martes, 23 de mayo de 2017

Entrevista a Caballero Bonald

Entrevista a Caballero Bonald: “Tengo la cabeza que tenía hace un siglo”, 22 de mayo de 2017:

El premio Cervantes ofrece una impagable galería de retratos de personajes de la cultura española en 'Examen de ingenios'

Con Examen de ingenios (Seix Barral, 2017), J. M. Caballero Bonald despide con brillante estilo tardío ese ciclo memorialístico iniciado con Tiempo de guerras perdidas (1995) y continuado por La costumbre de vivir (2001). De sus recuerdos entresaca esta vez una selección “muy meditada y a la vez muy arbitraria” de un centenar de retratos de quienes ha ido tratando “mucho o poco, pero siempre algo” durante sus varias vidas: el niño de la guerra, el estudiante en Sevilla y Cádiz, el poeta jerezano recién llegado a Madrid, el conspicuo integrante de la generación del 50, el profesor en Bogotá y Estados Unidos, el disquero flamenco, el premio Cervantes en 2012 y la persona que, en definitiva, parece haber conocido a más gente de la cuenta y no va a empezar a callarse lo que piensa ahora que acaba de cumplir 90 años.

El recorrido, mezcla de crítica cultural, canon heterodoxo y galería de ilustres (y no tan ilustres), arroja, al mismo tiempo, un retrato de sí mismo y de un siglo de cultura en español a través de músicos, toreros, pintores, actrices o escritores “de cinco grupos generacionales, referidos por lo común a los años 98, 14, 27, 36 y 50, con los debidos excursos”.

La entrevista tuvo lugar en su casa, donde se echó a faltar su butaca de siempre, que anda estos días en el taller y quedó inmortalizada en la portada de un disco producido por él de Agujetas, cantaor retratado en Examen de ingenios. La conversación se completó después por correo electrónico.

PREGUNTA. ¿Es este canon un libro contra el canon?

RESPUESTA. En cierto modo, sí. No es que me lo planteara como norma, pero esa actitud se iba concretando a medida que escribía. La desobediencia al canon, la heterodoxia es muy saludable. La gran literatura es obra de grandes heterodoxos.

P. ¿Cuánto tiene de punto final a su obra?

R. No sé si es un punto final, pero a mi edad no puedo permitirme ya ningún proyecto a largo plazo. Ni siquiera a corto plazo. Otra cosa es que aparezca de pronto por ahí un poema.

P. Como ya hizo en sus memorias, aquí parece quedarse en torno al año 1975… ¿Por qué no adentrarse en la Transición y lo que vino después?

R. Es un asunto bastante complejo. Yo viví muy a fondo, política y humanamente, esos seis o siete años que siguieron a la muerte de Franco. Fue una etapa terrible. El apaño de la Transición, la ley de amnistía, la historia sin culpables y todo eso, el franquismo que resurge a cada paso. No deseo evocar esa experiencia. Adiós a todo eso.

P. Si en este libro ha dicho la verdad, habrá otros en los que ha mentido. ¿Cuánto de invención hay en el ejercicio de la memoria?

R. Verá. Todo eso de la mentira, en literatura, es una cuestión muy relativa. No es que se mienta, es que se inventa. La literatura es una invención y el escritor que no inventa se queda a medio camino, se atasca en la anécdota.

P. ¿Alguien se ha dado ya por aludido con su retrato en el libro?

R. Hasta ahora solo me ha llamado alguno de los que están de acuerdo con lo que digo de ellos. Los que se incomodan son más tardíos, supongo que algunos prefieren no darse por enterados, lo normal.

P. ¿Hay maldad en el libro?

“La literatura española está muy quieta, se mueve muy poco. El realismo lo contamina todo. Adiós muy buenas, a mí no me interesa nada”

R. Digamos que hay mordacidad. Y hay sobre todo mucha ironía que deriva hacia la sátira, hacia el sarcasmo, hacia una crítica a veces algo melancólica. No es que me lo plantee de antemano, es que el personaje va reclamando esos matices en el retrato. Cada texto tiene su dinámica.

P. ¿Cuál es el ingenio que sale peor parado de su examen?

R. Hay unos cuantos. Que yo recuerde, Baroja, Eugenio d’Ors, Leopoldo Panero, Josep Pla. Son algunos con los que no me llevo bien. Y eso se nota.

P. Queda la sensación de que los mejor considerados (Rulfo, Onetti, Paz) son también algunos de los que trató menos. ¿El roce con los autores (y sus manías) influye en la valoración de sus obras?

R. No, no lo creo… A Rulfo, a Onetti, a Octavio Paz, a Lezama los traté poco, es cierto, pero los valoré mucho. Vaya lo uno por lo otro.

P. ¿Por qué parece en España tan difícil de conjugar el deber de la crítica y el derecho a sentirse ofendido?

R. Ni idea. A lo mejor es que no hemos desaprendido todo lo que aprendimos mal.

P. ¿Es esta la clase de libro que uno solo escribe cuando tiene una edad? Dicho de otro modo…, ¿se habría atrevido hace 20 o 30 años?

R. Atreverme sí, o eso creo… Pero no recuerdo por dónde andaba yo hace 20 o 30 años, tampoco me veo metido en un trabajo así.

P. ¿Y lo habría hecho con más personajes de los seleccionados aún vivos? En otras palabras: ¿es más fácil ser sincero sobre un muerto?

R. Con los muertos nunca se sabe… Los muertos son muy sensibles a la crítica, por ellos mismos o por persona interpuesta. Hay quien se ha enfadado porque José Hierro, pongo por caso, o Gil de Biedma o Cabrera Infante no son santos de mi devoción.

P. Leyendo el libro, queda la impresión de que ha practicado con dedicación eso que llaman la vida cultural.

R. Con mis años me ha dado tiempo para todo, pero no recuerdo que me haya dedicado a la vida cultural, a lo que llaman vida cultural. Al principio me tentó algo todo eso, claro, pero se me pasó pronto la afición.

P. ¿Ha sido hombre de amistad fácil?

"Ando medio jodido. Menos la lepra y la fiebre amarilla, tengo de todo. Bueno, la cabeza me funciona muy bien, eso sí"

R. Me he tomado muy en serio la amistad, si se refiere a eso. He tenido buenos amigos, que no eran necesariamente escritores.

P. Tras ese “centón de retratos” del libro…, ¿qué retrato queda de usted?

R. Bueno, yo creo que el libro tiene mucho de memorias complementarias y yo ando un poco por ahí, enredado con los retratados. Digamos que yo retrato a unos personajes, pero que ellos a su vez me retratan a mí.

P. En cierto momento alaba el surrealismo como el más influyente movimiento estético del siglo…

R. Yo tengo familia surrealista y familia romántica, me llevo muy bien con las dos, que tampoco son tan distintas. El surrealismo, sobre todo como situación límite del simbolismo, es la gran conquista estética del siglo XX.

P. Sin embargo, los textos están escritos con un envidiable grado de exactitud; no sobra ni falta nada. ¿Se ha vuelto más perfeccionista con la edad?

R. No lo sé. Quizá sí. Detesto la escritura descuidada, la prosa abaratada, y eso se me ha acentuado con los años. Un libro carente de cuidado estilístico es un libro que yo me resisto a leer.

P. A juzgar por las listas de ventas, esa “comúnmente zafia novela realista española de los siglos XIX y XX” de la que aborrece en su retrato de Baroja goza de buena salud en el XXI. ¿Sigue viendo el mundo editorial lleno de escritores mediocres encumbrados, como dijo en cierta ocasión?

R. Bueno, la literatura española está muy quieta, se mueve muy poco. El realismo lo contamina todo. Las novelas realistas, figurativas, herederas del naturalismo decimonónico, son las que funcionan con éxito. Siempre digo que el sencillismo es la excusa de los poco dotados, pero resulta que eso es hoy de lo más meritorio… Pues muy bien, adiós muy buenas, a mí esa literatura no me interesa para nada.

P. ¿Ha llegado lo mejor de su producción en el último tramo de su vida?

R. Algo de eso hay, sí… Soy consciente de que con los años he ido perfeccionando el oficio. Lo que pasa es que sigo esperando ese buen poema que me permita no escribir más. Algo así de altisonante.

P. ¿Cómo le van cayendo los 90?

R. Regular, ando medio jodido. Menos la lepra y la fiebre amarilla, tengo de todo. Bueno, la cabeza me funciona muy bien, eso sí. Tengo la cabeza que tenía hace un siglo.

P. ¿Cómo definiría la vejez?

R. La vejez es sin paliativos una cabronada, una maldita sucesión de pérdidas.

P. ¿Y se entiende bien con el mundo, tan tecnológico, tan apresurado, en el que vivimos?

R. No, qué va, no me entiendo para nada. Todo eso de las páginas web y las redes sociales me trae sin cuidado. Tengo entendido que hay colegas que dicen comunicarse con el mundo por ese sistema. ¿De qué coño hablan y con quién?

lunes, 22 de mayo de 2017

La Virgen y Sloterdijk

Podemos y una serie de nacionalistas de distinta laya, aprovechando la Gran Recesión de 2008 provocada por una política amoral y un bancarismo sin freno, pugnan por encaminar al país hacia una nueva constitución o incluso una tercera república, o eso creen. Y Pedro Sánchez, primero que ve venir esto desde el PSOE y en darle algún crédito, no parece haber asumido sino muy de mala gana y muy lejanamente esa idea, pese a que tan borrosa visión se vaya dibujando cada día con más fuerza y más clara en el horizonte mientras se desvanece y difumina al mismo tiempo el pútrido bipartidismo postfranquista, periclitado ya, pero que no termina nunca de morir tras cuarenta años de transición hacia la nada... o hacia Europa (es lo mismo: ya solo somos una unidad de destino en lo europeo). 

Al menos esa esperanza de Constitución o de República era una posible solución (nadie ha formulado otra), no solo una ilusión. Porque este bipartidismo está formado por una serie de políticos amorales y mentirosos, discípulos de Maquiavelo, como los que tanto criticó Peter Sloterdijk en su Crítica de la razón cínica: casi todo el PP (salva quizá Cristina Cifuentes) y un Susanismo social-demo-caciquil lleno de viejos momios y momias y jóvenes y jóvenas sin ideas. Junto a ellos figuran unos sindicatos políticodependientes ansiosos de prevenderse y prebendarse, una burguesía anciana, pensionista y profundamente mediocre y una masa de ninis malcriados en la inmundicia social del paro y del botellón y en un sistema educativo lleno de agujeros que se ha resignado ya solo a poner las etiquetas que les cambian cada año en vez de crear ciudadanos cultos, preparados, críticos y conscientes... y algo mejor que todo eso: honrados y laboriosos.

Todos estos españoles no poseen ya otra ideología que la del piojo y son incapaces de trabajar por su país, sino que se limitan a esperar que el país trabaje por ellos. Porque el país entero parece estar esperando algo, no se sabe qué, acaso una nueva aparición de la Virgen... Una nueva Constitución o una III República les parecería más difícil de entender, al menos con la Enciclopedia Álvarez de tercer grado que forma toda nuestra hipócrita, tenue y mentirosa cultura general.

Los ricos siguen empobreciendo a la clase media

Daniel Viaña, "Más ricos, más pobres y menos clase media", en El Mundo, 22 may. 2017:

La clase media es la que hace crecer económicamente a un país, la que permite que la población con menos recursos prospere y la que, a su vez, sirve para que las capas medias puedan acercarse a las más altas. Y es, precisamente, la que más ha sufrido la crisis económica en España, razón por la que la depresión ha sido tan marcada.La muestra más evidente de esta situación es un estudio que el año pasado publicó el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas junto a la Fundación BBVA, y que arrojó un dato demoledor: «Cerca de tres millones de personas se han desplazado de la zona central a la parte baja de la distribución de la renta y han pasado de verse como clases medias participantes del progreso a sentirse vulnerables a las consecuencias de situaciones difíciles». Esto quiere decir que desde el inicio de la crisis hasta 2013, que es el último año que analiza la investigación, tres millones de personas fueron expulsadas de la clase media. De forma paralela, el Instituto Nacional de Estadística (INE) constató hace unos meses que la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social en España -el llamado indicador Arope- rozaba el 28% en 2016. La cifra supone un descenso desde el pico del 29,2% que alcanzó en 2014, pero todavía está muy por encima del 23,8% de 2008, que es el primer año en el que se publicó. Además, la tasa evidencia que más de un cuarto de la población española está en una posición de vulnerabilidad. Esta grave situación también afecta de manera muy importante a la población infantil y, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un 23,4% de los más jovenes vive en la pobreza. El dato contrasta con la media del 13,3% del conjunto de la OCDE, y la lectura que realiza esta misma organización es que el origen se encuentra en el alto desempleo. Y, mientras tanto, el número de grandes patrimonios ha crecido de manera muy importante desde ese histórico 2008. En concreto, el último informe de riqueza elaborado por Capgemini y Royal Bank of Canada (RBC) Wealth Management evidencia que «el número de grandes patrimonios se ha incrementado más de un 50%» desde el inicio de la crisis hasta 2015. «El último dato apunta que el número de millonarios aumentó en 15.000 individuos, hasta cerrar 2015 con casi 193.000. Esta cifra representa un crecimiento del 8,4% con respecto a 2014 y es el mayor incremento registrado en Europa, seguido de Países Bajos (7,9%), Francia (5,9%) y Alemania (5,6%)», según explican ambas firmas en su informe, a lo que añaden: «Si se compara con respecto al año 2008, el número de millonarios en España aumentó más de un 50%, desde los 127.100 de hace ocho años». Pérdida de poder adquisitivoA esta fuerte polarización de la sociedad se le debe sumar otro factor de gran importancia: la pérdida de poder adquisitivo que ha sufrido la población. Esto quiere decir que, por ejemplo, una persona que antes de la crisis pertenecía a la clase media y que ahora lo sigue haciendo, hoy tiene un nivel de vida sensiblemente inferior al de 2005, 2006 o 2007. Así lo evidencian trabajos como el Monitor Anual Adecco sobre Salarios que se publicó la pasada semana, y en el que se ofrece la siguiente conclusión: «En el último lustro, se ha acumulado una caída en el poder adquisitivo de la remuneración media española de un 2,4%». Este dato, además, se ha visto suavizado por la baja inflación de los últimos años, pero el IPC ya ha comenzado a repuntar y amenaza con reducir aún más la capacidad de los salarios. Por ello, será complicado que el Gobierno siga pregonando la necesidad de mantener la moderación salarial -y, de hecho, ya lo ha comenzado a hacer en algunos foros-. Éste ha sido un aspecto fundamental para comenzar a salir de la crisis, ya que ha permitido que el país gane competitividad y que el sector exterior haya sustituido, al menos en parte, al consumo interno. Pero ahora cada vez más organismos, incluidos la citada OCDE o el Banco Central Europeo (BCE), recomiendan que los sueldos deben crecer. En caso contrario, y si el coste de la vida crece por encima de los salarios, lo que ocurrirá es que la población se empobrecerá más, que las diferencias entre los que más y los que menos tienen se agudizarán y que, en definitiva, las dificultades para mejorar los estándares de vida se verán incrementadas.

domingo, 21 de mayo de 2017

Javier Marías, La peligrosa parodia

Javier Marías, "La peligrosa parodia", en El País, 21-V-2017:

Miro la primera plana del diario y lo único que me reconforta es el aspecto satírico de cuanto acontece, que me impide tomármelo del todo en serio.

HACE YA tiempo que temo echarle el primer vistazo al periódico de la mañana. Uno va de sobresalto en sobresalto, de noticia en noticia alarmante cuando no espantosa. Ya sé que siempre ha sido así; que las noticias buenas no son noticia y que lo que la gente desea por encima de todo es indignarse y escandalizarse. Y este deseo no ha hecho sino ir en aumento desde la aparición de las redes sociales y la dictadura de la exageración en el periodismo. Pero basta retroceder unos meses para recordar que la situación del mundo no era tan delirante con Obama en la Presidencia, con el Reino Unido integrado en la Unión Europea, con Venezuela sin golpe total de Estado ni tantos muertos en las calles (los golpes de Chávez eran graduales), con Francia sin elecciones deprimentes, con Turquía sin absolutismo y represión feroz, con Egipto sin lo mismo.

Miro la primera plana del diario, ya digo, y lo único que me reconforta (me imagino que no soy el único) es el aspecto paródico de cuanto acontece, y que me impide tomármelo del todo en serio. Todo tiene un aire tan grotesco que cuesta creer que sea cierto y no una representación, una pantomima, una sátira. Veamos. Hay un país, Corea del Norte, que amenaza con lanzar bombas nucleares cada semana, y puede que tenga capacidad para ello. Pero las escasas imágenes que de allí nos llegan son dignas de una historieta de Tintín, con un sátrapa pueril y orondo que aplaude como un loco sus propios lanzamientos de misiles fallidos y obliga a desfilar a sus súbditos como a soldaditos de plomo. El objeto de sus amenazas es un Presidente de los Estados Unidos igualmente pueril e idiota, además de antipatiquísimo y nepotista, capaz de decir ante la prensa que ha lanzado un ataque contra Irak cuando lo ha lanzado contra Siria, de invitar a su homólogo de Filipinas, Duterte, que desde que fue elegido –elegido– ha ejecutado extrajudicialmente a unos siete mil compatriotas –siete mil– y se jacta de haberse cargado él en persona a tres de ellos. Este Duterte, por cierto, le ha contestado a Trump que ya verá, que anda ocupado (se entiende: asesinar a millares desgasta, y si no que se lo pregunten a los nazis y a los jemeres rojos). Trump también declara que se sentiría “muy honrado” de charlar con el sátrapa orondo, y nada ocurre. Erdogan, en Turquía, con el pretexto de un golpe contra él, tan fallido como dudoso, ha encarcelado o destituido a ciento cincuenta mil ciudadanos –ciento cincuenta mil–, de militares a periodistas y profesores. No sé, de haber habido tantos partidarios del golpe, éste no habría fracasado tan rápida y rotundamente.

Luego está Putin, admirado por la extrema derecha y por la extrema izquierda, un megalómano propenso a fotografiarse con el torso desnudo o derribando a un tigre con sus propias manos, estilo paródico de trazo grueso. Y así nos acercamos a Europa, donde casi el 40% de los franceses han votado a una señora a la vez bruta y trapacera, Marine Le Pen, que simpatiza con la Francia colaboracionista de los nazis (niega esa colaboración, luego el Gobierno de Vichy era intachable) y rechaza a los refugiados porque en seguida quieren robarle a uno la cartera y el papel pintado de las paredes (sic: hace falta estar sonado para creer que a alguien le interesa su papel pintado). A esa señora no la ven con muy malos ojos el candidato Mélenchon, admirador confeso de Hugo Chávez y Pablo Iglesias, ni la mitad de sus votantes. En Inglaterra gobierna una mujer desagradable, patriotera y cínica, que antes de la consulta del Brexit defendía la permanencia en la UE y ahora brama contra lo que le parecía de perlas hace menos de un año. Su Ministro de Exteriores es un histriónico clon de Trump con estudios, Boris Johnson. De Polonia y Hungría no hablemos, países en la senda de Turquía y Egipto, sólo que cristianos.

En cuanto a España, el ex-Presidente de Madrid –el ex-Presidente– saqueaba presuntamente empresas públicas, y su madrina Aguirre estaba in albis, como el jefe del Gobierno Rajoy, que nunca se cansa de soltar perogrulladas. En el PSOE parecen detestarse mucho más entre sí que a cualquier adversario político, y por último hay un partido que se proclama de izquierdas, Podemos, y que es lo más parecido a la Falange desde que feneció la Falange: sólo le falta sustituir el vetusto himno de Quilapayún en sus mítines por el más vetusto Cara al sol, y le saldrá el retrato. Y bueno, en Cataluña hay también una serie de personajes tintinescos que proclaman que sus sueños van a realizarse por las buenas o por las malas. Porque a ellos les hacen mucha ilusión y eso basta.

Sí, todo desprende tal aroma de sainete, de opereta bufa, de esperpento o de lo que quieran, que eso es lo único que a muchos nos salva de la desesperación cotidiana. El problema aparece cuando uno ve imágenes de las arengas de Hitler y de Mussolini. Porque ellos parecían aún más paródicos que los gobernantes actuales, y ya conocen la historia.

Entrevista a Félix de Azúa

Entrevista de Elena Hevia a "Félix de Azúa: "Todos sabemos que eso del futuro se acabó", El Periódico de Cataluña, 21-V-2017:

Queda avisado que en esta entrevista con el autor de 'Diario de un hombre humillado' no se hablará de política ni de resentimientos ni siquiera de nostalgias de cuando a Barcelona le quedaba aún un largo recorrido hacia el iceberg y la comparaba al Titanic

Hace seis años que el barcelonés Félix de Azúa se fue a Madrid, creó una familia cuando le tocaba ser abuelo y desde allí no ha hecho más que dar bocinazos contra sus tirios y troyanos particulares. Se le puede querer y puede molestar, mucho: especialmente porque la moderación no va con él a la hora de explicar Catalunya en la capital española. Donde no hay discusión posible es en su excelencia lectora, que acaba de servir en el libro 'Nuevas lecturas compulsivas' (Círculo de tiza) y que como su título indica es la continuación de un volumen que el autor publicó en 1998 en Anagrama. Y pueden haber pasado años, pero su pasión por la literatura sigue teniendo el mismo ímpetu y rigor. Los textos aparecieron en varios medios digitales y analógicos, EL PERIÓDICO incluido.

Usted publicó dos autobiografías un tanto sesgadas y especiales. ¿Este libro que da cuenta de sus lecturas podría ser complementario de aquellas?

Yo más bien lo veo como un libro de autoayuda. Leer bien es algo muy difícil, en contra de lo que se cree. La gente piensa que se trata de coger un libro y de que este te guste o no. Para leer bien hay que aprender, y es difícil porque hay muy pocos maestros. Yo los he tenido muy buenos.

¿Como quiénes?

Bueno, los máximos fueron Juan Benet, Rafael Sánchez Ferlosio, Agustín García Calvo y Juan García Hortelano. Yo no tenía ninguna pretensión, simplemente les decía: "¿Qué tengo que leer?". Si sugerías Teophile Gautier, el maestro decía: "Mejor Proust". El maestro te evita perder tiempo. Luego, cuando ya has aprendido, puedes perderlo y leer novelas policíacas estupendas. Se trata de saber ver qué es lo perdurable y admirable. Eso es aprender.

¿Constata que ahora hay menos maestros?

Sí, pero por una razón muy comprensible: ahora la presencia física se hace muy difícil. Antes estábamos todos mezclados. A los 20 años, gente como Molina Foix, Javier Marías, Fernando Savater o yo mismo íbamos a casa de esos maestros, 20 años mayores que nosotros y nos bebíamos su whisky. Ahora eso es imposible, los chavales utilizan maestros electrónicos que, de momento, se han revelado bastante incompetentes.

En Amazon es un algoritmo el que te recomienda las lecturas.

Pues yo me sigo quedando con aquella librería en la que el librero conocía bien tus gustos y te abría nuevos caminos. Las recomendaciones de internet me hacen reír. Si te ha gustado Proust te gustará Balzac. Por supuesto, pero qué descubrimiento es ese.

Lo que nunca te ofrecerá un programa informático es emoción. Aquí no ha tratado de ser académico.

He procurado condensar mi propio entusiasmo a ver si lo contagio un poco. Y claro, no es académico porque la universidad te enseña lo que un libro es pero jamás su significado profundo. Enseñar esa figura es la tarea de toda una vida.

Ahí están Henry James, George Orwell, T. S. Eliot, Montaigne. ¿Son una especie de canon? 

Le aviso que las listas son uno de los principales ganchos en internet. No pretendía hacer un canon. Hay libros que me gustan mucho y no me atrevo a hablar de ellos. Me dan miedo.

¿Cómo cuáles? 

La Biblia, por ejemplo. Es una lectura fundamental que los escritores anglosajones cultivan muchísimo y se les nota. Nosotros no la tenemos. Yo suelo leer la Biblia protestante española en la versión de Casiodoro de Reina. Es maravillosa. Castellano del siglo XVI. Es como si Cervantes la hubiera traducido.

Habla de inocular el virus de la lectura. Pero ¿cómo hacerlo cuando las nuevas generaciones solo parecen interesadas por la velocidad? ¿Cómo seducirlas? 

Me gustaría creer que dentro de cinco o 10 años las cosas habrán cambiado, porque los aparatos que ahora tenemos nos parecerán rudimentarios y toscos. Quizá las tabletas parezcan libros de verdad con un tacto similar y se podrán pasar páginas. Pero hoy por hoy la lectura es una lucha perdida aunque el libro sigue siendo indestructible.

Suele decirse que lectores, los buenos lectores, nunca han sido mayoría. 

Supongo que Paco Rico nos diría ahora cuánta gente leyó el 'Quijote' en su momento. Muy poca, seguro. Así que si ahora volvemos a las cifras del siglo XVII tampoco pasa nada. El otro día leí un artículo sobre la feria del libro que decía que los autores literarios que más venden alcanzan cifras de 80.000 o 100.000 ejemplares, pero que alguien llamado Leónidas Prepucio, o algo así, un bloguero y presunto poeta, vendió 125.000. Contra eso no se puede luchar, hay que dejarlo donde está y nosotros seguir como si nada en nuestro reducto de aficionados. Con la literatura eterna.

¿Eterna? 

Eterna quiere decir que uno se conmueve exactamente igual con la 'Antígona' de Sófocles que con la última película de George Clooney.

Eterna y nos prepara para la mortalidad

Claro, yo suelo decir que leer es ser partícipe del mundo de los muertos. Vivimos en un presente perpetuo. Esta actualidad no nos permite trasladarnos al pasado, solo muy rara vez, en series de televisión como 'Juego de tronos'.

Un pasado desvirtuado. 

Eso es. Tampoco hay futuro. Todos sabemos que el futuro se acabó.

"Estamos en un fin de era, como el paso del paleolítico al neolítico. Nos parece que somos muy modernos pero es al revés"

¿Es esa la característica de nuestra época?

Claro. Mis abuelos eran muy creyentes, como todo el mundo en aquella época. Los creyentes tenían como futuro nada menos que la eternidad, lo que supone una gran diferencia con este momento. En el presente tenemos lo que nos rodea, ese gran follón ruidoso con las elecciones en Francia o la última de Esperanza Aguirre. Y luego, están los muertos. Que están ahí quietos y no molestan a nadie. Y cuando uno lee a Sófocles, Shakespeare, Dickens o Proust lo que hace es llamar a la tumba: "Toc, toc". "¿Quién es?". "Un lector". "Ah, pase, pase".

Es una idea sobrecogedora. 

Tendría que dar esperanzas.

¿Y se podrán trasmitir al futuro?

Yo creo que sí. Tengo una niña de 5 años. No la obligo a leer en absoluto. Le encantan las tablets y la televisión. Pero si tú le lees un libro y le dices: "Entonces el mago saltó por encima del horizonte" y le explicas lo que es el horizonte, ella deja de ser un sujeto pasivo porque en la lectura se puede preguntar e intervenir.

La idea de que estamos en un fin de época está en el centro de nuestro discurso. ¿Deberíamos revisarlo? 

Pues yo voy más allá. Este no es un fin de época. Es un fin de era. Un cambio de era es una cosa brutal. Ha habido muy pocos

¿Me explica la diferencia? 

Un fin de época es el paso del románico al gótico, un cambio tremendo. Pero un cambio de era es más sustancial. El cambio de era más fundamental en el género humano es el paso del paleolítico al neolítico. El paso de las tribus cazadoras nómadas con dioses orgánicos como el río o el árbol al neolítico con sociedades agrarias establecidas que construyen ciudades e intentan cosas tan fundamentales como la paternidad, porque los hijos antes no eran de nadie. Otro cambio es el paso del paganismo al cristianismo.

¿Y ahora qué somos, hombres de las cavernas, o seres más evolucionados? 

Pues yo diría que lo primero. Estamos entrando en una era, la era digital, en la que somos primitivos. Nos parece que somos muy modernos pero es al revés. Esto es algo que le decía a mis alumnos cuando daba clases. Se enfadaban y abrían la boca cuando les decía que ahora la vida es peor que en la Edad Media.

Bueno, yo ahí también abro la boca. 

A ver, hoy hay cosas muy buenas, por supuesto. Como los analgésicos que eliminan el dolor. Pero la vida en las aldeas era más sosegada y mucho más sabia.

Para los campesinos trabajando de sol a sol quizá no

Sí, claro, pero con lo que se deben comparar es con los cinco millones de refugiados que en la actualidad malviven en los campos. Si miras a los miserables, mira a los de ahora. En la Edad Media podíamos levantar catedrales como Chartres financiadas por todos, por los pobres y los ricos, para reunirse allí.

¿No vale la Sagrada Familia?

Esa es otra historia (ríe). Nos la construyen los turistas, nosotros somos incapaces de construir nada colectivo.

La ciencia asevera que el único secreto del éxito es tener padres ricos

Pablo Pardo, "El sueño americano ha muerto: si naces pobre, seguirás pobre", en El País, 21 de mayo de 2017:

Numerosos estudios cuestionan la idea de que sólo con esfuerzo e inteligencia una persona puede llegar a donde quiera en EEUU

El sueño americano, pero al revés

El edificio, como de 10 plantas, está en la esquina de la calle 16 -la de la Casa Blanca- y la calle K -la calle que tradicionalmente ha sido la sede de los bufetes de abogados que hacen lobby en la capital estadounidense-. Está frente a uno de los dos hoteles Hilton de Washington, a 300 metros del Museo de National Geographic y del selecto University Club, ambos en la 16. En la K, como a otros 300 metros, está el Washington Post, y más cerca, uno de los bares de striptease más reputados de la capital estadounidense, Archibald's, "el club para caballeros más selecto de Washington DC", según dice su propia web. Archibald's está incrustado en la parte de atrás del St. Regis, un hotel en el que la habitación más barata para la noche de hoy, domingo, sale por 582 dólares (547 euros), impuestos y tasas incluidos.Los lugares más destacados, sin embargo, están en la 16. En dirección norte, a 400 metros, está el Jefferson, el hotel más caro de la capital estadounidense, que se autodescribe como "el segundo sitio más exclusivo de Washington". El primero está a 200 metros del edificio, pero en la dirección contraria, hacia el sur, en la esquina de la 16 con la Avenida de Pennsylvania. Es la Casa Blanca.Este edificio es más discreto. Sólo tiene una identificación: K&L Gates, LLP (las siglas en inglés de Sociedad de Responsabilidad Limitada, que es la fórmula legal a la que se acogen los bufetes de abogados, consultoras, y demás empresas que son partnerships). ¿Gates, como Bill, el fundador de Microsoft, el mayor filántropo y millonario del mundo? No, Gates como William, el padre de Bill.Porque Bill Gates es el hijo de William Gates, el cofundador de uno de los 10 mayores bufetes de abogados de Estados Unidos, una empresa que lleva, entre otras, la cuenta de las relaciones con el Gobierno de Microsoft. Su madre, Mary, era miembro del consejo de administración del banco de Montana First Interstate, y del patronato de United Way, una ONG que combate la pobreza. En el patronato, estaba también el presidente y consejero delegado de IBM, John Opel. El joven Gates recibió dos millones de dólares en acciones de su abuelo materno. Asistió a una escuela privada, Lakewood, cuya matrícula costaba tanto como la de Harvard, y allí se hizo amigo del otro cofundador de Microsoft, Paul Allen. Cuando Microsoft creó su primer sistema operativo de éxito, el MS-DOS, la primera empresa que lo adoptó para sus ordenadores personales fue IBM. El consejero delegado de IBM entonces era John Opel.El amigo de Gates, el financiero y (también) filántropo Warren Buffett, la segunda persona más rica del mundo, empezó su carrera como empresario repartiendo periódicos en su Omaha natal. Es cierto. Pero también lo es que su padre, Howard Buffett, era en aquella época el único congresista del estado de Nebraska, en el que está Omaha, en la Cámara de Representantes de EEUU. Ser hijo del único congresista del estado no está mal para lanzar una carrera como inversor.Todas estas anécdotas ponen en cuestión una idea: el sueño americano. O sea, la idea de que, sólo con esfuerzo e inteligencia, una persona puede llegar a donde quiera en la mayor potencia del mundo. Para EEUU, es casi una religión, una seña de identidad. Y lo cierto es que no faltan casos. Steve Jobs y Steve Wozniak, los fundadores de Apple, venían de familias de ingresos altos. Igual que Jeff Bezos, la tercera -o cuarta, según el día- persona más rica del mundo, fundador y dueño del 17% del gigante de las ventas online y de la nube Amazon.O sea, que no hay que irse al otro extremo. El sueño existe. Pero, ¿hasta dónde? ¿Es una realidad o una obra maestra del márketing? A fin de cuentas, en España no hablamos del sueño español, a pesar de que somos el único país donde un señor llamado Amancio Ortega, que dejó la escuela a los 14 años, nacido en Busdongo, en las montañas de León, casi en la raya con Asturias, y criado en Galicia, que sólo se parece a Silicon Valley en las curvas de las carreteras secundarias y a Harvard en lo verde que es la vegetación, puede convertirse en la tercera persona más rica del mundo.

"Cada día parece más claro que tener un padre rico es el secreto para el éxito"

Ahora, una cantidad creciente de estudios están poniendo de manifiesto que el sueño americano, si es que alguna vez existió, se está extinguiendo. Un equipo dirigido por Raj Chetty, de la Universidad de Stanford, ha publicado en la revista Science un monumental estudio estadístico que declara que la movilidad absoluta -o sea, el porcentaje de niños que van a tener unos ingresos superiores a los de sus padres -ha caído de aproximadamente el 90% en la década de los 40 al 50% hoy."El mayor declive es en la clase media", declara el estudio. Es un dato consistente con dos estudios del nobel de Economía Angus Deaton y su esposa, Anne Case, en 2015 y hace apenas dos meses, en los que revelan cómo la clase media blanca está sufriendo una oleada masiva de muertes por enfermedades asociadas a la pobreza -diabetes- y a la desintegración social -abuso de medicamentos con receta, suicidios y alcoholismo-, que se ha convertido en la mayor crisis de salud desde la II Guerra Mundial, y muy por encima de la epidemia de sida de los 80. Así que el análisis de Science es un paso más en una creciente cantidad de análisis que revelan que, si el sueño americano existió, ahora está muerto y enterrado. La gran diferencia entre este documento y otros es dónde ha puesto el foco. Los cinco investigadores que han escrito el informe se centran en la movilidad absoluta, o sea, en los ingresos. Hasta ahora, la mayor parte de los estudios miraban a la movilidad relativa.En ese caso, se divide a la sociedad en grupos --normalmente cinco o 10, para hacer más sencillo el cálculo-- en función del nivel de ingresos, y se estudia cuántas personas pueden pasar de un grupo a otro. Por poner un ejemplo, cuánta gente que nazca en el 10% más pobre puede pasar al segundo 10% más pobre. Según Thomas Hertz, de American University, un niño nacido en el decil (es decir, el 10%) más bajo tiene un 31% de posibilidades de permanecer ahí durante toda la vida. Si se amplía la banda al segundo decil inferior (o sea, el grupo formado por las personas que son entre el 80% y el 90% de la gente más pobre), la proporción es del 43%. Pobre eres, y en pobre te convertirás.Los resultados de esos análisis ya habían dejado claro que EEUU es una sociedad con muy poca movilidad social o, como lo planteó en 2002 el profesor de Harvard y experto en esa materia Alan Krueger, "cada día parece más claro que tener un padre rico es el secreto para el éxito".

Las organizaciones internacionales también habían alcanzado la misma opinión. En 2010, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) situaba a Reino Unido, Italia, y EEUU como los tres países en los que la riqueza de los padres tiene más influencia en la riqueza de los hijos. España era el quinto, tras Francia, y casi al mismo nivel de Alemania. La misma España que los españoles tendemos a despreciar como un país de hijos de papá es más meritocrática, según la OCDE, que EEUU. Y la misma Francia que los estadounidenses critican como un ejemplo de elitismo es más igualitaria que su propio país.Según Krueger, si una familia tiene unos ingresos del doble de la media, tardará cinco o seis generaciones (entre 100 y 120 años) en bajar a la media. En la década de los 80, la Teoría de la Transmisión Intergeneracional del Estatus Económico, del nobel Gary Becker, de la Escuela de Chicago, de orientación liberal, había reducido ese periodo a sólo dos generaciones.Ahora bien, ¿por qué sucede esto? ¿Es porque la economía crece menos y, por tanto, hay menos tarta que repartir? ¿O porque hay menos redistribución? El artículo de Chetty es concluyente: "La mayor parte del declive en movilidad absoluta se debe a una distribución más desigual del crecimiento económico en las décadas más recientes, más que al frenazo de la tasa de crecimiento del PIB". Dicho de forma menos complicada: la movilidad ha crecido porque hay menos redistribución.Esa conclusión es una crítica frontal a la política de Donald Trump y, en general, de toda la Economía de la Oferta, que sostiene que hay que eliminar regulaciones e impuestos, en especial a los contribuyentes con ingresos más altos, para que así el tren corra más deprisa y todos lleguemos más lejos. Es el trickle down economics, la economía del goteo, que prevé que la sociedad se beneficiará de la bajada de impuestos al capital, porque éste generará más trabajo y, también, más recaudación fiscal. La idea fue popularizada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, aunque el vicepresidente con el primero, George W. H. Bush, él mismo un multimillonario, la calificó de "economía de vudú". Pero lo cierto es que hoy en día son las rentas del trabajo las que están más gravadas, mientras que el capital disfruta, tanto desde el punto de vista normativo como en el terreno de las realidades del día a día, de una menor presión fiscal. Un ejemplo: el tipo fiscal de las grandes empresas de EEUU es del 35%, pero el real del 19,4%.

En EEUU hay jubilados que siguen abonando los créditos con los que pagaron la educación.

Pero eso es lo que afirma, también, la OCDE, para la que "la movilidad intergeneracional tiende a ser menor en sociedades con más desigualdad". Entre ellas, según esa organización que está formada por los países más ricos del mundo y algunos emergentes, España... y EEUU.Claro que hay una cosa clara: es más difícil saltar de un nivel de ingresos a otro cuando las distancias son más grandes. O sea, cuando la sociedad es desigual. Un estudio de Chetty publicado en marzo por la Reserva Federal, por ejemplo, revelaba que un estadounidense nacido en el quintil más bajo de la población (es decir, en el 20% más pobre) tenía apenas un 7,5% de posibilidades de llegar al quintil más alto (al 20% más rico). En Canadá, las oportunidades eran del 13,5%. Y en Dinamarca, del 11%. Esos países, no EEUU, parecen ser los nuevos adalides del sueño americano. Pero también es cierto que su desigualdad es mucho menor.Las diferencias entre venir de una familia rica y una pobre son abismales. En otro ensayo, publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica en 2014, Chetty expone una correlación prácticamente de uno a uno entre el nivel de ingresos y los embarazos adolescentes. La vinculación entre renta y asistencia a universidades de élite, sin embargo, sólo se da entre los verdaderamente ricos. Algo comprensible si se tiene en cuenta que la matrícula de un año en Harvard, Princeton, o Stanford supera los 50.000 dólares. Obtener la misma educación que Mitt Romney, el candidato republicano a la Casa Blanca en 2012, costaría hoy unos más de 600.000 euros; en el caso de Barack Obama, la cifra llega al medio millón. Aunque parte de los costes de la educación del ex presidente fueron costeados con becas, Obama no pagó la deuda que había contraído cuando era estudiante hasta 2004, el año en que entró en el Senado. De hecho, en EEUU hay jubilados que siguen pagando los créditos con los que se pagaron la educación. A eso hay que sumar, además, la principal causa de las quiebras personales de los estadounidenses: la sanidad. Todos esos factores lastran el sueño americano. Normalmente, cuando se plantea esta idea y, sobre todo, se cuelga en Twitter, se reciben todo tipo de educados comentarios en los que los lectores invitan al autor a trasladarse a Corea del Norte. Esa sofisticada actitud también tiene una explicación: el sueño americano existe... en la mente de los estadounidenses. Un estudio conjunto del centro de análisis centrista Brookings Institution y de la organización sin ánimo de lucro e independiente especializada en estudios de la opinión pública Pew Research Center, y llevado a cabo en 27 países, revela que los estadounidenses son los que más creen en la meritocracia. Así, un 69% de los ciudadanos de ese país está de acuerdo en que "las personas reciben lo que les corresponde por su inteligencia y habilidades", y solo el 19% cree que para progresar en la vida es "esencial" proceder de una familia de ingresos altos. El sueño americano es una creencia demasiado arraigada como para arrancarla con la realidad.

Hijos de ricos y más creativos

"Los niños de familias ricas tienen 10 veces más posibilidades de ser inventores que los de familias de ingresos medios-bajos", declara Chetty en su estudio para la Reserva Federal. De nuevo, es algo visible, al menos a nivel anecdótico. Ahí está Elon Musk, el empresario e inventor por excelencia del siglo XXI, nacido en Sudáfrica y criado en Canadá y EEUU. Su padre, Errol, tenía, entre otras cosas, una mina de esmeraldas en Zambia, y fue el primer sudafricano en volar sin escalas de su país a Australia en un avión: el suyo.

Musk es parte de la mafia de PayPal, el grupo de emprendedores que crearon esa empresa de medios de pago en 1998 y que, desde entonces, han marcado gran parte de la evolución del mundo de la tecnología. Otro es Peter Thiel, un destacado defensor de Donald Trump. Klaus Thiel, su padre, era un ingeniero alemán que fue mánager en las minas de diamantes de Namibia en los años 70 y 80, un trabajo muy bien pagado, porque entonces ese país estaba ocupado por la Sudáfrica del apartheid -que tenía serios problemas para atraer talento-, y los trabajadores de las minas eran, virtualmente, esclavos negros. En la mafia, sin embargo, no todos eran ricos. Max Levchin, por ejemplo, procede de una familia de clase media.

Larry Page, cofundador de Google, consejero delegado de su matriz, Alphabet, y su principal accionista (lo que le convierte en el noveno empresario más rico del mundo) es hijo de Carl Page, doctor en Computación, y, según la BBC "uno de los pioneros en el desarrollo de la informática y de la Inteligencia Artificial". Su madre, Gloria, también era programadora. Otra figura destacada de la Ciencia estadounidense es Arnold Spielberg, padre del director de cine Steven Spielberg.
La correlación -y, acaso, causalidad- entre riqueza y capacidad de invención es muy importante, porque uno de los problemas que afrontan las empresas en Estados Unidos -y que se está convirtiendo en un obstáculo para los planes de Donald Trump de revitalizar la industria del país- es la escasez de mano de obra cualificada. La meritocracia no funciona si los trabajadores no saben o no pueden llevar a cabo su trabajo, y hay inversores que han preferido irse a Canadá porque allí hay personal mejor formado. La consecuencia, a su vez, es más automatización, para reemplazar a esos trabajadores poco eficientes por robots.

Armas y razones

Cuando consigamos usar las razones como armas y no las armas como razones, habremos llegado al fin a ser un pueblo civilizado.

La comuna vanguardista y contracultural de Monte Verità

Juan Bonilla, "Monte Verità, contra la vida establecida", en El País, 20 mayo 2017:

En 1917 un grupo de desencantados creó una comuna que interesó a Herman Hesse y Kafka. Un libro recupera a aquellos primeros 'hippies'.

A comienzo del siglo pasado, un fantasma empezó a recorrer si no Europa sí al menos uno de sus mejores barrios: el de Schwabing, en Munich. Era una zona donde desde tiempo atrás se habían ido estableciendo artistas, literatos, bohemios. Por sus calles empezó a susurrarse una nueva buena. En palabras de Harald Szeemann "la industrialización, la tecnificación y la confrontación entre el capitalismo y un movimiento obrero cada vez más fuerte, llamaron muy pronto a crear movimientos reformistas que pretendían evitar la necesaria revolución proletaria. La reforma de los modos de vida venía a significar la posibilidad de una tercera vía entre el capitalismo y el comunismo y llevaba implícito el libre desarrollo del individuo frente a los bloques".

El fantasma de la reforma bebía en las páginas de Thoureau, confiaba en la anarquía y daba por descontado que había que vivir contra la vida establecida. Por lo tanto lo primero era buscar un lugar donde probar a cambiar la vida. En principio la idea que manejaban los fundadores de Monte Verità era la de un sanatorio, un balneario, quizá un hotel.

Ya desde el principio hubo enfrentamientos entre los primeros exploradores: unos hablaban de comuna libertaria donde consumirían lo que produjesen y se olvidarían del mundo y crecerían en la medida en que atrajeran a jóvenes decepcionados del mundo; otros, más pragmáticos, entendían que lo que fundaran debía al menos rendir suficiente beneficio como para, precisamente, olvidarse del mundo. En cualquier caso, pretendían potenciar la vida al aire libre, alimentarse de luz y paisaje, prescindir de cualquier regla acerca de relaciones amorosas y, desde luego, partir de una absoluta igualdad entre hombres y mujeres.

De hecho fue fundamental en el desarrollo de la idea primera Ida Hoffman, una joven alemana que había conocido al austriaco Henri Oedenkoven en el sanatorio esloveno de Velves, donde el muchacho había ido a parar después de padecer una enfermedad que casi lo mata: allí Oedenkoven convenció a Ida de las ventajas del vegetarianismo. Allí empezaron a soñar en construir su propia colonia naturista, que para Ida Hoffmann debía ser algo más, como debía ser algo más para el tercer implicado: el militar Karl Graeser, también ingresado en Velves, que odiaba la propiedad privada y deseaba cualquier promesa para poder abandonar el Ejército. Junto a él llamaba la atención su hermano Gusto, porque podía prestarle la apariencia a las figuras arquetípicas que habrían de relacionarse con el Monte Verità: iba siempre descalzo o en sandalias, cubierto por una túnica, y gustaba de perderse por los caminos y entrar en las posadas a tratar de pagar comida y habitación con un poema. Fue Oedenkoven el que bautizó al monte cuando encontraron el lugar adecuado. No era extraño que unas décadas antes, huyendo también de las decepciones del mundo, el mismo Bakunin encontrara refugio en aquella región.

Las circunstancias en que habrían de aliarse los destinos de estos personajes para encontrar en Ascona el magnetismo de Monte Verità están eficazmente narradas en Contra la vida establecida, de Ulrike Voswinckel (que sale en español el próximo 29 de mayo gracias a el paseo editorial). El libro de Voswinckel es un pertinente repaso a uno de los capítulos más singulares de la cultura europea, precisamente porque pone la banderola de salida a una de las vertientes más fructíferas de la misma: la contracultura. No es raro por tanto que todo lo concerniente a Monte Verità fuera redescubierto -y expuesto por Szeemann- en los años 70: los hippies encontraban a sus abuelos, 70 años antes que ellos había habido jóvenes que se sumieron en la búsqueda de la paz y el sosiego sintiendo repugnancia por la realidad contra la que le tocaba combatir y a la que combatieron tratando de olvidarse de ella. Es también de Szeemann, largamente citado en el texto de Voswinckel, la feliz apreciación que caracteriza a los lugares magnéticos: los que descubren los locos y fanáticos, encargados de darles un aura, luego llegan los poetas y los pintores para cantar su belleza, y por fin llegan los banqueros para hacer negocio con ellos. Puede aplicarse la regla a tantos otros sitios como el Monte Verità, desde la Costa del Sol a Ibiza.

Lo que buscaban aquellos jóvenes -adinerados, por supuesto- era un lugar del que sentirse a salvo del mundo para inventar otro mundo. Un paraíso para pocos que supiera encogerse de hombros ante las ansiedades de la burguesía, a la que pertenecían, y las luchas de los proletarios. El naturismo se daba la mano con la anarquía, el nudismo quería reinventar el Edén: sin embargo, también la anarquía necesitaba de reglas y dogmas, la espontaneidad también necesitaba previsión y agenda. En cualquier caso, una cosa eran los problemas elocuentes que el día a día de la vida iba imponiendo a los pobladores del Monte Verità, en un lugar tan privilegiado como Ascona (Suiza), en el Testino, junto al Lago Maggiore, y otra el discurso que se iba produciendo fuera, sobre todo en el barrio bohemio de Munich: más allá de las miserias cotidianas que pudieran acontecer en el nuevo Edén, se iba erigiendo el fantasma de una vida distinta, una vida contra lo establecido, lo que produjo un efecto llamada que llevó a viajeros muy ilustres al Monte. Entre ellos un Herman Hesse que no en vano, muchas décadas después, se volvería maestro de adolescentes de muy distintas generaciones.

En el Monte Verità se dedicó al nudismo, creyó haber encontrado el lugar sagrado que tanto había ido buscando -y esa búsqueda está muy bien reflejada en tantos de sus escritos y personajes. También Freud sintió la necesidad de asomarse a aquel retiro del que tantas cosas se decían, como se interesaron por la comuna de despedidos del mundo autores como Kafka o Lawrence. Fueron huéspedes a lo largo del tiempo Rilke y la poeta Else Lasker-Schüler, los dadaístas Hugo Ball y Emmy Hennings, cansados del Cabaret Voltaire, necesitados de un poco de paz, aire y luz natural, y la bailarina Mary Wigman. El lugar facilitó amistades inquebrantables como la de Herman Hesse y Hugo Ball. Pero la pugna entre mercadotecnia y espiritualidad se mantuvo: si Oedenkoven no cejaba en su intención de sacar partido financiero a su descubrimiento, Ida Hoffman trataba de que el lugar fuera sede de un círculo espiritista.

Es fácil intuir que lo que allí buscaban los muchos visitantes atraídos por el prestigio que iba cobrando el Monte Verità era un sosiego y una camaradería que no encontraban en ningún otro sitio: el monte tenía algo de sanatorio. También habían echado a andar diversas iniciativas artísticas -después de los locos, llegaban los pintores y los poetas, en efecto- con mención especial para la escuela de danza. El libro de Voswinckel está felizmente asaeteado de imágenes, y si impagable es el desnudo de Hesse no lo son menos las fotos de la bailarina Mary Wigman a la orilla del Lago Maggiore.

En 1917 llegó un nuevo iluminado: Theodor Reuss. Había sido cantante de ópera y reportero de guerra. Había conseguido una patente para fundar en Alemania un concilio rosacruciano. Era amigo de Aleister Crowley y se había trabajado su fama de hechicero capacitado para la magia sexual. Naturalmente todo eso era muy atractivo para jóvenes y no tan jóvenes, hasta el punto de que algunas de las personalidades más eminentes del Monte Verità, como Rudolf von Laban y la propia Ida Hoffmann, ingresaron en la orden rosacruz. Los francmasones y los ocultistas se hicieron con el Monte, dotándolo de un halo del que se serviría Daphne du Maurier para escribir La montaña de la verdad (que también publicará el paseo). Es una novela breve y enérgica sobre el caso de una bella joven que es hipnotizada por una montaña legendaria en la que hay una especie de congregación de mujeres que viven a expensas del mundo. Ese lugar imanta de manera persuasiva e imposible de combatir a las jóvenes que viven en las laderas y el valle. Por mucho que traten los hombres de detenerlas, ellas acaban acudiendo a la misteriosa llamada de la cima, donde tiene lugar un extraño rito de adoración lunar, donde todas las hembras que escapan del mundo visten túnicas y se cortan el cabello y olvidan de donde vienen. Por supuesto, Du Maurier recargó el romanticismo del lugar para darle un aspecto fantástico y misterioso. Pero en algo acertaba: en muchas mujeres encontraron en la llamada del Monte una razón imbatible para huir de la opresión de unas vidas fijadas de antemano. De ahí que Voswinckel, estudiando casos como los de la poeta Lasker-Schüler, la bailarina Mary Wigman, o la poeta y bailarina Emmy Hennings, la musa de todo el mundo, como la llamó Tzara, estudie con detenimiento la feminidad del Monte Verità. Mujeres fuertes, las llama.

Otra mujer, Annemarie Schwarzenbach, alcanzó el Monte en 1932 y para entonces las cosas ya no eran lo mismo: hacía siete años que el monte era ya de un banquero. A pesar de ello, todavía encuentra sosiego suficiente allí, si bien hay que pagar para obtenerlo. Casitas con nombre de mujer, rocas de valquiria. Recordando a quien le puso nombre al monte, el naturista Oedenkoven, Schwarzenbach escribe: "El paraíso no era posible y Oedenkoven, 20 años después de llegar aquí, tuvo que abandonar Ascona. Fue el barón Von der Heydt el que hizo de Monte Verità un hotel viable, de calidad, ajeno a cualquier extravagancia". El hotelito al que se refiere la viajera tiene unas elegantes líneas Bauhaus. Para entonces hasta el bestseller Emil Ludwig se había hecho su casita en Ascona y un ex boxeador muy famoso en la época se había comprado un edificio para montar un casino.

sábado, 20 de mayo de 2017

La dieta del cerebro

Los alimentos que mantienen el cerebro joven, El País, 19-V-2017:

Expertos en salud identifican qué comidas ayudan a combatir el deterioro cognitivo con el paso del tiempo

El cerebro representa solo el 2% del peso de una persona, pero consume alrededor del 20% de la energía corporal. Este órgano, como cualquier otra parte del cuerpo, necesita alimentarse y, por lo tanto, los nutrientes de cada comida pueden tener un efecto directo en su funcionamiento y salud. Una dieta correcta ayuda a combatir el deterioro cognitivo y mejora el estado de ánimo, la memoria y la rapidez de pensamiento. Los expertos de la UOC, la nutricionista Anna Bach y el neurocientífico Diego Redolar, recomiendan los alimentos más adecuados para proteger el cerebro a lo largo de la vida.

Los carbohidratos. «La principal energía que necesita el cerebro para funcionar es la glucosa, que proviene de comer alimentos ricos en carbohidratos», explica Bach. Redolar matiza que, sobre todo, son recomendables los que presentan un índice de glucosa en sangre bajo como son las legumbres, el arroz integral y algunos cereales, entre otros.

Las grasas omega 3 (EPA y DHA). «Como han demostrado distintas investigaciones, las grasas como la del pescado azul y las semillas de lino contienen lípidos poliinsaturados que ejercen efectos beneficiosos para el sistema nervioso, e incluso pueden tener efectos positivos sobre la cognición», afirma el neurocientífico.

«La falta de vitaminas B6 y B12 puede provocar depresión»El aceite de oliva virgen. En algunos estudios se ha visto que reduce el edema cerebral y el estrés oxidativo, y protege las neuronas después de una isquemia. «Uno de los aceites que se ha visto con mejores propiedades es el Oro Bailén, variedad Picual», dice el profesor, también investigador del grupo Neurociencia cognitiva y tecnologías de la información (CNIT) de la UOC.

El cacao. Contiene unos compuestos llamados flavonoides que afectan al sistema vascular, facilitando la oxigenación de los tejidos de todo el cuerpo. Según Redolar, los flavonoides parecen tener además un efecto muy positivo sobre el funcionamiento del cerebro.

Los arándanos y otros frutos rojos. Son alimentos que presentan antioxidantes y, además, unos pigmentos llamados antocianinas que protegen el sistema nervioso. Incluso –añade el experto– algunos estudios han demostrado que los arándanos pueden mejorar la memoria.

Los tomates. «Tienen aminoácidos que son esenciales para el equilibrio entre los neurotransmisores», explica Bach. Contienen, como indica Redolar, un antioxidante llamado licopeno que protege las neuronas de los radicales libres que pueden dañar las células.

Los frutos rojos contienen pigmentos que protegen el sistema nervioso y la memoria
Los frutos rojos contienen pigmentos que protegen el sistema nervioso y la memoria- ABC
Alimentos ricos en vitaminas B6 y B12 y ácido fólico. Estas vitaminas que se encuentran, por ejemplo, en los huevos, las sardinas, los yogurts o levadura de cerveza, reducen la homocisteína en la sangre. «Los niveles altos de esta sustancia se han relacionado con el infarto cerebral y el deterioro cognitivo en algunos tipos de demencia», subraya el neurocientífico. Y, como apunta la nutricionista, «la falta de estas vitaminas puede provocar una depresión».

La vitamina E. «Se encuentra en los frutos secos y de algunos alimentos, como los espárragos y los huevos, y puede ayudar a minimizar el deterioro cognitivo asociado a la edad», comenta Redolar.

Las coles de Bruselas. Parece, según el experto, que pueden ayudar a la función cognitiva por los efectos neuroprotectores de unos compuestos llamados isotiocianatos.

Pipas de calabaza. Son ricas en zinc, mineral que puede ayudar a mejorar algunos aspectos cognitivos como la atención o la memoria. «Y además tienen magnesio, vitamina B y triptófano, sustancia que ayuda a generar serotonina, cuyo déficit se ha asociado a la depresión», concluye el investigador.

La interminable leyenda negra

María José Villaverde, "Una historia interminable", en El País, 20-V-2017:

A pesar de que la investigación histórica ha barrido muchos tópicos, la “leyenda negra” se resiste a desaparecer. La imagen negativa de España y la actitud derrotista de los españoles ante su propia historia persisten

En un artículo de EL PAÍS (2 de abril de 2016) se hablaba del exterminio y holocausto de los indios tras la llegada de los españoles a América en 1492. Son términos, junto a genocidio, que se siguen empleando. Al decir de Todorov (La conquista de América), ninguna de las grandes matanzas del siglo XX es comparable a dicha hecatombe. Y según un historiador catalán (Izard), los “castellanos” que arribaron a América asesinaron a millones de indígenas y esclavizaron a la mayoría de los que sobrevivieron al “sadismo de los blancos” y a las enfermedades contagiosas. A su juicio, la represión de Somoza y Pinochet no sería más que la continuación de la iniciada por Cortés y Pizarro. En resumen: 500 años de iniquidades. El mayor genocidio de la historia humana, equiparable al Holocausto, ahí es nada.

A pesar de que la investigación histórica ha barrido muchos tópicos, la leyenda negra sobre España se resiste a desaparecer, dispuesta siempre a rebrotar cuando la ocasión lo permite (V centenario del descubrimiento de América, bicentenario de la independencia de las excolonias españolas, etcétera). La imagen negativa de España y la actitud derrotista de los españoles ante su propia historia persisten.

¿Qué se reprocha a España? ¿Cuáles son los pecados que ha venido arrastrando durante siglos y de los que nunca ha sido absuelta, pecados que los propios españoles no se perdonan? ¿La actuación de la Inquisición? ¿La conquista y colonización de América? ¿El mítico “carácter nacional” (Caro Baroja), codicioso, orgulloso, fanático, perezoso e ignorante, marcado por esa brutalidad tan enraizada cuyo símbolo es la fiesta de los toros, que tanto horroriza a la sensibilidad occidental? ¿Su raza mestiza, mezcla de moros y judíos, tan demonizada?

Las últimas investigaciones han desmitificado la imagen de Felipe II, acusado injustamente de asesinar a su propio hijo; han revisado a la baja la represión del duque de Alba en los Países Bajos (que el príncipe de Orange magnificó para justificar su sublevación contra el imperio español), han reducido el número de víctimas de la Inquisición (institucionalizada, organizada y burocratizada, cierto, pero menos mortífera que otras). Y han explicado en parte el desplome demográfico de la población indígena americana por las enfermedades y el traumatismo de la conquista. En un estudio actual sobre la despoblación de Nuevo México, investigadores de Harvard sostienen que tuvo lugar un siglo después de la llegada de los españoles y que fue esencialmente fruto de epidemias.

Nunca hubo voluntad de exterminar a los indios porque eran la mano de obra de los encomenderos

Los datos aportados por testigos y cronistas dan fe de los hechos inhumanos de los primeros 50 años de la conquista. Eso no se puede negar. Pero nunca hubo voluntad de exterminar a los indios porque eran la mano de obra de los encomenderos y porque la Corona les protegió con su legislación, aunque esta no siempre se cumplió. Y, si bien los conquistadores fueron violentos y crueles, no lo fueron más que los alemanes en Venezuela (bajo el gobierno de la casa Welser), los británicos en Estados Unidos (extinción de la mayoría de los pieles rojas), los holandeses o los franceses cuando tuvieron oportunidad de serlo. No podemos juzgarlos desde nuestros valores actuales, sino desde la perspectiva de unos cristianos imbuidos de fuertes convicciones religiosas y de un sentimiento de superioridad, que contemplaban horrorizados cómo unos “bárbaros” hacían sacrificios humanos y practicaban la antropofagia.

La pregunta se impone: ¿por qué ha sufrido España un trato diferente al de otros países europeos cuya historia ofrece episodios de crueldad e iniquidad similares? ¿Por qué se han subrayado y, a veces exagerado y falseado, los aspectos negativos de su historia, obviando deliberadamente los positivos? ¿Por qué ese ensañamiento?

La leyenda negra fue fruto de la hegemonía española durante el periodo 1450-1650 y de los rencores que despertó en Europa su expansión territorial, su poderío militar y su dominio cultural (sobre todo en los países protestantes como Inglaterra y Holanda). Es verdad que otros países padecieron también campañas de desprestigio, pero la propaganda antiespañola presenta dos rasgos distintivos. No fue efímera y ha estado teñida de vituperios contra el carácter y la raza españoles.

Si se puede hablar de leyenda negra es porque las críticas no se limitaron a denunciar la política colonial, religiosa, sociopolítica o económica de España (una política que cabría corregir en el futuro), sino que criminalizaron rasgos étnicos y geográficos, inalterables por definición, que fijaban para siempre a los españoles en una condición de inferioridad. Un ejemplo. Un folleto inglés de 1598 describía a los españoles como una mezcla de “una taimada zorra, un voraz lobo y un rabioso tigre”, además de “un inmundo y sucio puerco, una lechuza ladrona y un soberbio pavo real”. Y aludía a “la perversa raza de esos medio visigodos (...) semimoros, semijudíos y semisarracenos”.

El dicho de que África empieza en los Pirineos debió de calar hondo en la mentalidad europea

En el siglo XVIII la Europa ilustrada marginó a una España semiafricana de hábitos y gustos de “origen no europeo” (Montesquieu, Kant) que quedaba fuera de la franja de los 40 a 50 grados de latitud en que habitaban los países civilizados (Buffon). Los enciclopedistas como Diderot seguían viendo a España como la patria de los conquistadores, no como el país que llevaba a cabo una política ilustrada (con Carlos III), que más dinero invertía en las expediciones científicas a América (según Humboldt) y que había fundado 20 universidades. En el XIX, el dicho atribuido a Alejandro Dumas de que África empieza en los Pirineos debió de calar hondo en la mentalidad europea, pues al diplomático Juan Valera solían preguntarle si en España se cazaban leones.

El estigma racial persistía en el siglo XX. Hitler se refería despectivamente a la mezcla de sangre de godos y moros que corría por las venas del pueblo español. Y en Estados Unidos los manuales escolares y universitarios estaban plagados de clichés antiespañoles, fruto de un “legado de odio e incomprensión”, como reconocía en 1944 el Consejo Americano de Educación.

Julián Marías se preguntaba qué tiene de peculiar la historia de España para haber engendrado el monstruo de la leyenda negra. Que algunos intelectuales españoles (Las Casas) la fomentaron ha sido subrayado. Que la propaganda antiespañola disimulaba las ansias coloniales de los rivales de España es notorio. Basta recordar las palabras atribuidas a George Canning (ministro británico de Exteriores que apoyó los movimientos independentistas de la América hispana, con el envío de mercenarios ingleses y el contrabando de armas): “¡Sudamérica libre y, en lo posible, inglesa!”. Pero tal vez se olvide que España fue el país colonizador que paralizó por primera y única vez una conquista, para determinar cuál era el trato justo que se debía otorgar a los pueblos conquistados (Controversia de Valladolid).

María José Villaverde es catedrática de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid y codirectora del libro colectivo La sombra de la leyenda negra (Tecnos).

viernes, 19 de mayo de 2017

Analfabetismo ilustrado

Rubén Amón, "Analfabetismo ilustrado. Macron ha situado la cultura y la educación en el centro mismo de su discurso de investidura", en El País, 19 de mayo de 2017:

Cuesta trabajo imaginar a Mariano Rajoy improvisando un pasaje de La vida es sueño.O escuchándolo disertar sobre Santayana. No se recuerda al presidente en la ópera o en el teatro. Alguna exposición ha inaugurado por obligación, pero la relación del Estado con la cultura se atiene al recelo, a la sospecha y al desprecio. Ya decía Montoro que la cultura es entretenimiento, no tanto para definirla en su vacuidad como para maltratarla con las tijeras, restringirla a un espacio superfluo, amenazado.

Sucede lo contrario en Francia. Lo ha demostrado el espesor litúrgico de Emmanuel Macron en su llegada al Elíseo. No sólo haciendo acopio de símbolos providenciales como escenografía de su propia coronación —la Pirámide del Louvre, el Arco del Triunfo napoleónico, la estatua ecuestre de Luis XIV—, sino ubicando la cultura y la educación en el centro mismo de su discurso de investidura. Macron cita a Montaigne desde los adentros. Y recita sin apuntador el primer acto del Tartufo de Molière.

Es una manera de reivindicar la excepción cultural. Y de hacerlo en sus cualidades polifacéticas. La cultura en su acepción inútil e intangible, la cultura en su pragmatismo industrial, pero también en su dimensión geopolítica. Francia coloca en Abu Dabi el Louvre como un espacio de conquista, del mismo modo que emplea todos los recursos académicos y audiovisuales —Alliance Française, France24, Radio France International— para divulgar urbi et orbe una lengua y una idea de la civilización.

El proyecto se recrea en la grandeur y exagera el proteccionismo, hasta el extremo de conculcar las reglas del mercado o de la libre competencia comunitaria, pero el modelo hiperbólico de la excepción también aspira a proporcionar una sociedad ilustrada y sensible. Le Pen triunfa en el electorado menos instruido. Los miedos, las supersticiones, la credulidad, se combaten con la educación. Partiendo de una premisa inequívoca: la cultura engendra la riqueza, y no al revés.

Le conviene a España asimilar el eslogan, no ya para replantearse la hipoteca mefistofélica que implica recortar en educación y en investigación, sino para prevenirse del analfabetismo ilustrado, pues hemos visto estos días el conflicto que ha suscitado un escrito mal redactado porque los fiscales incurrían en una prosa hermética y malograban las preposiciones. Pedro Sánchez confunde el infinitivo con el imperativo. Mariano Rajoy no ha aprendido a pronunciar todavía un participio.

Decía Karl Kraus que una errata o una coma fuera de lugar podrían ser el origen de una guerra mundial. Así de escrupuloso era el pensador austriaco con las formas. Porque las formas son el fondo en la superficie. Y porque la pulcritud del lenguaje en su apariencia equivale a la credibilidad del contenido en sus entrañas. Vive la France.

Santiago Martínez Álvarez, poeta salesiano y residente en Ciudad Real

Copio aquí una autobiografía del poeta y sacerdote salesiano Santiago Martínez Álvarez, largo tiempo residente en Puertollano y Ciudad Real, nacido en Acebes del Páramo (León) el 25 de marzo de 1927.  Forma parte del Grupo Guadiana de Ciudad Real; ha escrito siete libros de poesía y un esbozo autobiográfico que copio a continuación. Es un escritor simpático e interesante que yo no conocía hasta que ha caído por casualidad en mis manos su libro Amor (¡y humor!)  y vida  (2010). Le he compuesto una biobibliografía en la Wikipedia.

El primer balbuceo de vocación se llamaba como yo (*). Era tío de mi amigo Manolo; supe después que era Oblato. El cura de Grisuela, (pueblo natal de su padre, el señor Emiliano, N.de la R.), escribió al Director de los Salesianos para ofrecerle como posibles aspirantes algunos muchachos de dicho pueblo.

El día 6 e abril de 1940 ya estábamos en Astudillo (Palencia).Eran los prolegómenos de la Primera Misa, que continuarían en este seminario, dos años;  en Mohernando, haciendo el noviciado y Filosofía otros cinco. Tres en Atocha, Madrid, dando clase; y cuatro más en Carabanchel estudiando Teología. Allí el 27 de junio de 1954 recibí la ordenación sacerdotal y en Acebes concluí aquella Misa empezada con ilusión el 6 de abril del 40.

El curso 54-55 estuve de Jefe de Estudios y los años 55 a 58 los pasé ya de Administrador de la casa central provincial de Madrid-Atocha. Aquí la labor principal, además de atender a los 1.100 alumnos (300 internos), fue la construcción de la iglesia, en su estructura fundamental.

El año 58 fui nombrado Director del Seminario de Coadjutores (Salesianos no sacerdotes) y el 62, del Colegio Domingo Savio de Madrid. Estos años pusimos en marcha la Asociación de Cooperadores Salesianos y la de María Auxiliadora.

El año 65 ya estaba de Rector en la Institución Sindical Virgen de la Paloma: 2.400 alumnos de Formación Profesional, de las periferias de Madrid, semipensionistas.

Cumplida esta misión, el año 67, en Puertollano (Ciudad Real) fui director de proyectos e ilusiones. Casi medio millar de chicos no pudieron ser admitidos en el colegio y parecía se iban a quedar sin escolarizar en el pueblo. ¿Por qué no hacer otro colegio? El Ayuntamiento nos subvencionó para comprar los terrenos y nos dio las licencias, los Consejos de la casa y de la Inspección aprobaron el proyecto y Construcciones Escolares (el Ministerio) concedió los diez primeros millones para ello. A mi sucesor no le pareció o no se atrevió y todo quedó en el aire, menos los diez millones que se aprovecharon años más tarde para hacer los talleres mejores de Automoción que hoy hay en la provincia, y la finca, que se pudo vender últimamente con buenos beneficios.

El año siguiente, el 68, el periódico Pueblo y su director, Emilio Romero, con una mala jugada, quiso asestar un golpe al Presidente de la Diputación de Madrid y cayó de lleno sobre el Colegio de San Fernando, regentado por los Salesianos desde hacía quince años y que se había encauzado muy bien. Se trataba de un colegio-hospicio de 1.200 alumnos internados y sin familia normal. El caso del periódico Pueblo había conmocionado bastante a la comunidad salesiana y educadores del centro y más al Rector… Era conveniente un cambio y el Provincial consultó, recibió negativas, según él, y me propuso fuera a suplir al Rector de San Fernando. Lo pensé, le recordé los proyectos de Puertollano, pero, ante sus razones, acepté.

El 28 de agosto del 68 era presentado a la comunidad salesiana. Primera consigna privada: “Sacarle jugo al caso” y ¡adelante! Primera propuesta al Presidente de la Diputación y al Visitador del Colegio: Hijos (los chicos) de una madre rica (la Diputación) no tienen por qué sentirse hospicianos… Vestimenta, fines de semana, sus perrillas como familia...  Para ello, presupuesto para esos capítulos cuanto antes.

Luego, en lo posible, implicar a las familias: también se les puede hacer bien. Necesidad de un Gabinete  Psicotécnico: hay chicos con deficiencias que crean problemas e impiden el desarrollo normal…

Una de mis grandes alegrías, al final de seis años de Rector, fue comprobar que todos los alumnos tenían su relación familiar, y los nueve que no, quedaban dados en adopción a familias sin hijos.

Los años 74-75 los pasé en Roma, en la Universidad, descansando y reciclando estudios de espiritualidad y psicología.

Del 76 al 87, párroco de S. Francisco de Sales, en Estecho, Madrid (…). ¡Qué buenos años! Pude editar los libros de poemas “Canciones sobre la arena” y “Semillas de eternidad”, preparados  en Roma y, al fin, “Luz y Cristal”.

El año 87-88, Ciudad Real. Los PP. Jesuitas dejaban un Colegio de Formación Profesional, nosotros el de la Diputación, y aceptamos el suyo. Yo me hice cargo de algunas clases y de la iglesia, muy concurrida, en el centro de la Ciudad.

El año 88 el Director de la Procura de Misiones de Madrid pidió la retirada y me propusieron reemplazarle. Luego me llegó una llamada: “XX quiere seguir”. “¡Estupendo!, le dije yo aliviado”. “No obstante tú eres buen amigo suyo y de la comunidad: convendría que fueras como Vicario”. Y allá me fui.

Al curso siguiente, el Director de la revista Juventud Misionera, por motivos familiares, renunció inesperadamente a seguir dirigiéndola. Me miraron, me indicaron y (¡fue lo más duro de mi vida!) no me quedó más salida que encomendarme al Espíritu Santo y comenzar a componer y manejar el ordenador… Me fui espabilando, escribí a los misioneros y misioneras conocidos, les di el título de “corresponsales” y la revista se mantuvo hasta hoy.  Dos años después comenzó a editarse, para los mayores, la revista Misiones Salesianas (…).Del 92 al 98, el calendario misionero de pared, con una hoja semanal y un articulito misionero de fondo, que de un año para otro iba llenando mis ratos de futuro. (Por estos años lanza la asociación informal de Acebes en Madrid, que cuenta con más de un centenar de paisanos, y fomenta amistad, intercambio de noticias y encuentros, sobre todo en torno a la fiesta de San Tirso. N. de la R.).

El año 92 moría el Delegado de las Asociaciones de María Auxiliadora y pocos días después el Provincial me propone que me haga cargo de esa Delegación Inspectorial. Lo acepté (…).

El año 98 dejaba la Procura y, por tercera vez, volvía a La Mancha y aquí estoy (en Ciudad Real) celebrando Misas, confesando, visitando enfermos y llevando Comuniones: sacerdote sin más limitaciones  que las de los años y, durante los tres primeros cursos, llenando rincones del tiempo con publicaciones de las ediciones de libros de poemas de “A, con, por y para María” y del otro “Versos y vivencias”: los amores de un cura, ambos agotados, se puede decir.

Y dando gracias infinitas a Dios de poder dedicarme al ejercicio sacerdotal como nunca había podido hacerlo, salvo los años de párroco.(**).

==Notas==

(*) Se trata del hermano Santiago Martínez García, O.M.I., estonces en Hispanoamérica. 
     Falleció en Hernani (Guipúzcoa) el 24 de noviembre de 1970.
(**) Quien desee adquirir esos libros de poemas o conectar con este Poeta acebeño, puede  hacerlo a su dirección, que figura en "El Plantel de Acebes" (v. página Religiosidad):           Ramón de Arellano, 1 - 13001 - Ciudad Real (España)