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viernes, 14 de junio de 2019

Serie

Se abre el telón y se ve al rey Juan Carlos I regalarle un libro a su hijo el príncipe Felipe. ¿Cómo se llama la serie?

El príncipe debe leer

viernes, 1 de junio de 2018

Inteligencia colectiva

Varias cabezas piensan mejor que una
ELENA SANZ, El Mundo, 30 may. 2018 01:59

Existen numerosas evidencias científicas que confirman que los colectivos son más listos que la mayoría de los individuos por separado

Año 1906. Feria de ganado en una campiña al oeste de Inglaterra. Una muchedumbre se agolpa alrededor de un colosal buey. "¡Hagan sus apuestas señores! ¡Atrévanse a adivinar a ojo de buen cubero cuánto pesa el ejemplar por sólo seis peniques!", grita alguien. Un divertido concurso rural que no hubiera tenido la menor importancia si no le hubiera dado por asomarse por allí a un estadista llamado Francis Galton, al que le encantaba analizarlo todo. Aquello despertó su curiosidad. Pidió copia de las 800 apuestas que habían hecho los agricultores y ganaderos locales. Y comprobó que, si las analizaba individualmente, había respuestas de todo tipo, algunas totalmente disparatadas, otras que no andaban demasiado lejos. Pero cuando calculaba la media de las respuestas, ¡'voilà'!, ésta coincidía casi exactamente (con un margen de error de sólo un 1%) con el peso del animal. Así fue como, en una recóndita feria de ganado, Galton llegó a una interesante conclusión: los colectivos son más listos que la mayoría de los individuos por separado. La inteligencia común supera a la de la suma de las inteligencias individuales.Ideas genialesLa teoría de Galton -que publicó la revista 'Nature'- no sólo no ha sido desmentida con el tiempo. Un siglo después, existen aún más evidencias de que en grupo pensamos mejor que solos. Incluso hay iniciativas exitosas basadas en este fenómeno, como las plataformas 'crowdsourcing', que tienen su máximo exponente en Wikipedia, o las iniciativas de co-creación e innovación abierta, que pretenden que surjan ideas geniales pensando en masa. Eso sí, en estos años hemos añadido algunos matices. El más importante de ellos es que las multitudes son más inteligentes que los individuos en muchas ocasiones pero, sobre todo, "en esas situaciones en las que hay opiniones muy diversas (no solamente 'sí' o 'no') y podemos conseguir que las personas las expresen de manera independiente", tal y como le explica a ZEN Bahador Bahrami, neurocientífico y experto en comportamiento humano del University College de Londres. En otras palabras, la inteligencia colectiva funciona mejor cuando ignoramos lo que responden los demás.Si las personas comparten información antes de contestar, empiezan a notarse los efectos de la influencia social, es decir, nuestra "tendencia a cambiar opiniones y preferencias observando lo que otros piensan", aclara Bahrami. Neurocientíficamente tiene sentido: somos animales sociales, y en cierto modo actualizamos nuestras ideas escuchando a los demás. "Nosotros mismos hemos demostrado incluso que somos más fácilmente influenciables cuanta más cantidad de materia gris tenemos en la corteza orbitofrontal lateral del cerebro", explica el investigador. Sin embargo, esta flexibilidad social no nos beneficia a la hora de resolver ciertos problemas en grupo, sino todo lo contrario.ExperimentoLa última prueba de ello la puso sobre la mesa el mes pasado un equipo de investigadores estadounidenses de la Universidad de Harvard y el Instituto de Santa Fe. En su experimento no trabajaban con bueyes sino con tarros de caramelos. Les pedían a distintos sujetos que dijeran una cifra "a ojo" de cuántas golosinas había en los botes. De esta forma, comprobaron que si a los participantes se les informaba de que otros compañeros habían propuesto cifras mucho más altas que las suyas, casi siempre modificaban su respuesta. Con un desastroso resultado, porque al "rectificar", la media se alejaba de la realidad. El cálculo era mucho más atinado cuando nadie compartía información. Dice Bahador Bahrami que también hay que tener en cuenta que la fiabilidad de la inteligencia grupal depende del tipo de problema que se aborde. "Si el asunto requiere conocimientos expertos, entonces los grupos no lo hacen tan bien; pero si la pregunta es una sobre la que cualquiera tiene alguna noción, aunque sea imperfecta, como por ejemplo '¿cuál es la altura de la Torre Eiffel?', ahí los colectivos son sin duda mucho más listos que los individuos por separado", aclara.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Reforma constitucional, por Antonio Fernández Reymonde

Antonio Fernández Reymonde, "Como fruta madura", en Miciudadreal - 7 diciembre, 2016:

Los anales de la historia nos recuerdan los acontecimientos históricos con su fecha correspondiente, como hitos insoslayables, marmóreos. Tales datos, por sí solos, no tienen alma, es preciso contextualizarlos para ser interpretados, o al menos para intentar entender las circunstancias en que se produjeron. ReymondeA menudo, tales acontecimientos no son sino una fase (intermedia o final) de un proceso que transcurre con mayor o menor pasión o ansiedad. Cinco años no son nada, pero es el tiempo que ha pasado desde que Rajoy ganó las elecciones hasta hoy, por poner un ejemplo. Poco más de cinco años transcurrieron también entre la proclamación de la II República en abril de 1931 y el golpe de Estado que llevó a este país a la Guerra Civil en julio de 1936, con otro intento de golpe y una revolución frustrados por medio. Un tiempo similar hubo entre la muerte de Franco en noviembre de 1975 y el asalto al Congreso de Tejero el 23 de febrero de 1981, con otro intento abortado poco antes, conocido como Operación Galaxia. Más o menos el mismo tiempo que hubo entre dicho momento y el de nuestro ingreso en la C.E.E. en 1986. No trato de ponerme dramático, sino ilustrar distintas maneras de vivenciar un mismo periodo de tiempo,sea extremadamente convulso o apacible.

Solo dos años mediaron entre la aprobación en referéndum del proyecto de Ley para la Reforma Política auspiciado por Adolfo Suárez en diciembre de 1976– con la oposición al régimen de entonces articulada en partidos políticos subversivos – y la aprobación en referéndum de la Constitución Española en diciembre de 1978. En aquellos años no ocurría lo de ahora, los referéndums se hacían “como Dios manda”, a la mayor gloria del convocante. El contexto: un país que enterraba recientemente y con todos los honores a un dictador / generalísimo durante casi cuarenta años;un país en vías de desarrollo, con una moneda sometida a continuas devaluaciones en plena “crisis del petróleo” y en plena “Guerra fría”; con el ruido de sables permanente y la amenaza del terrorismo de extremistas de ambos bandos; con una libertad de prensa relativa (donde el gobierno podía secuestrar en ocasiones tiradas de prensa o revistas) y una televisión pública única, altavoz mediático a conveniencia del gobierno.

Y poco más de un año se tardó, desde las elecciones constituyentes de junio de 1977, para redactar la Constitución y poner de acuerdo a diputados y senadores para su aprobación en el Congreso en octubre de 1978. Para superar la amenaza del involucionismo, fue necesario que los representantes políticos cedieran en muchas de sus aspiraciones, y unir tanto a los que dejaron recientemente una larga clandestinidad, como a los sectores afectados de la burguesía madrileña o nacionalista (vasca o catalana) que necesitaba la democracia para la credibilidad exterior y el beneficio de sus intereses: contra el “bunker” era imprescindible llegar a un consenso.El “bunker” representado por Fraga Iribarne y Alianza Popular, era la cuarta fuerza en el Congreso, con 16 diputados de los 350. Y si aspiraban a volver alGobierno algún día, tanto como a actualizar las estructuras del régimen de Franco,no podían quedar fuera del consenso, debían adherirse al grupo (como hizo Fraga durante y después del “Tejerazo”).En este tiempo no existía aún la “clase política” como la reconocemos hoy.

Así pues, había que diseñar un “Estado del Bienestar”. Había que aplicar la “Monarquía Parlamentaria” y un “Estado de las Autonomías”, por vía rápida (artículo 151) o vía menos rápida (artículo 143) – como si la premura fuese un asunto de primera necesidad en un texto al que se auguraba una larga vida – con un extraño reparto de provincias por comunidades autónomas que dejaba hecho unos zorros el mapa de Castilla la Vieja y León – despojándola completamente de su carácter de nacionalidad histórica – o incluía a Guadalajara en una comunidad de identidad diferenciada y eminentemente manchega. En estas circunstancias, de nuevas banderas al aire y nuevos iconos, de largas pelambreras y pantalones de campana, de grises y “Cristo Rey”, había que imaginar cómo debía estructurarse un país que tuviera cabida en el entorno europeo, y asentar los cimientos para una legislación moderna. Como suele suceder, la realidad superó también en este caso a la ficción, por bien intencionados o ingenuos que fuesen aquellos que imaginaron que la figura del Jefe del Estado fuese inviolable, los representantes políticos aforados (prácticamente blindados), los servicios básicos reconocidos y respetados (y no como valor testimonial sin garantías para la población más necesitada), sin perjuicios derivados de la desigualdad de derechos entre habitantes de distintas comunidades autónomas (aunque sin establecer garantías del Estado para corregirlos) …

Han pasado treinta y ocho años desde la aprobación de la vigente Constitución y si ya se veía que su imperfección no garantizaba muchos de los derechos recogidos, y provocaba conflictos de intereses (el poder judicial, la financiación y las competencias de las autonomías, las diputaciones, la reforma del artículo 135,…) el siglo XXI ha añadido nuevas circunstancias al contexto y los viejos problemas se han acentuado desde la crisis financiera de 2007 y los innumerables casos de corrupción que han llegado a los juzgados salpicando a demasiados políticos de este país, especialmente desde la llegada de Aznar al Gobierno del España en 1996 (¿recuerdan las consecuencias de laLey Cascos?) y con la falta de alternancia en Andalucía. Han salpicado – presuntamente, de momento – hasta a la Casa Real; y Juan Carlos I se lamentó de su “equivocación” y prometió que no volvería a suceder (aunque aquel lamento no era por su hija, sino por haberse ido de cacería a África con su asistente Corinna mientras se pedía sacrificios a la población para el ajuste económico).

Han pasado treinta y ocho años, y en los principios del reinado de Felipe VI algunos hablan de reformar la Constitución. Vana ilusión. Para empezar, los mismos que admiran a Adolfo Suárez y el “consenso del 78”, no parecen muy dispuestos a considerar las propuestas de la nueva izquierda, crítica con el “régimen del 78”. Mal empezamos si para hacer una reforma que afecta a todos los que son no participan todos los que están. Luego hay que entrar en materia, qué y cómo se va a revisar: si el derecho a la vivienda prevalece ante el derecho de los bancos, por ejemplo; o el problema del cupo vasco o la financiación autonómica; o la pervivencia de las diputaciones y la corrección de las duplicidades de servicios en distintas administraciones; o el trasunto del poder judicial; o la regulación del Título II que afecta a la Corona; o la existencia del Senado (ese cementerio de elefantes, engañabobos con pretendida apariencia de cámara territorial); o la regulación de las convocatorias de referéndum o de las iniciativas legislativas populares, etc. Y por último, si la aprobación de las supuestas reformas va a quedarse en exclusiva en la Carrera de San Jerónimo, porque cabe recordar que desde el referéndum para la entrada de España en la OTAN en 1986, no ha vuelto a convocarse ningún referéndum, ni para refrendar los tratados internacionales más importantes (como la Constitución Europea de 2004), ni siquiera en 2011 para aprobar la reforma del artículo 135 (que desde esta columna invito a indagar en la historia de la reforma y su actual redacción). En el lote de 1978 se incluía “La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria” ¿Qué grado de afección tiene hoy la sociedad española hacia su monarca? ¿Volverían a someterlo a referéndum, a riesgo de un obtener un resultado indeseable? Por eso se habla de reformar artículos, no de cambiar la Constitución. Además, mientras el sistema de elección del Senado siga beneficiando al partido en el poder, como baluarte de sus posiciones en estos tiempos de incertidumbre, dudo mucho que el bipartidismo esté dispuesto a hacerse el harakiri sin ningún tipo de contrapartida.

En resumen, creo que la situación no es la más adecuada para una reforma constitucional. Como la fruta madura cae por su propio peso, una reforma constitucional debería hacerse de acuerdo a la mayoría del país, y con el actual equilibrio parlamentario, cuyo punto de partida es falsario debido a la ley electoral que tenemos, me parece muy, muy difícil. Además, hace falta un talante conciliador generalizado, que no encuentro por más que quiero. Hasta cierto punto es normal que no lo halle, porque a diferencia de 1978, no hay razones nuevas, tan poderosas como las de entonces, para compartir entre todos el sentimiento de querer hacer comunidad, o nación. Y lamentablemente, esta inacción beneficia a los inmovilistas, bastante beneficiados ya de por sí.

jueves, 7 de enero de 2016

Le ley de hierro de la oligarquía según Robert Mitchels


Robert Mitchels (“Los partidos políticos”, 1915) analizó y explicó por qué los partidos políticos son como son.

El argumento principal se resume en lo que denominó “Ley de hierro de la oligarquía”:

La organización es la que da origen al dominio de los elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados sobre los delegadores. Quien dice organización, dice oligarquía”.

Esto es, “a medida que se desarrolla una organización, no sólo se hacen más difíciles y más complicadas las tareas de la administración, sino que además aumentan y se especializan las obligaciones hasta un grado tal que ya no es posible abarcarlas de una sola mirada.”

Ello genera jerarquías: “como consecuencia de la organización, todos los partidos o gremios profesionales llegan a dividirse en una minoría de directivos y una mayoría de dirigidos.”

“Cuanto más extenso y más ramificado es el aparato oficial de la organización, tanto mayor es el número de sus miembros, tanto más rico su tesoro y tanto más amplia la circulación de su prensa, tanto menos eficiente el control ejercido por la masa y tanto más reemplazado por el poder creciente de las comisiones.”

martes, 5 de enero de 2016

Vicenç Navarro, Qué hay detrás la defensa de la unidad de España

Vicenç Navarro, Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra "Qué hay detrás de la defensa de la “unidad de España”" en Nueva Tribuna, 4 de enero de 2016: 

Este artículo hace una crítica muy fuerte de los argumentos que se están utilizando en España para defender su unidad, argumentos que están ocultando otras realidades que son ni más ni menos que los intereses de la estructura de poder reproducidos a través del Estado bipartidista, y que se consideran amenazados (como ocurrió en el año 1936) por el surgimiento de una España popular y plurinacional.

Una vez más, se está utilizando el eslogan de defender la “unidad de España” para imponer una visión uninacional de España que ha sido causa constante de tensiones en la historia de este país. En 1936, las estructuras de poder, amenazadas por las políticas públicas propuestas por el democráticamente elegido gobierno republicano del Frente Popular, estimularon un golpe militar a fin de impedir las necesarias y urgentes reformas (que hubieran afectado negativamente a sus intereses económicos y financieros), intentando justificar tal golpe con el argumento de que estaban defendiendo la unidad de España, unidad que, por cierto, nadie estaba amenazando. En contra de lo que las derechas golpistas y sus herederas han sostenido siempre, el President Companys y el gobierno de la Generalitat que él presidia no eran separatistas y no querían desunir España, sino redefinirla, exigiendo que el Estado español reflejara su plurinacionalidad, reconociendo la identidad nacional de Catalunya dentro de una federación española. En realidad, el independentismo históricamente ha sido un movimiento minoritario en Catalunya. El hecho de que, aun siendo una minoría, haya alcanzado hoy un porcentaje tan elevado se debe primordialmente a la intransigencia del Estado central (hoy gobernado por un partido que tiene sus raíces históricas en las fuerzas políticas que dominaron la dictadura que siguió al golpe militar) a reconocer la plurinacionalidad de España y la identidad de Catalunya como nación. Y es inevitable que, de persistir esta resistencia, rigidez e intransigencia, esta minoría pueda convertirse en una mayoría, abriéndose así la posibilidad de una desunión de España. Hoy, los máximos facilitadores de la desunión de España son precisamente los que justifican su intolerancia y dogmatismo bajo el eslogan de “defender la unidad de España”.

Los resultados de la Transición inmodélica

Las enormes tensiones que vive hoy España son resultado de que la mal llamada “cuestión territorial” no fuera resuelta durante la transición inmodélica, una transición que fue resultado de un enorme desequilibrio de fuerzas que existía en aquel momento entre los herederos de los vencedores y los herederos de los vencidos de la Guerra Civil. Los primeros impusieron su modelo uninacional (centrado en la capital del Reino, que tiene poco que ver con el Madrid popular), reprimiendo la visión plurinacional de España. En este sentido, los famosos artículos 2 y 8 de la Constitución fueron impuestos por la Corona y por el Ejército (ver mi artículo “Franco ganó la guerra, la postguerra y la transición”, Público, 26.11.15).

Ahora bien, estamos viendo el fin de aquel modelo de Estado uninacional. Los crecientes movimientos contestatarios hacia el Estado uninacional español que han aparecido en Catalunya, en el País Vasco, en Asturias, en Galicia, en el País Valenciano, en Cantabria, en Navarra, en las Islas Canarias y también en Madrid, entre otros, están exigiendo otro Estado que, basado en la profundización de la democracia, acepte el derecho a decidir de los distintos pueblos y naciones de España, tal como las izquierdas habían pedido durante la clandestinidad, en su lucha contra la dictadura de los vencedores de la Guerra Civil.

La redefinición de España

Es en este contexto que hay que evaluar lo que está ocurriendo estos días después de las elecciones del 20D, cuando se está maliciosamente señalando que, tal como ocurrió en 1936, la demanda de las izquierdas (excepto el PSOE) de redefinir España es, en realidad, una llamada a romperla. Es importante señalar que, aun cuando esta respuesta es predecible en las derechas españolas, caracterizadas por su limitadísima cultura democrática y por su visión centralista del poder, es incoherente y opuesta a la sostenida por el PSOE de la clandestinidad, que durante la heroica lucha de la resistencia antifascista había exigido el derecho a decidir para Catalunya y para otras naciones y pueblos de España, tal como consta en los documentos de sus congresos. Fue durante la Transición cuando el PSOE se adaptó al Estado uninacional español, pasando a formar parte de él, estableciéndose así un bipartidismo que ha gobernado las instituciones del Estado central hasta la fecha. Esta adaptación del PSOE se hizo a costa de renunciar a los principios sostenidos por sus antecesores.

El bipartidismo en el Estado español (favorecido por una ley electoral muy poco proporcional) surgió dentro de un contexto en el que las derechas continuaron siendo enormemente poderosas. Y este poder incluyó el poder de reprimir la recuperación de la memoria histórica, es decir, de la historia de este país, continuando una tergiversación que ocultaba lo que había pasado en el país, reprimiendo la otra visión de España, a la que se continuó presentando como la “anti España”, cuando en realidad esta era la España real y popular, la España plurinacional, que está emergiendo ahora de nuevo. Es importante subrayar que esta España popular y plurinacional conjugaba un compromiso con el bienestar social de la población con un respeto y apoyo a su diversidad plurinacional. No es coincidencia que el Estado uninacional que ha persistido durante el periodo 1978-2015 haya sido también un Estado con escasísima dimensión social, siendo uno de los Estados con menor gasto público social por habitante, con menor gasto público, con políticas fiscales más regresivas y con mayores desigualdades de la Unión Europea.

Ni que decir tiene que el PSOE, cuando gobernó, redujo el enorme déficit de gasto público social que heredó de la dictadura, aunque sin eliminarlo. El enorme dominio de las derechas en el aparato del Estado llamado democrático, continuador del Estado dictatorial, imposibilitó la eliminación de tal enorme déficit del gasto público social de España. Y la respuesta del gobierno PSOE a la crisis fue el inicio de las reformas laborales regresivas y de los recortes de gasto público social que el PP expandió, reformas y recortes que contribuyeron enormemente a profundizar la crisis y al gran retraso de su insignificante recuperación. De ahí su enorme pérdida de popularidad. Su inexistente autocrítica, tanto en las áreas económicas (donde el candidato Pedro Sánchez nombró como su mayor asesor económico a Jordi Sevilla, bien conocido neoliberal que aconsejó las bajadas de impuestos en la época de Zapatero, y a Larry Summers, principal ideólogo de la desregulación financiera durante el gobierno Clinton, responsable de la enorme crisis bancaria estadounidense) (ver el documental Inside Job) como en las áreas políticas (continuando con la defensa del Estado uninacional), está llevando al PSOE a una situación enormemente problemática. La defensa de la “unidad de España” es, en este contexto, la defensa del Estado bipartidista que ha gobernado la España uninacional. Cuestionar la España uninacional es debilitar al Estado bipartidista.

La defensa por parte del PSOE del Estado uninacional es la defensa del bipartidismo

Al adoptar el argumento de defender la unidad de España, el PSOE está, junto con el PP y con Ciudadanos (el partido del IBEX-35), defendiendo el Estado uninacional responsable del retraso social de España. No es por casualidad que hoy en España las fuerzas más comprometidas con los cambios en la esfera social sean también las más comprometidas en establecer una España plurinacional. Los programas electorales están ahí para el que los quiera ver. Hoy, las izquierdas auténticamente transformadoras están pidiendo una revolución social y democrática, orientada a mejorar el bienestar de las clases populares, junto con una revolución política, exigiendo una transformación radical de las mal llamadas instituciones representativas que incluya la incorporación del derecho a decidir como medida profundizadora de la deseada democracia. Son estas fuerzas políticas favorables al cambio las que están generando una enorme resistencia liderada por el Estado uninacional gobernado por el bipartidismo, que ve en esta demanda una amenaza no a la unidad de España, sino a la perpetuación de dicho bipartidismo.

El discurso del Rey: más de lo mismo

En este aspecto, el discurso del Rey fue sumamente predecible, no variando ni un ápice el discurso característico de la visión uninacional, insistiendo en la necesidad de obedecer la Constitución y las leyes, sin hacer referencia ni a las enormes crisis económicas y financieras (consecuencia de la aplicación de las políticas públicas que los gobiernos españoles han impuesto a los distintos pueblos y naciones de España) ni al deseo de cambio del Estado, centrándose, en su lugar, en el deber de los españoles de defender a la nación española, alertando de que la desobediencia a las leyes será seriamente castigada, pues (confundiendo leyes con democracia) indicó que el deber del ciudadano es obedecer las leyes, haciendo caer sobre aquellos que desobedezcan estas leyes y la Constitución (el marco de todas las normas) todo el peso del Estado. Y para remarcar esta alerta, el monarca dio su discurso desde el Palacio Real, sede del poder borbónico, remarcando el simbolismo de que se escogiera tal espacio, un espacio central en la historia del imperio español, imperio conseguido a base de las armas. De ahí que, según la Constitución, el Jefe del Estado (y nunca mejor utilizada la expresión de “Jefe del Estado”), el monarca, sea también el Jefe del Ejército.

Por lo visto, se le escapó al monarca la paradoja que significó que en su discurso se refiriera a las consecuencias negativas que había tenido para España la falta de respeto a la ley consensuada por la totalidad de la sociedad, y que lo hiciera precisamente en el lugar -sede del Poder Real- donde simbólicamente se había consumado el mayor acto de desobediencia al poder democrático que ocurrió en España en el siglo XX, cuando una minoría, en el año 1936, se había impuesto a la mayoría, bajo la presión de las armas. Fue en este lugar donde el golpista mayor, el General Franco, se declaró Generalísimo, y también fue en este lugar que se consumó la transición a la democracia cuando se estableció la Monarquía, incorporada en la Constitución en un proceso que el Rey definió como fruto de una gran generosidad, sin aclarar que tal supuesta generosidad (es decir, los que cedieron más en la Transición, que fueron las izquierdas) fue fruto de que estas no tenían ninguna otra alternativa si deseaban la democracia.

Este discurso predecible del Rey señala la dificultad de cambiar el Estado español. Hablar de diálogo, y a la vez dar tal discurso, es de una contradicción elevada que cuestiona la sinceridad de la llamada al diálogo. Parece que está orientado más a estimular la generosidad de los herederos de los vencidos, borrando el punto de inicio del debate. El enorme dominio de las fuerzas que pilotaron la Transición explica la dificultad en admitir que hay otra España, reprimida durante todos estos años, que exige una transformación política y social del país. Oponerse a esta transformación aduciendo el argumento de defensa de la “unidad de España” es, una vez más, ocultar la resistencia de estas fuerzas a perder su poder por encima de todo. Y así estamos.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Rescato y publico el texto y partitura del antiguo Himno nacional republicano de 1868


El himno titulado “¡Abajo los Borbones!” fue estrenado en el Teatro de la Zarzuela, el 7 de dIciembre de 1868, formando parte de un espectáculo compuesto por El alcalde de Zalamea, unos poemas políticos alusivos a la obra de Calderón y, a propósito, uno de Luis de Eguilaz titulado “la convalecencia”. El himno del famoso poeta y autor dramático Antonio García Gutiérrez, con música del maestro Emilio Arrieta, “agradó mucho a la nutrida concurrencia y fue muv aplaudido” según Los Sucesos, núm. 669, 9 de diciembre de 1868, y se publicó íntegramente en este mismo número, en su página 536, y con la partitura en Madrid: Casimiro Martín, 1868. En el enlace azul está la partitura.


 

RECITATIVO


Después de siete siglos de luchas y de hazañas
del español ya exenta la indómita cerviz
al trono de Pelayo, nacido entre montañas
subió la casa de Austria en época infeliz.

Subió Carlos primero, verdugo de Castilla,
que su altivez heroica queriendo castigar
en la caliente sangre de Bravo y de Padilla
ahogó la independencia de España en Villalar.

Y, en pos de aquel soldado de trágica memoria,
avanza el parricida que a España despobló,
y aquellos dos Felipes de triste y pobre historia,
hasta el segundo Carlos que a Francia nos legó.

Mas resistiolo el pueblo, de su viril constancia
haciendo airada muestra y alarde singular,
y horrores de Sagunto y estragos de Numancia
en Barcelona y Játiva se vieron renovar.

Subió el Borbón al trono, pero subió dejando
la garra del leopardo clavada en Gibraltar;
predecesor fue digno del séptimo Fernando
y de esa desdichada, fanática y vulgar.

Triunfó el Borbón y ahora por despedida deja
cadalsos, sangre, luto y la miseria en pos,
y aun hoy en el destierro de ingratitud se queja
la que sucumbe herida por el rigor de Dios.

Perdiose con su raza, perdiose aquel imperio
que levantó Pelayo y engrandeció Cortés,
que ya era nuestra España sangriento cementerio
en que se alzaba un trono como fatal ciprés.

PARTE CANTADA

¡Abajo los Borbones!, exclama el pueblo entero
hirviéndole en el pecho la afrenta y el rencor, (bis)
repítelo el soldado y el duro marinero,
y todos cuantos sienten las iras del rubor.

Aquel que entre nosotros tuviere madre honrada,
esposa, hermano o hija, y estimen su virtud,
que diga si no siente la indignación sagrada
con que la España toda rompió su esclavitud

¡Abajo, abajo los Borbones,
de nuestra patria mengua y horror!
Muestre la España a las naciones
alta la frente, limpio el honor.

España, que ocultaba con silencioso lloro
su afrenta y su ignominia temiendo al mismo sol, (bis)
que ayer su sangre toda miró trocarse en oro
del crimen y del vicio fundido en el crisol.

¡Abajo los Borbones, abajo! ¡Y que les sea
la tierra ya enemiga del uno a otro confín!
¡Sin propio suelo vaguen como la raza hebrea,
y aun no es a sus delitos el merecido fin!

¡Abajo, abajo los Borbones,
de nuestra patria mengua y horror!
Muestre la España a las naciones
alta la frente, limpio el honor.

En tanto, respiremos la brisa bienhechora
y el apacible ambiente de amor y libertad,
que pronto a nuestros ojos se mostrará la aurora,
presagio venturoso de más risueña edad.
La paz con el trabajo, y el arte con la ciencia
serán desde hoy las armas que enciendan nuestra lid;
mas, si de España atacan la santa independencia,
veréis cómo retoñan los vástagos del Cid
.

¡Abajo, abajo los Borbones
de nuestra patria mengua y horror!
Muestre la España a las naciones
alta la frente, limpio el honor.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Los legendarios Fueros de Sobrarbe y el juramento del rey

Del blog de Javi Fields en 2011:

Muchos cronistas escribieron sobre la conocida fórmula del juramento de los antiguos Reyes de Aragón, que con muchas otras variantes, podría escribirse como:

Nos, que valemos tanto como vos y juntos podemos más que vos, os hacemos nuestro Rey y Señor, con tal que guardéis nuestros fueros y libertades; y si no, no.

Así, por ejemplo, explicaba Pietro Soranzo, Embajador de Venecia en torno a 1570, en una carta dirigida al Dux, que ésta era la fórmula que los procuradores en Cortes decían al aspirante a Rey, antes de que éste fuese entronizado en la Corona de Aragón:

Nos, que valemos tanto como Vos, que no valéis más que Nos, os juramos como Príncipe y heredero, con la condición de que conservéis nuestras leyes y nuestra libertad, y haciéndolo Vos de otra manera, Nos no os juramos.

Sólo tres años después, François Hotman citaba esta fórmula en su obra Francogalli (Ginebra, 1573):

Nos que valemos tanto como Vos y podemos mas que Vos, Vos elegimos rey con estas y estas condiciones, entre Vos y Nos, un que manda mas que Vos.

Algo después, el latinista e historiador Jerónimo Blancas redondeaba la fórmula con el famoso "y si no, no", escribiendo en su obra Coronaciones de los reyes y reinas de Aragón (1583):

Nos, que cada uno de nosotros somos igual que Vos y todos juntos más que Vos, te hacemos Rey si cumples nuestros fueros y los haces cumplir; si no, no.

En la misma época (1598), sería Antonio Pérez quien, desde su exilio obligado en París, escribiría en sus Relaciones la fórmula:

Nos que valemos tanto como vos os hacemos nuestro Rey y Señor con tal que nos guardéis nuestros fueros y libertades, y si no, No.

Parece ser que el origen de la fórmula se remonta a los (¿Verdaderos o Falsos?) Fueros de Sobrarbe. Sobre esos fueros, y sobre el juramento de los Reyes de Aragón, resulta imprescindible la obra del historiador Ralph E. Giesey, "If not, not. The oath of the aragonese and the legendary laws of Sobrarbe", publicada en 1968 por Princeton University Press, y traducida al castellano en 2009 por la editorial de la Universidad Camilo José Cela: "Si no, no".

En ella, explica Giesey el origen y desarrollo de los Falsos Fueros de Sobrarbe, y viene a localizar la invención de la fórmula del "y si no, no" alrededor de la mitad del siglo XVI, coincidiendo precisamente con las Alteraciones de Aragón, en las que mucho tuvo que ver el antes citado Antonio Pérez.

La conferencia "Las libertades aragonesas", pronunciada por Jesús Lalinde Abadía el 30 de mayo de 1972 en la sesión de clausura del curso 1971-72 en la Institución "Fernando el Católico", hace buena referencia a la obra de Giesey.

Imprescindible también para el lector interesado es la bien documentada obra El Fuero de Tudela (2006), de Luis María Marín Royo (baste decir que el Fuero de Tudela es conocido también con el nombre de Fuero de Sobrarbe). Historia o leyenda, "Y si no, No" es marca registrada del derecho aragonés y símbolo de nuestras libertades.

[Editado poco después] Añado unos párrafos bastante clarificadores extraídos de Orígenes mitológicos de España, de José Álvarez Junco y Gregorio de la Fuente Monge, Universidad Complutense de Madrid.

El espacio de máxima litigiosidad, en la Península Ibérica, fue el ocupado por las obras relacionadas con el reino de Aragón. El auge que conocieron las historias particulares, dentro de aquel anticuarismo barroco que era fuente de privilegios corporativos, se cargó allí, en los últimos decenios del XVI, de una tensión mucho más alta que en momentos anteriores. El tópico heredado, sin consecuencias prácticas inmediatas, era que en el Aragón medieval los reyes habían sido electivos y que se sometían a un pacto con el reino, ante una asamblea de sus vasallos más notables. La leyenda provenía del Liber Regum, escrito en lengua romance navarro-aragonesa hacia 1200 y llamado Cronicón Villarense en su versión castellana, importante fuente de la Historia gótica de Jiménez de Rada. Según este texto, tras derrumbarse el reino visigodo se refugiaron en las montañas de Aínsa y Sobrarbe unos cuantos ermitaños y unos trescientos caballeros que, careciendo –a diferencia de Asturias– de un príncipe godo, pusieron por escrito sus libertades o fueros y, tras hacérselos jurar, eligieron a uno de ellos –Íñigo Arista– como rey. Esto ocurrió, en principio, en el siglo VIII. Pero las primeras noticias sobre tales hechos provienen de 500 años más tarde, a comienzos del XIII y son, con toda probabilidad, inventadas. Los fueros seguían siendo locales, por entonces, y sólo en 1247, bajo Jaime I el Conquistador, se promulgó una compilación general de los fueros de Aragón –corona a la que para entonces ya estaba incorporado el territorio de Sobrarbe–, elaborada por un pariente del monarca, el obispo de Huesca Vidal de Canellas o Cañellas. En el XIV, el foralista aragonés Martín de Sagarra siguió cultivando la leyenda de las libertades aragonesas, añadiendo que, a partir de Sobrarbe, aquella monarquía era electiva y que los caballeros de ese reino sólo juraban a su monarca a condición de que éste designara a un Justicia Mayor encargado de vigilar la observancia de los fueros por parte del rey y facultado para destituir a este último en caso de que los infringiera. Aunque no se conoce ningún caso de juramento regio efectivo bajo una fórmula de este tipo, la leyenda continuó y fue desarrollada a lo largo del siglo XV, en que hubo varias compilaciones de fueros aragoneses, entre ellas la de Ximénez de Cerdán, Justicia Mayor, cuyos Fueros y Observancias de Aragón incluían el supuesto texto de Sobrarbe. 

La compilación de los fueros encargada por las Cortes aragonesas en 1552 repetía el mito de los fueros de Sobrarbe, constatando que “en Aragón hubo primero leyes que Reyes”. Eran unos fueros o libertades muy borrosos, cuyo mantenimiento se suponía corría a cargo del Justicia Mayor, una figura más bien simbólica, de competencias mal definidas. Pero el mito llegaba hasta el extremo de asegurar que, desde Íñigo Arista, los reyes medievales habían jurado su cargo ante unas Cortes que les hacían reconocer que “Nos, que valemos tanto como Vos, y todos juntos más que Vos, os hacemos Rey si nos gobernáis bien; si no, no”. Ralph E. Giesey dedicó hace ya cuatro décadas un largo estudio al surgimiento de este mito, que el propio Mariana repetiría y en el que apoyó, por cierto, sus tesis François Hotman. [...] El sucesor de Zurita como cronista de Aragón, a partir de 1581, fue Jerónimo de Blancas, con quien volvió a descender drásticamente la calidad de la crónica. Si Zurita se había encontrado incómodo al tratar de las épocas primitivas, por verse desprovisto de documentos fiables, Blancas, por el contrario, “se hallaba a placer en el terreno de la ficción”, como dice Sánchez Alonso, y su creatividad literaria le llevó a completar “el artilugio de los reyes y fueros de Sobrarbe, que desde Tomich y Vagad venían forjando los aragonesistas, para que el origen de Aragón tuviese así una ilustre antigüedad propia, independiente de Navarra”. Para ello falsificó una supuesta crónica de San Pedro de Taberna, monasterio ribagorzano, y varios textos legales de Sobrarbe en latín, con el fin de demostrar que en aquellos fueros radicaba el origen del Justicia Mayor. 

En aquellas conflictivas últimas décadas del siglo XVI, incluso las fantasías de Blancas podían ser litigiosas. Aquellos fueros de Sobrarbe, que su desenvoltura le había llevado a poner por escrito y en latín, se condensaban en seis preceptos o privilegios, uno de las cuales rezaba que no era lícito al rey dictar leyes sino atendiendo al consejo de sus súbditos y otro que si llegara a ocurrir que el monarca oprimiera los fueros y libertades del reino éste era libre para ofrecerse a otro soberano. Esto lo escribía en 1588; dos años después, llegó a su clímax la tensión en torno a Antonio Pérez y en 1591 fue ejecutado Lanuza, Justicia Mayor de Aragón. En medio de aquellos hechos murió Blancas y fue sucedido por Juan Costa y Beltrán, que continuó escribiendo sus anales aragoneses en tono fuerista. Lo mismo hizo el siguiente cronista, Jerónimo Martel, y éste acabó ya siendo destituido en 1608. Tanto su obra como la de su antecesor Costa fueron destruidas solemnemente en Madrid al año siguiente. Felipe III nombró entonces a Lupercio Leonardo de Argensola, célebre poeta que había apoyado al anterior monarca durante las alteraciones aragonesas de 1590-91 y que había dictaminado contra los anales de Martel. A su muerte, en 1613, le sucedió en el cargo su hermano Bartolomé, que continuó con rigor los Anales de Aragón de Zurita pero escribió, sobre todo, unas Alteraciones populares de Zaragoza en 1591, de las que ambos hermanos habían sido testigos; aunque se declaraba en ellas no “cronista del reino sino del rey”, intentaba adoptar una visión equilibrada de aquellos sucesos; y aceptaba la referencia inicial a los aragoneses como titulares de los fueros de Sobrarbe, según los cuales habían aceptado tener un rey “con ciertas condiciones y leyes” vigiladas por un magistrado que era el Justicia del reino.

miércoles, 18 de junio de 2014

El sumo aforado

El caudillo, prohombre, mandamás o lo que sea por pingar pimpante, el incluso rey de la muy descompuesta España, se ha querido desllevar al trono y ha bajado de él por sí, motu proprio, sponte sua y con muy real gana, jiñándose en el pópulum con tanta pompa, boato, fausto, latín y fajín, y aun tanto flato y pedorreta popular, que no ha dejado tiempo ni para decir: "¿Quéee...?"

Para ello, faltaría más, no se ha consultado al monstruoso pueblo, más agitado ahora que antes gracias a los esfuerzos concitados de la porcina televisión, el destrozado cansancio de los pocos que trabajan, entre los que no incluyo al rey, jubilata de lujo, y la economía de guerra para dejarnos en pelota material y espiritual, siquier brasilera. 

Solo han recurrido al senil senatus para desempolvar el texto jeroglífico del paritorio gadafranquista y han cosido la transición mejor que las calabazas, sin costura; aquí elegimos gobiernos cada cuatro años, pero los reyes nos los dan precocinados cada cuarenta y ni siquiera elegidos, como los visigodos, que también es verdad no morían nunca en su cama, sino como en Juego de Tronos; ha sido proclamado por una juntura de neofranquistas peperos y pseteros, con sus vistosas plumas de cobardes a la democracia todos ellos, Felipe sexto, el Urgente. Su reinado será largo, pues Juancarlos el Breve resultó oxímoron y castigó durante cuarenta añitos de pospaz, que no es nada. Tres generaciones, o casi. Admirados, hasta los egipcios han venido para tomar kantiano ejemplo de como hacer pirámides invisibles sobre súbditos pasotas que ven escrita la ley suma de "no nos dejarán hacer justicia"; porque somos súbditos, no como Felipe, que es un Súbito, no nuestro súbdito.

Procedimientos tan acelerados recuerdan las maniobras militares, la blitzkrieg, el golpe relámpago, la guerra lagartija, podríamos decir, y hacen que algún minúsculo republicano, escondido tras tanto soldado / hasta los dientes armado, pronuncie aquello de "qué golpe más rápido; ni la coz de mula maoísta de Tyson".

También remembra lo que decía en Luna Nueva  un redactor jefe a su director Cary Grant: "No puedes hacer esto: somos demócratas desde hace veinte años". "No te preocupes" -contestaba- "Cuando hagamos lo que queremos volveremos a ser demócratas". Eso es la cosa nostra: democracia con interrupciones de lagartija y una historia continua, grande y libre, una unidad de destino en lo universal: "Marchemos todos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional", que mentía Fernando VII, el inventor de estas cosas, Borbón modélico. Seguro que era del pepe o del pesoe o de los dos, qué más da.

Con qué facilidad se suspende la democracia; como si se apagara una luz; incluso cuando más importa ser demócrata. Por eso nunca ha habido Demócratas en España, se los ha ninguneado y escondido, fuera de las urnas, fuera de la televisión, fuera de los periódicos, fuera de las radios, fuera casi hasta de Internet. No les han dejado espacio. Ni Cánovas ni Sagasta, cuando se repartieron el gobierno por medio de una constitución corrupta y con trampa se lo dejaron. Tampoco ahora Rajay-¡ay! y Rubiacalva. A lo más dejarán a Pablito poner algún chavito.

Los neofranquistas o transicioneros llaman "consenso" a lo que la calle llama "pasotismo", la física inercia y yo y mis otros desengaño barroco. Senequismo decía un diplomático tan suicida y estadista como Séneca, Ganivet. Ahora modalbea escribir "virus mental". Pero esta supuesta democrática Constitución lo único que hace es recomendar la democracia, ya que su fin fue consolidar una transición sin fin para "la casta" de repartidores de poder y aprovechados de él que configura una de esas transiciones interminables kafkianas que nunca llegan a nada, como las obras de Juan Benet o las novelas de mandarines de Espinosa, cuyas transiciones imperiales se cuentan en miles de millones de años. La eternidad se hace muy larga, sobre todo hacia el final.

Qué miedo da la voluntad popular, ozú, entre los conversos o transicioneros del concierto borbónico; el antaño rey va a pasar a ser un sumo aforado, el sumo sacerdote de una religión que podríamos llamar neofranquismo, cuyos acólitos suníes (peperos) y chiítas (pesoeteros), que podríamos resumir como pepesoeros (no hay más Juancarlos que Juancarlos y Felipe es su profeta), paraguas de su negocio de corruptelas y podres varias, van a hacer lo que decía hace meses: una componenda o pastel dulce corazón para ponerle remiendos a la agusanada Constituta en vez de hacer una nueva, o sea, van a hacer algo así como una momia de encaje o la mona de seda de Iriarte, o incluso una segunda incorrupta niña nostra siciliana de nuestra cuarentona Constituta, con la que se pondrá el ladrillo último a la piramidal sepultura de la democracia juancarlista, mamandazgo que en lo sucesivo presidirá una persona de mejor cartel y, según se dice, incluso ejemplar.

Porque, eso es lo curioso, es ejemplar la cúspide de toda esta mierda. Ese honrado y cabal Felipe, si fuera o pudiera o le vayan a dejar, porque deber siempre se ha debido y es deuda social jamás satisfecha por esos despreciables e inmorales agiotistas, para decirlo a las claras y honestamente. Uno no está habituado a ver milagros, revoluciones y transiciones históricas en vida, pero, como hace motivo germinal de la esperanza, parece que una poquita al menos si va a poder ver, y no a peor; cuando se cae se rebota. Ya es algo. Porque esperar una Constitución nueva y más democrática sería algo así como sembrar perales y que crezcan olmos. Eso sí, atención a las trampas que, indudablemente, van a intentar colar en la misma los mismos trapisondistas de siempre en la cuestión de la iniciativa legislativa popular, el referendum, el defensor del pueblo, el aforamiento, la anticorrupción, las garantías judiciales, la derogación de leyes, etcétera: todo lo que debe importar de una constitución verdaderamente democrática; porque en España primero se hacen las leyes y luego se definen los crímenes.  Porque, como dice quien sabe algo de constituciones, Karl Loewenstein, la Constitución española es una Constitución semántica o Pseudoconstitución, esto es, "la aplicada, pero no tanto para regular el proceso político cuanto para formalizar y legalizar el monopolio de poder de determinados grupos sociales o económicos". ¿Qué se puede esperar de una mera y ya viciada reforma constitucional y no de la redacción de una nueva, en un lugar donde la ruptura no es posible, donde nunca es posible empezar? 

Porque en aquí donde el tribunal de cuentas remite sus borradores a las Cortes para que los aprueben y en el que sus miembros son todos de casi la misma familia, con consanguinidad superior a la de los Austrias, debería ser, cuando menos, sospechoso. Es ese debería tan oscuro, típico y de siempre del derecho español, como el "deberán ser democráticos" de la Constituta. Tanto como para desempolvar esa vieja figura retórica, la antonomasia, y decir: "sospechoso como un miembro del Tribunal de Cuentas". Cuántos sospechosos, y aún más que sospechosos, hay en España. Casi tantos, por ejemplo, como aforados

viernes, 20 de julio de 2012

El primer y único rey de Andorra, Borís I

Pocos sabrán que Andorra tuvo una vez un rey en vez de dos copríncipes. Fue un espía lituanorruso, Borís Skósyrev, al que dejaron reinar, con apoyo de todos los representantes de los andorranos,  convencidos de sus ambiciosos planes (a semejanza de lo que había ocurrido en Mónaco, Liechtenstein, San Marino o Luxemburgo, los restantes principados europeos, paraísos fiscales donde los impuestos eran casi inexistentes o sensiblemente reducidos, el forastero se comprometía a convertir Andorra en uno de los centros empresariales más importantes del mundo, donde bancos, entidades financieras y compañías internacionales no tardarían en instalar su domicilio social, aprovechándose del régimen fiscal) apenas diez días, entre el 7 y el 17 de julio de 1934, hasta que el obispo de Seo de Urgel lo mandó a la frontera entre dos gendarmes. A cambio de esos planes, Borís I sólo había pedido ser rey constitucional de Andorra.

No sé. ¿y si hiciéramos lo mismo en España? ¿Si saliéramos de la ONU, de la OTAN, de la UE, y nos hiciésemos un estado a la manera de Suiza, paraíso fiscal de primera clase? ¿No nos iría a todos un poco menos mal?

Busquemos al nieto de Borís I y propongámoslo for president.

(Es una broma. ¿O no?)

lunes, 18 de junio de 2012

Dos nuevos bastardos reales. Y van...

El artículo es este, y está en Vanitatis; según mis cálculos Juan Carlos tiene al menos cinco hijos ilegítimos o "naturales" casi completamente demostrados, probablemente más; no ha querido el rey asistir a la dimisión de Dívar, otro sinvergonzón de su época, por motivos morales. La moral es una cosa muy española, perdón, muy hipócrita, aparte de una mata que da moras. El rey debía compartir no sólo sus genes, sino también su herencia de donjuán viejo con sus pobrecillos hijos plebeyos y bastardos, españoles o no.  Que los reconozca ya y que reine quien tenga que reinar, leñe, aunque sea un "hijo del amor"; el mismo Felipe II tuvo a su lado sirviéndole al bastardo de su padre don Juan de Austria.

Ingrid Sartiau reside en Gante y tiene 46 años; su madre le comunicó la identidad de su progenitor mientras veía la televisión: “Este hombre es tu padre, me dijo, cuando aparecían unas imágenes del Rey de España en una cadena belga”, según narra ella misma a Vanitatis. La joven sostiene que su madre, Liliane Sartiau, conoció al monarca en 1956, en Francia, y la pareja se reencontró en 1966, en una feria en Luxemburgo; nueve meses más tarde nació la pequeña Ingrid.Pese a descubrir hace años el nombre de su supuesto padre, empezó a indagar su ascendencia hace solo unos meses. Convencida de su relación con el monarca, buscó información sobre los Borbón. Casualmente, buceando en internet encontró a una persona en su misma situación: Albert Solà Jiménez, un hombre de Gerona que desde los años noventa intenta demostrar su parentesco con el Rey. “Encontró una entrevista que concedí a una cadena de televisión holandesa y se puso en contacto conmigo”, comenta Solà a Vanitatis.

Desde hace ya varios años, Albert tiene clara su relación filial con el monarca. A mediados de los años cincuenta, el por aquel entonces príncipe Juan Carlos, hizo un viaje desde la academia militar de Zaragoza, donde se encontraba estudiando, a Barcelona. Allí, siempre según el relato del gerundense, conoció a María Bach Ramon, hija de una familia de conocidos banqueros de la ciudad, que daría a luz a Albert en 1956. “Poco antes de nacer yo, el Rey le comunicó la noticia a varios de sus amigos”, sostiene Solà.

Tras el parto, unas enfermeras de la Maternidad de Barcelona arrebataron el niño a María Bach y lo llevaron a Ibiza, lugar en el que estuvo hasta 1961. Pasada su estancia en la isla balear, regresó a Barcelona y en 1964 fue adoptado por la familia Solà Jiménez, de Sant Climent de Peralta. Al empezar a investigar sobre su familia biológica, Albert descubrió en unos documentos que aparecía la expresión “chupete verde”, una acotación que, según algunos historiadores consultados por él, hace referencia a los bebés de sangre real. “Estuve viviendo en México, volví para investigar mi adopción. Pero desde entonces no puedo salir del país, dicen que por seguridad. Estoy encerrado como en una jaula”, afirma.

Las pruebas de ADN

“Sí, los resultados han sido positivos. Soy hija del Rey”, explica Ingrid desde Gante. Ni ella ni su marido, Jean Marie Martí, han tenido tiempo de asimilar esta nueva situación, por lo que se muestran todavía muy precavidos en sus declaraciones. “Nos hemos enterado hace unas semanas, estamos todavía impresionados. No queremos sacar nada de esta situación”, comenta el esposo de Sartiau.

Tras entablar conversación hace unos meses, los hermanos decidieron hacerse unas pruebas de ADN. “Le mandé el material necesario al profesor Jean-Jacques Cassiman, un genetista de la Universidad de Lovaina, reconocido a nivel mundial”, dice Solà. El catalán envió al científico los resultados de su perfil ADN para que los comparara con los de Ingrid y saber qué probabilidad de parentesco existía entre ambos. Dos meses después tenían los resultados. La primera en conocerlos fue ella, pero inmediatamente se los transmitió al español: eran hermanos al 91 por ciento.

Vanitatis se ha puesto en contacto con Zarzuela para conocer su reacción ante esta noticia. Fuentes oficiales de la Casa Real afirman conocer la historia, pero renuncian a darle ningún tipo de credibilidad, pues desconfían de que los análisis científicos confirmen la consanguineidad de Ingrid y Albert.

Sin embargo, el médico que ha realizado las pruebas no piensa lo mismo. “La probabilidad de que tengan un progenitor común es elevadísima. Los resultados son claros, pero los estudios no pueden especificar si es el padre o la madre. Yo no sé quién es el padre, son ellos los que dicen que es don Juan Carlos”, afirma desde Lovaina el profesor Cassiman.

Tras conocer los resultados, los hermanos solo tardaron una semana en organizar un viaje para conocerse. El encuentro tuvo lugar el sábado pasado en el hotel Els Arcs de Monells, en Gerona, lugar al que viajó Ingrid junto a su marido. “Después de conocer los resultados de los análisis y ver a mi hermana, voy a apoyarla en todo”, dice Solà. De hecho, según explica, ya le ha facilitado un número de fax de Zarzuela, el mismo que utiliza él para comunicarse con Casa Real de forma habitual. “Es uno de los faxes más restringidos que tiene el Rey. El fax que ella le mande, le llegará, se lo puedo asegurar”.