viernes, 2 de junio de 2017

Frases de Francis Underwood, el político / psicópata de House of cards

Los gatitos siempre parecen tiernos cuando toman su tazón de leche y son pequeños, pero les crecen las uñas y se hacen grandes y arañan incluso a la mano que les da de comer. Los que escalamos a la cima de la cadena alimenticia debemos ser despiadados: solo hay una norma: cazar o ser cazado.

¿Creen que soy un hipócrita? No les faltaría razón. El camino hacia el poder está pavimentado de hipocresía y víctimas. Nunca hay que arrepentirse.

Hay dos tipos de dolor: el que nos fortalece o el dolor inútil, que solo es sufrimiento. Y no tengo paciencia para las cosas inútiles.

Siempre he detestado la necesidad de dormir. Al igual que la muerte, tumba hasta a los más poderosos.

Un gran hombre dijo una vez que todo es la vida se reduce a sexo salvo el sexo: el sexo se reduce a poder.

El poder se parece a los bienes raíces: se trata de ubicación. Cuanto más cerca se está de la fuente, mayor es el valor de la propiedad.

En mi infancia teníamos nuestro propio estilo de diplomacia: dar la mano derecha, pero sostener una piedra en la izquierda.

Si no te gusta como está puesta una mesa, dale la vuelta.

La democracia está muy sobrevalorada.

El corazón puede asfixiar a la mente cuanto toda la sangre fluye hacia él.

¡Tanto mentir! Me siento expuesto... Incluso Aquiles solo era igual de fuerte que su talón.


Solo 1 de cada 20 españoles piensa que los fiscales anticorrupción actúan siempre con libertad

Fernando J. Pérez, "Los españoles desconfían de la independencia de los jueces y fiscales ante la corrupción", en El País, 2-IV-2017:

Un 67% de los encuestados considera que los miembros de Anticorrupción no actúan con libertad

Los ciudadanos españoles desconfían amplia y mayoritariamente de la independencia de jueces y los fiscales ante los casos de corrupción, que han marcado la agenda política de los últimos años. Así lo pone de manifiesto una encuesta de Metroscopia para EL PAÍS, que, entre otros datos, señala que el 67% de los ciudadanos considera que los fiscales anticorrupción no pueden actuar con total libertad. 

El 84% de los entrevistados tiene, además, la impresión de que los jueces reciben presiones para condicionar su actuación en los casos de corrupción.

La encuesta, con 1.200 entrevistas, se llevó a cabo entre los días 16 y 18 de mayo, antes de que se conociera que el fiscal jefe Anticorrupción, Manuel Moix, posee una sociedad offshore en Panamá, lo que le llevó a dimitir el pasado jueves. El día 16, el Congreso reprobó al ministro de Justicia, Rafael Catalá, al fiscal general del Estado y al propio Moix, por las supuestas trabas de este último a la investigación del caso Lezo, por el que se encuentra en prisión el presidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González.

La sensación de que los magistrados encargados de investigar y juzgar causas de corrupción no logran actuar de forma imparcial e independiente está muy extendida. Así lo percibe el 64% de los encuestados, frente al 30% que ve a los jueces libres para actuar según su criterio. Esta imagen de subordinación del poder judicial es mayoritaria entre los votantes de todos los partidos de ámbito estatal con representación en el Congreso. Tres de cada cuatro votantes (77%) de Podemos en las últimas elecciones generales considera que los jueces no son imparciales e independientes, frente a casi la mitad (48%) de los electores del PP que son de la misma opinión.

Peor imagen todavía tienen los ciudadanos de la actuación de los políticos en los casos de corrupción. Una mayoría aplastante (82%) está de acuerdo con la idea de que los miembros de los partidos prefieren no darse por enterados de las prácticas ilegales “para no meterse en líos” ni “crear problemas” a sus formaciones. Esta sensación también es muy mayoritaria (72%) entre los votantes del PP, el partido estatal más afectado por los escándalos, y se dispara (87%) entre los partidarios del PSOE.

El magistrado Javier Gómez Bermúdez, presidente del tribunal de la Audiencia Nacional que juzgó el atentado islamista del 11 de marzo de 2004, y ahora juez de enlace español en Francia, suele decir que los jueces son “profesionales de la presión”, en el sentido de soportar y hacer caso omiso de las influencias externas. Esta afirmación debería tranquilizar al 84% de los ciudadanos que opina que en los casos de corrupción los jueces reciben presiones para condicionar su actuación. Esta impresión es prácticamente universal (98%) entre los votantes de Podemos y del PSOE (90%), y solo se reduce al 60% en el caso de los electores del Partido Popular.

En el caso de los fiscales, solo entre los votantes del PP son mayoría (57%) quienes piensan que estos actúan con total libertad siempre o en la mayoría de las ocasiones. Los simpatizantes del resto de formaciones creen, muy ampliamente, que los miembros del ministerio público no disfrutan de esta libertad en su trabajo contra la corrupción.

Trucos de mnemotecnia

Pablo Canto, "7 trucos de mnemotecnia que puedes aplicar en tus exámenes", en El País 2-VI-2017:

"Prometo a Ana ver la Tele". Y ya te sabes las fases de la mitosis celular

Los exámenes finales y la selectividad están a la vuelta de la esquina. Para intentar que agarren en la memoria esas fechas y nombres que se resisten, hay vida más allá de subrayados y resúmenes (y chuletas): también puedes recurrir a la mnemotecnia.

La mnemotecnia es un conjunto de estrategias que ayudan a memorizar ideas complejas de forma sencilla. "Es como si la memoria fuera un almacén, y la mnemotecnia los trucos para ordenar ese almacén para que sea más accesible y quepan más cosas", explica por teléfono a Verne Alfredo Campos, catedrático de Psicología especializado en memoria y mnemotecnia. Aquí tienes unos trucos para cuando se te resisten palabras clave, fechas o autores.

1. Mnemotecnia de palabras clave

Este truco se aplica sobre todo para el aprendizaje de vocabulario en otros idiomas. Consiste en vincular la palabra que queremos aprender a otra que se le parezca fonéticamente en nuestro idioma –aunque no tengan nada que ver– e imaginar una escena que la asocie con el significado de palabra la que queremos aprender. Campos pone el siguiente ejemplo:

Quieres aprender que la palabra en latín "os" significa hueso. Primero, la vinculas a la primera palabra que se te venga en español por su parecido. Por ejemplo, "oso". Después, asocias esa palabra al significado de la que quieres aprender. Imaginas a un oso comiendo un hueso.

El libro Estudiar es divertido: técnicas de estudio y cálculo mental incluye ejemplos para palabras en inglés:

Run = Correr. Run se pronuncia ran. Imaginas correr junto a una rana.

Bill = Cuenta o factura. Imaginas a Buffalo Bill pagando la cuenta.

2. Acrónimos

Los acrónimos son, según Campos, una de las prácticas mnemotécnicas que más aplicamos en el día a día. Consisten en formar una sola palabra con las iniciales de una frase o listado de palabras. Un ejemplo aplicable en la PAU para los alumnos que se examinen de Economía es el acrónimo de la fórmula del interés compuesto: "Carrete".

La fórmula del interés compuesto es I (interés) = C (capital) x R (rédito) x T (tiempo). De modo que CxRxT= CARRETE.
3. Acrósticos

Consiste en formar una frase utilizando las iniciales de las palabras a memorizar. En Mnemotécnicas, una página que recopila reglas mnemotécnicas en diferentes idiomas, aparecen varios acrósticos que pueden ser útiles para la PAU. Por ejemplo, para memorizar elementos de la tabla periódica:

Segunda línea (Litio, Berilio, Boro, Carbono, Nitrógeno, Oxígeno, Fluor, Neón) = "La BBC no funciona".
Las fases de la mitosis celular:

Profase, metafase, anafase y telofase: Pro meto a Ana ver la tele.
Wikipedia, en su entrada sobre los métodos de integración en matemáticas, recoge un clásico para la fórmula de la integración por partes: "Un Día Vi Una Vaca Vestida de Uniforme"

Arriba, la fórmula de la integración por partes. Abajo, su acróstico.

4. Técnica de loci (lugar)

¿Te suena las expresiones: "en primer lugar [...], en segundo lugar..."? Provienen de esta regla mnemotécnica. "Es una técnica que utilizaban los griegos para preparar exposiciones", cuenta Campos. "Consiste en imaginar un recorrido que hagamos a diario y sepamos de memoria, y asociar localizaciones de ese recorrido con lo que queramos memorizar". De ahí la expresión. Un ejemplo:

Queremos aprender los países de la unión europea. Imaginamos el recorrido desde casa al instituto. En primer lugar, al salir, hay una panadería: panadería-baguetes-Francia. En segundo lugar, pasamos por un concesionario de Wolkswagen. Wolkswagen-Alemania. En tercer lugar por un edificio feísimo, muy vulgar. Vulgar-Bulgaria...
El recorrido a utilizar debe estar completamente integrado en la memoria, por lo que el ejemplo de este método (al igual que ocurre con el siguiente, el palacio de la memoria), no puede ser aplicado por cualquiera. Cada uno debe crear su propio recorrido único.

5. Palacio de la memoria

Es similar a la técnica de loci pero, en vez utilizar un recorrido, utiliza un edificio o casa que conozcamos de memoria. A cada habitación de la casa se le asocia una categoría. Tiene la ventaja de que no hace falta recorrerla por orden, sino ir entrando a las habitaciones y, dentro de las habitaciones, crear subcategorías. Eso lo hace idóneo para memorizar palabras de distintas categorías o apartados. Por ejemplo, la historia de la literatura a partir del XIX con tu hogar:

Mi hermana tiene 27 años, por lo tanto, su habitación será la generación de 27. El cuarto de baño es la habitación en la que más agua hay, el agua corriendo es muy bucólica y a los románticos les encantaba lo bucólico y pastoril, así que el baño será el romanticismo. Yo estoy viviendo la crisis, como la generación del 98, que vivió la crisis de la guerra hispano-estadounidense, así que mi habitación será la generación del 98. La habitación de mis padres, siempre riñéndonos porque no sabemos lo que cuesta traer dinero a casa, será el realismo.

Después, dentro de cada habitación, se continúa. Por ejemplo, la habitación del realismo: empezamos por las mesillas. Es la única habitación con dos mesillas, y dos rima con Galdós. Las cortinas tienen un color pardo, que es el apellido de Emilia Pardo-Bazán. El armario es tan grande que parece una barraca, que es una de las obras más famosa de Blasco Ibáñez...

6. Técnica del relato

Este truco sirve para memorizar listados de palabras, y consiste en elaborar un relato que contenga las palabras a memorizar. Puedes utilizar las propias palabras que tengas que aprender o convertirlas en imágenes que las sugieran. No es necesario que la historia sea lógica o congruente, solo que genere un hilo conductor que permita vincular todas las palabras. En el libro Cómo salvar los exámenes, del mnemonista Maximiliano Texeira, ponen el siguiente ejemplo para recordar el teorema matemático de Rouché-Frobenius:

Teorema de Rouche Frobenius trata sobre los sistemas compatibles o incompatibles y sus matrices.
Rouche - Roncha
Frobenius - Frog, rana en inglés
Sistemas - Un cajero automático
Compatibles - Una pareja de enamorados
Incompatibles - Una pareja que se pelea
Matrices - Los personajes de Matrix, con sus gabardinas y gafas de sol

Hay una roncha en la cara de un sapo que está sacando dinero en un cajero automático. En la fila del cajero hay una pareja de enamorados compatibles que se besan. Detrás, dos incompatibles, que cuando están a punto de pelearse, aparecen los agentes de Matrix y les piden que se calmen.

7. Sistema fonético

Se utiliza para memorizar números. Consiste en sustituirlos por letras, de modo que formen palabras fáciles de memorizar. "Es muy útil para aprender fechas", cuenta Campos, "pero también es de los más complicados de utilizar porque requiere de un estudio previo del sistema fónico internacional". Este sistema es una conversión internacional de números a letras:

1 – t d (para recordarlo: ambas letras tienen un solo palito recto y solo tienen una sílaba)
2 – n ñ (ambas tienen dos palitos rectos y dos sílabas)
3 – m (tiene tres palitos rectos)
4 – c k q (empieza por c, que suena como la k y la q)
5 – l (L es 50 en números romanos)
6 – s z (empieza por s, y la z es una "s" al revés)
7 – f (la F se parece a un 7)
8 – ch j g (la consonante de la palabra 8 es ch, y la g parece un ocho sin cerrar. La j suena como la g)
9 – v b p (la "n" ya la usa el 2, y la otra consonante de la palabra 9 es "v. La b suena igual que la v, y la p es una b dada la vuelta)
0 – r (c está cogido porque es el cuatro, y la otra consonante de la palabra cero es la r)

Aquí puedes ver un par de ejemplos de su aplicación:

Fecha del descubrimiento de América: 1942, en sistema fónico es DCPN. Diacepán. Para acordarte, puedes imaginar a Colón súper agobiado por no encontrar tierra, tomándose un Diazepan.
Año del nacimiento de Freud: 1856, en sistema fónico es TCHLS. Tachuelas. Para acordarte, puedes imaginar a Freud hablando de pulsiones sexuales con un tanga de tachuelas. No es una imagen bonita, pero sí efectiva.

Otra forma de convertir los números en palabras sin necesidad de memorizar el sistema fónico es buscar palabras que rimen con los números, formar frases con ellas y asociarlas a una idea: uno-tuno, dos-tos, tres-estrés...

Cómo aplicar la mnemotecnia

Muchas de estas reglas consisten en vincular la palabra o datos a memorizar a una imagen mental. "Una cosa es el método, que es común para todo el mundo, y otra es la imagen que la persona crea para recordar, que es diferente para cada persona", cuenta Campos. Por eso, de muchas de ellas pueden darse ejemplos de cómo funcionan, pero eso no significa que podamos aplicar ese mismo ejemplo, sino utilizarlo para crear nuestras propias imágenes.

Para que todas estas normas sean efectivas, Alfredo Campos recomienda no utilizarlas como técnicas aisladas, sino implementarlas junto al resto de técnicas de estudio. "Son una herramienta más", explica. "Hay que aplicarlo junto a los resúmenes, los esquemas e incluso las chuletas, que no dejan de ser resúmenes muy condensados". Luego, eso sí, Campos recomienda dejar las chuletas en casa.

jueves, 1 de junio de 2017

Los cien mejores libros de no ficción (para el anglosajón National Register, claro está)

National Register, 3 de mayo de 1999. La lista está formada por un consejillo de redacción enteramente anglosajón, blanco y que vota republicano, aunque variado y de formación superior

THE LIST:


1. The Second World War, Winston S. Churchill 

Brookhiser: “La gran historia del siglo, dictada por su gran héroe.”

2. The Gulag Archipelago, Aleksandr I. Solzhenitsyn 


Neuhaus: “Marcó el punto de inflexión definitivo absoluta más allá del cual nadie podía negar el mal del Imperio del Mal”.

3. Homage to Catalonia, George Orwell 


Herman: “Obra maestra muy superior a la granja de animales y 1984. Sin ella la educación en el siglo 20 sería incompleta.”

4. The Road to Serfdom, F. A. von Hayek


5. Collected Essays, George Orwell 

6. The Open Society and Its Enemies, Karl Popper 

7. The Abolition of Man, C. S. Lewis 

8. Revolt of the Masses, Jose Ortega y Gasset 

9. The Constitution of Liberty, F. A. von Hayek 

10. Capitalism and Freedom, Milton Friedman 

11. Modern Times, Paul Johnson 

12. Rationalism in Politics, Michael Oakeshott 

13. Capitalism, Socialism, and Democracy, Joseph A. Schumpeter 


14. Economy and Society, Max Weber 

15. The Origins of Totalitarianism, Hannah Arendt 

16. Black Lamb and Grey Falcon, Rebecca West 

17. Sociobiology , Edward O. Wilson 

18. Centissimus Annus, Pope John Paul II 

19. The Pursuit of the Millennium, Norman Cohn 

20. The Diary of a Young Girl, Anne Frank 

21. The Great Terror, Robert Conquest 

22. Chronicles of Wasted Time, Malcolm Muggeridge 

23. Relativity, Relativity, Albert Einstein 

24. Witness, Whittaker Chambers 

25. The Structure of Scientific Revolutions, Thomas S. Kuhn 

26. Mere Christianity, C. S. Lewis 

27. The Quest for Community, Robert Nisbet 

28. Encyclopedia Britannica, 11th ed.

29. Up in the Old Hotel, Joseph Mitchell 

30. The Everlasting Man, G. K. Chesterton 

31. Orthodoxy, G. K. Chesterton 

32. The Liberal Imagination, Lionel Trilling

33. The Double Helix, James D. Watson 

34. The Feynman Lectures on Physics, Richard Phillips Feynman 

35. Radical Chic and Mau-Mauing the Flak Catchers, Tom Wolfe 

36. The Myth of Sisyphus and Other Essays, Albert Camus 

37. The Unheavenly City, Edward C. Banfield 

38. The Interpretation of Dreams, Sigmund Freud 

39. The Death and Life of Great American Cities, Jane Jacobs 

40. The End of History and the Last Man, Francis Fukuyama 

41. Joy of Cooking, Irma S. Rombauer, Marion Rombauer Becker, and Ethan Becker

42. The Age of Reform, Richard Hofstadter 

43. The General Theory of Employment, Interest and Money, John Maynard Keynes 

44. God & Man at Yale, William F. Buckley Jr. 

45. Selected Essays, T. S. Eliot 

47. The Economy of Cities, Jane Jacobs 

48. The Closing of the American Mind, Allan Bloom 

49. Ethnic America, Thomas Sowell 

50. An American Dilemma, Gunnar Myrdal 

51. Three Case Histories, Sigmund Freud 

52. The Struggle for Europe, Chester Wilmot 

53. Main Currents in American Thought, Vernon Louis Parrington 

54. The Waning of the Middle Ages, Johann Huzinga 

55. Systematic Theology, Wolfhart Pannenberg 

56. The Campaign of the Marne, Sewell Tyng 

57. Tractatus Logico-Philosophicus, Ludwig Wittgenstein 

58. Insight: A Study of Human Understanding, Bernard Lonergan 

59. Being and Time, Martin Heidegger 

60. Disraeli, Robert Blake 

61. Democracy and Leadership, Irving Babbitt 

62. The Elements of Style, William Strunk & E. B. White 

63. The Machiavellians, James Burnham 

64. Reflections of a Russian Statesman, Konstantin P. Pobedonostsev

65. The Hedgehog and the Fox, Isaiah Berlin 

66. Roll, Jordan, Roll, Eugene D. Genovese 

67. The ABC of Reading, Ezra Pound 

68. The Second World War, John Keegan 

69. The Making of Homeric Verse, Milman Parry 

70. The Strange Ride of Rudyard Kipling, Angus Wilson 

71. Scrutiny , F. R. Leavis 

72. The Edge of the Sword, Charles de Gaulle 

73. R. E. Lee, Douglas Southall Freeman 

74. Bureaucracy, Ludwig von Mises 

75. The Seven Storey Mountain, Thomas Merton 

76. Balzac, Stefan Zweig 

77. The Good Society, Walter Lippmann

78. Silent Spring, Rachel Carson 

79. The Christian Tradition, Jaroslav Pelikan 

80. Strange Defeat, Marc Bloch 

81. Looking Back, Norman Douglas 

83. Poetry and the Age, Randall Jarrell 

84. Love in the Western World 

85. The Conservative Mind, Russell Kirk 

86. Wealth and Poverty, George Gilder 

87. Battle Cry of Freedom, James M. McPherson 

88. Henry James, Leon Edel 

89. Essays of E. B. White, E. B. White 

90. Speak, Memory, Vladimir Nabokov 

91. The Electric Kool Aid Acid Test, Tom Wolfe 

92. Darwin’s Black Box, Michael J. Behe 

93. The Civil War, Shelby Foote 

94. The Way the World Works, Jude Wanniski 

95. To the Finland Station, Edmund Wilson 

96. Civilisation, Kenneth Clark 

97. The Russian Revolution, Richard Pipes 

98. The Idea of History, R. G. Collingwood 

99. The Last Lion, William Manchester 

100. The Starr Report, Kenneth W. Starr 

miércoles, 31 de mayo de 2017

La economía pírrica de Rajoy

Hegel decía que la lectura de periódicos era la oración matinal del hombre moderno. Pues la verdad es que a mí me provoca ateísmo estatal y acidez estomágica. Nuestra manchega escritora Ángela Vallvey, por ejemplo, que acaba de obtener el premio internacional de poesía Barcarola, dice así:

Cuando empezó a derrumbarse todo, pensé que la cosa iba para veinte años... Ya nunca será como en los momentos de mayor abundancia y derroche. Recuperar aquella riqueza será difícil, sobre todo las clases medias, que hemos sido descapitalizadas, desamortizadas. Se les quitó la mitad de lo que poseían entre propiedades, salarios, ahorros... El resultado es mucho dolor e involución en aspectos sociales.

Tres millones de españoles han dejado de ser clase media y han sido empujados por los bancos y por su político estrella, Mariano Rajoy, a la pobreza, mientras crecen los beneficios de un uno por ciento que sigue sin ser objeto de mayores impuestos y se consuela en paraísos tan turísticos como nosotros: Panamá o Suiza. Es más, se han pagado, que no reducido, los intereses de la monstruosa deuda española recurriendo a las pensiones de los viejos que ya soportan tener que mantener muchas veces a una juventud sin futuro cuya parte más valiosa ha emigrado o llega a alcanzar treinta años consumida en estudios de oposiciones que no llegan, porque el mercado laboral ya solo pide esclavos baratos e interinos con tres empleos si es que tienen que mantener a una familia. No lo digo yo: lo dice el Banco de España en su Informe anual publicado el martes, que no se ha divulgado aún y me sigue provocando úlcera:

La pensión media, que con datos del 2013 se sitúa en el 60% del salario medio, caerá hasta el 40% del sueldo medio en el 2060, y eso solo si el entorno económico es "muy favorable", porque en caso contrario, podría ser peor. Algunos estudios citados por el Banco de España estiman que la pensión media en el 2050 será el 30% inferior que la previa a la reforma del 2013. Tomando en cuenta este aviso, el Banco de España aconseja a los políticos decidir ahora qué nivel de ingresos medios se pretende para los futuros jubilados y, a partir de ahí, determinar la fuentes necesarias de ingresos y por encima de todo recomienda "transparencia" en este debate (El Periódico de Cataluña).

Según el citado informe, nada menos que 2,2 puntos del crecimiento español se deben a tres volátiles factores externos o vientos de cola:  los tipos de interés, el petróleo y la exportación. Y esos vientos están amenazando con venirse de frente en forma del creciente proteccionismo (Brexit, USA), la prevista subida de los tipos de interés, la baja rentabilidad de las entidades financieras y el encarecimiento del petróleo, algo especialmente grave porque España es un país con una deuda enorme pública y privada, muy abierto al exterior, con alta morosidad de la banca (factor que provocó la Gran Recesión de 2008) y absolutamente dependiente en energía del exterior.

Por último está la postrera nefandez del abusador sanedrín bancario (¡tanto hablar de los acosos por parte de individuos y tan poco del de las instituciones privadas y públicas! ¡Así nos luce el pelo!). Me refiero a una de tantas comisiones como sirven para robar prosperidad, futuro, educación, todo, en suma, a la humilde víctima de una hipoteca transilvana. Y los políticos, comportándose como personajes de sainete arnichesco en vez de resolviendo nuestros problemones y quitándonos de todo menos corrupción. En fin, lo dicho: no desayunen prensa electrónica (la mentirosa y bancarista de papel ni merece la pena), provoca úlcera sangrante.

Profunda entrevista a Eduardo Lourenço

Alfonso Armada entrevista a Eduardo Lourenço: «Estamos experimentando el crepúsculo de las Luces como mito», en Abc cultural, 25-V-2017:

El ensayista, autor del clásico «El laberinto de la saudade», para quien «heterodoxo» y «libre» son sinónimos, es el intelectual más lúcido y humilde de Portugal. El viernes inauguró la Feria del Libro de Madrid, dedicada este año a su país

Eduardo Lourenço nació el 23 de mayo de 1923, es decir, hace 94 años, en São Pedro de Rio Seco, concejo de Almeida, distrito de Guarda, no lejos de la frontera con Salamanca. El jurado del premio Pessoa (antes había recibido la otra gran medalla de la lusofonía, el Camoes) justificó así su elección: «En un momento crítico de la historia y de la sociedad portuguesa, se vuelve imperioso y urgente prestar reconocimiento al ejemplo de una personalidad intelectual, cultural, ética y cívica que marcó el siglo XX portugués». Para Pedro Rosa Mendes, uno de los más brillantes periodistas portugueses, Lourenço es: «el mejor de todos nosotros». En su justificación, el jurado del Pessoa también se refirió a la «generosidad y modestia» de quien ha volcado tanta energía y lucidez en leer Europa y las letras portugueses. Lector y profesor durante 60 años en Saint-Paul-de-Vence, en plena Costa Azul francesa, a la personalidad paradójica de Fernando Pessoa quien, como Walt Whitman, contenía multitudes, entregó su vida. El escritor Guilherme d’Oliveira Martins, en un artículo en el que le calificaba de «interrogador de laberintos», decía que quien se sentiría más feliz de que le concedieran el Pessoa a Lourenço sería uno de sus más celebrados heterónimos, Alberto Caeiro, el autor de El guardador de rebaños. Aunque le empiezan a pesar los hombros, se mantiene erguido como un raro junco oriental, con buen apetito, dispuesto a tomarse un helado de vainilla o un chocolate con leche a las cinco de la tarde. Lourenço es la amabilidad personificada, un heterodoxo con el que caminar hacia el horizonte para encontrarse en el restaurante Martinho da Arcada, en la Baixa lisboeta, con las figuras que ha leído y le han leído: «Lo único que yo soy y he sido toda mi vida es un lector. Pero leído por aquello que leyó». Cree, con elegante pesadumbre que estamos experimentando es el crepúsculo de las Luces como mito: «Y eso además a una escala planetaria que desborda nuestra gran tradición, que viene de Grecia».

Haciéndonos eco de la introducción al primer volumen de sus Obras completas, magna tarea que está acometiendo la Fundaçao Gulbenkian, podemos decir con su prologuista, João Tiago Pedroso de Lima: «¿Cómo resistirse a la tentación de adjetivar su figura, su trayectoria, su obra como heterodoxas?». Para Eduardo Lourenço «heterodoxo» y «libre» son sinónimos.

Hablamos en el despacho que mantiene en la Fundación Calouste Gulbenkian, una mañana cálida de abril lisboeta. Mira a su interlocutor con ojos curiosos y amenos, de una dulzura hecha de escuchar e indagar, que al evocar a Annie, su esposa muerta hace tres años tras sesenta de matrimonio, se aguan, mientras con dos dedos de su mano izquierda acaricia sin cesar uno de los muchos recortes de periódico que pueblan el laberinto de su escritorio, como si allí estuviera la respuesta a las preguntas que nunca ha dejado de hacerse. La influencia oriental que él lee en Pessoa está en realidad en el propio Lourenço, en su forma sutil de estar en el mundo. Un Lourenço que no ha perdido pizca de humor, que se ríe de sí mismo con la frescura de un niño extremadamente inteligente, y de quien en septiembre podremos saber más gracias al filme O labirinto da saudade. Dirigido por Miguel Gonçalves Mendes, fue rodado en un hotel de Buçaco, en el centro del país, y además del propio pensador interpretan papeles diversos algunos de sus mejores amigos, una cala en la cultura lusa contemporánea: el arquitecto Álvaro Siza Vieira, los escritores Gonçalo M. Tavares y Lídia Jorge, o los periodistas José Carlos de Vasconcelos (director del Jornal de Letras, Artes e Ideias) y Pilar del Río (presidenta de la Fundación José Saramago).

¿Qué recuerda de su infancia?

Recuerdo que fue un periodo más allá de la inocencia habitual y de las necesidades. Un sitio en el yo no tenía todavía cierto tipo de complejos ni una especie de culpabilidad mórbida. En esa tierra de frontera viví como si estuviera en un pequeño paraíso. Mi mujer, que era francesa, decía que yo mitificaba mucho mi aldea. Pero todos nosotros mitificamos la aldea en que nacimos, aunque sea una capital. Mi aldea queda a la misma altitud que Madrid, 700 metros más o menos, fría en invierno, y caliente en el verano. Era una tierra, en aquel tiempo, muy distante de la capital. El país en el que estamos ahora es un país que tiene muy poco que ver con aquel. En ese país están todas mis raíces, todos mis pasados. Prácticamente todos mis hermanos nacieron en esa aldea.

¿Es cierto que con el paso del tiempo uno recuerda más los sucesos remotos que los más cercanos?

Sin duda. Se está en una especie de pasado eterno. La mayoría de las personas que fueron importantes para nosotros ya no están aquí, de manera que, y voy a decir algo que es evidente, los muertos son más numerosos que los vivos. Pero sobre todo los muertos que fueron para nosotros el centro de nuestro corazón. Es un lugar al que hace tiempo dejé de ir, porque yo viví en el sur de Francia durante sesenta años. Fui al extranjero, para Alemania primero, en 1953, donde me quedé dos años. Después me casé con una francesa...

Annie.

Annie, que era hispanista, hija de un gran hispanista, Noël Salomon, autor de un estudio sobre la figura del campesino en la obra de Lope de Vega. Uno de esos trabajos monumentales. Dedicó quince años a esa tesis, y justo cuando la completó murió. Era también un gran especialista, como mi mujer, en América Latina, sobre todo en México. Más que hispanistas eran americanistas.

¿Qué parte de la memoria es ciencia y cuánto imaginación?

«Todo es memoria. A cierta altura, solo es memoria»Ciencia será poca. Todo es memoria. A cierta altura, solo es memoria. Imaginación nunca tuve mucha. Mi pasión, desde que era muy joven, fue la historia. No porque yo tuviese la menor vocación de convertirme en historiador en el futuro, sino porque mi padre, que era militar, tenía una maleta con libros, y entre ellos una Historia Universal de Europa, y esa incluía fragmentos de la Ilíada, de la Odisea, y hasta de Miguel Strogoff, y sobre todo de historias relacionadas con el imperio romano. A mí padre le debía gustar mucho la historia romana. Recuerdo que bautizaron a un ahijado suyo como Pompeyo. Pero a mí no me bautizaron con esos nombres pomposos.

¿Solo Eduardo?

Solo Eduardo, y basta.

Algunos científicos dicen que cuando uno vuelve a la memoria modifica el recuerdo. Es como si abriera una maleta, un cajón, extrajera el recuerdo, y cuando vuelve a cerrar la maleta, o el cajón, la memoria quedó modificada.

Sin duda. Estamos siempre reconstruyendo nuestro propio presente. Por más inevitable que sea, nosotros somo siempre presente, aunque ese presente contenga siempre las tres dimensiones que San Agustín evocó: siempre pasado, siempre presente y ya futuro. Hay una frase que yo adoro, de un gran poeta, y que algunos sitúan al lado de Pessoa, que es Teixeira de Pascoaes: «El futuro es la aurora del pasado». Esto fue algo que yo escuché cuando estaba en Alemania, en la traducción de un libro de él, Verbo escuro, y que comenzaba con esa frase. Yo me quedé perplejo, porque no entendía muy bien qué es lo que quería decir. Pero poco a poco fui entendido esa visión. Porque de hecho la revelación se produce siempre en el futuro. Algo de lo que uno no se dio cuenta cuando lo vivía, o lo percibió de manera errónea, se esclarece de forma luminosa a medida que avanza hacia ese futuro, cuando parecía que sería algo inalcanzable.

¿Cómo eran sus padres y cómo le influyeron a la hora de sembrar la pasión por la lectura de los libros y la lectura del mundo?

Mi madre solo recibió educación primaria, que era lo común en aquella época en las aldeas portuguesas. La familia de mi padre se trasladó a Lisboa, donde mi abuelo tenía un comercio, una zapatería, y dejaron a mi padre, siete años, en São Pedro de Rio Seco. A los 12 años le llevaron a la capital, al encuentro de sus padres, muy distantes, y él, que había asistido a algunas clases de comercio en Oporto, acabó por alistarse en el ejército, con la idea de escapar. Porque él en realidad quería ser médico. Se sentía muy frustrado por lo que había sido su propia educación. Se convirtió en oficial, y murió siendo capitán. Tuvo cierta influencia en mí, pero a distancia, porque él estuvo muy poco tiempo con nosotros. En 1974, cuando ya era padre de cuatro hijos, se ofreció para ir a África, donde estuvo seis años cuando más lo necesitábamos.

¿En Angola o en Mozambique?

Él estuvo en el norte de Mozambique. Nos transmitió una idea muy positiva de la relación con África. Pero pienso que debió ser una experiencia para él muy dura permanecer tanto tiempo, seis años, alejado de la familia, de los hijos. Fue la suya una vida muy sacrificada. Él no tenía inquietudes propiamente literarias, pero sí culturales. No es que tuviera muchos libros, pero sí algunos en una maleta. No era la de Pessoa, pero era mi maleta. Había sobre todo novelas de Júlio Dinis, un escritor del siglo XIX, y el autor de la primera novela verdaderamente romántica de la literatura portuguesa. Es considerado un autor menor, pero sabía inglés y estaba muy influenciado por la literatura inglesa. Desde luego no era Eça de Queirós. Nadie lo es.

¿Se puede establecer alguna simbología, aunque solo sea semántica, entre el arca de Pessoa y el arca de Lourenço? Desde luego, ambas parecen pozos sin fondo, de las que no dejan de salir papeles, papeles, papeles...

La diferencia es infinita. Porque el arca de Pessoa está llena de personas. En un momento dado, hace mucho tiempo, yo pude acceder a la famosa arca. Y sufrí una de las grandes tentaciones de mi vida. Porque la familia de Pessoa, la hermana, vivía en una avenida cercana al Marqués de Pombal. Y enseñaban la famosa maleta de Pessoa, y la maleta, el arca, quedó intacta. Yo mismo metí la mano en aquella maleta y saqué un cuadernito lleno de anotaciones, y era un cuaderno de Álvaro de Campos. Y me dio miedo de que un documento así acabara en América, lejos de Portugal. Y durante unos segundos dudé en apropiarme de ese cuaderno. La hermana no tenía verdaderamente conciencia del valor de lo que allí había. La sobrina, sí. Con el paso del tiempo sí se dieron cuenta de lo que representaba Fernando Pessoa, el mítico. Pero era una familia muy simpática, y el acceso a aquella casa muy fácil. La sobrina era una muchacha muy bonita, y hasta sentí que no la hubiera conocido el poeta. Quizás hubiera sido un personaje menos misógino.

En un perfil de nuestro querido Jornal de Letras, Artes e Ideias lo retrataban como a un filósofo que tiene la pasión de la prensa, que recorta metódicamente. ¿Lo sigue haciendo? ¿Qué le alumbran los periódicos?

«Siempre fui un gran lector de periódicos. Soy una especie de papiro»

Los periódicos, por repetir la famosa frase de Hegel, son la oración matinal del hombre moderno. Una oración un tanto dudosa, porque de esa oración, de pasar las páginas, se quedan los dedos manchados de tinta. Siempre fui un gran lector de periódicos, pero lo cierto es que he pasado una buena parte de mi vida leyendo periódicos. Soy una especie de papiro. Cada uno tiene sus manías. Y cuando llegué a Francia leer Le Monde todos los días se convirtió en un vicio. Todavía hoy sigo comprando Le Monde, de vez en cuando El País, y cuando estuve en Italia me gustaba mucho leer La Repubblica. Me gusta leerlos porque tienen una faceta cultural muy fuerte, especialmente Le Monde.

La Biblioteca Nacional de Portugal se convertirá en la destinataria final de su legado. ¿Es como ser encuadernado en vida, tener todos los papeles guardados y clasificados en la Biblioteca Nacional?

Es algo muy extraño. Un poco pretencioso. Pero desde luego no se me ocurre un mejor lugar donde puedan estar preservados y accesibles para el futuro. Tuve la suerte de contar con un estudioso, un universitario que, después con la ayuda de otros jóvenes, lo clasificaron todo. Y aquello parece un cementerio vivo de papelada. Soy yo en papel. Es una cosa un poco perturbadora. Es una sala muy luminosa y cuando paso por allí no consigo imaginar quién fue el que escribió toda aquella papelada.

¿Está todo allí?

Todo fue donado. Tengo la sensación de que soy solo una figura de papel. Se encerró y acabó. No sé muy bien qué es eso.

¿Aquí en la Gulbenkian ya no queda nada?

Aquí no. La fundación no tiene espacios destinados a guardar legados. A mí me gustaría que la considerable biblioteca que atesoró el poeta Jorge de Sena, que vivió buena parte de su vida en América, en Estados Unidos, viniera para aquí, pero aquí no hay sitio. No está previsto. Habría que crear una nueva fundación para hacerse cargo del legado de los escritores.

Adriano Faria dijo de usted que la suya era una «curiosidad por todo que le impulsa y le da energía». Si tuviera que hacer arqueo de su alma, de sus intereses, como un entomólogo de sí mismo, ¿cómo se clasificaría y cómo describiría la casa de sus pasiones?

He sido sobre todo un lector desde que aprendí a leer.

¿A qué edad empezó a leer?

A los siete años. Era un niño muy curioso, aunque yo ya mostraba alguna curiosidad antes de los siete años, y mi madre decía: parece que le gusta leer. Pero con mi padre, militar, siempre tan ocupado, no hubo oportunidad de ese intercambio. Lo único que yo soy y he sido toda mi vida es un lector.

Es una bonita definición

Pero leído por aquello que leyó.

Si a Octavio Paz se le asocia invariablemente con El laberinto de la soledad como clave para intentar descifrar México, ¿le parece acertado (heterodoxias aparte, que luego entraremos en ellas) si asociáramos a Eduardo Lourenço con El laberinto de la saudade como la llave para intentar descifrar Portugal?

«Lo que para España supuso la pérdida de Cuba nosotros lo afrontamos el 25 de abril»Es verdad que cuando escribí esas reflexiones y las había enviado ya a Lisboa, estaba sentado a la mesa con mi mujer y de repente me acordé –porque en el título original se hablaba también de«psicoanálisis mítica»– de aquel título, El laberinto de la soledad, del que tenía más o menos conciencia. Porque yo conocía no la lectura total, pero sí el título y algo más porque fue uno de los primeros libros con los que me encontré cuando llegué a Alemania. Pero cuando envié mi escrito no me acordé del libro de Paz. Fue un amigo mío de entonces, también poeta y ministro de Educación, quien lo vinculó al ensayo del escritor mexicano. Después yo mismo me di cuenta de que tenía algunas coincidencias, aunque no se trata de la misma cosa. Porque el libro de Paz es el de dos identidades, y de la lucha entre ellas, mientras que el mío era una cosa mucho más modesta. Fue a raíz del 25 de abril que empecé a participar en lo que estaba pasando aquí en Portugal, aunque el libro apareció en 1978. Sentí que una parte de nuestro pasado tenía que ser revisitado, porque nosotros acabábamos de perder un imperio. El 25 de abril es importante para nosotros en relación a nuestra identidad política, a nuestro estatuto como nación. Lo que para España supuso la pérdida de Cuba en 1898, nosotros lo afrontamos el 25 de abril con la pérdida de las últimas colonias. Y era justo que así fuera, porque realmente nosotros no nacimos para colonizar a otros eternamente.

¿Cuál es la mitología y la cartografía de la saudade?

«La poesía lírica de Camões no es otra cosa que un himno a la pérdida de la patria y de sus amores» Es ella misma. Lo que no sé es cómo se constituye tan pronto esa expresión, cuyo origen es galaico-portugués, fundamentalmente galaico. La que mitifica primero una relación amorosa con un país del que sus poetas fueron alejados, alejados de Europa, y han hecho de la ausencia una forma superlativa de ser y de estar. Pero de ese hecho solo más tarde extraeremos las razones, sobre todo en Luís de Camões. Toda la poesía lírica de Camões no es otra cosa que un himno a la pérdida de la patria y a la pérdida de sus amores y pasiones. Es una mezcla de dolor y placer.
Habla usted de un «sabor de miel y lágrimas».

Curiosamente el primer mitólogo de la saudade, que fue el rey don Duarte, quedó impresionado por el uso de esa palabra, que luego emplearían autores como Almeida Garret. De todos modos pienso que es un sentimiento universal.

¿Pero es al mismo tiempo intelectual y popular?

Popular, sí. Saudade de esto y de lo otro.

¿Serviría para entender el Portugal de hoy? ¿Sigue vigente?

Es una expresión destilada en la educación de Portugal, y no solo en su identidad interna, sino también entre los portugueses que la llevaron consigo al emigrar. Primero a todo el mundo, pero últimamente para Europa. Así surgió una saudade que tiene menos razón de ser que en el pasado, porque la distancia es mucho menor. Irse ahora a Europa no es lo mismo que irse a la India en el siglo XVI. Pero es como si los portugueses no se pudieran desprender del signo que les representa en el mundo: el país da saudade.

Escribió a cuenta del crítico Eduardo Régio que «la vida cultural vive de mitos» y que «lo peor es que no puede dejar de ser así». ¿Por qué?

Un mito es la primera versión no conceptual de aquello que es fundamental. La humanidad primero mitifica, y luego intelectualiza aquello que es mito. Todo está en el mito. El hombre es un animal mitificador porque las primeras versiones de su lectura del mundo no son conceptuales, son imágenes, y las imágenes son el centro del mito y de la mitología. Mitología es cualquier cosa que no es de invención personal, sino colectiva. Creo que solo empezamos a darle importancia cultural a eso en el romanticismo. El romanticismo se ve a sí mismo como una aventura humana de mitos que sustituyen a otros mitos.

Ha dicho que el ensayo no es una creación poética en el sentido tradicional del término, sino que es un discurso en segundo grado, un discurso sobre todas las manifestaciones creativas y todos los acontecimientos humanos. ¿Qué ha intentado hacer Eduardo Lourenço con el ensayo?

El ensayo, tal como ha sido practicado durante todo este tiempo, desde la facultad, que es cuando escuché hablar por primera vez de ese género, gracias a un profesor que hablaba de Montaigne, y que escribió un libro titulado Ensayo sobre el ensayo, fue el profesor Silvio de Lima...

En Coimbra...

En Coimbra. Él era un gran ensayista. Tenía el valor de criticar una serie de valores que eran característicos de nuestra vivencia del Estado Novo. Fue el primero, junto al maestro Joaquim de Calvalho, en hablar con gran entusiasmo de Montaigne. El ensayo tiene una relativa facilidad. Montaigne se sirvió de todo, era una comprensión más universal de aquello que es más común y que se transforma, milagrosamente, en unas piezas que resultan un nuevo tipo de prosa. Es más una herencia de Sócrates que de Platón. Es una suerte de reconsideración de todo lo que puede ser interesante, de inducir a los hombres a reflexionar, a tomar conciencia de sí mismos. La humanidad es naturalmente ensayista. Y sí, seguramente se pueda pensar en Platón como en el primer ensayista, aunque en él se puede rastrear ya una voluntad de sistema, de comprensión universal.

¿Cuáles son sus maestros de pensar?

«Hegel es la lectura que yo recomiendo a todo joven que quiera internarse en la filosofía»Uno de los que tuvo más influencia sobre mí cuando era estudiante fue Hegel. Cuando leí las primeras cosas de Hegel percibí que fue el primero en introducir una lectura universalizante de una experiencia radical. Todo en él es claro y luminoso, las cosas encajaban en su lectura del mundo. Es la lectura que yo recomiendo a todo aquel joven que quiera internarse en los estudios filosóficos.

¿Y sus maestros de estilo? ¿Ha tenido voluntad de estilo?

No tengo conciencia de haber tenido una voluntad de estilo. Lo que yo quería de verdad era ser poeta, en el sentido más banal de la palabra. Pero lo que quizá acabé siendo es un ensayista, que es grandioso cuando se llama Montaigne, y resulta banal cuando se llama Lourenço.

¿Qué es un crítico y para qué sirve la crítica?

«La crítica es siempre un diálogo con el autor, que por su parte es también un crítico»La crítica es siempre un diálogo con el autor, que por su parte es también un crítico. Nosotros no fuimos discípulos directos de Sócrates o de Platón, pero los autores que nos hacen reflexionar son nuestros maestros, que son muchos y variados. Siempre admiré a autores que son al mismo tiempo grandes pensadores y creadores poéticos. No en vano en el verdadero ensayo hay una poeticidad intrínseca. El propio Montaigne decía que él no era un filósofo. La filosofía es un género literario. En mi caso no sería más que un eco de un eco de las cosas que admiro.

¿Por qué fue Pessoa, a su juicio, el mejor crítico literario portugués del siglo XX?

«Mario de Sá-Carneiro es un poeta portugués único, más genuinamente poeta que Pessoa»Ahora que soy viejo y llevo toda una vida ocupándome de Fernando Pessoa conviene acaso recordar la gran pasión arbitraria que él sentía por Mario de Sá-Carneiro, a quien todavía hoy considero un poeta portugués único. Un poeta que vive de fulgores que no tienen traducción. Como si estuviese creando la forma y la materia al mismo tiempo, con una poeticidad intrínseca todavía mayor que la del propio Fernando Pessoa. Fernando Pessoa es poeta de su propio quehacer poético. Su poesía es pensamiento y al mismo tiempo gran pensamiento, las dos cosas. Sá-Carneiro es más genuinamente poeta. Pero esa es la cualidad única de Fernando Pessoa, que es un pensador serio, más allá de la fascinación que nos susciten unos u otros poemas. De algún modo es un poeta de la propia función poética. Por eso es al mismo tiempo una poética.

Pessoa decía de sí mismo que era un poeta con pasión filosófica, no un filósofo que escribía versos. Ha dedicado horas innumerables a leer, a pensar, a descifrar, a entender, a divulgar a Pessoa. Si tuviera que persuadir a alguien que todavía no se ha internado en el universo Pessoa ¿qué le diría para que no se perdiera y bebiera con aprovechamiento de sus fuentes más luminosas?

«Pessoa es un bosque cerrado. Una especie de eterno retorno sobre sí mismo, un diálogo con nadie»Cuando era joven, Fernando Pessoa escribió un texto todavía bajo el influjo del simbolismo que se titulaba Floresta del aislamiento, que es una imagen un tanto romántica de un niño perdido en el bosque, a la manera de los cuentos de los Hermanos Grimm. Era el sentimiento que él tenía, la sensación de que la realidad es una selva. Al mismo tiempo, era una persona dotada de una capacidad de reflexión original. Pero es un poeta que no necesita glosa alguna, porque la glosa es algo interno a su propia poesía. Basta leerle para no necesitar ninguna interpretación. Estamos ante un bosque cerrado. La obra de Pessoa es una glosa continua. Él piensa sobre lo que está pensando en cada momento. Es una especie de eterno retorno sobre sí mismo, un diálogo con nadie. Él no dialogaba, vampirizaba a todo aquel que se le acercaba. Ya desde joven su megalomanía es un caso raro. De niño fue educado en inglés, recibió una buena educación, y conoce pronto los sonetos de Shakespeare, y dice que cuando los imita lo que se propone es mejorarlos. Es una megalomanía cercana a la locura.

¿Pero cómo se explica la aparición de Pessoa? Es como un cometa.

«Fernando Pessoa es el mayor vampiro de nuestras letras»Nos viene de la cultura inglesa. Él se recicla. Cuando regresa de su infancia en Suráfrica, se recicla. Él siente que había perdido su infancia portuguesa, e intenta recuperarla. Perdida y ganada, porque en aquel tiempo en Portugal no hubiera podido tener la educación que recibió en Durban. No hay autor que él no absorba. Es el mayor vampiro de nuestras letras.

¿Son los heterónimos una de las más sofisticadas y elocuentes representaciones genealógicas y psicológicas de la escurridiza y nubosa alma portuguesa, si es que tal cosa existe en nuestro tiempo?

Los heterónimos son una invención en un momento dado de su viaje de poeta y ensayista, pero en realidad ya en la infancia era un creador de heterónimos. Él mismo cuenta su genealogía, y dice que cuando era un chaval tenía un personaje principal, que era Chevalier de Pas, su primer seudónimo, y se escribía cartas de sí mismo a sí mismo. Esto es de un narcisismo increíble, absoluto. Todo lo que hizo durante toda su vida fue escribirse cartas a sí mismo. Como señaló Montaigne, cada uno de nosotros es toda la condición humana, y no es que él se tomara eso en serio sino que lo practicó en serio. Él es el mundo entero. Es al mismo tiempo el mayor narcisismo, y al mismo tiempo una fuente de sufrimiento.

Megalomanía y soledad.

Fernando Pessoa fue, y continúa siendo, objeto de glosas interminables. Y nunca se acabarán. Pero son todas pleonásticas, incluida la mía, naturalmente, empezando por ella. Sólo que yo me doy cuenta de ese pleonasmo. Porque no hay texto más clarividente sobre Pessoa que sus propios textos. Los críticos son vampiros de los autores, pero son necesarios. Se glosa por admiración, por compartir con los otros la pasión que uno siente por un autor, por un compositor, por un poeta. Pero los autores son autóctonos, auto-idólatras, sin quererlo.

En ese sentido, la clarividencia de Pessoa sobre sí mismo es equivalenet a la de Kafka consigo mismo.

Sí, son los dos ejemplos más extraordinarios que tenemos, un cierto autismo genial.

¿De qué heterónimo de Pessoa se siente más próximo dsede el punto de vista literario? ¿E ideológico?

«Era el propio Álvaro de Campos el que hablaba de 'Un Oriente al oriente del Oriente'»Gracias al embajador de Portugal en México tuve la posibilidad de conocer a Octavio Paz en su casa, y allí hablamos de Pessoa, y Paz reconoció que el Pessoa que más apreciaba era el Pessoa ortónimo. Pero mi Pessoa favorito es Álvaro de Campos, porque todo lo que había de teorizante en él explota, y es un diálogo con Walt Whitman, que para él fue un verdadero choque, y para mí fue un gran descubrimiento cuando me di cuenta de eso, y le dediqué mi primer ensayo. En él hasta lo inconsciente es consciente. Me parece también muy importante resaltar que para sobrevivir tuvo que dedicarse a traducir, y entre sus traducciones dedicó un gran esfuerzo a traducir grandes obras del pensamiento de la India. Él tradujo muchas obras del mundo zen y budista, y su verdadera matriz es esa: «Emisario de um Rei desconhecido,/ Eu cumpro informes instruçoes de além,/ E as bruscas phrases que aos meus labios vem/ Soam-me a um outro e anomalo sentido...». Todo eso no es europeo, es algo que viene de Oriente. Creo que era el propio Álvaro de Campos el que hablaba de “Un Oriente al oriente del Oriente”, que es algo extraordinario y que es la situación de Portugal, un Oriente al oriente del Oriente. No estaba en la cabeza de nadie, es un pensamiento que tiene que ver con el orfismo y que no es nada fácil de tratar, porque precisa de un conocimiento muy profundo de esas doctrinas orientales, que antes no estaban al alcance de nadie. Hoy esos asuntos están empezando a ser tratados. Hoy mismo se acaba de publicar un ensayo de un budista, Paulo Borges, que supone una lectura de Pessoa a través de un budismo orgánico y trascendental que condiciona la creación de Pessoa, que me parece muy interesante, Dijo al Jornal de Letras que no hay nadie que nos lea, que debemos ser nosotros los lectores de nuestro propio misterio. Sin embargo, usted ha dedicado su vida a leer a Pessoa. ¿Por qué? ¿Cuál ha sido la recompensa? ¿O no es legítima la pregunta?

Nada, que Pessoa en el otro mundo me lea a mí.

Recordó en una ocasión que Pessoa escribió «vivir todo de todas las maneras», y que usted es apenas un pequeño aprendiz del mago que él fue. ¿Sería una buena forma de cifrar a Pessoa, como mago de la lengua y de la identidad?

Sin duda. Fernando Pessoa es ahora una especie de texto universal enigmático, que sirve para todo y su contrario. Lo mejor es leer lo que allí está; él dice que se debe leer el propio texto y recibir el mensaje en el estado más inocente posible. Si no nunca saldremos de ese laberinto sin lectura, como una especie de sortilegio maléfico, en vez de ser luminosos como él es.

¿Cómo se ha leído a sí mismo Eduardo Lourenço? ¿Cómo se lee hoy?

¿Cómo me leo?

sí, si es que se lee. Si es legible.

No me leo porque tengo mucha dificultad en escribir, porque soy muy perezoso.

Es increíble que diga eso. Porque para ser un gran perezoso no ha dejado de trabajar toda su vida. Es una paradoja.

«Lo que yo hacía no es trabajo. Es otra manera de continuar soñando a cuenta del autor»

Es que para mí no es trabajo. En realidad lo que yo hacía no es trabajo. Para mí es otra manera de continuar soñando por cuenta del autor.

¿Qué representa y representó el Jornal de Letras, Artes e Ideias en la cultura y la lengua portuguesa, en su espejo, en su consciencia?

Es un periódico de apariencia modesta, pero que ha tenido una función única. Sin ese periódico una buena parte de lo que se publica en Portugal no tendría reconocimiento, y ha cumplido una labor fundamental en lo que se refiere a Brasil. Nuestros lazos con Brasil no son tan idílicos como, relativamente, son los de España con América Latina.

Relativamente, usted lo ha dicho.

Hay problemas, naturalmente. Porque se trata de un pasado complejo. Pero con Brasil es diferente. España es más grande que cualquiera de los países que colonizó, mientras que Brasil es un continente. Portugal no es visible ahí. Cuando en aquellos años el astronauta soviético contó lo que veía desde el espacio solo citó dos cosas: la muralla china y las luces de Río de Janeiro. Ahora las cosas están un poco mejor.

¿Está de acuerdo con la apreciación de Guilherme d'Oliveira Martins de que en uste encontramos una costilla de Miguel de Unamuno y su sentimiento trágico de la vida?

«Quien sin duda lo leyó y leyó bien a Unamuno en Portugal fue Pessoa»A Unamuno le leí con frecuencia y le sigo considerando un autor formidable. Pero quien sin duda lo leyó y lo leyó bien fue Pessoa. Porque aquella evocación de un Cristo peninsular también se puede leer en Pessoa. El sentimiento trágico de la vida fue muy leído en Portugal. Hay también muchas coincidencias en los poemas del Guardador de rebaños, del heterónimo Alberto Caeiro, con Unamuno, de niño eterno.
Pero piensa que es cierto lo que dice d'Oliveira Martins de que usted tiene que ver con ese sentimiento trágico unamuniano...

De manera indirecta. En el orden cultural, de la creación poética propiamente dicha, ese encuentro con lo trágico expresa lo que yo recibí a través de Antero de Quental, que fue uno de los grandes referentes de Unamuno. Antero es el único portugués que figura en el ensayo de Unamuno. Fue el primer poeta que se refirió a la muerte de Dios antes de que esa idea nietzscheana se convirtiera en un cliché de nuestra cultura. De ahí la idea de que Portugal es un país de suicidas. En el XIX hubo varios autores, pero sus libros son realmente la expresión literaria del sentimiento trágico de la vida.

¿Y en qué medida le influyeron el cosmopolitismo y el europeísmo de Ortega y Gasset?

Es un autor que siempre he leído con gusto, pero soy menos orteguiano que unamuniano. En Portugal se le sigue leyendo mucho, pero no fue el héroe cívico y cultural que sí fue Unamuno.

¿Qué habría que hacer para evitar que Europa se convierta en periférica e irrelevante?

Ya lo es. No podemos hacer nada. Esta periferia fue durante siglos el centro del mundo. Y el primer país que salió de Europa fue precisamente este pequeño país.

Portugal.

«España y Portugal deberían celebran conjuntamente la primera circunnavegación del mundo»Portugal. No fue nada concertado. Este fue el primer país de Europa en aventurarse hasta la India. E ir a la India entonces era como ir a la Luna. No tenemos otra mitología que ese viaje de Vasco da Gama. Y el propio Pessoa no contradice eso, sino que lo sustituyó por una versión puramente onírica de ese viaje. Ya no hay viaje, ya no hay Indias. El de España es un caso más complejo Colón fue como Magallanes. Un genovés y un portugués. El aniversario de la primera circunnavegación del mundo deberíamos celebrarla conjuntamente Portugal y España. Nosotros pagamos nuestra fidelidad a un catolicismo tradicional que nos marcó durante siglos. Pero todo eso está en revisión permanente. Las cosas mudan. Y mudan desde el presente, que es un presente poco interesante, poco creativo, en comparación con lo que fue. Tenemos que hacer el luto positivo de esas glorias que nos precedieron.

¿Hasta qué punto es el trato a los inmigrantes y el mido al otro un test sobre la niebla, sobre la ceguera moral de Europa?

«Europa es la América más próxima que el Tercer Mundo tiene para salir de sus miserias»Aquí en Portugal, felizmente, no tenemos ese problema. Somos un país de emigrantes. Otros países europeos no tienen ese pasado y pueden tener razones empíricas para mostrar ciertas reticencias cuando la llegada de inmigrantes desborda su capacidad de acogida. De cualquier forma, Europa fue tan dominadora durante tantos siglos que no tiene legitimidad moral para no ser, en la medida de lo posible, tierra de acogida. Es verdad que es un problema. Europa es la América más próxima que el Tercer Mundo tiene para salir de sus miserias y dificultades. Y los movimientos de masas forman parte de la historia. La historia humana es una historia de tragedias, con revisiones espectaculares.

¿Qué le parece la idea de una Federación Ibérica con capital en Lisboa?

Esa era una cosa obvia si Felipe II se hubiera instalado en Lisboa. El problema estaba resuelto. Los portugueses perdían la independencia, pero ganaban un papel mundial en Europa. Pero no aconteció. Lo mejor es preservar las identidades no antagónicas en absoluto.

En un texto que había permanecido inédito e inacabado desde la década de los 90 y que hace no mucho tiempo di a la luz el Jornal de Letras decía que en su teatro imaginario había encendido una vela a Avellaneda porque sin ese infeliz rival Cervantes nunca se hubiera animado a escribir la segunda parte del Quijote, y sobre todo en lo que suopne de la ficción tomando conciencia de sí mismo. ¿Podría

Este Avellaneda no cometió un crimen, pero sí un desafío inédito en los anales de la historia, al atreverse a escribir una segunda parte del Quijote, aunque el libro no tenía en aquel entonces el estatuto que ahora tiene, si bien su éxito fue fulgurante. Hay una crónica de un portugués desde el Valladolid de la época en la que cuenta el éxito del libro y cómo la gente lo leía y se reía en la calle de aquellas aventuras. Hay que agradecerle a Avellaneda su gesto, porque impulsó a Cervantes a escribir una segunda parte en la que los personajes toman conciencia de sí mismos y su peripecia sustituye a las novelas de caballerías y esa segunda ficción inaugura la novela moderna. Me parece extraordinario que ocurriese algo así.

¿Por qué don Quijote no podría ser portugués o, dicho de otra manera, cómo sería el Quijote portugués?

«Un Quijote portugués sería pleonástico. Don Quijote es Portugal mismo»Un Quijote portugués es difícil. ¿Sabe por qué? Porque un Quijote portugués sería pleonástico. Don Quijote es Portugal mismo. ¿Acaso hay algo más quijotesco que la historia de este país minúsculo? ¡Qué locura absoluta, real, no fantasmática! Claro que el país no era consciente de esta locura. Sí, el único que fue consciente fue el propio Luís de Camões, porque su gloria es el contraste entre la pequeñez y el hecho, que es el que se vuelva reconocido en el mapa del mundo. Es un quijotismo de tipo ibérico, a compartir en todo caso con España, creado por la imaginación de un genio llamado Miguel de Cervantes.

¿Cómo describiría su propia caligrafía, a la que Annie, su mujer, dedico horas para poder descifrarla y transcribirla?

Cuando era joven, por imitación de mi padre, tenía una caligrafía de quien había estado en escuelas de comercio, siempre inalterable, de principio a fin. Yo intenté imitar aquella cosa que era inimitable. Pero tenía una letrita que era de alguna manera muy académica. Mi amigo el novelista Carlos de Oliveira decía que tenía caligrafía de amanuense. Y creo que empecé a deformarla para parecer más propiamente intelectual, menos amanuense. Pero lo cierto es que mi letra ha ido evolucionando de una caligrafía muy legible y muy visible a una letra cada vez más y más pequeña, como si quisiera desaparecer en el horizonte. Es una metáfora de mi propia identidad.
¿Cómo la recuerda y cómo la evoca? ¿Le duele o le agrada recordarla?

La recuerdo todos los días. Es una cosa singular, porque estuve casado con ella y con una cultura de referencia de los ibéricos en general y de los portugueses en particular. Era una persona de una ética impecable. Era una mujer clara y transparente, en sus elecciones, en su manera de pensar y de ser. La verdad es que ahora soy solo un superviviente de mi querida Annie.

Me gustaría que añadiera unas palabras a algunas figuras de la cultura portuguesa y universal a las que ha prestado alguna o mucha atención. Miguel Torga.

Fue de algún modo sin querer casi la persona a quien yo debo la publicación de Heterodoxia. Yo ya estaba en el extranjero, y él, que había leído alguna cosa mía, me animó a publicar mi primer libro. De algún modo le debo a él el hecho de haber entado en esta vida futura, en aquel momento inimaginable, ni siquiera concebida, y de haber entrado en los círculos culturales del país del que soy hijo.

Herberto Hélder.

Lo conozco sobre todo como poeta, aunque también le traté personalmente. Tenía un café donde se reunía con la gente, aunque era un hombre muy solitario. Sin duda, un gran poeta.

Agustina Bessa-Luís.

«Agustina Bessa-Luís es la Reina Victoria de nuestras letras, la emperatriz de la India que ya no tenemos»La Reina Victoria de nuestras letras. La emperatriz de la India que ya no tenemos.
Luís de Camões

Luís de Camões es Luís de Camões, el Portugal en verso.

Eça de Queiroz.

Fue el ídolo de mi generación y de muchas generaciones, de un Portugal que quiere ser europeo. Tenía el complejo de haber sido marginalizado, y Eça va a ser Portugal en Europa, se va a medir con los grandes nombres de la cultura europea, como Flaubert. Curiosamente, y es un rasgo de nuestra representación peninsular en el siglo XIX, pasó de incógnito por París, y creo que por causa de Antero de Quental, que también pertenece a esa generación, líder juvenil de esa generación. Fue a París a visitar al gran ídolo de la época, Michelet, y le dio unos versos de un supuesto amigo, que en realidad era él mismo. Es algo extraordinario, ese complejo secular frente a aquella capital literaria por excelencia. Francia es literatura pura.

Guimarães Rosa.

«Guimarães Rosa es una especie de James Joyce de la literatura en lengua portuguesa»¡Ahhh! Es un caso, un caso extraordinario que no ha sido reconocido a nivel mundial por razones intrínsecas. Porque él mismo no es tampoco fácilmente legible por el brasileño común, porque la suya es una lengua muy trabajada y muy local. Es preciso hacer un gran esfuerzo para leerle. El Gran Sertão es un gran libro. Es un escándalo que no recibiera el Premio Nobel, pero sin duda la razón es la dificultad que plantea su traducción. Lo mismo que Joyce, pero Joyce ha acabado teniendo lectores y un espacio. Guimarães Rosa es una especie de Joyce de la literatura en lengua portuguesa.
Eduardo Lourenço en el filme «O labirinto da saudade», de Miguel Gonçalves Mendes dedicado al escritor portugués

Almada Negreiros.

Ahora mismo estamos experimentando una especie de resurrección visible de su obra. Fue un modernista, la encarnación del desafío modernista a los clichés culturales de la época, más incluso que el propio Pessoa, que tuvo también su momento manifiesto. Pero el caso de Almada es admirable, porque es al mismo tiempo pintor, diseñador y un excelente novelista. Está de alguna manera siendo redescubierto de verdad. Yo le conocí en una conferencia. Cuando le vi en la primera fila le dije que él debería estar en la tarima y yo en el patio de butacas.

Albert Camus.

Fue una gran referencia de nuestra generación. Estaba el dilema entre él y Sartre, pero a Camus le sentíamos más cercano. Él era otra cosa, más nuestro, más peninsular. Acaso porque tenía raíces hispánicas. Y por otra parte estaba el componente ético tan fuerte, que el propio Sartre, tras aquella polémica tan desagradable, trató de enmendar después de su muerte. Al final, Sartre reconoció el estatus de un hombre ético en una época moderna, y sobre todo el valor de la libertad. Ahora ha habido una nueva reivindicación de su figura frente a Sartre. El escritor Michel Onfray, autor de una obra muy crítica sobre la figura de Freud, hace un furibundo ataque a Sartre al compararlo con Camus. Es un ejemplo de esas guerras de Troya de la cultura. Yo pensaba que en el mundo de la cultura todos era ángeles, pero son ángeles muy perversos.

Dejo dicho que la heterodoxia era «el humilde propósito de no aceptar un solo camino por el simple hecho de que se presente a sí mismo como el único camino, ni de rechazar todos los demás porque no sabemos en absoluto cuál de ellos, en realidad, es el mejor». La frase me recuerda a un escritor y pensador español que admiro desde hace años, Rafael Sánchez Ferlosio, que en lo que él llama pecios dijo: «Lo malo de las soluciones es que aparecen cuando las necesitamos». ¿Cómo hay que hacer para no engañarse al pensar?

Yo era muy joven en esa época, y por lo tanto de una inocencia casi culpable. Pero en mi generación había, en su conjunto, un sustrato fundamentalmente marxista. La dominante cultural era marxista, aunque probablemente la mayoría de ellos no habían leído a Marx. Pero Marx estaba en todas partes. Solo que hasta el 25 de abril era invisible, porque el régimen no lo toleraba. Tras el 25 de abril resulta que Lisboa estaba llena de Marx y de marxistas. De ahí el contencioso que yo libré con mi generación. Originariamente mi cultura era tradicional, clásica, católica, y por lo tanto tenía mi punto de vista contrastado con lo que planteaba la nueva utopía de raíces marxistas. Era una visión materialista de la historia, pero aunque no muy teorizada, a no ser, paradójicamente, por el propio Lenin. Por lo que a mí respecto, traté de establecer un diálogo con mi generación. Esa heterodoxia era una suerte de distancia de ajuste con nuestra religión tradicional, que es el catolicismo. Se trataba de una especie de aviso para navegantes en relación con los autoritarismos que regían bajo otro nombre tras el Muro de Berlín. Algo que mis camaradas de aquella época preferían ignorar.

¿Es la ortodoxia una forma de ortopedia?

«Hay una propensión del hombre a la ortodoxia. Es aquello en lo que la gente cree»Exactamente. Hay varias. La frase más importante de ese texto era ese especie de profecía juvenil o infantil de una visión crítica, o autocrítica, de las cosas, que era la propensión natural del hombre a la ortodoxia. Es aquello en lo que la gente cree.
¿De alguna manera es una apelación a pensar por uno mismo?

Sí, claro.

¿Y cómo se puede pensar mejor?

A través del ejemplo de los otros, de aquellos que fueron nuestros maestros. La forma científica es la que no permite discusión, salvo la metodología para determinar si algo es cierto o falso. El pensamiento, por el contrario, es diálogo, en su esencia desde Platón, y aceptarlo no solo en relación al otro sino a uno mismo, que uno no es el señor de la verdad.

En Heterodoxia decía que «el mundo de la cultura portuguesa arrastra desde hace cuatro siglos una existencia crespuscular». ¿Ha ocurrido algo desde que escribiera eso, hace si no calculo mal más de 70 años, que le hiciera cambiar de opinión?

Sí, hoy es un poco diferente. Sin embargo creo que en este momento lo que estamos experimentando es el crepúsculo de las Luces como mito, y eso además a una escala planetaria que desborda nuestra gran tradición, que viene de Grecia.

¿Y Pessoa, la poesía, el «drama en gente»?

Claro. Nuestro complejo no era solo nuestro. Aquel país grandioso llamado Rusia, que quería ser moderno, basculaba entre la inclinación hacia Occidente (Dostoyevski) y hacia Oriente (Tolstoi). Y fue Occidente el que quedó deslumbrado por esa nueva literatura que representaban los grandes autores rusos del XIX. Francia sigue siendo un jardín, pero el mundo ya no es solo Europa, ya no es el centro del mundo, sino el centro del mundo del pasado, y de un futuro que nosotros quisiéramos que todavía fuera.

En el tramo final de su larga vida como pensador y escritor, y con la perspectiva de una vida plena, me gustaría que respondiera, con leves retoques, a las tres grandes preguntas que planteó Kant: ¿Qué supo? ¿Qué hizo? ¿Qué se permite esperar?

Todo lo que sé lo que aprendí de los otros, del diálogo con los otros, que eran los maestros del pasado más próximo. Todo lo que sé, si es que sé alguna cosa, lo aprendí de ellos. Respecto a lo que hice, no gran cosa, sobre todo en relación a aquello que yo pensaba que podía hacer. Y es normal. No hay que olvidar que la mayor maldición del hombre es que se hagan realidad los sueños.

¿Y qué espera todavía?

«Se puede decir que estoy en un estado póstumo a mí mismo»Nada en particular, nada en absoluta. Se puede decir que estoy en un estado póstumo a mí mismo.
¿Le da miedo la muerte?

Miedos. Porque nosotros solo tenemos un remedio contra la muerte y está relacionado con aquellos que ya conocieron esa muerte, y que es para nosotros una especie de eternidad, aunque sea negativa. Por lo tanto, creo que la humanidad fue creada bajo los términos de que todo tiene su veneno y su solución. Y la muerte es una especie de solución final que todos poseemos para aquello que no somos capaces de imaginar. Porque la muerte es fundamentalmente algo inimaginable.

¿Dios es necesario para Eduardo Lourenço?

«Somos hijos de una creación que no es nuestra. No nos hemos creado a nosotros mismos»La idea de Dios es absolutamente necesaria, pero será una gran pretensión imaginar que nosotros podemos evocar como una especie de cosa, aunque se trate de una cosa infinita. Nosotros somos hijos de una creación que no es nuestra. Y ese es el enigma fundamental al que nos enfrentamos, y que no tiene solución. Si esa creación tiene sentido la tiene por el hecho de haber sido creada. No nos hemos creado a nosotros mismos.
Al inicio del primer volumen de sus Obras completas, que está publicando la Fundación Gulbenkian, se incluye una breve cita de Eduardo Lourenço: «Se cambia poco, pero la vida cambia por nosotros». Suena mejor en portugués: «Muda-se pouco, mais a vida muda por nós». ¿Sigue pensando lo mismo?

Sí, claro, naturalmente. No podemos ni siquiera imaginar que somos fruto de la metamorfosis del tiempo y, creamos o no creamos, todos somos héroes de La metamorfosis de Kafka. No sabemos si somos ángeles o aquel ser repelente, el que un día, soñando, o deseando, o sintiendo, él pensaba que era.

¿Quién es Eduardo Lourenço?

Soy varios. Mas como ese lugar de la variedad está ocupado por Pessoa, soy una nota a pie de página ante el poeta que iluminó mi vida.