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domingo, 5 de mayo de 2024

Un buen artículo biográfico sobre el medievalista Ernst Robert Curtius

 


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Lara Vilà

ERNST ROBERT CURTIUS

(Thann 1886 – Roma 1956)

Hablar de Ernst Robert Curtius significa hablar de Literatura Europea y Edad Media latina, una obra que, saludada por muchos como un monumento de la medievalística de este siglo, detractada por otros a causa de la rigidez y el carácter incompleto de parte de sus bases teóricas, posee, por ese mismo carácter polémico, todos los ingredientes propios de un clásico de su género. Su tesis central, la de la continuidad de la cultura occidental –entiéndase, europea- basada en un concepto de latinidad que incluye, no sólo a las literaturas en lenguas romances, sino también a su mismo país de origen, Alemania, es el resultado de una vida dedicada al estudio de la literatura desde los más diversos frentes, ya que en la trayectoria de este intelectual alemán cabe no sólo hablar de literatura medieval y de filología sino también de literatura moderna y de crítica.

Ernst Robert Curtius nace en Alsacia durante uno de los períodos de gobierno alemán del territorio, en el seno de una familia aristocrática, vinculada a la burocracia y al mundo académico del momento. Ernst Curtius (1814-1896), abuelo de nuestro biografiado, fue uno de sus miembros más ilustres. Famoso historiador y arqueólogo, y tutor durante un breve periodo de tiempo del príncipe de Prussia, dirigió las excavaciones en Olímpia y fue el descubridor del Hermes de Praxíteles. Su obra Geschichte Griechenlands, una introducción a la cultura griega escrita para el gran público, levantó protestas entre los académicos alemanes, algo que, pasados los años, habría de sufrir su nieto por sus primeras obras. La madre de Ernst Robert era la condesa Erlach-Hindelbank, miembro de una familia patricia de Suiza, y su padre, Friedrich, además de funcionario, era el director de la Iglesia luterana en Alsacia. En sus memorias, Friedrich Curtius expresa el deseo de que Alsacia, que compartía la lengua y la cultura de dos pueblos, se convirtiera en una intermediaria entre ambos, sentimiento que heredó su hijo y que expresó en sus primeras obras. 

En 1904, Curtius estudia sánscrito y filología comparada en Berlín. Fue, sin embargo, en Estrasburgo y a través de su maestro Gustav Gröber (1844-1911) como descubrió su vocación. Éste, discípulo de Adolf Ebert (1820-1890), fue el primero entre los filólogos modernos que desarrolló de manera crítica y sistemática el concepto de literatura medieval y se interesó en demostrar la influencia de la literatura latina medieval en las incipientes literaturas en romance. Interesado también en la literatura francesa moderna y en la crítica literaria, sentía que era una especie de mediador entre Francia y Alemania cuya misión era hacer comprender la herencia francesa a Alemania. Estos intereses son el génesis de una vasta obra que no llegó a terminar, el Grundiss der romanischen Philologie, y que transmitió a su discípulo. Bajo la dirección de Gröber, Curtius publica en 1911 su tesis doctoral, una edición de una adaptación del Libro de los Reyes en francés antiguo. 

 Después de la muerte de Gröber, Curtius se aparta de las enseñanzas sobre filología y literatura medieval de éste debido a su entusiasmo por la literatura francesa moderna y dedica sus esfuerzos al periodismo, sintiéndose atraído por la Nouvelle Révue Française. Entre 1910 y 1930, la mayoría de sus escritos tratan sobre literatura francesa moderna. Sus esfuerzos como intérprete de la cultura francesa llamaron la atención del matrimonio Mayrisch, magnates industriales interesados en las relaciones europeas. Invitado a su residencia en Colpach, entabló amistad con escritores como André Gide y Jacques Rivière. Estas relaciones hicieron que fuera invitado a asistir y participar en Pontigny a las famosas décades, acompañado en una ocasión por el filósofo Max Scheler (1874-1928) donde se reunían artistas y estudiosos europeos de diversas nacionalidades. Para el entonces joven alemán, estas reuniones significaban un contacto íntimo y directo con la elite intelectual francesa.

Mis primeros trabajos trataban de literatura francesa. Lo que la poesía es puede aprenderse de la antigüedad, de España, Inglaterra, Alemania. Pero lo que es la literatura sólo puede aprenderse de Francia. [prefacio a sus Ensayos de Literatura europea, en PG, 609]

 Sus ensayos sobre literatura francesa moderna ponen ya de relieve el interés del joven Curtius por la tradición occidental. No existe contradicción entre ellos y los posteriores sobre la Edad Media, puesto que todos expresan un idéntico interés.

Mi preocupación ha sido siempre la misma: la conciencia de Europa y la tradición de Occidente. [PG, 610]

 En este periodo de juventud, además de la influencia de Gröber, es fundamental su relación con Friedrich Gundolf que le puso en contacto con el poeta Stefan George, quien ejerció una gran influencia sobre Curtius. La influencia del poeta y su círculo y las doctrinas estéticas expresadas en la NRF expresaban una preocupación común por un renacimiento espiritual, que, en el caso de Curtius, debía mucho a la propia tradición familiar.

Por las tardes leo, para mis propios fines, algunas de las cartas del abuelo de su periodo en Bonn para ser transportado a una atmósfera de hermosa pureza .... En su vida existen una armonía y una simplicidad perfectas que hoy nos está negada. Somos demasiado diferentes, hemos leído y nos hemos familiarizado con demasiadas cosas –con la sabiduría inglesa, la francesa, la moderna, incluso con la eslava y la oriental. ¿De qué manera nos ayuda todo esto a conseguir una integración de la personalidad similar a la suya? [carta escrita a su madre desde Bonn, 28 de enero de 1917, en PG, 601]

  Este ansia de renovación espiritual coexistía con un deseo de reforma en el terreno académico al que Curtius pertenecía gracias a su cargo de profesor en la universidad de Bonn desde 1914 donde daba clases sobre literatura francesa moderna, una asignatura bastante inusual en la Alemania de la época. Esta reforma académica fue impulsada en 1919 por el entonces Ministro de Cultura, Carl Heinrich Becker, que deseaba acercar a las universidades a la vida nacional y hacer que el profesorado llegara a un mayor público. Curtius se entusiasmó con el proyecto, que ponía de manifiesto, contra la crisis cultural, un deseo de síntesis, de reconciliación de las distintas nacionalidades en un ideal de comunidad internacional. Estas ideas no eran compartidas por Stefan George, y ello hizo que se negara a interceder en la publicación de la obra de Curtius Die literarischen Wegbereiter des neuen Frankreichs, el volumen que recogía algunos de sus ensayos críticos sobre literatura francesa. Poco a poco, se fue distanciando del círculo de George y de la NRF y empezó a interesarse en la literatura inglesa. La publicación de un artículo sobre el Ulises de Joyce y la traducción al alemán de The Waste Land de T.S. Eliot fueron el primer paso de la relación que mantuvo con éste último, al tiempo que cierran la etapa marcada por la “centralidad francesa” de su obra y el retorno al estudio de la Edad Media. 

Gracias a esta primera etapa, Curtius se convirtió en un intelectual europeo, entre cuyas amistades podían contarse, además de los ya citados, a Jean-Paul Sartre, Stephen Spender y Thomas Mann. Se trataba de una persona independiente que creía firmemente en una cultura común de Occidente frente los nacionalismos extremos, lo que le valió las antipatías de sus colegas que no impidieron, sin embargo, que ganara la cátedra de Literatura Romance de la Universidad de Bonn gracias a la intervención de Carl Becker, interesado en la elección de un liberal que apoyara a la república de Weimar, cargo que ocupó hasta que se retiró en 1951. Su dedicación, durante su juventud, al periodismo y a la literatura francesa moderna le valieron la oposición de sus colegas más académicos. La visión que él mismo tenía sobre su persona y su  obra estaba alejada de los círculos universitarios más ortodoxos.

Personalmente, incluso el mundo de la erudición académica no ocupa para mí la elevada posición que reclaman mis colegas. A medida que envejezco, mayor es mi sentimiento de que no pertenezco a él. (...) Quiero ser libre para bañarme en el Neckar en las animadas noches de verano o para ver a mis amigos incluso si hay miles de reuniones o de conferencias esa misma tarde (...) Para mí, el cosmos de la mente no es un museo sino un jardín por el que pasear y del que recoger los frutos. [en PG, 605]

 Sus creencias políticas estaban íntimamente relacionadas al terreno de sus intereses culturales. En el sentido estricto del término, Curtius no se sentía interesado en la política, lo que no significa que se abstuviera de hacer comentarios políticos. Más bien, lo que no le interesaban eran los partidos políticos. En una carta dirigida a su madre en 1918 desde Bonn, por ejemplo, escribe:

Aquí todo el mundo está creando partidos políticos... Naturalmente no me inclino por ninguno. Todos dicen más o menos lo mismo a través de sus usados eslóganes. Los Conservadores carecen de atractivo y no poseen ninguna libertad de espíritu, los Demócratas son estéticamente imposibles. Del Centro podrían decirse muchas cosas en su favor, pero es básicamente anti-protestante, intolerante... Por supuesto, uno debe, y así lo haré, votar por los Demócratas. Pero nunca llegaré a tener una participación plena en la política. [30 de diciembre de 1918, en PG, 603]

 Estas palabras reflejan los pensamientos de la clase a la que Curtius pertenecía y están marcadas por un sentimiento elitista del que el autor haría gala a lo largo de toda su vida y que se reflejó en todas sus obras, especialmente en Literatura Europea y Edad Media Latina. La lectura de Ortega y Gasset y su relación con éste le proporcionan una visión de la sociedad expresada en La rebelión de las masas que él considera paralela a la situación de Alemania durante la victoria del nazismo, un periodo marcado por un nacionalismo extremo y la ascensión de las masas al poder, algo que Curtius consideraba un signo de la barbarie, de la crisis que estaba sufriendo Europa. Su antipatía por los partidos políticos y por los movimientos de masas contrastan con su creencia en una aristocracia del intelecto. Estas consideraciones son la génesis del panfleto Deutscher Geist in Gefahr (1932), en el que aboga por un nuevo humanismo cuyos enemigos son tanto los movimientos de extrema izquierda como los fascismos nacionalistas. Curtius cree firmemente en una solución liberal-conservadora que debe ser llevada a cabo por las minorías intelectuales, indispensables para la democracia. Contra el nacionalismo teutónico de los nazis, recupera la figura de Carlomagno cuyo imperio representa el nexo de unión entre Alemania y Roma, el símbolo de la unidad cultural de Occidente que había entrado en decadencia durante años de crisis y que sólo el nuevo humanismo, entendido como una postura intelectual y política, podía curar. Éste es el auténtico patriotismo, declara, y Goethe es su personificación más auténtica.

 La publicación de este panfleto tuvo consecuencias negativas para Curtius. Los nazis condenaron públicamente la obra, alegando que su autor, a causa de su contacto con los judíos no había sido capaz de comprender las bases biológicas de la cultura alemana. A pesar de su carácter cultural e intelectual, los nazis consideraron que se trataba, efectivamente, de una obra política. Cuando Hitler llegó al poder en 1933 la posición de Curtius era incierta. Sin embargo, a pesar de su europeísmo nunca se sintió cómodo en otro país que no fuera Alemania y no se exilió. Tenía la creencia de que los buenos europeos y anti-nazis que no eran ni judíos ni comunistas entre la profesión docente proscrita tenían la obligación moral de quedarse en el país para llevar a cabo una resistencia sutil al nazismo desde el interior. Curtius era un hombre sospechoso para el régimen nazi. En 1944, el agente político destinado a la universidad de Bonn seguía enviando informes confidenciales sobre su persona en los que afirmaba que se trataba de un “liberal” y de un manifiesto anti-nazi. Al tiempo que intentaba mantenerse públicamente al margen de cualquier problema político tuvo un gesto que podía haberle costado su puesto y posiblemente su vida, al esconder, en colaboración con un colega, a un secretario judío en el departamento hasta el final de la guerra. 

Un testimonio único de la vida del autor durante ese periodo de resistencia lo constituye la correspondencia mantenida con Gertrud Bing (1892-1964), asistente personal de Aby Warburg en los últimos años de la vida de éste y más tarde directora del Instituto Warburg de Londres, a la que conoció en Roma en el invierno de 1928. Durante la era nazi, Curtius y su esposa conseguían pasar una temporada en el extranjero cada año, a veces tras graves dificultades. Los lugares de destino solían ser Italia, Suiza y Luxemburgo, donde Curtius sentía que podía comunicarse libremente y desde donde aumentaba el número de cartas dirigidas a Gertrud Bing, a la que solía dirigirse como “Liebste Bingine” (querida Bingine) o como “Fräulein Doctor”. 

Al igual que usted, sufro por la manera como ha empeorado la situación en Alemania y en Austria. Es como una tuerca que se aprieta cada vez más. (...) A veces, uno se siente como si su alma se hubiera debilitado y tuviera que armarse de valor para permanecer activo. Cada vez hay más amigos que emigran a los Estados Unidos –y cada vez resulta más incierto si volveremos a vernos o si podremos mantenernos en contacto. Tan hermosa como ha sido esta estancia en Mürren, esta vez, también, la idea de volver a casa es como una pesadilla. En Alemania uno siente que esta pesadilla es menor, especialmente si se dedica a investigaciones diversas en campos que no han sido nunca explorados, y, de este modo, tiene la ilusión de que sea lo que sea lo que uno está haciendo resulta de la mayor importancia para la república del conocimiento. [Agosto de 1938, en PD, 1106]

 En algunas de las cartas se vislumbra la nostalgia de Curtius por tiempos mejores, de paz, al tiempo que se lamenta amargamente por su difícil situación que le acarrea también disgustos en el terreno académico.

Desde ayer disfrutamos de una tranquilidad apacible aquí [en Luxemburgo] –y de libertad democrática. Cada vez que cruzamos la frontera respiramos de nuevo (...)  Estamos tan “socializados” que ya no podremos viajar al extranjero de nuevo.... Me resulta opresivo el hecho de estar aislado de otras tierras. Acaba de quedar vacante una cátedra de literatura francesa en Basel. Pero nadie parece pensar en mí. [Julio de 1936, en PD, 1105]

  La dificultad de su situación hace que conseguir los libros necesarios para continuar sus investigaciones se convierta en toda una odisea. Gracias a su relación con Gertrude Bing pone remedio a algunas de estas necesidades aunque, eso sí, consciente de ser espiado por agentes nazis como muy bien demuestra la siguiente misiva, enviada desde Luxemburgo:

Por favor, sea tan amable decirme en Bonn de cuanto dispongo [para comprar libros ingleses], pero, como precaución, no mencione ni libras ni peniques, sólo quilómetros. La disposición novelística de esta factura de quilómetros, la dejo a su imaginación. [en PD, 1106]

A medida que avanzan sus investigaciones sobre la Edad Media latina, los pensamientos de Curtius se vuelven cada vez más hacia la obra de Aby Warburg quien, junto a Jung y Hoffmansthal, es una de las influencias reconocidas más destacadas de Literatura Europea y Edad Media Latina. En una de las cartas expresa su deuda teórica e intelectual con él, al que dedicó, juntamente con Gröber, la que habría de ser su obra más famosa.

Cuando reflexiono sobre lo que significa Warburg para mí en este momento, no necesito ni pensar en lo que habría significado si lo hubiera conocido diez años antes. [Enero de 1935, en PD, 1105] 

A partir de 1937 vio reducida sus horas lectivas dedicadas a la literatura francesa contemporánea, que se consideraba una asignatura provocativa, y se concentró en sus estudios sobre literatura medieval latina. 

Divido mi tiempo entre largos paseos y la lectura, y la lectura entre los autores antiguos y Tauchnitz [libros de bolsillo]. Pero los antiguos resultan mucho más entretenidos. Lamento haber desperdiciado tanta energía estudiando durante décadas a los modernos. En cualquier caso, uno nunca es libre en la elección del propio camino sino que sigue a un guía espiritual más o menos ciego. [Agosto de 1938, en PD, 1106]

Alejado por la situación política de sus intereses más inmediatos, fue paradójicamente la amenaza nazi la que le hizo regresar a la filología románica y a la herencia de Gröber. Tras la guerra Curtius se sentía amargado y deprimido. Había perdido la fe en la izquierda europea y se sentía preocupado por el futuro de la civilización occidental y de la tradición humanista alemana en particular. Lentamente, a medida que reanudaba sus clases y al tiempo que las penurias, no sólo intelectuales, sufridas durante el periodo de entreguerras y la guerra quedaban atrás, recobró su confianza y decidió utilizar las investigaciones sobre literatura medieval a las que se había dedicado durante el nazismo para escribir un libro que fuera un llamamiento en favor de lo que amaba: la tradición humanística y la continuidad de la civilización europea cuyo nexo es la latinidad: Literatura Europea y Edad Media latina (1948). En ella podría decirse que culmina la trayectoria intelectual personal iniciada con sus estudios sobre literatura francesa moderna, una trayectoria siempre guiada por un europeísmo manifiesto.

Mi libro (...) nació de un espíritu preocupado por la preservación de la cultura occidental (...) Me he esforzado por poner de manifiesto su unidad en el espacio y en el tiempo, sirviéndome de métodos nuevos. En el caos espiritual de la época presente, se ha hecho necesario –y también posible- demostrar esa unidad de las tradiciones culturales de Occidente. Pero ello sólo puede realizarse partiendo de un punto de vista universal: la latinidad nos ofrece justamente ese punto de vista. El latín fue la lengua cultural de los trece siglos que median entre Virgilio y Dante. Sin ese trasfondo latino es imposible entender las literaturas vulgares de la Edad Media. [LEEML, 10]

 Curtius creía firmemente que la afirmación de la continuidad y la homogeneidad de ideas en la Edad media y en la cultura europea en general impediría que volviera repetirse la situación que vivió Alemania durante los años 30. Amaba la estabilidad cultural y la continuidad intelectual absoluta porque consideraba que la cultura era frágil y difícil de preservar, lo que explica también su aversión por la ideología.

 La Edad Media latina es el puente que une al mundo antiguo con el moderno y la retórica y el estudio histórico de la tópica llevado a cabo en Literatura Europea es el vínculo entre la expresión pagana y la cristiana. La tradición retórica era la clave de la comprensión del progreso de la vida literaria occidental, a la que estaba vinculada Alemania a través del imperio carolingio. La Cristiandad, Roma y Alemania constituyen el centro neurálgico de la totalidad de la obra (y de la vida) de Curtius. En este sentido, el propio sentido religioso del autor enlaza perfectamente con su trayectoria personal. A lo largo de su vida mantuvo una profunda fe cristiana, no ajena al entorno familiar paterno, convencido de que la religión era una señal “de una humanidad elevada, de lo heroico y de lo sagrado” [en PG, 615]. En una carta a Max Rychner expresa, en términos en parte religiosos, sus presuposiciones intelectuales:

Soy una persona extremadamente ortodoxa, y que se siente únicamente cómoda con aquello que está determinado. Me resulta suficiente reconocer, con un amor incondicional, los arquetipos predeterminados del intelecto para los que nací. [1923, en PG, 603]

Su religiosidad le acercó a personajes como Claudel, Péguy, y contribuyó en su relación con autores como Eliot, Rolland y André Gide y en el vínculo epistolar que estableció con Jean de Menasce, un dominico a quien Curtius hacía frecuentes consultas de tipo teológico, y cuya influencia en Literatura Europea ha sido pocas veces señalada. Como centro de esa relación intelectual con escritores de diversas nacionalidades hay que hablar del sentimiento de pertenecer a una pequeña comunidad de autores dotados, un sentimiento que no desapareció a pesar de las vicisitudes de aquellos años, y que le hacían creer, como expresó en una carta a Eliot, en la creación de un “directorio secreto para la política cultural occidental” [en PG, 619], que es también el producto de una generación que alcanzó la madurez en los años veinte. Incluso la afirmación de que su obra Literatura Europea no está escrita para especialistas sino para los amantes de la literatura no debe tomarse en el sentido estricto, pues para Curtius esas personas no son sino el círculo selecto de sus pares, los intelectuales. La obra es un credo que conjuga los temas fundamentales y las influencias dominantes de la vida de un alemán cosmopolita.

Entre esas influencias, una de las mayores es, sin duda, Roma, la Roma imperial cantada por Virgilio, que le hizo abandonar la poesía moderna. Aficionado a dar largos paseos y al excursionismo, Curtius convirtió a Roma en un centro de peregrinación personal ya desde su primera visita a la ciudad eterna.

¡Qué puedo decirte de Roma! Todas las capas de mi formación, sedimentadas con lentitud, han sido removidas, divididas. La esfera de mi espíritu ha sido arada y germinada de nuevo por completo. Roma me ha hecho todo esto. Todo en mí es desorden y aún no sé qué va a suceder. Puedes estar seguro de que jamás volveré a experimentar una revelación semejante, un cambio de gravedad igual. [carta a Gundolf, 1912, en AE, 125]

 Para Curtius, Roma es el símbolo de la promesa de una paz ordenada e ininterrumpida, precisamente el objeto de su vida y sus escritos. El estado intelectual ideal con el que soñaba es el frágil fruto de “una nostalgia romántica purificada por la disciplina clásica” [AE, 128]. La demostración de su herencia en occidente y su preservación es el objeto, no sólo de de Literatura Europea, sino de la totalidad de su obra. La publicación del primer capítulo en el periódico Merkur en 1947, sin embargo, no estuvo exento de polémica, algo que habría de perseguir, y persigue aún, a la obra y que preocupaba a Curtius. 

 Amante del estudio y la investigación, tras haber publicado su obra más famosa, sigue dedicándose a su trabajo incansablemente. En su cabeza hay grandes proyectos que teme no poder terminar dada su edad.

Hay muchos proyectos literarios y de investigación que me rodean como almas que desean apoderarse de un cuerpo. Trabajo sin descanso –y con pasión. Tengo dos nuevos libros en preparación. (...) Las materias de las que trato son de una especie tal que sólo yo puedo tratarlas y sólo yo puedo resolverlas. Ya tengo casi 63 años. ¿Hasta cuándo podré seguir trabajando? [carta a Gertrude Bing, 1949, en PD, 1106]

 Sus temores no resultaban infundados. Curtius no tardó muchos años en morir. A los 70 años, durante una estancia en Roma, y dejando inconclusos algunos de esos proyectos.

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Bibliografía sobre Ernst Robert Curtius

 ANTONELLI, Roberto,”Filologia e modernità”, Letteratura europea e Medio Evo latino, La Nuova Italia Editrice, Firenze, 1992.[RA]

CANTOR, Norman F., Inventing the Middle Ages. The Lives, Works, and Ideas of the Great Medievalists of the Twentieth Century, William Morrow and company, Inc., New york, 1991 [NC].

DÍAZ Y DÍAZ, Manuel C., “Imagen de España en E.R. Curtius”, Ernst Robert Curtius. Werk, Wirkung, Zukunftsperpectiven, Sonderdruck, Heidelberg, 1989 [DD].

DRONKE, Peter, “Curtius as medievalist and modernist”, Times Literary Suplement, October 3 (1980), pp. 1103-1106 [PD].

EVANS, Jr., Arthur R., “Ernst Robert Curtius”, On Four Modern Humanists, Arthur R. Evans, Jr. (ed.), Princeton Essays in European and Comparative Literature, Princeton University Press, princeton, New Jersey, 1970 [AE].

GODMAN, Peter, “The Ideas of Ernst Robert Curtius and the Genesis of ELLMA”, Epilogue to European Literature and the Latin Middle Ages, Princeton, 1990 [PG].

LIDA, María Rosa, “Perduración de la literatura antigua en Occidente. A propósito de Ernst Robert Curtius, Europäische Literatur und lateinisches Mittelalter”, en La tradición clásica en España, Ariel, Letras e Ideas, Barcelona, 1975. [MRL]

RUBIO TOVAR, Joaquín, “Cincuenta años de Literatura europea y Edad Media latina de E.R. Curtius (1948-1998), ¿

Bibliografía de Ernst Robert Curtius

Quatre livre des Reis (1911)

Die literarischen Wegbereiter des neuen Frankreischs (1919)

Deutscher Geist in Gefahr (1932)

Literatura europea y Edad Media latina (1948)

Gesammelte aufsätze zur Romanischen Philologie (1960)

domingo, 14 de abril de 2024

Escribir la oralidad

Juárez Casanova y Noelia Ramírez, "Escribir como se habla: así es la nueva tendencia en la literatura española", en Babelia, 23 de abril de 2023:

Oralidad deliberada, anarquía ortográfica y bilingüismo sin complejos. Del éxito de Andrea Abreu al debut de Greta García, una nueva hornada de autores revienta el canon en sus ficciones

“En mi vida he tenío tres grandes aspiraciones: ser bailarina, matar a gente y tener un ano enorme donde metérmelo to”, piensa Pili, la protagonista de Solo quería bailar (Tránsito), el debut de Greta García (Sevilla, 1992), desde su celda en Alcalá de Guadaíra. “No hay mejor disfraz que una buena corbata, diu el meu pare, i com que jo ni pintallavis ni talons, potser se’m veu el llautó de tarada que xiscla, acarnissada, RAJOY, I HATE YOU MARICÓN”, reflexiona en la misma frase Alba, la apática heroína barcelonesa de Consum preferent (Anagrama), primera novela de Andrea Genovart (Barcelona, 1993), combinando castellano, catalán e inglés.

A Aída, la pequeña tinerfeña sobre la que orbita la narración en tercera persona de Leche condensada (Caballo de Troya) —”La única niña que no chinga a los niños con lo último de la Coca Cola que queda enjediondada”—, le gustan los Pokémon tipo agua y sabe, porque se lo dijo la pediatra, que “no se puede huir de la ansiedad, solo afrontarla”, como relata su autora, Aida González Rossi (Santa Cruz de Tenerife, 1995). “Puedo compartir todo contigo mi cuchilla mi desodorante mi dinero si lo necesitas (no hay prisa por devolverlo) pero sé con certeza que no he querido hablar de lo importante que no he querido resolver mis dudas por minúsculas que fueran te masturbarías conmigo mirándote?”, escribe Luis Díaz (Alcalá de Henares, 1994) en Los bloques naranjas (Caballo de Troya), descodificando las señales camufladas en la homosocialización masculina de barrio.

"Da la impresión de que escribimos como hablamos, pero todo es técnica”, Andrea Genovart

Los libros citados tienen muchos rasgos en común. No usan comas ni puntos ni mayúsculas, adoptan la lengua oral como modelo y toman prestadas expresiones en otras lenguas, ya sean cooficiales o extranjeras, de manera desacomplejada. Todos están firmados por debutantes que han asaltado las librerías con pocos meses de diferencia con una prosa frenética, caleidoscópica, anárquica y (estudiadamente) espontánea. Esta nueva hornada de autoras y autores sin aparente nexo común ha vomitado novelas que parecen escritas sin coger aire, con la voluntad de reventar el canon y una ortografía disidente, situada al margen de las reglas de la RAE. No se trata, en realidad, de un fenómeno estrictamente nuevo. “Respecto a las reglas, una vez aprendidas, procuro olvidarme”, escribió Montserrat Roig contra la “hipocresía lingüística” de un panorama que “encerraba a las palabras sin dejarlas volar” unos pocos años antes de que todos estos autores nacieran. Más de tres décadas después, los recién llegados ya no temen alejarse de la pureza léxica en sus textos, de manera mucho más tímida que sus predecesores.

ALBERT GARCÍA

En los últimos años, autores de otras generaciones ya han experimentado con la palabra hablada en sus libros. Por ejemplo, Fernando Aramburu con los verbos conjugados a la donostiarra en Patria o la reciente Hijos de la fábula, Carlos Zanón con las expresiones barcelonesas en ­Taxi y, de una manera distinta, Cristina Morales al deconstruir los usos orales del lenguaje políticamente correcto en Lectura fácil. Pero estos debutantes van más allá y derrocan barreras invisibles a sus ojos.

Están las que, como Greta García, afirman “no haber tenido apuro ninguno” al abrazarse al Êttandâ Pal Andalûh (EPA), la ortografía no oficial del castellano creada en 2018 por el colectivo del mismo nombre para adaptarse a los dialectos andaluces, un estilo al que se acogen otros artistas como Alberto Cortés en sus textos para el teatro. García empezó aplicando la EPA únicamente a los diálogos, pero decidió ampliar su uso a todo el texto de Solo quería bailar. Su idea consistía en “aportar más teatralidad, cadencia y un palabrerío sevillano” a esta tragicomedia de una bailarina con la sensación de ser la más mediocre y de haberse tragado “toíta la mierda como una buena garganta profunda” al verse condenada a 30 años de prisión por atentar contra una oficina de Hacienda.

La sevillana confiesa estar leyendo en estos momentos Leche condensada, el debut en novela de la también poeta Aida González Rossi. En el libro, la escritora retuerce el dialecto tinerfeño “porque el lenguaje es tan rico y manejable como un bote de plastilina”. Y defiende haberse grabado a fuego la norma de Elena Ferrante sobre el hecho de tener una estructura clara del texto para después embarullarlo. “Lo mío es darme una habitación propia para proceder a destrozarla”, cuenta al otro lado del teléfono.

CLAUDIO ÁLVAREZ

Orgullosa de que se la compare con Panza de burro —la novela de Andrea Abreu sobre la cultura canaria quinqui de los dos mil que se convirtió en un fenómeno editorial, se tradujo a múltiples idiomas y descubrió a los peninsulares qué significaba “estregarse” o tener una “amiga jarrapa”—, la de García Rossi es la primera novela de la etapa de Sabina Urraca como editora invitada del sello Caballo de Troya. En su programación para este año, Urraca también ha seleccionado el texto sin comas ni puntos de Luis Díaz y otro repleto de laísmos y leísmos que narra María José Hasta (Huesca, 1989) en Se te oscurece el pelo, que saldrá a la venta en mayo. Y que se lee, como defiende su autora, “como si escucharas una tonadilla y afinaras el oído para entender la letra”.

"Los fascistas del lenguaje están alrededor, pero también en nosotras mismas” Sabina Urraca

Para Urraca, limitarse a las reglas que dicta el canon da más asfixia que alivio. Todavía recuerda cuánto lloró al ver su primer texto impreso a sus 25 años, cuando una revista literaria publicó un cuento suyo que simulaba un chat de personas que hablaban sobre mascotas y que estaba escrito respetando la jerga del canal, con expresiones diversas y faltas de ortografía. “Me lo corrigieron todo. Me lo tradujeron al español de la RAE. A veces siento que con mi labor editorial de buscar y editar a personas que escriben libremente, que usan el lenguaje como juego y disfrute, y no como cárcel a la que adaptarse, estoy vengando esa faena horrible que me hicieron hace años”, reconoce.

La editora asegura que estamos rodeados de “fascistas del lenguaje” y que su influjo nos ha llegado a envenenar el cuerpo. “Hay que tener cuidado, porque está alrededor, pero también en nosotras mismas: está en la creencia, más arraigada de lo que pueda pensarse, de que el español de España —que yo me pregunto cuál es ese español, habiendo como hay tantas variantes del lenguaje en España, una por cada persona— es la verdad suprema, el kilómetro cero de las lenguas”, denuncia Urraca.

Sus protegidos no tienen miedo al sistema. “Somos una generación socializada por internet. Aunque nos haya podido influir en la forma de escribir, en mi caso necesitaba sacar el barullo de la ciudad como espacio: escribir con la sensación de que sale todo de golpe, como si abrieras un grifo y no pudieras cerrarlo”, apunta Luis Díaz, que reescribió Los bloques naranjas “hasta la extenuación”, pese a la aparente despreocupación que puede desprender el hecho de no haber incluido signos de puntuación.

ÁLEX DE LA TORRE

Andrea Genovart coincide con Díaz en la voluntad de trasladar la vorágine de toda gran urbe a sus páginas gracias al ritmo en la escritura. La catalana llega a dedicar 16 líneas a repetir la palabra “subnoRRRmals” sin descanso en Consum preferent, ganadora de los 12.000 euros del Premio Llibres Anagrama de Novel·la, que se traducirá en otoño al castellano. Genovart asegura que su novela, inspirada por Georges Perec por sus experimentos formales y también por su mirada como espectador de la ciudad moderna, es obsesiva con un estilo que parece caótico, pero es metódica hasta la obsesión. “La espontaneidad se trabaja. Tuve claro el estilo antes que la trama: este no podía ser un relato único, convencional y no interferido. Hoy en día, tenemos que atender a múltiples realidades (personales y externas, digitales y analógicas) que nos aturden con estímulos contradictorios con los que intentamos conciliar. Por eso da esa impresión de que está escrito tal como se habla, pero en realidad todo obedece a una técnica de escritura y reescritura continua”, asegura Genovart.

No todo el mundo es capaz de entenderlo así. Horas después de hacer estas declaraciones, Genovart fue tan acosada por su estilo inhabitual y su mezcla de lenguas que decidió borrar su cuenta en Twitter en plena semana de Sant Jordi. Otro tanto para los puristas de la lengua, esos que defienden, según Urraca, que se ponga en cursiva toda palabra “no escrita en el absurdo canon de la corrección”. “Esa cursiva debilita esa palabra, está indicando que es menos importante e incluso la carga de un humor no consentido”, señala la editora. Ella piensa seguir alerta contra quienes creen que el andaluz es gracioso; el canario, sexi, y el murciano, feo. “El fascismo del lenguaje está en reírse de cualquier acento de Latinoamérica o estereotipar el acento. Y, si me apuras, también hay fascismo del lenguaje en saber mucho inglés, pero ni una palabra en catalán, gallego, euskera o portugués. No es cuestión de estudiar. Es curiosidad, interés por el mundo y por la vida. No me digas que te encanta viajar si, cuando escuchas hablar en catalán, te cierras en banda”. Pero sabe que no está sola: tiene a toda una nueva generación literaria dispuesta a secundarla.

Solo quería bailar , Greta García ,Tránsito, 2023, 200 páginas, 18 euros

Leche condensada,  Aida González Rossi,  Caballo de Troya, 2023, 176 páginas, 15,90 euros

Los bloques naranjas, Luis Díaz,  Caballo de Troya, 2023, 120 páginas, 15,90 euros

Consum preferent, Andrea Genovart, Anagrama, 2023 (en catalán), 192 páginas, 17,90 euros

Se te oscurece el pelo, María José Hasta, Caballo de Troya, 2023, 184 páginas, 15,90 euros.

Las películas y series hablan idiomas, Álex Vicente

Las imágenes también se vuelven bilingües. Igual que la literatura se acerca a la oralidad usando el registro coloquial y la mezcla de idiomas, el cine y las series han emprendido un camino similar para acentuar su naturalismo. En los últimos Goya, tres de las cinco nominadas a mejor película alternaban distintas lenguas: As bestas (castellano y gallego, además de francés), Cinco lobitos (castellano y euskera) y, en menor medida, Alcarràs (catalán y castellano). Reflejaban un fenómeno de fondo en el audiovisual español: un distanciamiento respecto a un monolingüismo que suena impostado cuando una ficción transcurre en Barcelona, Bilbao o Vigo.

La llegada a los cines de 20.000 especies de abejas, que sucede en la zona fronteriza entre Bizkaia y la ciudad vascofrancesa de Bayona, confirma esta tendencia. La directora Estibaliz Urresola decidió mezclar castellano, euskera y francés. “Hacer una película en una sola lengua en este entorno no hubiera tenido sentido. La realidad que describo transita de forma natural de un idioma al otro, incluso dentro de la misma familia, sin que haya problemas de convivencia”, dice Urresola. Además, el uso del vasco era importante en la trama: la gramática del euskera, en la que no se declina el género, se adecuaba a la identidad de su personaje principal, una niña trans a la que muchos siguen tratando como un niño. En castellano, esa ambigüedad desaparecía. “En un mundo cada vez más globalizado, esos detalles aportan valor a las películas y series frente a las narraciones y los discursos hegemónicos”, opina. 

Guillem Clua, dramaturgo y director catalán, es del mismo parecer. Cuando Netflix le encargó adaptar su exitosa obra teatral Smiley, sobre la accidentada historia de amor entre dos gais barceloneses, decidió mezclar castellano y catalán, pese a que la obra original, estrenada en 2012, estuviera escrita solo en la segunda lengua. “Una ficción que tenga lugar en la Barcelona actual tiene que ser bilingüe por fuerza. Las obras que usan solo una de las dos lenguas son legítimas, pero también artificiosas”, dice Clua. Para el director, las plataformas han supuesto “un cambio de paradigma”, por la normalización de los subtítulos y por el gran número de contenidos producidos. “La oferta es tan abundante y está tan segmentada que permite que haya proyectos que no hubieran existido en un modelo enfocado al público generalista, en el que daba miedo cambiar las fórmulas de siempre. Antes se creía que usar las lenguas cooficiales restaba público. Ese cliché está superado”. Recuerda que, en sus comienzos como dialoguista de la serie El cor de la ciutat en TV3, allá por 2005, un personaje castellanoparlante despertó críticas. Pero abrió camino a otras series producidas por la televisión pública, desde Merlí y su continuación, Sapere aude — donde el personaje de María Pujalte hablaba en castellano—, hasta Drama, en las que ambas lenguas se alternan con naturalidad. Lo mismo sucedía en películas como Los días que vendrán, de Carlos Marqués-Marcet, o la reciente Suro, de Mikel Gurrea. 

Dos nuevas series producidas por Filmin apuestan por un modelo parecido. En Autodefensa, un diálogo en castellano es interrumpido por una chica cantando el Virolai, himno dedicado a la Virgen de Montserrat celebérrimo en “la catalana terra”. Y en Selftape, las hermanas Joana y Mireia Vilapuig combinan las dos lenguas sin reparos. “A diferencia de una autonómica, no tenemos ninguna obligación legislativa, ningún mandato político para maximizar el uso de la lengua minoritaria. Eso nos da más libertad para plantear obras en una mezcla de los idiomas que se hablan en España”, señala su director editorial, Jaume Ri­poll. “Cuando recibimos un proyecto, nos da igual que sea en gallego, en euskera, en catalán o en castellano. Lo que nos importa es que cada personaje hable en la lengua que le corresponda”.

jueves, 28 de marzo de 2024

El bohemio escritor Gonzalo Torrente Malvido, que nunca pagaba la cuenta

Luis de la Cruz, "Torrente Malvido, el último bohemio de Malasaña", en Eldiario.es, 27 de enero de 2014:

Escritor irregular, pero de éxito en ocasiones, personaje ineludible de la noche e hijo de Gonzalo Torrente Ballester. El Bukowski Club fue una de las últimas casas de este bohemio presente en muchas noches del barrio.

Nació en Ferrol, volvió a su tierra – durante algún tiempo se retiró a la Galicia rural – y sus cenizas descansan en el norte. Aquí, en Madrid, se le recuerda, además de como buen literato esquivo al canon oficial, como personaje bohemio e ineludible de la noche. En 1960 quedó finalista del Premio Nadal con su primera novela, Hombres varados; en 1963 ganó el Premio Café Gijón con La raya y en 1969 el Premio Sésamo con Tiempo provisional. Obtuvo, además, un Goya por el guion de El rey pasmado y una chupa que le regaló Keith Richards.

Al torero del Bukowski, que se fue en 2011, le lloraron mucho los habituales de las noches recitadas en Malasaña. Es posible rastrear un buen número de sentidas despedidas en los blogs de los habituales del Buko. Fue especialmente amigo de un gran jefe de la escena versificada en el barrio, Carlos Salem (hasta vivió con él un tiempo), del que prologó su libro Matar y guardar la ropa.

Hijo de uno de los nombres respetados del panorama literario franquista, Gonzalo Torrente Ballester, vivió una infancia de ambiente culto y educación moral acorde a los tiempos y la posición de la familia. Cuenta Vicente Molina Foix – trasladando una anécdota que le contó Rafael Azcona – que en cierta ocasión una llamada telefónica interrumpió la velada en casa de Torrente Ballester, copa en mano, de un grupo de escritores desengañados del Movimiento (Rosales, Vivancos, Laín Entralgo, Tovar, quizá Ridruejo). Estaba presente Juan García Hortelano, a pesar de ser comunista. La llamada era del director general de Seguridad: Gonzalito era sospechoso del robo de un valioso cáliz en una iglesia. Efectivamente, el cáliz apareció (junto a un puñado de hostias) en la habitación del chico. Ante el sacrilegio, los escritores pidieron consejo a Jesús Aguirre (sacerdote, aún no casado con la duquesa de Alba), que rápidamente se plantó allí en taxi y ofreció comunión a todos excepto al rojo García Hortelano. Aquellos prohombres del régimen devolvieron el copón (sin formas) y la travesura quedó sin castigo.

Probablemente su carrera literaria y el personaje cargaron a cuestas el estigma que apea de la nómina oficial de la literatura pronto, en 1968, año de su ingreso en prisión. No entró en Carabanchel por motivos políticos, como otros de su generación, sino por una poco aclarada historia que le valió una condena por suplantación de personalidad. Al parecer también estuvo encerrado en París, junto a otro poeta e hijo de escritor, Leopoldo María Panero. En la cárcel recibió la noticia de que había ganado el Premio Sésamo con la novela Tiempo provisional.

Ejerció de figurón noctámbulo de la bohemia madrileña. Cuentan que un billete de un dólar con la efigie de El Che enrollado servía de varita para animar las noches. Los bares siempre fueron sus casas, militó en las míticas noches del Oliver en Chueca, y al final, entre otros, en el Candela en Lavapiés, o en el desaparecido Bukowski Club, en San Vicente Ferrer. Luis Antonio de Villena lo recuerda así:

“Torrente Malvido (”Malvino“ le llamaban muchos) era una leyenda de las noches turbias y sabias de  un nocherniego Madrid casi desaparecido. Se había pegado con Umbral (decían) y se llevaba de maravilla con Sandra Negrín –supuesta sobrina del doctor republicano- que era otra institución bárbara y báquica del ”Oliver“ aquel de los 70…”

La prensa da nota de que en los últimos tiempos se le pudo ver durmiendo en un banco del Paseo del Prado o en hogares de acogida. De lo del banco dijo que era una acción publicitaria contra quienes le habían ninguneado durante el centenario de su padre. A saber. Los últimos días de quienes vadean la vida al minuto suele ser arrastrada por la corriente cuando flaquean las fuerzas.

Fue biógrafo de su padre (Torrente Ballester. Mi padre o La saga fuga de GTB). Su relación con Torrente padre debió ser complicada, pero a buen seguro cercana: éste le dedicó Los gozos y las sombras (A quien más dolor me causa, escribió). Luego hizo un elogioso prólogo del libro de Malvido Doce cuentos ejemplares.

Hay gente a la que la literatura de su vida le ensombrece la de sus cuartillas. De Malvido, dicen quienes se han acercado a su literatura (catorce libros, todos descatalogados), que era un gran escritor. Su pluma bebía de la vida, y no es extraño entonces que se la bebiera él con fruición. En Doce cuentos ejemplares (1996) mezcló ambas, recreando una juerga interminable y real con Camarón, de quien fue compadre, y el cantaor Rancapino.

Fue, tal vez, el último bohemio de Malasaña. Un personaje oculto para la mayoría que quizá merezca, antes que descansar en paz, que su memoria emerja.

viernes, 1 de diciembre de 2023

Análisis de libros, portales en Internet

¿Dónde puedo encontrar crítica literaria y análisis crítico detallado de libros premiados, orientados a adultos instruidos?

Estos son algunos entre los mejores:

Crítica de libros (contiene reseñas y recensiones de libros clásicos de todas las culturas y épocas)

Revista de Libros (Contiene reseñas y recensiones de libros más actuales)

El Cultural (suplemento cultural del diario madrileño El Mundo. Contiene reseñas y recensiones de libros actuales agrupados por géneros, y además tiene secciones dedicadas a otras ramas de la cultura)

TodoLiteratura (Contiene reseñas y recensiones por géneros y temas, y además permite suscribirse a su boletín de novedades en línea)

domingo, 24 de septiembre de 2023

Inédito de Pablo Neruda sobre Lorca

Neruda, en un inédito sobre Lorca: «¿Está el público desprovisto de prejuicios para admitir la homosexualidad de Federico?», en Abc de Madrid, 13/11/2017

En el texto «El último amor de Federico», que ahora ve la luz dentro de sus memorias, el Nobel chileno recuerda cómo en las tertulias que compartieron el de Fuente Vaqueros estuvo siempre acompañado por el joven Rafael Rodríguez Rapún

«Confieso que he vivido», las memorias en las que Pablo Neruda trabajó hasta poco antes de su muerte, en 1973, se publicaron sin algunos textos escritos por el Premio Nobel chileno, que han permanecido inéditos hasta ahora y que Seix Barral recupera en una edición ampliada. La obra, que sale mañana a la venta, contiene el texto «El último amor de Federico », además de un álbum fotográfico y la reproducción facsimilar de varios manuscritos del poeta.

Estas memorias debían haberse publicado como parte de la celebración de los 70 años de Neruda , en 1974, recuerda Darío Oses en el prólogo de esta nueva edición, pero su muerte, precipitada por el golpe militar en Chile, ocurrió el 23 de septiembre de 1973, por lo que el libro apareció como obra póstuma .

En una «cuidadosa» revisión de los archivos de la Fundación Pablo Neruda se produjeron varios hallazgos relacionados con sus memorias: el primero fue un cuaderno fechado en junio de 1973 con anotaciones manuscritas de Neruda sobre los temas que debía incluir en «Confieso que he vivido» y dos carpetas con escritos autobiográficos inéditos . Entre ellos, explica Oses, estaba el relativo a García Lorca , al que adjuntaba una explicación de por qué no se había publicado en su momento.

«¿Está el público suficientemente desprovisto de prejuicios para admitir la homosexualidad de Federico sin menoscabar su prestigio?», se preguntaba Neruda. En este texto que ahora ve la luz, Neruda recuerda cómo en las tertulias que compartieron, García Lorca estuvo siempre acompañado por un joven que luego se dio cuenta fue su último amor.

Era Rafael Rapún, en realidad Rafael Rodríguez Rapún , que perdió la vida en el frente de Teruel pocas semanas después de la muerte del poeta: «No quedó nada del apuesto muchachón. Sus huesos y su sangre quedaron esparcidos en fragmentos minúsculos, en manchas casi invisibles, sobre la tierra española, que se tragaba cada día millares de otros muertos anónimos».

El «tabú de lo sexual»

Para Neruda , había «una manera oscurantista de tratar el homosexualismo de Federico García Lorca », «la manera española y latinoamericana: esconder cuidadosamente esta inclinación personal de Federico. Hay mucho en esta actitud, de respeto al poeta asesinado. Pero también existe el tabú de lo sexual , la herencia eclesiástica del imperio y colonización española, la hipocresía decimonónica». Consideró una cortina de humo el que achacaran a la «singularidad erótica» de Lorca la posible causa de su muerte pues dice, fue un «repugnante» asesinato político .

Además del de García Lorca , en las carpetas se encontraron textos como «La muchacha del regreso» que, según Oses, «calzaba» en una sección de sus memorias «casi con tanta precisión como la pieza perdida de un rompecabezas».

En «Confieso que he vivido» , Neruda narra los principales episodios de su vida y las circunstancias que rodearon la creación de sus poemas y libros más famosos, además de rememorar las figuras de algunos amigos como Alberti, Miguel Hernández , Éluard, Aragon y su relación con personajes destacados de la política contemporánea.

martes, 1 de agosto de 2023

Consejos a escritores de Ray Bradbury

Una hora de escritura es tónica

Bradbury abogó por una dosis diaria de escritura como una cura contra los males y las penas de la vida cotidiana, un tónico que tiene el potencial de energizar todo lo que experimentamos. En los artículos recopilados para su libro de 1990 El zen en el arte de escribir y en conferencias dadas a lo largo de su vida, compartió el poder benéfico de la palabra escrita. Porque el acto de escribir no necesita ser tratado como una tarea, ni debe ser el dominio de solo un grupo elegido.

Siga leyendo y escriba con la voz de Bradbury como guía. Que sus ideas sobre el valor de la escritura lo lleven a través de una oración, un párrafo y tal vez incluso una historia corta, pero, lo que es más importante, a través de su vida más allá de la página.

Zen en el arte de escribir — extracto del Prefacio. ¿Qué nos enseña la escritura?

Ante todo, nos recuerda que estamos vivos y que es un don y un privilegio, no un derecho. Debemos ganarnos la vida una vez que nos ha sido otorgada. La vida pide recompensas porque nos ha favorecido con animación.

Así que mientras nuestro arte no puede, como quisiéramos, salvarnos de las guerras, las privaciones, la envidia, la codicia, la vejez o la muerte, puede revitalizarnos en medio de todo.

En segundo lugar, escribir es sobrevivir. Cualquier arte, cualquier buen trabajo, por supuesto, es eso.

No escribir, para muchos de nosotros, es morir.

Debemos tomar las armas todos los días, tal vez sabiendo que la batalla no se puede ganar por completo, pero debemos luchar, aunque solo sea un combate suave. El menor esfuerzo por ganar significa, al final de cada día, una especie de victoria. Recuerda a ese pianista que decía que si no practicaba todos los días lo sabría, si no practicaba dos días, los críticos lo sabrían, después de tres días, su público lo sabría.

Una variación de esto es cierto para los escritores. No es que tu estilo, sea lo que sea, perdería forma en esos pocos días. Pero lo que pasaría es que el mundo te alcanzaría y trataría de enfermarte.

Si no escribieras todos los días, los venenos se acumularían y comenzarías a morir, o actuar como un loco, o ambas cosas.

Porque la escritura permite las recetas adecuadas de la verdad, la vida, la realidad, ya que puedes comer, beber y digerir sin hiperventilar y revolcarte como un pez muerto en tu cama.

He aprendido, en mis viajes, que si dejo pasar un día sin escribir, me inquieto. Dos días y estoy temblando. Tres y sospecho locura. Cuatro y yo bien podría ser un cerdo, sufriendo el flujo en un revolcadero. La escritura de una hora es tónica. Estoy de pie, corriendo en círculos y gritando por un par de polainas limpias.

De modo que, de una forma u otra, es de lo que se trata este libro. Tomar tu pizca de arsénico todas las mañanas para poder sobrevivir hasta el atardecer. Otro pellizco al atardecer para que sobrevivas hasta el amanecer. . .

Ahora es tu turno.

¡Que haya palabras, muchas de ellas!

Bradbury, el hombre de muchas palabras, historias, libros e ideas, ofrece algunos consejos inspiradores y prácticos para impulsar su práctica diaria de escritura. Estos son algunos de los consejos de Ray interpretados por Colin Marshall en openculture.com

Creo que eventualmente la cantidad contribuirá a la calidad. . . . La cantidad da experiencia. Sólo de la experiencia puede surgir la calidad.

Comience corto. No empiece a escribir novelas, toman demasiado tiempo, "escriba un montón de cuentos", dijo. Date tiempo para mejorar; con cada semana y mes, verás mejorar tus historias. Afirma que simplemente no es posible escribir 52 malas historias seguidas.

Simplemente escriba cualquier cosa vieja que se le venga a la cabeza. Recomendó la "asociación de palabras" para romper cualquier bloqueo creativo, ya que "no sabes lo que hay en ti hasta que lo pruebas".

Haz una lista de diez cosas que amas y diez cosas que odias. Luego escribe sobre los primeros y “mata” a los segundos, también escribiendo sobre ellos. Haz lo mismo con tus miedos.

Vive en la biblioteca. Aléjese de su computadora y expóngase a nuevos libros con frecuencia. Hay numerosos mundos por descubrir más allá de tu pantalla.

Escribir no es un asunto serio.

Escribe con alegría. Si una historia comienza a sentirse como un trabajo, deséchela y comience una que no lo haga.

Examine las historias cortas de "calidad". Sugirió leer obras de Roald Dahl, Guy de Maupassant, Nigel Kneale y John Collier. Acude a historias con metáforas; ¡Sorprendentemente, consideró que las últimas historias del New Yorker carecían de este departamento!

Lea, mucho, pero seleccione sabiamente. Lectura completa recomendada por Bradbury para la hora de acostarse: un cuento, un poema (especialmente Pope, Shakespeare y Frost) y un ensayo. Por supuesto, no cualquier ensayo. Deben provenir de una diversidad de campos, incluida la arqueología, la zoología, la biología, la filosofía, la política y la literatura.

No  te alejes de lo que eres, el material dentro de ti que te hace individual y, por lo tanto, indispensable para los demás.

Aprende de los grandes, pero sé tú mismo. Aprende de tus escritores favoritos, en lugar de imitarlos. Bradbury también imitó inicialmente a HG Wells, Jules Verne, Arthur Conan Doyle y L. Frank Baum antes de desarrollar su propio estilo único.

Enamórate de las películas. Preferiblemente viejas.

Desarrolle un fuerte sistema de apoyo. ¿Tiene amigos que se burlan de sus ambiciones literarias? El consejo de Bradbury: “Despídalos” sin demora. El objetivo es que solo una persona se acerque y te diga: "Te amo por lo que haces". O, en su defecto, estás buscando a alguien que venga y te diga: “No estás loco como dice la gente”.

Cuando la gente me pregunta de dónde saco mis ideas, me río. Qué extraño, estamos tan ocupados mirando hacia afuera, para encontrar formas y medios, que nos olvidamos de mirar hacia adentro.

Lista de raros de Javier Memba

Lista de 75 escritores raros y frikis (o, como él dice, malditos, heterodoxos y alucinados) tomada de El Mundo. Todos los entretenidos artículos correspondientes escritos por el cinéfilo periodista Javier Memba (un especialista en ello, o en el ello, para ser (im-) precisos) sobre estos autores y sus obras pueden leerse en este enlaceNo halagaron opiniones (2014), es su último libro, un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada

Louis-Ferdinand Céline (I)

Howard Phillips Lovecraft (II)

Jean Genet (III)

Yukio Mishima (IV)

Emilio Carrere (V)

Boris Vian (VI)

Algernon Blackwood (VII)

Alejandro Sawa (VIII)

François Villon (IX)

Neal Cassady (X)

Julio Verne (XI)

Arthur Machen (XII)

Marqués de Sade (XIII)

Rutebeuf (XIV)

Leopoldo María Panero (XV)

Malcolm Lowry (XVI)

Guy de Maupassant (XVII)

Eduardo Haro Ibars (XVIII)

Remigio Vega Armentero (XIX)

Andrés Carranque de Ríos (XX)

Cecco Angiolieri (XXI)

Arthur Rimbaud (XXII)

Hölderlin (XXIII)

Antonin Artaud (XXIV)

Robert Ervin Howard (XXV)

Luis Cernuda (XXVI)

Philip K. Dick (XXVII)

August Strindberg (XXVIII)

Pierre Drieu La Rochelle (XXIX)

Edgar Allan Poe (XXX)

Charles Baudelaire (XXXI)

Alfred Jarry (XXXII)

Paul Verlaine (XXXIII)

William S. Burroughs (XXXIV)

Joseph-Pétrus Borel (XXXV)

Horacio Quiroga (XXXVI)

Bram Stoker (XXXVII)

Julio Herrera y Reissig (XXXVIII)

Carson McCullers (XXXIX)

H.P. Blavatsky (XL)

Anne Radcliffe (XLI)

John Polidori (XLII)

Percy Bysshe Shelley (XLIII)

Raymond Radiguet (XLIV)

Djuna Barnes (XLV)

Chester Himes (XLVI)

Anaïs Nin (XLVII)

Flannery O'Connor (XLVIII)

Hunter Stockton Thompson (XLIX)

Jaime Gil de Biedma(L)

William Hope Hodgson (LI)

Maurice Sachs (LII)

Sheridan Le Fanu (LIII)

Charles Robert Maturin (LIV)

Mary Wollstoncraft Shelley (LV)

André Breton (LVI)

Kurt Siodmak (LVII)

Blaise Cendrards (LVIII)

H. G. Wells (LIX)

Jean Cocteau (LX)

Pierre Boulle (LXI)

Jack London (LXII)

Oscar Wilde (LXIII)

Francis Scott Fitzgerald (LXIV)

Charles Bukowski (LXV)

William Gibson (LXVI)

Thomas de Quincey (LXVII)

Dylan Thomas(LXVIII)

Paul Bowles (LXIX)

Guillaume Apollinaire (LXX)

Aphra Behn (LXXI)

Jan Potocki (LXXII)

Mijail Bakunin (LXXIII)

Samuel Butler(LXXIV)

Leo Ferré (y LXXV)

jueves, 27 de julio de 2023

El hispanista Chesterton

En un artículo de Gilbert Keith Chesterton publicado en 1933, escribió: 

«Permítaseme llamar la atención al mundo incrédulo hacia la existencia de un lugar llamado España. Ante la indiferencia de los medios de comunicación británicos por la actualidad española de principios de los años 30 decía: Estoy dispuesto a reconocer que en parte hay una explicación, es la ignorancia que hay en Inglaterra de la importancia de este precioso rincón de Europa. No es consecuencia de la antigua rivalidad marítima que se fomentó en torno a la armada. Los españoles descubrieron América; pero los ingleses aún no han descubierto a España… Porque realmente nosotros siempre hemos estado en un asombroso error acerca de ella. España ha sido campeona del progreso y de la libertad. La misma institución del Parlamento no vino de Simón de Montfort o de la Carta Magna, sino de España. Cuando el sistema feudal era casi uniforme en toda Europa, solamente España tenía una forma libre de feudalismo. Sin detenerme en otras pruebas resumo diciendo que la idea de que España fue anticuada y reaccionaria es debida a la figura popular de Don Quijote. Se cree que España produjo el último hombre que creyó en los romances extravagantes de la Edad Media. Lo cierto es que España produjo el primer hombre que se burló de ellos.

¡En una palabra, España más bien ha estado a la cabeza de todos los demás países!

Cuando se toma la historia de España en conjunto, se percibe a través de ella un espíritu cuyo verdadero y único nombre es libertad».

Gilbert Keith Chesterton (1874 – 1936). Escritor, filósofo y periodista británico

Ahora ya solo falta que los españoles descubran España...

Versión original:

Let me draw the attention of the unbelieving world to the existence of a place called Spain…

Faced with the indifference of the British media for Spanish news in the early 1930s, he said: I am willing to admit that there is an explanation in part, it is the ignorance in England of the importance of this precious corner of Europe. It is a consequence of the old maritime rivalry that was fostered around the navy. The Spanish discovered America; but the English have not yet discovered Spain… Because really we have always been in an amazing mistake about her. Spain has been a champion of progress and freedom. The very institution of Parliament did not come from Simon de Montfort or the Magna Carta, but from Spain. When the feudal system was almost uniform throughout Europe, only Spain had a free form of feudalism. Without dwelling on other evidence, I summarize by saying that the idea that Spain was outdated and reactionary is due to the popular figure of Don Quixote. Spain is believed to have produced the last man to believe in the extravagant romances of the Middle Ages. The truth is that Spain produced the first man who made fun of them.

In a word, Spain has rather been ahead of all other countries!

«When you take the history of Spain as a whole, you perceive through it a spirit whose true and only name is freedom»



lunes, 24 de julio de 2023

Entrevista con el hijo y editor de Rafael Cansinos Asséns.

 Alfredo  Valenzuela entrevista al hijo único de Rafael Cansinos Asséns, su homónimo Rafael Cansinos, «A Borges le fascinaba el parentesco entre mi padre y Rita Hayworth», en Abc de Sevilla, 21 de  mayo de 2006:

Hijo del mítico escritor sevillano Rafael Cansinos Assens y pariente de la legendaria Rita Hayworth, el editor Rafael Cansinos ha emprendido la edición de obras inéditas u olvidadas de su padre, como «Bellezas del Talmud» o su traducción de «Risa roja», de Andreyev

-¿Cuál es el mejor recuerdo que guarda de su padre?

-Su obra. Cuando murió yo tenía sólo seis años. Su obra me habla hoy.

-Los escritores tienen mala fama como padres, ¿qué tal fue el suyo?

-Trabajó mucho hasta el final de sus días. Su territorio me estaba vedado hasta que llegaba la noche. Creo que es una historia muy repetida en las biografías infantiles.

-¿Relee sus obras con frecuencia?

-No, con frecuencia no, pero sí releo cosas porque trabajo con ellas, preparando ediciones y cosas así.

-¿Cree, como decía Borges, que su padre fue uno de los más grandes escritores de nuestra cultura?

-Durante mi juventud pensaba que no, me había hecho a la idea de que mi padre era uno de tantos, pero un día me lo dijo Borges en persona, y pude comprobar que lo decía en serio.

-¿Alguna vez ha presumido de ser sobrino, aunque lejano, de Rita Hayworth?

-Ya que me ha citado a Borges le contaré que este parentesco a él le fascinaba. Yo le oí cantar canciones de Gilda. Me preguntaba con un interés infantil, de mitómano, si yo conocía a Rita, si la trataba. Le expliqué que Rita, aunque vivía, estaba muy malita y ya no pertenecía a este mundo. Esto le apenó mucho. Con estas cosas se nace, no es ningún mérito del que uno pueda vanagloriarse. La familia de mi abuelo no tenía muy buen concepto de la del padre de Margarita, por ser gente de la farándula. Ya ve usted las vueltas que da la vida. Esta maravillosa actriz norteamericana nos ha quitado para siempre a todos los «Cansino» la pole position del apellido familiar. Aunque eso sí, Borges, además de canciones de Rita, se sabía de memoria fragmentos enteros de obras de mi padre.

-¿Qué sintió cuando Sevilla, por fin, le dedicó una calle a Cansinos Assens?

-Perplejidad, me enteré cuando ya estaba inaugurada. Creo que se organizó una grimpola entre el Ayuntamiento y algunos intelectuales sevillanos por la localización de la calle. Me tenían que haber consultado. La calle de Cansinos Assens debería haberse situado en la zona de la Alameda, en el entorno de la calle Tinaja, que fue donde transcurrió la infancia del escritor. Todos descartaron esta zona por ser desde hace mucho un espacio de prostitución y de trapicheo. Un error garrafal: era el lugar más adecuado por muchas razones.

-¿Qué otras cosas cree que se deberían hacer para restablecer su memoria?

-Desde la Fundación-Archivo Rafael Cansinos Assens vamos a coordinar muchas acciones.

-¿Queda mucho inédito de Cansinos?

-Muchísimo.

-¿Y se irá publicando todo eso?

-En forma de libro sólo una parte. La otra también la conocerán los investigadores, o cualquier lector curioso, en el website de la Fundación.

-¿Cree vigente la obra crítica de Cansinos?

-No entiendo mucho de esto. Ahora los universitarios están muy interesados en este tipo de crítica impresionista que hacía Cansinos. Hay incluso quien la valora por encima de la académica.

-¿Rescataría la obra de algunos de los escritores que desfilan por las memorias de su padre de los que hoy permanecen olvidados por completo?

-Dentro del proyecto Arca Ediciones quizá rescatemos alguna obra de estos olvidados, pero de momento vamos a publicar solo títulos que consideremos comerciales. Por eso hemos empezado con la antología hebraica Bellezas del Talmud, y con la Risa roja de Andreyev, una novela que denuncia el horror de la guerra.

-¿Cree usted en las raíces hebraicas de su familia, como postulaba su padre?

-Sin ánimo de ofender a todos aquellos a los que les molesta el judaísmo de mi padre, y buscan argumentos para negarlo, minimizarlo o ridiculizarlo, la mayoría porque no les gusta ver a Cansinos en el lado semita, le diré antes que nada que los judíos sienten veneración por sus antepasados y están siempre presentes en sus vidas y en su recuerdo y forman parte de su ser como pueblo. Su pregunta precisa también de una aclaración: estar en la línea de descendencia de hebreos no significa absolutamente nada, y mucho menos lo convierten a uno en judío. Hay que ser serios con estas cosas para no herir los sentimientos de los judíos ortodoxos. Mi padre era judío por convicción, y así le aceptan como uno de los suyos los judíos laicos e incluso muchos ortodoxos. El que tuviera antepasados judíos, como muchos españoles, no es relevante, aunque yo sí creo en ello, como creía él basándose en evidencias, y, por supuesto, no tengo ningún inconveniente en reconocer que me siento ligado a esa pertenencia y orgulloso de la misma.

-Jesús Pardo, en sus memorias, insinúa que Cansinos traducía a los rusos ayudándose de la traducción al francés, ¿cree que se trata de una maledicencia?

-Jesús Pardo cuando conoció a Cansinos era sólo un currinche de veintipocos años y por los datos que da sobre la casa en la que nací me parece que no le dejaban pasar mucho más allá del recibidor. Dice que un día visitó a Cansinos y éste tenía encima de una mesa una traducción del ruso a medio hacer, con la edición original rusa a un lado y al otro una versión francesa. Le puedo aclarar a Pardo, por la fechas de las que habla, que el autor que traducía era Andreyev y que los originales que utilizó están reseñados, sin mayor secreto, en la introducción de Cansinos a las Obras Escogidas que publicó Aguilar en 1955. Yo no diría que Pardo sea un malediciente, porque todo esto forma parte del juego de sus memorias y porque esa maledicencia no es suya, se ha contado ya varias veces, aunque sí añade abono pestífero. Es impensable que Cansinos entrara en un juego de superchería. Su categoría moral estaba muy por encima de esas bobadas. Leyendo las portadas, las introducciones y las notas a sus traducciones es muy fácil seguir su procedimiento como traductor. A él no le costaba nada explicar que traducía a veces del francés o del inglés, y exponía los motivos.

-También dice Pardo que su padre alardeaba de sus veinte idiomas...

-Me temo que don Jesús se confunde en esto también, ya que no eran veinte sino setenta las lenguas en las que mi padre podía saludar al sol. Conociendo su falta de vanidad, estoy seguro de que era rigurosamente cierto. La obra de Pardo es muy buena literatura, pero él es un periodista que ha oído demasiadas campanas a lo largo de su vida para que ahora nos las cuente todas de seguido con visos de verosimilitud.

sábado, 10 de junio de 2023

Goncharov y su Oblómov,

Notas de lectura: Oblómov

Por Gonzalo Torné

¡Esto es vida! ¡Esto no es vida!

Nota del editor: Gonzalo Torné, sabio y joven narrador, empieza a colaborar con micro-revista. Espero que la vinculación se extienda durante décadas y podamos regalar al lector cientos de artículos magistrales. Comienza con cinco “Notas de lectura” sobre sendos clásicos de una de las más gloriosas tradiciones narrativas europeas: la rusa. Para esta primera nota, que versa sobre la novela Oblómov -escrita por Иван Александрович Гончаров (Ivan Aleksándrovich Goncharov) en 1859- recomienda la lectura de la edición publicada por Alba en 2012.

1.- En la pegatina que acompaña la cuarta edición de la editorial Alba, se nos asegura que Oblómov es la mejor novela nunca escrita sobre la ociosidad, y también que “representa el sueño de todos”. ¿Seguro? La ociosidad ofrece una perspectiva tenebrosa, una recompensa casi católica.

2.- En la primera parte la habitación de Oblómov se emplea como un salón recibidor donde acuden toda clase de personajes. Su principal función narrativa consiste en experimentar cómo suena el inalterable Oblómov al “impactar” con ellos.

3.- En el centro de este vodevil Oblómov se revela como un personaje de farsa. En sus rituales, en las respuestas previsibles que afianzan su carácter indolente, en las recurrentes peleas con su criado Zajar, el trazo realista del personaje se desdibuja. Incluso en la ocurrencia de enamorarle de Olga se percibe un intento por hacer avanzar una obra que amenaza con estancarse junto a su protagonista: ¿qué ocurre si ahora enamoro al arquetipo?

4.- Oblómov es una criatura cómica. Su profundidad se la debe a la destreza con la Goncharov siembra el terreno risible de su personaje con observaciones muy certeras sobre la clase de vida que llevan las personas activas (el resto del mundo). Las invectivas de Oblómov contra la hipocresía social, la hostilidad y el ciego afanarse de tantos de nosotros son penetrantes, aunque las pronuncie un personaje varado en la inacción.

5.- Goncharov no emplea los sueños como puertas hacia una dimensión onírica o absurda. El sueño actúa en Oblómov como una máquina del tiempo que se mueve a mayor velocidad cuanto más idealiza lo real. El justamente célebre “Sueño de Oblómov” podría haberse escrito como una llana secuencia de recuerdos. ¡Pero cuánto encanto y colorido le insufla Goncharov al presentarlo como una vívida idealización onírica! Sólo al “recordar” como si “soñase” Oblómov puede recurrir a su infancia como un modelo hacia el que conducir el resto de su vida.

6.- ¿Qué es el oblomovismo? Goncharov dirime el asunto en la primera conversación con Shtolz, un personaje para elque se nos ha estado preparando durante casi 200 páginas. Criatura vigorosa, colmada de resolución, Shtolz es la caricatura inversa del protagonista: estilizado uno por el heroísmo y deformado el otro por la parodia, su amistad se sustenta en una parecida nobleza de ánimo. La discusión no se entabla entre dos posiciones razonables. Goncharov no nos pide que escojamos entre la indolencia y una actividad sin dubitaciones, establece un contraste para ayudarnos a ver el nervio de gratificación que vibra entre las masas de indolencia del oblomovismo: su repugnancia contra el lado activo de la existencia, contra la aceleración de la vida. Sea lo que sea el oblomovismo, Oblómov estudia la mutua aversión entre interés y sosiego. Dos fuerzas que van a presionarnos en direcciones distintas mientras respiremos.

7.- El “Sueño de Oblómov” nos enseña a leer el resto del libro, todo él atravesado por “sueños diurnos”, por ensoñaciones y precogniciones que modulan las decisiones que los personajes deben tomar en su presente. Esta imaginación arrojada hacia el porvenir dirige la tenaz determinación de Shtolz, es la única guía en la que puede confiarla inmadura experiencia de Olga,  y es todavía más importante para Oblómov: además de orientarle en el presente le procura satisfacción a bajo coste, una infradosis de realidad. Oblómov dirime y resuelve sus problemas en la dimensión imaginaria del futuro soñado, se recuesta sobre ella tanto como sobre sus almohadas. La otra cara del oblomovismo es nuestra buena disponibilidad a soñar despiertos.

8.- Oblómov, Olga y Shtolz son huérfanos porque no podrían actuar como actúan (¡ni habría novela!) con la guía de un padre que desactivara sus ensoñaciones. La supresión de los progenitores no es en Oblómov una apetencia psicológica del autor, responde a una exigencia narrativa.

9.- Oblómov es víctima de la aparente disponibilidad indefinida de tiempo. Sabemos de manera abstracta que nuestro tiempo es limitado, pero mientras vivimos el relevo de los días está garantizado. Apenas hay diferencia entre hoy y mañana, cada martes vemos el miércoles al alcance de la mano, los días parecen hechos de la misma sustancia, ¿qué diferencia hay entre hacerlo hoy o dejarlo para mañana?. Las ocasiones perdidas sólo se pudren cuando abrimos el plano, cuando contemplamos una secuencia de meses o años desaprovechados; en corto sólo apreciamos la renovación cotidiana de la oportunidad. El oblomovismo es un problema de miopía.

10.- Goncharov es un maestro de las relaciones delicadas (timidez, renuncia, escrúpulo), de la complejidad con la que las emociones se mueven entre los amplísimos depósitos semánticos que nos ofrecen pares de palabras como  “amor”/“desamor” o “felicidad”/“infelicidad”. El acercamiento sentimental de Olga y Oblómov que ocupa la segunda parte demuestra que sí disponemos de palabras para describir matices íntimos y muy particularizados, sólo que necesitamos articularlas en cientos de frases durante doscientas páginas.

11.- El matrimonio entre Olga y Shtolz amplia la nota anterior. En la maravillosa miniatura del capítulo VIII (cuarta parte) la conciencia enamorada de Olga oscila (pese a su estado general de satisfacción) entre la “felicidad” y la “infelicidad”, como si en lugar de posiciones estáticas que se excluyesen mutuamente se tratase de fuerzas independientes que nos asaltan, que se alternan y se invaden como los juegos de la sombra en el suelo cuando la luz cae traspasando hojas y ramas.

12.- Qué difícil identificarse en esta novela con algún personaje. Olga es un globito de carne que se hincha intermitentemente de agua o calor; Shtolz me resulta cargante; Oblómov es un tentetieso… pero me rebelo contra Goncharov cuando amenaza con transformar la obra en una tragedia: violenta la especulación alegre, la imaginación simpática, la atmósfera amable donde crece la novela. No quiero ver sufrir demasiado a ninguno de los tres.

13.- Al morir, Oblómov puede presumir de haber disfrutado de cinco años de felicidad sin apartarse un milímetro de su plan de “acción”. Que la versión terrenal de sus ensoñaciones parezca algo grotesca no empaña la “felicidad” experimentada por el personaje. Goncharov parece la clase de autor para el que hagamos lo que hagamos la vida termina siendo imposible: si comparamos las amplias perspectivas que adoptan nuestros sueños la existencia concreta siempre es una rebaja. Tampoco Shtolz y Olga encuentran en Olga y Shtolz exactamente lo que buscaban: al sacrificar el ideal se arrojan a las delicias e incomodidades de lo particular. “El gusto por la vida es paulatino” esta parece la lección por la que el personaje de Olga se introduce en la novela. Y si nuestros paraísos domésticos parecen un infierno a ojos de Shtolz tampoco es algo que deba atormentarnos demasiado

viernes, 29 de julio de 2022

La obra de Ory, por Ricardo Labra, en Zenda.

 Aerolitos en el firmamento literario

24 Jul 2022/RICARDO LABRA  / Carlos Edmundo de Ory, poesía

Aerolitos en el firmamento literario

Carlos Edmundo de Ory es uno de los grandes heterodoxos de nuestra poesía, junto a Juan Eduardo Cirlot, Joan Brossa y Francisco Pino, todos ellos pertenecientes a una generación fragmentada y escindida por la guerra civil española. Ory siempre fue por libre, «descoyunta[ndo] el lenguaje», teniendo como enemigos «la razón y la lógica», encarando su actividad poética —en palabras de José Manuel Caballero Bonald— «con la dedicación fervorosa de un visionario, que lo era».

Este «surtidor andaluz», como lo describió su amigo el dramaturgo Francisco Nieva, nunca dejó de revitalizar con su disidente actividad el panorama creativo del ámbito hispánico. Su primer aldabonazo, y por lo que casi siempre se le recuerda, es por haber sido el principal factótum del postismo, el último movimiento de las vanguardias españolas de posguerra. Ory, además de incitador y agitador del para él siempre adormecido panorama cultural, es un consumado hacedor de neologismos y de términos literarios. Ory se postuló como representante del último ismo de las vanguardias españolas después del postsurrealismo —del que toma nombre por acronimia—, preconizando en su manifiesto suplantar la palabra inventariada, especialmente profesada por los garcilasistas, por la palabra inventada. Debido a esta libertad expresiva y a sus implícitos supuestos, no resulta extraño que su iconoclasta heterodoxia inquietase a los censores franquistas. Si bien el postismo estaba entonces, por aquellas oscuras fechas, lejos de ser un movimiento, y en todo caso era cosa de un poeta y de un pintor, Eduardo Chicharro, un tanto estrafalarios y del connaissances Silvano Sarnesi.

"Siempre tuvo un grupo selecto de lectores que en todo momento supo valorar su obra"

Hay quien señala la censura de los prebostes franquistas y la indiferencia de sus coetáneos —la mayoría de los poetas apenas lo tomaron en serio—, como la causa de la postergación y del silencio que el poeta gaditano padeció a lo largo de buena parte de su trayectoria creativa, hasta que en 1970 Félix Grande publicó su reconocida antología: Carlos Edmundo de Ory: Poesía (1945-1969).

Félix Grande acometió —en una obra poética tan torrencial y laberíntica como la de Ory— un meritorio trabajo de selección y contextualización, que permitió visualizar el verdadero alcance de la poesía Oryana. Pero el «surtidor andaluz» —aunque es cierto que estuvo orillado de los grandes movimientos y grupos poéticos españoles, así como de sus prebendas y canonjías— siempre tuvo un grupo selecto de lectores que en todo momento supo valorar su obra. Entre ellos cabe destacar el extraordinario cuentista Ignacio Aldecoa, compañero de pensión en Madrid, que dejó algunas jugosas anécdotas del gaditano, como que a veces lo encontraba recostado en la cama lamiéndose las rodillas porque sabían a sal y le recordaban los salobres acentos de Cádiz; así como, y dentro de esta relación de adeptos de la poesía oryana, a Eduardo Cirlot y Wenceslao Fernández Flórez, que junto a Eugenio d’Ors fueron los primeros valedores, casi únicos, del postismo. Pero también conviene señalar, además de los mencionados más arriba, a Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, Leopoldo Azancot y, evidentemente, a Roberto Bolaño. Otros lectores y escritores que también le dieron grandes alegrías al transterrado gaditano fueron los integrantes del grupo literario Marejada: Rafael de Cózar, Jesús Fernández Palacios y José Ramón Ripoll.

"En realidad, Carlos Edmundo de Ory, más que el propulsor del postismo, del introrrealismo y del APO, es el exclusivo factótum del Orysmo"

La trayectoria literaria y creativa de Carlos Edmundo de Ory se sustancia, como a él le gustaba definirla, en «el itinerario del poeta proscrito». Un itinerario lleno de manifiestos y propuestas literarias, como el Introrrealismo, con el que intentó dar una vuelta de tuerca al postismo, así como encontrar una respuesta creativa al expresionismo y al existencialismo europeo de posguerra, en esta ocasión en compañía del pintor dominicano Darío Suro. Unos años más tarde, y bajo la influencia de los movimientos contraculturales del 68, culminará esta serie de manifiestos y propuestas estéticas desde la Maison de la Culture, con su Atelier de Poésie Ouverte (APO). En realidad, Carlos Edmundo de Ory, más que el propulsor del postismo, del introrrealismo y del APO, es el exclusivo factótum del Orysmo. Él solo en sí mismo es el ismo y todo un compendio y registro del heterodoxo vanguardismo del ámbito hispánico.

La obra de Ory se bifurca, dentro de su inquebrantable unidad, en tres registros: como poeta, como narrador y como aforista. Como narrador ha dejado una serie de relatos —El bosque (1952), Kikiriquí-Mangó (1954), El alfabeto griego (1970), Basuras (1975)—, algunos ensayos, como los que dedica a Camus (1964) y a Lorca (1967), y una novela: Mephiboseth en Onou (1973), reeditada recientemente por la editorial Firmamento (1921). Pero quizá su obra más destacada en prosa se corresponda con la no ficción, con el género más confesional y testimonial. El diario que Carlos Edmundo de Ory ha escrito durante 56 años (de 1944 a 2000), publicado en 3 volúmenes por la Diputación Provincial de Cádiz (2013), le asegura, según Caballero Bonald, un relevante lugar en la literatura española.

"La editorial Firmamento cierra el fragmentario círculo de los Aerolitos oryanos de manera prácticamente definitiva"

Pero dentro de la eclosión creativa de este inagotable y sorprendente «surtidor andaluz», la obra más singular de Carlos Edmundo de Ory —la que sintetiza y aglutina toda su irradiación creativa—, quizá se encuentre en sus Aerolitos, en su escritura aforística. Los primeros Aérolithes se publicaron en Francia en 1962, mientras que la primera versión española apareció en Cuadernos Hispanoamericanos (1965). A partir de entonces han ido apareciendo y ampliándose en diversas revistas, antologías y ediciones, como Nuevos Aerolitos (1995) y Novísimos Aerolitos (2009). A pesar de la larga tradición aforística española y europea, así como de sus notables precedentes, Jaume Pont señala como antecedentes de los Aerolitos a los lúdicos juegos verbales y experimentales postistas: “las pulgas” y “los emblemas” publicados en las revistas Postismo y La Cerbatana, así como “el enderezamiento”, «técnica intertextual mediante la que aplicando mínimas variaciones se puede modificar el texto de manera infinita».

La editorial Firmamento cierra el fragmentario círculo de los Aerolitos oryanos de manera prácticamente definitiva, al ofrecernos en una primorosa edición la obra aforística completa del poeta gaditano, que consta «de 2.450 textos» de los que «254 no habían visto la luz hasta ahora», nos aclaran las editoras. La labor documental de esta cuidadosa edición corre a cargo de Carmen Sánchez y de Laure Lachéroy, viuda de Carlos Edmundo de Ory. Los Aerolitos completos también cuentan con una lúcida y esclarecedora introducción —«Alado Carlos Edmundo»— del periodista y crítico literario Ignacio F. Garmendia.

En sus Aerolitos Carlos Edmundo de Ory nos da muchas claves sobre su poesía y su manera de ver la realidad y de abordar la creación literaria. En ellos, y a través de ellos, elabora su manifiesto más perdurable. Los Aerolitos configuran todo un sistema teórico y procedimental de los supuestos estéticos oryanos, en el que la teoría y la praxis amplifican especularmente sus significaciones. En los Aerolitos abundan las paronomasias, los calambures, las enumeraciones… Sus frases adquieren a veces la condición de «Betilo[s] animado[s]» (p. 183). Ory nos da en ellos las coordinadas de su poesía, hacia la que orienta la quilla de su creación: «Al norte Walt Whitman – Al sur César Vallejo» (p. 147). En otro, nos explica la connotativa amplificación de significados que en cada lectura se desprenden de sus aforismos, porque «El silencio es políglota» (p. 90). Todo en los Aerolitos se convierte en «fuegos de palabras» (p.89), por lo que «Ser noche [se transforma en]: anocheser» (p.139). «Poesía momentual» (p. 113) nos dice en uno de sus aerolitos, para unas páginas más adelante lanzar en otro la siguiente proclama: «No productividad, sino escritura criaturial» (p. 121). Y es que Ory, como reafirma en sus Aerolitos, «Escrib[e] poesía a bocajarro» en un intento de «Escapar[se] una de estas noches, en camisón, de la cama del hospital del mundo» (p. 180). Puedo asegurar que la mayoría de las veces lo consigue.

Carlos Edmundo de Ory en sus Aerolitos incide, o más bien reincide en los ternarios; por ejemplo: «Ternario de Barasab Nicolescu: Nosotros, la partícula y el mundo» (p. 92); «Ternario de Karl Friedrich Gerber: Los días, el vino y las rosas» (p. 95); o «Ternario de Oscar Vladislas de Lubicz-Milosz: los pájaros, los niños, los santos» (p.103). Pues bien, a través de este sencillo procedimiento de tres enumeraciones, el poeta gaditano realiza precisos retratos esenciales. ¿Qué ternario, cabe preguntarse, representaría mejor a Ory? Yo me atrevo a proponer el siguiente: Ternario de Carlos Edmundo de Ory: el mar, la soledad, la nada.

Los Aerolitos no se agotan en una lectura y tal vez tampoco en una vida. Son muchos los itinerarios y las lecturas que subyacen en sus textos. Se pueden leer arbitrariamente, del final hacia delante, saltando sus páginas como si se barajasen las cartas del destino, o leerlo página a página, pausadamente. Pero léase como se lean, uno siempre tiene la impresión de transitar por la magia reveladora del arte.

viernes, 11 de marzo de 2022

Reseña de Solaris, de Stanislaw Lem

Mastt S. Sagan, "¿Qué libros te han cambiado la manera de ver el mundo?" en Quora:

Hay muchos libros que me han hecho replantearme cosas, pero el que me hizo pensar más y me cambió mi forma de ver el mundo es: SOLARIS. Fue escrito por Stanislaw Lem y a pesar de ser en mi opinión el mejor libro de ciencia-ficción muy poca gente lo conoce.

Resumiéndolo muy brevemente: trata de un hipotético futuro en el que la humanidad ha logrado viajar de forma fácil y rápida por el universo, descubriendo y colonizando muchos mundos por el camino. Solaris fue uno más de tantos mundos descubiertos por la humanidad, se caracterizaba por estar situado en un sistema binario y por tener un inmenso mar, que cubría el 99% de su superficie, aparentemente sin vida; el planeta no tenía capacidad para acoger poblaciones humanas así que no atrajo la atención de estos.

No obstante, al cabo de los años se observó que en el planeta ocurrían cosas extrañas como que por ejemplo su órbita era estable a pesar de pertenecer a un sistema binario (cosa físicamente imposible) lo que le permitía no estar nunca ni demasiado cerca de la estrella ni demasiado lejos. Además se registraron formaciones extrañas producidas por el océano, cuando los seres humanos sumergían maquinaria debajo del mar este mismo copiaba su forma y hacia esculturas exactamente iguales, así como extrañas formaciones que el mar creaba de forma aparentemente aleatoria como las asimetriadas y las simetriadas.

Al final, tras mucho estudio, se llegó a la conclusión de que el mar era un ser vivo inteligente de dimensiones gigantescas y este de algún modo, para poder sobrevivir, conseguía que el planeta siguiese una órbita estable.

Tras esto se inició una etapa en la que los científicos trataron de establecer “el primer contacto” con el mar probando diferentes modos de comunicación. Lamentablemente cada vez que probaban algo el mar reaccionaba de forma diferente haciendo imposible el contacto: podía crearte 1000 asimetriadas sin ningún motivo aparente y, sin embargo, luego ignorar una explosión termonuclear. Tras esto surgieron muchas teorías de por qué no lograban comunicarse: Es autista, el océano antaño tuvo una época de grandeza, pero ahora está en una etapa de “Alzheimer”, es narcisista y no le interesamos lo más mínimo etc.

Todo ello explicaciones “humanas” a un problema de otro mundo. El tema que el libro trata es que el ser humano no busca en realidad nuevas civilizaciones o mundos en el espacio, sino reflejos de nosotros mismos y de nuestro mundo. Cuando nos imaginamos otros seres inteligentes siempre pensamos en ellos como seres humanoides y muy semejantes a nosotros mismos. Es de lo que casi todos los libros de ciencia ficción pecan, no innovan, solo hacen reflejos deformados de nosotros mismos, todos ellos con motivaciones genuinamente humanas como lo son las conquista y la guerra:

Unos habrán de ser un reflejo de nosotros mismos en el futuro y otros en el pasado…

“No buscamos nuevos mundos, algunos habrán de ser desérticos como el Sahara, otros helados como la Antártida, otros con junglas exuberantes y otros serán el reflejo del nuestro en tiempos más primitivos”

Cuando hablamos de otro ser alienígena inteligente nadie se imagina a un mar protoplasmático gigante, y que a pesar de ser inteligente no nos podamos comunicar con él. Lo cierto es que ese ser ha estado solo en el planeta durante los millones o miles de millones de años que ha durado su existencia. No puede saber lo que es el concepto de comunicación y si aun así pudiera comunicarse o quisiera hacerlo de que hablaría con nosotros? No tendríamos prácticamente nada en común, no podríamos compartir conceptos semejantes…

El ser humano tiende a antropomorfizar la realidad inevitablemente, está en nuestra naturaleza, en este libro el autor maneja el tema y lo aprovecha para dar una lección de creatividad al resto de escritores de ciencia ficción clásicos mediante la elaboración de un "alienígena" que se salta todos los convencionalismos humanos. Un libro que te hace replantearte muchas cosas y cuestionarte la creatividad humana y lo rígida que es su mente para añadir ideas nuevas. Término con una frase textual del libro, espero haber estado a la altura de transmitir al menos una pequeña parte de la grandiosidad de este libro:

“Nos consideramos caballeros del Santo Contacto. Esa es otra falsedad. No buscamos nada, salvo personas. No necesitamos otros mundos. Necesitamos espejos. No sabemos qué hacer con otros mundos. Con uno, ya nos atragantamos. Aspiramos a dar con nuestra propia e idealizada imagen”.

jueves, 3 de marzo de 2022

Nuevos datos fiables sobre Cervantes y el Quijote. Investigaciones de Javier Escudero en protocolos notariales.

I

Lidia Yanel, "Personas y hechos del Quijote son reales: sabemos quién informaba a Cervantes". EFE / Madrid Actual - Miércoles, 02 Marzo 2022 11:05

Toledo, 2 mar.- Cervantes escogió La Mancha para escribir el Quijote de forma consciente y meditada porque tenía muy cerca al hidalgo que le habló de personas y situaciones reales que el autor reflejó.

Ahora tenemos documentos que prueban la relación entre Miguel de Cervantes y su fuente, Alonso Manuel de Ludeña, su vecino en Esquivias (Toledo).

"No todo es como se nos había contado. Cervantes es un escritor organizado e informado, y la novela es verosímil y creíble. Su forma de escribir es como la de otros escritores, conoce a una serie de personas, le parecen interesantes y las incluye en sus novelas”, explica a la Agencia Efe el investigador Javier Escudero en vísperas de que se publique su ensayo ‘Las otras vidas de don Quijote’ (Ediciones B).

Durante dos décadas, Escudero ha investigado en miles de documentos de finales del siglo XVI, sobre todo relacionados con procesos judiciales, y ha localizado a multitud de personajes y aventuras que no solamente son protagonistas del Quijote sino de otras novelas de Miguel de Cervantes como ‘La ilustre fregona’ , ‘La gitanilla’, ‘Rinconete y Cortadillo’ o ‘El retablo de las maravillas’.

Este investigador madrileño, licenciado en Derecho, doctor en Humanidades y archivero de profesión (actualmente en Cuenca), ha encontrado documentos que avalaban situaciones y personas del Quijote, como el hidalgo que atacó un molino de viento, el que compró un rocín que se le cayó o los que vestían como caballeros medievales.

Pero faltaba algo, necesitaba encontrar por quien o quienes había conocido Cervantes todo eso, necesitaba descubrir al informante. Y lo ha encontrado: un hidalgo importante en aquella Mancha que se sitúa entre los municipios toledanos de Quintanar de la Orden, Miguel Esteban y El Toboso y que entre 1594 y 1607 vivió al lado de Cervantes en Esquivias, alejado de la Mancha.

Ese hidalgo manchego es Alonso Manuel de Ludeña, que en Esquivias tuvo una casa con cueva y tinajas y que sabemos que conoció a Cervantes porque arrendó tierras a Lope de Vivar Salazar (cuyo hijo fue el heredero de Cervantes y su esposa Catalina cuando murieron sin descendencia) y vendió otras a Gabriel Quijada de Salazar (hijo de Alonso Quijada, casero de Cervantes y de quien se considera que Cervantes tomó el nombre de su libro).

Ludeña era de Quintanar pero durante unos años vivió en Esquivias porque allí tenía tierras y bienes su mujer, que le dio poderes para poder venderlo cuando la convivencia del matrimonio acabó.

Javier Escudero cree que “hay mucho miedo a poner en cuestión la creatividad de Cervantes” pero tiene claro, a raíz de los documentos que ha localizado, que el escritor no improvisaba ni era contradictorio sino que era una persona “concienzuda”, bien organizada y coherente.

Añade que, además, Cervantes no traslada personajes de forma literal ni plasma sus biografías sino que lo utiliza para hilar su novela; es decir, toma nombres y hechos reales para hacer una obra reconocida universalmente, y esto no quita valor.

“Tenemos que saber que proviene de hechos y personajes reales y que Cervantes pretende hacer literatura, no historia. Creo que esto no modifica para nada la creatividad de Cervantes”, insiste Javier Escudero, quien defiende que su teoría es “la única que une lo que hasta ahora parecía irreconciliable”.

LO SENSATO ES LO REVOLUCIONARIO

Este investigador afirma que “lo sensato es lo revolucionario”. Es decir, que cuando Cervantes habla de Quintanar o el Toboso no es figurado, se refiere a Quintanar y El Toboso, y cuando escribe sobre molinos de viento se está fijando en Campo de Criptana porque allí hay molinos.

Todos estos lugares (Quintanar, El Toboso, Miguel Esteban, Criptana) están muy cerca geográficamente pero, al mismo tiempo, Miguel de Cervantes “nunca vivió en La Mancha o no hemos podido demostrarlo”, pero tampoco lo necesitó porque estaba bien informado.

“El realismo en situaciones, personajes y aventuras del Quijote empieza desde la primera página; no en la segunda parte, como se nos ha dicho”, insiste Escudero, quien agrega que “sabemos que, escribiera donde escribiera el Quijote, Cervantes lo gestó tranquilamente, en largas conversaciones en Esquivias con estos hidalgos”.

A su juicio, “se han dicho tantas cosas del Quijote, unas contradictorias con otras, a veces teorías inverosímiles, que ser sensato se convierte ahora en algo casi revolucionario”.

HOMENAJE A LA PROFESIÓN DE ARCHIVERO

En ‘Las otras vidas de don Quijote’ Escudero hace un paralelismo entre las salidas del Quijote y las que tendría que hacer un archivero para encontrar al hidalgo caballero, y plantea cuatro salidas, a archivos de Granada, Madrid, Cuenca y Toledo.

Porque este ensayo es “un homenaje a la profesion de archivero y conservador”, que es “muy poco conocida”, explica, porque “somos vistos como una especie de Quasimodo, abrazados a los documentos, en penumbra y sin dejar que nadie los vea”, bromea.

Archivos parroquiales de Quintanar, Miguel Esteban, El Toboso o Socuéllamos, entre otros; archivos municipales e históricos provinciales; el Archivo Diocesano de Cuenca, el Archivo de la Real Chancillería de Granada o el Archivo Histórico Nacional han sido algunos de los estudiados por este investigador que ha analizado medio millar de procesos judiciales.

Con su teoría y sus descubrimientos documentales ha participado en numerosos congresos y reuniones internacionales. Y avisa de que aún no ha cerrado sus investigaciones.

II

Personas y hechos del Quijote son reales: sabemos quién informaba a Cervantes

Por Newsroom Infobae, 2 de Marzo de 2022

Lidia Yanel Toledo (España), 2 mar Cervantes escogió La Mancha para escribir el Quijote de forma consciente y meditada porque tenía muy cerca al hidalgo que le habló de personas y situaciones reales que el autor reflejó. Ahora tenemos documentos que prueban la relación entre Miguel de Cervantes y su fuente, Alonso Manuel de Ludeña, su vecino en Esquivias (Toledo). "No todo es como se nos había contado. Cervantes es un escritor organizado e informado, y la novela es verosímil y creíble. Su forma de escribir es como la de otros escritores, conoce a una serie de personas, le parecen interesantes y las incluye en sus novelas”, explica a la Agencia Efe el investigador Javier Escudero en vísperas de que se publique su ensayo "Las otras vidas de don Quijote" (Ediciones B). Durante dos décadas, Escudero ha investigado en miles de documentos de finales del siglo XVI, sobre todo relacionados con procesos judiciales, y ha localizado a multitud de personajes y aventuras que no solamente son protagonistas del Quijote sino de otras novelas de Miguel de Cervantes como "La ilustre fregona", "La gitanilla", "Rinconete y Cortadillo" o "El retablo de las maravillas". Este investigador madrileño, licenciado en Derecho, doctor en Humanidades y archivero de profesión, ha encontrado documentos que avalaban situaciones y personas del Quijote, como el hidalgo que atacó un molino de viento, el que compró un rocín que se le cayó o los que vestían como caballeros medievales. Pero faltaba algo, necesitaba encontrar por quién o quiénes había conocido Cervantes todo eso, necesitaba descubrir al informante. Y lo ha encontrado: un hidalgo importante en aquella Mancha que se sitúa entre los municipios toledanos de Quintanar de la Orden, Miguel Esteban y El Toboso y que entre 1594 y 1607 vivió al lado de Cervantes en Esquivias, alejado de La Mancha. Ese hidalgo manchego es Alonso Manuel de Ludeña, que en Esquivias tuvo una casa con cueva y tinajas y que sabemos que conoció a Cervantes porque arrendó tierras a Lope de Vivar Salazar (cuyo hijo fue el heredero de Cervantes y su esposa Catalina cuando murieron sin descendencia) y vendió otras a Gabriel Quijada de Salazar (hijo de Alonso Quijada, casero de Cervantes y de quien se considera que Cervantes tomó el nombre de su libro). Ludeña era de Quintanar pero durante unos años vivió en Esquivias porque allí tenía tierras y bienes su mujer, que le dio poderes para poder venderlo cuando la convivencia del matrimonio acabó. Javier Escudero cree que “hay mucho miedo a poner en cuestión la creatividad de Cervantes” pero tiene claro, a raíz de los documentos que ha localizado, que el escritor no improvisaba ni era contradictorio sino que era una persona “concienzuda”, bien organizada y coherente. Añade que, además, Cervantes no traslada personajes de forma literal ni plasma sus biografías sino que los utiliza para hilar su novela; es decir, toma nombres y hechos reales para hacer una obra reconocida universalmente, y esto no quita le valor. 

DE LO REAL A LO LITERARIO

“Tenemos que saber que proviene de hechos y personajes reales y que Cervantes pretende hacer literatura, no historia. Creo que esto no modifica para nada la creatividad de Cervantes”, insiste Javier Escudero, quien defiende que su teoría es “la única que une lo que hasta ahora parecía irreconciliable”. Este investigador afirma que cuando Cervantes habla de Quintanar o el Toboso no es figurado, se refiere a Quintanar y El Toboso, y cuando escribe sobre molinos de viento se está fijando en Campo de Criptana porque allí hay molinos. Todos estos lugares están muy cerca geográficamente pero, al mismo tiempo, Miguel de Cervantes “nunca vivió en La Mancha o no hemos podido demostrarlo”, pero tampoco lo necesitó porque estaba bien informado. “El realismo en situaciones, personajes y aventuras del Quijote empieza desde la primera página; no en la segunda parte, como se nos ha dicho”, insiste Escudero, quien agrega que “sabemos que, escribiera donde escribiera el Quijote, Cervantes lo gestó tranquilamente, en largas conversaciones en Esquivias con estos hidalgos”. A su juicio, “se han dicho tantas cosas del Quijote, unas contradictorias con otras, a veces teorías inverosímiles, que ser sensato se convierte ahora en algo casi revolucionario”