Mostrando entradas con la etiqueta Costumbrismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Costumbrismo. Mostrar todas las entradas

martes, 5 de abril de 2016

Un día en la piscina.

Entre los cuatrocientos textos estancados que tengo en este blog y de los que voy sacando y actualizando algunos desde hace unas horas, está este de hace años que he retocado algo:

He visto algunas películas en estos días pasados; La legión del águila, Harry Potter y las reliquias de la muerte, Guía del autoestopista galáctico y unas cuantas más, que podría recordar mejor si las guías de Internet estuvieran hechas para gente alfabetizada; ahora sólo domina el iconito, el vídeo y la imagen que no conduce a algo ni informa de nada. La imagen vale mucho... pero que mucho menos que mil palabras. La gente de hoy en día es, menos que analfabeta, atextual: es incapaz de comprender un texto de más de medio renglón. Ejemplos: twiter, facebook, chats, móviles y demás. Este fragmentarismo nos va a romper a todos la cabeza. Debería de aprenderse mecanografía desde el parvulario, pero, habida cuenta de que todo el mundo te quiere cobrar hasta por tener vergüenza (que, dicho sea de paso, sale muy cara), dejémoslo a la enseñanza privada de uno mismo, pues fui yo mismo quien me preocupé de enseñarme esa materia, y no otro. La cuestión parece baladí, pero, ¿a que no habéis pensado que, sin esa facilidad que tengo para teclear, no habría podido escribiros los cuatro mil reportes que llevo de momento en esta bitácora?

Esta mañana me he ido a la piscina de San Martín de Porres, que es la falangista antigua que llamaban de Educación y Descanso; los supraburgueses se suelen ir a la del Polideportivo Príncipe Juan Carlos, más monina y molona, y los ultrapijos a la cubierta del gimnasio que hay al lado del nuevo conservatorio; yo, un infraburgués, me siento mejor en esta, pues pocos me conocen y, aunque me roben de vez en cuando, uno aprende también a guardar la ropa y la gente te trata con más educación, esa educación castellana tan llana y castiza. Las hormigas rojas se mostraron también muy educadas, aunque algo confusas, porque algunas se despistaron y subieron a mi toalla; yo las devolví al sendero recto con mi mejor papirotazo; espero que el chichón no les haya dolido demasiado; después de todo están muy lucias y gordas por las tortillas y paellas del bar lateral. El sol estaba en la gloria, afotoneándome de lo suyo, y me dejó colorado cangrejo a pesar de la capa de óleo sobre mi castigado pellejo aún por tatuar; mis sandalias playeras de un euro demostraron que lo barato es caro, porque una se deshizo enseguida. Y mis hijas hacían largos y cortos y el pino en el agua. Yo, a la braza, y leyendo el periódico El Mundo, generando vitamina D y doliéndome de un calambre por falta de potasio. Y así, remojados y arrugados como garbanzos, nos volvimos a casa.

sábado, 5 de marzo de 2016

Nomofobia

Nomofobia

por Maria C. Orellana 5-III-2016

Al final de la tarde salgo agotada de una reunión de casi tres horas ininterrumpidas durante las cuales todos los presentes hemos tenido el móvil sobre la mesa o en el regazo. Nada más empezar, algunos ya habían empezado a mirar de soslayo sus dispositivos, a la media hora intercambiaban mensajes con disimulo y hacia el final de la sesión casi todos consultaban descaradamente las redes sociales o las noticias sobre el debate de investidura que había tenido lugar en el congreso de los diputados.

No parece muy educado y es estéticamente penoso que las personas a las que te diriges dentro de una sala estén consultando el móvil. Pero al parecer es inevitable, porque más del 50% de la población sufre “nomofobia” (del inglés no-mobile phobia) en mayor o menor grado, es decir, sienten angustia cuando no están conectados al mundo a través de su dispositivo móvil. Estudios recientes han demostrado que los niveles de estrés que sufren los nomofóbicos agudos si se agota su batería o pierden la cobertura son similares a los que se dan en una visita al dentista.

Es un hecho que todos estamos cada vez más enganchados al Smartphone, sin importar edad ni condición. Me incluyo, con salvedades: aunque el fin de semana logro dejarlo apartado para “desintoxicarme”, debo reconocer que en la oficina me llevo el móvil incluso al excusado, no vaya a ser que justo en ese momento reciba una llamada profesional urgente. De hecho, el otro día se me cayó por accidente dentro del inodoro y armándome de valor pude rescatarlo del fondo (por suerte bajé corriendo al comedor, donde una de las cocineras tuvo la amabilidad de darme un bol de arroz que me permitió resucitar el dispositivo in extremis).

Mi ex compañera Ainhoa, a la que siempre he admirado por su capacidad multitarea, solía aprovechar las visitas al lavabo para hacer esa llamadita imprescindible que los asuntos urgentes no le habían permitido realizar. Me aseguraba que al otro lado de la línea nadie se daba cuenta, ni siquiera cuando vaciaba la cisterna.

Pero esto no debe ser cierto, porque mi amigo Carlos me cuenta que al teléfono, cuando se percata de que su interlocutor está ocupado en el inodoro durante la conversación, se indigna y da por terminada la llamada. Le pregunto cómo se da cuenta, y efectivamente, me confirma que al otro lado se oye.

Tengo que decírselo a Ainhoa.

lunes, 5 de octubre de 2015

Frases tópicas de profesores


¿De qué te ríes? Dilo en voz alta y así nos reímos todos.

Profesor, ¿el examen es fácil? -Para el que ha estudiado, sí.

¿Ya habéis terminado el examen? - No. -Entonces, ¿por qué habláis?

¿Puede ir más despacio? No nos da tiempo a copiarlo... -En el instituto no te van a dictar

¿Tú en tu casa tiras los papeles al suelo? ¿Tú en tu casa pintas en la mesa?

Si no os calláis, todo lo que no dé tiempo a ver lo doy por explicado y entra en el examen

Vosotros dos que estáis de cháchara: ¿podéis repetir lo que acabo de decir?

Si seguís así, os siento por orden de lista

Os creéis que no os veo pero me doy perfecta cuenta de quien copia

En esta clase huele a humanidad

Hasta que no aparezca el culpable no sale nadie al recreo

Quien no traiga la autorización firmada no va a la excursión

A la próxima te echo de clase... ¡Pero si no he hecho nada! -¡Fuera!

¿Puedo ir a baño? In english, please

Empiezan los ruidos y “La clase se acaba cuando yo digo, no cuando suena el timpre"

Ahora te ríes, pero en junio ya vendrán los llantos.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Topónimos españoles raros y curiosos

Lucía González, "El mapa con los nombres más curiosos de pueblos de España", en El País, 19-VIII-2015:

(Situamos en un mapa algunos de los pueblos que más llaman la atención en internet. Puedes leer la lista completa al final del artículo)

No hay nada más habitual en un viaje por carretera que comentar los nombres de los lugares por donde uno pasa o incluso parar a hacerse una foto con un cartel especial, como ocurre, por ejemplo, en Vilapene. Es carne de grupo de WhatsApp. Quizás en estas vacaciones, si has conducido por España, te has topado con algunos de esos topónimos que dan para tema de conversación en el coche o te han hablado de alguno tan extraño que incluso dudas de su existencia. Con este mapa de Verne puedes salir de dudas y mirar si en tu próxima ruta alguno te pilla de paso: recopilamos los más curiosos que hemos encontrado en un mapa de Google.

En internet hay un montón de listas y reportajes que dan pie a mucha participación de los internautas: unos destacan por su sonoridad, otros porque resultan divertidos. Entre las listas más celebradas figuran las de uno de nuestros robinsones viajeros favoritos, el periodista Paco Nadal, que en su blog en EL PAÍS tiene varias entradas dedicadas a los nombres más raros con los que se ha ido encontrado en sus vueltas por la España cañí.

Paco Nadal es de los que tiene afición de posar con el cartel, como puedes ver en sus post. "Un día vi un cartel de entrada a un pueblo de Guadalajara: Solanillos del Extremo ¿Qué sobredosis de peyote debía de tener quien puso ese nombre a un pueblo? ¡Solanillos del Extremo! Era como de risa. Me acordé de la de pueblos con nombre raro que veo a lo largo del año haciendo kilómetros por esa España profunda por la que no pasan ni las autopistas ni los AVES. Y decidí hacerme una foto en cada uno de ellos", escribió ya en 2008. Y, un par de años después, explicaba cuál es su respuesta cuando le preguntan cuál es el más raro que ha visto:

Ardua cuestión. Cuesta decidirse por uno. Aunque, si he de hacerlo, me quedo con Manganeses de la Lampreana, un pueblo de Zamora que además tiene primo hermano: Manganeses de la Polvorosa. Pero, la verdad, digo ese por decir uno, porque el resto son igual de fantásticos: Cornudilla, La Colilla, Rillo de Gallo, El Cubo de la Tierra del Vino, Guasa, Tocón, Raíces, Tobillos, Mas de los Mudos, Alcantarilla, Villanueva del Trabuco, Adiós, Aveinte, Calzadilla de los Hermanillos...
Algunos pueblos han renegado de su antiguo topónimo por distintas razones y lo cambiaron por uno más bonito: Asquerosa, en Granada, es ahora Valderrubio; Pocilgas, en Salamanca, eligió ser Buenavista; Miraflores de la Sierra fue en su día Porquerizas y Soto del Real, chozas; el leonés Sacaojos pasó a llamarse Santiago de la Valduerna... Otros pueblos sí celebran con entusiasmo la sonoridad de su nombre, como es el caso de Guarromán (Jaén), un clásico en las listas de los nombres más peculiares de pueblos españoles y que da para chiste en spaninglish (man es hombre en inglés). En la web del ayuntamiento de este pueblo de Jaén explican:

Poseer un nombre de chocante sonoridad, como es el caso de Guarromán, y estar situado junto a la muy transitada autovía de Andalucía, donde tantas oportunidades hay de exhibirlo, supone ante todo un acicate más para decir a los cuatro vientos que tras este peculiar nombre de pueblo se esconde un bello, y hasta poético, significado.

(...) Guadarromán procede del árabe “Wadi-r-rumman”, que significa “el río de los granados”, nombre que los árabes que habitaron Sierra Morena le dieron al río que fluye junto a la antigua venta, y que hoy es conocido como el río Tamujoso.

Pero los guarromanenses, lejos de esconder el nombre de su pueblo y su bello significado, lo exhiben como su primera bandera, hasta tal punto que es Guarromán la sede de la Asociación Internacional de Pueblos con Nombres Feos, Raros y Peculiares

¿Nos hemos dejado el espectacular nombre de tu pueblo o de otro lugar que merezca la pena ser nombrado? ¡Cuéntanoslo en los comentarios o a través de nuestro Twitter o Facebook!

De Cariño a Vilapene pasando por Ultramort

Estos son los pueblos que puedes encontrar en el mapa. Combinar varios en una misma frase puede ser un pasatiempo:

Solanillos del Extremo, Modúbar de la Emparedada, Castrillo Mota de Judíos, Wamba, Alcantarilla, Villalibre de la Jurisdicción, Javalí Nuevo, Javalí Viejo, Puerto Lumbreras, La Degollada, Aldeaquemada, Bernuy de Porreros, Melón, Villanueva del Pardillo, Llano de Brujas, Cenicero, Cariño, Parderrubias, Mironcillo, Peleas de Abajo, Peleas de Arriba, Baños, Poyales del Hoyo, Bollullos Par del Condado, Zas, Zas de Rei, Pancrudo, Dios le Guarde, Apatamonasterio, Espolla, Camino a El Membrillo, Ajo, Castrillo Mota de Judíos, Malcocinado, Pozal de Gallinas, Cotillas, Novallas, Guasa, Casas de Fernando Alonso, Corte de Peleas, Cabra del Santo Cristo, Villaviciosa, Escarabajosa de Cabezas, La Ampolla, Adiós, Cuzcurrita de Río Tirón, Ventosa de la Sierra, Ventosa de la Cuesta, La Hija de Dios, Cabezas Rubias, Ingenio, Avión, Tías, Cenicientos, La Muela, Villaescusa, Canillas de Río Tuerto, Ventosilla y Tejadilla, Fiscal, Gallipienzo, Libros, Orbita, Consuegra, Escucha, Peleagonzalo, Toques, Bailo, Antigua, Peligros, Nacimiento, Chillón, María, Manuel, Dolores, Cristina, Teresa, Pepino, Porriño, Coca, El Gordo, Los Cabezudos, Las Delgadas, Cabañas Raras, Tocón, Nigüella, Matagorda, Tortura, Villanueva del Trabuco, Llanos del Caudillo, Correpoco, Bienservida, Descargamaría, La Colilla, Contamina, Extramundi de Arriba, Extramundi de Abaixo, Pulgar, Brazos, Uña, Buenas Noches, Válor, Guisando, El Socorro, El Infierno, Cornudilla, Canillas de Aceituno, El Cubo de Tierra del Vino, Cojóbar, Martes, Calzadilla de los Hermanillos, Rascafría, Rapalcuarto, Cenascuras, Golpejar de la Sobarriba, Carantoña, Ladrido, Milagros, Manganeses de la Polvorosa, Ojos Negros, Tubilla del Agua, San Felices, Cosa, Rabós, Brazatortas, Toro, El Entredicho, Casazorrina, La Gotera, Los Dolores, Puente Tocinos, Matanza, Calicanto, Calamocos, Cerdal, Prados Redondos, Calaveras de Arriba, Calaveras de Abajo, Casas de Porro, Cabeza de Vaca, Cabeza del Buey, Cabeza de Lobo, Bello, Moscas Del Paramo, Cebolla, Las Galletas, La Regla, Cabezamesada, Villatresmil, Melgar de Fernamental, Elciego, Pesadas de Burgos, Triste, Latas, Blasconuño de Matacabras, Valdezorras, Espera, Aldea del Rey Niño, Amavida, Papatrigo, Cintruénigo, Grasa, Arraso, Esposa, Plan, Sin, Villanovilla, Los Cojos Requena, Derramador de Porras, Ultramort, Tembleque, Valladolises, Las Torres de Cotillas, Dólar, Rodrigatos, Torete, Concha, Casasana, Matarrubia, Hueva, Aveinte, Valdenoches, Lobeznos, Puercas, Retortillo de Soria, Torrente, Motos, Barbalimpia, Agallas, Villamor de la Ladre, Buenasbodas, Villaciervitos, Cabezón de la Sal, Barriada Meadero de la Reina, Espino Rapado, Cabezo Cortado I, Puntagorda, El Golfo, Bollullos de la Mitación, El Burgo Ranero, Villarrabines, Berga, Codos, Pedro Muñoz, La Poya, Tobillos, El Mirón, El Membrillo, Las Machorras, Malpica, Malpica de Bergantiños, Vozpornoche, Noduermas (aunque debería ser Nonduermas), La Piedra, Langosto, Moraleja del Vino, Balanegra, Bonanza, Cachorrilla, Campo-Nubes, Casanovas, Dos, El Mojón, La Mojonera, Novela, Pajaroncillo, Paradas, Pedro Valiente, Porrera, Porreras, Ramonete, Sordillos, Silla, Tabernas, Todosaires, Tocina, Muelas del Pan, Muelas de los Caballeros, Cazurra, Los Rábanos, Guarrate, Tiñosillos, Cabezas de Alambre, Truchas, Castromocho, Lagartos, Quemada, Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja, Antigüedad, Pollos, Montamarta, Vilapene, Portman
A continuación, los añadidos gracias a los lectores, entre las sugerencias que hemos podido geolocalizar en el mapa de Google

Otros nombres añadidos por comentaristas de la noticia:

La hija de Dios (Ávila), Arrancacepas, Alpartir, Cariño (La Coruña), Colinas del Campo de Martín Moro Toledano (Bierzo), El Poyo del Cid (Teruel), Villamanta, Milagro, Monzón, Montón, Brea (Zaragoza), Churra, Caravaca de la Cruz, Cariño, Corteconcepción, Villaharta, Añora, Santaella, La Carlota, La Carolina, Calvarrasa de Arriba (y de Abajo), Cantalpino, Cantalapiedra, Peligros (Granada), Bollullos, Par del Condado (Huelva), Espejo, Añora, Santaella, Cabra (todas de Córdoba), Rodrigatos de la Obispalia (León)

martes, 18 de agosto de 2015

El vino más caro del mundo se hace en La Mancha

M. Cebrián "El vino más caro del mundo es «made in» La Mancha", en Abc de Toledo, 17/08/2015:

El AurumRed Serie Oro, tinto tempranillo de cepas centenarias, tiene un precio de 17.000 euros y se elabora en Las Pedroñeras

Las Pedroñeras es conocida por ser la «capital del ajo», pero lo que muchos quizás no sepan es que en esta localidad conquense situada en plena llanura manchega se elabora el vino más caro y uno de los mejores del mundo. Una combinación de productos que alzan a este municipio al olimpo de la gastronomía mundial.

Este vino se puede encontrar en pocos lugares del planeta y el autor de esta joya, no solo por su precio sino también por su nombre, AurumRed, es Hilario García, bodeguero de Las Pedroñeras. Allí, fruto de su pasión por el vino, comenzó hace pocos años a introducir técnicas novedosas para sacar el máximo rendimiento de sus escasas tres hectáreas de viñedo.

Entre todos esos métodos, destaca su selección de las uvas, el control del viento y un sistema de riego que utiliza el ozono para proteger a las viñas de posibles enfermedades. Hilario García es economista de profesión, pero debido a su afición vitivinícola y a una enfermedad que padeció hace unos años en la médula ósea, decidió aplicar a sus viñedos la ozonoterapia, tratamiento que él recibió, para obtener vinos sanos y equilibrados. «Una vez que el agua con el que se riegan las viñas está ozonizada, está exenta de virus y bacterias y se evita que en la raíz se generen hongos, que pueden ser perjudiciales para la salud de la planta», afirma a ABC el responsable de la bodega.

Otra de las características destacadas por Hilario García es que es el único vino en el mundo que una vez descorchado no se avinagra pasados meses e incluso años. «Esta prueba se puede hacer abriendo una botella de cualquier vino tinto bebiendo lo que se crea conveniente y el resto dejar en botella con el corcho solo un poco puesto para que no entre suciedad», asegura. Además, según indica, girando la copa hacia la derecha tiene unos aromas y sabores y hacia la izquierda otros distintos, aunque aconseja los aromas y sabores girando hacia la derecha (dirección agujas del reloj).

Los vinos AurumRed, de producción limitada, salieron al mercado en 2009 y tienen su origen en los viñedos situados en el conocido como paraje del Cuervo, en Las Pedroñeras. Esta finca cuenta tan solo con 3.500 cepas de tempranillo o cencibel, cabernet sauvignon y sauvignon blanc. Allí, pendiente constantemente de sus viñedos, Hilario García, explica que «para obtener unos caldos óptimos lo que se hace es escoger las uvas siempre en planta durante casi diez selecciones».

Tres categorías

Son tres los vinos que salen de esta bodega pedroñera: el AurumRed Serie Oro, vino tinto tempranillo autóctono 100% de cepas de más de 100 años del que solo se elaboran 300 botellas al año con un precio fijado de 17.000 euros cada una; el AurumRed Serie Plata, del que se producen 6.000 botellas y solo se venden la mitad por más de 400 euros cada una, aunque solo salen al mercado 3.000 botellas y, por último, su vino blanco sauvignon blanc, del que salen al mercado las 3.000 botellas que hacen.

Unos pocos restaurantes y tiendas exclusivas de España, Estados Unidos y China son los únicos que pueden presumir de tener en sus estanterías estos vinos. Además, subraya Hilario García, «cada botella es original y se pensó muy bien como impedir que alguien pueda copiarlas, por lo que su diseño está patentado en todo el mundo». De hecho, se hacen en Italia en una fabrica especial donde los moldes son propiedad de AurumRed.

viernes, 14 de agosto de 2015

Españolizar a una neoyorkina

Casie Tennin, "Soy de Nueva York, viví 8 meses en un pueblo extremeño y así me cambió la vida", en el País, 11-VI-2015:

Casie Tennin trabajó como auxiliar de conversación en un colegio de Fregenal de la Sierra (5.000 habitantes)

Hace un año me enteré de que me iba a mudar a un pueblo español de 5.000 habitantes. Y después me enteré de que iba a ser la única extranjera.

Lo recuerdo como si fuera ayer. Recuerdo comprobar mi email cada 10 minutos durante dos meses seguidos, esperando con impaciencia mi destino. El siguiente año de mi vida estaba por completo en las manos del gobierno español, y me parecía bien. De hecho, mejor que bien… ¿adónde me mandarían?

¿Sevilla?

¡¿Madrid?!

¡¿Barcelona?!

Y entonces me llegó el email...

¡Fregenal de la ¿QUÉ?!

SOCORRO. Resultados de Google: “Pueblo agrícola de 5.000 habitantes situado en la comunidad autónoma de Extremadura, España. Conocido por”... ¿su jamón?

Lloré un poquito. Me cuestioné mis decisiones vitales. ¡¿En qué demonios me iba a meter?! Aquí estaba yo, una chica del área metropolitana de Nueva York. Una chica que había sido becaria en la empresa de medios de comunicación más grande de Nueva York (¡un saludo a Clear Channel!), había trabajado en el backstage de conciertos en el Madison Square Garden, había asistido a la fiesta de cumpleaños del hijo de Puff Diddy (si quieres reirte, mira el minuto 4:14 de este episodio de Super Sweet Sixteen...) y me iban a mandar a VILLAOVEJA.

8 meses después y aquí estoy, intentando no llorar mientras meto mi bol de gazpacho personalizado en la maleta, envuelvo con papel de periódico las manualidades que me han hecho mis alumnos, lleno a rebosar los bolsillos de la maleta de paquetes de jamón y rezo porque a los de aduanas no les entre hambre y decidan quedárselos (y no me sorprendería que lo hicieran. Un buen español NUNCA desperdicia la oportunidad de comer un poco de jamón gratis...)

No solo he aprendido cómo es la vida en una cultura completamente distinta. He aprendido cosas sobre mí misma, sobre lo que realmente importa en la vida, y sobre las cosas de las que podría prescindir. Recuerdo justificarlo hace un año con “¡todo ocurre por alguna razón! El tipo de ahí arriba tiene que tener alguna razón...”. Pues si antes no creía en “el gran plan del Grandullón”, ahora sí. Me siento más que bendecida por haber tenido esta experiencia que ha cambiado mi vida, en la que me he sumergido en un mundo completamente opuesto al mío. Podría hablar horas y horas sobre lo increíble que ha sido mi estancia aquí, pero nadie tiene tiempo para eso. Así que he intentado condensar mi experiencia en una lista buena, bonita y a ritmo de ciudad.

9 maneras en las que mi pueblo ha cambiado pa’ siempre mi perspectiva sobre la vida

1. Saludar a desconocidos por la calle no da miedo

En la ciudad tenemos la mala costumbre de evitar por todos los medios el contacto visual con los transeúntes. Cuando vamos por la acera, no tenemos visión periférica. Solo existes tú, lo que está justo delante de ti y los cordones de tus zapatos (a los que os miráis a los pies para no tropezaros... me declaro culpable). Llegamos incluso a mirar nuestros mensajes inexistentes en el móvil o a buscar en el bolso algo que no necesitamos. Todo para evitar un potencial segundo o dos de contacto visual. Bueno, ¿quieres saber qué pasa en un mundo en el que la gente intenta establecer contacto visual? Que dices... HOLA. Una locura, lo sé. Cuando llegué a Fregenal me confundía por qué todo el mundo me decía “hola”, “adiós” o “buenas” al pasar. ¿Me conocían todos? ¿Nos habían presentado sin darme cuenta? Estaba muy confusa, y quizá hasta me resultaba un poco inquietante. Ocho meses después, le digo “hola” a todo el que se me cruza. Como si es un abuelito con un bastón al que le falta un diente (hay muchos de esos aquí), o dos adolescentes cotilleando en español a la velocidad de la luz... les caerá un gran HOLA. ¡Y hasta una sonrisa! Porque ¿sabes qué? Sí que te alegra bastante el día.

2. Lo que sea que necesites AHORA puede esperar

Los que somos de la acelerada Nueva York, si queremos algo AHORA, lo tenemos. Y si no... Bueno, mejor no te cruces con nosotros. Esa era la mentalidad tan impaciente que tenía hace tan solo 8 meses. Y fue una de las cosas que más me costó cambiar. Tanto si tardo unos dos días entre lavar y secar la ropa, como si el cajero decide ponerse al día con toda la vida de la clienta que va delante de mí, o si el camarero se olvida de mi existencia... lo que sea, lo conseguiré. Al final. La paciencia es realmente una virtud, y no vale la pena subir mis niveles de cortisona por conseguir nada 5 minutos antes.

Oh, ¿me ha llovido en el pijama? Supongo que puedo esperar 4 días más...

3. Un horario fijo de comidas es lo mejor del mundo

Y aquí, es el único horario que existe. Como te lo cuento, ¡las prioridades de la gente de aquí son las correctas! No, en serio. ¿Recuerdas cuando llevaba un mes aquí, que escribí aquel artículo sobre los horarios de las comidas y las siestas? En ese momento lo odiaba. No, lo despreciaba. Lo recuerdo como si fuera ayer -eran las 7.30 de la tarde y quería un bocadillo. Así que, como haría toda persona hambrienta con algo de lógica, fui a un restaurante y pedí un bocadillo. ¿Sabes lo que me dijeron? NO. No podía tener mi maldito bocadillo. EH PERDONA LA ÚLTIMA VEZ QUE LO MIRÉ ESPAÑA ERA UN PAÍS LIBRE. Bueno, lo es, mientras no intentes meterte con sus horarios de comidas. Porque las 7.30 es la hora “del café”, y con el café no hay bocadillos. Solo galletas. Espera a las 9.30, la hora de la cena, me dijo. Bueno, vale, si quieres ver desmayarse a una chica...

¡¿Las 7.30 de la tarde?! Supongo que me tendré que comer una galleta...

Tardé unos siete de mis ocho meses aquí en comprenderlo. Pero he llegado a apreciarlo, e incluso ha llegado a gustarme. La hora de comer es tan estricta porque comer es una actividad que las personas hacen juntas. Es un momento para sentarse con las personas a las que quieres, compartir comida, conversación, y hacerlo de forma relajada. Y el horario no te deja otra opción que hacerlo. Lo que me lleva a...

4. Si compartes comida, no te morirás de hambre

Como producto del mundo occidental que soy, era muy territorial con mi comida. Era como un animal en la selva; tocas lo que hay en mi plato, te arranco la mano de un mordisco. Y si es el mejor trozo, adiós a tu cabeza. Bueno, pues si quería hacer amigos, me di cuenta de que tenía que cambiar esta mentalidad. Y rápido... La cultura española de las “tapas” gira entorno a compartir. Por lo tanto, no hay ningún tipo de límites en cuanto a tocar el plato del otro. ¿Recuerdas cuando un camarero se comió un pescado de mi plato? Me quedé en shock total. Pero en realidad no está tan fuera de lugar en la cultura española. Compartir es querer, y la comida es un placer; así que compartir comida es un placer. ¿Y lo más increíble de todo? He llegado a creérmelo de verdad. Mi nivel de estrés ya no se dispara cuando te veo acercar la mano a mi plato. Así que, amigos americanos, buenas noticias... cuando vuelva a casa, podréis comer de mi plato. E incluso el mejor trozo. Mientras yo pueda coger el vuestro.


5. La diversión no acaba cuando cumples los 30. O tienes hijos

El verano pasado, trabajé para una campaña de márketing estadounidense cuyo eslogan era “ya dormirás a los 30”. Era una marca de licor que promocionaba la idea de los 20 son para divertirte, y a los 30 acaba la diversión. Esta es básicamente nuestra mentalidad en Estados Unidos. Después de graduarme en la universidad, recuerdo estar sentada en el sofá de mi piso con mis 4 mejores amigos. Estábamos llorando a moco tendido, lamentándonos porque se nos acababa la diversión para siempre... LOL. ¡¡¡Teníamos 22 años!!! En EE.UU. tememos hacernos mayores porque con la edad llega la responsabilidad, más “reglas sociales”, y menos diversión. ¿Pero por qué tiene una que influir en la otra? En mi pueblo es todo lo contrario. De hecho, la gente más desmadrada que he conocido aquí tiene más de 40. ¿Y el rey de las fiestas? Tiene 50 años y tres hijos. Fuera prejuicios. La vida está para divertirse. ¡Y mi vida acaba de empezar!

6. No hace falta emborracharte para divertirte

A lo mejor esto es por lo que los españoles pueden divertirse toda la vida. Me gradué en una de las universidades más fiesteras de EE.UU. La mentalidad era que si no podías beber, no salías. O chupitos o agua. Una noche de fiesta normal en América va así:

Chupitos de alcohol antes del partido. Cuando estás lo bastante borracho, ir a un bar. Beber más. Después, ir a la discoteca. Más chupitos. Al borde del desmayo. Triunfo. Ir a casa.

MAL MAL MAL. GENTE. ¡¿QUÉ FUE DE DISFRUTAR DE LA COMPAÑÍA DE LOS DEMÁS?! En serio. La gente de mi pueblo bebe. Pero no para emborracharse. Para socializar. Y si pasa que te emborrachas, pues pasa. Pero a un ritmo natural y humano. Eso explica por qué la gente en EE.UU. dura hasta las 2 de la mañana, mientras que aquí la gente sale hasta el amanecer. ¿Y lo mejor? Puedes ver el amanecer con tus personas favoritas…

7. No hay nada más bonito en este mundo que una puesta de sol española

8. El español es mucho más sincero

Sí, he aprendido a hablar español con soltura. Pero lo que es mejor, he aprendido a hablar con sinceridad. No hay forma de andarse con rodeos en español. Un chico gordo es un chico gordo. No está un poco rellenito, está gordo y ya está. Lo sabe él, lo saben sus padres, y no pasa nada. Uno de mis alumnos respondió de verdad a “¿Cómo estás hoy?” con “Estoy gordo”. LOLOL. ¡Pero lo sabe! Y pasa lo mismo con los negros, que se llaman negros. No hay un nombre “políticamente correcto”, como “afroespañoles”. La gente aquí es sincera consigo misma, probablemente gracias a lo sensual del idioma. Deja de ir de puntillas culturales y simplemente dilo.

9. Lo que importa es la gente

Hay nueve restaurantes, dos bares “guays” y dos tiendas de ropa en mi pueblo. No hay cines, ni centros comerciales, ni discotecas. Mi piso no tiene secadora, ni calefacción, ni aire acondicionado, ni horno. Y he pasado uno de los años más increíbles de mi vida.

Una tarde de febrero, perdí mi cartera. En menos de 5 minutos desde que me di cuenta, el pueblo entero entró en alerta. Las madres de mis alumnos salieron pronto del trabajo para buscar por las calles, el director del colegio paró las clases para ejecutar una búsqueda y rescate, y la policía vino A MÍ. Tres meses después, todavía me paran desconocidos por la calle para preguntarme “¡Casie, hola! ¿Has encontrado tu cartera?” No, María, no he encontrado mi cartera, pero gracias por preguntar...

Esta gente es increíble de verdad. Pero INCREÍBLE. Al ser del área metropolitana de Nueva York, estoy acostumbrada a que la gente viva por y para sí misma. Si perdiese la cartera en la Gran Manzana, me llevaría muchos “¡oh, vaya, pues qué mal!”. Mi mayor shock cultural en Fregenal fue la impresionante sensación de comunidad. La gente se preocupa de verdad por los demás.

Nunca he conocido a gente tan acogedora, feliz y genuinamente atenta en mi vida. Conozco a la gente de esta comunidad desde hace 8 meses; la mitad de los cuales, podía comunicarme a duras penas. Aun así, siento como si tuviera 5.000 nuevos familiares hispanohablantes (cursi a más no poder, lo sé. ¡Pero es VERDAD!)

He forjado amistades que sé que nunca olvidaré, con mayores y pequeños; un grupo increíble de 20 mejores amigos, una pareja de casados que regenta una piscifactoría, y un mejor amigo que ha sido mi Ángel los últimos 8 meses. Y resulta que se llama Ángel... ¿no es IRÓNICO? Ah, ¿y lo más loco de todo? Todos estos lazos que he formado han sido en español.

Podría seguir hablando horas y horas. Pero voy a acabar con este (ñoño) pensamiento final:

La lección más importante que he aprendido es que la felicidad no tiene que ver con el dinero. No tiene que ver con el bar pijo o el restaurante de moda. Sino que está en la gente con la que la compartes. Está en la gente que se sienta a tu mesa. Dónde estéis no es tan importante.

Gracias, Fregenal. Me has enseñado de qué va en realidad la vida y, por eso, TE QUIERO MUCHO.

jueves, 13 de agosto de 2015

El peor tugurio de España

Se puede caer bajo, pero lo más hondo es una pensión de Barcelona que llamaremos Almerdi; si algo os suena en el nombre, apenas desfigurado: es mejor dormir en las cloacas. Como nadie se atreve a albergarse en esa infrachabola cuando todo lo demás está cogido en temporada alta de turismo, siempre dispone de plazas; por eso solo los desesperados se encierran allí. Y aunque las de la rua de ma fama de Cais do Sodré (Lisboa) te puedan hacer dudar (solo un momento); no hay rincón más infecto en los muelles de Odessa o Málaga; y que no me mencionen el Soho o Pigalle, porque la de Barcelona es el horror, el horror.

Al llegar te topas de manos a boca con una capa de mugre sedimentada de varios centímetros de grosor, ya incluso en el portero automático de la pensión; te entra grima de tocar nada, no seas que pilles la tuberculosis hiperresistente, la hepatitis o el sida. Nada más entrar te saludan paredes más desolladas que desconchadas y una escalera estrecha y lúgubre, de barandillas tambaleantes, por la que hubo que cargar con un maletón hasta el sexto piso, mientras Gollum, o más bien la desdentada momia recepcionista que lo sugería, nos indicaba en bata dónde estaba nuestro cubículo u hoyoi. Ya en la "habitación" se te cae el alma a los pies y no vuelves a recogerla: las paredes tienen sus propios estratos de guarrería, el suelo no da pie a que andes descalzo, la puerta del armario rota, y el sistema de seguridad de la habitación es un triste pestillo mal sujeto por dos tornillos sin pomo en la puerta, reservados para suites de lujo, supongo... Dormir en las tablas de la cama sería, porque nadie querría aprobar la tortura, como sobre un saco de patatas: bultos por todas partes y pinchazos a cada movimiento, pues en eso que llaman colchón los muelles padecen problemas de personalidad, nadie sabe por qué extraño magreo o maltrato. En cuanto al baño, externo, una pastilla de jabón gastada para todos los inquilinos del hostal que nadie sabe cuántos culos habrá visto y con vello púbico visible... No nos atrevimos a tocarla; es más, a la puerta del baño había que echarle ganas para abrirla, por no decir cuatro patadas para salir de allí y abrirse paso, saliendo al aire como la cabeza de la tortuga. 

En el suelo de ese baño se deben haber criado nuevas especies de moho. Lavarse los dientes con el agua de los grifos de esta pensión supone dejarlos más sucios que antes y las toallas se mueven solas, creo que no por vida paranomal, sino de la otra; son tan ásperas y sucias que te podrías exfoliar la cara...  Tal vez, sí, para pulir diamantes de sangre.

En suma, podría decirse que es de esos lugares donde sabes que no ha muerto gente, sino reside allí, o donde te despiertas, si logras dormir, confuso y dolorido en una bañera con hielo, pero con un riñón menos. No la recomiendo en absoluto; las fotos de la web más falsas no pueden ser, y cualquiera que lea los comentarios de las víctimas en Internet solo podrán hacerse una magra idea: quien entre allí, abandone toda esperanza. 

sábado, 17 de enero de 2015

La muerte de un viandante

Salgo a dar una vuelta a la ciudad como Juan Sebastián Elcano salió para rodear el mundo, aunque no aspiro a regresar tan estropeado; mis hijas hacen lo mismo pero con móvil, jugando al Ingress, una aplicación informática para la que hay que pasear mucho y en la que dos bandos, azul y verde, se han repartido el mundo, como en Tordesillas; Ciudad Real está ahora en poder de los verdes por culpa de un obseso llamado Pico Largo.

Pero en la realidad los carteles de se vende, se alquila y se traspasa agobian por doquier y llueven rebajas, liquidaciones y desahucios. Me miran los locales vacíos con las cuencas de sus ojos calavéricos. Un ejemplo: se vende entera la calle Pozo Dulce, salvo Pedro Cerro, que aun así está como Paco el de las Rebajas; Ciudad Real entera se vende como una puta, en las calles, salvo el Ayuntamiento (perdón por la obscenidad), que está vendido o eso dicen, al menos desde hace cinco siglos. Va uno desenterrando recuerdos ahora sustituidos por huecos y solares vacíos y no sabe si es real lo uno o lo otro. No hay ya cine y palomitas, sino veinte películas caras a cual peor, sin gallinero ni programa doble, de las que solo valdría la pena ver tres. Yo me colaba por las rendijas del Gran Teatro de Puertollano y contemplaba las mismas películas decenas de veces; eso me hizo cinefílico. 

En Puertollano, lo que tenían que hacer para reanimarse, el día del chorizo, es una falla satírica en que quemar a los corruptos y sacarles así algún calor; tienen minas enteras de combustible y lo que les hayan traído los dinásticos el seis de enero por malos y requetemalos. Aquí, en la vil Ciudad Real, na más hay para entretenerse que una especie de cineclub Juman zombi vuelto a la vida por el sacerdote vudú José Luis Vázquez, el de las camisetas portuguesas, cada jueves en los Cines las Vías, un mamotreto lleno de ventorrillos que hay frente al demolido gallinero de las Eras. Hay también un Ateneo de cornu... perdón, un Ateneo taurino que no se reúne en un bar mugriento, sino en un hotel, por aquello del hispánico savoir vivre de charangé y pandereté. En el kiosko, adonde fui a hacer mis abluciones, veo el número cero de El Churro Ilustrado, un semanario satírico a 3.5 euros, y el tercer tomo de los Diálogos de Platón; escojo este último, porque reír ya me río lo suficiente leyendo el periódico o la tele, aunque no estoy para razonamientos: tengo unos dolores de cabeza más grandes que los de Trotsky; cualquiera diría que me va a salir una Minerva armada de todas armas; serán cosas de mi alta tensión. Veo celebran en los jesuitas el nosequecentenario de San Juan Bosco, en cuyo colegio salesiano puertollanero aprendí los absurdos de la religión católica y fui repetidamente castigado por no haber ido a misa ni resumido el sermón (impedían fumar, pero Bosco fumaba y sin embargo lo canonizaron con humo y todo). Consistía esa expiación en madrugar e ir al colegio a las siete de la mañana; aunque yo iba, nadie me recibía: los curas estaban durmiendo. Creo yo que suponían que un crío como yo no tendría palabra de honor y no iría a cumplir su condena. Y así fue: me pasé muchos días soportando el frío y las nieblas pestíferas de ácido sulfhídrico que venían desde la refinería, formadas además con cenizas de carbón de las minas y vapores del Jabalón; como es lógico, mi fe se resfrió bastante ante la falta de coherencia de tanto santo padre; en Japón los samuráis se someten al mismo castigo que a los que reprenden porque les fortalece el espíritu; pero de eso los santos padres ya tenían bastante y no querían más; otras faltas de ejemplo peores vi y me hicieron descreído; allí padecí además a una buena colección de fachas y carcas antes de que yo supiera siquiera el significado de esas palabras ¡y se tenían por progresistas! Puaj.

Sigo por las calles; anda barata la ropa usada que venden los moros y la Armería el Pilar ofrece catanas a buen precio por si alguien quiere pinchar aceitunas al modo peligroso, recortarle el gañote a un cerdo con mística oriental o cultivar el milenario arte, asunto de particular juicio, de cortar jamón en láminas transparentes. Lo digo porque aquí hay mucha gente que pincha, incluso las nenas del club de esgrima Espadas de Calatrava. Tienen expuestos los maestros armeros esculturillas de la Virgen del Carmen, de San Francisco Franco legionario (para los devotos de su santidad Gregorio XVIII, papanatas de la sagrada y única iglesia universal Palmariana), de Don Quijote y hasta de Cascorro. Además se ofrecen vistosos anuncios kitsch de Leche condensada y Jabón Atila. Está visto cuál es la ideología de los que pegan tiros: antigua. Me voy acercando al parque Gasset pasando por manchones de hoja caduca y el local sin duda embrujado de la Cruz Roja que, junto con el edificio del Seminario, podría dar albergue pintiparado a Vlad el Empalador, de la Orden del Dragón. Por cierto que, según un anuncio que leo en una ventana cuyo poyete contiene medio donut abandonado, entre el día 20 y el 30 se celebrarán aquí las primeras jornadas de modelismo, maquetas y miniaturización; yo, que habría querido competir con una esculturilla de la Aromática, lo deseché cuando no encontré forma de reducir más una cabeza ya de por sí de alfiler, ni siquiera con el asesoramiento de un indio jíbaro que había sido contratado por Rajoy para disminuir el presupuesto educativo; otra dificultad tremenda era rebajar su culo ingente, cuya masa crítica es capaz de deformar el espaciotiempo y sentarse a la vez en C. Real (Ayuntamiento) y Madrid (Charlamento). Eso son ansias de abarcar y devorar, aunque no tantas como las del marido de Cospedal, miembro, según José Miguel Monzón (que escribió No estamos locos y es conocido como El Gran Wyoming y podría haberse llamado sin errar demasiado Jesús Monzón), de 11 consejos donde le retribuyen por no hacer ni decir nada. Sin duda es hombre de mucho consejo, aunque, si eso hace el marido de Mariloli, miedo da pensar en sobrinos, cuñados y parientes "políticos", por no hablar de catarriberas micronicolaítas que, pasando por algo, pasen también por su vera. Monzón imparte doctrina todos los días en la sexta y se escurre como una anguila para que no le partan la cara los del gremio pelado.

Aquí, en la baja Carpetania, se ufana la Aromosa (que miente, sueña y delira más que habla, la muy licenciada) de haber llenado el pozo negro presupuestario del pepoísmo; del aumento del agujero negro de la deuda pública ni habla, ni de los muertos por experimentos presupuestarios sin gaseosa en su escamondada SS (Seguridad Social), cada día más insegura y menos social. Ni de lo que ha costado y cuesta la corruptela; para gobernar Españistán no se necesita ya estadistas, sino epidemiólogos, un brujo bantú o un enterrador, tanto ha hecho por nosotros el gobierno dadaísta y porculista del señor Mariana Rajuela. Desde luego, el agujero abierto por la otra mitad de su partido, del que podría incluso extraerse la obscuridad para las noches, solo pudo hacerlo un gusano más grande que los de Arrakis; no diré su nombre, el lector se lo puede imaginar, aunque alguno dice que es Legión por lo de los cerdos etc... Creo yo que no hay ninguna diferencia material ni espiritual entre Luis de Guindos y un cajero automático; son solo maquinaria de dar excusas y cobrar comisiones; debían cortarle... el corriente y la corriente por pura obsolescencia programada: su política no solo está anticuada (no hay na más antiguo que el pedir), sino que lo es intrísecamente, si es que quiere administrar a gente y no a robots, palabra que en checo significa "trabajador". Leo en las aras del bar que Pedro Sánchez está hecho de cartón y podría no soportar las próximas lluvias y, para variar, una interesante entrevista en La Tribuna con el filósofo anarcopersonalista Carlos Díaz Hernández, autor de casi doscientos libros y setentón, pero aún agudo. Por ahí muchos piensan que los círculos de Podemos podrían volverse viciosos; para mí es evidente que el gobierno les tiene preparado un buen plan de ninguneo. Prosiguiendo mi paseo, veo en la puerta del consulado rumano en Ciudad Real (La Mata, 37) que buscan donaciones de libros en su lengua para hacer una biblioteca pública; estupendo; ojalá hicieran algo por el estilo aquí, aunque lo primero que te dirían es que dónde los meten. Los manchegos son así; no piensan en lo que hay que leer, sino en el bulto que ocupa. Cualquier manchego puede correr cinco mil metros en un tiempo discreto, pero caerá rendido tras recorrer las treinta palabras que contienen los dos renglones en un libro y pedirá además el auxilio del diccionario antes de darse por vencido, agotado por las agujetas de su segunda neurona (la primera se emplea en hablar de fútbol), y quedarse dormido y roncando. Por cierto que mis queridos rumanos montaron ayer en su consulado un recital al piano con textos del poeta nacional Mihai Eminescu. No sé si acudió el patriarca ortodoxo de C. Real. Por último, saco a mi perro, amartelado por amor de una rusa, una husky nada siberiana con él y tan grácil como la SharapovaDixi.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

La Mancha en 1845 para el viajero y escritor ruso Vasily Petrovich Potkin

Tras la pequeña ciudad de Ocaña la naturaleza ofrece cambios: estamos en La Mancha. Esta triste provincia consiste en su totalidad en llanuras de nada: sin  agua, sin colinas, sin árboles. El ojo peregrina libremente en la distancia sin encontrar nada más que tierra rojigrís y azul cielo despejado; justo al sur, como una niebla espesa, se columbra en este desierto Sierra Morena; de vez en cuando, a dos o tres horas de distancia, se contemplan aldeas fuera del camino. No hay rejas para la soledad: en los bordes de la carretera no hay siquiera arbustos o hierba. ¡No sé qué qué pueda haber en el mundo más triste que este desierto! Imagínense un silencio de muerte bajo el brillo deslumbrante de un sol flamígero que agrieta la tierra pelada. Es realmente un desierto, solo que más prosaico: sin África, sin arena de mar, sin fuerte viento. Aquí y allá, a través de aldeas tejadas de arcilla y con casas de tapial y polvoriento ladrillo, rara vez se vislumbra otra cosa que pequeñas arboledas de olivar y viña pronto sustituidas por el campo desolado y yermo. A las personas les afecta esta grave naturaleza: el habitante de La Mancha, como no tiene nada que esperar de su trabajo en ámbito tan estólido y pobre, nace vagabundo. A cada pueblo lo rodea muchedumbre de niños entrenada en la mendicidad, envueltos en harapos y casi desnudos sean pequeños o mayores. Todo es mendigar en manchegos de aspecto frágil y depauperado; la ropa más frecuente es de un pardo oscuro, siempre con un chaleco largo remendado, pantalones cortos y botas largas gastadas. 

Fuera de esto, la gente de La Mancha posee muy mala reputación: tienen fama de salteadores, rateros, estafadores, contrabandistas y, sobre todo, de matar a los viajeros solitarios, a diferencia de aquellos hidalgos arruinados y cuatreros que solo robaban y mataban por necesidad. Por cierto os digo que en la última guerra carlista casi toda la pandilla que asaltaba los caminos era de manchegos. ¡Ah! Se me olvidó decir que el vino de La Mancha en España goza de gran fama, sobre todo el viñedo cultivado en torno a la localidad de Valdepeñas. No es como la mayoría de los vinos españoles: es espeso y agradable, el único en España que se puede beber en mesa sin aguarlo. ¡Y no huele a cuero cuando se empina el codo para arriba!

     Pero la gran fama de la Mancha proviene de su inmortal Don Quijote. En este triste país nació y murió el Caballero de la Triste Figura e hizo sus famosas hazañas caballerescas; la gente todavía te muestra los lugares donde acaecieron. A pocos kilómetros de la localidad de Quintanar de la Orden me mostraron El Toboso, lugar de Dulcinea, y luego la venta donde fue nombrado caballero Don Quijote. ¡La gente común incluso cree en la existencia real de Don Quijote! Pregunté a un chico en este mismo pueblo:

-¿Has oído hablar de Don Quijote?

-Sí, señor, era un cabalero manchego muy valiente.

-¿Cuánto tiempo hace que vivió?

-Hará más de mil años.

El propietario de un ventorrillo donde paramos a tomar agua me dijo con orgullo que en su casa se quedó dormido Don Quijote.

Toda La Mancha andaba revuelta por historias sobre el robo a una diligencia hacía pocos días. Causaba escándalo no el robo en sí, algo bastante corriente, sino que los ladrones comenzaron su ataque disparando los trabucos contra los compartimentos de la diligencia. Afortunadamente la carga fue a parar toda bajo la ventana. Oímos hablar por primera vez sobre esto en Ocaña y, de repente, todos los rostros adquirieron una mirada preocupada. Como yo ya había decidido, solo por el placer de reunirme con los ladrones, pagar trescientos francos, esperaba a la diligencia no con agrado, sino como el público que espera tras un telón la nueva y emocionante obra.

   Fuera de algunos lugares de la costa y partes de las provincias del Norte y de Andalucía, en España la tierra es de carácter sombrío, duro y árido: montañas rocosas y peladas, campo desierto. Si en alguna parte de ella hay árboles, los agacha en cuclillas el calor y la sequía, pobres. Existe un silencio de muerte en medio de los campos vacíos; ni el canto de los pájaros se oye; sí hay algunas águilas y buitres que se ven por el cielo volando entre las montañas. Los ojos desolados y quemados sólo ocasionalmente se reúnen. La mayor parte son pequeñas aldeas pobres; las torres y murallas de las fortificaciones que dejaron los árabes, o las antiguas guerras intestinas, se desmoronan. La Mancha despierta una ardiente y apasionada melancolía; a veces te encuentras pastores con su manada silvestre o apoyados sobre el cayado, el trabuco o el pistolón. Lo más común son desocupados perezosos y miradas indiferentes en un camino donde uno se cruza raramente con gallinas o mulas o puestos cargados de mercancías para cuya defensa los propietarios se hallan sedentes con sus armas, o un hidalgo viajero a caballo con la escopeta y la inseparable pistola; fuera de estos raros encuentros, el mismo cálido cielo brillante y azul, la misma estepa y carretera vacías.

Sin embargo, estas mismas razones hacen cada respiro individual muy interesante; durante el verano todo este pueblo errabundo que no quiere viajar bajo el fuego se para en una venta cualquiera y esta toma un aspecto muy pintoresco y animado. Traen mulas y caballos a los establos, que suelen estar situados bajo el mismo largo umbral de la entrada. Ya he dicho que en España cada provincia tiene su propio traje ¡y aquí hay cuarenta provincias! ¿Te imaginas lo que es un baile de máscaras reunido en una posada?

sábado, 27 de diciembre de 2014

Misterio para gatos

Las alumnas recluidas en el colegio conventual de la Merced asoman por las ventanas del último piso como queriendo saltar, pero lo que quieren es echar el humo de sus cigarros para que no lo huelan las monjas y las pillen; abajo, mis perros y yo las miramos y descubrimos, sobre el frontón de una ventana, una mínima cruz en cuyo brazo derecho, el de San Dimas, que era buen ladrón porque le robó a Cristo el Paraíso en sus últimos momentos, se halla posada una paloma de esas que quiere matar Rosa con la apostura de un águila real. Igual es una de las que nacieron en mis macetas, solo para jorobar.

Cerca, en el antiguo Palacio de Justicia, luce el letrero de Honeste vivere, alterum non laedere, suum quique tribuere, muerto de risa. "Vive sin corrupción, no jodas a otro, dale a cada uno lo suyo". Pero hay misterios más profundos: frente a él hay un solar tapiado para que nadie caiga al hondón que algún constructor sin dinero excavó para hacer aparcamientos. Son veinte años los que lleva así, esperando las obras. Y por eso ya anda cubierto de una irregular pradera de hierba donde hacen picnic todos los gatos del barrio. A veces los entreveo huyendo como dioses menores o bolas de oscuridad a ese aquelarre. ¿Por dónde han pasado? Se filtran por las paredes, como las brujas, porque no hay un mal resquicio, ni una sola ventana o alféizar desde donde poder saltar al recinto, ni siquiera cañerías, árboles o postes de la luz. 

Pero ese es solo un misterio entre tantos como alberga ese kilómetro cuadrado. Otro es el del chino de la calle Caballeros, donde antaño, según cuenta una olvidada tradición manchega del XVI, se dieron de golpes el famoso valiente Céspedes con un bulto vestido de negro capuz que resultó ser su hermana, empeñada en que no se fuera de putas. A Pepito Catedrales le parecerá indecoroso e irreverente, él, que tiene vista directa al camarín y duerme en medio del museo diocesano de su alcoba, pero es leyenda más vieja y mejor probada que la de la Cruz de los casados, y más profana. 

Quiero decir y no puedo que el chino se ha marchado tan misteriosamente como vino. Puso una tienda de chuches y una conexión a sus culebrones de mandarines, pero ahora se ha desvanecido sin dejar siquiera una niebla amarilla, como Eisenheim. No dijo por qué vino y ni siquiera si le convino; tampoco por qué se ha marchado. Pero da igual, porque aunque lo dijera tampoco se le entendería tanto ideograma y kanji. Como en el caso de los gatos, siempre habrá una gran muralla o tapia entre nosotros. Pero ya lo sabéis: si la crisis atropella incluso a los chinos, es para echarse a temblar.

Nada estropea, sin embargo, que la luz me vista con un agradable traje de sol, un calentito terno de rayos; el sol de invierno se desgañita cuando lo dejan aparecer, después de que pongan las calles, y devuelve la fe en la vida.

De chinos y gatos siempre nos desentendimos; como César a Catulo le daba igual si era blanco, negro o a cuadros; ¿y qué?, diría Villaseñor, que nació el mismo día que yo, si están vivos o muertos? Han pasado ya por la caja de Schrödinger. Su virtual existencia importa tan poco como la del gato a trozos de Alicia o la honestidad al señor Rajuela; lo único que hace el señor Rajuela es joder a Pedro Picapiedra y provocar sus despropósitos; en eso siempre tiene el mejor consejo Pablo Mármol y siempre es Pedro Picapiedra el que se equivoca, pero el señor Rajuela manda. ¿Que una ley está bien? Se cambia para que esté como quieren los corruptos; eso pasó con esa Constitución semántica que prometía tanto y no dio ni un duro y que ahora quieren reformar. Mejor será derogarla, no hacer otra y dejar que gobierne el pueblo, como en Suiza.

Rajuela nos viene ahora con una nueva ley venatoria o de caza, por ejemplo. Ahora se podrá pegar un tiro a cualquiera solo por cruzar la carretera, como el pollo inexorable. Que se lo digan a Juan Carlos I; pero ya se sabe aquello que dijeron los napolitanos: "Los Borbones son reyes que nunca aprenden y no olvidan nunca". Otro ejemplo: la usura era un delito, pero ahora es legal cobrar un interés del 4.000 % a dos días a cambio de un mísero microcrédito por Internet. Seguro que esos microcréditos no son los de Yunus. El rey Felipe VI el Impuesto dice que la corrupción está muy mal; yo eso ya lo sabía, aunque solo fuera porque su papá fue obra pura y simple de la franquista y él debe todo lo que es a su padre. Mi memoria no es tan mala, después de todo, aunque no como la de los pobres elefantes. 

viernes, 16 de agosto de 2013

Ojos que lloran

Los ojos del Guadiana vuelven a llorar, porque cuando el río suena, mierda lleva, y los políticos manchegos, ya se sabe, se han pasado de rosca. La Tribuna y Lanza, perródicos del populismo pepoíta, compiten tanto que llevan el mismo artículo de Charo Zarzalejos, eso es caer bajo, porque de sus suplementos de feria, mejor ni hablar. Pero no hay peor noticia que el abnegado obrero de Copy-servic cierre el local porque padece cervicalgia difusa y tendinitis por calcificación del hombro, pobrecillo: ¿qué haremos sin nuestro mejor editor de camisetas? Porque editoriales editoriales, de esas que trabajan con escritores y papel, pocas, al menos por aquí.

Son cosas de que se entera uno cuando deja su válvula de molusco y pasea por ahí con ojos y oídos entreabiertos. Mis perros, Tiquis y Miquis, tiemblan como azogados por los cohetazos y morterazos de la Virgen de Agosto y mi mujer me avisa de que me han timado como a un chino del Domund haciéndome pagar siete euros por un velón que me venderían por dos en cualquier chino exmaoísta. Pero le reprocho, panocho, que no se ponga de ejemplo cuando le han dado más sablazos que tiene una baraja española. O el ruido de sables de que avisa Gibraltar, que tiene nombre de ara sagrada y solo es un trapezoide cubierto de titis, ni siquiera un pan de azúcar. Inocente es uno, pero la vela, que he puesto a mis padres, luce magnífica con la llama de una azucena sin abrir, con su gótica clave indecisa y titilante. Este cirio durará lo menos tres días, no es como los interminables que lucen los periódicos, toda una Santa Compaña manchega de zombis corruptos alérgicos a la muerte como lo son a la honradez. Y las políticas, finas y seguras, procurando todas que no se mueva, que no se note y que no traspase (la corrupción, se entiende).

Saben los lingüistas, Ullmann, por ejemplo, que los verdaderos sinónimos son escasos, porque casi ninguno satisface todos los contextos. Pero a los políticos se les olvida con mucha frecuencia, acaso porque ninguno sirve para nada y son tan intercambiables como idimitibles. El senador Camilo José Cela tuvo ocasión de demostrarlo cuando dormitaba apaciblemente como un Homero en su escaño, allá por los primeros años de la transición sin fin (Woody Allen decía que la Eternidad se hacía muy larga, sobre todo hacia el final). El Presidente de la cámara lo despertó con la siguiente recriminación: "Su señoría estaba durmiendo", a lo que replicó el galaico: "No, señoría, estaba dormido. ""Es lo mismo", replicó. "Nada de eso", esgrimía Cela, "no es lo mismo estar jodiendo que estar jodido". Algo parecido aparece en La legión invencible, de John Ford, cuando un sargento irlandés pasa revista a la tropa pidiendo que cuiden su léxico y alguien le advierte desde las filas: "¡Y la gramática!"

Hay verbos más susceptibles de pasiva que de activa. No es lo mismo tener seis millones de parados que seis millones de detenidos. La segunda palabra tiene algo por delante que corta, pega y manda. En el siglo XIX usaban denominaciones como cesante o desempleado, que suenan más humanas y menos a engranaje mecánico. Porque esta mecanización  de las palabras refleja la bajada de temperatura viva de la sociedad: el paro es una tragedia vital e incluso, en la filosofía de Marx, el trabajo es ni más ni menos que el sentido de la vida: no tiene otro. Hoy el trabajo es un formulario en una cola de impresión, a miles de kilómetros de un sentimiento.

El cesante, pues, en especial el joven que ni siquiera sabe para qué le han educado, estarían desviviendo su vida en las condiciones inauténticas, indignas e inhumanas que causarían revolución. El parado/detenido se transformaría en lo que Camus llamaba un homme revolté, un hombre revuelto o airado, un signo de sufrimiento e ira que se quiere compartir y transmitir. Pero los más jóvenes están tan acojonados que ni siquiera fríen en la sartén, porque no han salido del huevo. 

Pero claro, el poder tiene claro que esas filosofías, la marxista y la existencial, al fin y al cabo humanismos, no les van, y se inventan otra filosofía que reduce algo tan complejo como la polis a un mercado de individuos insolidarios. Y lo reducen y banalizan todo a la plana apariencia de su ideología de consumo y sus tres valores principales: vulgaridad, fachada y fragmentariedad. A esos reduccionismos incompletos los llaman en el psicoanálisis pulsiones de muerte. No voy a decir que un parado es un zombie, pero casi. El capitalismo tiene algo de incompleto, evitador y asesino. Nadie sabe de dónde podría venir la caritativa "mano invisible" de Adam Smith; lo más posible es que no ayude, sino que te estrangule o se haga una paja. El capitalismo lo degrada todo, su único defecto es que produce demasiada basura, incluso basura humana: gente que, en sí misma, es basura. Transforma las relaciones humanas en relaciones de consumo, fragmentarias, vulgares y de fachada. Hombres y mujeres de usar y tirar, como la ropa de Zara.

A mí siempre me ha parecido que algo había de extraño en la sinonimia parado / detenido. El vocablo parado tiene más cauce, porque no es culpable de nada; el vocablo detenido, sin duda, tiene un problema; para él la estructura del mundo es injusta; es o debería ser un revolté o revoltoso, un revuelto contra ella. Para la derecha todos los parados son, o debieran ser, unos parados bien encerraditos y con su culpa dentro; ellos prefieren los activos a los movidos; los activos sacan dinero y recaudan riqueza; los movidos dan problemas sindicales y exigen justicia.

El término detenido choca contra un obstáculo muy gordo que pasa en medio de un silencio ominoso, que dicen los novelistas. ¿Qué obstáculo es ese que crece como una montaña y amenaza con alcanzar las alturas del K-2, esa cumbre laboriosa de subir e imposible de bajar? Desde luego no es el parto de los montes: detiene a seis millones de personas, más que toda Dinamarca. Esa enorme montaña está hecha de activos asiáticos mal retribuidos. Y ni siquiera es una sola: es una cordillera tan grande como el Himalaya: indios, chinos, coreanos... incluso Brasil y México, nos están comiendo vivos sin que defendamos con una gran muralla de proteccionismo nuestras economías más o menos equilibradas. Esa gran muralla los obligaría a redistribuir sus costos en bienestar común y más derechos humanos para esa clase media que ellos están construyendo y la parte menos nuestra de nos-otros estamos destruyendo. Pero todo da igual: sie nicht zürucktreten, ils ne demmisionnent point, they do not resign: a ver si entienden idiomas que no entienden y dimite alguno por esa cosa tan anticuada llamada honor o esa tan desacreditada llamada vergüenza, que es más o menos lo mismo.

viernes, 12 de julio de 2013

Modos de vivir que no dan de vivir

Así titulaba Larra un artículo clásico sobre los mileuristas del XIX. Buscando inspiración, el dandy feo marchó a la periferia, al extrarradio, a los arrabales, a los contornos, vaya, la banlieue de Madrid, para documentar cómo lograba sobrevivir a los borbones de chocolate el que unos años después Marx llamaría subproletariado o lumpen, unos íntimos piojos de clase baja marginal que colaboran con la burguesía, porque la necesitan para sobrevivir. Lo que los esclavos domésticos para las plantaciones del trópico: se consideran mejor paridos que los que viven y mueren en las plantaciones, en las afueras, pues también hay clasismo y racismo entre negros. Un funcionario fijo mira al interino como un culipardo de realengo a un churriego de señorío. 

Todos debíamos leer algunas  autobiografías de esclavos (en español solo hay dos, la de Juan Francisco Manzano, de la que se perdió -estas cosas se pierden con mucha facilidad- la segunda parte, y la de Esteban Montejo, el último cimarrón cubano), o alguna estadounidense, terribles de verdad, literatura de oro puro por su "valor" humano. Los esclavos, analfabetos a la fuerza, se avergonzaban y ocultaban sus propias historias, pues además eran perseguidos doblemente si divulgaban sus padecimientos. Todo lo más podían dictar a los abolicionistas bajo pseudónimo, como Harriet Jacobs, una esclava que ha tenido la rara suerte de ser publicada barata en español. Quien lea a esta mujer, especialmente si es de su sexo, puede terminar realmente cabreada, pues su lectura enerva a la enésima potencia el más rudimentario sentido de la dignidad y la justicia. "El esclavo es un hombre muerto", escribió Manzano.

Un Pasolini cualquiera podría pasar revista al subproletariado ciudarrealeño. Y muy cualquiera, porque uno, a fin de cuentas burgués, carece de conocimientos directos y profundos sobre el tema, porque sale poco de casa, si bien tiene amigos hasta en las alcantarillas. Los desahuciados de todo de antaño iban por la noche recogiendo papeles y cartones para vender a los dos grandes almacenes privados que hay o había de chatarra y reciclaje fuera de la ronda. Circulaban con una carretilla recogiendo cartones antes de que viniera la basura y, como se pagaba al peso, mojaban los cartones para que pesasen más en la báscula, y, por tanto, les diesen más dinero. Pero hoy en día el programa de reciclaje les ha quitado el pan  de la boca y han tenido que marcharse a robar de noche cobre y metales al campo, porque los labriegos ya están avisados y armados hasta los dientes. Ya no hay robagallinas, porque son muy ruidosas y los desempleados ciudadanos pueden robar flores en el cementerio para poder venderlas en la puerta. Casi mejor que en las floristerías, donde te dan una docena de rosas industriales y clónicas recién descongeladas y sin perfume por un precio salido de madre. Por lo menos podían echarles unas gotas de chanel. El descuidero con gazuza entra en los hospitales para robar los dulces, ropas (y otras cosas) que dejan en los cajones a los enfermos o entran en las casas a robar de las formas más pintorescas, con la técnica del paraguas, la del adhesivo o la de colarse cuando se deja abierta la puerta al bajar la basura. Los gorrillas cobran el seguro de protección del coche, impuesto que agrada pagar porque se puede controlar a simple vista. Pasan gatos fugitivos como dioses menores, vuelan murciélagos, suenan los grillos, soplan ráfagas de viento con su fantasma dentro. Y una serie de fugados de casa, chaperos, mendigos y emigratas se pasea por la estación de autobús o se sienta en el parquecillo frente a los juzgados. Pasadas las tres de la noche, algunas parejas follan a escondidas o no tan escondidas, sobre los bancos de los diversos parques, los locos con insomnio deambulan en zapatillas haciendo preguntas raras, los borrachos decoran las aceras, salen los puteros a sus clubes de alterne y los drogatas, los ojos muertos en sus ojeras, peregrinan en pos de su flor de loto y, en la hora más oscura y fría, esa que precede siempre al alba, van poniendo las aceras, empiezan a mear las macetas y los camiones descargan todos su género en los mercados y en los bares. Suena el canto mortecino del afilador, invisible con su siflo,  Y una rata con frío hace ruido abrigándose bajo toda la basura.

miércoles, 10 de julio de 2013

Coplas de San Antón en Villamanrique

San Antón, como es tan viejo,
tiene barbas de conejo.
Y su madre Catalina,
tiene barbas de gallina

San Antón, santo francés,
santo que no tiene vino,
pero lo que tiene en los pies,
san Antón es un gorrino.

San Antón hizo unas gachas,
y convidó a sus muchachas 
ansí que las vido hartas,
les pegó con las tenazas.

San Antón hizo unas gachas,
convidó a sus muchachas,
y una vez hartas,
les dio con el rabo “el” cucharón (¿?)

El demonio no intentó,
lo que intentaron dos viejas,
de capar a san Antón,
con unas tijeras viejas.

El demonio no intentó,
lo que intentó san Benito,
de ponerle a san Antón,
una chicharra en el pito.

San Antón, como es asina,
tiene culo de sabina,
las pelotas de corcho,
y el pito de muselina. 

San Sebastián fue francés,
y san Roque peregrino,
y lo que lleva a los pies 
san Antón es un cochino.

Una vieja muy revieja,
más vieja que san Antón,
se echaba la teta al hombro,
y le arrastraba el pezón.

San Antón, el de la Mota,
todos dicen que es capón 
y le arrastran las pelotas…
¡carajo, con san Antón…!

San Antón tiene jurado,
por vida de su cochino,
que si no le hacen la fiesta,
ha de volar el molino.

domingo, 3 de marzo de 2013

El más viejo del barrio.

Nos reunimos todos en la plaza de la iglesia a esperar qué sé yo; dicen que por debajo había un camposanto, que desenterraron huesos cuando levantaron su pavimento para enlosarlo. Es lógico; siempre había camposantos a diestra de las puertas principales de las iglesias. Nosotros ganamos el lugar y contendemos estas tardes lúgubres por ganar el título de más viejo del barrio: sabemos la quinta de cada cual, nadie nos puede engañar; pero es difícil llevar la cuenta de los que fallecen; algunos no aparecen, se dan por difuntos y luego salen de cualquier pueblo hacia donde los llevaron sus parientes o los ingresan y nada más se supo. 

En estos lugares uno se hace experto en nimiedades. Todo está lleno de pájaros, porque se comen el arroz de las bodas a la puerta de la iglesia, las migas de pan de las meriendas de la escuela y los restos de chuches que suelta el kiosko. Los gatos lo saben: por eso se aprestan debajo de los coches y esperan a que baje el gorrión, cuando cae la noche, para dar su zarpazo; como ellos son listos, apenas se acercan, y ponen sus nidos donde no pueden subir. 

Tengo ya setenta años y mi amigo el filósofo del barrio, que nos hizo la faena de morirse ayer, dijo que el mundo tal como es no debía ser y el mundo como debe no existe ni puede existir: por tanto, nada tiene sentido. Mi amigo el filósofo del barrio, que en paz descanse ahora, es un plasta y un nihilista, como mucho con los que me junto. Son un encanto: cuando estás en un agujero, o (no) son partidarios de nada o lo son de tomar la pala y a-cavar más bajo. Se limitan a esperar, y no a que te saquen de ahí, sino a que un derrumbe nos sepulte; podrían ser coherentes y pegarse un tiro, pero no, siempre se agarran a su última esperanza, esos quasinihilistas. Pero yo los defiendo, aunque solo sea porque me siento como ellos y porque me duele el tiro que no se dan; ese de los quemados a lo bonzo o arrojados por el balcón, que está muy feo; la gente no debía entristecerse tanto; ya sé que la programación de TV no consuela y que han fracasado los que nos divierten de una manera clamorosa. Que ni siquiera payasos como Berlusconi o Grillo nos hacen ya reír; que no hay otra cosa en la radio, en las conversaciones y en la prensa que fútbol y crisis. Y que no hay tampoco nada en la nevera, cortada además la luz por falta de pago. ¿Llamaremos al Teléfono de la Esperanza? Se me olvidaba, lo cortaron ayer. Y está oscuro: no podemos ver el número en la guía. No valgo para pedir, estoy ya muy viejo para andar, no tengo memoria para acordarme de la dirección de parientes lejanos que ya no se acuerdan de mí y que ni siquiera se acordaron de invitarme a su boda. Estoy solo, terriblemente solo, desde que murió mi amigo el filósofo, desde que murió mi mujer, desde que murieron mis hijos, desde que me mudé a esta ciudad inhospitalaria y sin fiestas. Y la espera se me hace demasiado larga. Después de todo, nadie lo lamentará. Ni siquiera sinceramente.

jueves, 23 de agosto de 2012

Extrapolación

Vivo, si esto es vivir, en una urbe pequeña, tirando a minúscula, Ciudad Real, aunque mejor le hubiera ido si fuese ficticia, como el lugar donde nació Don Quijote. Ayer acabaron sus fiestas patronales; en la feria ya hace tres años que no han situado un puesto con libros. Es significativo. También a escala mayor: si el modelo económico de este país es el ladrillo y Eurovegas ¿para qué necesitamos Universidad? Yo creo que ni siquiera necesitamos enseñanza media, ya que la clase media es algo que se está acabando desde hace treinta años más o menos. Igualmente, si la televisión y la radio es lo que vemos actualmente, ¿para qué necesitamos libros, bibliotecas, orquestas de cámara, museos, Institutos de Humanidades, Ciencias Naturales y Ciencias exactas, educación, en suma? El pensamiento y las ambiciones de las gentes han encogido tanto y tan a lo jíbaro que hasta al diccionario tendrían que dejarle menos palabras y reducirlo a cuatro o cinco: "sí", "no", "quizás", "coño", tal vez "fútbol". Y si el gobierno es el que se perpetra hasta el momento ¿para qué necesitamos que nos gobiernen? Mejor sería la anarquía, aunque eso también lo sabe hacer el gobierno, si es que es que hace otra cosa que dejarle las cosas a la Merkel.

sábado, 21 de enero de 2012

Crónica de la investidura de nuevos miembros del Instituto de Estudios Manchegos

El acto estuvo muy bien y no duró mucho, lo que siempre es de agradecer. Uno había esperado "morirse en el acto", especialmente en actos como estos, que cuando son largos, pretenciosos y monótonos hacen sufrir de verdad a impacientes como yo; como dijo el filósofo Woody Allen, "la eternidad se hace muy larga, sobre todo hacia el final". El marco del salón de actos del antiguo Casino era magnífico y se llenó la sala, y eso que no era para cuatro gatos; arriba lucían tres pendones, estandartes, gallardetes, lábaros, grímpolas, flámulas o comoquier se llamen las enseñas del Ayuntamiento, de la Comunidad y de España, y un balcón con una balaustrada de forja en estilo modernista, asaz admirable; concurrió gente de todas partes, incluso algunos cuya presencia no es nada fácil de recabar. Sin embargo, eché de menos a algunos: siempre se echa de menos a algunos. No sé por qué, me pareció que muchos de los que andaban por allí se miraban de reojo entre sí y medían cuidadosamente las distancias. Serían imaginaciones o paranoias mías.

Fue un acto conciso, de ceremonial justo, y hasta contó con un par de emotivos interludios musicales que el público, yo entre ellos, recibió con aplauso. Vicente Castellanos es un maestro a la guitarra no ya metafórico, sino titulado, y canta no sólo con arte, sino con sentimiento; se me quedó en la memoria un verso suyo: "entre el orgullo y la nada", que calificaba cabal a la tierra manchega; ya lleva dos discos grabados. También fue magnífica la pieza al piano, don de una benemérita profesora del Conservatorio. Los discursos anduvieron cual era de suponer; hubo un par que se libró por poco del tostón, pero los demás pecaron de lo propio a esta clase de mensajes: excesivo léxico abstracto y absoluta carencia de actio; que se lean mi manual de retórica, o mejor, el de Antonio Azaustre y Juan Casas, no porque el mío sea malo, sino porque ellos le han dedicado más tiempo y trabajo que yo y se nota; el mío, de intención escolar, no pasa de mera introducción y, aunque hace tiempo que deseo ampliarlo y corregirlo, otras cosas me han conducido por distintos derroteros.

No bostante, hasta esos discursos regularcillos se libraron, por ser breves, de la habitual calificación de las tres dimensiones cartesianas, "largo, grueso, pesado". Nos regalaron el último ejemplar de la revista, detalle que fue también toda una economía de buena gestión: así se ahorró el coste de su remisión postal. El vino fue moro de una oreja, tanto el blanco como el tinto, por más que yo, abstemio adicto al té y al café, no soy quién para juzgar, habiendo mojones tan doctos en esta tierra bendecida por Baco. Más que tapas, hubo tapones que ni Romay; yo charlé con Pedro Isado y con otros, pero me tuve que ir muy pronto, porque estaba cansado y deseaba guardarme en las sábanas.


viernes, 21 de octubre de 2011

Otra vez será ¿qué?

Hace mucho que no escribeo ni borrajo este bobo blog, pero a menudo me sorprendo pinchando nótulas mentales para reportar vanas obsesiones y observaciones, desde la compacotilla que forma la pelusa callejera de noviembre (colillas, plumas de paloma, cáscara de pipas, algodón de papel degradado por la lluvia, restos de envoltorios escapados a la escoba, hojarasca otoñera, mosquitimuertas, chuche rancio, etc.), a las mylfas  (mothers you'd like to fuck, Molina Foix dixit muy mentesuciadamente) cuyas grupas acumulan vistosonas en los alerrebaños del San José para ver salir a sus biencesareadas nínfulas de uniformal uniformidad (a los ricos les gusta estar todos uniformales; la gente de uniforme, lumpen toda, de ser vil, servil, servidora de ser vicio, viciosa de ser servil, servidora de quien no sirve, Satanás, curas, militares, es cuanta declara (es un decir) todas las guerras civiles que patean los cojones del alma).

viernes, 14 de octubre de 2011

Detenido un defecador en serie

Según esta noticia, ha sido detenido un defecador en serie que depositaba cuidadosa y repetidamente un palomino o zurullo ante la puerta de un instituto de eso que llaman secundaria en los Estados Unidos (de allende la mar). Por lo visto el acto no era simbólico, sino por efectos de una torcedura mental. 

Dicen que el volcán que está surgiendo en la isla de El Hierro es culpa de Zapatero, algo dudoso por más que la sola mención de su nombre provoque temblores insistentes, pánico general y erupciones sulfúricas; el hecho de que la hipocresía de este señor sea capaz de crear movimientos telúricos globales tales como el 15-O no debe predisponer en su contra ni siquiera a la Geología. 

Por otra parte, alguien que se las da de ahorrativa ha subido el catastro urbano y, con ello, las contribuciones municipales y, mientras ha cambiado todas las chapitas que nombran las calles, ha suprimido las bolsas que regalaba para envolver cacas de perro; ¡cómo ahorra! Seguro que nadie se hará rico haciendo bolsas para caca de [...] racista  la sociedad española, sino clasista; pero no es así: recuerdo perfectamente cómo redactaban los anuncios en las paredes pidiendo señoras para tareas domésticas: "Se ofrece señora para cuidar ancianos etc..." ¿Por qué, ahora, se redacta así: "Española se ofrece para cuidar ancianos..." Creo que la respuesta es obvia. Hay otros sutiles cambios que el observador atento puede percibir, en otra ocasión diré cuáles.

Por demás, todos los bancos han subido la quinta parte o 20% las comisiones, sin pedir permiso a asociación de consumidor que valga (¿valen de algo? ¡Si para ellos ni existen!). Esto del 20% recuerda al quinto real, el porcentaje de oro y plata de América que había que dar al rey. Ya vemos quién es el que manda, que no es el rey, sino el gremio de logreros que se lleva el quinto real. La banca no es pública, sino impúdica, impudente, desvergonzada, cabrona, sinvergüenza y demás adjetivos. Las comisiones bancarias (eso de comisión debía ser comisón, por lo que comen y la nocturnidad con que agreden) son impuestos privados y nada públicos que cobran de manera nefanda e ilícita -usura, en terminología legal- por operaciones que ofrecen gratis a clientes millonarios y que ING direct incluso retribuye a sus clientes; pero nadie se queja, ni siquiera sale la noticia en teúve, ocupada como está en publicitar sus mierdas políticas y productivas, cuestiones tan importantes como las futboleras. Y dejémos ya los excrementos, que bastantes hemos tenido por hoy.