Alfredo Valenzuela entrevista al hijo único de Rafael Cansinos Asséns, su homónimo Rafael Cansinos, «A Borges le fascinaba el parentesco entre mi padre y Rita Hayworth», en Abc de Sevilla, 21 de mayo de 2006:
Hijo del mítico escritor sevillano Rafael Cansinos Assens y pariente de la legendaria Rita Hayworth, el editor Rafael Cansinos ha emprendido la edición de obras inéditas u olvidadas de su padre, como «Bellezas del Talmud» o su traducción de «Risa roja», de Andreyev
-¿Cuál es el mejor recuerdo que guarda de su padre?
-Su obra. Cuando murió yo tenía solo seis años. Su obra me habla hoy.
-Los escritores tienen mala fama como padres, ¿qué tal fue el suyo?
-Trabajó mucho hasta el final de sus días. Su territorio me estaba vedado hasta que llegaba la noche. Creo que es una historia muy repetida en las biografías infantiles.
-¿Relee sus obras con frecuencia?
-No, con frecuencia no, pero sí releo cosas porque trabajo con ellas, preparando ediciones y cosas así.
-¿Cree, como decía Borges, que su padre fue uno de los más grandes escritores de nuestra cultura?
-Durante mi juventud pensaba que no, me había hecho a la idea de que mi padre era uno de tantos, pero un día me lo dijo Borges en persona, y pude comprobar que lo decía en serio.
-¿Alguna vez ha presumido de ser sobrino, aunque lejano, de Rita Hayworth?
-Ya que me ha citado a Borges le contaré que este parentesco a él le fascinaba. Yo le oí cantar canciones de Gilda. Me preguntaba con un interés infantil, de mitómano, si yo conocía a Rita, si la trataba. Le expliqué que Rita, aunque vivía, estaba muy malita y ya no pertenecía a este mundo. Esto le apenó mucho. Con estas cosas se nace, no es ningún mérito del que uno pueda vanagloriarse. La familia de mi abuelo no tenía muy buen concepto de la del padre de Margarita, por ser gente de la farándula. Ya ve usted las vueltas que da la vida. Esta maravillosa actriz norteamericana nos ha quitado para siempre a todos los «Cansino» la pole position del apellido familiar. Aunque eso sí, Borges, además de canciones de Rita, se sabía de memoria fragmentos enteros de obras de mi padre.
-¿Qué sintió cuando Sevilla, por fin, le dedicó una calle a Cansinos Assens?
-Perplejidad, me enteré cuando ya estaba inaugurada. Creo que se organizó una grimpola entre el Ayuntamiento y algunos intelectuales sevillanos por la localización de la calle. Me tenían que haber consultado. La calle de Cansinos Assens debería haberse situado en la zona de la Alameda, en el entorno de la calle Tinaja, que fue donde transcurrió la infancia del escritor. Todos descartaron esta zona por ser desde hace mucho un espacio de prostitución y de trapicheo. Un error garrafal: era el lugar más adecuado por muchas razones.
-¿Qué otras cosas cree que se deberían hacer para restablecer su memoria?
-Desde la Fundación-Archivo Rafael Cansinos Assens vamos a coordinar muchas acciones.
-¿Queda mucho inédito de Cansinos?
-Muchísimo.
-¿Y se irá publicando todo eso?
-En forma de libro solo una parte. La otra también la conocerán los investigadores, o cualquier lector curioso, en el website de la Fundación.
-¿Cree vigente la obra crítica de Cansinos?
-No entiendo mucho de esto. Ahora los universitarios están muy interesados en este tipo de crítica impresionista que hacía Cansinos. Hay incluso quien la valora por encima de la académica.
-¿Rescataría la obra de algunos de los escritores que desfilan por las memorias de su padre de los que hoy permanecen olvidados por completo?
-Dentro del proyecto Arca Ediciones quizá rescatemos alguna obra de estos olvidados, pero de momento vamos a publicar solo títulos que consideremos comerciales. Por eso hemos empezado con la antología hebraica Bellezas del Talmud, y con la Risa roja de Andreyev, una novela que denuncia el horror de la guerra.
-¿Cree usted en las raíces hebraicas de su familia, como postulaba su padre?
-Sin ánimo de ofender a todos aquellos a los que les molesta el judaísmo de mi padre, y buscan argumentos para negarlo, minimizarlo o ridiculizarlo, la mayoría porque no les gusta ver a Cansinos en el lado semita, le diré antes que nada que los judíos sienten veneración por sus antepasados y están siempre presentes en sus vidas y en su recuerdo y forman parte de su ser como pueblo. Su pregunta precisa también de una aclaración: estar en la línea de descendencia de hebreos no significa absolutamente nada, y mucho menos lo convierten a uno en judío. Hay que ser serios con estas cosas para no herir los sentimientos de los judíos ortodoxos. Mi padre era judío por convicción, y así le aceptan como uno de los suyos los judíos laicos e incluso muchos ortodoxos. El que tuviera antepasados judíos, como muchos españoles, no es relevante, aunque yo sí creo en ello, como creía él basándose en evidencias, y, por supuesto, no tengo ningún inconveniente en reconocer que me siento ligado a esa pertenencia y orgulloso de la misma.
-Jesús Pardo, en sus memorias, insinúa que Cansinos traducía a los rusos ayudándose de la traducción al francés, ¿cree que se trata de una maledicencia?
-Jesús Pardo, cuando conoció a Cansinos, era sólo un currinche de veintipocos años y, por los datos que da sobre la casa en la que nací, me parece que no le dejaban pasar mucho más allá del recibidor. Dice que un día visitó a Cansinos y éste tenía encima de una mesa una traducción del ruso a medio hacer, con la edición original rusa a un lado y al otro una versión francesa. Le puedo aclarar a Pardo, por la fechas de las que habla, que el autor que traducía era Andreyev, y que los originales que utilizó están reseñados, sin mayor secreto, en la introducción de Cansinos a las Obras Escogidas que publicó Aguilar en 1955. Yo no diría que Pardo sea un malediciente, porque todo esto forma parte del juego de sus memorias y porque esa maledicencia no es suya, se ha contado ya varias veces, aunque sí añade abono pestífero. Es impensable que Cansinos entrara en un juego de superchería. Su categoría moral estaba muy por encima de esas bobadas. Leyendo las portadas, las introducciones y las notas a sus traducciones es muy fácil seguir su procedimiento como traductor. A él no le costaba nada explicar que traducía a veces del francés o del inglés, y exponía los motivos.
-También dice Pardo que su padre alardeaba de sus veinte idiomas...
-Me temo que don Jesús se confunde en esto también, ya que no eran veinte, sino setenta las lenguas en las que mi padre podía saludar al sol. Conociendo su falta de vanidad, estoy seguro de que era rigurosamente cierto. La obra de Pardo es muy buena literatura, pero él es un periodista que ha oído demasiadas campanas a lo largo de su vida para que ahora nos las cuente todas de seguido con visos de verosimilitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario