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domingo, 3 de enero de 2016

Las citas falsas que se toman como verdaderas

Ángel Gómez Fuentes, "La falsa paternidad de las frases célebres", en Abc de Madrid, 3-I-2016:

Desde «Y sin embargo, se mueve», hasta «El fin justifica los medios», falsamente atribuidas a Galileo y Maquiavelo, respectivamente, el citar frases es un riesgo cada día más frecuente

«Y sin embargo, se mueve». Esta es la frase que todo el mundo recuerda y que, por tradición, se ha atribuido siempre a Galileo Galilei (Pisa,1564 – Florencia, 1642), quien la habría pronunciado después de abjurar de la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Inquisición. En realidad, Galileo nunca pronunció esa frase. Fue inventada por el escritor italiano Giuseppe Baretti en el 1757, con el objetivo de crear la imagen de una Iglesia oscurantista incapaz de abrirse a nuevos descubrimientos científicos. Así lo pone de relieve Adriano Ausilio, apasionado lector y estudioso de filosofía, quien con ahínco se dedica a cazar engaños literarios de todo tipo, en especial las atribuciones inexactas o falsas de frases célebres.

Cuenta el escritor Claudio Magris en el «Corriere» que Adriano Ausilio le ha advertido del riesgo que existe hoy en día sobre falsificaciones: «Con la llegada de internet y las redes sociales, se ha difundido una nueva tendencia: el uso incontrolado de las citas. Se adoptan, como buenas, frases famosas porque se han leído en alguna parte o se escuchan y transmiten por tradición, sin preocuparse de controlar su veracidad. La Red está llena de webs que contienen antologías de citas históricas y literarias. Y es ahí precisamente donde reside el error, porque esas citas no proceden de un conocimiento directo de los textos, sino de compilaciones no muy fiables», explica Ausilio.

Paternidad falsa

La paternidad de muchas de las más famosas frases se da por descontada, pero a menudo es falsa. Voltaire, uno de los principales representantes de la Ilustración, nunca dijo esta célebre frase que todo el mundo conoce y repite: «No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». La frase es fiel al pensamiento del escritor, historiador, filósofo y abogado francés, pero quien la escribió fue Evelyn Beatrice Hall, escritora británica, autora de una biografía del filósofo, en 1906, titulada «Los amigos de Voltaire».

No fue Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda nazi, el que pronunció una frase célebre contra la inteligencia: «Cuando oigo la palabra cultura, le quito el seguro a mi Browning». Algunos se la atribuyeron también a Millán-Astray, el fundador de la Legión. Pero el autor fue Hanns Johst, dramaturgo alemán nazi, quien la escribió en un texto de teatro. María Antonieta nunca dijo esta frase que se le atribuyó: «Si las masas no tienen pan, que coman pasteles». La frase ya se conocía en tiempos de Jean Jacques Rousseau, época en la que aún no había nacido la archiduquesa. Maquiavelo nunca dijo explícitamente estas palabras que todo el mundo emplea: «El fin justifica los medios». Estas palabras reflejan ciertamente su pensamiento, pero él nunca las pronunció.

Los ejemplos son casi interminables

«Madame Bovary soy yo», dicen que respondía Flaubert cuando le preguntaban por la identidad de ese personaje. Pero esa atribución es infundada, porque él nunca pronunció esa frase. Otra famosa expresión atribuida a Antonio Gramsci, «pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad», repetida siempre por los italianos, no es del fundador del Partido Comunista Italiano, sino del escritor francés Romain Roland.

En los periódicos y en los debates públicos, con las prisas que impone la actualidad, se acentúa el recurso a lanzar citas incisivas, sin consultar la enciclopedia, porque nadie va a leerse si realmente Julio César dijo «Vine, ví y vencí». Pero, como señala Claudio Magris, muchas citas se prestan, sin querer, a la falsificación. La paternidad de muchas de las más famosas frases se da por hecha, pero a menudo es falsa. Comienza su artículo el premio Príncipe de Asturias de las Letras (2004) subrayando que «Churchill dijo que los Balcanes producen más historias de las que podemos digerir. Es un bello inicio para un artículo. Pocas cosas como una cita ayudan a comenzar un escrito o a reforzarlo». Y con ironía, Claudio Magris concluye así su artículo: «Espero que haya sido realmente Churchill quien dijo esas palabras sobre los Balcanes…».

sábado, 2 de enero de 2016

IMind, Otro programa robot para entender el lenguaje humano


Un pastor alemán puede ser un perro o un señor que tiene ovejas: el análisis del contexto nos permite comprender la diferencia entre ambos significados. A partir de esta idea, un grupo de emprendedores españoles han creado iMind Technology, una spin off apadrinada por la empresa tecnológica Full on Net que durante ocho años ha trabajado en un programa informático sobre inteligencia artificial.

Su producto es, según sus fundadores, “un cerebro artificial sin conciencia que permite a la máquina ir aprendiendo a medida que se interactúa con ella”. El Banco Santander y Vodafone han adoptado esta herramienta, capaz de procesar el lenguaje e interpretar lo que una persona quiere decir, y que se anuncia como un asistente para realizar ventas, un sustituto de un centro de atención telefónica o un programa para el servicio interno de cualquier compañía. “Es una herramienta enfocada a cómo pensamos las personas, intenta amoldarse a nuestros mecanismos psicológicos”, señala David Martínez, ingeniero informático y uno de los creadores. “Esa mente artificial interactúa con los clientes y los entiende. Comprende su situación emocional. Se diferencia de Siri [el asistente de Apple] en que Siri sólo entiende el idioma, no el sentido de las frases”.

Su director, Ramón J. Fonte, psicólogo de profesión, cree que esa tecnología “puede ayudar tanto a las organizaciones como a las personas”. Pone como ejemplo una empresa que venda 1.000 referencias de productos. Semantics, su software, se informa sobre todas ellas y aprende a asesorar al cliente que busca un producto concreto: “Eso consigue unos importantes ahorros de costes”, señala su director.

“Es capaz de aprender de lo que está ocurriendo y tomar decisiones basándose en lo que tú le pides”. Una de sus características es que incorpora un análisis de sentimientos por medio de la biometría de la voz, “lo que abre las puertas al procesamiento de aspectos típicamente humanos, como la ironía o el sarcasmo”. También recuerda las distintas voces, lo que le ayuda a mejorar la interac­ción gracias a que almacena experiencias previas. Pero no necesita ser entrenado por una voz concreta, como algunos GPS: su índice de acierto es independiente del hablante gracias a una serie de algoritmos que extrapolan las características de cualquier voz y establecen un patrón general.

Se comparan, e incluso dicen estar por delante de grandes multinacionales. “Hay algunas herramientas similares en el mercado, pero no están tan avanzadas como la nuestra en la interacción mental, es decir, en lo que va más allá de la tecnología, la capacidad de comprender”, señala Martínez. Más de 20 desarrolladores y 2,5 millones de euros de inversión han sido necesarios para que Semantics llegue al mercado. “No existe nada en castellano que funcione con esta precisión”, señalan sus creadores, que este año facturarán cinco millones de euros. El producto permite incorporar diccionarios temáticos en su memoria (con terminología técnica procedente de áreas como la financiera o la científica). Es compatible con todo tipo de programas de otros fabricantes y cumple con las normas de seguridad estándar del mercado. Su implantación puede realizarse en unos tres meses, y responde a los humanos tanto por voz como a través de la escritura.

Información clave

Semantics se alimenta de los datos de la empresa, pero también es capaz de leer otro tipo de información heterogénea contenida en blogs, redes sociales o vídeos. “Puede organizar toda esa información y alinearla con el objetivo que tenga una compañía. La calidad de los datos es su punto fuerte”, asegura Fonte. “Está orientada al big data, así que cuanto más contenido existe en el sistema, más eficaz resulta”.

Los emprendedores, afincados en Madrid, quieren hacer que 2016 sea el verdadero año de lanzamiento, aunque llevan tres comercializando el software. No se han planteado vender la empresa: “Nos interesa desarrollarla, esa es nuestra principal preocupación”. Su reto comercial es llegar a grandes clientes internacionales compitiendo con tecnológicas como Facebook, Google o IBM. Todo desde una pequeña oficina de Madrid.

El imperio de los datos

Hace exactamente dos años, IBM anunciaba el lanzamiento del Grupo Watson, una nueva unidad de negocio dedicada al desarrollo y comercialización de “innovaciones cognitivas en la nube”. El proyecto, en el que ha invertido 1.000 millones de dólares, quiere hacer llegar al mercado “una nueva clase de software, servicios y aplicaciones capaces de aprender y dar respuesta a preguntas complejas gestionando una gran cantidad de información (big data)”. Hace dos semanas la compañía anunciaba que Múnich será la sede de su centro de Watson para Internet de las cosas. Allí trabajarán unos 1.000 expertos desarrolladores, consultores, investigadores y diseñadores en industria 4.0.

Otras grandes multinacionales han apostado por investigar en este gran nicho de mercado. Según los analistas de Gartner, las máquinas inteligentes van a ser las protagonistas de la próxima revolución tecnológica en sectores como sanidad, la distribución, los servicios financieros, los viajes o las telecomunicaciones. Las aplicaciones son infinitas: los centros de atención al cliente clásicos, por ejemplo, suelen presentar tasas de abandono de los usuarios muy elevadas, y un alto porcentaje termina por afectar a la imagen de las compañías.

En el comercio electrónico, la mitad de las ventas por Internet se acaban perdiendo porque el cliente no es capaz de encontrar exactamente lo que busca en los catálogos de las plataformas online. Aunque por ahora, como explican en iMind, el nivel de penetración de los sistemas que incorporan inteligencia artificial es escasa, ya que en ocasiones están poco desarrollados o son incompatibles con herramientas de otras marcas. Además, sus precios suelen ser altos.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

La derecha, siempre con la mentira por delante.

Dice el gobierno que sube el salario mínimo un 1%, a 655,2 euros al mes; pero, como el coste de la vida ha subido varias veces más, en realidad lo que debería decir es que ha rebajado el salario mínimo.

Dice El Ministerio de Empleo que ha incrementado las pensiones para 2016 el 0,25% (el mínimo legal), pero como el coste de la vida ha subido mucho más en realidad lo que debería haber dicho es que baja las pensiones.

Dice El Ministerio de Empleo y Seguridad Social que esas medidas son una respuesta a «la mejora de las condiciones generales de la economía, a la vez que continúa favoreciendo, de forma equilibrada, su competitividad, acompasando la evolución de los salarios con el proceso de recuperación del empleo en un contexto de contención de los precios» porque el IPC cerró el pasado noviembre en una tasa negativa del 0,3%, con lo que el aumento del poder adquisitivo que genera ese aumento salarial es todavía mayor, pero no dice cuánto subió o bajó los otros años (desde enero de 2011, es el 5,6%, como cualquiera puede comprobar aquí en el Instituto Nacional de Estadística), ni que muchos pensionistas tienen que sostener a sus nietos minusmileuristas o sencillamente en paro, ni que el fraude fiscal no es la excepción, sino la regla, ni que solo con el dinero que "invierte" en corrupción habría para pagar un incremento sustancial correspondiente a los "sobresueldos", "jubilaciones blindadas", privilegios y sobrecobros como el del recibo de la luz.

El salario mínimo español es minusmileurista; según datos de El Mundo (que excluye a seis países de la UE: Dinamarca, Italia, Chipre, Austria, Finlandia y Suecia, donde el salario mínimo no está fijado por ley, y a Suiza, país europeo que no pertenece a la UE donde tampoco hay salario mínimo, si bien en mayo de 2014 se celebró un referéndum para fijar una retribución de este tipo que fue rechazada por más del 70 % de los suizos, dándose el caso de que, si dicha propuesta se hubiese aprobado, Suiza contaría con el salario mínimo más alto de toda Europa, unos 4.050 euros al mes para un empleo a tiempo completo de 42 horas a la semana) figuran en esta tabla para Europa:

Luxemburgo (1.923) euros mensuales
Reino Unido (1.510)
Holanda (1.508)
Bélgica (1.502)
Alemania (1.473)
Irlanda (1.462)
Francia (1.458).
Eslovenia (791)
España (757)
Malta (720)
Grecia (684)
Portugal (589)
Polonia (418)
Croacia (399)
Estonia (390)
Eslovaquia (380)
Letonia (360)
República Checa (338)
Hungría (333)
Lituania (325)
Rumanía (235)
Bulgaria (194).

Y ahora, sintámonos orgullosos de lo poco que se cobra en España por un trabajo que en Europa cobran mejor. Más datos aquí. Las mentiras han sido publicadas por ABC, periódico que nos tiene acostumbrados a ruedas de molino tan gordas como las de La Razón.

jueves, 17 de diciembre de 2015

La soberbia de la ignorancia es una ignorancia soberbia

Desacreditar al instruido en un tema es propio de memos, y no son pocos los memos que se atreven a escribir con anonimato o sin él atraídos por aquello de la paradoja de Abilene y, lo que es peor, abducidos por el principio Dunning-Kruger. Eso es lo que se ve principalmente en los comentarios de muchos periódicos y círculos de opinadores televisivos. Y precisamente por este último principio sociológico, muy relacionado con el principio de Peter, el instruido suele considerar más al ignorante de lo que debe.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Julián Assange, "A los incompetentes les encanta el secretismo"

I

Joseba Elola, Julian Assange, fundador de Wikileaks. “A los incompetentes les encanta el secretismo”. Assange carga contra las agencias de inteligencia en el quinto aniversario de la filtración de los papeles del Departamento de Estado. El País 29 NOV 2015 .

Son ya más de 41 los meses que Julian Assange lleva encerrado entre las paredes de la Embajada de Ecuador en Londres. Más de tres años y medio que dejan huella. Aquí llegó el editor australiano en 2012 huyendo de una extradición a Suecia, donde se le reclamaba para interrogarle por cuatro acusaciones de acoso sexual y violación planteadas por dos mujeres con las que tuvo contacto en agosto de 2010. El plazo para tomarle declaración ha prescrito. De las cuatro acusaciones, solo queda en pie una, la más grave, la de violación. El límite para interrogarle expira el 17 de agosto de 2020.

Assange está desmejorado. Pálido, debilitado, con ojeras. Arrastra una lesión en el hombro derecho que le obliga a estrechar la mano con la izquierda.

Han pasado cinco años desde la publicación de Los Papeles del Departamento de Estado, operación en la que cinco cabeceras –The Guardian, The New York Times, Der Spiegel, Le Monde, EL PAÍS– coordinaron esfuerzos con la plataforma de filtraciones para otorgar salida periodística a 250.000 cables diplomáticos, y parece que por él hubieran pasado algunos más. Desde entonces, está en fuga. Lleva toda una vida en fuga.

Pregunta. WikiLeaks ha publicado, según dice usted, más de 10 millones documentos. ¿Qué diría que han conseguido después de todo?

Respuesta. Bueno, me pide usted que haga una declaración para calificarme a mí mismo…

P. Bueno, más bien, a su organización, WikiLeaks…

R. No es necesario para nosotros haber conseguido nada. WikiLeaks es un proyecto de educación masiva. Hemos construido una significativa biblioteca que muestra cómo se comportan en realidad las instituciones humanas modernas.

“La vigilancia en Internet se está convirtiendo en una amenaza potencial para la civilización” Su voz suena apagada en esta anodina sala de reuniones de la Embajada. Eso sí, su querencia por los largos monólogos permanece intacta. Aborta en varias ocasiones las preguntas para enredarse en sus dilatados circunloquios.

P. El Cablegate tuvo una amplia repercusión. Sus últimas publicaciones parecen tener menos impacto, ¿a qué lo atribuye?

R. Estoy de acuerdo, en términos generales. Se ha producido una normalización. Hemos publicado ya 2,7 millones de cables. Y este año hemos difundido más material. El documento más importante de 2015 no ha sido muy entendido fuera de Francia. Es la orden de interceptación de contratos [de empresas francesas] valorados en más de 200 millones de dólares. Una prueba del espionaje económico masivo de Estados Unidos contra Francia. Obviamente, esto no lo hace solo en Francia.

La plataforma está activa. Este año filtró, entre otros, 475.413 documentos de la productora Sony. Publicó los mails personales del director de la CIA, John Brennan. Reveló nuevos datos sobre el espionaje de EE UU a sus aliados —caso del Elíseo; escuchas a los ministros de Merkel—. Publicó actas de las negociaciones de los acuerdos de libre comercio de la Asociación Transpacífica (TPP). Difundió cables secretos del Ministerio de Exteriores saudí. Filtraciones más o menos polémicas, con mayor o menor llegada según la región del mundo en que uno se halle, que han revitalizado su presencia en los medios.

Assange, de 44 años, atribuye esta efervescencia a “la expansión de WikiLeaks, a algunas victorias legales y a un esfuerzo tecnológico”. El bloqueo bancario que impedía la llegada del 95% de sus ingresos se ha mitigado. Solo Bank of America y Western Union, dice, bloquean ya las donaciones dirigidas a las arcas de la organización que lidera.

Tras cuatro años sin buzón de recepción de filtraciones abierto —quedó desmontado al abandonar los disidentes de Assange la organización (le echaban en cara su personalismo)—, WikiLeaks cuenta con uno de última generación desde enero. Construir un método para que las fuentes puedan hacer llegar material de modo seguro no es fácil en estos días. “La vigilancia en Internet se está convirtiendo en una amenaza potencial para la civilización, como consecuencia de su amenaza global a la democracia”.

Assange sostiene que la mayoría de las interceptaciones de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) vienen de su cooperación con Google, Facebook y otras grandes firmas tecnológicas de EEUU. “La NSA simplemente clava sus colmillos en estas organizaciones de Silicon Valley y chupa toda la información”. Y lanza su andanada contra las agencias de inteligencia. “El secretismo institucional corrompe. A los incompetentes también les encanta el secretismo. Las agencias nacionales de inteligencia son burocráticas, corruptas e incompetentes. Y por eso en el intercambio de golpes para ver quién se llevaba a Edward Snowden de Hong Kong —¿nos lo llevaríamos nosotros a un sitio de asilo, o se lo llevarían la NSA, la CIA, o el Departamento de Justicia de EE UU a una prisión?— ganamos”.

Las agencias nacionales de inteligencia son burocráticas, corruptas e incompetentes. WikiLeaks se ha propuesto poner en valor la megafiltración de hace cinco años. De ahí que en agosto publicara The WikiLeaks Files: The World According to US Empire [Los expedientes de WikiLeaks: El mundo según el imperio de EE UU], un libro en el que 13 académicos y periodistas analizan las claves geopolíticas que se derivan del análisis de los cables publicados. Con él se pretende poner de manifiesto el modo en que EE UU impone su agenda en el mundo.

P. Si tuviera una filtración de servicios secretos de la que el Estado Islámico pudiera aprovecharse, ¿qué haría?

R. No estoy seguro de lo que quiere decir pero hemos publicado mucho sobre cómo se ha creado la situación actual en Siria. Desde 2006, tenemos declaraciones de la Embajada norteamericana en Siria en las que se dice que querían derribar al Gobierno atizando tensiones sectoriales entre chiíes y suníes, creando paranoia, ese es el término que usan, en el régimen de El Asad. Todo para que creyese que había un golpe de Estado inminente y hacerle “sobreactuar”, que es lo que hizo en 2011. Así que ese era el plan de Estados Unidos y, producto de ello, Francia, Inglaterra, Turquía, Arabia Saudí, Qatar e Israel han participado en esto también. El resultado de medios que no hicieron el adecuado escrutinio y de esta aventura enloquecida de Estados Unidos y sus aliados es la destrucción de Siria. Se suma a otras aventuras enloquecidas previas en Irak y Libia. Nada de eso tenía por qué ocurrir. La consecuencia es que Europa está ahora inundada de refugiados sirios; tenemos la creación del ISIS y de Al Nusra. Millones de personas han sido desplazadas y cientos de miles han muerto.

P. ¿Y todo esto no cambia nada a la hora de publicar información?

R. Solo significa que es necesario publicar más información acerca del conflicto tan pronto como sea posible.

He viajado a más de 50 países, me gusta la variedad, así que preferiría ser libre; libre de estar en muchos países distintos.

Mientras la filtración de materiales prosigue, los frentes judiciales se acumulan. En Arabia Saudí, por la publicación de cables; en Australia, por denunciar un caso de sobornos en el sudeste asiático. En el Reino Unido, dice Assange, hay una investigación terrorista

contra él y su colaboradora Sarah Harrison por ayudar a Snowden. Y, además, sostiene, hay un gran caso abierto en Estados Unidos “que ha sido declarado por el Gobierno como un secreto de Estado”.

En cuanto a la acusación por violación a la que debería hacer frente en Suecia, Assange se presenta como víctima de sistemas judiciales poco independientes. “El caso sueco es ahora el caso más infame de acusación falsa, al menos, en el mundo occidental”, alega. La fiscal sueca Marianne Ny intentó interrogarle en la Embajada el pasado mes de junio, después de años sin querer aceptar esta fórmula, pero Ecuador no facilitó la visita porque no se había notificado a tiempo, dijo la Embajada. Assange sostiene que la fiscalía sueca avisó tarde, de modo deliberado, para no tener que interrogarle: así, mantenían el caso vivo y evitaban el desprestigio. “No he tenido ni siquiera las garantías de defensa que tiene todo acusado”.

La situación no termina de desbloquearse y Assange sigue en fuga, recluido en la Embajada. Si pone un pie en la calle, dice, el Reino Unido le arresta. 

P. Si pudiera estar fuera de esta embajada, ¿a qué país iría?

R. Preferiría estar con mis hijos. He viajado a más de 50 países, me gusta la variedad, así que preferiría ser libre; libre de estar en muchos países distintos.

II

David Leigh, "La era de las filtraciones", en El País, íd.:

Más allá de las revelaciones, la asociación de WikiLeaks con cinco medios tradicionales para difundir 250.000 cables diplomáticos estadounidenses revolucionó hace cinco años nuestra comprensión de la política internacional real e inspiró un nuevo tipo de ‘soplones’, de Snowden a Falciani, con agendas propias.

Tengo ante mí, en mi mesa de Londres, una fotografía hecha en Madrid, una imagen poco frecuente: cinco directores de importantes periódicos internacionales juntos en el mismo estrado. Los cinco, antes de ese día, habían sido rivales, pero ahora eran amigos.

Los directores, de España, Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unidos, unieron sus fuerzas en 2010 para una colaboración extraordinaria. Acordaron publicar de manera simultánea la historia periodística más superlativa del mundo, que rápidamente acabó bautizada como Cablegate.

The Guardian había recibido una filtración masiva de 250.000 cables diplomáticos secretos procedentes de embajadas de Estados Unidos en 180 países. Los cinco directores acordaron publicar conjuntamente su explosivo contenido.

Cinco años después, ¿qué consecuencias tuvo aquella decisión?

Fijó el amanecer de un periodismo nuevo, capaz de dar a conocer datos inéditos a millones de personas. Uno de los detalles significativos de la fotografía de los directores es que ninguno sigue en su puesto.

Javier Moreno ya no dirige EL PAÍS; Sylvie Kauffman, de Le Monde, ha tenido al menos tres sucesores en su puesto de París; Georg Mascolo fue apartado en Der Spiegel; Bill Keller dejó su cargo en The New York Times (lo cual desató una desagradable pelea por la sucesión); y en el londinense The Guardian, Alan Rusbridger se retiró tras 20 años de lucha para mantener a flote un periódico en pérdidas.

Esas turbulencias muestran el trastorno que constituye Internet para los medios convencionales. Los directores del grupo inicial se unieron porque eran conscientes de que hacían falta nuevos tipos de colaboración para que el periodismo de investigación pudiera sobrevivir en tiempos difíciles. Cinco años después, la caída de los modelos de negocio tradicionales continúa e incluso se ha agravado. Una consecuencia es que esas colaboraciones entre medios internacionales se han vuelto casi normales.

Pero el Cablegate también fijó el amanecer de un modelo de periodismo completamente nuevo, capaz de dar a conocer datos inéditos a millones de personas en todo el mundo.

En la era de Internet es posible hackear y filtrar los contenidos de inmensas bases de datos, por muy seguras y secretas que parezcan. Una vez analizados esos datos, se pueden hacer públicos en todo el mundo al instante a través de medios en distintas jurisdicciones, de tal manera que ni siquiera los abogados y la policía de la mayor potencia mundial puedan detener el alud de revelaciones.

El Cablegate señaló el nacimiento de la era de las filtraciones masivas.

En los años posteriores, se sucedieron de forma inexorable las filtraciones de Snowden, aún más escandalosas, de datos relativos a las actividades secretas de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos, una vez más a través de un grupo de periodistas de varios países. A ellas siguió una serie de revelaciones masivas de datos sobre cuentas en paraísos fiscales —como la famosa lista Falciani— que sacaron a la luz las identidades de propietarios de empresas en todo el mundo que hacían uso de jurisdicciones opacas como las islas Vírgenes británicas.

Este año, otra gigantesca filtración de datos del banco internacional HSBC sirvió para identificar a evasores fiscales y delincuentes de todo el mundo con cuentas secretas en Suiza. Y es previsible que la próxima filtración de datos no sea de gigabytes, sino de terabytes.

Hay una avalancha de información inédita, globalizada y relativamente sin filtrar que llega al público en general sin que nada pueda detenerla. Es un hecho nuevo y trascendental.

Ahora bien, ¿la publicación en 2010 del contenido de los cables diplomáticos estadounidenses revolucionó la política mundial?

Para ser sinceros, no del todo. La expresión Cablegate evoca Watergate, el famoso escándalo de 1974 en el que el presidente de Estados Unidos Richard Nixon se vio obligado a dimitir después de un robo en las oficinas de sus adversarios en el edificio Watergate de Washington.

Pero la terminación gate en 2010 era engañosa. Con una excepción, los cables diplomáticos publicados no dieron a conocer los delitos del Gobierno estadounidense, sino los de otros.

Por ejemplo, el tráfico diplomático registrado en Madrid dejaba en mal lugar a los políticos españoles al desvelar que el periodista José Couso había muerto en 2003 por fuego amigo de Estados Unidos en Bagdad. En su momento, Javier Moreno escribió: “Los cables revelan el doble lenguaje del Gobierno y la fiscalía. Nuestras informaciones muestran que dijeron a los diplomáticos estadounidenses que tratarían de obstruir o incluso cerrar el caso mientras aseguraban a la familia del periodista fallecido que iban a hacer todo lo posible para investigarlo. Al Gobierno socialista le ha resultado difícil explicarlo”.

Asimismo, los cables de Madrid contenían las denuncias oficiales más condenatorias de la Rusia de Vladímir Putin que jamás se hubieran hecho públicas. Un fiscal español que investigaba el crimen organizado internacional describió con detalle a funcionarios norteamericanos cómo se había convertido Rusia en un “Estado mafioso”. Sus severas descripciones de la delincuencia y la corrupción nunca habrían podido salir a la luz en circunstancias normales, y son fundamentales para comprender el comportamiento de gánster que tiene Rusia en el mundo en la actualidad.

La única excepción importante a esta imagen favorable de Estados Unidos fue la revelación de las órdenes emitidas por el Departamento de Estado a sus diplomáticos para que espiaran al personal de la ONU e intentaran obtener datos como sus números de tarjetas de crédito, direcciones de correo electrónico y programas de fidelización para viajeros frecuentes. La noticia causó un escándalo en 2010, pero adquirió una dimesión verdaderamente siniestra más tarde, con las revelaciones de Snowden de que la NSA había desarrollado la tecnología necesaria para piratear el tráfico que circula por la de fibra óptica de todo el mundo. Para eso querían los números.

Este es el verdadero legado de Cablegate. Los investigadores siguen citando con frecuencia su contenido, que ha revolucionado nuestra comprensión de la realidad política.

Las consecuencias no han sido tan halagüeñas para los filtradores. Edward Snowden, que actuó inspirado por el Cablegate, languidece en Rusia después de haberse visto obligado a pedir asilo, bajo la amenaza de cárcel si regresa a Estados Unidos. Julian Assange, el pirata australiano fundador de WikiLeaks, que hizo llegar los cables filtrados a los cinco directores, sigue oculto en la Embajada de Ecuador en Londres para evitar ser extraditado a Suecia, donde se enfrenta a acusaciones de agresión sexual.

Y el soldado Manning, el verdadero filtrador de los cables, un joven norteamericano lleno de problemas pero con grandes aptitudes técnicas, que logró descargar todos los archivos secretos de una terminal de comunicaciones militar a las afueras de Bagdad, cumple una condena de 35 años en una prisión militar en Kansas. Hoy, tras anunciar su decisión de cambiar de sexo, es una mujer, Chelsea Manning, y se somete a tratamiento hormonal.

Aunque las voces más enloquecidas, que pidieron en su momento que se le ejecutara por traición, han callado, está todavía muy lejos cualquier perspectiva de libertad bajo fianza. Manning dijo que, con sus filtraciones, quería provocar “discusiones, debates y reformas en todo el mundo”. Desde luego, lo consiguió. Pero cuesta pensar que hoy lo esté celebrando en su celda.

David Leigh fue responsable de la publicación de los cables en 2010, cuando era redactor jefe de investigación en The Guardian.


Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

III
Stephen Reese, "Una historia 'clasificada'", en El País, 29-XI-2015:

El precedente histórico más cercano de la revelación de los papeles del Departamento de Estado por parte de WikiLeaks es la filtración de los 'Papeles del Pentágono'.

La salida a la luz de mensajes diplomáticos clasificados efectuada por WikiLeaks fue bautizada en seguida como Cablegate, una etiqueta que lo colocaba dentro de la tradición moderna del periodismo de investigación, inspirada por el escándalo del Watergate. Pero del contexto histórico emana una clasificación más precisa.

Los reportajes sobre el abuso del poder presidencial, de la década de los setenta de Bob Woodward y Carl Bernstein publicados en The Washington Post (sus archivos están en los fondos de la la Universidad de Texas, donde imparto clase), aportaron el marco del sufijo "gate" a las diversas investigaciones posteriores que pretendían sacar a la luz algún escándalo. Sin embargo, el marco que ofrece ese sufijo ha tenido como consecuencia el convertir las fechorías personales ("¿Qué sabía el presidente?") —contadas, en esencia, como parte de una historia policial— en el modelo de los reportajes de investigación. Esto ha desviado el foco de los problemas sociales sistémicos.

Comprendemos mejor Vietnam tras  los 'Papeles del Pentágono', y el Cablegate nos ha dado una visión más franca de las relaciones internacionales.

Así que el Watergate no es el mejor precedente para entender esta nueva forma de periodismo. Un modelo más cercano son los Papeles del Pentágono publicados por The New York Times poco antes del Watergate. Aquellos papeles destaparon la historia clasificada de la Guerra de Vietnam que había sido encargada por el Departamento de Defensa de EE UU y que contenía una versión menos suave de la guerra, que la que conocían los ciudadanos hasta entonces. Esto fue un escándalo político, no un delito penal a nivel particular, y la información se obtuvo por la filtración a gran escala a un medio de comunicación.

Históricamente los periodistas siempre han preferido las ruedas de prensa y las entrevistas a la tarea, más difícil, de investigar a partir de pruebas documentales, pero los Papeles del Pentágono eran literalmente papeles, fotocopiados por la fuente que dio la voz de alarma. Hoy la tecnología reduce enormemente los escollos para este tipo de filtraciones, y aumenta el valor de documentos materiales, como se ha visto en el caso de WikiLeaks.

La tecnología reduce enormemente los escollos para las filtraciones, y aumenta el valor de documentos materiales, como se ha visto en el caso de WikiLeaks.

De hecho, el mundo de Internet ha otorgado incluso a los ciudadanos corrientes —que por lo demás no tienen un acceso especial a la información— la capacidad de participar en el proceso de investigación. Mientras que los reportajes del Watergate requirieron una investigación tenaz y mucho ir y venir (con la ayuda de fuentes internas claves), ahora las noticias pueden saltarse a toda la prensa institucional. Incluso en sociedades autoritarias como la china, donde los medios de comunicación profesionales están limitados, los activos netizens o "ciberciudadanos" hacen una puesta en común de la información, contribuyen a los denominados "incidentes masivos", verifican los relatos oficiales y sacan a la luz escándalos a una velocidad y una escala notables.

Más allá de esta investigación con base ciudadana, de los Papeles del Pentágono y del Watergate, el caso del Cablegate supone una nueva forma de colaboración híbrida entre activistas de la transparencia y medios de comunicación. Es una forma de periodismo de investigación para un ecosistema periodístico global, que se ha creado a partir de una estructura de redes interconectadas de medios institucionales, de periodistas ciudadanos, de whistleblowers o gente que da la voz de alarma ante malas prácticas, y de plataformas tecnológicas. Cierto que de este modelo más participatorio surgen menos héroes periodísticos del tipo Woodstein, pero aquello fue una heroificación del periodismo que distorsionaba su función y hacía más difícil la crítica al sistema.

Al publicar los documentos a través de grandes medios de comunicación los grupos activistas de la transparencia como WikiLeaks demostraron que reconocían el contexto y conocimiento que los profesionales pueden aportar. Pero los medios de comunicación tradicionales, aunque valoran el acceso a semejante abundancia de documentos de interés periodístico, encuentran incómoda su colaboración en estas operaciones emergentes apátridas y supranacionales, aunque tengan una misión común: publicar información difícil de encontrar. Mark Coddington, catedrático de la Universidad Washington y Lee, ha analizado el modo en que los medios de comunicación tradicionales han reaccionado ante WikiLeaks, y ha mostrado cómo se sienten empujados a defender las fronteras de su autoridad profesional y el paradigma periodístico tradicional, que se basa en la institucionalización, en una relación más formal con las fuentes de información y en la objetividad.

De este modelo más participatorio surgen menos héroes periodísticos del tipo Woodstein, pero aquello fue una heroificación del periodismo.

La diplomacia debe tener algún componente de secreto y engaño, pero los Gobiernos tienden a llegar demasiado lejos al ocultar información, y estas prácticas entran en conflicto con nuestra idea de cómo funcionan mejor el periodismo y la vida ciudadana. Comprendemos mejor la Guerra de Vietnam tras haber tenido acceso a los Papeles del Pentágono, y el Cablegate nos ha dado una visión más franca de las relaciones internacionales. Debido a la preocupación por la seguridad debe haber información clasificada, pero ahora que las posibilidades tecnológicas del “periodismo en red” sustentan la colaboración (aunque sea incómoda) entre los activistas y los guardianes profesionales de la información, la balanza se inclina cada vez más hacia la transparencia.


Stephen Reese ocupa la cátedra Jesee H. Jones de Periodismo en la Universidad de Texas y es vicedecano de la escuela de Comunicación. Es coautor de Mediating the Message in the 21st Century: A Media Sociology Perspective.

lunes, 23 de noviembre de 2015

La engañifa de las pensiones de jubilación

Mnauel V. Gómez e Íñigo de Barrón, "La carta que el Gobierno no quiere que llegue a leer. Los mayores de 50 años iban a recibir un informe con su pensión pública futura. El Ejecutivo lo ha vetado para evitar que se conozcan las bajas prestaciones", en El País, 23 NOV 2015:

El simulador de pensiones solo es fiable para jubilaciones antes de 2019

El Gobierno no va a cumplir con su promesa de enviar una carta a los mayores de 50 años con la pensión privada y pública futura. Lo admitió el propio secretario de Estado de la Seguridad Social, Tomás Burgos, cuando, el pasado 5 de noviembre, dijo: “Comprometido, pero no realizado”. En lugar de la misiva, Burgos presentó un simulador electrónico, puesto en marcha en la web Tu Seguridad Social, en el que se puede consultar una aproximación de cómo será la prestación de los futuros jubilados con limitaciones y dificultades técnicas. El sector del ahorro privado cree que el Gobierno ha parado la carta para evitar dar malas noticias por motivos electorales.

El compromiso del PP con esta incitativa —que ya se ha hecho en algunos de los principales países de la Unión Europea— viene de lejos. En enero de 2011, el PP pidió en la reunión del Pacto de Toledo, donde se regula la marcha de las pensiones públicas, que se incluyera una recomendación para que se facilitara el conocimiento del importe de las cotizaciones realizadas. El Gobierno de Zapatero, en julio de 2011, poco antes de dejar el poder, contó con el apoyo del PP para aprobar una disposición adicional en la que estableció la obligación de la Seguridad Social de informar a cada trabajador sobre su jubilación, obligación que se extendió a las empresas privadas de seguros y fondos de pensiones.

La propia ministra de Empleo, Fátima Báñez, el 8 de mayo de 2012, resaltó la importancia de facilitar a los ciudadanos información precisa sobre las expectativas de la pensión, para lo que anunció que se crearía una regulación reglamentaria. El 8 de abril de 2014, Burgos, anunció la intención del Gobierno de plasmar el derecho de información sobre la pensión en un “real decreto de próxima aparición”.

Así, se elaboró un borrador de real decreto, sometido a los interlocutores sociales, a la patronal de fondos de inversión y fondos de pensiones, Inverco, y a la de seguros, Unespa. Después de las consultas, se envió al Consejo de Estado.

Todo estaba preparado

Estaba previsto enviar la carta para finales de 2014. Los grandes bancos se lo creyeron y anunciaron campañas comerciales con el lanzamiento de herramientas en las que usarían de gancho la escasa pensión pública para que los clientes la complementaran con sus productos de ahorro.

¿Qué pasó para que la carta no se remitiera? Fuentes consultadas coinciden en que fue desde el palacio de la Moncloa donde se paralizó la misiva ya que incluso llegó a debatirse en la reunión de subsecretarios previa al Consejo de Ministros. Ninguna de esas fuentes duda de que ha sido la voluntad política la que ha dado con la carta en la papelera, porque el real decreto estuvo a punto de salir hace más de un año.

Por una razón u otra, la información nunca llegó y la banca, sin ocultar su enfado, trató de salir del paso con simulaciones del ahorro privado. “Tener esta información es más importante que las ventajas fiscales que se puedan dar a los fondos de pensiones. Los cotizantes tienen derecho a saber lo que pueden esperar del Estado para hacer sus planes y evitar sorpresas desagradables cuando llegue la jubilación”, afirma Pilar González de Frutos, presidenta de la patronal de seguros, Unespa, y ex directora general de Seguros con el PP. Su testimonio refleja el malestar del sector, que no se conforma con el simulador. “La web está bien, pero es insuficiente. El Gobierno debía cumplir lo que prometió y sacar la carta escrita, que es lo que la gente puede entender bien”.

En términos parecidos se expresa Ángel Martínez-Aldama, presidente de la patronal Inverco: “La gente con más de 50 años es la que tiene más dificultad para manejarse con el simulador porque no tiene tanta facilidad con los medios electrónicos. La carta era una obligación del Gobierno; ahora quedará para el siguiente”.

Desde organismos del Gobierno se ha acusado al sector privado de frenar esta iniciativa para que el cliente no viera que es más rentable la pensión pública que la privada. Tanto González de Frutos como Martínez-Aldama niegan que hayan paralizado el proceso. Ambos coinciden en admitir que no fue fácil llegar a una información más o menos homogénea, que siguiera unos parámetros comparables a los de la pensión pública, pero aseguran que al final se alcanzó un consenso técnico. Estaba previsto que los que tuvieran pensión privada recibirían una carta y, de forma separada, el Estado enviaría otra a todos los mayores de 50 años.

Desde la Secretaría de Estado de la Seguridad Social se estuvo tan convencido de que la carta iba a ser realidad, que adjudicó dos concursos a empresas privadas: Mailfactory, se encargaría de imprimir las cartas y los sobres por 251.000 euros; y Unipost, se haría cargo del envío por 1,3 millones, un importe menor a los 2,2 millones por los que se licitó el concurso. En Empleo alegan que la paralización del proyecto no tendrá ningún coste público.

“Los mercados van mal y los tipos de interés están casi en cero, con lo que la rentabilidad de los productos en donde invierten los fondos de pensiones van peor de lo previsto. Por eso es tan importante la carta y la información”, asegura un experto del sector.

Un simulador complejo y limitado

El simulador que ha puesto en marcha el Gobierno no incluye el factor de sostenibilidad. A partir de 2019 será un nuevo parámetro que influirá en el cálculo de la pensión inicial y la ligará a la esperanza de vida a los 67 años. No está incluido porque en su primera versión precisa datos de hasta 2017. Esto hace que la solución que ofrece solo sea fiable para quienes vayan a jubilarse antes de 2019.
Incluso este dato no es válido en todos los casos, porque tampoco se incluyen los topes que tiene la pensión máxima, que en 2015 asciende a 2.560,8 euros en 14 pagas mensuales (2.987,7 en 12), independientemente de lo cotizado (nunca más de una base de 3.606 euros en 12 mensualidades). Un ejemplo, si alguien cotiza por un sueldo de 3.412 euros al mes ahora y lo ha hecho durante los últimos 16 o 17 años, el simulador arroja un dato que supera la pensión máxima. No obstante, se lo advertirá: “Tu pensión puede verse limitada por superar la máxima”.

martes, 27 de octubre de 2015

Mario Bunge: falso cientifismo y política

Mario Bunge, "La relación entre pseudociencia y política" El País 24-X-2015:

Adelanto del libro 'Materia y mente', del filósofo de la ciencia Mario Bunge, en el que se discuten algunas teorías supuestamente científicas usadas por políticos conservadores.

La pseudociencia es siempre peligrosa porque contamina la cultura, y cuando lo que está en juego es la salud, la economía o la organización política, la ciencia espuria pone la vida, la libertad y la paz en riesgo. Pero, desde luego, la pseudociencia se torna extremadamente peligrosa cuando goza del apoyo de los gobiernos, las religiones organizadas o las grandes empresas. Un puñado de ejemplos bastará para aclarar esto.

A partir de la Ilustración, la mayoría de los progresistas ha sostenido que el genoma no determina nuestro destino: que no sólo podemos aprender a pensar, sino también a sentir y actuar, tanto de forma directa, a través de la imitación y el aprendizaje, como de modo indirecto mediante la reforma social. En cambio, los conservadores y reaccionarios de todas layas han abrazado el innatismo o nativismo, la opinión de que nacemos con todas las características que emergen en el trascurso de nuestras vidas. Así pues, las escrituras sagradas hindúes consagraron el sistema de castas, la Biblia sostiene que los judíos fueron escogidos por Yahvé; Aristóteles, que los “bárbaros” eran inferiores a los helenos; los colonialistas europeos, que los pueblos conquistados eran salvajes, buenos sólo para ser esclavizados o exterminados, y un largo etcétera. La posición innatista-conservadora se debilitó considerablemente con la Ilustración y la subsiguiente difusión de las ideologías de izquierdas, pero resurge de cuando en cuando. Lo hizo con especial virulencia en forma de darwinismo social y más recientemente bajo el ala de la psicología evolucionista. Recordemos la última resurrección del innatismo “científico”.

La lista de logros de la “nueva ciencia de la naturaleza humana” de Pinker parece el preámbulo de un Manifiesto de la Nueva Derecha, más que un resumen de descubrimientos científicos".

Steven Pinker, un profesor de Harvard y el psicólogo más popular de nuestra época, dedica un capítulo íntegro de uno de sus influyentes libros a las cuestiones políticas que rodean el dilema ambientalismo/innatismo. Pinker afirma que “las nuevas ciencias de la naturaleza humana”, desde la genética hasta la psicología evolucionista, justifican lo que él llama una visión trágica. Se trata, ni más ni menos, que del individualismo y el pesimismo de la economía ortodoxa y la filosofía política conservadora, desde Hobbes, Burke, Schopenhauer y Hayek hasta Thatcher y Reagan. Pinker cita, en particular, los siguientes “descubrimientos” de esas “ciencias nuevas”: “la primacía de los lazos familiares”, a pesar del hecho de que en la mayoría de los casos los miembros de las empresas, los grupos políticos, los laboratorios, los regimientos y los equipos deportivos no están relacionados genéticamente; “el limitado alcance del reparto comunal en los grupos humanos”, aunque todas las sociedades humanas y muchas empresas modernas son cooperativas; “la universalidad del predominio y la violencia en todas las sociedades humanas”, a pesar de que la tasa de homicidios ha disminuido en todas las sociedades civilizadas durante el pasado siglo y ni siquiera las sociedades más divididas son básicamente tiránicas o violentas; y “la universalidad del etnocentrismo y otras formas de hostilidad entre grupos en todas las sociedades”, como si la innegable lucha no estuviese equilibrada por la cooperación, el cumplimiento de las leyes y los intereses materiales.

Pero eso no es todo: para convencernos de que, básicamente, todos somos unas bestias egoístas y ruines, Pinker completa la lista anterior con lo siguiente: “la heredabilidad parcial de la inteligencia, la meticulosidad y las tendencias antisociales”, aunque todas esas capacidades pueden fomentarse o reprimirse mediante la educación y el control social informal; “la prevalencia de mecanismos de defensa, la parcialidad interesada y la reducción de las disonancias cognitivas”, las cuales, aunque reales, son, sin duda, menos acentuadas en las sociedades del estado de bienestar que en la “liberales”; “los sesgos del sentido moral humano”, incluidos el nepotismo y el conformismo, lo cual es cierto, pero no implica pasar por alto el hecho de que junto al egoísmo se dan el altruismo y el inconformismo, y que con frecuencia el progreso político incluye el progreso moral. Todo esto constituye un claro ejemplo de reduccionismo radical fallido; en este caso ha fracasado la reducción de las ciencias sociales a la genética y la psicología. Además, la lista de logros de la “nueva ciencia de la naturaleza humana” de Pinker parece el preámbulo de un Manifiesto de la Nueva Derecha, más que un resumen de descubrimientos científicos. El compromiso con una ideología política reaccionaria es un indicador fiable de la naturaleza pseudocientífica de una disciplina.

Los autoproclamados psicólogos evolucionistas afirman confiadamente que la desigualdad social está en los genes y que, por consiguiente, las revoluciones sociales están condenadas al fracaso"
Gran parte de lo anterior vale también para los autoproclamados psicólogos evolucionistas a los que Pinker admira: ellos también afirman confiadamente que la desigualdad social está en los genes y que, por consiguiente, las revoluciones sociales están condenadas al fracaso. Barkow, por ejemplo, uno de los fundadores, escribe: “La estratificación social es un reflejo del hecho evolutivo de que las personas desean más ventajas para sus hijos de las que desean para los hijos de los demás”. Sin embargo, seguramente las barreras de clase, por definición, ralentizan o impiden del todo la movilidad social. De lo que se sigue que sólo una sociedad sin clases o, al menos, una sociedad en la que las barreras sociales sean permeables, permite el desarrollo personal. Adviértase que este es un argumento puramente lógico. Lo que sí exige pruebas empíricas es el supuesto de que la ambición de tener más descendencia es innata y, por tanto, universal. Pero la genética humana no ha confirmado esta afirmación de la genética pop.

En lugar de tener raíces biológicas, la estratificación social tiene un fuerte impacto en la calidad y la duración de la vida: la gente situada en lo alto vive mejor y más tiempo que sus subordinados. He aquí a grandes rasgos el mecanismo psiconeuroendocrinoinmunitario: subordinación → estrés → liberación de cortisol → elevación de la presión sanguínea y la glucemia → mayor morbilidad. Por eso la vida es mejor y más larga en Japón y en los países nórdicos que en las sociedades menos igualitarias, como Estados Unidos y el Reino Unido.

Los legisladores estadounidenses recurrieron a la eugenesia, fomentada en una época por muchos científicos e intelectuales públicos de buena fe, para proponer y aprobar proyectos de ley que restringían la inmigración de personas de “razas inferiores”
Además, los arqueólogos sociales han descubierto que la estratificación social no surgió hasta hace unos 5000 años, junto con la civilización. Tal como dice Trigger en su monumental tratado, “los antropólogos utilizan la expresión ‘antiguas civilizaciones’ para las formas más antiguas y simples de sociedad, en las cuales el principio rector básico de las relaciones sociales no era el parentesco, sino una jerarquía de divisiones sociales que atravesaba trasversalmente la sociedad, cuyos estamentos poseían desigual poder, riqueza y prestigio social”. Sin embargo, pasemos a otros especímenes de pseudociencia.

Los legisladores estadounidenses recurrieron a la eugenesia, fomentada en una época por muchos científicos e intelectuales públicos de buena fe, para proponer y aprobar proyectos de ley que restringían la inmigración de personas de “razas inferiores” y condujeron al internamiento de miles de niños considerados débiles mentales. Esa misma “ciencia” justificaba las políticas raciales de las potencias coloniales y los nazis, y llevó a la esclavización o asesinato de millones de amerindios, indios, negros, eslavos, judíos y gitanos.

Hay consenso de que las culpables de esta crisis son las políticas de 'laissez faire' aplicadas por los gobiernos estadounidense y británico desde los tiempos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher"
La crisis mundial que comenzó en 2008 es un ejemplo más actual de las catastróficas consecuencias sociales que resultaron de las políticas sociales inspiradas en filosofías económicas y políticas equivocadas. En efecto, hay consenso de que las culpables de esta crisis son las políticas de laissez faire aplicadas por los gobiernos estadounidense y británico desde los tiempos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Ahora bien, laissez faire no es un lema ideológico aislado: se trata de la consecuencia lógica de dos dogmas que se mantienen de forma acrítica, pese a los cambios en la realidad económica desde que Adam Smith (1776) publicó su gran obra. Estos dogmas son los principios de que a) el único objetivo de la actividad económica es el beneficio privado; y b) el mercado libre (no regulado) se autorregula, es decir, está siempre en equilibrio o cerca del mismo, por lo que, sin duda, toda intervención tendrá en él un efecto perjudicial.

A su vez, la hipótesis anterior se apoya en tres doctrinas filosóficas aceptadas sin examen: una ontología individualista, una gnoseología acientífica y una ética individualista. El individualismo es la tesis de que sólo los individuos existen: que las entidades colectivas, como las empresas y las naciones, son producto de la imaginación. Esta tesis es errónea: lo que es ficticio es el individuo aislado. Tal como hemos sostenido en otra parte, todo lo que existe en el mundo real es un sistema o un componente de un sistema. En este caso particular, las acciones de individuo sólo pueden comprenderse en su contexto social. Se puede comenzar el análisis en el nivel micro o en el macro, pero ningún análisis será satisfactorio si desatiende uno de los dos extremos. La lección metodológica es que toda explicación satisfactoria de un hecho social incluirá lo que he llamado diagramas de Boudon-Coleman (Bunge, 1996). He aquí un ejemplo reciente:


Los diagramas de Boudon-Coleman van a contracorriente de la metodología individualista radical, la cual exhorta a permanecer siempre en el micronivel. Este punto de vista metodológico no puede mantenerse neutral en la controversia gnoseológica entre realismo (u objetivismo) y subjetivismo: si es coherente, ha de comenzar en la experiencia cognitiva individual y no en el conocimiento, el cual se aprende en sociedad y se pone a prueba en las comunidades científicas (el “escepticismo organizado” de Merton). Por consiguiente, el individualista metodológico debe ser o bien un subjetivista radical (como Berkeley, Kant, Fichte o Husserl), o bien un empirista radical (como Hume, Comte, Mill o Carnap). La combinación de Popper de individualismo metodológico radical y realismo gnoseológico no funciona.

No hay duda de que toda política económica hará progresar unos intereses al tiempo que perjudicará otros. En resumen, toda política pública está moralmente comprometida"
Así como el holismo se acompaña de una ética del deber, como ocurre con las de Confucio y de Kant, el individualismo está unido a la consigna egoísta “cada uno para sí”. El sistemismo, en cambio, propone una ética humanística en la cual los derechos y los deberes son igualmente importantes. En esta filosofía moral, todo derecho supone un deber y viceversa. Por ejemplo, mi derecho a ganarme la vida supone el deber de ayudar a otros a sobrevivir, y mi deber de pagar impuestos supone mi derecho de participar en la decisión de cómo se gastará ese dinero. Sostengo que las personas corrientes se rigen por una filosofía moral como esta, en tanto que los economistas ortodoxos y los políticos conservadores predican la deontología a las masas mientras aconsejan el egoísmo a sus clientes.

Todas las economías desarrolladas se rigen por políticas de alguna clase. A su vez, esas políticas se diseñan sobre la base de teorías económicas y principios morales, y son propuestas o puestas en práctica por partidos políticos y gobiernos:


El economista ortodoxo objetará la inclusión de la política y la moral entre los determinantes de las políticas económicas: dirá que se trata de reglas puramente técnicas pertenecientes al manual de operación de la maquinaria macroeconómica. Esta afirmación, sin embargo, es incorrecta en el mejor de los casos y no sincera en el peor de ellos, puesto que no hay duda de que toda política económica hará progresar unos intereses al tiempo que perjudicará otros. Por ejemplo, el comercio libre favorece a los fuertes mientras que frena el desarrollo de los débiles; y el estado de bienestar mejora la suerte de los pobres mediante impuestos a los ricos. En resumen, toda política pública está moralmente comprometida. Así lo entendió el gran socioeconomista Gunnar Myrdal cuando, hace ya tiempo, nos exhortaba: ¡Declarad vuestros valores! Si no lo hacemos, tal vez estemos contribuyendo a justificar la pseudociencia o la ciencia mercenaria, sobre la cual diremos algo a continuación.

Este texto es un extracto del libro de Mario Bunge Materia y mente. Una investigación filosófica, publicado por Editorial Laetoli, Pamplona, 2015. Es el séptimo volumen de la Biblioteca Bunge (www.laetoli.es). Traducción del inglés de Rafael González del Solar.

domingo, 18 de octubre de 2015

Falacia de la evidencia incompleta

Pablo Linde, ¿En qué quedamos: es bueno o malo?, El País, 27 de octubre de 2014:

El artículo reconocido con el premio de periodismo científico más prestigioso explica las razones por las que la ciencia cambia de opinión. Ibuprofeno, huevos, edulcorante...

¿Qué le ocurrió al pescado azul cuando pasó de ser un demonio nutricional a un alimento saludable? ¿Por qué los huevos antes subían el colesterol y ahora no tanto? ¿Qué falla cuando se descubre que un medicamento ampliamente usado es más dañino que beneficioso? ¿Todo está sujeto a revisión? ¿Es que no nos podemos fiar de nada? Empezando por la última pregunta: sí, en general, nos podemos fiar de los consensos científicos que determinan las propiedades de un producto (no tanto de las marcas que los comercializan). Los estudios son cada vez más precisos, las muestras poblacionales mayores, los errores que se han cometido en el pasado tienden a paliarse y cada vez conocemos mejor cómo funciona el cuerpo humano. Siguiendo por la penúltima cuestión, la respuesta también es sí: todo está sujeto a revisión. ¿Es esto una contradicción? El filósofo Mario Bunge explica que, a diferencia de otras disciplinas, las ciencias investigan, y por lo tanto, descubren hechos y producen ideas nuevas que a veces contradicen el saber anterior. “El Papa será infalible, pero los científicos no. Sin embargo, los errores científicos terminan por descubrirse porque, a diferencia de la religión y de la pseudociencia, hay libre discusión y, en cuanto aparecen motivos para dudar de una idea o un procedimiento, se examina o se reexamina”, argumenta.

La historia de un premio

Este artículo, "¿En qué quedamos: es bueno o malo?", que fue portada de BUENAVIDA en octubre de 2014, acaba de valerle el Premio Prisma al Mejor Artículo de Divulgación Científica al periodista Pablo Linde, colaborador habitual de la revista (el segundo sábado de cada mes, gratis con El País; y a la venta, en quioscos, el resto del mes). Los Prismas son, actualmente, los galardones más prestigiosos del periodismo científico, una iniciativa de los Museos Científicos Coruñeses (Ayuntamiento de A Coruña) para potenciar la difusión de la cultura científica. BUENAVIDA ahonda a lo largo de este reportaje en las razones por las que la ciencia cambia de opinión, y lo que hoy es beneficioso mañana pasa a convertirse en dañino, o viceversa. Pablo Linde, su autor, especializado en periodismo sobre salud, ciencia y desarrollo, explica que el mayor reto al elaborarlo fue el siguiente: "Comunicar que los fallos de la ciencia, de alguna forma, la refuerzan, porque su método permite una revisión constante, y es la propia ciencia la que se rectifica". El reportaje, publicado en la web el 27 de octubre de 2014, alcanzó el número 1 en la clasificación de los artículos más leídos de El País. La web de ciencia Materia también se encuentra entre los premiados.
La confusión entre correlación y causalidad es uno de los principales motivos para el asentamiento de conocimientos erróneos. Un ejemplo clásico para entender ambos conceptos es esta afirmación verdadera que lleva a equívocos: los niños con los pies más grandes razonan mejor que aquellos que los tienen pequeños. ¿Quiere decir que el mayor tamaño de esta extremidad mejore las habilidades cognitivas? No, simplemente los chavales con los pies más grandes tienen más edad. Resulta sencillo entender que esta correlación no guarda causalidad, pero en otras ocasiones la intuición nos lleva a juicios erróneos. Incluso los científicos expertos en salud han caído en la trampa y a lo largo de la historia han sostenido afirmaciones que resultaron ser falsas. El ejemplo del huevo es uno de ellos. Se parte de una hipótesis biológicamente plausible: el huevo contiene colesterol, por lo que resulta verosímil que su ingesta contribuya a aumentar los niveles de esta grasa en la sangre. Cuando en los años setenta se realizaron estudios epidemiológicos (que muestran pautas de salud de grandes grupos de población) buscando la correlación entre consumo de alimentos con colesterol y sus niveles en humanos, se halló que efectivamente existía. Así, la comunidad médica y científica encontró razonable pensar que el huevo elevaba el colesterol y llegó a la conclusión de recomendar no más de tres por semana. Hoy cualquier doctor o dietista bien documentado le dirá, en general, que puede ingerir tranquilamente uno al día.

Se publican los estudios que interesan a quien los encarga. Hay otros, pero no se publican. Es lo que se llama “la falacia de la evidencia incompleta”

El gran dilema del vino

El nutricionista Juan Revenga explica que muchas de las recomendaciones que se hacen parten de este tipo de análisis: “Se estudiaban dos variables y un resultado, y se formulaban recomendaciones en función de estos. No se tenía en cuenta que también hay una infinidad de parámetros que no contemplamos; puede que no los hayamos pensado y también influyan o que, según quién haya hecho el estudio, no los haya querido ver”.

Revenga pone un ejemplo que mezcla varios ingredientes que dan como resultado conclusiones erróneas: el caso del alcohol. Está relativamente asentado que una copa de vino al día es saludable. Existen estudios que muestran que quienes la ingieren tienen, de promedio, menos problemas cardíacos que quienes no lo hacen. Y la industria ha procurado, por varias vías, que todo el mundo se entere de estos resultados. “Pero, para empezar, el daño que produce el alcohol es muy superior a los beneficios que puede traer, es un producto tóxico altamente deletéreo. Es cierto que tiene ciertas sustancias que biológicamente pueden ser beneficiosas, pero las cantidades que habría que ingerir hacen que sea contraproducente. Además, son tantos los riesgos de su consumo que no conviene aconsejarlo”, explica Revenga. Esto es así hasta el punto de que la UE ha prohibido que el etiquetado de bebidas con más de 1,2% de alcohol en su composición contengan recomendaciones saludables. “Nuevos estudios parecen mostrar que la correlación entre el consumo moderado de alcohol y la longevidad tienen más que ver con la calidad de vida de quienes lo consumen”, añade. Es decir, no es el vino lo que causa vivir más, sino que se da la circunstancia de que, quienes beben cantidades moderadas de vino, suelen tener buena calidad de vida, gozan de una sanidad avanzada y de trabajos físicamente seguros.

En el caso del alcohol, como en el de muchos otros, interviene lo que en inglés se denomina cherry picking (cuya traducción literal sería algo así como ‘recolección de cerezas’).

Solo las mejores cerezas van al cesto

Se realizan muchas investigaciones que no se publican. Si la industria del vino o la de la cerveza realizan un análisis metodológicamente correcto que concluye que su producto causa determinados males, es muy probable que lo metan en el cajón y nunca vea la luz. Solo escogerán las cerezas rojas y hermosas, los estudios que hallan correlaciones positivas, no las pochas. Es la falacia de la evidencia incompleta, que ha llevado a asumir durante años supuestas verdades que han resultado no serlo. El médico y divulgador científico Ben Goldacre, en su libro Mala Farma (editado por Paidós) hace una brutal crítica a las farmacéuticas por ejecutar esta práctica. Pone como ejemplo el Reboxetine, un antidepresivo que él mismo prescribía. Lo hizo durante mucho tiempo tras haberse documentado ampliamente con toda la literatura médica disponible. El problema era que también había mucha que se hallaba oculta. El médico explica en su libro que solo una cuarta parte de los estudios estaban publicados. Cuando descubrió las conclusiones de los otros análisis, se dio cuenta de que los efectos secundarios eran peores que el supuesto bien que aportaba el medicamento, porque de hecho, el Reboxetine “no funciona”. Por eso, Goldacre propone una legislación en la que sea obligatorio publicar todas las investigaciones que se realizan. En casos como este, estaríamos hablando directamente de una mala praxis, casi de una estafa. No falla la ciencia, sino quienes la practican, como sucede con los análisis erróneos.

Juan de Mata Donado Campos, médico y, entre otros cargos, profesor de la Escuela Nacional de Sanidad y del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, reconoce que en la fase de diseño y análisis de un estudio epidemiológico se pueden cometer errores y de hecho se cometen. “Cuando se produce un cambio de paradigma no se basa en el resultado de una sola investigación, sino en los resultados de muchos realizados por diferentes investigadores y en diferentes tipos de población. Por lo que es imposible que en todas ellas se cometan errores”. Esto no solo se realiza con estudios epidemiológicos, sino con cualquier investigación. Es lo que se denomina metaanálisis: se examinan todos los estudios sobre un tema, se ponderan en función de las muestras (los sujetos que han participado en cada uno) y se extraen conclusiones más estables que las que pueda dar uno aislado. Muchas falsas creencias (más de la población en general que de la comunidad científica, que no se suele fiar de cualquier publicación) provienen de datos aislados que pueden resultar de una metodología incorrecta, ser incompletos o resultar contradictorios con la mayoría de estudios realizados a posteriori.

Aquí los medios de comunicación también tienen la responsabilidad de examinar si lo que publican es realmente digno de crédito, como denuncia Goldacre en su primer libro, Mala Ciencia (editado por Planeta). Así, las conclusiones de un metaanálisis sentarán verdades más estables. Ocurre por ejemplo con las grasas saturadas. Uno reciente concluye que, probablemente, no sean tan malas como se ha pensado hasta ahora. “Esto no quiere decir que sean buenas”, previene el nutricionista Revenga.

Si ve un producto que asegura en su etiqueta que ayuda a bajar el colesterol o que refuerza el sistema inmunitario, investigue

Por muy completos y bien hechos que estén los estudios, incluso los metaanálisis, se suelen realizar entre centenares, miles de personas en el mejor de los casos. Puede suceder que reacciones muy específicas no afloren en ellos. Juan Ramón Castillo, presidente del Centro Andaluz de Farmacovigilancia, explica que cuando la exposición se lleva a cientos de miles o millones de personas pueden surgir problemas raros. “¿Es que no son seguros los medicamentos? Cuando son comercializados, las agencias han hecho evaluación del beneficio riesgo como favorable. Los sistemas de farmacovigilancia [en España hay un centro en cada comunidad autónoma] trabajamos con sospechas de las que nos avisan pacientes y médicos. Una vez que la tenemos, investigamos si existe una causalidad que pruebe esa asociación. Son necesarios procesos de ampliación de señal, informes en el sistema español de farmacovigilancia, presentarlos en la Agencia Europea del Medicamento… Mediante un sistema de evaluación se determinará si la relación riesgo-beneficio cambia, lo que puede variar la prescripción del fármaco a un grupo de población concreta, a todo el mundo, o incluso suponer su retirada”, explica.

El futuro está en los big data

Un ejemplo de gran impacto fue la retirada en 2001 de un medicamento con cerivastatina contra el colesterol tras detectarse problemas musculares, astenia, debilidad, e incremento de sensación de fatiga que podían llegar en casos graves a insuficiencia renal, o ser incluso mortales. Son ejemplos que algunos pueden esgrimir para denunciar que estamos expuestos a muchos peligros, pero que la comunidad científica utiliza para explicar que el sistema funciona y que los riesgos son cada vez menores. Y siguen perfeccionándose. Donado Campos asegura que en un futuro cercano se impondrán la utilización de los big data (grandes cantidades datos) lo que, “junto con la utilización masiva de la geolocalización, va a provocar un cambio de paradigma en el diseño y análisis de los estudios epidemiológicos, ya que el manejo de estos datos superará la capacidad del software habitual para ser recogidos, manejados y analizados en un tiempo razonable”. Y añade: “Con estas nuevas capacidades seremos capaces de identificar el lugar exacto de aparición y el número de casos de enfermedades transmisibles, determinar quién influye sobre nuestro comportamiento para ganar peso o tener una vida más saludable”.

Desconfíe del etiquetado: el truco del asterisco

Si ve una etiqueta con alegaciones saludables, sospeche. Es la recomendación de José Manuel López Nicolás, profesor de la Facultad de Biología de Murcia y autor del galardonado blog divulgativo Scientia. En él carga duramente contra una industria que, según dice, trata de engañar al consumidor. La pregunta que se hace es: “¿Por qué las autoridades no lo evitan?”. El sistema es el siguiente: para que una etiqueta tenga una alegación saludable, como que el producto baja el colesterol o es bueno para las defensas, debe contener determinadas sustancias para las que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA en sus siglas en inglés) haya aprobado esas recomendaciones. Hasta el momento, se han presentado 2.245 productos de los cuales, tras su análisis, la EFSA solo ha autorizado 250 recomendaciones saludables, es decir, un 11%. Un ejemplo de recomendación saludable aprobada es que los esteroles, presentes en algunas bebidas, ayudan a bajar el colesterol. Otro que la vitamina B6 ayuda a las defensas. López Nicolás explica que la gran mayoría de los productos son legales porque los eslóganes que usan son literalmente los que ha probado la EFSA. “El problema es que está referido a un ingrediente que se encuentra en una cantidad mínima, pero toda la publicidad se basa en torno a otro ingrediente que no tiene nada que ver y que es por lo que se paga. Por ejemplo, la vitamina B6, que suele acompañar a los productos con lactobacillus. Esta vitamina es la que ayuda verdaderamente a las defensas. Pero un plátano, que no tiene etiqueta, tiene el triple de vitamina B6”, explica. Es lo que llama el truco del asterisco. El problema es que ni siquiera todas las etiquetas que vemos respetan este límite de cumplir la ley por el asterisco. Una vez que se comercializan los productos, la competencia inspectora y sancionadora es de las comunidades autónomas. En una campaña que llevó a cabo la Junta de Andalucía el año pasado, casi el 40% de etiquetas de productos saludables y nutricionales no cumplía con la normativa comunitaria. Grasas comestibles, platos cocinados y conservas acumulaban el mayor número de incumplimientos. Están consideradas infracciones de carácter leve y les corresponde una multa de entre 200 y 5.000 euros.

Edulcorantes, un caso aparte

Los edulcorantes artificiales llevan mucho tiempo en el punto de mira de científicos y consumidores. Es una creencia extendida que provocan cáncer, pero lo cierto es que los márgenes de seguridad que ha probado la ciencia dan margen para tomar más edulcorantes de los que una persona normal puede ingerir sin preocuparse por su salud. Recientemente se ha hecho público un estudio (liderado por el israelí Eran Elinav, del Instituto Weizmann, y publicado en Nature) que nada tiene que ver con esta enfermedad, pero que vuelve a poner la salubridad de estas sustancias en entredicho. Asegura que alteran el equilibrio bacteriano del sistema digestivo y que propicia subidas de la glucosa en sangre, lo que puede desencadenar diabetes. De ser cierto, supondría que los beneficios de los edulcorantes como sustitutivos de la sacarosa se diluirían. Sin embargo, la comunidad científica ha recibido este estudio con escepticismo. En primer lugar, porque está fundamentalmente basado en ratones. El doctor en bioquímica José Miguel Mulet explica que hace tiempo ya hubo un “error importante” cuando se dijo que algún edulcorante producía cáncer de vejiga y el verdadero problema fue que no era extrapolable a humanos. Además, en este estudio se hace un ensayo posterior en personas, pero solo con siete individuos, frente a otros con 300.000 que no habían detectado estos problemas con los edulcorantes. Hay dos problemas más: por un lado, los niveles de concentración con los que se hizo el estudio son mucho mayores de los que una persona suele ingerir en un día y, por otro, que la investigación se realizó con sacarina, por lo que tampoco sería exportable a otros edulcorantes artificiales. Así, para que haya un cambio de paradigma con respecto a la seguridad de estas sustancias serían necesarias evidencias mucho más sólidas.

Agujetas

Una de las teorías más asentadas durante mucho tiempo sobre las agujetas es que se producían por cristalización de ácido láctico después de un gran esfuerzo. Sin embargo, era una explicación que la ciencia ha desmentido: no se ha encontrado esta sustancia en tejidos con agujetas y quienes sufren la enfermedad de McArdle, que no permite producir ácido láctico, también las sufren. Los remedios como el agua con azúcar son también falsos. La teoría más asentada es que se deben a microrroturas musculares.

Ibuprofeno

El Ibuprofeno es uno de los medicamentos más usados y que esté en esta lista no quiere decir que se haya descubierto como nocivo. Pero sí es cierto que a dosis muy altas y durante un uso prolongado puede ser dañino para el corazón. Es algo que la Agencia Europea del Medicamento está estudiando actualmente. Así que, como sucede con casi todo, parece que no conviene abusar.

Dos litros de agua al día

Muchos médicos le recomendarán que beba unos dos litros de agua al día para estar saludable. Es una cantidad que carece de documentación científica que la avale. La fuente parece ser una recomendación de 1945 del Consejo de Investigación Nacional de Estados Unidos (NRC), que fue malinterpretada y casi sacralizada hoy día.

Grasas saturadas

Son como el malo de las películas. Todos van contra ellas porque durante mucho tiempo se han relacionado con afecciones cardíacas. Buenas no son, eso está claro, pero un reciente metaanálisis pone en duda que sean tan nocivas como se ha supuesto. Su conclusión es que “las evidencias actuales no respaldan claramente las recomendaciones cardiovasculares que animan a un alto consumo de grasas poliinsaturadas y un bajo consumo de saturadas”.

Pescado azul

Hasta los años sesenta, aproximadamente, todo lo que era grasa se consideraba malo. Así, el pescado se clasificó en dos: el bueno, el blanco, cuyos porcentajes grasos son mínimos, y el menos saludable, el azul, que tiene unas cantidades que rondan el 15%, menos que la mayoría de las carnes no magras. No se entraba en matices sobre el tipo de grasas hasta que se descubrió que las Omega 3 que contiene el pescado azul son cardiosaludables.

Huevos

“El huevo es un alimento excelente que ha sido tratado injustamente. Si bien es cierto que su contenido en colesterol es alto, es un error culpar a un solo alimento del aumento de los niveles del conocido como colesterol malo. El consumo de ácidos grasos saturados es un factor mucho más relevante que la ingesta de colesterol dietético. Además, el huevo contiene lecitina, que, junto a otros componentes, ayudan a regular el colesterol”, explica el dietista Miguel Ángel Florido.