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lunes, 21 de noviembre de 2016

Sin Tapujos. Artículo de Marcelino Lastra

Marcelino Lastra, "Sin tapujos", en Miciudadreal, 21 noviembre, 2016:

Estoy sentado frente a una de las personas más irrelevantes de Ciudad Real. Alguien a quien la sociedad no sabe cómo quitarse de encima cuando lo ve acercarse. Me he cruzado con él infinidad de veces, y detenido unas pocas a intercambiar alguna que otra palabra. Viste limpio; nunca he sentido en su presencia un ápice de mal olor, lo cual es de mucho mérito ya que tiene por hogar la calle y por dormitorio el recinto de cualquier cajero automático.

marcelino-lastra-Tengo mucha hambre- fueron las primeras palabras de nuestro último encuentro, esta vez en la plaza Mayor. Lo invité a entrar en algún sitio a comer algo. Una vez en la mesa le pregunté si le importaría hablarme sobre su situación, su vida, de cómo había llegado a ese punto.

-No, no me importa, siempre y cuando respetes mi anonimato –respondió.

No se llama Sergio, aunque utilizaré este nombre para respetar su voluntad.

-No hay día que no piense en suicidarme. La calle te mata lentamente y lo peor es que lo ves venir.

Un cimbronazo me sacudió el cuerpo. Fui incapaz de articular palabra, de continuar con naturalidad la incipiente conversación. Le hice un gesto de que comiera con calma. En realidad, era una estratagema para sobreponerme. Sergio me lanzó la frase demoledora con toda serenidad, como un ser humano consciente de estar al límite. Fue a mí a quien se le vino el mundo encima. Era yo el que necesitaba la calma.

-Tenía un año cuando mi padre murió, no lo conocí, sufrió un accidente mientras trabajaba. Vivíamos en la barriada de Vista Alegre ¿Sabes cuál te digo? –me preguntó, dando la impresión de esperar una respuesta afirmativa.

-No soy de aquí, Sergio. No tengo ni idea –le respondí.

-Ya no existe. Estaba frente al cementerio. Hoy es un descampado para aparcar coches. Éramos tres hermanos. Mi madre no podía mantenernos y tuvo que llevarnos a la Casa-cuna. Allí me crié hasta cumplir la edad para ir al colegio, lo que significó el retorno a un lugar desconocido para mí.

A su regreso le recibió un hogar roto. Una madre arisca, probablemente sobrepasada por una situación que le venía grande y un hermano mayor –niño también, en cualquier caso- ejerciendo de padre, un oficio que sin duda le venía igualmente enorme a juzgar por las palizas que le propinaba. Por su comportamiento problemático, los hermanos fueron expulsados antes de terminar sus estudios escolares. Sergio no es analfabeto, pero lee y escribe con dificultad.

Comenzó a trabajar de camionero, se casó, tuvo hijos. Realizaba viajes largos, regresando a casa cada dos semanas. Cuando Vista Alegre fue demolido la familia recibió una vivienda social. Así transcurrieron cerca de veinte años hasta que, a la vuelta del que sería su último viaje como camionero, su esposa le contó que un hombre había querido violarla en su ausencia. Se trataba de un íntimo amigo de Sergio. Fue a su encuentro y lo apuñaló en medio de una pelea para vengar la afrenta a su mujer y la traición a una amistad profunda. Pagó con nueve años de cárcel por intento de homicidio. A su salida ya no conseguiría ningún empleo. Al cabo de cierto tiempo su esposa comenzó una nueva relación y le pidió el divorcio. El domicilio familiar fue asignado a su cónyuge. Sergio vivió de alquiler hasta agotarse las últimas ayudas sociales. Se enteró que su exmujer convivía con su pareja y el antiguo piso familiar estaba cerrado. Pidió poder habitarlo para no estar en la calle. Una abogada de oficio le dijo que no podía hacer nada ya que como titular del inmueble sólo aparecía registrada su anterior esposa. Desconoce cómo pudo suceder esto.

Lleva tres años en la calle. Mientras compartía el habitáculo de un cajero automático con otra persona, unos desconocidos entraron, le rompieron una costilla y orinaron  a su compañero.

A nadie la interesa la situación de Sergio ni de los otros “sergios” de nuestra ciudad. No hay que sentirse muy compungidos por ello, al fin y al cabo ¿conoce alguien algún lugar en el mundo donde no suceda lo mismo? Los “sergios” estorban, molestan. Da igual que no huelan. Su mera presencia es un incordio, y lo es porque estamos enfermos de inhumanidad.

Pero es lo que se lleva. Los sofistas modernos han secuestrado nuestra forma de pensar. Sí, los sofistas, aquellos con los que se enfrentaba Sócrates en la antigua Grecia. Aquellos que no buscaban la verdad sino imponer su opinión aún recurriendo a retorcer al límite la realidad de las cosas, cuando no a manipularla y falsearla. Sí, los sofistas, los que hicieron que Sócrates fuera condenado a muerte tomando de sus propias manos la cicuta asesina. Sí, los sofistas, los que al imponer el imperio de la opinión frente al de la verdad pusieron las bases del declive griego ¿No nos resulta familiar?

¿Existe alguna persona más expuesta a todo, a todo lo malo y peligroso de la vida? ¿Alguien más vulnerable -por utilizar un término muy de moda-  que quien no tenga un techo, bajo el que cobijarse, y un plato que llevarse a la boca? No, no lo hay. Entonces, ¿por qué sucede? Es más ¿por qué lo permitimos? Más, todavía ¿por qué les perdonamos la vida cada vez que se acercan a nosotros, endurecemos la mirada – cuando no miramos a otro lado- y nos resistimos a ayudarles con una mísera moneda?

Un compañero de Sergio me recordaba la conversación de un grupo de amigos en una terraza este pasado verano.

-Criticaban con vehemencia la política del gobierno con los refugiados, cuando me acerqué a pedirles una limosna. La mayoría siguió hablando sin ni siquiera mirarme aunque fuera por pura educación, no digo ya por compasión. Si no son capaces de darme ni una moneda de 10 céntimos, ni de ayudarme a tener dónde dormir o a llevarme a la boca algo de comer, ¿qué pretenden con los refugiados? Yo no tengo nada en su contra, pero no dejo de preguntarme ¿qué ven en ellos que no vean en nosotros? ¿Acaso las calamidades que nos han expulsado a la calle no son dignas de tener en cuenta? Deberían vivir en carne propia lo que es sentir que nadie te mire, que todos te esquiven, que traten de desentenderse de ti como si fueras un apestado ¿Puede haber algo peor? Quizá la muerte, y recalco lo de quizás.

¿Qué podemos hacer? ¡Por favor, ayúdanos a salir de esta situación! ¡No nos olvides! – me pidió con los labios e imploró con la mirada.

-No lo haré –respondí en primera persona del singular; quiero pensar, quiero ensoñar, que en realidad lo hice en primera persona, sí, pero del plural. Si esto no nos concierne a todos, ¿qué otra cosa podría hacerlo?

Han tratado de convencernos –y en gran parte lo han conseguido- que la caridad cristiana era hipócrita y debía ser sustituida por la solidaridad. No quiero profundizar hoy sobre los sofismas que suelen respaldar tal afirmación. Sólo diré que a nuestros “sergios” los hemos  instalado mentalmente en tierra de nadie. De tanto creernos el buen funcionamiento de esa supuesta solidaridad hemos arrancado el espíritu caritativo natural de las personas. Hoy, los “sergios” de Ciudad Real carecen de lo uno y lo otro, están absolutamente abandonados a su suerte. Y no hará falta insistir que de continuar por este camino los estaremos condenando al cadalso de la calle. Porque en su caso, la calle es su garrote vil. Y si aceptamos su destino con los brazos cruzados seremos cómplices, cuando no inductores, de una palabra que prefiero no mencionar, pues tengo esperanza de que nuestra cualidad humana nos hará reaccionar a tiempo.

Debemos acabar con la mendicidad en Ciudad Real. No es una cuestión práctica ni estética. Tenemos que hacerlo porque sí. Es una de esas cosas que no necesitan discusión, por eso se las llama imperativos categóricos. Claro que a los sofistas modernos les encantaría argumentar y contra argumentar para convertir nuestra alma en un torbellino de confusión con el fin de paralizarnos. Es su arma favorita de ingeniería social. No se lo podemos permitir.

Sigo sentado frente a él. Le noto inquieto mirando al reloj.

-No hay prisa, disfruta un poco de este momento – le dije inocentemente.

-No puedo perder tiempo, tengo que volver a trabajar a ver si saco algo para la cena -. Y nos fuimos. Sergio aceleró enseguida el paso. Se notaba que tenía prisa por evitar que la noche del invierno lo cogiera por sorpresa.

Tenemos que actuar. No podemos permitir que seres humanos como nosotros sean tratados peor que las mascotas de nuestras casas y con menos amor que los peluches de los niños.

En el artículo del próximo lunes hablaré de ello. De cómo pasar a la acción y tratar de dar luz a la nube negra que hemos creado entre todos al consentir y “normalizar” la existencia de los “sergios” de nuestra ciudad.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Algo de lo que pasa

Antonio Fernández Reymonde, "Democracia infeliz", en Miciudadreal, 15 noviembre, 2016:

No recuerdo que jamás se hayan reunido con tanta urgencia los ministros de asuntos exteriores de la Unión Europea para debatir su futuro, a raíz de la elección de un presidente en EEUU, como ha sucedido ahora con Donald Trump. Así pues, la alerta internacional no es ficticia.

La ciudadanía europea puede afirmar – muy socráticamente – que solo sabe que no sabe nada, porque en la habitual ceremonia de la confusión, no hay certeza de que las informaciones que nos llegan sean ciertas o completas, sencillas o complejas. No es lo mismo verosímil que verídico; y así, con relatos tejidos con medias verdades, “políticamente correctos”, estamos a merced del poder… aunque aquí sí que creo que habría que decir con propiedad “los poderes”, los ejecutivos, legislativos y fácticos de toda especie. Por ejemplo, a pesar de presumir de tener unas instituciones europeas respetuosas con sus ciudadanos – y dejémoslo ahí, no es necesario ahondar en la herida – apenas sabemos nada del TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones) porque los eurodiputados tenían absolutamente prohibido revelar ningún aspecto de las negociaciones secretas. Bien, pues estos mismos poderes europeos están preocupados por las decisiones que vaya a tomar Trump cuando sea presidente, y que se vislumbran en las personas que ya se anuncian para ocupar puestos clave en su organigrama.

Desde el día 9 de noviembre, las noticias y opiniones sobre la victoria de Trump son incesantes, apabullantes. Expertos, entendidos y sabiondos opinan sin empacho. Lo que más me sorprende de todo, es ese tipo de opinión simplona y reduccionista, que en pocas palabras explica la tendencia de miles y millones de personas, como si fuesen bloques monolíticos, como si “la clase media”, o “la clase baja”, o los “hispanos” (… ah, perdón, quería decir “latinos” – así que incluiremos en este grupo a los italianos y franceses, supongo), o “las mujeres”, etc. Si esa va a ser la óptica del análisis, no nos lamentemos luego del fracaso de las encuestas, ni de que nos vuelvan a tomar por memos.

Poca gente se había tomado en serio las posibilidades de victoria de Trump, simple y llanamente porque generalmente somos más felices confundiendo deseo con realidad. Trump barrió a sus oponentes en las primarias del Partido Republicano, mientras que Clinton probablemente haya sido la peor candidata de los demócratas en las últimas décadas, además de representar infaustamente los valores del “establishment”. No solo Trump: para la opinión pública norteamericana, la hoja de servicios de Hillary Clinton, sus actos y opiniones del pasado, no la dejan en demasiado buen lugar. Sepan, por ejemplo, que el muro fronterizo entre EEUU y Méjico que quiere hacer Trump, ya tiene un tramo de unos 563 km (casi la 5ª parte del total de los 3.000 km de frontera) construido desde 1994, bajo el mandato de Clinton, de Bill Clinton. Por si esto fuera poco, las encuestas daban una intención de voto muy similar – con un margen de error que hacia factible la victoria de Trump – y el sistema electoral en EEUU, para ser la mejor democracia del mundo, dista mucho de ser ejemplar.

De lo que sí estoy convencido profundamente, es de que – como tras la crisis económica de 1927 – todo el problema, todo el desencanto, procede de la crisis económica, generada en este caso por el neoliberalismo, la falta de regulación y el nuevo orden mundial, que ha convertido a China en la mayor potencia capitalista del mundo, que ha convertido a una Rusia excomunista en una potencia no solo militar, donde hay una serie de países emergentes como India o Brasil con una economía pujante, donde la tolerancia con el flujo de capitales a paraísos fiscales es total (a pesar del daño que provoca en las economías locales). La riqueza se ha repartido, y Europa (o sea, Reino Unido y la Unión Europea, la libra y el euro) ya no es el centro del mundo como en el siglo XX. Y está claro que la economía de EEUU también se resiente. Tras la II Guerra Mundial, la unidad económica dejó de ser el oro, para pasar a medirse en dólares. Ahora, tras la elección de Trump, el oro se ha revalorizado con respecto al dólar.

Y me pregunto:

¿Por qué no se arregló el mundo en 2008, cuando se produjo el crack financiero que supuso la caída de Lehman Brothers? La respuesta es obvia: porque quienes tenían los medios para hacerlo, no ganaban nada con ello.

¿Quiénes pagan las consecuencias de este desaguisado? Aunque también parezca una obviedad, todo el mundo, salvo los que han sacado tal beneficio que ha supuesto queel índice de la brecha entre pobres y ricos haya aumentado considerablemente

¿A quién hay que responsabilizar? Los poderes fácticos están fuera de los focos, y no es fácil culparles porque hay que ser un experto para opinar de economía con propiedad y detalle; así pues, responsabilicemos a los poderes visibles, a los poderes políticos que representan el “establishment”, al bipartidismo

¿Y cómo hacer visible el problema? Con la amenaza de los distintos, los migrantes que vienen en oleadas en busca de trabajo y un porvenir digno, con la misma facilidad que se desplazan por el mundo los vehículos y los capitales. Y también con la amenazadel terrorismo, palabra simple que encierra una realidad compleja que excluye todo tipo de análisis sobre causas, financiación del petrodólar, marginación social de ciudadanos europeos (2ª o 3ª generación de inmigrantes de las colonias), etc.

¿Y cómo hacer reaccionar a la gente? Incentivando el miedo: a la caída del poder adquisitivo, a la inseguridad en el trabajo, al empeoramiento de unas condiciones laborales ya precarias, a un futuro incierto para los jóvenes, a la pérdida de identidad cultural, a los fantasmas del pasado, a los fantasmas de otras latitudes… y sobre todo, al “establishment”, ese Estado endeble que ya no nos protege porque la Unión Europea se ha convertido en una Unión monetaria (ni económica ni política), donde no se garantizan los derechos ciudadanos y donde cada país pugna por no hundirse,a costa de hundir a los vecinos – especialmente a los de otras razas, a los “PIGS latinos” (portugueses, italianos, griegos, españoles).

Y por último ¿Cómo se manifiesta esta reacción? Aliándose con aquellos que consiguen mayor credibilidad denunciando con más ahínco a los culpables de la crisis, con frases simples, de fácil alcance, con promesas esperanzadoras de renovación contundente… los populistas.
En 2008, en España no tuvimos populistas emergentes, pero fueron los “populares” quienes sacaron tajada de aquella frase célebre: “la culpa es de Zapatero”. En 2011 el PP promete un cambio a mejor, basado en una supuesta solvencia en la gestión económica. Pero la primera legislatura de Rajoy será recordada para siempre por sus recortes de todo tipo, por habernos sacado de la crisis de las cifras (al 21% del IVA en los chuches), y aumentar la brecha entre pobres y ricos, dejando la crisis social en estado crónico y agónico, y la hucha de las pensiones temblando. Rubalcaba – ausente, acrítico y condescendiente – llevó a mucha gente a perder definitivamente la confianza en el PSOE, llevándolo a una crisis que está por resolver. En 2014, la emergencia de Podemos en las elecciones europeas (favorecida por el nivel de abstención y el sistema de reparto de escaños a nivel nacional) fue otra “sorpresa”; y desde entonces, gracias a su presencia insistente en los medios, para bien o para mal (lo importante es aparecer) se presentó como una nueva alternativade izquierdas. La nueva política, decían. Pero las relaciones de Pablo Iglesias, Errejón o Monedero con Venezuela, por anecdóticas que fueran, bastaron para identificar amillones de seguidores con el “populismo” de Chaves/Maduro, de un modo paradójicamente populista. La amenaza se cauterizó contundentemente en la campaña de mayo de 2016: contra los venezolanos, “todos a una, Fuenteovejuna”; y Rajoy repite gobierno (a pesar de la corrupción – cosa inimaginable en cualquier otro país europeo con solera democrática). La segunda legislatura ha comenzado como la anterior, con la imposición de unos 5.000.000.000 € en recortes, debido a la propia gestión económica de la anterior legislatura del PP. Pero no voy a hacer más interpretaciones sobre el populismo en España, ya me he manifestado en otra ocasión.

Ante el fracaso de los regímenes totalitarios (desde Chile hasta la URSS) siempre se ha impuesto la idea de que la democracia es el mejor de los sistemas posibles. La palabra democracia tiene un aroma embaucador, pacífico, tranquilizador: el poder emana de los votos de los ciudadanos y sostiene el orden económico. El pleno convencimiento del valor regenerador del sistema democrático, debería hacer que los líderes de estos países presionaran a los países más autoritarios, como se hizo en su día con Sudáfrica. Pero es evidente que se trata de una posición puramente retórica: a estas alturas, no hay líder en Europa que le enmiende la plana a China o a Arabia Saudí. También se supone que hay sistemas democráticos en países como Marruecos o Turquía (con un Erdogán que se ha comportado como un déspota agresivo): Da igual la calidad o el respeto a los derechos humanos, que mientras haya elecciones periódicamente, un país será reconocido y respetado en su condición de país democrático. Yo entiendo que aquí radica el verdadero problema, en llamar democracia a un sistema que desincentiva la participación ciudadanay el control efectivo del poder y del gobierno. Así pues, los ciudadanos delegan en los políticos, pero no se puede uno fiar de los políticos, son todos unos corruptos y unos mentirosos. Pero mira por dónde, tampoco te puedes fiar de pedir la opinión del pueblo, porque caen sistemáticamente en las redes del populismo. Conclusión lógica (atención al paso siguiente): sin políticos ni pueblo, lo mejor es la democracia orgánica, de la que además ya tuvimos una larga experiencia en este país. Probablemente no veamos uniformes, como en los años 30, pero viendo cómo se las gasta “Amanecer Dorado” en Grecia, no puede decirse que esta situación no vuelva a reproducirse si los poderes fácticos (que siempre fueron aliados del totalitarismo) se sienten amenazados.

Ahora, lo que más me preocupa, es el comportamiento y la responsabilidad de los medios en este asunto, porque son ellos los que crean los estados de opinión en las poblaciones de todo el mundo. El cuarto poder, que también es un poder incontrolable. La consecuencia de la abundante presencia del discurso y la singularidad del personaje de Trump en toda clase de “shows”, ha sido darle un valor cotidiano, verosímil y de normalidad. Los medios de comunicación (en especial las televisiones) siempre han exprimido los asuntos morbosos de cualquier tipo como una fuente de ingresos, hasta agotarse. Ahora toca hablar de la amenaza de Le Pen, y esperar acontecimientos.

lunes, 24 de octubre de 2016

Aprender a crear empleo, no a buscarlo


Cuando David Roberts era pequeño, su padre le contó que Thomas Edison había hecho mucho más por la humanidad con el descubrimiento de la bombilla que cualquier político en la historia. Esa idea marcó su camino. Roberts es uno de los mayores expertos en tecnología disruptiva del mundo y también uno de los rostros más conocidos de Singularity University, la universidad de Silicon Valley creada en 2009 con el apoyo de la NASA y de Google.

Roberts considera que el negocio de las universidades tiene los días contados y que solo sobrevivirán aquellas que tengan una gran marca detrás. Singularity University ha roto con el modelo de certificación; no expide títulos ni existen los créditos. Su único objetivo es formar líderes capaces de innovar y atreverse a romper las normas para alcanzar el ambicioso reto que se ha marcado la universidad desde su creación. Sus alumnos están llamados a utilizar la tecnología para resolver los ocho grandes desafíos del planeta: alimentar a toda la población, garantizar el acceso al agua potable, la educación para todos, los servicios sanitarios básicos, la energía sostenible, vigilar la seguridad, cuidar el Medio Ambiente y acabar con la pobreza. Todo en menos de 20 años.

Roberts atiende a EL PAÍS en la Oslo Innovation Week, un encuentro organizado por el gobierno noruego estos días para detectar las nuevas tendencias en innovación que están transformando la economía.

Pregunta. En Singularity University (SU) los cursos no están acreditados. Eso quiere decir que están rompiendo con los títulos oficiales. Las universidades y los gobiernos hacen negocio con ello. ¿Creen que están dispuestos a cambiar el modelo?

Respuesta. No, no creo que estén abiertas a transformarse. Estos años estamos viendo la mayor disrupción de la historia en la educación y la mentalidad habitual ante estas transformaciones tan radicales suele ser la de pensar que lo anterior es mejor. Sucedió en el mercado estadounidense cuando llegaron los coches japoneses; eran más baratos y todos pensaban que de peor calidad, hasta que se demostró que eran mejores. Con la educación va a pasar lo mismo; las grandes universidades no quieren ofrecer sus contenidos online porque creen que la experiencia de los alumnos será peor, que no hay nada que pueda igualar el cara a cara con el profesor en el aula. Mientras ignoran la revolución que está sucediendo fuera, la experiencia de aprendizaje online irá mejorando.

Los programas académicos cerrados y la acreditación ya no tienen sentido porque en los cinco años que suele durar los grados los conocimientos se quedan obsoletos. Nosotros no ofrecemos grados ni créditos porque el contenido que enseñamos cambia cada año.

P. ¿Hay alguna plataforma de aprendizaje online que esté destacando sobre las demás?

 David Roberts tras su ponencia en la Oslo Innovation Week.
David Roberts tras su ponencia en la Oslo Innovation Week. GORM K. GAARE EUP-BERLIN
R. Udacity. En 2011 el profesor de la Universidad de Stanford Sebastian Thrun, el mejor experto en Inteligencia Artificial de los Estados Unidos, se planteó impartir uno de sus cursos en Internet, gratis y para todo el mundo. Casi 160.000 estudiantes de más de 190 países se apuntaron y el porcentaje de alumnos que obtuvo una A (un sobresaliente) fue superior al de las clases presenciales. Thrun dejó Stanford y montó Udacity, donde ha desarrollado una metodología de enseñanza totalmente nueva. Además, ha creado un nuevo modelo de negocio: si terminas el curso a tiempo te devuelven tu dinero y si no consigues un trabajo tres meses después, también. ¿Te imaginas esto en una universidad tradicional? Las únicas universidades que van a sobrevivir son las que tienen una gran marca detrás, como Harvard o Stanford. Las marcas dan caché y eso significa algo para el mundo. El resto, van a desaparecer.

P. El programa estrella de SU, la versión Silicon Valley del tradicional MBA, dura 10 semanas y cuesta unos 25.000 dólares (23.000 euros). Este precio se aleja bastante de uno de sus retos: la educación accesible para todos.

R. La nuestra es una universidad excepcional. No se trata solo de adquirir información o aprender algo muy específico online, como sucede, por ejemplo, con Khan Academy. Nosotros vamos más allá. Ofrecemos una experiencia que cambia tu mentalidad, que transforma a la gente y cuando se marchan no vuelven a ser los mismos. A mí me sucedió. Unos años después del 11-S me puse a disposición del Gobierno y me incorporé como oficial de las fuerzas aéreas. Cuando escuché que querían crear una universidad para resolver los grandes problemas del mundo, tuve claro que participaría. Y lo hice; primero como alumno y después como vicepresidente y director del Global Solutions Program. Allí te das cuenta de que la vida es corta y de que puedes hacer cosas ordinarias o extraordinarias. Cuando estás en clase con otras personas, empiezas a darte cuenta del potencial que tienes, tu visión de ti mismo y de futuro cambia. No llegas a ese punto con el método habitual de recibir información únicamente.

Reconocido como uno de los mejores expertos en innovación disruptiva del mundo, David Roberts fue vicepresidente de Singularity University y director de su programa Global Solutions Program. Graduado en Ingeniería Informática por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), más tarde se especializó en Inteligencia Artificial e Ingeniería Bio-Computacional y cursó un MBA en Harvard Business School. Es presidente de la compañía de drones HaloDrop, de la primera empresa de software para ordenadores quantum 1Qbit y asesor de Made-In-Space, responsable de la creación del primer objeto fabricado con una impresora 3D para la Estación Espacial.

P. ¿Cuál es hoy es principal problema de la educación?

R. La educación se ha roto. Hemos enseñado a la gente de la misma forma durante los últimos 100 años y, como hemos crecido en ese sistema, creemos que es normal, pero es una locura. Enseñamos en las escuelas lo que los colonialistas ingleses querían que aprendiese la gente: matemáticas básicas para poder hacer cálculo, literatura inglesa… Hoy no tiene sentido. Tenemos que enseñar herramientas que ayuden a las personas a tener una vida gratificante, agradable y que les llene. Algunos son afortunados de tener unos padres que les ofrecen eso, pero la mayoría no. Los programas académicos están muy controlados porque los gobiernos quieren un modelo estándar y creen que los exámenes son una buena forma de conseguirlo. Otro de los grandes dramas es la falta de personalización en las aulas. Cuando un profesor habla, para algunos alumnos irá demasiado rápido, para otros muy despacio y para cuatro a la velocidad idónea. Luego les evalúan y su curva de aprendizaje no importa, les aceleran al siguiente curso. Hoy sabemos que si nos adaptamos a los diferentes tipos de inteligencias, el 98% de los alumnos obtendrán el mejor resultado.

P. ¿Qué materias deberían ser imprescindibles?

R. La idea de aprender mucho, solo por si algún día hace falta, es absurda. Quizás deberíamos sustituir la idea de educación por la de aprendizaje y permitir que la gente aprenda en tiempo real, según sus necesidades. El verdadero propósito de la escuela debería ser crear curiosidad, gente hambrienta de aprender, ahí es donde los profesores tienen que ser buenos. Las habilidades emocionales van a jugar un papel muy importante en la nueva economía. Pongo un ejemplo. Los conductores de Uber en Estados Unidos son puntuados por los clientes de uno a cinco. Si alguno de los conductores tiene menos de 4,6 o más de tres opiniones negativas, directamente se le saca de la plataforma. Lo mismo sucede con los usuarios, si tienen menos de 4,6, ningún conductor les recogerá. ¿Quién me enseña hoy a ser honesto, íntegro y a tener compasión?

P. Se ha hablado mucho de que en menos de 50 años los robots terminarán con la mayoría de trabajos. ¿Cómo será el nuevo mercado laboral?

R. Hace 50 años éramos granjeros. Todos estaban preocupados porque las máquinas nos quietarían el trabajo, era la única manera de ganar dinero: tener una granja y vender comida. Hoy las cosas cambian 50 veces más rápido; hace 20 años nadie sabía lo que era un desarrollador web y ahora hay miles, es muy fácil y cualquiera puede hacerlo. Todo el mundo se pregunta en qué trabajo seremos mejores que los ordenadores. En ninguno. Esa no es la pregunta correcta. Hay que plantearse qué tareas no queremos que hagan, aunque lo puedan hacer mejor. No los queremos como militares, ni como alcaldes, tampoco que decidan qué presos pueden abandonar la cárcel. Eso es lo que tenemos que enseñar a la gente a decidir.

P. ¿Cómo podemos estar seguros de que habrá trabajo para todos?

R. La cuestión que me preguntas es si el dinero va a ser más o menor importante en el futuro. Yo solía pensar que la evolución de la tecnología hace que los costes bajen y que la gente pague menos por los mismos servicios. Siguiendo esa predicción, se podría pensar que vamos a trabajar menos porque no necesitaremos tanto dinero y vamos a tener más ocio. Es incorrecto. El ser humano va a seguir creando productos excepcionales, como el iPhone; todo el mundo querrá uno. Tendremos que ser capaces de crear valor para generar dinero y poder comprar esas cosas. La realidad virtual, la impresión 3D, o la salud van a ser algunos de los campos que nos van a sorprender. El mundo seguirá girando alrededor del dinero, que es la energía para hacer cosas o cambiarlas. Esos nuevos inventos te inspirarán a trabajar para poder comprar.

P. La clave del éxito, ¿está en la confianza en uno mismo? ¿Se aprende eso en SU?

R. Como alumno, yo aprendí que una sola persona puede impactar positivamente a todo el planeta. Ese don no está reservado a personas especiales, sino a gente normal, como tú y yo. La gente se convierte en lo que piensa. ¿Qué potencial tiene un bebé? La mayoría de la gente responde que es ilimitado, pero si les preguntas sobre su potencial, no responderán lo mismo. Mi misión ahora es viajar por el mundo bajo la marca de Singularity University para mostrar a los gobiernos, empresas e instituciones que el poder para innovar está ahí, solo tienen que dar el primer paso: cambiar su mentalidad.

P. ¿Cree que los universitarios deben cambiar también su mentalidad?

R. Sí. La aspiración no debe ser que una empresa te contrate. Eso significa que te van a pagar menos de lo que mereces. No tenemos que enseñar cómo conseguir un trabajo, sino cómo crearlo.

martes, 18 de octubre de 2016

Entrevista al Gran Wyoming, que presenta un nuevo libro

El Gran Wyoming: "¿Por qué tiene que gobernar el PP si la gente no quiere eso?", Huffington Post, 18-X-2016 

Jose Miguel Monzón pertenece a "una generación que conoció los campos de Castilla tal y como los vio el Cid camino del destierro". Tiene 61 años, es del madrileño barrio de La Prospe (Prosperidad) y ha ejercido de médico, humorista, actor, músico y, durante los últimos diez años, presentador del programa El Intermedio. El Gran Wyoming acaba de publicar su séptimo libro, ¡De rodillas Monzón!, en el que narra cómo vivió la recta final del franquismo durante su niñez y su juventud.

A pesar de que a Wyoming no le gusta el papel de referente de la izquierda -"creo que es de los papeles más incómodos que hay"- e intenta ceñirse al tema de su nueva obra, resulta casi imposible no preguntarle por la situación política española. "Yo manifiesto mi opinión porque estoy más protegido, soy de las pocas personas que, por desgracia, en este país donde se supone que hay libertad de expresión, puede opinar sin que le pase algo", explica a El Huffington Post. "A veces me veo en la obligación de hablar por los que no pueden", dice. Es el objetivo de muchas críticas de la derecha porque "está en su naturaleza; no tienen rivales, tienen enemigos a los que hay que batir como sea".

Considera que la división de la izquierda y la dificultad para formar un gobierno progresista los últimos meses "es lo normal" y que "lo que no es normal es que la derecha esté siempre unida". Para él, "la división es un acto de coherencia". "También son normales los gobiernos de coalición, aunque aquí no tenemos tradición", continúa. "Me duele mucho que el PSOE diga que con 85 diputados no se puede formar un gobierno, ¿cómo que no? Lo que tienen que lograr son los apoyos necesarios". Cree que "estos señores lo que buscan es volver a la situación de privilegio que tenían, el bipartidismo, pero es normal que haya fricciones".

El hecho de que el PSOE se esté planteando abstenerse para que Rajoy sea investido al mismo tiempo que se celebra el juicio por el caso Gürtel al Gran Wyoming le parece "terrible". "Los votos que no quieren que gobierne el PP son muchísimos, el doble; así que cuando se habla de que tiene que gobernar el más votado me parece una tomadura de pelo, es ridículo", lamenta. "Sólo Podemos y el PSOE juntos tienen un millón más de votos que el PP, ¿por qué tiene que gobernar el PP, si la gente no quiere eso?", se pregunta. Asegura que "cuando el PSOE dice que está dispuesto a abstenerse para que gobierne el PP porque es lo que quiere la gente, miente a sabiendas".

Wyoming tiene tres hijos que pertenecen a las nuevas generaciones que se están enfrentando a las consecuencias de la crisis (precariedad, inmigración, subida de tasas universitarias...) "Me parece absolutamente injusto", señala sobre la situación de los jóvenes en España, "soy totalmente partidario de la igualdad de oportunidades y por eso no soporto esta generación de políticos crueles que vienen de familias privilegiadas y que quieren acabar con estas cosas. Quieren que los ricos sigan siendo los mismos y los pobres no tengan acceso a la cultura ni a los estudios".

"Con este libro quería recordar que detrás de toda gran estrella hay un ser humano", bromea el presentador que, al contrario que la editora que le acompaña (que asegura que Wyoming "no para de hacer cosas"), explica que gracias a que no ha trabajado nunca, ha podido ser un observador objetivo de todo lo que pasa: "He tenido la suerte de no estar empleado nunca y eso me convierte en un observador frío y distante, eso me permite tener este tipo de recuerdos". Los escribe como una "maniobra de rescate" de la memoria personal, "como las que se llevan ahora en el Mediterráneo".

"Como creo que mi vida personal no tienen ningún interés, lo que he hecho ha sido contar mi punto de vista de todo lo que pasaba entonces, hasta los 17 años", dice. Según él, pertenece a "una de las últimas generaciones que tuvo una infancia feliz", a pesar de la enfermedad mental de su madre, que se perdió parte de la infancia de sus hijos por estar ingresada en el hospital. "Nunca se recuperó", escribe el autor, "cuando estudié medicina entendí lo que era la depresión, que era lo que ella tenía". "Ahora los niños no tienen la libertad que teníamos antes. Hay que dejarles su espacio. 24 horas de educación para ellos es una tortura", asevera.

La transición no fue gran cosa

Wyoming, que tuvo una breve experiencia con el Opus Dei y otra con la falangista Organización de la Juventud Española (OJE), también vivió la Transición. Aunque para él, "no fue gran cosa". "No fue el paso de la dictadura a la democracia, fue la reconversión de la dictadura en democracia", opina.

El primer contacto consciente que tuvo el joven Monzón con la dictadura fue al entrar en la universidad para estudiar Medicina: "Cumplí los 17 años sin haber oído la palabra comunismo. No era consciente de lo que era una dictadura, creía que todo el mundo era así". "Cuando entré en la carrera hubo un boicot a los exámenes y la universidad estaba tomada por policías con metralleta", recuerda, "cuando tuve que atravesar la barrera de agentes para entrar en la facultad, comprendí que ellos eran los malos".

El Wyoming de hoy se considera "un hombre intoxicado por la información": "Estoy destrozado por la realidad que cuento cada día". Asegura que con el tiempo ha visto "lo que se ha movido hacia la derecha este país: lo que antes era derecha ahora es centro y también han dicho que yo soy de extrema izquierda y antisistema".

Tiene clara una cosa: la generación del 55 "es la mejor". Pero no se siente nostálgico, ya que lo que vivieron sus padres y abuelos "fue una mierda". "Viví cosas como mayo del 68 o la liberación de la mujer y tengo claro que la generación de mis hijos va a sufrir muchísimo más que la mía", asegura El Gran Wyoming quien insiste en que a día de hoy, para una familia obrera con cuatro hijos es muy difícil mandar a todos a todos a la universidad por la carga económica que supone. "Están creando una nueva clase dominante", denuncia el que un día fue un niño que corría por los descampados de Prosperidad.

viernes, 14 de octubre de 2016

Gonzalo Plaza, Apólogo sobre la democracia

De Gonzalo Plaza: "No es lo mismo que gobiernen unos a que gobiernen los otros", en Miciudadreal, 14 octubre, 2016:

Imaginémonos una situación de gran carestía. Unos pocos controlan los bienes básicos, como por ejemplo, la comida. El pan.

ciuadadano-en-blancoSupongamos que las familias más pobres tienen 5 euros al día para comer. Los acaparadores lo saben y, por ello, se ponen de acuerdo y comienzan a vender una barra de pan a 5 euros.

Las familias pobres no tienen más remedio que gastar todo su dinero para alimentarse de una barra de pan al día. Malcomen, pero eso es lo menos malo. Lo peor ese día es, en principio, no comer.

Pero los acaparadores son avariciosos. Y calculan que puede ser beneficioso para ellos subir el precio de la barra de pan a 6 euros.

Las familias de clase media, que antes pagaban 5 euros por su pan, ahora pagan 6, porque siguen necesitando pan. Los acaparadores ganan. En cambio, las familias más pobres, que sólo tienen 5 euros, tienen que comprar una porción (5/6) de la barra que antes adquirían entera. Su situación empeora, y los acaparadores siguen ganando lo mismo con ellos. Aunque en ese momento, otra vez, parece la opción menos mala.

Pero claro, la carestía sigue, y los acaparadores suben el precio a 7 euros.

Y a 8. Y a 10. Y…

Al final, las familias más pobres pueden adquirir tan poca cantidad de alimento que sufren malnutrición, enfermedades, muerte. Cuando eso ocurre, los acaparadores pierden clientes, pero ganan tanto con el precio hiperinflado del pan que les compensa de sobra. Se enriquecen a costa del sufrimiento ajeno.

Ya ha pasado más de una vez en la Historia. Está pasando ahora.

Las familias pobres aceptaron la opción que les ofrecían los acaparadores, comer menos pagando lo mismo. La opción menos mala, en principio. Antes que no comer.

Pero al final la opción menos mala se revela como la peor. Aquello que quieres evitar, es lo que sucede.

Oligopolios y control de la escasez.

En esas condiciones, aceptar lo menos malo es un error. Siempre acaba llevando al mal mayor.

La única salida posible es negarse a aceptar el chantaje de los acaparadores. Unirse, organizarse y actuar colectivamente para garantizarse el pan a un precio justo.

La elección aparentemente más arriesgada. El camino difícil.

Lo mismo ocurre en política.

Escoger un partido político malo porque los demás son pésimos lleva a que, las siguientes elecciones, todos los partidos sean todavía peores para los ciudadanos de a pie.

Si aceptas elegir un partido por ser el “menos malo”… ¿por qué no vas a hacerlo otra vez si es un poco más “malo”, siempre que creas que los demás partidos van a ser aún peores?

Y la siguiente vez, lo mismo.

Y la siguiente.

Y…

Escoger una y otra vez lo menos malo lleva al mal mayor.

Y bien que ha quedado probado en nuestro país, tras muchos años ya de elegir lo “menos malo” de entre las diferentes ofertas basura del Poder establecido.

Pero claro, “no es lo mismo que gobiernen unos a que gobiernen los otros”.

O eso dicen los manipuladores. Y los que se tragan y repiten lo que dicen los manipuladores.

Pero sí es lo mismo. Gobiernen unos o gobiernen otros, es el resultado de elegir una y otra vez lo menos malo. A la larga, es el mal mayor. 
Es el camino del Régimen.

¿Y a día de hoy? ¿Que va a gobernar otra vez el PP?
¿Y qué importa eso?

Después gobernará otro. Uno “menos malo”.

Que no reparará apenas el daño que va a hacer el PP. Que dejará todo prácticamente igual, o peor.

Porque es el menos malo.

No es “el bueno”. No es el nuestro.

Da igual que gobiernen Rajoy y Rivera. Que se vaya Sánchez. Que después venga Iglesias. O lo que nos coloquen después.

Da igual Cospedal que Page.

Incluso a nuestro pequeño nivel, da igual Romero que Zamora.

No importa nada de eso. Todo ello es el camino que lleva al mal mayor. El camino del Régimen.

La única salida posible empieza por negarse a aceptar el chantaje del Poder establecido. Y sigue uniéndonos, organizándonos, actuando colectivamente. Para hacer nosotros la política. Para decidir. Para construir -nosotros, directamente- una realidad donde todo eso sea posible.

En una palabra: DEMOCRACIA.

Pero la de verdad.

P.D. Nos comemos la basura que nos ofrecen. Una y otra vez.

¿De verdad pensáis que puede haber algo peor que eso?

viernes, 7 de octubre de 2016

Los remedios científicos contra la pobreza existen. Así lo explica la economista Esther Duflo

Rebeca Gimeno, "Esther Duflo y la ciencia contra la pobreza", en El País Semanal, 7 de octubre de 2016: 

Economista y profesora en el MIT, de 43 años, Esther Duflo ha creado un laboratorio, con un método muy parecido al que emplea en los ensayos clínicos, para diseñar estrategias nuevas en la lucha contra un problema global.

DE PEQUEÑA PENSABA que la vida de los más pobres era “el único tema interesante sobre el que pensar”. Esta francesa ha logrado cambiar las políticas para combatir la pobreza. Su método de investigación se parece al que utiliza la medicina para averiguar si un medicamento funciona.

“Estamos cambiando el mundo. Lo estamos haciendo ya”. Esther Duflo pronuncia estas palabras justo antes de lanzarse a cruzar una calle huyendo de una lluvia torrencial.

Cuesta seguirle el ritmo a esta profesora de economía. Tiene 43 años y acumula premios, incluido el Princesa de Asturias en Ciencias Sociales, en su despacho del MIT (Massachusetts Institute of Technology). Desde aquí lidera una revolución en la lucha contra la pobreza con un enfoque original y radical, dos términos de los que ella rehúye. “Es verdad que al principio nos consideraban unos locos que criticaban a otras personas por lo que hacían: lo mismo de siempre”, admite.

A diferencia de muchos economistas, Duflo no tiene ideas preconcebidas de cómo mejorar la vida de los más pobres, pero sí tiene muy clara la forma de averiguarlo: utilizando pruebas aleatorias controladas, muy parecidas a los ensayos clínicos. “La medicina selecciona aleatoriamente a personas para que se tomen el fármaco y forma dos grupos. Si al final se encuentra alguna diferencia entre ellos se sabrá que se debe al medicamento. Lo que hacemos con las políticas sociales es muy parecido. Imagina que quieres probar cuál es el impacto de introducir tabletas en los colegios. Lo que tienes que hacer es seleccionar aleatoriamente un grupo de escuelas en las que los niños recibirán las tabletas y otro grupo en el que no. Si comparas la evolución de ambos grupos, sabrás cuál es el efecto del programa”.

ESTHER DUFLO CREÓ EN 2003 JUNTO A DOS PROFESORES MÁS EL LABORATORIO DE LA POBREZA (J-PAL). HOY SON UNA RED DE 136 ECONOMISTAS

Para impulsar este tipo de experimentos creó en 2003 junto a dos profesores más el laboratorio de la pobreza (J-PAL). Hoy son una red de 136 economistas dedicada a investigar y evaluar programas a base de pruebas aleatorias. Así es como descubrieron que con un kilo de lentejas gratis para las familias la tasa de vacunación se multiplicaba por seis. O que dar una vaca a los que sufren pobreza extrema y enseñarles a cuidarla (en vez de comérsela) mejoraba notablemente su situación económica al cabo de los tres años. “Los experimentos tardan lo que tarde en aplicarse un programa. En algunos casos hemos estado siguiendo a gente durante 10 años.”

Antes de embarcarse en un ensayo es imprescindible viajar al terreno y conocer los problemas de primera mano. “Me encantan estos viajes, son una recompensa. No creo que fuera posible hacer un buen trabajo sin pasar tiempo en los países en desarrollo. No soy la única economista de mi campo que lo hace”.

La joya de la corona de estos economistas es un experimento para reducir el absentismo escolar. “Lo más efectivo y más barato para que más niños vayan a la escuela es darles una pastilla que les quite los parásitos intestinales”, asegura Duflo con rotundidad. Unos 600 millones de niños en edad escolar están infectados con algún tipo de lombriz según la Organización Mundial de la Salud. Sin el tratamiento adecuado, estos parásitos limitan la absorción de micronutrientes. Los niños simplemente están muy cansados para poder ir al colegio. Curarlos puede reducir el absentismo en un 25% e incrementar sus ingresos en el futuro. La idea convenció al Gobierno de India: 140 millones de niños fueron tratados en las escuelas el pasado 10 de febrero. “Esto es un logro nuestro, es un avance enorme”.

El éxito supone solo una pequeña batalla ganada contra la pobreza. “No hay soluciones milagrosas. No llegaremos nunca a un punto en el que una única teoría resuelva los problemas del mundo. Lo que sí podemos hacer es empezar a comprender algunas piezas del puzle”.

La principal crítica que recibe su investigación es que demuestra que algo funciona en un contexto muy concreto, pero nada más. “Es un argumento coherente al que podemos empezar a responder. Los microcréditos, por ejemplo. Se han realizado siete evaluaciones aleatorias en siete lugares muy diferentes y en ninguna de ellas se ha encontrado ningún impacto. Podemos entonces estar razonablemente seguros de que los microcréditos no son muy efectivos para reducir la pobreza porque lo hemos visto ya siete veces”.

El sector financiero se tomó muy mal en su día estas conclusiones, pero luego algunas entidades empezaron a introducir cambios para adaptarse mejor a las necesidades de los más pobres. El pragmatismo de Duflo se abre paso en los despachos de los Gobiernos (asesora a una veintena) y las ONG que reclaman políticas basadas en pruebas. “Cada vez hay más gente interesada en los experimentos. Llevamos más de 750 por todo el mundo. Es verdad que hay muchas cuestiones que generan interés sobre las que no tenemos respuestas todavía. Dentro de 20 años sabremos mucho más”.

Es más que probable que para entonces el Nobel de Economía luzca también en su despacho. Hasta en eso esta tímida profesora lideraría otra revolución: sería la segunda mujer en conseguirlo.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Globalización

Es uno de los pasajes que he escrito en la Wikipedia de los que estoy más orgulloso:

El economista y escritor español José Luis Sampedro, en su libro El mercado y la globalización (2002), define globalización como

Constelación de centros con fuerte poder económico y fines lucrativos, unidos por intereses paralelos, cuyas decisiones dominan los mercados mundiales, especialmente los financieros, usando la más avanzada tecnología y aprovechando la ausencia o debilidad de medidas reguladoras y de controles públicos.4

Esos poderes son tan fuertes que llegan a acuerdos al margen de todo control político directo de los seres humanos que afectan al empleo, la salud y la vida cotidiana de grandes sectores de la Humanidad como CETA, TTIP y TISA, acuerdos que no se han publicado ni conocido ni sancionado por los que sufren sus consecuencias,5 algo jurídicamente muy discutible.6 Contra esto (la falta de perfeccionamiento de los procedimientos democráticos de control del gobierno de los estados nacionales quienes, por ejemplo, son incapaces de concordar o ponerse de acuerdo para evitar el fraude fiscal global, o de otra forma explicado, solo se ponen de acuerdo en no ponerse de acuerdo) y la venta del sistema político al capitalismo en general, ha surgido la llamada globalización del descontento,7 plasmada en movimientos como el 15-M, Occupy movement o los Indignados y organismos independientes de denuncia como Wikileaks, o en protestas más desorganizadas y violentas como los disturbios de Francia de 2005. La globalización afecta a todo el mundo y por tanto exige un derecho global que la controle, lo que revitaliza el derecho natural inherente a la especie humana y debería desacreditar definitivamente en esta esfera el demasiado prestigiado derecho positivo que esgrimen los estados nacionales para no ponerse de acuerdo en medidas beneficiosas para todos. En ese sentido, afirma Hans Küng en el contexto de la confección de una Declaración universal de los deberes del hombre:

La globalización de la economía, de la tecnología y de los medios de comunicación lleva también a la globalización de los problemas, desde los de los mercados financieros y del trabajo hasta a los de la ecología y de la criminalidad organizada. Esta globalización de los problemas demanda, por tanto, también, una globalización ética -del ethos-: no un sistema ético uniforme; pero sí un necesario mínimum de valores éticos comunes, de actitudes fundamentales y criterios, a los que puedan comprometerse todas las religiones, naciones y grupos de intereses. Por tanto, un ethos fundamental común de los hombres. Ningún nuevo orden mundial sin un ethos mundial8

sábado, 30 de julio de 2016

Entrevista a Jodie Foster

Custodio Pastor entrevista a Jodie Foster: "Hay una conexión peligrosa entre medios y finanzas", en El Mundo 8/07/2016

No habla español, pero lo entiende perfectamente. Hacía tiempo que no pisaba Madrid, una ciudad que Jodie Foster conoce bien. "He pasado grandes momentos aquí", admite. Al preguntarle por su sitio favorito no lo duda: El Retiro. "Una vez me quedé dormida allí". La ganadora de dos Oscar lo suelta con pasmosa naturalidad. Centrada en la dirección, ahora presenta Money Monster, su cuarta película y se estrena hoy. Se trata de un thriller con George Clooney y Julia Roberts como el presentador y la productora de un programa televisivo de economía que asalta en directo un joven enfurecido que ha perdido todos sus ahorros.

¿Todos somos víctimas de las estafas financieras?

No soy política ni portavoz de nadie, simplemente hago cine. Creo que la película plantea muchas preguntas como ésa. Hay una extraña conexión entre tecnología, finanzas y los medios de comunicación que es muy peligrosa. A partir de 2008, con la crisis hipotecaria, fue la primera vez que muchas personas abrieron los ojos sobre lo que es el sistema financiero.

"El gobierno no hace nada, nos roba en nuestras narices", se escucha textualmente en la película. 

"Estuvimos dos años y medio trabajando en el guión. Quería que los personajes fueran deseados para los actores", dice. No quiere profundizar en la crítica al sistema. Elude las preguntas en ese sentido asegurando que "la película habla por sí misma".

¿Le costó convencer a George Clooney y Julia Roberts?

Cuando George dijo que sí todo se aceleró, todo fue muy rápido. Cuando fichas a una estrella todo va sobre ruedas. Le dije a George que se lo contase a Julia. Cuando ella aceptó me sentí muy contenta. Tienen una química juntos que no se puede explicar. Me gustó preparar con ellos el papel, hablar con ellos sobre sus personajes. En el rodaje es diferente. Cuando digo "Acción" ya les dejo solos, que puedan volar.

¿Es cierto que quiso ser directora antes que actriz?

Sí. Siempre quise ser directora, desde los 6 años. Pensaba que no iba a ser posible. A los 27 años pude dirigir mi primera película.

Debutó como directora de cine en 1991 con El pequeño Tate, que también protagonizó. Cuatro años después dirigió su segunda cinta, A casa por vacaciones, que también produjo y para la que convenció a Holly Hunter, Anne Bancroft o Robert Downey Jr. No volvió a dirigir una película hasta 2011, cuando presentó El castor, protagonizada por Mel Gibson y ella misma. Más recientemente, Jodie Foster debutó en televisión dirigiendo capítulos de Orange is the New Black y House of Cards. Su trabajo fue reconocido con nominaciones en los Emmy y los premios del Sindicato de Directores (DGA). "Hay que saber evolucionar y cambiar con los tiempos. Ahora las narrativas nuevas están en la ficción televisiva. Yo me adapto", explica.

¿Hacia donde quiere llevar su carrera?

Quiero centrarme de lleno en dirigir, actuando de cuando a cuando. Dirigir me da más. Es muy frustrante ser solo una pieza del rompecabezas. Dirigir hace que tengas voz sobre una película, que se traslade tu visión, tu firma.

¿Por qué cree que la industria del cine está dominada por hombres?

Es muy complicada la respuesta. Llevo 50 años en la industria y antes solo te encontrabas en los rodajes a mujeres como maquilladoras o en vestuario, pero la cosa ha ido cambiando con los años. Hay más mujeres dirigiendo, aunque en Hollywood las mujeres como directoras apenas se ven.

Presentó 'Money Monster' en Cannes, donde dijo que Pedro Almodóvar es uno de sus referentes.

Sí, me encanta su cine. Ha ejercido una gran influencia sobre mí porque combina el humor con una emoción profunda. Creo que él consigue meterse dentro de los personajes, dentro de las mujeres. Es muy infrecuente que un hombre lo consiga.

Protagonista de películas como Taxi Driver o El silencio de los corderos, Jodie Foster recibió hace dos años el premio Cecil B. DeMille a toda su carrera. Ni mirada impenetrable, ni actitud distante, ni displicencia. Orgullosa de su última película, cree que lo que une a su filmografía como directora es su mirada. "Mis películas son muy humanistas. Creo que el mundo irá a mejor, creo en el potencial de la gente. Creo que la gente quiere cambiar y puede cambiar. En la película George Clooney encarna esa posibilidad".

domingo, 17 de julio de 2016

Falacia de la ventana rota y obsolescencia programada

La falacia de la ventana rota fue propuesta por el economista liberal Frédéric Bastiat en su ensayo de 1850 Ce qu'on voit et ce qu'on ne voit pas ("Lo que vemos y lo que no vemos") para ilustrar la idea de los costes escondidos o costes de oportunidad: si un niño rompe el cristal de un comercio, al principio, todo el mundo simpatiza con el comerciante, pero algunos pronto empiezan a sugerir que el cristal roto beneficia al cristalero, que comprará pan con ese beneficio; a su vez beneficia al panadero, quien con ese dinero comprará zapatos, beneficiando al zapatero y así sucesivamente. En fin, el pensamiento capitalista vulgar, imbuido de un patológico optimismo emprendedor y cortoplacista llega a la conclusión de que el niño no es culpable de vandalismo: ha hecho un favor a la sociedad creando beneficio a toda ella.

Bastiat indica que la falacia consiste en que se consideran los beneficios del cristal roto pero se ignoran los costes escondidos: el comerciante está obligado a comprar un cristal nuevo cuando con ese dinero habría ido a comprar pan beneficiando al panadero de un modo más legítimo a largo plazo. Al final, mirando al conjunto de la industria, el resultado es negativo: se ha perdido el valor de un cristal, llegando Bastiat a la conclusión de que «la sociedad pierde el valor de los objetos inútilmente destruidos» y que «la destrucción no es beneficio».

Pues bien, esto se asocia estrechamente al defecto principal de la sociedad capitalista: produce demasiada basura (incluso basura humana, gente que en sí misma es basura porque no se les castigan este tipo de conductas: el niño al que se le permite romper ventanas, banqueros con contratos blindados que provocan la ruina de varias familias impunemente, políticos que se acogen a la prebenda de no ser juzgados y pasan o se desentienden de toda responsabilidad moral o no, técnicos que escogen tuberías de fibrocemento porque son más baratas aunque al cabo resulten más caras etc.), y esa basura, a la larga, perjudicará seriamente a la humanidad (o a nosotros, que duele más) porque, malthusianamente, los bienes son más escasos que nuestra capacidad para procesarlos. La obsolescencia programada es el resultado más perverso de esa manera capitalista de concebir el beneficio atendiendo solo a bienes particulares y no a bienes generales, como pretende el imperativo categórico kantiano. El mejor resumen de lo que expreso lo hizo un basurero al indicar que "quienes no recogen la basura que tiran con el pretexto de que así le dan trabajo al basurero deberían dejar que les rompiera la dentadura de un puñetazo para que los dentistas tuvieran trabajo".

La falacia de la ventana rota sirve para determinar si una medida es buena o mala mirando sus consecuencias a largo plazo para toda la población, y no sólo las que tienen lugar a corto plazo para una parte de la misma (por ejemplo, para ese porcentaje mínimo de ricos que se ha beneficiado de las políticas de Rajoy o, a mayor escala, de la patrona a la que sirve, la Merkel -y en el pasado a los políticos del pan para hoy y hambre para mañana: Thatcher y Reagan- a costa del adelgazamiento de un mucho mayor sector de la clase media, como ha señalado Thomas Piketty, y una mayor oscilación y falta de estabilidad en la economía a causa de la desregularización promovida por el neoliberalismo y sus no declarados discípulos socialistas: Blair, González etc.: la existencia de contrapesos reguladores garantiza la estabilidad a largo plazo. Y también a largo plazo es el cuidado de la buena calidad educativa de la población: ya se ve que ni Thatcher ni Reagan cumplían con un mínimo de humanidades, ni mucho menos de humanidad. En ellos eso era cuando menos rudimentario.

Y al final, resulta que la mayoría de nuestros políticos son unos niños irresponsables a los que hay que culpar de haber roto el cristal del futuro de la mayor parte de la sociedad, la clase media.

viernes, 15 de abril de 2016

La más avanzada Declaración de los Derechos del hombre... fue la de 1793

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, 24 junio 1793

El pueblo francés, convencido de que el olvido y el desprecio de los derechos naturales del hombre, son las únicas causas de las desgracias del mundo, ha resuelto exponer en una declaración solemne, estos derechos sagrados e inalienables, a fin de que todos los ciudadanos, pudiendo comparar en todo momento los actos del gobierno con la finalidad de toda institución social, no se dejen jamás oprimir ni envilecer por la tiranía; a fin de que el pueblo tenga siempre ante sus ojos las bases de su libertad y de su felicidad, el magistrado la regla de sus deberes, el legislador el objeto de su misión. – En consecuencia, proclama en presencia del Ser supremo, la siguiente declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. 

Artículo 1º. El fin de la sociedad es la felicidad común. – El gobierno ha sido instituido para garantizar al hombre el goce de sus derechos naturales e imprescriptibles. 
Artículo 2. Estos derechos son la igualdad, la libertad, la seguridad, la propiedad. 
Artículo 3. Todos los hombres son iguales por naturaleza y ante la ley. 
Artículo 4. La ley es la expresión libre y solemne de la voluntad general; es la misma para todos, tanto cuando protege, como cuando castiga; sólo puede ordenar lo que es justo y útil para la sociedad; sólo puede prohibir lo que es perjudicial para la misma. 
Artículo 5. Todos los ciudadanos son igualmente admisibles para los empleos públicos. Los pueblos libres no conocen otros motivos de preferencia en sus elecciones que las virtudes y los talentos. 
Artículo 6. La libertad es el poder que pertenece al hombre de hacer todo aquello que no perjudique a los derechos de los demás; tiene por principio la naturaleza, por regla la justicia, por garantía la ley; su límite moral se expresa en esta máxima: No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti. 
Artículo 7. El derecho a manifestar el propio pensamiento y las propias opiniones, ya sea por medio de la prensa, ya sea de otra manera; el derecho de reunirse pacíficamente; el libre ejercicio de los cultos; no pueden ser prohibidos. – La necesidad de enunciar estos derechos supone o la presencia o el recuerdo reciente del despotismo. 
Artículo 8. La seguridad consiste en la protección concedida por la sociedad a cada uno de sus miembros para la conservación de su persona, de sus derechos y de sus propiedades. 
Artículo 9. La ley debe proteger la libertad pública e individual contra la opresión de los que gobiernan. 
Artículo 10. Nadie debe ser acusado, arrestado o detenido, salvo en los casos determinados por la ley y según las formas por ella prescritas. Todo ciudadano llamado o prendido por la autoridad de la ley debe obedecer al instante; la resistencia le convierte en culpable. 
Artículo 11. Cualquier acto ejercido contra un hombre fuera de los casos y de las formas determinados por la ley, es arbitrario y tiránico; aquel contra quien se quiera ejercer dicho acto por la violencia, tiene derecho a rechazarlo por la fuerza. 
Artículo 12. Los que soliciten, expidan, firmen, ejecuten o hagan ejecutar actos arbitrarios, serán culpables y deberán ser castigados. 
Artículo 13. Presumiéndose que todo hombre es inocente hasta que haya sido declarado culpable, si se juzgase indispensable arrestarlo, cualquier rigor que no fuera necesario para asegurar su persona deberá ser severamente reprimido por la ley. 
Artículo 14. Nadie debe ser juzgado y castigado sin haber sido oído o llamado legalmente, y sólo en virtud de una ley promulgada con anterioridad al delito. La ley que castigue delitos cometidos antes de su existencia es una ley tiránica; el efecto retroactivo dado a la ley sería un crimen. 
Artículo 15. La ley sólo puede prever las penas que sean estricta y evidentemente necesarias: las penas deben ser proporcionadas al delito y útiles para la sociedad. 
Artículo 16. El derecho de propiedad es aquel que tiene todo ciudadano de gozar y de disponer como lo desee de sus bienes, de sus rentas, del fruto de su trabajo y de su industria. 
Artículo 17. Ninguna clase de trabajo, de cultivo, de comercio, puede estar prohibida a la industria de los ciudadanos. 
Artículo 18. Todo hombre puede contratar sus servicios, su tiempo; pero no puede venderse ni ser vendido; su persona no es una propiedad enajenable. La ley no reconoce en modo alguno la servidumbre; sólo puede existir un compromiso de atenciones y gratitud entre el hombre que trabaja y el que lo emplea. 
Artículo 19. Nadie puede ser privado de la mínima porción de su propiedad sin su consentimiento, sino cuando lo exija la necesidad pública legalmente constatada, y a condición de una justa y previa indemnización. 
Artículo 20. No puede establecerse ninguna contribución si no es para la utilidad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a concurrir al establecimiento de las contribuciones, de vigilar su empleo, y de hacer que se les rindan cuentas. 
Artículo 21. Las ayudas públicas son una deuda sagrada. La sociedad debe la subsistencia a los ciudadanos desgraciados, ya sea procurándoles trabajo, ya sea proporcionando los medios de existencia a lo que no estén en condiciones de trabajar. 
Artículo 22. La instrucción es una necesidad para todos. La sociedad debe favorecer con todas sus fuerzas los progresos de la razón pública, y poner la instrucción al alcance de todos los ciudadanos. 
Artículo 23. La garantía social consiste en la acción de todos para asegurar a cada uno el goce y la conservación de sus derechos; esta garantía reposa sobre la soberanía nacional. 
Artículo 24. No puede existir si los límites de las funciones públicas no están claramente determinados por la ley, y si la responsabilidad de todos los funcionarios no está asegurada. 
Artículo 25. La soberanía reside en el pueblo; es una, indivisible, imprescriptible e inalienable. 
Artículo 26. Ninguna porción del pueblo puede ejercer el poder que corresponde a todo él; pero cada sección del soberano, reunida en asamblea, debe tener el derecho a expresar su voluntad con entera libertad. 
Artículo 27. Que todo individuo que usurpe la soberanía sea al instante ejecutado por los hombres libres. 
Artículo 28. Un pueblo tiene siempre el derecho a revisar, reformar y cambiar su constitución. Una generación no puede imponer sus leyes a las generaciones futuras. 
Artículo 29. Cada ciudadano tiene un derecho igual a concurrir a la formación de la ley y a la designación de sus mandatarios y de sus agentes. 
Artículo 30. Las funciones públicas son esencialmente temporales; no pueden ser consideradas como distinciones ni como recompensas, sino como deberes. 
Artículo 31. Los delitos de los mandatarios del pueblo y de sus agentes nunca deben quedar impunes. Nadie tiene derecho considerarse más inviolable que los demás ciudadanos. 
Artículo 32. El derecho a presentar peticiones a los depositarios de la autoridad pública no puede ser prohibido, suspendido ni limitado en ningún caso. 
Artículo 33. La resistencia a la opresión es la consecuencia de los demás derechos del hombre. 
Artículo 34. Hay opresión contra el cuerpo social cuando uno sólo de sus miembros es oprimido. Hay opresión contra cada miembro cuando el cuerpo social es oprimido. 
Artículo 35. Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es, para el pueblo y para cada una de sus porciones, el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes.

El derecho natural es el derecho de la especie humana

Hay en el De re publica (III, 17) de Cicerón uno de los párrafos más hermosos que se han escrito sobre ese derecho natural cuya existencia discuten tanto los juristas (la traducción es la española de 1818, poco después de que el cardenal Ángelo Mai descifrara con la ayuda de los reactivos químicos de Niebuhr el palimpsesto que contenía gran parte del texto perdido de obra:

Existe una ley verdadera, la recta razón, conforme a la naturaleza, universal, inmutable, eterna, cuyos mandatos estimulan al deber y cuyas prohibiciones alejan del mal. Sea que ordene, sea que prohíba, sus palabras no son vanas para el bueno, ni poderosas para el malo. Esta ley no puede contradecirse con otra, ni derogarse en alguna de sus partes, ni abolirse toda entera. Ni el Senado ni el pueblo pueden libertarnos de la obediencia a esta ley. No necesita un nuevo intérprete, o un nuevo órgano: no es diferente en Roma que en Atenas, ni mañana distinta de hoy, sino que en todas las naciones y en todos los tiempos esta ley reinará siempre única, eterna, imperecible, y la guía común, el rey de todas las criaturas, Dios mismo da el origen, la sanción y la publicidad a esta ley, que el hombre no puede desconocer sin huir de sí mismo, sin desconocer su naturaleza y sin sufrir por esta sola causa la más cruel expiación, aunque haya evitado en otro tiempo lo que se llama suplicio.

Para mí hay algo de poético en que el derecho natural se encontrara perdido y se recuperara en unos años tan trascendentales como esos, en plena época de las revoluciones.

Mi idea de la globalización

He estado pensando mucho estos días sobre la globalización y el derecho natural al reformar y completar los artículos sobre esta materia de la Wikipedia. Y en particular sobre la famosa afirmación del jurista Gustav Radbruch tras constatar que en Alemania existieron leyes tan injustas como las nazis y afirmar que "la ley extremadamente injusta no es verdadera ley". Y he llegado a la siguiente conclusión que he copiado en la Wikipedia con la satisfacción de que nadie me la ha discutido:

El economista y escritor español José Luis Sampedro, en su libro El mercado y la globalización (2002), la define como

Constelación de centros con fuerte poder económico y fines lucrativos, unidos por intereses paralelos, cuyas decisiones dominan los mercados mundiales, especialmente los financieros, usando la más avanzada tecnología y aprovechando la ausencia o debilidad de medidas reguladoras y de controles públicos (José Luis Sampedro, ''El mercado y la globalización''. Barcelona: Destino, 2002, p. 65)

Esos poderes son tan fuertes que llegan a acuerdos al margen de todo control político directo de los seres humanos que afectan al empleo, la salud y la vida cotidiana de grandes sectores de la Humanidad como CETA, TTIP y TISA, acuerdos que no se han publicado ni conocido ni sancionado por los que sufren sus consecuencias, algo jurídicamente muy discutible. Contra esto (la falta de perfeccionamiento de los procedimientos democráticos de control del gobierno de los estados nacionales (que, por ejemplo, son incapaces de concordar o ponerse de acuerdo para evitar el fraude fiscal global, o de otra forma explicado, solo se ponen de acuerdo en no ponerse de acuerdo) y la venta del sistema político al capitalismo en general, ha surgido la llamada globalización del descontento, plasmada en movimientos como el 15-M, Occupy movement o los Indignados y organismos independientes de denuncia como Wikileaks. La globalización afecta a todo el mundo y por tanto exige un derecho global, lo que revitaliza el derecho natural inherente a la especie humana y debería desacreditar definitivamente en esta esfera el derecho positivo de los estados nacionales.

viernes, 8 de abril de 2016

Empieza a llenarse una plaza de indignados en París

Ana Teruel "El movimiento de los indignados toma fuerza en Francia. La ocupación de la plaza de la República, que surgió tras las protestas contra la reforma laboral, cumple una semana", en El País, 8 abril 2016:

Solo los más optimistas esperaban aguantar tanto. Los indignados de París, reunidos en torno al lema #NuitDebout (noche en pie), han cumplido ya más de una semana ocupando la simbólica plaza de la República de París. Aquí vinieron el pasado jueves 31 de marzo después de la manifestación contra la reforma laboral con el mensaje de que no regresaban a casa porque la lucha no había finalizado. Desde entonces, se reúnen cada tarde hasta entrada la noche y algunos se quedan acampando de forma simbólica. De unos escasos centenares han pasado a ser más de 2.000 asiduos en las asambleas ciudadanas, inspiradas en las del 15-M español.

Ahora, todas sus fuerzas están puestas en la jornada del sábado. Los sindicatos de estudiantes, la Confederación General de Trabajadores (CGT) y Fuerzas Obreras (FO) han convocado para mañana una nueva manifestación contra la reforma, que ha servido para cristalizar las reivindicaciones del movimiento todavía en formación. Al acabar la manifestación, la NuitDebout llama a acudir en masa a la plaza, donde tienen autorización para permanecer hasta el domingo por la noche. En paralelo, convocan a toda Europa a unirse a la iniciativa. Otras ciudades francesas, como Toulouse, Nantes o Marsella ya se han sumado.

El movimiento #NuitDebout nació el 31 de marzo, tras una gran manifestación contra la reforma laboral. Por eso, según el calendario de los indignados, este viernes es 39 de marzo. Sin embargo, su germen organizativo se remonta al pasado 23 de febrero, a una jornada convocada en torno a la película documental Merci Patron (Gracias jefe) del periodista militante François Ruffin. “Nos dimos cuenta que todos luchábamos cada uno por separado. Nació la idea de unir los combates. La reforma laboral, que supone más precariedad para los trabajadores, ha sido la gota que ha colmado el vaso. Lo que queremos es cambiar el sistema”, explica Sophie Tissier, del colectivo Convergence des Luttes (Convergencia de las Luchas), creado tras aquella reunión y que convocó la quedada en la plaza de la República. “Fue un momento mágico, sentí que estaba naciendo algo, que hacíamos Política con mayúscula”, añade esta joven ayudante de cámara.

El movimiento se reclama horizontal, desvinculado de toda formación política y sin ningún líder destacado, aunque se van imponiendo algunas figuras, como el economista y filósofo Frederic Lordon. Desde el principio, recibe el apoyo de la conocida asociación Droit Au Logement (Derecho a una vivienda), muy activa en la lucha contra los desahucios. Fue una de las tres organizaciones que presentaron la primera petición de ocupación de la plaza, junto al colectivo altermundialista Attac y el sindicato SUD Solidaires.

En la plaza de la República de París, la asamblea diaria se celebra a las 18h en la esquina sureste de la explanada. Mientras, a medida que pasan los días, la mitad norte se va llenando de lonas donde instalan desde una “cantina rebelde” hasta la editorial alternativa Libertalia. En la caseta de acogida y bienvenida, unas pizarras recogen las diferentes “iniciativas colectivas” y “convergencias de luchas” del día, como la reunión de la comisión “voto en blanco” y las acciones puntuales previstas en diferentes lugares de la capital. Al lado, una gran carpa con un letrero de Refugees Welcome espera la llegada del grupo de refugiados sudaneses que se acerca habitualmente a última hora de la noche.

Desde el miércoles, se ha puesto en marcha la radio del movimiento, que se puede seguir en Internet y que da voz a los ciudadanos que se acercan a la plaza. El jueves por la tarde se ha sumado la televisión, con la misma idea. Un sofá blanco y un cartel de cartón, con las letras TV DEBOUT en hueco de fondo, sirven de plató donde llegan a expresarse diferentes colectivos. Desde el principio, las asambleas se transmiten en directo en la Red a través de la aplicación Periscope, donde las siguen decenas de miles de personas que no pueden acercarse a la plaza.

Al margen de la asamblea principal, las comisiones que se van creado a diario organizan sus propios debates a escala más pequeña en diferentes esquinas de la plaza. A medida que se hace de noche, la reunión toma aires de fiesta, con la música de tambores en una parte y charanga en otra. Los vendedores de comida ambulantes aprovechan la concentración para traer sus camiones. Cada madrugada, los voluntarios presentes tienen que desmontar las tiendas para dejar a los equipos del Ayuntamiento limpiar la plaza. A medida que va pasando el día, se van volviendo a colocar una tras otra.

La reforma laboral ha servido de catalizador para los indignados de París, pero las preocupaciones expresadas en la plaza abarcan mucho más: el estado de excepción, decretado en Francia tras los atentados yihadistas del 13 de noviembre —todavía en vigor—, la falta de solidaridad con los refugiados, la denuncia del discurso del miedo del poder político y la crítica al sistema capitalista y la economía liberal en general. “Tenemos que cambiar de modelo y de sistema, reconstruirlo todo a nivel local”, resume así Vanya, joven franco-búlgara que acude cada día a la plaza junto a su marido Samuel.

Algunos políticos de izquierda se han acercado también a lo largo de la semana. Unos lo han hecho de incógnito (caso del primer secretario socialista, Jean-Christophe Cambadélis), otros han tomado la palabra (como el secretario nacional del partido comunista, Pierre Laurent), pero todos han acudido como simples ciudadanos y no como representantes de una fuerza política, según aseguran los organizadores. El movimiento ha recibido también el apoyo explícito de Podemos y reciben consejos de miembros del grupo en París, aunque aseguran también hacerlo independientemente de las etiquetas y como simples ciudadanos.

“Este movimiento en Francia tenía que ocurrir porque se reúnen todas las condiciones”, asegura el joven sociólogo Geoffrey Pleyers, investigador de la universidad belga de Louvain, que sigue de cerca este tipo de protestas. “Primero, hay un Gobierno de izquierdas que pone en marcha medidas de derechas. Luego, está muy presente el tema de la preocupación por el futuro de los jóvenes”, añade. “Además, esto es una ciudad global, la gente que vivió el 15-M está muy presente y hay sed de aprender de ellos”, añade.

“La suerte que tenemos es que podemos ser más inteligentes gracias a la experiencia de España, a las redes sociales y a Internet”, confirma Raphaël Millon, profesor de deporte de 45 años. “Nos dan muchos consejos los españoles, como no eternizar las asambleas. Sobre todo, tenemos que exportar el movimiento fuera de la plaza de la República, a nivel de barrios, para implicar a la gente. Eso es muy importante”, añade. “Lo que pase ahora dependerá de la respuesta de las instituciones y de si consiguen salir de República”, confirma Arantxa, antigua del 15-M, que ayuda a nivel personal. “Eso va a llevar un tiempo, no ocurre de la noche a la mañana”, concluye.