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jueves, 29 de enero de 2015

El elogio de la seguidilla de Rubén Darío

Extrañará saber que un poeta con el oído tan hecho al ritmo como Rubén Darío compusiera un elogio de la manchega seguidilla. Pues lo hizo y es este:

Rubén Darío

Elogio de la seguidilla

Metro mágico y rico
que al alma expresas 
llameantes alegrías,
penas arcanas, 
desde en los suaves labios
de las princesas 
hasta en las bocas rojas
de las gitanas. 

Las almas armoniosas
buscan tu encanto, 
sonora rosa métrica
que ardes y brillas, 
y España ve en tu ritmo,
siente en tu canto 
sus hembras, sus claveles,
sus manzanillas. 

Vibras al aire alegre
como una cinta, 
el músico te adula,
te ama el poeta; 
rueda en ti, sus fogosos
paisajes pinta 
con la audaz policromia
de su paleta. 

En ti el hábil orfebre
cincela el marco 
en que la idea-perla
su oriente acusa, 
o en tu cordaje armónico
formas el arco 
con que lanza sus flechas
la airada musa. 

A tu voz en el baile
crujen las faldas, 
los piececitos hacen
brotar las rosas 
e hilan hebras de amores
las Esmeraldas 
en ruecas invisibles
y misteriosas. 

La andaluza hechicera,
paloma arisca, 
por ti irradia, se agita,
vibra y se quiebra, 
con el lánguido gesto
de la odalisca 
o las fascinaciones
de la culebra. 

Pequeña ánfora lírica
de vino llena 
compuesto por la dulce
musa Alegría 
con uvas andaluzas,
sal macarena, 
flor y canela frescas
de Andalucía. 

Subes, creces, y vistes
de pompas fieras; 
retumbas en el ruido
de las metrallas, 
ondulas con el ala
de las banderas, 
suenas con los clarines
de las batallas. 

Tienes toda la lira:
tienes las manos 
que acompasan las danzas
y las canciones; 
tus órganos, tus prosas,
tus cantos llanos 
y tus llantos que parten
los corazones. 

Ramillete de dulces
trinos verbales, 
jabalina de Diana
la Cazadora, 
ritmo que tiene el filo
de cien puñales, 
que muerde y acaricia,
mata y enflora. 

Las Tirsis campesinas
de ti están llenas, 
y aman, radiosa abeja,
tus bordoneos; 
así riegas tus chispas
las nochebuenas 
como adornas la lira
de los Orfeos. 

Que bajo el sol dorado
de Manzanilla 
que esta azulada concha
del cielo baña, 
polítona y triunfante,
la seguidilla 
es la flor del sonoro
Pindo de España.

miércoles, 21 de enero de 2015

El cuento II de Juan Manuel versificado en dos ocasiones en el siglo XVIII y XIX


Diario de Madrid, núm. 333, 28-XI-1796, pp. 1-3

Señor diarista:

Revolviendo días pasados varios papelotes, entre ellos el adjunto, que al instante hice memoria me lo había dado un amigo mío para que me divirtiera un rato con él, se lo remito a Vmd., a fin de que, si le pareciese que puede merecer la luz pública, lo inserte en su periódico, pues deseo infinito saber el juicio que el Sr. Censor Mensual hace de esta composición, como igualmente que descargue sobre ella fuertes palos en el caso de que los merezca.

Queda de Vmd. para servirle y L. B. L. M.= C. J. P.

De cuento viejo, conseja nueva.

Encontró en un camino,
montados en un misero pollino,
a un viejo y un muchacho cierto arriero,
y al paso dijo: "¡Oh chusco lastimero!
¡Pobre animal! ¡Con esas valentías
no tenéis asno para cuatro días!

Tanto, por más que calla, le ha dolido
la pulla al pobre viejo que, corrido,
se desmontó al instante
y al asno con el chico echó adelante.

Caminaban así cuando de cara
dan con un fraile, el cual, como repara
que el muchacho va holgado
y el viejo a pie detrás, estropeado
-"Mal enseñáis", le dice,
"a vuestro hijo lo que es, hombre infelice,
mirad mejor por vos, y a ese insolente
hacedle, pese a tal, que ande o reviente,
que nuevo es su pellejo
y al fin es un rapaz y vos sois viejo".
    Esto que oyó el anciano, dijo: “Tate,
tiene razón; molerme, es disparate.
Baja, montaré yo". Y así lo han hecho;
pero, a bien corto trecho,
un soldado bribón desde otra senda
la voz alzó para que el viejo atienda:
"¡Qué caridad que tiene el tal abuelo!
Como él va a su placer, no le hace duelo
despear al muchacho.
Apuesto a que es judío o va borracho".
    Sin desplegar su boca
contra quien con denuestos le provoca,
se apeó el triste anciano,
y, tomando al chicuelo de la mano,
fueron en pea de su jumento un rato
cuando a deshora un estudiante chato
(para fisgón, sobrole el ser manchego)
soltó una carcajada, y dijo luego:
"¡Donoso desvarío:
ellos a pie y el asno de vacío!
Ce, buena gente; pues así os apiada
la caridad con bestia tan honrada,
a cuestas la tomad y por los daños
ponedla luego de aguardiente paños".
    A tanta sinrazón, de enojo ciego,
prorrumpió el viejo así: “De mí reniego,
y reniego del burro y del canalla
que a gusto de otro se acomoda y calla.
Ir en un asno me decís que es mengua,
si nadie va, me mofa vuestra lengua;
mal si camino a pie, peor si monto
¿Subo al chico? Soy  tonto.
¿Le bajo? Es la acción fea.
¿Cómo lo he de entender? ¡Maldito sea
tanto hablador y consejero tanto
y maldito sea yo, si más aguanto!
Ven, chico, ven: ya que el pollino es mío
bien tengo poderío
para servirme de él a mi talante,
sin que de necios el decir me espante.
Murmuren ellos y los dos montemos:
así a lo menos con descanso iremos. 
    ¡Cuán oportunamente esta conseja
viene a un joven urbano! Si corteja,
que es disipado dicen;
si es devoto, fastidia y le maldicen.
Si tiene señorío, es altanero;
mezquino si no arroja su dinero
e inculto si no miente o lisonjea.
Si es moderado y dócil, es badea;
Si fino, empalagoso;
si agudo, malicioso;
secator, si instruido
y, si abierto y jovial, es atrevido.
¡Tan sin piedad es murmurado en todo!
¡Tan sin piedad ni modo!
Hasta que al fin con cuerdo desengaño •
Los ojos abre que cerró a su daño,
y exclama con desprecio:
“Inconsecuente mundo, mundo necio,
cuya locuacidad siempre importuna
no respeta virtud ni prenda alguna;
pues eres tan injusto,
murmura de algo: quiero hacer mi gusto”.

"El censor mensual" es el helenista daimieleño Pedro Estala. La silva en pareados versifica el segundo apólogo de la colección medieval de don Juan Manuel El conde Lucanor. Reaparece esta fábula en José Pi y Monteis, El Esopo de Madrid: nueva colección de fábulas castellanas que no son de Iriarte ni de Samaniego. Edición hecha por un aficionado a este utilísimo género de poesías Barcelona: Imprenta de Ignacio Estivill, 1831. Pero Pi es un falsario: copia el modelo de una antología de fábulas que había publicado un año antes Juan Primería y Vidal, pseudónimo, según Palau, de Pedro Felipe Monlau: El fabulista español: colección de las mejores fábulas castellanas que no hacen parte de las obras de Iriarte ni Samaniego, por don Juan Primería y Vidal. Barcelona: Viuda e Hijo de M. Texero, 1830. En este libro es la última y contine variantes seguramente realizadas por el autor de la compilación:

El hombre, el chico, el asno y los que pasaban. 

      FÁBULA XXIX. 

De cuento viejo Consejo nuevos 

  Encontró en un camino 
montados en un mísero pollino 
a un chico y a un anciano cierto arriero; 
y al punto dijo: ¡Oh chusco lastimero! 
¡Pobre animal! Con estas valentías 
no tenéis asno para cuatro días. 
tanto, por más que calla, le ha dolido 
la pulla al pobre viejo, que, corrido, 
se desmontó al instante: 
y al asno con el chico echó adelante. 
    Caminaban así, cuando de cara 
dan con otro hombre, el cual, como repara 
que el muchacho va holgado, 
y el viejo a pie detras estropeado, 
"¡Mal enseñáis -le dice-
a vuestro hijo o lo que es, infelice!
Mirad mejor por vos y a ese insolente  
hacedle pese a tal, que ande o reviente; 
que nuevo es su pellejo 
y al fin es un rapaz y vos sois viejo. 
    Esto que oyó el anciano, dijo: "Tate,
tiene razón: molerme es disparate.
Baja, montaré yo". Y así lo han hecho,
pero a muy corto trecho
un soldado bribón desde otra senda,
la voz alzó para que el viejo atienda:
"¡Qué caridad que tiene el tal abuelo!
Como él va a su placer, no le da duelo
despear al muchacho.
Apuesto que es judío o va borracho".
Sin desplegar la boca
contra quien con denuestos le provoca,
se apeó el triste anciano
y, tomando el chicuelo de la mano,
fueron en pos de su jumento un rato;
cuando a deshora un estudiante chato,
(para fisgón sobrole el ser manchego)
soltó la carcajada y dijo luego:
"¡Donoso desvarío!
¡Ellos a pie y el asno de vacío!
Ce, buena gente: pues así os apiada
la caridad con bestia tan honrada,
a cuestas la tomad y por los daños
ponedla luego de aguardiente paños".
    A tanta sinrazón, de enojo ciego,
prorumpió el viejo así:
"¡De mí reniego,
y reniego del bruto y del canalla
que a gusto de otro se acomoda y calla!
Ir en un asno me decís qne es mengua:
si nadie va, me mofa vuestra lengua,
mal si camino a pie, peor si monto;
¿Subo al chico? Soy tonto:
¿Le bajo? Es acción fea:
¿Cómo le he de entender? ¡Maldito sea
tanto hablador y consejero tanto,
y maldito sea yo, si más aguanto!
Ven, chico, ven: ya que el pollino es mío,
bien tengo poderío
para servirme de él a mi talante,
sin que de necios el decir me espante;
¡murmuren ellos y los dos montemos,
que así a lo menos con descanso iremos!

APLICACIÓN,

El que de todos quiere 
seguir los pareceres, poco a poco, 
por premio logrará volverse loco.

Sobre esta falsificación, véase Joaquín Álvarez Barrientos, ed. de VV. AA., Imposturas literarias españolas, Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2011; ignora, por cierto, que esta fábula proviene de la prensa.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Un soneto quijotesco de Antero de Quental

EL PALACIO DE LA VENTURA

Antero de Quental  (1843-1891)

Sueño que soy un caballero andante;
por desiertos cabalgo en noche oscura. 
del amor paladín, busco anhelante 
el Palacio feliz de la ventura.

Mas ya desmayo, exhausto y vacilante, 
rota la espada y rota la armadura... 
cuando de pronto veo, fulgurante, 
toda su altiva pompa y hermosura.

Con grandes golpes llamo, sin recelos: 
"Soy el desheredado, el vagabundo, 
¡Abrid la puerta de oro a mis anhelos!"

Se abre la puerta al fin, lenta y pausada, 
y al entrar caigo de dolor profundo: 
frío y silencio y sombra y nada.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Inéditos de Quevedo

"Quevedo: "Piojos cría el cabello más dorado". Un volumen rescata parte de la poesía satírica, erótica, política y moral inédita del poeta del Siglo de Oro", El País, 5-IV-2010:

Lo descubrió sin proponérselo. La filóloga María Hernández viajó a la localidad portuguesa de Évora para consultar la biblioteca pública. Allí se aloja, entre otros documentos del siglo XVII, el códice CXIV/1-3, conocido como manuscrito de Évora, con textos atribuidos a Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645), uno de los autores cumbre del Siglo de Oro de la literatura española. Hernández, profesora de filología hispánica en la Universidad de Barcelona, sólo quería practicar unos ejercicios de transcripción paleográfica (copiar textos de documentos antiguos). Pero cuando volvió a casa advirtió que los versos que había transcrito en 200 páginas no se encontraban entre las obras completas del poeta. Es decir, había descubierto textos inéditos.

Se trata de versos satíricos, políticos, morales y eróticos que denotan "un dominio inigualable del lenguaje", según ha indicado la filóloga a Efe. Todo ese corpus se publica ahora en el volumen Poesía inédita, editado por Libros del silencio, con un prólogo de Pablo Jauralde Pou, catedrático de Literatura española del Siglo de Oro de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), especialista en Quevedo.

Hernández admite que con estos inéditos se ha adentrado en la delicada cuestión de asignar nuevas obras a Quevedo, "a quien se atribuyó mucha poesía política, erótica y pasquines, sobre todo, durante el tiempo que pasó en prisión". Se le utilizó para convertirle en autor de poemas de crítica política.

El debate de las atribuciones

Hernández concede que las atribuciones son "siempre discutibles" pero subraya que ha cotejado los textos en busca de "concordancias en el vocabulario, imágenes y sintaxis con el resto de la obra poética quevediana". El marco de referencia ha sido el de las Obras Completas del poeta madrileño elaboradas por el catedrático José Manuel Blecua. Este especialista, explica Hernández, no se adentró en el manuscrito porque la edición de las Obras Completas lo tenía absorbido. "Teniendo en cuenta que era un investigador solo, era un trabajo ingente".

Así, entre la criba la especialista destaca sátiras como "Piojos cría el cabello más dorado,/ legañas hace el ojo más vistoso,/ en la nariz del rostro más hermoso/ el asqueroso moco está enredado". También recuerda el soneto 'A la pobreza', cuya primera estrofa reza: "Hambrienta, rota, inquieta, disgustada,/ pálida, débil, triste y congojosa,/ cortés, humilde, inútil, ingeniosa,/ baja, ruin, civil, ocasionada".

Una mina por catalogar

La filóloga avisa de que es fácil descubrir textos inéditos de autores del siglo XVII. "En este periodo Portugal es una mina, porque perteneció a la Corona española entre 1580 y 1640". De hecho, la propia Hernández rescató hace dos años dos cartas autógrafas de Quevedo. En la literatura del Siglo de Oro "queda mucho por hacer", añade. Como "vaciar los cancioneros [recopilaciones de poesía] o catalogar los fondos de las bibliotecas". Una tarea difícil porque "falta personal" y "hay pocos investigadores que vayan a los lodos de la literatura, es decir a las fuentes, que es un trabajo muy ingrato", reconoce.

Piojos cría el cabello más dorado.
Legañas hace el ojo más vistoso.
En la nariz del rostro más precioso,
el asqueroso moco está enredado.

La boca de clavel más encarnado,
tal vez regüelda halito fatigoso.
y la mano más blanca es muy forzoso,
que al culo de su dueña haya llegado.

El mejor papo de la dama mea,
y a dos dedos del culo vive y mora, 
y cuando aquesta caga es mierda pura.

Esto tiene la hermosa y la más fea, 
veis aquí el muladar que os enamora, 

cágome en el amor y la hermosura.

Variantes:

Piojos cría el cabello más dorado, 
lagañas cuajan en los ojos más hermosos 
y, en la nariz del rostro más precioso, 
el moco verde y negro está encerrado. 

La boca que más besos haya dado 
larga el gargajo tibio y asqueroso, 
y la mano más cándida es forzozo 
que el culo de su dueño haya tocado. 

La concha de la linda y de la fea 
que a dos dedos del culo hediondo mora 
larga inmunda sangre, suda y mea... 

Si este es el bien que tanto me enamora,
y toda hermosa caga mierda pura,
me cago en el amor y la hermosura.

Otros:

La nave que surcando el Ponto pasa
ligera y fuerte como viento y peña,
el bravo mar con ocasión pequeña
rompe, sorbe, deshace, ahoga, arrasa.

La ciudad fuerte o respetada casa 
que de tratar las nubes se desdeña, 
con breve curso el Tiempo nos la enseña
rota, humilde, asolada, yerma y rasa.

La ignorancia mortal que se alimenta
de bárbara ambición y se presume
potente, firme, estable, altiva, osada,

baje la rueda, reconozca y sienta 
que en un punto la muerte la resume
en humo, en polvo, en viento, en sombra, en nada.


Memorial que se dio a Felipe IV por su buen gobierno


Señor, no se despacha dependiente,
el turés baja, el francés se altera,
quema tus puertas con audacia fiera
el poderoso amigo de occidente,

armada no parece, falta gente
que surque el mar y ampare su ribera,
en palacio no hay blanca y paga espera
el pobre, ciego, cojo y el doliente.

Tu majestad lo vea y dé la traza
que al prohibido remedio más importe,
que mi vejez en llanto la resuelvo.

"Denme caballos, venga el Duque a caza,
córranse toros, múdese la corte
y digan a la reina que ya vuelvo".


Cuando contemplo, de la alquimia, el oro 
de tus ojos en mares naufragados, 
mi boca, en su deseo desbocado, 
busca, sedienta, el mapa del tesoro. 

Mas me admiro, no obstante, cuando veo 
que manejas la pluma con destreza, 
que cantas con sigilo a la belleza 
fecundando las mentes, cual Orfeo. 

No es mi soñar callar con cortesía, 
el Niño Amor escoge mi ventura, 
disculpa, ¡oh, mi galán!, esta osadía: 

pues arderé por ti en la noche fría 
y hasta que el sol llore en mi sepultura 
la vida bailaré en tu compañía.


Hermosa, altiva, inexorable Armida 
que te desdeñas si te toca el viento,
templa, benigna, el libre pensamiento,
ya que no enamorada, agradecida.

¿Dó vas? ¿Intentas de quitar la vida
al que la da a tu fama? ¡Bravo intento!
¿No te ves por su heroico entendimiento
entre Ariadna y Leda entretejida? 

Mas tu basquiña sigue tus cuidados
y abraza alegre tu sabroso daño,
ufano, que pudiste merecerlo;

que su camino hallarán los hados
y, si te abrasa incendio tan extraño,
nunca en Cartago ardió fuego tan bello.

[No bastan los agravios...]

No bastan los agravios que, velando
de ti, Fortuna y Tiempo estoy sufriendo,
Amor, sin que permitas que, durmiendo,
me estéis Fortuna y Tiempo y tú burlando;

que, cuando el claro sol su luz mostrando,
voy sus mejillas de oro descubriendo,
me estaba la Fortuna a mí ofreciendo
la conquista, al mundo regalando.

Con aquesto también quisiste darme
cabellos, ojos, frente, manos, boca,
cual mil veces lo tuve deseado.

Más deshaz el agravio con mostrarme
esto despierto, porque injusto toca
pagar despierto mal con bien soñado.


A la Pobreza

Hambrienta, rota, inquieta, disgustada,
pálida, débil, triste y congojosa,
cortés, humilde, inútil, ingeniosa,
baja, ruin, civil, ocasionada;

de todo el mundo con razón odiada, 
de cuantas cosas miras, deseosa; 
en sujetos honrados, vergonzosa,
y en los que no lo son desvergonzada;

símbolo sin razón, sosa, afligida,
noche de la verdad y entendimiento,
ruïna del valor y la nobleza, 

riguroso verdugo de la vida 
y de las almas infernal tormento:
eres infame y mísera, Pobreza.

A [la] Franqueza

Subí como Dios sabe, y no podía,
hasta poner los pies de oro pensaba, 
pero como subir más deseaba,
poco lo que subí me parecía.

Mil ilícitos medios inquiría
y el deseo de arriba me ayudaba,
ambición y avaricia me guiaba
agarrando de todo cuanto vía.

Pero fue mi subir como cohete, 
que todo cuanto puede en la subida
emplea sin pensar que el bajar falta.

El Tiempo en mí cumplió lo que promete, 
y dio gran estallido mi caída

por ser pesado yo y la torre alta. 


viernes, 7 de noviembre de 2014

Una canción indignada de Miguel Bosé

SÍ SE PUEDE (Miguel Bosé)

Sí se puede, acostarse al despertarse
convencerse que la vida es sueño.
Sí se puede, dar aún menos de lo que es insuficiente
y vender que no habrá patria sin miseria ni hambre.

Sí se puede, claro que se puede
como ya blindado sabe el aforado que aquí nunca pasa nada.

Y apuntan al ciego, al blanco del ojo
y niegan la silla al enfermo y al cojo
Y mienten al diablo en cada promesa
y acusan al pobre de vivir en pobreza.

Sí se puede, ser invertebrado
como aún manda el centro a izquierda o derecha. 

Sí se puede mirar religiosamente al ciudadano
libre por natura y convertirle en un tarado.

Y disparan al ciego, justo al centro del ojo
y le roban la silla al enfermo y al cojo.
Y mienten al diablo dentro de cada promesa
y acusan al pobre de exhibir su pobreza

Y te armas de ira y cuando estalla paciencia 
te mamas y mandas el mundo entero a la mierda.

Y al día siguiente
solo en pleno domingo
lees en los titulares
siempre más y de lo mismo.

Y te cagas en todo
te frustras en vano
y te preguntas en qué momento todo esto se te fue de las manos

Y acabas rendido
desilustusiasmado (Juro que usa esta palabra, aquí la prueba)
rodeado de amigos y en familia atrapado.

domingo, 26 de octubre de 2014

Manuel Rivas, 21 gramos

Si, yo también me considero ciudadano del mundo. Pero cuando afirmo eso ante los aduaneros, me miran como a una cucaracha. No me queda otra que enseñarles el pasaporte y lo escrutan como si buscasen a un prófugo universal. Me siento Gregorio Samsa o el capitán Nemo. Me gustaría cambiar de pasaporte en cada viaje, como un viejo anarquista que conocí en Barcelona, Liberto, que tuvo otros cuarenta nombres. Esta temporada quisiera un pasaporte kurdo. No existe, pero existen los kurdos. Kurdos de Iraq, kurdos de Siria, kurdos de Irán, kurdos de Turquía. Entre otras cosas, ser kurdo significa que te den palizas históricas por los cuatro costados. Eso si que es una identidad. Machacados, gaseados, siguen hablando su lengua aunque se la corten. Ahora resisten en Kobanë, dan un ejemplo al planeta, a la geo-estupidez de las grandes potencias. Sorprende ver mujeres jóvenes en primera línea, un país invisible y cívico, frenando ese siniestro depredador, el Estado Islámico, sospechosamente cebado y armado. Así que cada día soy más kurdo. No pertenezco a la ONU: 193 países. Se calcula que el alma, ese pasaporte milenario, pesa 21 gramos. Cuando alguien muere y el alma zafa por el tejado, ese es el peso que pierde el cuerpo según una báscula de Ohio. Por lo tanto, un humano, pongamos 70 kilos, puede albergar 333 almas. Sin permiso de la ONU, albergo un alma kurda. En la infancia, enfermo, me regalaron un primer libro: El último mohicano. Fui Uncas, el mohicano. Fui armenio con Saroyan. Judío, con Primo Levi. De Chile, con Violeta. Haitiano, con Jacques Roumain. Mi hermana mayor, siempre por delante, iba trayendo esas almas, esos pasaportes. Y la casa se llenaba de gente. Esta temporada también me siento aprendiz de maestro mexicano. Pero no sé ni lo que peso. Qué horror.

viernes, 3 de octubre de 2014

La verdadera copla de La Dolores



Si vas a Calatayud,
pregunta por la Dolores,
que es una chica muy guapa
y amiga de hacer favores.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Cartas de amor

Jesús Espada ha ganado el Premio Internacional del III Concurso de Cartas de Amor celebrado en Cobisa (Toledo) con la carta de amor titulada «Por si mañana». Espada compitió en el apartado de «mejor carta de amor remitida desde cualquier otro lugar del mundo». Esta es la carta ganadora:

«Por si mañana» (Carta de un  enfermo de Alzheimer):

JESÚS ESPADA

Querida Julia:

Te escribo ahora, mientras duermes, por si mañana ya no fuera yo el que amanece a tu lado.
En estos viajes de ida y vuelta cada vez paso más tiempo al otro lado y en uno de ellos, ¿quién sabe?, temo que ya no habrá regreso.
Por si mañana ya no soy capaz de entender esto que me ocurre. Por si mañana ya no puedo decirte cómo admiro y valoro tu entereza, este empeño tuyo por estar a mi lado, tratando de hacerme feliz a pesar de todo, como siempre.
Por si mañana ya no fuera consciente de lo que haces. Cuando colocas papelitos en cada puerta para que no confunda la cocina con el baño; cuando consigues que acabemos riéndonos después de ponerme los zapatos sin calcetines; cuando te empeñas en mantener viva la conversación aunque yo me pierda en cada frase; cuando te acercas disimuladamente y me susurras al oído el nombre de uno de nuestros nietos; cuando respondes con ternura a estos arranques míos de ira que me asaltan, como si algo en mi interior se rebelase contra este destino que me atrapa.
Por esas y por tantas cosas. Por si mañana no recuerdo tu nombre, o el mío.
Por si mañana ya no pudiera darte las gracias. Por si mañana, Julia, no fuera capaz de decirte, aunque sea una última vez, que te quiero.
Tuyo siempre
T.A.M.R.».

En el apartado de carta local, la misiva ganadora ha sido «Penélope, amiga mía» y su autor es José Julián Uceta, profesor de la Escuela de Teatro de Cobisa.

«Penélope, amiga mía»

JOSÉ JULIÁN UCETA

Penélope, amiga mía:

Tú que sufres con la brutal honestidad, que temes las verdades más que las mentiras, te digo:

No te quiero.

Más vale vivir con una dura verdad que quedarse con la duda o vivir una falsa realidad; ese es el verdadero sufrimiento.

Debes saber que mi corazón está escondido en la trinchera, la última batalla lo dejó malherido, pensó que sería la vencida y solo fue pérdida de tiempo.

He de decirte que desistas, es inútil que lo intentes, he construido una fortaleza a mi alrededor esclavizando todos los bolígrafos de mi casa. Cada palabra escrita es un ladrillo, los sentimientos son el cemento y el tiempo es mi arquitecto.

Mi coraza es una obra descorazonada e injusta, lo sé, pero no quiero que la derribes, solo que la comprendas. Me ha costado mucho sufrimiento construirla y mucho más me costará deshacerme de ella.
Has sido egoísta, el culmen de tus sentimientos nos ha destrozado, ya no te reconozco cuando te miro a la cara. Siento que no queda de amistad entre nosotros, solo cenizas de un incendio provocado. Te desatas con conminaciones a modo de ráfaga en los sitios más inoportunos, haciendo imposible mi perdón.

Crees que nada sucederá después, pero siempre sucede, pues la vida no se detiene ni se para a esperarte. O sigues con ella aceptando y entendiendo sus mil manías o naufragas con tus mil locuras en tu realidad alternativa. No exijas condiciones, no somos nadie para hacerlo, solo somos polvo. Nada es tan bonito ni nada es tan triste, ni siquiera nuestra historia, simplemente es.

Te ruego, disculpa mi crudeza, mi rudeza y mi entereza; cuando el mundo cambie empezaré a fiarme de quien sea. Confundiste mi amistad, espero que sepas interpretar mejor esta misiva:

Quiéreme menos y quiéreme mejor.

Nunca tuyo,

E.L.»

miércoles, 9 de julio de 2014

En los campos de Flandes

Como recuerdo a quienes murieron en la I Guerra Mundial, he traducido "En los campos de Flandes", un célebre poema del cirujano y soldado John McCrae tras la segunda batalla de Yprés:

En los campos de Flandes

En los campos de Flandes
las amapolas se mecen
entre cruces fila tras fila
marcando nuestro sitio; y en el cielo
las alondras, todavía cantando con valentía, vuelan
apenas oyendo los cañones.
Somos los muertos. Hace cortos días
vivimos, sentimos amanecer, vimos rojos ocasos,
amamos y nos amaron y ahora yacemos
en los campos de Flandes.
Tomad nuestra lucha contra el enemigo:
en defecto de manos, os arrojamos
la antorcha; vuestra tarea es llevarla alta.
Si nos traiciona quien muera
no descansaremos, aunque surjan amapolas
en los campos de Flandes.

  
In Flanders Fields and Other Poems (1918)

    In Flanders fields
    In Flanders fields the poppies blow
          Between the crosses, row on row,
       That mark our place; and in the sky
       The larks, still bravely singing, fly
    Scarce heard amid the guns below.
    
    We are the Dead. Short days ago
    We lived, felt dawn, saw sunset glow,
       Loved and were loved, and now we lie
             In Flanders fields.
    
    Take up our quarrel with the foe:
    To you from failing hands we throw
       The torch; be yours to hold it high.
       If ye break faith with us who die
    We shall not sleep, though poppies grow
             In Flanders fields.

martes, 4 de marzo de 2014

Tal y como están las cosas

Tal y como están las cosas hoy en día, lo único realmente subversivo es la honestidad y la justicia, elementos necesarios para hallar la necesaria y valiosa verdad. Y, en cuanto a los secuestradores del pueblo honrado y trabajador (cuando le dejan), solo me cabe decir lo que el Conde de Salinas:

"Vacilando perseveran:
no son nada; si algo fueran
pudieran dejar de ser"

Diego de Silva y Mendoza, Antología poética (1564-1630). Madrid: Visor, p. 113.

lunes, 3 de febrero de 2014

¡Muera el señorito! de Rafael López de Haro (II)

El libro primero de ¡Muera el señorito!, del manchego Rafael López de Haro (por distracción dije era albaceteño, pero en realidad era un conquense de San Clemente) es el único que transcurre en El Pinoso, pueblo inexistente de Castilla la Nueva con el que López de Haro se figura uno manchego. Tras ser  nombrado secretario del alcalde, Eugenio se apiada de una mendiga deforme, la Chana, que con frecuencia es enviada al sotanillo del Ayuntamiento que con frecuencia hace de cárcel para borrachos y es donde se depositan todos los trastos del cementerio y demás. Le da una pequeña limosna. Esta muchacha

"Vivía en el arroyo de limosna y disputando a los perros, en los muladares, las piltrafas de carroña. Como era repugnante, insoportablemente repugnante, y como socorrerla era ocasionado a que volviese, la echaban a escobazos de las puertas y la apedreaban los chiquillos. Si alguien le daba una limosna, la perra chica o el mendrugo, se los arrojaban desde lejos. [...] Si conseguía alguna moneda, ella la empleaba en vino inmediatamente y el tabernero se lo echaba en un bote de lata de esos de las conservas que ella llevaba siempre..."

La agricultura no da a la mayoría sino para mantenerse:

"-El labraor -hablaba Evencio- es mísero desde que hace hasta que va a la tierra a mirar desde la tierra al cielo, que es lo propio que hizo en vida. La tierra es probe y no hace ricos. La labranza se mantiene a sí misma y de ahí no pasa. Si el año sale bien, has cogío pa mantenete, mantener el ganao y los gañanes y a malas penas pagar la contribución. Que venga un hielo o una nube o que le dé dolor a un arre que te costó cinco mil reales, pues ya estás atrampao [...] Si alguno se sostiene como nosotros es porque no tenemos un vicio, comemos menos que canarios y estamos día por día dende que sale el sol tras el jornalero. ¿Quién se levanta? ¿Quiénes son los ricos nuevos? El usurero, el tendero, el alambiquero, el contratista. ¿Labraores? Toos pa abajo." 

Su cuñado suele maltratar a su hermana, como le cuenta tía Justa, pero eso no debe trascender: que arda la casa y no salga el humo, como se suele decir. La falta de agua potable es tal que la gente apenas se lava, o cuanto más la ducha del polaco: cara, culo y sobaco. La poca que había era a treinta metros y era salobre. Se frega a los novios antes de casarse, solamente. Eugenio termina ecandalizado al enterarse por la mujer del jornalero despedido por el alcalde de que la mendiga deforme, la Chana, es en realidad medio hermana suya, hija de su padre y de una puta del lugar, que ha terminado trastornada tras seguir los pasos de su madre. Entre otros sucesos, contempla como el alcalde Ferreol logra apaciguar un motín popular por falta de pan y trabajo:

Eugenio miraba el campo desierto, la más leve señal de vida; campo espantablemente solo, raso, uniforme, mar muerto, de un color de sangre podrida; páramo soledoso de desesperante ilimitación. La mirada regresaba al espíritu como regresó el cuervo al arca de Noé. 

Decía el mayoral:

-Hogaño va a haber mucho de esto. El probe está sin albitrio. Naide manda hacer na. Hay mucha gente pará y hay mucha hambre. Antiguamente dice que había en toa esta redonda muchos pinares del rey y del común, y había ganaos de ovejas y la gente se remediaba mejor con el aquel de la leche y de la leña. Pero de pinos no ha quedao más que el nombre del pueblo. Too se ha arao pa sembral trigo, y el trigo no mantiene más que a unos pocos. Lo pior es que el trigo tampoco se va a dar, porque paice que el cielo se va agotando y cada año llueve menos y la seguía va a acabar con lo poco que quea.

Eugenio se fue a su obligación pensando que una raza así, que descuaja y desola su solar y que cada año padece las mismas viruelas, el mismo tifus, la misma sed y hambre y no cambia, es una triste raza. El derecho civil y el derecho político podían decir lo que quisieran. La verdad la dijo Aristóteles. Ver en cada figura humana un sujeto de derecho es una majadería. El sujeto de derecho no es cada hombre, es la Humanidad. [...]

Aquel día, bajo los soportales de la plaza, se habían congregado los sin trabajo. Eran muchos. Todos vestían, como uniformados, calzón, chaquetilla y chamarreta de colorines; todos se calzaban con el atadijo de las albarcas, especie de sandalias de suela, con cuyas correas sujetábanse pie y pierna envueltos en trapajos, trozos de arpillera o de manta vieja; llevaban casi todos monterillas de piel de cabrito o un pañuelo atado en forma especial, que les hacía como un pequeño turbante. y todos, sin excepción, traían sobre los hombros unas mantas de mulas, pardas, del mismo color de la tierra, que, al lado que caía a la derecha, estaban cosidas formando un fondo de saco, en donde llevarían oculta el hacha o tal vez el trabuco.

Venían al Ayuntamiento a pedir pan y trabajo. Eran una legión de hombres humildes, ignorantes y resignados, que llegaban a este extremo cuando llevaban dos o tres días sin comer. Sus rostros empalidecidos, sus ojos vidriados, aterraban. Esperándolos quedaban sus esposas descaecidas y sus pequeñuelos, llorando, clamando, exigiendo.

Don Ferreol resoplaba más que de costumbre. Don Ferreol se había comido toda la consignación del presupuesto para caminos vecinales, para policía urbana... Don Ferreol se había comido todo el presupuesto. ¿Qué iba a hacer ahora don Ferreol?

Subió al despacho de la Alcaldía una representación de los pedigüeños: la formaban los cuatro mas atrevidos y sueltos de lengua. Estos cuatro parlamentarios de la desesperación eran cuatro tipos sintéticos. El azadón los derrengó, les descuadernó los hombros y loes hundió el pecho; el cierzo les atezó la cara y el hambre les encendió los ojos y les afiló los dientes.

-¿Qué queréis, hijos míos?
-Pus ya lo sabe usté.
-¿Pan y trabajo? ¿Cuántos sois?
-Tuicos.
-Esto ya lo sabía yo; esto vuestro ya me lo tenía yo tragao. Hoy mismo escribo al Diputao y al Ministro pa que vengan recursos de arriba...
-De arriba, de arriba... -masculló uno de ellos-. Y en el entre tanto que contestan, la gente perece. Eso no pue ser, señor alcalde. Nusotros no golvemos a nuestras casas sin un piazo e pan pa los chicos. ¡No pue ser!
Los otros tres ratificaron:
-¡No pue ser!
Don Ferreol acudió al remedio de todos los años.
-Bueno, pues ir pasando por las boletas.

Los tagarotes de la secretaría, con la lista de contribuyentes, y pasando por alto, como es natural, a los parientes y amigos de don Ferreol, distribuyeron el ejército de famélicos. Cada propietario debía dar trabajo a los obreros que se le asignaban. Era un impuesto no votado en Cortes, pero que se pagaba sin protesta. Ante la fiera hambrienta, nadie osaba defenderse.

Poco a poco la turba miserable se iba disgregando. Con la papeleta de la Alcaldía en una mano y el hacha o el trabuco en la otra, bajo el cojín de la manta, iban llamando a las puertas.
-Este pueblo -pensaba Eugenio- o es de borregos o es de lobos. De hombres no es. (Muera el señorito, Barcelona: Ramón Sopena, 1917, p. 110-112)

Tía Justa se muere de uremia, enfermedad de la vejiga, pero en realidad de muere de vergüenza o pudor, ese pudor tan español que es superior al instinto de conservación y que le impedía ir al médico o dejarse visitar por él. Y aquí termina el libro primero, único que trata sobre el pueblo manchego., y se traslada de la intrahistoria a la metahistoria de Madrid. Allí estudia Derecho y hace algunos amigos como Torralva (sic), que le dice cosas como estas:

Trabajar siempre fue carga de los viles, de los esclavos. El que trabaja hace profesión servil. ¡Déjate de eso! ¿Conoces a alguien que haya hecho gran fortuna trabajando? Para dominar, para ser rico, es necesario tener talento, que no se obtiene trabajando, o suerte, que es holgazana. Un hombre trabajando puede, afanosamente, ahorrar en sesenta años una miseria. Un gran capital no se hace trabajando: se hace traficando, negociando, que no es lo mismo. El tenedor de libros de cualquier triunfador de esos que conquistan el trono de reyes del carbón o del sulfato de cobre ha trabajado más que su amo. Creo que me hago entender. Trabajar, en suma, no es un camino que lleve a parte alguna; es un camino de noria que no conduce a ninguna parte. ¡No trabajes, Eugenio! ¡Conquista!

Me parece que la política española está llena de conquistadores. Así nos va.

miércoles, 15 de enero de 2014

El karma y el Evangelio

Todo el mundo ha oído hablar de Lázaro, el amigo de Jesús; pero hay otro lázaro en los Evangelios que es el sujeto de una parábola muy oscura y aterradora, que tiene mucho en común con el karma y el cielo y el infierno de los budistas (quizá sea de origen oriental). Corresponde a este pasaje de Lucas XVI, 19-31 (uso la versión protestante de la Biblia Reina-Valera revisada en 1960)

El rico y Lázaro

19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.

20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,

21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.

22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.

23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.

24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.

25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.

26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.

27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,

28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.

29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.

30 Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.

31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.

viernes, 3 de enero de 2014

Galdós ha levantado la cabeza, ha dicho lo mismo que en 1912, y se ha vuelto a morir.

"Los políticos se constituirán en casta, dividiéndose hipócritas en dos bandos igualmente dinásticos e igualmente estériles, sin otro móvil que tejer y destejer la jerga de sus provechos particulares en el telar burocrático. No harán nada fecundo; no crearán una Nación [...] Alarmante es la palabra Revolución. Pero si no inventáis otra menos aterradora, no tendréis más remedio que usarla los que no queráis morir de la honda caquexia que invade el cansado cuerpo de tu Nación. Declaraos revolucionarios, díscolos si os parece mejor esta palabra, contumaces en la rebeldía. En la situación a que llegaréis andando los años, el ideal revolucionario, la actitud indómita si queréis, constituirán el único síntoma de vida. Siga el lenguaje de los bobos llamando paz a lo que en realidad es consunción y acabamiento [...] Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, paupérrima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos…"

Benito Perez Galdós, Cánovas, 1912.

¡Qué bien veía! ¡Y eso que estaba ciego!

lunes, 30 de diciembre de 2013

El poema del periodista

Rudyard Kipling:

I keep six honest serving-men
(they taught me all I knew);
their names are What and Why and When
and How and Where and Who.

A seis honestos servidores sigo
que me enseñaron cuanto he sabido;
sus nombres son Qué, Por qué,
Cuándo y Cómo, Dónde y Quién.

viernes, 4 de octubre de 2013

Microrrelato premiado

El francotirador, de Armando Macchia

Todos los días, mientras esperaba el ómnibus, un niño me apuntaba desde un balcón con el dedo, y gatillaba como un rito su arma imaginaria, gritándome “¡bang, bang!”. Un día, solo por seguirle el rutinario juego, también yo le apunté con mi dedo, gritándole “¡bang, bang!”. El niño cayó a la calle como fulminado. Salí corriendo hacia él, y vi que entreabría sus ojitos y me miraba aturdido. Desesperado le dije “pero yo solo repetí lo mismo que tú me hacías a mí”. Entonces me respondió compungido: “sí señor, pero yo no tiraba a matar”.