viernes, 3 de abril de 2020

Corral de Comedias de Ciudad Real

Emilio Martín Aguirre, "También tuvo Ciudad Real su Corral de Comedias", en Objetivo Castilla La  Mancha, 11/07/2019:

(En la calle del Jaspe, esto es, actualmente llamada Hernán Pérez del Pulgar.

La piqueta también acabo con los restos del siglo XVIII del Primer Corral de Comedias capitalino Otro resto de lo que pudo ser el Corral de Comedias de Rafael Varona Si la especulación no hubiera hecho tanto mal en el urbanismo ciudadrealeño, se podría haber recuperado este escenario

Estamos en julio y ya ha comenzado el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, localidad ciudadrealeña que alberga el privilegio de disfrutar en su término municipal del teatro de comedias completo más antiguo del mundo en su género. Por este motivo voy a reproducir el trabajo editado por Gerardo Pérez de Madrid y Céspedes, en el cuaderno nº 13 del Instituto de Estudios Manchegos en diciembre de 1982, que trata sobre el corral de comedias que tuvo en su día Ciudad Real.

“La primera noticia que conocemos, la consigna don Inocente Hervás y Buendía, al hablar del último tercio del siglo XVIII en Ciudad Real (1). “Se construyó, dice, también el PRIMER CORRAL DE COMEDIAS por el artista Rafael Barona en 1779.”

Doña Isabel Pérez Valera (2) nos dice que “en esta provincia no se conocen edificios algunos dedicados a teatros y diversiones públicas: sólo en esta capital, Almagro y Alcázar de San Juan tienen los propios tres corrales en mal estado y peor disposición para cuando ocurre presentarse alguna compañía de cómicos, que sucede poquísimas veces”. Y añade, “sería interesante que también Ciudad Real y Alcázar localizaran los Corrales de comedias citados”.

Esto es lo que nosotros sabíamos de este asunto en el año setenta, después hemos retrasado algo más, y considerando que el esclarecimiento sobre esta materia tiene cierto interés, pasamos a exponer nuestras averiguaciones.

AUTORIZACION A RAFAEL VARONA PARA CONSTRUIR UN COLISEO DE COMEDIAS

En el Libro Capitular de este año 1799 –nos estamos refiriendo al Ayuntamiento de Ciudad Real-, que, por cierto encabeza su portada en la forma siguiente: “Jesús… María… Josef… Joaquín y Ana? Que todo los sanan”, y en la sesión celebrada el día diecisiete de marzo de mil setecientos setenta y nueva, el Ayuntamiento de esta ciudad de Ciudad Real, vio un memorial presentado por Raphel Varona, de esta vecindad, por el que suplica se le conceda licencia, para fabricar en esta ciudad un corral o patio de comedias por no haberlo en ella, en la forma que demuestra un plan que presenta, con la condición de que en el tiempo de quince o veinte años no se puede fabricar otro por persona alguna, atendiendo a los muchos dispendios que ha de tenerle dicha obra. La de que se había de componer y ajustar con los cómicos por el tiempo que trabajasen, sin que se les cobre más de cuatro maravedíes por cada persona que entrare. La que pueda llevar dos reales por cada aposento al día, a los que quisieran ocuparlos, y la de que a los sujetos que quisieran tomar asiento en la Luneta se les pueda llevar un estipendio moderado; enterada la ciudad de su contexto y en vista del Plan que figura el corral en la disposición y con las separaciones correspondientes de aposentos, Luneta, patio, cazuela para mujeres, y demás servidumbres con que regularmente están fabricados los de otros pueblos y lugares y que lo solicita exigir, es equitativo; Acordó de una conformidad se le conceda como por el presente le concede la ciudad licencia para fabricar dicho corral o coliseo bajo de las condiciones propuestas, declarándose que en el caso de que hubiere persona que solicite construir otro, no lo pueda hacer hasta que sea pasado el tiempo de quince años, para que de este modo no se le perjudique en los gastos que necesariamente ha de invertir en dicha construcción; y bajo de la expresa circunstancia de que al abrir las zanjas para los cimientos de la obra, y principiar éstos haya de dar cuenta al señor corregidor para que este mande maestros que los reconozca, y declaren si son de los gruesos y material correspondientes para la permanencia, solidez y seguridad de la obra. Que concluida se había de aprobar por maestros que se nombren por dicho señor Corregidor, sin cuya circunstancia no pueda usarse del corral, para representar ni otro efecto, hasta que se acredite por la declaración de los Peritos, estar construido con la mayor seguridad y satisfacción; Désele testimonio de su memorial y este Decreto como lo pide”.

¿Quiénes fueron las personas que en nombre de la ciudad dieron el permiso para la construcción del primer Corral de Comedias en Ciudad Real? Las siguientes: Corregidor don Francisco Toral. Justicias, don Tomás Palacios, don Manuel Josef García, don Josef Antonio Díaz. Diputados del común Don Diego Bernal, don Ysidro Madrid y don Fernando Camborda. Personero (Síndico), señor Zuloaga. Secretario, Manuel Dávila Muñoz. Como se ve por la simple lectura de lo que antecede, la Corporación Municipal, atiende la solicitud debidamente, pero se preocupa mucho de que la obra reúna las condiciones de seguridad suficientes para proteger la vida de los posibles espectadores.

En una cosa falla –desde nuestro punto de vista actual-, no indican el lugar en donde ha de ubicarse el Corral de Comedias, objeto de la solicitud, de aquí creemos que dimana la dificultad de su localización dentro de la ciudad. Desde luego, en aquella fecha, no debía existir la calle JASPE (3), en donde estuvo situado y en donde quedan restos de la construcción, como después demostraremos. ¿Ocuparía el solar de las casas que a nombre de Juan Manuel Varona, que con el número 601, aparecen reseñadas en el Catastro del marqués de la Ensenada, existente en la Casa de Cultura de Ciudad Real, legajo 622, de 23 de septiembre de 1741 y cuya ficha es la siguiente: “Unas casas de morada propias de Juan Manuel Varona, en la población de esta ciudad. Colazión del Sr. San Pedro, calle de San Juan de Dios: lindan con las de Francisco García Baquero y con molino zumaque de don José Torres, tiene de frente diez y nueve varas y treinta y dos de fondo, consisten en cuartos altos y bajos dobles y algunos solatexa, su fábrica tapias de hormigón cal y ladrillo: Patio y corral, a las cuales regularon los peritos su arrendamiento en doscientos veinte reales de vellón”.

Las razones de nuestra sospecha son las siguientes: La iglesia de San Juan de Dios estaba situada en donde ahora se levantan las casas de la Diputación Provincial, en la calle de Ruiz-Morote, nosotros conocimos la Iglesia de San Juan de Dios, ya sin culto. En dicho edificio, estuvo instalada la Escuela Normal de Maestras, única que existía en nuestros años de bachillerato, ya que los estudiantes de Magisterio hacían alguno o algunos años de la carrera en el Instituto y se terminaban en alguna Normal de alguna ciudad próxima generalmente en Toledo, en donde sí existía Escuela Normal de Maestros. El uno y el otro Varona debieron ser parientes y por la proximidad de la calle de San Juan de Dios, que suponemos tomaría el nombre de estar enclavada en ella su iglesia y la proximidad de la misma a la conocida en la actualidad por el Jaspe, nos inducen a esta creencia.

En el Archivo Municipal (4) aparece con el número 435 una instrucción provisional para la cobranza de la contribución de casas. Año 1821, al número de orden de la relación 267 aparece el Coliseo de Comedias de don Juan Plaza con otras oficinas bajas, con una renta anual de ocho reales.

El número 462. Reparto de utilidades, entre los vecinos de Ciudad Real. Año 1841, del mismo Archivo (4) al número 462 de orden, en la parroquia de San Pedro aparece como contribuyente la viuda de don Juan de Plaza. Estos documentos nos plantean problemas. El Coliseo de Comedias de don Juan de Plaza, ¿es el mismo construido por Varona o es otro? Han pasado cuarenta y dos años desde la concesión del permiso de construcción a Varona, y por consiguiente, Plaza, pudiera haber obtenido permiso para construir un segundo Corral de Comedias. ¿Se trata del primer Corral de Comedias, el de Varona, que ha pasado a ser propiedad de Plaza o lo explota éste en arrendamiento? Preguntas son éstas que dejamos en el aire y que pudieran dar lugar a nuevas investigaciones.
Sigamos, pues, con nuestro primer corral de comedias, y presentemos pruebas documentales indubitables.

En el protocolo de Instrumentos otorgados ante el Escribano Antonio Rico –que se custodia en la CASA DE CULTURA de Ciudad Real-, encontramos el siguiente documento, que figura a la terminación de este trabajo.

Venta real …. 19 de junio.

“En la Ciudad de Ciudad Real a diecinueve de Junio de mil ochocientos cincuenta, ante mí el Escribano numerario de ella y testigos que se dirán, parecieron D. Andrés García Ron, Cura Párroco de la Iglesia de San Pedro de esta ciudad; D. Manuel de la Riba y Rodrigo, Pbro agregado a dicha iglesia y D. Ramón Gómez, Cura Párroco de la del Salvador de Picón”, los primeros como jueces testamentarios y el tercero como Albacea, los cuales venden la casa que después se dirá como parte de los bienes relictos pertenecientes al matrimonio Rafael Varona y Luisa Córcoles, al fallecimiento de la señora, que murió la última y en su calidad de jueces y albacea testamentarios, “venden y  enajenan para siempre y desde este día en adelante a don José Antonio Ruiz, natural y vecino de esta ciudad, para que sea para el, sus herederos y sucesores, y para quien en su nombre en cualquier manera lo hubiere de haber, es, a saber: Una Casa en esta población y su calle del Jaspe, conocida por el Coliseo, porque antes fue teatro de esta Capital”… en la cantidad de tres mil trescientos reales de vellón.

¿Por qué no figura el número de la casa en la escritura de venta? Alguna razón de peso debía haber en el aquel tiempo cuando un detalle que hoy consideramos elemental, se le escapó al Escribano numerario señor Rico. Después de darle vueltas al asunto, hemos averiguado que en aquella fecha las casas no estaban numeradas, pues la real Orden de 24 de febrero de 1860, que entre otras cosas, previene, que haya en la Secretaría de todo Ayuntamiento un Registro de la numeración de las casas, y que al conceder los permisos para edificar se imponga a los propietarios la obligación de colocar, a sus costas, el número correspondiente en la forma establecida por el Municipio.

La reparación de los números de las casas va a cargo del Ayuntamiento. Real Orden de 20 de marzo de 1897.

No sólo ha de estar numeradas las casas en el casco de la población, sino las que hay en despoblado, según dispone la Real Orden de 5 de enero de 1887 (5). Como se ve, todas estas disposiciones son posteriores a la fecha del otorgamiento de la escritura reseñada más arriba. Posiblemente, de haber existido legislación obligando a la numeración de las casas con anterioridad al otorgamiento de la escritura de venta real número 57, en ella, es posible que se hubiese silenciado la indicación de la casa del Coliseo y hubiera sido más difícil su identificación y situación.

Pero sigamos examinando el mismo protocolo, y encontramos: Venta nº 78… 27 de Julio. El 27 de Julio de 1850, D. José Antonio Ruiz, “vende y enajena para siempre a favor de D. Fulgencio Trujillo su convecino, es a saber: El solar que ocupaba el escenario en el Teatro antiguo de esta Ciudad y un corral con pozo que está situado en el mismo Teatro, calle del Jaspe, que el compareciente compró según escritura de diez y nueve de junio último”. De modo y manera, que el señor Ruiz, en poco más de un mes, había destruido el escenario del Corral de Comedias que construyera Rafael Varona. ¡Sin comentarios!

(1)   Diccionario Histórico, Geográfico, Biográfico y Bibliográfico de la provincia de Ciudad Real, 2ª edición. Ciudad Real, 1899. Establecimiento Tipográfico del Hospicio Provincial.

(2)     Isabel Pérez Valera: Datos para la Historia del Corral de Comedias de Almagro. Ciudad Real. Imprenta Galán, pág. 11 del programa de festejos de Almagro. R. 13113. Año 1968.

(3)     Véase la obra de doña Isabel Pérez Valera: Ciudad Real en el siglo XVIII. Publicaciones del Instituto de Estudios Manchegos (Patronato “Quadrado” del Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Ciudad Real, 1955.

(4)     Isabel Pérez Valera. Índice de los documentos del Archivo Municipal de Ciudad Real 1255-1899. Publicaciones del Instituto de Estudios Manchegos (del patronato “José María Quada”, Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Ciudad Real 1962. Tipografía Alpha, Calatrava, 5. Ciudad Real. Depósito Legal C.R.-52-1963. Nº registro C.R.-776-1963.

(5)     Pedro Huguet Campaña: El Abogado Popular, pág. 416, tomo V, llamada 231.

Relojes en Ciudad Real

¿Fábrica de relojes en Ciudad Real?
10 Septiembre 2012
Carlos Muñoz de Luna
Lanza digital  9 Sep 2012

Hace unos meses un amigo me preguntaba por la Fábrica de Relojes de Ciudad Real que inicialmente relacionaba con el edificio de la Real Casa de la Caridad hoy Rectorado. La información le había llegado en primer lugar de un libro existente en la Biblioteca Entrambasaguas de la Universidad de Castilla-La Mancha que habla ampliamente de ella y da diversas citas bibliográficas que confirman su existencia.

Hace unos meses un amigo me preguntaba por la Fábrica de Relojes de Ciudad Real que inicialmente relacionaba con el edificio de la Real Casa de la Caridad hoy Rectorado.
La información le había llegado en primer lugar de un libro existente en la Biblioteca Entrambasaguas de la Universidad de Castilla-La Mancha que habla ampliamente de ella y da diversas citas bibliográficas que confirman su existencia. La fábrica funcionó en Ciudad Real a finales del siglo XVIII y es Madoz, en 1850, el que da una reseña amplia de la misma. Dice Madoz: “Cuando el Hospicio de Ciudad Real estuvo en auge, se estableció en la ciudad una fábrica de relojes, a la que concurrieron algunos jóvenes de los recogidos en el establecimiento. Organizó esta fábrica don Rafael Varona, vecino de la misma ciudad, en virtud de real gracia conseguida como autor de unos magníficos relojes que presentó en la Corte: era el local el taller del teatro”. Madoz nos indica la existencia de la fábrica a finales del siglo XVIII los pocos años que funcionó la Casa de la Caridad, pero también nos explica que la fábrica no estaba allí sino en el local del teatro.

Los relojeros de Ciudad Real

Paulina Junquera que escribió en 1954 el libro sobre Relojería Palatina habla de Rafael Varona del que dice que fue fundador y director de la Real Escuela de Relojería, que, como filial de la madrileña, se estableció en Ciudad Real, bajo la protección de Carlos IV. Dice de Varona que desplegó tanto celo, habilidad e inteligencia que el monarca le recompensó con el título de Relojero de Cámara honorario en 1800. En 1801 Rafael Varona se dirige al Ministro de Marina y se presenta como “relojero honorario de S.M y director de la Real Fábrica establecida en Ciudad Real, en la cual construía todo género de relojes de bolsillo, sobremesa, péndulo, etcétera…”.
Después de Rafael Varona, trabajó en Ciudad Real el suizo Antonio Mathey, que había venido a España, por la solicitud del rey y recomendado por el conde de Aranda, embajador de España en Paris. Mathey estuvo en Ciudad Real durante ocho años para trasladarse posteriormente a Toledo. El Rey, por la buena dirección que había realizado en la Escuela de Relojería de Ciudad Real, le recompensó con 24 reales diarios de gratificación. Fernando VII le confirmó esta pensión que disfrutó hasta su muerte en mayo de 1823. Desde 1798 fue maestro también en la Escuela de Ciudad Real Vicente Taracena. Estuvo en Ciudad Real, se había formado primero en la Escuela de Madrid y después continuó su formación en la de Ciudad Real hasta llegar a ser maestro en la misma.
Otro relojero que estuvo en Ciudad Real fue Blas Muñoz que trabajó en la Escuela de Relojería durante tres años hasta que marchó a Paris. Natural de Madrid  donde empezó su aprendizaje a los 12 años ganando a los 16 un premio en la Sociedad Económica Matritense. A los diecisiete años será elegido para trasladarse a Ciudad Real donde enseñaba a los alumnos que realizaron obras importantes. Estas actuaciones se mostraron al rey cuando fue llamado por Mazarredo para ir a Paris como pensionado con Agustín Albino. Allí estará desde 1801 hasta 1806.
El libro de Luis Montañés Fontela “Relojes españoles”. Capítulos de la Relojería en España, Relojes olvidados y Museo Español de antigüedades termina su relato del capítulo titulado ¿Relojes en Ciudad Real?, diciendo: Rafael Varona, Antonio Mathey, Vicente Taracena y Blas Muñoz. ¿Qué ha sido de la obra de estos hombres realizada en Ciudad Real?.
Pero, ¿dónde estaba la Fábrica de relojes? Porque Madoz habla simplemente del taller del teatro.

La Fábrica de relojes de Ciudad Real

Por casualidades de trabajo, otro compañero me comenta la investigación que está realizando sobre el local del Teatro de Ciudad Real de finales del siglo XVIII.
Don Inocente Hervás y Buendía dice que en Ciudad Real se construyó el Primer corral de Comedias por el artista Rafael Barona en 1779.
En el libro Capitular de 1779 del Ayuntamiento de Ciudad Real que encabeza su portada con “Jesús… María… Josef… Josef y Ana que todo lo sanan”, se habla del escrito presentado por el vecino Rafael Varona, solicitando permiso para hacer un local de teatro en Ciudad Real siempre que se garantice que en quince o veinte años no se concederá otra licencia para ello. Ya entonces se pedían exclusivas y condiciones de los emprendedores.
Expone las condiciones económicas de funcionamiento del local y cómo piensa construirlo.  El corregidor don Francisco Toral y los justicias don Tomás Palacios, don Manuel Josef García, don Josef Antonio Díaz, varios diputados de lo común y el secretario Manuel Dávila Muñoz dan el permiso exigiendo condiciones de seguridad para los usuarios y público que asistan a las representaciones. Sin embargo en toda esta tramitación no hay referencias a su localización. Según Gerardo Pérez de Madrid la ubicación de este teatro tiene relación con las propiedades de Rafael Varona.
Según el Catastro de la Ensenada en 1741 Rafael Varona poseía unas casas en la colación del Sr. San Pedro, calle de San Juan de Dios, lindando con las de Francisco García Baquero y con el molino de zumaque de don José de Torres. En un documento de 1850 se establece la venta a favor de don José Antonio Ruiz de una casa en “esta población y su calle del Jaspe, conocida por el Coliseo, porque antes fue teatro de esta Capital” por trescientos mil reales de vellón. Pocos meses después Jose Antonio Ruiz vende la casa, habiendo demolido el teatro.
La fábrica de relojes de Ciudad Real estuvo pues en la calle del Jaspe en el local del teatro que construyó don Rafael Varona. Unas instalaciones que debían ser de gran sencillez y que convivían con las representaciones que se celebraban en ese espacio. Luis Montañés preguntaba por la obra que realizaron estos expertos relojeros en Ciudad Real. Inocente Hervás nos da una referencia de ello cuando dice que “la fábrica de armas instalada en 1575 despareció adquiriendo en cambio la de relojería. Blas Muñoz, natural de Madrid, estableció en esta ciudad una fábrica de relojes, construyéndose en ella el de la iglesia de San Pedro, por encargo del ayuntamiento, el que colocó en marzo de 1779”. A las instalaciones de Rafael Varona asistían entre seis y ocho jóvenes de la Real Casa de la Caridad para aprender el oficio en esas instalaciones.
Poco a poco el rompecabezas de los relojes y el teatro y la Real Casa de la Caridad se ha ido componiendo. Por la búsqueda de los relojes y del corral de comedias hemos encontrado el punto de unión de esa sencilla fábrica que funcionó en Ciudad Real a finales del siglo XVIII por la iniciativa de Rafael Varona y la presencia de notables relojeros en sus humildes instalaciones.

miércoles, 1 de abril de 2020

Henry David Inglis, un escocés por La Mancha en 1830.

A pesar del interés que se le atribuye a La Mancha por su relación con Don Quijote, no es país para quedarse. Hay pocas bellezas románticas en La Mancha; es principalmente un país vinícola y produce en otras partes maíz, aceite y azafrán; pero tiene pocos encantos para el viajero que ama lo pintoresco y lo bello y, aunque el camino toca dos o tres puntos donde Cervantes ha establecido la escena de ciertas hazañas del valiente caballero, el campo principal de estas se encuentra más a al este. Además, el interés que la historia de Don Quijote ha suscitado sobre La Mancha es tan visionario, que la mera conciencia de pasar través de La Mancha le da toda la fuerza y ​​realidad de la que es susceptible.

Quedaban más de tres horas para el momento en que debía partir la diligencia, y todos los pasajeros se retiraron a la cama; pero no vi ventaja alguna en ir a una cama mala para ser sacado de ella justo cuando uno podría comenzar a ser insensible a su maldad; en consecuencia, me senté hasta la una, cuando tomé asiento en la diligencia. Antes del amanecer, pasamos por dos pueblos pobres, La Guardia y Tembleque, y llegamos a desayunar a Madridejos. Como el desayuno no estaba listo, paseé por la calle y el mercado y, siendo un domingo por la mañana, todos los campesinos deambulaban y hacían sus compras; parecía casi una población de mendigos. Incluso por lo tocante a los mejores campesinos, con sus viejas capas marrones y sus pequeñas boinas negras que se ajustan a la cabeza, transmitía una idea miserable de la respetabilidad en las gentes en Castilla: ¡qué opuesto a la población del pueblo en el que me detuve un domingo por la mañana, en Vizcaya! El posadero de la posada donde desayunamos era anteriormente Alcalde de la ciudad y era conocido por haber estado en ese momento conchabado con los bandidos que infestaban esta parte del país. Todavía se podía decir que era un ladrón, en cierto sentido, porque me obligaron a pagar doce reales por una taza de chocolate y dos huevos. De Madrilejos a Puerto Lapiche no hay nada interesante. La desnudez del país se alivia en cierto grado por los planteles de olivos; pero el suelo es generalmente estéril e improductivo. La agricultura en todos estos distritos, incluidas aquellas partes de La Mancha que no están dedicadas a los mejores vinos, se encuentra en el estado más bajo: la indolencia natural de los habitantes se ve favorecida por los viejos prejuicios y las ridículas prácticas de siembra a las que no están de ninguna forma dispuestos a renunciar. Entre estas, una de los más perjudiciales para la tierra es la supuesta necesidad de permitir que el estiércol animal se pudra antes de aplicarlo al suelo: así vuelan los valiosos gases y solo se queda la fibra vegetal. Los habitantes de esta parte de España deben tener especial cuidado en que su estiércol se aplique de una manera más efectiva, porque poseen muy poco. La mayor parte de la ganadería manchega y de partes del sur de Toledo se realiza con mano de obra; todo el trabajo animal requerido es realizado por mulas, y en toda la Mancha apenas se puede ver ganado con cuernos. 

Otra causa del estado deprimido de estos distritos es que en La Mancha y las provincias vecinas, pero en especial en La Mancha, hay inmensos tramos de tierras de la Corona cuyos ingresos se asignan para subvencionar el ejército y otros; estas tierras son administradas por mayordomos de la Corona que roban a la gente, engañan al Tesoro y, de hecho, convierten todo ingreso en su propio engrandecido peculio. 

En Puerto Lapiche estamos en La Mancha, y es en este lugar, o al menos en su vecindario, donde Cervantes escenificó la famosa aventura con los molinos de viento, porque fue inmediatamente después de su desafortunada terminación que Don Quijotte y su escudero se acercaron a Puerto Lapiche. Era imposible mirar hacia la izquierda y no ver algunos molinos de viento en una pequeña elevación sin recordar el tono caballeresco y el porte heroico del caballero de La Mancha. "¡Non fuyáis, cobardes y viles criaturas! Porque es solo un caballero el que os acomete." Un poco más adelante, un rebaño de ovejas pastando al pie de una colina naturalmente me recordó otra aventura del héroe de Cervantes. "Este, ¡oh Sancho! es el día que manifestará las grandes cosas que me depara la fortuna, ¿ves esa nube de polvo delante de nosotros? Todo esto es levantado por un vasto ejército, compuesto por varias e innumerables naciones que marchan de esa manera. "

Entre Puerto Lapiche y Manzanares, pasamos por Villaharta, un lugar que atestigua en sus ruinas y miseria los efectos desoladores de la guerra, y también nos detuvimos un rato en la venta de Quesada, bajo la cual se supone que fluye el río Guadiana. Es cierto que el Guadiana se pierde unas dos leguas a la izquierda y emerge nuevamente a poca distancia a la derecha de esta venta. Al acercarnos a Manzanares, la apariencia del país mejora: una brillante puesta de sol lucía en el paisaje dando gran riqueza a los campos, que estaban cubiertos por la flor azul del azafrán, y tocaba con alegría y ligereza incluso el verde no refrescante de las aceitunas, que, en largas y rectas avenidas, cruzaban la amplia llanura. Manzanares es un lugar de cierto tamaño y de pobreza proporcional. Casi toda la tierra circundante pertenece a los caballeros de Calatrava y al duque de San Carlos, que posee amplias bodegas en el vecindario de Valdepeñas. El propietario de la posada, un buen anciano de setenta años, solía recibir una comisión por enviar el mejor vino del país a su difunta Majestad, cuando el Príncipe Regente; me hizo probar un vaso de su elección, que no encontré en absoluto inferior al que bebí de la bodega del Rey, en San Ildefonso. 

En Manzanares, dejé mi asiento en la diligencia, asegurando el viaje del día siguiente en una pequeña calesa y dos mulas fuertes, por las cuales esperaba ser conducido al pie de Sierra Morena. Si hubiera ido con la diligencia, habría debido pasar por todo el país intermedio y por Valdepeñas durante la noche. Cenamos bien en esta posada, y cuando me retiré a la cama fue con el conocimiento agradable de que no debería, como mis compañeros de viaje, ser despertado a la medianoche para continuar el viaje.

En la despedida del exbandolero Polinario, le pregunté si podía considerarme seguro para dormir la noche siguiente en la venta, al pie de Sierra Morena; él respondió que deseaba que me prepararan una cama y que yo podría dormir tranquilo. Deposité una moneda en su mano y sentí que se afianzaba en su promesa. Salí de Manzanares antes del amanecer, y encontré a mi arriero amable e inteligente y mis mulas activas. Poco después de salir de Manzanares, a la derecha se ve el pequeño pueblo de Argamasilla de Alba: aquí se dice que Cervantes fue encarcelado y escribió la primera parte de Don Quijote. Entre este punto y Valdepeñas pasé por un pequeño pueblo llamado Consolación, casi una ruina por los efectos de la guerra; en pocos casos los habitantes reconstruyeron sus casas, pero las habían reconstruido con deshechos de habitaciones y escombros. Mi vehículo atrajo a muchos en las salidas de estas miserables moradas, y sus reclusos se parecían más a los animales salvajes asomados desde sus guaridas que a los seres civilizados que miraban desde habitaciones más humanas. Al acercarme a Valdepeñas el país mejoraba, la tierra estaba labrada evidentemente con mayor cuidado y el cultivo más próspero de la vid mostraba que allí valía la pena cultivar la uva.

Antes de entrar en Valdepeñas, pasé por una extensa plantación de olivos en la que noté varias cruces monumentales, dos de ellas rotas por la carga de las piedras con que los devotos las habían cargado. Valdepeñas, "Valle de las Piedras", se parece al nombre de la ciudad, el distrito y el vino: este último enriquece a otros y, en consecuencia, se dice que Valdepeñas es la ciudad más rica de Castilla. El vino de Valdepeñas es el vino que beben universalmente las mejores clases en toda Castilla; de hecho, casi se puede decir en todas partes al norte de Sierra Morena. Pero, a diferencia de la mayoría de los otros vinos, está más puro y perfecto en el distrito donde crece, no porque sea incapaz de exportarse; por el contrario, posee cuerpo suficiente para soportar la exportación a cualquier clima, sino porque no se prueba una vez de cien veces que esté libre de contaminarse con los cueros en los que se lleva. Cuando se encuentra puro, es un vino que merece ser tenido en la más alta estimación; posee una solera que sin duda lo recomendaría al paladar inglés y, si alguna vez se abriera comunicación entre La Mancha y las provincias del sur, hay pocas dudas de que este vino llegaría a a los puertos ingleses.

Visité uno de los depósitos de los productores más ricos, que me dijeron tenía más de seis mil pellejos; el contenido promedio del pellejo era de unas diez arrobas; y el precio del vino comprado en el acto equivaldría a aproximadamente (en moneda y medida inglesas) 3110s. por vaso. No vi mendigos en Valdepeñas; pero tampoco había apariencia alguna de comodidad general. El cultivo y preparación del vino empleaban a todos los habitantes; pero los salarios eran bajos y los placeres que compraban, escasos. Los salarios de la mano de obra son aproximadamente tres reales (menos de Id.) al día. El cordero aquí se vende a ocho cuartos; pan a seis cuartos y medio por libra. La carne de res no se encuentra en casi ninguna parte de La Mancha, y no se estima. Aquí, y en la mayoría de las otras partes de La Mancha, es la costumbre para las mujeres de las clases inferiores poner sobre sus cabezas la falda de sus enaguas; el velo y la mantilla solo son utilizados por las clases altas. Este hecho explica el pasaje en Don Quijote donde, cuando Sancho le dice a su esposa cuán gran dama está destinada a ser cuando él sea gobernador de una ínsula, Teresa responde: "Tampoco lo pondré en poder de quienes me vean vestida como una condesa o la dama del gobernador, para decir: "Cuidado con la señora Porquera, ¡qué orgullosa se ve! Fue ayer, pero trabajó duro en la rueca y fue a misa con la cola de su vestido alrededor de su cabeza, en lugar de un velo". En otros cien casos, se arroja luz sobre la página de Cervantes viajando a través de La Mancha. Salí de Valdepeñas tras un desayuno tolerable en una de las posadas más grandes que había visto en España; e, inmediatamente al salir de la ciudad, Sierra Morena se levantó ante mí, aparentemente a poca distancia. Pasé por varios pueblos pequeños para acercarme más a la Sierra, entre otros, Santa Cruz y La Concepción de Almuradiel: entre estos dos pueblos, la llanura de La Mancha se pierde entre las cordilleras exteriores de la Sierra; y, excepto en las cercanías de esta última aldea, el país apenas se cultiva. Entre La Concepción de Almuradiel y el pie de la Sierra, el camino sube constantemente, aunque gradualmente; y alrededor de las cuatro de la tarde, llegué a Venta de Cárdenas, donde me propuse pasar la noche. Encontré una habitación y una cama, tal como estaban, preparadas para mí como tenía razones para esperar de la promesa de Polinario; y el anfitrión me dijo que Polinario le había ordenado que me cuidara; para darme una buena cena y para proporcionarme una mula buena para pasar la Sierra. Venta de Cárdenas es una casa solitaria que se encuentra justo debajo de la montaña, en una pequeña elevación en el lado izquierdo del camino. Es aquí donde Cervantes coloca la famosa aventura de los galeotes, donde, después de que Don Quijote hubiera liberado a Ginés de Pasamonte y sus compañeros de esclavitud, y después de que le robaran el mulo a Sancho, el caballero y su escudero entraron en la Sierra Morena y se encontraron con los frecuentes robos que tienen lugar en ella; y fue en la idéntica Venta de Cárdenas donde se cometió el mayor número de robos de Polinario; el propietario de la venta, el mismo que la habita ahora, se las entendía con Polinario; y en la mayoría de los casos, los viajeros fueron llevados a esta venta y despojados; esto se considera más seguro y más conveniente que desnudarlos en la carretera. Aproximadamente una hora después de mi llegada, la cena que había sido hecha a medida fue puesta delante de mí; y al supervisar la cocina, tuve la satisfacción de sentarme con aves y tocino sin aceite ni ajo. El anfitrión me dijo que, en el lado manchego de Sierra Morena, había poco peligro de robo; pero que en el momento en que pusiera un pie en Andalucía, podría considerarme en constante peligro. La banda de Don José, dijo, estaba recorriendo cada parte de Andalucía; y en algunos caminos, casi ningún viajero escapó del robo. Más tarde descubrí que en esta información estaba en lo correcto; pero casi al mismo tiempo, la banda de Don José se dispersó; más de veinte fueron hicieron prisioneros, y el líder y unos quince seguidores escaparon a Portugal. 

Después de la cena, todavía quedaba una hora de puesta de sol; y este intervalo y casi otra hora más lo pasé en una caminata entre los puestos de avanzada de la Sierra. Toda la parte inferior de la montaña en este lado está cubierta con una gruesa alfombra de arbustos y con millones de plantas aromáticas. Los acebuches silvestres crecen profusamente en las rañas más bajas; pero más arriba y en los desfiladeros, ilex y pino arrojan sus sombras más profundas y amplias sobre la ladera de la montaña. El silencio de las colinas se siente en toda su extensión en Sierra Morena, porque no está roto por la música de los arroyos de montaña, cuyo chorro juguetón y tono variable a menudo van lejos para neutralizar el carácter de solemnidad que es propio y natural en los paisajes de montaña. Casi todas las aguas de Sierra Morena descienden por el lado sur y fluyen hacia el Mediterráneo. Capté algunas bellas imágenes de montaña antes de que la oscuridad me obligara a regresar a la venta. Laderas soleadas, cubiertas de aceitunas pálidas; y laderas oscuras salpicadas de ilex torcido; picos dorados y barrancos oscuros; cabras blancas como la leche descendiendo por los oteros y el cabrero como aquel cuyo silbido sorprendió a Don Quijotte y su escudero; pequeñas reatas de mulas, con sus campanas y su arriero, serpentean por el camino hacia la venta; y las sombras más amplias, y la luz tenue, y la montaña oscura, y el contorno oscuro, amontonados contra el cielo despejado de los cielos andaluces. Dejando que los mandados me llamaran antes del amanecer, tomé un esbozo de Valdepeñas y me retiré a mi cuarto, un pequeño apartamento cuadrado sin muebles, excepto una silla y mi cama, que consistía en un colchón colocado sobre tres tablas, sostenidas por dos troncos. La ventana estaba abierta y a no más de seis o siete pies del suelo; pero la seguridad de Polinario fue suficiente, y dormí bien hasta que el arriero me despertó y me llamó para decirme que mi mula estaba lista. Me tragué una taza de chocolate mientras me vestía, y me senté en mi mula, justo cuando los picos más altos de la Sierra recibieron el primer mensaje del día. Era una mañana tan encantadora como siempre había llegado a las cumbres de las montañas; el cielo era un campo azul, con ese tinte verde pálido peculiar de los cielos matutinos en el sur de España; y el aire se sentía tan ligero y vigorizante, que cada proyecto era como el chorro de un manantial de montaña.

Mi mula subió con fuerza el empinado camino sinuoso: y el arriero, un andaluz de Andújar, caminó o corrió como era necesario. Aunque temprano, no fuimos los primeros en el camino; porque se vieron varias filas de mulas que se agrupaban haciendo frente al empinado camino, desviándose para no formar un lío mientras subían y bajaban, no precisamente con rapidez, puese estaban obligadas a ascender con frecuencia por el peligroso lado de un desfiladero, cruzarlo en el extremo y regresar por el otro lado al punto opuesto al que empezaron. Tras aproximadamente media legua de ascenso empinado, se da un primer paso: aquí el paisaje es salvaje y sorprendente; el camino pasa debajo de una sucesión de altos picos rocosos, mientras que en el otro lado, un golfo profundo y estrecho corre paralelo al camino. Si se volaran doce o catorce pies de roca aquí, este paso ya no sería un paso. Desde la primera cumbre, descendí a un valle profundo, y luego ascendí nuevamente, durante al menos dos leguas. Las laderas de la montaña están salpicadas de robles de hoja perenne y algunos fresnos, y están cubiertos densamente con un sotobosque de arbustos; a veces se vislumbran, ocasionalmente, aberturas en los valles laterales profundos y deshabitados de la Sierra; pero a medida que el camino sube hacia el sur, la naturaleza adquiere un aspecto más cultivado, y se ven casas y pueblos a poca distancia dispersos. 

Estas son las nuevas colonias, como todavía se las llama, de Sierra Morena, y la primera de las aldeas a las que llegamos es Santa Elena. Nada puede ser más llamativo o agradable que el contraste entre los pueblos de los nuevos asentamientos y los que encontramos en otras partes del interior de España. Evidentemente, la industria y la actividad funcionaban en todas partes; el suelo se vio obligado a rendir cualquier cultivo que le fuera adecuado y maíz y pastos y pequeños parches de patata y repollo sonreían frescos y verdes alrededor de las cabañas: estas eran de mejor construcción que las cabañas del campesinado español; y al mirar algunas de ellas, noté todos los artículos necesarios en muebles domésticos comunes. Tampoco se veía a la gente mirando desde sus puertas en harapos o sentados bajo los muros envueltos en sus capas; todos parecían tener algo para un Cardenio; sobre cuya historia se ha construido el drama de los alpinistas. Este barrio sigue siendo famoso por su continua hacendosidad y se evade con un aire de personas que no tienen ansias de ociosidad. El secreto es que estas personas tienen interés en lo que hacen, porque trabajan en su propia propiedad. La historia de estos asentamientos es probablemente conocida por todos; y, sin embargo, apenas puedo pasarla por alto. Antes del reinado de Carlos III, Sierra Morena fue abandonada por completo a bandidos; pero Don Pablo de Olavide, quien luego disfrutó de un alto cargo en el gobierno de la provincia de Sevilla, concibió el diseño de colonizar la Sierra y de apoyar a los colonos con su trabajo agrícola. Un primer intento falló, tras un gran desembolso; pero el segundo fue, hasta cierto punto, exitoso. Los colonos vinieron de diferentes partes de Alemania, tentados por las ofertas liberales del gobierno español; y son sus descendientes quienes todavía son las personas de estas colonias. Cada colonia recibió cincuenta terrenos, cada uno de diez mil pies cuadrados, sin alquiler, durante diez años; y luego, sujeto solo a los diezmos. Y si estas piezas fueron cultivadas, otra porción igualmente grande fue asignada al cultivador. Junto con su tierra, el colono recibió los artículos necesarios de trabajo agrícola: vacas, un asno, dos cerdos, un gallo y una gallina, y semillas para su tierra; una casa y un horno de panadería: y la única responsabilidad para la propiedad era una restricción en el poder de deshacerse de ella, que ningún colono tenía la libertad de hacer a favor de ninguna persona que ya disfrutara mucho; para que las posesiones de los colonos no pudieran ser menores ni mayores; excepto por su propia industria. Pero, a pesar de las muchas ventajas y privilegios que disfrutan estas colonias; y aunque en comparación con el funcionamiento ordinario de las aldeas españolas, las aldeas de los nuevos asentamientos presentan un aspecto de comodidad e industria, las colonias nunca han tenido un éxito total y se dice que florecen menos cada año. En el presente, no hay aumento de riquezas entre ellos; todo lo que pueden hacer es simplemente mantenerse a sí mismos en una comodidad tolerable: la única causa que se puede asignar para esta prosperidad negativa, debe referirse a una salida deficiente para el producto de su trabajo. Es evidente que sin un mercado, la mano de obra del agricultor es inútil y pronto estará restringida a ese punto que está fijado por las necesidades de él y su familia. 

Poco después de salir de Santa Elena, la perspectiva se abre hacia el sur; las crestas más altas de la Sierra se encuentran detrás, y Andalucía se extiende por debajo. Alrededor de tres leguas más allá de Santa Elena, se encuentra La Carolina, la capital de los nuevos asentamientos; donde llegué temprano por la tarde. Esta es realmente una ciudad ordenada y limpia; y la aparente excelencia de la posada casi me tentaba a ceder ante las instancias del arriero, que deseaba que hiciera mi alojamiento nocturno en este lugar; pero había decidido dormir en Bailén, para tener un día de viaje por la mañana, hasta Andújar. La naturaleza exhibe una nueva apariencia cuando dejamos Carolina y descendemos a la llanura de Andalucía: los olivares ya no son arboledas, sino bosques; el ílex no puntea, sino que viste las laderas de las montañas; innumerables arbustos nuevos y variedades de plantas aromáticas, nunca antes vistas, cubren cada lugar de tierra baldía; y los setos del camino, están compuestos de aloes gigantescos. Durante todo el trayecto desde La Carolina hasta Bailén, pasé por un país rico en maíz y aceite: una llanura amplia y ondulada, limitada al sur por las montañas de Granada; y aquí y allá, sobre las crestas meridionales de Sierra Morena, que forma el límite norte de la llanura, se ven las ruinas de los castillos árabes. Al anochecer llegué a Bailén, celebrado como el campo de batalla donde Castaños obtuvo la clara victoria que posteriormente condujo a la evacuación de Madrid. Casi lamenté no haber cedido a la tentación de una buena posada en Carolina, ya que el guía condujo a mi mula al patio de una posada muy miserable en Bailén. Encontré una cama, sin embargo, no peor de lo habitual; y, para la cena, me vi obligado a contentarme con huevos fritos, excelente vino y un delicioso melón. Mi viaje había sido largo y fatigoso; y, desafiando a los mosquitos, arrojando un pañuelo sobre mi cara, dormí profundamente hasta la mañana. Tal vez sea caridad para el viajero, por mencionar una invención que luego adopté como defensa contra los asaltos de mosquitos. No hay mosquiteros en ninguna parte de España, ni siquiera en los mejores hoteles, y no todos pueden dormir con un pañuelo en la cara. Compré un pedazo de muselina delgada, alrededor de un metro cuadrado, y cargué los lados con pequeños pesos de plomo; la muselina había sido previamente muy almidonada; y esto, arrojado sobre la cabeza, deja un amplio espacio para respirar; y los pesos lo mantienen por todos lados; rara vez sucede que un mosquito gane la entrada. Dejé Bailén, como siempre, cuando la salida del sol; e inmediatamente entré en un valle salvaje pero muy pintoresco. Una corriente turbulenta, llamada Río de las Piedras, "río de piedras", la atravesó, en sus orillas, donde las rocas admitían un mechón verde, cubierto con la flor rosa brillante de un arbusto desconocido para mí: ilex, aquí y allí diversificado por un alto pino de cabeza redonda, agrupado en los huecos, y esparcido por las laderas; y una partida de arrieros y sus mulas, descansando bajo la sombra de un grupo de árboles, contribuyeron en gran medida a lo pintoresco del paisaje.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Oído en canciones y visto en pinturas

Es curioso que haya falleciddo en estas fechas Max von Sydow, el caballero que jugaba al ajedrez con la Muerte (así, con mayúsculas de alegoría o antonomasia) en plena pandemia de Peste Negra medieval. Fue en El séptimo sello, la película de Bergman que antaño anduvo entre las siete mejores de todos los tiempos y trata un tema muy inédito en esta época de buitres: el fin de la vida. Solo All that jazz, Blade Runner o El hombre que mató a Liberty Valance se le han aproximado algo. 

Acaba de fallecer un gran amigo, Pedro Ysado, probablemente el profesor más entregado y bueno que he tenido la suerte de conocer. Ruego a sus innumerables alumnos y amigos una oración por su alma generosa, que, de seguro, habita ahora en un orden mejor y enseña materias que no son materia, sino espíritu, aprendiendo en la tarea, como todo profesor que se precie.



Es difícil escribir en estos momentos, pero tengo que hacerlo. No puedo ofrecer sabias estadísticas, ni elaborados pensamientos o especulaciones sobre algo de que no quería tratar, la pandemia. Añadiré tan solo a lo mucho y bien que ya se ha dicho que, si alguna guerra pudiera haber sentido, la única sería la guerra contra la ignorancia, la enfermedad y el sufrimiento. Cuando todos nos demos cuenta de ello habremos llegado verdaderamente a la Edad de Oro del hombre, y no a este estúpido simulacro. Por eso no es congruente criticar al gobierno en estos momentos, sino ayudarlo, cada uno en la medida en que pueda hacerlo.

Ernest Hemingway escribió no pocos relatos memorables, como El invicto, sobre la última oportunidad de un torero en Las Ventas, pero en uno de ellos, Una historia natgural de los muertos, habla de las clases de muertos que encontró a lo largo de toda su vida  como corresponsal de guerra o conductor de ambulancias en la Primera Guerra mundial. Algunas de estas estampas recuerdan al Territorio comanche de Pérez Reverte y al Eclesiastés, ("la muerte de los animales y de los hombres es una sola y la misma") pero lo hacen porque tienen una fuente común, la realidad. Hace unos días Isidro hablaba de la pandemia de gripe española, llamada por muchos "Soldado de Nápoles", por algunos versos alusivos de la famosa zarzuela La canción del olvido. Yo solo copiaré el pasaje en que Hemingway la describe, en el cuento citado, tras decir que había visto pocos muertos naturales:

En ella, los enfermos se ahogan en moco, sofocados. Cuando llega el fin se transforman nuevamente en niños, conservando su fuerza de hombres, y llenas las sábanas como si fuera un simple pañal, con una vasta y fina catarata amarillenta que fluye y avanza aún después de la muerte... Quisiera contemplar la muerte de uno de quienes se llaman a sí mismos humanistas...

Y cuenta cómo un teniente discute con un cirujano entreteniéndolo mientras un enfermo se muere. 

¿Ve usted, mi pobre teniente? Hemos disputado sin objeto. ¡En tiempo de guerra, disputar así por una tontería!

En el Eclesiastés se dice que "escribir libros es una tarea sin fin". En todo caso, es un fin muy lejano. El poeta de la I Guerra Mundial Wilfred Owen, fallecido una semana antes de que terminara la guerra (hemos visto además una gran película sobre esa fiesta, 1917), donde se sufrió de lo lindo la gripe española, no tenía muy claro qué era peor, si el nacionalismo o la enfermedad. El poema, que hace tiempo traduje bastante mal para otro lugar, es Dulce et decorum est:

Doblados como viejos mendigos bajo fardos, / entrechocando las rodillas y tosiendo como viejas, maldecimos a través del lodo / hasta darle la espalda a las condenadas bengalas / y empezar a arrastrarnos a un descanso inalcanzable. / Los hombres marchaban dormidos. Muchos, ya sin botas, / cojeaban calzados de sangre. Todos patéticos, ciegos todos, / bebidos por el cansancio, sordos incluso a los silbidos / de frustrados obuses que caían de espaldas. / ¡Gas! ¡Gas! ¡De prisa, chicos! En un éxtasis de torpeza / nos calamos zafias máscaras justo a tiempo; / pero alguno seguía pidiendo ayuda a gritos, tropezando / indeciso, como hombre ardiendo en llamas o cal viva. / Borroso tras los vidrios empañados de la máscara, / y, a través de aquella verde luz espesa, / como hundido en un mar verde, lo vi ahogarse. / En todos mis sueños, ante mi vista indefensa: / se abalanza sobre mí, se atraganta, se ahoga, se apaga. / Si en algún sueño asfixiante también pudieras seguir a pie / la carreta donde lo arrojamos / y ver cómo retorcía los ojos blancos en su cara, / una cara colgante, como un diablo harto de pecado; / si pudieras oír, a cada tumbo, la espuma de sangre que vomitan los pulmones podridos, / obscena como el cáncer, amarga como pus / de llagas viles e incurables en lenguas inocentes, / ¡oh amigo! no contarías con tanto entusiasmo / a los niños que arden ansiosos de gloria / la vieja mentira: Dulce et decorum est / pro patria mori

Un arma de destrucción masiva eran los gases, que ni siquiera un monstruo como Hitler, que había sido cegado temporalmente por ellos, quiso emplear, ni Stalin. Pero ahora que la naturaleza o Dios nos humilla con su poder, y nos hace emporcar menos el aire, el agua y la tierra, podemos decir que no hubo ni hay pandemia tan grande y malvada como la de la gilipollez.

jueves, 12 de marzo de 2020

Ugh

Me gusta Madrid porque es un lugar que todavía tiene rincones y mugres de penumbra donde uno se puede acomodar. En ella el conocimiento se muestra liberado en las personas. Pero hoy en día todo el mundo prefiere el fiestorro, los neones epilépticos y los sueños despiertos de la noche, un agónico All that jazz, aunque allí hasta los mendigos imparten cátedra horizontal de filosofía cínica, perroflautista o simplemente chulesca. El paro de todo es una buena oportunidad (al menos para los que no tienen que soportar a los hijos) para ir a las bibliotecas, si es que las dejan abiertas. Madrid no es solo una urbe, sino una ubre nutricia, la de la piel de vaca / toro que nos decía Estrabón.

Sin embargo, el centro peninsular anda estos días vacuo y desgentificado, que parecía imposible, allí, donde todo lo que falta a la España vacía se había ido. Uno está hasta la viruscoronilla, pero tiene que reconocer que nuestros hijos, y sobre todo nuestros nietos, parados ahora antes de estarlo definitivamente, lo van a tener chungo. Tras dos grandes recesiones, las de 2008 y 2020, el capitalismo, que ha vuelto a las crisis de preguerra al abandonar las ideas keynesianas de separar crédito especulativo del social, debería readaptarse o al menos refundarse de una forma más nórdica, sensata y desinteresada (los porcentajes de interés, se entiende). Deben ser repuestos los impuestos. Porque, si no, nuestros hijos no van ni a poder pagar el pato a la miseria por falta de fondos, de trabajo, de estado, de pensión, de educación, de salud, de seguridad social, de todo lo que les ha ido quitando el capitalismo buitre y neocón que impera salvajemente desde que la Thatcher y el Reagan empezaron a fragmentar el empleo y a roer el hígado del prometeico estado, que ya no está ni siquiera para  promesas y ahora mismo tiene que padecer a neothatchers y neorreaganes paleofascistas. Decía Quevedo a Felipe IV.º, como pudiera decirlo al VI.º:

Grande sois, Filipo, a manera de hoyo; / ved esto que digo en razón de apoyo: / quien más quita al hoyo más grande lo hace; / mirad quién lo ordena y veréis a quién place. /  Porque lo demás todo es cumplimiento / de gente civil que vive del viento. / Más de mil nos cuesta el daros quinientos; / lo demás nos hurtan para los asientos. / Y el pueblo doliente llega a recelar / no le echen gabela sobre el respirar.

¡Atchís! Como el deporte, que habría que hacerlo amateur, habría que sustituir a estos políticos de tan mala calidad, puros piojos del sistema, por otros elegidos meramente por sorteo, y dar a los técnicos lo que es de los técnicos. Si la vida está gobernada por el azar, el país también debería estar gobernado por tal principio, que es natural y eficiente. Un anarquista a lo Thoreau como Borges ya especulaba con ello en su cuento La lotería en Babilonia, pero se resignaba a decir en otro lado que "con el tiempo mereceremos que no haya gobiernos". Otro anarquista nacido en Galilea decía "que gobierne a todos el que sea esclavo de todos". Nuestros políticos no solo padecen la incapacidad de poder gestionar incluso nuestro fin como civilización, ya en el horizonte por el cambio climático y el aumento global e hipercomunicado de la ignorancia selectiva, sino que padecen una ingénita discapacidad moral. Por ello los que se agarran a la teta de la vaca estatal, los políticos profesionales, deberían resignarse a un nuevo mundo en que solo podrían agruparse no en partidos, sino en asociaciones como "Políticos anónimos".

En este tipo de asociaciones (no criminales) hay que seguir estrictamente el Programa de doce pasos y empezar reconociendo que existe un Poder Superior que es el que es (llamémoslo Anonymous, si os place) sin nombre ni siglas, que representa la voluntad general de la especie humana. Sería el derecho natural, que, como dice Cicerón en un pasaje muy estoico de su De república, (III, 22, 33) se identifica con la conciencia, la ética y la naturaleza:

La verdadera ley es una razón recta y congruente con la naturaleza, general para todos, constante, perdurable, que impulsa con sus preceptos a cumplir el deber y aparta del mal con sus
prohibiciones; pero que, aunque no ordena o prohibe algo inútilmente a los buenos, no conmueve a los malos con sus preceptos o prohibiciones. Tal ley no es lícito suprimirla, ni derogarla parcialmente, ni abrogarla por entero, ni podemos quedar exentos de ella por voluntad del Senado o del Pueblo, ni debe buscarse un Sexto Elio que la explique como intérprete, ni puede ser distinta en Roma y en Atenas ni hoy y mañana, sino que habrá de ser siempre una misma ley para todos los pueblos y momentos, perdurable e inmutable; y habrá un único dios como maestro y jefe común de todos, autor de la ley, juez y legislador, que no podemos desobedecer sin huir de nosotros mismos y sufrir la más cruel expiación por el hecho mismo de haber despreciado la naturaleza humana, aunque se haya evitado en otro tiempo lo que se llama suplicio.

Ese principio no reconoce naciones, sino conciencias. Se trata ya de apelar a los Deberes del hombre, no a sus Derechos. Los poderosos tienen todos los derechos que compra la ley y los débiles casi todas las obligaciones que exige la brutalidad de los primeros. Pero la Ley debe ser igual para todos, en deberes y derechos. La libertad tiene que ser una consecuencia de la responsabilidad y no al revés; no se puede poner el carro delante del burro ni la necesidad delante de la satisfacción. Con algunas cosas no se puede comerciar, por ejemplo con la vida, las medicinas, la educación, la investigación científica y la cultura. Tampoco con la política, cuando el interés supremo es la especie humana y está en juego el futuro de la misma, nuestros hijos. No es de creer que males tan globales como la crisis económica, las plagas, y el cambio climático puedan ser combatidos por naciones y principios egoístas, partidistas, nacionales o no sociales, porque eso equivale a promover nuestra extinción

martes, 3 de marzo de 2020

Cuentos chinos

El pobrecillo (o no: habría que ver las cuentas suizas de su papi, el creador del negocio, que ha reclamado incluso un juez) Felipe VI.º el Urgente, que dicen es un rey y no un ninot de Eugenio Merino, todavía sin quemar (Eugenio es un artista conceptual frustrado, como Hitler, que solo quemaba judíos), no es un coronavirus, ni siquiera un monarcavirus (han matado en México a dos protectores de la mariposa Monarca, pero eso en México es habitual) porque en España esa infección es, al parecer, incurable, aunque tan benigna como la venida de China. Qué le vamos a hacer... Nada.

Nos han informado mal con la Corona, como con el virus chino, que nos alcanza y nos afecta a todos aunque digan que no. Uno puede huir incluso a la cara oscura de la Luna, y allí se encuentra también con un chino, un coche llamado Chang'e 4, instalado en una depresión más profunda que la de un joven parado español. Coronas era una marca de tabaco tan mortífero como ese virus (una idea para los de Vox y otros amantes de las hogueras, como el difunto Krahe: expulsar a los estanqueros por genocidio, o peor, por sobrecargar a la Seguridad Social, que es más económico / importante). 

Otro pobrecillo, mi coterráneo Joaquín Sabina, menos difunto que Krahe, ha estado a punto de bajar el último escalón, el de la fosa, pero como tiene más baraka que el santísimo Caudillo, le ha dado por resucitar y todavía nos va a dejar alguno de esos sonetos tan buenos que escribe.

Yo le prefiero la escritura al canto, porque la escritura te enseña a asimilar; hoy en día hasta los guasap se envían hablados para no cometer las cada vez más abundosas y víricas faltas de ortografía, no digamos los artículos de prensa y la educación, cada vez más en vídeo. Con tanto ortopédico relajo se está perdiendo hasta la capacidad de abstraer, que es necesaria no digo ya que para redactar al menos una carta, sino para resumir un mundo tan complejo como el nuestro, que uno termina por concluir absente en un bar. La lectura siempre ha ejercitado la facultad de sacar algún sentido, incluso el común, a lo que no lo tiene, como se saca el común denominador a las fracciones de un mundo deshecho por la ignorancia, que es uno de los tres pecados capitales del budismo; los otros dos son el deseo y el desprecio; con esos tres nuestro mundo parece ir de cabeza no al nirvana, sino a la mierda. Porque nuestro mundo ha sido fragmentado por ese uno por ciento que posee el 86 % de la riqueza. Su voz es la única que suena, su estampa es la única que se retrata en los medios, de los que nos han hecho desaparecer, aunque seamos más reales que ellos, al menos cuantitativamente, pues somos tan muchos como los odiados chinipones.  

Ellos han levantado un hospital en diez días. ¡Carape! ¡Atiza! ¡Arrea!, como decían nuestros abuelos: en Ciudad Real tardamos un poco más... no verás en Puertollano... Un amigo vasco de los que uno hace en Youtube, Jabiertzo, que es sociólogo y tiene un canal en que habla junto con su esposa china Lele, muy guapa ella, de lo mal que entendemos a los chinos (siempre habrá una Gran Muralla entre nosotros), ha desmontado todo el meollo que esconde el antisinismo actual. En el fondo es otra hoguera en la que queremos hacer arder al peligro amarillo. Soñamos con dejar KO a Bruce Lee, pero eso es historia alternativa, como la de Tarantino.  No en vano auguraba ese gran profeta y visionario de la modernidad, Philip K. Dick, que nuestra época se caracterizaba por la desaparición de la realidad. Nosotros mismitos nos hemos metido dentro de un capullo o laberinto de pantallas, móviles, televisiones, muros, drogas, psicosis y paredes. De cuentos chinos en suma. Es hora no ya de ponerle puertas al campo, sino de pasar por ellas y dejarlo menos vacío y contaminado. Porque pronto dejará de existir.

martes, 4 de febrero de 2020

Entrevista con el recién fallecido George Steiner

George Steiner: “Estamos matando los sueños de nuestros niños”. A sus 88 años, el gran filósofo y ensayista denuncia en una lúcida entrevista que la mala educación amenaza el futuro de los jóvenes

BORJA HERMOSO, El País Semanal, 1 JUL 2016:

Primero fue un fax. Nadie respondió a la arqueológica intentona. Luego, una carta postal (sí, aquellas reliquias consistentes en un papel escrito y metido en un sobre). “No les contestará, está enfermo”, previno alguien que le conoce bien. A los pocos días llegó la respuesta. Carta por avión con el matasellos del Royal Mail y el perfil de la Reina de Inglaterra. En el encabezado ponía: Churchill College. Cambridge.

El breve texto decía así:

“Querido Señor,
El año 88 y una salud incierta. Pero su visita sería un honor. Con mis mejores deseos.
George Steiner”.

Dos meses después, el viejo profesor había dicho “sí”, poniendo provisional coto a su proverbial aversión a las entrevistas.

El catedrático de literatura comparada, el lector de latín y griego, la eminencia de Princeton, Stanford, Ginebra y Cambridge; el hijo de judíos vieneses que huyeron del nazismo primero a París y luego a Nueva York; el filósofo de las cosas del ayer, del hoy y del mañana; el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2001, el polemista y mitólogo políglota y el autor de libros capitales del pensamiento moderno, la historia y la semiótica como Errata, Nostalgia del absoluto, La idea de Europa, Tolstoi o Dostoievski o La poesía del pensamiento abría a EL PAÍS las puertas de su preciosa casita de Barrow Road.

"Estoy asqueado por la educación escolar de hoy, que es una fábrica de incultos y que no respeta la memoria"

El pretexto: los dos libros que la editorial Siruela ha publicado recientemente en español. Por un lado Fragmentos, un minúsculo aunque denso compendio de algunas de las cuestiones que obsesionan al autor como la muerte y la eutanasia, la amistad y el amor, la religión y sus peligros, el poder del dinero o las difusas fronteras entre el bien y el mal. Por el otro, Un largo sábado, embriagador libro de conversaciones entre Steiner y la periodista y filóloga francesa Laure Adler.

El motivo real: hablar de lo que fuera surgiendo.

Es una mañana de lluvia en la campiña de Cambridge. Zara, la encantadora esposa de George Steiner (París, 1929), trae café y pastas. El profesor y sus 12.000 libros miran de frente al visitante.

PREGUNTA. Profesor Steiner, la primera pregunta es ¿cómo está su salud?

RESPUESTA. Oooh, muy mal, por desgracia. Tengo ya 88 años y la cosa no va bien, pero no pasa nada. He tenido y tengo mucha suerte en la vida y ahora la cosa va mal, aunque todavía paso algunos días buenos.

P. Cuando uno se siente mal… ¿es inevitable sentir nostalgia de los días felices? ¿Huye usted de la nostalgia o puede ser un refugio?

R. No, lo que uno tiene es la impresión de haber dejado de hacer muchas cosas importantes en la vida. Y de no haber comprendido del todo hasta qué punto la vejez es un problema, ese debilitamiento progresivo. Lo que me perturba más es el miedo a la demencia. A nuestro alrededor el Alzhéimer hace estragos. Así que yo, para luchar contra eso, hago todos los días unos ejercicios de memoria y de atención.

"Es un milagro que todavía exista Europa. Una civilización que extermina a sus judíos no recuperará nunca lo que fue"

P. ¿Y en qué consisten?

R. Lo que le voy a contar le va a divertir. Me levanto, voy a mi pequeño estudio de trabajo y elijo un libro, no importa cuál, al azar, y traduzco un pasaje a mis cuatro idiomas. Lo hago sobre todo para mantener la seguridad de que conservo mi carácter políglota, que es para mí lo más importante, lo que define mi trayectoria y mi trabajo. Trato de hacerlo todos los días… y desde luego parece que ayuda.

P. Inglés, francés, alemán e italiano…

R. Eso es.

P. ¿Sigue leyendo a Parménides cada mañana?

R. Parménides, claro… bueno, u otro filósofo. O un poeta. La poesía me ayuda a concentrarme, porque ayuda a aprender de memoria, y yo siempre, como profesor, he reivindicado el aprendizaje de memoria. Lo adoro. Llevo dentro de mí mucha poesía; es, cómo decirlo, las otras vidas de mi vida.

P. La poesía vive… o mejor dicho, en este mundo de hoy sobrevive. Algunos la consideran casi sospechosa.

R. Estoy asqueado por la educación escolar de hoy, que es una fábrica de incultos y que no respeta la memoria. Y que no hace nada para que los niños aprendan las cosas de memoria. El poema que vive en nosotros vive con nosotros, cambia como nosotros, y tiene que ver con una función mucho más profunda que la del cerebro. Representa la sensibilidad, la personalidad.

P. ¿Es optimista con respecto al futuro de la poesía?

R. Enormemente optimista. Vivimos una gran época de poesía, sobre todo en los jóvenes. Y escuche una cosa: muy lentamente, los medios electrónicos están empezando a retroceder. El libro tradicional vuelve, la gente lo prefiere al kindle… prefiere coger un buen libro de poesía en papel, tocarlo, olerlo, leerlo. Pero hay algo que me preocupa: los jóvenes ya no tienen tiempo… de tener tiempo. Nunca la aceleración casi mecánica de las rutinas vitales ha sido tan fuerte como hoy. Y hay que tener tiempo para buscar tiempo. Y otra cosa: no hay que tener miedo al silencio. El miedo de los niños al silencio me da miedo. Solo el silencio nos enseña a encontrar en nosotros lo esencial.

"El psicoanálisis es un lujo de la burguesía. La dignidad humana consiste en tener secretos. La idea de pagar me asquea"

P. El ruido y la prisa… ¿No cree que vivimos demasiado deprisa? Como si la vida fuera una carrera de velocidad y no una prueba de fondo… ¿No estamos educando a nuestros hijos demasiado deprisa?

R. Déjeme ensanchar esta cuestión y decirle algo: estamos matando los sueños de nuestros niños. Cuando yo era niño existía la posibilidad de cometer grandes errores. El ser humano los cometió: fascismo, nazismo, comunismo… pero si uno no puede cometer errores cuando es joven, nunca llegará a ser un ser humano completo y puro. Los errores y las esperanzas rotas nos ayudan a completar el estado adulto. Nos hemos equivocado en todo, en el fascismo y en el comunismo y, a mi juicio, también en el sionismo. Pero es mucho más importante cometer errores que intentar comprenderlo todo desde el principio y de una vez. Es dramático tener claro a los 18 años lo que has de hacer y lo que no.

P. Habla usted de la utopía y de su contrario, la dictadura de la certidumbre…

R. Muchos dicen que las utopías son idioteces. Pero en todo caso serán idioteces vitales. Un profesor que no deja a sus alumnos pensar en utopías y equivocarse es un muy mal profesor.

P. No se sabe bien por qué el error tiene tan mala prensa, pero el caso es que en estas sociedades exacerbadamente utilitarias y competitivas la tiene.

R. El error es el punto de partida de la creación. Si tenemos miedo a equivocarnos jamás podremos asumir los grandes retos, los riesgos. ¿Es que el error volverá? Es posible, es posible, hay algunos atisbos. Pero ser joven hoy no es fácil. ¿Qué les estamos dejando? Nada. Incluida Europa, que ya no tiene nada que proponerles. El dinero nunca ha gritado tan alto como ahora. El olor del dinero nos sofoca, y eso no tiene nada que ver con el capitalismo o el marxismo. Cuando yo estudiaba la gente quería ser miembro del Parlamento, funcionario público, profesor… hoy incluso el niño huele el dinero, y el único objetivo ya parece que es ser rico. Y a eso se suma el enorme desdén de los políticos hacia aquellos que no tienen dinero. Para ellos, solo somos unos pobres idiotas. Y eso Karl Marx lo vio con mucha anticipación. En cambio, ni Freud ni el psicoanálisis, con toda su capacidad de análisis de los caracteres patológicos, supieron comprender nada de todo esto.

"NO SE PUEDE NEGOCIAR CON EL ISLAM"
B. H.

En uno de los capítulos de su libro Fragmentos, recientemente editado en España, George Steiner se hace preguntas sobre la religión, incluidas las relativas a algo tan inasible para el común de los mortales como “la demostración de Dios a través de procesos científicos como la lógica modal y la metamatemática”, o el efecto demoledor de la muerte del comunismo: “El colapso del comunismo”, escribe Steiner, “ha dado un bandazo hacia una religiosidad muchas veces fanática. El fundamentalismo avanza de manera muchas veces violenta, ya sea en el Islam o en el baptismo norteamericano”. Ese juicio no es incompatible con el hecho de que George Steiner –que se considera “no religioso y sí volteriano”, admita sentir cierta “envidia” de los fundamentalistas, para quienes las sagradas escrituras son irrebatibles por su condición de “puro dictado divino”.

Sobre las relaciones entre la civilización judeocristiana y el Islam y una hipotética aspiración a puntos de encuentro, el autor del Prefacio a la Biblia hebrea se muestra rotundo: “No se puede negociar con el Islam, por dos motivos. A partir del siglo XV, el Islam rechazó la ciencia. La verdad científica no es importante para ellos. Y ahí, imposible negociar. Segundo problema: el trato a la mujer. Maltratar sistemáticamente a la mujer como hace el Islam es eliminar a la mitad de la Humanidad. Y de ahí vinieron las guerras de religión modernas que con tanta lucidez y anticipación predijo André Malraux, y creo que vienen otras, terribles”.

No obstante, Steiner se muestra extremadamente crítico con el papel jugado por las democracias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, en la creación de contextos de pobreza que han podido actuar como semillero suplementario de soldados de Dios: “El capitalismo, en cuanto industrialización de masas, la eliminación de las formas más primitivas de la comunidad local, la globalización sin freno… sí, tenemos una responsabilidad que asumir. A un lado de la barrera está el paraíso, al otro, el desierto, la miseria. Triste. El mundo vive hoy una desigualdad terrible de posibilidades de vida. En el tercer mundo, los niños mueren y la gente come basura. Y no hay respuestas para este fracaso, que es el de todos nosotros”.

P. No le cae muy simpático el psicoanálisis, es lo menos que pude decirse.

R. El psicoanálisis es un lujo de la burguesía. Para mí, la dignidad humana consiste en tener secretos y la idea de pagar a alguien para que escuche tus secretos e intimidades me asquea. Es como la confesión pero con cheque por medio. Es el secreto lo que nos hace fuertes, de ahí todos mis trabajos sobre Antígona, que dice: “Puede que me equivoque, pero sigo siendo yo”. De todas formas, el psicoanálisis está en plena crisis. Recuerde usted las magníficas palabras de Karl Kraus, el satirista vienés: “El psicoanálisis es la única cura que ha inventado su enfermedad”.

P. Y Sigmund Freud…

R… Freud es uno de los más grandes mitólogos de la historia. Pero es ficción. Era un novelista extraordinario.

En ese momento, George Steiner se levanta, avanza lentamente hacia su inmensa biblioteca y de dentro de un viejo volumen extrae una tarjeta de visita amarillenta escrita a mano en alemán: es una felicitación de boda de Sigmund Freud a los padres de Steiner. “Mi padre lo conoció, paseaban juntos por la orilla del río”.

P. Volvamos a la cuestión del poder del dinero. ¿Tiene usted una explicación válida desde un punto de vista filosófico de por qué en su día los electores de Italia y hoy de España decidieron y deciden llevar al poder a partidos políticos enfangados en la corrupción?

R. Porque hay una enorme abdicación de la política. La política pierde terreno en todo el mundo, la gente ya no cree en ella y eso es muy muy peligroso. Aristóteles nos dice: “Si no quieres estar en política, en el ágora pública, y prefieres quedarte en tu vida privada, luego no te quejes si los bandidos te gobiernan”.

P. La vieja pero hoy tan vigente figura del idiotes aristotélico…

R. Exacto, una figura muy actual. Bien, pues yo siento vergüenza de haber gozado de este lujo privado de estudiar y escribir y de no haber querido entrar en el ágora. Me pregunto qué va a pasar con el fenómeno de las estructuras políticas en sí mismas. Triunfan por todos lados el regionalismo, el localismo, el nacionalismo… vuelve el villorrio. Cuando uno ve que alguien como Donald Trump es tomado en serio por la democracia más compleja del mundo, todo es posible.

P. ¿Cómo contempla una hipotética victoria de Trump?

R. No ocurrirá, Hillary ganará. Pero será una triste victoria, porque esta mujer está agotada, quemada interiormente. ¿Y qué me dice de Putin? La violencia de alguien como él parece tranquilizar a la gente que ya no cree en la política, les reconforta. Eso es porque el despotismo es lo contrario a la política.

“Si no crees en la política, no te quejes si los bandidos te gobiernan”

P. ¿Y la política y la cultura? ¿Cómo se llevan? Y otra cuestión: ¿comparte usted la sensación –muy personal y subjetiva, por otra parte- de que la cultura, entendida como ‘las artes’, está estancada, al contrario que los avances científicos, imparables?

R. A ver cómo hablamos de esto, es delicado. Estamos usted y yo en una pequeña ciudad inglesa como Cambridge en la que, desde el siglo XII, cada generación ha producido gigantes de la ciencia. Hay ahora mismo 11 premios Nobel aquí. De aquí salieron Newton, Darwin, Hawking… Para mí, el símbolo del avance imparable de las ciencias es Stephen Hawking. Apenas mueve la esquina de una de sus cejas, pero su mente nos ha llevado al extremo del universo. Ningún novelista, dramaturgo, poeta o artista, ni siquiera el mismísimo Shakespeare, habría osado inventar a Stephen Hawking. Bien. Si usted y yo fuéramos científicos, el tono de nuestra charla sería distinto, sería mucho más optimista, porque hoy, cada lunes la ciencia nos descubre algo nuevo que no sabíamos el lunes pasado. En cambio –y esto que le digo es totalmente irracional, y ojalá me equivoque-, el instinto me dice que no tendremos un nuevo Shakespeare ni un Mozart ni un Beethoven ni un Miguel Ángel ni un Dante ni un Cervantes el día de mañana. Pero sé que tendremos nuevos Newton, Einstein, Darwin… sin duda. Esto me asusta, porque una cultura sin grandes creaciones estéticas es una cultura empobrecida. Echamos mucho de menos a los titanes del pasado. ¡Ojalá me equivoque y el próximo Proust o el próximo Joyce estén naciendo en la casa de enfrente!

P. ¿Establece usted diferencias entre “alta” y “baja” cultura, como han hecho algunos intelectuales de renombre, visiblemente incómodos ante formas de cultura popular como los cómics, el arte urbano, el pop o el rock, a los que se llegó a poner la etiqueta de “civilización del espectáculo”?

R. Yo le digo una cosa: Shakespeare habría adorado la televisión. Habría escrito para la televisión. Y no, no hago esas distinciones. A mí lo que de verdad me entristece es que las pequeñas librerías, los teatros de barrio y las tiendas de discos cierren. Eso sí, los museos están cada día más llenos, la muchedumbre colapsa las grandes exposiciones, las salas de conciertos están llenas… así que atención, porque estos procesos son muy complejos y diversos como para establecer juicios globales. El señor Mohammed Ali era también un fenómeno estético. Era como un dios griego. Homero habría entendido a la perfección a Mohammed Ali.

P. ¿Cree que asistiremos a la muerte de la cultura como contenedor de formas clásicas ya manidas y su sustitución por otras nuevas?

R. Puede… puede que esté muriendo una cultura clásica de carácter patriarcal y esté surgiendo otra de formas nuevas e intermedias, una cultura hermafrodita, bisexual, transexual y en la que desde luego la mujer contribuirá de forma muy especial a recuperar los sueños y las utopías… Por cierto, una vez más, hablando de transexuales y bisexuales… ¡Freud ni los vio venir!

"Triunfan el regionalismo, el localismo, el nacionalismo, vuelve el villorio"

P. Usted ha dicho alguna vez que se arrepentía de no haberse arriesgado a lanzarse al mundo de la creación. ¿Es una espina clavada?

R. En efecto. Hice poesía, pero me di cuenta que lo que estaba haciendo eran versos, y el verso es el mayor enemigo de la poesía. Y he dicho también –y algunos no me lo han perdonado nunca- que el más grande de los críticos es minúsculo comparado con cualquier creador. Así que hablemos claro y no nos hagamos ilusiones. Yo soy tan solo un cartero, soy Il Postino. Y estoy muy orgulloso de eso, de haber llevado el correo bien a tantos y tantos alumnos. Pero no nos hagamos ilusiones.

P. ¿Quién no le perdonó? ¿Colegas suyos de universidad?

R. Así es. Es que en la universidad hay una vanidad descomunal. Y les sienta mal que les digas claramente que son parásitos. Parásitos en la melena del león.

P. El creciente desdén político por las humanidades es desolador. Al menos en España. La filosofía, la literatura o la historia son progresivamente ninguneadas en los planes educativos.

R. En Inglaterra también pasa, aunque quedan algunas excepciones en escuelas privadas para élites. Pero el sentido de la élite es ya inaceptable en la retórica de la democracia. Si usted supiera cómo era la educación en las escuelas inglesas antes de 1914… pero es que entre agosto de 1914 y abril de 1945 unos 72 millones de hombres, mujeres y niños fueron masacrados en Europa y el oeste de Rusia. ¡Es un milagro que todavía exista Europa! Y le diré algo respecto a eso: una civilización que extermina a sus judíos no recuperará nunca lo que fue. Sé que cabrearé a unos cuantos antisemitas, pero la vida universitaria alemana nunca fue ya la misma sin esos judíos. Una civilización que mata a sus judíos está matando el futuro. Pero bueno, hoy hay 13 millones de judíos en el mundo, más que antes del Holocausto.

P. Resulta increíble, es cierto.

R. ¡Resulta escandaloso! Un magnífico escándalo.

P. Profesor Steiner, ¿qué es ser judío?

R. Un judío es un hombre que, cuando lee un libro, lo hace con un lápiz en la mano porque está seguro de que puede escribir otro mejor.

"El error es el punto de partida de la creación. Si tenemos miedo a equivocarnos, jamás podremos asumir los grandes retos"

P. ¿Cómo ve el futuro del ser humano? ¿Es optimista o pesimista?

R. El futuro… no sé. Toda profecía es simplemente memoria activa, no se puede prever nada, solo mirar en el retrovisor de la historia y contarnos historias sobre el futuro. Eso sí: habrá dos tres descubrimientos científicos en el campo de la genética que van a plantear problemas morales terriblemente complejos. Por ejemplo, ¿permitiremos que se manipulen las células del feto?

P. También será un problema moral poner freno al avance científico…

R. Exactamente. ¿Qué derecho tenemos? Yo soy, por ejemplo, firme partidario de la eutanasia. Los viejos destruimos a menudo la vida de los jóvenes que tienen que cargar con nosotros. ¡Me gustaría tanto tener el derecho de decir “Gracias, todo ha sido magnífico, ahora basta”. Eso llegará. En Holanda y en Escandinavia ya está pasando… No tenemos ya recursos para mantener en vida a tanta gente senil o demente, va contra la felicidad de mucha gente, no es justo.

P. ¿Qué momentos o hechos cree que forjaron más su forma de ser? Entiendo que tener que huir del nazismo junto a sus padres y saltar de París a Nueva York –magistralmente evocado en su libro Errata- es uno de los fundamentales teniendo en cuenta que…

R. Le diré algo que le impactará: ¡Yo le debo todo a Hitler! Mis escuelas, mis idiomas, mis lecturas, mis viajes… todo. En todos los lugares y situaciones hay cosas que aprender. Ningún lugar es aburrido si me dan una mesa, buen café y unos libros. Eso es una patria. “Nada humano me es ajeno”. ¿Por qué Heidegger es tan importante para mí? Porque nos enseña que somos los invitados de la vida. Y tenemos que aprender a ser buenos invitados. Y, como judío, tener siempre la maleta preparada y si hay que partir, partir. Y no quejarse.