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lunes, 3 de julio de 2023

Epénticos reales

Martín Bianchi, "Historias ‘queer’ en palacio: de Pablo de Grecia, abuelo de Felipe VI, al infante Luis Fernando, primo de Alfonso XIII", en El País, 25 de febrero de 2023:

En todas las familias reales europeas ha habido gais, lesbianas y bisexuales. Sin embargo, casi ninguna monarquía se ha planteado qué haría si un heredero o heredera al trono fuera homosexual; Países Bajos es la excepción

El rey Pablo I de Grecia y su esposa, Federica de Hannover, junto a sus tres hijos: Constantino, Sofía e Irene, en los jardines del antiguo Palacio Real de Atenas, a mediados de los años cuarenta.

Plegarias atendidas, la escandalosa novela en clave que Truman Capote nunca llegó a acabar, no solo salpicó a la alta sociedad neoyorquina de los setenta, sino también a la realeza europea. En mayo de 1976, un año después de publicar en la revista Esquire dos capítulos en los que exponía las intimidades de sus amigas ricas y famosas, el autor de A sangre fría y Desayuno con diamantes desveló Monstruos perfectos, un tercer adelanto de la obra. “Capote ataca de nuevo. Más sobre el libro más comentado del año”, tituló la revista en portada. En ese extracto, el escritor estadounidense se atrevía a contar con nombres y apellidos reales un secreto a voces entre la aristocracia: la relación de juventud entre el príncipe Pablo de Grecia, padre de la reina Sofía y abuelo de Felipe VI, con Denham Denny Fouts, un gigoló americano al que Christopher Isherwood encumbró como el “prostituto más caro del mundo”, Cecil Beaton tachó de “ramera”, Jean Cocteau calificó de “mala influencia” y Gore Vidal definió como “un homme fatal”.

“En todas las dinastías europeas ha habido homosexuales y bisexuales. En el caso de los Borbones, esto está asumido desde tiempos de Luis XIV. El hermano pequeño del Rey Sol, Felipe de Orleans, era abiertamente gay. El tabú es una cosa de pequeñoburgués”, asegura el escritor y experto en realeza Ricardo Mateos Sáinz de Medrano en conversación con EL PAÍS. Sáinz de Medrano, autor de numerosas biografías reales como La familia de la reina Sofía (2004) o Las cuñadas de Isabel II: las infantas más raras que ha dado España (2022), hace un breve repaso de la historia reciente para demostrar que las monarquías están plagadas de romances queer: desde el idilio que mantuvo el rey Gustavo V de Suecia, bisabuelo del actual monarca sueco, con un hombre casado y más joven que él en la década de 1930, hasta el affaire del príncipe Jorge de Grecia con su propio tío, el príncipe Valdemar de Dinamarca, a comienzos del XX. Sin embargo, todas estas relaciones tuvieron lugar en una época en la que la homosexualidad era un delito, lo que alimentó el secretismo y la clandestinidad. Todavía hoy, las familias reales europeas se resisten a reivindicar ese pasado o a plantearse qué pasaría en el futuro si un heredero o heredera al trono se enamorara de una persona de su mismo sexo.

“La historia de Pablo de Grecia y Denny Fouts siempre fue pública y notoria entre la jet set y los miembros de las familias reales, pero Truman Capote fue el primero en contarla al gran público”, reconoce Sáinz de Medrano, que en su libro La familia de la reina Sofía también recoge este capítulo sentimental de la vida del abuelo del actual Felipe VI. Capote narró el vínculo entre el príncipe griego y el vividor profesional con su característica ironía y ese tono novelesco que le dio fama mundial. “Fue en Capri donde Denny le echó el ojo a un bisabuelo de 70 años que también era director de los Petróleos Holandeses y se fugó con él. Pero este caballero perdió a Denny en manos de la realeza, del príncipe Pablo, más tarde el rey Pablo de Grecia”, cuenta el escritor y periodista en Plegarias atendidas. “La edad del príncipe era mucho más próxima a la de Denny, y el cariño que sentían el uno por el otro estaba bastante equilibrado, tanto era así, que una vez, en Viena, fueron a hacerse el mismo tatuaje, una pequeña insignia azul encima del corazón, aunque no recuerdo lo que era o cuál era su significado. Tampoco recuerdo cómo terminó el asunto, excepto que el fin fue una disputa que se originó cuando Denny esnifó cocaína en el bar del hotel Beau Rivage de Lausana”.

El escritor estadounidense Arthur Vanderbilt ratificó esta historia en Best-kept boy in the world, la biografía de Fouts, publicada en 2014. Según Vanderbilt, el padre de la reina Sofía y el bon vivant americano se conocieron a finales de la década de 1920 en una fiesta en Tredegar House, la casa de campo galesa del aristócrata Evan Morgan. La relación contó con la complicidad de los Bright Young Things, un grupo intelectual y artístico compuesto por nobles como Evelyn Waugh, Stephen Tennant y Siegfried Sassoon. Gore Vidal definió aquel círculo como “el mundo glamuroso de los Mountbatten, donde todos eran bisexuales y se casaban”. Durante unos años, el príncipe y el gigoló mantuvieron un intenso intercambio epistolar —el futuro rey se dirigía al objeto de su afecto como “mi querido Denham” y firmaba todos sus telegramas “con amor, Paul”—. La relación se enfrió tras la boda del príncipe heleno, de 36 años, con Federica de Hannover, de 20 y nieta del último emperador alemán. Fouts encontró consuelo en el millonario coleccionista de arte Peter Watson. Según contó Capote al editor George Plimpton, “si Denny se hubiera acostado con Hitler, habría salvado al mundo de la II Guerra Mundial”.

Francisco de Asís de Borbón, marido de Isabel II, es el caso más destacado dentro de la familia real española. El historiador Pierre de Luz fue el primero en escribir sobre la supuesta bisexualidad del tatarabuelo del rey Juan Carlos en su biografía Isabel II, reina de España, publicada en 1936, cinco años después de la caída de la monarquía alfonsina. En ella, describe al consorte como “pequeño, delgado, de gesto amanerado, de voz atiplada y andares de muñeca mecánica”. El pueblo se refería a él con apodos despectivos y homófobos como “Doña Paquita”, “Paquita Natillas” o “Paquito Mariquito”. Según el libro de De Luz, cuando le dijeron a la monarca que tenía que casarse con su primo hermano, esta gritó, pataleó, lloró y amenazó: “Antes de casarme con Paquita, prefiero abdicar”. Se dieron el “sí, quiero” el 10 de octubre de 1846 y oficialmente tuvieron 12 hijos, aunque el matrimonio siempre fue objeto de mofas y sátiras. Poco antes de la Revolución de 1868, comenzaron a circular una serie de caricaturas que dejaban en evidencia las preferencias sexuales del rey (y las infidelidades de la reina). Tituladas Los Borbones en pelota y firmadas con el seudónimo SEM, algunos las atribuyeron a los hermanos Bécquer, aunque otros creen que son obra del humorista republicano Francisco Ortego.

Ricardo Mateos Sáinz de Medrano, que ahora está escribiendo una biografía de Francisco de Asís, confirma que el rey tuvo relaciones con otros hombres antes y después de la boda. “En Pamplona, todavía soltero, tuvo un secretario al que apartaron de su lado. Según las cartas, la familia decía que en esa relación ocurrían cosas que no procedían”, señala el escritor. “Pero su relación más importante fue con el aristócrata Antonio Ramos de Meneses, duque de Baños”, añade. Francisco de Asís y Meneses, que también estaba casado, convivieron durante mucho tiempo, incluso en el exilio, tras la revolución de 1868.

A comienzos del siglo XX, hubo otros dos ejemplos notorios en España: el de Francisco de Borbón y Borbón, duque de Marchena y primo de Alfonso XII, que murió en 1923 en una clínica psiquiátrica de París que realizaba tratamientos para, supuestamente, curar la homosexualidad; y el de Luis Fernando de Orleans y Borbón, primo de Alfonso XIII, al que se le retiró su título de infante por su condición sexual y su comportamiento “poco ejemplar”. “Luis Fernando fue el primer miembro de la familia real española abiertamente gay. Y el único”, apunta Eduardo Álvarez Bragado, autor de una biografía novelada del infante titulada El hijo de Eulalia. El Borbón rebelde se convirtió en un referente de la cultura queer de la época. Marcel Proust se habría inspirado en él para crear al personaje del barón Palamède de Guermantes en En busca del tiempo perdido, un aristócrata atormentado por su condición sexual.

“En esa época las cortes europeas ya aceptaban con bastante naturalidad la homosexualidad de sus miembros, pero no consentían que se hiciera ostentación de ello, que se hiciera público. El infante Luis Fernando cruzó esa línea”, asegura Álvarez Bragado. La prensa española e internacional de los años veinte del siglo pasado comenzó a cubrir las correrías del hijo de la infanta Eulalia. La muerte de uno de sus amantes en una juerga nocturna y su implicación en un caso de tráfico de drogas fueron las gotas que colmaron el vaso. En 1924, Alfonso XIII despojó a su primo de sus privilegios de infante y lo expulsó de la familia real. “Me retiras lo único que no puedes ordenar, pues nuestros títulos son inherentes a nuestras personas. He nacido y moriré infante de España, como tú has nacido y morirás rey de España, mucho tiempo después de que tus súbditos te den la patada en el culo que te mereces”, le habría dicho Luis Fernando al rey. “Lo condenaron al ostracismo hasta el final de sus días”, se lamenta Álvarez Bragado. Falleció en 1945 tras una operación de castración para extirparle el cáncer de testículos que padecía. Está enterrado en París, “donde nadie se acuerda de él”, dice su biógrafo.

En 2018, Lord Ivar Mountbatten, primo de la reina Isabel II de Inglaterra, se convirtió en el primer miembro de la dinastía Windsor en casarse con otro hombre. En 2021, el duque Francisco de Baviera, de 89 años, fue el primer jefe de una casa real europea, la de Wittelsbach, en posar de manera oficial con su pareja, Thomas Greinwald. La imagen, tomada por el artista holandés Erwin Olaf, dio la vuelta al mundo. Pero para Álvarez Bragado, la homosexualidad y la bisexualidad continúan siendo un tabú en la realeza. “Sigue sin hablarse del asunto, hasta el punto de que quienes tienen que acometer reformas legales no las quieren hacer. En España, donde el matrimonio igualitario es legal desde 2005, la Constitución y las leyes actuales que rigen el funcionamiento de la monarquía no contemplan la posibilidad de que un heredero o heredera al trono sea homosexual”, señala el escritor.

Este debate sí se ha abierto en Países Bajos, donde el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal desde 2001. Un miembro del Parlamento preguntó en 2021 si la princesa Amalia de Orange, hija de los reyes Guillermo Alejandro y Máxima y heredera al trono, podría casarse con otra mujer y seguir siendo la jefa del Estado. El primer ministro neerlandés, Mark Rutte, contestó que no existe un obstáculo legal para que un rey o reina se case con una persona de su mismo sexo, aunque no aclaró cómo se resolvería la cuestión de la descendencia en una institución que se basa precisamente en la sucesión hereditaria, de padres a hijos. Rutte solo especificó que “debe quedar claro quiénes son los hijos en un matrimonio entre dos personas del mismo sexo”. Quizá ese sea el primer paso para que ningún príncipe o princesa queer tenga que volver a esconderse en un armario de palacio.

martes, 13 de noviembre de 2018

Qué engañifa

Cuando se leen los ditirambos con que lame al Rey y a las Españas el verde pepino Cascado no puede uno sino confirmar la verdad de los universos paralelos. Su realidad es fumativa; pergeña una Españifa increíble, sin futuro: no soluciona nada y lo empeora todo. En los balcones ha visto banderas, pero no los más abundantes letreros de "se vende": tampoco a los viejos que se arrojan por no poder pagar hipotecas.  Es más, ignora a los crecientes independentistas y republicanos alérgicos a su pestazo a franquilidad. Recuerda a los rancios septuagenarios que escriben en La Razón: Ussía, Cañizares, Amilibia, etc.  No extraña, pues, que el Rey haya ido a su fiesta; no en vano puso su papá a Franco bajo la cruz de la que él no ha tenido la iniciativa de sacarlo: respeta mucho cosas tan viejas como el nacionalismo del que se nutre.

Para alguien tan poco Astérix e hysteric como Macron, el nacionalismo es un mal y la principal causa de muertos en Europa desde el siglo XIX. No digamos desde antes: la costumbre de matar compañeros de raza humana no estaba entonces mecanizada ni atomizada. En su discurso ante los muertos de la Gran Guerra lo ha dicho, y además ha añadido a esos males el fanatismo místico.

Es verdad que el eurotismo no debería haberse extendido a la moneda, controlada por mafiosos de toda la vida. Pero debería haberse extendido a las monarquías, que son también una forma de nacionalismo. La rana Leticia (perdón, me confundí de cuento: quise decir reina, aunque a esta también la haya besado un príncipe), que no es una Rania como la de Jordania, sino una Rania de Espania, aunque bautice a sus hijas con moras aguas del Jordán, ha conseguido vulgarizar la ya de por sí vulgar monarcaca, pero no sé si la habrá popularizado, por guapas y rubias que resulten sus ricas ninias (el alcance que tienen los programas de Tele5 me hace ser pesimista al respecto). En fin, sobre estética y política hay demasiado escrito y no pretendo añadir nada más. Ya lo dice Voltaire, a quien cita hoy el manchego Raúl del Pozo: "Preguntad a un sapo qué es la belleza, y contestará que es la hembra de su especie".

jueves, 7 de enero de 2016

Le ley de hierro de la oligarquía según Robert Mitchels


Robert Mitchels (“Los partidos políticos”, 1915) analizó y explicó por qué los partidos políticos son como son.

El argumento principal se resume en lo que denominó “Ley de hierro de la oligarquía”:

La organización es la que da origen al dominio de los elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados sobre los delegadores. Quien dice organización, dice oligarquía”.

Esto es, “a medida que se desarrolla una organización, no sólo se hacen más difíciles y más complicadas las tareas de la administración, sino que además aumentan y se especializan las obligaciones hasta un grado tal que ya no es posible abarcarlas de una sola mirada.”

Ello genera jerarquías: “como consecuencia de la organización, todos los partidos o gremios profesionales llegan a dividirse en una minoría de directivos y una mayoría de dirigidos.”

“Cuanto más extenso y más ramificado es el aparato oficial de la organización, tanto mayor es el número de sus miembros, tanto más rico su tesoro y tanto más amplia la circulación de su prensa, tanto menos eficiente el control ejercido por la masa y tanto más reemplazado por el poder creciente de las comisiones.”

lunes, 1 de septiembre de 2014

Los legendarios Fueros de Sobrarbe y el juramento del rey

Del blog de Javi Fields en 2011:

Muchos cronistas escribieron sobre la conocida fórmula del juramento de los antiguos Reyes de Aragón, que con muchas otras variantes, podría escribirse como:

Nos, que valemos tanto como vos y juntos podemos más que vos, os hacemos nuestro Rey y Señor, con tal que guardéis nuestros fueros y libertades; y si no, no.

Así, por ejemplo, explicaba Pietro Soranzo, Embajador de Venecia en torno a 1570, en una carta dirigida al Dux, que ésta era la fórmula que los procuradores en Cortes decían al aspirante a Rey, antes de que éste fuese entronizado en la Corona de Aragón:

Nos, que valemos tanto como Vos, que no valéis más que Nos, os juramos como Príncipe y heredero, con la condición de que conservéis nuestras leyes y nuestra libertad, y haciéndolo Vos de otra manera, Nos no os juramos.

Sólo tres años después, François Hotman citaba esta fórmula en su obra Francogalli (Ginebra, 1573):

Nos que valemos tanto como Vos y podemos mas que Vos, Vos elegimos rey con estas y estas condiciones, entre Vos y Nos, un que manda mas que Vos.

Algo después, el latinista e historiador Jerónimo Blancas redondeaba la fórmula con el famoso "y si no, no", escribiendo en su obra Coronaciones de los reyes y reinas de Aragón (1583):

Nos, que cada uno de nosotros somos igual que Vos y todos juntos más que Vos, te hacemos Rey si cumples nuestros fueros y los haces cumplir; si no, no.

En la misma época (1598), sería Antonio Pérez quien, desde su exilio obligado en París, escribiría en sus Relaciones la fórmula:

Nos que valemos tanto como vos os hacemos nuestro Rey y Señor con tal que nos guardéis nuestros fueros y libertades, y si no, No.

Parece ser que el origen de la fórmula se remonta a los (¿Verdaderos o Falsos?) Fueros de Sobrarbe. Sobre esos fueros, y sobre el juramento de los Reyes de Aragón, resulta imprescindible la obra del historiador Ralph E. Giesey, "If not, not. The oath of the aragonese and the legendary laws of Sobrarbe", publicada en 1968 por Princeton University Press, y traducida al castellano en 2009 por la editorial de la Universidad Camilo José Cela: "Si no, no".

En ella, explica Giesey el origen y desarrollo de los Falsos Fueros de Sobrarbe, y viene a localizar la invención de la fórmula del "y si no, no" alrededor de la mitad del siglo XVI, coincidiendo precisamente con las Alteraciones de Aragón, en las que mucho tuvo que ver el antes citado Antonio Pérez.

La conferencia "Las libertades aragonesas", pronunciada por Jesús Lalinde Abadía el 30 de mayo de 1972 en la sesión de clausura del curso 1971-72 en la Institución "Fernando el Católico", hace buena referencia a la obra de Giesey.

Imprescindible también para el lector interesado es la bien documentada obra El Fuero de Tudela (2006), de Luis María Marín Royo (baste decir que el Fuero de Tudela es conocido también con el nombre de Fuero de Sobrarbe). Historia o leyenda, "Y si no, No" es marca registrada del derecho aragonés y símbolo de nuestras libertades.

[Editado poco después] Añado unos párrafos bastante clarificadores extraídos de Orígenes mitológicos de España, de José Álvarez Junco y Gregorio de la Fuente Monge, Universidad Complutense de Madrid.

El espacio de máxima litigiosidad, en la Península Ibérica, fue el ocupado por las obras relacionadas con el reino de Aragón. El auge que conocieron las historias particulares, dentro de aquel anticuarismo barroco que era fuente de privilegios corporativos, se cargó allí, en los últimos decenios del XVI, de una tensión mucho más alta que en momentos anteriores. El tópico heredado, sin consecuencias prácticas inmediatas, era que en el Aragón medieval los reyes habían sido electivos y que se sometían a un pacto con el reino, ante una asamblea de sus vasallos más notables. La leyenda provenía del Liber Regum, escrito en lengua romance navarro-aragonesa hacia 1200 y llamado Cronicón Villarense en su versión castellana, importante fuente de la Historia gótica de Jiménez de Rada. Según este texto, tras derrumbarse el reino visigodo se refugiaron en las montañas de Aínsa y Sobrarbe unos cuantos ermitaños y unos trescientos caballeros que, careciendo –a diferencia de Asturias– de un príncipe godo, pusieron por escrito sus libertades o fueros y, tras hacérselos jurar, eligieron a uno de ellos –Íñigo Arista– como rey. Esto ocurrió, en principio, en el siglo VIII. Pero las primeras noticias sobre tales hechos provienen de 500 años más tarde, a comienzos del XIII y son, con toda probabilidad, inventadas. Los fueros seguían siendo locales, por entonces, y sólo en 1247, bajo Jaime I el Conquistador, se promulgó una compilación general de los fueros de Aragón –corona a la que para entonces ya estaba incorporado el territorio de Sobrarbe–, elaborada por un pariente del monarca, el obispo de Huesca Vidal de Canellas o Cañellas. En el XIV, el foralista aragonés Martín de Sagarra siguió cultivando la leyenda de las libertades aragonesas, añadiendo que, a partir de Sobrarbe, aquella monarquía era electiva y que los caballeros de ese reino sólo juraban a su monarca a condición de que éste designara a un Justicia Mayor encargado de vigilar la observancia de los fueros por parte del rey y facultado para destituir a este último en caso de que los infringiera. Aunque no se conoce ningún caso de juramento regio efectivo bajo una fórmula de este tipo, la leyenda continuó y fue desarrollada a lo largo del siglo XV, en que hubo varias compilaciones de fueros aragoneses, entre ellas la de Ximénez de Cerdán, Justicia Mayor, cuyos Fueros y Observancias de Aragón incluían el supuesto texto de Sobrarbe. 

La compilación de los fueros encargada por las Cortes aragonesas en 1552 repetía el mito de los fueros de Sobrarbe, constatando que “en Aragón hubo primero leyes que Reyes”. Eran unos fueros o libertades muy borrosos, cuyo mantenimiento se suponía corría a cargo del Justicia Mayor, una figura más bien simbólica, de competencias mal definidas. Pero el mito llegaba hasta el extremo de asegurar que, desde Íñigo Arista, los reyes medievales habían jurado su cargo ante unas Cortes que les hacían reconocer que “Nos, que valemos tanto como Vos, y todos juntos más que Vos, os hacemos Rey si nos gobernáis bien; si no, no”. Ralph E. Giesey dedicó hace ya cuatro décadas un largo estudio al surgimiento de este mito, que el propio Mariana repetiría y en el que apoyó, por cierto, sus tesis François Hotman. [...] El sucesor de Zurita como cronista de Aragón, a partir de 1581, fue Jerónimo de Blancas, con quien volvió a descender drásticamente la calidad de la crónica. Si Zurita se había encontrado incómodo al tratar de las épocas primitivas, por verse desprovisto de documentos fiables, Blancas, por el contrario, “se hallaba a placer en el terreno de la ficción”, como dice Sánchez Alonso, y su creatividad literaria le llevó a completar “el artilugio de los reyes y fueros de Sobrarbe, que desde Tomich y Vagad venían forjando los aragonesistas, para que el origen de Aragón tuviese así una ilustre antigüedad propia, independiente de Navarra”. Para ello falsificó una supuesta crónica de San Pedro de Taberna, monasterio ribagorzano, y varios textos legales de Sobrarbe en latín, con el fin de demostrar que en aquellos fueros radicaba el origen del Justicia Mayor. 

En aquellas conflictivas últimas décadas del siglo XVI, incluso las fantasías de Blancas podían ser litigiosas. Aquellos fueros de Sobrarbe, que su desenvoltura le había llevado a poner por escrito y en latín, se condensaban en seis preceptos o privilegios, uno de las cuales rezaba que no era lícito al rey dictar leyes sino atendiendo al consejo de sus súbditos y otro que si llegara a ocurrir que el monarca oprimiera los fueros y libertades del reino éste era libre para ofrecerse a otro soberano. Esto lo escribía en 1588; dos años después, llegó a su clímax la tensión en torno a Antonio Pérez y en 1591 fue ejecutado Lanuza, Justicia Mayor de Aragón. En medio de aquellos hechos murió Blancas y fue sucedido por Juan Costa y Beltrán, que continuó escribiendo sus anales aragoneses en tono fuerista. Lo mismo hizo el siguiente cronista, Jerónimo Martel, y éste acabó ya siendo destituido en 1608. Tanto su obra como la de su antecesor Costa fueron destruidas solemnemente en Madrid al año siguiente. Felipe III nombró entonces a Lupercio Leonardo de Argensola, célebre poeta que había apoyado al anterior monarca durante las alteraciones aragonesas de 1590-91 y que había dictaminado contra los anales de Martel. A su muerte, en 1613, le sucedió en el cargo su hermano Bartolomé, que continuó con rigor los Anales de Aragón de Zurita pero escribió, sobre todo, unas Alteraciones populares de Zaragoza en 1591, de las que ambos hermanos habían sido testigos; aunque se declaraba en ellas no “cronista del reino sino del rey”, intentaba adoptar una visión equilibrada de aquellos sucesos; y aceptaba la referencia inicial a los aragoneses como titulares de los fueros de Sobrarbe, según los cuales habían aceptado tener un rey “con ciertas condiciones y leyes” vigiladas por un magistrado que era el Justicia del reino.

lunes, 2 de junio de 2014

Los reyes de la baraja y los de "este país"

Para una gran parte de una ciudad tan real como la nuestra, antes villa pero semejante a una aldea, quizá del Rey, los reyes de la baraja poseen mucho oro, tienen copas de más, mueven demasiado ruido de sables y abusan del basto tentetieso; cuentan con más bastardos y sotas que sobrinos los curas, su lugar es el de los cuentos para niños y su tiempo el de la Edad Media.

Pero yo quiero que se distribuya mejor la pobreza, especialmente entre quienes la generan, suministran y reparten chupando del bote; que no me juzguen o representen caudillos o magistrados borrachuzos o aficionados a las armas; que no me cuelguen la espada de Damocles sobre el cuello y que se dé ejemplo no solo en asuntos fiscales, sino de bragueta. Es más, quiero ser mayor -creo merecerlo, ya tengo cincuenta y dos añitos como para creer en reyes magos o mangantes o en caperucitas rojas como la Pasionaria- y vivir en mi época, mala o buena.

Hablar de monarquías modernas debería ser hacerlo de una curiosidad arqueológica y barata que promocionase el turismo impresionando a caciques indios, africanos o islámicos de regiones donde todavía no ha terminado el medioevo. Porque en todo medioevo hay chamanes para los ritos, nobles para las armas de caza y guerra y mujeres y esclavos para el servicio y el trabajo; castas, diría Pablito. Chamanes hay demasiados, nobles, uno, pero muy gordo, de cuya opacidad fiscal estamos hasta la coronilla; mujeres, maltratadas o en paro; esclavos, muchos de África, Hispanoamérica y Rumanía, harto explotados, pero que prefieren nuestro rey a sus caciques todavía más corruptos y explotadores.  

Se sospechaba algo y yo mismo lo expuse en otros artículos; y rondaba cuando vimos al rey con sus colegas árabes, quizá comunicándoles la nueva antes que a los propios españoles. Yo prefiero una barata república al modelo escandinavo (con rey o sin él) o una constitución cantonal a la suiza, aunque eso tal vez no sea posible habida cuenta de la mediocridad, más mediana todavía cuando hablamos de españoles, de los políticos; podría concluirse verdaderamente ya la transición y el cuello de botella ademocrático formado por los resabios franquistas de la Constitución promulgando una nueva, moderna, plenamente democrática y sin la casta de gilipollas, medrantes y ladrones que promueve la antigua. La harían nuevos ciudadanos para nuevos ciudadanos y nuevos tiempos. La que se va a armar y  la que se podría armar. Todo dependerá de si Felipito el Sexto no se duerme en los laureles -sus intenciones ahora se esconden más que una lagartija-, que lo hará si sigue con la inercia de la Constitución que nos dieron para acatar o nada, o bien dirige sin entrometerse un nuevo proceso constitucional que, previo desarme de la nomenclatura pseudodemocrática "de la Transición" (algo más difícil de hacer que el de las cortes franquistas) conduzca a un estado más representativo y rebelde a la corrupción, incluso sin rey por medio; podría salvarse la monarquía reducida a una justa proporción si lo hace bien; si no hace nada, o lo hace mal, podría convertir esto en un curso acelerado de balcanismo o algo peor. Tendría que asumir unos grandes recortes de prebendas y un nivel de democratización superior y demostrar que puede ser un primer ciudadano o primus inter pares y reducir las espectativas de república a una tormenta pasajera; su situación es semejante a la de Alfonso XIII durante la descomposición del sistema canovista de alternancia de partidos corruptos y posee los mismos riesgos. Hacerlo en esta situación, cuando no se vislumbran políticos ni partidos fuertes en el panorama futuro, ha sido inteligente... Precisamente antes de que se conozca de dónde le viene el dinero que gasta. Lo malo es que se le ve el plumero a él y al resto de la familia de reales pavos y tal vez sea demasiado tarde... o no. Lo que sí es evidente es que se acercan tiempos interesantes y moviditos.

lunes, 18 de junio de 2012

Dos nuevos bastardos reales. Y van...

El artículo es este, y está en Vanitatis; según mis cálculos Juan Carlos tiene al menos cinco hijos ilegítimos o "naturales" casi completamente demostrados, probablemente más; no ha querido el rey asistir a la dimisión de Dívar, otro sinvergonzón de su época, por motivos morales. La moral es una cosa muy española, perdón, muy hipócrita, aparte de una mata que da moras. El rey debía compartir no sólo sus genes, sino también su herencia de donjuán viejo con sus pobrecillos hijos plebeyos y bastardos, españoles o no.  Que los reconozca ya y que reine quien tenga que reinar, leñe, aunque sea un "hijo del amor"; el mismo Felipe II tuvo a su lado sirviéndole al bastardo de su padre don Juan de Austria.

Ingrid Sartiau reside en Gante y tiene 46 años; su madre le comunicó la identidad de su progenitor mientras veía la televisión: “Este hombre es tu padre, me dijo, cuando aparecían unas imágenes del Rey de España en una cadena belga”, según narra ella misma a Vanitatis. La joven sostiene que su madre, Liliane Sartiau, conoció al monarca en 1956, en Francia, y la pareja se reencontró en 1966, en una feria en Luxemburgo; nueve meses más tarde nació la pequeña Ingrid.Pese a descubrir hace años el nombre de su supuesto padre, empezó a indagar su ascendencia hace solo unos meses. Convencida de su relación con el monarca, buscó información sobre los Borbón. Casualmente, buceando en internet encontró a una persona en su misma situación: Albert Solà Jiménez, un hombre de Gerona que desde los años noventa intenta demostrar su parentesco con el Rey. “Encontró una entrevista que concedí a una cadena de televisión holandesa y se puso en contacto conmigo”, comenta Solà a Vanitatis.

Desde hace ya varios años, Albert tiene clara su relación filial con el monarca. A mediados de los años cincuenta, el por aquel entonces príncipe Juan Carlos, hizo un viaje desde la academia militar de Zaragoza, donde se encontraba estudiando, a Barcelona. Allí, siempre según el relato del gerundense, conoció a María Bach Ramon, hija de una familia de conocidos banqueros de la ciudad, que daría a luz a Albert en 1956. “Poco antes de nacer yo, el Rey le comunicó la noticia a varios de sus amigos”, sostiene Solà.

Tras el parto, unas enfermeras de la Maternidad de Barcelona arrebataron el niño a María Bach y lo llevaron a Ibiza, lugar en el que estuvo hasta 1961. Pasada su estancia en la isla balear, regresó a Barcelona y en 1964 fue adoptado por la familia Solà Jiménez, de Sant Climent de Peralta. Al empezar a investigar sobre su familia biológica, Albert descubrió en unos documentos que aparecía la expresión “chupete verde”, una acotación que, según algunos historiadores consultados por él, hace referencia a los bebés de sangre real. “Estuve viviendo en México, volví para investigar mi adopción. Pero desde entonces no puedo salir del país, dicen que por seguridad. Estoy encerrado como en una jaula”, afirma.

Las pruebas de ADN

“Sí, los resultados han sido positivos. Soy hija del Rey”, explica Ingrid desde Gante. Ni ella ni su marido, Jean Marie Martí, han tenido tiempo de asimilar esta nueva situación, por lo que se muestran todavía muy precavidos en sus declaraciones. “Nos hemos enterado hace unas semanas, estamos todavía impresionados. No queremos sacar nada de esta situación”, comenta el esposo de Sartiau.

Tras entablar conversación hace unos meses, los hermanos decidieron hacerse unas pruebas de ADN. “Le mandé el material necesario al profesor Jean-Jacques Cassiman, un genetista de la Universidad de Lovaina, reconocido a nivel mundial”, dice Solà. El catalán envió al científico los resultados de su perfil ADN para que los comparara con los de Ingrid y saber qué probabilidad de parentesco existía entre ambos. Dos meses después tenían los resultados. La primera en conocerlos fue ella, pero inmediatamente se los transmitió al español: eran hermanos al 91 por ciento.

Vanitatis se ha puesto en contacto con Zarzuela para conocer su reacción ante esta noticia. Fuentes oficiales de la Casa Real afirman conocer la historia, pero renuncian a darle ningún tipo de credibilidad, pues desconfían de que los análisis científicos confirmen la consanguineidad de Ingrid y Albert.

Sin embargo, el médico que ha realizado las pruebas no piensa lo mismo. “La probabilidad de que tengan un progenitor común es elevadísima. Los resultados son claros, pero los estudios no pueden especificar si es el padre o la madre. Yo no sé quién es el padre, son ellos los que dicen que es don Juan Carlos”, afirma desde Lovaina el profesor Cassiman.

Tras conocer los resultados, los hermanos solo tardaron una semana en organizar un viaje para conocerse. El encuentro tuvo lugar el sábado pasado en el hotel Els Arcs de Monells, en Gerona, lugar al que viajó Ingrid junto a su marido. “Después de conocer los resultados de los análisis y ver a mi hermana, voy a apoyarla en todo”, dice Solà. De hecho, según explica, ya le ha facilitado un número de fax de Zarzuela, el mismo que utiliza él para comunicarse con Casa Real de forma habitual. “Es uno de los faxes más restringidos que tiene el Rey. El fax que ella le mande, le llegará, se lo puedo asegurar”.