de la Junta, pleiteando contra un niño solo por no reconocer que se equivocaron. ¿Con cuántos niños más se habrán equivocado? Ojalá el mío sea el último”, afirma Molino. “La Administración se aprovecha de tu ignorancia, porque lo normal es que no sepas de esto, y de tu miedo, porque tu hijo está en sus manos seis horas al día. De haber sabido la que se nos venía encima hace cinco años quizá lo hubiera dejado pasar. Lo hemos pasado muy mal. Raúl me decía: ‘Ojalá no fuera tan inteligente’. Él pensaba que lo estaban castigando por eso”.

Molino y su marido han dedicado estos cinco años a leer sobre el tema y a contactar con otros padres en la misma situación, para asesorarse. Así dieron con Isidro Padrón, presidente de la Fundación de Ayuda a los Niños Superdotados de Canarias, una institución entre el colectivo porque con tres hijos superdotados acumuló nueve sentencias contra el Gobierno canario. Padrón empezó a pleitear en 1994. Está especialmente orgulloso de la sentencia de noviembre de 2012 del Tribunal Supremo que establece que los informes privados “sí pueden servir para colaborar en la detección de los alumnos con altas capacidades y en las medidas más convenientes a adaptar”.

Raúl ahora es feliz en un curso superior al que le correspondería por edad. Han desaparecido las pesadillas y los ronchones, pero el proceso no ha sido fácil. “Una madre me dijo: ‘¿Tu hijo es superdotado? ¡Qué miedo!’. Y otra prohibió a su hijo que siguiera viendo al mío. Fue él mismo quien se lo dijo a Raúl”, lamenta Molino.

El niño entra en el salón e interrumpe la conversación sin reparar en la montaña de informes y sentencias sobre él que han quedado encima de la mesa. Está impaciente porque es el cumpleaños de uno de los amigos del curso que ha dejado atrás y quiere que sus padres le lleven cuanto antes. “Es un superdotado, pero sigue siendo un niño”, explica su madre. Un chaval de 12 años que ha ganado un largo pleito a la Administración.

II

Natalia Junquera, "Las comunidades usan distintos métodos para medir la inteligencia. Una perito cifra en 160.000 los casos ocultos. Muchas niñas fingen para ser aceptadas", El País, 1-IV-2015:

Un superdotado tiene un cociente intelectual a partir de 130 —desde 120 se considera que una persona posee “altas capacidades” y 100 es lo normal—. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que un 2% de la población es superdotada. En España, el Informe 2014 sobre el Estado del Sistema Educativo, elaborado por el Ministerio de Educación, cifraba en 12.490 los alumnos con “altas capacidades” sobre un total ocho millones de estudiantes en el curso 2012-2013. La perito Carmen Sanz, presidenta del gabinete psicológico y la fundación El Mundo del Superdotado, que evalúa y ofrece terapia a este colectivo, asegura que “hay más de 160.000 niños superdotados que no han sido detectados” y que no reciben, por tanto, la educación específica que prevé la ley. “Si hablamos de alta capacidad son aún muchos más, en torno al 10% sin detectar”, lamenta.

“El principal problema es que la ley estatal no define qué es un niño de altas capacidades y cada comunidad autónoma ha puesto su propio criterio y metodología. Un alumno puede ser superdotado en Andalucía, pero no en Madrid”. La estadística apoya su teoría: Andalucía (8,38 millones de habitantes) suma 3.957 alumnos de alta capacidad; en Cataluña (con una población de 7,4 millones) son 233, según las cifras ministeriales.

“Fallan los sistemas de detección porque suele confundirse superdotación con alto rendimiento, con sacar sobresaliente en todo. Y es ridículo, porque un niño superdotado suele estar desmotivado y aburrido. Lo más probable es que termine engrosando las estadísticas de fracaso escolar, porque, como no les identifican a tiempo, se acostumbran a no esforzarse, y cuando llegan a la ESO suspenden pues no han aprendido a estudiar”, dice Sanz.

A juicio de esta experta, que evalúa a más de 200 superdotados al año, falla también la atención una vez que han sido descubiertos. “Los equipos de orientación de las consejerías tardan en ponerse en marcha. En general, hay pocos recursos y los que hay se destinan a los otros alumnos con necesidades educativas especiales, los que están por debajo de la media. Es muy difícil que suban de curso a los superdotados, pese a que es la mejor medida. Algunas comunidades, como Madrid, tienen clases especiales los sábados. Está bien, pero es insuficiente. Otras no hacen nada”.

Madrid cuenta en estos momentos con 1.200 alumnos de entre 6 y 17 años que acuden a esas clases “de enriquecimiento educativo”. José Carlos Gibaja, de la dirección general de Infantil y Primaria de la Consejería de Educación, explica que esta comunidad realiza pruebas individuales cuando profesores o padres sospechan que un niño puede ser superdotado. No se hacen test generalizados o cribados para apreciar las altas capacidades. “Cuando hemos hecho alguna prueba piloto de este tipo en un colegio, nos ha salido casi un 3,5% de niños con altas capacidades. No cabe duda de que muchos superdotados pasan desapercibidos, no son detectados y acaban en fracaso escolar. Lo ideal es detectarlos cuanto antes y no descartamos adoptar métodos de cribado en el futuro”, apostilla.

En cualquier caso, si esas pruebas se generalizaran ahora no habría recursos para atender a todos los superdotados que se constatarían. “No hay medios para dar una respuesta inmediata a esos niños. Es un tema relativamente reciente y queda mucho por hacer, sobre todo en la formación del profesorado y en la respuesta educativa que se da a estos alumnos”, admite Gibaja.

Diego Rodríguez, presidente de la Confederación Española de Altas Capacidades Intelectuales, se queja de que “cuando un niño muestra un talento deportivo, rápidamente todo se pone en marcha: hay escuelas especiales, centros de alto rendimiento...”. Pero cuando se trata de inteligencia, “es todo lo contrario. Se camufla, porque no hay medios”.

Carmen Sanz, que también es superdotada, cree que efectuar pruebas generalizadas resultaría muy ventajoso no solo para los alumnos, sino también para que el Gobierno elevara su reputación: “Mejoraríamos en la estadística de alumnos excelentes y reduciríamos la de fracaso escolar”. Pero, sobre todo, advierte de las consecuencias de no descubrir a tiempo a esos niños. “No se adaptan porque su edad mental es superior. Muchos sufren acoso escolar, tienen baja autoestima, problemas de ansiedad, caen en depresiones. He atendido a niños medicados por hiperactividad que en realidad no eran hiperactivos, sino superdotados aburridos. E incluso a algún predelincuente, de centros de menores”.

“La inteligencia puede ser una maldición”, sostiene. Así tituló, de hecho, un libro (La maldición de la inteligencia, Editorial Plataforma Actual) en el que recoge toda esta problemática y su experiencia con niños y adultos superdotados con problemas psicológicos. La obra está dedicada a ellos. A Juan, “que está todos los días en una esquina del patio y se siente muy infeliz”; a Luis, “al que ya han expulsado de tres colegios por rebelde y cuyos padres están desesperados”; a Isabel, “que se gana la vida en un supermercado”; a Rosana, “que se hace la tonta para caer bien a los chicos...”.

Este último caso resulta muy común y también aflora en la estadística del ministerio. Según sus datos, el 66,4% de los identificados como alumnos de altas capacidades son varones, frente al 33,6% de mujeres. “Ellas tienden a disimular su inteligencia para ser aceptadas, sobre todo en la adolescencia”, enfatiza Sanz.

Lo reconoce Marina, superdotada, de 20 años. “Sí, me hacía la tonta en el colegio. Aún lo hago a veces. Te aceptan mejor, aunque llega un momento que ya no finges; te lo acabas creyendo”, mantiene. No sufrió acoso escolar, pero recuerda que sus compañeras “tenían un muñeco al que pegaban” y al que habían puesto su nombre. Marina ha estado en tratamiento por depresión, porque después de sacar siempre buenas notas empezó a suspender en la Universidad, donde estudia una ingeniería. Tampoco ella fue detectada a tiempo. “Todos los días pienso si no sería mejor ser menos inteligente. Todos”.


III

Patricia Gonsálvez, "Los jesuitas revolucionan el aula. Trabajo por proyectos, flexibilidad y aprendizaje autónomo en vez de exámenes, libros y clases magistrales. Tres colegios de la orden inician un cambio radical", en El País29-III-2015:

Una raya en el pasillo separa el viejo suelo gris del nuevo suelo amarillo en el colegio Claver de los jesuitas en Raimat (Lleida). Los niños saltan de un lado a otro. “¡Siglo XX!”, gritan cuando pisan el terrazo gris; “¡siglo XXI!”, cuando caen en el lado amarillo. A uno y otro lado de esa raya conviven desde septiembre dos modelos pedagógicos muy distintos. En el lado gris siguen con sus lecciones de toda la vida. En el lado amarillo los niños trabajan por proyectos y en grupos. A un lado hay asignaturas, exámenes y un timbre que marca las horas. Al otro, el trabajo es interdisciplinar, los horarios son flexibles, la evaluación es continua y las ciencias se aprenden haciendo un trabajo sobre reciclaje. Siglo XX, siglo XXI.

“El alumno es el centro del nuevo modelo”, explica Minerva Porcel, directora pedagógica del cambio en el Claver, paseando entre las mesas de colores. “Los niños aprenden haciendo, son más autónomos, el trabajo es colaborativo, los profesores hacen preguntas, no dan las respuestas…”.

El Claver es uno de los tres centros concertados (unos 300 euros con comedor) donde los jesuitas de Cataluña están implantando el proyecto Horizonte 2020. De momento, solo en tres cursos: primero de infantil (tres años), quinto de primaria (nueve), y primero de la ESO (12). El plan es que en 2020 funcione en los ocho colegios catalanes de la orden, que suman 13.000 alumnos.

En quinto, la mañana arranca con el “inicio del día”, 15 minutos para plantear los objetivos de la jornada y charlar. Aquí se habla sobre Charlie Hebdo o Siria. Hoy toca la Cuaresma, esto es un colegio religioso y en todas las clases hay una cruz. Pero la evangelización siglo XXI no es catequesis: los niños comparten sus buenos propósitos y los profesores leen unas notas de agradecimiento anónimo (“A Marina, porque me hace caso en el patio cuando me ve sola”). Luego se desean un buen día y cada grupo se pone a lo suyo.

Aunque se hayan visitado antes colegios alternativos, lo llamativo del Claver es que está mutando. Pasillo con pasillo, se puede ver un cole de toda la vida y uno distinto. En el lado gris hay pupitres (el del maestro, al frente), pizarras y puertas con ventanucos que permanecen cerradas. Niños en silencio que miran al frente. Las aulas de los pasillos amarillos, sin embargo, son transparentes, con enormes ventanales y las puertas siempre abiertas. Hay gradas y las mesas tienen ruedas para poder agruparse. Los niños hablan y se mueven con libertad. Bajo enormes lámparas tubulares hay zonas comunes con sofás, pufs, o un jardín vertical que están construyendo ellos mismos. En el aula de los pequeños hay un anfiteatro pistacho que en uno de sus extremos se convierte en tobogán. Visualmente, los jesuitas han hecho con estas aulas lo que Google hizo con sus oficinas.

El proyecto también ha redecorado la cabeza de 261 alumnos y 14 profesores voluntarios, porque, como en Silicon Valley, el gran cambio es la forma de trabajar. “Ahora mola más venir al cole”, sentencian Bernat, Enric y Albert, de 13 años, mientras diseccionan un corazón de vaca. “Los profesores te explican un poco, pero somos nosotros los que tenemos que observar, investigar, ir probando…”, dicen introduciendo distraídamente dedos enguantados por la vena cava.

Es lo que la pedagogía llama “aprendizaje por descubrimiento guiado”. “No es que no haya un control, sino que los niños son menos conscientes de él, y más activos, igual que no es que no haya libros, es que no solo hay libros... El mundo es el aula”, explica Minerva Porcel, que pasó tres semanas en Finlandia estudiando su sistema educativo, considerado uno de los mejores del mundo. “Este proyecto bebe de muchas fuentes”, explica. “De las inteligencias múltiples de Gardner a la educación nórdica”.

Aunque hay clases específicas —de matemáticas o alemán—, el grueso del día fluye sin una pauta marcada por lecciones y los chavales se organizan a su propio ritmo. El ambiente bulle, sí, pero hay una evidente concentración. Los niños no deambulan, se mueven con  propósito. Se les ve motivados, y a sus profesores también. Nadie parece aburrirse.

“Es más divertido y aprendes igual”, dice María Solá, de 13 años. “A lo mejor no igual de rápido, pero se te queda más”. Los proyectos duran tres semanas y se trabajan en grupos de cuatro o cinco. “Si trabajas individualmente, solo tienes una idea”, explica Sergio Arazo, de 13 años. “En grupo se te ocurren más y puedes elegir la mejor”.

“Antes tenías una asignatura que duraba una hora, y luego otra, pero en los proyectos tocas dos o tres materias a la vez”, dice Sergio. Las civilizaciones antiguas se aprenden haciendo el trabajo Be water, Nefertiti, que también cubre el ciclo del agua de Naturales; el proyecto Raperos y reporteros, cuyo objetivo final es grabar un videoclip de hip hop con denuncia social, explica los recursos retóricos de Lengua, ejercita la traducción de Inglés y ameniza el aprendizaje de Música. El colegio traduce estos contenidos en materias para que los apruebe la Generalitat, que ya ha realizado varias inspecciones este año.

Finlandia, hacia el fin de las asignaturas

En educación, todo lo que hace Finlandia, que lleva años liderando el informe de evaluación PISA, se mira con lupa. Maestros de todo el mundo peregrinan para ver cada innovación que tiene lugar en sus aulas. Por ello, cuando el periódico británico The Independent tituló la semana pasada “Finlandia elimina las asignaturas”, el Consejo de Educación finés se vio obligado a publicar una aclaración sobre la reforma educativa que acometerá en 2016. Las asignaturas no van a ser abolidas del todo el próximo curso, matizaba la institución, pero el nuevo currículo fomentará y obligará a introducir largos proyectos interdisciplinares que se llevarán a cabo en clases colaborativas en las que los niños trabajarán en grupos y habrá varios profesores de distintas materias simultáneamente en el aula. Lo cual no se parece en nada a cómo se dan las asignaturas de toda la vida.

El horario que ocupen estos proyectos respecto a las asignaturas tradicionales, es decir, la radicalidad o moderación del cambio, dependerá de cada colegio ya que el sistema está fuertemente descentralizado.

“Que no cunda el pánico: los colegios finlandeses seguirán enseñando matemáticas, historia, arte y música”, escribió tras el revuelo el profesor de Harvard finés Pasi Sahlberg en la web The Conversation. “Pero los niños [de 7 a 16 años] también aprenderán a través de temáticas más amplias, como la Unión Europea o el cambio climático, que aportarán módulos interdisciplinares de idiomas, geografía, ciencias o economía”. “La integración de materias y el enfoque holístico del aprendizaje no son nuevos en Finlandia”, continuaba el experto que recuerda que este enfoque forma parte de la cultura educativa finesa desde los ochenta. 

La reforma de 2016 también da más voz a los niños, a quienes se involucra en la planificación y evaluación de sus propios proyectos. 

“Tenemos que ayudar a los niños a comprender y analizar su propio proceso de aprendizaje y a ser cada vez más y más responsables de él”, explica en la web del Consejo de Educación, Irmeli Halinen, directora del desarrollo curricular nacional.

La reforma también pretende reforzar el aspecto lúdico en el ciclo de educación infantil. 

El otro gran cambio es que las dos clases de 30 alumnos se han fundido en una de 60 que cuenta con tres tutores multidisciplinares (científico, lingüista, humanista) que están al mismo tiempo en la misma clase. “Para nosotros el día a día ha cambiado totalmente, antes dabas clase encerrado y ahora nuestro trabajo en equipo es un ejemplo para los niños”, dice Xavier Solé, que pasó un trimestre formándose a tiempo completo para la nueva etapa. “Coger el libro, leerlo y comentarlo, lo puedo hacer ahora y dentro de 20 años... Siempre había intentado probar cosas nuevas, pero no era fácil llevarlas a cabo. Ahora me siento apoyado”. “El trabajo es mucho más creativo”, asiente Magda Ballesta, coordinadora de Infantil. “Sí, implica más esfuerzo. Es más fácil ponerles a rellenar fichas, y a veces lo hacemos, pero como maestra lo que me gusta es crear actividades propias”.

“Hay otros colegios con proyectos innovadores, pero esto son los jesuitas, la significación es distinta”, opina el catedrático de Sociología Mariano Fernández Enguita. “Hace siglos fueron ellos los que implantaron los patrones de lo que ahora consideramos el aula tradicional: no son cualquier cosa”. “Ahí reside precisamente la bomba: una orden religiosa viene a agitar las aguas estancadas del sistema educativo español y a dar sopas con honda a la escuela pública”, escribía el experto en su blog. “La escuela convencional ha de evolucionar, porque está basada en un mundo que ya no existe”, continúa por teléfono. “Ellos se están adaptando”. A Enguita le gustaría ver una evolución parecida en la pública. “Pero hace falta una dirección fuerte para llevarla a cabo, porque no todos los profesores van a estar de acuerdo”, opina.

“Yo, si fuera padre, sacaría a mi hijo”, sentencia Felipe de Vicente, presidente de Asociación Nacional de Catedráticos de Instituto. “Estos inventos buscan que los niños estén entretenidos... Y a la escuela se va a aprender”. “La clase magistral no es mala, yo lo he aprendido todo así y tengo dos oposiciones”, continúa. “A Cervantes hay que explicarlo, y del Teorema de Euclides no se puede hacer un rap”. Llevar estas innovaciones a la educación pública le parece inútil e imposible: “Esto solo se puede hacer con un alumnado de clase media”.

No hay que irse tan lejos para encontrar otras voces críticas. “Habéis venido a ver a los de los coloritos, ¿no?”, preguntan con retintín los chavales de los pasillos grises a los periodistas. “Sus aulas son más chulas, pero yo prefiero el sistema de siempre”, dice uno de ellos. “¿Qué es eso de no hacer exámenes? Seguro que no aprenden nada”. “Están un poco mimados con sus sofás, sus mesas con ruedas… ¡Y se llevan a los mejores profesores!”, exclama otra. “En realidad tienen un poco de envidia porque no les ha tocado este privilegio”, responde Sergio Arazo, que, como sus compañeros del nuevo sistema, no quiere volver ni atado a lo de antes.

Los jesuitas llevan años preparando este cambio. Un proceso en el que han participado profesores, alumnos y familias, que contribuyeron con 56.000 ideas sobre la escuela que querían. “A los profesores no hizo falta convencerles porque ya era un grupo que quería un cambio, que veía alumnos desmotivados, resultados que no mejoraban… Con los padres hizo falta mucha transparencia”, explica la directora. “Al principio no lo entiendes del todo, hay que verlo”, dice Daniel Ponté, padre de una niña de quinto. ¿Trabaja menos su hija por pasarlo mejor? “Ahora tiene menos deberes, pero cuando falta un día, tiene que recuperar un montón”, responde. “Así que en clase deben de trabajar mucho”.

Atardece sobre los viñedos de Raimat que rodean el colegio y toca hacer el “final del día”. Quince minutos de reflexión compartida sobre lo aprendido. Los niños se autoevaluan del 1 al 4. Suena una música tranquila mientras piensan un minuto en silencio y luego abandonan el aula de colores sin necesidad de que suene un timbre.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Bullying homófobo


Olga R. Sanmartín  "Casi la mitad de los jóvenes que sufre 'bullying' homófobo piensa en suicidarse", El Mundo, 10/09/2012:

Cuando estaba en el colegio, a X. le orinaron encima varios chicos por ser homosexual. A Y. sus compañeros de clase no le dejaban entrar en el vestuario. Su profesor se encogió de hombros y le dijo: "Si tú eres gay, total, cámbiate en el de las chicas". Z. recuerda que su familia le maltrataba por su orientación sexual, hasta el punto de echarle de casa con lo puesto.

Son algunos de los 653 testimonios de adolescentes y jóvenes que han sufrido bullying homofóbico en 129 municipio de toda España durante los últimos 10 años. Los ha recogido la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) en un estudio pionero en nuestro país en el que se establece la relación entre acoso escolar y suicidio.

¿Tienden más a quitarse la vida los adolescentes a quien sus compañeros les hacen la vida imposible por ser gays, lesbianas o transexuales? La conclusión del trabajo es que sí.

Lo explica Jesús Generelo, secretario general de la FELGTB: "Nadie es más propenso al suicidio por tener una cierta identidad de género, pero sí por las condiciones de violencia en las que vive".

Los profesores, a veces culpables

Por ejemplo, según este informe, el 43% de los adolescentes y jóvenes que pasaron por el infierno escolar del acoso llegaron a plantearse el suicidio. De ellos, el 81% incluso lo planificó al detalle.

De todos los que sufrieron acoso escolar homofóbico, el 17% llegó a intentar quitarse la vida.

Hay otros datos igualmente escalofriantes, como el que identifica a los culpables: en el 90% de los casos, los acosadores eran los compañeros (casi siempre varones), pero en el 11%, los agresores eran los propios profesores. Los responsables del estudio creen que, en algunas ocasiones, el profesorado no contribuye a erradicar el problema, sino a agravarlo.

"Hay un gravísimo problema de acoso homofóbico en las escuelas", denuncia Jesús Generelo. "Es una cuestión estructural que está instalada en todas y cada una de las escuelas, desde la de un pueblo de Huesca hasta un colegio de Chueca".

Sufrir en silencio

Y lo peor es que los críos, en vez de denunciarlo, lo silencian. Dice la FELGTB que el 82% de los jóvenes no informó a su familia de que estaba sufriendo acoso escolar homofóbico. Y que un 42% no recibió ninguna ayuda en su centro escolar frente a estas agresiones.

Humillación, impotencia, rabia, tristeza, incomprensión, soledad y aislamiento son algunos de los sentimientos que provoca en los acosados –fundamentalmente, varones– este tipo de bullying. Y, así, hasta llegar a la desesperanza total. Pensamientos del tipo "el futuro aparece oscuro para mí", "yo no creo que haya solución", "abandonarlo todo sería una buena salida"...

En el último extremo, el suicidio como vía de escape. 124 jóvenes de entre 12 y 25 años han llegado hasta el punto de intentar quitarse la vida.

Triple riesgo

Estudios internacionales apuntan que los jóvenes LGTB tienen tres veces más riesgo de suicidio que sus compañeros heterosexuales. Aquí no se ha analizado este asunto profundidad, pero los investigadores de la FELGTB piensan que este mismo nivel de riesgo podría extrapolarse a España.

Por eso, en el Día Internacional para la Prevención del Suicidio, hacen un llamamiento a las instituciones para que se impliquen más activamente en la cuestión.

Según ha explicado en rueda de prensa José Luis Ferrándiz, uno de los autores del estudio, el 23% del bullying homofóbico se produce antes de que las víctimas lleguen a la ESO. Es decir, muchas veces los insultos y el aislamiento tienen lugar incluso antes de que los críos descubran su orientación de género. Más de la mitad del acoso se inicia entre los 12 y los 15 años.

lunes, 25 de junio de 2012

Angelitos.


Carolina García, "Un vídeo del acoso a una monitora de autobús desata las donaciones en la Red. La campaña lanzada en apoyo de la estadounidense Karen Klein consigue recaudar unos 400.000 euros en dos días", El País, Washington 22 JUN 2012.

Esta semana ha sido inusual para Karen Klein, una monitora de autobús con 23 años de experiencia que hasta ahora era una mujer anónima fuera de las fronteras de su barrio, Greece (Nueva York), pero que, muy a su pesar, ha terminado convirtiéndose en una sensación en YouTube y ya es conocida mundialmente. En un vídeo de 10 minutos de duración que han visto casi cuatro millones de personas, se observa cómo cuatro adolescentes de unos 13 años, estudiantes de la Escuela Secundaria Athena, en los suburbios de Rochester, le acosan reiteradamente durante el trayecto del autocar. Aunque la monitora, en un principio, intenta ignorar los insultos, la mujer termina con lágrimas en los ojos. “No tienes familia, todos se mataron porque no querían estar cerca de tí”, argumenta uno de los chavales durante tan desagradable episodio -el hijo de la mujer se suicidó hace 10 años-.

Minutos después de la publicación del documento en Internet por parte de uno de los adolescentes pariticipantes en el altercado, las reacciones no se hicieron esperar. La más notable, ha sido una campaña solidaria lanzada para ayudar a la monitora a conseguir "un buen descanso" de su trabajo. “Vamos a proporcionarle a Karen Klein unas vacaciones”, dice el eslogan.

Tras dos días de campaña en la Red -aún quedan 28-, el futuro económico de esta mujer  parece un poco más cómodo. Hasta este viernes, la iniciativa, publicada en el sitio web Indiegogo, había recaudado más de medio millón de dólares (unos 400.000 euros). Una cifra que nadie esperaba, ya que, en un principio, el objetivo era conseguir 5.000 dólares. Prueba más que superada. "No espero ver nada del dinero, sería demasiado bonito", ha asegurado Klein en una entrevista a la cadena CBS.

No tienes familia, todos se mataron porque no querían estar cerca tuyo”, argumenta uno de los chavales. Desde el comienzo del vídeo, esta monitora veterana intenta ignorar los insultos. “No tenéis nada más agradable qué decir”, menciona. Los chavales, envalentonados por estar en grupo, le avasallan llamándole “gorda” y diciéndole frases del tipo: “te vas a morir”, “te voy a dar una hamburguesa del McDonalds para que explotes” o “queremos tu dirección postal para ir a buscarte”. Al final, y tras 10 minutos de acoso, la incomodidad de Klein es obvia. “Dos son unos tarados y los otros dos son manzanas podridas”, ha repetido la mujer en varios medios de comunicación estadounidenses.

La mujer, además, ha asegurado en el programa de la cadena NBC, Today Show, que necesitó de mucha fuerza de voluntad para no responder a las burlas y que sobre todo, está "muy sorprendida por el apoyo recibido”. Para muchos, este vídeo enseña que el bulling en las escuelas no solo ocurre entre estudiantes.

Este jueves, el documento provocó, en redes sociales como Twitter y Facebook, un debate online improvisado sobre los “matones” promovido principalmente por los habitantes del barrio neoyorquino en el que reside Klein. La discusión causó un gran aluvión de opiniones en la que la gente exigía un duro castigo para los jóvenes.

Dos son unos tarados y los otros dos son manzanas podridas”, ha repetido la mujer en varios medios. Las autoridades de Greece aseguraron que la monitora no iba a interponer ninguna denuncia contra los jóvenes. “Los muchachos han llegado a recibir amenazas de muerte. Hemos requisado sus móviles y había más de 1.000 llamadas perdidas y más de 1.000 mensajes de texto recriminándoles lo ocurrido. Tienen 13 años y esto tiene que acabar", aseguró el capitán de la policía del distrito a la agencia Associated Press.

De momento, dos de los alumnos han pedido disculpas a la mujer, disculpas que la mujer no ha aceptado. Los padres de los alumnos implicados han mostrado su pesar a Klein y han asegurado que hablarán con sus hijos sobre lo sucedido y que estos serán castigados. Uno de los adolescentes, Josh, ha emitido un comunicado diciendo: "Lo siento mucho por la forma en que te traté. Cuando vi el vídeo no podía creer lo que hice. Lo siento por ser tan malo y nunca volveré a tratar a alguien de esa manera"

La conciencia contra el acoso escolar sigue creciendo en Estados Unidos, una lucha que en pocos meses se ha desplazado de las aulas a la misma Casa Blanca. La administración de Barack Obama ha lanzado este año una campaña de prevención contra el bulling. Se estima que unos 13 millones de estudiantes, lo que representa un tercio del total, sufren este tipo de vejaciones en este país. El pasado mes de abril, la película documental "Bully" mostró esta problemática mediante el seguimiento de cinco menores en el transcurso de un año escolar.

martes, 10 de abril de 2012

Acoso escolar


El famoso vídeo de Jonah Mowry sobre su bullying o acoso escolar

domingo, 4 de marzo de 2012

Acoso escolar


Elena Mengual "No son cosas de niños: es acoso", El País,  04/03/2012:

"Mi hijo llegaba a casa triste, llorando, no quería ir al colegio. Cada día se inventaba una excusa: que si me duele un pie, que si una mano, que si la tripa... Teníamos que llevarle prácticamente a rastras". Después, la cosa fue a más. "Un día regresó con el abrigo rajado. Otro, con las gafas pisoteadas. Otras veces llegaba con chichones, arañazos... Incluso le cortaron la coletilla durante un recreo".

Son palabras de Esther. Su hijo, Gustavo, con apenas siete años, sabe bien lo que es el acoso escolar. "Yo le preguntaba si jugaba con los demás niños, y me decía que sí". Así un día tras otro. Hasta que una tarde no pudo más, y se derrumbó. "Mamá, es que los niños me pegan". "Pero tú también les harás algo". "No, yo no hago nada".

Por suerte para Gustavo, su madre le creyó. No le espetó aquello de: "Será en broma". No tuvo que 'batallar' contra dos elementos hostiles: sus acosadores y el sentimiento de culpa, tan parecido al de las maltratadas por sus parejas, que lleva a uno a pensar que lo que le sucede es porque lo merece, porque "algo habrá hecho". Porque cuando esas 'bromas' se repiten día tras día, siempre contra la misma persona, y a ésta no le hacen gracia, no son "cosas de niños". Es acoso escolar.

Qué es el acoso

La psicóloga Alicia García de Pablo, de la Fundación Protégeles, lo define de la siguiente manera: "Acoso escolar es cualquier tipo de agresión psicológica o física mantenida en el tiempo y con intención de hacer daño". Aunque no siempre es grupal, una de sus características fundamentales es el desequilibrio de poder: la víctima está sola frente a un grupo agresores y observadores (que suele ser el resto de la clase); estos últimos saben lo que está pasando, pero no hacen o dicen nada por diferentes motivos.

Suele empezar con acciones de "baja intensidad", que van 'in crescendo' conforme pasa el tiempo. El más habitual es el acoso verbal, en forma de insultos, motes, humillaciones, propagación de falsos rumores, mensajes teléfonicos o llamadas... Si no se frena, puede degenerar en otros tipos de acoso, como el social (exclusión y aislamiento de la víctima, por ejemplo, se la deja fuera de las actividades, como un partido de fútbol), el psicológico (basado en amenazas) y el físico, que contempla tanto agresiones directas como indirectas, por ejemplo, producir daño en objetos personales de la víctima.

A sus siete años, Gustavo ha sufrido todos los tipos. "Le llamaban gafotas, gordo, cara de culo, bebé", relata su madre. En el patio, acababa solo en un rincón, "llorando como una magdalena, porque nadie le hacía caso". Eso cuando no le lanzaban una peonza a la cabeza, le cortaban el pelo o le sacaban las fichas de la mochila para que no pudiera hacer los deberes, y luego, "casualmente, las encontraban los cuatro acosadores".

A quién afecta

Cualquiera puede ser víctima de acoso. Se registran casos desde los tres años hasta la adolescencia. No se puede hablar de perfiles de acosadores ni de acosados. Ni los primeros son los típicos 'malotes', ni los segundos tienen por qué ser especiales. "Cualquier pretexto es suficiente para convertir a un menor en víctima", afirma Guillermo Cánovas, presidente de Protégeles. No obstante, es cierto que la diferencia es muchas veces la excusa, como en el caso de Gustavo, que sufre Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad.

"Cualquier pretexto es suficiente para convertir a un menor en víctima"
"Puede ser porque sus características físicas no gusten a otros, o justo por lo contrario". Así, suele afectar más a niños obesos, con gafas, homosexuales, que sacan buenas notas... A las niñas les mueven muchas veces los celos. Y se dan muchos casos de "ex amigos o ex mejores amigos. Se convierte en acosador una persona que ha terminado mal con la víctima, pero la conoce muy bien, tiene mucha información de ella, incluso imágenes... Lo que la hace más vulnerable".

Cómo detectarlo

Las situaciones de acoso suelen mantenerse ocultas, especialmente a partir de los 10-12 años. "Es importante estar atentos a cambios notables en el comportamiento, por ejemplo, si antes hablaba de sus amigos todos los días y ha dejado de hacerlo. O si el fin de semana está bien y el domingo por la noche muestra nerviosismo. También si le preguntamos y responde con evasivas", explica García de Pablo.

Muchos muestran introversión, dejan de hablar, se quieren retirar rápidamente de la mesa, no salen los fines de semana, o vuelven a casa rápidamente tras terminar las clases. En otros casos, bajan las notas, muestran tristeza, ansiedad... "El problema es que muchos de estos síntomas pueden confundirse con señales características de la adolescencia", afirma Guillermo Cánovas.

Por qué no lo cuentan

A la víctima de acoso escolar le sucede como a muchas mujeres que sufren violencia machista: llegan a pensar que merecen ser tratadas así. Las vejaciones y el sentimiento de aislamiento pueden llegar a socavar la autoestima hasta límites insoportables, e impedir al acosado buscar ayuda. En muchos casos sienten vergüenza. Otras veces temen ser ignorados, o despachados con el típico: "Son cosas de niños".

A Blanca le sucedió hace más de dos décadas, cuando cursaba 8º de EGB en un colegio madrileño. "Los recreos y los cambios de clase eran un infierno. Temía el momento en el que el profesor abandonaba el aula, porque empezaba el hostigamiento". La chispa la encendió una "ex amiga". "Ignoro el motivo, pero de la noche a la mañana empezó a propagar falsos rumores. Tal vez me tenía envidia porque yo sacaba buenas notas, pero no lo sé. El caso es que consiguió poner a toda la clase en mi contra".

Aun hoy, bien entrada en la treintena, se estremece al recordarlo. "Un día me sacaron los tampones de la mochila y se dedicaron a pasárselos como una pelota mientras proferían comentarios sexuales ofensivos", rememora. "Me mandaban notas, me llamaban por teléfono, incluso una vez tiraron piedras a la ventana de mi casa". "Recuerdo que me pasaba los recreos encerrada en el baño, subida a la taza del water para que no me vieran los pies por debajo de la puerta".

"Temía el momento en el que el profesor abandonaba el aula, porque empezaba el hostigamiento".

Al final, decidió contárselo a un profesor. Su respuesta cayó como un jarro de agua fría: "Blanca, es que tú piensas que todo el mundo está pendiente de ti". Con sus padres no le fue mucho mejor: "Algo habrás hecho tú, si no, ¿por qué va a estar todo el mundo en tu contra?".

"De entrada, todos los centros escolares dan la misma respuesta: 'Aquí no hay acoso'", explica Javier Pérez Aznar, psicólogo y presidente de la Asociación 'No al acoso escolar'. "Suelen cargar contra la víctima, aduciendo que no es para tanto, que los chavales tienen que espabilarse, o que tal vez le convendría (a la víctima) acudir a un psicólogo".

Cómo actuar

Los expertos coinciden en que la intervención temprana es clave, así como la colaboración del centro escolar. Y también la prevención. Precisamente con ese espíritu nació hace unos cuatro años 'No al acoso', una asociación compuesta por psicólogos, profesores, abogados, padres, madres y jóvenes, que trabajan de forma altruista para combatir esta lacra.

"La clave es que el acoso no es cosa de dos, sino del grupo, por lo que hay un desequilibrio de fuerzas. La víctima está aislada y sufre maltrato y abandono. Nuestra estrategia se basa en cambiar el peso del grupo hacia la víctima", explica Pérez Aznar.

¿Cómo? Pues por ejemplo instruyendo a alumnos de cursos superiores, para que se conviertan en una especie de 'hermanos mayores' que protejan a la víctima. "Los propios alumnos neutralizan el acoso, y funciona", afirma el psicólogo. Se trata de equilibrar.

Pero, ¿cuál es el protocolo en un caso de acoso? "En general, cuando los menores contactan con nosotros, no se lo han dicho a nadie. Lo primero es animarles a que intervenga un adulto, y les damos pautas de qué hacer ante las agresiones", explica García de Pablo. Así, tras ponerlo en conocimiento de los padres, aconsejan hablar con el tutor y la dirección del centro.

Cuando esto no es suficiente, "les recomendamos que presenten escritos, para que quede constancia", explica Ana Fernández Guillén, que trabaja como abogada en Protégeles. "Si esto no da resultado, deben recurrir a la inspección educativa, que es el órgano superior que regula la actividad de los responsables de los centros. Y si no fuera suficiente, habría que presentar una denuncia penal". Es la última opción. Antes, siempre, se intenta agotar la vía amistosa.

¿Se registran más casos ahora?

El acoso no es nuevo. Siempre ha existido. Pero como sucedió con la violencia machista, la sociedad parece no tomar conciencia hasta que la tragedia no tiene un rostro. Ana Orantes lo puso a las víctimas de los malos tratos. Jokin, a las de acoso escolar. El suicidio de este adolescente en Hondarribia propició que los medios de comunicación empezaran a hablar del tema.

"De entrada, todos los centros escolares dan la misma respuesta: Aquí no hay acoso"
"No podemos decir que acoso escolar esté aumentando, hay los mismos casos que hace 50 años. Lo que hay es más intolerancia social", explica Cánovas. "Los menores conocen cada vez más los recursos a los que pueden acudir y piden ayuda".

Es difícil calcular el número de afectados. "No nos atrevemos a manejar cifras, porque las situaciones que conocemos probablemente son un porcentaje mínimo de los casos reales. Lo que sí recibimos es cada vez más casos de acoso escolar en Internet". Según datos de Pérez Aznar, uno de cada cuatro estudiantes sufre o ha sufrido acoso.

Ciberbullying

Lo que ha crecido notablemente es el acoso escolar a través de Internet, porque "ha aumentado el número de usuarios y ha descendido la edad de inicio del uso de las tecnologías", explica Cánovas, para quien este tipo de acoso tiene unas características que lo hacen especialmente preocupante. Por un lado, la participacion de terceros, a veces sin conocer a la víctima, que hace que se multiplique el número de acosadores. Por otro, puede perdurar en el tiempo, de modo que, incluso cuando ha terminado problema en el centro escolar, el acoso puede continuar en Internet.

Y sucede que no da 'tregua' al acosado. Hasta ahora, la víctima sufría el acoso en el colegio, pero fuera de horario escolar estaba tranquilo. El 'ciberbullying' le priva también de eso: el acoso continúa en su tiempo de ocio, a través del e-mail, de las redes sociales...

Pero Internet también aporta 'ventajas' a las víctimas. Por una parte, aumenta el número de espectadores que le apoyan. También le proporciona herramientas (foros...) para solicitar ayuda. Además, aporta una ventaja desde el punto de vista jurídico: queda constancia del acoso, que en muchos casos puede denunciarse por ser delitos tipificados (amenazas, injurias, suplantación de identidad...), según explica Fernández Guillén.

Secuelas

Buena prueba de que el acoso escolar no es 'cosa de niños" son las secuelas que deja en las víctimas. Muchas de ellas lo sufren en la adolescencia, una etapa especialmente compleja, en la que se está formando la personalidad, y puede traumatizarles de por vida.

Las más comunes son las depresiones, la ansiedad y la fobia social. Muchas víctimas de acoso presentan dificultades a la hora de establecer relaciones sociales por miedo a sus iguales. Es lo que le sucede a Álvaro. Un grupo de repetidores le hizo la vida imposible en 2º de la ESO. Las bromas hirientes pronto se convirtieron en insultos e incluso agresiones en el aula. A sus 21 años, reconoce que no lo ha superado. "Me cuesta relacionarme con la gente, estoy tenso, desconfío, no sé cómo entrar en los grupos".

Dónde acudir

- Línea de ayuda contra el acoso escolar: http://www.acosoescolar.info/index.htm

- Protégeles. Teléfono: 91 740 00 19

- No al acoso escolar: http://www.noalacoso.org/