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jueves, 16 de julio de 2015

Un hombre honorable que salvó la vida a miles de españoles y judíos. El cónsul Bosques.


En Marsella ha habido este miércoles 15 de julio una cita con la historia. El presidente francés François Hollande y el mexicano Enrique Peña Nieto han rendido un pequeño homenaje a un gran héroe que salvó la vida a cientos de judíos y antifascistas y, sobre todo, a miles de exiliados españoles que huyendo del franquismo se toparon con la Francia sometida al dictado de Hitler. El cónsul mexicano Gilberto Bosques se unió con las eficaces armas de la diplomacia a la Resistencia. Su hija, Laura Bosques, no ha podido acudir a un homenaje que considera sobradamente merecido y que retrotrae a una época gloriosa de México como libertador del fascismo.

Federica Montseny, Max Aub, Manuel Altolaguirre, Abraham Polanco, pero también perseguidos alemanes, polacos o austriacos figuran en las listas de las miles de personas que pudieron contar con la ayuda de México gracias a las gestiones de su cónsul Gilberto Bosques entre 1939 y 1942. El maestro francés y doctor en lengua y literatura española Gérard Malgat, autor de un documentado libro sobre Bosques, no tiene dudas sobre la valentía de sus acciones: “Se jugó el pellejo”.

Bosques vivió el final de la guerra, durante un año y tres meses, preso en Bad Godesberg (Alemania) junto a su esposa, María Luis Manjarrez, y sus tres hijos Gilberto, Laura y Teresa. “Me acuerdo perfectamente”, explica desde Ginebra Laura Bosques, 90 años. “Primero nos llevaron al refugio de Montgrand [junto a Marsella] y de allí a Alemania, donde estábamos presos de los nazis todos los latinoamericanos. Finalmente, nos canjearon en Lisboa por prisioneros alemanes”.

Gilberto Bosques (1892-1995) fue nombrado por el presidente Lázaro Cárdenas cónsul general en Francia en 1939. Desembarcó en el país en enero de ese año a bordo de un transatlántico de nombre premoritorio sobre el famoso desembarco posterior: Normandía. La misión encomendada por Cárdenas: ayudar a los republicanos españoles tras la guerra civil. La pronta ocupación alemana le obligó a dejar París y trasladar el consulado a Marsella, zona dominada por el gobierno colaboracionista del mariscal Philippe Pétain.

Allí, en Marsella, con unas oficinas estrechamente vigiladas por la Gestapo, desplegó todo su oficio diplomático para lograr lo que la cineasta mexicana Lillian Liberman llama los “visados al paraíso”. Se estima que logró rescatar a 40.000 perseguidos. Malgat prefiere no ser tan preciso. “Los alemanes destruyeron los archivos. El propio Bosques eliminó muchos documentos para que no cayeran en manos de los nazis”.

La avalancha de refugiados (muchos de ellos confinados en campos de concentración franceses) era tan enorme que Bosques llegó a habilitar dos castillos para organizar el exilio: el de Reynarde para hombres y el de Montgrand para mujeres y niños. En ellos terminaría su propia familia camino de la cárcel alemana después. Malgat, autor de Gilberto Bosques. La diplomacia al servicio de la libertad y de Max Aub y Francia o la esperanza traicionada (ediciones L’atinoir), cree que su acción desbordó la mera misión diplomática encomendada. “Hay testimonios que aseguran que incluso acompañaba a algunos refugiados hasta los barcos para evitar su detención”. Cárdenas ofreció a todos la opción de nacionalizarse en México.

Bosques instituyó en Marsella, con abogados españoles y franceses, una oficina jurídica. Franco exigía a Francia la extradición de los republicanos más notables y Bosques le plantó cara desde el derecho. “Ni siquiera la Francia de Pétain permitía tales extradiciones sin mandato judicial”, explica Malgat. “La oficina ganaba casi todos los pleitos porque los expedientes franquistas eran débiles, cargados de falsas acusaciones que la justicia francesa desenmascaraba”. El dinero para mantener toda la estructura de la labor de Bosques la aportó México, pero también en una gran parte el gobierno español en exilio.

Laura Bosques no ha podido acudir a Marsella. Una mala caída le ha impedido el viaje. Está en Ginebra, en casa de su hermana Teresa. En el homenaje oficial de este miércoles, consistente en la emisión de sellos conmemorativos del diplomático mexicano, no ha habido ningún representante de la familia. Tampoco los tres países que se dan la mano en esta historia son hoy los mismos de antaño. “Bosques era maestro, como yo, y en su lucha estaba muy comprometido con la educación”, dice Malgat. “No se le puede rendir homenaje sin compartir la exigencia de justicia y de verdad de las familias de los 43 estudiantes [asesinados en Iguala en septiembre pasado] y de tantos mexicanos que sufren la vulneración de los derechos humanos”. Son los que defendió en Europa el México de Cárdenas a través de su cónsul Bosques, que dejó escrito: “A veces hay que salirse de la legalidad para entrar en el derecho… ¿Cuál derecho? El derecho que tienen los hombres a la libertad”.

lunes, 6 de julio de 2015

Ingenieros sevillanos crean una máquina que genera agua directamente del aire en el desierto

María Serrano, "Ingenieros de Sevilla crean agua en el desierto", Público, 5 Jul 2015: 

“Nuestra misión en un principio fue investigar cómo podíamos rescatar la humedad del aire para transformarla en agua y mira lo que hemos creado”. Enrique Veiga es el inventor de este proyecto, un generador de agua potable que puede abastecer a pequeñas aldeas en medio de climas tan extremos como el desértico. ¿Invento del siglo? Juan Veiga, hijo del inventor y gerente de la empresa sevillana relata que “con el agua potable creada puede almacenarse en depósitos para que las personas tengan su propio suministro”. El invento ya ha tenido sus primeras experiencias, aunque no “gracias al apoyo de las administraciones”, apunta Juan. Sin embargo ya tienen cerrados proyectos en localidades de Namibia y futuros clientes en América Latina y países como Omán o Argelia.

Enrique llegó a Sevilla para trabajar como ingeniero en una empresa con técnicas de frío industrial durante los años 80. Sin pensar el grado de magnitud de su invento, fundaría su propia compañía bajo el nombre de Aquaer, agua y aire en griego, con sede en el Viso del Alcor (Sevilla). “Después de varios años de estudios, mi padre logró patentar en el año 96 este generador a través del INTA (Instituto de Técnica Aeroespacial) en las condiciones climatológicas más duras”.

Generador de agua potable.

Durante largos años, Juan y Enrique han investigado los países donde se produce una fuerte sequía, centrando su estudio en el África central y Subsahariana, donde 314 millones de personas no tienen acceso a una fuente de agua adecuada. “Aquí en España no tenemos ni idea de lo que es una sequía, solo cuando no podemos regar los campos de golf”. Juan recuerda que ha aprendido mucho desde que su padre lo puso al frente de esta empresa. “Cada vez que hemos hablado con representantes de países como Namibia o Argelia no pueden entender nuestro método. Se echan las manos en la cabeza cuando se enteran que gastamos la misma agua para beber en la cisterna”.

Veiga apunta que tiene muy en cuenta los informes de la OMS que resultan muy preocupantes en sus zonas de trabajo potenciales. Esta organización calcula que “cada año 1,8 millones de niños de todo el mundo mueren a consecuencia de  enfermedades ocasionadas por aguas contaminadas”.

SIN INTERÉS PARA LAS ADMINISTRACIONES

“Ni desde el gobierno ni de la Junta nos han dicho que no había dinero para financiarnos”. Al tratarse de un proyecto que tiene una clara vocación de ayuda humanitaria, desde Aquaer también han llamado a  la puerta de la Agencia Española de Cooperación, sin recibir aún ningún tipo de repuesta.

Ante la falta de comercialización del producto, Juan comenzó con un equipo de ingenieros a ponerse en contacto con gobiernos de países africanos que pudieran estar interesados en este tema. “Estamos realizando ya un primer proyecto en el desierto de Namib, el más antiguo del mundo. Hemos hecho también pruebas de viabilidad en el desierto de Kalahari”.

Juan hace una pausa cuando se le viene a la cabeza la imagen de las mujeres africanas que tienen que recorrer quince kilómetros desde su aldea para un bien tan básico como es el agua. “En la mayoría de los casos muchos pozos se encuentran contaminados, lo que provoca una alta mortalidad infantil y graves diarreas”.

¿CÓMO FUNCIONA EL GENERADOR DE AGUA?

El generador de agua potable tiene un sistema sencillo. Al  bajar la temperatura del aire, el agua que está en forma de aire se condensa, la humedad relativa va subiendo y el agua empieza a precipitarse. Gracias a unos filtros se puede potabilizar para posteriormente almacenarla en un depósito, que contempla varios capacidades según la necesidad. Juan explica que se han creado “desde generadores de quince litros al día para un hogar hasta 250 libros para una población de diez personas”.

“Con este invento podemos paliar la dureza tanto de situaciones límites como de campamentos de refugiados, en situaciones de grandes catástrofes naturales, donde el agua libre de contaminación  es una prioridad. También podemos generar el suministro seguro en las campañas militares, así como pequeños consumos domésticos. Somos los únicos en el mercado capaces de hacer algo como esto”.

Al tener un proceso automático, no es casi necesario saber mucho sobre su funcionamiento para poner la máquina en macha. Juan apunta que  “solo hay que estar pendiente de limpiar sus filtros”.

Para terminar la entrevista Juan habla de un futuro muy próspero para el invento de agua potable de Aquaer. “Ahora nos encontramos algo desbordados en medio de todo lo que nos viene”. Para la familia Veiga es un reto luchar para que culmine este proceso en muchas aldeas y zonas alejadas del desierto. “Lo más importante será traer a la poblaciones un bien necesario y vital para la supervivencia humana como es el agua a cada rincón que nos pidan”.

lunes, 29 de junio de 2015

Apólogo del Ubasute

Una hermosa leyenda japonesa, que encontré aquí.

Durante la mayor parte de su historia, Japón ha sido un país pobre, donde la mayor parte de la población vivía en los límites de la subsistencia. En algunas zonas, se extendió la costumbre (o la ley) de llevar a morir a los ancianos a los bosques y montañas cuando comenzaba el invierno, una costumbre japonesa denominada ubasute. De hecho, “Ubasuteyama” puede traducirse como “montaña (‘yama’) en la que se abandonan (‘sute’) los ancianos (‘uba’)”. 

A lo que parece, debido a la ley establecida por el señor feudal (‘daimyo’), un hijo hubo de cumplir el penoso deber de llevar a su anciana madre a Ubasute, cargándola a su espalda. Según caminaba, oía de vez en cuando el crujido de las ramas secas a su paso. Al llegar a lo profundo del bosque, se detuvo y bajó a su madre; ésta le instaba a que se fuese antes de anochecer, pero él se resistía a abandonarla. Finalmente emprendió el camino de regreso, pero la oscuridad y la niebla se echaron encima y no acertaba a encontrar el camino, hasta que encontró un rastro de ramas rotas: su madre las había ido partiendo para evitar que se perdiera.

No pudo más; volvió con su madre y a la mañana siguiente regresó con ella a casa, ocultándola para no ser denunciado. A los pocos días, el ‘daimyo’ paso por el pueblo para comprobar que su ley se había cumplido y ofreció un premio a quien pudiera resolver unas pruebas (hacer una cuerda con ceniza, acertar qué extremo de un bastón era el de la raíz y hacer un tambor que sonase sin ser golpeado). En cada prueba, el hijo volvía a su casa y su madre le ofrecía la solución.

El ‘daimyo’ quedó asombrado y antes de darle el premio, le preguntó cómo había encontrado la solución. Entonces el hijo confesó que había incumplido la ley y que había sido su madre quien se las había dado. El ‘daimyo’ no sólo le dio el premio prometido sino que reconsideró su postura y abolió la ley, reconociendo que los ancianos, incluso cuando no fueran capaces de hacer el mismo trabajo físico, sí podían ser de gran utilidad gracias a su experiencia.

Junto al árbol,
seco, llamo a mi padre,
no Ubasute

jueves, 25 de junio de 2015

Daniel Tammet, un caso único

DANIEL TAMMET | MATEMÁTICO
Álex Vicente “El número pi es un poema épico”, El País, 21-VI-2015:

El escritor británico, un prodigio del cálculo matemático complejo, habla de la trascendencia de los números y las letras, y del síndrome de Asperger

Daniel Tammet (Londres, 1979) es sinestésico. Percibe los números y las palabras a través de colores, formas, texturas y emociones distintas. Logra asociar una imagen distinta a cada cifra hasta 10.000. “En mi cabeza, contar es como pasear por el bosque”, sostiene en la contraportada de su nuevo libro, La poesía de los números. Cómo las matemáticas iluminan mi vida (Blackie Books), donde explica la trascendencia que letras y números han tenido para él, a través de una especie de autobiografía novelesca dividida en 25 capítulos. A Tammet también se le ha diagnosticado el síndrome de Asperger, trastorno ubicado en el espectro autista, además del llamado síndrome del sabio,que confiere a quien lo padece una extraordinaria capacidad de cálculo y una memoria prodigiosa. La diferencia, en su caso, es que el autismo no ha supuesto un aislamiento irresoluble, sino un obstáculo a superar. “La gente cree que soy extremadamente tímido y asocial, una especie de computadora humana sin capacidad de apreciar la literatura, de tener amigos por todo el mundo o disfrutar de una relación sentimental desde hace años”, explica Tammet, sentado a la hora del almuerzo en un restaurante de París, la ciudad donde se instaló hace media década junto a su compañero, un fotógrafo francés.

El autor asegura que fueron los factores mencionados los que le llevaron a intentar ultrapasar las barreras que su condición había impuesto en su cabeza. “Ha sido un recorrido complejo, que hubiera sido imposible hace solo 30 años. Entonces se seguía creyendo que el Asperger impedía la creatividad y que el cerebro del autista estaba paralizado desde el nacimiento. Ahora sabemos que es falso, gracias a la teoría de la plasticidad neuronal, que demuestra que las conexiones cerebrales se regeneran a lo largo de la vida”, apunta. Para Tammet, la literatura resultó particularmente determinante. “Leer una novela es un trabajo de empatía y de imaginación. Proyectarse en un relato e intentar imaginar cómo vivirán sus protagonistas, metiéndose en la piel de ese ser que vive en otro país y en otra época, resulta increíblemente beneficioso para las personas como yo”, agrega.

Tammet creció en Barking, suburbio del este londinense que fue declarado, durante los ochenta, la décima localidad más pobre de Reino Unido. En ella no había cines, teatros o museos. “Pero sí existía una biblioteca”, recuerda. “Pasé horas leyendo diccionarios y enciclopedias, antes de pasar a los poemas y las novelas. Fue eso lo que me llevó a vivir una vida distinta a la mía”. Su padre fue obrero en una fábrica metalúrgica y su madre, secretaria y después ama de casa. Tammet es el mayor de nueve hermanos. “Crecer en una familia numerosa me ayudó, porque siempre me sentí acompañado. Si hubiera sido hijo único, no sé cómo habría resuelto lo que me sucedía”, reconoce. Pese a todo, en la escuela primaria empezó a detectar que era distinto a los demás. “Hacia los 8 o 9 años empecé a sentir la diferencia y la soledad, aunque no dispusiera de palabras para expresarlas. Fue a partir de ese momento cuando quise romper el muro que me separaba de los demás. Me empeñé en aprender los códigos sociales, como si fuera un científico que estudiara una especie animal exótica o como si aprendiera una lengua extranjera. Por supuesto, hice muchas faltas y cometí muchos errores, pero incluso así me lancé”, recuerda.

“Cuando hablaba de cifras y de palabras, sentía emociones precisas y visualizaba colores”

Fue durante esa época cuando entendió que disponía de un talento particular. Al hacer sus deberes, lograba adivinar la solución a los problemas matemáticos, pero sin ser capaz de explicar por qué. Las cifras se convirtieron en “un idioma privado”, o incluso en su “primer idioma”. “Cuando hablaba de cifras y de palabras, sentía emociones precisas y visualizaba colores. Mis compañeros de clase no entendían nada. La sinestesia no existía en mi vocabulario, pero tampoco en el de mis padres o profesores. Entonces nadie hablaba de vocales rojas ni de palabras naranjas. Nadie decía que el número 4 era tímido como yo, ni que el 11 disponía de una increíble belleza”, rememora. Ante la incomprensión de su entorno, decidió callarse. De nuevo, fue el arte el que le liberó. “Mucho más tarde supe que Nabokov y Kandinsky también fueron sinestésicos. Y que, por tanto, no estaba completamente solo”, afirma. También lo fue Rimbaud, autor de un poema, Vocales, que empieza así: “A negro, E blanco, I rojo, U verde y O azul: / vocales algún día diré vuestro nacer latente, / negro corsé velludo de moscas deslumbrantes”. “Sí, pero no estoy de acuerdo en nada de lo que dijo”, bromea Tammet. “Aunque, en el fondo, supongo que nadie está en lo cierto. La sinestesia es sinónimo de la subjetividad más pura”.

A los 19 años, Tammet se marchó a Lituania, como parte de un programa de intercambio para alumnos desfavorecidos. “Allí hice una amiga que me consideraba un poco raro, pero creyó que era solo porque era inglés. Ese sentimiento me gustó. Me hizo entender que la excentricidad dependía del contexto. En Londres me consideraban autista, pero en Lituania era un gentleman británico”, sonríe. Ante su estatus de estrella de las matemáticas y autor traducido en 30 lenguas, su familia se siente orgullosa, pero también “algo descolocada”. “No es falsa modestia, pero diría que he tenido mucha suerte. Si no hubiera conocido a ciertos profesores, si mis padres no me hubieran dado una libertad total o no hubiera tenido un novio con quien poder leer a Dostoievski en voz alta, todo habría sido muy distinto”, reconoce. Asegura, sin embargo, que su homosexualidad nunca reforzó su sentimiento de diferencia. “Una de las únicas ventajas del autismo es que eres incapaz de entender el tabú social. Para mí, siempre fue una evidencia que los hombres pudieran amar a otros hombres”, opina.

“La excentricidad depende del contexto. En Londres era autista, en Lituania un ‘gentleman’ británico”

A diferencia de otras mentes portentosas, Tammet evita la exhibición de sus múltiples talentos. Se niega a calcular complejas operaciones matemáticas, a adivinar qué día de la semana era el 3 de junio de 1977 o a contar cuántas hojas tiene el castaño de la esquina. Se negó incluso a protagonizar un reality en el que debía batirse con los mayores expertos en distintas áreas, de un especialista en neurociencia a un fan de Britney Spears. El programa le daba una semana para igualar sus conocimientos. “Rechacé la oferta y perdí millones de dólares, pero me da igual”, afirma. “No me gusta la espectacularización de la vida intelectual. Prefiero que la gente me conozca a través de las páginas de mis libros”. No siempre ha sido el caso: Tammet protagonizó un documental algo sensacionalista para la BBC y, en 2004, recitó los primeros 22.514 dígitos del número pi en cinco horas, batiendo un récord europeo. ¿No fue eso una puesta en escena de su persona en toda regla? “Sí, lo fue, porque se trataba de un acto público con cámaras. Pero no lo hice con esa intención, sino como un desafío personal. Y también para compartir la belleza de ese número con gente de todo tipo. En el público había adolescentes, obreros y mujeres de la limpieza, emocionados por la inhabitual poesía de pi. A partir de ese momento, me dije que no quería contar solo números, sino también historias. Se cristalizó en mi cabeza la idea de convertirme en escritor, así que no me puedo arrepentir”, afirma.

Para Tammet, el número pi dispone de la misma belleza que “un poema épico”. “Lo contiene todo: tu fecha de nacimiento, tu número de tarjeta de crédito, tu contraseña para acceder a Facebook, el número de teléfono de tu pareja e incluso la fecha de tu muerte”, afirma. “Al recitarlo, es como si recitara mi vida, pero también las vidas de los demás. Es personal y universal, como debe serlo todo el arte. Cuando recité los primeros dígitos, me sentí como si me adentrara en el infinito durante cinco horas. Lo mismo siento al leer un libro o un poema: es como si me ofrecieran un pequeño anticipo del infinito”.

“Las ideas de base en el cristianismo me parecen, a nivel intelectual y emocional, necesarias”
El escritor se define como creyente. “Más protestante que católico”, precisa. “Mi familia no es lo es, pero me convertí a la religión por razones intelectuales. Para mí, la religión está fundamentada en la tolerancia de la diferencia. En el fondo, Dios encarna la idea de la diferencia absoluta. El sentimiento religioso surge de la voluntad de descubrir la diferencia divina”, analiza. Por ese motivo, le disgusta presenciar los efectos del extremismo religioso, como en los recientes atentados que vivió París. Tammet compartía editorial con el dibujante Cabu, fallecido en el ataque a Charlie Hebdo, con quien hace unos años tuvo la ocasión de coincidir e intercambiar puntos de vista. “La religión nunca puede ser pretexto de violencia y no puede rebosar en la vida pública. Dios no puede ser un vector político, sino solo un sentimiento íntimo. Por eso estoy de acuerdo con el laicismo francés, que me parece una muy buena idea”, afirma. “No estoy de acuerdo con todo lo que defiende la Iglesia, pero las ideas de base en el cristianismo me parecen, tanto a nivel intelectual como emocional, totalmente necesarias y convincentes”, apunta.

Cuando la camarera llega con la cuenta, la conversación se interrumpe. El autor paga su parte, pero ella se confunde ligeramente al hacer la división. “Diría que son 35…”, la corrige Tammet con educación y deferencia. Acto seguido, lanza una sonrisa cómplice a su interlocutor, como si se mostrase orgulloso de su actuación. Su principal misión está cumplida: a quien desconozca los prodigios que encierra su cerebro, Tammet le parecerá solo un joven normal y corriente.

lunes, 15 de junio de 2015

La iglesia de los descreídos alcanza difusión mundial

Álex Vicente, "La iglesia de los descreídos", El País,  15 JUN 2015:

Las misas de Sunday Assembly, la parroquia para ateos, no sirven para rendir pleitesía a ningún dios sino para entonar canciones, entablar amistad y escuchar conferencias. Aupada por los desencantados y los agnósticos con inquietudes espirituales, ya cuenta con más de 60 delegaciones en todo el planeta como las de Londres, París y Ámsterdam.

En esta iglesia no se escuchan sermones. No hay capellanes intrigantes ni devotos arrodillados. Sus misas dominicales no sirven para expurgar pecados ni incluyen ningún rito de comunión, a no ser que lo sea cantar himnos pop a todo pulmón en un multitudinario karaoke, tomar el té con desconocidos o presenciar conferencias sobre asuntos de candente actualidad. Aquí, los cánticos religiosos han quedado sustituidos por temas de los Beatles. A su oficiante se le da mejor contar chistes que respetar el sacramento de la eucaristía y, puestos a elegir, prefiere citar a Schopenhauer y a David Foster Wallace que a los apóstoles. Es Domingo de Pascua en el barrio londinense de Holborn. Los feligreses de esta peculiar parroquia han llegado a este lugar, como hacen dos veces cada mes, intentando encontrar algo de sentido a sus respectivas existencias. Como reclamo, sus responsables no han prometido la salvación, aunque sí un leve sentimiento de redención: ese que surge cuando uno intenta convertirse en “la mejor versión de sí mismo”.

Así se expresan, casi al unísono, los dos fundadores de esta peculiar congregación, que proponen actividades alternativas a la liturgia clásica y carcajadas aseguradas. A principios de 2013, Sanderson Jones y Pippa Evans, dos humoristas con cierta reputación en el circuito londinense de la comedia en vivo, crearon la primera iglesia pensada para ateos. La llamaron Sunday Assembly. La suya fue una idea de locos que terminó por cobrar sentido. Solo dos años después, la organización ha abierto delegaciones en 64 ciudades de todo el planeta, como Bruselas, Berlín, Hamburgo, Dublín, Budapest, Sídney, Melbourne, Nueva York, Washington, Chicago… La ola ha llegado incluso a Silicon Valley. Varias antenas adicionales están a punto de ver la luz en África, Asia y Latinoamérica, hasta acercar la franquicia a un total de un centenar de asociaciones hermanas. “Hemos superado de largo nuestras expectativas. Nos dijimos que, si funcionaba en Londres, podía funcionar en cualquier lugar del mundo, pero nunca imaginamos que todo iría tan rápido”, reconoce Jones, un tipo alto, sonriente y de físico un tanto mesiánico, minutos antes del inicio de esta asamblea dominical.

   "Las iglesias han perdido peso en la sociedad occidental, pero no hay nada que haya ocupado su hueco”, Sanderson Jones, creador de Sunday Assembly

Todo empezó hace dos años en una vetusta capilla de Islington, el revalorizado barrio del noreste londinense donde residen Colin Firth, Kate Winslet y Emma Watson. Pero el lugar no tardó en quedárseles pequeño. Antes de morir de éxito, decidieron mudarse a un enclave con solera: el Conway Hall, sede de actividades de asociaciones humanistas desde 1929, así bautizado en honor de Moncure Conway, un insigne defensor de la libertad de expresión. Sobre el escenario de este edificio art déco, iluminado por la luz que entra por la claraboya del techo, aparece una cita de Hamlet: “Sé fiel a ti mismo”.

Sanderson Jones aparece en el pasillo central mientras el coro ensaya un tema de The Proclaimers que los asistentes entonarán, a sus órdenes, poco después. Su rostro resulta vagamente conocido. Hace años, este cómico de 33 años protagonizó una campaña televisiva para Ikea, tras dejar un trabajo en el departamento de publicidad del semanario The Economist. Hoy es lo más parecido a un arzobispo que pueda tener Sunday Assembly: es él quien dirige esta red de congregaciones seculares alrededor del mundo, quien visita país tras país para asesorarlas. Hijo de escoceses que vivieron por toda Europa por motivos laborales, Jones define su educación religiosa como “la clásica de un cristiano reticente”. Hoy se considera plenamente ateo. “Fui educado en colegios confesionales, donde nos obligaban a ir a misa cinco veces a la semana. Siempre me gustó cantar, escuchar los discursos y sentir que pertenecía a una comunidad. El único problema era que no creía en Dios”, ironiza. Hacia los nueve años empezó a tener serias dudas sobre su existencia, siguiendo las enseñanzas de un profesor de Ciencias Naturales que no dudó en hablarle del evolucionismo. “Un año más tarde, mi madre falleció. Eso me obligó, desde una edad muy temprana, a familiarizarme con conceptos tan intensos como la vida y la muerte. En lugar de empujarme hacia la amargura, la muerte de mi madre me hizo apreciar más el hecho de estar vivo. Desde entonces siento gratitud y deleite. Supongo que eso es lo que me ha traído hasta aquí”, relata.

Jones creó esta organización tras entender que no era el único en su situación. A su alrededor, empezó a detectar a otros jóvenes que habían renegado de su educación religiosa, descontentos con la postura ideológica de su Iglesia o sintiéndose incapaces de creer en las historias bíblicas. O bien educados en el más estricto ateísmo, pero experimentando una inquietud espiritual para la que no disponían de palabras y, todavía menos, de espacios de expresión. Para todas esas personas nació Sunday Assembly. “En la sociedad occidental, las Iglesias han perdido peso o incluso han desaparecido, pero no hay nada que haya ocupado su lugar. Alguien tenía que llenar ese hueco”, asegura Jones, subrayando el efecto positivo que la organización ejerce sobre sus feligreses. Según un sondeo reciente, realizado entre 350 personas, un 87% de los participantes se sentían “más felices” desde que empezaron a sumarse a sus actividades. La iglesia se financia a través de donaciones y campañas de crowdfunding. La primera, iniciada en 2013, pretendía recoger medio millón de libras (unos 700.000 euros). Fue un fracaso: se quedaron quince veces por debajo. Pese a no precisar las cifras con las que trabajan, sus responsables aseguran contar hoy con el suficiente presupuesto para asegurar su funcionamiento durante dos años más. Además, al final de cada reunión se realiza una colecta. También en eso se parecen a una iglesia tradicional.

Estas asambleas dominicales se inspiran en el modelo propuesto por algunas Iglesias del sur de Estados Unidos, donde no importa tanto la fe religiosa sino el vínculo invisible que une a sus integrantes. “A diferencia de lo que suele suceder en Europa, muchos estadounidenses guardan un buen recuerdo de la Iglesia en la que crecieron, incluso si han dejado de ser creyentes”, afirma Jones. “La recuerdan como el lugar donde fueron a los boy scouts o jugaron en la liga de fútbol, donde conocieron a su esposa o dejaron a cargo a su abuela cuando enfermó. El sentido de comunidad está mucho más marcado allí que aquí”, asevera. Tal vez no por casualidad, la organización se expande estos días a ritmo veloz al otro lado del Atlántico. Incluso en lugares como el Bible Belt, ese “cinturón bíblico” que va de Virginia a Texas. A día de hoy, la mitad de congregaciones de Sunday Assembly se encuentran en territorio estadounidense, donde los índices de ateísmo no han dejado de crecer en los últimos años. Según un informe que la National Science Foundation publicó en marzo, el país habría perdido 7,5 millones de creyentes desde 2012. Otro estudio, conducido por el Pew Research Center y publicado en mayo, señala que los no religiosos ya son más numerosos que los católicos (hasta ahora, primer grupo en número de fieles). Los primeros suman un 23%, siete puntos más que en 2007, frente a un 21% de católicos, tres puntos menos que entonces. En Reino Unido, las cifras también demuestran una involución de creyentes: según un sondeo de YouGov para The Times, el 33% de los británicos no creen en Dios, un punto por encima de los que sí lo hacen. Un 20% adicional dice contemplar una fuerza espiritual a la que no denomina con ese nombre.

Pese a que su alcance es todavía minoritario, Sunday Assembly aspira a erigirse en alternativa para esos cientos de miles de descreídos. Intenta convencerlos con un eslogan tan seductor como consensual: “Vive mejor. Ayuda a menudo. Asómbrate más”. En el arranque de esta misa aconfesional, entre las cuatro paredes del Conway Hall, logramos identificar algunos perfiles. Por ejemplo, a Stanley, un estudiante de 24 años peinado con rastas, a quien Jones ha encargado que reparta octavillas en la entrada. “Es mi primera vez. Un amigo me comentó el proyecto y me pareció interesante. Nunca había oído hablar de nada parecido”, explica el joven. En la sala está sentada Katie, estadounidense que trabaja en una agencia de publicidad londinense desde hace siete años. Fue educada en el luteranismo y sigue yendo a la iglesia de vez en cuando, aunque lo considera “compatible” con su pertenencia a esta congregación secular. “Vengo a escuchar las conferencias. En las otras iglesias no nos hablan de cómo controlar tu propia huella de carbono”, afirma. Unas filas más allá, Hildegarde, profesora de teatro jubilada, relata cómo descubrió que no era creyente mientras estudiaba en un colegio de monjas. “No dejaba de hacerles preguntas, porque no entendía cómo podían ser ciertas las historias que me contaban. Hasta que, una de las hermanas, harta de mis dudas sobre la existencia de Dios, se cansó y me gritó: ‘¡Es un misterio!”, recuerda. Ese día perdió la fe por siempre jamás. “Pero a veces echo de menos la liturgia, la ceremonia y la pertenencia a una comunidad. Por eso he empezado a venir aquí”, explica. En la última fila se presenta Haleema, médico de 41 años de origen paquistaní, que escucha con atención junto a sus tres hijas. “Es una buena manera de terminar la semana: ocupándose de uno mismo durante unas cuantas horas”, sostiene. “Yo fui educada en el islam, pero siempre creí que las historias que me contaban no tenían sentido y nunca me sentí cómoda con el dogma. Mejor estar aquí que en una mezquita. Por lo menos, es más divertido”.

    "A veces echo de menos la liturgia, la ceremonia, la pertenencia a una comunidad. Por eso vengo aquí” Hildegarde, profesora de teatro jubilada

Hay quien ha vinculado el movimiento al libro Religión para ateos, un ensayo del filósofo Alain de Botton, que proponía adaptar algunos principios eclesiásticos a la vida laica y secular. “Incluso si una religión no es cierta, ¿no podemos quedarnos con los mejores pedazos?”, rezaba la campaña promocional del libro cuando fue publicado en 2012. “La presente obra parte de la premisa de que se puede estar comprometido con el ateísmo y aun así creer que, esporádicamente, las religiones son útiles, interesantes y consoladoras, y sentir curiosidad suficiente por la posibilidad de importar algunas de sus prácticas e ideas a la esfera secular”, escribió el autor. De Botton planteaba organizar grandes ágapes en grupo, creando restaurantes donde sería obligatorio sentarse junto a un extraño para entablar conversación. O bien reintroducir la moral en el discurso artístico, practicar “ejercicios mentales” y hasta erigir un gran templo ateo de 46 metros de altura en el centro de Londres. ¿Fueron esas líneas las que inspiraron a Jones para crear Sunday Assembly? El fundador lo desmiente: “Ya habíamos tenido la idea antes que él. Pero es verdad que la publicación de ese libro me impulsó a actuar de una vez por todas. Me dije que, si no lo hacía yo, alguien me acabaría robando la idea”, reconoce. De Botton, por su parte, creó The School of Life, una institución educativa que oferta cursos de desarrollo personal y propone arengas laicas en el mismo lugar donde se celebran las reuniones de esta asamblea dominical.

A ratos, esta iglesia sui generis será incomprendida o ridiculizada, pero sus adeptos no dejan de multiplicarse. En septiembre pasado, una treintena de ciudades distintas se sumaron a la vez a este incipiente movimiento. Una agencia de referencia en cuanto a tendencias de consumo como JWTIntelligence ya había agregado el término godless congregations (“congregaciones sin Dios”) a su lista de 100 palabras clave para 2014. En los Países Bajos, por ejemplo, cuatro localidades crearon sus propias iglesias laicas: Ámsterdam, Róterdam, Utrecht y Apeldoorn. Uno de sus impulsores fue Jan Willem van der Straten, un joven de 25 años y frondosa barba de hipster que nos recibe sentado frente a un capuchino en un bar de De Pijp, otro barrio bohemio con pasado proletario al sur de Ámsterdam. Estudiante de Teología y Comunicación especializado en la naturaleza del secularismo, trabajó unos meses como voluntario al lado de Jones y Evans, antes de regresar a su país para supervisar la creación de estas cuatro delegaciones. “Crecí en una familia no creyente, donde la religión no tenía ningún papel. Fue a los 13 años, al descubrir a un predicador en la televisión, cuando empecé a considerar este tipo de nociones”, relata. Van der Straten será uno de los escasos dirigentes del movimiento que no se defina como ateo. Dice acudir a otras Iglesias –como Hillsong, evangélica y presente en 14 ciudades del mundo, que moderniza los cantos religiosos y los convierte en éxitos pop– y sostiene que Sunday Assembly no rechaza a nadie por sus creencias. En España no existe, de momento, ninguna sucursal de esta congregación, pese a que Van der Straten asegure que ha recibido mensajes de interesados en crear una. Tampoco las hay en Italia, Portugal o Grecia.

Actualmente se redactan tres tesis doctorales sobre el fenómeno protagonizado por Sunday Assembly. Una de ellas es obra de la teóloga Katie Scholarios, de la Universidad de Aberdeen. “Sus creadores han estado obviamente influidos por el formato de la misa y se han inspirado en Iglesias cristianas”, afirma. “Sunday Assembly demuestra que, pese a las apariencias, existe un nivel subyacente de respeto a la fe en nuestras sociedades, aunque sean cada vez más seculares. Por ejemplo, este movimiento se muestra más respetuoso que provocador. El aumento del secularismo no implica necesariamente un descrédito o un menor respeto de las Iglesias”.

Van der Straten está parcialmente de acuerdo. “Más que de iglesia atea, habría que hablar de un movimiento secular al que todo el mundo es bienvenido. Solo somos una congregación que celebra la vida”, asegura. Pero el debate sobre quién puede formar parte de esta asamblea dominical y quién no ya ha provocado el primer cisma de esta organización: una parte de la delegación neoyorquina decidió escindirse de Sunday Assembly para crear Godless Revival, un grupo más estrictamente enmarcado en el ateísmo, al considerar que la propuesta de Jones se acercaba demasiado a la liturgia católica y era excesivamente tolerante respecto a los creyentes que deseaban asistir a estas misas ficticias. No son las únicas críticas que esta iglesia artificial ha escuchado. La editorialista Sadhbh Walshe los calificó de “chiste” en The Guardian. “Tienen todo el derecho a formar congregaciones y reunirse con gente que se parece a ellos, a compartir abrazos y planear cómo hacer el bien, pero no tienen derecho a apropiarse del ateísmo para su causa”, denunció. En el otro lado del espectro, el diputado norirlandés William McCrea, reverendo de la Iglesia presbiteriana, se dijo “preocupado” por la iniciativa cuando Sunday Assembly abrió una delegación en Belfast. “Puede que esta gente rechace a Dios, pero un día descubrirán que también proceden del Creador”, afirmó. En Estados Unidos, el abogado Doug Berger, conocido por su defensa del secularismo, los llamó “insípidos”, mientras que el bloguero Michael Luciano tildó a la iglesia de “ingenua” y “fatua”. En las redes sociales, algunas voces se han levantado contra su obsesión por las donaciones.

Para Niki Bosemberg, colombiana de 26 años, no deben existir límites. “Siempre y cuando no se hable de religión en la sala”, puntualiza. Llegó a París hace año y medio para trabajar como au pair, y se prepara para cursar un máster de traducción e interpretación. Es una de las fundadoras de esta asamblea dominical en la capital francesa, donde las primeras reuniones empezaron el pasado otoño. “Me educaron en el ateísmo, pero de mayor me volví espiritual”, explica. “Comparto valores con la Iglesia católica, como el amor al prójimo, pero nunca podría participar en ella. Me disgusta su dogma y su corrupción”. La delegación parisiense se ­reúne una vez al mes en la Casa de Japón, una pagoda ubicada en la Ciudad Universitaria. Sus reuniones están menos concurridas que en Londres, aunque no existan grandes diferencias en cuanto al programa. “La única es que a los franceses les cuesta más levantarse a bailar”, sonríe Bosemberg. Una de sus últimas invitadas fue Florence Servan-Schreiber, papisa de la autoayuda en Francia. Ante un público formado por maridos arrastrados por sus esposas y estudiantes resacosos de las residencias universitarias que circundan el lugar, la conferenciante se presentó como una “profesora de la felicidad” y dio consejos para “tonificar el nervio del amor”, a través de “estímulos positivos” y “espirales virtuosas”. En un momento dado, pareció que el canto de los pájaros se escuchara desde el jardín. Aunque resonaba con tanta perfección en el interior de esta pagoda parisiense que no quedó del todo claro si, en realidad, era solo un sonido enlatado.

viernes, 12 de junio de 2015

Una manera ya probada y efectiva de combatir la corrupción

Andrés Oppenjeimer, "Una receta contra la corrupción", en El Mundo, hoy:

Un viejo chiste sobre la corrupción en América Latina que está circulando por internet dice que funcionarios de varios países tuvieron que contestar la misma pregunta: “Honestamente, ¿cuál es su opinión sobre el problema del hambre en el resto del mundo? ”.

El funcionario suizo, asombrado, respondió: “¿Hambre? ¿Qué significa hambre?”. El funcionario cubano, igualmente perplejo, contestó, “¿Opinión? ¿Qué significa opinión?”. El funcionario estadounidense dijo “¿El resto del mundo? ¿Qué significa el resto del mundo?”. Y el funcionario argentino dijo: “¿Honestamente? ¿Qué significa honestamente?”.

La broma me vino a la mente al leer un nuevo libro titulado “La riqueza pública de las naciones”, de los autores suecos Dag Detter y Stefan Folster, que propone una manera audaz para luchar contra la corrupción: la creación de Fondos Nacionales de Riqueza — como los que existen en Singapur y Austria — para evitar el uso discrecional de los bienes del Estado por parte de funcionarios gubernamentales.

Es una idea que valdría la pena explorar en América Latina, donde los escándalos de corrupción que involucran a empresas estatales y funcionarios públicos o sus parientes están en las primeras planas de Brasil, Argentina, México, Perú, Honduras, Guatemala, Panamá e incluso Chile, considerado durante mucho tiempo como el país menos corrupto de la región.

En Venezuela, los funcionarios públicos y los militares se han enriquecido tanto a costa del erario público que muchos se refieren a la élite “revolucionaria” como una “cleptocracia”. Venezuela ha sido clasificado por Transparencia Internacional como el país más corrupto de América Latina, y uno de los más corruptos del mundo.

La receta tradicional contra la corrupción es la separación de poderes, junto con una prensa independiente.

Pero los autores de “La riqueza pública de las naciones” van un paso más allá, al decir que — además de una democracia que funcione — los países necesitan crear Fondos Nacionales de Riqueza, o empresas independientes dirigidas por administradores profesionales para gestionar los bienes públicos, ya se trate de empresas estatales, edificios, o monumentos históricos.

El viejo debate entre la izquierda y la derecha sobre si los gobiernos deben nacionalizar o privatizar es irrelevante, dicen los autores. Lo que realmente importa es la calidad de la gestión de los bienes públicos, y aislar los bienes estatales de las manos de los políticos. En lugar de centrarse en la propiedad de los bienes estatales, el debate debería centrarse en las utilidades de estos bienes, de modo que puedan ser utilizadas para construir más escuelas, puentes y hospitales, dicen.

“La riqueza pública puede ser una maldición si se deja como una bolsa de caramelos abierta, que tienta a los funcionarios públicos con la corrupción y el clientelismo”, dicen. “Esto no quiere decir que toda la riqueza deba ser privatizada. El proceso de privatización tambien ofrece oportunidades tentadoras para el enriquecimiento rápido, el amiguismo, la corrupción y la regulación disfuncional”.

En una entrevista telefónica, el co-autor Detter, un ex banquero de inversión y ex funcionario del Ministerio de Industrias de Suecia, me dijo que decenas de países de todo el mundo ya tienen organismos independientes para gestionar los bienes públicos de manera más eficiente. Pero muchos de ellos no funcionan porque son agencias gubernamentales, en lugar de empresas autónomas cuyos directores son responsables ante inversionistas y socios comerciales.

Y varios países ya tienen versiones limitadas de Fondos Nacionales de Riqueza. Por lo general, el Congreso de estos países elige un consejo de directores externos, que contratan a un equipo de gerentes profesionales externos. Estos, a su vez, hacen una lista de los bienes del Estado, los hacen evaluar para determinar el valor de mercado de cada uno, y deciden qué hacer con cada uno de ellos.

Si el gobierno tiene oficinas públicas en edificios ubicados en zonas exclusivas del centro de la ciudad que podrían generar enormes ingresos, si fueran convertidos en hoteles o alquilados a empresas privadas, los gerentes pueden elegir alguna de estas opciones, me dijo Detter.

En Singapur, Temasek, la versión de un Fondo Nacional de Riqueza de ese país, ha tenido utilidades anuales promedio del 16 por ciento desde que se creó en 1974. Eso ha permitido que el gobierno reciba como dividendo un porcentaje de estas utilidades, y las utilice para la educacion, la salud, o la infraestructura, dijo.

“Esto podría funcionar muy bien en América Latina”, me dijo Detter. “Esa es la mejor manera de combatir la corrupción”.

Mi opinión: Ya hay muchas empresas público-privadas en América Latina que trabajan en forma parecida, pero no una empresa independiente nacional que administre todos los bienes estatales, con directivos que tengan mayor responsabilidad ante la ley que los funcionarios públicos.

Hay que sacar la bolsa de caramelos del alcance de los políticos, para que el chiste sobre el funcionario gubernamental que pregunta “¿Qué significa ‘honestidad’?” pase a ser anacrónico lo antes posible.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Entrevista a Hervé Falciani

"Hervé Falciani: solo no puedes, con amigos sí", en Iniciativa debate:

http://iniciativadebate.org/2015/05/27/herve-falciani-solo-no-puedes-con-amigos-si/

Hervé Falciani dice que uno solo jamás puede hacer “nada útil”

Hervé Falciani ha viajado a Barcelona parar presentar el documental La lista Falciani, una producción alemano-catalana, dirigida por el realizador británico Ben Lewis, en la que se analiza la controversia generada sobre la privacidad bancaria y la evasión de impuestos, a raíz del robo de estos datos, y que hoy inaugura el festival internacional DocsBarcelona.

En la filmación, en la que Falciani -que no se considera un Robin Hood moderno- tiene un papel preponderante, también aparecen fiscales, exfiscales como el español Carlos Jiménez-Villarejo, ministros y exministros de varios países europeos, y muestra cómo actualmente colabora con diferentes instituciones europeas en la lucha contra el fraude fiscal.

Expresándose en un español tirando a precario, el ingeniero ha rememorado este mediodía que cuando inició su cruzada fue para “poner sobre la mesa” una determinada manera de actuar de las instituciones bancarias y para intentar acabar con el secreto bancario y enfrentarse al mismo. Con una orden internacional de detención por violación del secreto bancario dictada por las autoridades suizas, Falciani ha aseverado que quien tiene la información tiene el poder y que el secreto “es fundamental para crear desigualdad”.

Por este motivo, considera necesario que una información como la que él destapó se comparta lo máximo posible y que los ciudadanos se impliquen en la política y que desde este ámbito se trabaje para cambiar la actual situación con respecto al mundo financiero. “Los ciudadanos -ha sostenido- pueden poner presión en las pocas personas que ejercen el control. Se trata de cambiar de objetivos, para que no se machaquen los derechos”.

En su comparecencia, ha reconocido que en los últimos años cada vez encuentra en su camino a más personas, algunas de ellas políticos y economistas, que desean modificar este “statu quo”. Sin embargo, sin querer pecar de ingenuo, no ha obviado que todavía hoy es una “utopía” intentar “controlar” todo el “dinero sucio” que se mueve en el planeta, porque eso “sería como la locura de esperar que los lobos no se coman a las cabras si los pones a vigilarlas”.

Satisfecho con Podemos

En cambio, sí cree que se pueden combatir las políticas fiscales vigentes y, por ejemplo, a la hora de recaudar impuestos, que los gobierno aprueben “actuar menos sobre los beneficios de los particulares y más sobre las transacciones bancarias”. Reconociendo que cada vez utiliza menos el teléfono móvil porque prefiere el contacto directo con la gente, Falciani se ha mostrado “muy ilusionado” por los resultados de las elecciones municipales del pasado domingo en España, porque “demuestran que sí hay alternativa al actual sistema bipartidista”.

Espera, asimismo, que “se fijen las condiciones para que exista una menor corrupción, con los pactos que se deberán hacer, y que posibilitarán que sea más difícil corromper a los alcaldes”. Sobre su trabajo con Podemos, ha indicado que seguirá colaborando con esta formación en aras a “adoptar estrategias para que España sea más eficaz” e, incluso, ha valorado positivamente la existencia de la crisis por la salida de la dirección de Juan Carlos Monedero.

Para Hervé Falciani, “los conflictos internos como éste son buenos, porque significa que no hay una única persona mandando en la organización”. Por otra parte, el informático, que ha dicho no “tener ningún respeto por las leyes suizas”, ha defendido que los bancos deberían limitarse únicamente a ofrecer crédito y que “no es igual elegir a uno que a otro”.

Fuente:  http://www.eldiario.es/politica/Herve-Falciani-jamas-puede-hacer_0_391961481.html

miércoles, 13 de mayo de 2015

Personas que salvaron a millones de personas

"10 personajes históricos que salvaron el mundo", en El País Verne 12/05/2015:

Héroes que han salvado a millones de personas en sus submarinos, sus centrales nucleares y sus laboratorios
 
Aunque salvar el mundo puede parecer propio de películas protagonizadas por superhéroes, espías y agentes secretos, hay personas (reales) que ayudaron a que millones de personas sigamos vivos, según este hilo de la red social de preguntas y respuestas Quora, que intenta responder a la cuestión: "¿Puedes nombrar a alguien que realmente haya salvado el mundo?".

1. Stanislav Petrov (1939), el hombre que no hizo nada

Petrov era un teniente coronel que el 26 de septiembre de 1983 estaba a cargo del búnker Serjupov-15, donde se coordinaba la defensa aeroespacial rusa. A las 00:14 horas un satélite dio la alarma: Estados Unidos había lanzado un misil balístico intercontinental desde una base de Montana. Alcanzaría la Unión Soviética en 20 minutos. El protocolo obligaba a Petrov a responder a ponerse en contacto con sus superiores e informar del ataque para que la Unión Soviética pudiera responder.

Este ataque era creíble: los soviéticos habían derribado hacía poco un avión surcoreano que volaba en espacio aéreo ruso y la OTAN había respondido con ejercicios militares. La guerra fría seguía en pie.

Pero Petrov tenía sus dudas: ¿por qué un solo misil? Lo normal sería que el ataque fuera total, motivo por el que siguió sospechando que se trataba de un error después de que los ordenadores indicaran que había otros cuatro misiles volando hacia el país. Informó a sus superiores de que había habido un error, a pesar de que no las tenía todas consigo. Como recoge la BBC: "23 minutos más tarde me di cuenta de que nada había ocurrido. Si hubiera sido un ataque real, ya lo sabría. Fue un verdadero alivio".

Stanislav Petrov, premiado en Alemania en 2011. Cordon Press

2. Edward Jenner (1749-1823), 530 millones de personas salvadas

Jenner inventó la primera vacuna, la de la viruela. Llevó a cabo sus primeros experimentos en 1796, siguiendo la idea que le vino tras oír que las lecheras que habían sufrido la viruela del ganado, una enfermedad más débil, no contraían la viruela. A pesar del éxito de sus pruebas, nadie tomó en serio a Jenner y fue objeto de burlas durante años hasta que a principios del siglo XIX se confirmó que tenía razón y fue honrado como se merecía. El número de vidas salvadas que citan en Quora es un cálculo de Science Heroes, basándose en el número de muertes por millón que causaba la enfermedad.

Jenner estaría quinto en una lista liderada por Fritz Haber y Carl Bosch (desarrolladores del proceso de síntesis del amoniaco que permitió la fabricación de abonos artificiales), Karl Landsteiner (descubridor y tipificador de los grupos sanguíneos) y Richard Lewisohn (quien ideó el método para evitar que la sangre destinada a transfusiones coagulara una vez extraída).

3. Clair Cameron Patterson (1922-1995) y el aire limpio

Además de otros logros científicos, como el cálculo de la edad de la Tierra en 4.555 millones de años, Patterson llamó la atención sobre los niveles de plomo procedente de fuentes industriales en el medioambiente y en nuestra alimentación, a partir de un primer informe publicado en 1965. Sus esfuerzos llevaron a quitar el plomo de la gasolina, por ejemplo, y también a que se le criticara y le retiraran fondos de investigación. Gracias a su trabajo, en 1970 se aprobó la Ley de Aire Limpio en Estados Unidos, país que se retiró la gasolina con plomo en 1986.

4. Gertrude B. Elion (1918-1999), contra la leucemia, la malaria y el sida

Gertrude B. Elion ganó el Nobel de Medicina de 1988 por sus “descubrimientos de los principios clave sobre el desarrollo y el tratamiento de medicamentos”. Frase que suena muy bien, pero que en realidad se queda corta si tenemos en cuenta que sus descubrimientos incluyen el primer tratamiento contra la leucemia, el primer agente inmunopresor usado en el trasplante de órganos, un medicamento contra la gota, otro contra la malaria, uno contra meinigitis y otro contra el herpes. Combinó este trabajo con su doctorado, cuyos cursos seguía por la noche: no tener el título suponía una desventaja, pero tampoco podía dejar su empleo. Una vez se retiró, sus métodos de investigación permitieron a su equipo el desarrollo del fármaco AZT para el tratamiento del sida.

5. Vasili Arkhipov (1926-1998) o la importancia de la sangre fría durante las crisis

El 27 de octubre de 1962, durante la crisis de los misiles de Cuba, varios destructores de la armada estadounidense comenzaron a lanzar cargas de profundidad para obligar a un submarino soviético a emerger e identificarse. Las cargas produjeron un apagón del sistema y subió la concentración de monóxido de carbono, lo que produjo que algunos marineros se desmayaran. El capitán del submarino, Valentin Grigorievitch Savitsky, dio por hecho que la guerra había comenzado y quiso lanzar un torpedo nuclear. El submarino había sido informado de que las cargas eran de prácticas, pero esa información no le llegó.

Este torpedo que apuntaba al portaaviones Randolf hubiera dado inicio a una guerra nuclear, incluyendo una respuesta prevista del Pentágono para estas situaciones que hubiera supuesto el lanzamiento de 5.500 cabezas nucleares que apuntaban a un millar de objetivos.

Los tres oficiales de a bordo tenían autorización para lanzar el torpedo si lo acordaban por unanimidad, dada la dificultad para establecer comunicaciones con Moscú. Sólo Arkhipov se opuso y finalmente persuadió al capitán a que emergiera y esperara órdenes de Moscú. La historia se hizo pública en 2002, 40 años después de la crisis. Thomas Blanton, director del Archivo Nacional de Seguridad de Estados Unidos, dijo que “la lección que podemos aprender de esto es que un tipo llamado Vasili Arkhipov salvó el mundo”. Había muerto cuatro años antes.

6. James Harrison (1936), el hombre que ha salvado a millones de bebés

La sangre de este australiano apodado “el hombre con el brazo de oro”, contiene un anticuerpo muy poco habitual que se puede usar para tratar a los bebés con la enfermedad de Rhesus, un tipo grave de anemia causado por incompatibilidad entre la sangre del feto y de su madre. Ha donado sangre un millar de veces en 56 años, salvando a dos millones de bebés. Su sangre también se ha usado para desarrollar una vacuna que salvará a bebés para siempre. Comenzó a donar cuando cumplió los 18 años, después de recibir el 13 litros tras una operación cuando tenía 13 años.

7, 8 y 9. Alexei Ananenko, Valeri Bezpalov y Boris Baranov: una misión suicida en Chernobyl

Unos días después del accidente nuclear de Chernobyl, una parte del reactor nuclear se calentó hasta llegar a los 1.200 grados, amenazando con derretir la base de la cámara en la piscina de agua, lo que podría haber provocado una explosión que hubiera agravado aún más la catástrofe. Estos tres hombres se presentaron voluntarios para una misión suicida: se metieron en la piscina y la drenaron activando una válvula manual. Murieron poco después por los efectos de la radiación, pero habiendo evitado que la radioactividad alcanzara toda Europa.

10. Alan Turing (1912-1954), descifrando a los nazis

Este matemático, criptógrafo y científico de la computación dirigió la sección Naval Enigma durante la Segunda Guerra Mundial, cuyo objetivo era descifrar los códigos nazis, sobre todo los de la máquina Enigma, cosa que logró gracias a su máquina Bombe. En 1942 ya descifraban decenas de miles de mensajes cada minuto. Se calcula que sin este logro, la guerra habría durado dos años más, causando otras dos millones de muertes. Este trabajo fue secreto hasta los años 70. Turing fue recompensado con una condena por homosexualidad y un tratamiento de castración química. Se suicidó comiendo una manzana impregnada en cianuro potásico

jueves, 7 de mayo de 2015

Convivir con la muerte

El anarquista español superviviente en Mauthausen Lope Massaguer, en sus Memorias:

“Olíamos a muerte, pensábamos constantemente en la muerte y convivíamos con la muerte. La temíamos mucho menos que al dolor o a las humillaciones: era nuestra compañera, nuestra amiga y, a veces, nuestra única posibilidad de escapar”

lunes, 30 de marzo de 2015

Un libro póstumo de aforismos de José Luis Sampedro

Javier Rodríguez Marcos, "El libro de la sabiduría de José Luis Sampedro. Un volumen de reflexiones inéditas conmemora el segundo aniversario de su muerte", en El País, 29-III-2015:

“Aquel que está contento consigo mismo / ha realizado un trabajo carente de valor. / El éxito es el principio del fracaso. / La fama es el comienzo de la desgracia”. El hombre que un día reparó en estas líneas de El camino de Chuang Tzu traducidas por Thomas Merton se llamaba José Luis Sampedro y murió en su casa de Madrid en abril de 2013, pronto hará dos años. Para “evitar el circo mediático en torno a la muerte de los famosos”, aquel novelista, académico, profesor de varios ministros de Economía y referente de los indignados, pidió que la noticia se hiciera pública cuando él ya hubiera sido incinerado. Así lo hizo Olga Lucas, su mujer y colaboradora en sus últimos libros, que retoma ahora las últimas voluntades de su marido para publicar La vida perenne (Plaza Janés), que llega hoy a las librerías.

Completado con fotografías de Chema Madoz, cuyos poemas visuales habían ilustrado ya las cubiertas de varias obras de Sampedro, La vida perenne es un volumen sin género preciso, algo así como el libro de la sabiduría del autor de La sonrisa etrusca, una colección de citas ajenas y reflexiones propias. En sus páginas conviven, en efecto, la sabiduría del escritor y la que este descubrió en los demás, sobre todo en el taoísmo y el hinduismo, la mística occidental y la sufí. Como cuenta en el prólogo Olga Lucas, responsable de la edición junto a Ángel Lucía, gran amigo del autor, José Luis Sampedro llegó a estudiar árabe para entender mejor las notas a pie de página en los textos de Jalal Ud-din Rumi, en su opinión, “uno de los más altos poetas de la literatura”. Su experiencia con la poesía sufí, ya presente en la novela Octubre, Octubre, “fue para él un descubrimiento iluminador”, afirma Lucas.

Con ecos declarados de La filosofía perenne, de Aldoux Huxley, el libro que ahora ve la luz revela la dimensión más “espiritual” de un autor nacido en Barcelona el 1 de febrero de 1917 y recriado en Tánger, Soria, Aranjuez y Santander, que terminó siendo catedrático de Estructura Económica en la Universidad Complutense y Premio Nacional de las Letras pero rechazaba que lo llamaran maestro. “Una vela, un quinqué dan luz, iluminan, permiten ver; en cambio, unos focos deslumbran, ciegan, dificultan la visión. El maestro está para ayudar a ver, no para cegar a sus discípulos”, escribe Sampedro en una de sus anotaciones justo antes de lamentar que los ideales de nuestro tiempo hayan quedado “reducidos prácticamente al éxito económico”, algo que, continúa, “ha degradado las ilusiones, la dedicación, la gran aventura, la vida interior, en muchos casos… el componente misterioso, al que uno puede aproximarse, sin tener la seguridad de encontrar respuestas”.

“Durante toda su vida José Luis Sampedro insistió en señalar que el ser humano es multidimensional, que tenemos el deber de explorar todas nuestras potencialidades y de construir una sociedad que permita que esto ocurra”, subrayan Olga Lucas y Ángel Lucía. Así, La vida perenne explora caminos que escapan a la razón pero no pierde de vista la cruda realidad del mundo. “No podemos ser tan reduccionistas como para tomar partido entre el buen salvaje o el científico”, escribe el autor de El amante lesbiano. “Llegar desde Grecia hasta aquí con tan asombrosos progresos es prodigioso. Lo importante es pararse a pensar, imprimir otro ritmo. La cuestión no es estar a favor o en contra del progreso sino cómo progresar”. Uno de los apartados de este libro póstumo se titula Libertad, igualdad, fraternidad y reúne las críticas de Sampedro al “modelo económico liberal”, que considera “agotado” pese a haber sido muy útil en la Europa que transitó desde el absolutismo a la democracia. ¿Por qué agotado? Porque choca con tres barreras: “Física, pues el derroche de recursos tropieza con los límites del planeta; política, porque el Tercer Mundo ya no acepta la explotación; y psicológica, pues el desalmado sistema reduce al hombre a mero productor-consumidor”.

Frente a la tentación de otro reduccionismo, el que identifica misterio y religión, Sampedro advierte: “Cualquier fe es una forma de ceguera. Cuando decimos: 'La fe es creer lo que no vemos', en ese mismo instante la fe nos impide ver lo que vemos”. “Yo no he tenido nunca la sensación de un alma inmortal”, dice poco antes. “Ni la necesito ni me interesa”.

Si en las primeras páginas de La vida perenne José Luis Sampedro anota que “ahora la gente no muere en casa, todo lo relativo a la muerte ocurre lejos y eso dificulta la aceptación de la muerte como algo natural”, sus últimas anotaciones son una reflexión sobre el final y una acción de gracias hacia la vida. El libro se cierra con dos líneas que empiezan y terminan con puntos suspensivos: “…A lo mejor el error está en pensar en que esto es el ocaso, cuando en realidad es la aurora…”.

lunes, 16 de marzo de 2015

Islandia no es Grecia (ni tampoco España)

Marcos Balfagón, "Islandia se permite un lujo. El país nórdico retira su candidatura a ingresar en la UE", EL PAÍS 16 de marzo de 2015:

Islandia acaba de retirar, con prosa desenvuelta, su candidatura para ingresar en la Unión Europea (UE). El argumento del gobierno conservador islandés es sucinto, pero sustancioso: los intereses del país se pueden defender mejor sin formar parte de la UE. Eso es precisamente lo que pensaría cualquier observador de las relaciones grecoeuropeas, cualquier analista de los rescates de Portugal o Irlanda, o cualquier testigo de los flujos financieros que vuelan desde la periferia (España, Portugal, Italia, Grecia) hacia el centro (Alemania y satélites). Aunque suene a boutade si se habla de Islandia, no se trata sólo de un gélido cálculo financiero o del desacuerdo radical en materia de pesca y agricultura; es que los islandeses desconfían de las virtudes de la UE y el euro. Cultivan un cierto rencor porque entienden que Europa en general y Londres en particular pretendió estafarles con la crisis de los bancos. Allá por 2011 los islandeses se negaron a pagar los 4.000 millones que reclamaba la City en concepto de indemnización a los depositantes de los bancos islandeses quebrados en el Reino Unido. En referéndum —raro método en las democracias europeas— decidieron que no iban a pagar y sentaron un precedente que quizá un día pueda rentabilizar algún deudor.

Afrontaron la crisis con imaginación, entereza y sin separarse de los principios proclamados, pero pocas veces cumplidos, del capitalismo. Como mandan los cánones, dejaron quebrar los bancos causantes del desaguisado; como manda el sentido común, se garantizaron los depósitos y se nacionalizaron las entidades; y como manda la ley, se procesó a los banqueros causantes de la catástrofe. El criterio espiritual del modelo islandés, aplicable en teoría en todos los países, fue que los bancos son globales cuando prosperan y nacionales cuando mueren; y eso no puede ser.

Tampoco hay que engañarse. Islandia puede proponer una autonomía con probabilidad de éxito porque es un país pequeño, con una población similar a Valladolid. Pero, advierten, no quieren enfriar las relaciones económicas y comerciales con Europa. Quieren estar fuera, pero cerca. Pueden permitirse ese lujo.

domingo, 8 de marzo de 2015

Un resucitado

Carlos Fresneda, "Y al año 13, Martin 'resucitó'", El Mundo, 8-III-2015:

Creían que estaba en coma. Pero él veía y escuchaba todo. Hasta a su madre decir: '¡Ojalá te mueras!'. Una terapeuta lo 'despertó'. Hoy está casado, diseña webs y ha escrito un libro

Fue como volver a nacer a los 16. Cuatro años después de haber sido desahuciado por una extraña infección cerebral, atrapado en un cuerpo inmóvil y sin poder hablar, Martin Pistorius recuperó poco a poco la conciencia y se convirtió en testigo mudo de lo peor y lo mejor de la condición humana.

Sin embargo, nadie se percató en principio de su lento despertar. Todos estaban habituados a verle y tratarle como un mueble incómodo, postrado todo el día con los ojos entreabiertos y en estado vegetativo. Los médicos habían sido incapaces de llegar al fondo de su enfermedad, o de explicar cómo un chaval risueño de 12 años pudo convertirse en cuestión de días en un niño fantasma.

Todo lo que sabe, por lo que luego le contaron, es que un día regresó de la escuela a su casa en Sudáfrica con un picor en la garganta. Lentamente fue perdiendo la movilidad y al final se quedó sin voz. Dio positivo en las pruebas de la meningitis criptocócica y de la turberculosis, pero nunca hubo un diagnóstico definitivo, ni la menor esperanza de recuperación. Su muerte, eso dijeron, era cuestión de meses.

Martin se había convertido en una carga insufrible para su propia familia, pero hasta el momento del despertar no fue realmente consciente de su impacto en la vida de los demás. Su madre estuvo al borde del suicidio y deseó en voz alta la muerte de su hijo. Sus cuidadoras del centro de día le sometieron a todo tipo de abusos. Y eso por no hablar de la tortura de las horas muertas ante la televisión, soportando la letanía de Barney el Dinosaurio "y cuando ya parecía que no había nada peor, llegaron los Teletubbies...".

Tuvo que venir después Virna, una aromaterapeuta que masajeaba sus brazos con aceite de mandarina, para darse cuenta de que Martin había vuelto al mundo de los vivos. Algo detectó en su mirada que le hizo intuir que el niño fantasma -convertido ya en un hombre de 25 años- se percataba de todo lo que pasaba a su alrededor y que así llevaba posiblemente una década, aunque fuera incapaz de hacerse oír. Lo llevaron a una clínica de comunicación "aumentativa y alternativa" y Martin pudo escapar de los barrotes de su propio cuerpo y hablar con la ayuda de un ordenador y un sintetizador como el de su admirado Stephen Hawking.

"Era tremendamente frustrante y angustioso tener ese deseo de gritar y hacerme visible, pero no ser capaz de hablar y apenas poderme mover", relata a Crónica. "Pude soportarlo escapando hacia mi interior. Mi refugio fue mi imaginación. Y podía imaginarme todo tipo de cosas: desde convertirme en un ser muy pequeño y escalar hasta una nave espacial o que mi silla de ruedas se transformaría en un coche a lo James Bond, con cohetes y misiles. A veces imaginaba que era un conductor de F1. O que era una estrella mundial de cricket".

Todo esto lo recuerda el propio Pistorius con incorregible humor y con escalofriante profundidad. A sus 39 años, y en su segunda vida, el niño desahuciado se mueve ahora con asombrosa ligereza en su silla de ruedas, conduce su propio coche y sonríe con una paz contagiosa. Martin trabaja como diseñador de webs y está casado con el gran amor de su vida, Joanna, a quien conoció a través de internet y por quien fue capaz de dar el salto hasta Harlow, a media hora de Londres.

'Nunca te rindas'

Cumplido el sueño de escribir un libro sobre su experiencia (Ghost Boy), Martin confía en tener pronto su propia familia y en transmitir a sus hijos lo aprendido: "Les diré que nunca se rindan. Que traten a todo el mundo con amabilidad, compasión y respeto. Les enseñaré la importancia del amor y de la fe. Y les insistiré en que nunca dejen de soñar, ni de perseguir sus sueños".

Aunque la lección más intransferible quizás sea "la comprensión de la infinidad del tiempo" que desarrolló durante más de 13 años: los que discurrieron entre el día que regresó a casa con el picor en la garganta y el momento en que fue capaz de fijar la mirada en el dibujo de una pelota, a petición de la enfermera especializada en detectar su capacidad de comunicación.

Martin superó a duras penas su examen de regreso al mundo de los vivos y tembló en el momento en que le pidieron que identificara la palabra "mamá". No era capaz de leer. Todo lo aprendido hasta los 12 años se había borrado de su memoria. La única manera de avanzar era comunicarse por símbolos, mientras volvía a familiarizarse con el abecedario. "Por desgracia, no tengo recuerdos de mi infancia. Pero gracias a las fotos y a las historias que me han contado, he sido capaz de armar las piezas, y tener una idea de cómo era de niño".

Le preguntamos a Martin si aún está buscando una respuesta definitiva a su enfermedad, si piensa en cómo habría sido su vida de haber llevado una infancia normal: "No busco respuestas. Aunque no hay un diagnóstico concluyente, los médicos creen que mi condición es fruto de una infección cerebral. Pero no le doy más vueltas: intento vivir mi vida y aprovechar al máximo cada momento. Prefiero pensar en el futuro antes que mirar hacia atrás".

Asegura Martin que tampoco se hace la inevitable pregunta -"¿por qué yo?"- y que en todo caso su sentimiento de culpa está asociado a lo que tuvo que pasar su familia: "Mi padre tuvo que renunciar a su carrera y mis hermanos no recibieron todo el cuidado que merecían. En realidad, sé que no fue por mi culpa, pero por todo lo que he oído sé que causé un gran trauma y es duro aceptarlo".

En un doloroso episodio del libro, Martin narra cómo le hincó los dientes en el estómago a su padre en un momento de rabia: "Si no hubiera sido por él, posiblemente yo no habría sobrevivido. Mi padre fue una auténtica fortaleza durante todo el proceso. El era quien más tiempo cuidaba de mí y quien más me reconfortaba".

Quien más sufrió sin embargo el impacto de su enfermedad fue su madre, que intentó quitarse la vida y llegó a decir en voz alta lo más parecido a "¡ojalá te mueras!", sin percatarse de que su hijo se enteraba de todo: "Obviamente, aquellas palabras fueron tremendamente difíciles de aceptar. Me afectó mucho, pero no le guardé rencor. Más que sus palabras, lo que me dolió fue pensar que habíamos llegado a una situación en la que todos habrían estado mejor si yo no hubiera estado vivo. Pero aquello pasó. Ahora mismo siento un gran amor y una enorme compasión por ella".

Alfa y Omega. Principio y Fin. Así se llamaba el centro de día en el que Martin consumiría gran parte de su existencia, "atrapado en un purgatorio de días tediosos". Lo peor vendría tiempo después, cuando una cuidadora destapó la caja de los abusos sexuales, físicos y mentales, hasta el punto de convertirse en "una parásita" y hacerle pensar con todas su fuerzas: "Me preguntó si algún día lograré librarme de ella".

"La he perdonado, a ella y a toda la gente que abusó de mí durante esos años. Sé que esas cosas ocurren donde hay niños o adultos demasiado débiles, silenciosos o mentalmente indefensos para poder contar sus secretos. Ahora lo llevo mejor que hace unos años, pero todavía tengo pesadillas. Aún hay cosas que me hacen revivir cómo me sentía en aquellos momentos".

La cámara indiscreta

Su condición de enfermo invisible también le convirtió en una especie de cámara indiscreta... "Observé las cosas que habitualmente la gente no ve. Vi a gente metiéndose el dedo en la nariz o tirándose pedos realmente ruidosos. Algunos cantaban o hablaban consigo mismos delante del espejo. Vi la manera en la que la gente miente y retuerce la verdad. Vi la vulnerabilidad de la gente y la máscara con la que suele presentarse ante el mundo".

Se vio también a sí mismo, tiempo después de haber recuperado la conciencia, resignado a pasar por el mundo como una sombra: "¿Han visto ustedes una de esas películas en las que uno se despierta como un fantasma y no sabe realmente que ha muerto?", escribe en Ghost Boy. Ese era yo, cuando me daba cuenta de que la gente miraba a través de mi como si no me vieran. Mi mente estaba atrapada en un cuerpo inútil, mis brazos y mis piernas escapaban a mi control y mi voz se había quedado enmudecida. No podría hacer una señal o emitir un sonido que hiciera saber a la gente que había recuperado la conciencia. Era invisible, el niño fantasma".

Hubo momentos, reconoce Martin, en que deseó morir, sobre todo una vez en que contrajo neumonía y su salud se debilitó. "Pero algo dentro de mí me hacía siempre volver y seguir luchando. A veces, el detalle más mínimo conseguía levantarme el ánimo. Por ejemplo, cuando un extraño me sonreía".

El humor y la imaginación, asegura, fueron sus dos aliados fieles. Aún recuerda el día en que Whitney Houston cantaba en la radio El mayor amor de todos... "Hay un momento en que dice en la canción: "No importa lo que la gente me quite, jamás podrán quitarme mi dignidad". En aquel instante llegué a pensar: '¿Qué te apuestas?'".

Sonríe Martin. Sonríe mientras teclea a toda velocidad y activa la tecla mágica que habla por él. Aunque no mueva los labios, te mira como si puntuara las frases. Su expresión se vuelve eternamente risueña al pensar en Virna y el aceite de mandarina. "Fue la catalizadora de todos los cambios que ocurrieron en mi vida. Si no hubiera sido por ella, tal vez estaría aún en un centro especial, o posiblemente muerto".

Martín no sólo cree en Dios; está convencido de que un "plan divino" puso primero a Virna en su camino y tiempo después a Joanna, una trabajadora social a la que conoció a través de su hermana y con quien entabló una relación muy directa a través de internet. Se declararon amor antes de conocerse físicamente, y ella no se dejó intimidar por la lista de «limitaciones físicas» que le envió él antes de hacer las maletas y dar el salto hasta Harlow.

"No llegué a leer siquiera esa lista que me mandó, ésa es la verdad", confiesa Joanna. "Yo aprecié en él sobre todo su honestidad y su capacidad para escuchar, y llegó un punto en que las barreras físicas no iban a influir en mi decisión. Lo único que estaba claro es que iba a necesitar una esposa fuerte y aquí me tiene... Yo quería compartir mi vida con este hombre especial que me ha enseñado mucho, sobre todo a vivir en el momento y a apreciar los pequeños grandes regalos que dan sentido a nuestros días".

Martin y Joanna se casaron en el 2009 en la catedral de St. Alban's, con lectura del libro de los Corintios sobre el valor de la fe, la esperanza y sobre todo el amor. Descubrir el amor, encontrar un trabajo y escribir un libro (su mujer sugiere a Matt Damon cuando hagan la película) fueron todo uno para el hombre que fue el niño fantasma y que ahora se ve a sí mismo en la flor de la vida y al frente de una familia...

"Me gustaría pensar que todo por lo que he pasado ha contribuido a hacer de mí una mejor persona, y espero que eso me sirva para ser un buen padre. Reconozco que soy alguien extremadamente paciente y alguien que saber apreciar lo valiosa que es la vida".