Mostrando entradas con la etiqueta Información. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Información. Mostrar todas las entradas

domingo, 26 de marzo de 2017

Javier Marías, Qué no es una sociedad libre

Javier Marías, Qué no es una sociedad libre. El País, 26-III-2017:

Va siendo hora de que los españoles se den cuenta de que la democracia que tenemos desde hace cuarenta años está amenazada por demasiados flancos.

PERIÓDICAMENTE, UNO llega a la conclusión de que a buena parte de los españoles no les gustan la democracia ni las sociedades libres (o lo que se conoce como tales, inexactamente). Es más, les parecen un estorbo, un engorro, una atadura. Si bien se piensa, no tiene demasiado de extraño, dada nuestra trayectoria histórica y dado de dónde salimos hace unos cuarenta años. España sigue llena de admiradores de Franco, y lo peor es que los hay en casi todos los partidos, sean de derechas, de izquierdas, nacionalistas, o demagógicos y totalitarios (lo que ahora se llama benévolamente “populistas”). Unos dicen odiarlo, a Franco, pero no dejan de imitarlo y por lo tanto de admirarlo. Por no hablar de otras figuras, pasadas y actuales, que también se le parecen. Hoy descuellan Putin, Erdogan, Trump, Orbán, Szydla y Maduro, por ceñirnos a los que tienen el poder en sus manos

He dicho “buena parte de los españoles”. Los líderes son unos pocos, sin embargo. Pero a ellos hay que añadir a muchos de los militantes de los respectivos partidos y a no pocos de sus electores, que con sus votos los aplauden y procuran que manden. El número, así, crece insospechadamente. El PP sabemos hace mucho que es escasamente democrático: lo demuestra con creces cada vez que obtiene mayoría absoluta e impone leyes sin discutirlas con nadie y en contra de los ciudadanos. La ley mordaza y la conversión de TVE en una fábrica de propaganda (o, en su defecto, en una grotesca página de sucesos) son sólo un par de pruebas fehacientes. ERC, PDECat y la CUP son formaciones con vocación absolutista, dispuestas a dar golpes de Estado encubiertos y a imponer su voluntad sin mayoría a todos los catalanes: sus triquiñuelas y su uso de TV-3 y demás medios públicos superan la manipulación del PP, si ello es posible. De Bildu y similares no hablemos, nunca han ocultado sus simpatías por los métodos violentos para doblegar a quienes no están de acuerdo con ellos.

Ahora ha salido a la luz algo sabido hace tiempo por cuantos escribimos en prensa: la petición de amparo de la Asociación de la Prensa de Madrid ante los ataques e intimidaciones por parte de Podemos y sus acólitos orquestados. No sé si, como afirma la APM, provienen de sus dirigentes. Lo que es de sobra conocido es que, persona que critica a ese partido, persona objeto de difamación e insultos concertados en las redes sociales. Dejemos de lado a esos líderes, que han alegado no poder controlar a sus militantes más fanáticos. De los partidos también revela mucho su clase de militantes o forofos, porque de ellos saldrán los mandatarios y cargos futuros. Pero es que además Pablo Iglesias pone en cuestión la libertad de prensa “porque a la prensa nadie la ha elegido” (cito de memoria). Veamos. En una sociedad libre y democrática se eligen los gobernantes, nada más, y no se les extiende un cheque en blanco por ello. Sólo en las totalitarias (ya lo expresa la palabra) esos elegidos o golpistas, según el caso, invaden hasta el último rincón y lo regulan todo, sin permitir que nada escape a su vara. Se empieza por decidir quiénes pueden fundar un periódico o tener una emisora, después quiénes pueden escribir o hablar en ellos, más tarde quiénes pueden hacer películas o escribir novelas, y se acaba por señalar quiénes pueden abrir una tienda o un bar o sentarse en los bancos de los parques. Más o menos lo que hemos visto hacer en películas y series a las diferentes mafias, desde los Soprano hasta la Camorra, que, como recordarán sus espectadores, dan o niegan la venia hasta para limpiar la hojarasca de “sus” barrios. Que hay y ha habido Gobiernos que se comportan como mafias, tenemos cuantiosas muestras fuera de las ficciones. Eso sí, encima tratan de legitimarse porque “han sido elegidos” o “aclamados”. Como si eso bastara para actuar a su antojo y controlarlo todo. Los totalitarios se amparan a menudo en lo que llaman “democracia directa”, a base de consultas, referendos y plebiscitos. Del timo que esto supone numerosas veces, habrá que hablar otro día, con el ejemplo flagrante de los convocados por el Ayuntamiento de Madrid con un cinismo sonrojante y no muy distinto del de los regidores del PP anteriores. Del adversario ideológico también se aprende, cuando éste es hábil y queda impune. Lo mismo que han aprendido de Franco sus aventajados alumnos de Junts pel Sí: fue Franco quien inventó –en tiempos recientes y en nuestro territorio– que quien lo atacara a él atacaba a la patria.

Va siendo hora de que los españoles que sí quieren una sociedad libre y democrática, en la que no haya que mostrar adhesión para todo, se den cuenta de que la que hemos tenido durante los últimos cuarenta años (tan imperfecta y frustrante como quieran) está amenazada por demasiados flancos. Cruzarse de brazos supone allanarles el camino a los amenazantes. Ustedes verán qué hacen y qué votan, a la próxima. Ustedes verán si hacen algo, o no hacen nada.

sábado, 18 de febrero de 2017

Maltratadores

Cuando uno contempla los hechos sucedidos en Daimiel se pregunta qué habría pasado si la víctima de violencia doméstica estuviera aforada; si hubiera podido escoger un juez que realmente la defendiera y se preocupara de ella y de su hija. Pero, claro, exigir de la ley que se preocupe del débil en vez de el fuerte es pedir demasiado; incluso Guindos, a quien de seguro ya le han guardado poltrona en el consejo de un banco, está preparando otra nueva ley hipotecaria para blindar de riesgos a los pobres bancos, algo que otros llamarían abuso y ellos "garantizar el crédito".

Me da miedo esta gente, que ayuda invariablemente a los abusones. En España, como en Italia, al ver una paliza, la gente corre inmediatamente a socorrer al fuerte por si se le cae alguna dádiva; somos unos búlgaros de la hipocresía. Tenemos diez mil poderosos ladrones protegidos por las leyes de aforamiento, y sin embargo no hay dinero para que la justicia proteja a diez mil maltratadas por sus maridos. Ya lo dijo Quevedo:

Mal oficio es mentir, pero abrigado,
eso tiene de sastre la mentira,
que viste al que la dice; y aun si aspira
a puesto el mentiroso, es bien premiado

Don Quijote liberó a un muchacho del amo que lo azotaba por el simple pecado de exigirle su salario; cuando se marchó el amo lo azotó todavía más cruelmente, y al volvérselo a encontrar  en el capítulo trigésimo primero, el gañancillo andaba ya tan escaldado que le pidió que no se interesase más por él y se ocupase de sus propios asuntos. Algo así nos pasa con la justicia y aun diría que con los políticos. Lo  cuenta el hidalgo:

Estaba atado a la encina, desnudo del medio cuerpo arriba, y estábale abriendo a azotes con las riendas de una yegua un villano, que después supe que era amo suyo; y así como yo le vi le pregunté la causa de tan atroz vapulamiento; respondió el zafio que le azotaba porque era su criado, y que ciertos descuidos que tenía nacían más de ladrón que de simple; a lo cual este niño dijo: «Señor, no me azota sino porque le pido mi salario». El amo replicó no sé qué arengas y disculpas, las cuales, aunque de mí fueron oídas, no fueron admitidas. En resolución, yo le hice desatar, y tomé juramento al villano de que le llevaría consigo y le pagaría un real sobre otro, y aun sahumados. 

Andrés, que así se llamaba el jovencito sindicalista cervantino, tenía sin embargo otro antecedente literario tan manchego como él en la putilla de quince años Areúsa, que no quería servir en casa de una señora porque también aprovechaban acusaciones falsas e infundadas para no pagar, por lo cual declara en el acto noveno de La Celestina que se hizo cortesana:

Estas que sirven a señoras ni gozan deleite ni conocen los dulces premios de amor. Nunca tratan con parientes, con iguales a quien puedan hablar tú por tú, con quien digan: «¿qué cenaste?», «¿estás preñada?», «¿cuántas gallinas crías?», «llévame a merendar  a tu casa»; «muéstrame tu enamorado»; «¿cuánto ha que no te vio?», «¿cómo te va con él?», «¿quién son tus vecinas?» y otras cosas de igualdad semejantes. ¡Oh tía, y qué duro nombre y qué grave y soberbio es «señora» continuo en la boca! Por esto me vivo sobre mí desde que me sé conocer, que jamás me precié de llamarme de otra sino mía, mayormente de estas señoras que ahora se usan. Gástaste con ellas lo mejor del tiempo y con una saya rota de las que ellas desechan pagan servicio de diez años. Denostadas, maltratadas las traen, contino sojuzgadas, que hablar delante ellas no osan. Y cuando ven cerca el tiempo de la obligación de casarlas, levántanles un infundio: que se echan con el mozo o con el hijo, o pídenles celos del marido, o que meten hombres en casa, o que hurtó la taza o perdió el anillo; danles un ciento de azotes y échanlas la puerta fuera, las faldas en la cabeza, diciendo: «¡allá irás, ladrona, puta, no destruirás mi casa y honra!». Así que esperan galardón, sacan baldón; esperan salir casadas, salen amenguadas; esperan vestidos y joyas de boda, salen desnudas y denostadas. Éstos son sus premios, éstos son sus beneficios y pagos. Oblíganse a darles marido, quítanles el vestido. La mejor honra que en sus casas tienen es andar hechas callejeras, de dueña en dueña, con sus mensajes a cuestas. Nunca oyen su nombre propio de la boca de ellas, sino «puta acá», «puta acullá», «¿a dó vas, tiñosa?», «¿qué hiciste, bellaca?», «¿por qué comiste esto, golosa?», «¿cómo fregaste la sartén, puerca?», «¿por qué no limpiaste el manto, sucia?», «¿cómo dijiste esto, necia?», «¿quién perdió el plato, desaliñada?», «¿cómo faltó el paño de manos, ladrona? A tu rufián le habrás dado», «ven acá, mala mujer, ¿la gallina rellena no parece?, pues búscala presto, si no, en la primera blanca de tu paga la contaré». Y tras esto mil chapinazos y pellizcos, palos y azotes. No hay quien las sepa contentar, no quien pueda sufrirlas. Su placer es dar voces, su gloria es reñir. De lo mejor hecho menos contentamiento muestran. Por esto, madre, he querido más vivir en mi pequeña casa, exenta y señora, que no en sus ricos palacios, sojuzgada y cautiva.

El texto, en tres pasajes algo modernizado por mí para hacerlo más inteligible, está bien claro: los pobres, incluso los honrados, siempre son denigrados por los ricos para así evitar esa elemental distribución de la riqueza que consiste en pagar un salario, no en vano por eso se han hecho ricos. A las sirvientas que sirven gratis incluso por obtener un buen casamiento las terminan echando de casa con el pretexto de que seducen al hijo, que han sisado algo o sencillamente sin causa alguna. Y las cosas no cambiaron nada incluso en el siglo XIX: el tango que canta la Menegilda en la Gran vía es el heredero del discurso de Areúsa: "Pobre chica la que tiene que servir / más valiera que se llegase a morir..."

Pero un amigo que vive en Daimiel me ha contado con más detalle cuál es la versión de los hechos de Daimiel que circula en las redes sociales del pueblo: los que dicen haber conocido al presunto asesino y a la mujer que se le estaba divorciando excusan al agresor, que se había enriquecido muy honorablemente como pintor de brocha gorda y al que la mujer, dicen, le había dilapidado todo lo que había ganado con su múltiple derroche; es más, que incluso le iba a quitar la casa en que vivía y era lo único que le había quedado con el recurso de que debía pagar a ella y a su hija la parte correspondiente por el divorcio. Que el presunto asesino era un chaval tímido y educado sin antecedentes que jamás la maltrató, que ni siquiera ella lo denunció porque no podía demostrar maltrato alguno  y que la única explicación era que la situación lo desbordó, tuvo un arrebato terrible, lo que jurídica y psíquicamente llamaríamos un brote psicótico, agarró un cuchillo y mató a las dos mujeres.

Por supuesto, esta explicación no exculpa al presunto asesino, pero ¿a que ahora ustedes ya no simplifican tanto el asunto del maltrato y ahora resulta que no hay buenos puros ni malos puros, algo que es habitual en la reducción fenomenológica que hace la prensa de estos casos? La información es así de maniquea, y habría que indagar si Andrés o la meretriz Areúsa eran realmente tan inocentes como ellos se pintan. El caso es que Andrés quedó sencillamente escarmentado, y así se lo hace constar a don Alonso Quijano el Bueno:  

El fin del negocio sucedió muy al revés de lo que vuestra merced se imagina.

—¿Cómo al revés? —replicó don Quijote—. Luego ¿no te pagó el villano?

—No solo no me pagó —respondió el muchacho—, pero así como vuestra merced traspuso del bosque y quedamos solos, me volvió a atar a la mesma encina y me dio de nuevo tantos azotes, que quedé hecho un San Bartolomé desollado; y a cada azote que me daba, me decía un donaire y chufleta acerca de hacer burla de vuestra merced, que, a no sentir yo tanto dolor, me riera de lo que decía. En efecto, él me dejó tal, que hasta ahora he estado curándome en un hospital del mal que el mal villano entonces me hizo. De todo lo cual tiene vuestra merced la culpa, porque si se fuera su camino adelante y no viniera donde no le llamaban, ni se entremetiera en negocios ajenos, mi amo se contentara con darme una o dos docenas de azotes, y luego me soltara y pagara cuanto me debía

 Así que eso tendríamos que hacer y dejar al búlgaro gobierno pepepsoil que siga pagando mal a los pobres y quedándose con las plusvalías. Tendremos maltratadores y seremos maltratados un poco menos que si pidiéramos justicia inalcanzable. Y tendremos maltratadores como los padres borrachuzos y pegones de tan honorables ciudadanos como Hitler, Stalin y Franco, sagrados defensores de un orden, cualquiera que este sea.

martes, 22 de noviembre de 2016

Las farmacéuticas bloquean las investigaciones contra el cáncer que no les benefician

Nuño Domínguez, Chris Sander, investigador del Instituto de Cáncer Dana-Farber: “Las farmacéuticas impiden el desarrollo de nuevas terapias contra el cáncer”, en El País, 22-XI-2016:

El padre de la bioinformática explica cómo la computación puede ayudar a comprender la complejidad de cada tumor y buscar tratamientos especializados.

Los grandes proyectos de secuenciación del genoma del cáncer iniciados hace una década han demostrado que cada tipo de tumor es tan diferente de otro a nivel genético y molecular que parecen enfermedades distintas. Esa heterogeneidad también se da dentro de cada paciente, una célula de un tumor puede ser muy distinta de la de al lado. Y toda esta variabilidad genética puede explicar por qué unas personas (y células) responden a los tratamientos oncológicos y otras no.

“Con tanta complejidad, sólo utilizando ordenadores se podrá resolver el problema”, explica Fátima Al-Shahrour, investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Al-Shahrour es especialista en bioinformática, una disciplina en expansión que mezcla el poder de cálculo de los ordenadores actuales con herramientas prestadas de las matemáticas y la estadística para analizar la inmensidad del Big Data genético del cáncer. Al-Shahrour ha sido una de las organizadoras de un congreso internacional del CNIO y La Fundación La Caixa que se ha centrado en cómo entender y combatir la heterogeneidad del cáncer gracias a la bioinformática.

Chris Sander, uno de los padres de esta disciplina, ha sido la estrella del congreso. Es investigador del Instituto de Cáncer Dana-Farber de Boston (EEUU) y uno de los líderes del Atlas del Genoma del Cáncer, un consorcio estadounidense que ha estudiado las variaciones genómicas de 30 tipos de tumores en 20.000 personas. “Esta base de datos nos abre ahora la visión a los detalles microscópicos de lo que sucede cuando hay un cáncer”, resalta Sander. Físico teórico, se pasó a la biomedicina hace más de cuatro décadas. Sander ha dearrollado algortimos capaces de resolver problemas de biología que se le resistían a los mayores superordenadores del mundo y creado unidades de bioinformática en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular y el Centro de Cáncer Memorial Sloan-Kettering de Nueva York. En esta entrevista explica cómo la bioinformática puede ayudar a encontrar nuevas terapias combinadas más efectivas y asequibles.

Pregunta. ¿Qué le diría a una persona con cáncer sobre cómo la bioinformática puede mejorar los tratamientos?

Respuesta. Por ejemplo, hemos demostrado que hay tumores cerebrales que parecen muy similares, pero cuando los analizas desde el punto de vista molecular y genético resulta que cada persona tiene un tumor diferente. Es la heterogeneidad del cáncer, lo que implica que cada uno necesitará una terapia diferente. Nosotros podemos relacionar el paisaje complejo de cada tumor y el número de drogas disponibles para encontrar la combinación correcta. Inicialmente lo vamos a estudiar en ensayos clínicos con pacientes y después comenzará a hacerse en los hospitales, como terapia.

P. Usted defiende que los pacientes también pueden tener un papel más activo en la lucha contra el cáncer

Mi petición a los pacientes es que que dejen captar su información de salud a través de sus teléfonos inteligentes

R. Sí. Por ahora el poder de la genómica en el cáncer son los más de 60.000 tumores analizados a nivel de genética molecular. Esa es la montaña de datos que tenemos. Lo que nos falta es una información equiparable sobre personas. Esa información está bloqueada en los hospitales y es incompleta. Tenemos que trabajar para estructurarla bien, publicarla y compartirla, de forma que podamos pasar de una montaña de datos genéticos a otra de datos de salud personales, historias médicas, estilos de vida, etc. Mi petición a los pacientes es que trabajen con la comunidad de ingenieros informáticos, los geeks, y que les dejen captar su información de salud a través de sus teléfonos inteligentes, de forma que podamos obtener esa información directamente de ellos. Esto ya está pasando, hay programas pilotos en marcha.

P. ¿Debe la gente preocuparse porque se expongan sus datos de salud?

R. Deberíamos crear un derecho constitucional de cada persona a la propiedad sobre su información genómica y de salud. Una vez tengas ese derecho podrás guardarte los datos solo para ti o compartirlos. Hay gente con un cáncer muy agresivo que quiere compartir sus datos mientras estén vivos porque esperan ayudar a otras personas conectadas, igual que en Facebook. Si conseguimos proteger ese derecho, creamos la libertad de compartir información. Y si lo hacemos bien, tendremos una base de datos extremadamente poderosa. Podremos multiplicar por 10 o por 100 los beneficios que ya permite la bioinformática en el tratamiento de tumores.

A Trump le llamo basura [dump]

P. ¿Los ordenadores también pueden encontrar nuevos usos a fármacos ya existentes?

R. Sí. Especialmente con las llamadas terapias combinadas, cuando usas varias drogas juntas para combatir tumores que son resistentes a un fármaco. Una derivada de esto es que puedes evitar usar los fármacos más caros, de digamos unos 200.000 euros, y sustituirlos por una combinación de otros ya aprobados mucho más baratos. Este reposicionamiento ofrece una enorme oportunidad. Pero las grandes farmacéuticas se oponen. Han hecho grandes contribuciones para curar el cáncer, pero no están interesadas en hacer ensayos clínicos si no tienen la oportunidad de sacar un montón de dinero. Si una combinación contiene un medicamento barato, las grandes farmacéuticas no harán el ensayo porque no aumentará sus beneficios. Por eso tenemos que encontrar la forma de hacer ensayos clínicos alternativos, financiados con dinero público. Es un problema social y político, pero hay la oportunidad de aportar un enorme beneficio a los pacientes con cáncer si hacemos ensayos públicos, por ejemplo sobre tumores muy especializados que no les interesan a las grandes compañías.

P. ¿Así que las grandes farmacéuticas se oponen al desarrollo de nuevos tratamientos?

Estamos permitiendo que haya muertes por cáncer totalmente innecesarias

R. Sí. Están poniendo el foco en una sección demasiado pequeña, debemos ampliar las miras.

P. ¿Cuándo llegarán las terapias mejoradas gracias a la bioinformática?

R. Ya. Es parte del sistema global de desarrollo de nuevas terapias. Por ejemplo, considera el melanoma, una enfermedad mortífera y muy rápida. Los nuevos ensayos clínicos de inmunoterapia han tenido una tasa de éxito de entre el 40% y el 50% dos años después del tratamiento, es decir, hay gente que potencialmente se ha curado o al menos no se morirá de melanoma. Es un logro rompedor. No se desprende directamente de la bioinformática, pero esta está ayudando a mejorar los resultados relacionando los tratamientos con el perfil genético de la gente y mostrando quién puede responder mejor.

P. ¿Cómo cree que afectará la victoria de Donald Trump a la ciencia en EE UU?

R. Yo le llamo basura [dump, en inglés], por razones obvias. Hace 77 años ya vimos dónde llevan ciertos movimientos políticos. Creo que ese es el mayor riesgo. Alguno de los políticos que han ganado las elecciones han negado la base científica del cambio climático, incluso en sus filas cuestionan la evolución. Si esa enemistad a la ciencia se traduce en recortes, habrá un problema en la investigación del cáncer. Como científicos debemos alzar al voz para que no haya un nuevo movimiento anticientífico.

P. ¿La medicina personalizada podría incrementar la desigualdad en algo tan importante como la salud?

R. Hay un problema sin resolver. Si quisiéramos reducir las muertes por cáncer en el mundo con una sola acción, esa sería una campaña mundial contra el tabaco y a favor de cambios en la dieta y los hábitos de vida. En una conferencia científica reciente en Singapur hubo una ponencia de Phillip Morris, una de las empresas del cáncer, que aseguraban estar haciendo investigación positiva en biología de sistemas. Cuando miré de qué se trataba, estaban desarrollando nuevos cigarrillos un poquito menos peligrosos ¡y los presentaban como si fuera ciencia! Como seres humanos estamos permitiendo que haya muertes por cáncer totalmente innecesarias y deberíamos pararlo. A no ser que solucionemos estos problemas sociales, la ciencia no podrá cambiar las cosas.

miércoles, 20 de julio de 2016

¿Es España una democracia? por Vicenç Navarro

¿Es España una democracia?, en Nueva Tribuna
Vicenç Navarro 19 de Julio de 2016

A primera vista, esta pregunta podría parecer una provocación, pues es obvio que España tiene unas instituciones representativas y un sistema de elecciones que permite a la ciudadanía escoger a sus representantes, características indispensables para que un país pueda definirse como democrático. Pero se olvida que estas condiciones son necesarias pero no suficientes para que a un país se le pueda considerar democrático. Y no me estoy refiriendo solo a la escasa representatividad que tienen nuestros representantes (consecuencia de una ley electoral muy poco proporcional, diseñada originalmente por las fuerzas conservadoras que controlaban el Estado durante la Transición, y cuyo objetivo –como varios historiadores han reconocido– era discriminar a la clase trabajadora, la mayor cantera de los votos a opciones de izquierda), sino a otro elemento clave, que es la pluralidad de los medios de información, sin la cual la población no goza de un derecho democrático: tener el derecho a estar informado, con acceso a distintos puntos de vista que le presenten y expliquen la realidad que la rodea. En ausencia de esta pluralidad ideológica que garantice tal derecho, no hay democracia posible, pues la información sobre la cual la población decide su voto está sesgada a favor de los intereses políticos y/o económicos y financieros de aquellos que controlan los medios de información (que son también medios de persuasión).

¿Es posible la democracia en ausencia de la pluralidad de los medios?

Se me dirá que en España hay diversidad de opiniones en los medios. La Razón y El País, por ejemplo, dan versiones diferentes de lo que ocurre en el país. Y de ahí se deriva que España sea un país democrático. Ahora bien, el problema que existe en esta percepción es que, en general, ambos rotativos informan dentro de un marco común, lo cual explica que, muy frecuentemente, den la misma versión de los hechos en aspectos muy importantes de la realidad que nos rodea, o adopten posturas comunes. Así, por ejemplo, los dos periódicos (y todos los otros grandes medios de comunicación) están transmitiendo mensajes (a través de sus editoriales, de los artículos de opinión que promueven, de sus encuestas que siempre concluyen con las opiniones que cada rotativo favorece, entre otras medidas) que contienen una gran hostilidad hacia Podemos y ahora hacia Unidos Podemos (también mostrada por la gran mayoría de los principales medios de información). Y tal sesgo anti izquierdas (que también se manifestó contra IU) aparece constantemente en diferentes formas.

Una de ellas es el continuo énfasis que las únicas alternativas que tiene el PSOE en este proceso de investidura son apoyar, bien por activa o bien por pasiva (absteniéndose), al Sr. Rajoy, o enfrentarse a unas terceras elecciones, que consideran que sería un paso enormemente negativo para la democracia española. Este mensaje es transmitido por tierra, mar y aire, las veinticuatro horas del día, por la gran mayoría de los medios de información. Sin embargo, esta imagen no es cierta, como tampoco era cierta la lectura de lo que se consideró posible después de las elecciones de diciembre del 2015, cuando también hubo consenso en que las únicas alternativas posibles en el proceso de investidura eran o investir a Pedro Sánchez (tras un pacto con Ciudadanos), o convocar elecciones, alternativa ya considerada en aquel momento.

Nunca se citó que había otras alternativas posibles. Como tampoco se señaló que hay otras alternativas posibles ahora. Tanto entonces como ahora había otras alternativas en las que las izquierdas hubieran sido las fuerzas mayoritarias en la alianza que hubiera podido investir a Pedro Sánchez como presidente del gobierno. Los datos lo muestran claramente. Sumando los 90 diputados del PSOE, los 69 de Podemos y los 2 de IU, más los 6 del PNV, da 167, un número mayor que la suma del PP, 123, más Ciudadanos, 40, que da 163. Los partidos nacionalistas se hubieran abstenido, pues es conocida su animadversión hacia el PP, y con ello el Sr. Sánchez hubiera podido ser investido. Pues bien, lo que es extraordinario es que esta alternativa nunca, repito, nunca, se debatió en los medios. En realidad, la población ni siquiera fue consciente de que existía. ¿Por qué?

Cómo lo mismo ocurre ahora

Un tanto igual aparece ahora, después de las elecciones del 26-J. Sumando los escaños del PSOE, 85, con los de Unidos Podemos, 71, más los del PNV, 5, los 9 de ERC y los 8 de CDC dan suficientes escaños para que Sánchez sea investido. ¿Cómo es que esta alternativa nunca se ha considerado o se ha discutido en los medios?

En ambos años, 2015 y 2016, los números salían. Y la pregunta que cualquier demócrata debería hacerse es: ¿por qué no fue ni siquiera presentada tal alternativa? La respuesta es fácil de ver. Porque, en ambos casos, las izquierdas hubieran podido gobernar. Y ello es precisamente lo que los intereses económicos y financieros que controlan los medios de información y persuasión no querían que ocurriera, pues se oponen a que Unidos Podemos y sus confluencias tengan alguna influencia en el gobierno liderado por el candidato investido. La explicación que han dado los medios por no haber ni siquiera informado de que existía tal alternativa es que el aparato del PSOE no quería considerarla, pues no querían colaborar con los partidos nacionalistas. Pero este argumento carece de credibilidad, pues el aliado del PSOE, el PSC en Catalunya, ha gobernado en el pasado con ERC (en el tripartito en Catalunya) y también ha contado con el apoyo de CDC en las Cortes Españolas. ¿Por qué ahora dice lo que dice, y no entonces, cuando gobernó y/o colaboró con ellos? ¿No cree el lector que presentar la razón por la cual tal aparato, el del PSOE, no quería considerar esta alternativa (cuando ha contado con la colaboración de loa partidos nacionalistas en periodos anteriores) era materia que merecía la atención de los medios? En su lugar, ignoraron la noticia y prefirieron informar, errónea y maliciosamente, que Podemos era responsable de que continuáramos siendo gobernados por Rajoy después de diciembre de 2015 y también ahora.

El sesgo derechista de los medios de información

Otro indicador de la falta de diversidad de los medios en España aparece también en el conflicto que existe sobre lo que es permisible o no en los medios que ha aparecido en el enfado de El País con La Sexta. El País, que ha alcanzado un nivel de derechización desconocido en su pasado (y que ha liderado la campaña de hostilidad mediática contra Podemos), ha criticado a La Sexta por invitar a dirigentes de Podemos a sus tertulias (en programas, por ejemplo, como La Sexta Noche y Al Rojo Vivo), presentando a este canal televisivo como la cadena que ha estado polarizando el debate político del país, promoviendo el “extremismo” de Podemos. Presenta así a La Sexta como un canal de las izquierdas extremistas (ver el editorial “Una gran impostura” en El País, 05.06.16), que está promoviendo en sus tertulias, como La Sexta Noche y Al Rojo Vivo, la visión extremista de Podemos. Esta acusación muestra un comportamiento profundamente antidemocrático. El País, que sistemáticamente excluye colaboraciones de autores de izquierdas (antes de IU, y ahora de Podemos y de Unidos Podemos), acusa a otro medio de permitir que tales voces aparezcan en sus tertulias en las que, por cierto, la mayoría de tertulianos son de derechas y donde los dos tertulianos que aparecen más tiempo en uno de ellos, La Sexta Noche, son dos voces de ultraderecha (Eduardo Inda y Francisco Marhuenda). Estos personajes aparecen muchísimas veces con mayor frecuencia que las voces de Podemos. Y tal acusación aparece incluso más absurda cuando uno puede ver que en las secciones económicas de tales programas la gran mayoría de economistas son de tendencia neoliberal o socioliberal, siendo el que aparece más habitualmente el Sr. José Carlos Díez, que es el economista que El País promueve con mayor frecuencia.

Ahora bien, para El País lo que es intolerable es que personas de Podemos aparezcan en tales programas. Deberían ser vetadas, según este periódico. Es interesante remarcar que el Sr. Antonio García Ferreras, director de Al Rojo Vivo, señaló que Podemos estaba vetado en muchos medios, incluyendo hasta recientemente La Sexta, añadiendo –en tono defensivo- que “ahora damos las mismas oportunidades a Podemos que a los demás”, alardeando, además, de que en su programa es donde se entrevista con mayor dureza a dirigentes de Podemos. Cualquier persona con sensibilidad democrática puede constatar la enorme agresividad de la gran mayoría de los medios hacia las izquierdas en este país, como se ha visto y continúa viéndose en el tratamiento mediático de Unidos Podemos (“Ferreras: ‘Antes había una orden de no entrevistar a Podemos’”, entrevista en Zeleb TV, 11.07.16).

Una última observación: respuesta a José Ignacio Torreblanca, jefe de opinión de El País

Cuando terminé de escribir el artículo, leí un artículo del Sr. José Ignacio Torreblanca, titulado “Derechización” (14.07.16), en el que, tras ridiculizar a las izquierdas insultando la inteligencia del lector (atribuyendo a la izquierda comentarios de gran vulgaridad, presentándolos como representativos, sin ni siquiera citar quién está diciendo lo que él les atribuye), desmerece la observación que han hecho no solo las izquierdas, sino amplias zonas de la población española, de que El País se ha estado derechizando, atribuyendo esta percepción a un tipo de paranoia que, por lo visto, afecta a gran parte del pueblo español. Probablemente, para “probar” lo infundado de tal observación, El País se sacará de la manga en un futuro próximo una encuesta que muestre como El País es un periódico percibido como ejemplar en su compromiso con la libertad de prensa y con la democracia.

Y para rematar su artículo en el que niega tal derechización, pregunta a sus críticos que le digan cuándo ha ocurrido tal derechización, asumiendo que no le pueden contestar, pues –según él- no ha habido tal derechización. Pues invito al Sr. Torreblanca, jefe de opinión de El País, a que mire el número de colaboradores de izquierdas que han tenido a lo largo de sus cuarenta años de existencia en las páginas de Opinión, y que compare el número de cuando Joaquín Estefanía era director y cuando el Sr. Caño lo es ahora. Este cálculo ha sido hecho por estudiantes de periodismo de la UPF y la diferencia es abrumadora. Un tanto igual ocurre con el tema nacional. El País ha liderado la defensa de la uninacionalidad de España, oponiéndose (con un tono agresivo) a la visión plurinacional de ésta, identificando a aquellas voces que piden tal plurinacionalidad como defensoras de la ruptura de España, en un estilo y contenido semejantes a los de la ideología franquista.

En realidad, muchas son las causas de esta indudable derechización, pero una de ellas es su creciente dependencia de las instituciones financieras como resultado de su enorme deuda. Su apoyo a los regímenes más derechistas de América Latina bajo la batuta del Sr. Vargas Llosa es uno de los indicadores de tal dependencia. Dicha derechización ha tenido un impacto en su calidad y credibilidad, algo de lo cual el Sr. Torreblanca no parece ser consciente. Es una lástima (para ejemplos de tal limitada credibilidad, ver mi artículo “Manipulaciones y mentiras en El País”, Público, 30.12.14).

Vicenç Navarro | Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y autor del libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante, Anagrama, 2015

martes, 3 de mayo de 2016

Fahrenheit 451

Es una de las películas más inquietantes que he visto, Fahrenheit 451 de François Truffaut, sobre una novela de Ray Bradbury. Hoy tendría más sentido hacerla que antes, porque la cultura audiovisual está aplastando a la escrita. La escena en la que la mujer se quema viva entre sus libros me conmocionó.

1. Avance, o, como se suele decir, trailer.
2. El discurso del jefe de bomberos.
3. Película pirateada completa. Véase especialmente a partir de 47 minutos 12 segundos. Es una escena que me impresionó y a la que pertenece la imagen de abajo. 

En El nombre de la rosa también se quema una biblioteca. Se oponen apocalípticos e integrados:

4. La risa y el segundo libro de la Poética de Aristóteles


5. Artículo mío sobre la quema de libros en la literatura.

Análisis y comprensión artificial de textos

I

Antonio Moreno, "¿Cómo puede un ordenador entender el lenguaje natural?", en  Huffington Post, 3/05/2016:

¿Cómo entrenan los investigadores de la Inteligencia Artificial a los ordenadores para leer y extraer información de documentos escritos? ¿Cómo consiguen que un ordenador realice análisis automático de textos?

La comprensión de una lengua natural es una tarea clave para dotar de inteligencia a agentes computacionales. El lenguaje es probablemente el mecanismo de entrada de datos más importante y eficiente de los seres humanos, superando incluso a la visión. Un buen ejemplo de un sistema de comunicación hombre-máquina sería uno en el que una máquina puede leer una pregunta de un humano y procesarla para proporcionar una respuesta.

Hoy estamos inundados de Big Data, es decir, cantidades enormes de datos en diversos formatos, incluido el textual, y sería un disparate leer y procesar toda esa información de forma manual. Es por eso por lo que los sistemas de análisis automático de texto (Text Analytics) están teniendo mucho éxito en los últimos tiempos, ya que su función es entender la información no estructurada expresada en una lengua y convertirla en información estructurada como resumen de su contenido, como una relación entre sus elementos más significativos o clasificando un documento por su temática.

La tecnología se aplica ya a sectores muy diversos, desde la medicina a las finanzas o la legislación. Hay aplicaciones que leen millones de emails y los clasifican como spam, y otras que clasifican tuits como positivos o negativos. Algunos ejemplos de ello son el sistema Watson, que ha ganado a los mejores competidores humanos en el concurso Jeopardy, o la aplicación Lynguo, que analiza textos de forma automática para perfilar a los clientes y detectar opiniones o emociones.

¿Cómo es todo esto posible? Naturalmente, con décadas de investigación y desarrollo, pero sobre todo con aproximaciones híbridas e interdisciplinarias: combinando razonamiento lógico y lingüístico, análisis estadístico e innumerables bases de conocimiento.

Sin embargo, todavía estamos lejos de llegar a un funcionamiento fluido y satisfactorio similar a la capacidad analítica de un ser humano medio. Como dice John Sowa, los sistemas inteligentes necesitan integrar un ciclo cognitivo de percepción, aprendizaje, razonamiento y acción. La parte del procesamiento del lenguaje natural se centra sobre todo en la comprensión del contenido y en el aprendizaje, es decir, cómo conseguir interpretar mensajes nunca antes analizados por el ordenador.

Esto es precisamente lo que realizan los niños: con pocos estímulos e instrucción, son capaces de ir aprendiendo estructuras lingüísticas y contenido semántico y pragmático muy rápidamente. Sin embargo, los ordenadores todavía tienen una capacidad de aprendizaje de fenómenos lingüísticos nuevos muy reducida.

Si quieres saber un poco más sobre el análisis automático de texto, consulta este artículo: El análisis automático de texto con 'Big Data' e Inteligencia Artificial.

II


Este post trata de cómo los investigadores de la Inteligencia Artificial (IA) entrenan a los ordenadores a leer y extraer información de documentos escritos. Es decir, sobre cómo conseguir que un ordenador realice análisis automático de textos.

La comprensión de una lengua natural como el español o el chino (Natural Language Understanding, en la jerga de la IA) es una de las tareas claves para dotar de inteligencia a agentes computacionales. El lenguaje es probablemente el mecanismo de entrada de datos más importante y eficiente de los seres humanos, superando a la visión (aunque no suplantándola).

Leer una pregunta de un usuario y buscarla en una fuente de información (ya sea en una base de datos o en Internet) para proporcionar una respuesta es un buen ejemplo de un sistema de comunicación hombre-máquina. Con la extensión global de Internet estamos inundados de Big Data (cantidades enormes de datos en diversos formatos, incluido el textual). Nadie es capaz ni de imaginarse leyendo y procesando toda esa información.

Por ello, los sistemas de Análisis automático de texto (Text Analytics) han florecido en los últimos tiempos. Su objetivo es entender la información no estructurada expresada en una lengua y convertirla en información estructurada, bien como resumen de su contenido, como una relación entre sus elementos más significativos o clasificando un documento por tu tipología temática. La tecnología está madura y se aplica a muy diversos sectores, desde la medicina a las finanzas o la legislación. Hay aplicaciones que leen millones de emails y los clasifican como spam o analizan tuits como positivos o negativos. Incluso hay un sistema (Watson) que ha ganado en el concurso Jeopardy a los mejores competidores humanos. Otro ejemplo es la herramienta Lynguo, que analiza textos de forma automática para perfilar a los clientes, detectar opiniones, sentimientos, intenciones o emociones. 

¿Cómo se ha conseguido todo esto? Naturalmente con décadas de investigación y desarrollo, pero sobre todo de aproximaciones híbridas e interdisciplinarias: desde razonamiento lógico y lingüístico hasta análisis estadístico, e innumerables bases de conocimiento.

Cualquier niño de la escuela infantil, antes de aprender a escribir, ya habla su lengua materna con una fluidez y destreza muy superiores a las de un adulto que está aprendiendo una segunda lengua a la que le ha dedicado varios años de estudio. La aparente paradoja cognitiva entre la capacidad de aprendizaje y el nivel de experiencia e inteligencia del niño y el adulto es la pregunta que ha inspirado a numerosos psicólogos y lingüistas durante décadas.

Por supuesto, todavía estamos lejos de llegar a un funcionamiento fluido y satisfactorio similar a la capacidad analítica de un ser humano medio. Como dice John Sowa, los sistemas inteligentes necesitan integrar un ciclo cognitivo de percepción, aprendizaje, razonamiento y acción. La parte del procesamiento del lenguaje natural se centra sobre todo en la percepción (entender el contenido) y en el aprendizaje, es decir, cómo conseguir interpretar mensajes nuevos nunca antes analizados por el ordenador. Esto es precisamente lo que realizan los niños: con pocos estímulos y escasa instrucción directa son capaces de ir aprendiendo muy rápidamente estructuras lingüísticas y contenido semántico y pragmático. Sin embargo, los ordenadores tienen todavía una capacidad de aprendizaje de fenómenos lingüísticos nuevos muy reducida. De hecho, el coste de adaptar un sistema a un nuevo dominio semántico es todavía muy alto en términos de tiempo y esfuerzo.

Si te interesa adentrarte en el Análisis automático de texto, te animamos a que te descargues la publicación Text Analytics: the convergence of Big Data and Artificial Intelligence.

lunes, 25 de enero de 2016

Cita de Kapuściński

"Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de importar."

Ryszard Kapuściński.

viernes, 22 de enero de 2016

Publicar noticias de violencia de género aumenta la violencia de género


Cuando de violencia de género se trata, el asesino no tiene intención de hacer daño a la mujer. Tiene intención de matarla. Ese es un elemento contrastado en los 30 casos de asesinatos de mujeres habidos en Cataluña entre 2006 y 2011 que ha estudiado Isabel Marzabal para elaborar su tesis doctoral (Los feminicidios de pareja: Análisis de los 30 casos de asesinatos sentenciados por la Audiencia de Barcelona (2006-2011). No hay un común denominador entre los asesinos, ni en la preparación de la muerte de su pareja, ni en el método empleado, si bien la autora del estudio atisba una influencia de las noticias que divulgan los medios de comunicación. “La probabilidad de un asesinato es 12 veces más elevada si han aparecido noticias de feminicidios en un intervalo de cuatro días y 24 veces más alta si esas noticias han aparecido en los 10 días anteriores”.

El estudio de los 30 asesinos (condenados en sentencia firme) revela que, en ninguno de los casos, hay un trastorno mental severo y solo en un 15% de los autores se diagnosticó con posterioridad al crimen un trastorno de la personalidad. El 57,1% tenía estudios primarios, el 38,1% estudios secundarios y el 4,8 % universitarios, así que la educación tampoco es un elemento esencial para dibujar un perfil estándar de un asesino de género. Es un hombre que vive con la obsesión de la mujer en la mente, en general casos que no se detectan antes. De hecho, tiene poco aprecio a su vida, la mayoría se entrega y alrededor de un 30% se suicida. Estos son los casos más alarmistas, el de alguien que decide “matar y matarme”, el que puede producir un daño extremo.

Isabel Marzábal es licenciada en Derecho y ha trabajado durante años como secretaria judicial en Barcelona. Vio pasar casos de maltratos, homicidios y asesinatos por su juzgado, ha trabajado también en juzgados de vigilancia penitenciaria, y decidió hacer una investigación que no se había hecho antes. “Me llamaba la atención si en la figura del asesino había elementos comunes, relativos a las personas o a los hechos”. Marzabal descartó para su estudio los casos que fueron sentenciados como homicidios y todos aquellos en los que el agresor terminó suicidándose. Marzabal pudo estudiar las sentencias y los perfiles de los asesinos, además de su situación penitenciaria. Pudo incluso acudir a algún juicio, pero no pudo entrevistarse con ninguno de ellos. Uno de los detalles que le llamó la atención fue el hecho de que la familia del agresor no siempre rompe totalmente su vinculación afectiva con él.

Paralelamente, analizó las informaciones que ofrecieron los medios de comunicación sobre esos 30 casos, a través de los archivos de los diarios EL PAÍS y La Vanguardia y del canal de televisión Tele 5. E hizo algo más, analizó todas las noticias de agresiones o muertes de mujeres que se divulgaron con anterioridad a cada uno de los casos analizados; estableció dos baremos, las noticias de muertes de mujeres desde cuatro días antes al asesinato y desde diez días antes para determinar si hubo algún efecto imitación. La conclusión a la que llega Marzabal es que sí se aprecia una imitación y un refuerzo de la idea de matar que ronda en la mente del asesino. Marzabal concluye que “hay similitud en las conductas de los agresores” y que “muchos asesinatos contiguos en el tiempo o en el lugar suelen tener similares características en su desarrollo”. Su conclusión va más lejos cuando añade: “Hay elementos en el tratamiento periodístico que pueden estar ayudando al asesino a considerar que el objetivo cumplido por un homicida anterior coincide con el suyo y, al mismo tiempo, pueden estar provocando que individuos con “tensión conductual alta” realicen la misma conducta en cuanto tienen conocimiento que otros la han puesto en práctica”. ¿Las informaciones producen un efecto imitación o un refuerzo de la idea de matar? “No son excluyentes”, responde la autora.

En el 92,1 % de las informaciones sobre asesinatos de género, nunca se cita las condenas que sufren los agresores

Marzabal descubre que, en el 92,1% de las informaciones sobre asesinatos de género, nunca se cita las condenas que sufren los agresores. Y ese es un dato que debería considerarse. “Por regla general, las informaciones abundan en datos de la víctima, incluso divulgan una foto suya, casi nunca del asesino. A veces se recrean en aspectos morbosos del crimen, aspectos todos ellos que terminan infundiendo miedo en las mujeres. Y, nunca o casi nunca”, concluye, “se citan las consecuencias”. Marzabal recomienda ofrecer el teléfono de asistencia a maltratadas en este tipo de informaciones y anima a que se divulguen las sentencias. Respecto a las condenas, un reciente estudio del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) señala que las penas han ido en aumento: la media ha subido a 18 años y tres meses cuando en el estudio anterior (de 2012), el promedio de las condenas estaba en los 17 años. Sobre este punto, se aprecia en diversos estudios cómo los jueces son cada vez más severos con la violencia de género.

Cómo progresa la idea de matar a la pareja en la mente del asesino en un asunto por estudiar, que haría necesario algo así como un estudio forense de los casos. “Habría que remontarse muy atrás, estudiar la conducta del asesino con mucha anterioridad, a veces se pueden tener algunas señales en las visitas que hace la pareja al médico”, apunta Antonio Andrés Pueyo, criminólogo, psicólogo forense y director de la tesis. Pueyo asegura que las estadísticas de Sanidad son más fiables que las de Interior a la hora de calibrar los casos de maltrato de mujeres, e incluso los de asesinatos. “La Guardia Civil ha hecho algún intento de hacer un análisis forense, pero en realidad la investigación se limita a la instrucción del caso, que acaba con la detención y la condena del agresor”, señala Marzabal.

SUPRIMIR LA ATENUANTE DE LA CONFESIÓN

El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) realiza periódicamente estudios sobre las sentencias de homicidio y asesinato en los casos de violencia de género. El primero data de 2008 y el más reciente es del 2014 (el séptimo) y analiza 50 sentencias del año 2011 en España, de las 44 se pueden calificar como de violencia de género y 6 de violencia doméstica. En esos 44 casos, el 93 % de las sentencias son condenatorias.

El estudio del CGPJ concluye que el 60 % de los agresores son españoles y que el 44,7 %, casi la mitad, tienen entre 46 y 65 años. En ninguno de los casos estudiados hay presencia de drogas y alcohol y los expertos del CGPJ concluyen que habría que reconsiderar “la circunstancia atenuante de la confesión, nacida con la finalidad de otorgar un tratamiento más favorable”. Los expertos opinan que habría que abordar “el estudio de su supresión o reconsideración en delitos con resultado de muerte”. Según los datos de este estudio, el 34 % de los agresores se entregan voluntariamente, el 27 % intentan suicidarse y solo un 18 % niegan los hechos en un primer momento.

sábado, 16 de enero de 2016

Alquien que conoce bien a Francisco Marhuenda habla de él

Arcadi Espada "¿Por qué lloriquea el periodista Marhuenda?" en El Mundo, 12-I-2016:

Esta mañana, donde Alsina, y de manera repentina, el periodista Paco Marhuenda se echa a llorar. Yo le había interrumpido para discutir algo respecto de la actitud del Rey y del Gobierno ante la sedición catalana. Y entre la cascada argumental que ya es corriente (soberbio, chulo, te crees en posesión de la verdad), el lloriqueo:

-Yo no soy un piernas -iba balbuciendo. ¡Yo soy el director de un periódico!

Me temo que los oyentes no darían crédito. Yo sí. Aunque nunca como hoy se había producido una confesión semejante, no es la primera vez que Marhuenda se ha mostrado desagradablemente sentimental conmigo. El pasado, la ola borgiana, no tiene solución. Y siempre hay que tener en cuenta su resaca.

Hace unos 30 años Paco Marhuenda subía las cocacolas en la redacción de "El Noticiero Universal", diario de la tarde. Y mucho peor: se las subía al director, Jordi Doménech, que lo había colocado en aquel periódico con funciones ambiguas, que nunca supe exactamente cuáles eran. Llevaba entonces Marhuenda un flequillo rubio, unas gafitas de pasta y casi siempre ternos encorbatados. Para los 20 años que tenía eso era un disfraz tan riguroso como el de Pablo Iglesias Alcampo. Él era un tierno muchachito de derechas y nosotros, la sección de política de aquel periódico, una manada de bestias pardas. Cada vez que se acercaba por allí, atraído como un imán, le caían unos bufidos salvajes. A su visión de la vida se añadía la sospecha de que era un confidente del director; pero el escarnecimiento al que se le sometía me pareció muchas veces excesivo. Yo despreciaba sus opiniones e ironizaba frecuentemente sobre su candidez; pero le tenía simpatía. Como saben bien los militantes de los partidos políticos, obligados a soportarse por su afinidad ideológica, la simpatía tiene poco que ver con la coincidencia o no en las ideas. El joven Marhuenda me inspiraba, además, una cierta compasión: quizá fuera fácil ser Marhuenda en la covacha del director; pero no debía de serlo cuando cruzaba la puerta y entraba en aquella redacción donde se respiraba la humareda de tanto fatuo comunistoide, y yo el primero.

No sé qué tiene Marhuenda en contra de aquel grumete, y qué complejos y heridas le aviva su recuerdo. Yo nada, desde luego. Es más, estoy seguro de que mucho de lo que decía e incluso de lo que no se atrevía a decir era bastante más razonable que todo lo que nosotros voceábamos. Pero es evidente que cada vez que Marhuenda se cruza conmigo le vuelve, como una náusea, aquel pasado. Y llora. Y solloza y patalea gritando que ya no es aquel grumete, sino (¡pas mal!) todo un director de periódico. Está bien. Pero querría convencerle de que cuando me cruzo con él no veo nunca aquel grumete. Mis problemas con el periodista Marhuenda, si se me ocurriera tenerlos, estarían centrados en el periodismo que hoy hace y no en las cocacolas que subía. Aunque le admito la continuidad de su indemne carácter servil.

martes, 12 de enero de 2016

Por qué no entendemos lo que leemos


Leer no solo consiste en juntar palabras, ser un buen lector es más difícil de lo que parece. La investigadora de Harvard Paola Uccelli, de 46 años, ha dedicado toda su vida a analizar por qué algunos estudiantes no son capaces de entender los textos técnicos, una destreza de vital importancia para el éxito académico y laboral. Tres parecen ser los factores principales: el desconocimiento de los profesores, que asumen que los alumnos se familiarizan con ese tipo de lenguaje de forma natural y no guían las lecturas; la ausencia de actividades extraescolares, que potencian el aprendizaje de vocabulario no coloquial; y la falta de diálogo entre padres e hijos.

“Se cree que el lenguaje se adquiere hasta los cinco años, pero nuestra investigación ha demostrado que la adolescencia es una etapa clave para asentar estructuras gramaticales complejas”, explica Uccelli. Durante el último lustro ha evaluado, junto a un equipo de seis investigadores de Harvard Graduate School of Education, las destrezas de comprensión lectora y capacidad de expresión de 6.000 estudiantes de 9 a 14 años de Estados Unidos y de 850 de Chile. Una de las principales conclusiones del estudio, que todavía está en marcha, son las “enormes” diferencias individuales entre alumnos de la misma clase.

“Hasta la fecha la mayoría de las investigaciones se habían basado en detectar deficiencias de carácter clínico, patologías que afectan al aprendizaje. Nuestra principal aportación es que hemos analizado las habilidades de los chicos para entender y usar conectores o estructuras gramaticales propias del aula”, señala Uccelli.

¿Por qué es tan importante el lenguaje cuando la demanda de profesionales está cada vez más ligada a las ciencias, la tecnología, las matemáticas y la ingeniería? Los estudiantes de hoy tendrán que adaptarse a las profesiones del futuro que aún no existen, apunta Uccelli, y el aprendizaje autónomo es clave. Quien no domine el lenguaje estará limitado y no será capaz de transformarse y cumplir con las exigencias del mercado, opina.

En España, la comprensión lectora es una de las carencias más señaladas por los expertos. El último informe PISA, la evaluación de la OCDE que mide los conocimientos de los alumnos de 15 años en 65 países, dejó a España en el puesto 31 con 448 puntos. La media se sitúa en 496.

En tercero y cuarto de primaria se empiezan a introducir en las escuelas los textos académicos, piezas que tratan temas que ya no les resultan familiares a los estudiantes y que presentan estructuras más complejas. “Muchos chicos tienen dificultades para superar ese reto, no lo hacen de forma espontánea. Es necesario que los profesores les guíen antes de proceder a la lectura y les avancen con qué se van a encontrar”, asegura Emilio Sanchez, catedrático de Psicología de la Educación en la Universidad de Salamanca y coautor de algunas investigaciones junto a Paola Uccelli.

Los hijos de las familias más humildes son más felices y más independientes. Los de las más pudientes manejan mejor la burocracia.

Tras grabar y analizar las clases de 80 profesores de primaria de centros públicos y privados de diferentes regiones españolas, Sánchez y su equipo concluyeron que en el 60% de los casos los docentes no explican de antemano a sus alumnos el tipo de tema que se va a leer y los elementos que se van a encontrar. “Es esencial que se cuente previamente de qué trata, por ejemplo, del cambio climático, y que hay tres argumentos que explican ese fenómeno, incluso incentivar a los estudiantes a que intenten encontrar el primero, luego el segundo y el tercero, con un orden”, añade el profesor. Ya no vale aquello de “niño, lee”.

Según los resultados de su estudio, en el 40% de los casos los docentes hacen, al menos, una introducción temática. “No estamos juzgando a los profesores, que seguramente no son conscientes de las repercusiones de esa falta de guía. Este país debe fijar qué aspectos de la educación hay que mejorar. En el caso de la compresión lectora, hace falta voluntad política”, destaca.

Uno de los inconvenientes de no procesar bien los textos académicos es la desconexión de los alumnos con las tareas escolares. “No solo se descuelgan, sino que más adelante pueden tener problemas en su acceso a la universidad. Tienen que tener conciencia desde el principio de que los textos tienen diferentes estructuras; deben saber reconocer, por ejemplo, un texto comparativo”, añade.

Otro de los factores que, según Paola Uccelli, influyen en la comprensión lectora es la falta de interacción con los padres. No se trata de hablar sobre temas cotidianos como la comida, sino sobre ideas que requieran un lenguaje más preciso. “Por la prisa, las conversaciones en casa se resienten o no tienen lugar. La interacción con adultos es necesaria, los niños se benefician del lenguaje que escuchan”, destaca la investigadora.

En 2012, la estadounidense Shirley Brice Heath, profesora de lingüística de la Universidad de Stanford, publicó un estudio que aseguraba que de los 89 minutos de media que los jóvenes estadounidenses de 14 años pasaban conversando con sus padres en 1979, se había pasado a solo nueve minutos en 2009.

Las actividades extraescolares también afectan en el proceso de adquisición del lenguaje, pero en este punto, juega un papel primordial el nivel socioecónomico de la familia. “No es lo mismo acudir por las tardes a clases de música o de teatro que estar en la calle jugando con otros chicos. El lenguaje se aprende por repetición y se necesita a alguien más experto que guíe la actividad”, precisa Uccelli.

Según una encuesta de Pew Research Center, un think tank sobre tendencias en Estados Unidos con sede en Washington, las familias acomodadas se rigen por calendarios , sus hijos tienen las tardes repletas de actividades extraescolares como ballet o fútbol y los progenitores dedican tiempo a leer con sus niños. En cambio, los niños de las familias con menos recursos, suelen pasar su tiempo libre en casa o en la de otros familiares; disponen de menos tiempo y recursos para dedicar a sus hijos y ello puede conllevar que estén menos preparados para la escuela y el trabajo.

En su libro Unequal Childhood: class, race and family life, la profesora de sociología de la Universidad de Pennsylvania Annette Lareau señala que mientras los padres de clase media intentan que sus hijos desarrollen sus habilidades con una supervisión férrea y con actividades programadas, los de clase obrera les dan mayor independencia y tiempo libre para el juego porque creen que se desarrollarán de forma natural. Mientras los hijos de las familias más humildes son más felices y más independientes, los de las más pudientes esperan que sus padres les solucionen los problemas, pero desarrollan más habilidades para manejar la burocracia y tener éxito académico y laboral. La desigualdad también afecta a la comprensión lectora.

lunes, 11 de enero de 2016

Cómo se generan los factoides, las leyendas urbanas y las teorías conspirativas según el filósofo Karl Hepfer

Patricio Pron, "No fue Lee Harvey Oswald. El filósofo alemán Karl Hepfer plantea un estudio crítico del auge y popularidad de las versiones que persiguen manipular la realidad", en El País,  10-I-2016:

Todo el mundo sabe que los atentados en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, fueron perpetrados por los servicios secretos estadounidenses, pero resulta difícil averiguar quién es ese “todo el mundo” y, más aún, a qué se denomina aquí “saber”. En un libro publicado recientemente, el filósofo alemán Karl Hepfer se pregunta ambas cosas en relación al auge de las teorías conspirativas en Europa, y responde que se trata de “modelos de interpretación de la realidad simplificados”, intentos de regresar a un estadio anterior de nuestra cultura en el que la realidad supuestamente era sencilla de comprender, y los actores, buenos o malos. Así, el presidente norteamericano John F. Kennedy (bueno) no habría sido asesinado por un paranoico llamado Lee Harvey Oswald, sino en realidad por la mafia, por el Gobierno cubano o por el vicepresidente Lyndon B. Johnson (malos), según las versiones.

Para el historiador alemán Dieter Groh las teorías conspirativas son una “constante antropológica” a lo largo de la Historia.

El libro de Hepfer, Teorías conspirativas: Una crítica filosófica de la sinrazón (Transcript), presenta, sin embargo, algunos problemas. Uno es que soslaya el hecho de que la nostalgia de un mundo más “simple” de comprender y el consiguiente auge de las teorías conspirativas, no son algo reciente. En el año 64, por ejemplo, un gran incendio en Roma fue atribuido a los cristianos para justificar su persecución. En 1312, el rey francés Felipe IV acusó de prácticas heréticas y sodomía a los templarios para eximirse del pago de una importante deuda económica que había contraído con ellos. Durante la Edad Media, se acusó a los judíos de beber la sangre de niños cristianos y de envenenar las fuentes para desatar la peste. Más adelante casi todo acontecimiento político de relevancia fue atribuido a una conspiración de alguna índole. Así, la disolución de la orden jesuitica habría sido la respuesta a un supuesto intento de asesinato de la reina de Inglaterra para reinstaurar el catolicismo y convertir a un Habsburgo en rey de Estados Unidos; detrás de la Revolución Francesa y el auge de los nacionalismos habrían estado masones e Illuminati; y la derrota alemana en la I Guerra Mundial habría sido producto una conspiración de socialdemócratas y judíos. También la Revolución Rusa, la propagación del VIH-Sida y la crisis de los refugiados tendrían una trama secreta. Para el historiador alemán Dieter Groh las teorías conspirativas serían, en ese sentido, una “constante antropológica” a lo largo de la Historia.

El otro problema del libro de Hepfer es que sostiene que las teorías conspirativas serían un modelo simplificado de interpretación de la realidad, un argumento que la complejidad de ciertas teorías parece desmentir. Piénsese, por ejemplo, en las del británico David Icke, quien afirma que el mundo estaría siendo controlado por una alianza de judíos e Illuminati, los cuales serían extraterrestres “reptiloides” dirigidos por la familia Rothschild. Esta teoría no sólo es absurda —una afirmación que se enfrenta a la popularidad de su autor y de los foros dedicados a su trabajo—, sino también extremadamente complicada. ¿No es más sencillo pensar que son la desigualdad económica y política y la concentración de poder los responsables de las catástrofes del presente?

Naturalmente, la respuesta es que no. Las teorías conspirativas proponen (a pesar de su complejidad) un modelo de interpretación más simple y más atractivo de la realidad para ciertas personas porque articulan procesos económicos, políticos y demográficos simultáneos y de gran complejidad en un relato coherente. Vivimos, sostiene Hepfner, en el mundo del “Logos destruido”. Y esto equivale a decir, como hace el británico John Higgs en su excelente Historia alternativa del siglo XX: Más extraño de lo que cabe imaginar (Taurus), que vivimos en una realidad desasosegante en la que —al menos desde la Teoría de la Relatividad— debemos aceptar que estamos imposibilitados para ofrecer una explicación racional, absoluta y libre de paradojas de cómo funciona el mundo.

En ese sentido, el auge de las teorías conspirativas no sólo se apoyaría en una intencionalidad deliberada —como la que llevó recientemente a que, en el marco de las elecciones españolas, regresasen las teorías conspirativas acerca de los hechos trágicos del 11 de marzo de 2004 en ciertas televisiones—, sino en la necesidad humana —la “constante antropológica” de Groh— de articular los hechos en series y estas series en relatos, como pondría también de manifiesto la popularidad de las ucronías literarias en las que se especula con la pregunta acerca de qué habría pasado si, por ejemplo, Alemania hubiese ganado la II Guerra Mundial.

Existe, por supuesto, una diferencia entre especular literariamente con la posibilidad de un triunfo nacionalsocialista en 1945 —lo hicieron Philip K. Dick y Philip Roth, entre muchos otros— y creer que ese triunfo tuvo lugar, efectivamente y de forma secreta, por ejemplo, a través de la influencia que las empresas alemanas ejercen en la economía mundial. Pero esa diferencia sólo existe en relación con lo que hacemos con ambos tipos de relatos. Los dos comparten, sin embargo, un fondo de miedo y de perplejidad. Si las teorías conspirativas funcionan, lo hacen debido a ese fondo común, como prueban la popularización tímida pero constante en la Red de versiones conspirativas de lo sucedido en París el 13 de noviembre de este año. Son la dificultad de comprender que alguien pueda desplazarse armado por una ciudad como París y el miedo a que todo ello se repita, en la capital francesa o en cualquier otra parte, los que impulsan la creación anónima de explicaciones que a muchos no les parecen más implausibles que las que ofrecen la prensa y el Gobierno.

 David Icke afirma que el mundo estaría siendo controlado por una alianza de judíos e Illuminati, los cuales serían extraterrestres “reptiloides” dirigidos por la familia Rothschild
Bajo la impresión de hechos conmovedores —el asesinato de un presidente, por ejemplo— es más fácil creer en una conspiración antes que en la acción individual. Lo que las teorías de este tipo evidencian es que lo primero que se pierde bajo esa impresión es la capacidad del individuo de formarse un juicio crítico: es bueno pensar que ese juicio podría ser estimulado con más y mejor educación. Pero esto también es discutible, como pone de manifiesto la proliferación de teorías conspirativas durante el siglo XX. A ese siglo, nos recuerda Higgs, le debemos dos neologismos que lo describen bien, “racismo” y “genocidio”, y es nuestra responsabilidad individual en relación con ambos lo que explica el auge de la teoría conspirativa, que permite que los “malos” sean, por una vez, los otros.

sábado, 9 de enero de 2016

Zygmunt Bauman y la modernidad liquida

I

Texto refundido de la Wikipedia:

Cómo convivir con los otros ha sido un problema omnipresente de la sociedad occidental; Bauman presenta las principales estrategias utilizadas: la separación del otro excluyéndolo (estrategia émica), la asimilación del otro despojándole de su otredad (estrategia fágica) y la invisibilización del otro para que desaparezca del propio mapa mental. Para él existen dos tipos de culturas: las cultivadas y las silvestres o naturales. Las cultivadas son producidas, dirigidas y diseñadas por una de sus partes y las culturas silvestres o “naturales” son diseñadas por la realidad del ecosistema. Es la llamada "metáfora del jardinero". La máxima expresión de cultura cultivada es la totalitaria. Por otra parte, en su libro Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus parias, Bauman aborda una de las consecuencias de la modernidad, la basura material y los "residuos humanos" producto de las migraciones y la globalización , un flujo de poblaciones que no se puede reabsorber y esta comenzando a ser un problema serio en una sociedad que ya no puede ni siquiera tolerar la clase media en diferentes partes del mundo, principalmente en países primermundistas, como Estados Unidos y la Unión Europea. La producción de "residuos humanos" constituye una consecuencia inevitable de la modernidad. Utiliza los conceptos modernidad sólida y modernidad líquida para caracterizar lo que considera dos caras de la misma moneda y causó cierta controversia dentro de la sociología al aseverar que el comportamiento humano no puede explicarse primariamente por la determinación social o discusión racional, sino más bien descansa en algún impulso innato, presocial, en los individuos, ejerciendo gran influencia en el altermundismo. Plantea una nueva forma de entender la sociedad moderna que no se funda en los conformistas y los anticonformistas, sino en una tercera vía de sociología reflexiva que apunta a modificar la sociedad moderna. La hipótesis de Bauman afirma que el cambio social tiene que ser un producto necesario y dinámico. Una vez comprendida la relación entre la sociedad sólida (seguridad, contenidos, valores) y la sociedad líquida (movilidad, incertidumbre, relatividad de valores), el segundo paso necesario es modificar la realidad y comprender que la vía del cambio es la única posible y la única necesaria, además del hecho de que es oportuna, para evitar los conflictos sociales y mejorar las condiciones de vida. 

En una estética de consumo es el trabajo lo que proporciona moralidad y son los que no lo tienen (pobres, perdedores, discapacitados, emigrantes) los considerados inmorales. El dinero da la moralidad.  

En el planteamiento de Bauman, la búsqueda de la identidad es la tarea y la responsabilidad vital del sujeto, y esta empresa de construirse a sí mismo constituye al mismo tiempo la última fuente de arraigo. Bauman plantea que en la modernidad líquida las identidades son semejantes a una costra volcánica que se endurece, vuelve a fundirse y cambia constantemente de forma. El autor plantea que éstas parecen estables desde un punto de vista externo, pero que al ser miradas por el propio sujeto aparece la fragilidad y el desgarro constante. El individuo tiene que pasar para poder integrarse a una sociedad cada vez más global, pero sin identidad fija, y sí maleable, voluble. La identidad se tiene que inventar, crear, se tiene que moldear máscaras de supervivencia. Llega a esta conclusión a partir del análisis histórico de los grandes cambios que ha experimentado la sociedad, en especial a partir de la lucha de clases, entre el proletariado y los dueños de los procesos de producción, a finales del siglo XIX, el desintegramiento de las sociedades colectivas, para dar paso a la individualidad en términos de ciudadanía, los cambios vertiginosos que ha provocado la globalización y el imperialismo comercial de los monopolios en contubernio con los gobiernos neoliberales, el resurgimiento de la alteridad (movimientos índigenas), el feminismo, la lucha arcaica en medio oriente, el crecimiento exponencial de la población mundial, hasta llegar a la era de las TIC, donde más se observa la problemática de la identidad en la modernidad líquida. Si antes, en el siglo XVIII, la sociedad se caracterizaba por el sentido de pertenencia del individuo muy marcado entre los distintos estratos sociales, ahora, con el auge de las redes sociales y las TIC, las identidades globales, volubles, permeables y propiamente frágiles, oscilan según la tendencia que marca el consumismo. Sin embargo, esta identidad escurridiza nos hace cada vez más dependientes del otro, y es ahí donde se encuentra la esperanza de crear condiciones de crecimiento en términos de humanidad, conciencia colectiva por el bien individual a partir del común, en comunión con la naturaleza

II

Ricardo de Querol entrevista a Zygmunt Bauman: “Las redes sociales son una trampa”, en El País, 9-I-2016:

Es la voz del 'precariado'. El sociólogo denuncia la desigualdad y la caída de la clase media. Y avisa a los indignados de que su experimento puede tener corta vida

Acaba de cumplir 90 años y de enlazar dos vuelos para llegar desde Inglaterra al debate en que participa en Burgos. Está cansado, lo admite nada más empezar la entrevista, pero se expresa con tanta calma como claridad. Se extiende en cada explicación porque detesta dar respuestas simples a cuestiones complejas. Desde que planteó, en 1999, su idea de la “modernidad líquida” —una etapa en la cual todo lo que era sólido se ha licuado, en la cual “nuestros acuerdos son temporales, pasajeros, válidos solo hasta nuevo aviso”—, Zygmunt Bauman es una figura de referencia de la sociología. Su denuncia de la desigualdad creciente, su análisis del descrédito de la política o su visión nada idealista de lo que ha traído la revolución digital lo han convertido también en un faro para el movimiento global de los indignados, a pesar de que no duda en señalarles las debilidades.

Este polaco (Poznan, 1925) era niño cuando su familia, judía, escapó del nazismo a la URSS, y en 1968 tuvo que abandonar su propio país, desposeído de su puesto de profesor y expulsado del Partido Comunista en una purga marcada por el antisemitismo tras la guerra árabe-israelí. Renunció a su nacionalidad, emigró a Tel Aviv y se instaló después en la Universidad de Leeds, que ha acogido la mayor parte de su carrera. Su obra, que arranca en los años sesenta, ha sido reconocida con premios como el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2010, junto a su colega Alain Touraine.

Se le considera un pesimista. Su diagnóstico de la realidad en sus últimos libros es sumamente crítico. En ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? (2014) explica el alto precio que se paga hoy por el neoliberalismo triunfal de los ochenta y la “treintena opulenta” que siguió. Su conclusión: que la promesa de que la riqueza de los de arriba se filtraría a los de abajo ha resultado una gran mentira. En Ceguera moral (2015), escrito junto a Leonidas Donskis, alerta de la pérdida del sentido de comunidad en un mundo individualista. En su nuevo ensayo vuelve a las cuatro manos, en diálogo con el sociólogo italiano Carlo Bordoni. Se llama Estado de crisis y trata de arrojar luz sobre un momento histórico de gran incertidumbre. Paidós lo publica en España el día 12.

Bauman vuelve a su hotel junto al filósofo español Javier Gomá, con quien ha debatido en el marco del Foro de la Cultura, un ciclo que celebrará su segunda edición en noviembre y trata de convocar en Burgos a los grandes pensadores mundiales. Él es uno de ellos.

PREGUNTA. Usted ve la desigualdad como una “metástasis”. ¿Está en peligro la democracia?

RESPUESTA. Lo que está pasando ahora, lo que podemos llamar la crisis de la democracia, es el colapso de la confianza. La creencia de que los líderes no solo son corruptos o estúpidos, sino que son incapaces. Para actuar se necesita poder: ser capaz de hacer cosas; y se necesita política: la habilidad de decidir qué cosas tienen que hacerse. La cuestión es que ese matrimonio entre poder y política en manos del Estado-nación se ha terminado. El poder se ha globalizado pero las políticas son tan locales como antes. La política tiene las manos cortadas. La gente ya no cree en el sistema democrático porque no cumple sus promesas. Es lo que está poniendo de manifiesto, por ejemplo, la crisis de la migración. El fenómeno es global, pero actuamos en términos parroquianos. Las instituciones democráticas no fueron diseñadas para manejar situaciones de interdependencia. La crisis contemporánea de la democracia es una crisis de las instituciones democráticas.

P. El péndulo que describe entre libertad y seguridad ¿hacia qué lado está oscilando?

R. Son dos valores tremendamente difíciles de conciliar. Si tienes más seguridad tienes que renunciar a cierta libertad, si quieres más libertad tienes que renunciar a seguridad. Ese dilema va a continuar para siempre. Hace 40 años creímos que había triunfado la libertad y estábamos en una orgía consumista. Todo parecía posible mediante el crédito: que quieres una casa, un coche… ya lo pagarás después. Ha sido un despertar muy amargo el de 2008, cuando se acabó el crédito fácil. La catástrofe que vino, el colapso social, fue para la clase media, que fue arrastrada rápidamente a lo que llamamos precariado. La categoría de los que viven en una precariedad continuada: no saber si su empresa se va a fusionar o la va a comprar otra y se van a ir al paro, no saber si lo que ha costado tanto esfuerzo les pertenece... El conflicto, el antagonismo, ya no es entre clases, sino el de cada persona con la sociedad. No es solo una falta de seguridad, también es una falta de libertad.

P. Afirma que la idea del progreso es un mito. Porque en el pasado la gente confiaba en que el futuro sería mejor y ya no.

R. Estamos en un estado de interregno, entre una etapa en que teníamos certezas y otra en que la vieja forma de actuar ya no funciona. No sabemos qué va a reemplazar esto. Las certezas han sido abolidas. No soy capaz de hacer de profeta. Estamos experimentando con nuevas formas de hacer cosas. España ha sido un ejemplo en aquella famosa iniciativa de mayo (el 15-M), en que esa gente tomó las plazas, discutiendo, tratando de sustituir los procedimientos parlamentarios por algún tipo de democracia directa. Eso probó tener una corta vida. Las políticas de austeridad van a continuar, no las podían parar, pero pueden ser relativamente efectivos en introducir nuevas formas de hacer las cosas.

P. Usted sostiene que el movimiento de los indignados “sabe cómo despejar el terreno pero no cómo construir algo sólido”.

R. La gente suspendió sus diferencias por un tiempo en la plaza por un propósito común. Si el propósito es negativo, enfadarse con alguien, hay más altas posibilidades de éxito. En cierto sentido pudo ser una explosión de solidaridad, pero las explosiones son muy potentes y muy breves.

P. Y lamenta que, por su naturaleza “arco iris”, no cabe un liderazgo sólido.

R. Los líderes son tipos duros, que tienen ideas e ideologías, y la visibilidad y la ilusión de unidad desaparecería. Precisamente porque no tienen líderes el movimiento puede sobrevivir. Pero precisamente porque no tienen líderes no pueden convertir su unidad en una acción práctica.

P. En España las consecuencias del 15-M sí han llegado a la política. Han emergido con fuerza nuevos partidos.

R. El cambio de un partido por otro partido no va a resolver el problema. El problema hoy no es que los partidos sean los equivocados, sino que no controlan los instrumentos. Los problemas de los españoles no están confinados al territorio español, sino al globo. La presunción de que se puede resolver la situación desde dentro es errónea.

P. Usted analiza la crisis del Estado-nación. ¿Qué opina de las aspiraciones independentistas de Cataluña?

R. Pienso que seguimos en los principios de Versalles, cuando se estableció el derecho de cada nación a la autodeterminación. Pero eso hoy es una ficción porque no existen territorios homogéneos. Hoy toda sociedad es una colección de diásporas. La gente se une a una sociedad a la que es leal, y paga impuestos, pero al mismo tiempo no quieren rendir su identidad. La conexión entre lo local y la identidad se ha roto. La situación en Cataluña, como en Escocia o Lombardía, es una contradicción entre la identidad tribal y la ciudadanía de un país. Ellos son europeos, pero no quieren ir a Bruselas vía Madrid, sino desde Barcelona. La misma lógica está emergiendo en casi  todos los países. Seguimos en los principios establecidos al final de la Primera Guerra Mundial, pero ha habido muchos cambios en el mundo.

P. Las redes sociales han cambiado la forma en que la gente protesta, o la exigencia de transparencia. Usted es escéptico sobre ese “activismo de sofá” y subraya que Internet también nos adormece con entretenimiento barato. En vez de un instrumento revolucionario como las ven algunos, ¿las redes son el nuevo opio del pueblo?

R. La cuestión de la identidad ha sido transformada de algo que viene dado a una tarea: tú tienes que crear tu propia comunidad. Pero no se crea una comunidad, la tienes o no; lo que las redes sociales pueden crear es un sustituto. La diferencia entre la comunidad y la red es que tú perteneces a la comunidad pero la red te pertenece a ti. Puedes añadir amigos y puedes borrarlos, controlas a la gente con la que te relacionadas. La gente se siente un poco mejor porque la soledad es la gran amenaza en estos tiempos de individualización. Pero en las redes es tan fácil añadir amigos o borrarlos que no necesitas habilidades sociales. Estas las desarrollas cuando estás en la calle, o vas a tu centro de trabajo, y te encuentras con gente con la que tienes que tener una interacción razonable. Ahí tienes que enfrentarte a las dificultades, involucrarte en un diálogo. El papa Francisco, que es un gran hombre, al ser elegido dio su primera entrevista a Eugenio Scalfari, un periodista italiano que es un autoproclamado ateísta. Fue una señal: el diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú. Las redes sociales no enseñan a dialogar porque es tan fácil evitar la controversia… Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa.

Estado de crisis. Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni. Traducción de Albino Santos Mosquera. Paidós. Barcelona, 2016. 157 págs., 16,95 euros

III

Joaquín Estefanía, "El fantasma de la indignación. Bauman y Bordoni debaten entre sí: esta crisis no es transitoria, sino permanente, y es sobre legitimidad y representación", en El País, 8 de enero de 2016:

“Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la indignación”. Si Marx y Engels, aquellos dos exaltados e irascibles jóvenes renanos, se propusieran redactar hoy su ya casi bicentenario Manifiesto comunista, es muy posible que lo comenzasen con esta frase inicial. Eso es lo que proponen los sociólogos polaco e italiano Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni, que han escrito un libro (Estado de crisis) a cuatro manos, mediante una larga conversación en la que cada párrafo es una sugerencia, una idea, que daría para muchos desarrollos y discusiones posteriores.

Esta indignación que recorre el mundo, con muy diferentes manifestaciones, ha dado lugar a lo que los autores denominan “antipolítica”, en relación con las críticas contra la gigantesca desigualdad de oportunidades y de resultados, contra la corrupción, los escándalos, la dilapidación de dinero público y su malversación con fines privados, contra la ineficiencia de los controles en forma de autorregulación o desregulación… El efecto de todo ello no podía ser otro que un profundo sentimiento de ultraje, seguido de un alejamiento de la política tradicional, con una sensación de náusea e inutilidad. Esa “antipolítica” se manifiesta a veces en la aparición de formaciones políticas nuevas que pretenden ser coherentes con las reglas de la democracia, pero que a veces también dan pie a fenómenos populistas y nacionalistas que suelen ser el preludio de regímenes autoritarios.

Unas y otras hacen suya la sugerencia de Richard Rorty de que tenemos ahora una clase superior que toma todas las grandes decisiones económicas y lo hace con independencia de los Parlamentos y, con mayor motivo, de la voluntad de los votantes de cualquier país dado. Esas élites son las que inician el alejamiento de la democracia y consiguen la separación del poder y la política, que es una de las razones que explican la incapacidad de los Estados para tomar las decisiones apropiadas. Así surge la indignación.

Por esas circunstancias, entre otras, surge la tesis principal de la conversación entre Bauman y Bordoni: la crisis, que es mucho más que económica, que es también una crisis de la democracia, no es transitoria sino duradera, sintomática de un cambio profundo que afecta al conjunto del sistema. Recuérdese que, en sus libros anteriores, Bauman instaló en la teoría política el concepto de lo “líquido”. La era moderna líquida iba a ser aquel periodo de la historia en el que se iban a dejar atrás los temores del pasado, y en el que los ciudadanos se iban a hacer con el control de sus vidas y domeñarían las fuerzas descontroladas de la política y la economía.

Estado de crisis es la constatación de que no ha sido así. La idea del progreso como un trayecto esencialmente lineal, recto, predeterminado e inseparable de la condición humana desde el salvajismo hacia la civilización era una ensoñación y ha devenido en un mito. Por la acción de aquella “antipolítica” sucia, de esas élites que han vaciado de contenido el concepto de la democracia y han instalado el de “posdemocracia” (una crisis del igualitarismo y una trivialización de los procesos democráticos en la que la política pierde progresivamente el contacto con los ciudadanos), muchos de éstos ya no creen que el futuro pueda garantizar una mejora en su modo de vida. Esto explica las crisis de legitimidad y de representación que se están viviendo.


Estado de crisis. Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni. Traducción de Albino Santos Mosquera. Paidós. Barcelona, 2016. 157 páginas. 16,95 euros.

IV

Ricardo de Querol, Epidemia de desafección, en El País, 10-Octubre-2015:

Ante la globalización y la precariedad, el ciudadano se siente desprotegido y los pilares que guiaban la vida se esfuman. Ser crítico está bien visto, pero no sirve de nada


La “modernidad líquida” es una expresión del sociólogo Zygmunt Bauman para definir un modelo social que implica “el fin de la era del compromiso mutuo”, donde el espacio público retrocede y se impone un individualismo que lleva a “la corrosión y la lenta desintegración del concepto de ciudadanía”. Lo expuso en 1999 en Modernidad líquida (FCE) y su opinión no ha variado en su último ensayo, Ceguera moral (Paidós). “Nuestra sociedad ha hecho de la desafección una parte obligatoria de las ocupaciones vitales”, sostiene el pensador de origen polaco. Ser crítico está aceptado, y hasta bien visto, pero resulta inútil cuando la política no es el verdadero poder y el Estado-nación ya no ofrece respuestas.

La desafección ciudadana —hacia las instituciones, hacia los valores tradicionales, hacia los otros, hacia el sistema— es una de las señas de nuestro tiempo en Occidente. En el pasado, la comunidad, la familia, la religión, la nación o la autoridad eran pilares sólidos. ¿A qué puede agarrarse el ciudadano de la globalización, que se siente vulnerable e inseguro, amenazado por la precariedad? Babelia trasladó la pregunta a filósofos y sociólogos.

“Vivimos en una era objetivamente sombría”, sostiene Fermín Bouza, sociólogo experto en cultura de masas y profesor de la Complutense. “El mundo de la guerra fría era un paraíso de certezas y, en cierto modo, de paz, o al menos de guerras que no nos involucraban. Ya no. La ciudadanía lo acusa en todas las conductas: cambios de usos, de creencias, de política, personales... No somos muy conscientes de la magnitud de lo que ocurre”.

"Es el Estado de Derecho el que no atraviesa su mejor momento. No es que la gente se sienta más desprotegida, es que está más desprotegida", dice José Luis Pardo

Saskia Sassen, socióloga de la Universidad de Columbia, considera que “los anclajes de una persona o de un sector social, la clase media o la clase trabajadora, han sido destruidos. Muy pocas cosas son como antes, cuando se tenía un plan de vida. No hay salvavidas claros”. Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2013, Sassen acaba de publicar Expulsiones (Katz), sobre el impacto de un sistema neoliberal incapaz de gobernarse a sí mismo. Y señala que, en vez de apuntar a la globalización, será más útil para el ciudadano movilizarse ante la “capa intermedia”: los políticos y empresas nacionales. “Comprometerse con una política crítica será mejor para su salud y su alma que quedarse con su sufrimiento en casa”.

“El concepto de ciudadano, habitante de una ciudad o un país que le otorga derechos por el hecho de serlo, resulta cada vez más obsoleto”, sostiene Constanza Tobío, catedrática de Sociología de la Carlos III. “En el estrecho marco de un país ningún ciudadano puede estar seguro. La inseguridad es global y su control también”.

José Luis Pardo, ensayista y catedrático de Filosofía en la Complutense, opina que el sentimiento de comunidad viene debilitándose desde los inicios de la modernidad. “Incluso diría que la modernidad es, entre otras cosas, eso. Es el Estado de Derecho el que no atraviesa su mejor momento. No es que la gente se sienta más desprotegida, es que está más desprotegida”. Pero agrega: “Puede que la culpa de esto la tenga ‘la globalización’ (otros dicen ‘el capitalismo’, ‘la eurozona’ o Fumanchú), pero como nada de esto son personas físicas ni jurídicas, habrá que decir que ‘la gente’ no hemos hecho gran cosa para evitar esa desprotección”.

Ángel Gabilondo, catedrático de Metafísica antes de ser elegido diputado socialista en Madrid, lo explica así: “Vivimos en tiempos de una gran indefensión y vulnerabilidad. Y de un sentimiento compartido de incertidumbre, que no es una mera sensación. Hay urgencia y necesidad”. Gabilondo, autor de La vuelta del otro: diferencia, identidad, alteridad (Trotta, 2001), también denuncia el individualismo, que “encuentra su gran aliado en un egoísmo amparado en la desconfianza para con las instituciones o los procesos colectivos o de participación”.

Saskia Sassen asegura que “los anclajes de una persona o de un sector social, la clase media o la clase trabajadora, han sido destruidos"

Para el filósofo José Antonio Marina, Premio Nacional de Ensayo en 1993, hoy todos los mensajes “apelan al yo”: enfatizan la autonomía, el proyecto personal, animan a emprender la propia vida, a cuidar la marca, a buscar la visibilidad. “Esto me parece una trampa bellamente camuflada con el canto a la libertad y a la creatividad. Hace falta recuperar el gran proyecto ético de la convivencia”. Según este pensador, que publica Despertar al diplodocus (Ariel), “la globalización produce reacciones de autodefensa, como los integrismos, los nacionalismos, los localismos. Hay una querencia de vuelta al campanario del pueblo”. Lo cual nos lleva a una cohesión social más débil, “enmascarada por redes sociales más densas, pero superficiales”, sentencia.

Entonces, ¿estamos en un mundo sin valores? Responde Bouza: “La crisis de valores, en general, ha terminado porque comenzó mucho antes. Hay una búsqueda de nuevos valores en creencias de todo tipo. Valores más funcionales para la crisis vigente”. Para Gabilondo, ”se requiere una relectura de la fraternidad ilustrada en términos de solidaridad, de transformación”.

Algunos niegan la mayor. Como la socióloga Consuelo Perera, que ha trabajado en el estudio internacional Values and Worldviews de la Fundación BBVA. “No hay desinterés hacia lo público, pese al bajo nivel de asociacionismo en España”, señala. Por ejemplo, crece la participación en manifestaciones o las recogidas de firmas. Los activismos que se apoyan en las redes sociales desmienten la apatía hacia lo público. Sí abunda una actitud crítica hacia los políticos o el sector financiero, también hacia la economía de mercado, que tiene en España el menor apoyo entre 10 países analizados. La religión pierde peso y la familia lo gana, con una visión más abierta de su modelo, como sostén ante la crisis. “No detectamos una crisis de valores”, concluye Perera. Pardo es más sarcástico: “No conozco ninguna época del mundo en la que no haya existido una gigantesca crisis de valores”.

"Vivimos en una era objetivamente sombría", sostiene Fermín Bouza. "El mundo de la guerra fría era un paraíso de certezas"
Hay autores que recelan de que ese nuevo activismo a través de Internet —lo llaman sofactivismo, o clickactivism en inglés— sea capaz de cambiar las cosas. O quizás no sea más que un “enjambre digital” que no tiene un alma común ni puede convertirse en una voz, como explica el filósofo coreano Byung-Chul Han en En el enjambre (Herder). Las redes, denuncia Han, se mueven entre el ingenuo y compulsivo “me gusta” y las “tormentas de mierda” que confirman “que vivimos en una sociedad sin respeto recíproco”. Sobre ello ironiza José Luis Pardo: “Activismo hay mucho, en efecto, pero esto es como lo de la lectura continuada del Quijote el día del libro, que todo el mundo está activísimo, pero nadie sabe para qué sirve, aunque seguro que para algunos será negocio”.

Bauman también relativiza la irrupción de Facebook o Twitter, a pesar de su efecto en la primavera árabe o el movimiento global de los indignados. Avisa de que por esa vía estamos más controlados: nunca fue más fácil para las dictaduras identificar a los disidentes. “Las redes sociales son lugares donde la vigilancia es voluntaria y autoinfligida”, escribe. Al filo de los 90 años, sigue siendo pesimista. “Con el dolor moral asfixiado antes de que adquiera una presencia realmente inquietante y enojosa, la red de los vínculos humanos, tejida en el hilo moral, es cada vez más débil y frágil, y sus texturas se descosen”.

Ceguera moral. La pérdida de sensibilidad en la modernidad líquida. Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis. Paidós. Barcelona, 2015. 272 páginas. 17,50 euros.

Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global. Saskia Sassen. Katz. Madrid y Buenos Aires, 2015. 294 páginas. 21 euros.


En el enjambre. Byung-Chul Han. Herder. Barcelona, 2014. 112 páginas. 12,90 euros.