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sábado, 30 de octubre de 2010

Para los sibaritas del jazz


He aquí un enlace con uno de los rarísimos del jazz latino, un clásico vivo, Yatchs, de Coco Steel, Lovebomb y AMCA.

domingo, 8 de agosto de 2010

El anillo de Wagner

"Los dioses mueren en Bayreuth", MARIO VARGAS LLOSA, El País, 08/08/2010

Tal vez la música de Wagner nos acerque más al diablo y al infierno que a Dios y al cielo, pero, no hay duda, gracias a ella salimos de la vida cotidiana. Es siempre una revelación y una catarsis
Cuando Richard Wagner concibió la idea de El anillo del nibelungo y comenzó a trabajar en su famosa Tetralogía, era un joven insumiso y genial, contaminado de lecturas anarquistas, sobre todo Proudhon, y amigo de Bakunin, con quien compartió barricadas y distribuyó bombas de mano durante el alzamiento de Dresde de 1849. Cuando 26 años más tarde terminó su obra maestra -una de las más ambiciosas empresas artísticas que haya conocido la humanidad, comparable a la hechura de la Capilla Sixtina en pintura y, en literatura, a la elaboración de La Comedia Humana o En busca del tiempo perdido- era un reaccionario, nacionalista y antisemita al que sus cuatro lecturas minuciosas de El mundo como voluntad y representación, de Schopenhauer, habían ayudado a adoptar una visión del mundo y del arte en las antípodas de la que exaltó su juventud.

Pero, pese a esa radical transformación ideológica, en el Ring, que se dio por primera vez completo, aquí, en Bayreuth, en 1876, en el teatro que Wagner hizo construir de acuerdo a un pormenorizado y maniático proyecto, ha prevalecido ese espíritu ácrata de sus años mozos y la lección de Ludwig Feuerbach, cuyo libro La esencia del cristianismo lo convenció de que no eran los dioses los que creaban a los hombres sino éstos a los dioses, impregnándolos de todas sus virtudes y defectos. Entre otras muchas cosas, ése es uno de los principales designios de El anillo: la recusación de una trascendencia teológica, la convicción de que sólo el arte da vida y vigencia a unos dioses y un más allá tan frágiles, vulnerables y confusos como los mismos seres humanos.

Asisto por primera vez a la representación integral de la Tetralogía en el curso de una semana en este Festival de Bayreuth que tiene más de peregrinación y ceremonia religiosa que de fiesta operática. Odiado y adorado en vida, y todavía más después de muerto, Wagner es probablemente el único artista cuyo culto trasciende la pura admiración estética y ha generado una adhesión tan aguerrida e intolerante como la que las sectas esperan de sus adeptos. Ésa es la impresión que dan aquí, en estas tardes plomizas y encapotadas -wagnerianas- las damas y caballeros de este club tan exclusivo -para adquirir un abono al Festival es preciso ahora esperar unos 12 años o, en caso contrario, pagar una astronómica reventa que puede llegar a 3.000 o 4.000 euros por entrada-, que, enfundados en trajes y vestidos de etiqueta, beben sus heladas copas de champagne como quien comulga y esperan en silencio respetuoso la fanfarria que, desde el balcón que sobrevuela la puerta principal del teatro, los llame a la función. Mayores y ancianos, acomodados y conservadores, cambian saludos que parecen santo y señas. Estoicos y enfervorecidos, permanecerán inmóviles las cuatro o cinco horas que dura cada espectáculo en los rígidos asientos de madera que Wagner diseñó para que sus óperas fueran vistas y escuchadas en estado de alerta marcial y espiritual, en una postura física reñida con toda forma de abandono, descuido o complacencia. Ningún aplauso interrumpirá la función y, si algún imprecavido forastero rompe esa regla, cientos de miradas admonitorias lo vitrificarán en la oscuridad. Los aplausos vienen solo al final, generosos y repetidos, si se trata del director de la orquesta, Christian Thielemann, o de Albert Dohmen, un soberbio Wotan, o el eximio Alberich, Andrew Shore, o del joven Lance Ryan, Siegfried, y Linda Watson, la valquiria Brünnhilde, pero también los abucheos y zapateos, como los que reciben al veterano Tankred Dorst, cuyo montaje la mayoría de los espectadores descalifica con irritación a mi juicio exagerada.

Hay algo denso y funeral en este ambiente, sin dejar de ser electrizante. Pero tanta corrección y formalismo contrastan fantásticamente con el enloquecido aquelarre de que es escenario el teatro de Bayreuth cada tarde, cuando se levanta el telón, irrumpe la música y se desencadenan las pasiones, las hazañas, los crímenes que van tejiéndose en torno y a partir de ese pecado original, el robo del oro que perpetra el nibelungo Alberich a las ninfas encargadas de cuidarlo en el fondo del Rin, para adquirir poder, ese poder maldito que solo se alcanza renunciando al amor y cuyo diabólico atractivo desquiciará el Valhalla, precipitando a dioses, semidioses, gigantes, valquirias, consortes y nibelungos, en una orgía de violencia que acabará por desintegrarlos a todos en un Apocalipsis ígneo.

No hay tabú que no se viole ni demasía que no se cometa en este panteón pagano de origen nórdico, que Wagner remodeló a la medida de sus íncubos y súcubos. Incesto, apostasía, filicidio, deicidio, sacrilegios, traiciones, codicias, filtros mágicos que destruyen la soberanía y la identidad de los individuos, y, llamaradas de luz en esas macabras peripecias, unas heterodoxas historias de amor, lírica como la de los mellizos Siegmund y Sieglinde, o épicas, como la de Siegfried y Brünnhilde, pero que no duran porque el entorno las corroe. Tanta ferocidad y horror serían irresistibles si la hermosura de los textos y la riqueza y originalidad de la música que modelan cada episodio con delicadeza, profundidad, elegancia, y por momentos una intensidad milagrosa, como la de la marcha fúnebre a la muerte de Siegfried, no distanciaran todo aquello de la experiencia vivida y lo transmutaran en imágenes plásticas y espectáculo sonoro, una realidad otra, creada -como los dioses que fabrican el miedo y la soledad de los hombres- por la imaginación visionaria y la sensibilidad impregnada de truculencia y desmesura románticas de un compositor y poeta que, como Victor Hugo, se creía también, además de artista, un ser superior, casi olímpico. Varias veces, ante la representación de tanto lujo bárbaro y barroco, tuve la sensación de que en el escenario La muerte de Sardanápalo, de Delacroix, reaparecía encarnada y se echaba a vivir.

El único ser humano que ambula por este territorio de dioses, diosecillos, semidioses y engendros, es Siegfried, hijo de los amores trágicos e incestuosos de dos hermanos. Es una criatura natural, criado por un malvado codicioso, el nibelungo Mime, a quien aniquilará sin escrúpulo alguno al descubrir su entraña pérfida. Aunque es tosco, directo e inocente como un animal, ignora el miedo y las formas, actúa guiado por una buena entraña, y se dignifica cuando vive el amor de la valquiria Brünnhilde a la que con un beso saca del sueño en el que la ha sumido Wotan por haber cedido a la piedad, pasión de débiles. Pero este ser puro y limpio, una vez que sucumbe a la pócima del olvido que le hacen beber Hagen, Gunther y Gutrune, traiciona a su amada y precipita el enredo que culminará en el holocausto final. Nadie se salva. La codicia del poder, simbolizada por el oro, arrastra a todo lo existente a su perecimiento. ¿Qué hubiera permitido un destino distinto para esos infelices heroicos, fatalistas y supersticiosos? Acaso no haberse apartado de la Naturaleza, como se lo advertía la ecológica Erda, evitando un progreso solo aparente que contenía los venenos que terminarían liquidándolos. En esa visión apocalíptica de la vida no hay otra escapatoria que el arte, en el cual la tragedia se inmuniza a sí misma volviéndose espectáculo y permitiendo a los seres humanos contemplar sus verdades ocultas sin vivirlas de verdad, solo como fantasías y pesadillas.

No se puede disfrutar de la música de Wagner como de las de Mozart, Verdi, Rossini o Strauss. Él no la compuso para celebrar las buenas cosas de la vida y exorcizar las malas, ni para seducir y dar esparcimiento y placer. La compuso convencido de que la música, como creía su maestro Schopenhauer, era acaso el único instrumento con que contaban los hombres para comunicar con aquella dimensión de la vida a la que no llegan el conocimiento ni la razón, esa zona oscura, divina o sagrada, de la que tenemos solo premoniciones y sospechas, nunca evidencias, salvo en aquellos privilegiados estados de trance en que cierta música excelsa nos arranca de nuestro confinamiento en lo terrenal y lo práctico y nos hace entrever, sentir, vivir por un momento de éxtasis, esa elusiva trascendencia, ese estado que los místicos llaman el "espíritu puro" que encara a Dios. Tal vez la música de Wagner nos acerque más al diablo y al infierno que a Dios y al cielo, pero, no hay duda, gracias a ella salimos de la vida cotidiana y previsible, de lo rutinario y sabido, y accedemos a un mundo de valores y formas distintos a los que estamos acostumbrados, un mundo de excesos y de extremos, de absorbente belleza y aterradores peligros, de pasiones desorbitadas y sensaciones exquisitas. Una música que es siempre una revelación y una catarsis.

Lo extraordinario es que, después de cada una de las óperas de la Tetralogía, los wagnerianos de Bayreuth, en vez de tomarse un Válium y meterse a la cama a recuperarse de la tremenda experiencia, invadan las tabernas de la ciudad y apuren grandes jarras de cerveza y fuentes de salchichas con bratkartoffeln y sauerkraut.

jueves, 29 de julio de 2010

Pesadilla

Una extraña obsesión me ha hecho un refrito subconsciente del cuadro de la Duquesa de Alba de Goya con una de las dos (adivinad cuál) glamourosillas, alegóricas y sexys groupies de la pegadiza cinta Video killed the radio star, de The Buggles, cantado con voz de pito vocoder y castratum por el muy gafudo y eltonjoniano Trevor Horn. El resultado es un potaje que podríamos llamar pesadilla. El vídeo es este.

miércoles, 7 de abril de 2010

Letra de "Fiesta pagana", de Mago de Oz

Fiesta pagana, de Mago de Oz

Cuando despiertes
un día,
y sientas,
que no puedes más,
que en el nombre
del de arriba
tu vida manejarán,
si sientes que el miedo
se pega a tu piel
por ser comunero
y justicia querer
si te rindes, hermano,
por ti nunca pensarás,
cuando vayan a pedirte
los diezmos a fin de mes,
y la Santa Inquisición
te "invite" a confesar,

Por eso, amigo,
tú alza la voz,
di que nunca
pediste opinión
y si es verdad
que existe un dios
que trabaje
de sol a sol.

Ponte en pie,
alza el puño y ven
a la fiesta pagana
que en la hoguera
hay de beber.

De la misma condición
no es el pueblo
ni un señor,
ellos tienen el clero
y nosotros el sudor.

Si no hay pan para los tuyos
y ves muy gordo al abad,
si su virgen viste de oro,
desnúdala
¿Cómo van a silenciar
al jilguero o al canario,
si no hay cárcel ni tumba
para el canto libertario?

¡Ponte en pie,
alza el puño y ven
a la fiesta pagana:
en la hoguera hay de beber.
De la misma condición
no es el pueblo y un señor:
ellos tienen el clero
y nosotros el sudor.
Si no hay pan para los tuyos
y ves muy gordo al abad,
si su Virgen viste de oro,
desnúdala.
¿Cómo van a silenciar
al jilguero o al canario,
si no hay cárcel ni tumba
para el canto libertario?

domingo, 14 de marzo de 2010

Molotov


Con unos políticos como los que tenemos, el único programa a seguir no puede ser otro que el Da da da de Molotov, no el de Zam; y así con todos los que quieran darle a la sociedad forma de pirámide y no de meseta. Sí, sí, sí...

jueves, 24 de diciembre de 2009

Walking in the air

Walking In The Air

Caminamos en el aire;
flotamos en el cielo iluminado por la luna.
La gente lejos allá abajo duerme mientras volamos.
Me sostengo muy fuerte,
cabalgo en el azul de medianoche.
Encuentro que puedo volar tan alto contigo,
lejos a través del mundo...

Las villas pasan como árboles,
los ríos y las colinas,
los bosques y los arroyos.
Los niños contemplan con la boca abierta
tomados por sorpresa.

Nadie ahí abajo cree lo que ven sus ojos.
Surfeamos en el aire;
nadamos en el cielo helado,
nos dejamos llevar flotando
sobre montañas níveas

De repente volamos bajo, sobre el océno profundo
despertando a un poderoso monstruo de su sueño.
Caminamos en el aire,
flotamos en el cielo de medianoche
y todos los que nos ven saludan mientras volamos.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Felices Navidades

Felices Navidades:
Walking in the air de Howard Blake, por Peter Auty
Ave María de Gounod por Cloë Agnew

Walking in the air es un tema del grupo finlandés Nightwish escrito por Howard Blake para la película de animación The Snowman. Luego la llevó a su album Oceanborn, y está destinada a convertirse en un clásico. En cuanto a Cloë Agnew de Celtic Woman, qué decir, sino que canta como los ángeles.

martes, 17 de noviembre de 2009

Enrique Urquijo


Este hombre, como muchos, llevaba escrito en la mirada su destino. Pero aparte de la tan famosa y memorable Déjame, escrita en unos impecables eneasílabos, dejó muchas otras canciones destrozadoras, como la que dedicó a su única hija María, Agárrate fuerte a mí.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Estas botas están hechas para caminar, de Nancy Sinatra

La famosa canción de la maja Nancy Sinatra, These Boots Are Made For Walking (1966) en cuatro versiones encantadoras, en blanco y negro y color, con coreografía y sin ella, a cual mejor (aunque la coreografía de la tercera es magnífica):

Primera
Segunda
Tercera
Cuarta

Y aquí debajo, la letra original y una adaptación de la letra al español por menda, el que suscribe:

You keep saying you got something for me
something you call love but confess
you've been a'messin' where you shouldn't 've been a'messin'
and now someone else is getting all your best
well, these boots are made for walking, and that's just what they'll do
one of these days these boots are gonna walk all over you
You keep lyin' when you oughta be truthin'
you keep losing when you oughta not bet
you keep samin' when you oughta be a'changin'
what's right is right but you ain't been right yet
these boots are made for walking, and that's just what they'll do
one of these days these boots are gonna walk all over you
Leadbreak
You keep playing where you shouldn't be playing
and you keep thinking that you'll never get burnt (hah)
well, i've just found me a brand new box of matches (yeah)
and what he knows you ain't had time to learn
these boots are made for walking, and that's just what they'll do
one of these days these boots are gonna walk all over you
Spoken
Are you ready, boots?
start walkin'


Sigues diciendo por ahí

que tienes algo para mí,
algo que llamas amor,
pero confiesa:
has estado metiéndote en líos
donde no deberías tenerlos,
y ahora alguien más se está llevando
lo mejor de ti.

Estas botas están hechas para caminar,
y eso es justo lo que harán:
uno de estos días
por encima te pasarán.

Sigues mintiendo
cuando deberías decir la verdad
y sigues perdiendo
cuando no deberías apostar:
sigues igual,
cuando deberías cambiar.
Por ahora está bien lo que está bien,
pero tú aún no lo estás.

Estas botas están hechas para caminar,
y eso es justo lo que harán:
uno de estos días
por encima te pasarán.

Sigues jugando
cuando no debías jugar,
y sigues pensando
que nunca te quemarás... ¡Ja!
Acabo de encontrar
un cerillero nuevo, ¡yeah!
y lo que sé yo
tú no lo has llegado a saber

Estas botas están hechas para caminar,
y eso es justo lo que harán:
uno de estos días
por encima te pasarán.

¿Están preparadas, botas?
¡A caminar! ¡Ya!

Otra versión más libre:

Sigues diciendo por ahí
que lograste algo de mí,
algo que llamas amor,
pero confiesa que has ido
más lejos de lo debido
y que ahora otra consiguió
todo de todo y de lo mejor;
estas botas están hechas para andar,
y eso es justo lo que harán.

Uno de estos días, estas botas
se pasearán más allá;
cuanto guardas seguirás tirando
y cuanto apuestes perdiendo
y jamás tendrás razón,
estas botas están hechas para andar
y eso es justo lo que harán.

Pero si sigues jugando donde no debes
pensando que nunca te quemarás; ¡ah!,
yo tengo una caja de cerillas ¡sí!
y lo que no sabes es que estas botas
que por todas partes van
un día de paseo se irán
y por encima te pasarán.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Música


Serena los nervios escuchar el Agnus Dei de Karl Jenkins, perteneciente a su himno por la paz The armed man: a mass for peace.

martes, 8 de julio de 2008

Recetas para cargar y descargar las pilas


Oír de vez en cuando el Arabesco de Debussy, el Concierto para guitarra de Vivaldi o el Hoedown de Copland original o el de Emerson, Lake and Palmer; o el Confortable de Kinobe, Eloise, en versión de Tino Casal; Hoy no me puedo levantar o No es serio este cementerio de Mecano; leer a Richmal Cropton o a Woodehouse o a Thoreau. Ver a Rita Moreno, no a Natalie Wood, o Con faldas y a lo loco de Wilder, Luna Nueva de Hawks; Flashdance, Clerks; o MASH de Altman. Algo cañí, por ejemplo El manisero de Machín o Aires de fiesta de Karina, cualquier cosa de Denis Roussos o las Spice Girls, El Capitán Trueno de Asfalto, Penny Lane de los Beatles o El rock de la cárcel de Elvis Presley.

Acaso funcione, si no se abusa de ello.


Para caerte con todo el equipo y no dar palo al agua:

Empieza el espectáculo, de Bob Fosse. El concierto para piano número 21 de Mozart; Música para cuerda, percusión y celesta de Bela Bartok; cualquier cosa de Rachmaninoff; la versión en sintetizador Moog por Walter Carlos de la Música para el funeral de la reina María; Alfonsina y el mar, de Eduardo Falú; el Adagio para cuerda de Samuel Barber; cualquier cosa de Cecilia o de Leonard Cohen , incluso las alegres, pero especialmente Suzanne; el Adagietto de Mahler, aunque hay mucho en sus otras sinfonías; la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis de Vaughan Williams; la Pavana para una infanta difunta de Ravel; la Zarabanda de Haendel; Claro de luna de Beethoven; Romeo y Julieta de Prokofiev; Déjame de Los Secretos, Clara de Juan Bautista Humet o La Bienpagá de Carlos Cano.

Para no salir de ese círculo infernal, vuélvase al principio. Todo se reduce a eso, una sístole y una diástole: comer y trabajar, como hacen los hamster corriendo en el cícrulo de su jaula.

martes, 8 de enero de 2008

Música legendaria

Unas cuantas canciones legendarias:

Levantan el ánimo Scarlet Rose, Si hubiera tenido cabeza, Mister Sandman, What a wonderful world y Qué será, será; las demás lo deprimen:

Scarlet Rose

Summertime

Stairway to heaven

Si hubiera tenido cabeza

Noches de blanco satén

Mister Sandman give me a dream

What a wonderful world

Que será, será

viernes, 28 de diciembre de 2007

Alegría y melancolía

Les ofrezco un enlace a una música de jazz que puede levantar el ánimo a un muerto: "¡Si hubiera tenido cabeza!".

Y para restablecer el equilibrio de potencial, una balada o blues melancólico capaz de deprimir a cualquiera, Noches de blanco satén, de The Moody Blues.