miércoles, 16 de mayo de 2018

Rajoy e Íñigo

Los políticos no suelen quejarse de que la opinión los maltrate, pero los del pepeísmo son un caso (o un Casado) aparte. Quizá porque no son políticos, sino mangos y mangueras acostumbrados desde hace ochenta años a vivir a lo piojo. Unos piojos que se sienten picados por los demás, cuando son ellos los irritantes. Los otros se encogen de hombros con lo que decía Heine: "Dios me perdonará. Es su oficio". Y qué oficio más desagradable. Creo recordar que el Jefe también tenía un cajón para irrecuperables como Rajoy, aunque el teólogo Karl Rahner postule que está vacío. Lo de Rajoy no es ya corrupción, sino cadaverina. Si sigue así, incluso se volverá inorgánico, que carcinogénico ya es. Aunque se vista de seda. ¿Se han fijado en que se tiñe el pelo cuando las elecciones?

Al respecto juzgo que no se ha considerado bien el único y luminoso neologismo que ha creado esta bendición para la izquierda, el miserable y tartapensante Ruiz: aprovechategui. Los ingenuos de siempre creerán que la voz tiene emanación etarrasuna, pero no, qué va; lo apaladinaré para que todo el mundo lo entienda, que soy casi filólogo. De la yerma cultura de este brote patatal solo puede surgir algo que tenga que ver con el Marca, única nublada y dudosa fuente de donde nace ese Nilillo gallego. Sicut cervos ad fontes. Y hete aquí que surge el nombre de un tal Lopetegui, seleccionador nacional de balompata. Si se apercibe que el galaico gargajo llevaba la dirección del señor Rivera cuando este divulgó que buscaba "seleccionar" candidatos foráneos limpitos para las alcaldías de Barcelona (Valls) y Madrid (Bragas Rosa), uno entenderá la mente preclara del inefable. ¿Con quién iba a sustituir a tanto encausado con causa? Problema futbolístico este que ni Zidane.

Esto me recuerda a cuando nadie entendió por qué el canciller Kohl se rio al oír un momento de la traducción simultánea alemana del discurso de Umbral en los premios Príncipe de Asturias. El hijo bastardo de Leopoldo de Luis había comparado a Kohl con un mandarín, y el orondo alemán se descojonó que no pudo más. El poeta había intuido lo que Kohl y los mandarines tenían en común: el muro de Berlín no era sino una muralla china entre bárbaros y civilizados, y Kohl lo había echado abajo patrocinando la reunificación alemana.

Pero nosotros somos gente seria y decente y no hablamos de política, como no se suele hablar de los crímenes, las cunetas y de otras cosas vergonzosas, sana costumbre que heredamos del higiénico y censurador franquismo. Es de mal gusto, como la democracia. Yo venía a hablarles a ustedes de Íñigo. No de Errejón precisamente, sino del simpático José María. Ese preguntador implacable que era el rey de las entrevistas. Todavía recuerdo cómo su agresiva e inagotable curiosidad, tan bien dirigida, dejó en pelota picada la indecencia y corrupción del embajador de Guinea Ecuatorial rodeándolo de una placenta de cuestiones espinosas. Hoy mismo he comprado en una librería de viejo un libro suyo, Mundo famoso, impreso por una caja de ahorros en 1979. Es una colección de entrevistas precedida por una autobiografía de cuarenta páginas que no ha citado ni uno solo de los periodistas que le han hecho necrológica (o, como se suele decir en jerga periodística, morituri: un artículo periodístico biográfico escrito en previsión de que alguien célebre se muera al que se echa mano veloz cuando sucede). Tratar con esa desmemoria a tan poliédrico personaje es como matarlo dos veces. Pero como la misión de un (casi) filólogo es ir a las fuentes, allá me voy y les resumo el escrito.

Íñigo se dice de familia obrera vasconavarra; en su casa nunca paraban los Reyes Magos porque no había con qué. Se sacó en un solo año el bachillerato elemental con reválida y todo, en el colegio de los claretianos de Bilbao "no porque fuera un niño prodigio, sino porque estudiaba día y noche, laborables y festivos. Por desgracia, ese es el único título que tengo. Título que ahora han devaluado mucho y llaman graduado escolar". Pero el chico, de pocas palabras, introvertido, reconcentrado y tímido, era un lector compulsivo:

Pasaba las horas leyendo libros de toda especie, hojas de periódicos, revistas... Lo mismo un tratado de química orgánica que la vida de Santa Lucía, lo mismo una entrevista con Jorge Negrete que los horarios de los barcos del puerto. Hasta que tropecé con un método de inglés. Se trataba solo de una jerga americana, no de verdadero inglés, pero me lo aprendí y salía a la calle dispuesto a encontrar empleo como traductor o intérprete. A los doce años me metía entre los turistas para practicar el idioma y señalarles por donde se iba a un sitio u otro. Caían algunas propinas, pocas. Recuerdo que un día me encontré en la calle con un grupo de militares egipcios de estado mayor. Me contraté informalmente como guía y le caí simpático a uno de ellos llamado Nasser. Nos hicimos amigos... nos hemos carteado, me invitó a su país y aún conservo en mi cajón de tesoros aquellas cartas del dirigente árabe (pp. 14-16)

Entró de chico de los recados en una compañía de suministros eléctricos. Amante del trabajo, además empezó a dar clases de inglés en varias academias. Más adelante llegó a dominar también el francés, portugués, italiano y alemán; por su cuenta aprendió también a leer en otros idiomas que no llegó a manejar como esos. Tradujo tomos de cirugía y de fundición del inglés y a los diecisiete años se introdujo en Radio Bilbao como locutor de inglés para emisiones especiales. Le importaba un rábano la música joven y pop, pero se convirtió en el primer jinete de discos o disc-jockey de Bilbao, bajo el nombre de "mister Ritmo". Escribía además (y traducía) reportajes en La Gaceta del Norte. Y poco después envió otros originales para los servicios especiales de la agencia Efe. Incluso pudo comprarse un coche. Le tocó entonces irse a la mili en El Carrascal de Pamplona. Allí conoció al director y realizador Pedro Olea, quien luego lo introduciría en televisión. De Pamplona salió con la idea de meterse en Madrid.

Para  no andarme por las ramas (cosa que nunca me ha gustado mucho) me fui directamente a hablar con el director de la SER [...] En Radio Madrid (vino a decirme) solo trabajaban primeras series, primerísimas series. Voces superconocidas. yo no era más que un chico de provincia con buenas intenciones y un currículum muy ruidoso, pero de escaso prestigio [...] ¿Qué línea de tu currículum puede convencer al mundo de que eres un tipo bueno en este oficio?) La BBC. La bibisí de Londres! (p. 20)

De modo que vendió el coche y se fue a Londres en 1965. 

Se rompieron pocas lanzas en favor de nuestra generación. Dicen la generación bocadilllo, la generación del silencio. Pero nosotros ¿qué? Con nuestra hambre nos lo comeríamos. Y eso que no teníamos culpa de nada. Y lo que es peor, tampoco teníamos idea de nada. Digo lo del hambre porque es lo que a mí me ocurrió en Londres. Me tiré los cuatro primeros meses viviendo del coche y otros ahorrillos en una habitación mísera. Luego las reservas se me acabaron y continué viviendo en el mismo sitio. Lo llamaban el Valle de los canguros por la cantidad de australianos que allí vivían y quizá porque otros como yo vivíamos a salto de mata. Calculando mi primera estancia en Londres en quinientos días, debí de comer unas ochocientas tortillas de patatas. Otros manjares ni soñarlos, claro (p. 21).

Después de medio año intentando introducirse en la BBC consiguió únicamente que un tipo le diera un buen consejo: "Si consigue usted que las casas de discos renuncien a sus derechos de retransmisión por radio, obtendrá trabajo". Algo prácticamente imposible. Pero él iba haciendo trabajillos de intérprete para músicos españoles que paraban por allí.

Me encontré que un gitano estaba actuando en un teatro de Londres. Era una noticia sensacional e insólita. Me raspé los bolsillos con las uñas, compré una entrada y fui a verlo. Se llamaba Pedro Calaf, pero se hacía llamar Peret. Por supuesto, ni él ni sus compañeros sabían una palabra de inglés. Aproveché la coyuntura para servirles de guía fiel e introducirles en los antros londinenses que yo había empezado a conocer. Incluso los hice ir a sitios en que las primeras gogós de la historia mostraban sus muslos sin vergüenza. Me lo agradecieron mucho. Querían pagarme. Me negué. Aquello venía a ser una cuestión de patriotismo. ¿Cómo pagarme el favor entonces? "En fin, podrían ustedes renunciar a los derechos de emisión de los discos..." Insinué yo por milésima vez. Señores ¡lo hicieron...! Fue un favor tan grande que se lo recuerdo al bueno de Peret siempre que nos topamos en el oficio. A pocas personas debo tanto. Así conseguí ser aceptado en los estudios de la BBC... Para celebrar el éxito me dejé crecer el bigote y arrojé mi cotidiana tortilla al cubo de la basura. Solo me pagaban quince mil pesetas al mes, una auténtica miseria en Londres, y desde luego mucho menos de lo que yo ganaba en Bilbao, pero me había convertido en locutor de una emisora inglesa... Era un pop, un yeyé, un in... Desde luego me sobraba tiempo para pensar. Para pensar en serio. Habitualmente andaba solo, estaba solo. Veía películas, leía libros, presenciaba todos los espectáculos que se ponían a tiro. Incluso decidí ligar con alguna chavala, por aquello de mejorar el idioma, no por otra cosa. Estaría bueno. Y pensé en mí y en lo que yo quería y en cómo conseguirlo. Los caminos estaban claros: un porvenir de oficinista ilustrado parloteando inglés, o el riesgo de un oficio que todavía hoy no sé dónde me llevará. Aborrecía los horarios y me divertía la diversión. La acción, no la canción, aunque viviese de ella. Quería ser lo que hoy soy. Sin problemas económicos, sin rigidez de horarios, libre, obrar a mi gusto, no estar debajo de nadie. En fin, quería lo que todos quieren a los veintitrés años... Al año y medio de haber llegado a Londres, volví a Madrid (pp. 22-24).

El señor Fontán lo contrató en Radio Madrid. Trabajó en programas musicales, algo que nunca le gustó demasiado. Había aprendido mucho en Londres y se convirtió en un crítico musical independiente, muy sincero y temible. "Si un disco me parecía malo, lo decía con toda la tranquilidad del mundo y con las debidas palabras, no a medias. Era muy agresivo. Continúo siéndolo, dicho sea de paso, pero entonces lo era con furor. Creo que me encontraba en Madrid demasiado solo, lo mismo que en Londres, y descargaba mi furia contra los cantantes". Vivía en una modesta pensión de la Gran Vía. 

Vivía de noche y era raro que se fuese a la cama antes de las cinco de la madrugada. "Lo hacía en parte porque me gustaba y en parte porque resultaba deprimente encerrarse en la habitación alquilada, sin nadie con quien hablar ni nada que hacer. Por supuesto, conocía como nadie el Madrid nocturno del ambiente musical. Quizás ni los mismos camareros han pasado tantas horas como yo en aquellas rutilantes discotecas de la Gran Vía. Y sentado en la escalera, siempre en la escalera... bebiendo naranjada. Nunca he bebido combinados, whiskies ni alcoholes de otro tipo. Tampoco fumaba, ni entonces ni ahora. ¿Qué diablos estaba yo haciendo ahí? Contemplar, mirar, escuchar. ¿Por qué en una escalera? A finales de los sesenta, e imagino que ahora también, la gente del mundillo no pagaba por entrar en las discotecas. Hasta las consumiciones eran gratis. Pero yo, que quería conservar por encima de todo mi fiera independencia, pagaba todos los días. Entonces, dado que la sala estaba siempre abarrotada, los camareros echaban de las mesas a los que bebían de gorra y me hacían sentar a mí. Como estaba solo y era conocido, muy pronto empezaban a llegar cantantes, músicos y las primeras fans para hacerme compañía. Aquello no me divertía nada, así que opté por sentarme siempre en las escaleras. De ese modo nadie se me acercaba. Era un mundo fascinante y loco, un mundo que, al menos para mí, no volverá más (p. 27-28).

En un extravagante concurso organizado por Licor 43, llegó a dormir dentro de la gran pirámide de Keops... pero no pegó ojo. Escribió en la revista Mundo Joven, recorrió medio mundo, muchas veces como corresponsal en festivales de la canción, tuvo una novia inglesa con la que rompió porque no pudo soportar comer angulas, se casó a los ocho días de conocer a una judía brasileña, Josette, y tuvo de ella dos hijos. Coleccionó rinocerontes de todo tipo, en piedra, cristal, cuero, madera, cerámica, metal barro, pintados... llegó a tener unos cuatrocientos. Luego sustituyó esa manía por la de la fotografía y coleccionó las "comprometidas" de los toreros en apuros. Sus experiencias en la tele darían para otro artículo. 

Habla el padrino de los Miami, el cojo Juan Carlos Peña, "el Inmortal".

Javier Negre, "Yo, el miami 'inmortal', confieso..." El Mundo, 16 MAY. 2018 03:13

Habla por vez primera el veterano gánster que fundó la banda de Los Miami en los 90. Es el único, de los 10 con los que empezó, que sigue 'muy vivo'. Al menos cinco de quienes se llamaban 'miamis' fueron asesinados

El otro 'capo' está preso en EEUU. Aquí extorsionaban, traficaban y ajustaban cuentas, según la Policía. Se hicieron de oro. "No soy un matón", dice hoy el 'Inmortal' Peña, pues ha sobrevivido a cuatro intentos de asesinato...

Miércoles pasado. Noche apacible en la capital. En la penumbra de una calle a oscuras, un Porsche Macan me dispara las largas. Subo a este lujoso vehículo y en su interior hay dos hombres con cuerpos de madelman. «No hables dentro del coche», me ordena uno. Tras veinte eternos minutos de sepulcral silencio, llegamos a un majestuoso hotel del barrio de Salamanca. El encargado les saluda con reverencias. Como si fuesen Cristiano Ronaldo. Puedo apreciar la figura de mis anfitriones. Un hombre musculado y otro con perilla que camina renqueante con una pierna de titanio y carbono. En la otra, luce el colorido tatuaje de un samurái. Este último me comenta de broma: «Si sacas algo que yo no he dicho, no te voy a denunciar. Ya sabes cómo lo ajustaré». Es consciente de la fama de implacable gánster que le precede. Una trayectoria delictiva que le ha convertido en una leyenda dentro del mundo del hampa que ha sobrevivido hasta a cuatro intentos de asesinato que han dejado señales en su cuerpo. Heridas de guerra que recuerda contando los milímetros de cada una de las ocho balas que atravesaron su piel...De todos estos atentados salió indemne...Y por, ello, le llaman el Inmortal. Estamos con Juan Carlos Peña Enano, el fundador y líder de la extinta organización -Los Miami- que, según la Policía, controló el tráfico de cocaína en la capital y cobró deudas para empresarios con los métodos más expeditivos que recuerdan los agentes en crimen organizado. Una banda que acabó desgajada en dos cuando su lugarteniente Álvaro López Tardón decidió conspirar contra él para liderar el negocio a escala mundial. Con cocineros a lo Breaking Bad. Con despilfarros a lo Lobo de Wall Street. Ahora Álvaro, que se encuentra cumpliendo condena en EEUU por blanqueo, y 91 personas más serán juzgadas en España por introducir 7,5 toneladas de fariña.«Álvaro nunca fue de Los Miami. Iba diciendo que era el jefe pero yo soy el único líder», señala Peña, al que la Policía ha atribuido ajustes de cuentas y movimientos de polvo blanco. Aunque su primera condena por narcotráfico le llegó hace un mes y medio. Por tener relación, según la sentencia, con una plantación de marihuana en Palencia. «He acordado una pena de dos años que, al no tener antecedentes, me deja en la calle. Lo hice para que mi hermano no entrase en prisión [ya estuvo por un homicidio]. Es él el que ha tenido vinculación con esa finca. Se han contado muchas batallitas sobre mí. No soy un matón. Estoy retirado, vivo de las rentas que me dan los pisos y soy un tranquilo padre de familia (...). Hablo para aclarar que Álvaro no era de los nuestros y porque estoy harto de que cada vez que hay un ajuste de cuentas, se atribuya a Los Miami.Ya no existimos», dice Peña refiriéndose al asesinato de Richi, el narco colombiano que recibió 10 balazos de un sicario en la puerta de un elitista colegio de Madrid y que vivía en la exclusiva urbanización de La Finca de Pozuelo de Alarcón.[Aunque el propio Inmortal dice que la mayoría nunca fueron 'miamis', al menos cinco personas relacionadas en su día con Los Miami fueron asesinados y nunca se halló autor. Se trata de Francisco Javier Manzanares, alias 'El Manza', portero de discoteca. Lo mataron en 2001; Iván Llorente Liébana, asesinado en 2002; Javier Acero, muerto en 2004 en un accidente con un Ferrari en Madrid, y el abogado de Juan Carlos Peña Rafael Gutiérrez Cobeño, asesinado a tiros en 2005 en el Retiro. A esa cuenta se sumó el 12 de marzo Ricardo Rojas Montes, 'Richi', anteriormente citado].Peña creció en una familia de clase media del barrio de Salamanca. Su padre, protésico, le mandó a un colegio privado. «Como era guerrillero me dieron el graduado con 13 años a cambio de no volver». Según cuenta, en el gimnasio Heracles de Madrid conoció a tipos de cuerpos cincelados que le ofrecieron trabajo. Eran los 80. Y así se aproximó a los bajos fondos. Tenía 17 años. «Era un grupo que se dedicaba a limpiar putis. Me dijeron si quería currar un sábado en un puti de Guadalajara. Como yo era un chavalito más delgado, me usaban para infiltrarme en los puticlubs y ver si los porteros tenían luchacos, puños americanos o bates de béisbol. Cuando se planeaba hacer la limpieza y quitar a los de seguridad porque tenían extorsionado al dueño, me mandaban de avanzadilla y ya luego entraba el equipo de asalto, y al hospital todos. Empezamos a usar pitbulls y presas canarios. Un perro de esos cuando muerde ya puedes medir dos metros que te arrastra. También íbamos contra los gitanos que pegaban a las putas y se iban sin pagar», explica Peña. A los 19 años se desvinculó de esta banda, cuenta. «Me daban 1.000 pesetas por un finde y llegaban los gitanos desde un coche, disparaban y a lo mejor daban a alguno. Eso era jugarte la vida a lo tonto», dice Peña, que tuvo que entrar en la mili. «Estuve en Valencia. Éramos cuatro madrileños y sólo nos hablaban en valenciano y nos puteaban. Y si te rebelabas y pegabas a uno y a otro, primera falta, segunda falta grave y a la tercera fui al penal. Fíjate si me puteaban que mi padre se suicidó y no me dieron permiso ni para ir a su entierro».Peña tuvo que empezar a tirar del carro familiar. Decide montar dos gimnasios. Allí se conocerían los primeros miamis. «Éramos 10 chavalitos valientes, fuertes», relata. «Ahí estaba mi hermano, Antonio el Chino, el Luiso, el Rulos, el Indio, Alfonso. Unos murieron, otros montaron un rent a car en Ibiza y empresas de jacuzzis, otro es constructor, otros están en prisión. No hemos sido 200.000 como se cree. Lo que pasa es que los maleantes, para que les respetasen, decían que eran de Los Miami. Y parece que fuimos más que el Estado Islámico (...). El nombre de Los Miami viene porque, además de que había montado dos tiendas de Corvettes americanos, en Miami compré cinco cazadoras beisboleras en las que detrás ponía Miami. Empezamos a ir a las discotecas con las beisboleras y todo el mundo empezó a conocernos como Los Miami porque como había porteros chulos que nos humillaban y no nos dejaban pasar, había que explicárselo bien». Sus métodos dejaron en ridículo a La Panda del Moco, la banda que mandaba en aquellas noches desenfrenadas de Attica o Radical.

-¿No era desproporcionado usar pitbulls?

-Si un portero chulea a tu hijo es normal que le eches un perro. 

Tijeras y perros

La banda, según la Policía, comenzó a manejar la coca en Madrid y a cobrar deudas para empresarios a cambio de un 30%. Corrían los 90. -¿Qué métodos usaban?-Los necesarios. Les pedíamos por favor que nos pagasen o les íbamos a cortar las uñas de los pies.También protegían a los empresarios de los cobradores del frac: «Les echábamos los perros cuando venían y no veas cómo corrían». Pero, según la Policía, la fortuna de Los Miami les llegó por la coca. «Yo no he movido drogas y la única condena que tengo es la de la plantación de marihuana. Nunca he estado en la cárcel por narcotráfico», afirma Peña.-Pero ¿cómo justifica el elevado nivel de vida del que ha hecho gala?-Por mis gimnasios, los coches, la veterinaria y la clínica. No he sido como otros que no tenían nada. El temor que infundía la banda era tal que pequeños narcos buscaban su protección. Fue ahí cuando un veinteañero del mismo barrio donde nacieron se acercó a ellos. Era Álvaro López Tardón, el miami que se atrevería a desafiar a su jefe, 10 años mayor. Incluso a intentar matarlo para quedarse con su reinado. «Una vecina de toda la vida me dijo que se había echado un novio y que él quería nuestra protección. Vendía pastillas en las discos pijas. La gente del barrio le pegaba, le quitaba las pastillas o se quedaban con su coche», relata Peña.Según fuentes policiales, López Tardón empezó a trabajar para Los Miami y acabó quedándose con su know how. Con su negocio de polvo blanco. Y quiso dar un golpe contra el fundador. Y lo intentó, dice el propio Peña, en dos ocasiones. Éste es su relato:2003. Peña había regresado de Ibiza y había quedado con López Tardón a cobrar un dinero que le debía. Se sentaron en un restaurante chino. «Me dijo que me pidiese unas pechuguitas de pollo que él tenía que ir a una cabina a hablar con los que le tenían que pagar para pagarme a mí. Se levantó varias veces. De repente, vuelve y me dice: "Mañana tienes tu dinero". Y que por las molestias, me regala una Yamaha, con la que me fui. A la altura del aeropuerto de Barajas, en una carretera de cuatro carriles que iban vacíos, un Seat con las luces apagadas se acerca y me embiste a una velocidad tremenda. Vuelo 15 metros. Caigo en el quitamiedos y éste me corta la pierna al momento. Cuando me levanto, veo que no tengo pierna y los trozos de carne colgando. Me quito el cinturón, me hago un torniquete... Me llevaron al hospital, me recortaron la pierna. Y un día vino un comandante de la Guardia Civil y me dijo: "Yo no sé si tú eres Miami o Mayama, pero lo que está claro es que a ti te han mandado matar. Y ha sido la última persona con la que has estado". Tuve claro que había sido Álvaro. No le dije nada a la Guardia Civil y lo peor de todo es que estuvo visitándome... Venía con una chica guapa y colombiana. Yo pensaba que era su churri... Después me enteré de que era una sicaria. Yo pensaba que las sicarias eran más feas... Ella venía a acompañarle porque pensaba que los hombres que me protegían podían matarle si yo me enteraba de que había sido él». Peña se ganó entonces un nuevo alias: El Cojo.Un año después, cuando ya caminaba con una prótesis, Álvaro quiso rematarlo y pagó 40.000 euros a unos colombianos, asegura Peña. Era 2004 y él salía de un gimnasio. «Yo iba con un Porsche y un señor se acerca andando y me empieza a disparar por la ventanilla. Enfrente había otro con una moto. Pisé el acelerador a tope, esquivé los coches que tenía enfrente. Me dieron un tiro en la mano, otro en la barbilla y cuando me dispararon por detrás, la bala me entró por la espalda, me perforó un pulmón y salió por delante. Me bajé del Porsche y me monté en un Polo. Lo conducía un chico de 30 años. Yo iba sangrando por todos lados. Le dije que me llevase al hospital, y me dice que no. Le agarré de la nuez y le dije: "O me llevas al hospital o te rompo la tráquea y te mueres ahora mismo". El tío arranca y a los 200 metros la Policía me bloquea, me bajan del coche a punta de pistola y a los tres, cuatro minutos, me desmayé y ya me desperté en la UCI».Cuando se recuperó, no tardó en hacerle llegar un mensaje a Álvaro, quien escapó a Miami. Allí se casó con una americana y comenzaría a forjar un imperio de la droga con cárteles colombianos. No regresaría a España hasta que Peña huyó a Brasil, cuando fue implicado en una operación de narcotráfico. Él se excusa: «Alguien al que contraté para que limpiase mi casa organizó un alijo de coca que entró por Murcia. No tuve nada que ver».-¿Entonces por qué huyó?-Porque me puse nervioso y decidí irme a Brasil. Estuve en una casa muy bonita. Tenía un barco con el que podía ver cocodrilos. Vino mi familia conmigo. Cuando vi que al resto de detenidos los habían absuelto, pensé en entregarme a la Justicia. Pero asesinaron a ese portero del Heaven llamado Cata y lo atribuyeron a Los Miami, cuando no tuvimos nada que ver. Mi abogado me dijo: "Ahora no te entregues porque te vas a comer todo el marrón". Meses más tarde, vuelvo a pensar en entregarme y sale la tonta de Ana Obregón diciendo que había contratado a Los Miami para darle una paliza a un presentador. Yo ni la conocía. También matan a mi abogado, así que tuve que esperar 15 meses a que se tranquilizase todo para regresar», cuenta Peña. El ex jefe de Los Miami cogió un vuelo a Lisboa y entró en Europa con documentación falsa. La Policía no tardó en localizarle. «Estuvieron esperando a que la liase y como me tenían pinchado, un día me escuchan hablando con mi abogado de que me voy a entregar. Días después entraron 30 policías a detenerme en mi casa». Estuvo arrestado 72 horas y quedó libre.Fue absuelto del alijo de Murcia. Mientras estuvo fugado en Brasil, Álvaro se quedó con su imperio y se hizo de oro en España y en Miami con las drogas. Empezó a presentarse como el nuevo jefe de Los Miami, asegura Peña. Eso le granjeaba caché y respeto. Cuando Peña quedó en libertad en Madrid, Álvaro volvió a refugiarse en Miami y desde allí organizaba la entrada de alijos a España.-¿Y su venganza?-Quise vengarme, pero se escondió como una rata en Miami. La mejor venganza es que él ha caído por su propio peso. Lleva muy mal la cárcel. Le ha dado hasta un ictus. Y creo que el otro día le dio el segundo. La peor pena es que él con lo guaperas que es ahora tiene que vivir entre rejas y no puede ser padre.Álvaro cayó cuando le puso un cuchillo en la garganta a su mujer americana. Le denunció y contó cómo su pareja introducía coca en España y lavaba dinero en EEUU. Él fue detenido en España. «Le arrestaron porque lo pidieron los americanos. En España tenía contactos policiales y le habrían dejado libre», dice Peña. Le condenaron a 150 años de prisión por blanqueo. -¿Era un chivato de la Policía?-Sí. Si no cómo te explicas que un tipo que compraba Bugattis de un millón de euros de dos en dos, que compraba casas, no tuviese ni un lío fiscal. Le encontraron en su casa 25 millones en efectivo. Ahora las autoridades españolas piden su extradición a EEUU para que cumpla condena dos años y dejarle en la calle. Si no estuviese protegido cómo te explicas que yo haya presentado una querella en la Audiencia Nacional con las pruebas que demuestran que él mandó mi asesinato y no la hayan ni admitido. -¿No colaboró con la Policía?-¿Crees que si hubiese sido un cómplice de la Policía me habrían detenido por unas hojas de maría?-¿Teme que vuelva a encargar su muerte?-¿Con la que tiene encima? Si tiene que estar pagando 1.000 euros a la semana para que no le toquen el culo en la cárcel de EEUU. Y cuando llegue a la cárcel en España no lo va a tener fácil. Le tienen muchas ganas. -¿Y cuando salga en libertad?-Será un abuelete y le meteremos en un geriátrico... Su hermano Artemio, que compartió celda con Jamal Zougam del 11 M, se está gastando todo el dinero que él ganó y ahora distribuye cocaína en Madrid. -¿Es cierto que Álvaro le hizo hasta vudú?-Parece que en su casa tenía fotos mías colgadas en la pared y muñecos a los que pinchaba para hacerme vudú. Pero parece que no le ha servido para nada.-¿Qué tiene que hacer el que quiera matarle?-Ponerse a la cola...-¿Mucha gente quiere matarle?-No. Sólo Álvaro. No tengo miedo. Me muevo solo por Madrid. No llevo escoltas. Álvaro podrá caminar mejor que yo cuando vuelva a Madrid porque tiene una pierna más, pero no lo hará más seguro. Franquicia del mal-¿Le enorgullece que Los Miami se hayan convertido en una franquicia del mal?-No, porque a mí Los Miami sólo me han traído problemas. Que si dicen que Los Miami le han dado una paliza a los Ángeles del Infierno, que si a Alicante han ido ocho miamis...Usan el nombre de Los Miami y nos perjudican. -¿Se siente gánster de leyenda?-La gente me ve como una leyenda, pero yo no me veo así. -Como conocedor del hampa... ¿por qué La Línea se ha convertido en la pequeña Colombia?-Eso se soluciona rápido. Pones dos fragatas en el Estrecho y ya no pasa ni una lancha. Pero no hay interés. Ahí gana todo el mundo. Los buenos y los malos. El Inmortal nos pide que volvamos a apagar la grabadora. Para hablarnos de esos antiguos amigos que se dedicaban a robar la droga a los gitanos en los poblados de Madrid y que ahora son cargos policiales. O de policías que ganan 4.000 euros al mes por mirar a otro lado. O cuando le apuntaron con una recortada en la cabeza, apretaron el gatillo y se encasquilló la bala. Tras seis horas de charla, me pide concluir. Me suben al coche y en una carretera ya de madrugada se cruza un coche de la Policía. Un agente se baja, nos mira y nos permite seguir. Me dejan en una calle del barrio de Salamanca. Al bajar, un joven me fotografía. Le pido revisar su móvil. Mi imagen aparece en su pantalla y se pone nervioso. Sale corriendo. Ahora me pregunto si en estos tiempos de cloacas esa foto verá algún día la luz. Si alguien la sacará con intereses espurios como hicieron con la instantánea del presidente gallego Alberto Núñez Feijoó y el narco Marcial Dorado. Por eso he querido dejar constancia.

martes, 15 de mayo de 2018

¿Catolicismo o protestantismo?

Josué Ferrer
Publicado en 6 marzo, 2017
https://josueferrer.com/2015/02/18/protestantes/ 

¿El protestantismo favoreció la riqueza y el catolicismo la pobreza?

América del Norte es protestante y rica y la del Sur católica y pobre. En Europa, con sus matices, ocurre igual. Incluso en el Hemisferio Sur; compara Australia con Filipinas. Si consultas la lista de los diez países del mundo con mayor renta per cápita, los diez con mayor bienestar social, los diez más democráticos, los diez más transparentes o los diez menos corruptos, verás que siete u ocho son protestantes. El protestantismo genera libertad y prosperidad. Veamos ahora por qué:

1) EDUCACIÓN. Con la Reforma Protestante del siglo XVI, el teólogo Martín Lutero planteó la necesidad de que la gente leyera la Biblia, y para ello se tuvo que hacer una gran campaña de alfabetización para instruir a un pueblo inculto. Pero en los países católicos con que el cura supiera leer ya era más que suficiente. Así, en el siglo XVIII en Inglaterra y Holanda la alfabetización alcanzaba ya al 70% de la población, mientras que en España o Portugal no llegaba ni siquiera al 10%.

2) CIENCIA. Los países reformados, volcados en la lectura la Biblia, empezaron a interesarse por el estudio del mundo, de la naturaleza y de las estrellas, inspirados sin duda por libros como Génesis, Salmos y otros textos sacros. No es de extrañar que en estas naciones comenzaran a surgir científicos como setas. Pero en los países del sur de Europa la Inquisición quemaba en mitad de la plaza a los científicos por herejes y usaba sus trabajos para engrosar su catálogo de libros prohibidos.

3) MENTIRA. Para los protestantes la mentira es un pecado muy grave ya que se cita en los Diez Mandamientos junto al homicidio, el adulterio o el robo. Así, en Alemania, un político suele dimitir si se demuestra que ha mentido. En Estados Unidos puedes ir a prisión si entregas un cheque sin fondos. Pero en los países católicos, como Italia o Malta, es un pecado venial, un pecadillo, por tanto la mentira inunda la política, la administración y las finanzas y no puedes confiar en nadie.

4) ROBO. En los países reformados se entendió claramente que el robo era muy grave, que todos los hombres eran iguales y que por tanto la propiedad privada era un derecho inalienable de todos los hombres, pero en los países de la Contrarreforma, mucho más apegados al Antiguo Régimen, la propiedad privada era un privilegio de la Corona, la nobleza y la Iglesia Católica. No en vano el comunismo triunfó en la católica Cuba. Nadie habría apoyado a Fidel Castro en Canadá.

5) ÉTICA EN EL TRABAJO. Mientras que en los países católicos el trabajo es un castigo de Dios -al ser expulsado Adán del paraíso- y los oficios manuales tienen menos prestigio que los intelectuales, en los protestantes el trabajo no es malo: de hecho, Adán ya trabajaba en el Huerto del Edén (Génesis 2:15); ser barrendero es tan digno como ser cirujano y trabajar con excelencia y de forma ética también es una forma de honrar al Señor. Max Weber lo resumió: trabajo, ahorro y esfuerzo.

6) CAPITALISMO. Para la Iglesia Católica la riqueza es un estigma y la pobreza un signo de humildad y sencillez. El protestantismo, por su parte, entiende que el problema no es el dinero en sí sino el amor al dinero (1 Timoteo 6:10) y que de hecho ser rico no es incompatible con ser un buen creyente; ahí están los casos de José, Moisés, Daniel o Job, entre otros. No es casualidad que el capitalismo, la banca y los negocios hayan alcanzado sus máxima expresión en los países de la Reforma.

7) DEMOCRACIA. En las naciones protestantes se apostó por la libertad y la democracia, y por una separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Destaca Suiza, con su envidiable democracia directa. Por contra, los países del sur de Europa y las repúblicas iberoamericanas se ahogaron en un sinfín de monarquías absolutistas, fascismos, guerras civiles y golpes de estado que las condenaron a la pobreza y el atraso. El Vaticano es aún hoy la última teocracia de Europa.

8) SEPARACIÓN DE IGLESIA-ESTADO. Mientras que en las naciones protestantes se buscó dividir los poderes para que se contrapesen, la Iglesia Católica trata hasta la fecha de que el poder civil se someta al religioso. Así, Holanda pronto permitió la libertad de culto, en Escandinavia se desarrolló el parlamentarismo y Estados Unidos nació como un estado laico. En cambio, hasta hace muy poco en España se paseaba a Francisco Franco bajo palio y aún hoy en México manda el señor obispo.

9) IMPERIO DE LA LEY. Para el teólogo Juan Calvino la ley -es decir, la Biblia– tenía la primacía pero para los católicos la primacía recaía en una institución (la Iglesia Católica), fuera de la cual no hay salvación y que era la encargada de interpretar la Biblia. Para la Reforma todos los ciudadanos son iguales, mientras que para la Iglesia Católica no sólo todos no eran iguales, sino que había incluso algunos que estaban dispensados de cumplir la ley (por ejemplo, con las famosas bulas).

10) VALORES BÍBLICOS. En resumen, las naciones protestantes se han inclinado por los principios bíblicos y las católicas por tradiciones humanas, muchas de las cuales no sólo son extrabíblicas sino incluso abiertamente antibíblicas. Es el contraste entre los valores del Libro versus los valores de ritos, procesiones e imágenes. Es la bendición que comporta para un pueblo apegarse a la Palabra versus la miseria, la hecatombe y la desolación que siempre aguardan fuera de Dios.

POST SCRIPTUM: Los países católicos son en general pobres y los pocos que son ricos constituyen la excepción que confirma la regla. Y, curiosamente, son los menos católicos de todos. Así pues, Irlanda, Bélgica, Luxemburgo, Liechtenstein o Austria son países muy desarrollados, pero lo son gracias a la influencia de los protestantes estados vecinos. Igualmente, Francia o Mónaco son ricos en gran medida porque la Revolución Francesa y el laicismo limitaron mucho el poder de la Iglesia Católica allí.

jueves, 10 de mayo de 2018

Palabras nuevas de lo viejas que son

De Mar Muñiz, en El Mundo, hoy

30 'palabros' de padre que deberíamos recuperarA aprovechategui no se ha resistido ni el bot del New York Times que publica en Twitter cada palabra que aparece por primera vez en su periódico.

Si cada intervención de Rajoy en la tribuna del Congreso hace reflorecer el lenguaje viejuno como la primavera al campo, qué no haría un padre con un buen altavoz. El lenguaje también es una buena vara de medir las brechas generacionales. Cuando eches un ojo a esta lista de palabros te darás cuenta de que entre tus padres y/o abuelos y tú, más que una brecha, está la mismísima fosa de las Marianas.Cubalibre. Dícese de un ron-cola o similares, es decir, una copa en español de andar por casa. Si una noche te arrimas a una barra vociferando este sustantivo, creerán que no simpatizas con Fidel Castro (origen del 'palabro'), pero no te pondrán ni un vaso de agua.Quintos. No son los que van después de los cuartos. Se trata del grupo de chavales de un pueblo a los que les tocaba cumplir con aquello de la mili. Si ni te suena este concepto, acude a tu padre y / o abuelo. Y coge una silla, porque tienes para rato. Te contarán historias como churros y cuando quieras huir, recuerda que preguntaste tú.Al retortero. Cuando le pides a tu tía las llaves del coche, y previamente, que le dé un manguerazo, y que llene el depósito y que te lo lleve reluciente a la puerta de no sé dónde, en caso de que ella acceda a todas esas peticiones, podría reprocharte que la tienes todo el día de acá para allá, o sea, al retortero.Recogido o curioso. Pueden ser sinónimos. Si un amigo pasa el tercer grado de tu madre, con veredicto positivísimo, quiere decir que ese alguien es recogido o curioso. Para ello, naturalmente, tendrá que llevar el curso al día, currar, ayudar a las ancianitas a cruzar la calle, no fumar, no beber, etc, etc, etc, etc.Albolario. Claramente alguien así no pasa el test materno. No lo busques en el Diccionario de la Rae porque no está. Eres albolario si andas siempre alborotando y vas a tu bola. Aviar. No tiene nada que ver con pollos, ni con un tipo de gripe. Es arreglar algo, y vale para aliñar una ensalada, prepararte para salir y quitar las telarañas de tu cuarto.Rodilla o gamuza. Es un trapo. Una inquietud: ¿cuándo fue la última vez que cogiste uno? Amolar. Este bonito verbo viene a significar fastidiarse. Llanamente.Arroba. Tú serás muy nativo digital y muy todo, pero no, no es sólo @. Es una medida de peso que equivale a 11,5 kilos. Pero como los aragoneses son muy suyos, en esa comunidad una arroba son 12,5 kilos.Cabrillas. No nos ha dado por la cosa bucólica y pastoril. Son marcas rojizas que se quedan en las piernas cuando pasas tiempo cerca del fuego. Claro, con la calefacción, cabrillas, pocas.Azulete. Es un líquido azulado que se usaba para lavar la ropa blanca y dejarla refulgente.De balde. Si después de tomarte unas cervezas y unos pinchos, llega la cuenta y otro saca la cartera, el ágape te ha salido de balde. O sea, gratis, o sea, por la cara.Repente. Dícese de un sustantivo sinónimo de limaquillo o soponcio. Antes, mucha gente no se moría de un infarto, sino de un repente. Ciencia pura.Alcagüés. Pues sí, es un cacahuete. Sorprendente, ¿no?Gulusmero. De alguien que curiosea derivó en aquel que no para en casa y anda permanente de picos pardos. O sea, como cuando tú el jueves vas al cine y luego 'te lías', y llega el viernes y has quedado con 'éstos', y el sábado no comes en casa y el domingo te vuelves a saltar la paella familiar...Lechuzo. Nada que ver con el marido de la lechuza. Para nada. Léase goloso.Servir. Era trabajar de criada en casa de alguien. De ahí, sirviente. Ahora lo llaman 'tener chica'.Cuarto y mitad. Es una medida de peso un tanto sui géneris, pero que el pescadero entiende perfectamente. Más o menos, así a ojo, un puñadito. Se aplica con frecuencia a las gambas y las chirlas que se echan a la paella.Arrevenido. Si son las 12h y no has desayunado. Llegan las 15h y sigues sin comer, a las 17h estás más que arrevenido. El estómago se te ha quedado más pequeño que un euro y estás medio amarillo. Ahora, es empezar y no parar.Falto. Insultar siempre ha tenido su gracia. Significa tonto, alguien a quien le falta un hervor.Muda. No se trata de una señora que no habla. Es la ropa de cambio, pero referida sobre todo a la de las partes pudendas, es decir, bragas/calzoncillos y calcetines. Las madres y las abuelas siempre han recomendado llevar la muda bien limpia, por si te pilla un coche y hay que salir pitando al hospital. Cumplamos esa enseñanza, por favor, que nunca se sabe.Galbana. Lo que te despierta ordenar apuntes. O hacer abdominales en la hora de la siesta. O irte a la biblioteca en semana de exámenes. Es decir: perezón.Gamusino. Es un animal que no existe, inventado, con el que se asustaba a los niños o, directamente, se les mandaba a buscar ejemplares para que le dejaran a uno en paz. Con perdón.Machuna. Mujer estéril. Muy sutil y respetuoso el adjetivo (modo ironía 'on').Zorrera. Cuando han fumado cinco personas en una habitación y no ha habido la ventilación precisa, lo que hay dentro es una zorrera que se puede cortar con un cuchillo. O sea, un humazo insoportable.Romana. Podría parecer una sujeta oriunda de Roma, pero no. Es un instrumento de metal con barras, bandejas y ganchos para pesar alimentos que todavía se puede ver en algún mercadillo. El sistema de medida es indescifrable para alguien que haya nacido a partir de 1980. Ni lo intentes.Regüeldo. Un eructo. No entremos en detalles.Jaspeado. Término complejo de entender. Te dicen que un jersey es jaspeado y será como no decirte nada. Debes saber que tendrá pintas, lo que tampoco aclara mucho las ideas.Zorros. No son los machos de las zorras. Se trata de una tiras de tela o piel unidas a un mango que se usaban para limpiar el polvo. ¿Te suena estar hecho unos zorros?Pegote. Es sinónimo de mucho. Una frase típica era 'Te quiero un pegote'. Algo así como mazo, otro gran 'palabro'

martes, 8 de mayo de 2018

La verdad de lo ocurrido entre Millán Astray y Unamuno

Lo que Unamuno nunca le dijo a Millán Astray
Un historiador salmantino refuta el relato oficial del famoso enfrentamiento del 12 de octubre de 1936 y documenta cómo se construyó el mito sobre el discurso del rector

SERGIO DEL MOLINO

Zaragoza El País, 8 MAY 2018 

“Este es el templo de la inteligencia y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho”. Según la historia que varias generaciones de españoles han aprendido, así terminó Miguel de Unamuno su interpelación al general José Millán Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936. Así se redimió el intelectual vasco de su apoyo a los golpistas, y así se convirtió en símbolo de la democracia contra la dictadura, la civilización contra la barbarie y el bien contra el mal. Cómo no emocionarse ante el sabio anciano encarándose contra la bestialidad del general mutilado. Sus palabras son parte de la mitología española, un evangelio de valentía cívica ante el que solo cabe aplaudir con reverencia.

Tal vez los más perspicaces han supuesto siempre que aquel discurso estaba embellecido y retocado para la posteridad. Ha habido biógrafos de Unamuno, como el matrimonio Rabaté, Colette y Jean-Claude, autores de una monografía monumental y canónica, que ya señalaron que el relato de los sucesos del paraninfo se tomaba “muchas libertades” y obedecía “a una voluntad de dramatizar los hechos con todos los ingredientes indispensables para su teatralización”. Los Rabaté identificaron al autor de esta versión popular, quitándole mucho crédito. Ahora, el historiador Severiano Delgado, bibliotecario de la Universidad de Salamanca, ha reconstruido paso a paso cómo se formó esta leyenda y ha dibujado una escena plausible de lo que realmente pudo suceder aquella mañana, basándose en los testimonios de quienes lo presenciaron.

Es imposible reconstruir las palabras de Unamuno porque, aunque el acto se retransmitió por la radio, el rector habló sin micrófono y no se registró su intervención, pero Delgado cree que se pueden acotar los temas que abordó y el tono en que los expuso a partir de tres testimonios presenciales publicados: el de Eugenio Vegas Latapié, dirigente de Renovación Española; el de José Pérez-López Villamil, psiquiatra de Millán Astray, y el de Esteban Madruga, vicerrector (este último, recogido por Emilio Salcedo, el primer biógrafo de Unamuno). Todos se alejan del relato inventado de Luis Portillo.

“MUERA LA INTELECTUALIDAD TRAIDORA”

Basándose en los pocos testigos del acto que escribieron su testimonio, Severiano Delgado ha reconstruido aquel 12 de octubre de 1936. Fue una mención de Unamuno a José Rizal, héroe de la independencia de Filipinas, lo que provocó la ira de Millán Astray, que era veterano de aquella guerra y no soportaba que se citase como ejemplo de hispanidad a quien consideraba un enemigo. “¡Muera la intelectualidad traidora!” fue lo que gritó, según Delgado, a lo que siguió un tumulto de voces entre las que destacó la del profesor Ramón Bermejo, que dijo: “Aquí estamos en la casa de la inteligencia”. Millán Astray zanjó el barullo ordenando a Unamuno que acompañara a la mujer de Franco, Carmen Polo, a la salida. No hubo réplica ni solemnidad, tampoco armas encañonando al rector. La reunión se disolvió entre gritos y fanfarronadas.

Estos testimonios permiten a Delgado afirmar que ni Millán Astray gritó “¡muera la inteligencia!” ni Unamuno le interpeló con prosodia y dignidad: “Fue un acto brutalmente banal, donde se dieron cuatro voces y se despidieron a la salida, un tumulto habitual en discursos y charlas de los años treinta, donde la gente se exaltaba con facilidad. Se ha exagerado muchísimo el dramatismo de lo que sucedió allí”, cuenta. Una posible prueba de que Unamuno no lo vivió como algo trascendente fue que, al terminar, siguió su rutina diaria y apareció por el casino para tomar café después de comer, como siempre. “Allí, algunos contertulios le insultaron y abuchearon —relata el historiador—, produciéndose una situación muy tirante, hasta que su hijo Rafael, avisado telefónicamente por alguien, se presentó en el casino para proteger a su padre y llevarlo a casa. En esos momentos es cuando, probablemente, Unamuno se dio cuenta de que el incidente del paraninfo había tenido más repercusión de la que él pensaba”.

Todo empezó, según Delgado (que lleva años investigando la figura de Unamuno en Salamanca), en 1941, un lustro después del incidente. Luis Portillo era un joven profesor de Salamanca que participó en la guerra en el bando republicano y se exilió en Londres. Había coincidido con Unamuno en la universidad, pero ya no estaba allí el 12 de octubre. Tuvo noticias de lo sucedido a través de la prensa francesa y de la republicana, que refirieron todo de oídas, sin ningún testimonio presencial. Desde enero de 1937 se hablaba de un enfrentamiento épico entre el filósofo y el fascista, en textos tan entusiastas como poco fiables. Mientras, en la prensa franquista, todo era silencio.

En 1941, Portillo colaboraba con el servicio exterior de la BBC, junto a otro español, Arturo Barea, y en contacto con un gran conocedor de España y muy sensible a la causa de los exiliados republicanos, George Orwell. Fue este último quien puso a ambos en contacto con el prestigioso crítico Cyril Connelly, quien a su vez les encargó dos relatos para la revista literaria que dirigía, Horizons. Barea entregó un capítulo de las memorias que estaba escribiendo (que titularía La forja de un rebelde), y Portillo compuso una narración ficticia del acto del 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de Salamanca. Ambas fueron traducidas al inglés por Ilse Barea, la mujer de Arturo. El texto de Portillo se titulaba Unamuno’s Last Lecture. “El relato tiene una clara intención literaria, no historiográfica”, explica Delgado. “Portillo no intenta describir objetivamente el acto del paraninfo, al que no asistió, sino hacer una recreación literaria destinada a subrayar la brutalidad de Millán Astray, con Unamuno en el papel del valiente que se atreve a enfrentarse al infame militar”.

Allí están todos los elementos canónicos: el discurso de Millán Astray con su “¡muera la inteligencia!”, la dignidad soberbia del sabio y la escenografía fascista y asfixiante (un retrato en sepia de Franco presidiendo la sala y el público gritando “España, una, grande y libre”).

“Portillo acomodó la escenografía a la imagen difundida por el cine y la prensa ya concluida la Guerra Civil. En realidad, el paraninfo no estaba presidido por un retrato sepia de Franco, quien había sido elegido jefe del Estado unos días antes, ni se dieron los que en el franquismo se llamaban los gritos de rigor. Y el discurso que Portillo puso en boca de Millán Astray es de su propia invención (de Portillo) de arriba abajo”.

El de Unamuno también es una invención, pero al menos está sostenida por lo que Portillo conocía del personaje, a quien había tratado y leído. Eran cosas que había dicho de alguna u otra forma en otros sitios. Por ejemplo, la frase de “venceréis pero no convenceréis”, que Unamuno pronunció en otras ocasiones y que debió de ser más o menos así: “Tenéis que tener en cuenta que vencer no es convencer y conquistar no es convertir”.

Aquel relato se publicó en una revista literaria, con clara intención literaria, destinada a un público muy minoritario, por lo que apenas nadie se enteró. Sin embargo, en 1953, Cyril Connolly lo volvió a publicar en una antología de los mejores artículos de Horizon, que se tituló The Golden Horizon. Un ejemplar de ese volumen cayó en manos de un joven investigador que estaba escribiendo una monografía sobre la Guerra Civil llamado Hugh Thomas. Su obra se tituló The Spanish Civil War (1961), y en ella incluyó el relato de Portillo prácticamente sin retocar, con retrato en sepia y gritos franquistas incluidos, tomándolo por una crónica veraz.

El libro de Thomas tuvo un éxito enorme, y a él se debe la popularización de la historia de Portillo como narración oficial. “Ese relato ha tenido como consecuencia que todavía en nuestros días se siga considerando el discurso de Unamuno escrito por Luis Portillo como palabras textuales del rector de Salamanca”, lamenta Delgado, quien cree que “es imposible reconstruir la literalidad del discurso pronunciado por Miguel de Unamuno”, en el que, según los testigos citados, el rector criticó que las mujeres salmantinas acudieran a los fusilamientos, entre otras cosas. “La prensa local salmantina del día siguiente no hizo más que vagas referencias a su intervención, aunque reprodujo con amplitud las del resto de los oradores”.

Toda la investigación de Severiano Delgado se basa en documentos digitalizados de acceso gratuito en bibliotecas y archivos, “por lo que cualquiera puede comprobarlo desde su casa”

domingo, 29 de abril de 2018

Blancanieves según la justicia española

Antonio del Moral, magistrado del Tribunal Supremo, participó en la tarde noche del martes en el teatro Liceo de Salamanca en una jornada sobre delitos económicos y responsabilidad penal de las empresas, organizada por Tormes Motor, cuya intervención concluyó con una singular interpretación del cuento de Blancanieves para ejemplificar cómo el exceso legislativo puede hacer que la vida diaria y acciones cotidianas terminen en la Justicia.

Y es que, analizando el popular cuento infantil, el cazador al que la madrastra encargó matar a Blancanieves para que no fuera la más bella del reino fue objeto del delito de inducción al asesinato. Finalmente, como no tuvo valor para hacerlo, la dejó huir y mató a un ciervo para llevar a la madrastra su corazón. Delitos contra la flora y la fauna según el Código Penal español actual.

Blancanieves huyó hasta encontrar una cabaña del bosque, delito contra la ordenación del territorio, pues estaba construida en suelo no urbanizado.

Además, la mera alusión a sus dueños en el título del cuento, enanitos, es peyorativa e indica un menosprecio, “personas de verticalidad limitada”, apostilló el juez para corregir la denominación.

La protagonista del cuento entró en la casa. Por tanto, incurriendo en un delito de allanamiento de morada. Sus inquillinos regresaban a casa cantando, a buen seguro, una canción por la que no pagaban el correspondiente canon a la Sociedad General de Autores de España (SGAE). Al escuchar la historia de Blancanieves se apiadaron de ella y le permitieran quedarse, eso sí, a cambio de realizar las tareas del hogar, como planchar, lavar, coser, hacer la comida, sin remuneración alguna ni contrato ni alta en la Seguridad Social, por tanto, un delito contra los derechos de los trabajadores.

La madrastra descubre que Blancanieves seguía viva y hace que caiga en un sueño profundo tras comer una manzana, delito contra la salud pública por envenenamiento. Letargo del que la protagonista del cuento despierta porque recibe el beso de un príncipe, que, con la ley en la mano, es un delito de agresión sexual al propasarse con una mujer privada de sentido.

Por tanto, de acuerdo al Código Penal, todos los protagonistas del cuento de Blancanieves tendrían cuentas pendientes con la Justicia y a buen seguro hubieran terminado en la cárcel.

martes, 24 de abril de 2018

La muerte de un comunero

Estaba escribiendo sobre una serie de cosas que pasaron a fines del siglo XVIII en el convento de las Terreras, pero el artículo sobre los comuneros de Marcelino y la celebración del día del libro me han impulsado a variar de tema y transcribirles una magnífica poesía desconocida de un escritor ciudarrealeño de comienzos del siglo XIX que fue el mejor periodista manchego de ese siglo, Félix Mejía (1776-1853). Cuando la descubrí me conmovió y sentí que era la mejor que se había escrito sobre el tema. El autor militaba en una sociedad secreta prodemocrática del Trienio Liberal (1820-1823) que tenía el nombre de Confederación de Caballeros Comuneros. Dedicó a Juan de Padilla este poema en un número triple de El Zurriago (67-68 y 69), [octubre] 1822, pp. 7-10:

A LA MUERTE DE JUAN DE PADILLA.

Victrix causa diis placuit, sed victa Catoni, Lucano, Farsalia.

“La causa de los vencedores plugo a los dioses, pero la de los vencidos plugo a Catón”.

Cúbrese el cielo y rompe horrisonante
el rayo su prisión; el ronco trueno
en los cóncavos montes se repite
con tremendo zumbar, áspero silbo
lanza el ábrego airado
y se estremece el orbe consternado.

Ruge el abismo y de su seno arroja
la desgracia y la muerte, y no a su aspecto
hace temblar al justo, que, inmutable,
sigue de la virtud que venerara
el sagrado sendero:
más fuerte el justo es que el orbe entero.

Ciñera España con la regia insignia
de un extranjero la ambiciosa frente,
y él, cual maligna sierpe que devora
al mismo incauto do encontrara abrigo,
ingrato maltratara
la nación que hasta el solio le elevara.

El capricho fue ley; a sus mandatos
tembló la humanidad. De oro sediento
la Iberia saqueó que so la grave
mole del duro trono estremecida,
opresa, quebrantada,
maldijo tarde su elección errada.

Y calló envilecida y ni un suspiro
osó exhalar. ¿Qué fuera de su esfuerzo,
de su antiguo valor? ¿Del gran Pelayo
los belicosos hijos sus cervices
así inclinan al yugo
que imponerles a un déspota le plugo?

Uno sólo se alzó. Sólo Padilla
de libertad el grito penetrante
osara al aire dar. Lo oyó el tirano
y en su solio tembló. Pálido tinte
vierte el miedo en su frente
y mil espectros en su opaca mente.

Empero, luego los rabiosos ojos
gira en torno de sí y a sus legiones
llama a lid fratricida. ¡Y hay soldados
que sostienen al monstruo que, insolente,
hace una befa impía
de un pueblo sin el cual nada sería!

Le obedecen y marchan. Truena el bronce
mil muertes arrojando y, al impulso
del acero español, sangre española
los campos enrojece y… ¡Oh destino!
¡Oh, patria desgraciada,
en Villalar por fin encadenada!

Atroz sonrisa al contemplar su triunfo
baña la faz del déspota ominoso.
Arde ya en sed de sangre. “Muera” –dice–
“el que rebelde a mi mandar se opuso,
y España en su exterminio
a respetar aprenda mi dominio”.

Dice y, bajas las cejas y reunidas,
sus pupilas ocultan. Blanca espuma
vierten los negros labios, humo arroja
por la abierta nariz, convulso tiembla,
le sofoca la ira:
sólo venganza el corazón respira.

Parte el héroe al suplicio. Débil lloro
lanzan los viles que lidiar no osaron.
Los venales traidores que vendieran
a su patria infeliz el pecho sienten
de horrenda angustia lleno,
y él, que marcha a morir, marcha sereno.

“¿Y qué yo he de temblar? ¿Será la muerte
la que pueda espantarme e impetrando
un indigno perdón ante las plantas
de mi opresor caeré? ¿Y él sonrïendo
mirará su victoria,
y mi flaqueza realzará su gloria?

¡Ah! No, nunca será. Tiembla el malvado,
pero no el inocente. Sea Padilla
fuerte en morir cual en lidiar lo fuera,
no se diga temió. Y más no admire
el orbe confundido
a Carlos vencedor que a mí vencido.

¿Será que pueda un bárbaro decreto
cubrir de infamia la virtud honrosa?
Me apellidan traidor, mas dondequiera
que exista un solo pecho de la patria
en amor inflamado,
será mi nombre sin cesar loado.”

Con tan dulce esperanza envanecido
a la muerte camina. Su cabeza
con majestad se alza, y en sus ojos
brilla un fuego de gloria. Firme el paso,
la presencia imponente,
virtud y honor respira solamente.

Parece que va al triunfo. El aparato
ve de su muerte sin temor. Tan sólo
con una tierna lágrima un suspiro
lanzara por su esposa; luego, ufano,
“Adiós” –dice– “Castilla”,
y ofrece el cuello a la feroz cuchilla.

Hay textos muy divertidos y profundos del autor manchego que no se conocen todavía; algunos, como ya descubrí en un artículo más o menos reciente, se esconden en los dos años en que redactó íntegramente el suplemento de El Eco del Comercio al volver de su exilio en Estados Unidos, Guatemala, México y Cuba. Conseguí hacerme con una colección completa de este suplemento que merecería una edición facsímil. Al menos para la historia de las letras manchegas, si es que tal cosa interesa a alguien. Es nuestro mejor escritor del siglo XIX, autor de dramas, obras históricas (la Vida de Fernando VII y los Retratos políticos de la revolución de España) y una de las primeras novelas históricas conocidas en español, el Jicotencal, publicada en Filadelfia en 1826.

lunes, 23 de abril de 2018

Endogamia universitaria

El remeidio es muy sencillo, tan sencillo que nunca ustedes lo verán ni siquiera mencionado y mucho menos en una ley. Que sea extremadamente difícil de demostrar es una cosa y otra que un tribunal decida, antes de iniciarse el concurso, que la plaza la obtenga el candidato de turno, cosa que sospechamos que pasa habitualmente ¡Es un delito como la copa de un pino! Pero aunque sea casi imposible de demostrar, ves los resultados y tienes más que sospechas. La solución es cambiar drástica mente las normas para esos concursos y se puede hacer por supuesto, que los tribunales sean objetivos. El primer paso es volver a las convocatorias nacionales y dejar a un lado los chiringuitos regionales. El sorteo de 3 de los miembros y la inclusión de miembros, presidente y secretario, de universidades extranjeras de muy reconocido prestigio, es un ejemplo y hablaríamos de otra cosa.

La endogamia en la universidad, al descubierto con el máster de Cifuentes
HUGO GARRIDO El Mundo, 23  ABR. 2018 07:11

Cristina Cifuentes, el pasado 4 de abril, en el Pleno de la Asamblea de Madrid convocado para dar explicaciones sobre su máster BERNARDO DÍAZ

El análisis de más de 40 concursos demuestra cómo catedráticos de Derecho Constitucional controlan desde hace años concursos de acceso en la UNED, Granada, Valencia y la URJC

«No es el caso Cristina Cifuentes, es el caso Universidad. Lo de Cifuentes sobresale porque es demasiado grosero, demasiado escandaloso, hasta el extremo de falsificar actas y cambiar calificaciones». Así valora la polémica que rodea a la presidenta madrileña Andrés Betancor, catedrático desde 2003 de Derecho Administrativo en la Universidad Pompeu Fabra. En 2012, Betancor decidió denunciar de forma pública las irregularidades que a su juicio se produjeron cuando optó a una plaza de catedrático, tres años atrás, en la Universidad Carlos III de Madrid. Semanas antes de que se celebrara aquel concurso, el presidente del tribunal le animó a desistir porque ese puesto ya tenía nombre: estaba reservado para un profesor de la casa. Aun así se presentó, con el resultado que le habían anticipado: la plaza fue para el hombre que ya trabajaba en el departamento que la sacaba a concurso.El suyo no es un caso aislado. «La clave está en la composición de las comisiones, el tribunal que juzga el acceso», advierte Betancor, al tiempo que habla de «corrupción» para referirse al sistema de selección de funcionarios (profesores titulares y catedráticos) en las universidades públicas españolas.

ÁNGEL NAVARRETE

El análisis de El MUNDO de más de 40 procesos de selección revela cómo una serie de catedráticos, junto a otros de la universidad que convoca la plaza, ocupan la mayoría de los puestos en los tribunales de acceso a catedráticos del Área de Derecho Constitucional en las universidades de Valencia, Granada, Rey Juan Carlos (Madrid) y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Una muestra clara de uno de los grandes males que se atribuyen a la universidad española: la endogamia.«Cada cual elige cómo defenderse y he decidido no hacer declaraciones a ningún medio». Al otro lado del teléfono, la catedrática de Derecho Constitucional en la Universidad de SalamancaÁngela Figueruelo se niega a explicar su vinculación con Enrique Álvarez Conde, suspendido hace unos días como director del Instituto de Derecho Público de la Universidad Rey Juan Carlos, el centro en el que Cristina Cifuentes obtuvo un título de máster. La firma de Figueruelo es una de las cinco que habrían sido falsificadas en las actas de convalidación de tres asignaturas de Cifuentes, según publicó eldiario.es. La catedrática sí afirma a EL MUNDO haber «emprendido las acciones legales oportunas», sin dar más detalles.

Por qué triunfan las universidades que no contratan a sus alumnos

Tribunales a medida

Después de más de dos décadas como profesora titular, en 2010, Ángela Figueruelo decidió postularse para la cátedra de Derecho Constitucional que convocó la universidad salmantina. Ganó el concurso. Entre los cinco miembros del comité de acceso, presidido por Enrique Álvarez Conde, se encontraban los catedráticos de la Universidad de Granada Gregorio Cámara (diputado en el Congreso por el PSOE desde 2015) y Francisco Balaguer Callejón, y la de la UNED Yolanda Gómez Sánchez. Meses antes, la Universidad Miguel Hernández, en Elche (Alicante), anunciaba una plaza de profesora titular, que obtuvoRosario Tur Ausina, compañera sentimental de Álvarez Conde, miembro de aquel tribunal, como lo fue del que en 2017 la seleccionó para un puesto de catedrática en el mismo centro. El nombre de Ángela Figueruelo aparece en los dos procesos.

De izquierda a derecha: Ángela Figueruelo, Rosario Tur y Enrique Álvarez junto a Alicia López de los Mozos, Alfredo Allué y Lauro Nuño. Integraban el tribunal que hace unos meses concedió la plaza de profesora titular en la URJC a López de los Mozos

Gabriel Doménech, profesor titular de Derecho administrativo en la Universidad de Valencia, se muestra muy crítico con el sistema de selección de profesorado: «Funciona en dos fases. La primera, de filtro, en la que una agencia nacional (la ANECA) acredita que los profesores cumplen unos requisitos mínimos. A partir de ahí, mandan los departamentos de las universidades, y en la mayoría de los casos acaba ganando el candidato de la casa porque es el que elige al tribunal. La publicación en el BOE es mera formalidad».Sobre el papel, cada centro anuncia las convocatorias en el BOE, donde se incluyen las bases y el nombre de los profesores que formarán las comisiones de acceso: 5 miembros titulares y 5 suplentes que evalúan y seleccionan al candidato que luego nombrará el rector. Constituido el tribunal, este es el que fija los criterios de evaluación en un concurso basado en el mérito y capacidad de los participantes. Eso sobre el papel. La realidad parece otra.El departamento de González-Trevijano y Álvarez CondePedro González-Trevijano -rector de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) entre 2002 y 2013, hasta que fue nombrado magistrado del Tribunal Constitucionala propuesta del Gobierno de Rajoy- y Enrique Álvarez Conde fueron los primeros catedráticos del Área de Derecho Constitucional de la URJC. Hoy, les acompañan otros tres hombres, que ya formaban parte del departamento cuando se convocaron los concursos por los que consiguieron la cátedra. En los tres procedimientos, González-Trevijano presidió la comisión de acceso y Álvarez Conde fue secretario o vocal titular. Coincidieron con Yolanda Gómez Sánchez (UNED), que formó parte de la lista de miembros titulares o suplentes de los tres tribunales. EL MUNDO ha intentado contactar con Álvarez Conde, sin respuesta hasta el momento.

Los catedráticos de la URJC

Enrique Arnaldo Alcubilla

Vocal del CGPJ entre 1996 y 2001, ocupó la presidencia del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) hasta primeros de año. Fue nombrado durante el mandato que Miguel Cardenal -catedrático en la Rey Juan Carlos- estuvo al frente del Consejo Superior de Deportes (CSD). Aparece en las escuchas a Ignacio González en la Operación Lezo, con el que comenta supuestas maniobras dentro de la Fiscalía General, tal y como publicó La Sexta

José Manuel Vera Santos

González-Trevijano, Álvarez Conde, Yolanda Gómez y Remedio Sánchez Férriz (Universidad de Valencia) ocuparon 4 de los 5 puestos de su comisión de acceso.

David Ortega Pérez

Portavoz de UPyD en el Ayuntamiento de Madrid en la legislatura 2011-2015, accedió a la cátedra en el año 2012. Entre los cinco titulares del tribunal estaban González-Trevijano, Álvarez-Conde, Vera Santos y Yolanda Gómez

Las conexión con la UNEDEl de Yolanda Gómez Sánchez es otro caso paradigmático. Antes de adquirir la condición de catedrática en la UNEDlo hizo en la Universidad de Valencia (UV), en 2002. Dos concursos en centros diferentes en los que repiten tres de los cinco integrantes de la comisión titular: Remedio Sánchez Férriz, de la UV; Teresa Freixes, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y el ya mencionado Gregorio Cámara, de la Universidad de Granada. Una cuarta persona aparece en las dos convocatorias, en una de ellas como suplente: María Luisa Balaguer Callejón, magistrada del Constitucional desde 2017 a propuesta del PSOE y hermana del ya citado Francisco Balaguer Callejón, compañero de departamento de Gregorio Cámara en Granada. Puestos en contacto con Yolanda Álvarez, la profesora no ha respondido a EL MUNDO.

Otra convocatoria de la UNED, en 2016, volvió a reunir caras conocidas. Carlos Vidal Prado, profesor titular en el mismo departamento que Yolanda Gómez, fue nombrado catedrático en un concurso en el que fue el único aspirante y cuya comisión titular la integraban la propia Gómez, Teresa Freixes o Pedro González-Trevijano. Entre los suplentes, Enrique Álvarez Conde, María Luisa Balaguer y Ángela Figueruelo.

Carlos Vidal y Figueruelo volverían a encontrarse un año más tarde, tras ser designados a propuesta de PP y PSOE, respectivamente, como dos de los cinco vocales de la Junta Electoral Central (JEC) nombrados por el Congreso de los Diputados. El candidato de Ciudadanos fue Andrés Betancor. El puesto se retribuye con algo más de 3.300 euros trimestrales a los que se suman 150,25 euros en concepto de dietas por cada sesión, según ha confirmado a El Mundo la JEC.
La familia Freixes en la Autónoma de Barcelona
La catedrática de la Universidad Autónoma de Barcelona Teresa Freixes comparte departamentocon su hija, Nuria Saura Freixes, que trabaja como profesora asociada a tiempo parcial, según consta en la página web.

Además de participar en los dos tribunales de acceso a la cátedra de Yolanda Gómez Sánchez, la vinculación del apellido Freixes con Gómez Sánchez salta entre generaciones: la catedrática de la UNED fue la directora de tesis de Nuria Saura.

Un indicador para medir la endogamia en la universidad es el de profesores que trabajan en la misma institución en la que obtuvieron el doctorado, título necesario para ascender en la carrera académica como docente. El Ministerio de Educación situaba el dato en el 69,8 % para el curso 2014-15, último con información disponible.

Todo queda en casa

En la Universidad de Granada, Francisco Balaguer Callejón supervisó muy de cerca la carrera de sus dos compañeros de departamento Antonio Montilla y José María Porras. Dirigió sus tesis doctorales, presidió los tribunales que les otorgaron las plazas de profesores titulares y estuvo presente en las comisiones de acceso que les dieron las cátedras. En las convocatorias de Montilla, primero para catedrático en Extremadura y tres años más tarde en Granada, el 60 % de los integrantes de las comisiones fueron los mismos. Puestos en contacto con Francisco Balaguer y Antonio Montilla, los profesores no han contestado a EL MUNDO.

El caso de la plaza desierta en Extremadura

Extremadura. Año 2004

La universidad extremeña convoca una plaza que, sorpresivamente, no termina en manos de un profesor local. José Antonio Montilla Martos, profesor titular de Derecho Constitucional en Granada, consigue la cátedra.

Granada. Mayo de 2007

La universidad andaluza publica un puesto para catedrático en el departamento que Montilla Martos abandonó tres años antes. ¿El resultado? José Antonio Montilla vuelve a casa.

Extremadura. Noviembre de 2007

La universidad tiene que cubrir la vacante que deja Montilla. En la comisión de acceso no hay un solo profesor del centro extremeño. Entre los miembros titulares aparecen el propio José Antonio Montilla y sus compañeros en Granada, Gregorio Cámara y Francisco Balaguer, además de Teresa Freixes.

Al mismo tiempo, José María Porras, que ha hecho toda su carrera académico en paralelo a Montilla, sigue sin plaza de catedrático. A finales de abril de 2008, la Universidad de Extremadura anuncia que la plaza queda desierta "no habiendo concurrido ningún candidato".

Granada. Marzo de 2008

Un mes antes de que se conociera el desenlace de la convocatoria extremeña, Granada aprueba otro concurso para catedrático. ¿Quién ganó? José María Porras. La composición de la comisión de acceso titular es idéntica a la de Extremadura. Entre los cinco suplentes repiten los profesores del País Vasco Miguel Ángel García Herrera y Alberto López Basaguren, además de María Luisa Balaguer, de Málaga.

La dinámica se repite en el Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia (UV), donde es catedrática Remedio Sánchez Férriz. Allí trabajó Enrique Álvarez Conde antes de ir a la Rey Juan Carlos.Tribunales de las características ya descritas han otorgado en los últimos años la cátedra en Derecho Constitucional a al menos cinco profesores titulares del departamento.El pasado verano, la UV sacó tres puestos al mismo tiempo. Los tres terminaron en manos de profesores titulares del departamento. Son los casos de Carlos Flores y Lorenzo Cotino -miembros del Consejo de Transparencia de la Comunidad Valenciana, a propuesta de PP y Ciudadanos, respectivamente- o de Vicente Garrido Mayol, que tuteló la tesis doctoral del expresidente de la Generalitat Valenciana Francisco Camps.

miércoles, 18 de abril de 2018

Los clientes más odiosos para los camareros

LOS CLIENTES QUE MÁS ODIAN LOS CAMAREROS
Pelmazos. Déspotas. Babosos. Enfermos con el culo al aire. Varios camareros hablan de los peores clientes que han tenido que soportar, y sus anécdotas son oro puro.

A estos señores en algún momento les van a tocar las comandas. 

MIGUEL ÁNGEL PALOMO  18/04/2018 - 08:03 CEST

“Jefe, ¿y mi cafelito?”. “¡Oye, pollo, la cuenta!” Cuando hay que insultar a España, se nos reduce a un país de camareros, pero uno de los gremios más desprestigiados aguanta estoico el peso de la rutina diaria. El primer carajillo del día, la comunión de la niña, el desfase nocturno, la comida de empresa, la despedida de soltero. El horror. Detrás de cada representación de esparcimiento hay un camarero sudando la gota gorda. Y frente a él, un cliente: el plasta, el borrachuzo, el intenso, el agonías, el gritón, el indeciso, el impaciente, el grosero y hasta el ladrón.

Si no reparamos en nuestra actitud como clientes, tampoco en la santa paciencia que estos currelas acumulan, en las toneladas de bilis que tragan o en el equilibrismo circense que demuestran al desfilar con una bandeja a pulso llena de peligros. Lidian con jornadas interminables, les obligan a veces a cobrar en negro y, de premio, han de memorizar comandas imposibles y sufrir la liberación ociosa del cuñadismo. Nos olvidamos de que trabajar en un chiringuito de playa equivale a muchos másteres de Cifuentes y derretirse con la pajarita anudada convalida una tesis doctoral en antropología cañí, donde la firma en el aire para pedir la cuenta es la marca del zorro del biotipo español.

Caballeros adormilados y argentinas que se embadurnan la cara con jamón. Chalados con el culo al aire y tuppers de pil-pil en la disco. Hasta fiestas salvajes de swingers, aunque esa sea una historia bajo secreto de sumario. Nos quejamos mucho de los camareros; que si no son profesionales, que si son bordes. Pero ¿cómo somos los que permanecemos al otro lado de la barra? Ellos nos retratan con su testimonio: necesitan desahogarse, porque el cliente no siempre tiene la razón.

El cliente plasta/impaciente/insufrible vs listillo

“Con los clientes pesados desarrollas un filtro que te permite apagar la frecuencia en la que emiten para centrarte en tu trabajo mientras contestas amable y mecánicamente con monosílabos”, se arranca Carmelo, un joven aunque ya experto camarero de un bar de tapeo del madrileño barrio de Conde Duque.

La tralla de 30 años como camarero, 24 de ellos dentro de uno de los locales imprescindibles en la noche bilbaína, explica el expediente de alguien como Íñigo que lo ha visto casi todo y que se las sabe todas. Sin el casi. “No soporto al impaciente. Es muy típico el que te dice que lleva media hora y acaba de llegar”, dispara Íñigo, que reconoce detectar a este tipo de listillo “a kilómetros”. El responsable del bar admite que “normalmente los camareros sabemos quién va a intentar irse sin pagar. Lo lleva escrito. Por su lenguaje corporal está diciendo te la voy a liar. Los fines de semana fuerzas para que te paguen al instante porque hay un tipo de cliente que parece estar mirando a la luna”. A Íñigo también le irrita el cagaprisas: “Podría entender más impaciencia en un sitio de menú del día, pero si vas a pasar la noche en el bar… ¿Qué prisa tienes?”; y los pesados: “Los que creen que en el precio está incluido el camarero psicólogo, los que te dan la chapa y tú te tienes que aguantar”. El plasta de diván, un clásico.

Una versión alternativa del cliente fatigoso es con la que suele lidiar Óscar, desde los 16 años trabajando en el restaurante familiar, en una localidad playera del norte del país, y hoy ya propietario. Por su cercanía con un hospital, al restaurante “vienen muchos médicos que son un poco altivos. Siempre tienen prisa y quieren que les atiendas rápido”, nos pone en antecedentes. “Y luego se tiran cuatro horas hablando en la mesa y quieren que les saques chupitos”, sentencia Óscar algo amargado.


"No soy fan de oír lo que la gente tiene que decir". EZGIF.COM
El cliente tostado

“Un día abro el bar a las diez de la mañana y se me cuela un tío todo pedo”, da comienzo a su vibrante relato una camarera de un bar de Alonso Martínez, en Madrid. “Como soy tan buena, le serví lo que me pidió, creo que un whisky, y se puso a darme la chapa. El pavo era un faltoso. Empezó a decir bobadas”, recuerda. “Me dijo: ‘¿No crees que el papel de las camareras es el de dar coba al cliente?’ Yo le dije que no pero él soltó: ‘pues haberte dedicado a otra cosa’. Ahí ya fue cuando le dije que se pirara”.

No quedó ahí la cosa: “Lejos de hacerlo se acomodó en una mesa. Entonces amenacé con llamar a la policía, pero al tío le daba igual. Al final me vio bastante cabreada y se piró”. Un valiente, “un tonto”, en su retrato robot de este cliente que no pasaría de los treinta y pico. “El tío ya me estaba tocando la vaina como mujer”, continúa, “además de como persona. Estábamos solos en el bar y se me subió a la chepa.”

Es su peor vez, aunque no la primera: “Nada más abrir la gente ya quiere entrar en el bar. Me preguntan: ‘Oye, ¿ponéis música y servís?’ No sirvo alcohol hasta una hora para que no se metan los del after”, puntualiza. Otro trance de dudoso gusto fue con “un cliente que ya había venido el día anterior. Me había quedado con su cara, era como raruno. Estaba sin dormir o algo así, y me pidió vino. Se sentó y el tío se quedaba sopa. ¡Por la mañana!”, grita la pobre sin dar crédito. “Yo le decía: ‘Perdona, es que te estás quedando dormido’. Da una imagen bastante chunga. Y él: ‘Sí, lo siento’. Fui como tres veces a decírselo. La última me dijo: ‘Ay, es que se está tan a gusto aquí, con la musiquita… Si ves que me duermo, vienes y me lo dices’. Otro le hubiera echado, pero yo aguanté el chaparrón. Tampoco me estaba faltando al respeto”, acaba reconociendo.

Menos desagradable fue para Carmelo la siguiente situación kafkiana: “Tuve que convencer a un cliente, que llevaba una merluza importante, de que ya me había pagado y que no hacía falta que me diese otros 500 euros. Casi una hora enseñándole el recibo de la tarjeta con su propia firma y que él no reconocía. Cada mes te pasan de media dos bizarradas parecidas”.


El gorila que lo quiere todo 
El cliente provecto

También el restaurante de Óscar se nutre de “gente mayor que se ha pasado el día con su familiar en el hospital y te quieren contar su vida”. Retrata así a esa tercera edad que “por el mero hecho de ser mayor piensa que tiene derecho a todo”. Pone un ejemplo ilustrativo: “Un señor que ya conozco y con el que tengo mucha paciencia estaba comiendo en una mesa y me llama:

– Oye, tú, ¡capullo! Este rabo estofado es el más rico que me he comido en mi vida. ¿Me puedes poner lo que sobra para llevar?

– Claro, pero ¿por eso me tiene que llamar capullo? ¿Era necesario?” El perfil mezcla edad vetusta y espíritu impertinente, véase a continuación.

El cliente faltón

Al actual responsable de la restauración de un grupo hotelero en Granada, con otros 4 años más de experiencia en un hotel de lujo en Ibiza, casi tuvimos que taparle la boca. “Los peores son los maleducados”, arremete José sin esperar a los preliminares. Una última “movida” en la que unas chicas reservaron un cumpleaños en el restaurante y le “montaron un pollo que no veas”, le sirve para defender que “el cliente muchas veces no lleva la razón”.

A tumba abierta, rememora alguna jugarreta sonada. “En Ibiza tuvimos un grupo de 300 judíos franceses celebrando la Semana Santa judía y fue la peor experiencia de mi vida laboral”, nos cuenta. “Las personas más maleducadas, exigentes y sinvergüenzas que te puedes echar a la cara. Te dan ganas de pelearte con el cliente: usted me revienta, yo le reviento… Alucinante”. Glups. José sigue con aquel infierno: “Tiraban los cubiertos al suelo para que los recogiéramos, como si fuéramos sus esclavos. Lo camareros hicimos un motín en mitad del restaurante para no servirles nada más hasta que la organización nos pidió perdón”.

“Aquí gozamos de un 95% de clientela de calidad”, nos cuenta al otro lado de la barra un camarero venezolano. Nótese que gradúa al público como lo haría con sus pócimas alcohólicas en un bar que prepara sus propios macerados. “No tenemos gente pesada, tenemos muy buenos clientes”, continúa con la sana publicidad. Habrá que quedarse entonces con el 5% restante. ¿Qué es lo que más odias de un cliente?, ataco. “Más que la indecisión, es la forma de hablar”, nos dice. Venden un tipo de alcohol distinto y al explicar de qué se trata “ese 5% suele ser un poco arrogante”. ¿En plan yo sé más que tú?, pregunto. “¡Sí!”, responde conciso. Bingo, nos suena de algo esa gente.

“Tengo un restaurante de menú y doy con gente que se las da de millonario”, nos cuenta Óscar. “El típico que te da palmaditas o que te chista, gente muy maleducada que luego resulta ser la más miserable. Gente que te pide que le hagas descuento por cualquier razón. Y si no, se lleva las naranjas, las manzanas o las botellas de agua”. A José le silban no por piropearle sino para pedirle la cuenta. “Yo me acerco educadamente”, recrea el camarero andaluz, “y le digo: disculpe caballero, no veo ningún perro por aquí”.

El cliente guiri

Además de explicarnos la extraña manera de pedir la cuenta que tienen los japoneses, “haciendo una cruz con los dedos”, al tirar de anecdotario profesional Carmelo se acuerda de una clienta argentina “a la que le habían dicho que la grasa del jamón era buena para la piel, por lo que se frotó una ración de jamón ibérico por los brazos y la cara ante la atónita mirada del personal del bar”. Un testimonio espeluznante que merecería sin duda engrosar asimismo la categoría de cliente rarito.

Sin embargo, si para la joven camarera de Alonso Martínez, la “gente borde, desagradable y maleducada es el pan de cada día”, coincide con el camarero venezolano en su análisis del cliente español, al que según él le falta “un poquito a la hora de pedir por favor, dar las gracias, entrar y decir buenos días, buenas tardes”.

 El cliente rencoroso y cibernauta

Nuestro Óscar no evita tocar un tema espinoso: TripAdvisor. “Un señor me había reservado una mesa en pleno verano, un sábado a las tres. Eran las tres menos cinco y el señor muy nervioso. A las tres y tres minutos tenía la mesa lista, pero con sus santos cojones me puso en TripAdvisor un pésimo como una catedral. Tiempo después, el hombre volvió. Me dijo que lo sentía, que se había equivocado. Pero con sus santos cojones no rectificó en TripAdvisor”, concluye demostrando que lo tiene superado. “Otro vino con una familia de ocho personas sin reserva en pleno verano”, prosigue un Óscar lanzado. “Les hice esperar un poco, obviamente, pero les puse una mesa y quedaron todos encantados. Menos este tocahuevos que me plantó una nota negativa en Tripadvisor diciendo que no iba a volver. La familia sigue viniendo y él también. Sé que es él, pero no le he dicho nada”, revela resignado.

“Tienes que tragar ahora con demasiadas cosas para no recibir una mala crítica”, admite. “Te dicen que has tardado más de la cuenta, que no les gusta como está decorado el local, que el papel del baño les raspa el culo. Me parece injustísimo”, se queja Óscar antes de brindarnos el extra de un bonito simpa: “Un matrimonio se levantó, dijeron que se iban a fumar un cigarro y se piraron”.

El cliente rarito

“Das con cada loco que alucinas”, conviene el mismo Óscar. “Me ha llegado a salir un tipo del hospital con la bata y el culo al aire a tomarse chupitos porque le iban a dar una mala noticia y venir luego a buscarle los enfermeros”.

El pozo inagotable de batallitas que es José comparte su recuerdo más álgido. “Lo más gracioso que me ha pasado fue en Ibiza cuando tuvimos a un grupo de 400 swingers”, recuerda divertido. Ante mi estupor por la impresionante cifra y mi consiguiente avidez de detalles, José sólo nos contó que “un hombre se acercó a la barra a pedir un cóctel fuerte porque su mujer se estaba cepillando a otro enfrente de él”. Mal de Amores, se llamaba el cóctel. Un contrato de confidencialidad le impide hacer más sangre de aquello.

El cliente comidista

Un bar como el de Íñigo ha visto pasar varias generaciones de clientes fieles, por lo que su anecdotario tiene mucho de inconfesable. Para compensar nos regala un par de chascarrillos que rebosan espíritu 100% Comidista. “Las cosas gastronómicas más raras que nos hemos encontrado en el bar…”, anticipa. “¡A una señora se le cayó un tupper con bacalao al pil-pil a las cinco de la mañana!”, clama todavía pasmado. Cosas de Bilbao. “Hace un par de semanas a una señora”, otra distinta, suponemos, “se le cayó una botella de aceite de oliva. Imagina la que lías en un bar, ¡cómo patina!” La gente viene a tu bar con cosas muy raras, hacemos ver a Íñigo. “Sí, ese es el rollo”, y se parte la caja. “Y un tío, del que nunca supimos nada”, insiste a modo de colofón, “se dejó una paella de metro y medio de diámetro. Nunca volvió. Vendría de un txoko, iría muy pedo, no sé… ¿Por qué vas con una paella de metro y medio? En aquella época no debíamos tener portero”, apunta intentando hacer memoria. Está claro: la noche es infinita. Y más en Bilbao.