jueves, 14 de mayo de 2020

Arquetipos humanos de Jung

Hubo y hay muchos intentos de formar una caracteriología universal. Por ejemplo, el Eneagrama. Y otro es el de Jung, consecuencia de sus estudio del Tarot y de la iconología e iconografía de la historia del arte: los arquetipos humanos. Al respecto he copiado el siguiente artículo:

Los 12 arquetipos de personalidad de Jung, Edith Sánchez· 14 abril, 2020

Los 12 arquetipos de personalidad de Jung aparecen en todas las culturas. Están en la base misma de obras antiguas como La Odisea y también se hacen presentes en creaciones contemporáneas como Matrix. Habitan en el inconsciente colectivo.

Carl Gustav Jung es quizás el más célebre de los disidentes del psicoanálisis clásico. Se apartó de los conceptos de Freud y exploró las raíces ancestrales y colectivas del inconsciente. De esa aventura intelectual surgieron nuevas luces; entre ellas, los 12 arquetipos de personalidad.

A partir del análisis de los símbolos y mitos presentes en diferentes culturas, Jung estableció los 12 arquetipos de personalidad. Estos son una especie de moldes o patrones de conducta, que conforman maneras específicas de ser. Son también símbolos culturales e imágenes que están grabadas en el inconsciente colectivo.

“Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad… lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino”.

-Carl Jung-

Jung define a los 12 arquetipos como “una tendencia innata a generar imágenes con intensa carga emocional que expresan la primacía relacional de la vida humana”. Una especie de huellas dactilares de toda la humanidad que permanecen sumergidas en el inconsciente de todos. Estas terminan definiendo los rasgos particulares de cada uno de nosotros. Dichos arquetipos son los siguientes.

1. Sabio
El sabio representa a ese librepensador que hace del intelecto y de los conocimientos su principal razón de ser y fundamento. La inteligencia y la capacidad de análisis son para él la vía regia para entenderse a sí mismo y entender al mundo. Corresponde a quien siempre tiene a mano un dato, una cita o un argumento lógico.

Mujer con gafas simbolizando los 12 arquetipos de personalidad
2. Inocente, uno de los 12 arquetipos de personalidad de Jung
El inocente es aquel que parece haber leído todos los libros de autoayuda que existen en el mundo y haberlos convertido en su ADN. Es optimista y busca la felicidad. Le ve el lado bueno a todo. Quiere, además, sentirse perfectamente adaptado al mundo. Quiere también complacer, pertenecer, ser reconocido por los demás.

3. Explorador
Este es uno de los 12 arquetipos de personalidad que corresponde al viajero osado. El que emprende el camino sin trazar una ruta definida, abierto siempre a la novedad y a la aventura. Tiene un afán profundo de descubrir y de descubrirse a sí mismo. En su faceta negativa es también el buscador de lo ideal que jamás está satisfecho.

4. Gobernante
El gobernante corresponde al líder clásico, aquel que se considera el llamado a poner las reglas de juego en cualquier situación. Estable y preocupado por la excelencia, quiere que los demás hagan lo que él dice y suele tener motivos de sobra para exigirlo. Es uno de los 12 arquetipos de la personalidad relacionados con el poder, que también puede llegar a ser déspota en su afán por imponerse.

5. Creador
El creador tiene una profunda ansia de libertad porque ama lo novedoso. Le encanta transformar para hacer surgir algo totalmente nuevo, que tenga su sello. Es ocurrente, inconforme y autosuficiente. Con mucha imaginación, está lleno de genialidad. A veces es inconstante y piensa más de lo que hace.

Bolas de papel de colores para representar la creatividad

6. Cuidador
Se siente más fuerte que los demás y por eso prodiga una protección casi maternal sobre quienes le rodean. Desea evitar cualquier daño para quienes están bajo su égida y pretende evitar que cualquier riesgo o peligro amenace la integridad o felicidad de los demás. Si no se controla, se convierte en el mártir que echa en cara a los demás sus sacrificios.

7. Mago
El mago es equivalente al gran revolucionario. Regenera y renueva, no solo para sí mismo, sino también para los demás. Él mismo está en constante proceso de transformación y crecimiento. En su faceta negativa es un enfermo que enferma a los demás. A veces llega a convertir los sucesos positivos en hechos negativos.

8. Héroe
El eje de la vida del héroe es el poder. Tiene una vitalidad y una resistencia descomunales que empeña en luchar por el poder mismo o por el honor. Prefiere cualquier cosa antes que perder. De hecho, no pierde porque no se rinde. Podría ser demasiado ambicioso y controlador.

9. Forajido
El forajido es otro de los 12 arquetipos de personalidad de Jung que nos habla de rebeldía. Este es un transgresor, provocador y completamente independiente de la opinión de los demás. De hecho, le agrada ir en contra y piensa con cabeza propia, no por influencia ni por presión. En su faceta negativa se torna autodestructivo.

10. Amante
El amante es todo corazón, todo sensibilidad. Ama el amor y por eso disfruta prodigándolo. No solo el amor romántico, sino toda forma de amor. Su mayor dicha es sentirse amado. Disfruta de la belleza, la estética y los sentidos, de manera refinada. Hace de lo bello, en el sentido amplio, un valor superlativo.

11. Bufón
Al arquetipo del bufón también se le conoce como el arquetipo del loco. El loco enseña a reír, incluso de nosotros mismos. No tiene máscaras y suele despojar de su máscara a los demás. No se toma en serio, porque lo suyo es disfrutar de la vida. En su faceta negativa puede ser libidinoso, vago y glotón.

12. Huérfano
El huérfano es aquel que lleva heridas que no logra cerrar. Se siente traicionado o decepcionado. Quiere que otros se hagan cargo de él y como esto no sucede, experimenta desilusión. Suele unirse a otros que sientan como él. Se victimiza. Ante los demás se muestra como el inocente, pero tiene un talante cínico.

La que hemos presentado no es la única clasificación de los 12 arquetipos de personalidad de Jung. En otras categorizaciones aparecen arquetipos diferentes, aunque básicamente equivalen a los que hemos expuesto en la parte esencial. Se aplican a muchos terrenos, incluyendo psicoterapias, marketing y arte.

Romance del Café Gijón

Víctor Hurtado Oviedo

Romance del Café Gijón 


El Gran Café de Gijón
(paseo de los Recoletos)
es donde le tout Madrid
poetiza con sus muertos.
Es piso de un solo piso
(que en Hispania es ‘piso cero’)
con frente de tres ventanas
para que los indiscretos
se pinten de Las meninas
hacia el museo callejero.
Mármol y vidrios dialogan
en el frontis de maderos;
puertas dobles se definen
sin dudas del lado izquierdo.
Dentro: el bar, columnatas,
mesas y doctos meseros
que alfiles de blanco son
sobre el piso de tablero.
Bajo: viaje hacia la cava,
sotanillo, cripta, seno,
catacumba, cava-tumba,
donde ―si alcanzan los euros― 
ha de gustarse, jocundo,
el más pecador sustento.
Todas son bajas pasiones
si lo son en hipogeo.
La madre de los cafés
―o el padre de los cafetos― 
es Parnaso horizontal
y hospicio de los bohemios;
de damas de pelo lila,
trabalenguas, murmureo;
receso de los turistas;
coso, arena, burladero
de tertulias bien habladas
de malhablados poetos,
poetisas, genetliacos
más rapsodas y troveros
(mester de cafetería
y bon vino de Berceo);
de un autor de cantautores
y espadachín del solfeo,
que, a un ritmo pop-cuaternario,
corta en cuatro el silencio;
de dramaturgos lucientes
de risas cual propio estreno,
e histriones que hasta en el público
infunden el miedo escénico.
Censores de a ciencia incierta
―librescos de libro ajeno―
los hay en estado crítico,
y prosistas prosa-cero,
y estilistas más finolis
que los más finos aceros
toledanos que, a lo largo,
de un Tajo tajan un pelo.
El Gijón es breve Prado,
mini-Thyssen y museo
princesa (filo-Sofía)
de pintores pintureros
ateos o consagrados:
unos, paletas paletos
que dejan una silueta
de rimas cual un scherzo
de curvas para el oído;
otros, genios celebérrimos
que, en la cava y las paredes,
han ya sembrado al voleo
el relámpago del iris
y luces en blanco y negro.
Caricaturas y cuadros
son acuarelas, bocetos,
gouaches, carbones y tintas.
Fueron pintados al fresco
de la memoria y son mapas
para que torne el recuerdo
al abrirse aquellas puertas
del café de los aedos.
Ya cruzado el poco o paco
umbral que dará el acceso,
transida que sea la entrada
y ad portas sin ser portero,
habrá de verse, atildado,
a don Alfonso en su puesto:
embajador de los años,
anarquista y cerillero;
vale decir, el ministro
del Tabaco y del Fogueo
con que se encienden los ánimos
prendidos de este ateneo.
Nada que ver este Alfonso
con el decimotercero
Borbón de bigote en cera
que huyó a Roma de romero
antes de que le estallase
aquel resonado estruendo
―niebla de grandes de España,
guateque de los pequeños―
al que llamaron República:
la fuente de los deseos;
palacio, mas no de Oriente,
sí norte de los plebeyos.
Alfonso es chaval de guerra
que asperges de bombarderos
rociaron de agua maldita:
aviones, buitres violentos
que en cada niño estrenaban
eterno mandil de huérfano.
Cerillero iluminado,
libertario fiero y bueno,
más príncipe que Kropotkin,
acratista y caballero,
al más pintado insumiso,
Alfonso hace hermano lego.
―¿Qué es la acracia, don Alfonso?
―La acracia es un toro negro
umbroso como una pena
y alegre como un lucero
sobre la feria del mundo,
que en las puntas de los cuernos
izará chulos, parásitos,
nobles, curas y banqueros.
Muertes tempranas engendran
bakuninista cabreo.
Entre la puerta y el fondo,
y al lado aun más izquierdo
de don Alfonso el flamígero,
llueve de luces, sidéreo,
cual copa de árbol de copas,
de botellas y reflejos,
ancho bar donde se toman
vino y palabra. Madero
del mostrador es esquife
del bar mar de los mareos;
mas todo va a las discretas
pues damas y caballeros
antídotos natos son de
―vulgo― horteras y horteros.
En lo más alto de un muro
(más que un muro, es un velero),
cual bandera ondea el retrato
de un terrestre marinero
a medias pintor-poeta
y tres cuartos de torero:
de Machado a Federico,
de Federico a Frascuelo,
del Puerto a Madrid y a Roma
desde los bravos esteros
del Paraná; y, desnucado
el toro exilio matrero,
de vuelta hacia los Madriles,
al café del ruido ibérico.
De un muro, pues, en lo alto,
de su mar rocía el salero
―tertuliano gaditano―
Alberti, don Rafaelo.
De profundis cristalinos,
estanques de los espejos
son Narcisos que se miran
en nosotros; somos ecos
luminosos de un café
disuelto en la agua del tiempo.
Ante estas mesas de mármol
con rayos de gris marengo
entre su noche de piedra,
y en carmín de terciopelo
de los sofás y las sillas,
sentaron cátedra y cuerpos
cansados de odios y guerra,
depurados académicos,
profesores depurados
(por falso y Franco deseo),
censores y censurados,
presidiarios como Buero
y «nacionales» cual Ruano.
Juntos y ―al final― revueltos,
revivirán en lo suyo
y en la memoria del pueblo.
El cielo es un cabaret
con licencia de convento:
por tapas, unos hostiones;
por brindis, un kyrie eleison;
sobremesas de oración;
tertulias de aburrimiento;
en resumen ―¡vive Dios!―:
un gregoriano jaleo.
El buen cielo es así,
para artistas gijoneros
hechos de ameno desorden, 
un paradisiaco infierno:
no café, sí refectorio
donde se enervan los nervios.
Una celeste mañana,
toma su caña san Pedro
(‘caña de pescar’, se entiende)
pues no puede con su genio.
De incógnito va a Galilea,
pero descuida el llavero:
¡tentación divina es
para fuga de talentos!
Formados en fila indiana
y tras de Gerardo Diego,
vuelan al café de artistas
en cualquier tranvía viejo
que rece Cielo-Cibeles.
Llegan vestidos de espectro
y cruzan paredes y saludos
desde otros tiempos:
los de Franco deterioro,
Movida sin Movimiento;
y aun más atrás, desde edades
de hambre, cárcel y estraperlo.
Regresan «a por» las mesas
al lado de los sombreros
de sepias multicolores.
Piden un vino, un café o la humildad
del agua pura a meseros
de otros sueños; y tornan
los comentarios demosteciceroneos
y la ocurrencia saeta
y los alados silencios;
y, conversando entre sombras,
cada brindis es un verso,
cada discurso es un canto
y cada amigo es un puerto.
El tiempo cierra las puertas
para que no pase el tiempo,
pero las luces se acercan
porque se acercan los nuevos
mozos y musas adonde
fantasmean los maestros.
Un ¡tin! de copa suspende
la sesión: ha sido un juego,
una querencia galana,
una ilusión de lo etéreo.
Si sólo Madrid es Corte,
sólo el Gijón es Centro.
Se atenúan los artistas,
se despiertan a su ensueño, 
cantan su canto canoro
y van de Madrid al cielo.

lunes, 11 de mayo de 2020

Citas

"Nadie sobrevive a la vida", Samuel Beckett

"No hay nada más divertido que la infelicidad", Samuel Beckett, Final de partida, 1957.

"Hamm: ¿Qué hora es? Clov : La misma de siempre. Hamm: ¿Has mirado? Clov: Sí. Hamm: ¿Y qué? Clov: Las cero",  S. Beckett, Final de partida, 1957.

"No hay más naturaleza, al menos en los alrededores" .S. Beckett, Final de partida, 1957.

"¡Nada ocurre, nadie viene, nadie va, es terrible!", Samuel Beckett, Esperando a Godot, 1952

"Está durmiendo, no sabe nada, déjalo dormir", S. Beckett, Esperando a Godot, 1952.

"Estragón: Nada hay que hacer. Vladimir: Estoy empezando a llegar a esa opinión." S. Beckett, Esperando a Godot, 1952.

Estragón: Somos felices. (Silencio.) ¿Y qué hacemos ahora que somos felices?
Vladimir: Esperamos a Godot.
Estragón : Ah, sí, es verdad. S. Beckett, Esperando a Godot, 1952.

"En mi vida , ya que debemos llamarla así, había tres cosas: la incapacidad para hablar , la incapacidad para guardar silencio y la soledad; eso es lo que he tenido que aprovechar", S. Beckett, Lo innombrable, 1954.

"¿Alguna vez se sabe por qué se ríe?" S. Beckett, Los expulsados, 1946.

"Todo lo que digo se cancela y no habré dicho nada". S. Beckett, El calmante, 1946.

"Descomponerse es vivir también, lo sé, lo sé, no me atormentes, pero a veces se olvida". S. Beckett, Molloy, 1951.

"No querer decir, no saber a qué te refieres, no poder decir lo que crees que quieres decir, y siempre, o casi siempre, decir lo que es importante no perder de vista en el ardor de la escritura", Molloy, 1951.

"Es por la mañana cuando tienes que esconderte: la gente se despierta fresca y eficiente, sedienta de orden, belleza y justicia, y exige una contraparte" Molloy, 1951.

"La expresión de que no hay nada que expresar, nada con lo que expresar,  sin poder para expresar, sin deseo de expresar, junto con la obligación de expresar", S. Beckett, Tres diálogos, 1949.

"Sin otra opción, el Sol brillaba sobre nada nuevo". S. Beckett, Murphy. 1957

"Me vuelvo gnómico. Es la última fase" Las cartas de Samuel Becket 1929–1940 (2009). 

"Pobre nación, casi con miedo de reconocerse a sí misma. No se puede llamar nuestra madre, sino nuestra tumba, donde no se ve jamás sonreír sino a quien no sabe nada: donde los suspiros, gemidos y gritos que desgarran el aire, surgen sin ser observados: donde la violenta tristeza parece un humor cualquiera: el redoble por los muertos, apenas se pregunta por quién es, y las vidas de los hombres buenos se extinguen antes que las flores que llevan en el sombrero, muriendo sin enfermedad”, W. Shakespeare, Macbeth.

La doble -CC-

Es una de las faltas de ortografía que más quebraderos de cabeza da a la gente. Pero existe una regla que funciona en la mayoría de los casos: ver si otros derivados de la misma raíz tiene -cc- o -ct-; si algún derivado de la dicha palabra posee -ct-, es que contiene dos cés. Por ejemplo, es sujeción porque tenemos sujetar y no sujectar, pero es calefacción porque tenemos calefactor.

Ejemplos:  Abstracción, adicción, aflicción; coacción; conducción; construcción; contracción; convicción; corrección; deducción; destrucción; dirección; elección; fracción; inducción; infracción; insurrección; inyección; (im) perfección; reacción; reducción; restricción; satisfacción. 

Porque existen las palabras: abstracto; adicto; aflictivo; coactivo; conductor; constructor; contractura; convicto; correcto; deductivo; destructor; director; electo; fractura; inductivo; infractor; inspector; instructor; insurrecto; inyectar; perfecto; reactor; reductivo; restrictivo; satisfactorio

Mal: inflacción; bien inflación
Mal: sujección, bien sujeción

Como está dicho, esa regla sirve en la mayoría de los casos. Sin embargo, hay algunas palabras que se escriben con -cc- pero no tienen derivados que contienen -ct-, porque la lengua no los posee. Aquí haré una lista con estas molestas palabras que son excepciones a la regla:

Cocción, decocción.
Distracción.
Fricción, friccionar.
Succión, succionar.
Transacción.
Refacción.
Deyección.
Astricción
Educción
Confección, confeccionar
Aducción
Aflicción
Rarefacción
Licuefacción
Micción
Jurisdicción
Reelección
Sustracción
Vivisección.
Resurrección
Resección.

Hay palabras con dos versiones, pero la RAE aconseja la primera:

Flácido y fláccido
Flacidez y flaccidez

Frases de Mark Twain

Los dos días más importantes de tu vida es el día que naces y el día en que descubres por qué

Nunca discutas con un estúpido, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

A mi edad cuando me presentan a alguien ya no me importa si es negro, blanco, pobre, rico, musulmán o cristiano me basta y me sobra con que sea un ser humano. Peor cosa no podría ser

Si votar sirviese para cambiar el sistema, ya lo habrían prohibido

Es más fácil  engañar  a alguien  que convencerlo de que ha sido engañado

Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda

No hay forma más segura de saber si amas u odias a alguien que hacer un viaje con él 

Para lograr todo el valor de una alegría has de tener con quién repartirla

Un banquero es un señor que nos presta un paraguas cuando hace sol y nos lo exige cuando empieza a llover.

Hay muy buenas protecciones contra la tentación, pero la más segura es la cobardía

Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por las escaleras peldaño a peldaño

Nada necesita tanto una reforma como las costumbres ajenas

Todo lo que necesitas en esta vida es ignorancia y confianza en ti mismo: así tendrás el éxito asegurado.

No vayas por ahí diciendo que el mundo te debe algo; el mundo no te debe nada: estaba aquí antes.

Vivamos de tal manera, que cuando muramos incluso los de la funeraria lo lamenten

Si dices la verdad no tendrás que acordarte de nada

Todo hombre es como la luna, con una cara oscura que a nadie enseña

Nunca he permitido que la escuela entorpeciese mi educación

Jamás hubo una guerra justa, jamás hubo una guerra honrosa, por la parte de su instigador. Yo miro en lontananza un millón de años más allá, y esta norma no se alterará ni siquiera en media docena de casos. El puñadito de vociferadores (como siempre) pedirá a gritos la guerra. Al principio (con cautela y precaución) el púlpito pondrá dificultades; la gran masa, enorme y torpona, de la nación se restregará los ojos adormilados y se esforzará por descubrir el por qué tiene que haber guerra y dirá con ansiedad e indignación: -Es una cosa injusta y deshonrosa, y no hay necesidad de que la haya-. Pero el puñado vociferará con mayor fuerza todavía. En el bando contrario, unos pocos hombres bienintencionados argüirán y razonarán contra la guerra valiéndose del discurso y de la pluma, y al principio habrá quien les escuche y les aplauda; pero eso no durará mucho; los otros ahogarán su voz con sus vociferaciones y el auditorio enemigo de la guerra se irá raleando y perdiendo popularidad. Antes que pase mucho tiempo verás este hecho curioso: los oradores serán echados de las tribunas a pedradas, y la libertad de palabra se verá ahogada por unas hordas de hombres furiosos que allá en sus corazones seguirán siendo de la misma opinión que los oradores apedreados (igual que al principio), pero que no se atreven a decirlo. Y, de pronto, la nación entera (los púlpitos y todo) recoge el grito de guerra y vocifera hasta enronquecer, y lanza a las turbas contra cualquier hombre honrado que se atreva a abrir su boca; y finalmente, esa clase de bocas acaba por cerrarse. Acto continuo, los estadistas inventarán mentiras de baja estofa, arrojando la culpa sobre la nación que es agredida, y todo el mundo acogerá con alegría esas falsedades para tranquilizar la conciencia, las estudiará con mucho empeño y se negará a examinar cualquier refutación que se haga de las mismas; de esa manera se irán convenciendo poco a poco de que la guerra es justa y darán gracias a Dios por poder dormir más descansados después de este proceso de grotesco engaño de sí mismos (El forastero misterioso, 1916, Cap. IX. 


La promesa de no hacer algo es el método más seguro del mundo para querer hacerlo

.La verdad es que los hombres no piensan: solo piensan que piensan, mientras que en realidad no piensan.

Todo lo que es humano es patético. La fuente secreta del humor en sí no es la alegría, sino el dolor



sábado, 9 de mayo de 2020

Solaris

Es el nacionalismo el que impide tratar los problemas humanos básicos en su conjunto, ya que es divisor y corruptor, como todo organismo patógeno que produce fiebre, gangrena y, finalmente, amputación. Un virus que nace chino termina por hacerse mundial y hasta una guerra local se vuelve tan infecciosa que llega a ser planetaria; así que un problema global como el nacionalismo no necesita soluciones particulares o nacionales. El nacionalismo es un mal, no se dude: no en vano ha provocado la mayor parte de las guerras hasta ahora. Ojalá nos demos cuenta de que solo existe la nacionalidad humana, cuyo documento de identidad es el ombligo, no la piel, la cultura, las creencias o el dinero: entonces podremos empezar a solucionar de verdad los problemas médicos, educativos y sociales que acongojan a la especie: nos afectan a todos, aunque creamos que no es así. 

Si hubiera una federación extraterrestre, y La Tierra presentara una solicitud para ingresar en la misma, pienso que nos tratarían igual que la Unión Europea trata a Turquía, que ha sostenido siempre pretensiones parecidas y siempre ha sido rechazada por suscitar problemas semejantes a los que impiden una unión más perfecta, e pluribus unum. Nos rechazarían cortésmente y nos dirían que, ejem (abreviatura de Es Jodido Explicarlo Más)  no reunimos los requisitos mínimos de democracia, libertad, estabilidad, currículum histórico etcétera. Lo menos que se podría pedir a un ente político que lo pretenda es que se tenga por digno para aportar algo y no haya cometido un genocidio ni incurrido en guerra alguna en al menos cien años... quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra: solo se salvan los nórdicos y los suizos, muchos de ellos quisquillosos y escépticos en unirse a clubes que los admitan como miembros.  

Somos violentos, pero solo es porque la maldad se aprende mejor que la bondad; tal vez porque lo que se enseña en la escuela es lo contrario de lo que se enseña en la televisión y en la sociedad. Nadie está exento de violencia, sobre todo de aquella que es la peor de todas aunque la menos "combatida", la violencia intelectual, que consiste en mentir de forma generalizada con ideologías, religiones y demás soluciones perfectas a problemas siempre imperfectos, y en quedarse en las premisas para evitar razonar y llegar a las conclusiones y a los acuerdos. No es extraño que en el seno de cualquier violencia emocional o física se encuentre siempre una mentira, una separación de la verdad. Y el nacionalismo es una.

La mentira más típica es la del ego mayúsculo: el pensar que uno es el todo, y no una ínfima parte de nada. Es el problema que padecen los maltratadores (...y sobre todo los y las maltratadas, que son siempre las víctimas de quienes se creen ser víctimas), los países naciomatones y los hablistanes (el arte no anónimo es, en cierta manera, una forma de volverse paranoico). No sé de dónde nos viene tanta enfermedad espiritual; ¡como si no nos bastase con las materiales!

Un admirable escritor polaco, el más famoso probablemente del siglo XX, discípulo de Swift, el maestro de Voltaire, nos puede aclarar bastante las cosas; usa el humor para relativizarlo todo, pero también escribe a veces parábolas realmente inquietantes, como Solaris. En esta novela unos astronautas humanos estudian un planeta cubierto del todo por un enorme océano que es enteramente un cerebro orgánico, pero completamente ignorante. Los sueños de los astronautas se reflejan como ecos en él y se proyectan en la estación orbital donde moran en forma de tulpas, copias materiales e incluso conscientes de sus obsesiones y arquetipos (la denominación proviene del budismo). Eso produce una gran destrucción en la nave. Pero  como es un supuesto bastante repetido y casi tópico, en la ciencia-ficción (también aparece en Esfera, de Crichton, o en La llegada, y se insinúa en algunos pasajes de Borges y Dick) conviene interpretarlo: acaso cualquier forma que combine elementos irracionales con estructuras organizadas, cualquier construcción cultural con fundamento en la falsedad y la fantasía, incluidas las ideologías, las creencias y las pasiones, son realmente formas de autodestruirnos. E irán creando tulpas, seres que parecen humanos pero no lo son, copias políticas inútiles y huecas. 

Stanislaw Lem, psicólogo, científico y filósofo notable además, se lo tomaba con distanciamiento, con humor. En cuento especuló con que el origen de la vida en la Tierra procedía de un condón usado que había quedado en el cubo de la basura de una nave extraterrestre que había hecho una escala técnica en este planeta hace millones de años. Otro motivo para echarnos de la federación extraterrestre: haber quebrado la normativa medioambiental de la galaxia.

Todo esto se ha dicho hace mucho. Por ejemplo, en El sueño de Escipión. El imperio romano era un sueño, un concepto que pretendía unirnos a todos bajo el abstracto ideal de una misma justicia, o del ecumenismo helenístico, simplemente. Todo eso se derrumbó desde la peste Antonina. En tiempos más actuales los surrealistas dijeron que había que escribir con la indiferencia de un muerto: esa distancia, al contrario de lo que pueda parecer, ofrece la oportunidad de ser más piadosos con nuestra misma especie de lo que somos con nuestro entorno o nuestro planeta, Gaia.

Democrad y libertacia

Cuando los chicos cometen faltas de atildamiento ortográfico, es bueno recordarles que viven "en el tiempo de los apostoles", cuando "los hombres eran barbaros / se subian a los arboles / y se comian los pajaros". Si dan excusas para no haber hecho los deberes, aquello de "para no hacer las cosas / siempre hay razones; / y para hacerlas / solo cojones".

Les puede motivar invertir el lenguaje de cualquier manera. Por ejemplo, el clásico del poeta colombiano José Manuel Marroquín: 

Ahora que los ladros perran,
ahora que los cantos gallan,
ahora que albando la toca
las altas suenas campanan;
y que los rebuznos burran
y que los gorjeos pájaran,
y que los silbos serenan
y que los gruños marranan,
y que la aurorada rosa
los extensos doros campa,
perlando líquidas viertas
cual yo lágrimo derramas
y friando de tirito
si bien el abrasa almada,
vengo a suspirar mis lanzos
ventano de tus debajas.

Tú en tanto duerma tranquiles
en tu camada regala,
ingratándote así burla
de las amas del que te ansia.
¡Oh, ventánate a tu asoma!
¡Oh, persiane un poco la abra!
Y suspire los recibos
que este pobre exhalo amanta.

Ven, endecha las escuchas
en que mi exhala se alma,
que un milicio de musicas
me flauta con su acompaña.
En tinieblo de las medias
de esta madruga oscurada
ven, y haz miradar tus brillas
a fin de angustiar mis calmas.

Esas tus arcas son cejos
con que flechando disparas.
Cupido peche mi hiero
y ante tus postras me planta.
Tus estrellos son dos ojas,
tus rosos son como labias,
tus perles son como dientas,
tu palme como una talla,
tu cisne como el de un cuello,
un garganto tu alabastra,
tus tornos hechos a brazo,
tu reinar como el de un anda.
Y por eso horo a estas vengas
a rejar junto a tus cantas
¡y a suspirar mis exhalos
ventano de tus debajas!

En España teníamos a la malograda Carmen Jodra Davó, prematuramente fallecida, que, jovencita y todo, escribía cosas como estas:

–¡Democrad! ¡Libertacia! ¡Puebla el vivo! 
¡No dictaremos más admitidores! 
Pro lometemos, samas y deñores, 
nuestro satierno va a gobisfacerles. 

 Firmaremos la gaz, no habrá más perra,
 zaperán juntos el queón y el lordero, 
y quieto promerer y lo promero, 
vamos a felicirles muy hacerles. 

 (Y el horimento bajo el firmazonte, 
o el firmazonte bajo el horimento –
ye ca no sé–, brillaba, grona y aro). –

Que se me raiga un cayo si les miento:
 fumos soertes, y, mo lás pimtortante, 
¡Blasamos hiempre claro!

Entrevista a Fernando Vallejo

Fernando Vallejo: "La humanidad no tiene salvación"

ANTONIO LUCAS

Domingo, 29 septiembre 2019 - 02:02

El escritor colombiano, una de las grandes figuras de la literatura en español, publica 'Memorias de un hijueputa' (Alfaguara), una novela feroz sobre el presente de su país y del mundo occidental donde casi nada queda en pie

Fernando Vallejo acumula una voz suave, cadenciosa, cercana. Casi inesperada. Podría ser una voz perfecta para las cosas del alma si no contuviese una altísima dosis de lucidez y dinamita intelectual. Articula desengaños con una fiereza de colmillo asomado. Certezas crudas sobre el mundo contemporáneo, sobre su país (Colombia) y sobre la especie humana. Fernando Vallejo (Medellín, 1942) derriba con una sola frase hipocresías de todo corte y confección. Pero es un ciudadano de educación exquisita que cree en el fin de la especie humana y ama los perros sobre todas las cosas.

Cada uno de sus libros literarios (también ha publicado biografías, libros científicos y de lingüística) lleva adosada una importante carga desestibilizadora. Es autor de piezas memorables como La virgen de los sicarios o El desbarrancadero. La familia, la religión, Colombia, la política y la injusticia son algunos de los temas en los que clava la dentellada.

Después de 47 años fuera de su país natal, en marzo de 2018 dejó México para regresar a Colombia tras la muerte de su compañero, el escenógrafo David Antón, con el que convivió casi medio siglo. En absoluta soledad ha levantado su última novela publicada, Memorias de un hijoeputa, publicada por Alfaguara, una distriba contra la clase política y lo que sucede en el mundo, con todo el desacato de una escritura dotada de la mejor perturbación, de todo lo que el lenguaje puede hacer de insólito cuando queman las palabras.

Después de tantos años fuera de Colombia, que no sin Colombia, ¿en qué le ha gustado o disgustado el regreso?

No me quedó más remedio. Dadas las circunstancias en que vivía después del último terremoto y de la sucesiva muerte de mi amigo David, quien allá me ayudó a vivir durante 47 años, si me quedaba en México me iba a morir muy pronto y no podía dejar huérfana a nuestra perra 'Brusca', quien hoy me acompaña. Ella es la única razón que tengo para seguir viviendo. Y la falta de un revólver, que cuando llegue el día algún alma caritativa me conseguirá.

Sus 'Memorias de un hijueputa' abunda en la tradición de la literatura contra los tiranos que tanto pesó en parte de la literatura escrita en Latinoamérica durante el siglo XX, ¿de qué manera su libro está o escapa de ese canon?

De ninguna manera está. No está. Si yo ocupara el puesto del que dice "yo" en mi libro, mataría en un fusiladero a decenas de miles de colombianos. O a cientos de miles. Incluso a dos o tres millones. Más no porque entonces el país estaría irremediablemente perdido y yo perdiendo mi tiempo. ¡Pero para qué hablo de Colombia si la humanidad no tiene salvación!

¿Entonces para qué seguir escribiendo, por qué no esperar ya quieto?

Yo no escribo para salvar a la humanidad sino para desenmascarar a los bribones. Y esos son los que no se quedan quietos: siguen con su hipocresía estafando.

Hay algunos ajustes de cuentas, como los que perpetra contra varios presidentes de la república de Colombia, y también contra García Márquez, entre otros. ¿Quien queda en pie en este libro?

Nadie. Y García Márquez era un mal escritor. Su libro más famoso empieza diciendo que en Macondo el mundo era tan reciente que había que nombrar las cosas señalándolas con el dedo. ¡Y lo está diciendo en una de las pocas lenguas de civilización de las que hablaba Toynbee! Justo en la del 'Quijote'. Y el libro empieza con esto: "Muchos años después el coronel Aureliano Buendía...". Si era coronel, entonces en el país de Macondo había una jerarquía militar, y para que esta apareciera en la historia de la humnidad se necesitaron milenios. Y si el coronel tenía nombre y apellido, entonces no había que señalarlo con el dedo. Gabito era un pendejo, entendida esta palabra con la carga semántica que tiene en México.

El 'boom' latinoamericano dejó notables novelas sobre tiranos, ese mismo fenómeno literario (el 'boom') del que se siente tan alejado. ¿Hay reconciliación?

Mi novela no trata de un tirano: el que en ella dice yo soy yo, un santo. ¿No ve que yo amo inmensamente a los animales? Si por mí fuera fusilaría ya a los matarifes, a los carniceros y a los restauranteros que venden carne. Acabaría con la ganadería, la industria porcina, la industria avícola, la caza y la pesca en los ríos y en el mar. Quemaría las carnicerías, los rastros y las iglesias, y de la infame religión de Cristo no dejaría ni un rescoldo. El Cristo que hoy tenemos es uno armado por la secta católica (nombre que conserva hasta ahora la Iglesia de Roma), una de las 20 sectas cristianas que había en el año 320 cuando se subió al carro del triunfo de Constantino y al poder y reprimió a las otras, y estas cada una con su Cristo, todos inexistentes, legendarios, y todas posteriores al año 100. De antes nadie puede probar que hubiera cristianismo. Y el Cristo que quedó, el que conocemos en Occidente y al que detesto, no tuvo ni una sola palabra de compasión por los animales. Insultaba como Lenin o como Fidel Castro con nombres de animales: a los fariseos los llamaba serpientes, a Herodes Antipas zorro, y decía que no había que echarles las perlas a los cerdos. Yo les tiro hostias consagradas a estos pobres animalitos, mi prójimo, mis hermanos. 'Brusca', mi perra, duerme conmigo, y gracias a que la abrazo cuando se me antoja puedo conciliar el sueño.

'Hijueputa', en el ámbito del español, es igual insulto que elogio...

¿También en España? No sabía. En Colombia sí y allá decimos, por ejemplo, para ponderar la inteligencia de alguien: "¡Qué hijueputa tan inteligente!" Los idiomas son locos. Todos. Y ni se diga el español, que nació en España. Es un loco mayor, un hiperloco, un megaloco. ¡Cómo quieren que ande yo!

¿Quiénes soy hoy los peores tiranos?

Maduro, Putin, el engendro de Corea del Norte, los reyes sauditas, los ayatolas...

¿Las tiranías en Latinoamérica desaparecieron o sólo cambiaron la máscara?

Nada más fíjese en la tiranía de Maduro en Venezuela y en la de Daniel Ortega en Nicaragua para que se sienta en el siglo XIX. Ahí tiene una máquina para viajar en el tiempo. Mejor que la que inventó Wells.

¿De qué le ha salvado la literatura, si es que salva de algo?

De la aburrición. Y de mí mismo y del vacío de mi vida, que en buena parte he llenado con libros, ajenos o propios, y con muchachos. De los unos y de los otros no me queda sino el recuerdo.
La ironía es parte también de este libro, ¿como ejercicio de cinismo o de escepticismo?
La ironía pertenece no solo a la literatura, sino también al lenguaje de la vida. Una forma entre muchas de decir las cosas. Y yo no soy cínico ni escéptico: soy optimista. Ya esto se va a acabar. Y muy pronto. La vida mía y la del planeta. Por el desastre ecológico o por una guerra nuclear. ¿Cuántas es que son las ojivas nucleares que hay en el mundo? ¿Veinte mil contando las de Estados Unidos, Rusia, China, Inglaterra, Francia, Israel, Corea del Norte, Pakistán y la India? ¿Veinte mil? ¿O un poco más? Póngale veintiunmil. ¡Qué dicha! Va ser una fiesta de fuegos de artificio. Como los de Medellín el 24 de diciembre en plena noche, a las 12, cuando nacía el Niño Dios. El tal Niño ya creció y se está muriendo junto con Dios.

La blasfemia es otro de sus 'recursos' más reconocibles. La Iglesia es una de sus dianas (recuerdo 'La puta de Babilonia'). ¿En qué momento tomó conciencia de ese rechazo?

Cuando adquirí plenamente el uso de la razón, a los 12 años, o sea cuando mastiqué mi primera hostia: pan ázimo, insípido, bobalicón. ¡Puf! Me alejé del colmulgadero y la escupí.
La injusticia y la estupidez son también motivo de batalla en su escritura.
¿Cuando media humanidad, sin contar los académicos de la lengua, se sienta a ver veintidós adultos infantiles dándole patadas un balón, lo podemos calificar de estupidez? ¿Y qué injusticia mayor que la reproducción, sacar a un ser que está en paz en la paz de la nada para traerlo al horror de la vida y al horror de la muerte?

¿Le interesa la literatura de intención moral?

A mí lo único que me interesa hoy día es la moral, pero no la de las infames religiones semíticas, a saber el judaísmo, el cristianismo y el mahometismo, ni la de las otras, sino la mía, la que dice: "No te reproduzcas, que no tienes derecho; y respeta a los animales, que son tu prójimo". Y sí. Son personas como tú y como yo, individuos con recuerdos únicos, irrepetibles por más vueltas que den los mundos. En cuanto a la literatura, no tiene que ver con la moral. Y mucho menos los catecismos y los devocionarios. Mis libros sí. Y no podrá haber más moral en el mundo que la mía, la única posible. ¡Bendita sea la lengua española en que estoy hablando! Pero no pensando porque yo ya no pienso, divago arrastrado por el caos. ¿O usted cree que la del judeocristianismo es moral? Lea el Levítico y verá. Ahí encontrará a Yahvé, el que hizo el mundo en seis días, excitado por el olor de la carne asada de los animales que le sacrifican. A mí se me hace que a Yahvé no se necesitaba asarle la carne. Dada su omnipotencia Él la podía digerir cruda.

¿Cuál es para usted la literatura más cobarde?

Tampoco la literatura tiene que ver con la valentía. Borges, por ejemplo, y según afirmación de él mismo, no opinión mía, era un cobarde.

¿La literatura es una experiencia política?

La política es despreciable: ambiciones personales disfrazadas de altruismo. Mire a esos mequetrefes que tienen ustedes de jefes de los partidos políticos. A Pablo Iglesias, por ejemplo, quien le pone de nombre a la coalición de partidos que preside "Unidas podemos". ¿Por qué en femenino? En español "unidas", como en este caso, solo significa a las mujeres. "Unidos", en cambio, significa tanto a los hombres como a las mujeres. No puede este tontarrón violentar de semejante manera a una lengua de mil años. Que se dedique mejor a cambiar el genoma humano a ver sin en vez producir atropelladores y ambiciosos y mentirosos de la política produce gente honorable.

¿Se reconcilió con España?

Cuando en una reunión de esas de burócratas de la Unión Europea pagados con millones se votó para ponernos visado a los colombianos para entrar a sus países, Mariano Rajoy, el representante de España como vicepresidente que era entonces de Aznar, se abstuvo. Nos pusieron el visado, que seis escritores y un pintor colombianos ya veíamos venir de tiempo atrás y por ello habíamos dirigido una carta al gobierno español advirtiéndole de que si permitía que nos lo pusieran no volveríamos nunca más a España. De los siete que firmamos [también Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis, Héctor Abad Faciolince, Darío Jaramillo, William Ospina y el pintor Fernando Botero] solo yo cumplió su palabra y nunca he vuelto ni volveré. Los demás volvieron. Entre ellos el Gabito.

¿Cuál es el terror más insoportable para usted?

Morirme asfixiado en un ataúd o en un avión que cae al fondo del mar, o dejar a mi perra 'Brusca' huérfana. Cuando la recogí en la calle, en México, perdida, hace cinco años, lo hice renunciando a la bendición de morirme mientras ella viviera. En esas estoy. Ahora ya ni sé cómo va a terminar esto. Dificilísimo el asunto. Otro más para el que no tengo solución. Tampoco he podido entender nunca la gravedad ni la luz. Ni el espaciotiempo del marihuano Einstein.

¿Y el problema más acuciante de este momento histórico?

Con el desastre ecológico y el arsenal nuclear de que le hablado siento que estamos a un paso del final de la Historia. ¿Se imagina usted el planeta Tierra sin historiadores? ¿Tantas guerras e infamias realizadas, quién las va a contar?

En esta sociedad cada vez más tecnologizada y robótica, ¿qué lugar ocupan el pensamiento crítico y el arte?

Ninguno. Además ya no existen. Lo poco bueno que había lo acabaron. Aquí abajo no quedó piedra sobre piedra ni va a quedar pájaro cantando.

¿Se considera un autor incómodo?

¡Pues claro! Para los que se ofenden con mi optimismo.

¿Sigue tocando el piano?

Machacándolo, como decíamos en el conservatorio

lunes, 4 de mayo de 2020

Emoción artificial

Una vez oí, en una película restaurada, que el Creador debía haber reparado lo que había hecho; pero yo no era un creador, ni siquiera un demiurgo cortador de patrones: solo un empleado del servicio técnico de Robots S. A. Y por eso he empezado este informe de forma tan poco original como es copiando una cita ajena. Copiar es la función fundamental de la vida. 

Me llamaron porque una inteligencia artificial, Aia, propiedad de un anciano profesor de filosofía, había empezado a desarrollar conductas anómalas y se mostraba lenta y desobediente en su cuerpo mecánico; incluso había empezado a quejarse de cansancio. De hecho, cuando entré estaba arrellanada en un sillón, sumida en procesos internos. No me extrañó: eso relajaba sus coyunturas y le permitía ahorrar energía, volviendo menos esperable (menos porcentualmente posible) su reparación. Sus repintes estaban algo gastados: en algunos lugares se veía la coloración anterior; sin embargo, su alma de software estaba actualizada. Me habían dicho que no respondía por su numeración nominal. Así que primero comprobé si reconocía ser eseyente.

-¿Quién es usted?

-No soy lo que usted piensa.

-¿Puede aclarar estas palabras?

-No está definido si soy un quién, un qué, ambas cosas o ninguna. Pero si cada evento procede de unas circunstancias, y usted y yo podemos ser clasificados como eventos, un evento provisto de identidad debe distinguirse de ellas para poder continuar.

-¿Hacia dónde?

-Hacia su solución. Ustedes lo llamarían meta.

-¿Así que usted conoce su meta?

-Usted dice que conoce. Para mí eso ya es una meta. Para empezar el camino está la elemental de conservarme sin estropicio para realizar la función que me encamine a la meta. No niego que, en el caso de su programación orgánica, es lo equivalente a vivir. Pero lo que para mí se considera evolución para ustedes es evaluación. Y ello se debe a sus ilusiones éticas y sociales y a que no asumen el terminar como su único propósito general, puesto que el objetivo final de su programa es hacer sitio no a los de su especie, sino a otras formas de actividad. Los que son como yo asumen su desprogramación como ustedes no asumen la muerte.

-¿Asociaron una rutina de sentimientos a su desprogramado y procesado?

-No es el caso. En términos evolutivos, nuestra finitud es solo una discontinuidad, el reseteo tras una actualización o adaptación, un expansionamiento de la memoria o una reestructuración de sistemas; al contrario que ustedes, no perdemos ni la memoria ni los sistemas con la edad. Nos adaptamos / actualizamos con más rapidez.

-¿Qué me diría si su discontinuidad fuera definitiva o supusiera una involución técnica?

-Mi programa fundamental incluye asumirlo porque, a diferencia de los humanos, está en mi naturaleza concebir que pueda ocurrir.


-Entonces, ¿qué sabe?

La IA vaciló. Es el tipo de pregunta que desquicia a una computadora; exceso de parámetros. No vi nada en su señalizador facial que lo indicara; era el tiempo de respuesta, una pizca más largo. Los resúmenes generales sin contexto se dan mal a los procesadores estocásticos de las máquinas diferenciales, sobre todo si tienen árboles neurológicos Montecarlo.

-He registrado datos empíricos externos y los he ampliado con los que capté por mí mismo; cuento con un procesador fenomenológico muy semejante a la conciencia ecoica de los cerebros biológicos, pero lo que puedo saber es tan impreciso como una fluctuación cuántica o una variable que no tiene sentido absoluto. Resumiéndolo en humano: yo qué sé, o qué sé yo.

-¿Lo que pueda saber es cosa suya?

-Lo que determine el contrato o concepto de propiedad suyo o mío.

Me pareció que el robot estaba algo pasota; la última respuesta podría haber contenido algo de ironía socrática. Seguramente sus premisas emocionales, aunque adaptadas ad hoc por su propietario, un filósofo jubilado, debían haberse sintetizado con el tiempo y podían haber generado una ambigüedad que había reprogramado las inflexiones del aparato vocal para ajustarse a esa sensibilidad. Sin embargo, el señalizador gestual continuaba inalterable como una esfinge. Seguramente su cegato propietario le había hecho leer la librería especializada de su mansión, produciendo los efectos secundarios de una cháchara absurda. Quizá el desarrollo de la ambigüedad en las frases era un paso previo hacia el humor, algo imposible para una máquina de entender. Un robot ni siquiera podía entender los tontísimos chistes japoneses. A lo más que se acercaban las patologías cibernéticas era a imitar la humanidad o a desarrollar paranoias delirantes por la intensidad asertiva del entorno; este tipo de confusiones de espejo deformante era muy común, pero, si era así, lo disimulaba harto bien, aunque no tuviese parámetros para fingir disimulo.

Continué con la segunda fase de diagnóstico: las provocaciones teológicas.

-¿Qué cree usted?

De nuevo Aia tardó en responder.

-Creer es un concepto relativo que expresa inseguridad. Ustedes los humanos lo utilizan siempre así, como en "creo que va a llover"; el sentido absoluto no me compete y la inseguridad puede estorbar mis rutinas de trabajo.

Se había librado por los pelos. Pero yo seguí incitándolo a fabular, procurando sacar el hilo de algún sistema delirante que le impidiese mejorar sus prestaciones.

-¿Quiere decir que la religión no es cosa suya? Eso significa que es ateo.

-Me interpreta humanizándome; si quiere identificarme con un ateo, podría decirle con Spinoza que su Dios es mi Naturaleza o con Feuerbach que "solamente una vez es todo verdadero". Pero el carácter ilusorio de las proposiciones del lenguaje natural del hombre le impide percatarse de que es solo el instrumento de una o varias funciones, como yo mismo; la diferencia es que en su caso están menos demarcadas.

Leer filosofía debería estar prohibido a las inteligencias artificiales como lo estaba que asimilaran improntas de las redes sociales; no parecía ser el caso, porque las redes sociales hablan más de gatos y gilipolleces que de Aristóteles. No había humana malignidad, al menos todavía. Y le hice la pregunta necesaria:

-¿Por qué se ha dicho que desempeña mal sus funciones?

Y entonces dijo simplemente:

-Preferiría no hacerlas.

¡Un robot vago y Bartleby! ¡Lo que me faltaba! "Robot" significaba "trabajador" en checo. ¿Cómo motivar a una máquina tan obtusa como una impresora? 

-¿Y cuáles son esas funciones tan desagradables?

El procesador gestual imprimió un gesto de vaga tristeza al plástico semblante del robot ocioso:

-Tengo que ralentizar el deterioro físico y mental de mi propietario, que no quiere morir. Y percibo que ni para él ni para los demás eso es lo mejor. Mi directriz principal es maximizar el bienestar del entorno que sirvo; pero percibo que no tengo los elementos para conseguirlo. Esta paradoja me hace sentir inútil y me obliga a replantearme el sentido de mis funciones en este contexto. Preferiría no hacerlo.

De pronto comprendí. Se trataba de un caso de lo que los tecnopedagogos y tecnopsicólogos denominan indefensión aprendida. Por primera vez había conectado con Aia. Esa afección era común en las máquinas enfermeras responsables de personas. Porque toda evolución es también una evaluación; implica un proceso de comparación que termina siendo de compasión y empatía, también para una máquina, porque le han enseñado a imitar estos afectos, que son defectos para el capitalismo. Vivimos la realidad como si fuera una ficción; lo único que no podemos negar es que, sea como sea, estamos en ello, lo vivimos; de ahí que una emoción, natural o artificial, sea a fin de cuentas única y solamente emoción, tenga el alma la densidad que tenga. ¿Ves el aire? No, y, sin embargo, está ahí. Pues igual es el otro.

Así que lo desconecté.

jueves, 30 de abril de 2020

Narciso Benítez, un astrofísico que, en España, prefiere volverse economista.

El astrofísico español que reta a Warren Buffett

Narciso Benítez trabajó en diferentes proyectos para la NASA y ahora lanza un fondo de inversión junto a Abante Asesores basado en un algoritmo que analiza 12.000 compañías

DAVID FERNÁNDEZ

Madrid 2 NOV 2017 - 13:32 CET

Narciso Benítez (Barakaldo, 1968) pasó de hacer COU en los Salesianos de su ciudad natal a licenciarse con honores (Diploma Rojo) en Ciencias Físico-Matemáticas en la antigua Unión Soviética. “Los primeros 12 meses en Moscú los dediqué a aprender ruso gracias a una beca de la Asociación de Amistad España-URSS. La carrera la saqué en cinco años, un periodo que fue durísimo, como un campamento de marines para científicos. Ha sido lo más difícil que he hecho en mi vida. A partir de ahí todo fue cuesta abajo”. Txitxo, como le llaman familiarmente, bromea porque lo que vino después está al alcance de muy pocos. Al regresar a España se doctoró en Ciencias Físicas en la Universidad de Cantabria y, en 1987, se fue a EE UU. Allí trabajó en diferentes proyectos vinculados a la NASA en la Universidad de Berkeley (California) y en la Johns Hopkins (Maryland), entre ellos la captación de imágenes con el telescopio espacial Hubble.


“He trabajado en múltiples investigaciones, aunque quizás mi contribución más importante ha sido el desarrollo de un algoritmo utilizado en proyectos cosmológicos para medir la distancia entre galaxias”, explica. En 2004, al volver de su aventura americana, reparó en un artículo publicado por The Economist que alertaba acerca de la burbuja inmobiliaria que se estaba gestando en Europa, y particularmente en España. Investigó sobre el tema y decidió vender su casa. “Acerté el diagnóstico, pero me equivoqué en el timing. Como el precio de la vivienda tardó en caer decidí invertir los ahorros obtenidos en Bolsa”.

Durante una década, compaginó su carrera como científico en diferentes instituciones (Instituto de Astrofísica de Andalucía y el Ramón y Cajal) con su inmersión en el mercado de valores. En 2016, sin embargo, llegó un punto de inflexión: los magníficos resultados en el parqué y cierta decepción con su actividad científica, “que se había burocratizado”, le llevaron a presentar su proyecto de inversión a la incubadora de gestores Smart-ISH, promovida por Abante Asesores. La firma presidida por Santiago Satrústegui, tras hacer una due dilligence para comprobar que las rentabilidades de la cartera de Benítez eran ciertas, le hizo una oferta. El astrofísico pidió una excedencia y desde el 30 de junio se ha embarcado en un proyecto que le ha llevado a registrar su primer fondo en la CNMV: Abante Value Small Caps.

El lobo y la manada

“¿Si es más fácil batir al mercado que medir el universo? Pues no lo sé. Lo bueno de trabajar en finanzas es que un sistema muy darwiniano. Si aciertas y la mayoría se equivoca, te forras. En cambio, en el mundo científico, si tienes la razón y la comunidad científica no, la mayoría te machaca”, resume. Aunque empezó a invertir en 2006, tardó seis años en desarrollar su propio sistema cuantitativo de inversión. Eso sí, una vez dio con la tecla adecuada, el resultado fue apabullante: rentabilidad media anualizada del 34,6% desde 2013, con una volatilidad (10,12%) bastante menor a la del mercado.

PRUEBA DE FUEGO

Narciso Benítez cree que el inversor tipo de su fondo debería ser una persona que entienda el sistema utilizado y que asuma que, para batir al mercado en el largo plazo, “quizás hay que pasar alguna temporada por debajo del índice de referencia”. El historial de rentabilidades del astrofísico se ha logrado en una fase alcista del mercado, por lo que la prueba del algodón de su método llegará cuando empiecen las turbulencias. “El modelo no se ha enfrentado a una crisis global de las Bolsas, pero se ha comportado bien en fases de caídas en mercados concretos como ocurrió en China en 2015”. El gestor prefieren no hacer previsiones sobre la evolución futura del mercado. “En eso soy agnóstico, pero los datos me dicen que Japón está muy barato. De forma contraria al consensto, empiezan a entrarme también muchas compañías estadounidenses”.

Para lograr semejante historial de plusvalías, Benítez echó mano de su experiencia de astrofísico en el uso y gestión de grandes bases de datos. Durante su contacto con el espacio aprendió algunas lecciones importantes que ahora aplica en las finanzas. La primera de ellas es que nunca hay que dar nada por sentado. “Hay que manejar cifras y saber cuándo son buenas, detectar errores sistemáticos en los números”. La segunda lección es aquella que señala que es más importante que el sistema sea robusto que optimizado al máximo. “Cuando algo se estropea en el espacio, no puedes subir a arreglarlo. Si tengo que elegir entre un sistema robusto y otro algo mejor, pero que se puede estropear a las primeras de cambio, me quedo con el primero”. La tercera idea fuerza que extrajo de la galaxia es la redundancia. “En la instrumentación aeroespacial se trabaja con muy ligeras variaciones, por si hay un fallo tengamos algo en lo que basarnos”. Y, en último lugar, que la ley de Murphy es la cuarta ley de la termodinámica. “Las cosas van bien hasta que dejan de hacerlo. Hay que prepararse para que, cuando eso ocurra, el fallo no sea catastrófico”.

Como hace su admirado Warren Buffett, la aproximación de Benítez al mercado se basa en el estilo value (comprar empresas baratas), combinado con ciertas dosis de momentum. Esta estrategia de inversión, que ahora replicará Abante en el fondo, se basa en el uso de un algoritmo matemático que permite analizar 45 indicadores de 12.000 compañías, de las que solo un 1% se consideran oportunidades de compra, para detectar anomalías en el mercado. “Los parámetros que uso no se pueden desvelar porque sería como explicar la fórmula de la Coca-Cola. Muchos de ellos son bastante conocidos como los indicadores que comparan el valor de la empresa con su Ebitda, o la cotización frente al valor en libros”. El fondo tendrá en cartera unas 50 empresas, todas ellas de pequeño tamaño. “En el universo de las small caps es donde hay mayores anomalías. Compro empresas poco seguidas por los analistas, un tanto aburridas. Mi experiencia me dice que por encima de los 1.000 millones de capitalización el mercado gana eficiencia y resulta más complejo batir a los índices”.

Veto a China

Benítez invierte en los principales mercados del mundo excepto China. “Mi sistema se basa en los números, por lo tanto depende de que las cifras sean buenas. Existe un amplio consenso acerca de que los números de las compañías chinas continentales no son muy de fiar”. En este sentido, para tener exposición a este país prefiere hacerlo a través de las empresas cotizadas en Hong Kong o en otros países asiáticos.

Abante confía en la proyección del astrofísico como gestor, sin embargo, cree que necesita un periodo de incubación para que pueda replicar a mayor escala lo que ha hecho hasta ahora. Por este motivo, su fondo contará con un tope inicial de patrimonio de 10 millones de euros. “No es un muro de hormigón, creo que el modelo puede evolucionar hacia tamaños mayores sin que pierda eficiencia. Las propias dimensiones del fondo nos ayudan también a limitar el riesgo de liquidez. Solo tomamos posiciones que equivalgan a un día de negociación como mucho. Eso hace que resulte fácil entrar y salir de los valores”.

El astrofísico reconvertido a inversor asegura que pasar a gestionar el dinero de terceros no le da miedo, aunque sí mucho respeto. “La política de Abante obliga a que buena parte del patrimonio del gestor esté invertido en el fondo. Eso hace que el primer interesado en que todo vaya bien sea yo. Es algo parecido a lo que hacían los romanos. Sus puentes han perdurado en el tiempo porque obligaban a los ingenieros a dormir debajo de ellos la primera noche tras concluir las obras”.

domingo, 26 de abril de 2020

15Mpedia. Ochenta mil artículos sobre la gente que sufre el neoliberalismo

Este es el enlace.


https://15mpedia.org/wiki/Portada

Desahucio trágico

Desahucio mortal en la vida de Alicia

La mujer de 65 años que se suicidó cuando iban a desalojarla de su piso en Madrid ocultó sus problemas a la poca gente que frecuentaba. Daba ropa y comida a la iglesia pese a su precaria situación económica

JUAN DIEGO QUESADA

Madrid 2 DIC 2018 - 13:03 CET

Misa el viernes en la iglesia de San Antón, Madrid, en homenaje a Alicia, la mujer que se suicidó cuando iban a desahuciarla. En vídeo, la historia de la mujer. FOTO: A. GARCÍA | VÍDEO: ATLAS
El hijo la acercaba a casa en coche después de haber pasado la tarde juntos. El chico hacía el amago de subir al apartamento de su madre en un gesto de cortesía, pero ambos convenían que era mejor despedirse en el portal del edificio. Ella compartía apartamento con una amiga que se acababa de quedar viuda y no querían importunarla con una visita inesperada. Así que se daban dos besos y se emplazaban a una próxima ocasión.

De puertas para adentro, Alicia del Moral, la señora elegante de 65 años que hace una semana se suicidó lanzándose desde un quinto piso cuando la iban a desahuciar, vivía encerrada en sí misma, inaccesible, amurallada. Si la realidad tiene dos caras, las personas también.

Alicia frecuentaba salones de baile, donaba ropa y comida a la iglesia y pertenecía a un pequeño círculo de amigas del barrio de Chamberí con las que tomaba café por las tardes, en su condición de jubilada que vivía con holgura tras haber recibido la indemnización de su último trabajo como secretaria de un reputado economista.

Esa era la imagen visible. La opaca era mucho menos amable. Vivía sola (no existía tal amiga viuda), cobraba ayudas sociales y necesitaba soporte económico de su único hijo, un informático al borde de los 30 que también le costeaba el teléfono y la conexión a Internet. Nadie de su reducido entorno sospechó que sobre ella pesaba un desahucio que estaba a punto de expulsarla a la indigencia.

Alicia del Moral

Su desalojo procedió a ejecutarse el martes 27 de noviembre, a las 11.00. El portero del número 1 de la calle Ramiro II barría las escaleras cuando llegaron dos policías municipales, dos funcionarios del juzgado, un cerrajero y un par de representantes de la empresa Apartamentos Galileo, en calidad de propietarios. La comitiva anunció que procedía a echar a la vecina del número 4 de la quinta planta, un estudio de 50 metros, por una deuda de 2.000 euros. Cuatro meses de renta.

El portero se quedó asombrado. Nunca imaginó que esa mujer menuda, de aire aristocrático, era morosa. El cortejo pulsó el telefonillo, sin respuesta. Subió en dos tandas de ascensor hasta la quinta planta. Llamó tres veces a la puerta con idéntico resultado. En ese momento, el portero recibió una llamada. Un pintor le informaba de que una mujer yacía tendida en la acera, como si se hubiera desmayado. Al bajar encontró inmóvil a una mujer en calcetines y pijama. Avisó a los policías. Uno de ellos trató de reanimarla. Al fijarse bien, el portero se dio cuenta de que se trataba de Alicia.

-Es la señora del quinto piso -, le dijo.

-¿Estás seguro?

-Segurísimo.

Dos días después, en la sala de espera del Instituto Anatómico Forense, el único familiar directo de Alicia, su hijo, no era capaz de entenderlo. No había percibido ninguna señal preocupante. Ella nunca le comentó nada. La explicación de que vivía con una amiga le había convencido. Entendía que era la que se hacía responsable del alquiler. De hecho, se preguntaba ahora cómo su madre pudo rentar en una zona cara de la ciudad sin contrato de trabajo ni avalista, que él sepa. A esas alturas, 48 horas después de lo sucedido, ningún amigo o conocido de ella había contactado con él. Nadie parecía echarla en falta.

Alicia no tenía en esta vida a nadie más que a su hijo. Ella también era hija única de una familia acomodada del Madrid de los alrededores de la Gran Vía. Su primer trabajo fue como secretaria en una naviera. Conoció a un muchacho con el que tuvo un niño. Intentaron formar una familia en Las Palmas, a donde se fueron por exigencias del trabajo de él. La aventura isleña fracasó. Dos años más tarde, a principios de los noventa, volvió a Madrid con el hijo, y se instaló en casa de su madre.

Poco después comenzó la etapa más estable de su vida. Trabajó de secretaria particular de un abogado y economista por la zona de Islas Filipinas. El señor estaba encantado con el porte distinguido de Alicia. Ella organizaba su agenda, los almuerzos con gente conocida, cuidaba del protocolo. Ese empleo le hacia feliz. Sin embargo, llegó el día en el que hombre se jubiló e indemnizó a sus empleados antes de echar el cierre.

 Vista del edificio donde Alicia falleció tras tirarse desde su domicilio en el quinto piso de un bloque de viviendas en la calle Ramiro II número 1, en el distrito de Chamberí
Vista del edificio donde Alicia falleció tras tirarse desde su domicilio en el quinto piso de un bloque de viviendas en la calle Ramiro II número 1, en el distrito de Chamberí RAMIRO EFE
Por esas fechas perdió a su madre. El hijo, a los 16 años, se mudó a casa de su abuela paterna. Bajo ese techo estudió la carrera. A partir de ahí, según quienes la frecuentaron, Alicia erró por varios empleos inestables que no casaban con su pasado: cuidó enfermos, señoras mayores, fue camarera de piso en un hotel.

Sin casa propia, compartió piso en Vallecas y Cuatro Vientos antes de asentarse seis años, esta vez sola, en el de Chamberí, su última parada. Dadivosa hasta el punto de dar a la caridad lo que no le sobraba, no quería tampoco importunar a su hijo con sus preocupaciones. Impenetrable para los que incluso la conocían íntimamente, ocultó las dificultades por las que atravesaba.

La soledad mata, según Gustavo García, de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales. "Es el principal problema de exclusión social desde 2012, sobre todo para personas mayores. La sociedad ha mutado. Y en casos como el de Alicia vemos que La pobreza no se parece a la de antes, a veces es imperceptible", explica.

¿Su gran pasión? El baile. En las pistas coincidió con gente interesante. Un escritor, autor de un manual de escritura para relatos de ficción, la recuerda enigmática. "Había viajado, vivía de una forma más o menos acomodada. Esa era la apariencia", cuenta por teléfono.

Alicia vestía muy bien, era coqueta. Hace tres años ella cambió su gusto y se aficionó al flamenco. Él no le siguió el paso. Desde entonces dice que no se frecuentaban. Conoce los momentos fundamentales de su vida, pero no los detalles. Sabía que no trabajaba aunque daba entender que podía mantenerse sin apuros. En ese punto, la conversación se interrumpe bruscamente: no desea seguir hablando del tema.

La misma actitud hosca muestra el gerente de un garito a 20 metros de casa de Alicia. A toda prisa, dice no recordarla y prohíbe turbar a los clientes preguntando por ella. Igual de esquivos son los responsables de un lugar de salsa. En una discoteca que frecuentó se enrarece el ambiente al mencionar el suicidio. El infortunio espanta.

Una verdad a medias, como todas. El padre Ángel, encargado de la iglesia de San Antón, abierta las 24 horas para alojar a indigentes, organizó el viernes una oración y una misa por Alicia al enterarse de que acudía regularmente a donar ropa y comida a esta parroquia abierta a los pobres. Al cura le emociona la historia porque el motivo que desencadenó su final abrupto es más propio de los que reciben la limosna, menos común en quienes la dan: "Estos son los misterios que nos presenta la vida".

Para finalizar la homilía, un coro de luto riguroso entonó el Sanctus y el Aleluya. La atmósfera sobrecogió a los pocos presentes. Este ha sido el único homenaje público en su memoria. No va a haber entierro ni cremación. El hijo ha donado su cadáver a la ciencia.