viernes, 1 de diciembre de 2017

Pintada para los muros de la patria mía

Uno lee a Séneca buscando algo a que agarrarse, y no lo halla, aunque el hombre se esfuerza de lo lindo. Quevedo lo copiaba mucho. Por ejemplo, su famoso soneto "Miré los muros de la patria mía" reelabora un pasaje de las Epístolas a Lucilio, XII:

"Doquiera que vaya, veo señales de mi vejez. Fui a mi casa de campo y me lamentaba de los gastos extraordinarios que exigía edificio tan ruinoso. El colono me dijo que no era por su negligencia, ya que él había hecho cuanto era preciso, sino que la casa era muy vieja. Esta casa de campo fue levantada bajo mi dirección: ¿qué debe suceder en mí si las piedras de mis tiempos caen ruinosas?"

Quocumque me vertiargumenta senectutis meae videoVeneram insuburbanum meum et querebar de inpensis aedificii dilabentisAit vilicus mihi non esse neglegentiae suae vitium, omnia se faceresed villam veterem esseHaec villa inter manus meas crevitquid mihi futurum estsi tam putria sunt aetatis meae saxa? 

Y así más adelante. Esa casa era tal vez la casa y señorío de las Torres de Joray que compró su madre para él en Torre de Juan Abad con todos sus ahorros, cuando su padre ya había fallecido. Menudo chasco venirse a La Mancha a lomos de su jaca Scoto (así la llamaba en un romance, por lo sutil (esto es, "delgada" o "lista") que era, ya que al teólogo de ese nombre lo llamaban "doctor Sutil") y encontrarse un castillejo que ya era una ruina entonces, imagínense ahora. Nos lo describe en el romance "Son las Torres de Joray", que no voy a copiar ahora.

En fin, que parodiando su famoso soneto, les he compuesto esta parodia que sigue la misma rima forzada y quizá les divierta un rato:
  
Miré los muros de la casa mía,
si un tiempo propios, hoy hipotecados,
de la cláusula suelo bien cargados
mientras se encoge el sueldo día a día.

Salime al campo. Vi que la sequía

convertía en desierto los sembrados;
que no había siquiera jubilados
para pagar de ninis tal cuantía.

Entré en el banco. Vi que era robada

mi cuenta a comisiones y despojos;
sobre el pobre, impuesto aún más fuerte;

mi patria por entero fraccionada

y no hallé cosa en que poner los ojos
que no marchara aun a peor suerte.

martes, 28 de noviembre de 2017

El que el premio mereció, no quien lo alcanza

Quien tenga dos dedos de frente sabrá desde luego que la inteligencia sin voluntad no es nada. Pero la voluntad no sirve de nada si no se apoya en la de los demás. Y los demás hacen gala de desvoluntad o voluntad negativa, lo que los del 98 y su maestro Ganivet en particular llamaban abulia, que es un modo de no querer ser nada, ni siquiera españoles, que ya es no ser. 

Por desgracia, esa opaca y persistente voluntad negativa daña nuestra sociedad de arriba abajo (y no de abajo arriba, como se suele creer) impidiendo la flotabilidad y el ascenso del mérito, y provoca lo que nuestro floricultor y manchego ensayista Marina denomina "el fracaso de la inteligencia", una muestra de la cual es el secular desprecio de nuestro sistema educativo hacia la excelencia y la investigación, en suma, hacia la profundidad, algo que ni siquiera se planteó el manchego de adopción Conde de Romanones cuando, el muy iluso, consiguió quitarle el hambre al depauperado profesorado en nuestro país a fines del siglo XIX y la ILE enviara a nuestros talentos a reciclarse en las universidades extranjeras, al contrario que cuando Felipe II, poco antes de que Franco y sus necios devolvieran la enseñanza a la mierda y, valga el ejemplo entre muchos, se destruyera la escuela de neurología española que había creado Cajal con tanto esfuerzo.  

La situación actual es una buena muestra de ello. Atacado por esas pesadas rémoras y lastres, el mérito se hunde en minucias y no asciende hacia los principios rectores, mientras que la mediocridad y el compadrinazgo (lo que llaman algunos "clientelismo") llevan todas las de ganar y se transforman en formas de gobierno pulposas, abúlicas, mansas e ineficaces, segregando masivas nubes de oscura corrupción e incompetencia. Por ejemplo, una constitución incorrupta como un santo de la Edad Media nos sigue rigiendo para ruina común.

Algunos aparecen deslumbrados con ese hermeneuta y filósofo neocón, auténtico flautista de los políticos que tanto están dando la lata por la América, Leo Strauss, desairado por el ascenso de la ordinariez y la grosería al estado. Cualquier cosa es mejor que el nihilismo pelado a que conduce el capitalismo, y el político se reduce a una especie de servidor, cuando no creador y alimentador, de una serie de mitos o sueños que impiden a la masa caer en ese nihilismo ciego que es el que en el fondo él profesa; el americano, en busca de su sueño, rehúye ese nihilismo del todo vale aunque sea a tiro limpio, a costa de una represión y un adoctrinamiento institucionalizados.

En Europa, la intrahistoria es un poco diferente. La juventud es más nihilista que sus mayores y estos vegetan dentro de la prisión de sus "esperanzas cortesanas" y el metal de sus "doradas rejas", que decía Alonso Fernández de Andrada:

Fabio, las esperanzas cortesanas / prisiones son do el ambicioso muere / y donde al más activo nacen canas (...) / Aquel entre los héroes es contado / que el premio mereció, no quien lo alcanza / por vanas consecuencias del estado. / Peculio propio es ya de la privanza / cuanto de Astrea fue, cuando regía / con su temida espada y su balanza./ El oro, la maldad, la tiranía / del inicuo precede y pasa al bueno, / ¿qué espera la virtud o en qué confía?

La juventud ya no espera nada. Y muchos pasan la vida estudiando interminablemente el escalafón, como los funcionarios del cuento de Unamuno, o aspirando al decanato de los viejos que van a dar al sepulcro, y en eso se pasan la vida, intentando obtener medallas de la incompetencia y del asco general. Parodiando a La Celestina, cabría decir que el que es interino desea ser fijo, y el que es fijo mejor postura, y el que mejor postura más sueldo, y el que más sueldo más aprecio, y nadie desea contenerse en los límites de su propio yo, nadie desea ser él mismo, hasta que al final solo se pide una jubilación que no sea una ruina.

Todo el mundo anda descentrado y hueco, descontento y deseando algo, nadie desea permanecer como está (salvo el que pretende huir del terror de estos tiempos, la Hipoteca, monstruo mitológico de mil cabezas que devora y consume la nómina). Se vende la primogenitura por un plato de lentejas, y por eso se es capaz de echar como un mal vómito la hidalguía, la entereza, la compostura y todas esas palabras viejas que se resumen en la tan anticuada y tan detestada dignidad del castellano viejo.

lunes, 27 de noviembre de 2017

La descortesía en el debate electoral

Fernández García, Francisco. 2017. La descortesía en el debate electoral cara a cara. Sevilla: Editorial Universidad de Sevilla (Colección: Lingüística. Formato: rústica, 288 págs. ISBN-13: 9788447218745. Precio: 17,00 EUR)
Compra-e: https://editorial.us.es/detalle-de-libro/719749/la-descortesia-en-el-debate-electoral-cara...
Información de: Laura de la Casa Gómez <lcgomez@ujaen.es>
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Descripción
El debate electoral cara a cara es, probablemente, la máxima expresión mediática de las democracias modernas. Ante millones de espectadores, los candidatos se juegan en él buena parte de sus opciones de victoria, en una batalla dialéctica articulada en torno a dos claves esenciales: la defensa de las propias posiciones y el ataque contra las del adversario. El presente libro, desde el anclaje teórico de la (des)cortesía lingüística, se centra en la segunda de dichas vertientes del debate, la vertiente destructiva, presentando las estrategias y los mecanismos de los que se sirven los oradores para dañar la imagen del adversario ante las audiencias y tratar de alejarlo, de este modo, de la victoria electoral. Dicha exposición parte de un análisis minucioso y sistemático del cara a cara que enfrentó a Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba en la campaña previa a las elecciones generales españolas de noviembre de 2011.


Temática: Análisis del discurso, Pragmática

Índice
1. Introducción

1.1. El trabajo en su contexto investigador
1.2. El debate analizado
1.3. Convenciones de transcripción
1.4. Estructura de este libro

2. Hacia el análisis de la descortesía en el debate electoral

2.1. Consideraciones teóricas preliminares
2.2. La teoría de la gestión interrelacional
2.3. Estrategias y mecanismos
2.4. El papel del moderador y de la audiencia

3. Estrategias funcionales

3.1. Asociar al adversario con hechos (proyectos, valores, comportamientos, etc.) negativos
3.1.1. Criticar (o mostrar el fracaso de) sus ideas, acciones, etc.
3.1.2. Decirle que está equivocado, mostrar desacuerdo, contradecirle, etc.
3.1.3. Acusarlo de ignorancia, incompetencia o inacción
3.1.4. Criticar su comportamiento discursivo
3.2. Atacar la credibilidad del adversario
3.2.1. Afirmar que carece de credibilidad
3.2.2. Acusarlo de mentir (faltar a la verdad, etc.)
3.2.3. Acusarlo de ocultar la verdad o esconder intenciones aviesas
3.2.4. Tacharlo de contradictorio o incoherente, poner de relieve sus contradicciones o incoherencias
3.3. Marcar las distancias con el adversario y mostrar su inferioridad
3.3.1. Hacer manifiestas las diferencias que los separan
3.3.2. Hacer patente su aislamiento
3.3.3. Menospreciarle, mostrarle indiferencia
3.3.4. Burlarse de él, ridiculizarle
3.4. Invadir el espacio del adversario, plantearle obstáculos
3.4.1. Desvelar hechos que le incomoden
3.4.2. Hacer patentes las carencias de sus argumentos
3.4.3. Instarle a (o presionarle para) que haga (o deje de hacer) algo
3.4.4. Impedirle expresarse con fluidez

4. Mecanismos

4.1. Mecanismos explícitos
4.1.1. Locales
4.1.2. Discursivos
4.1.3. Interaccionales
4.2. Mecanismos implícitos
4.2.1. Preliterales
4.2.2. Postliterales
4.2.2.1. Por el contexto
4.2.2.2. Por la ruptura de una convención de cortesía

5. Repercusiones sociales de los actos descorteses

5.1. Ataques contra la imagen
5.1.1. Ataques contra la imagen cualitativa
5.1.2. Ataques contra la imagen identitaria
5.1.3. Ataques contra la imagen relacional
5.2 Ataques contra los derechos de socialización
5.2.1. Ataques contra los derechos de equidad
5.2.2. Ataques contra los derechos afiliativos

6. Caracterización global y perfiles diferenciales

6.1. Caracterización global del evento discursivo
6.1.1. Caracterización global desde un punto de vista estático
6.1.2. Caracterización global desde un punto de vista dinámico
6.2. Perfiles oratorios diferenciales
6.2.1. Alfredo Pérez Rubalcaba
6.2.2. Mariano Rajoy

domingo, 26 de noviembre de 2017

La cultura anglosajona ya no cuenta

‘Poor devils’ Javier Marías

26 NOV 2017 

La obtusa interpretación del conflicto catalán hecha por medios y opinadores anglosajones confirma que sus países ya no cuentan intelectualmente

CONOZCO A ALGUNAS personas compungidas por la ramplona interpretación que de la crisis catalana han hecho ciertos medios y opinadores anglosajones, a ambos lados del Atlántico. Desde mi punto de vista (y miren que soy anglófilo de toda la vida, y por ello he sido tildado en España de “autor inglés traducido” y otras etiquetas más groseras), esas personas van atrasadas de información, o bien son muy lentas a la hora de sacudirse los viejos prestigios, cuando éstos ya han caído. Las voces en inglés han aparecido más autorizadas que cualesquiera otras durante décadas, y con bastante justicia. Tanto los Estados Unidos como Gran Bretaña son ricos y fuertes todavía, han tenido y tienen científicos y artistas deslumbrantes y Universidades de enorme fama; han sido serios en el mejor sentido de la palabra, escrupulosos y racionales en sus análisis; han universalizado su cultura y su historia a través del cine y las series televisivas: no sé ahora, cuando ya casi nadie sabe nada, pero hasta hace poco no había europeo que ignorara quiénes fueron el General Custer o Jesse James, mientras que éramos incapaces de decir un solo nombre de general alemán, español, italiano o francés, incluidos los de Napoleón, o de un bandolero de las mismas nacionalidades. O bueno, mucha menos gente conocía al italiano Salvatore Giuliano que a los americanos Capone, Luciano o Billy el Niño. Con lo anglosajón, pero sobre todo con lo estadounidense, hay un papanatismo propio de países colonizados, con España a la cabeza. Todo lo que se inventa o se cree descubrir en América acaba abrazándose aquí con absoluto sentido acrítico, casi con idolatría.

Un país capaz de elegir como Presidente a Trump para mí ya no cuenta, en conjunto. Tampoco uno capaz de votar alocadamente el Brexit

Desde mi punto de vista, insisto, hace tiempo que lo que desde allí nos venden es mercancía dañada o barata, con las excepciones de rigor. La mayor parte de las novelas estadounidenses son repetitivas y carentes de interés, rara es la ocasión en que abro una y no empiezo a bostezar ante sus “frescos” de una época o de una ciudad, ante sus historias de familias (disfuncionales todas, por favor), ante sus artificiales prosas pretendidamente literarias y plagadas de tics de las llamadas “escuelas de escritura”, ante su voluntariosa sumisión a lo “edificante” o a lo “transgresor”. Del cine no hablemos: hace lustros que dejó de ser un arte que ofrecía un montón de obras maestras al año para brindarnos hoy productos sin brío y sin alma, películas desganadas, rutinarias y sin convicción, remakes y secuelas sin fin. De las costumbres que hemos importado, qué decir, desde Halloween hasta el Black Friday, todo contribuye a la infantilización y el gregarismo del mundo. En cuanto a los “razonamientos”, les debemos las siete plagas de lo políticamente correcto, el abandono de toda complejidad, matiz y ambigüedad, incluso de toda duda y de todo dilema, cuando el ser humano es esencialmente complejo, ambiguo, lleno de excepcionalidades, incertidumbres y encrucijadas morales.

Pero, aparte de todo esto, que es una generalización superficial, los prestigios de los países están irremediablemente unidos a sus gobernantes, quienes, nos guste o no, influyen mucho más de lo que deberían. En este sentido, un país capaz de elegir como Presidente a Trump para mí ya no cuenta, en conjunto. Tampoco uno capaz de votar alocadamente el Brexit para medio arrepentirse cuarenta y ocho horas después y, pese a ello, carecer de valor para rectificar su atolondrada decisión; de exhibir como Premier a la incompetente y confusa Theresa May y como Ministro de Exteriores al cínico, bufonesco y dañino Boris Johnson. Países capaces de dejarse engañar por mamarrachos como Nigel Farage y Donald Trump pasan a ser inmediatamente países sin prestigio alguno, temporalmente idiotizados, dignos de lástima. No es que en España ni en Europa estemos representados por gente mucho mejor, pero al menos nuestros gobernantes no resultan grotescos (al menos hasta que ganen Berlusconi o Grillo, tal para cual). Sosos y mediocres, sí; injustos y con escasa pesquis, la mayoría; inútiles, también. Pero no grotescos ni llamativamente lerdos. Por eso, la obtusa interpretación del conflicto catalán hecha por editoriales del New York Times y el Washington Post, el Guardian y el Times, carece de la importancia que habría tenido hace sólo dos años, y no debería llevar a nadie a la compunción ni al sonrojo. Que esos diarios (y algunos escritores de brutal ignorancia e inermes ante la manipulación) no sepan detectar que el Govern de Puigdemont y Junqueras ha encabezado un golpe retrógrado y decimonónico, antidemocrático, insolidario, totalitario, a la vez elitista y aldeano, y tan denodadamente embustero como el de los brexiteros y los trumpistas, no hace sino confirmar que los países a los que pertenecen están embotados y han dejado de contar intelectualmente, ojalá que por poco tiempo. Y no es que en el mundo anglosajón no haya voces inteligentes, claro que las sigue habiendo. Pero están en retirada, avasalladas y desconcertadas por la rebelión de los tontos y su toma del poder. Cuanto hoy venga de ese mundo ha de cogerse con pinzas y ponerse en cuarentena. Porque, después del Brexit y Trump, esos países han bajado provisionalmente a la categoría de “poor devils”, como dicen en inglés.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Un gemelo dona la mitad de su piel para salvar a su hermano, que se la quemó por entero.

Silvia Ayuso, "Un quemado integral sobrevive en Francia gracias a un transplante de piel casi total de su hermano gemelo. Es la primera vez que se logra la recuperación de una persona con el 95% de su cuerpo quemado. El paciente perdió casi toda la piel al sufrir quemaduras por una explosión en una planta química". En El País, 23-XI-2017:

El hospital Saint-Louis de París ha logrado salvar la vida de un joven que sufrió quemaduras graves en el 95% de su cuerpo gracias a los injertos de piel de su hermano gemelo. Es la primera vez en el mundo que se consigue un transplante prácticamente integral, según el médico al frente del proceso, el experto en cirugía plástica y reconstructiva Maurice Mimoun.

“Es la primera vez que hacemos un transplante del 95% de la piel quemada, es un transplante casi total”, explicó el especialista a la emisora France-Info. La inusual operación fue posible gracias a que el paciente, un joven de 33 años llamado Franck, tiene un hermano gemelo monocigótico, con lo cual ambos comparten el mismo ADN y no existe el peligro de rechazo de la piel, uno de los principales riesgos en un transplante. “Un quemado integral muere porque su piel se convierte en veneno. Pero cuando supe que Franck tenía un gemelo monocigótico, el cielo se aclaró: su genética es idéntica, es como si fuera su propia piel”, explicó Mimoun. “Es como si tuviera una reserva de piel a su disposición, una piel que se podía utilizar cuando a él no le quedaba nada más”.

Me transformé en una antorcha humana, de los pies a la cabeza
Los factores favorables no quitan sin embargo mérito a un proceso largo y complicado que solo se ha revelado ahora, pese a que Franck lleva más de un año ya de recuperación. El hombre trabajaba en una planta química cuando, el 26 de septiembre de 2016, se produjo la explosión de un bidón con productos químicos. “Me transformé en una antorcha humana, de los pies a la cabeza”, relató Franck a Le Parisien. “Tenía un 1% de posibilidades de sobrevivir”, agregó. Pero su hermano Eric, continuó, se negaba a aceptar esa posibilidad y ofreció su piel para salvar a su hermano. Un proceso que también para él ha sido difícil y doloroso: los médicos tomaron progresivamente —fueron en total tres intervenciones— piel de sus pantorrillas, del cuero cabelludo y de su espalda, hasta totalizar el 50% de su cuerpo, zonas en las que el joven tendrá cicatrices de por vida.

El hecho de tener un gemelo monocigótico ha sido un factor clave —y extraordinario— en este caso, pero según dijo Mimoun a Le Figaro, el tratamiento de este paciente ha permitido realizar “observaciones extraordinarias” que podrían servirle en el futuro a otros quemados menos afortunados. Especialmente, señaló, las ventajas de un injerto precoz que permitió la recuperación de ciertas zonas.

“Nos hemos dado cuenta de que la cobertura rápida y estable de piel transformó el círculo vicioso habitual de los quemados integrales: agravamiento local (profundización de la quemadura), agravamiento del estado general en un círculo virtuoso exactamente inverso. Las zonas quemadas intermedias profundas, que se deterioran por el shock y que llevan al paciente hacia la muerte, mejoraron milagrosamente y cicatrizaron. Estas constataciones tendrán repercusiones futuras sobre el tratamiento de todos los grandes quemados”, explicó. Según Mimoun, “hemos demostrado claramente que si dispusiéramos de una piel universal, podríamos salvar a los quemados integrales mediante técnicas precisas y de reanimación. Eso nos alienta a seguir buscando en esa vía”.

La vejez, ese dolor

Cuando andaba por los treinta empecé a sentir una molestia en la espalda que me impedía dormir. Nada que media aspirina no pudiera borrar. Y así pasaron los años. Pero una noche la molestia se agigantó hasta ser un hachazo cruel y despiadado; tuve que recurrir al tramadol. No solo eso: al poco se sumó de golpe una molesta diabetes entre otros achaques y empecé a olvidar a veces lo que había hecho hacía un momento.

Comprendí que no solo mi cuerpo, mi mente se había vuelto vieja y que esto acaecía de súbito, como caer en una trampa; no es gradual, como se suele pensar. Mis largos y elaborados planes ya no tenían sentido: el futuro era ya escaso y contado. Mi horizonte se había acercado de una manera agobiante. Menos que horizonte era un muro. Que un día me cercará la garganta y me estrangulará con el ahogo de la muerte.

El horizonte se volverá esa caja de zapatos, la tumba. La lengua es muy sabia: dice que hay veinteañeros y treintañeros; pero luego cuarentones y cincuentones y al cabo sexagenarios y septuagenarios. Yo me cuento "solo" cincuenta y cinco años. Estoy a medio pudrir por los achaques. Además, acosa la soledad: la gente de tu signo o a la que aprecias ha desaparecido o no está en condiciones de ir a verte.

Un poeta posromántico español dijo aquello de que quien sabe de dolor, todo lo sabe (no es de Dante, como se suele creer). No especificó si era su propio dolor o el de los demás. Lo peor que puede hacer la empatía es agrandar el dolor. Los posrománticos intentaban resolver la contradicción imposible entre realismo y romanticismo y no pudieron. De sus muy diversas y fracasadas opciones surgieron en 1909 las Vanguardias, reinicializándolo todo. Haciendo tabla rasa pretendían olvidar lo duro que había sido no llegar a ningún sitio, la angustia final. 

Fue el momento del mentiroso y feliz interregno eduardiano, en que pudo escribir Wodehouse sus despreocupados relatos de humor inglés antes de Auchwitz y el fracaso definitivo de la optimista Ilustración de Kant, como proclamaron después los de la Escuela de Frankfurt, que para respetar la nueva y discutible ortografía llamaremos escuela de Frankfurt.

Evidentemente, los políticos no saben de dolor y por eso no saben nada. Han olvidado y olvidan el dolor antiguo y les da igual el moderno. Las guerras, civiles o no; la miseria, propia o ajena. De un funcionario se dice que funciona cuando sirve. Su labor es resolver problemas más o menos dolorosos, no crearlos. Pero la vejez va depauperando las instituciones y las va convirtiendo en a su vez en problemas cada vez más dolorosos, es más, crea nuevos problemas, largos, pesados, contenciosos dolores de espalda que empezaron siendo dolorcillos o minucias, como el nacionalismo. Para eso se sirve de los mismos mecanismos que el cáncer, que puede anunciarse a las claras o, más a menudo, ser traidor y silencioso. La Constitución española ahora es un cáncer y Rajoy una recidiva.

La narcisista juventud de ahora es igual que los políticos: se limita a disfrutar y no siente, o evade, el dolor; ni el suyo ni el de los demás. Su umbral de frustración es bajísimo. Estoy seguro de que no podrían soportar una película tan educativa como Johnny cogió su fusil. Es el tipo de cine que un adolescente considera intolerable, porque plantea todo lo que importa y reduce al joven a lo que de ninguna manera quiere ver o saber. Sin embargo, su protagonista es de verdad como ellos solo se creen: no puede hacer nada y solo quiere sentir el sol en la piel.

No hay una cuarta edad. Debemos acostumbrarnos a ser viejos, pero no vegetales. Porque no nos hacemos viejos, sino que se nos hace. No es voz media, sino pasiva: nos es hecho por la fisiología. Pero a pesar de que quizá podamos ralentizar su proceso, no lo es detenerlo: forma parte de nuestra programación genética. A cambio tenemos estos pobres consuelos: tardamos más, pero nos equivocamos menos y vemos la relatividad de las cosas. Desde las alturas de la pirámide de la población se atisba bastante más lejos que en su base. Los viejos solo pueden dar buen ejemplo porque ya no están en condiciones de darlo malo, supongo. Tiene entonces mucha validez ese refrán: "La gente joven dice lo que hace, la gente vieja lo que hizo y los tontos lo que les gustaría hacer".

Pero a nadie le gusta oír batallitas.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Películas depresoras

Deprimen profundamente y por eso pueden resultar educativas para los adolescentes demasiado optimistas, si es que pueden aguantarlas:

Johnny cogió su fusil, 1971 de Dalton Trumbo. Es algo más que una película antibelicista. Es filosófica.

La tumba de las luciérnagas / Grave Of The Fireflies, 1988, de Isao Takahata

Réquiem por un sueño / Requiem for a Dream (2000) de Darren Aronofsky

Buscando al señor Goodbar, 1977 de Richard Brooks

Funny Games, 1997, de Haneke

Donnie Darko, 2001, Richard Kelly

Siempre a tu lado. Hachiko. 2009: Lasse Hallström

La invasión de los ultracuerpos, 1978: Philip Kaufman´y la anterior de Don Siegel

El séptimo sello, 1957 de Bergman

Fresas salvajes, 1958 de Bergman

El hombre elefante, de David Lynch

La pasión de Cristo, 2004, Mel Gibson

The road, 2009, John Hillcoat 

El niño de pijamas a rayas, 2008, Mark Herman

La vida es bella, 1997 de Roberto Benigni

Mi vida sin mí, de Isabel Coixet

El campeon 1979 Franco Zeffirelli

En el nombre del padre, 1993 de Jim Sheridan

El americano, 2010, Anton Corbijn

Camino, 2008, Javier Fesser

La milla verde, de Frank Darabont

La niebla, de Frank Darabont

A. I. Inteligencia artificial, de Kubrick / Spielberg

Senderos de gloria, de Kubrick

Paris, Texas, de Wim Wenders

Seven, 1995, de David Fincher

Las cenizas de Ángela, 1999, Alan Parker

Días de vino y rosas, de Billy Wilder

Casa de arena y niebla (Vadim Perelman).

Mar adentro, de Alejandro Amenábar

Million Dollar Baby (2004), Clint Eastwood

Lilja 4-Ever (2002)

Winter Light (1962)

Dancer In The Dark (2000)

21 Gramos (2003)

La Strada (1954)

Leaving Las Vegas (1995)

Happiness (1998), Todd Solondz

"Oslo 31 de agosto" (2011), Joachim Trier

"Lilya 4-Ever" (2002) Lukas Moodysson

"A Serbian Film" (2010), Srdjan Spasojevic

"Oldboy" (2003), Chan-wook Park

"They Shoot Horses, Don’t They?" (1969)
Sydney Pollack

 "Come and See" (1985), Elem Klimov

"Threads" (1984),  Mick Jackson

"The Road" (2009), John Hillcoat

El expreso de medianoche, de Alan Parker, 1978

Los niños ya no saben leer, se ha jodido todo

Luis Alemany, "Los niños ya no saben leer. Se ha jodido todo", El País, 20 NOV. 2017

El profesor Miguel Díez Rodríguez, autor de Cómo enseñar a leer en clase. Memorias de un viejo profesor clama contra el abandono de la Lengua y la Literatura en los planes de estudios
El profesor Miguel Díez Rodríguez fue casi famoso en 1985, cuando editó Antología del cuento literario, una selección de 25 relatos entre los que leía a sus alumnos. «En las clases leía cuentos de Poe, de Rulfo... Y los chicos encantados». De aquella antología se vendieron medio millón de ejemplares. 32 años después, Díez publica Cómo enseñar a leer en clase (Reino de Cordelia) que es lo mismo pero con matices: el propósito ya no es la excelencia lectora sino la supervivencia de la literatura como una forma de conocimiento relevante en la educación.

Ya no me acuerdo de cuánta Lengua y Literatura dábamos en BUP y COU.

En primero, cinco horas semanales de Lengua. En segundo, cinco de Literatura Española. En tercero estaba la opción de Literatura Universal que eran cuatro horas. Era el mejor curso que había. Y en COU, tres horas de lengua obligatorias y la opción de Literatura Española y Latinoamericana.

¿Y después?

Después vino la LOGSE que decía que lo importante era que los niños vinieran contentos a clases. Un buenismo que inventaron psicopedagogos en un laboratorio, gente que en la vida había pisado un aula con 30 chavales. Todo lo que vino después fue horrible, todo, lo de los socialistas y lo de los del PP. Ángel Gabilondo propuso reformas que estaban bien pero no le dejaron.

¿Y qué fue de Lengua y Literatura?

Literatura se ha convertido en todo lo que odiábamos: se enseñan datos y no se lee. «Lope de Vega nació nosedónde el año tal». Y la lengua está pésimamente enfocada.El chaval aprende a hacer análisis sintácticos en cuarto de la ESO y se pasa repitiendo lo mismo dos años más. En cambio, nadie le enseña a leer. No entiende qué pone la frase que ha analizado. Se ha jodido todo. Y así quedamos como quedamos en el Informe Pisa, a la altura del betún.

Bueno...

Leer exige concentración, tranquilidad, respeto. Antes, yo le daba a mis alumnos El guardián entre el centeno y lo leían como obsesos.Cómo no iban a hacerlo, si la adolescencia está ahí, perfectamente actual. Ahora, no lo entienden, así de sencillo. Eso si no ha aparecido antes un padre que vete el libro porque hay una escena en la que Caufeld llama a unas prostitutas. Y yo pienso: debe de ser que soy un hombre muy viejo porque el que no entiende nada soy yo.

Pero se venden muchos libros para críos. Aunque estén más dirigidos al entretenimiento que a desarrollar una educación literaria...

Los niños leen. Hasta los 12 años sí que leen. Después... Yo lo entiendo, hay tantas distracciones a su alcance.

El hecho de que para algunos de nosotros sea importante la literatura no significa que lo tenga que ser para todo el mundo.

Estoy de acuerdo, se puede vivir y ser un buen ciudadano sin que la literatura te importe mucho. Pero sin leer es imposible. En España estamos en un 50% de población que no lee nunca. En Suecia, es un 30%. Y en Estados Unidos es mucho más. Luego no hay que sorprenderse si votan a Donald Trump.

domingo, 19 de noviembre de 2017

Las cuatro historias inmortales de Borges en Helénika, por Ricardo

El oro de los tigres de Jorge Luis Borges se publicó en el año 1972. En este libro se incluye su breve apólogo “Los cuatro ciclos”,  en el que el argentino expresaba una adhesión absoluta por la tradición literaria griega y los mitos clásicos. He aquí el relato.

Los cuatro ciclos

Cuatro son las historias. Una, la más antigua, es la de una fuerte ciudad que cercan y defienden hombres valientes. Los defensores saben que la ciudad será entregada al hierro  y al fuego y que su batalla es inútil; el más famoso de los agresores Aquiles, sabe que su destino es morir antes de la victoria. Los siglos fueron agrandando elementos de magia. Se dijo que Helena de Troya, por la cual los ejércitos murieron, era una hermosa nube, una sombra; se dijo que el gran caballo hueco en el que se ocultaron los griegos era también una apariencia. Homero no habrá sido el primer poeta que refirió la fábula; alguien, en el siglo catorce dejó esta línea que anda por mi memoria: The borgh britened and brent to brondes and askes. Dante Gabriel Rosseti imaginaría que la suerte de Troya quedó sellada en aquel instante en que Paris arde en amor de Helena; Yeats elegirá el instante en que se confunden Leda y el cisne que era un dios.

Otra, que se vincula a la primera, es la de un regreso. El de Ulises, que, al cabo de diez años de errar por mares peligrosos y de demorarse en islas de encantamiento, vuelve a su Itaca; el de las divinidades del Norte que, una vez destruida la tierra, la ven surgir del mar, verde y lúcida, y hallan perdidas en el césped las piezas del ajedrez con que antes jugaron.

La tercera historia es la de una busca. Podemos ver en ella una variación de la forma anterior. Jasón y el Vellocino; los treinta pájaros del persa, que cruzan montañas y mares y ven la cara de su Dios, el Simurg, que es cada uno de ellos y todos. En el pasado toda empresa era venturosa. Alguien robaba, al fin, las prohibidas manzanas de oro; alguien al fin, merecía la conquista del Grial. Ahora, la busca está condenada al fracaso. El capitán Ahab da con la ballena y la ballena los deshace; los héroes de James o de Kafka sólo pueden esperar la derrota. Somos tan pobres  de valor y de fe que ya el happy-ending no es otra cosa que un halago industrial. No podemos creer en el cielo, pero sí en el infierno.

La última historia es la del sacrificio de un dios. Atiis, en Frigia se mutila y mata; Odín, sacrificado a Odín. El Mismo a Sí Mismo, pende del árbol nueve noches enteras y es herido de lanza; Cristo es crucificado por los romanos.

Cuatro son las historias. Durante el tiempo que nos queda seguiremos narrándolas, transformadas.

La primera historia es la historia de una guerra de asedio y está narrada en la Ilíada. ¿Cuándo quedó sellado el destino fatal de Troya? ¿Tal vez cuando Laomedonte incurrió en hýbris incumpliendo su trato con Poseidón y Apolo; o bien cuando el pastor que era un príncipe le otorgó la manzana de la belleza a Afrodita? ¿Qué quiere decir el quinto verso del primer libro de la Ilíada (“y el plan de Zeus se cumplía”)? ¿A quién se llevó Paris a Troya: a Helena o a una doble fantasmal? (2) ¿Qué podían hacer los seres humanos si ya no eran más que marionetas manejadas por los dioses?

La segunda historia es continuación de la primera: terminada la guerra, los héroes  aqueos victoriosos vuelven a su patria. Regresan, pero uno de sus caudillos, Odiseo-Ulises, se pierde en el mar y vaga durante diez años hasta llegar a su casa y reencontrarse con su familia. Este es el argumento de la Odisea. ¿No somos todos acaso Ulises? ¿No nos perdemos alguna vez en mares ignotos? ¿Por qué vida no han pasado Sirenas, Circes y Calipsos? ¿Y el ánsia por llegar? ¿Y el viaje? ¿Y la espera? ¿Y el reencuentro?  ¿No es nuestra vida una Odisea?

La Ilíada y la Odisea se atribuyen (aunque con reservas) a Homero.

La tercera historia, la del viaje de Jasón y los Argonautas en busca del vellocino de oro, la escribió Apolonio de Rodas en las Argonáuticas. El viaje de Jasón y sus compañeros, de ida y vuelta, estuvo lleno de peligros y de aventuras, algunas de ellas idénticas a las de la Odisea (Escila y Caribdis, encuentro con las Sirenas). ¿Sabemos qué queremos? ¿Qué buscamos? ¿Para qué nos sirve lo que buscamos? ¿Cuándo encontraremos a nuestro Simurgh?.

Hasta aquí, Borges cita las fuentes griegas como ejemplo arquetípico de las historias literarias posibles. Pero en la cuarta… En la cuarta, la que corresponde al sacrificio de un dios, se le olvidó al argentino citar a Prometeo, el titán benefactor de la humanidad que robó el fuego a Zeus para entregárselo a los seres humanos. Por ello, Prometeo fue castigado y encadenado a una roca. Un águila la roía las entrañas de día y de noche se le regeneraban (3). Esta historia se encuentra en la tragedia de Esquilo  Prometeo encadenado. ¿Somos Zeus o Prometeo? ¿Cómo contribuimos al bien común los seres humanos? ¿Dónde queda nuestro espíritu de sacrificio?

Si a partir de estos cuatro ejemplos sólo podemos esperar variaciones, ¿se ha agotado la literatura?, ¿se han agotado los argumentos? La literatura griega está en nosotros y en nuestras vidas. Este curso la estudiaremos desde un punto de vista diferente.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Alessandro Pluchino y la democracia

Cualquiera que mire los periódicos apercibirá de inmediato que estamos gobernados por lo que solo podríamos definir como gilipollez. No hace falta ir a los EE. UU. ni a la Rusia de Putin: más o menos cualquier gobierno luce uno o varios rasgos de ese mal fundamental. Pero los griegos, que inventaron la democracia, inventaron también el procedimiento para evitarlo: poderes compartidos y elegidos en su mayoría por el simple sorteo y el destierro, que ellos llamaban ostracismo, para el que diera más la lata; hoy diríamos que para el que gastase más en publicidad.

Hace años condedieron el Ig Nobel de Gestión al matemático y estadístico investigador Alessandro Pluchino y sus colaboradores de la Universidad de Catania (Sicilia) por demostrar que ascender a trabajadores en cualquier organización al azar es el método más eficiente para mejorar los beneficios de una empresa. Esto es, que si la determinación de quién manda en empresas e instituciones la hiciese una lotería, a todos nos iría mejor.

Una demostración interesante, pero con poco futuro, me temo, ya que los poderes son todo menos eso. El poder está lleno de paranoicos, codiciosos e hijos de p. (de papá, so mal pensados), y que este procedimiento se llegara a generalizar sería para ellos (es curioso), poco democrático. Seguro que alegarían sus miedos y fobias y el peligro que sufrirían sus dineros y sus preciosas relaciones físicas y sociales: familiares, amiguetes y grupos de presión. Sólo hay que repasar la lista de dirigentes del siglo XX para comprobar cómo abundan los paranoicos (narcisistas o con manía persecutoria más o menos genocida), los codiciosos, parientes más o menos consaguíneos y los despreocupados de los demás en mayor porcentaje que entre la gente normal. En los cuadros dirigentes lo normal es la elección a dedo en el 95% de los casos. Y el famoso sociólogo Pierre Bourdieu dice más o menos lo mismo.

Pero Pluchino y sus colaboradores insisten y han ido incluso más allá: piensan, en estos tiempos que ya se van acercando a la Navidad, que la loteria es todo lo que le falta a la democracia para definirse como tal en New Strategies for Democratic Development.

Prefiero que me gobierne un grupo variopinto de mendigos tan "populista" como la madre Teresa a un aprovechado salido de un partido político tan pagado de sí mismo que lo primero que hace es subirse el sueldo. Aunque se echasen a temblar los que más tienen, ya que es estadísticamente más probable que le tocase gobernar a un pobre que a un pudiente. Pareto y Schumpeter pueden irse a tomar por retambufa.

La utopía de las bibliotecas ideales

Jordi Llovet "La utopía de las bibliotecas ideales" El País, 17-XI-2017:

La democracia diluye los dogmas y el canon cambia según las épocas y los lectores. Siempre fue así. Hubo un tiempo en el que Tennyson merecía más espacio en las enciclopedias que Flaubert

Preguntarse hoy por una “biblioteca ideal” resulta casi una utopía, además de un anacronismo: este es el daño que le ha hecho a la producción literaria la mercadotecnia y la falta de un conocimiento consolidado por parte del lector común en materia de literatura.

Es posible que en la Grecia del siglo V existiera algo así como una “biblioteca ideal”, como lo atestigua la colección, perdida en buena parte pero documentada, de la biblioteca de Alejandría. Salvo en casos de pérdida irremisible de muchas obras de la antigüedad, aquella biblioteca helenística debió de poseer lo que la tradición había llegado a considerar la gran literatura en lengua griega. Sucedió lo mismo en Roma, cuyos “rollos” de escritura, aun cuando fuesen de una calidad literaria menos homogénea que la griega, demostrarían que los rétores, los gramáticos y los filósofos tuvieron claro qué era lo que podía considerarse ideal —de acuerdo con baremos religiosos, estéticos, políticos y didácticos—, y qué debía ser considerado non classicus, es decir, de poca categoría.

También en la Edad Media resultaron vigentes varios criterios, además del que concibió el de Aquino, tan aristotélico —ad pulchritudinem tria requirintur: integritas, consonantia, claritas—, para considerar qué era lo bueno, o lo ideal, y qué lo secundario, gracias a la autoridad de la compleja red de valores propia de los largos siglos tardorromanos, y luego neolatinos, basada primero en la teología cristiana, y luego en el no menos poderoso código —a partir del siglo XII—, de la sociedad caballeresca y feudal. La producción de literatura era entonces tan escasa, y se encontraba tan anclada en modelos que, directa o indirectamente, procedían del dogma cristiano, que era poco concebible la creación de poesía, teatro o épica contraria a una ideología y unos mitos que, como la realeza, se hallaban por fuerza impregnados de símbolos y argumentos predeterminados e ineludibles. Las bibliotecas medievales —dejando a un lado los clásicos conservados por las órdenes monásticas y las casas nobles— fueron casi siempre representaciones de un mundo simbólico en el que tenían un papel muy poco significativo las muestras “heréticas”, paganas o no canónicas, de expresión literaria.

Solo a partir del humanismo, o a partir de fenómenos como la invención de la imprenta, el redescubrimiento de la grandeza de las literaturas griega y latina, la consolidación de las lenguas vulgares, la labor de los traductores o el contacto frecuente entre hombres de letras de países muy diversos, solo entonces, y de un modo progresivo, la literatura proliferó de un modo extraordinario; y los marcos conceptuales, o los “campos” de lo literario se volvieron tan distintos, que surgió por vez primera, en nuestra civilización escrita, una enorme disparidad de criterios, de géneros literarios, de asuntos y de públicos lectores u oidores de lo que empezó a constituirse, con mucha entidad y cada vez mayor autonomía, el ámbito universal de lo literario.

A partir de los primeros siglos modernos, el panorama literario presentó tal variedad de formas, de recursos y de regulación estética, que ya entonces podría haberse iniciado la disputa —tan poderosa durante el siglo XVIII— acerca de lo clásico y lo moderno, lo bueno y lo malo, lo ideal y lo rechazable. Cada vez más, escribir se convirtió en un trabajo independiente de nuestra herencia clásica, y los libros, cuando ya eran propiamente los códices asequibles que seguimos usando, respondieron a criterios desgajados de todo dogmatismo, proclives a satisfacer gustos distintos, amigos de la novedad y la singularidad. No cabe duda de que los clásicos grecolatinos, o la propia Biblia, siguieron aquilatando una gran parte de las literaturas modernas y contemporáneas —véase Moby Dick, de Melville, por ejemplo, e incluso Ulysses, de Joyce—, pero esta influencia, en el seno de producciones enteramente libres, pasó a convertirse en solo una referencia de autoridad, un vestigio agradecido del acervo antiguo.

Las bibliotecas medievales fueron casi siempre representaciones de un mundo simbólico en el que tenían un papel muy poco significativo las muestras “heréticas”, paganas o no canónicas, de expresión literaria

Más varió aún el panorama cuando, en la época posterior a la Ilustración, las literaturas conocieron un despliegue de una osadía fabulosa —así las literaturas del Romanticismo—, los índices de alfabetización se multiplicaron de manera exponencial, y la lectura se convirtió en un hábito cada vez más extendido, más “democrático” y menos sujeto a cualquier forma de mitología colectiva o de dogmatismo teológico. Si todavía en los siglos renacentistas o en el Grand Siècle francés se pudo hablar de una “biblioteca ideal” o de lo que podía ser idealmente la “buena literatura”, parece claro que, entre el siglo XIX y nuestros días, la literatura rebosó por completo los márgenes de la tradición y lo “canónico”; de modo que actualmente no hay casi ninguna instancia que pueda arrogarse el derecho a establecer el listado de lo que llamaríamos “la biblioteca ideal”.

Harold Bloom presentó uno, muy famoso, en su libro El canon occidental, en el que, sin disimulo alguno, privilegiaba a la literatura inglesa, y a Shakespeare en especial, con la más absoluta tranquilidad. Una tarea así resulta siempre inútil, por cuanto existen, en nuestro continente, muchos autores y libros hoy poco leídos, pero de gran categoría, que durante un tiempo ascendieron al canon literario o cayeron de él por razones que suelen ser circunstanciales, ideológicas o partidistas. No hay más que ver la lista de los autores premiados con el Nobel de literatura para darse cuenta de que muchos de ellos subieron al Parnaso del canon literario —como pasó con el parnaso cervantino— para caer de él al cabo de pocos decenios, si no años: véase el caso de nuestros Echegaray y Benavente, o los casos de R.C Eucken (Alemania), W. Reymond (Polonia), o E.A. Karlfeldt (Suecia).

La undécima edición de The Encyclopaedia Britannica (1911, con dos volúmenes complementarios de 1920), en opinión de Borges la mejor edición de cuantas se han estampado de esta enciclopedia ejemplar, apenas sabía en esa fecha quiénes eran Flaubert, Melville o Hölderlin, pero dedicaba a Alfred Lord Tennyson, un poeta de autoridad muy relativa, doce columnas.

No hay más que ver la lista de premiados con el Nobel para darse cuenta de que muchos subieron al canon literario para caer de él al cabo de pocos decenios, si no años

Basten estos ejemplos para comprender que las listas de una “biblioteca ideal” pecan siempre de alguna arbitrariedad y suelen tener un valor epocal, refigurado con el paso de los años gracias al número de ediciones y de lectores que puede llegar a poseer un libro, por la entronización de determinados autores a cargo de la academia o de colectivos fanáticos, o por el reconocimiento tardío de ciertos valores que han pasado siglos en el desván del olvido.

La academia, y con ella los programas de enseñanza de la literatura en escuelas y universidades, serían desde hace tiempo la única garantía de conservación de un criterio estético en relación con el mercado y la difusión de productos literarios. Invisible e ineficaz, cada vez más, la autoridad de esas instancias, lo que corresponde es suponer que cada lector posee hoy su biblioteca de excelencias. Así lo apreciaba ya Paul Valéry en una entrada de sus Cahiers, bajo el epígrafe “Obras maestras”: “No es nunca el autor quien hace una obra maestra. La obra maestra se debe a los lectores, a la calidad del lector. Lector ceñido, con finura, con parsimonia, con tiempo y una ingenuidad armada [...] Solo él puede conseguir la obra maestra, exigir la particularidad, el cuidado, los efectos inagotables, el rigor, la elegancia, la perdurabilidad, la relectura de un libro”. Valéry se refería a lectores muy capaces, como él mismo, pero es posible que, en estos momentos, ni siquiera existan esos finos lectores en términos generales. Por consiguiente, quizá deberíamos suponer que, para el lector común de nuestros días, no exista mejor biblioteca ideal que aquella que él ha leído con placer y que, en el mejor de los casos, en un gesto nuevamente benedictino, conservará en su biblioteca hasta la muerte.

JORDI LLOVET es catedrático de Literatura Comparada en la Universidad de Barcelona

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Heroínas del Gulag

Hablan las heroínas del Gulag: "Intenté suicidarme tragando cal viva"
CLARA FELIS, El Mundo, 15 NOV. 2017 

En 1949, se cifró en 503.000 las mujeres presas en el Gulag: 9.300, embarazadas y 23.790 con niños a su cargo. 

Trabajaban de sol a sol con 300 gramos de pan como único sustento. En vez de sopa de col podrida, tenían que conformarse con agua recalentada

"El complejo del hambre me ha acompañado hasta hoy, por eso siempre tengo la nevera llena", recuerda Janina Misik, una de las nueve supervivientes

Janina Misik se levantó de la cama sobresaltada. Eran las cinco de la mañana del 10 de febrero de 1940 y aquellos hombres no paraban de vociferar. Sus métodos eran de sobra conocidos. También el motivo de su presencia. Aquellas llamadas a la puerta (como se conocía este método de arresto que ejercía la NKVD, la policía secreta, en plena noche) anunciaban el fin de su libertad."¡Preparen el equipaje!", gritaron.Pero su madre ni se movía. Sabía que nunca volverían a casa. No se equivocó."¿Qué piensan hacer con nosotros? ¡Esta es nuestra casa, nosotros vivimos aquí!", replicó la pequeña Janina.Poco a poco, su madre comenzó a moverse. Le ayudaba su hermano pequeño, que por entonces tenía nueve años. El miedo le hizo dar su último estirón. Así alcanzó la estatura media de aquella generación nutrida por la balanda (sopa de col podrida que les servían a los prisioneros) y la nieve. Pirámide nutricional del Gulag.Tras dos semanas en un tren de ganado llegaron a Nóvgorod (sureste de San Petersburgo), uno de los campos de concentración que formaban parte del Gulag, aquel sistema penal de campos de trabajos forzados donde destinaban a los "enemigos del pueblo" (presos políticos y opositores del régimen)."Nos alojaron en cabañas de madera. A nuestra familia de cinco miembros les asignaron una litera. Nos sentíamos como en una jaula. Al día siguiente de la llegada nos mandaron a trabajar. Catorce horas al día cortando árboles, hundiéndonos en la nieve", recordaba la propia Janina, cuyo testimonio y el de ocho mujeres más conforman Vestidas para un baile en la nieve (Galaxia Gutenberg, 2017), el nuevo ensayo de Monika Zgustova. Un recorrido por todas y cada una de las torturas que soportaron muchas de las mujeres que estuvieron presas en aquel infierno de hielo."Vivieron una situación límite. En el Gulag tuvieron unas experiencias muy fuertes, como la crueldad de los guardas y su entorno, porque las prisioneras políticas estaban rodeadas y sometidas a los reos comunes. La otra crueldad era la del trabajo, que se ejercía en unas condiciones inhumanas", apunta la escritora.La hambruna permanente pasó a ser un estado de ánimo y muchos acabaron por no diferenciar la propia vida de la muerte.

"Nos invadía la tristeza, no sabíamos qué sería de nosotros y estábamos permanentemente hambrientos. Los niños soñábamos con una sola cosa: tener suficiente pan, poder comer hasta saciarnos. El complejo del hambre me ha acompañado hasta hoy, por eso siempre tengo la nevera llena", confesaba Janina.Después del fallecimiento de Lenin (1870-1924), líder de la Revolución de Octubre de la que este año se conmemora el centenario, Stalin, Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, se alzó como líder principal de la Unión Soviética. Su "socialismo en un solo país" triunfó frente a la "revolución permanente" de León Trotski, a quien expulsó del territorio en 1929.El crecimiento industrial que ideó Stalin a través de una planificación económica centralizada dio lugar a los Planes Quinquenales, cuyo principal objetivo era modernizar el sistema económico mediante el fortalecimiento del sector agrícola, industrial y militar. De ahí se produjo la colectivización de los campos y el control estatal de la producción industrial.Para cumplir los objetivos económicos, Stalin se apoyó en el Gulag, cuya expansión tuvo lugar a partir de 1929. El trabajo en la URSS es una cuestión de honradez, gloria, valor y heroísmo o ¡Libertad! mediante el trabajo eran algunos de los lemas que se encontraban los prisioneros en los portones de acceso. Una falsa ilusión que buscaba exprimir al máximo a todos los que allí se hacinaban.

NOS SENTÍAMOS COMO EN UNA JAULA, CATORCE HORAS AL DÍA CORTANDO ÁRBOLES, HUNDIÉNDONOS EN LA NIEVE

Tal y como apunta la periodista Anne Applebaum en Gulag: Historia de los campos de concentración soviéticos (Debate, 2004), Stalin decidió utilizar el trabajo forzado tanto para acelerar la industrialización como para explotar los recursos naturales en el extremo norte. "Aquel año, la policía secreta soviética comenzó a asumir el control del sistema penal soviético, sustrayendo lentamente los campos y prisiones de todo el país al poder judicial".Tras las detenciones masivas que tuvieron lugar entre 1937 y 1938 (los años de la Gran Purga, también conocida como Yezhovschina), los prisioneros fueron la mano de obra encargada de producir oro, madera y carbón, materiales que favorecerían la creación y desarrollo de la industria aeronáutica, armamentística, forestal y minera."El principal propósito del Gulag era económico. Esto no significa que fuera humanitario. Dentro del sistema, los reclusos eran tratados como ganado", explica Applebaum. El método consistía en los traslados al antojo de los guardias. En términos marxistas, estaban explotados, cosificados y mercantilizados. Según el relato de Applebaum, a menos que fueran productivos, sus vidas carecían de valor para sus amos.No había distinción. Hombres y mujeres tenían la misma capacidad para ejercer las pesadas tareas que los guardias les encargaban. Las largas jornadas a la intemperie con una ración escasa de pan (300-400 gramos al día por prisionero), carecer de instrumentos necesarios para la tala de árboles o la extracción de carbón (Vorkutá) y no disponer de buenas condiciones higiénicas dificultaron enormemente la integridad física de los presos."Lo primero que comprobé fue el frío que hacía en los barracones. Durante el día íbamos al bosque a trabajar de leñadoras, incluidas las embarazadas. A cada momento nos teníamos que rescatar mutuamente de la nieve. Por la mañana, en lugar de los preceptivos, e insuficientes, 400 gramos de pan, recibíamos 200. No había sopa sino agua recalentada. Un mundo de dolor y sufrimiento". Así le relató Valentina Íevleva su calvario a la escritora Zgustova. 

Poemas y piojos.

En el campo de Arjánguelsk (norte de Rusia), su último destino, cavó día y noche para construir vías de ferrocarril. "Pronto aparecieron los piojos, blancos y grandes. En ningún otro campo los había visto así. Los aplastábamos contra la estufa".A pesar de que intentara sobrevivir mediante la escritura de poemas o cuentos, las torturas diarias a las que era sometida le llevaron a intentar quitarse la vida. De la forma más cruel. "Había barreños con cal viva. Corrí hacía allí, encontré un vaso de medio litro y lo llené de cal. Acto seguido me lo bebí. Sentí un ardor terrible, como si el estómago se desgarrara", recordaba.Asumir tantos años de prisión y destierro no fue fácil. Tampoco combatir las secuelas que el régimen dejó en gran parte de sus víctimas. Como explica la escritora Zgustova, "varias de ellas se quejaron de que sus maridos estaban trastornados por el Gulag, que tenían una personalidad muy difícil para convivir y he notado una cosa, las mujeres lo superaron. Me contaron sus vivencias desde el optimismo, desde la supervivencia alegre, pero los hombres no. Los hombres lo veían todo muy negro, muy oscuro, muy terrible y estaban hundidos".Un desasosiego que vivieron 18 millones de personas. Así lo recoge Applebaum en su trabajo, en el que también destaca que desde 1929 hasta 1953, fecha de la muerte de Stalin, seis millones fueron enviados al exilio o deportadas tanto a los desiertos de Kazajistán como a los bosques siberianos, donde seguirían siendo trabajadores forzados.

Zayara Vesiólaya, una de las nueve supervivientes

Llevar el letrero de "enemigo" a cuestas complicó en muchas ocasiones cualquier reinserción social y laboral. Las poblaciones autóctonas de estos lugares se distanciaban, bien por temor o desconocimiento.Al regresar, los prisioneros descubrían que sus casas habían sido requisadas hacía mucho tiempo, que sus pertenencias habían desaparecido. Tenían que empezar de nuevo. Mucho tiempo después de que hubieran sido liberados, los familiares de los enemigos seguían estigmatizados, sometidos a formas oficiales de discriminación y no se les permitía trabajar en ciertos trabajos.Dura reinserción, tal y como relata Susana Pechuro, otra de las supervivientes del terror estalinista. "Todo me parecía trivial. Nada tenía sentido. Nadie en libertad podía imaginarse ni por asomo lo que yo había experimentado. Y a mí me parecía que ellos no tenían vivencias. Al menos no lo que yo llamaba vivencias. El mundo de la gente en libertad era radicalmente distinto al mío. Me sentí sola, incomprendida".Una opinión similar a la que también expresó Zayara Vesiólaya, que vivió desterrada en Pijtovka (Siberia), para después ser deportada al campo de Kazajistán, donde también estaba su hermana. "¡La estancia en Siberia fue tan enriquecedora! ¡Tenía amigos de verdad en los que podía confiar como después no he vuelto a confiar en nadie!".Es el síndrome de Estocolmo. Y se desliza por todo el relato colectivo Zgustova. Igual que la poesía. Porque ésta les salvó de la locura. Fue lo que cimentó la humanidad que estaban perdiendo.Esta resistencia literaria se observa en los versos de Nina Gagen-Torn desde el Gulag: A lo lejos en el siniestro cielo / el sol indiferente gira / Tu respiración es un silbido tenue/a cincuenta grados bajo cero/ morir ¿qué significa? / Las montañas miran, y se quedan calladas.Gritos versados de libertad y justicia. Deshielo de las voces ausentes. Hoy con altavoz propio.

Un profesor admirable

Olga R. Sanmartín, "Este es el mejor profesor del mundo: dejó Microsoft para abrir una universidad en Ghana", en El Mundo, 15-XI-2017:

«Necesitamos líderes filósofos. Lo importante es educar en el pensamiento crítico», dice.

La jequesa de Qatar le entrega el premio de 500.000 dólares en una Cumbre Mundial de Educación que analiza la importancia de la formación en la era de la postverdad.

El ingeniero ganés Patrick Awuah ha sido elegido este miércoles el mejor profesor del mundo en la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación (WISE, en sus siglas en inglés) que se celebra hasta el jueves en Doha (Catar). «Necesitamos líderes filósofos. Lo importante es ser siempre honesto y transparente, educar en la capacidad del pensamiento crítico y saber que, cuando te caes, es importante levantarse y seguir adelante», ha expresado a Papel este ingeniero de 52 años que trabajó durante ocho años en Microsoft, donde se hizo millonario tras desarrollar el software del sistema operativo Windows NT.Un día decidió abandonar su cómoda vida en Seattle (EEUU) y regresar a su país natal para fundar una universidad. La Ashesi University, situada cerca de Accra, la capital de Ghana, nació en 2002 para educar a los jóvenes africanos en emprendimiento y liderazgo. El campus ofrece licenciaturas de Administración de Empresas, Informática y Sistemas de Gestión, pero su particularidad es que todas tienen un currículo en el que las Humanidades están presentes de forma transversal, con el fin de que los 600 alumnos desarrollen un pensamiento crítico.Todos los estudiantes participan durante cuatro años en un seminario de liderazgo sobre ética, colaboración y espíritu empresarial que finaliza con una sección de aprendizaje-servicio. En 2008 los estudiantes establecieron un código de honor -el primero de este tipo en una universidad africana- y se responsabilizaron de su comportamiento ético.«Una de las cosas de las que estoy más orgulloso es este código de honor. Hemos descubierto que, cuando nuestros estudiantes encuentran trabajo, llegan con nuevas ideas, trabajan duro, se cuestionan lo establecido y son capaces de lidiar con problemas que no habían visto antes», ha manifestado.Patrick Awuah ha recibido esta mañana el galardón, dotado con medio millón de dólares, en una ceremonia ante 2.000 asistentes de un centenar de países distintos por ser un "héroe silencioso en estos tiempos difíciles", según Yalda Hakim, periodista de la BBC que ha presentado el acto. El tema central de la Cumbre Mundial de Educación, que tiene periodicidad bianual, es cómo educar en la era de la postverdad y de los hechos alternativos. Todo esto tiene su origen en el contencioso que mantiene el Gobierno de Qatar, organizador de la Cumbre, con Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto. Qatar sufre un bloqueo diplomático y económico desde el pasado junio por parte de estos países, que le acusan de apoyar el terrorismo. El Gobierno qatarí lo niega rotundamente y dice que son noticias falsas. La jequesa Moza bin Nasser se ha referido expresamente a esta cuestión durante la Cumbre y ha centrado su discurso de apertura en este asunto. "Los medios de comunicación promueven falsedades y las redes sociales difunden mentiras para distraer a las personas de la realidad . Se propagan falsedades disfrazadas de verdad y hechos falsos se presentan como verdades alternativas. No nos van a parar", ha expresado la jequesa, resaltando las virtudes de la educación como herramienta de búsqueda de la verdad. "Tenemos que luchar contra las manipulaciones e incluir en los planes de estudio que los estudiantes aprendan a adquirir un pensamiento crítico y a desarrollar competencias para que se aparten de los pensamientos estereotipados y sean inmunes a la manipulación".Por eso la iniciativa de Awuah ha recibido el galardón, porque "se necesitan nuevas formas de emprendimiento que no se basen sólo en el desarrollo económico, sino en la altura moral de los ciudadanos", en palabras de la primera dama de Turquía, Amina Erdogan.El Premio WISE está considerado como uno de los galardones educativos más importantes del mundo y rivaliza con el Global Teacher Prize (también llamado Nobel de los profesores), que entrega cada año en Dubai la Varkey Foundation, un concurso dotado con un millón de dólares en el que quedaron finalistas los profesores españoles César Bona y David Calle.

martes, 14 de noviembre de 2017

"Desde lo alto, dios se complace cuando ve a un buen maestro" (La versión Browning)

La carta de Albert Camus dando las gracias a su maestro de primaria después de ganar el Nobel

"Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, nada de esto hubiese sucedido"

EMILIO SÁNCHEZ HIDALGO  13 NOV 2017 

Albert Camus (1913 Argelia) es uno de los escritores más importantes del siglo XX. Es un referente de la literatura en francés, con decenas de novelas, obras teatrales y ensayos. Es posible que El extranjero (1942) o La peste (1947) nunca hubiesen sido escritos si el autor no hubiese coincidido con el señor Germain cuando era un niño. Era su profesor en primaria, al que mandó una carta cuando recibió el Nobel de Literatura. La misiva ha sido recuperada en redes sociales por @literlandweb1.

La carta también fue muy difundida en Twitter en enero de 2016, entre otras ocasiones. Es nomal: una misiva como esa es el mejor reconocimiento que puede obtener un profesor. Esta es la transcripción de la carta, que Camus envió a su profesor el 19 de noviembre de 1957

Querido señor Germain:

Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, nada de esto hubiese sucedido. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Le abrazo con todo mi corazón.

Albert Camus.

La carta de Camus a Louis Germain fue difundida 35 años después de su muerte, con la publicación de su obra póstuma El último hombre (1995). Camus falleció en un accidente de tráfico sin terminarla en 1960. Entonces no contaba con demasiado apoyo de las élites francesas, que rechazaban su posición moderada ante la guerra entre Francia y Argelia. De ahí que su familia declinase publicarla, pero cambiaron de opinión tres décadas después, ya que "tendría un valor extraordinario para aquellos interesados en su vida", según su hija.

Se trata de una obra autobiográfica, en la que Camus explica su vida en Argelia cuando aún era una provincia francesa. Allí conoció al señor Germain, "del que se sabe muy poco más allá del retrato que se incluye en el libro", explica Chicago Tribune en una reseña que dedicó al libro. "En la historia de la literatura, pocos profesores han tenido tanto efecto en un alumno", añade.

"Germain no solo estimuló la mente de Camus y le dio clases extraescolares. Además, convenció a su madre para que intentase obtener una beca para que acudiese al instituto. Germain fue el primero de una serie de sustitutos del padre -fallecido cuando era un niño- y mentores intelectuales", indica The New York Times sobre la relación del autor con el profesor en el artículo que dedicaron al libro en 1995. En El primer hombre, Camus también destaca el papel en su vida de su profesor de instituto.

Manuel Vincent contaba en 2012 más detalles sobre la relación entre el profesor y el autor en EL PAÍS: "Aquel maestro de primaria se había empeñado en que un alumno lleno de talento, que se llamaba Albert Camus, estudiara el bachillerato; lo había preparado a conciencia. El maestro le acompañó en tranvía al examen de ingreso, esperó el resultado sentado en un banco en la plaza del instituto y luego se desvivió para que le concedieran una beca".

Germain contestó a la carta de Camus en 1959, en una misiva que también fue difundida con la publicación de El primer hombre. “Creo conocer bien al simpático hombrecito que eras y el niño, muy a menudo, contiene en germen al hombre que llegará a ser. El placer de estar en clase resplandecía en toda tu persona. Tu cara expresaba optimismo [...] Tu celebridad no se te ha subido a la cabeza. Sigues siendo el mismo Camus”, dice Germain en su carta, que puedes leer íntegra aquí. El agradecimiento de alumnos a profesores es un clásico de internet.