Mostrando entradas con la etiqueta Poemas de otros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poemas de otros. Mostrar todas las entradas

viernes, 31 de marzo de 2017

Una parodia de Poe por Jorge Llopis

EL LORO
(Con permiso  de míster Poe)

A Susana Canales, que es como decir
a Diana, a Venus, a Minerva, pero más
guapa que ellas.


Una noche bochornosa;
una noche cuya atmósfera execrable,
tremebunda y apestosa,
incordiosa,
despreciable,
excitaba mi cabeza sudorosa,
yo me hallaba en mi casucha miserable
de Tortosa.

A mi frente hipocondriaca
se acercaban mil ruidos, que yo, obseso,
repetía, lo confieso:
una vaca
de regreso
a su establo, que es caricia, mimo y beso,
y más lejos – traca, traca, traca, traca-,
un expreso.

Una mano acaso experta
en dar golpes agoreros, inquietante,
asestó sobre mi puerta
-puerta tuerta
que a Levante
daba siempre-, cierto golpe espeluznante.
Yo repuse con el alma casi muerta:
“¡Adelante!”

Mi cabello se ensortija
de emoción al recordarlo… Sudo y lloro…
Mi razón se desvencija…
Rememoro:
La manija
de la puerta gira, gira… Me incorporo,
y en la helada y nada cómoda rendija,
veo un loro.

Aquel pájaro precito,
que nació en el cacahué y el aguacate,
derechito, derechito,
el maldito
botarate,
se subió en un cortinón color granate,
y dio un grito, un pavoroso y torvo grito:
“¡Chocolate!”

¿Fue sentencia cabalística,
o enigmático y teúrgico el acróstico?
¿Era un lapsus de lingüística?
¿Era mística,
y el diagnóstico
mistagógico era luz y viento gnóstico?
¿O era, en cambio, tongo y filfa silogística
de pronóstico?

Dirigime al ave impía
-disculpad que mis anhelos no recate-
y le dije: “Por mi tía
Rosalía
Cabañate,
que no sé si lo que has dicho es un dislate”.
Mas el pájaro, obstinado, repetía:
“¡Chocolate!”

“¿Qué sentido sobrehumano
le estás dando a esas tabletas, que en la tienda
compra el probo ciudadano?
Haz que entienda,
loro hermano;
haz que caiga de mis ojos esta venda,
ya que veo solamente en ese arcano
la merienda.

¿Por qué vite y admitite?
¿Por qué trágico e insólito avenate
un tortazo no “te” dite?
¿Por qué oíte?
Por qué late
en mi pecho un corazón que se debate…?”
Un silencio, y luego el pájaro repite:
“¡Chocolate!”

De mi oído ya apoplético
no se borra tu tremendo aviso fónico,
y mi duda te hace herético
o exegético
o plutónico.
Mas, ¿quién eres, que así parlas, salomónico?
¿Un Cagliostro o un augur seudo magnético
macarrónico?

“No pretendas que yo trate
-dijo el loro con sonrisa indefinida
y un fulgor color tomate-
del remate
de esta vida:
chocolate es lo que aliente y lo que late,
y el origen y el final de esta partida:
chocolate”.

“¡Líbrame ya de tu yugo!”
-espetele con el alma majareta-
y caí de mi banqueta,
hecha en Lugo,
de moqueta,
y en el suelo fui chupando todo el jugo
a una estatua en alabastro del poeta
Víctor Hugo.

Una gran metamorfosis
me cambió desde esa noche. En mi petate
grito, lleno de neurosis…
La halitosis
me combate,
y remite si suavizo mi gaznate,
degustando e ingiriendo a grandes dosis
¡¡chocolate!!

jueves, 29 de diciembre de 2016

Poema de Frank O'Hara a Antonio Machado

Frank O'Hara fue el aglutinador de lo que se ha venido a conocer como Escuela poética neoyorkina en su primera generación, ahora de moda por las referencias a la misma que han aparecido en Mad Men y en la película de Jim Jarmusch Paterson; es, junto a John Ashbery, que todavía está vivo y es toda una institución en los Estados Unidos, el poeta más importante de este movimiento estético. En 1960 organizó una exposición de pintura y escultura moderna en el MoMA: New Spanish painting and sculpture (New York: The Museum of Modern Art, 1960) y publicó en ese mismo año una pieza teatral de asunto español, Awake in Spain (1960), cuyos 84 personajes poseen cada uno un párrafo en la obra. La acción gira en tomo a la restauración de la monarquía española. La última obra de O'Hara fue "Little Elegy for Antonio Machado". Es esta

Frank O'Hara

Pequeña elegía para Antonio Machado


Ahora tus demonios quejosos se convocan a sí mismos 
con fuego en el oscuro Castellano 
y luz solitaria 
                       tu madre muerta en el hogar 
y tu corazón descansa en la frontera de los futuros constelares

no hay cementerios domesticados que puedan envolver tu vuelo 
     de solaridades lineales y carretas quiescentes 
visión de la carroña 
           el pasado hecho vidrioso y oro 
para revelar la oscuridad, la oscuridad en toda su claridad ancestral 

donde nuestro futuro reside cada vez más en el fuego 
     cuerdas retorcidas de sonido se incrustan en nuestros cerebros 
tu aire  agua y tierra 
                          insisten en nuestra unión a vos 
en reconocimiento de los orgullos más fríos y ambiciones menos negociables 

vamos a seguir para corregir todas las revisiones clásicas 
      de nosotros mismos como juicios de valor ceremonial 
y el exceso de púrpura 
         favoreciendo la expansión de tu alma 
en la noche y el desarrollo en nuestro propio elogio salino

(versión en castellano de Hugo Zonáglez)

Me he permitido abrir un pequeño artículo de Wikipedia a la Escuela poética de Nueva York. Gracias a Andrés Catalán he venido a saber que escribió sobre España tres poemas más y que visitó el país en 1958 para preparar la exposición del MOMA. Tradujo uno de ellos:

MADRID

¡España! ¡mucho más hermosa que Egipto!
¡mejor que Francia y Alsacia y Livorno! ¡O que Théophile Gautier!
nada salvo borrachuzos en Niza
                                                  y yonkis en Túnez
pero todo se convulsiona bajo el toldo plateado de España
la oscura
              la seca
                         la boca de tiburón color de arena
de Europa, ¡la violada y atezada diosa de la velocidad!  
[...] 



(Frank O'Hara, traducción de A. Catalán)

sábado, 26 de noviembre de 2016

El mejor poema de Vicente Cano

Para mí este es el mejor poema de Vicente Cano (1927-1994); el que me ha tocado más profundamente, entre muchos que también podrían optar a ese título. Se lo dedico con afecto. Por entonces, por los años en los que lo conocí, creo que ya estaba muriéndose de cáncer; curiosamente, posee el mismo importante mensaje que un poema clásico de la poesía norteamericana, The House By the Side of the Road, de Sam Walter Foss; por si no hubiera duda de que Vicente Cano fue, ha sido, es y seguirá siendo un gran poeta:

VICENTE CANO

Pero sí tengo...


I

Yo sé que hay paisajes que no veré nunca.
Sé que existen montañas de asombro
y valles generosos
que no tendrán mi huella...

Pero sí tengo esta tierra -patria chica, mía-,
para sentirla y para amarla.
Para alegrarme el corazón con ella.

II

Yo he aprendido
que no se han hecho para mí
los países lejanos, sorprendentes,
ni las aventuras de leyenda
ni los ágiles caballos de los triunfos...

Pero sí tengo una rosa
que me aroma la vida de esperanza.

III

Yo sé que hay gentes de paz
y hombres de luz
a los que no podré entregarles nunca
mi haz de admiración...

Pero sí tengo un verso
escrito con el alma para ellos.

IV

Yo sé que hay seres que sufren,
hombres que necesitan
un agua humanitaria que los salve...

Y yo no tendré nunca
una lluvia en mis manos.

Pero sí estaré con ellos siempre
con mis palabras y mi aliento.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

La verdadera autoría de la traducción del Si de Kipling atribuida a Jacinto Miquelarena

Una famosa traducción del famoso poeta "Si" de Rudyard Kipling suele atribuirse al corresponsal falangista de la II Guerra Mundial Jacinto Miquelarena, pero este no sabía inglés, como cuenta Jesús Pardo en Autorretrato sin retoques (1999), cito por la segunda edición de 2006, pp. 252-253;  en realidad es obra de la amante que tuvo en Londres, una argentina llamada Felicitas Flores, con la cual engañaba a su mujer. La traducción es muy sintética, y logra a duras penas conservar la rima. Es esta

SI

Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila, 
cuando todo a tu lado es cabeza perdida. 
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan 
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan. 
Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera; 
si engañado, no engañas, si no buscas más odio 
que el odio que te tengan… 
Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres, 
si al hablar no exageras lo que sabes y quieres.
Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo, 
si piensas y rechazas lo que piensas en vano. 
Si tropiezas al Triunfo, si llega tu Derrota 
y a los Dos impostores les tratas de igual forma. 
Si logras que se sepa la verdad que has hablado, 
a pesar del sofisma del Orbe encanallado. 
Si vuelves al comienzo de la obra perdida,
aunque esta obra sea la de toda tu vida.
Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría 
tus ganancias de siempre a la suerte de un día 
y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea, 
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era. 
Si logras que tus nervios y el corazón te asistan, 
aún después de su fuga de tu cuerpo en fatiga 
y se agarren contigo cuando no quede nada 
porque tú lo deseas y lo quieres y mandas.
Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud, 
si marchas junto a Reyes con tu paso y tu luz. 
Si nadie que te hiera llega a hacerte la herida, 
si todos te reclaman y ni uno te precisa. 
Si llenas el minuto inolvidable y cierto, 
de sesenta segundos que te lleven al cielo… 
Todo lo de esta tierra será de tu dominio 
y mucho más aún: serás Hombre, ¡hijo mío!

viernes, 11 de noviembre de 2016

Dos poemas-poéticas de Francisco Nieva


I


El teatro es vida alucinada e intensa.
No es el mundo, ni manifestación a la luz del sol,
ni comunicación a voces de la realidad práctica.
Es una ceremonia ilegal,
un crimen gustoso e impune.
Es alteración y disfraz:
Actores y público llevan antifaces,
maquillajes,
llevan distintos trajes…
o van desnudos.
Nadie se conoce, todos son distintos,
todos son “los otros”,
todos son intérpretes del aquelarre.
El teatro es tentación siempre renovada,
cántico, lloro, arrepentimiento, complacencia y martirio.
Es el gran cercado orgiástico y sin evasión;
es el otro mundo, la otra vida,
el más allá de nuestra conciencia.
Es medicina secreta,
hechicería,
alquimia del espíritu,

jubiloso furor sin tregua.


II

El arte es sinónimo de pobreza
es solo un soplo tan memorable como pestilente.
El arte se detiene en los destierros
y en los rincones donde la muerte está latiendo muerta.
El arte tiene constantes augurios de pasado
y es algo estúpido
y no puede moverse de su centro
tan incierto como la terrena verdad.
Al arte le horroriza consolar
porque no sabe ser piadoso.
Tampoco sabe ser del tiempo
y no agradece que se le rescate.
Es ilusión pensar que el arte ama lo humano,
es un taponador de abismos lógicos y totales respuestas,
un animador de malas intenciones.
Nunca es alegre, como sucede con el amor más duro y fuerte
Pero es un seductor oscuro,
siempre ausente,
siempre necesitado y mal amigo.
Digo que el arte es pobre,
no tiene orgullo ni humildad
ni deseo alguno de prosperar en las conciencias.
Su mal ejemplo es el propio confín.
¿No es, pues, absurdo decir que es inocente?

---

Quien tache al arte sabrá lo primordial
y gozará de paz, al fin.
Me vale.

Francisco Nieva

martes, 11 de octubre de 2016

Ven, capitán Trueno

En memoria del escritor republicano Víctor Mora

Letra de canción de Capitán Trueno, de Asfalto

Si el Capitán Trueno,

pudiera venir,
nuestras cadenas
saltarían en mil.
De él aprendimos
que el bueno es el mejor,
lo que, al pasar el tiempo,
comprendemos que no...

Si el Capitán Trueno 

pudiera venir,
nuestras cadenas
saltarían en mil.
Monstruos gigantes,
princesas encantadas...
El malo siempre palma,
la chica se salva...

¡Ven Capitán Trueno,

haz que gane el bueno,
ven Capitán Trueno,
haz que gane el bueno,
ven Capitán Trueno,
haz que gane el bueno,
que el mundo está...
al revés...!

A bordo de su barco

subiríamos tú y yo,
perseguidos por los años
desde que él los dejó; 
¡en océanos de tebeo,
con espadas de papel,
haríamos a los piratas
retroceder!

¡Ven Capitán Trueno,

haz que gane el bueno,
ven Capitán Trueno,
haz que gane el bueno,
ven Capitán Trueno,
haz que gane el bueno,
que el mundo está...
al revés...!


Y otra más desconocida, de tema cervantino, también de Asfalto: Rocinante

Atravesé, la eternidad 
y descubrí, tras de una nube algo 
un caballo con alas viene hacia mí 

¿quién eres tú? 
¿qué haces aquí? 
has de saber que yo soy Rocinante, 
vivo alejado, el coche me desplazó. 

Don Quijote me abandonó 
cambió su lanza por un tractor, harto ya. 

Pobre Hidalgo, cómo luchó 
quiso cambiar el mundo por sus sueños 
no comprendieron, se rieron de él. 

Dulcinea le convenció, 
Sancho Panza se le asoció y 
montaron un negocio 
una tienda de accesorios para el tractor. 

Don Quijote me abandonó 
cambió su lanza por un tractor, harto ya. 

Hiciste bien en quedarte aquí 
en este valle de paz 
todo lo que allí ya no está, acompaña tu soledad 
todo lo bello lo he visto aquí, no necesitas más. 

Puede que quieras venir conmigo 
en este viaje infinito 
vénte conmigo, buen Rocinante a descubrir lo eterno 
bate tus alas al viento, iremos juntos 
más allá.

viernes, 22 de julio de 2016

La poesía inédita de Feijoo

Poco a poco va saliendo a la luz la poesía inédita de Feijoo, últimamente treinta y tres poemas nuevos, que alargan a más de un centenar los que ya se conocen de él; es conceptista, pero moderado según el ejemplo, creo yo, del Eugenio Gerardo Lobo de la segunda época, ya que sus agudezas no son oscuras sino entendibles. Que tenía un concepto ya romántico de la Poesía lírica, adelantado a su tiempo, ya se sabe, o lo sabemos desde que lo subrayó Guillermo Carnero, pero no se deja llevar por la libertad de sentimientos y pensamientos, porque no era su natural disposición. Me hace gracia aquello de:

El creer lo que no vemos
es de los cristianos fe,
mas la fe de los amantes
es querer lo que se ve. 

Y es elegante este a la consagración de una novicia:

Estribillo

La mariposa alada
oh, con cuán finas ansias
al fuego luciente del amor divino
se llega, se acerca, se enciende, se abrasa,
y de su ceniza
se forma nueva llama.

Coplas

Para el mejor sacrificio,
mariposa enamorada
en su corazón se lleva
hoguera, víctima y ara.
Y de su ceniza
[se forma nueva llama].

En su corazón que, puesto
en la pira soberana,
va avivando los ardores
con el batir de las alas.
Y de su ceniza
[se forma nueva llama].

Tan festiva es la tragedia,
que del luto se hace gala 
sirviendo el humo que sube
al cielo, de luminaria.
Y de su ceniza
[se forma nueva llama].

Mucho arde y mucho luce,
pues, aun después de apagadas,
brillando están las pavesas
mil celestes llamaradas.
Y de su ceniza
[se forma nueva llama]. 

La víctima acepta el cielo
y tanto su ardor le agrada,
que desde hoy plaza de estrella
en su esfera le señala.
Y de su ceniza 
[se forma nueva llama].


Hay un par de romances satíricos e ingeniosos, donde se cita por cierto a Don Quijote, y dos sonetos satíricos:

 «A un poeta malo que en sus versos siempre introduce especies deshonestas»

Versista entre los serios machacón
como entre los festivos matachín,
si aun para poetastro eres ruïn,
¿quién te mueve a poeta baladrón?

Hirviendo de Asmodeos el riñón
tienes, según te explicas, oh, mastín;
y en priapismos ardes, porque, al fin,
es tu deidad el ídolo Dagón.

Atente a tu ejercicio de trühan,
que te viene mejor, como también 
al que contigo va de mancomún.

Deja las coplas, que asco a todos dan,
pues tu discurso es de un palafrén;
tu gracia y tu donaire, de un atún.

A un poeta malo que en sus versos siempre introduce especies deshonestas

Siendo tu cara y hechos de pagano;
la traza y modales, de Agareno,
dinos ¡así Dios quiera hacerte bueno!
qué señas te han quedado de cristiano.

Si la inmundicia tienes de marrano;
de víbora o cerastes, el veneno;
de razón y de juicio estará ajeno
quien en ti reconozca el ser humano.

Después de examinarte sin encono,
por canicular bruto te defino,
pues tus escritos dicen, uno a uno,

que tienes en morder diente canino,
y muestras en ladrar con desentono
y en tus torpes pruritos, lo perruno.

sábado, 18 de junio de 2016

"Los hombres viejos", un poema inédito de Miguel Hernández

Pertenece al ciclo de El hombre acecha:

I

Nacen puestos de gafas, y una piel de levita,
y una perilla obscena de culo de bellota,
y calvos, y caducos. Y nunca se les quita
la joroba que dentro del alma les explota.

Pedos con barbacana, ceremoniosos pedos,
de su senil niñez de polvo enlevitado,
pasan a la edad plena con polvo entre los dedos,
sonando a sepultura y oliendo a antepasado.

Parecen candeleros infelices, escobas
desplumadas, retiesas, con toga, con bonete:
una congregación de gallardas jorobas
con callos y verrugas al borde del retrete.

Con callos y verrugas, y coles y misales,
la dignidad del asno se rebela en la enjalma,
mirando estos cochinos tan espirituales
con callos y verrugas en la extension del alma.

Alma verruguicida, callicida la vuestra.
Habéis nacido tiesos como los monigotes,
y vivís de puntillas, levantando la diestra
para cornamentar la voz y los bigotes.

Saludáis con el ano, no arrugáis nunca el traje,
disimuláis los cuernos con laureles de lata.
No paráis en la tierra, siempre vais de viaje
por un país de luna maquinal, mentecata.

Nacéis inventariados, morís previa promesa
de que seréis cubiertos de estatuas y coronas.
Vais como procesados por el sol, que procesa
aquello que señala delito en las personas.

Os alimenta el aire sangriento de un juzgado,
de un presidio siniestro de abogados y jueces.
Y concedéis los pedos por audiencia de un lado,
mientras del otro lado jodéis, meáis a veces.

Herís, crucificáis con ojos compasivos,
cadáveres de todas la horas y los días:
autos de poca fe, pastos de los archivos,
habláis desde los púlpitos de muchas tonterías.

Nunca tenga que ver yo con estos doctores,
estas enciclopedias humanas, aplastantes.
Nunca de estos filósofos me ataquen los humores,
porque sus agudezas me resultan laxantes.

Porque se ponen huecos igual que las gallinas
para eructar sandeces creyéndose profundos:
porque para pensar entran en las letrinas,
en abismos rellenos de folios moribundos.

Sentenciosas tinajas vacías, pero hinchadas,
se repliegan sus frentes igual que acordeones,
y ascienden y descienden, tortugas preocupadas,
y el corazón les late por no sé qué rincones.

No se han hecho para estos boñigos los barbechos,
no se han hecho para estos gusanos las manzanas.
Sólo hay chocolateras y sillones deshechos
para estas incoherencias reumáticas y canas.

Retretes de elegancia, cagan correctamente:
hijos de puta ansiosos de politiquerías,
publicidad y bombo, se corrigen la frente
y preparan el gesto de las fotografías.

Temblad, hijos de puta, por vuestra puta suerte,
que unos soldados de alma patética deciden:
ellos son los que tratan la verdadera muerte,
ellos la verdadera, la ruda vida piden.

La vida es otra cosa, sucios señores míos,
más clara, menos turbia de folios, de oficinas.
Nadan radiantemente sus cuerpos en los ríos
y no usan esa cara de múltiples esquinas.

Nunca fuisteis muchachos, y queréis que persista
un mundo aparatoso de cartón estirado,
por donde el cartón vaya paticojo y turista,
rey entre maniquíes de pulso congelado.

Venís de la Edad Media donde no habéis nacido,
porque no sois del tiempo presente ni del ausente.
Os mata una verdad en el caduco nido:
la que impone la vida del siempre adolescente.

Yo soy viejo: tan viejo, que el primer hombre late
dentro de mis vividos y veintisiete años,
porque combato al tiempo y el tiempo me combate.
A vosotros, vencidos, os trata como a extraños.

II

Trapos, calcomanías, defunciones, objetos,
muladares de todo, tinajas, oquedades,
lápidas, catafalcos, legajos, mamotretos,
inscripciones, sudarios, menudencias, ruindades.

Polvos, palabrería, carcoma y escritura,
cornisas; orinales que quieren ser severos,
y se llevan la barba de goma a la cintura,
y duermen rodeados de siglos y sombreros.

Vilmente descosidos, pálidos de avaricia,
lo que más les preocupa de todo es el bolsillo.
Gotosos, desastrosos, malvados, la injusticia
se viste de acta en ellos con papel amarillo.

Los veréis adheridos a varios ministerios,
a varias oficinas por el ocio amuebladas.
Con el sexo en la boca canosa, van muy serios,
trucosos, maniobreros, persiguiendo embajadas.

Los veréis sumergidos entre trastos y coños
internacionalmente pagados, conocidos:
pasear por Ginebra los cojones bisoños
con cara de inventores mortalmente aburridos.

Son los que recomiendan y los recomendados.
La recomendación es su procedimiento.
Por recomendación agonizan sentados
donde la muerte cómoda pone su ayuntamiento.

Cuando van a acostarse, se quitan la careta,
el disfraz cotidiano, la diaria postura.
Ante su sordidez se nubla la peseta,
se agota en su paciencia la estatua más segura.

A veces de la mala digestión de estos cuervos
que quieren imponernos su vejez, su idioma,
que quieren que seamos lenguas esclavas, siervos,
dependen muchas vidas con signo de paloma.

A veces son marquesas íntimas de ambiciones,
insaciables de joyas, relumbronas de trato:
fracasadas de título, caballares de acciones,
dispuestas a llevar el mundo en el zapato.

Putonas de importancia, miden bien la sonrisa
con la categoría que quien las trata encierra:
políticas jetudas, desgastan la camisa
jodiendo mientras hablan del drama de la guerra.

Se cae de viejo el mundo con tanto malotaje.
Hijos de la rutina bisoja y contrahecha,
valoran a los hombres por el precio del traje,
cagan, y donde cagan colocan una fecha.

Van del hotel al banco, del hotel al paseo
con una cornamenta notable de aire insulso.
Es humillar al prójimo su más noble deseo,
y el esfuerzo mayor le hacen meando a pulso.

Hemos de destrozaros en vuestras legaciones,
en vuestros escenarios, en vuestras diplomacias.
Con ametralladoras cálidas y canciones
os ametrallaremos, prehistóricas desgracias.

Porque, sabed: llevamos mucha verdad metida
dentro del corazón, sangrando por la boca:
y os vencerá la férrea juventud de la vida,
pues para tanta fuerza tanta maldad es poca.

La juventud, motores, ímpetus a raudales,
contra vosotros, viejos exhombres, plena llueve:
mueve unánimemente sus músculos frutales,
sus máquinas de abril contra vosotros mueve.

Viejos exhombres viejos: ni viejos tan siquiera.
La vejez es un don que cederá mi frente,
y a vuestro lado es joven como la primavera.
Sois la decrepitud andante y maloliente.

Sois mis enemiguitos: los del mundo que siento
rodar sobre mi pecho más claro cada día.
Y con un soplo sólo de mi caliente aliento,
con este soplo dicté vuestra agonía.

sábado, 4 de junio de 2016

Alfonsina y el mar

Mercedes Sosa, Alfonsina y el mar

Una de las canciones más hermosas, dedicada al suicidio internándose en el mar de la poetisa uruguaya Alfonsina Storni.

"Por la blanca arena que lame el mar,
su pequeña huella no vuelve más..."

martes, 5 de abril de 2016

Una versión de Suzanne de Leonard Cohen

Suzanne te lleva a su escondite, al lado del río.
Puedes oír las barcas pasar de largo.
Puedes pasarte toda la noche a su lado.
Y sabes que está medio loca,
pero ése es el motivo por el cual estás allí.
Y te da té y naranjas de la China.
Y cuando tratas de decirle
que no tienes amor que ofrecerle,
te coge y te mece en sus brazos,
dejando que sea el río el que conteste
que siempre has sido su amante.
Y quieres viajar con ella.
Quieres viajar a ciegas.
Y sabes que confiará en ti
por haber tocado su cuerpo perfecto con tu mente.

Jesús era un marinero
cuando caminó sobre el agua.
Gastó mucho tiempo mirando
desde su solitaria torre de madera.
Y cuando supo con certeza
que solo los que se ahogaran podrían verle
Dijo: "Todos los hombres serán marineros,
hasta el día que el mar los libere".
Pero él mismo estaba arruinado
antes de que el cielo se abriera:
abandonado, casi humano,
y se hundió bajo la sabiduría
como una piedra.
Y quieres viajar con él.
Quieres viajar a ciegas.
Y sabes que quizá confiarás en él
por haber tocado tu cuerpo perfecto con su mente.

Ahora, Suzanne toma tu mano
y te lleva hasta el río.
Lleva puestos unos trapos y plumas
sacados de la ventanilla del Ejército de Salvación.
Y el sol cae como la miel
sobre la chica común del puerto
y te muestra donde mirar
entre la basura y las flores.
Hay héroes en las cloacas,
y niños por la mañana,
inclinándose por amor.
Y lo seguirán haciendo siempre,
mientras Suzanne sostiene el espejo donde se mira.
Y quieres viajar con ella.
Quieres viajar a ciegas.
Y sabes que confiará en ti
por haber tocado tu cuerpo perfecto con su mente..

domingo, 3 de abril de 2016

El jardín de Proserpina, de Algernon Charles Swinburne

El jardín de Proserpina, de Algernon Charles Swinburne. 

Aquí, donde el mundo se acalla; 
aquí, donde todas las aflicciones 
se agolpan como olas exhaustas, 
o como un tumulto de muertas corrientes 
en un dudoso sueño de sueños. 
Veo crecer las verdes campiñas 
entre sembradores y labradores, 
en tiempos de cosecha y en tiempos de siega; 
un dormido mundo de arroyos. 

Cansado estoy de la alegría y la tristeza, 
de los hombres que ríen y lloran, 
y el destino que aguarda a sus cosechas. 
Los días y las horas me fastidian, 
marchitos capullos de flores estériles, 
y también los anhelos, poderes y deseos; 
dormir, solo quiero dormir. 

Aquí la vida es vecina de la muerte; 
lejos de la vista y el oído, en otras regiones, 
resuena el sollozo de las olas y de los vientos 
empujando al espíritu en frágiles embarcaciones. 
A la deriva, sin rumbo fijo. 
Mas aquí, del otro lado del mundo, 
donde nada florece, 
esos vientos no soplan. 

Aquí no brotan hierbas ni malezas; 
no hay brezos ni vid; 
entre débiles juncos donde las hojas no crecen, 
sólo mustios capullos de amapola, 
verdes racimos de Proserpina, 
para que ella exprima su vino mortal 
y lo entregue a los muertos. 

Pálidos, innumerables, sin nombre, 
inclinándose en sombríos campos de mieses 
durante toda la noche, 
esos muertos, como almas tardías, 
no acunadas en cielo o infierno alguno, 
abatidas por la neblina y la tiniebla, 
buscan el brillo de una luz 
que los aleje para siempre de las sombras. 

Mas por fuerte que sea nuestra vida, 
también algún día habremos de morir. 
Y no seremos ángeles, si ascendemos al cielo, 
ni sufriremos dolores, si caemos al infierno. 
Pero la belleza que hay en nosotros 
habrá de nublarse hasta perecer 
y nuestro amor, ya en reposo, tocará su fin. 

Allí está ella, detrás de atrios y pórticos, 
coronada de yermas hojas, 
recogiendo toda cosa mortal 
que llegue hasta sus frías e inmortales manos. 
Allí está ella, temida por el amor 
a quien supera en dulzura, 
acercando sus labios 
a tantos hombres de tierras y tiempos diversos. 

A la espera de todos nosotros, 
nacidos para morir, 
ella nos hace olvidar esta tierra, nuestra madre, 
y la vida de los frutos y las mieses. 
La primavera, las semillas y las golondrinas 
emprenden vuelo y la siguen, 
allí donde el canto del verano se ahueca 
y la vida se aleja. 

Allá van los amores marchitos, 
los viejos amores con sus alas cansadas, 
y los años perdidos y las cosas deshechas. 
Moribundos sueños de inhóspitos días, 
ciegos capullos arrancados por la nieve, 
hojas salvajes arrastradas por el viento, 
sangrientos extravíos de arruinadas primaveras. 

Ni las tristezas ni las alegrías son seguras; 
el presente ha de morir en el mañana 
y nada hay que pueda doblegar el señorío del tiempo. 
El corazón, decaído y displicente, suspira acongojado; 
sus ojos abatidos y olvidadizos 
gimen la brevedad del amor. 

Por grande que sea nuestro apego a la vida, 
buscamos liberarnos de esperanzas y temores; 
por eso agradecemos a los dioses, 
no importa quiénes sean, 
que la vida no dure para siempre, 
que nada perturbe el dormir de los muertos, 
que hasta el río menos generoso 
haya siempre de retornar al mar. 

Porque entonces no habrá estrellas ni soles 
ni cambios de luz que puedan despertarnos; 
no habrá agua que se agite tumultuosa 
ni sonidos ni visiones; 
tampoco habrá días, estaciones, o seres luminosos; 
solo un eterno sueño 
en una eterna noche. 

Traducción de Armando Roa Vial

lunes, 18 de enero de 2016

Karoline von Günderrode

Acabo de escribirle un artículo en la Wikipedia que no tenía. Este texto es del poema “Amor en todas partes”, dedicado a Creutzer, que la abandonó; ella se suicidó después; solo tenía veintiséis años:

Todo vacío, todo mudo está,
ya nada me contenta;
ni aroman los perfumes
ni los aires refrescan [...]

¿Puedo en mi corazón guardar tan cálidos deseos?
Contemplar las coronas de flores de la vida,
y pasar frente a ellas sin llevar yo corona alguna,
¿y no debo, además, triste despertar?

¿Renunciaré, altanera, al deseo más querido?
¿Debo, valiente, entrar al reino de las sombras,
implorar a otros dioses otros gozos,
pedir nuevos placeres acaso a los muertos?

Descendí, pero incluso en el reino de Plutón,
en el seno de las noches la pasión arde tal que,
anhelantes, las sombras se inclinan a otras sombras.

Pues perdido está aquel sin fortuna en el amor,
e incluso aunque bajara a la laguna Estigia,
en el fulgor del cielo, seguiría sin éxtasis.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Rescato y publico el texto y partitura del antiguo Himno nacional republicano de 1868


El himno titulado “¡Abajo los Borbones!” fue estrenado en el Teatro de la Zarzuela, el 7 de dIciembre de 1868, formando parte de un espectáculo compuesto por El alcalde de Zalamea, unos poemas políticos alusivos a la obra de Calderón y, a propósito, uno de Luis de Eguilaz titulado “la convalecencia”. El himno del famoso poeta y autor dramático Antonio García Gutiérrez, con música del maestro Emilio Arrieta, “agradó mucho a la nutrida concurrencia y fue muv aplaudido” según Los Sucesos, núm. 669, 9 de diciembre de 1868, y se publicó íntegramente en este mismo número, en su página 536, y con la partitura en Madrid: Casimiro Martín, 1868. En el enlace azul está la partitura.


 

RECITATIVO


Después de siete siglos de luchas y de hazañas
del español ya exenta la indómita cerviz
al trono de Pelayo, nacido entre montañas
subió la casa de Austria en época infeliz.

Subió Carlos primero, verdugo de Castilla,
que su altivez heroica queriendo castigar
en la caliente sangre de Bravo y de Padilla
ahogó la independencia de España en Villalar.

Y, en pos de aquel soldado de trágica memoria,
avanza el parricida que a España despobló,
y aquellos dos Felipes de triste y pobre historia,
hasta el segundo Carlos que a Francia nos legó.

Mas resistiolo el pueblo, de su viril constancia
haciendo airada muestra y alarde singular,
y horrores de Sagunto y estragos de Numancia
en Barcelona y Játiva se vieron renovar.

Subió el Borbón al trono, pero subió dejando
la garra del leopardo clavada en Gibraltar;
predecesor fue digno del séptimo Fernando
y de esa desdichada, fanática y vulgar.

Triunfó el Borbón y ahora por despedida deja
cadalsos, sangre, luto y la miseria en pos,
y aun hoy en el destierro de ingratitud se queja
la que sucumbe herida por el rigor de Dios.

Perdiose con su raza, perdiose aquel imperio
que levantó Pelayo y engrandeció Cortés,
que ya era nuestra España sangriento cementerio
en que se alzaba un trono como fatal ciprés.

PARTE CANTADA

¡Abajo los Borbones!, exclama el pueblo entero
hirviéndole en el pecho la afrenta y el rencor, (bis)
repítelo el soldado y el duro marinero,
y todos cuantos sienten las iras del rubor.

Aquel que entre nosotros tuviere madre honrada,
esposa, hermano o hija, y estimen su virtud,
que diga si no siente la indignación sagrada
con que la España toda rompió su esclavitud

¡Abajo, abajo los Borbones,
de nuestra patria mengua y horror!
Muestre la España a las naciones
alta la frente, limpio el honor.

España, que ocultaba con silencioso lloro
su afrenta y su ignominia temiendo al mismo sol, (bis)
que ayer su sangre toda miró trocarse en oro
del crimen y del vicio fundido en el crisol.

¡Abajo los Borbones, abajo! ¡Y que les sea
la tierra ya enemiga del uno a otro confín!
¡Sin propio suelo vaguen como la raza hebrea,
y aun no es a sus delitos el merecido fin!

¡Abajo, abajo los Borbones,
de nuestra patria mengua y horror!
Muestre la España a las naciones
alta la frente, limpio el honor.

En tanto, respiremos la brisa bienhechora
y el apacible ambiente de amor y libertad,
que pronto a nuestros ojos se mostrará la aurora,
presagio venturoso de más risueña edad.
La paz con el trabajo, y el arte con la ciencia
serán desde hoy las armas que enciendan nuestra lid;
mas, si de España atacan la santa independencia,
veréis cómo retoñan los vástagos del Cid
.

¡Abajo, abajo los Borbones
de nuestra patria mengua y horror!
Muestre la España a las naciones
alta la frente, limpio el honor.