jueves, 27 de abril de 2017

Norberto Bobbio: El ideal igualitario y el no igualitario. Rousseau - Nietzsche


I

De Derecha e izquierda
Norberto Bobbio

El conflicto entre Rousseau y Nietzsche se puede ilustrar bien, precisamente, por la distinta actitud que cada uno asume con respecto a la naturalidad y artificialidad de la igualdad y de la desigualdad. En el Discurso sobre el origen de la desigualdad, Rousseau parte de la consideración de que los hombres han nacido iguales, pero la sociedad civil, o sea, la sociedad que se sobrepone lentamente al estado de naturaleza a través del desarrollo de las artes, los ha convertido en desiguales. Nietzsche, por el contrario, parte del presupuesto de que los hombres son por naturaleza desiguales (y para él es un bien que lo sean, porque, además, una sociedad fundada sobre la esclavitud como la griega era, y sobre todo debido a la existencia de los esclavos, una sociedad avanzada) y solo la sociedad con su moral de rebaño, con su religión basada en la compasión y la resignación, los ha convertido en iguales.

Aquella corrupción que para Rousseau generó la desigualdad, generó para Nietzsche la igualdad. Allí donde Rousseau ve desigualdades artificiales, y por lo tanto que hay que condenar y abolir por su conflicto con la fundamental igualdad de la naturaleza, Nietzsche ve una igualdad artificial, y por lo tanto que hay que aborrecer en cuanto tiende a la benéfica desigualdad que la naturaleza ha querido que reinase entre los hombres. La antítesis no podría ser más radical: en nombre de la igualdad natural, el igualitario condena la desigualdad social; en nombre de la desigualdad natural, el no igualitario condena la igualdad social. Baste esta cita: la igualdad natural "es un gracioso expediente mental con que se enmascara, una vez más, a manera de un segundo y más sutil ateísmo, la hostilidad de las plebes para todo cuanto es privilegiado y soberano"

[...]

Nunca antes en nuestro tiempo se han cuestionado las tres principales fuentes de desigualdad: clase, raza y género. La igualación progresiva de la mujer al hombre, primero en la pequeña empresa familiar y luego en la más grande de la sociedad civil y política, es una de las señales más seguras del viaje imparable de la humanidad hacia la igualdad. Y ¿qué pasa con la nueva actitud hacia los animales? Debates cada vez más frecuentes y extendidos, sobre la legalidad de la caza, los límites de la vivisección, la protección de especies animales se han vuelto cada vez más raro, el vegetarianismo... ¿Qué cosa representan si no signos de una posible extensión más allá del principio de igualdad, incluso de los límites de la raza humana, una extensión basada en la conciencia de que los animales son iguales a nosotros, los hombres, al menos en la disposición a sufrir? Entendemos que para tener una idea de este gran movimiento histórico se debe levantar la cabeza de las escaramuzas diarias y mirar alto y más lejos.

II

De Teoria generale della politica, p. LVIII:

Derechos del hombre, democracia y paz son tres momentos necesarios del mismo movimiento histórico: sin derechos del hombre reconocidos y protegidos no hay democracia; sin democracia no se dan las condiciones mínimas para la solución pacífica de los conflictos. En otras palabras, la democracia es la sociedad de los ciudadanos, y los súbditos se convierten en ciudadanos cuando les son reconocidos algunos derechos fundamentales; habrá paz estable, una paz que no tenga la guerra como alternativa, solamente cuando seamos ciudadanos no de este o aquel Estado, sino del mundo.



El perro de Rousseau

La biografía de Gavin de Beer sobre Juan Jacobo Rousseau, más o menos el abuelo de toda la izquierda europea, y padre (desnaturalizado) de conceptos tan discutidos como los de alienación y voluntad general, es muy interesante. No era hombre simpático, al menos a largo plazo; Tierno Galván decía que los jóvenes de hoy, tan maleducados como su Émile, se le parecían mucho: culos de mal asiento, indisciplinados, buscadores de lo simple, "natural" o incivilizado y ególatras a machamartillo. Jean-Jacques incluso vestía a lo rockero de entonces (como un armenio), y no tenía casa fija, como un gitano (los franceses dirían, a lo Murger, bohémien).

Pero lo que más me llamó la atención fue no ya que enviara al orfanato a los cinco hijos que tuvo de su amante costurera (Thérèse, una midinette cocotte, dirían los finos decimonónicos, que le engañaba con cualquiera, incluso con James Boswell), excusándose (cuando se descubrió el ajo) en "no tener con qué mantenerlos" y en la grima de que "los educase la familia de su mujer, pues una educación de huérfano no podía ser peor", sino que en cambio mantuviera a un perro, "Sultán", con un afecto que podía haber dispensado a algún fruto de sus entrañas.

¡Menudo perroflauta (que era músico también)! ¡Preferir la compañía de animales y vegetales (porque también le iba el campo cantidubi a este ecológico avant-la-lettre) a la de los seres humanos más "simples" y "elementales"! No me extraña que Voltaire escribiera un panfleto anónimo (1764) en que exponía la incoherencia de este inhumano e incivil, que, defendiendo que la sociedad corrompía al individuo, no ya corrompía sino que abandonaba a sus propios hijos a la inclusa, lo que en aquella época era poco más que una sentencia de muerte. Y eso que Voltaire le andaba en zaga muy poco, con los negocios que mantenía con negreros esclavistas. 

Rousseau buscaba la elementalidad, la simplicidad y la libertad de la misma manera que una planta busca la tierra, y con ello huía de la misma naturaleza humana, ambiciosa y amante de complicarse la vida. Y así, para mí Rousseau es el paradigma de ciertos izquierdistas impuros y simples, de diseño narcisista y gauche divine, que, demasiado imbuidos de ideologías abstractas que repiten como loros, pierden el más elemental respeto al ser humano y a su complejidad, hasta el punto de propalar groserías y ejercer violencias contra la vida como el aborto, aunque se enternezcan (falsamente) con la suerte desgraciada que pueda merecer un cachorrillo, un árbol, una mujer maltratada. Si les tocasen el bolsillo se vería pronto su verdadera verdad: porque negarse a mantener a un hijo matándolo es algo que se hace por mezquina tacañería y porque el capitalismo (sí, el detestado capitalismo) lo promueve a fin de no tener que alimentarlo, albergarlo y educarlo a costa del erario. Si no se quiere un hijo, siempre se puede dar a una pareja estéril y no desairar el interés de la especie, que es superior al interés individual, incluso superior a la voluntad general de que tanto habló en su Contrato social.

El ataque de Voltaire fue volviendo paranoico poco a poco a Rousseau, quien, sin embargo, tuvo el coraje de enfrentarse a todo el pensamiento anterior establecido y dar un giro copernicano a la pedagogía. Desde entonces esta se centró en la evolución natural de la inteligencia infantil y en aspectos prácticos frente a la asquerosa educación memorística, que hoy sabemos hay también que cultivar. Dedicó sus últimos años a resolver sus contradicciones y por lo menos nos dejó testimonio de este esfuerzo en sus Confesiones y en su Rousseau juzgado por Jean-Jacques; pero no llegó a superarlas. Su perro, Sultán, se le escapaba continuamente en busca de ligues collies por las calles de Londres, para agobio de su atormentado anfitrión, el genio de la filosofía David Hume, al que daba la tabarra para que se lo buscara, siempre en elusión de las responsabilidades que le granjeaba su ansiada libertad, cuando ya se había vuelto una especie de chiflado Bobby Fischer incapaz de dejar de ser sí mismo. La diferencia es que, al contrario que Fischer, Rousseau no era bueno por naturaleza.

martes, 25 de abril de 2017

Formas de criar un sociópata

Marcia Sirota, 6 formas de educar que pueden hacer de tu hijo un sociópata,  Huffington Post 17/04/2017 

La mayoría de los padres solo quieren lo mejor para sus hijos. Y su forma de actuar se basa en lo que creen que les vendrá bien a sus pequeños. Por desgracia, algunos tienen concepciones erróneas que pueden ser mucho más perjudiciales que beneficiosas para los niños.

Cuando los padres adoptan estas concepciones erróneas, pueden llevar a la práctica acciones que saquen lo peor de sus hijos. Incluso pueden provocar que sus hijos se conviertan en sociópatas. Puede parecer una afirmación exagerada, pero, por desgracia, es la realidad.

¿Cómo se puede convertir a un hijo en un sociópata? Hay seis trampas que, si se combinan, sacarán lo peor de cualquier niño.

Estas trampas son comportamientos que parecen beneficiosos a simple vista —y por eso los padres piensan que son buenos para sus hijos—, pero en realidad son perjudiciales.

1. La falta de límites. En vez de dejar claros los límites y de establecer unas guías con respecto a la conducta del niño, hay padres demasiado indulgentes que permiten que su hijo sea egoísta, autocomplaciente, avaricioso, insensible o pasota.

Hay quien piensa que los límites son malos o que impiden que los niños se expresen de una forma auténtica. Pero no es verdad. Es mucho mejor explicar a un niño lo que se espera de él y lo que es inaceptable que dejar que se meta en problemas constantemente por pura ignorancia.

2. La ausencia de consecuencias. En ocasiones, los padres no dejan que sus hijos vean las consecuencias de sus malas conductas o de su actitud.

Hay padres que piensan que es demasiado cruel dejar que un niño experimente las consecuencias de sus actos, pero es mucho más cruel no hacerlo. Estos padres están privando al niño de la oportunidad de aprender de sus errores y de corregir su comportamiento.

Junto con la falta de límites, la ausencia de consecuencias provoca que los niños crezcan sin saber lo que está bien y lo que está mal y sin remordimientos por haberse portado mal.

3. Las reacciones inapropiadas. Algunos padres restan importancia a las ocasiones en las que sus hijos se comportan de forma ofensiva, egoísta, impulsiva, destructiva, cruel o desconsiderada (o les ríen las gracias).

Los padres no hacen ningún favor a sus hijos al negar que se están portando mal. Hay que dejar de idealizar a los hijos. Los padres tienen que darse cuenta de que incluso sus queridos retoños son capaces de portarse mal, y que es su deber guiarlos por el camino adecuado. Si los progenitores permanecen en este estado de negación, privarán a sus hijos de estas guías.

4. La carencia de valores. Algunos padres no inculcan a sus hijos buenos modales ni los valores de la empatía, la amabilidad o la disciplina.

Vivimos en un mundo moralmente relativista. Cuando los padres no enseñan a sus hijos a ser buenas personas y a hacer lo correcto, las únicas referencias que tendrán los niños serán sus amigos y los medios de comunicación.

5. La protección excesiva. Ciertos padres protegen a sus hijos para que no reciban las consecuencias de malas conductas como mentir, estafar, copiar, robar, hacer bullying o maltratar a los animales o a otras personas.

Cuando los padres protegen a sus hijos de esta forma, lo que están haciendo realmente es abandonarlos. Su carácter está en pleno desarrollo, por lo tanto, puede ir en una dirección positiva o negativa.

Si los padres intentan asegurarse de que los profesores, los entrenadores o los adultos que están en contacto con sus hijos nunca les hagan ver las consecuencias de sus malas acciones, estarán reforzando el mensaje de que un niño no tiene por qué pararse a pensar en los efectos de su manera de comportarse con los demás.

6. La falta de perspectiva. Hay padres que no paran de decir (o de dar a entender con sus actos) que su hijo es "especial", que es mejor que el resto o que se merece más que los demás.

Está muy bien fomentar la autoestima de los niños, pero los elogios constantes provocarán que se vuelvan egocéntricos y pomposos. Una autoestima cuidada es sinónimo de una persona segura de sí misma, pero la pomposidad es sinónimo de un futuro megalómano.

Caer en las trampas de las que he hablado anteriormente supondrá que un niño crezca creyéndose superior al resto. No demostrará interés por los demás ni empatía por nadie y se centrará únicamente en sí mismo.

Este tipo de niños no tendrán ningún respeto por las reglas y pensarán que deberían tener el derecho a hacer lo que quisieran cuando quisieran para conseguir lo que quisieran, sin consecuencias de ningún tipo.

Para ser unos padres cariñosos y responsables, intentad evitar estas trampas. De lo contrario, podríais ser culpables, en parte, de la creación de un monstruo.

Bauman: las utopías se proyectan hoy en el pasado, no en el futuro

Antonio Pita,  La advertencia póstuma del pensador Zygmunt Bauman, El país, 25 de abril de 2917:

Dos nuevos textos del pensador, un fenómeno en las redes sociales, analizan la búsqueda de la utopía en un pasado idealizado ante un futuro falto de esperanza

¿Se han fijado en que las películas y novelas de ciencia ficción se catalogan cada vez más a menudo dentro de las secciones de cine de terror y literatura gótica, es decir, en un futuro tenebroso en el que nadie preferiría vivir? Puede parecer una anécdota, pero para Zygmunt Bauman, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, es el reflejo de que hemos empezado a buscar la utopía en un pasado idealizado, una vez que el porvenir ha dejado de ser sinónimo de esperanza y progreso para convertirse en el lugar sobre el que proyectamos nuestras aprensiones. El sociólogo y filósofo polaco dejó desarrollada esta tesis de la retrotopía (la búsqueda de la utopía en el pasado) en dos escritos, los primeros traducidos al español tras su muerte el pasado enero con 91 años. Son el ensayo Retrotopía, publicado este mes por Paidós, y el texto Síntomas en busca de objeto y nombre, parte de una obra colectiva sobre el estado de la democracia, El gran retroceso (Seix Barral), que llega a las librerías el próximo día 27 y cuenta con nombres como Slavoj Žižek, Nancy Fraser o Eva Illouz.

"El futuro es, en principio al menos, moldeable, pero el pasado es sólido, macizo e inapelablemente fijo. Sin embargo, en la práctica de la política de la memoria, futuro y pasado han intercambiado sus respectivas actitudes", señala. Bauman habla del temor a perder el empleo, a la multiculturalidad, a que nuestros hijos hereden una vida precarizada, a que nuestras habilidades laborales se vuelvan irrelevantes porque los robots sepan hacer -mejor y más barato- nuestro trabajo. En definitiva, miedo porque todo lo que era sólido (parafraseando a Antonio Muñoz Molina) es ahora "líquido", usando el adjetivo que popularizó (e hizo popular a) Bauman.

"Hay una creciente brecha abierta entre lo que hay que hacer y lo que puede hacerse, lo que importa de verdad y lo que cuenta para quienes hacen y deshacen; entre lo que ocurre y lo deseable", señala. Bauman defiende que hemos regresado a la tribu, al seno materno, al mundo despiadado que describía Hobbes para justificar la necesidad del Leviatán (El Estado fuerte que evite la guerra de todos contra todos) y a la más flagrante desigualdad, en la que "el 'otro' es una amenaza" y "la solidaridad se le antoja al ingenuo, al incrédulo, al insensato y al frívolo una especie de trampa traicionera". "El objetivo ya no es conseguir una sociedad mejor, pues mejorarla es una esperanza vana a todos los efectos, sino mejorar la propia posición individual dentro de esa sociedad tan esencial y definitivamente incorregible", lamenta. La filósofa Marina Garcés, profesora en la Universidad de Zaragoza, alaba la capacidad de Bauman para "asumir el fin del pensamiento utópico y sus consecuencias". "No pretende embaucarnos con nuevas y falsas promesas de futuro, sino que intenta comprender qué pasa y qué está pasando tras la era de las revoluciones y sus diversas derrotas", asegura.

Pensador de inspiración marxista, Bauman cita en Retrotopía al filósofo alemán en un par de ocasiones, carga contra los señuelos de la sociedad de consumo de masas y no renuncia al análisis científico de las contradicciones del capitalismo, pero también "recurre a otras herramientas" para ofrecer "una visión en gran angular", explica el catedrático de Filosofía en la Universidad de Barcelona y diputado socialista Manuel Cruz. "La idea de que la materialización de la utopía se ha dejado pasar es un runrún en el pensamiento del siglo XX", pero "en la obra de Bauman hay un esfuerzo por reconocer lo nuevo que trae 'lo nuevo". "Los pensadores que ahora consideramos que supusieron una revolución fueron recibidos con un 'esto ya lo sabíamos'. Hace falta tiempo para que la sociedad entienda lo que tenían de novedad", señala.

En los dos textos póstumos, el filósofo plantea un reto y una -abstracta y poco desarrollada- respuesta. El reto es "diseñar -por primera vez en la historia humana- una integración sin separación alguna a la que recurrir". Hasta ahora, argumenta, lo que ha funcionado es la división entre 'nosotros' y 'ellos' y seguimos empeñados en buscar un 'ellos', "preferiblemente el extranjero de toda la vida, inconfundible e incurablemente hostil, siempre útil de cara a reforzar identidades, trazar fronteras y levantar muros". Sin embargo, esta dicotomía histórica "no termina de encajar" con la "emergente 'situación cosmopolita". ¿Cuál es entonces la única respuesta posible? "La capacidad para dialogar", concluye Bauman tras citar de forma elogiosa al papa Francisco.

Garcés se reconoce "sorprendida" tanto por la llamada al diálogo ("¿de quién con quién?", se pregunta) como por la invocación de la figura del Papa. "Creo que es una llamada de socorro" de un Bauman que "intenta dibujar un escenario para la palabra compartida" porque sabe que "ya no hay soluciones parciales a ninguno de los problemas de nuestro tiempo". Es la advertencia final del pensador polaco: "Debemos prepararnos para un largo período que estará marcado por más preguntas que respuestas, y por más problemas que soluciones (...) Nos encontramos (más que nunca antes en la historia) en una situación de verdadera disyuntiva: o unimos nuestras manos o nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común".

LOS ANTIDEPRESIVOS Y LA CEGUERA

A. P.

Desde su plaza de profesor en Leeds (Inglaterra), Bauman habría podido lanzar una mirada complaciente al presente, después de haber vivido la invasión nazi de su país, la Segunda Guerra Mundial desde el frente, el antisemitismo y las purgas en la Polonia comunista. En cambio, su análisis en Retrotopía es rotundo: "Resulta practicamente inevitable que respiremos una atmósfera de desasosiego, confusión y ansiedad y la vida sea cualquier cosa menos agradable, reconfortante y gratificante". En este contexto, los cada vez más consumidos tranquilizantes y antidepresivos proporcionan alivio, pero también "contribuyen a cegar a los propios seres humanos ante la naturaleza real de su padecimiento, en vez de ayudar a erradicar las raíces mismas del problema".

viernes, 21 de abril de 2017

El protestantismo manchego en su quinto centenario

Pasada la semana santa de una de nuestras iglesias, conviene recordar que hace quinientos años hubo en Europa una revolución trascendental para la evolución de la historia, de la cultura y de la ciencia. Un fraile agustino, Martín Lutero, clavó en la puerta de la parroquia de Wittenberg 95 tesis que acabaron definitivamente con la Edad Media y aseguraron el progreso de Europa hacia la modernidad.

La Mancha (o Castilla-La Nueva) no ha sido nunca tierra de grandes místicos, sino de grandes herejes, sobre todo en Cuenca. Uno de nuestros más eminentes luteranos fue Juan de Valdés, quien, junto a su hermano gemelo Alfonso hizo lo que pudo para garantizar que la palabra de Dios pasase directamente al castellano sin mediación alguna frente a la prohibición de la iglesia católica, que la usurpaba y no quería que se leyese sino en latín. Haciendo depender la salvación del propio individuo, y no de una institución privilegiada, Lutero estaba proclamando uno de los principios fundamentales del liberalismo y de la democracia. Además, eso requería que la gente común supiese leer y escribir para asegurarse el paraíso, principio educativo ajeno a la iglesia, que dominaba todas las universidades usurpando una educación que solo las posteriores revoluciones burguesas trasnformarían en laica, promoviendo así el progreso material y científico; anteriormente, la Iglesia se reservaba siempre, porque podía, los mejores talentos para la carrera eclesiástica, olvidando y despreciando vocaciones científicas, médicas, tecnológicas. Así al menos continuó siendo en España, principal puntal del reaccionarismo esterilizador hasta que perdió definitivamente en la última guerra de religión que hubo en Europa con la paz de Westfalia en 1648. Desde entonces ya nadie discutió la separación de iglesia y estado. Otros no han tenido esa suerte, por ejemplo en el mundo musulmán, del que formamos parte también (véase si no cuán incólume ha quedado el Valle de Josafat de los caídos "por Dios y por España" y la ridiculez medieval de la "Santa Cruzada". La iglesia española nunca amó a sus enemigos, algo que hace al catolicismo la más dura de las religiones: prefirió lo fácil y los persiguió, pese a lo cual aún tuvo algún personaje digno como el cardenal Francisco Vidal y Barraquer, que salvó el honor del catolicismo español en la Guerra Civil frente a los políticos con sotana que firmaron la carta de los obispos españoles en apoyo de Franco, que desde entonces mangoneó a la iglesia católica paseándose bajo palio como si fuese el Santísimo Sacramento y legitimándose con su propaganda. El servilismo español, siempre antiliberal, que aún ahora se hace gobernar por un militar que está por encima de la ley y no puede ser juzgado, y que aparece incluso en la primera obra de nuestra literatura, con un Cid que come la hierba (sic) en presencia del rey, se atestigua como una característica esencial de nuestra historia; sin embargo, el Cid nunca se habría rebelado contra la gente a la que defendía, como hizo el gallego inmortal y, solo para algunos, inmoral, el Cid nunca habría causado la guerra que mató a derechistas e izquierdistas por igual. La democracia era lo único que teníamos para asegurar la convivencia, y los militares la destruyeron. Todavía uno, heredero de otro, sigue gobernando en lugar de un civil.

Las iglesias protestantes, perseguidas a lo largo de la historia de España, ignoradas, ninguneadas, ridiculizadas, sacrificadas, quemadas en la hoguera (la iglesia católica nunca admitió ser pasto del mismo fuego que prodigó a diestro y siniestro también) tienen entre los manchegos a un gran personaje, Juan Calderón Espadero, nacido en Villafranca de los Caballeros a fines del XVIII y criado en Alcázar de San Juan, exfraile franciscano protestante que logró sobrevivir, tras intentar explicar la Constitución de Cádiz en esa ciudad manchega, a un intento de asesinato y tuvo que huir a Francia, donde se convirtió al protestantismo. "La Iglesia católica no concede ni ha concedido nunca amnistías", escribió, así como que "toda mi vida he intentado vivir de un modo acorde a mis creencias". En Francia subsistió de su propio trabajo como zapatero, habiendo sido profesor de filosofía; enseñó la lengua española en Burdeos y en Londres y cuando otro manchego, el liberal Baldomero Espartero, se volvió regente de España en 1841, volvió a su país y publicó una Gramática que los especialistas han considerado muy avanzada para su época. Iguales alabanzas dispensó Marcelino Menéndez y Pelayo, un católico eminente, a sus observaciones de crítica textual sobre el Quijote, que sitúa entre lo más granado de su tiempo, siendo además el primer cervantista manchego del que hay nota. Es más, editó y escribió las primeras revistas protestantes en castellano en Londres, desde donde las introdujo en España e Hispanoamérica clandestinamente. Casado con una francesa, su hijo, Philip Hermógenes Calderón, fue académico y bibliotecario de la Real Academia Inglesa de pintura y el líder de un movimiento artístico de esa nación, The Clique, "La Pandilla", derivado de la Hermandad Prerrafaelita. Sus hijos, nietos de Juan Calderón, fueron asimismo eminentes: William Franck Calderón creó una escuela de pintura animal en Londres y destacó como ilustrador; Alfred Calderón fue un importante arquitecto, con obra dispersa por todo el mundo, incluso en Canadá, y George Calderón fue un importante eslavista, traductor de obras clásicas de la la literatura rusa al inglés y escritor él mismo, fallecido en las playas de Gallipoli durante la I Guerra Mundial. ¿Habría podido desarrollarse toda esta actividad cultural en un ambiente de tan sofocada libertad como el de la manchega España del siglo XIX? Sinceramente, lo dudo. Tras la caída de Espartero Calderón tuvo que regresar a la libertad porque aquí no la tenía, e incluso tenía que esconderse.

A las ocho de la tarde del martes 25 (la semana próxima) se presenta en la librería-café La Madriguera de la calle  Toledo, 51, una edición crítica de la Autobiografía y otros textos de Juan Calderón, realizada por José Moreno Berrocal y quien esto escribe y sufragada, entre otras instituciones, por la fundación Pluralismo y Convivencia. Pocos ejemplares han podido imprimirse: apenas trescientos, pero bastan para reivindicar la memoria de aquellos españoles que han sufrido cinco siglos de intolerancia...

miércoles, 19 de abril de 2017

Formas de no procastinar

M. Victoria S. Nadal, "Productividad. Cómo combatir la procrastinación", en Huffington Post, 19-IV-2017:

Te explicamos por qué ordenar tu escritorio te parece una idea divertidísima justo cuando tienes que ponerte a trabajar y cómo evitarlo

Desde hace unos años alguien popularizó el término procrastinar para dar nombre a eso de dejar para después lo que puedes hacer ahora y se ha convertido en uno de los más escuchados en los temas de productividad y coaching —fue una de las palabras más buscadas en la RAE en 2016—. Es la muerte de los freelance, una de las principales luchas cuando no tienes jefe ni nadie a quien rendir cuentas pero sí plazos que cumplir.

Algunos aseguran que aplazar las tareas puede ayudar a la creatividad. Pero los expertos explican que sentir que tienes que hacer algo y ser incapaz de ponerte a ello es una fuente importante de ansiedad en el trabajo. Aunque aún no se ha identificado como un problema grave, detrás de alguien que procrastina se encuentra el miedo al fracaso, a hacerte responsable de las consecuencias de tus decisiones y hasta problemas de salud como insomino, gástricos y todos los derivados del estrés. Recopilamos ocho tips para dejar de procrastinar y acabar con uno de los principales enemigos de tu productividad.

Aplica la regla de los dos minutos

Es muy simple: si la próxima tarea puedes hacerla en dos minutos o menos —quien dice dos, dice tres, cinco o diez—, hazla ya, aunque no sea urgente o prioritaria. Quítatela de encima. Esta regla aparece en el libro Getting things done del gurú David Allen y forma parte de uno de los métodos de gestión de actividades más populares. Te ayuda a tachar tareas de tu lista y a empezar por hacer las cosas sencillas y coger ritmo. Recuerda: si hacer la tarea te lleva menos tiempo que planificarla, hazla; si no, aplázala.

Evita las distracciones

Esta parece obvia pero es imprescindible. ¿Quién no se ha entretenido actualizando Facebook o abriendo y cerrando la nevera cada dos segundos? O: "Me encantaría empezar ya a contestar correos pero estoy ocupadísima reorganizando el escritorio". Si te pueden las redes sociales, hay dispositivos como Saent que te ayudan a silenciar las notificaciones mientras trabajas. Si eres freelance, plantéate seriamente unirte a un sitio de coworking —sin tele ni cocina—. También hay dispositivos como el Fidget Cube —un cubo para apretar y clicar botoncitos y ruedas que no activan nada, solo por el placer de hacerlo— que te ayudan a entretener a la parte de tu cerebro que se aburre y permite que las partes importantes estén concentradas.

Haz mindfulness

Para ayudarte con el punto anterior, dale al mindfulness. Practicar esta técnica que te ayuda a concentrarte en el momento presente ayudará a que tu mente se centre en una sola tarea, evitando el multitasking (estar haciendo muchas cosas a la vez).

Haz las cosas de una en una

Los expertos señalan que la sensación de control es fundamental para no sentirse abrumado y desbordado. "Es habitual que los procrastinadores tengan la sensación de no saber por dónde empezar", explica Diana Navarro, psicóloga laboral. "Por eso es muy importante dividir las tareas grandes e inabarcables en pequeñas y asequibles". Navarro asegura que lo más útil es empezar a hacer algo, lo que sea que esté relacionado con nuestro objetivo, y es mucho más fácil si las tareas parecen manejables.

Fija plazos inaplazables

Los procrastinadores se caracterizan por disfrutar del placer de la recompensa inmediata, lo que les lleva a posponer las responsabilidades hasta el último momento. Dicen que les gusta trabajar bajo presión —deja de mentirte a ti mismo— y que rinden más cuando se acerca el plazo final. Por eso es buena idea autoimponerse fechas límite y convencerse de que son improrrogables. Si no tienes una fecha definida, todo se diluye y se vuelve abstracto en nuestra mente y corres el riesgo de "dejarlo para más tarde" por siempre jamás.

Terminado es mejor que perfecto

Insistir en mejorar algo puede llevarte a estancarte. Es más recomendable que dejes varias tareas al 80% que centrarte en terminar una al 100%. Tu percepción es muy distinta cuando sientes que tienes tres tareas bien hechas que cuando sientes que tienes una perfecta y dos sin empezar. En ese caso, aumenta tu nivel de estrés y tienes la sensación de estar más al límite. La también psicóloga laboral Elisa Sánchez advierte de no sucumbir a la Ley de Parkinson, que dice que "todo el trabajo se dilata indefinidamente hasta completar todo el tiempo disponible para su completa realización". Es decir, no ocupes una tarde entera en hacer una tarea que podrías hacer en dos horas si solo tuvieras dos horas. 

Gestiona tu energía, no tu tiempo

Deja de comprarte agendas —¿cuántas tienes que no pasaron de febrero?—. No porque tengas más herramientas para organizarte rindes más: sólo estarás ordenando mejor todas las tareas que estás dejando para después. Gestiona tu energía para aprovechar tu tiempo de forma realista. Es decir, localiza los momentos del día en que rindes más y te sientes despierto e inquieto, empieza por las tareas más difíciles: Sánchez recomienda programar las tareas que requieren más concentración en tus horas más productivas e ir revisando si cumples con los plazos para cada pequeña labor.

Deja de leer listas

Y ponte a trabajar.

¡¿Por qué?!

Aunque intentemos engañarnos a nosotros mismos con la idea de que trabajamos mejor bajo presión, lo cierto es que hay otros muchos motivos mentales y emocionales que nos impiden ponernos a hacer las tareas con tiempo. La psicóloga laboral Elisa Sánchez destaca puntos como que la tarea no está alineada con los objetivos —no sabes muy bien por qué tienes que hacerla— o no percibimos la ventaja de realizarla y por esto nuestra motivación disminuye.

Querer hacer varias cosas a la vez tampoco nos ayuda a concentrarnos y los bloqueos emocionales, como el miedo al fracaso, un perfeccionismo excesivo o baja autoconfianza son otras causas "muy frecuentes, pero no siempre conscientes", explica Sánchez. Si a esto le unimos mecanismos mentales como el efecto Zeigarnik —la tendencia a recordar tareas inacabadas o interrumpidas con mayor facilidad que las que han sido completadas—, no habrá fuerza en este mundo que nos haga ponernos a trabajar. 

Pero uno de los lastres que más pueden perjudicar, sobre todo en situaciones urgentes o importantes, son los aprendizajes pasados. Según Sánchez, es mucho más fácil seguir posponiendo tareas si este mecanismo nos ha sido útil en ocasiones anteriores. Por ejemplo, si no has terminado tus tareas a tiempo y finalmente no se necesitaban o las ha hecho otra persona. "En esos casos intuimos o sabemos que no es tan importante hacerlo. Hay que tener cuidado con esta valoración porque es muy fácil que nos equivoquemos", concluye Sánchez.

martes, 18 de abril de 2017

Wikiartículos

En estas semanas, llevo 112 artículos elaborados, traducidos, refundidos, redactados o resumidos (no incluyo los muchísimos que he corregido y ampliado, algunos compuestos por mí mismo también, que será otro centenar o casi). Muchos de estos y otros que no figuran aquí, de los tres mil más o menos que he redactado, fueron borrados por criterios generalmente mal aplicados, por bots mal hechos y por inercia, de la Wikip que no es una democracia, por cierto, donde mandaban por cierto desagradables filibusteros informáticos. Hay muchos que están en ese ajo exclusor desde hace mucho; son incontables los valiosos redactores que han mandado al carajo, tantos como los desilusionados que la abandonan, tras no pintar nada en sus guerras de mando y prejuicios absolutos. Después de todo, también pasa en la democracia real, pero la W. es mucho más fallona y sus directores más putinescos. En fin, pese a todo la Wikip persiste y es buena fuente, aunque ya con muchos más errores a causa de esa conducta.

Manchegos o relacionados con La Mancha

Luciano González, historiador de la prensa y periodista nacido en Ciudad Real, que ha hecho una tesis sobre Cánovas periodista.
Juan de Valenzuela, autor de una continuación del Quijote
Joaquín García Donaire‎, el escultor ciudarrealeño
Elías Gómez Picazo, el crítico teatral de abc, fundador de la cofradía del Silencio
Luz Sánchez-Mellado, columnista de los jueves del País
Fernando Martínez Valencia‎, el dibujante y abogado
Carlos María San Martín López‎, periodista
Luis Antonio Navarrete Sosa, periodista
José Antonio Casado Corrales, periodista
Jesús María Zuloaga López, periodista
Lanza (diario)
Isidro Sánchez Sánchez, historiador

Actores franceses del siglo XVIII

Lekain
Mademoiselle Clairon‎

Dramaturgos y faranduleros españoles raros

Luis Delgado Benavente‎;
Manuel Alonso Alcalde‎
Compañía de teatro Chévere‎, de los pocos que hacen algo interesante
Teatro documento, que debería haber más
José Robreño‎
Manuel Mampaso‎
Yolanda García Serrano
Marisa Esteban (dramaturga)‎
Jorge Márquez‎
Marisa Esteban Chacón
Ángel Torres del Álamo
Antonio Asenjo‎
Armando Ocano, un dramaturgo guatemalteco del que nadie se acuerda
Faustino González-Aller‎
Francisco Javier Prada‎
Joaquín Rafel y Fontanals
Leopoldo Bejarano Lozano‎
Edilberto García Amat
José María Camps
Diego Salvador Blanes
Luis Emilio Calvo-Sotelo‎, un dramturgo de ilustre apellido
Julio Trenas‎, padre de la periodista
Manuel Díez Crespo‎
Leocadio Machado
Fernando Delgado de Lara
Jaime Romo
Luis Miguel González Cruz ‎
Javier García-Mauriño Múzquiz
Emilio Hernández Pino
Adolfo Prego de Oliver
Marcial Suárez
Manuel Cerezales González
Emiliano Pastor Steinmeyer

Escritores eslavos y holandeses raros

Blaže Koneski, un escritor yugoslavo 
Jan-Frans Willems, el apóstol del neerlandés belga
Isaac da Costa‎‎, el poeta judeoneerlandés
Carl Spindler‎, el novelista alemán
Anton Pann‎, el satírico búlgaro medio gitano
Karl Petrovich Briulov
Zahari Stoyanov
Jan Ingenhousz, el botánico que vio respirar a las plantas
Džore Držić ‎
Literatura de la República de Ragusa, desconocida y apasionante
Kočo Racin, el mayor poeta macedonio, aunque... muy serbio
Literatura de Macedonia , desconocida
Literatura de Eslovenia, desconocida también
Justus van Effen
Léon Thoorens, un gran crítico literario

Escritores franceses:

Jean Schlumberger‎, uno de la NRF
Ramón Fernández (escritor)‎, un colaboracionista
André Suarès, un esteta decadente
Jean-Baptiste-Louis Gresset
Renée Lafont, asesinada por los franquistas
Fortunato Felice, un enciclopedista protestante
Anne-Marie du Boccage
Janis Otsiemi, un negro que escribe novelas policiacas sobre Gabón
Paul Guinard‎, el erudito del XVIII
Andrée Bachoud‎, un biógrafo de Franco
Philippe Nourry‎, otro biógrafo de Franco

Conceptos, escuelas:

Bomba de cobalto (arma)‎
Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales
Premio corazón de piedra‎
Academia de los Errantes‎
Expolición
Círculo Lingüístico de Madrid‎; un grupo de escritores que se lo pasó bastante bien
Escuela suaba de poesía‎
Asianismo
Máquina de Ramsden, un generador estático
Strambotto
Novela existencialista
Publicidad de las normas 

Italianos o italianizados

Fortunato da Brescia‎, el científico y biólogo franciscano
Virgilio Malvezzi, el conceptista
Cariteo‎, el catalán petrarquista

Serafino de Cimineli, otro petrarquista

Eruditos de o sobre el XVIII

Pablo Lozano, el arabista
Manuel María de Aguirre, el ilustrado-liberal
Isidoro Bosarte, el crítico de arte
José Miguel Caso González, el jovellanista
Demetrio Mahony y Weld‎, el militar

Varios

Isabel Llácer Gil de Ramales, una heroína antifascista y lingüista
José Tible Machado, un diplomático guatemalteco amigo de Rubén
Veza Canetti‎, la mujer del escritor, que era escritora también
Hierocles de Alabanda‎ y su hermano Menecles de Alabanda‎
Joachim Caesar‎
Enrique Paradas, el poeta amigo de Manuel Machado‎
Miguel Garci-Gómez‎
Francisco José Iborra, el bioquímico
Jorge Llopis, autor de parodias en verso
Antonio de Robles Vives‎
José María Campoy García‎
Vicente Osorio Moscoso
Antonio Cazorla Sánchez
Rafael Fernández Castro y Pedrera
Juan Eugenio Mingorance, el pintor
Rafael Griera
Víctor Sánchez de Zavala, miembro del CLM
Yves Meyer ‎, el matemático amigo de Isabel Llácer
José Jesús de Bustos Tovar 
Suzanne Jill Levine
Leandro Tormo Sanz

domingo, 16 de abril de 2017

Clasismo de estilo en Podemos

Javier Marías, Estupidez clasista, en El País, 16-V-2017:

Todos somos capaces de instalarnos en el léxico grueso. Pero elegirlo con pretextos ideológicos es de una puerilidad sonrojante.

CUANDO DABA cursos de Teoría de la Traducción en Inglaterra o España, hace ya muchísimos años, dedicaba un par de clases a lo que George Steiner y otros han llamado “intratraducción”, es decir, la traducción que sin cesar llevamos a cabo dentro de la propia lengua. Ninguno hablamos de una sola manera, ni poseemos un léxico tan limitado (pese a que hoy se tienda a reducir al máximo el de todo el mundo) que no podamos recurrir a diferentes vocablos y registros según nuestros interlocutores y las circunstancias. A menudo nos adaptamos al habla de los otros, en la medida de nuestras posibilidades. Desde luego, para ser mejor entendidos, pero también para protegernos y conseguir nuestros propósitos; para caer bien y resultar simpáticos, ahuyentar la desconfianza, llamar la atención o no llamarla. A veces lo hacemos para quitarnos a alguien de encima y blindarnos, para excluir y subrayar las diferencias, incluso para humillar y decirle a un individuo: “No eres de los míos”. La lengua sirve para unir y para separar, para acercar y alejar, atraer y repeler, engañar y fingir, para la verdad y la mentira. Lo que es seguro es que nadie la usa siempre de la misma y única forma, que nadie es monocorde en su empleo, ni siquiera las personas menos cultivadas y más brutas que imaginarse pueda. En cada ocasión sabemos lo que conviene, y solemos saberlo instantánea e intuitivamente, ni siquiera hemos de premeditar cómo vamos a dirigirnos a alguien. Cuando somos adolescentes o jóvenes, no barajamos el mismo vocabulario con nuestros padres o abuelos que con nuestros compañeros. El que elegimos en cada caso es seguramente falso: reprimimos con los mayores las expresiones “malsonantes”, y en cambio con los de nuestra edad las exageramos machaconamente, por temor a ser rechazados si nos apartamos del lenguaje tribal “acordado”. No hablamos igual con un desconocido en el ascensor que con un amigo de toda la vida, y antes –quizá ya no ahora– nuestra gama de términos variaba si la conversación era con mujeres o con varones. A un niño no le decimos lo que a un adulto, ni a un anciano lo que a un coetáneo, ni a un taxista lo que al juez o al médico. Dentro de nuestro idioma pasamos sin transición de un habla a otra, traducimos continuamente, nuestra flexibilidad es asombrosa.

Tras unos años desde su nacimiento, sabemos que si algo distingue a Unidos Podemos es que sus dirigentes simpatizan con buena parte de las vilezas del mundo (el chavismo, el putinismo, el entorno proetarra, los tuits venenosos), y se apuntan a casi todas las imbecilidades vetustas. Una de las más recientes ha sido proponer en el Congreso un léxico “de la calle” (“Me la suda, me la trae floja, me la bufa, me la refanfinfla”, ya saben), o, como también han aducido, “un lenguaje que entienda la gente”. Con esas argumentaciones han demostrado su señoritismo y su enorme desprecio por lo que ellos llaman así, “la gente”, que viene a ser una variante del antiguo “pueblo”. ¿Acaso piensan que la gente carece de la capacidad antes descrita, de cambiar de registro según el lugar, la oportunidad y los interlocutores? Tampoco “el pueblo llano” habla de una sola manera, ni es tan lerdo como para no entender expresiones como “me trae sin cuidado” o “me resulta indiferente”, que son las que probablemente habría pronunciado la gran mayoría, de haberse encontrado en el Congreso. Las personas desfavorecidas o sin estudios son tan educadas o más que las pudientes e instruidas (como se comprueba cada vez que salen a la luz grabaciones o emails de estas últimas), no digamos que los aristócratas españoles, malhablados tradicionalmente muchos de ellos, en absoluta correspondencia con su frecuente burricie congénita.

Esos miembros de “la gente” no dicen en toda ocasión “me la suda”, como si fueran prisioneros de un único registro. Es más fácil que recurran a “me da lo mismo”, sobre todo si están entre personas con las que no tienen confianza. Quienes hablan así todo el rato (con deliberación, esforzadamente) no son los trabajadores ni “las clases populares”, sino los imitadores que se quieren hacer pasar por ellos y así creen adularlos. La insistencia en ese léxico resulta siempre artificial, impostada, una farsa. Lo propio de todo hablante es oscilar, pasar de un estilo a otro, adecuarse a cada situación y a cada interlocutor. A veces por deferencia hacia éste, a veces por conveniencia. Todos somos capaces de instalarnos en lo grueso, nada más fácil, está al alcance de cualquiera, lo mismo que mostrarse cortés y respetuoso. Ninguna de las dos opciones tiene mérito alguno. Ahora bien, elegir la primera con pretextos “ideológicos”, con ánimo de “provocar”, en una época en que en todas las televisiones se oyen zafiedades sin pausa –se han convertido en la norma–, es, en el mejor de los casos, de una puerilidad sonrojante. En el peor, de una estupidez supina, y además clasista.

sábado, 15 de abril de 2017

El nombre hebreo de España

Antonio Pita, "El traductor que convirtió Sefarad en España", en El País, 14-IV-2017:

La traslación al arameo de la palabra, que aparece una sola vez en la Biblia, dio origen a la confusión

¿Quién no conoce el nombre de España en hebreo: Sefarad? Remite a un pasado multicultural que cada vez genera mayor interés, como prueban las visitas a la Red de Juderías y la próxima apertura de un museo judío en Cuéllar (Segovia), posiblemente el próximo mes, y de otro en Lucena (Córdoba) antes de 2018. Hoy, la palabra da nombre a millones de judíos, los sefardíes, descendientes de los expulsados en 1492 y que estos días optan a la nacionalidad española.

Lo más probable, sin embargo, es que originalmente Sefarad no fuese España. Es decir, que la identificación entre ambas palabras provenga de un simple error, licencia o reinterpretación en una prestigiosa traducción bíblica efectuada hace dos milenios, según coinciden la mayoría de investigadores sobre el tema. Con el paso de los siglos, el cambio ha acabado convertido en una realidad sin vuelta atrás.

Lo que no se dice de Sefarad

Sefarad es lo que los lingüistas llaman un hápax legómenon, una palabra que solo aparece una vez en una lengua, autor o texto. En este caso, en la Biblia. Lo hace en Abdías, una profecía sobre un castigo divino que conforma el libro más breve del Antiguo Testamento. Está escrito en hebreo en torno al siglo VI antes de Cristo y contiene la frase: "La multitud de los deportados de Israel ocupará Canaán hasta Sarepta y los deportados de Jerusalén que están en Sefarad ocuparán las ciudades del Neguev". La única pista, pues, es que un grupo de judíos había sido expulsado en el período neobabilónico a un lugar llamado Sefarad, cuya ubicación no especifica. "Era una práctica habitual en los reinos orientales tras una victoria militar: deportar, no a toda la población, pero sí a las élites", recuerda José Ramón Ayaso, profesor de Historia de Israel y del Pueblo Judío en la Universidad de Granada.

Siglos después, en el I de nuestra era y por motivos sobre los que los investigadores no se ponen de acuerdo, la palabra Sefarad (ספרד, en hebreo) fue traducida como Aspamia -uno de los nombres que los judíos daban entonces a la península Ibérica- en el Targum Jonathan, la traducción al arameo de una parte del Antiguo Testamento.

Ahí empezó todo. "El Targum Jonathan era como el texto canónico y lo utilizaba la diáspora judía", señala Ricardo Muñoz Solla, profesor de hebraismo hispánico en la Universidad de Salamanca. El uso entre los judíos de la palabra Sefarad para definir a la península Ibérica comenzó a aparecer en escritos de la famosa edad de oro del judaísmo andalusí, en la Edad Media. Cuando estaba en el extranjero, el filósofo cordobés Maimónides firmaba sus cartas con la coletilla "el sefardí". No obstante, el "uso masivo" del término "como elemento identitario" no se produjo hasta la expulsión de los judíos en el siglo XV, explica la novelista y especialista en estudios sefardíes del CSIC Paloma Díaz-Mas. "Sefarad es un término polisémico que va evolucionando con el tiempo, adaptándose a realidades políticas y geográficas cambiantes. Según el momento, se ha empleado como equivalente hebraico de Al Andalus (e Hispania) o bien de toda la península y, más modernamente, de España", precisa Javier Castaño, investigador de historia judía en el CSIC y director de la revista Sefarad entre 2006 y 2015.

El lugar más lejano de Jerusalén

¿Qué llevó al traductor a identificar Sefarad con España? Díaz-Mas cree que no se trata de un error, sino de una adaptación voluntaria como las que experimentaron otros términos de la Biblia. "Usa la palabra para reflejar el extremo del mundo conocido, el lugar más lejano de Jerusalén. Y eso era entonces la península Ibérica", señala. Una idea en la que abunda Ayaso: "Es absolutamente imposible que Sefarad fuese España porque en el siglo VI antes de Cristo los imperios de la zona no deportaban más lejos del Mediterráneo Oriental o de Próximo Oriente. Lo que pasa es que, cuando ya existe el Imperio Romano, el traductor piensa: ¿dónde sería lo más lejos para mandar a un deportado? Pues lo que se creía en aquella época: la península Ibérica".

En 2014, Mariona Vernet, investigadora Ramón y Cajal de la Universidad de Barcelona, publicó un artículo académico en el Journal of Semitic Studies de la Universidad de Oxford en el que sugiere que el traductor asoció la palabra Sefarad con las Hespérides, las ninfas de la mitología griega que habitaban un jardín en algún lugar al oeste y que el geógrafo Estrabón ubicó en Tartesos, en el sur de la península Ibérica. Aunque el término Hespérides no aparece en la literatura en hebreo de la época, sí lo hace en textos en griego de autores judíos, por lo que no es raro pensar que conociese la palabra Hespérides y le viniese a la cabeza al traducir Sefarad al arameo. "Las dos palabras tienen las mismas consonantes. Al traductor, con su bagaje de época alejandrina, la palabra debió de remitirle rápidamente, no tanto al concepto mitológico de las ninfas, como a la idea del extremo más occidental", explica hoy Vernet por teléfono.

Entonces, ¿dónde estaba en realidad la Sefarad bíblica? Hay basicamente cuatro hipótesis, pero la que genera mayor consenso académico es que se trataba de Sardis, una desaparecida ciudad en la actual Turquía. Sardis era la capital de Lidia, un imperio que existió en Asia Menor en el primer milenio antes de Cristo. En unas excavaciones allí se encontró una inscripción con el nombre de la ciudad en arameo: s-p-r-d, las mismas cuatro consonantes que en el texto bíblico en hebreo. En las lenguas semíticas, como el hebreo o el arameo, no se suelen escribir las vocales. Además, se han encontrado allí restos de una gran sinagoga del siglo II, lo que podría indicar la llegada de judíos a la zona siglos antes. Otras hipótesis sitúan Sefarad en lo que hoy es Libia o en el extinto imperio asiático de Media.

Pero a lo mejor Sefarad sí que era España. Lo defendió hace medio siglo el investigador estadounidense David Neiman en un artículo en el Journal of Near Eastern Studies. Su tesis era que los tirrenos, uno de los denominados "pueblos del mar", lograron llegar a la península Ibérica gracias al control que ejercían sobre el oeste del Mediterráneo desde sus bases en Italia, Cerdeña y Córcega. Allí, cerca de la actual Tarragona, establecieron un lugar mencionado por Estrabón como "Tierra de Esparta". Esparta, argumenta Neiman, bien podría ser una evolución de Sfarda. "Los judíos que se instalaron en España en tiempos del Imperio Romano estaban familiarizados con el país, especialmente con sus puertos (...) Por alguna razón aún desconocida, emplearon el nombre de una localidad en particular para designar a todo el país. No es un proceso excepcional: Asia recibe su nombre de una pequeña región de Anatolia y Grecia el suyo del asentamiento de Magna Graecia en Italia", defendía el investigador.

Pese a que no hay pruebas de presencia judía en la península Ibérica hasta época romana, la idea de que la Sefarad mencionada en el Antiguo Testamento se correspondía con España fue promovida por los propios judíos de la zona. Primero, como signo de distinción y para independizarse de Babilonia, otro gran centro de pensamiento hebreo de la época. "Insistían en la idea de que procedían de Jerusalén, de la casa del rey David, y por tanto de estratos más altos, con una mayor cultura", explica Ayaso. Luego, en los tiempos de persecución previos a la expulsión, para tratar de salvar la vida. El argumento era que, dado que sus descendientes ya residían en la península Ibérica antes del nacimiento de Jesús, no podían ser culpados de que éste fuese condenado a morir en la cruz, acusación colectiva que persiguió a los judíos hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965), recuerda Muñoz Solla.

viernes, 14 de abril de 2017

Walking around

Aunque Walt Whitman es el poeta de la democracia y del optimismo, su hijo hispanoamericano Pablo Neruda le salió comunista, pesimista y aun nixonicida; hay hijos que salen respondones: el verso libre es que da demasiada libertad, y hasta puede terminar fraguando epopeyas liberatrices como el Canto general, que pone a españoles y a anglosajones a parir.


Yo soy más bien de César Vallejo (según Merton «el más grande poeta católico desde Dante, y por católico entiendo universal»), y aun devoto de la Virgen de Anarcos, pero de Neruda he sacado el título para este artículo, porque va de las vueltas que doy a lo que escribo. Y no son pocas; con este artículo no sabía ni por dónde no empezar. Es un problema escoger qué escribir, sobre todo si vives dentro de un mundo de papel, porque sobran los temas que faltan a los que viven fuera de ese plano tan plano. Así que me he puesto a escribir sobre el escribir. Pensé antes hablar de la única continuación del Don Quijote compuesta por un manchego, el ilustrado jerónimo fray Juan de Valenzuela (1699-1778), Progresos de Sancho Panza después de la muerte de Don Quijote, pero si pocos se han leído el Quijote, menos aún sus continuaciones. Como las fechas son propicias pensé en materias religiosas, lo que no exige cultura ni pensamiento y alimenta tanto como las torrijas, ya lo dice Luz Sánchez-Mellado, que es de Campo de Criptana aunque escriba en El País: "Resucitan a un muerto", y ni siquiera hay que esperar tres días. Pero ¡qué narices, si también lo ha dicho y hecho Diana Rodrigo!

Así que me acordé entonces de un pasaje sobre las religiones de los Cuadros de viaje del judío Heinrich Heine, ese alemán marxiano / becqueriano que decía que "dedicarme a la literatura me ha costado millones, porque me causó caer en la desgracia de mi tío el banquero y millonario Salomón Heine". Dice allí, por boca del hamburgués que le acompaña por Italia: "El cristianismo es una buena religión para un varón distinguido que puede pasarse el día haciendo el tonto y el vago sin hacer nada, y para un aficionado al arte; pero no para un hombre de negocios que tiene que despabilarse para ganarse la vida". Del protestantismo afirma que "es demasiado racional, es como el agua: no hace daño pero tampoco sirve para nada: no tiene fanatismos ni milagros", harto reseco de sentimiento y espectáculos. Y en cuando a la judía, "no es una religión, es una desgracia. No se cosecha de ella sino daño y oprobio y no se la deseo ni a mi peor enemigo". ¡Carajo, con Heine! No me extraña que la tradición afirme que dijera al morir: "Dios me perdonará. Es su oficio". Podría seguir por ahí y declamar que "el mundo se ha vuelto gris con el aliento del pálido Galileo", como escribió el inédito Swinburne, fallecido antes de que le dieran el premio Nobel, quizá de una de esas palizas que le atizaban sus estrictas (o su amigo Burton, un raro que frecuentaba a tíos que encuadernaban sus libros con piel humana); o comentar mis piezas favoritas de música sacra: la Pasión según San Mateo, de Herreweghe y el colegio vocal de Gante, con una gótica y tristísima Hana Blažíková, o el Stabat Mater de Pergolesi, que conmovía hasta a témpanos como el ilustrado Tomás de Iriarte y nos deja ahora para descabellar y el arrastre en la versión de Sabina Puértolas y Les talents lyriques. 

O también podría hablarles de algunos poetas posrománticos, en particular del que puebla mis pesadillas, Larmig, muy religioso por cierto, pero que se rebanó el cuello de oreja a oreja y escribió lo más bello que se puede escribir sobre María:

Sé que la dicha que el humano anhela
en este valle lóbrego no anida:
es ave cautelosa, que no vuela
sino en alta región desconocida.
¿Qué es la dicha? El amor que no recela,
que nada teme, que jamás olvida.
¿Dónde el perenne amor tiene su imperio?
Del cielo en el recóndito misterio.

Y, ¿qué fuera ese cielo prometido
sin el encanto del amor dichoso?
Un desierto sin linde conocido
y cuanto más inmenso más penoso,
vasto templo con oro revestido
encerrando sepulcro silencioso:
y es la pena mayor del negro averno
eterna vida, sin amor eterno.

o

Amor que siempre acrece y nunca muere,
lluvia que alegra el prado y no lo anega,
mano que siempre cura y nunca hiere


La religiosidad de Larmig es auténtica, no impostada ni teatrera, como la nuestra. Poseía la sensibilidad de un auténtico místico. Su libro se titula Mujeres del Evangelio (1873) y es uno de los grandes desconocidos del gran postromanticismo español.

Pero también dudaba en si hablarles de la extraña y larga suerte de una desolada cita de Leopardi, o de la vez que, hace un par de meses, nos fuimos a ver el estreno de Paterson de Jim Jarmusch en Las Vías tres escritores tan chalados como J. L., E. M. y yo mismo, día aquel lleno de hechos increíbles y dignos de perpetua recordación que alguna vez tendré que desembuchar, pero que hoy no tengo arrestos para desenredar. Y, como con solo enumerarlo me ha bastado para fraguar el artículo, aquí me quedo.

miércoles, 12 de abril de 2017

DISOLUCIONES

Ahora que ETA se ha disuelto y se han quedado sin coco al que demonizar, tal vez disuelvan el otro coco, el MOVIMIENTO que ha matado unas mil veces más gente en España y cuyos descendentudos (y aprovechados subidos a su tren) siguen reinando en España con leyes ad hoc  (por ejemplo la Ley de Amnistía de 1977, denunciada por todo tipo de organismos internacionales de derechos humanos), guardadas por leguleyos y políticos afines opustúlico-romanos, desde que Harry Potter Suárez los convirtió con su varita mágica en demócratas. Porque ese tipo de crímenes no prescribe en el derecho internacional, ni siquiera en Europa (suponiendo estemos en ella, aunque nos hayan metido en ella los mismos que no socorrieron a la democracia española cuando los amigos de Hitler y Mussolini la ejecutaron aquí, por miedo al coco rojo, que tampoco era muy rosa, la verdad). Y, pues no van a devolver las propiedades saqueadas por el Movimiento (algo que ya expuso en su tragedia La Muralla, 1954, un hombre del régimen, pero íntegro, como Joaquín Calvo Sotelo), que al menos se sepa quiénes engordaron con ellas y se dé sepultura a los cien mil muertos que quedan. ¿A alguien le da grima se sepa de qué asesinos desciende? ¿Les ofende la verdad? Para Quevedo tenía la consistencia del escupitajo: "Quiero echarla de mi boca", etc. ¡Bah!



Si feo fue lo de Paracuellos, donde fusilaron a dos mil personas, más lo fue el genocidio de Córdoba, donde los fascistas mataron a cuatro mil, 1689 de ellas sin identificar aún, desde el mismísimo 18 de julio de 1936, matanza silenciada por los enemigos de la memoria histórica. ¿No les extrañó que ese fuera la única ciudad importante ganada en elecciones por los "comunistas"? Pero los que murieron no fueron solo de izquierdas: los fascistas mataron también a todos los que murieron en la guerra de derechas cuando declararon una guerra tan estúpida como todas lo son. Muchos de la derecha moderada fueron al exilio, y todas esas muertes, las de izquierdas, de derechas y ambidextras, hay que imputarlas solamente a los fascistas (algunos de los cuales todavía se han atrevido a defenderlas en este periódico, teniendo a todos los periódicos pagados por sus amigos para hacerlo más y mejor), quienes, después de la guerra incluso, sin que se les pasara por la cabeza siquiera la palabra reconciliación, continuaron matando hasta que se les acabó la inercia.

Nos quitaron lo único que teníamos, una pobre y difícil democracia, para asegurar la convivencia común. Los militares, sus socios de viaje, la mayoría de la iglesia católica, los también uniformados por la Falange y el Carlismo. Y que no me digan que mataron (unos pocos, tan malos como ellos) al líder de la oposición; ETA mató a un jefe de gobierno y no pasó nada, porque el ejército seguía teniendo el poder, el único poder que sirve para ganar guerras, el militar. "Venceréis pero no convenceréis, venceréis porque tenéis la fuerza, pero no convenceréis porque os falta la razón". Y la llamaron "Guerra civil". Lo dijo un hombre sabio y valiente que se dio cuenta de que se había equivocado y que estuvo a punto de ser fusilado también. Lo dijo Unamuno. Pero ellos jamás se darán cuenta de eso y jamás tendrán la razón. Procurarán que se olvide, mentirán, mentirán una y otra vez, redactarán la historia a su manera y conveniencia, o recurrirán como suelen al silencio, a la negación, incluso a las armas otra vez, pero nunca, nunca les darán la razón: porque no es suya, simplemente. Pueden tener las armas y las balas, pueden tener la quijada de asno de Caín, pueden tener todo lo que han robado y saqueado, pero nada más.

El genocidio de Córdoba

María Serrano Velázquez, "El “silenciado” genocidio de Córdoba capital", en Público 30-X-2016:

Cien personas fusiladas a diario en una matanza indiscriminada. La represión en Córdoba capital nunca ha sido asumida por sus administraciones locales. Los grupos memorialistas reactivan la exhumación en las fosas de la capital con 4.000 víctimas, 1689 sin identificar.

SEVILLA.- El investigador Francisco Moreno Gómez lleva más de media vida documentando “el genocidio” que se desató en Córdoba capital y provincia. Casi 4.000 víctimas desde el 18 de julio de 1936 y 11.500 fusilados en los pueblos divididos entre el frente republicano y el golpista. Cuarenta y ocho de los setenta y cinco municipios cordobeses amanecieron aquel verano en manos del futuro régimen militar. El resto intentaba crear una fuerte resistencia. 

“Había días que se fusilaba en Córdoba tres o cuatro horas sin parar. Cien personas cada noche” aclara Moreno a Público. “Empezaban a las tres de la mañana y los siguientes morían en el charco de sangre de los anteriores. Llegaba la mañana y a veces tenían que continuar ante los ojos atónitos de los vecinos”.

Una matanza sin miramientos

Sin ningún tipo de escrúpulos tampoco se puede olvidar, si se habla de la represión cordobesa, del alto número de mujeres asesinadas a sangre fría. “Iban al cementerio de La Salud y San Rafael y allí los tiraban a todos en una fosa. Una carnicería espantosa que no es lo único significativo, ya que aquellas muertes estaban programadas dentro de un plan de crimen organizado. Una trama que obedece a una selección y eliminación sistemática del enemigo”, señala este historiador quien insiste en “definir aquellos días como crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad”. Los grupos de derechas prepararon con alevosía el terrible golpe con campañas que no dejaban indiferente a las clases populares.


Gómez recuerda el triste caso de la periodista francesa Renée Laffont, corresponsal aquellos días de guerra y atrapada en la frontera del frente republicano en Alcolea. “Iba para a hacer un reportaje que estaba cerca de la vieja prisión en la ciudad de Córdoba. El conductor y sus acompañantes no se dieron cuenta y entraron en zona nacional. La bajaron del coche y fue juzgada por un tribunal militar”. El vehículo, en el que iban, sería requisado por Ciriano Cascajo, gobernador militar de la provincia. El 1 de septiembre de 1936 Renée sería trasladada desde la cárcel a la zona del cementerio. Tenía 58 años “Cuando se dio cuenta del camino decidió saltar del camión y correr pero fue abatida inmediatamente”. En el Registro Civil la muerte de Lafont, fechada dos meses más tarde, documenta su fallecimiento a causa de una “anemia aguda por hemorragia consecutiva por heridas recibidas”. Aunque realmente “la periodista murió cosida a balazos”, afirma Moreno con rotundidad. 

Tras los primeros meses de represión, llegó a Córdoba el hacinamiento en las cárceles. La antigua prisión de la capital se situaba en el Alcázar Viejo. “El profesor Arizala fue uno de los que mejor me describió el duro ambiente de aquella prisión explicándome que cada día cambiaba de color. Un día era azul porque había tenido lugar una redada de ferroviarios, otros amarillo por el grupo de carteros, que mataron muchos en Córdoba ya que el alcalde, Manuel Sánchez-Badajoz era del gremio”. Panaderos, Hosteleros, Albañiles. Así fueron limpiando poco a poco la capital.

Joaquín Sama Naharro, médico cordobés narraría a Moreno las duras condiciones de insalubridad en los centros. “No había médicos en las cárceles y solo atendían presos sanitarios como Joaquín, quien recordaba los parpados hinchados de aquellos hombres, una debilidad carencial de vitaminas. Al día siguiente, tras su muerte, los cuerpos estaban amontonados en los pasillos” con un olor insoportable.

1689 víctimas sin identificar

El durísimo relato histórico deja evidencias claras de lo ocurrido aunque a día de hoy las administraciones locales, principalmente el ayuntamiento de Córdoba, no haya removido ni un trozo de aquella tierra para desenterrar los huesos. La mayoría de las víctimas en la ciudad no tienen, ochenta años después de la masacre, nombre en la fosa del cementerio de La Salud y San Rafael. Solo existe un listado que corresponde a 2.311 víctimas. Los conocidos “Muros de la Memoria” de estos cementerios han sido declarados, de forma simbólica, lugares de memoria en Andalucía sin llevarse a cabo más acciones al respecto como dar voz a los descendentes que reclaman su atención.

Familiares “vencidos” por la justicia

Entre todo ellos, hay algunos nietos destacados como el del diputado socialista Luis Dorado Luque que se han dejado la piel en la búsqueda de alguna reparación. Antonio Gutiérrez, nieto del diputado socialista Luis Dorado Luque fue uno de los pocos que removió sin descanso todos los trámites necesarios intentado cumplir justicia y reparación ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.

Gutiérrez espera integrarse en la nueva asociación memorialista que quiere reactivar la lucha por la recuperación de la memoria en Córdoba capital. Pero ese camino ya lo hizo hace demasiado tiempo. Incuso llegó a dejarlo por imposible. Tras una lucha titánica con la justicia española, decidió llegar a los tribunales internacionales. El día 3 de abril de 2012 se hizo pública la decisión negativa del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En aquella resolución, el TEDH decidió “no admitir a trámite la demanda registrada el 1 de junio de 2009, en relación con la desaparición forzada de Luis Dorado Luque, cuyo paradero se desconoce desde que fuera detenido por integrantes de un destacamento militar franquista en julio de 1936”. Antonio no pudo soportar la dura consternación de aquella noticia. No pudo continuar con una batalla tan dolorosa como era tan solo pedir dignidad por la memoria de su abuelo.

Florentina Rodríguez, como miembro de la Plataforma por la Comisión de la Verdad, se sumaría a la causa del Juez Baltasar Garzón para aclarar el caso de su abuela. En aquellos días de 2008, relataría sobre la historia de Ricarda Ana Cobacho Cañete, quien residía en la aldea de Jauja, cerca de la población de Lucena, en la provincia de Córdoba. “Era una mujer culta que ejercía en un pequeño establecimiento, dedicando sus momentos libres a la enseñanza, como maestra particular”. Como una de las más de miles desaparecidas en la causa de Garzón su caso fue sobreseído en el Tribunal Supremo. Seis años después, guarda pocas esperanzas de recuperar el proceso, aunque la reactivación de una lucha conjunta por parte de los grupos memorialistas en Córdoba le podría aportar un punto de esperanza. “Ha sido demasiado sufrimiento emocional por la dejadez de las propias administraciones. Hasta el Ayuntamiento no ha sido capaz ni de contestar a nuestras peticiones”, aclara.

Exhumación en las fosas de la Salud y San Rafael

El pasado 11 de junio, en la sede provincial de Comisiones Obreras de Córdoba, colectivos memorialistas (plataforma por la Comisión de la Verdad, UGT, CCOO, el Foro por la Memoria, el Foro Ciudadano para la Recuperación de la Memoria Histórica, entre otras) decidieron iniciar el proceso de petición formal al Ayuntamiento de Córdoba para la reactivación de la exhumación de las fosas de la capital. Entre las peticiones hechas al consistorio se encuentra una fundamental y es la de “asumir el deber democrático que tienen como parte del Estado para reparar la memoria de las víctimas”. Y piden, la exhumación de los restos de los familiares que lo soliciten en las fosas de Córdoba capital como un primer paso, además de la creación de un banco de ADN. Los familiares exigen, también en el escrito, la retirada de los símbolos presentes por la dictadura y la señalización de la vieja cárcel de Córdoba.

Las actuaciones han contado con el asesoramiento del abogado memorialista Eduardo Ranz, quien ha destacado a Público la necesidad de “iniciar procedimientos administrativos para que las autoridades contesten en menos de tres meses”. Este derecho a petición podría tener más validez para las administraciones que el escrito continuado de las víctimas.

Hasta el momento, Florentina destaca la necesidad de que los familiares vayan sumándose a la causa. “Muchos de ellos son de edad avanzada pero debemos de intentar sumar a todos los descendientes posibles para que se intente hacer algo, de una vez, en esta ciudad”.

Aparece la fosa común de la mayor fuga de presos republicanos de la historia de España

"Aparece la fosa común de la mayor fuga de presos de la historia de España", Público, 10-IV-2017:

Hace casi ocho décadas, 795 presos republicanos huían del Fuerte de San Cristóbal, la prisión más segura del norte del país


22 de mayo de 1938. Fuerte de San Cristóbal (Navarra). 795 presos republicanos protagonizan la mayor fuga penitenciaria de la historia de España. Tan solo tres consiguieron cruzar la frontera y llegar a Francia. En cambio, 211 fallecieron en el intento. Ahora, casi ochenta años después, las autoridades navarras han encontrado una fosa común de los presos que cayeron en la evasión. Esta misma semana comenzarán los trabajos de exhumación.


El número de personas cuyos restos se encuentran en la fosa aún no ha podido ser determinado. Los trabajos de localización llevados a cabo por la Sociedad de Ciencias Aranzadi comenzaron este lunes gracias a las indicaciones de un testigo que aún era un niño cuando tuvieron lugar los hechos.


Por ello, el Gobierno foral ha subrayado la importancia de que testigos, como el que ayudó a hallar este enterramiento, notifiquen sus testimonios con el fin de proporcionar la información necesaria para descubrir nuevas fosas y, así, dar respuesta a las reclamaciones de verdad y reparación de los allegados de víctimas de la represión de 1936.


De los 2.500 presos 795 huyeron ese día de la prisión

La fosa en la que se encuentran los restos de los presos asesinados tras la huida en 1938, ha sido hallada en el Concejo de Burutain. La fuga de la antigua prisión, situada en el monte de Ezkaba (Pamplona) a pesar de haber sido organizada solo por unos pocos de los prisioneros fue una de las mayores evasiones europeas.

De los 2.500 presos 795 huyeron ese día de la prisión. Muchos pensaron que la guerra había terminado y se dirigieron directamente a la estación de Pamplona, donde fueron inmediatamente detenidos, para volver a sus casas.


Más de 200 hombres fueron tiroteados durante la persecución y 14 fueron condenados a muerte. Sólo tres consiguieron viajar los casi 50 kilómetros que les alejaban de Francia y recuperar la libertad, según consta en el Cuaderno de Registro de 795 fugados que realizó un funcionario de la prisión. 


Los presos que llegaron a Francia admitieron, años más tarde, que no estaban suficientemente preparados para la fuga, pero que el hambre y las malas condiciones en la prisión los empujó a huir. El director de prisión y el administrador fueron juzgados por vender de contrabando la comida en lugar de alimentar a los internos.


El antiguo centro penitenciario a 15 kilómetros de Pamplona permanece cerrado al público aunque esporádicamente hayan sido autorizadas visitas de asociaciones de víctimas del franquismo. Desde 2001, la fortaleza militar está reconocida como bien de interés cultural.