-Padre. ¿Qué animal es el de este dibujo? ¿Un dinosaurio?
-No, hija, es una ballena, un animal extinguido hace unos veinte años, cuando la Amazonia todavía no estaba urbanizada.
-¿Tú llegastes a verlas?
-Sí; una vez cuando iba en barco a América. Cantaban ¿sabes? y soltaban un chorro de vapor por la nariz. Tenían la costumbre de seguir a los barcos.
-¿Por qué desaparecieron? ¿Eran malas?
-No hacían daño a nadie; se alimentaban de microorganismos marinos; los hombres las cazaban porque la industria de lujo busca lo más escaso y caro para elaborar sus productos. Eran mamíferos que tenían hijos como nosotros, los animales más grandes y más nobles del mundo. Tal vez por eso ya no existen. Y recuerda esto: algún día podrás decir a tus hijos que tu padre vivía en unos tiempos en que aún existían las ballenas.
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miércoles, 30 de marzo de 2011
viernes, 4 de julio de 2008
Mabelka; una cuadra de caballos maravillosa en Ciudad Real
A mis hijas les gustan los animales. También los caballos; son preciosos, con esos grandes ojazos y esa crin desmelenada y esa nobleza de planta y alzado. En fin, que me convencen para que las lleve a aprender a montar como amazonas, a pesar de mi miedo a que se puedan caer Las llevo a Mabelka, una granja cercana a Miguelturra a la que se accede por un desvío de la Carretera de Carrión, el que conduce al Cortijo la Frasca. Es un lugar maravilloso, donde los niños y jóvenes aprenden a montar y a convivir con todo tipo de animales: caballos, palomas, perros, gatos, gallos y gallinas. Veo a la dueña de este glorioso cotarro, Consuelo, rodeada de todos sus animales y la envidio: no recibe el amor solamente de su marido, de sus hijos y de sus hijas, sino también el de sus caballos, sus perros, sus gatos, sus palomas, sus gallos y gallinas... ¿Alquien se puede sentir más querido e integrado que el dueño o responsable de una granja como esta? Lo dudo. Es algo muy parecido a la felicidad, aunque es una felicidad laboriosa, llena de trabajo y faena. Se nota que los caballos están felices y bien cuidados. Pasean a menudo, están limpios y musculosos, deseando que les toquen la nariz y les rasquen el cuello. Ahí está la pelirroja perra Cuqui, siempre a los pies de su señora, la yegua Lady, los tres gatitos recién nacidos jugando al escondite por todos los rincones, Akira el saltarín y muchos más. Los hijos e hijas de la dueña caminan derechos como varas, de la costumbre de montar que tienen, con porte majestusoso. Mis hijas disfrutan al paso y al trote. ¡Qué bien! Pero es caro. Un lujo para ricos que pagamos con otras miserias y del que, como no somos ricos, tendremos que desprendernos algún día.
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