Nunca discutas con un estúpido, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia
A mi edad cuando me presentan a alguien ya no me importa si es negro, blanco, pobre, rico, musulmán o cristiano me basta y me sobra con que sea un ser humano. Peor cosa no podría ser
Si votar sirviese para cambiar el sistema, ya lo habrían prohibido
Es más fácil engañar a alguien que convencerlo de que ha sido engañado
Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda
No hay forma más segura de saber si amas u odias a alguien que hacer un viaje con él
Para lograr todo el valor de una alegría has de tener con quién repartirla
Un banquero es un señor que nos presta un paraguas cuando hace sol y nos lo exige cuando empieza a llover.
Hay muy buenas protecciones contra la tentación, pero la más segura es la cobardía
Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por las escaleras peldaño a peldaño
Nada necesita tanto una reforma como las costumbres ajenas
Todo lo que necesitas en esta vida es ignorancia y confianza en ti mismo: así tendrás el éxito asegurado.
No vayas por ahí diciendo que el mundo te debe algo; el mundo no te debe nada: estaba aquí antes.
Vivamos de tal manera, que cuando muramos incluso los de la funeraria lo lamenten
Si dices la verdad no tendrás que acordarte de nada
Todo hombre es como la luna, con una cara oscura que a nadie enseña
Nunca he permitido que la escuela entorpeciese mi educación
Jamás hubo una guerra justa, jamás hubo una guerra honrosa, por la parte de su instigador. Yo miro en lontananza un millón de años más allá, y esta norma no se alterará ni siquiera en media docena de casos. El puñadito de vociferadores (como siempre) pedirá a gritos la guerra. Al principio (con cautela y precaución) el púlpito pondrá dificultades; la gran masa, enorme y torpona, de la nación se restregará los ojos adormilados y se esforzará por descubrir el por qué tiene que haber guerra y dirá con ansiedad e indignación: -Es una cosa injusta y deshonrosa, y no hay necesidad de que la haya-. Pero el puñado vociferará con mayor fuerza todavía. En el bando contrario, unos pocos hombres bienintencionados argüirán y razonarán contra la guerra valiéndose del discurso y de la pluma, y al principio habrá quien les escuche y les aplauda; pero eso no durará mucho; los otros ahogarán su voz con sus vociferaciones y el auditorio enemigo de la guerra se irá raleando y perdiendo popularidad. Antes que pase mucho tiempo verás este hecho curioso: los oradores serán echados de las tribunas a pedradas, y la libertad de palabra se verá ahogada por unas hordas de hombres furiosos que allá en sus corazones seguirán siendo de la misma opinión que los oradores apedreados (igual que al principio), pero que no se atreven a decirlo. Y, de pronto, la nación entera (los púlpitos y todo) recoge el grito de guerra y vocifera hasta enronquecer, y lanza a las turbas contra cualquier hombre honrado que se atreva a abrir su boca; y finalmente, esa clase de bocas acaba por cerrarse. Acto continuo, los estadistas inventarán mentiras de baja estofa, arrojando la culpa sobre la nación que es agredida, y todo el mundo acogerá con alegría esas falsedades para tranquilizar la conciencia, las estudiará con mucho empeño y se negará a examinar cualquier refutación que se haga de las mismas; de esa manera se irán convenciendo poco a poco de que la guerra es justa y darán gracias a Dios por poder dormir más descansados después de este proceso de grotesco engaño de sí mismos (El forastero misterioso, 1916, Cap. IX.
La promesa de no hacer algo es el método más seguro del mundo para querer hacerlo
.La verdad es que los hombres no piensan: solo piensan que piensan, mientras que en realidad no piensan.
Todo lo que es humano es patético. La fuente secreta del humor en sí no es la alegría, sino el dolor
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