Antonio Pérez Henares: "Hay una teocracia progre que aún se cree la leyenda negra de España"
Entrevista de Irene Hernández Velasco para El Mundo Sábado, 18 julio 2020 - 01:41
De conquistador a esclavo. La odisea de Cabeza de Vaca, el primer blanco que cruzó el sur de EEUU
(Bujalaro, Guadalajara, 1953). Periodista y escritor. En Cabeza de Vaca (Ediciones B) revive el fascinante viaje de nueve años que este aventurero realizó en el siglo XVI desde Florida al golfo de California, recorriendo todo el sur de Estados Unidos.
¿De dónde surge su interés por Álvar Núñez Cabeza de Vaca?
Me lo descubrió en el año 2000 Miguel de la Quadra-Salcedo en el transcurso de una ruta Quetzal, la tercera que yo hice, en la que seguimos las huellas y pasos de Cabeza de Vaca. Y ante mi sorpresa, encontré en algunas poblaciones indígenas el eco de aquel gran chamán blanco que 500 años antes había cruzado todas esas tierras.
Núñez Cabeza de Vaca rondaba los 40 años cuando en 1527 se embarcó rumbo a América, ya no era ningún chaval. ¿Qué le empujó a esa aventura?
Efectivamente, Cabeza de Vaca era un hombre curtido cuando viajó a América. Había sido soldado en Italia y después estuvo en la guerra de los comuneros, en el bando realista. Estuvo en la toma de Tordesillas y en la batalla de Villalar, que supuso la derrota final de los comuneros y cuyos líderes fueron allí mismo ejecutados. Era un hombre curtido, pero con el ansia de ir a América. Era de una familia hidalga pero huérfano, y las Indias se presentaban como una gran oportunidad. Pero además creo que también le movió el profundo deseo de aventura, de engrandecer al reino y al rey y de servir a Dios, conceptos que estaban muy arraigados en la época. De hecho, la palabra que más repite Cabeza de Vaca en su libro Naufragios es Dios.
La expedición en la que se embarcó Cabeza de Vaca, capitaneada por Pánfilo de Narváez, sufrió calamidades varias...
¡Es que a quién se le ocurre embarcarse con Pánfilo de Narváez! Yo creo que la expresión "Eres un pánfilo" viene de ese personaje. En esa expedición fue un desastre absoluto, no dio una. Cabeza de Vaca, que era el segundo, intentó que no cometiera todos los errores que cometió, pero no hubo manera. Pánfilo de Narváez era realmente un hombre incapaz como líder, y muy pronto Cabeza de Vaca se convierte en el verdadero líder.
La gran prueba de la ineptitud de Pánfilo de Narváez es que su expedición partió de Sanlúcar de Barrameda con unas 600 personas y solo cuatro sobrevivieron...
Así es.
Cabeza de Vaca pasó nueve años recorriendo el sur de Estados Unidos, desde Florida al golfo de California y viviendo aventuras de todo tipo. Le hicieron por ejemplo esclavo, ¿no es así?
Cabeza de vaca cruza desde el Atlántico en Florida al Pacífico mexicano. Es el primero que cruza la desembocadura del Misisipí, el río Grande, las llanuras del sur de Estados Unidos, la Sierra Madre occidental mexicana y llega al Pacífico mexicano. El suyo es un viaje inaudito que dura nueve años y que realiza casi desnudo, descalzo, sin armas. Un viaje en el que sucesivamente es prisionero, esclavo, buhonero, curandero, chamán, gran chamán... Cuando una tribu lo entregaba a otra tribu, la tribu que recibía a Cabeza de Vaca tenía que dar a la otra tantos regalos que prácticamente se quedaba en la ruina. Pero luego esa tribu lo entregaba a su vez a otra y recibía muchos presentes por él...
Lo más fascinante quizás de Cabeza de Vaca es que rebate la leyenda negra de los conquistadores: él es alguien que comprende y en muchos sentidos admira a los indígenas, ¿verdad?
Cabeza de Vaca es el primer indigenista, el primer etnólogo, el primer biólogo y el primer naturalista. La mirada de Cabeza de Vaca es una mirada llena de curiosidad, de respeto y de comprensión. Desde el primer momento, la descripción que hace de, por ejemplo, los grandes guerreros semínolas, así como de otras tribus, es de admiración, subrayando lo buenos y avezados que son y asegurando que sólo con los caballos se les puede sojuzgar. Es muy respetuoso con ellos, y eso a que veces lo maltrataban. Pero siempre ve elementos positivos. Aunque señala muchas de las barbaridades que cometen, también señala sus virtudes. Dice por ejemplo que no ha visto a nadie que cuide mejor a sus hijos. Su curiosidad es tal que empieza a discernir las relaciones que hay entre unas tribus y otras, si son endogámicas o exogámicas en los matrimonios, cómo son las relaciones de pareja, si se pueden divorciar... Incluso describe comportamientos homosexuales, habla de hombres que visten como mujeres y hacen trabajos de mujeres, pero que eran muy fuertes y combatían muy bien. Algunos en la actualidad han querido ver a Cabeza de Vaca como un adelantado a su época que incluso podría haber sido él mismo homosexual, porque en un momento determinado dice de los homosexuales que "hacían diabluras". Esa expresión hoy tiene una connotación ligera, sin embargo en la época "hacer diabluras" era hacer cosas del diablo, y aquello era terrible.
¿Por qué considera a Cabeza de Vaca un biólogo y naturalista?
Sólo hay que ver cómo describe la naturaleza que le rodea. No es un biólogo, pero describe los árboles que ve y los compara con los que él conoce. Y fue un naturalista que describe animales que le sorprenden, como por ejemplo la zarigüella, que es un marsupial.
En su periplo Cabeza de Vaca llegó a toparse con los siux, ¿no?
Por dos veces. Con los siux Lakota, para entendernos: los de la película Bailando con lobos pero sin caballos, claro. Y los describe con gran dignidad, les tiene un particular aprecio. Los siux son los que le enseñan los búfalos y con los que come el búfalo. Es el primero en ver los búfalos americanos, y los llama vacas corcovadas porque le recuerdan a las vacas moriscas, a la vacas retintas andaluzas.
¿Cabeza de Vaca es una excepción?
Cuando conoce a las tribus de lo que hoy es el sur de Estados Unidos y el norte de México, a los tarahumaras, a los pies ligeros, a los apaches y sobre todo a los indios pueblos, le conmueven, porque les ve muy avanzados: tenían regadíos, calzadas, acequias, casas de asiento... Pero además tienen una organización importante y son pacíficos. Y sobre ellos Cabeza de Vaca escribe una frase definitoria: dice que si se les tratara como debiere, aquí estarían los mejores súbditos de su majestad y los mejores cristianos.
Lo que denunciaba entonces es que a muchos indígenas no se les trataba como era debido, ¿no?
Las leyes de la Corona eran clarísimas: no se podía esclavizar a los indios. La fabulosa reina Isabel, adelantadísima a su tiempo, ya en 1500 lo prohibió. Antes incluso, porque cuando Colón vuelve de su segundo viaje trae esclavos indios y la reina se enfada con él y le hace devolverlos en su tercer viaje, porque considera que sus súbditos no pueden ser esclavos. No sólo eso: Isabel II aconseja antes ya de 1500 el matrimonio interracial. Y en 1514 el rey Fernando establece por ley que esos matrimonios interraciales no sólo son absolutamente legales, sino que sus descendientes tienen legítimo derecho a heredar, exactamente igual que si fueran hijos de castellanos.
¿Los que acusan de genocida y de racista al imperio español se equivocan?
Sí. La población mestiza e indígena era totalmente mayoritaria en el imperio español, y sin embargo al norte, en territorio inglés, no ha quedado un indio vivo. Esa sí que ha sido una masacre y muy reciente, un genocidio de anteayer. Incluso en el imperio español, los genocidios más terribles y más recientes los cometieron los argentinos y los chilenos en el siglo XIX, ya independientes, contra los mapuches, contra los tehuelches... Nos acusan de genocidas los que son verdaderamente genocidas. Y te acusan de racismo cuando en el imperio español estaban legalizados los matrimonios interraciales desde 1514, aunque como le decía previamente la reina ya los había aconsejado. En Estados Unidos, sin embargo, los matrimonios interraciales no se permitieron hasta el año 1967 en algunos estados.
Dice que en el imperio español estaba prohibido esclavizar a los indígenas. Pero había una trampa, ¿no es así?
Efectivamente, había una trampa. En las expediciones siempre iban unos comisarios, que eran frailes, nombrados por la Corona para vigilar que se cumplieran sus leyes. El ejemplo más significativo y terrible de cómo se incumplían esas leyes está también en este libro y lo personifica Nuño Beltrán de Guzmán, fundador de Guadalajara, mi paisano y quien ejemplifica lo que muchos otros hicieron. Se podía esclavizar indios sólo si estos eran indios rebeldes, alzados. ¿Qué es lo que hacían los conquistadores? Declarar que todos los indios eran alzados. Con esa trampa, se incumplían las leyes de la Corona.
¿Cabeza de Vaca llegó a denunciar a Nuño Beltrán de Guzmán?
Sí. Las críticas de Cabeza de Vaca, de Fray Bartolomé de las Casas y sobre todo del propio virrey, Antonio de Mendoza, contra Beltrán de Guzmán hicieron que éste fuera procesado. Beltrán de Guzmán acabó engrilletado, metido en un barco, enviado a España, juzgado y condenado y murió preso en Torrejón de Velasco. Y no fue el único. Sólo en el imperio español había gente que denunciaba esos grandes abusos, que levantó su voz. Las leyes de la Corona eran las que eran, pero había mucho hijo de puta que las incumplía. La Historia es la Historia, y hay que verla con los parámetros mentales de su tiempo y con rigor, señalando los elementos positivos y señalando desde luego los crímenes cometidos. Eso es asumir la Historia. Nada es blanco inmaculado y nada es negro como la leyenda negra.
¿Y usted qué balance hace de la Historia de España en ese periodo?
Yo creo que la historia de España es absolutamente fascinante y a mí personalmente me parece que España hizo la aportación más esencial al mundo que hoy conocemos. Por dos razones. Porque le dijo al mundo que el mundo era más del doble de grande de lo que se pensaba en la época. Y, además de eso, al cabo de 20 años dimos la vuelta a ese mundo, lo circunnavegamos. La primera globalización del mundo es española. La primera lengua franca de la tierra es el español. Esa es nuestra gran aportación.
¿Por qué la lectura que se suele hacer de la Historia de España es blanca o negra, ignorando los grises?
Por fortuna creo que la Historia de España empieza a tener, granito a granito, quien la cuente y una población ansiosa por saber de ella. De ahí el éxito espectacular y mantenido de la novela histórica en España, el género más vendido. El 27% de los libros que se venden son novelas históricas, la novela negra está en torno al 13%. La gente tiene ansia por acercarse a su propia Historia, está harta de tener que tragarse dos extremos: por un lado las glorias y, por otro lado, el hecho asumido por esta teocracia progre -me niego a llamarla izquierda- de indocumentados que se creen la leyenda negra más que Antonio Pérez. Pero la leyenda negra ya no se la cree ni Antonio Pérez, porque se sabe que es una patraña. Pero aquí es cuerpo de doctrina de indocumentadas como la señora esta de Andalucía, la tal Teresa [Rodríguez, presidenta del grupo parlamentario Adelante Andalucía], cuyo marido es profesor de Historia. Imagínese lo que les enseñan a los niños. El problema es que sí tenemos quien escriba la Historia, pero no tenemos quien la cuente en imágenes.
¿Se refiere al cine?
Sí. Es trágico que no hayamos sido capaces de hacer una película digna sobre todo lo que fue esa inmensa epopeya. En aquella época no había lugar más esplendoroso en la tierra que Sevilla, donde cada barco que llegaba cambiaba el mundo. Y hemos sido incapaces de hacer una película digna sobre eso. Hombre, yo no digo que seamos todos John Wayne o Gary Cooper, pero ¿tenemos que ser siempre los malos?
¿A qué atribuye el que apenas haya películas en clave positiva sobre los conquistadores?
Fundamentalmente a que hay una anteojera ideológica, sobre todo en el capítulo cinematográfico, por parte de la izquierda española, que no era así antes. Lo de creerse la patraña no tiene que ver con la izquierda. El gran historiador español Claudio Sánchez Albornoz, el último presidente de la II República en el exilio y considerado ahora por éstos facha, no se la creía. Pero nuestros cineastas prefieren poner en valor solo la mugre, la mierda, la miseria, la crueldad... Que existieron, sí, claro que existieron. Pero también existió lo otro. Pero no: toda la epopeya, todo lo que es espectacular, se omite. Hemos sido incapaces de hacer una película digna sobre todo eso. Hay todo un mundo que se considera a sí mismo la élite cultural y que en realidad tiene unas anteojeras ideológicas y un sectarismo absoluto. Desprecian todo lo que huele a España porque creen que es franquista. Pues no. Cortés no era franquista, Cabeza de Vaca tampoco. De la misma manera que ellos no son antifranquistas, porque en su puñetera vida han visto uno.
Asistimos desde hace algunas semanas a la 'estatuofobia'. ¿Qué le parece ese fenómeno?
Me parece una enorme estulticia, una gilipollez. Ya me contará qué tiene que ver un ataque racista con Colón. Creo que eso está siendo atizado por unas generaciones que tienen una frustración inmensa: son incapaces de aportar nada a la Historia y se dedican a destruir las raíces históricas, porque han sido educados en el infantilismo más tremendo y atroz. Y esa frustración la pagan decapitando a Colón, a Hernán Cortés, a Cervantes... Y no sólo en Estados Unidos, donde esos ataques se entroncan con la hispanofobia, algo que va contra las raíces más potentes, antiguas y trascendentales de Estados Unidos. Inmediatamente, aquí tiene que salir la fila de trastornados que confunde una cosa con la otra y a los que parece que todo lo que huele a España les quema.
Quizás sea por el uso y abuso que la dictadura franquista hizo de la Historia de España, de la bandera española, de la lengua española...
Pero qué coño, ¡si la bandera española es la bandera de Carlos III de la Armada! Era la bandera de la Armada porque el rojo y el amarillo se ven muy bien en el mar. La bandera española, la lengua española y la propia palabra España están como malditas. La dictadura es verdad que las secuestró. Pero cuando llega la libertad una parte de la izquierda, en lugar de defender a la doncella que ha sido mancillada por la dictadura franquista y de acudir a su rescate, la desprecia por eso. Qué tendrá la palabra España para que se la mancille por parte de los españoles. Y, dentro de todo eso, la gilipollez mayor es ponerse a juzgar los hechos pasados, hechos de hace cientos de años, de siglos, de milenios incluso, con parámetros actuales. Para hacer eso hay que tener no sólo una soberbia y una fatuidad absoluta, sino un trastorno mental no transitorio.
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