-Padre. ¿Qué animal es el de este dibujo? ¿Un dinosaurio?
-No, hija, es una ballena, un animal extinguido hace unos veinte años, cuando la Amazonia todavía no estaba urbanizada.
-¿Tú llegaste a verlas?
-Sí; una vez cuando iba en barco a América. Cantaban ¿sabes? y soltaban un chorro de vapor por la nariz. Tenían la costumbre de seguir a los barcos.
-¿Por qué desaparecieron? ¿Eran malas?
-No hacían daño a nadie; se alimentaban de microorganismos marinos; los hombres las cazaban porque la industria de lujo busca lo más escaso y caro para elaborar sus productos. Eran mamíferos que tenían hijos como nosotros, los animales más grandes y más nobles del mundo. Tal vez por eso ya no existen. Y recuerda esto: algún día podrás decir a tus hijos que tu padre vivía en unos tiempos en que aún existían las ballenas.
Tarde
ResponderEliminar-Padre. ¿es cierto lo que dice la canción?
-¿Qué es lo que dice, hijo?
-Que el tiempo es veneno.
-Pues según como se mire, cuando yo tenía tu edad, se cantaba que el tiempo todo lo cura.
-Eso es lo mismo pero al revés. Bien mirado, la vida y la muerte son las dos caras de la moneda de la salud.
-¿De dónde sacas esos razonamientos, hijo mío? El tiempo es imperceptible, sin embargo, la vida y la muerte son pura percepción.
-Ya, como la radioactividad que no se huele, no se siente, pero te deshace por dentro.
-Estaría bien poder pasar la factura de todos estos desastres provocados por los humanos.
-¿Y a nombre de quién extenderás el cheque?
-Podría pasar factura al portador, podría ser, pero no.