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martes, 30 de mayo de 2017

Varios escritores y artistas narran qué libros les introdujeron al hábito lector

¿Por qué leer? La primera vez de los creadores, en El Cultural, 26/05/2017:

Hoy arranca la 76ª Feria de Libro de Madrid, compuesta este año por 367 casetas -una menos que en 2016- y 488 expositores -ocho más que el año pasado-. Coincide en los medios con el recién estrenado Plan de Fomento de la Lectura. Por esta razón nos preguntamos si sirve de algo invitar a leer desde los márgenes de una biblioteca. Los creadores -cineastas, artistas, escritores- nos cuentan cómo y cuándo empezaron ellos a leer, y por qué merece la pena hacerlo. Luis Mateo Díez, además, se remonta en un artículo a su infancia de niño curioso, o lo que es lo mismo, de niño lector.

Inculcar el placer de la lentitud

Luis Landero. Escritor

Me enganché a la lectura con las novelas del Oeste y las Mil mejores poesías de la lengua castellana. De las novelas me encantaba la posibilidad de habitar en otro mundo durante unas horas, y de la poesía, la magia de las palabras y del ritmo, o lo que es lo mismo: la belleza. 
Para fomentarla propondía que las clases de Literatura, y muchas de las de Lengua, se dediquen mayormente a leer y a comentar lo leído. Que se trate de inculcar en los niños y jóvenes el placer de la lentitud. Que se les enseñe a distinguir entre lo que es cultura y lo que es mero entretenimiento. Que la sociedad haga suyos algunos de los valores propios de la escuela, y que los lleve a la práctica. 

Leer a los clásicos en voz alta

Javier Gomá. Filósofo

Recuerdo como mi primer libro los comentarios de San Juan de la Cruz a sus propios poemas, “Noche oscura”, “Cántico espiritual” y “Llama de amor viva”. Produjeron en mi alma adolescente, tierna e inflamable, un incendio que dura hasta hoy. Es posible que el incendio se hubiera declarado de todas maneras y que aquella lectura simplemente fuera una ocasión más o menos azarosa. Pero esa lectura fue el desencadenante.

Propongo la lectura en público, por un actor sensible y experto, con voz educada y bella, de textos clásicos que resistan esta prueba de la oralidad. Cuando funciona, el amor que genera se extiende tan rápido como la electricidad. 

El peligro de la imposición

Israel Elejalde. Actor

No recuerdo muy bien si el primer libro que leí fue Momo de Michael Ende o El hobbit de Tolkien. Lo que sí recuerdo es que leí los dos de un tirón y a partir de ahí decidí leer toda la obra de ambos autores. Debía tener ocho o nueve años. Me gustaría saber cuál es la razón de que la gente se aburra leyendo. Si lo supiera sería maravilloso para poder cambiarlo. Me cuesta entender que la gente se aleje de la lectura. Estoy convencido de que es fundamental transmitir ese hábito desde pequeños, y creo que los padres tienen tanta responsabilidad como los profesores. Si los padres tiene el hábito de la lectura, normalmente los hijos también leen. Elegir bien cuales son los primeros acercamientos es central para que no arraigue esa sensación de que leer es algo pesado y arduo. Creo que obligar a un chaval de 13 o 14 años a leer un clásico puede ser contraproducente.

Si alguien al que respetas te habla de un libro...

Antoni Muntadas. Artista

Recuerdo un atlas de geografía. Me creó interés por lo desconocido, los viajes. A mi juicio, la recomendación de un lector es el inicio de una cadena de posibles lectores. Ocurre con el cine, la exposiciones...que alguien que respetas sus opiniones y que te diga vale la pena que lo leas, que lo veas, que lo escuches... es un posible inicio. En los 70 los reading groups (¿grupos de lectura?) eran formas de intercambiar o profundizar en la lecturas ...pero eso ya es otra cosa. 

Hablar de los libros que leemos

José Antonio Marina. Filósofo

Cuando era niño, librarnos del aburrimiento era lo que nos llevaba a la lectura. Recuerdo que devoraba las novelas de colecciones populares como El coyote, Marcial Lafuente Estefanía...

Para fomentar la lectura me parece imprescindible reconocer que la lectura es una actividad difícil y lenta, que compite con medios potentes y rápidos como el cine, o los videojuegos. Un gran obstáculo muy frecuente son los problemas de comprensión lectora, que hacen más costosa aun la lectura. En cada edad el fomento de la lectura debe hacerse de diferente manera. La familia juega un papel importante, pero no obvio. Ver a los padres leer puede producir gusto por la lectura (para imitarles) o rechazo (porque es una competidora). La solución es que los padres lean pero que sobre todo hablen de lo que leen. También es útil leer cuentos a los niños, pero eso no basta. El niño debe comprender que lo que le divierte tanto está en las misteriosas líneas del libro.

¿Cómo puede alguien no querer leer?

Fernando Savater. Escritor

Me es imposible responder, porque por más que retrocedo en mis recuerdos no encuentro ninguna época en mi vida en que no prefiriese la lectura a cualquier otra cosa. Cuando aún no sabía leer, me aprendìa de memoria los cuentos que me leía mi madre. Después los tebeos, las aventuras de Tarzán, los cuentos de Poe, La isla del tesoro, el padre Brown, Guillermo Brown, Sherlock Holmes, Salgari... Todo me gustaba, todo me enganchaba. Fue la lectura la que me enganchó a la vida, no al revés.

No imagino cómo alguien puede no querer leer. Sé que tener una madre como la mía ayuda mucho, pero no sé si abundan ahora. De todas formas, creo que lo importante es ayudar desde el principio al que quiere leer, no empeñarse en que lea el que no quiere.

Pasión por los robinsones

Luis Gordillo. Artista

Mi padre tenía una colección muy bella y muy clásica de Julio Verne que devoré. Pero sobre todo tuve pasión por los robinsones: hay muchos más de lo que parece. Incluso hay robinsones vascos. Yo creo que esta pasión estaba relacionada con mi carácter introvertido.

Conozco muy bien a jóvenes inteligentes, entre 18 y 30 años, que no han leído más de 4 o 5 libros en lo que llevan de vida, exceptuando los de sus estudios. Estamos asistiendo a cambios muy profundos de la sociedad en general: ¿no será éste uno de ellos? Tampoco leen periódicos. Habría que prohibir el cine, la TV, los iphones, los juegos electrónicos, internet, etc., etc. y eso no lo veo probable.

Contra la crueldad y la ignorancia

Judith Jáuregui. Pianista

Uno de mis primeros libros fue Matilda de Roald Dahl. Me enganchó la historia de esa niña que se enfrentaba a la crueldad e ignorancia de su mundo con la fuerza de sus superpoderes, mucha personalidad e ingenio, ¡era una auténtica heroína. La clave es potenciar la lectura desde la infancia, desde la adolescencia, dejando que cada uno encuentre sus gustos, sin juzgar. Tanto prejuicio no hace más que alejarla. Como todo en la vida, la virtud está en el equilibrio: es necesaria una lectura profunda e introspectiva pero también es positiva una lectura meramente lúdica. 

Soy capaz de hacer adictos con la Ilíada

Javier Cercas. Escritor

No recuerdo el primer libro que leí, porque no me recuerdo sin leer. Pero sólo he leído una vez Miguel Strogoff, de niño, y tengo la impresión de haberla leído anteayer.

Propongo simplemente que se les den a los niños buenos libros, adecuados a su edad. No quisiera pecar de vanidoso, pero me creo capaz de convertir en adictos a la lectura a chavales de 15 años con una buena versión en prosa de la Ilíada; el único peligro es que, a partir de entonces, el 95% de las novelas les parezcan exasperantemente lentas.

Curiosidad ligada a la creatividad

Concha Jerez. Artista

Mis padres me fomentaron el interés por la lectura. Cuando comencé Ciencias Políticas en 1959, el Ateneo se convirtió en mi segunda casa. En esa biblioteca se produjo mi verdadero enganche a la literatura. Leía todo tipo de libros, incluidos muchos prohibidos por el franquismo. La lectura está ligada a la curiosidad, como parte importante en la búsqueda del Conocimiento. Esa curiosidad, si no se tiene de forma innata, se puede generar mediante la creatividad, que permita el juego de acercamiento a los libros, que plantee cuestiones sobre sus contenidos, que induzca a la búsqueda de las riquezas ocultas en su interior, que ayude a descubrir los mundos imaginarios que contienen, que transmita el placer que genera la palabra bien escrita. 

Más que libros, hubo personajes

Manuel Gutiérrez Aragón. Director de cine

Leí los primeros libros, con conciencia de leer, en medio de la fiebre y la enfermedad. Nunca me he curado, ni me he querido curar de aquella fiebre. No hay un primer libro: hay unos personajes, una historia que es como un sueño… A ese periodo pertenece La isla del tesoro y las historias de Celia y Cuchifritín. Hay un libro que me hizo pensar que los libros estaban escritos por otro, por una persona que vivía en el mismo mundo que yo. Fue el Quijote. Leí o al menos revolví las páginas del Quijote a edad temprana. Y guardo un buen recuerdo de aquellos maestros que me ofrecieron la ocasión de hacerlo. 

Prohibir la lectura, a ver si así...

Antonio Orejudo. Escritor

Recuerdo la colección de Los Cinco, de Enid Blyton. Los leí, pero nunca fui consciente de que leía. Fue una experiencia preliteraria. Lo más parecido a sumergirme en un videojuego. A la lectura me enganché de adolescente, con Hermann Hesse, Cortázar y Benedetti.

Para fomentar la lectura, lo mejor sería prohibirla. Sé que suena a boutade, pero no se me ocurre otro modo de despertar la curiosidad. Hay una medida menos radical, pero no sé si tan eficaz: que los maestros lean a los niños en clase. Que elijan historias adecuadas, con una cierta intriga, e interrumpan la lectura en lo más interesante. 

Nadie lleva nunca un libro en la mano

Isaki Lacuesta. Director de cine

La primera novela que leí fue Los piratas del Halifax, en la misma edición que mi padre leyó de niño. En la portada, un pirata aferrado salta al abordaje hacia nosotros, directo a por el lector: las palabras del libro te asaltaban igual. Yo empecé a leer porque veía que mis padres disfrutaban leyendo. Todo lo demás, palabrería. Siempre habrá quien se aburra con cualquier placer extremo. Eso no es problema de los profesores. Si los padres nos pasamos el día con el móvil y no existe ni un referente social al que nuestros hijos vean leyendo en público (nadie lleva libros en las películas, ni en la tele, ni en la publicidad), no echemos la culpa a la escasísima lectura obligatoria: me obligaron a leer a Foix y aún lo agradezco.

Contra la visión academicista

Sara Mesa. Escritora

Lo primero que leí con verdadero placer fue Mortadelo y Filemón. Ahí adquirí vocabulario, el hábito de la lectura y la adicción por la relectura… y de ahí pasé a los libros.

Las lecturas escolares son un desastre. Se enseña historia de la literatura, no literatura en sí. Predomina una visión academicista y obsoleta, y los profesores tienen poco margen porque hay que cumplir los programas. Los chicos vinculan la lectura con la obligación escolar, cuando en realidad debería ser justo lo contrario. 

Para leer, primero hay que escuchar

Alicia Martín. Artista

Me viene a la memoria Rayuela de Cortázar. Tendría unos quince años. Recuerdo el vértigo que sentí al ver que la misma historia se podía contar de maneras distintas. No creo que los “almacenes de libros” fomenten la lectura. La condición humana se ha caracterizado siempre por la necesidad de contar y escuchar historias. El origen del gusto por la lectura está en hablar y escuchar, en incentivar la curiosidad. Lo urgente hoy es que aprendamos a escuchar. 

¿Cuándo leer el Quijote? Todavía no

Juan Soto Ivars. Escritor

El libro que me enganchó fue Hambre, de Knut Hamsun. Primero fue su prosa y sus hallazgos. Hamsun fue doscientos días al colegio y ganó el Nobel. En su vejez se dejó hipnotizar por los nazis. Quedó maldito, y con razón. Pero su gravísimo error político me enseñó que hay que separar la obra del autor. Que debemos defender la obra incluso de los crímenes de su autor.

La lectura está mal planteada en la escuela. Deberían enganchar a los niños a la lectura, y no hacerles comulgar con las ruedas de molino del Quijote a una edad en la que es vital que el niño se vea reflejado en la vivencia lectora. La enseñanza debería, primero, enganchar y después enseñar las joyas, cuando el alumno ya sepa que el libro puede ser más alucinante que la PlayStation. 

Tú te lo pierdes

Ernesto Caballero. Director y autor de teatro

El primer libro que me fascinó fue Viaje al centro de la tierra. Ese viaje a lo desconocido dispara las ensoñaciones del lector y recuerda la Divina Comedia. De fondo se percibe una pátina de verosimilitud del Verne visionario. No soy muy partidario de la imposición. Defiendo más bien el placer individual. Si un niño no quiere leer, hay que dejarle claro que él se lo pierde. La clave está en hacerle sentir que su renuncia a la lectura le aleja de un gran placer y de una oportunidad de ser más feliz. Si, además,esos personajes de los realitis que se pasan el día tumbados alguna vez salieran leyendo un libro... 

Que los libros te hablen

Eduardo Chapero Jackson. Director de cine

Recuerdo The History of Luminous Motion de Scott Bradfield. Lo leí con 18, había sido lector antes, pero esta novela me habló como si hubiese una gramática del alma. A la lectura hay que enganchar mediante la identificación emocional, eso que de repente te habla a ti y que expresaba las cosas que no sabías cómo decir. Es entonces cuando la semilla ya está plantada para descubrir la aventura del lenguaje. Recuerdo una profesora americana de literatura que una mañana sin decir una palabra nos puso en clase la canción Killing an Arab de The Cure para comenzar a presentarnos la lectura de La nausea de Sartre. Nos conquistó. Eso sí lo entendíamos, eso sí nos hablaba a nosotros. 

Visibilizar la lectura como algo divertido

Dolores Redondo. Escritora

Los cuentos me introdujeron a la lectura. El puntito de crueldad aleccionadora y la posibilidad de transitar entre dos mundos en los que todo podía ocurrir, sigue siendo la base de las historias que me gustan. En cuanto al fomento de la lectura, algunos educadores ya han dado un paso en la dirección adecuada dejando que sean los niños quienes propongan lecturas escolares. Debemos invertir en campañas de visibilización de la lectura como algo cotidiano, divertido, social y accesible. Eso además acotaría la piratería. 

El niño raro que lee

Guillermo Heras. Director de teatro

Me inicié con las lecturas de los grandes autores de aventuras: Verne, Salgari. Y también estoy muy orgulloso de la lectura apasionada que hacía de El capitán Trueno. Ya un poco después me impresionó La busca de Baroja. Los malos métodos educativos en mi generación hicieron mucho daño. En mi bachillerato no recuerdo un solo maestro que nos introdujera en el placer de la lectura. De hecho yo era un “niño raro” por lo mucho que me gustaba leer. Y no podemos olvidar que gran parte de la literatura atractiva estaba fuera de cualquier opción de lectura por culpa de la censura. Desconozco qué selección de obras se hace hoy, pero imagino que seguirá habiendo demasiada canonización y más para un tiempo en que la cultura audiovisual o el cómic debe ser preferente en las mentes juveniles. De cualquier manera estoy en contra de cualquier cosa obligatoria. 

Rastros de lectura, niveles de complejidad

Cristina Lucas. Artista

Recuerdo La cabeza del dragón de Valle Inclán. Lo leí a los seis o siete años, y para mí era solo un cuento de dragones y caballeros. Cuando llegué al instituto, me enteré de que mi hermano lo estaba estudiando cuando me lo regaló y de que la obra tenía muchos aspectos críticos. Es bonito descubrir esos rastros y entender que la literatura tiene niveles de complejidad que dependen del lector. 

La narrativa se consume hoy más en formato audiovisual. Las series y documentales han desplazado, al menos en parte, al libro. Eso no quiere decir que sean excluyentes, pero satisfacen la misma necesidad de historias y desde hace poco es posible consumirlas sin estar sujeto a los horarios del cine o de la televisión. Funcionan como un libro en ese sentido, lo abres cuando quieres. 

A favor de ciertas lecturas obligatorias

Borja Cobeaga. Director de cine

Recuerdo El retrato de Dorian Gray de Wilde. Conocía la historia porque me la había contado mi madre. Me enganchó por lo siniestro del asunto, que para un chaval que entra en la pubertad esas cosas oscuras resultan fascinantes. Leer no es algo pasivo como ver una película. Creo que también pasa que cada lector es diferente y que tiene sus propias lecturas.

A lo mejor alguien se engancharía a un thriller de LeCarré pero jamás debería leer a Foster Wallace. Por otro lado, creo que las lecturas obligatorias deben existir. No sé si funcionan, pero eso no significa que no haya libros que deban ser lectura obligada en las escuelas. 

Curiosidad, asombro por lo desconocido

Manuel Martín Cuenca. Director de cine

Recuerdo los libros de Enid Blyton. La aventura, el misterio, la identificación con los protagonistas. Supongo que pensaba: de mayor quiero ser como ellos.

Los que se aburren con la literatura es porque no han leído nunca o porque no han leído sobre lo que les apasionan, o porque no tienen pasión, que también es posible. Creemos que el mundo lo mueve la pasión, pero en realidad lo mueve la indiferencia. Para mucha gente asomarse por la ventana y mirar da pereza. Supongo que te tienen que enseñar de pequeño. O quizás la curiosidad y el asombro por lo desconocido vengan en el ADN. 

Inculcar el amor a los libros

Juan Pérez Floristán. Pianista

Lo primero que me enganchó de verdad a la lectura fue Astérix y Obélix y Mortadelo y Filemón, que leía obsesivamente (¡aún sigo devorándolos!).

Tengo claro que no hay que impartir Lengua y Literatura desde una perspectiva historicista, es decir, partiendo del presupuesto de que para empezar a leer hay que empezar por los fundamentos de la literatura e ir “de atrás para adelante”. El Conde Lucanor y La Celestina les quitaron las ganas de leer a demasiados compañeros míos. Lo importante es inculcar el amor a la lectura y no imponer estas lecturas tan áridas a un chaval de 14 años. 

Súbditos de lo inmediato

Ramón Andrés. Escritor

No tengo el recuerdo exacto de una primera lectura, pero me ha quedado, de mis primeros años, la fuerte impresión que me causaban los mundos de Verne y la grandeza de los héroes de la Ilíada, de la que tenía una versión abreviada y con viñetas. Yo tendría unos siete años.

Creo que se ha perdido el sentido de la espera. Hoy, todo es inmediato. La lectura es un proceso, un camino a veces intrincado. Leer exige tiempo, y es algo que, en general, no se está dispuesto a emplear. Este tiempo de pensar, aburre a muchos porque no procura una satisfacción instantánea. Somos súbditos de la inmediatez, que, por naturaleza, es lo contrario de la literatura. Y una cosa más: lo que no es visual carece hoy de valor. 

En el presente

Cristina Garrido. Artista

Comenzó a interesarme leer con los libros de Roald Dahl. Supongo que porque no trataba a los niños de manera infantil como otro tipo de cuentos. Pero recuerdo que los que me engancharon verdaderamente, como buena millennial, fueron los libros de la serie Pesadillas, que leía sin parar. Recuerdo que me gustaban sus portadas, que tenían relieve y brillaban en la oscuridad.

Pienso que las escuelas no fomentan que los jóvenes descubran lo que les interesa ni les orienta. A veces las lecturas obligatorias llegan demasiado pronto como para poder entender nada de las obras. Tampoco se buscan maneras de relacionar esas obras con el presente; hacerlas contemporáneas para que el alumno sienta que puede relacionarse con ellas.

Lectura menos reflexiva, probablemente peor

Félix Sabroso. Cineasta

Seguramente lo que más me impactó de joven fueron los relatos de Carver. Esa literatura abierta que permitía despertar al imaginario. No solo me invitaban a leer más. Me invitaban a escribir. Agradezco haber leído en mi formación libros que quizá no leería ahora. Creo que se han cambiado los hábitos de acercamiento a la ficción, creo que vivimos una época donde Internet, los móviles nos hacen leer de otra manera. Más breve, menos reflexiva, probablemente peor, seguro, pero me esfuerzo en no ser negativo y me trato de adaptar a este tiempo para que también será mí tiempo. Por ejemplo valoro mucho la condensación expresiva y permito que una simple foto de Instagram, o el acercamiento a un relator un poema a través de la red me acerque a un autor o dispare igualmente mi imaginario. 

domingo, 21 de mayo de 2017

Entrevista a Félix de Azúa

Entrevista de Elena Hevia a "Félix de Azúa: "Todos sabemos que eso del futuro se acabó", El Periódico de Cataluña, 21-V-2017:

Queda avisado que en esta entrevista con el autor de 'Diario de un hombre humillado' no se hablará de política ni de resentimientos ni siquiera de nostalgias de cuando a Barcelona le quedaba aún un largo recorrido hacia el iceberg y la comparaba al Titanic

Hace seis años que el barcelonés Félix de Azúa se fue a Madrid, creó una familia cuando le tocaba ser abuelo y desde allí no ha hecho más que dar bocinazos contra sus tirios y troyanos particulares. Se le puede querer y puede molestar, mucho: especialmente porque la moderación no va con él a la hora de explicar Catalunya en la capital española. Donde no hay discusión posible es en su excelencia lectora, que acaba de servir en el libro 'Nuevas lecturas compulsivas' (Círculo de tiza) y que como su título indica es la continuación de un volumen que el autor publicó en 1998 en Anagrama. Y pueden haber pasado años, pero su pasión por la literatura sigue teniendo el mismo ímpetu y rigor. Los textos aparecieron en varios medios digitales y analógicos, EL PERIÓDICO incluido.

Usted publicó dos autobiografías un tanto sesgadas y especiales. ¿Este libro que da cuenta de sus lecturas podría ser complementario de aquellas?

Yo más bien lo veo como un libro de autoayuda. Leer bien es algo muy difícil, en contra de lo que se cree. La gente piensa que se trata de coger un libro y de que este te guste o no. Para leer bien hay que aprender, y es difícil porque hay muy pocos maestros. Yo los he tenido muy buenos.

¿Como quiénes?

Bueno, los máximos fueron Juan Benet, Rafael Sánchez Ferlosio, Agustín García Calvo y Juan García Hortelano. Yo no tenía ninguna pretensión, simplemente les decía: "¿Qué tengo que leer?". Si sugerías Teophile Gautier, el maestro decía: "Mejor Proust". El maestro te evita perder tiempo. Luego, cuando ya has aprendido, puedes perderlo y leer novelas policíacas estupendas. Se trata de saber ver qué es lo perdurable y admirable. Eso es aprender.

¿Constata que ahora hay menos maestros?

Sí, pero por una razón muy comprensible: ahora la presencia física se hace muy difícil. Antes estábamos todos mezclados. A los 20 años, gente como Molina Foix, Javier Marías, Fernando Savater o yo mismo íbamos a casa de esos maestros, 20 años mayores que nosotros y nos bebíamos su whisky. Ahora eso es imposible, los chavales utilizan maestros electrónicos que, de momento, se han revelado bastante incompetentes.

En Amazon es un algoritmo el que te recomienda las lecturas.

Pues yo me sigo quedando con aquella librería en la que el librero conocía bien tus gustos y te abría nuevos caminos. Las recomendaciones de internet me hacen reír. Si te ha gustado Proust te gustará Balzac. Por supuesto, pero qué descubrimiento es ese.

Lo que nunca te ofrecerá un programa informático es emoción. Aquí no ha tratado de ser académico.

He procurado condensar mi propio entusiasmo a ver si lo contagio un poco. Y claro, no es académico porque la universidad te enseña lo que un libro es pero jamás su significado profundo. Enseñar esa figura es la tarea de toda una vida.

Ahí están Henry James, George Orwell, T. S. Eliot, Montaigne. ¿Son una especie de canon? 

Le aviso que las listas son uno de los principales ganchos en internet. No pretendía hacer un canon. Hay libros que me gustan mucho y no me atrevo a hablar de ellos. Me dan miedo.

¿Cómo cuáles? 

La Biblia, por ejemplo. Es una lectura fundamental que los escritores anglosajones cultivan muchísimo y se les nota. Nosotros no la tenemos. Yo suelo leer la Biblia protestante española en la versión de Casiodoro de Reina. Es maravillosa. Castellano del siglo XVI. Es como si Cervantes la hubiera traducido.

Habla de inocular el virus de la lectura. Pero ¿cómo hacerlo cuando las nuevas generaciones solo parecen interesadas por la velocidad? ¿Cómo seducirlas? 

Me gustaría creer que dentro de cinco o 10 años las cosas habrán cambiado, porque los aparatos que ahora tenemos nos parecerán rudimentarios y toscos. Quizá las tabletas parezcan libros de verdad con un tacto similar y se podrán pasar páginas. Pero hoy por hoy la lectura es una lucha perdida aunque el libro sigue siendo indestructible.

Suele decirse que lectores, los buenos lectores, nunca han sido mayoría. 

Supongo que Paco Rico nos diría ahora cuánta gente leyó el 'Quijote' en su momento. Muy poca, seguro. Así que si ahora volvemos a las cifras del siglo XVII tampoco pasa nada. El otro día leí un artículo sobre la feria del libro que decía que los autores literarios que más venden alcanzan cifras de 80.000 o 100.000 ejemplares, pero que alguien llamado Leónidas Prepucio, o algo así, un bloguero y presunto poeta, vendió 125.000. Contra eso no se puede luchar, hay que dejarlo donde está y nosotros seguir como si nada en nuestro reducto de aficionados. Con la literatura eterna.

¿Eterna? 

Eterna quiere decir que uno se conmueve exactamente igual con la 'Antígona' de Sófocles que con la última película de George Clooney.

Eterna y nos prepara para la mortalidad

Claro, yo suelo decir que leer es ser partícipe del mundo de los muertos. Vivimos en un presente perpetuo. Esta actualidad no nos permite trasladarnos al pasado, solo muy rara vez, en series de televisión como 'Juego de tronos'.

Un pasado desvirtuado. 

Eso es. Tampoco hay futuro. Todos sabemos que el futuro se acabó.

"Estamos en un fin de era, como el paso del paleolítico al neolítico. Nos parece que somos muy modernos pero es al revés"

¿Es esa la característica de nuestra época?

Claro. Mis abuelos eran muy creyentes, como todo el mundo en aquella época. Los creyentes tenían como futuro nada menos que la eternidad, lo que supone una gran diferencia con este momento. En el presente tenemos lo que nos rodea, ese gran follón ruidoso con las elecciones en Francia o la última de Esperanza Aguirre. Y luego, están los muertos. Que están ahí quietos y no molestan a nadie. Y cuando uno lee a Sófocles, Shakespeare, Dickens o Proust lo que hace es llamar a la tumba: "Toc, toc". "¿Quién es?". "Un lector". "Ah, pase, pase".

Es una idea sobrecogedora. 

Tendría que dar esperanzas.

¿Y se podrán trasmitir al futuro?

Yo creo que sí. Tengo una niña de 5 años. No la obligo a leer en absoluto. Le encantan las tablets y la televisión. Pero si tú le lees un libro y le dices: "Entonces el mago saltó por encima del horizonte" y le explicas lo que es el horizonte, ella deja de ser un sujeto pasivo porque en la lectura se puede preguntar e intervenir.

La idea de que estamos en un fin de época está en el centro de nuestro discurso. ¿Deberíamos revisarlo? 

Pues yo voy más allá. Este no es un fin de época. Es un fin de era. Un cambio de era es una cosa brutal. Ha habido muy pocos

¿Me explica la diferencia? 

Un fin de época es el paso del románico al gótico, un cambio tremendo. Pero un cambio de era es más sustancial. El cambio de era más fundamental en el género humano es el paso del paleolítico al neolítico. El paso de las tribus cazadoras nómadas con dioses orgánicos como el río o el árbol al neolítico con sociedades agrarias establecidas que construyen ciudades e intentan cosas tan fundamentales como la paternidad, porque los hijos antes no eran de nadie. Otro cambio es el paso del paganismo al cristianismo.

¿Y ahora qué somos, hombres de las cavernas, o seres más evolucionados? 

Pues yo diría que lo primero. Estamos entrando en una era, la era digital, en la que somos primitivos. Nos parece que somos muy modernos pero es al revés. Esto es algo que le decía a mis alumnos cuando daba clases. Se enfadaban y abrían la boca cuando les decía que ahora la vida es peor que en la Edad Media.

Bueno, yo ahí también abro la boca. 

A ver, hoy hay cosas muy buenas, por supuesto. Como los analgésicos que eliminan el dolor. Pero la vida en las aldeas era más sosegada y mucho más sabia.

Para los campesinos trabajando de sol a sol quizá no

Sí, claro, pero con lo que se deben comparar es con los cinco millones de refugiados que en la actualidad malviven en los campos. Si miras a los miserables, mira a los de ahora. En la Edad Media podíamos levantar catedrales como Chartres financiadas por todos, por los pobres y los ricos, para reunirse allí.

¿No vale la Sagrada Familia?

Esa es otra historia (ríe). Nos la construyen los turistas, nosotros somos incapaces de construir nada colectivo.

lunes, 9 de enero de 2017

Premio Nadal a Care Santos

Carles Geli, "Care Santos: “Este país tiene unos cuantos perdones pendientes”. La escritora obtiene con 'Media vida' el 73º Premio Nadal", en El País, 7 ENE 2017 

No hace mucho, Care Santos (Mataró, 1970) desempolvó su vieja máquina de escribir y se la mostró a sus tres hijos, dos de ellos preadolescentes, que contrastaron teclados con los de hoy, pusieron papel en el carro… El episodio doméstico dice mucho de la escritora catalana: está su pulsión por la escritura, que empezó con ocho años, y, por otro, la huella del pasado, uno de los hilos que cose su ya notable producción literaria y que también aflora en Media vida, la novela con la que la pasada Noche de Reyes obtuvo el 73º Premio Nadal, convocado por Destino. “Somos inexorablemente fruto de las cosas que nos han sucedió y de la gente que, a lo mejor sin recordarla, se nos cruzó en el camino; y eso me interesa como persona pero también como ciudadana, me preocupa que mis hijos entiendan el mundo”.

De esa inquietud cívica quizá venga la reflexión sobre el perdón, verdadero eje de la novela, que aparecerá (catalán y castellano) a principios de febrero. El perdón sobre un suceso oscuro que viven cinco niñas en un internado de monjas en la España de los 50 y que aflora en una cena de reencuentro 30 años después. Esta vez, la génesis no está en una de las historias que le contaba su abuela Teresa los domingos de pequeña sino “en la experiencia de una cena que hice en casa con compañeras de Primaria y un préstamo de la memoria de mi madre, con esos internados con las niñas pobres haciendo casi de criadas de las ricas, y esa educación castradora, aunque sin historia truculenta”. Como argamasa, la lectura de un aforismo de La lectura como plegaria, del filósofo Joan-Carles Mèlich: “Sólo se puede perdonar lo imperdonable”. “Es un tema que me inquieta: pedir perdón hoy está de moda, pero es un perdón solo de cara a la galería; estamos más preocupados por el gesto que por el significado; la sinceridad en el perdón de hoy es cero; es algo que no se puede delegar y se hace, y si es sobre algo que tiene reparación es absurdo pedirlo, más vale arreglarlo”, sostiene.

En estos tiempos de la posverdad, ese gesto aún queda más en entredicho, para Santos: “Al ignorarse los hechos como tales, como las cosas en el fondo no pasan, eso nos exonera de la incomodidad de pedir perdón”. El perdón, el olvido y la culpa, coordenadas de Media vida, son aún más ignotas en España: “Este país tiene unos cuantos perdones pendientes, aunque ya no queden las víctimas; especialmente la Iglesia, que durante la Guerra Civil se fue con los malos”, dice citando a una de sus protagonistas. Santos es especialmente dura con “una parte de esa iglesia, ese clero invisible… Soy apóstata desde hace 10 años, desde las protestas por los matrimonios homosexuales”.

La novela transcurre durante la cena, que tiene lugar el 29 de julio de 1981, cuando se aprobó la Ley del Divorcio, que volvió a enfrentar a las dos Españas. “Es un anclaje histórico para las protagonistas, con las que quiero homenajear a las mujeres nacidas en los años 30, nunca valoradas: evolucionaron mucho a contracorriente de lo que les fue enseñado”. A pesar de tener fama de ello, esta es la primera vez que construye, admite, una novela femenina: “Los hombres son una anécdota aquí, pero un lector de verdad verá, independientemente de ello, humor y autocrítica, tampoco soy de las que soportan las novelitas dulces, y la autocomplacencia de sexo: somos también muy insoportables y cierto feminismo se equivoca en cómo trata a los hombres, ha hecho mucho daño a la causa”, admite sin remilgos.

Santos garabateó sus primeros textos a los ocho años y a los 25 ya publicaba (Cuentos cítricos). Hoy tiene más de una treintena de libros, bastantes en el Grupo Planeta, que en una estrategia endogámica usual ya la había catapultado con el premio Ramon Llull en 2014 por Deseo de chocolate y publicado su último libro, Diamante azul, en la misma Destino (2015). “Literatura es para mí salvación: de pequeña me rescató de un aburrimiento galáctico y fue mi ventana a un mundo paralelo que me gustaba más que el mío; crear específicamente uno a medida era un paso natural”, dice esta fan de la narrativa del XIX, con Turgeniev a la cabeza (“era una literatura pensada para seducir, sin el ensimismamiento de la autoficción de hoy”).

En la extensa producción de la autora de Habitaciones cerradas (2011, recién adaptada en televisión), hay dos minúsculas obras de poesía. “Son opera prima y poesía completa a la vez porque no haré más: no soy suficientemente buena; escribo casi cada día versos, cuando el alma me desborda; es lo más cerca que estoy, como escritora, de esa chica de 16 años que fui; en las novelas quedas más camuflada por el montaje”. Una tercera parte de sus ahora ya 12 premios proviene del campo de la narrativa juvenil. ¿Hasta cuándo podrá conectar con esos lectores? “Son un termómetro real de tu capacidad de seguir seduciendo con la literatura, es como ir al gimnasio del oficio; el día que los pierda me preocuparé como escritora”.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Libros que estoy leyendo

Aparte de los consabidos cientos de pantallas, también leo bastante papel. Cayeron las Vidas escritas de Javier Marías, donde hace un ejercicio suetoniano de cotilleo biográfico por toda suerte de escritores anglosajones, con un par de alemanes y algún que otro francés, ruso y japonés, y tres o cuatro mujeres (de las que es un gran descubrimiento Vernon Lee); les da lo suyo a los de ego particularmente inflado y posee una lente de aumento magnífica para la ridiculez; ahora estoy con Autorretrato sin retoques (1999) de Jesús Pardo, uno de los libros que dio a Bethel Emilio Morote, con sus subrayados y notas. Es una obra muy dura con los de la tertulia del café Gijón y con todos los posguerreros, mucho más que la de Umbral, que parece un mojigato a su lado, pero es implacable también con su propio autor, que se pinta abofeteando a su propia "madre física" y despreciando a sus amantes con saña. Dice que dominaba quince idiomas, pero la verdad es que, según cuento, solo tradujo del inglés, del italiano, del danés, del sueco y del noruego, aunque bastante: doscientos títulos en total. También sabía francés, pero apenas lo ejerció. Es un buen escritor con un estupendo estilo y facilidad para la concisión realista e ingeniosa. A mi juicio, junto con Pretérito imperfecto de Carlos García del Pino y en cierto modo las Memorias prohibidas de Cándido, es de los pocos que ofrecen una visión ajustada de lo que fueron los cuarenta años tras la guerra, y está lleno de verdad, de crueldad y de anécdotas inéditas e interesantes; Luis Antonio de Villena lo llamó rara avis in terra, (como por cierto llamó también don Juan de Tassis y Peralta, II Conde de Villamediana, a Luis de Góngora) y en verdad lo es.

También me he leído las escuetas Memorias comillenses de Javier Sádaba. Y eso que nunca me fue dilecto; pero el hecho de que haya reseñado sus cuatro años de Purgatorio infantojuvenoide en el seminario de Comillas antes de que le echaran me llamó la atención. Es una visión impresionista de la estupidez religiosa, también en época franquista; un desfile interminable de gilipolleces de curas pirados, de los que se salvan solo, y apenas, los jesuitas, "que utilizaban un dilema muy astuto para mantener su barco a flote: si un padre no sobresalía por su bondad, entonces era sabio. Si era tonto de remate, entonces era santo", p. 8.

Apilados están esperando que les hinque el diente las Cartas a Lucilio traducidas por el literal y casi desconocido Vicente López Soto (solo yo he tenido la piedad de abrirle una entrada en la Wikipedia), los ya mordidos Viva el estupor y Los mismos de Francisco Nieva y La juventud de Cervantes, de José Manuel Lucía Megías, del que habría poco y escaso que decir. Qué bueno es Nieva; para ser ahora un muerto está más lleno de vida, imaginación y lenguaje que todas las sombras fantasmales que ha dejado en este yermo páramo. En cuanto a la poesía, por ahí andan la Poesía completa de Sylvia Plath (la traducción de Xoán Abeleira, no la del ya mencionado Jesús Pardo) que me seduce por sus conceptos, contextos e imaginaciones, aunque en cada poema suyo parece que hay algo que se ahoga (sobre todo en el último, "Edge": El jardín se retesa y los aromas sangran / de las dulces y profundas gargantas de la flor de la noche), y el reciente premio Ciudad de Melilla, La fruta de los mudos, de José Luis Rey, que parece, no sé si padece, demasiada fruslería de ebanista. No habían comprado para la biblioteca pública la última traducción de los Cuatro cuartetos de Eliot, que, al parecer, luce unas notas sobre intertextualidad muy interesantes, que comentaba ha poco en un artículo Félix de Azúa. No tendré tiempo de agenciármela, acaso: hay que corregir exámenes, y aunque he renunciado a mi pesar a escribir en Miciudadreal, porque les quiero y me gusta, ni siquiera en los comentarios, sigo andando demasiado escaso de tiempo. Jamás me he creído insustituible, y Marcelino Lastra, que ha empezado a colaborar allí, ha escrito un artículo magnífico que incluso he copiado en mi blog.

Se venden cientos de comics en Bethel

Varias cajas enteras de Cimoc, Metal Hurlant, Makoki, El Víbora, El Jueves, Cairo, Creepy etc. Hay cosas bastante raras; también venden revistas de rock y libros sobre música ligera moderna. En Bethel.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Recordar las lecturas

Héctor G. Barnés, "Cómo conseguir que no se te olvide nada de lo que lees", en El Confidencial, 13-XI-2016:

Todos lo sabemos: por mucho que nos concentremos en lo que leemos, apenas un par de semanas después de terminar un libro, no recordamos casi nada. Hay solución.

“No me acuerdo ni de lo que comí ayer”; “sí, esa película la vi hace poco, pero no estoy seguro de cómo terminaba”; “leo mucho, pero los libros se me olvidan nada más acabarlos”. Estas son tres frases que oímos de manera habitual en nuestro día a y a día, y que vienen a resumir una triste realidad: cada vez nos cuesta más recordar nuestras experiencias. Muy probablemente, porque apenas causan un impacto en nosotros. Comemos, vemos una película o leemos un libro para olvidarlo casi en el acto, en cuanto pasamos a otra cosa.

La única manera de conseguir que esto no ocurra es convertir la lectura en algo significativo, de igual manera que ocurre con los niños cuando aprenden algo nuevo. Hay mucho escrito sobre las pequeñas estrategias que se pueden adoptar para conseguir recordar lo que se ha leído, así que a continuación recogemos algunas de las más útiles si no queremos que la lectura se convierta en un acto tan inocuo e insípido como beber un vaso de agua. 

Lo mejor que puedes hacer es resumir el libro y reenviarte periódicamente un email con lo más importante que has aprendido

Recapitula y mándate un correo electrónico

De entre todas las estrategias personales que se han desarrollado para memorizar lo leído, quizá esta que Shay Howe de BellyCard expone en 'Medium' sea una de las más interesantes, ya que le ha permitido leer un libro cada dos semanas y estrujar al máximo su contenido. Su método consiste, básicamente, en subrayar lo más importante. Poco sorprendente, ya que es lo que recomiendan la mayor parte de expertos.

Sin embargo, para Howe esto no es más que el principio: una vez terminado el libro, merece la pena releer lo destacado, con el objetivo de “reforzar las lecciones y los conceptos clave”. Con una hora debería ser suficiente. Una vez terminado, el directivo hace un resumen por escrito en un correo electrónico y se lo envía a sí mismo. Howe no se corta a la hora de enriquecer el texto con gráficas, infografías o fotografías de las páginas del libro.

La cosa no termina ahí. No solo se envía una copia del resumen, sino que, además, programa el servicio de correo electrónico para volver a recibirlo un tiempo después. “La mayor parte de las veces, estos emails llegan cuando mis recuerdos del libro empiezan a desvanecerse, igual que mi instinto para aplicar lo aprendido”, explica. “¡El momento perfecto! Entonces lo vuelvo a programar para reenviármelo en una fecha posterior”. Howe sigue haciendo lo mismo a medida que pasa el tiempo, con el objetivo de refrescar periódicamente lo aprendido.

Toma notas

La táctica de memorización más habitual. Si no quieres pintarrajear las páginas de tu libro –algo razonable–, siempre puedes tomar notas en post-it o en un cuaderno aparte, aunque en este caso se pierda la capacidad de interactuar con el objeto-libro. Como explica un artículo publicado en 'Business Insider' a partir de las opiniones de los usuarios de 'Quora', nunca debemos leer sin un lápiz en la mano. “Subraya las frases que encuentres confusas, interesantes, o importantes”, señala uno de ello. “Traza líneas en el margen de los párrafos más importantes. Dibuja diagramas para ver la estructura de las ideas clave”.

Si no eres capaz de contarle a otra persona lo que acabas de leer, es porque no lo has entendido lo suficientemente bien y lo vas a olvidar

Hazte preguntas

Piensa en el libro como en un examen que debes aprobar, pero sin la carga estresante asociada a estas pruebas. ¿Cuál es la principal idea de lo que acabo de leer? En caso de que se trate de una novela, ¿cuáles son las motivaciones de los protagonistas? Es algo muy semejante al papel que juegan las preguntas sobre comprensión escrita en los libros de texto de los alumnos de un colegio. Si nos cuesta desarrollar preguntas, podemos utilizar otra estrategia, que es contárselo a los demás. Al ordenar y sintetizar la información para explicarla de manera oral, estamos obligados a interactuar con ella y no ser simplemente receptores pasivos de lo que hemos leído. Si no eres capaz de hacerlo es porque, aunque pienses que sí, no has sido capaz de entenderlo.

Impresión, asociación y repetición

Los tres pasos de la memorización, según explica un usuario de 'Stack Exchange'. Por lo general, la mayor parte de nosotros nos quedamos en el primer paso, es decir, con la impresión que ha causado en nosotros lo que hemos leído. Por eso solemos recordar si una novela o una película nos han gustado, pero no podemos decir por qué.

Más complicado resulta pasar a la asociación, es decir, enlazar lo que hemos leído con lo que ya conocemos, y a la repetición. Es tan simple como volver sobre el mismo material hasta que conseguimos retener lo más importante. Como no tenemos tiempo para releer un libro una y otra vez, basta con volver sobre lo subrayado, lo que nos devuelve al consejo inicial de Howe.

Lee en diagonal primero

Puede parecer un consejo muy poco útil. ¿De verdad merece la pena echar un vistazo a todo el libro antes de meternos en profundidad en él? El doctor Bill Klemm, profesor de Neurociencia de la Universidad de Texas A&M, considera que sí, especialmente si (obviamente) se trata de género ensayístico. “Todo material que deba ser estudiado con cuidado debe ser leído por encima primero”, explica.

No debemos pegarnos atracones que nos dejarán resaca lectora. Es decir, dolor de cabeza y ni un solo recuerdo de lo que leímos la noche anterior

Tres son las ventajas de este método: favorece el recuerdo cuando nos sumergimos en el texto por segunda vez; orienta el pensamiento, porque te ayuda a conocer dónde se encuentra lo más importante; y, sobre todo, proporciona una idea general del texto en el que estás a punto de sumergirte, lo que hace más fácil recordarlo más tarde. Ni qué decir tiene que, cuanto más visual sea el libro (como ocurre con un manual), más útil es esta estrategia.

Piensa en imágenes

Una metodología muy parecida a la de las mansiones de la memoria de la que ya hablamos aquí. Nuestra memoria es mucho más visual que verbal o numérica, por lo que transformar las palabras que leemos en imágenes puede ayudarnos a recordarlas. “Una imagen puede no valer por mil palabras, pero sí puede capturar la esencia de docenas de ellas”, explica el profesor Klemm.

El profesor también recomienda utilizar una estrategia similar a la de los actores cuando memorizan un texto. Estos, recuerda, no lo aprenden palabra por palabra, sino que se meten en ello, “estudiando el significado del guión en profundidad, lo que parece que produce una memorización automática”. Conferir un significado concreto y meterse en el texto es la manera más sencilla de recordar aquello que se debe repetir más tarde.

No te pases

¿Quieres recordar lo que has leído? Pues más vale poco y bien que mucho y mal. Todos hemos reconocido en un momento u otro que, con el advenimiento de los teléfonos móviles y otros dispositivos, nos cuesta mucho más concentrarnos. Por eso debemos ser conscientes de nuestros límites y no pegarnos atracones que no nos dejarán más que una resaca lectora (es decir, dolor de cabeza y ni un solo recuerdo de lo que leímos la noche anterior). Aunque Klemm tira por lo bajo y propone períodos muy cortos, de entre 10 y 15 minutos –intenta terminar “Guerra y paz” a ese ritmo–, cada cual debe conocer su límite, que irá aumentando a medida que adoptemos mejores hábitos de lectura. Otro truco es parar cada X tiempo (aquí sí que viene bien el cuarto de hora) para reflexionar sobre aquello que acabamos de leer.

martes, 3 de mayo de 2016

Fahrenheit 451

Es una de las películas más inquietantes que he visto, Fahrenheit 451 de François Truffaut, sobre una novela de Ray Bradbury. Hoy tendría más sentido hacerla que antes, porque la cultura audiovisual está aplastando a la escrita. La escena en la que la mujer se quema viva entre sus libros me conmocionó.

1. Avance, o, como se suele decir, trailer.
2. El discurso del jefe de bomberos.
3. Película pirateada completa. Véase especialmente a partir de 47 minutos 12 segundos. Es una escena que me impresionó y a la que pertenece la imagen de abajo. 

En El nombre de la rosa también se quema una biblioteca. Se oponen apocalípticos e integrados:

4. La risa y el segundo libro de la Poética de Aristóteles


5. Artículo mío sobre la quema de libros en la literatura.

viernes, 22 de abril de 2016

Feria del libro

Como no hacía costumbrismo desde el año de mis anginas, salí a guisa de notario para ver qué eventos consuetudinarios acontecían en la rúa. Cada vez más parecida a Calcuta, Ciudad Real acusa unas diferencias sociales crecientes. Por ahí andaban los mendigos de la Gran Recesión de Zapatero y Rajoy, más los importados por Merkel, ya por activa (pidiendo y en pos de la gente), ya por pasiva (al lado de iglesias y supermercados, no a la puerta de los bancos, que es lo propio). A estos se añadían las madres minusburguesas con cochecito que piden para comer estos últimos de mes y los revolvedores de basura. Y hay que ver lo que echa a los contenedores la gente. He visto desde quijotes de escayola a zapatos viudos y consoladores fundidos. La gente pobre debía tener más dinero para hacer obras de caridad y echar a la basura cosas de más fundamento.

Como una nueva Egeria, quise peregrinar por el curso del meridiano que une los polos de un cuchitril tan marchoso como el Living, lleno de jevis moteros, colgones y artistas (el otro día me encontré allí a Paco Carrión), con el para desahuciados de La Abuelita, de cocido eminente y frecuentado por culturetas de segundo filón como este cura (el otro día me encontré allí a Joaquín González Cuenca). Pero me entró pereza y flato y me dije que no, que no, que no estoy para esos tambores tan lejanos.

Para quitarme, pues, tanta depresión, pensé si tomar un poco de esa droga permitida que es el jarabe para la tos Inistón (yo lo recomiendo con un ibuprofeno, que da más paz), pero opté por un té con limón más y marché a pisar como suelo las calles de esta ciudad, antes villa, aprovechando que se reunía el club de la lluvia: todos esos que solo salen de casa cuando la lluvia espanta las moscas de los sociables y los conduce adonde estamos apaciblemente los asqueados para joder la marrana, expresión intraducible que no alude precisamente a la hembra del porcino, sino al eje de una noria, que se denomina y llama así, malpensados, cuyo chirrido gruñe como el animal. Se trata de una vulgar expresión hortícola o poblachulesca, si preferís, y la única obscenidad que se le apercibe nace de que el eje dé tantas vueltas jodiendo u hozando con insistencia. Se jode la marrana cuando se la atranca con un palo o una piedra; y marrano viene del árabe "muharrám", que significa "cosa prohibida o tabú", como el cerdo para los musulmanes o la vergüenza para el pepero.

Así que me introduje en el antiguo Casino, donde se ha montado sin noria ni carrusel la Feria del Libro. La agenda de actividades infantiles era interminable; el Ayuntamiento ha hecho una gran labor. Por lo general la izquierda sucedánea valora las humanidades; incluso una cosa así como el idimitible e idimitido Josmari Barreda hizo una Biblioteca Municipal magnificente; eso ni se le habría pasado por las circunvoluciones a una Hermandad de Cabezones Huecos como la pepeíta, que tiene sin embargo a cantores del calibre de su dulce y enamoradísima La Tribuna, por más que el Lanza corresponda con lírica psoesía. Subiendo el iva del libro por encima del porno, su expelencia Gargajoy se ha convertido por el contrario en el Gargamel de la pitufería, a la que impide comprar cultura en baratillo; más que un Marriano lo que es es un Luciano capo di tutti capi que preside la gran Comisión del Saqueo de España, con familias mafiosas en Valencia, Madrid, Baleares y Granada, que se sepa. Más o menos el diez por ciento del iceberg, pues todas esas familias pagan protección al sindicato central de Alibabárcenas, el Fuerte. Eso es lo que son, más todo el pijerío fascineroso y psoricero que no paga a satanasa Hacienda, ajenos como han sido siempre al amargo rocío de la lágrima y el recorte, que en Sanidad ha provocado muertos.

Y hete aquí ante mí las últimas novedades librarias: las benditas nuevas novelas de las esperanzas locales, como Polvo, de la ilustre infanteña Maribel Riaza Chaparro; El abrigo de la corona, de Domingo Sánchez Parra, novela histórica sobre los orígenes de la actual Ciudad Real, publicada por Serendipia, editorial y librería que no para de hacer grandes cosas;  la Qal'at rabah del premiado narrador y dramaturgo torralbeño Francisco Romero Fernández; la Trilogía de Ciudad Real y los Microrrelatos de Carlos Barba Salvador... Muchos y muy buenos autores que no merecen el abandono en que los tienen los primates (segunda acepción) que administran la cultura local, solo atentos a fraguar enormes mazapanes cervantinos. 

Me han impresionado además los imaginativos dibujos de María José Fúnez Delgado (Membrilla, 1990), impresos en un volumen de Serendipia con un prólogo metodológico inspirado en el binomio fantástico de Gianni Rodari; se titula Fantasticario y por él circulan colegialas unicornadas, jirafas ciempiés, peces obús, cerebros anidados, orejas por los suelos, marmeladas y falenas marca Philips. Por otra parte, Raúl Sierra y José Luis Sobrino publican su álbum de historietas, tebeo o cómic La cruz de los casados, inspirada en la leyenda medieval ciudarrealeña, y mi amigo Pedro González Coello saca en comandita sus Relatos de Liliput. En la puerta, aprovecha Malvados para vender su cerveza manchega de autor y más allá el colectivo RAW expone sus fotografías. De los nacionales y asimilados no voy a hablar, salvo de la última novela del sobrevalorado Mario Bragas Rosa, hoy amante del azulejo porcelanoso, porque se ha salido de peruano y ya no es siquiera un nacionalizado españoide, sino un panameñil; un poco más y se vuelve hombre universal o ladrón extensible.

Los puestos (hay quien prefiere stands) de la Diputación y del IEM están muy bien; en este último hay auténticas antigüedades, como una cutre edición (1954) del jurista José María Martínez Val sobre La eutelegenesia y su tratamiento penal, en la que se contemplaba ¡ya entonces! la reproducción asistida, pero como algo criminógeno. Estas eruditas consideraciones sobre los aspectos jurídicos y utilitarios de la paja me recuerdan al ilustre capítulo "Amor propio" de La Habana para un infante difunto de Guillermo Cabrera Infante, fecundo en paronomasias; pero más al agotador Lamento de Portnoy de Philip Roth, que exprime el tema de un modo profundamente judío.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Los mejores libros del año para Babelia

Los 10 mejores libros de 2015. Diarios, ensayo, poesía y narrativa logran los primeros puestos en la votación de los críticos y colaboradores de Babelia. 'Los diarios de Emilio Renzi', de Piglia, libro del año, en Babelia,  19-XII-2015:

Babelia ha preguntado a una cincuentena de críticos y colaboradores cuáles son los mejores libros de 2015. Cada miembro de este jurado, formado por 24 hombres y 22 mujeres de España y América Latina, ha elegido sus mejores cinco opciones, a las que han adjudicado 5, 4, 3, 2 y 1 punto. La lista refleja un escenario variado de autores de distintos orígenes y de géneros. Destaca el reconocimiento de las memorias y diarios, así como del ensayo, un papel menor que otros años para la narrativa, y un espacio para la poesía. A continuación, los libros más puntuados. 

1 Los diarios de Emilio Renzi. Años de formación. Ricardo Piglia. Anagrama

Los años de formación de un artista adolescente son narrados en estos diarios donde Emilio Renzi cuenta al detalle su educación formal y sentimental, transitando por una Argentina idílica, artística y política. En una escena inicial se cuenta una anécdota en la que Renzi conversa con Jorge Luis Borges y ante un comentario Borges lo descubre como escritor. Renzi (más que un alter ego de Piglia, un reflejo) va transformándose en aquello que Borges ha descubierto en él. Entre el asombro y el descubrimiento, Emilio Renzi es el mejor Piglia, el lúcido, el de la palabra precisa y la anécdota de largas consecuencias. Iván Thays

2 Farándula. Marta Sanz. Anagrama

Es el mundo de la farándula, pero es también el otro lado de la medalla, oculto a la mirada exterior, el que recorre la novela de Marta Sanz que lleva ese nombre. Espectáculo inquietante de una sociedad de consumo que lame varias heridas, la precariedad del empleo, la vulnerabilidad física, o la soledad del mundo globalizado en la lógica del mercado y el éxito individual. La autora nos muestra las grietas por las cuales se escapa el gas tóxico del desarraigo que domina el mundo del espectáculo, como si la superficie lisa de la imagen fuese también la risa sardónica de otra realidad que se yergue contra la falsedad de bienestar, contra la “sociedad del espectáculo”, esmaltada por la publicidad. Una ética de la novela realista que construye a partir de estas vidas tan brillantes como fatuas. Patricia de Souza

3 Diarios (1956-1985). Jaime Gil de Biedma. Edición de Andreu Jaume. Lumen

Coincidiendo con la reedición de las Memorias de Carlos Barral, uno de sus grandes “compañeros de viaje”, se publican los diarios completos del poeta de la llamada Escuela de Barcelona que más huella ha dejado. Hasta ahora sólo habíamos podido leer Retrato del artista en 1956. Ahora se le suman Diario de moralidades. 1956-1965, Diario de 1978 y Diario de 1985. Reunidos, constituyen ante todo la biografía moral, amén de intelectual, del poeta que en el fondo quería ser poema, del despertar de la vocación literaria a la amenaza de la muerte, encarnada en la enfermedad del siglo XX, el sida. M. Ángeles Cabré

4 La guerra no tiene rostro de mujer. Svetlana Alexiévich. Traducción de Yulia Doblovolskaia y Zahara García González. Debate

La utilización de la buena literatura para hacer periodismo no es nueva. Lo es que a alguien le concedan el Nobel por ello. Lo hizo García Márquez, que se sentía periodista antes que nada. Hace poco coincidieron Gabo desde América Latina y Kapuscinski desde la vieja Europa, y ambos confluyeron. Una síntesis es la bielorrusa Alexiévich. De ella se han traducido al castellano una crónica sobre Chernóbil, la historia de los millones de mujeres que combatieron en el Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de la URSS en la vida de los verdugos y las víctimas. El mínimo común es el fracaso de la transformación del hombre antiguo en el Homo economicus. Con sólo una grabadora y una pluma, Alexiévich escribe novelas corales, de no ficción, sobre seres traumatizados por situaciones excepcionales a los que da voz y que cuentan la parte no heroica de sus vidas. Joaquín Estefanía

5 Sumisión. Michel Houellebecq. Traducción de Joan Riambau. Anagrama

Distopía cercana. Un profesor de la Sorbona se enfrenta al cambio. Entre la acción y la reflexión, narra la rendición que lleva a la conversión de Francia al islam. ¿Cómo? Francia 2022. El Frente Nacional va a ganar las presidenciales. Para evitarlo se une la izquierda a un partido musulmán. Vencen, nihilismo convertido en mandato. La civilización es dominio de lo salvaje, mientras que el desprecio al otro, a la mujer, es sumisión. No hay juicio, sí perfecto juego de la tensión narrativa para iluminar la tempestad. ¿Cómo? “… una especie de duda generalizada, la sensación de que no había nada de qué alarmarse”. Esther Bendahan

6 Eso. Inger Christensen. Traducción de Francisco J. Uriz. Sexto Piso

(Según sus editores) una cosmogonía, pero también un ejercicio de crítica política, una reflexión aguda y dolorosa acerca del empleo, una celebración de todo lo que existe. En un año con libros notables de Esperanza López Parada, Carlos Pardo y Rafael Espejo (por mencionar sólo españoles), Eso, de Inger Christensen, destaca por permitir acceder a su lector al lugar “donde idioma y mundo se tocan fructifican de- / forman o sea lo que sea lo que se hacen mutuamente”, que es el lugar del que proviene toda la poesía de relevancia; también (y particularmente) la que resiste intentos como éste de explicarla. Patricio Pron

7 La ley del menor. Ian McEwan. Traducción de Jaime Zulaika. Anagrama

¿Qué sucede cuando el código moral de un individuo se opone al de su sociedad? ¿De qué manera podemos defender a una persona de sus propias acciones perniciosas? ¿Cómo saber cuándo un adolescente es responsable de sus actos? ¿Cuál es la función de nuestras leyes y cómo diferenciarla de la de nuestras normas éticas individuales? En éste, su último libro, Ian McEwan destila estas vastas preguntas en novela ejemplar para nuestro preocupante siglo. La ley del menor es a la vez la crónica de un conflicto familiar y una lúcida exploración del rol de la justicia en nuestra sociedad. Una vez más, McEwan confirma su posición como el mejor y más ambicioso novelista de su generación. Alberto Manguel

8 Freud. En su tiempo y en el nuestro. Élisabeth Roudinesco. Traducción de Horacio Pons. Debate

Sigmund Freud, el padre de la interpretación de la conducta humana y para quien el psicoanálisis era el único compromiso político posible, fue víctima de un mal uso de su propia medicina. Su biógrafo oficial y uno de sus discípulos más brillantes y fieles, Ernest Jones, lo interpretó demasiado ensimismado y apegado a las drogas. Otros, como Peter Gay, no tuvieron acceso a los archivos freudianos conservados en la Biblioteca de Washington, abiertos en 2010, año en que Élisa­beth Roudinesco comienza su investigación para escribir el retrato social, intelectual y científico de un hombre cuya complejidad fue paralela a los clásicos, cuyas lecturas le enseñaron la humanidad indispensable para descender a los infiernos de la conciencia. Ángela Molina

9 Cicatriz. Sara Mesa. Anagrama

Cicatriz es una novela distinta. Está escrita en presente, un presente seco que la dota de una veladura de frialdad. Es la historia perversa de una obsesión doble, la de un hombre que accede a la vida de una mujer a través de Internet y la de una mujer que se deja atraer por la curiosidad. Es la irrupción a distancia del azar en una vida insatisfecha donde la irrealidad consentida destruye aún más que la realidad. Es una suerte de negativo de la vida en pareja y del fetichismo consumista. La narración se apoya sobre todo en detalles implacables. Una verdadera revelación. José María Guelbenzu

10 La mujer de pie. Chantal Maillard. Galaxia Gutenberg

Todo empieza con una imagen que a todos nos puede resultar familiar: la del ser querido, tumbado en la quietud de una cama enferma, y en el minuto exacto que antecede a la oscuridad. Chantal Maillard rememora la escena de la muerte de su madre en las primeras páginas de La mujer de pie —ese libro que es a veces ensayo, a veces poema, a veces diario— no para lamentarse, ni para dolerse, sino para preguntarse qué es el duelo y cuántas heridas harían falta para derribar a este cuerpo nuestro al que ella, a pesar de todo, ha aprendido a mantener en pie. Luna Miguel

Del 11 al 20

11. La niña perdida. Elena Ferrante. Traducción de Celia Filipetto Isicato. Lumen.

12. La habitación de Nona. Cristina Fernández Cubas. Tusquets.

13. La familia Karnowsky. Israel Yehoshua Singer. Traducción de Rhoda Henelde y Jacob Abecasís. Acantilado.

14. En movimiento. Una vida. Oliver Sacks. Traducción de Damià Alou. Anagrama.

15. Cynthia Ozick. Cuentos reunidos. Traducción de Eugenia Vásquez Nacarino. Lumen.

16. La muerte juega a los dados. Clara Obligado. Páginas de Espuma.

17. Tierra negra / El Holocausto como historia y advertencia. Timothy Snyder. Traducción de Paula Aguiriano, Inés Clavero, Irene Oliva y David Paradela. Galaxia Gutenberg.

18. Por las fronteras de Europa / Un viaje por la narrativa de los siglos XX y XXI. Mercedes Monmany. Galaxia Gutenberg.

19. Aquí. Richard McGuire. Traducción de Esther Cruz. Salamandra.

20. Virginia Woolf. La vida por escrito. Irene Chikiar Bauer. Taurus.

Selección de cada crítico:

Nuria Barrios

La muerte juega a los dados. Clara Obligado. Páginas de Espuma
Pisando ceniza. Manuel Arroyo-Stephens. Turner
Blitz. David Trueba. Anagrama
La herida en la lengua. Chantal Maillard. Tusquets
El árabe del futuro. Riad Sattouf. Salamandra

Esther Bendahan

 Un pedacito de tiempo y otro relatos. Ida Fink. Confluencias.
 Sumisión. Michel Houellebecq. Anagrama.
 Por las fronteras de Europa. Mercedes Monmany. Galaxia Guntenberg.
 La agonía del eros. Han Byung- Chul. Herder.
 Los ángeles feroces. José Ovejero. Galaxia Gutenberg.

María Ángeles Cabré

Nª 1. La mujer de pie. Chantal Maillard. Galaxia Gutenberg.
Nº 2. Diarios (1956-1985). Jaime Gil de Biedma. Lumen.
Nº 3. La analfabeta. Agota Kristof. Alpha Decay.
Nº 4. El mundo y otros lugares. Jeanette Winterson. Lumen
Nº 5. Ni puc ni vull. Lydia Davis. Edicions de 1984. // En catalán

Mercedes Cabrera

Tierra negra, T. Snyder, Galaxia Gutenberg
Ser amigo mío es funesto. Correspondencia (1927-1938), Acantilado
Inutilmente guapo, J. Reverte, La Esfera de los Libros.
Diario de la Revolución de 1917, M. Tsvietàieva, Acantilado
Tal vez Esther, K, Petrowskaya, Adriana Hidalgo editora.

Fernando Castanedo

1. Para acabar con Eddy Bellegueule. Édouard Louis. Salamandra.
2. Sumisión. Michel Houellebecq. Anagrama.
3. Confiado. Juan Antonio González Iglesias. Visor.
4. Nieve y neón. Jesús Ferrero. Siruela.
5. Cosmotheoros. Christiaan Huygens. Jekyll & Jill.

Nora Catelli

1. Mónica Monteys, Normandía y otros relatos, Huerga&Fierro editores, 2015.
2. Sergio Chefjec, Úlltimas noticias de la escritura, Jekyll&Jill, 2015.
3. Raúl Zurita, Tu vida rompiéndose (Antología personal), Editorial Lumen, Santiago, Barcelona,
2015.
4. David Viñas Piquer, Sin miedo a Borges, Elba editorial, 2015.
5. Noni Benegas et alia, Paul Valéry, intelligence et sensualité, Fata Morgana ed., 2015. 

Mercedes Cebrián

Con 5 puntos: Freud. En su tiempo y en el nuestro. Élisabeth
Roudinesco. Debate
Con 4 puntos: Cuentos completos. Cynthia Ozick. Lumen
Con 3 puntos: Instrumental. James Rhodes. Blackie Books
Con 2 puntos: Pequeño fracaso. Gary Shteyngart. Libros del
Asteroide.
Con 1 punto: El hambre. Martín Caparrós. Anagrama.

Estrella de Diego

1- Rita Indiana La mucama de Omicunlé ,Periférica, 2015.
2- Lena Andersson –Apropiación indebida. Una novela sobre el
amor , Alfaguara, 2015
3- Cinco llaves del mundo secreto de Remedios Varo (prólogo
Alberto Ruy Sánchez), Atalanta, 2015.
4- Gustave Flaubert, Cuadernos. Apuntes y reflexiones (Ed. y
trad. De Eduardo Berti), Páginas de espuma, 2015.
5-Sergio González Rodríguez, Los 43 de Iguala. México:
verdad y reto de los estudiantes desaparecidos, Anagrama,
2015

Cecilia Dreylmuller

"Eso". Inger Christensen. Sexto Piso.
"Elegías de Duino". Rainer Maria Rilke. Versión de Juan Rulfo. Sexto Piso.
"Deshielo" Ilija Trojanow. Rayo verde.
"Ser amigo mio es funesto. Correspondencia. 1927-1938." Joseph Roth & Stefan Zweig.
Acantilado.
"Antología. Versiones y probaturas de Joan Vinyoli." Friedrich Hólderlin. Visor Poesía.

Joaquín Estefanía

1.- "La familia Karnowsky", Izrael Yehoshua Singer. El Acantilado.
2.- "Un espía entre amigos", Ben Macintyre, Crítica.
3.- "LA guerra no tiene nombre de mujer", Stevlana Alexiévich. Debate.
3.- "Tierra negra", Timothy Snyder. Galaxia Gutenberg.
5.- "El gran escape", Angus Deaton. Fondo de Cultura Económica.

Raquel Garzón

1. Los diarios de Emilio Renzi. Años de formación. Ricardo Piglia.
Anagrama
2. Vigilámbulo. Poesía reunida. Arturo Carrera. Adriana Hidalgo
3. No puedo ni quiero. Lydia Davis. Eterna Cadencia
4. Born. María O’Donnell. Sudamericana
5. Siete casas vacías. Samanta Schweblin. Páginas de Espuma

Enrique Gil Calvo

1- “Expulsiones”, Saskia Sassen, Katz
2- “Vidas económicas”, Viviana Zelizer, CIS (Centro
Investigaciones Sociales)
3- “La carga del hombre blanco”, William Easterly, Debate
4- “Gobernando el vacío”, Peter Mair, Alianza
5- “La desigualdad mata”, Goran Therborn, Alianza

Luz Gómez

1. Autobiografía. Cuando esperanza rima con historia. Amina
Cachalia. Catarata
2. Campos de sangre. La religión y la historia de la violencia.
Karen Armstrong. Paidós
3. Una trilogía palestina. Gasán Kanafani. Hoja de Lata
4. Marruecos, Sáhara (Diarios, 1974-1981). Pensamientos de la
mañana. Abdallah Laroui. Almuzara
5. La caída de los otomanos. La Gran Guerra en el Oriente
Próximo. Eugene Rogan. Crítica

Javier Goñi

1. París-Modiano, Fernando Castillo, Fórcola.
2. Farándula, Marta Sanz, Anagrama.
3.- Las efímeras, Pilar Adón, Galaxia Guitenberg
4.- La muerte juega a los dados, Clara Obligado, Páginas de
Espuma.
5.- Ocho centímetros, Nuria Barrios, Páginas de Espuma.

Jordi Gracia

Los diarios de Emilio Renzi, Ricardo Piglia, Anagrama
Las letras entornadas, Fernando Aramburu, Tusquets
También esto pasará, Milena Busquets, Anagrama.
Filosofía accidental, José María Ridao, Galaxia
El llarg procés, Jordi Amat, Tusquets

José María Guelbenzu

Israel Bashevis Singer La familia Karnowsky Acantilado
Elena Ferrante. La niña perdida. Lumen
Ryunosuke Akutagawa Rashomon y otros relatos. Satori
Emmanuel Carrere. El reino. Anagrama
Sara Mesa Cicatriz Anagrama

Leila Guerriero

1- Los diarios de Emilo Renzi, Ricardo Piglia, Anagrama
2- Gracias por la compañía, Lorrie Moore, Seix Barral
3- Cuaderno de Tokio, Horacio Castellanos Moya, Hueders
4 Hombres sin mujeres, Haruki Murakami, Tusquets
5 21 retratos fallidos, Janet Malcom, Debate

Clara Janés

1- Desaprendizajes. J.M.Caballero Bonald. Seix Barral
2- De la vida muerte virtudes y milagros dela Santa madre Teresa
de Jesús.Libro primero por el maestro Fray Luis de León. Edición
de María Jesús Mancho. Ediciones Universidad de Salamanca
3- Cerca de cien. Ida Vitale. Editorial Visor
4- Carta en el bolsillo del muerto. Mar Pérez. Chiado Editorial
5- Espectro de la analogía. Literatura & ciencia. Edición de Amelia
Gamoneda. Abada Editores

José-Carlos Mainer

1. E.L.Doctorow, Cuentos completos, Malpaso.
2. Jaime Gil de Biedma, Diarios (1956-1985), Lumen.
3. Joan Margarit, Amar es dónde, Visor.
[en rigor, mi voto debía ir para Todos los poemas (1975-2012),
Austral, del mismo autor, pero ese libro lleva un prólogo mío]
4. Ian Mc Ewan, La ley del menor, Anagrama.
5. Oliver Sacks, En movimiento. Una vida, Anagrama.

Alberto Manguel

1. La ley del menor. Ian McEwan. Anagrama
2. Los besos de Lenin. Yan Lianke. Automática
3. La guerra no tiene rostro de mujer. Svetlana Alexiévich. Debate
4. Amar es dónde. Joan Margarit. Visor
5. La cripta de Franco. Jeremy Treglown. Ariel

Luisgé Martín

1. Cicatriz. Sara Mesa. Anagrama
2. Farándula. Marta Sanz. Anagrama
3. Dos años, ocho meses... Salman Rushdie. Seix Barral
4. La política en tiempos de indignación. Daniel Innerarity. Galaxia Gutenberg
5. Volverse Palestina. Lina Meruane. Random House

Elena Médel

5 puntos: La niña perdida, de Elena Ferrante (Lumen; con
traducción de Celia Filipetto).
4 puntos: La herida en la lengua, de Chantal Maillard (Tusquets).
3 puntos: Las efímeras, de Pilar Adón (Galaxia Gutenberg).
2 puntos: Que concierne, de Julieta Valero (Vaso Roto).
1 punto: Necromancia, de Rae Armantrout (Kriller71; con
traducción de Aníbal Cristobo y Patricio Grinberg).

Luna Miguel

La mujer de pie. Chantal Maillard. Galaxia Gutemberg (5)
Sumisión. Michel Houellebecq. Anagrama (4)
Eso. Inger Christensen. Sexto Piso (3)
El cielo oblicuo. Belén García Abia. Errata Naturae (2)
La edad de merecer. Berta García Faet. La Bella Varsovia (1)

José Antonio Millán

1 Diarios. 1956-1985. Jaime Gil de Biedma. Lumen,
2 Cervantes, la figura en el Tapiz. Jorge García López. Pasado y
Presente
3 La isla de la inflancia. Karl Ove Knausgård. Anagrama
4 Movimientos insomnes / Antología poética 1964-2014. Clara
Janés. Galaxia Gutenberg
5 La imaginación en la jaula. Javier Aparicio Maydeu. Cátedra

Ángela Molina

Freud, en su tiempo y en el nuestro. Elisabeth Rudinesco. Debate.
Virginia Woolf. La Vida por escrito. Irene Chikiar Bauer. Taurus
Conversación con Manuel Borja-Villel. Marcelo
 Expósito. Turpial
En movimiento. Una vida. Oliver Sacks. Anagrama
Vida Secreta. Javier Rodríguez Marcos. Tusquets

Elvira Navarro

1) El hundimiento. Manuel Vilas. Visor.
2) Los allanadores. Carlos Pardo. Pre-Textos.
3) Cuarenta y un intentos fallidos. Janet Malcolm. Debate.
4) El comensal. Gabriela Ybarra. Caballo de Troya.
5) Ornamento. Juan Cárdenas. Periférica.

María José Obiol

1. En movimiento. Una vida. Oliver Sacks, Anagrama.
2. La casa. Crónica de una conquista. Daniel Torres. Norma
Editorial.
3. El reino. Emmanuel Carrère. Anagrama.
4. Tiempos de hielo. Fred Vargas. Siruela.
5. Mi cuerpo también. Raquel Taranilla. Los libros del lince.

Antonio Orejudo

5.Tantos días felices. Laure Colwin. Libros del Asteroide.
4. La puerta de los ángeles. Penolope Fitzgerald. Impedimenta.
3. Los estómagos. Luna Miguel. La bella Varsovia.
2.Setecientos millones de rinocerontes. Manuel Vilas. Alfaguara.
1.Capitalismo canalla. César Renderueles. Seix Barral.

Carlos Pardo

1- Un día cualquiera, Hebe Uhart, Alfaguara
2- Diarios 1956-1985, Jaime Gil de Biedma, Lumen
3- El comensal, Gabriela Ybarra, Caballo de Troya
4- Hambre de realidad, David Shields, Círculo de Tiza
5- El futuro de la nostalgia, Svetlana Boym, A. Machado Libros

Patricio Pron

Eso. Inger Christensen. Sexto Piso.
Cuentos reunidos. Cynthia Ozick. Lumen
Aquí. Richard McGuire. Salamandra Graphic.
La Zona de Interés. Martin Amis. Anagrama.
Gracias por la compañía. Lorrie Moore. Sex Barral.

Marta Rebón

1. La guerra no tiene rostro de mujer, Svetlana Alexiévich.
Debate [Trad. de Yulia Dobrovolskaia y Zahara García
González]
2. Por las fronteras de Europa / Un viaje por la narrativa de
los siglos XX y XXI, Mercedes Monmany. Galaxia Gutenberg
3. Tal vez Esther, Katja Petrowskaja. Adriana Hidalgo
Editora [Trad. de Nicolás Gelormini]
4. El futuro de la nostalgia, Svetlana Boym. Antonio
Machado Libros [Trad. de Jaime Blasco Castiñeyra]
5. El comensal, Gabriela Ybarra. Caballo de Troya

César Rendueles

Los niños muertos. Richard Parra. Demipage
Islamofobia. Santiago Alba Rico. Icaria
La vida me sienta mal. Alberto Santamaría. El Desvelo
Cíngulo y estrella. Marta Sanz. Bartleby
No hay dos iguales. Individualidad humana y naturaleza humana. Judith Rich Harris.
Funambulista

Manuel Rico

1. Pureza. Jonathan Franzen. Salamandra.
2. Movimientos insomnes. Antología. Clara Janés. Galaxia Gutenberg
3. La vida por escrito (Biografía de Virginia Woolf). Irene Chikiar Bauer. Taurus.
4. Los desayunos del café Borenés. Luis Mateo Díez. Galaxia Gutenberg.
5. Distintas formas de mirar el agua. Julio Llamazares. Alfaguara.

Ana Rodríguez Fischer

1. Cicatriz. Sara Mesa. Anagrama
2. Distintas formas de mirar el agua. Julio Llamazares.
Alfaguara
3. La habitación de Nona. Cristina Fernández Cubas. Tusquets
4. Vida secreta. Javier Rodríguez Marcos. Tusquets
5. Génesis. Félix de Azúa. Random House

Manuel Rodríguez Rivero

1.- Historia de la edición en España, 1939-1975. Ed. de Jesús A. Martínez
Martín. Marcial Pons.
2.- La habitación de Nona. Cristina Fernández Cubas. Tusquets
3.-¿Podemos hablar de algo más agradable? (comic).Rosalind Chast.
Reservoir Dogs
4.- Freud en su tiempo y en el nuestro. Elizabeth Roudinesco. Debate
5.- Siete casas vacías. Samanta Schweblin. Páginas de espuma.

Santiago Roncagliolo

Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes adaptado por
Andrés Trapiello. Destino.
Mágico, sombrío, impenetrable. Joyce Carol Oates. Alfaguara.
Los dos hoteles Fráncfort. David Leavitt. Anagrama.
Cuentos inquietantes. Edith Wharton. Impedimenta.
Tus pies toco en la sombra y otros poemas inéditos. Pablo
Neruda. Seix Barral.

Isaac Rosa

1.-Farándula. Marta Sanz. Anagrama
2.-Aquí. Richard McGuire. Salamandra
3.-La religión de mi tiempo. Pier Paolo Pasolini (traducción de
Martín López-Vega). Nórdica
4.-La débil mental. Ariana Harwicz. Mardulce
5.-Campo de retamas. Rafael Sánchez Ferlosio. Literatura
Random House

Francisco Solano

Campo de retamas. Rafael Sánchez Ferlosio. Literatura Random
House
Estilo rico, estilo pobre. Luis Magrinyà. Debate
La guerra que mató a Aquiles. Caroline Alexander. Acantilado
Tríptico de la infamia. Pablo Montoya. Literatura Random House
También esto pasará. Milena Busquets. Anagrama

Patricia de Souza

1.Yanis Varoufakis, Economía sin corbata, Destino
2. Marta Sanz, Farándula, Anagrama.
3. Siri Hustvedt, El mundo deslumbrante.
Anagrama.
4. Emmanuel Carrère, El reino, Anagrama.
5. Mohamed Chukri, El loco de las rosas, Cabaret
Voltaire.

Iván Thays

1.- Los diarios de Emilio Renzi. Ricardo Piglia. Anagrama.
2.- Nuevo destino. Phil Klay. Random House.
3.- La ley del menor. Ian McEwan. Anagrama.
4.- No ficción. Alberto Fuguet. Random House.
5.- Todo termina esta noche. Johann Page. Peisa.

Anatxu Zabalbescoa

1-Ciudades radicales. Justin McGuirk. Turner Noema, 2015
2-Chicas felizmente casadas. Edna O'Brien. Errata Naturae, 2015
3-La ley del menor. Ian McEwan. Anagrama, 2015
4-El camino de los difuntos. François Sureau. Periférica, 2015
5-Cicatriz. Sara Mesa. Anagrama, 2015

Remedios Zafra

5. La guerra no tiene rostro de mujer. Svetlana Alexiévich.
Debate.
4. Beat Attitude. Antología de mujeres poetas de la
generación beat. Annalisa Marí Pegrum (trad. y comp.).
Bartleby.
3. La salvación de lo bello. Byung-Chul Han. Herder.
2. Lo posthumano. Rosi Braidotti. Gedisa.
1. La niña perdida. Elena Ferrante. Lumen.

Carlos Zanón

1) Con 5 puntos: Y tú no regresaste, Marceline Loridan-Ivens.
Salamandra.
2) Con 4 puntos: Sumisión, Houellebecq. Anagrama
3) Con 3 puntos: La habitación de Nona, Cristina FernándezCubas.
Tusquets
4) Con 2 puntos: Una suerte pequeña, Claudia Piñeiro.
Alfaguara
5) Con 1 punto: Mágico, sombrío, impenetrable. Joyce Carol
Oates. Alfaguara