jueves, 13 de agosto de 2015

El peor tugurio de España

Se puede caer bajo, pero lo más hondo es una pensión de Barcelona que llamaremos Almerdi; si algo os suena en el nombre, apenas desfigurado: es mejor dormir en las cloacas. Como nadie se atreve a albergarse en esa infrachabola cuando todo lo demás está cogido en temporada alta de turismo, siempre dispone de plazas; por eso solo los desesperados se encierran allí. Y aunque las de la rua de ma fama de Cais do Sodré (Lisboa) te puedan hacer dudar (solo un momento); no hay rincón más infecto en los muelles de Odessa o Málaga; y que no me mencionen el Soho o Pigalle, porque la de Barcelona es el horror, el horror.

Al llegar te topas de manos a boca con una capa de mugre sedimentada de varios centímetros de grosor, ya incluso en el portero automático de la pensión; te entra grima de tocar nada, no seas que pilles la tuberculosis hiperresistente, la hepatitis o el sida. Nada más entrar te saludan paredes más desolladas que desconchadas y una escalera estrecha y lúgubre, de barandillas tambaleantes, por la que hubo que cargar con un maletón hasta el sexto piso, mientras Gollum, o más bien la desdentada momia recepcionista que lo sugería, nos indicaba en bata dónde estaba nuestro cubículo u hoyoi. Ya en la "habitación" se te cae el alma a los pies y no vuelves a recogerla: las paredes tienen sus propios estratos de guarrería, el suelo no da pie a que andes descalzo, la puerta del armario rota, y el sistema de seguridad de la habitación es un triste pestillo mal sujeto por dos tornillos sin pomo en la puerta, reservados para suites de lujo, supongo... Dormir en las tablas de la cama sería, porque nadie querría aprobar la tortura, como sobre un saco de patatas: bultos por todas partes y pinchazos a cada movimiento, pues en eso que llaman colchón los muelles padecen problemas de personalidad, nadie sabe por qué extraño magreo o maltrato. En cuanto al baño, externo, una pastilla de jabón gastada para todos los inquilinos del hostal que nadie sabe cuántos culos habrá visto y con vello púbico visible... No nos atrevimos a tocarla; es más, a la puerta del baño había que echarle ganas para abrirla, por no decir cuatro patadas para salir de allí y abrirse paso, saliendo al aire como la cabeza de la tortuga. 

En el suelo de ese baño se deben haber criado nuevas especies de moho. Lavarse los dientes con el agua de los grifos de esta pensión supone dejarlos más sucios que antes y las toallas se mueven solas, creo que no por vida paranomal, sino de la otra; son tan ásperas y sucias que te podrías exfoliar la cara...  Tal vez, sí, para pulir diamantes de sangre.

En suma, podría decirse que es de esos lugares donde sabes que no ha muerto gente, sino reside allí, o donde te despiertas, si logras dormir, confuso y dolorido en una bañera con hielo, pero con un riñón menos. No la recomiendo en absoluto; las fotos de la web más falsas no pueden ser, y cualquiera que lea los comentarios de las víctimas en Internet solo podrán hacerse una magra idea: quien entre allí, abandone toda esperanza. 

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