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domingo, 5 de mayo de 2024

La cultura mexicana está avasallando a los estadounidenses

José Luis Ávila, en El País, 5 de mayo de 2024, "Zyanya Mariana Mejía y el Cinco de Mayo: “Los estadounidenses están siendo avasallados por la cultura hispana”

¿Fiesta de estereotipos o puente cultural entre México y Estados Unidos? EL PAÍS conversa con la escritora, poeta y académica mexicana sobre las distintas lecturas de una celebración que tiene mucho que ver con los dolores de la migración

Cada Cinco de Mayo en Estados Unidos la fiesta tiene un motivo: México. Se conmemora el triunfo del desaventajado ejército mexicano frente a las tropas francesas en la Batalla de Puebla de 1862, cuando el emperador Napoleón III pretendía apoderarse del territorio de la ex colonia española e imponer a Maximiliano de Austria como gobernante. Las tropas comandadas por el general Ignacio Zaragoza ganaron la batalla, pero no la guerra. Maximiliano se convirtió en emperador de México hasta que el país logró recuperar su independencia tres años después.

Es un hecho histórico que tiene un fuerte mensaje antiimperialista abrazado por los mexicanos nacidos o inmigrantes en Estados Unidos a mediados del siglo XX. El tiempo pasó, y distintos factores hicieron de esta efeméride una fiesta bicultural, que hoy también está impulsada por las fuerzas del mercado. Bloomberg publicó que ese día las ventas de cerveza superan los 745 millones de dólares, y no cualquiera, cerveza mexicana. También 68.5 millones de toneladas de aguacate se venden para preparar guacamole.

Este acontecimiento de los mexicoestadounidenses no ha estado desprovisto de polémicas porque en años recientes ha aumentado la animosidad política en torno a la inmigración. Los no latinos que se suman a la celebración muchas veces lo hacen promoviendo estereotipos o mofándose de la cultura mexicana. En 2017, se celebró en la Universidad de Baylor (Texas) la fiesta Cinco de Drinko, a la que los estudiantes asistieron disfrazados de sirvientas y trabajadores de la construcción. También son varios los programas de la televisión estadounidense que han sido señalados por difundir comentarios o representaciones fuera de lugar. Se ponen un poncho, un sombrero y una margarita en mano para caricaturizar a México. En este sentido, analizamos el tema con la académica, escritora y poeta, Zyanya Mariana Mejía, maestra en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México y doctora en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana.

Pregunta. ¿Cuál es el verdadero origen de la festividad del Cinco de Mayo en Estados Unidos?

Respuesta. Después de la guerra, el movimiento chicano influyó en ‘Tin Tan’ y este en el movimiento. Su traje de pachuco va a regresar a Estados Unidos como una identidad mexicana. En los años 60, se produce otro movimiento chicano muy importante, registrado en varios cómics, que se va a extender hasta los 70. El recuerdo de la batalla de Puebla como una festividad muy importante está vinculada a estos movimientos que ocurren del otro lado de la frontera, por eso en México no es relevante.

P. ¿Cómo se vincula el éxito de la cerveza Corona en Estados Unidos con el posicionamiento de la fiesta del Cinco de Mayo en Estados Unidos?

R. En los ochentas, los Estados Unidos cambiaron su economía. Comienza la globalización, que alcanza su apogeo en los noventas. Ello implica que el mercado comienza a hablarle a una serie de minorías y exaltarlas. Ocurrió un fenómeno muy interesante. No tengo un libro al respecto, pero he podido constatarlo en otras expresiones de la cultura pop. Los norteamericanos para desplazar a las comunidades afroamericanas ensalzaron a los hispanos. Desde el punto de vista económico, el grupo más poderoso de la comunidad latina en Estados Unidos es el mexicano. Todo esto tiene que ver con la fiesta del Cinco de mayo y su relevancia.

P. Sin embargo, en los últimos años la fiesta del Cinco de Mayo ha generado toda clase de antipatías hacia lo hispano en Estados Unidos...

R. Estoy convencida que lo simbólico tiene raíces económicas. Obama trató de incluir a los mexicanos, y lo digo entre comillas porque fue el presidente que más mexicanos deportó. No lo hizo en el discurso, pero sí en términos fácticos. Trump, por su parte, sí tuvo una línea discursiva en contra, pero los expulsó en menor medida, aunque de forma simbólica eliminó el español de toda la comunicación oficial de la Casa Blanca. La última academia de la lengua castellana que se funda en América fue en Estados Unidos porque es el segundo idioma que más se habla en ese país. Si consideras que los hispanos nos reproducimos más que los Wasp (como se le conoce al grupo de blancos anglosajones y protestantes de clase alta estadounidense), y le añades que muchos estadounidenses jóvenes están viviendo fuera del país, en México y toda América Latina porque aquí tienen mejor calidad de vida, quienes se quedan son una población que no quiere a los blancos. La política de persecución hacia estas minorías responde mucho al miedo de ser desplazados culturalmente por eso atacan los símbolos de lo hispano.

P. ¿Hablamos de racismo?

R. La cultura Wasp, la cultura europea y la cultura occidental en general tienen a valorar la seriedad. Hay que recordar que en la Edad Media, reírse era una cosa de niños idiotas y de locos. La gente valiosa no se reía. Pero qué crees, en México nos reímos hasta de la muerte. Tenemos ideas muy diferentes de lo que es la risa o a la seriedad. Por otro lado, en la serie Modern Family, el personaje de Sofía Vergara es el arquetipo de lo que piensan los norteamericanos y la cultura Wasp de los latinos. Las mujeres tienen curvas y son más inteligentes que ellos, aunque no sepan hablar bien inglés y sus familiares sean narcos. Crear este arquetipo de manera mediática te dice que sí son racistas, pero están siendo avasallados por la cultura hispana.

El personaje de Sofía Vergara es el arquetipo de lo que piensan los norteamericanos y la cultura Wasp de los latinos. Las mujeres tienen curvas y son más inteligentes que ellos, aunque no sepan hablar bien inglés y sus familiares sean narcos. Crear este arquetipo de manera mediática te dice que sí son racistas

P. Entonces, ¿la fiesta del Cinco de Mayo podría leerse como una conquista de la cultura mexicana en Estados Unidos? ¿Ha producido un puente entre ambos países?

R. Un puente, no. Con la llegada de López Obrador hay un reconocimiento con bemoles, contradicciones y claroscuros, de estas minorías mexicanas que tienen el deseo de regresar al país como ‘vencedores’. No se volvieron gringos, aunque ya no son mexicanos tampoco. Es muy curioso. No se asumen como Wasp, pero se sienten más cercanos a México. Por eso subieron las remesas, y fiestas como las del Cinco de Mayo se han vuelto tan relevantes. Sin embargo, tienes a la banda enfrentándose a la gentrificación en Mazatlán, o en la colonia Roma de la Ciudad de México, ya se dice: “Si quieres que acabe la gentrificación, ponle más chile a la salsa”. Existe la necesidad de recuperar una intensidad que la cultura Wasp no puede soportar, y la fiesta del Cinco de Mayo es de una intensidad brutal. El escritor chileno Roberto Bolaño, que llegó a vivir en México, decía que la cultura mexicana es muy vital y de allí su relación con la muerte. Quizás eso también tenga que ver.

P. ¿Asociar la fiesta del Cinco de Mayo con la borrachera y el baile forma parte de una falsa moralidad?

R. Los franciscanos señalaban a los mexicas de honrar la pobreza porque fueron incapaces de ver la austeridad bélica. Goethe cuando estuvo en Italia dijo que la sensualidad de los italianos le encantaba y le aterrorizaba a la vez. Creo esta es la misma lógica de los norteamericanos. No es la primera vez que ocurre. Colón deseaba los cuerpos desnudos de los indígenas, pero los acusaba de caníbales. La cultura Wasp desea y teme a la cultura hispanoamericana. Estoy convencida que la fiesta del Cinco de Mayo, que va de convocar a los mexicanos nacidos en Estados Unidos o inmigrantes, es una forma de decir ‘estamos vivos’ a pesar de los muertos que dejé en el desierto. Al mexicano no le importa mucho lo que esté festejando porque sabe que la fiesta es transitoria. Si se llama 15 de septiembre, Cinco de Mayo, Día de Muertos, no nos parece importante, lo relevante es el ritual, este sí es eterno.

P. ¿Fiestas como las del Cinco de Mayo se convierten en formas de reivindicar el duro golpe de la migración?

R. Confucio decía que la salud de una sociedad radicaba en darle sentido a sus rituales. Para el mexicano beber y bailar es regenerar los lazos sociales, los vínculos con la comunidad, incluso solucionar lo que haya que solucionar, por eso muchas celebraciones terminan en pleitos. También la fiesta está asociada al capitalismo, la venta de cerveza y comida mexicana, pero nuestra cultura no necesita expresarse en Estados Unidos a través de una fiesta. Los restaurantes más caros de ese país son mexicanos. Hemos alcanzado un nivel de notoriedad que ya no necesitamos de una efeméride. De todas todas, la relación de Estados Unidos con México es muy ambivalente. Hay una idea de cultura vieja que ve al joven nuevo, que económicamente es más fuerte, pero no mejor que tú.

P. ¿Qué opinas de los miles de estadounidenses que se están mudando a México?

R. La mayoría de estos nómadas digitales quieren vivir en México, pero sin mexicanos. La cultura Wasp, sobre todo la generación que vino después de la caída del Muro de Berlín, se ve así misma como la única potencia y la mejor, pero crecieron y se dieron cuenta que la economía de su país ya no es la misma. Se mudan a la Roma para vivir como en Brooklyn, pero sin que les cueste como en Brooklyn. No les interesa la cultura sino perseguir un nivel de vida que ya no pueden tener en Estados Unidos y creen merecer. Si no aprenden a vivir y respetar la cultura de los mexicanos, habrá enfrentamiento. La gente está dejando de ir a la Roma o la Condesa porque ya no parece México. Hay mucho hartazgo.

domingo, 14 de abril de 2024

Entrevista a Joan Baez

Entrevista de Carlos Marcos a Joan Báez, en El País, hoy 14 de abril de 2024, "Joan Baez revela lo que nadie sabía sobre su vida: “Fue devastador contarlo, pero ahora estoy en paz”

La veterana cantante destapa en un documental que sufrió abusos de su padre, que empezó con terapias con 16 años o que estuvo enganchada a los ansiolíticos. “Tengo más de 80 años y quiero dejar algo sincero”, dice a este periódico

Joan Baez asegura que sufrió abusos por parte de su padre cuando ella era una niña. A Joan Baez la llamaban “mexicana idiota” en el colegio. Joan Baez empezó a ir a terapia con 16 años. Joan Baez estuvo ocho años enganchada a los ansiolíticos. Joan Baez salió horrorizada de su noviazgo con Bob Dylan. Joan Baez tenía una relación con su hermana Mimi, también cantante, basada en el poder y los celos. Joan Baez tuvo una pareja mujer durante dos años. Joan Baez padeció Trastorno de Identidad Disociativo, neurosis y ataques de pánico durante décadas.

Joan Baez (Nueva York, 83 años) sonríe desde su casa de Los Ángeles en una charla por vídeo con este periódico cuando se le pregunta por qué ha decidido abrirse en canal y contar al mundo todo esto que solo sus íntimos (si acaso) conocían. “¿Sabes? Tengo más de 80 años y quería dejar algo sincero. Di las llaves de mi intimidad a Karen [O’Connor, cineasta] y ya no había vuelta atrás. Si quería cambiar algo desesperadamente ya había tomado la decisión y no podía volver atrás”. La cantante habla del documental Joan Baez I Am Noise, un palpitante recorrido por su vida donde la activista se desangra viajando a las oquedades de su alma. La cinta, de casi dos horas, se estrena en el BCN Film Fest el 23 de abril y en salas desde el 26 del mismo mes.

Baez habla sentada en el salón de su hogar, donde se ven cuadros y una chimenea. Lleva gafas, el pelo corto y blanco y exhibe un semblante apacible con momentos en los que estalla la carcajada y otros en los que se pone a cantar en español, aunque ella no lo hable. Se nota que se ha quitado un peso de encima contando su historia más recóndita. “Cuando estuvo terminado el documental lo vi unas 10 veces y no sentí nada. Entonces me di cuenta de que lo veía protegiéndome, porque hay demasiada tristeza y confesión. Entonces, un día, me relajé, cociné unas palomitas y me senté a verlo. Fue devastador, pero ahora estoy en paz”.

Aparte de las crudas confesiones, el documental traza una panorámica de la gigantesca figura cultural de Baez, con una carrera que abarca seis décadas y que la convirtieron en la gran dama del folk social y en figura relevante de la contracultura de los sesenta. Fue ella la primera que dio una oportunidad a Bob Dylan. Sin su olfato para detectar el talento del creador de Blowin’ In The Wind, es muy posible que Dylan hubiese tardado más en explotar. “Estaba en el Gerde’s Folk City, en Nueva York. De pronto, apareció en el escenario un chico andrajoso a más no poder y empezó a soltar sus letras. Me dejó petrificada. Su talento me embriagaba como una droga. Yo le llevaba a los conciertos, le invitaba a subir y la gente le abucheaba. Yo les decía: ‘Por favor, escúchenle’. No tardaron mucho en cambiar de opinión”, cuenta. Formaron un dúo arrebatadoramente atractivo. “Él necesitaba una madre, alguien que le bañara y le cantara canciones. Y yo necesitaba cuidar a alguien”, cuenta.Tuvieron una relación que acabó cuando Dylan, ya subido al éxito, llegó a Londres en 1965 y ella lo acompañó. “Creo que lo que le pasó a Bobby cuando se hizo famoso fue que pasó página y se alejó de todo el mundo. Fue un cambio muy brusco”, cuenta en el documental. Y añade: “Tanta droga y tanta virilidad no iban conmigo. Ellos estaban en otra dimensión, yo era la rarita del folk que los acompañaba. No pintaba nada allí. Fue horrible”.

Baez se hizo famosa de la noche a la mañana. En 1959, con 18 años, actuó en el Netwport Folk Festival y todo cambió. “Por la razón que fuera, tenía la voz adecuada en el momento adecuado. Y eso me catapultó a la estratosfera”, señala. Mucho antes, su padre, Albert Baez (un relevante físico mexicano, coinventor del microscopio de rayos X), había inculcado a Joan y a sus dos hermanas una conciencia social. “Mi padre nos llevaba a muchos lugares para que viéramos que todos éramos iguales. Nos hacía reflexionar sobre la brecha entre ricos y pobres”. Su madre, irlandesa, era una recalcitrante pacifista. Ese fue el germen de la Baez comprometida. Los cinco formaban una familia de cuáqueros.

Ya muy popular, Baez estuvo en todas. El documental muestra imágenes de ella en manifestaciones junto a Martin Luther King, en protestas contra la guerra de Vietnam, llevando de la mano a la escuela a niños negros mientras miembros del Ku Klux Klan les intimidaban ocultos en sus capirotes… Hay momentos emocionantes, como cuando madres negras, segregadas y pobres, abrazan a una joven Baez por derrochar tanto coraje en su defensa. Mientras, la cantante lidiaba con sus problemas psicológicos. Cuando una adolescente Joan acudió al primer psicólogo, este les advirtió a los padres: “Su hija carga con numerosos problemas emocionales, sensación de insuficiencia, complejo de inferioridad. Los síntomas podrían deberse a un trastorno psicológico y emocional”.

“Estábamos todos demasiado locos como para hablar de salud mental”, reflexiona hoy la artista. “Eran los 60, con una combinación loca de cosas: Vietnam, el servicio militar obligatorio, la lucha por los derechos civiles… Lo bueno es que si eras músico estabas todo el día ocupado. No tenías tiempo para otras cosas”. Habla durante I am noise de su “eterna condena”: pagar por disfrutar. “Sabía que después de disfrutar de un buen momento, iba a venirme abajo. Y así en un bucle infinito”. Aunque muy atenuado, afirma que todavía perdura.

La acogedora y potente voz Baez conformó la banda sonora de las marchas y manifestaciones en los sesenta de la lucha por los derechos civiles con canciones tradicionales como We Shall Overcome, Oh, Freedomo All My Trials. También con versiones de temas de Dylan, como A Hard Rain’s A-Gonna Fall, When the Ship Comes In o Blowin’ In The Wind. Reconoce que el activismo pasó a ser una adicción. Se sentía mal cuando no tenía ninguna causa que defender. Y entonces la guerra de Vietnam terminó. Y ahora qué. Liberada de ese peso, en 1975 publicó un álbum no político, el que está valorado como su mejor trabajo, Diamonds and Rust. La canción que da título al disco ofrece una disección poética, unas veces cruel, otras romántica, de su relación con Dylan.

Baez confiesa hoy que ha hecho las paces con Dylan “espiritualmente”, ya que “hace décadas” que no tienen contacto. “No estoy molesta. Tuve lo mejor de él. Nos dio mucho con sus canciones. Cuando sentí que lo malo se había derretido, le escribí una carta. Le dije: ‘Gracias por los años sesenta, qué canciones escribiste. Gracias por nuestra relación. Lo único que siento ahora es gratitud”, cuenta. Todavía está esperando una respuesta. Ella es cuatro meses mayor que él.

Cuando la artista dice que para realizar el documental dio las llaves de su intimidad se puede interpretar de forma literal. Baez guarda en un cuarto de su casa cientos de recuerdos, entre ellos las casetes con las grabaciones en voz de las sesiones de terapia de toda la familia. Con 50 años, la cantante se sometió a una sesión de hipnosis para rescatar sus recuerdos. Lo hizo en parte empujada por su hermana Mimi, que le desveló que había sufrido abusos por parte del padre. En 1991, Baez escribió una brutal carta a sus padres, que desvela en el documental: “Queridos papa y mamá. Ha llegado la hora de contaros la verdad, que me he negado a deciros hasta ahora...”. Entonces acusa a su progenitor de haber abusado de ella. Albert, el padre, se defendió: “Hay muchos casos de psiquiatras que ayudan a recordar a sus pacientes cosas que no ocurrieron. Se llama síndrome de la mentira falsa”. Y Baez responde en el documental: “Nunca estás segura del todo, pero así es el proceso de recuperación. No puedes saber lo que pasó exactamente. Pero tengo dos dedos de frente y sé que ciertas cosas pasaron de verdad, otras solo a medias, y otras son conjeturas. Pero, aunque el 20% fuera real, fue suficiente para causar los estragos que causó. Solo que no tengo pruebas”.

La artista cuenta hoy con un rostro que proyecta bondad que ha perdonado a su padre. “Fue difícil y me llevó tiempo, pero sí, le perdoné. Recuerdo llevarle a pasear en una silla de ruedas cuando él ya tenía más de 90 años [murió en 2007 con 94 años]. A mí no me gustan los musicales, pero a él mucho, así que me acordé de uno, paré la silla y se lo canté. Le dije: ‘Esto es lo mejor que puedo hacer ahora mismo’. Tengo una carta de él enmarcada que me escribió en esa época, cuando era muy mayor. Dice: ‘Me levanta el ánimo cuando te veo’. Esas cosas bonitas no las decía cuando era joven, pero de mayor las dijo”. De la foto familiar de cinco miembros (los padres y las tres hijas) solo queda ella.

Responde con humor a cómo consiguió librarse de su adicción de ocho años a los ansiolíticos: “Bueno, en realidad el responsable de que lo dejara fue el presidente Carter. Prohibió esas pastillas maravillosas y ya no las podía conseguir en ningún sitio, así que las dejé”.

Joan Baez se retiró de las giras en 2019. Desde entonces solo se ha subido a un escenario para tocar una o dos canciones en conciertos benéficos. Esta foto pertenece al último, el 26 de febrero pasado en el Carnegie Hall de Nueva York, por el Tibet. 

Joan Baez se retiró de las giras en 2019. Desde entonces solo se ha subido a un escenario para tocar una o dos canciones en conciertos benéficos. 

Ella, que luchó tanto por las injusticias, asiste hoy pesarosa a la peligrosa deriva mundial: “Creo que nadie podría haber escrito un mejor guion sobre el ascenso del nuevo fascismo. Nunca pudimos imaginar que ese idiota de Trump, aupado por unos seguidores que deben ser aún más estúpidos que él, llegara al poder. Yo lo llamo avalancha maligna e intento evitarla encontrando mi lugar. Una de las cosas principales para mí es estar en paz en el lugar donde vivo. Me refiero al tema del calentamiento global. Miro por la ventana y veo y escucho a los pájaros. Oh, dos tercios de los pájaros ya no están. Si dejo que eso me rompa el corazón, me quedo inmóvil y no puedo seguir. Así que salgo al campo, me siento y trato de escuchar al único pájaro. No espero a todo el coro. Es solo uno, pero muy hermoso”.

Baez se retiró de las grandes giras en 2019, precisamente en España, Madrid, en un concierto delicioso en el Teatro Real donde la acompañó a la percusión su único hijo, Gabriel Harris (54 años), fruto de su matrimonio con el activista David Harris, fallecido en 2023. “No echo de menos las giras. Hice muchas y es agotador. Desde entonces solo he subido al escenario alguna vez para tocar una o dos canciones. Suficiente”. Se levanta temprano, hace la cama, practica gimnasia (luce muy en forma), medita, desayuna los huevos frescos que le dan sus propias gallinas y se pone a trabajar en un libro de poesía que publicará pronto. Y baila. Le encanta pasear sola por el campo, con su perro. Se pone en los auriculares a los Gipsy Kings y baila. Hasta que aparezca el único pájaro cantor.

martes, 19 de septiembre de 2023

Entrevista al Dr. Raymond J. Moody sobre la muerte

Entrevista de Sara Vazquez a Raymond J. Moody, "Psiquiatra, filósofo, médico y especialista en experiencias cercanas a la muerte", La Opinión de A Coruña, 2- XI-2011:

Raymond Moody: "Pitágoras aseguraba recordar ocho de sus vidas pasadas". "Cuando alguien tiene una experiencia cercana a la muerte, siente que está volviendo a la realidad y esta realidad que ahora conocemos, en comparación con la otra, les parece el sueño"

 -¿Cómo cambian las personas al vivir experiencias cercanas a la muerte?

-La gente siente que el propósito original, primigenio, de la vida es aprender a amar. También se convencen de que lo que llamamos muerte es una transición hacia otra realidad.

-¿En todos los casos que ha estudiado la gente regresa de una muerte clínica con recuerdos así o no todos viven estas sensaciones?

-Algunos se acuerdan y otros no. Es curioso que no sabemos por qué hay gente que se acuerda y otra que no. No tiene nada que ver con la edad del paciente, porque gente muy joven y gente muy mayor tiene esas experiencias; tampoco con una enfermedad o herida concreta que les lleve a ese estado; tampoco si eran religiosos o no. Después de muchos años de investigación por muchos doctores en todo el mundo, todavía no hemos sido capaces de identificar por qué algunos sí tienen estas experiencias y otros no.

-¿Las sensaciones y visiones están condicionadas por factores culturales o religiosos?

-Eso es lo que uno piensa de forma abstracta, pero en realidad parece que no. Hay gente que experimenta estos fenómenos en China, Japón, África, en toda Europa y Norteamérica. Y allá donde voy, la narración que hacen es la misma. En todas las culturas dicen que les resulta muy difícil explicarlo con palabras, así que toman prestada terminología de su propia cultura, de su propia religión. Aun así, dicen que lo que narran no es adecuado. Incluso gente con muchos estudios dice que todo es más de lo que se puede explicar con palabras.

-Entonces, ¿no toda la gente que experimenta esto es religiosa?

-No. Tenemos muchos, muchos, muchísimos pacientes que antes de tener esta experiencia no tenían ningún tipo de creencia religiosa.

-¿Y después, sí?

-Sí. Después, la gente vuelve con la convicción de que la vida existe después de la muerte. Aquellos que antes de esta experiencia eran religiosos dicen que han aprendido que no hay ninguna religión particular que tenga ningún monopolio al respecto. Que después de esto sienten que la denominación religiosa o una ideología concreta no tiene ninguna importancia.

-¿Usted es religioso?

-No, no per se. Yo no nací en una familia religiosa, pero a pesar de eso, a lo largo de mi vida, he llegado a aceptar que existe un dios, pero no por creencias religiosas, sino llamémosle una maduración personal de mi proceso de crecimiento. Pero para mí la noción de dios no se conecta con ninguna religión en concreto.

-¿Qué similitudes hay entre estas experiencias y soñar?

-Un montón. De hecho, como todos sabemos, cuando la gente se despierta por la mañana y vuelve a la consciencia, sienten que están volviendo a la realidad. En contraste, los sueños parecen muy poco reales e incoherentes. Pero, cuando alguien tiene una experiencia cercana a la muerte, siente que está volviendo a la realidad. Desde su punto de vista, esta realidad que ahora conocemos en comparación con la otra les parece el sueño. Dicen que el estado de consciencia en el que se entra parece hiperreal en comparación con este. Más real y más coherente que la realidad diaria de nuestro estado de vigilia. En Occidente, Platón ya habló de esto. Decía que el mundo de después de la vida es más real que el mundo real; que, después de esa experiencia, esto parece irreal comparado con aquello.

-Usted creó un instituto para estudiar el contacto con muertos mediante cristalomancia.

-Plutarco o Heródoto los describen en su obra, y Sócrates y muchos de los filósofos antiguos se supone que trabajaban en estos oráculos. Los científicos pensábamos que era o leyenda o fraude. Pero en los años 70, encontraron e hicieron excavaciones en el más famoso de los oráculos y con base en los hallazgos arqueológicos y a antiguos documentos griegos, yo fui capaz de recrear la estructura de cómo funcionaba aquello. Pedí a mis alumnos de Psiquiatría que se graduaban y a mis colegas médicos que participasen en el experimento. Y descubrimos que la gente tenía experiencias vívidas tridimensionales y casi apariciones vivas de los muertos.

-¿No puede ser autosugestión o imaginación?

-¿Qué es imaginación? Para mi gran sorpresa, la gente que tiene esta experiencia lo narra como un suceso real. Esto no prueba que lo sea, pero es bastante sorprendente que así es como la gente lo siente. Aunque las preguntas de si es real o es imaginación probablemente están más allá de la determinación real de la lógica.

-Conoce a gente que afirma haber vivido otras vidas.

-Sí. De nuevo tengo que remontarme a la Filosofía antigua. Pitágoras y Platón eran reencarnacionistas. Pitágoras afirmaba recordar ocho de sus vidas pasadas. Yo creo que es un mito que la reencarnación viene importada de las culturas orientales; lleva en la cultura occidental desde los primeros tiempos. Muchos de los grandes filósofos, incluyendo al gran escéptico, David Hume, en el siglo XVIII, dicen que la única posibilidad coherente de que exista la vida después de la muerte era la posibilidad de volver a nacer en otro cuerpo. Pero por supuesto hay otras teorías.

-¿Es posible diferenciar a un médium de un impostor?

-La gente debe tener mucho cuidado. Sí, hay técnicas de mentalistas que pueden convencerte de que saben cosas de ti que no pueden saber. Pero aparte de trucos, creo que hay individuos que parecen tener un talento extraordinario. De hecho, sabemos que hay niños que nacen con este talento, que afirman hablar con espíritus y ver ángeles. Y para los padres son niños felices, totalmente normales psicológicamente.

-¿Existen los ángeles?

-No tengo ni idea.

-Pero sí hay gente a la que usted da credibilidad que dice haberlos visto. Y a fantasmas.

-Sí. Y muchos estudios médicos han mostrado que un porcentaje alto de gente que ha perdido a un ser querido ha tenido apariciones de sus seres queridos. Y en Psiquiatría esto lo vemos totalmente normal, es parte de un ser humano y algo que nos conecta con la antigüedad. Y solo resulta chocante que la gente aún considera esto algo muy personal y de lo que no se habla abiertamente por si les juzgan mal.

lunes, 24 de julio de 2023

Entrevista con el hijo y editor de Rafael Cansinos Asséns.

 Alfredo  Valenzuela entrevista al hijo único de Rafael Cansinos Asséns, su homónimo Rafael Cansinos, «A Borges le fascinaba el parentesco entre mi padre y Rita Hayworth», en Abc de Sevilla, 21 de  mayo de 2006:

Hijo del mítico escritor sevillano Rafael Cansinos Assens y pariente de la legendaria Rita Hayworth, el editor Rafael Cansinos ha emprendido la edición de obras inéditas u olvidadas de su padre, como «Bellezas del Talmud» o su traducción de «Risa roja», de Andreyev

-¿Cuál es el mejor recuerdo que guarda de su padre?

-Su obra. Cuando murió yo tenía solo seis años. Su obra me habla hoy.

-Los escritores tienen mala fama como padres, ¿qué tal fue el suyo?

-Trabajó mucho hasta el final de sus días. Su territorio me estaba vedado hasta que llegaba la noche. Creo que es una historia muy repetida en las biografías infantiles.

-¿Relee sus obras con frecuencia?

-No, con frecuencia no, pero sí releo cosas porque trabajo con ellas, preparando ediciones y cosas así.

-¿Cree, como decía Borges, que su padre fue uno de los más grandes escritores de nuestra cultura?

-Durante mi juventud pensaba que no, me había hecho a la idea de que mi padre era uno de tantos, pero un día me lo dijo Borges en persona, y pude comprobar que lo decía en serio.

-¿Alguna vez ha presumido de ser sobrino, aunque lejano, de Rita Hayworth?

-Ya que me ha citado a Borges le contaré que este parentesco a él le fascinaba. Yo le oí cantar canciones de Gilda. Me preguntaba con un interés infantil, de mitómano, si yo conocía a Rita, si la trataba. Le expliqué que Rita, aunque vivía, estaba muy malita y ya no pertenecía a este mundo. Esto le apenó mucho. Con estas cosas se nace, no es ningún mérito del que uno pueda vanagloriarse. La familia de mi abuelo no tenía muy buen concepto de la del padre de Margarita, por ser gente de la farándula. Ya ve usted las vueltas que da la vida. Esta maravillosa actriz norteamericana nos ha quitado para siempre a todos los «Cansino» la pole position del apellido familiar. Aunque eso sí, Borges, además de canciones de Rita, se sabía de memoria fragmentos enteros de obras de mi padre.

-¿Qué sintió cuando Sevilla, por fin, le dedicó una calle a Cansinos Assens?

-Perplejidad, me enteré cuando ya estaba inaugurada. Creo que se organizó una grimpola entre el Ayuntamiento y algunos intelectuales sevillanos por la localización de la calle. Me tenían que haber consultado. La calle de Cansinos Assens debería haberse situado en la zona de la Alameda, en el entorno de la calle Tinaja, que fue donde transcurrió la infancia del escritor. Todos descartaron esta zona por ser desde hace mucho un espacio de prostitución y de trapicheo. Un error garrafal: era el lugar más adecuado por muchas razones.

-¿Qué otras cosas cree que se deberían hacer para restablecer su memoria?

-Desde la Fundación-Archivo Rafael Cansinos Assens vamos a coordinar muchas acciones.

-¿Queda mucho inédito de Cansinos?

-Muchísimo.

-¿Y se irá publicando todo eso?

-En forma de libro solo una parte. La otra también la conocerán los investigadores, o cualquier lector curioso, en el website de la Fundación.

-¿Cree vigente la obra crítica de Cansinos?

-No entiendo mucho de esto. Ahora los universitarios están muy interesados en este tipo de crítica impresionista que hacía Cansinos. Hay incluso quien la valora por encima de la académica.

-¿Rescataría la obra de algunos de los escritores que desfilan por las memorias de su padre de los que hoy permanecen olvidados por completo?

-Dentro del proyecto Arca Ediciones quizá rescatemos alguna obra de estos olvidados, pero de momento vamos a publicar solo títulos que consideremos comerciales. Por eso hemos empezado con la antología hebraica Bellezas del Talmud, y con la Risa roja de Andreyev, una novela que denuncia el horror de la guerra.

-¿Cree usted en las raíces hebraicas de su familia, como postulaba su padre?

-Sin ánimo de ofender a todos aquellos a los que les molesta el judaísmo de mi padre, y buscan argumentos para negarlo, minimizarlo o ridiculizarlo, la mayoría porque no les gusta ver a Cansinos en el lado semita, le diré antes que nada que los judíos sienten veneración por sus antepasados y están siempre presentes en sus vidas y en su recuerdo y forman parte de su ser como pueblo. Su pregunta precisa también de una aclaración: estar en la línea de descendencia de hebreos no significa absolutamente nada, y mucho menos lo convierten a uno en judío. Hay que ser serios con estas cosas para no herir los sentimientos de los judíos ortodoxos. Mi padre era judío por convicción, y así le aceptan como uno de los suyos los judíos laicos e incluso muchos ortodoxos. El que tuviera antepasados judíos, como muchos españoles, no es relevante, aunque yo sí creo en ello, como creía él basándose en evidencias, y, por supuesto, no tengo ningún inconveniente en reconocer que me siento ligado a esa pertenencia y orgulloso de la misma.

-Jesús Pardo, en sus memorias, insinúa que Cansinos traducía a los rusos ayudándose de la traducción al francés, ¿cree que se trata de una maledicencia?

-Jesús Pardo, cuando conoció a Cansinos, era sólo un currinche de veintipocos años y, por los datos que da sobre la casa en la que nací, me parece que no le dejaban pasar mucho más allá del recibidor. Dice que un día visitó a Cansinos y éste tenía encima de una mesa una traducción del ruso a medio hacer, con la edición original rusa a un lado y al otro una versión francesa. Le puedo aclarar a Pardo, por la fechas de las que habla, que el autor que traducía era Andreyev, y que los originales que utilizó están reseñados, sin mayor secreto, en la introducción de Cansinos a las Obras Escogidas que publicó Aguilar en 1955. Yo no diría que Pardo sea un malediciente, porque todo esto forma parte del juego de sus memorias y porque esa maledicencia no es suya, se ha contado ya varias veces, aunque sí añade abono pestífero. Es impensable que Cansinos entrara en un juego de superchería. Su categoría moral estaba muy por encima de esas bobadas. Leyendo las portadas, las introducciones y las notas a sus traducciones es muy fácil seguir su procedimiento como traductor. A él no le costaba nada explicar que traducía a veces del francés o del inglés, y exponía los motivos.

-También dice Pardo que su padre alardeaba de sus veinte idiomas...

-Me temo que don Jesús se confunde en esto también, ya que no eran veinte, sino setenta las lenguas en las que mi padre podía saludar al sol. Conociendo su falta de vanidad, estoy seguro de que era rigurosamente cierto. La obra de Pardo es muy buena literatura, pero él es un periodista que ha oído demasiadas campanas a lo largo de su vida para que ahora nos las cuente todas de seguido con visos de verosimilitud.

viernes, 21 de julio de 2023

Entrevista con Alaska

Paloma Simón entrevista a Alaska: “Yo soy un maricón, pero lo de musa gay es muy injusto porque habrá gais a los que yo no les guste”, en Vanity Fair, 12 de junio de 2023:

Cantante, musa de la movida madrileña, estrella de la televisión, de la radio y de la telerrealidad, fan de Bowie y arqueóloga de lo rosa, Alaska es una de esas personas a las que merece la pena oír, ver y celebrar. Su 60º cumpleaños es la excusa perfecta para hacerlo.

“Yo me fijé en ellos por cómo iban, por las gafas de sol; ellos se fijaron en mí porque llevaba una camiseta de Kiss, unas gafas de sol. Era evidente que esos dos cosmos iban a chocar”. En 1977 Alaska (Ciudad de México, 1963) deambulaba por el Rastro con su amigo, el artista Fernando Márquez, el Zurdo, cuando se pararon en un puesto en el que dos jóvenes vendían singles que tenían por casa y unos cantos rodados en los que pintaban “cosas abstractas”: Carlos Berlanga y Nacho Canut. “Nos conocimos, ese día montamos un grupo —Kaka de Luxe—. Y, con Nacho, hasta hoy”, recuerda de forma precisa pero sin rastro de nostalgia. “No. Yo no echo de menos mis 14 años. Ya. Nadie en su sano juicio lo haría. No añoro ni ese ni ningún otro momento de mi vida”, asegura la cantante, presentadora, actriz, cronista de sociedad y la primera española en triunfar con su propio programa de telerrealidad, Alaska y Mario, que emitió la cadena musical MTV entre 2011 y 2015. Y eso que no es tan famosa, o eso dice ella. “El concepto de la fama... Tendríamos que ir a [Andy] Warhol. Es muy amplio y muy relativo. Ya no es esa cosa unitaria de cuando solo había un canal de televisión y lo veía todo el mundo. Ahora existe gente con millones de seguidores y yo, que no tengo TikTok, no sé quiénes son. Y mira que me interesa la fama absurda... Pero llega un momento en el que no puedo estar al tanto de todas las famas absurdas que hay. Y lo mismo pasará conmigo. Habrá gente que no tenga ni idea de quién soy. Lógico”, razona sentada en un pequeño sofá en la casa de su madre, América, en Madrid. Lleva un vestido ajustado con estampado de leopardo, zapatos de tacón y medias de rejilla. El aspecto por el que cualquiera, fan o no, la reconoce de inmediato. De lo contrario, lo harían por su voz inconfundible. Usa un perfume intenso. “Giorgio Beverly Hills. Me lo compré hace un par de meses con mi madre cuando fuimos juntas a Benidorm”.

—¿Qué papel ha jugado América en su carrera?

—El de estar ahí en ese difícil equilibrio entre ser madre de una adolescente en un país extraño, ejercer como tal y darme la libertad que necesité en cada momento. Eso solo se consigue siendo una mujer libre, hija de otra mujer libre.

—¿Y su padre?

—Poco. Éramos un matriarcado muy fuerte. Y papá, un señor español que hablaba muy fuerte. Eso lo entendí cuando vine a España: no estaba enfadado, era así. Supongo que ahora yo hablo como él. Papá no se metió en nada, yo estaba enmadrada y, sobre todo, abuelada. No tuve conversaciones de adulto con él hasta el final. Lo veía una vez al año en México.

Alaska ha heredado su fuerte apego a la libertad de sus padres. “Mi familia materna es de Cuba. Yo crecí escuchando: ‘El mes que viene se pueden mandar cajas con ropa’. ‘Ay, ponle unas gafas a papá, que no ve’. ‘Un suéter que viene el invierno’. Y pasaban tres meses y no les había llegado nada. Lo he visto. A mí nadie me tiene que contar nada. A veces es muy complicado opinar solo sobre lo que leemos en los medios. Pero yo como lo he vivido... Es tan fácil como preguntarme: ‘¿Pudo mi abuelo viajar a conocerme cuando quiso?’. No. Pues ya está. No hay más que decir. La libertad de movimiento es una de las más importantes, que tú puedas ir a Majadahonda si quieres o no volver a salir de tu casa. Cuando eso no existe, ¿de qué hablamos?”, se pregunta. No es una cuestión de política, porque conoce testimonios directos de ambos lados. “Mi padre, exiliado republicano, quiso volver a España. Pero no se dio cuenta de que llevaba 40 años fuera y el mundo que recordaba no existía. Se marchó corriendo a México”, evoca. América y Manuel Gara se separaron cuando ella tenía 12 años. Al poco ella ya andaba por el Rastro, lista para convertirse en una de las musas indiscutibles de la escena underground.

Icono de la movida madrileña, sus movimientos han quedado registrados en la memoria colectiva de los españoles desde que montó Kaka de Luxe poco después de aquella tarde providencial en el Rastro en la que conoció a Carlos Berlanga y Nacho Canut. Poco después empezó a rodar la primera película de Pedro Almodóvar, Pepi, Luci, Bom... y otras chicas del montón. En el filme ella es Bom, la vocalista de la banda punk Bom y Toni que canta “solo pienso en ti, murciana, porque eres una marrana”. La de la escena de la lluvia dorada. Tenía 15 años. “No fui una niña precoz hasta que llegué a Madrid. Por una mera cuestión de supervivencia. O te adaptas o te mueres”, confiesa la intérprete de Bailando o A quién le importa.

—Hablando de sobrevivir, ¿cómo ha sido su relación con las drogas?

—Todo el mundo tiene empatía hacia ciertas sustancias. La mía es la comida. Mi relación con ella es de adicta. Entiendo el papel de las drogas de mi entorno. Pero a mí nunca me ha fascinado ni el caballo, ni la cocaína, ni los porros. O el alcohol. Cuando me dicen: “Bueno, ¡es que ha sido super- guay, qué fuerte!”... A mí no me han gustado. A quien le vengan bien, hay drogas que amplían la expansión mental y son maravillosas. El problema es cómo elige afrontarlo cada uno.

—¿Quiénes fueron sus amores de entonces?

—La gente del entorno, lógicamente. Yo en aquella época pensaba que me gustaban las personas más mayores. Los de 27 ya nos lo parecían: Pedro, Blanquita Sánchez, Juan Pérez de Ayala... Los encontrábamos bastante más interesantes que a los de nuestra edad porque podíamos hablar con ellos de Nueva York, de la Velvet Underground, de Bowie, de Truman Capote, de Bob Colacello.

—¿Es de las que piensan que entonces había más libertad?

—No. Estamos hablando del 77, que no fue como el 78 para nada, y el 80 no tuvo nada que ver con el 87, ya ni te hablo del 85 respecto del 82. Todo se movía muy rápido.

—Hace unos días Loquillo recordaba en una entrevista que la llamaban puta en el autobús.

—Sí. Y cuando dabas de repente un concierto en un pueblo... Esto era así. Se piensa siempre que ese insulto era del garrulo. A lo mejor era el intelectual, cuidado. Pensamos en un señor con boina, que era lo que había. No. Los señores con boina normalmente no decían nada. Los peores eran los guais del pueblo. Hombres y mujeres.

Alaska habla de todo con total naturalidad. No es de esos personajes que piden las preguntas, que exigen revisar las respuestas. Es sin duda una de las mentes más lúcidas de este país, capaz de salir airosa en cualquier polémica o circunstancia. Por ejemplo, de un comentario totalmente desafortunado de esta periodista ante una de las imágenes religiosas que presiden la entrada de la casa. “Es un Niño Jesús muy milagroso de Oaxaca”, me corrige con educación y firmeza, lo que me hace sentir más incómoda que una bronca. Su enorme cultura está fuera de discusión, pero no tiene una concepción elitista de la vida. “La gente y las cosas me gustan porque me gustan, no porque sean buenas o malas. Hay quien es muy clasista a la baja: ‘Yo con pijos no me relaciono’. Lo oirás un millón de veces. Queda menos mal que: ‘Con obreros no me junto’. Eso no se puede decir, pero el clasismo es el mismo. A mí me da igual de dónde vengas mientras me gustes. Y si no me caes bien, ya puedes ser la persona más divina del mundo”, cuenta la presentadora del inolvidable programa infantil La bola de cristal, otro de sus hitos tempranos.

—¿La han esnobeado alguna vez?

—Por supuesto. Cuando éramos adolescentes y ya teníamos un grupo notábamos el desprecio de esos que, según ellos, no son clasistas. Son superprogres y superguais, y nos miraban mal. Nos extrañan las muestras de cariño y de aceptación porque tenemos el “te parece que vamos vestidos no sé cómo” muy interiorizado. La gente guay es muuy chunga, pero Nacho y yo en lugar de callarnos nos rebelábamos. ¿Que nos preguntaban que cómo nos podían gustar Stephen King o el Diez Minutos? ¡Pues contestábamos que solo leíamos eso!

De hecho, Alaska es comentarista de sociedad desde hace años. “Yo entrevisté a Federico [Jiménez Losantos] en 1986 en televisión para hablar sobre corazón, porque él, además de escribir sobre política, hacía una crónica semanal; 20 años más tarde asumió la mañana en Cope y me llamó. Me hizo un regalazo”, dice Alaska, que sigue participando en la Crónica Rosa del locutor, muy popular entre otras cosas por sus opiniones polémicas y por ser abiertamente de derechas, en es.radio.

—¿Le ha dicho algún amigo que no vaya a ese programa?

—Amigos no, porque si me conocen saben que no tienen que meterse donde no los llaman. Y entienden que yo voy a hablar de lo que me gusta con quien me siento a gusto. No hay nada, nada, que decir. Como si voy al Wanda Metropolitano a hablar del Atlético de Madrid.

—¿Ha pensado en meterse en política?

—No. Se me han acercado no para que entre en su partido, pero sí para acciones concretas... No me conocen nada. Pero vamos, ni presidenta de las cosas musicales. Nada.

—¿Es usted una señora de derechas?

—No. Pero progresista tampoco. Estamos hablando de términos del XIX. ¿En qué siglo estamos? Las cosas funcionan de otra forma. Yo no quiero conservar nada. Y mira que soy como anticuaria, y me parece maravilloso todo lo que ya ha existido. Pero no es mi fin en la vida. Tampoco soy una señora de izquierdas. Alaska es Alaska.

—¿Y musa gay?

—Yo soy un maricón. Pero eso es muy injusto, porque habrá un montón de gais a los que yo no les guste. Cuando Nacho y yo éramos pequeños había una especie de guiños culturales que todos entendíamos. Hoy en día, que se habla de todo, hay gais radicales de derechas, de izquierdas, apolíticos, que les gusta el rock duro. Es absurdo pensar que a las personas les gusta un tipo de música por su orientación sexual. Habría que empezar a superarlo.

—Sin embargo, hay quien dice que un gay no puede ser de derechas.

—Depende de lo que tú llames ser de derechas. Si es a estar en contra del matrimonio homosexual... También hay gente que lo está porque el matrimonio les resulta una cosa burguesa. Hay muchas posturas. El mundo va mucho más allá. Yo he vivido 40 años sin pensar en etiquetas y estoy un poquito hasta el coño de que ahora todo sea izquierda o derecha. El mundo es otra cosa. El mundo es Bowie. ¡Yo qué sé lo que votaba Bowie! Ni me importa. O Warhol. Me imagino que un año la cosa y, el siguiente, la contraria. Que es lo que más me podría gustar de Warhol. En eso hemos ido un poquito para atrás.

Alaska cita constantemente a Warhol en la conversación. El artista pop aparece en varias de las fotos que decoran la sala, en la que hay imágenes de todos sus grupos musicales —Kaka de Luxe, Alaska y los Pegamoides, Dinarama, Fangoria—, cojines con la figura de Mario, vírgenes y toda suerte de souvenirs de viajes, conciertos o celebraciones familiares. Al fondo, en el salón donde América juega a cartas —en una robusta mesa de madera con tapete verde encima—, un cuadro de la cantante obra de Juan Gatti destaca sobre el batiburrillo de objetos. Es de 1998, cuando Alaska y Nacho Canut protagonizaron el, probablemente, comeback musical más sonado de los últimos años tras superar su particular bajada a los infiernos. “En los noventa desaparecimos. Dejamos Dinarama, empezamos Fangoria, después del primer álbum rompimos con la discográfica. Nos editábamos los discos. Pasamos del millón a los 500 ejemplares. Hacíamos lo que queríamos, como siempre, pero no existíamos salvo para los 200 miembros de nuestro club de fans. Así estuvimos casi 10 años. No nos llamaba nadie para tocar, así que si queríamos dar un concierto nos alquilábamos nosotros la sala. Pinchábamos para pagar el alquiler. Con esto quiero decir que si tú quieres seguir, sigues”.

En 1999 lanzan Una temporada en el infierno. Fue un éxito. La crítica especializada lo considera aun hoy como uno de los mejores discos de esa década. “El título refleja el momento que vivíamos. Por primera vez en ocho años alguien nos pagaba un álbum, Subterfuge”. En la discográfica indie ponen a un tal Mario Vaquerizo a llevarles la carrera. “Mario tiene mucho que ver con el sitio en el que se ha colocado Fangoria. Nacho y yo somos poco dados a pedir opinión. Pero tenemos muy buena sintonía con él. Por ejemplo, nos convenció para que grabásemos Miro la vida pasar. Es una cosa rara porque él es al mismo tiempo fan, mánager, mi marido, amigo de Nacho. Pero hay una relación profesional muy clara. Y muy seria”.

—¿Sus letras son entonces un reflejo de su vida?

—No. Por suerte, inventamos mucho.

—¿Por quién va la de Criticar por criticar?

—De los foros de Internet. Me metí a leer los comentarios de un concierto de Siouxsie and The Banshees y pensé: “¡Madre mía! Si esos son los fans, ¡a la mierda con ellos!”.

—¿Le molesta que critiquen a su marido?

—No me gusta que se metan con la gente que quiero, y más si leo cosas que no son verdad. Corres el peligro ese de querer contestar, que es lo último que hay que hacer.

—¿Qué es lo que más le duele?

—Ya cansa un poquito la tontería esa de que si Mario es gay. Como gracia, está bien. Y vuelvo a lo de antes: no te creas que son los señores garrulos con boina los que dicen eso. No tienen ese pensamiento, curiosamente. Llega un momento en que te preguntas: “Entonces, ¿qué me estás llamando a mí? ¿Pobre desgraciada? ¿Que me conformo con nada?”. No me molesta que me lo preguntes la primera vez, pero si insistes te mando a la mierda. Y ya estamos llegando a ese punto. Como Fernando Fernán Gómez, otro gran ídolo. Pero no tengo su carácter.

—¿Estuvo detrás de su decisión de grabar un reality?

—Detrás y delante. En ese momento estábamos enganchados a The Osbournes, al de Gene Simmons, el vocalista de Kiss. Fue un lujo tener un programa como ellos. Pero no podía durar eternamente. Es guay tener una rutina, y si la dejas en 30 minutos siempre va a resultar una maravilla, y más con amigos como los que tenemos. Pero nuestra vida no cambia de año en año. Nos gusta mucho nuestra vida, por cierto.

Alaska y Mario recogía con gracia el día a día de la pareja y su círculo, de la boda de la artista y su mánager en Las Vegas, que celebraron con una gran fiesta en el Hotel Emperador, de Madrid, a sus visitas al supermercado a proveerse de cervezas y ganchitos, a la consulta del nutricionista, del médico estético o a la academia de inglés para que Mario aprendiese de una vez por todas el idioma. Además de para descubrir al divertido entorno del matrimonio, el espacio sirvió para que Vaquerizo se revelase como un raro ejemplo de famoso encantado de serlo que, hoy, tan pronto anuncia un champú como promociona la Comunidad de Madrid. Sigue, eso sí, llevando la carrera de Fangoria. Y de Alaska.

Un día antes de esta entrevista la artista ha grabado Cine de Barrio, el espacio de TVE dedicado al cine español que, en su momento, presentaron José Manuel Parada y Carmen Sevilla. El fin de semana, Fangoria tocará en la localidad madrileña de Pinto. Este verano actuarán en Chiclana, Sitges o San Pedro del Pinatar. Los contratan ayuntamientos de todo signo. “Me imagino que intentan contentar a todos sus votantes: ‘Esto para jóvenes, estos para baile, un cantautor para los otros, una orquesta para las señoras...”.

—¿Hasta cuándo planea seguir en los escenarios?

—No tengo planes. Ni de seguir, ni de parar, ni de nada.

—Sus fans la admiran, entre otras cosas, porque en sus shows apenas mueve más que los brazos.

—Yo soy europea. Solo me sé mover en un ritmo de cuatro por cuatro como una sueca en una discoteca de Benidorm cuando pone el bolso en medio de la pista.

—Un crítico musical la comparó en su día con Madonna: no tienen grandes cualidades vocales, ni falta que les hace.

—Con Madonna no me siento nada identificada, creo que somos muy distintas, sinceramente. Ahora me gusta más que nunca. ¡Viva su coño, viva ella! Directamente. Cuando tú, como fan, valoras al mismo nivel la voz, las canciones, la estética, lo que se cuenta en las entrevistas, qué discos compra, qué libros lee... el gorgorito es accesorio.

—¿Qué ha cambiado más en estos años: Alaska o España?

—Yo he cambiado mucho, aunque lo básico, esas cosas que te influyen alrededor de esa edad, sigue ahí, da igual el Señor Spock en televisión que Bowie. No es lo mismo una niña de 10 años abducida de un país a otro que una persona de 60. ¡Ojalá hubiese tenido con 15 la mentalidad que tengo ahora!

—¿Tiene enemigos?

—Seguro. No me consta. Y aunque me constaran: como si no existieran.

—¿Cómo se ve dentro de 60 años?

—No me veo. No le doy valor a la juventud, tampoco a la ancianidad. Escogería un punto intermedio entre los 40 y los 70, pero la vida no es así. Que me quede como estoy


sábado, 5 de junio de 2021

Entrevista a Ray Loriga

Casi le mata un tumor cerebral que le ha dejado con un parche en el ojo. Por Iñako Díaz Guerra "Acabé harto de ser Ray Loriga", El Mundo, 7 marzo 2019:

En los años 90 fue el novelista de una generación, casi una estrella del rock de las letras, pero logró acabar con el personaje y quedarse con el escritor. Ahora publica Sábado, domingo, su reencuentro con el primer Loriga.

Ray Loriga. Madrid, 1967. En los años 90 fue el novelista de una generación, casi una estrella del rock de las letras, pero logró acabar con el personaje y quedarse con el escritor. Ahora publica Sábado, domingo, su reencuentro con el primer Loriga.

'Sábado, domingo' parece una novela escrita por el Ray Loriga veinteañero. ¿Es un juego o la crisis de los 50?

Es una idea consciente. Se relaciona con Lo peor de todo, mi primera novela, que escribí hace 27 años. Hay una causa meramente personal, que espero que al lector le interese: quería ver si todavía tenía esa voz o la había perdido. Hablando de fútbol, quería ver, llevando unos zapatos puestos, si me quedaba algún regate de aquellos que alguna vez tuve o si había perdido el toque ya del todo. He hecho otras cosas en estos años con las que estoy medianamente contento, pero me apetecía ver si aquella voz todavía existía. Y, luego, hay otro motivo que tiene que ver, este sí, con la propia historia. Es una historia partida en dos voces con un lapso temporal de veintitantos años entre medias y la narración requería esa voz juvenil. No me sentía del todo bien escribiendo otra vez como ya escribí entonces, pero sí me apetecía contrastar esa voz con la actual y observar esa distancia en mí como escritor.

La adolescencia es una época que nos parece principio y fin de todo cuando la vivimos, pero tendemos a despreciar cuando maduramos. ¿Cómo ha sido volver a ella?

Sí, cuando la dejamos atrás la tratamos como un borrador de la vida, un simple bosquejo. Decía Peter Handke que el tiempo sagrado es el de la infancia. Me gusta mucho esa expresión y estoy de acuerdo. De niño, estás tomando las distancias de las cosas literalmente, como en Barrio Sésamo: lejos y cerca, blanco y negro, frío y caliente, buen y mal humor... En la adolescencia te sientes el capitán de una aventura, pero, vista unos años después, te pareces el grumete de la nada. Una sucesión de torpezas, errores e imposturas. Ese empeño en demostrar lo hombres que somos, con unas opiniones de una solidez bochornosa... Todos esos ridículos propios de la adolescencia forman un territorio que me parecía bonito volver a visitar.

El libro plantea que, por más que intentemos ignorarla, la adolescencia nos deja marcas indelebles.

Sí, porque son las primeras veces que pones a prueba tus capacidades en choque con la vida real. Empiezas a salir de la familia como círculo máximo de conocimiento y amparo y, con unas capacidades que tú crees que tienes, te empiezas a chocar con la vida, las emociones, los sentimientos y tus propias limitaciones. Lo que tú decías antes se ve hasta en las fotos: uno no siente la misma vergüenza viéndose con 5 o 6 años, que siempre pareces encantador, que viéndote con los peinados ridículos y la moda absurda que te tocó con 16. Y a mí me tocaron los 80, que era una moda especialmente jodida. Hasta la música que me fascinaba acabó por parecerme muchas veces insoportable. Quería volver a mirar todo eso sin ira y dándole su valor.

Uno de tus hijos está en plena adolescencia y el otro la pasó hace poco, ¿has notado muchas diferencias generacionales?

Distintas vías, mismos problemas. En redes están pasando las mismas cosas que antes pasaban en directo. Ellos lo llaman bullying y nosotros los llamábamos abusones, pero te pegaban las mismas hostias. Ahora muchas de esas hostias son emocionales en vez de físicas, pero igual de dolorosas. Esos vacíos a los chicos y chicas que nadie mete en su grupo de WhatsApp o acepta en Facebook, o la humillación en redes. Es la misma mierda en otro envase. No creo que la experiencia de la adolescencia haya variado en lo esencial. Y los padres, ni antes ni ahora, sabemos casi nada. En el colegio, que era nuestra cárcel, había una ley sagrada que era nunca hablar ni con los adultos. Podían pasar cosas tremendas y se normalizaban. A nadie se le ocurría entonces que pudieras ir a un psicólogo o, al menos, quejarte a un profesor o en casa. Era sálvese quien pueda. Por eso en la novela muestro cómo todo eso te hace, simultáneamente, la piel muy dura y a ti muy cínico y muy cobarde, porque con tal de que no te peguen, miras hacia otro lado. Es una etapa en la que rara vez levantas la voz contra la injusticia por muy flagrante que sea. Sólo escurres el bulto, que es a lo que íbamos al colegio. Todo eso te marca una herida en el carácter que arrastras siempre.

¿Qué herida arrastraste tú?

Me he acordado de algunas cosas al escribir. De algún chaval del colegio al que se ponía de moda reírse de él, meterle la cabeza en el váter y hacerle todo tipo de putadas. Veías que iba cayendo en una depresión profunda y tú lo más que hacías era no participar activamente en aquello, pero tampoco salías en su defensa. No eras capaz de enfrentarte a la masa, que en esa edad lo domina todo. Ahora te das cuenta de que has cometido una omisión de auxilio, que es un delito ético y legal. A esa edad eso no lo sabes, pero sí sabes que es pura cobardía.

¿Cómo lleva hacer promoción de sus libros un apologeta de la soledad como tú?

Bien... porque lo llevo haciendo 27 años. Es raro, porque es lo contrario al trabajo real, que es soledad y silencio. Se lee y se escribe así. Esto es todo lo contrario. Por un lado está bien, porque al menos me pongo de pie un rato y, ya que me paso todo el día sentado y no hago nada de ejercicio, al menos me estiro, que voy a acabar con el culo así de gordo. Son muchos viajes, muchos aeropuertos... pero lo comparas con la otra opción, que es que nadie te haga ni puto caso, y no te puedes quejar.

¿Te gusta tanto la soledad porque te permite escribir o te gusta tanto escribir porque te permite estar solo?

Pues lo pienso a veces, si es causa o efecto. Está claro que si te gusta mucho leer, ya empiezas a ser un niño más solitario. Primero, te quedas leyendo en vez de salir a jugar y, más tarde, en vez de salir por la noche. Aunque yo he salido mucho por las noches, más de lo que mi cuerpo ha aguantado, pero siempre he tenido muchos ratos de reclusión. Si no te llevas bien con la soledad es imposible ser escritor. No quiere decir que no seamos sociales, pero el 90 por ciento de tu existencia transcurre en soledad y o estás a gusto así o es imposible.

Pero cuando te fuiste a vivir a Nueva York, a finales del siglo pasado, para perderte del mundo sí fue una decisión vital y no laboral.

Sí, eso fue una decisión racional de alejarme, no tanto de los demás, sino de mi propia imagen. De pronto, llegar a una ciudad como Nueva York en la que no te conoce ni Cristo y si te quedas quieto te pisan, para mí era necesario y agradable.

Aquí llegamos al tópico, pero tópico cierto: Ray Loriga, el novelista estrella del rock. En los 90, para los jóvenes, esa era la liga en la que jugabas.

Sí, es una figura de escritor que en España no ha dado mucho. En otros países es más habitual. Hay un Martin Amis, un Irvine Welsh, un Bernard Levy... O, incluso, el escritor socialite, a lo Truman Capote. El escritor como figura pública y social en España no era muy común. Cuando yo era pequeño, estaban Cela y Umbral, que salían en la tele, pero era otra cosa. Yo me vi en una corriente generacional en la que te leías un libro mío e ibas a un concierto de Los Planetas. Esa era más mi liga que otros escritores. Fue un fenómeno extraño que la gente pudiera juntar mis libros con un disco que le gustase e, incluso, con una moda. Se creó una marea generacional, de modos de vivir. Y, desde luego, no fue un fenómeno planeado por un chaval de 22 años. Simplemente, funcionó. Con estos éxitos repentinos y generacionales siempre se habla de operaciones de márketing y tal, pero son cosas que no se pueden diseñar. Suceden por accidente, porque si fuera tan fácil todas estas empresas editoriales o discográficas lo harían cada año. El éxito no es previsible.

Han pasado casi 30 años de lo tuyo y seguimos viendo esas sospechas en fenómenos como el de Rosalía...

Salvando las distancias, porque Rosalía tiene mucho más éxito del que yo tuve nunca, pero es eso. ¿Cuántas discográficas han querido un éxito así y lo han probado con las mil de Operación Triunfo mezclando flamenco fusión, pop-rock y bases? Si miras los ingredientes, parece que todas las ensaladas son iguales, pero resulta que no todas son Rosalía. Si lo pudieran repetir, lo harían de serie y no lo consiguen.

Bien, una vez que hemos cumplido con el requisito de hablar de Rosalía, volvamos a lo que estábamos: tu huida de aquel éxito.

Acabé harto de ser aquel Ray Loriga y lo que suponía. Yo en aquella época salía mucho, tenía un hijo y quería alejarme de todo eso y volver a lo mío, que era escribir. Nunca quise ser un personaje, sólo un escritor. Me pasaba como a los humoristas, que se espera que sean graciosos todo el rato. "Oiga, que yo cobro por esto: hago mi show y cuando llego a casa igual veo una de Bergman y me deprimo". Hubo un momento en aquella época en que pasé de ser el que hace cola para entrar en las discotecas a que aparten a los demás para que tú entres. Es una sensación muy rara, y el que lo haya vivido y lo niegue es un hipócrita. No es natural ni normal. En vez de pedir las copas, te las traen sin parar a la mesa. Todo alrededor es raro y con la juventud se te puede ir la pinza. Te diviertes un mes y medio o dos, pero cuando empiezas a desbarrar tienes que frenar y recordarte que tú estabas allí para hacer literatura. Es un poco lo que siempre se dice de los futbolistas, que no están preparados para tener tanto éxito tan jóvenes. A nosotros nos salva una cosa: el dinero (risas). No ganamos esas millonadas y no te puedes dejar ir mucho, pero ellos, con tres Ferraris en el garaje y pagadas su casa y las de toda su familia, ¿cómo no se les va a ir la cabeza? Poco se les va. A mí me pones con 52 años y todo lo que ellos tienen y vuelvo a perder la cabeza. El caso es que me largué escapando de todo esto.

En estas profesiones siempre te dicen que si desapareces, es para siempre. ¿Tuviste ese miedo?

Me lo decían todos los que me rodeaban en aquella época: "Como te vayas, cuando vuelvas ya te habrá olvidado todo el mundo". No sucedió y si hubiese sucedido, pues muy bien. Al fin y al cabo me iba huyendo de aquella fama.

Eres muy futbolero, madridista en concreto. ¿Por qué el fútbol siempre está bajo sospecha en el plano cultural?

Yo he escrito de fútbol en Marca, AS, El Mundo, El País... Me encanta el deporte. El boxeo, el atletismo, la natación, hasta el curling. Soy un fanático del patinaje artístico. Debí ser de las primeras personas que hablo en los medios de este país de que había un tal Javier Fernández que era la hostia. Me miraban como si fuera un snob. Cuando vivía en Nueva York, iba al Yankee Stadium a ver béisbol con mi gorra y todo. En el periodismo deportivo se escribe muy bien. Cuando era muy joven, tuve la suerte de contactar en seguida con un núcleo de escritores muy futboleros, como Vázquez Montalbán o Javier Marías. Con Javier, que es muy amigo mío, de lo que más hablamos es de fútbol. Salimos a comprar libros y estamos todo el día con el Madrid. Tenemos otros amigos a los que no les gusta, como en cualquier profesión, pero nunca ha sido un anatema. Yo creo que es un prejuicio que se venció y volvió. No sé si es por Podemos, que todo lo que se identifica con deporte de masas es malísimo, poco intelectual... Llegaron otra vez las élites estajanovistas y empezaron a pensar que todo lo que es popular es malo, el opio del pueblo y todas esas gilipolleces. Lo que no deja de ser curioso pues ellos nacieron de un evento popular en una plaza.

sábado, 1 de mayo de 2021

Entrevista con la escritora Elisa Victoria

Entrevista de Quico Alsedo a Elisa Victoria para El Mundo, 21 de abril de 2021:

Elisa Victoria: "Mi vida ha sido terrorífica, muchas veces he tenido ganas de no haber nacido"

La pureza, la inocencia y, por oposición, la corrupción y la culpabilidad son los temas centrales de la escritora sevillana, que tras darse a conocer con Vozdevieja confirma su talento en El evangelio

¿Quieres ser madre?

Pero... ¿por qué me preguntas eso? Bueno... Es una pregunta extraña. Yo no quiero ser madre, pero... ¿Me lo preguntas porque en mis libros hay mucho interés en los niños, o...?

Bueno, sí, y también porque tu literatura me parece eminentemente femenina..

Yo no creo que mi literatura sea femenina, sino humana... Sí, yo querría saber la motivación de la pregunta, la verdad.

Bueno, en tus libros hay una preocupación clara por la infancia, por esa inocencia, y como periodista me interesa saber cómo respira respecto a la maternidad alguien que tiene esa mirada... Pero si prefieres no contestar...

No, sí, no pasa nada. Pues mira, yo no tengo intención de ser madre porque me genera un gran conflicto la idea, porque a los niños los veo con gran compasión y mi experiencia viniendo al mundo ha sido bastante traumática, un sufrimiento que ha rozado el terror muchas veces, y no deseo brindarle esa experiencia a un niño que mañana pueda mirarme y decirme: cómo te has atrevido a hacerlo, cómo te has atrevido a traerme aquí. Aunque yo sepa que la vida puede tener un lado luminoso, mi experiencia ha sido terrorífica y muchas veces he tenido ganas de no haber nacido. Me preocupan mucho los niños, soy una gran cuidadora y entiendo el sentimiento tan bello y pleno de la maternidad, pero prefiero centrarme en los que ya están en este mundo.

En la contraportada del nuevo libro de Elisa Victoria (Sevilla, 1985), El evangelio, Lali, la protagonista, maestra en prácticas en un colegio religioso, dice: «Mundo maldito, llévame a mí si quieres, que ya estoy podrida de todas formas, pero no me chafes a Alberto. A Alberto déjamelo tranquilo dando saltos en su casa vestido de gato, déjamelo que haga dibujos, que plante árboles, que baile, no le des sustos, no le des una pandilla que le ponga retos crueles, que se escape, que no se haga mayor como un cadáver dentro de un cuerpo grande con el que sea imposible volver a comunicarse, que no se queden sus huesitos arrojados en el interior de un tonto que monte un negocio vinculado con el diablo y se pase las jornadas firmando papeles y hablando con despotismo. No me pudras a este niño, mundo asqueroso, solo te pido eso, asústame a mi, enférmame, tortúrame, échame a una zanja y que nunca me encuentren, hazme daño a mí y a este niño que nada lo vuelva malo».

La pureza, la inocencia y (por oposición) la corrupción y la culpabilidad son, pues, temas centrales en las dos novelas hasta ahora publicadas por Victoria en Blackie Books, ambas vertebradas en torno a lo iniciático (o a cierta inmadurez, según quién las observe).

En Vozdevieja, Marina tiene nueve años y vislumbra el feo mundo de los adultos desde el ardoroso verano de la Expo 92 en Sevilla, entre una madre enferma y una particular abuela/hada madrina. En El evangelio Lali hace sus prácticas de Magisterio en un viscoso cole religioso mientras come precariedad currando en un Telepizza, folla al paso y de nuevo observa la adultez como quien mira a Marte.

«¿Si la vida está siempre empezando? Supongo que de alguna manera sí, siempre hay cosas que haces por primera vez, y ahí muchas veces viene el conflicto. Hay gente adaptadísima, gente que se adhiere a todo de inmediato, y luego estamos los otros, los que no. Yo muchas veces me he sentido como cuando eres pequeño y el jersey te pica mucho, luego lo que pasa es que a base de estar en esa situación ya no molesta... Pero a mucha gente nos queda siempre esa sensación de que la vida no se acaba de inaugurar del todo, de que estamos siempre en tránsito», dice por teléfono, desde su casa en la sierra de Huelva.

La voz literaria de Victoria, que ella desearía emparentada con Clarice Lispector y John Fante, tiene un punto torrencial, otro de crudeza, rápida métrica y, por encima de todo, persigue claramente la sinceridad. Lo mismo sucede cuando se le cuestiona sobre lo más básico. Victoria abre el telón con la misma inocencia que subliman sus historias, y de nuevo todo retorna a lo primigenio:

¿Por qué escribes?

Escribo porque tengo el mismo sentimiento que cuando empecé. Cuando pasaba de la pubertad a la adolescencia, y no me sentía cómoda con mi persona ni con el mundo. Tenía grandes complicaciones sociales, no sentía que encajaba, empecé a tener ansiedad, dormía poco y empecé a escribir un poco por diversión personal y un poco por los libros que leía. Mientras tenía lugar el proceso, ese ver cómo mi mano deslizaba el bolígrafo sobre el papel, sentía que mi existencia tenía sentido. Me daba igual si se me daba bien o no. Me calmaba y con eso bastaba. Ahora escribo porque me causa más satisfacción que nunca, estoy más segura de ello y creo que tengo buena comunicación con ese monstruo que te impulsa a escribir, que no se sabe de dónde viene.

Victoria admite que, ahora mismo, con El evangelio en la rampa de lanzamiento, ya no sabe muy bien qué ha escrito: «Da un vértigo enorme salir de esa reclusión y ver eso en lo que has pensado tanto antes con su corporeidad, convertido en un objeto. Incluso te causa cierta desvinculación con tu obra. Deja de pertenecerte».

Sus libros comparten cierto ánimo revisionista muy en el ambiente en esta España de hoy, detenida, ensimismada y tristona: el primero miraba a la lejana España del 92, cuando ella tendría siete años (y su protagonista nueve); el segundo se sitúa en 2005-2006, en la preburbuja del ladrillazo. Un mundo concomitante, por diversos motivos, con el de Las niñas, la hermosa película de Pilar Palomero, triunfadora en los Goya: «Pues me lo decían mucho, la he visto ahora, me ha encantado y es cierto que tiene mucho en común...».

Define bien a Victoria el hecho de que Lali, su protagonista, parece aprender más en el Telepizza (en el que la propia escritora trabajó) que en la universidad: «Aprendes a observar, a interpretar cómo te observan los demás, a respetar, a ser mejor cliente. Aprendes lamentablemente cuáles son los cimientos de la civilización: te explotan. Aprendes a coordinarte con los demás... Aprendes a respetar».

Pureza + extrañeza + inadaptación. Consecuencia: ¿en qué trabajas ahora, Elisa? ¿Cuál será el próximo paso? «Me apetece escribir algo de terror»

domingo, 19 de julio de 2020

Sobre Álvar Núñez Cabeza de Vaca

Antonio Pérez Henares: "Hay una teocracia progre que aún se cree la leyenda negra de España"
Entrevista de Irene Hernández Velasco para El Mundo Sábado, 18 julio 2020 - 01:41

De conquistador a esclavo. La odisea de Cabeza de Vaca, el primer blanco que cruzó el sur de EEUU

(Bujalaro, Guadalajara, 1953). Periodista y escritor. En Cabeza de Vaca (Ediciones B) revive el fascinante viaje de nueve años que este aventurero realizó en el siglo XVI desde Florida al golfo de California, recorriendo todo el sur de Estados Unidos.

¿De dónde surge su interés por Álvar Núñez Cabeza de Vaca?

Me lo descubrió en el año 2000 Miguel de la Quadra-Salcedo en el transcurso de una ruta Quetzal, la tercera que yo hice, en la que seguimos las huellas y pasos de Cabeza de Vaca. Y ante mi sorpresa, encontré en algunas poblaciones indígenas el eco de aquel gran chamán blanco que 500 años antes había cruzado todas esas tierras.

Núñez Cabeza de Vaca rondaba los 40 años cuando en 1527 se embarcó rumbo a América, ya no era ningún chaval. ¿Qué le empujó a esa aventura?

Efectivamente, Cabeza de Vaca era un hombre curtido cuando viajó a América. Había sido soldado en Italia y después estuvo en la guerra de los comuneros, en el bando realista. Estuvo en la toma de Tordesillas y en la batalla de Villalar, que supuso la derrota final de los comuneros y cuyos líderes fueron allí mismo ejecutados. Era un hombre curtido, pero con el ansia de ir a América. Era de una familia hidalga pero huérfano, y las Indias se presentaban como una gran oportunidad. Pero además creo que también le movió el profundo deseo de aventura, de engrandecer al reino y al rey y de servir a Dios, conceptos que estaban muy arraigados en la época. De hecho, la palabra que más repite Cabeza de Vaca en su libro Naufragios es Dios.

La expedición en la que se embarcó Cabeza de Vaca, capitaneada por Pánfilo de Narváez, sufrió calamidades varias...

¡Es que a quién se le ocurre embarcarse con Pánfilo de Narváez! Yo creo que la expresión "Eres un pánfilo" viene de ese personaje. En esa expedición fue un desastre absoluto, no dio una. Cabeza de Vaca, que era el segundo, intentó que no cometiera todos los errores que cometió, pero no hubo manera. Pánfilo de Narváez era realmente un hombre incapaz como líder, y muy pronto Cabeza de Vaca se convierte en el verdadero líder.

La gran prueba de la ineptitud de Pánfilo de Narváez es que su expedición partió de Sanlúcar de Barrameda con unas 600 personas y solo cuatro sobrevivieron...

Así es.

 Cabeza de Vaca pasó nueve años recorriendo el sur de Estados Unidos, desde Florida al golfo de California y viviendo aventuras de todo tipo. Le hicieron por ejemplo esclavo, ¿no es así?

Cabeza de vaca cruza desde el Atlántico en Florida al Pacífico mexicano. Es el primero que cruza la desembocadura del Misisipí, el río Grande, las llanuras del sur de Estados Unidos, la Sierra Madre occidental mexicana y llega al Pacífico mexicano. El suyo es un viaje inaudito que dura nueve años y que realiza casi desnudo, descalzo, sin armas. Un viaje en el que sucesivamente es prisionero, esclavo, buhonero, curandero, chamán, gran chamán... Cuando una tribu lo entregaba a otra tribu, la tribu que recibía a Cabeza de Vaca tenía que dar a la otra tantos regalos que prácticamente se quedaba en la ruina. Pero luego esa tribu lo entregaba a su vez a otra y recibía muchos presentes por él...

Lo más fascinante quizás de Cabeza de Vaca es que rebate la leyenda negra de los conquistadores: él es alguien que comprende y en muchos sentidos admira a los indígenas, ¿verdad?

Cabeza de Vaca es el primer indigenista, el primer etnólogo, el primer biólogo y el primer naturalista. La mirada de Cabeza de Vaca es una mirada llena de curiosidad, de respeto y de comprensión. Desde el primer momento, la descripción que hace de, por ejemplo, los grandes guerreros semínolas, así como de otras tribus, es de admiración, subrayando lo buenos y avezados que son y asegurando que sólo con los caballos se les puede sojuzgar. Es muy respetuoso con ellos, y eso a que veces lo maltrataban. Pero siempre ve elementos positivos. Aunque señala muchas de las barbaridades que cometen, también señala sus virtudes. Dice por ejemplo que no ha visto a nadie que cuide mejor a sus hijos. Su curiosidad es tal que empieza a discernir las relaciones que hay entre unas tribus y otras, si son endogámicas o exogámicas en los matrimonios, cómo son las relaciones de pareja, si se pueden divorciar... Incluso describe comportamientos homosexuales, habla de hombres que visten como mujeres y hacen trabajos de mujeres, pero que eran muy fuertes y combatían muy bien. Algunos en la actualidad han querido ver a Cabeza de Vaca como un adelantado a su época que incluso podría haber sido él mismo homosexual, porque en un momento determinado dice de los homosexuales que "hacían diabluras". Esa expresión hoy tiene una connotación ligera, sin embargo en la época "hacer diabluras" era hacer cosas del diablo, y aquello era terrible.

¿Por qué considera a Cabeza de Vaca un biólogo y naturalista?

Sólo hay que ver cómo describe la naturaleza que le rodea. No es un biólogo, pero describe los árboles que ve y los compara con los que él conoce. Y fue un naturalista que describe animales que le sorprenden, como por ejemplo la zarigüella, que es un marsupial.

En su periplo Cabeza de Vaca llegó a toparse con los siux, ¿no?

Por dos veces. Con los siux Lakota, para entendernos: los de la película Bailando con lobos pero sin caballos, claro. Y los describe con gran dignidad, les tiene un particular aprecio. Los siux son los que le enseñan los búfalos y con los que come el búfalo. Es el primero en ver los búfalos americanos, y los llama vacas corcovadas porque le recuerdan a las vacas moriscas, a la vacas retintas andaluzas.

¿Cabeza de Vaca es una excepción?

Cuando conoce a las tribus de lo que hoy es el sur de Estados Unidos y el norte de México, a los tarahumaras, a los pies ligeros, a los apaches y sobre todo a los indios pueblos, le conmueven, porque les ve muy avanzados: tenían regadíos, calzadas, acequias, casas de asiento... Pero además tienen una organización importante y son pacíficos. Y sobre ellos Cabeza de Vaca escribe una frase definitoria: dice que si se les tratara como debiere, aquí estarían los mejores súbditos de su majestad y los mejores cristianos.

Lo que denunciaba entonces es que a muchos indígenas no se les trataba como era debido, ¿no?

Las leyes de la Corona eran clarísimas: no se podía esclavizar a los indios. La fabulosa reina Isabel, adelantadísima a su tiempo, ya en 1500 lo prohibió. Antes incluso, porque cuando Colón vuelve de su segundo viaje trae esclavos indios y la reina se enfada con él y le hace devolverlos en su tercer viaje, porque considera que sus súbditos no pueden ser esclavos. No sólo eso: Isabel II aconseja antes ya de 1500 el matrimonio interracial. Y en 1514 el rey Fernando establece por ley que esos matrimonios interraciales no sólo son absolutamente legales, sino que sus descendientes tienen legítimo derecho a heredar, exactamente igual que si fueran hijos de castellanos.

¿Los que acusan de genocida y de racista al imperio español se equivocan?

Sí. La población mestiza e indígena era totalmente mayoritaria en el imperio español, y sin embargo al norte, en territorio inglés, no ha quedado un indio vivo. Esa sí que ha sido una masacre y muy reciente, un genocidio de anteayer. Incluso en el imperio español, los genocidios más terribles y más recientes los cometieron los argentinos y los chilenos en el siglo XIX, ya independientes, contra los mapuches, contra los tehuelches... Nos acusan de genocidas los que son verdaderamente genocidas. Y te acusan de racismo cuando en el imperio español estaban legalizados los matrimonios interraciales desde 1514, aunque como le decía previamente la reina ya los había aconsejado. En Estados Unidos, sin embargo, los matrimonios interraciales no se permitieron hasta el año 1967 en algunos estados.

Dice que en el imperio español estaba prohibido esclavizar a los indígenas. Pero había una trampa, ¿no es así?

Efectivamente, había una trampa. En las expediciones siempre iban unos comisarios, que eran frailes, nombrados por la Corona para vigilar que se cumplieran sus leyes. El ejemplo más significativo y terrible de cómo se incumplían esas leyes está también en este libro y lo personifica Nuño Beltrán de Guzmán, fundador de Guadalajara, mi paisano y quien ejemplifica lo que muchos otros hicieron. Se podía esclavizar indios sólo si estos eran indios rebeldes, alzados. ¿Qué es lo que hacían los conquistadores? Declarar que todos los indios eran alzados. Con esa trampa, se incumplían las leyes de la Corona.

¿Cabeza de Vaca llegó a denunciar a Nuño Beltrán de Guzmán?

Sí. Las críticas de Cabeza de Vaca, de Fray Bartolomé de las Casas y sobre todo del propio virrey, Antonio de Mendoza, contra Beltrán de Guzmán hicieron que éste fuera procesado. Beltrán de Guzmán acabó engrilletado, metido en un barco, enviado a España, juzgado y condenado y murió preso en Torrejón de Velasco. Y no fue el único. Sólo en el imperio español había gente que denunciaba esos grandes abusos, que levantó su voz. Las leyes de la Corona eran las que eran, pero había mucho hijo de puta que las incumplía. La Historia es la Historia, y hay que verla con los parámetros mentales de su tiempo y con rigor, señalando los elementos positivos y señalando desde luego los crímenes cometidos. Eso es asumir la Historia. Nada es blanco inmaculado y nada es negro como la leyenda negra.

¿Y usted qué balance hace de la Historia de España en ese periodo?

Yo creo que la historia de España es absolutamente fascinante y a mí personalmente me parece que España hizo la aportación más esencial al mundo que hoy conocemos. Por dos razones. Porque le dijo al mundo que el mundo era más del doble de grande de lo que se pensaba en la época. Y, además de eso, al cabo de 20 años dimos la vuelta a ese mundo, lo circunnavegamos. La primera globalización del mundo es española. La primera lengua franca de la tierra es el español. Esa es nuestra gran aportación.
¿Por qué la lectura que se suele hacer de la Historia de España es blanca o negra, ignorando los grises?
Por fortuna creo que la Historia de España empieza a tener, granito a granito, quien la cuente y una población ansiosa por saber de ella. De ahí el éxito espectacular y mantenido de la novela histórica en España, el género más vendido. El 27% de los libros que se venden son novelas históricas, la novela negra está en torno al 13%. La gente tiene ansia por acercarse a su propia Historia, está harta de tener que tragarse dos extremos: por un lado las glorias y, por otro lado, el hecho asumido por esta teocracia progre -me niego a llamarla izquierda- de indocumentados que se creen la leyenda negra más que Antonio Pérez. Pero la leyenda negra ya no se la cree ni Antonio Pérez, porque se sabe que es una patraña. Pero aquí es cuerpo de doctrina de indocumentadas como la señora esta de Andalucía, la tal Teresa [Rodríguez, presidenta del grupo parlamentario Adelante Andalucía], cuyo marido es profesor de Historia. Imagínese lo que les enseñan a los niños. El problema es que sí tenemos quien escriba la Historia, pero no tenemos quien la cuente en imágenes.

¿Se refiere al cine?

Sí. Es trágico que no hayamos sido capaces de hacer una película digna sobre todo lo que fue esa inmensa epopeya. En aquella época no había lugar más esplendoroso en la tierra que Sevilla, donde cada barco que llegaba cambiaba el mundo. Y hemos sido incapaces de hacer una película digna sobre eso. Hombre, yo no digo que seamos todos John Wayne o Gary Cooper, pero ¿tenemos que ser siempre los malos?

¿A qué atribuye el que apenas haya películas en clave positiva sobre los conquistadores?

Fundamentalmente a que hay una anteojera ideológica, sobre todo en el capítulo cinematográfico, por parte de la izquierda española, que no era así antes. Lo de creerse la patraña no tiene que ver con la izquierda. El gran historiador español Claudio Sánchez Albornoz, el último presidente de la II República en el exilio y considerado ahora por éstos facha, no se la creía. Pero nuestros cineastas prefieren poner en valor solo la mugre, la mierda, la miseria, la crueldad... Que existieron, sí, claro que existieron. Pero también existió lo otro. Pero no: toda la epopeya, todo lo que es espectacular, se omite. Hemos sido incapaces de hacer una película digna sobre todo eso. Hay todo un mundo que se considera a sí mismo la élite cultural y que en realidad tiene unas anteojeras ideológicas y un sectarismo absoluto. Desprecian todo lo que huele a España porque creen que es franquista. Pues no. Cortés no era franquista, Cabeza de Vaca tampoco. De la misma manera que ellos no son antifranquistas, porque en su puñetera vida han visto uno.

Asistimos desde hace algunas semanas a la 'estatuofobia'. ¿Qué le parece ese fenómeno?

Me parece una enorme estulticia, una gilipollez. Ya me contará qué tiene que ver un ataque racista con Colón. Creo que eso está siendo atizado por unas generaciones que tienen una frustración inmensa: son incapaces de aportar nada a la Historia y se dedican a destruir las raíces históricas, porque han sido educados en el infantilismo más tremendo y atroz. Y esa frustración la pagan decapitando a Colón, a Hernán Cortés, a Cervantes... Y no sólo en Estados Unidos, donde esos ataques se entroncan con la hispanofobia, algo que va contra las raíces más potentes, antiguas y trascendentales de Estados Unidos. Inmediatamente, aquí tiene que salir la fila de trastornados que confunde una cosa con la otra y a los que parece que todo lo que huele a España les quema.

Quizás sea por el uso y abuso que la dictadura franquista hizo de la Historia de España, de la bandera española, de la lengua española...

Pero qué coño, ¡si la bandera española es la bandera de Carlos III de la Armada! Era la bandera de la Armada porque el rojo y el amarillo se ven muy bien en el mar. La bandera española, la lengua española y la propia palabra España están como malditas. La dictadura es verdad que las secuestró. Pero cuando llega la libertad una parte de la izquierda, en lugar de defender a la doncella que ha sido mancillada por la dictadura franquista y de acudir a su rescate, la desprecia por eso. Qué tendrá la palabra España para que se la mancille por parte de los españoles. Y, dentro de todo eso, la gilipollez mayor es ponerse a juzgar los hechos pasados, hechos de hace cientos de años, de siglos, de milenios incluso, con parámetros actuales. Para hacer eso hay que tener no sólo una soberbia y una fatuidad absoluta, sino un trastorno mental no transitorio.

viernes, 17 de julio de 2020

Entrevista a Félix Ovejero

FÉLIX OVEJERO:  "Se han acostumbrado a escupir sobre el resto de españoles"

30 SEP. 2017

ANTONIO HEREDIA

A Félix Ovejero (Barcelona, 1957) le desespera tener que desmontar continuamente las mentiras del nacionalismo pero no son tiempos estos para ponerse de perfil. El pensador aún cree que una izquierda anti independentista es posible en España y responsabiliza al PSOE y Podemos de transigir con el nacionalismo, la forma superlativa de xenofobia.

 ¡Qué aburrimiento esto de Cataluña!

Fíjese. Sí, ojalá pudiéramos estar hablando de poesía. Pero todo parece conducir a lo mismo. Y es obligado no ponernos de perfil. De eso iba, en el fondo, El compromiso del creador, mi penúltimo libro, de la obligación de no ignorar los retos y de mirarlos con afán de verdad.

¿Qué es lo que no se ha querido hacer aquí?

El problema en Cataluña es que nos enfrentamos a una ideología, el nacionalismo, profundamente reaccionario y que se debería combatir como el machismo o el racismo. Y no importa que lo defienda una persona o un millón. Eso no lo hace mejor. En virtud de que participamos de un rasgo étnico o cultural, tenemos unos derechos que negamos a los demás. Para empezar la condición de ciudadano. La idea de que se pueda levantar una frontera y convertir a tu conciudadano en extranjero es, se mire como se mire, una forma superlativa de xenofobia.

Hombre, si el elemento común de una identidad es la lengua entonces los cientos de millones de personas que hablamos español tendríamos una nación.

 ¡Claro! Pero piense que usted vive en Madrid y yo en Barcelona y tenemos más que ver con alguien que vive en París o en Nueva York que con un campesino del valle de Arán o de Limoncito, en Bolivia. La identidad sostenida en la lengua es una patraña incompatible con la buena ciencia. Sin olvidar, claro, que la lengua común y ampliamente mayoritaria de los catalanes es el español.

Siempre se habla de una mayoría silenciosa frente al nacionalismo. ¿Por qué no se manifiesta?

En un artículo de 1996 llamado Mentiras públicas, verdades privadas expliqué siguiendo a Timur Kuran que si estás escuchando a algo que parece que una mayoría sostiene aunque sea una patraña, o te callas o reajustas tus preferencias al gusto del grupo. Mi esperanza es que de ese 10% de discrepantes públicos pasemos al 30%. A partir de ahí el coste de la discrepancia empieza a disminuir y otros se suman para recordar que el rey está desnudo.

Usted culpa a la izquierda.

 La izquierda, por diversas circunstancias, parece arrogarse la autoridad moral para determinar si una causa es noble y ha validado el nacionalismo. No se dan cuenta que no hay ninguna diferencia conceptual entre que unos cuantos catalanes decidan que se marchan con lo que es de todos, una parte del territorio político, a que por ejemplo, los españoles decidamos no contar con Extremadura porque son más pobres. No hay nada más comunista que el territorio político en el que todo es de todos sin que nadie sea dueño en particular de nada. Es sencillamente ser ciudadano, cada uno de nosotros, sea de donde se sea.

¿Por qué la izquierda que ha abanderado la lucha contra el machismo, la igualdad de los homosexuales... se muestra tan complaciente con algo tan discriminatorio como el nacionalismo?

Eso merece un análisis más detallado. Hay una presencia importante de las élites catalanas en la constitución ideológica de la izquierda que legó el franquismo. No hay que olvidar que durante el franquismo tuvimos una situación privilegiada material y socialmente y ahí germina una cohorte que ocuparía una parte importante de los puestos de decisión. Ha facilitado la extensión de un relato falso. Por ejemplo la izquierda sostiene que la Guerra Civil fue una guerra contra el nacionalismo cuando en Andalucía o Salamanca hubo más personas represaliadas que en el País Vasco... Todos esos mitos son falsos. Y luego la persecución de la identidad. En realidad, el problema, por lo menos a partir de los 60, no era tanto publicar en catalán, como publicar a Marx. Repase premios literarios, revistas...

Ese afán de la izquierda por aferrarse a cuestiones como la identidad puede deberse a que la derecha ha ocupado las posiciones socialdemócratas.

Desde luego, pero cualquiera que acuda a la izquierda del siglo XIX y la compare con la del XX, se daría cuenta de que estaba comprometida con el racionalismo y con el progreso, es crítica con la religión y las identidades nacionales. Marx tiene en mente la idea de nación que surge de la revolución francesa como un conjunto de ciudadanos que se compromete a defender sus derechos y libertades, y desprecia las naciones sostenidas en la identidad o la etnia. La izquierda, nuestra izquierda, para ser exactos, ha buscado los peores recambios. Por cierto, que el postmodernismo allanó el camino al extender semillas irracionalistas.

 ¿Qué es una nación?

En el sentido en el que lo usan los nacionalistas es una noción analíticamente estéril y habría que abandonarla como se hizo con el flogisto. La nación es un concepto que los nacionalistas políticos ponen en circulación para hablar en nombre de ella. Los intentos de definir esa idea colapsan. ¿Qué es? Un conjunto de individuos que tienen en común una característica que es objetiva, cultural, y en ese caso es falsa empíricamente, a poco que precisemos la cultura a la que se apela; o es subjetiva, como individuos que creen que son una nación, en cuyo caso es circular. Claro, siempre es posible encontrar personas que comparten visión del mundo. Y aún más los ricos concentrados territorialmente. Pero nadie consideraría hacer un referéndum para romper la comunidad política.

La izquierda ha comprado este identitarismo.

Indudablemente. El problema más importante que tenemos es que ahora, gente como Iglesias y Colau hablan de destrozar España cuando hemos conseguido una nación de ciudadanos y de identidades múltiples (por qué es más importante que yo sea catalán que mi identidad de clase, sexual o religión). ¿Por qué volver a la idea de tribus y comunidades que en realidad son encapsulamientos? No son reales empíricamente. En Cataluña no hay más que un 33% que piensa así y que obligan a la mayoría a ahormarse a la supuesta identidad que, lo repito, es una invención.

 Lo primero que hace la izquierda no nacionalista en sus manifiestos es decir que al menos no son del PP o Ciudadanos. Como si eso fuese una tara.

Esa izquierda con la que yo me he sentido afín sufre de una alergia anti PP que no tiene ningún tipo de justificación. La izquierda debería reconocer que el mejor ejemplo de activismo fue el del PP y PSOE en el País Vasco durante los años de plomo. Eso sí que es luchar por las libertades y no lo de Colau.

 La posición de Colau es poco clara...

En Economía existe un concepto que es el coste de oportunidad (una decisión cuesta respecto a la mejor alternativa que se puede tener). Entonces el coste de oportunidad de Colau es cero porque ¿qué hacía antes de ser alcaldesa? Por eso no firma la participación del Ayuntamiento en el referéndum porque puede perderlo todo si la inhabilitan. Le recuerdo que los del PP y PSOE en el País Vasco se jugaban la vida. Por eso, lecciones de democracia al PP, ninguna.

El cordón sanitario de la izquierda existe.

Claro. El PSOE ha ido cediendo su espacio al PP y ahora lo único que le queda es el nacionalismo. ¿Cómo es posible que en España la izquierda permita que se establezcan barreras por motivos lingüísticos? No se dan cuenta que un médico de Extremadura ya no puede encontrar trabajo en un hospital de Manresa... Claro que para los catalanes nacionalistas es mejor que no venga nadie a desmontarles el chiringuito.

¿Sigue siendo de izquierdas?

Sí. En los últimos años he entablado relación con los discípulos de Gustavo Bueno y en esos chicos hay esperanza para la izquierda... Es una escuela de pensamiento vertebrado que le da sopas con hondas a la gente de la Complutense, que por cierto es malísima. No me extraña que haya salido de ahí lo que ha salido.

¿Y Pedro Sánchez?

 Es un tipo que es inane, inconsistente. Se le nota en cómo habla, en cómo petardea... Vive del eco.
 Dicen que la presencia de la Guardia Civil y la Policía Nacional aumenta el número de indepes.
Eso es ignorancia. Ha sido un juez que instruía una causa que tenía que ver con el manejo ilegal del censo. Pero la gente no está informada... ¿Acaso se han soliviantado los votantes del PP cuando la policía ha entrado en la sede del partido?

Pero la gente parece no estar contenta de que la Guardia Civil...

Lo que pasa es que se trata de reconocer una realidad que puede ser tensa. Por eso, las declaraciones de los empresarios me parecen vergonzosas. Dicen que hay que ceder en favor de gente que quiere romper una comunidad. ¿Y por qué no en favor de esa mayoría de catalanes olvidada desde hace años? Algunos políticos catalanes se han acostumbrado a escupir sistemáticamente (diciendo que los españoles son unos gandules que nos roban...) sobre el resto de españoles. Lo raro es que no me den dos hostias cuando digo que soy catalán.

Pero los catalanes parecen dispuestos a creerse las mentiras. Y el independentismo ha pasado de un 20% a un 48%...

Es propaganda. Todo empezó con las mentiras de las balanzas fiscales que ya se han desmontado en muchas ocasiones. Hay que repetir el mensaje hasta que cale y se revierta la situación.

¿Hay miedo a lo que pueda pasar mañana?

Esa clase media acostumbrada a venir a manifestarse se va a bajar del burro porque teme que las CUP se vayan a desmadrar. Ese segmento ya estaba menos presente en las últimas diadas... Luego queda esa parte que es Kale Borroka y no hay que olvidar las enseñanzas del País Vasco. Dijeron que si Otegi iba a la cárcel se armaría Troya... Y no pasó nada. Al contrario. La sensación de impunidad hubiera acobardado a los que no estaban con ETA.

¿Ha actuado bien Rajoy?

Su gran error es haber creído las palabras de tipos que decían que no iba a pasar nada. ¡Es que Pinochet estaba al lado de Allende antes de darle el golpe! ¿Cómo Soraya se ha podido tragar los cuentos que le contara esta gente?

Hay gente no independentista que defiende que se celebre un referéndum legal.

¿Y aceptar que hay una unidad de decisión legítima? Es como si dijéramos que los varones vamos a votar y que privamos a las mujeres del derecho al voto. Esas cosas son ilegítimas. No se puede votar privar de derechos a los otros. Eso es chantaje.

 Usted es fundador de Ciudadanos.

 Aquí en Cataluña son héroes morales. Sí creo que han cometidos dos errores: abandonar la socialdemocracia por un proyecto liberal inconsistente y rebajar la crítica al nacionalismo.

¿Qué ha perdido Cataluña en estos años?

Civilización, libertad... Ahora Cataluña es más paleta que antes. Después de la Guerra Civil cualquier persona podía llegar a Madrid o Barcelona e integrarse porque a nadie le importaba de dónde venía. El nacionalismo tuvo que construir una identidad asociada al mito de una visión compartida del mundo, vinculada al idioma... Es absurdo. No tienen en cuenta que han intentado construir una nación étnica sobre un cuadro social y demográfico que no responde a esas expectativas porque la mayoría habla castellano.

¿Hay hueco para otro partido de izquierdas?

En España hay un hueco a la izquierda para un partido que se atreva a decirle a Podemos que han recuperado el carlismo, las comunidades de identidad que son asfixiantes y que además defienden las religiones más reaccionarias. Un nuevo partido debería recuperar un ideario muy sencillo. Igualdad y eficacia. Y que cualquiera en España pueda acceder en su propio país a la posición que sea solo por los méritos requeridos de ese particular oficio; no por si participa de las particularidades de la tribu como es el idioma. Eso es muy difícil de construir.

Ada Colau me dijo que no era independentista.

No es nada. En el momento en el que hubo el atentado en las Ramblas te puedo decir que tanto Colau como Puigdemont estaban desbordados. ¿Qué sabían de gestionar un atentado? Y de pronto tenían que tomar decisiones de adultos y afrontar la idea de que había muertos. Los que viven en esa perpetua adolescencia creen que todo les sale gratis. El día de los atentados, Rajoy debería haber asumido el relato porque estábamos en medio de un ataque terrorista. Pero el Estado estaba acomplejado y la manifestación acabó en manos de la Asamblea Nacional Catalana.

Se habla de la sentencia del Constitucional respecto al Estatut como el origen de todo.

Eso es mentira también. Nadie quería el Estatut. El mismo mes en el que el PSOE empezó a hablar de ello, se había publicado una encuesta en la que se decía que Cataluña era la comunidad más satisfecha con su autonomía... ¡Qué pena tener que estar recordando esta basura de datos! Ahora podríamos estar hablando de poesía...