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jueves, 3 de junio de 2021

Beneficios de la voluntad

De David Jimenez, Profesor de la Escuela de Matemática en la Universidad de Costa Rica,  en Quora, 18 de octubre de 2020

Una falta patológica de inteligencia es difícil de superar. Sin embargo, algo que siempre es cierto es que no hay substituto para el trabajo duro.

Te puedo poner un ejemplo. Hace como una década conocí a dos estudiantes de colegio muy talentosos en matemática, un chico y una chica. El chico es, a mi parecer, el poseedor de el talento bruto más sorprendente que haya visto en mi vida. A los 13 años razonaba al nivel de mis mejores estudiantes de quinto semestre de carrera. Sencillamente asombroso. Pero de la misma manera que él es talentoso, también le falta motivación. Hoy con 24 años no ha concluido nisiquiera el tercer año de ninguna de las como cuatro carreras que ha iniciado. Los comentarios que escucho son los mismos: "Es brillante pero muy vago." "Por cada minuto que estudia, pasa una hora jugando videojuegos".

Por el otro lado, la chica, de la misma edad, también tenía bastante talento, pero al principio más modesto. Adicionalmente, ella trabajaba medio tiempo por problemas económicos. Aún así, fue de oyente a muchos cursos de la carrera de matemática mientras estaba aún en la secundaria, cursando el equivalente a dos años de carrera. Si ella se hubiese quedado en Costa Rica, posiblemente hubiese terminado su carrera en menos de dos años adicionales de lo avanzada que iba. Pero por el contrario, fue aceptada en MIT, fue allá, y la mezcla de talento y trabajo duro la hicieron tener mucho éxito. Terminó su bachillerato y ahora está haciendo su doctorado, también en MIT (lo que no es muy común)

Esta muchacha, que por edad podría casi ser mi hija, es una persona que me ha dejado boquiabierto, y a quien he llegado a admirar profundamente. Sí, tiene talento. Pero más que todo, tiene temple y disciplina. Eso es lo que la ha ayudado a crecer, y a desarrollar todavía más su talento.

domingo, 31 de mayo de 2020

Pensamientos (acertados) de Churchill

* "El problema de nuestra época es que la gente no quiere ser útil, sino importante".
*«Un hombre hace lo que debe, a pesar de las consecuencias personales, a pesar de los obstáculos, peligros y presiones, y eso es el fundamento de la moral humana »
* «Aunque la estrategia sea hermosa, ocasionalmente deberías ver los resultados»
* «Coraje es lo que se necesita para levantarse y hablar; coraje es también lo que se necesita para sentarse y escuchar».
* «El coraje es la cualidad humana más estimada porque es la cualidad que garantiza todas las demás
* «El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo».
* «El éxito no es el final; el fracaso no es fatal: es el coraje de continuar lo que cuenta».
* «Juega por más de lo que te puedes permitir perder: solo entonces aprenderás el juego»
* "La disputa entre un tremendo electorado democrático y una cámara hereditaria unilateral de hombres ricos a menudo se ha visto amenazada, se ha evitado a menudo, se ha debatido durante mucho tiempo, se ha retrasado mucho, pero siempre ha sido inevitable y por fin ha llegado. Ahora está abierta, ahora es flagrante y ahora debe llevarse a una conclusión.'' Los derechos del pueblo 1909] (Londres: Jonathan Cape, 1970), p. 20.
* "La política es la capacidad de predecir lo que sucederá mañana, la próxima semana, el próximo mes y el próximo año, y tener la capacidad de explicar por qué no sucedió después". Entrevista a Churchill (1902), en Halle, Kay, ''Irrepressible Churchill''. Cleveland: World, 1966. Citado por ''Churchill by Himself'' (2008), ed. Langworth, Public Affairs, p. 489
* «Las cometas se elevan más altas contra el viento, no a favor de él»
* «La actitud es algo pequeño que marca una gran diferencia».
* «Los árboles solitarios, si logran crecer, crecen muy fuertes».
* «El precio de la grandeza es la responsabilidad»
*"El mayor peligro para el imperio y el pueblo británicos no se encuentra en las enormes flotas y ejércitos del continente europeo, ni en los graves problemas del Hindostán; no está en el 'peligro amarillo' ni en el 'peligro negro' ni en ningún otro peligro del amplio ámbito de los asuntos coloniales y extranjeros. No: está aquí, entre nosotros, cerca de casa, al alcance de la mano, en las vastas ciudades en crecimiento de Inglaterra y Escocia y en los pueblos cada vez más pequeños y estrechos de nuestro campo despojado. Es allí donde se encontrarán las semillas de la ruina imperial y la decadencia nacional: la brecha antinatural entre ricos y pobres, el divorcio entre la gente y el campo rural, la falta de una disciplina y capacitación adecuadas en nuestra juventud, la explotación del trabajo infantil, la degeneración física que parece seguir tan rápido a la pobreza civilizada, el horrible revoltijo de una ley de pobres obsoleta, el terrible caos del tráfico de licores, la constante inseguridad en los medios de subsistencia y empleo, que destroza el corazón de muchos hombres sobrios y trabajadores, la ausencia de un nivel de vida mínimo establecido y de comodidad entre los trabajadores y, en el otro extremo, el rápido aumento del lujo vulgar y sin alegría: aquí están los enemigos de Gran Bretaña. ¡Cuidado para que no se rompan los cimientos de su poder!",  The People's Rights [1909] (Londres: Jonathan Cape, 1970), págs. 139-140
* «El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de la riqueza; la virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de la miseria».
* «El éxito no es el final; el fracaso no es fatal: es el coraje de continuar lo que cuenta».
* "Por muy importantes que sean las cuestiones económicas y constitucionales, el sistema fiscal de un país y el sistema de gobierno que prevalece en el mismo son solo medios para un fin, y ese fin debe ser crear condiciones favorables para el bienestar social y moral de la sociedad".Los derechos del pueblo [1909] (Londres: Jonathan Cape, 1970), p. 137
* "Presento respetuosamente a la Cámara como principio general que nuestra responsabilidad en este asunto es directamente proporcional a nuestro poder. Donde hay un gran poder hay una gran responsabilidad, donde hay menos poder, hay menos responsabilidad y, donde no hay poder, creo que no puede haber responsabilidad".En la Cámara de los Comunes, 28 de febrero de 1906, Discurso sobre razas nativas sudafricanas.
 * «Puede que esté borracho, señorita, pero por la mañana estaré sobrio y usted seguirá siendo fea»
 * «Puede que la crítica no sea agradable, pero es necesaria. Cumple la misma función que el dolor en el cuerpo humano. Llama la atención de un estado de cosas no saludable»
* «Quizás es mejor ser irresponsable y correcto, que ser responsable e incorrecto»
*"Se abren caminos, se hacen calles, se mejoran los servicios, la luz eléctrica convierte la noche en día, el agua es traída desde los depósitos a cientos de millas de las montañas... y todo el tiempo el propietario se queda quieto. Cada una de esas mejoras se ve afectada por la mano de obra y el gasto de otras personas y de los contribuyentes. A ninguna de esas mejoras contribuye el latifundista, monopolizador de la tierra y, sin embargo, por cada una de ellas, el valor de su tierra aumenta. No presta ningún servicio a la comunidad, no contribuye en nada al bienestar general, no contribuye en nada al proceso del que se deriva su propio enriquecimiento".
* «¿Tienes enemigos? Bien. Eso significa que alguna vez has luchado por algo alguna vez en la vida»
* Dijo lord Curzon citando a Ernest Renan que "toda civilización ha sido obra de aristocracias". Sería mucho más cierto haber dicho: "El mantenimiento de las aristocracias ha sido el duro trabajo de todas las civilizaciones".The People's Rights [1909] (Londres: Jonathan Cape, 1970), págs. 53-54
* «Todo el mundo tiene su día, y algunos días duran más que otros»
* «De lo que estoy absolutamente seguro es de que, si comenzamos una discusión entre el pasado y el presente, descubriremos que hemos perdido el futuro». Discurso ante la Cámara de los Comunes el 18 de junio de 1940.
*«Nadie puede calcular lo que se ha llamado "la inestimada suma del dolor humano"»
*«El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia y la doctrina de la envidia». Conferencia Unionista de Escocia en Perth. 28 de mayo de 1948.
*«Estoy de acuerdo con mi programa original, sangre, sudor, trabajo y lágrimas... a lo que añadí cinco meses después "muchas deficiencias, errores y decepciones"»
*«¿Para qué engañar a la nación? ¿Para qué sirve el parlamento, si no es el lugar en el que se pueden hacer declaraciones ciertas ante el pueblo?». Discurso "Los frutos amargos de Munich", abadía de Waltham, 14 de marzo de 1939.
*«Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema».
*«A mediados de junio de 1936, la creciente degeneración del régimen parlamentario en España, y el vigor con que se preparaban sendas revoluciones comunistas y anarquistas, desencadenó un alzamiento militar que llevaba tiempo preparándose... En España estaba manifestándose una perfecta reproducción del período de Kerensky en Rusia... Ninguno de los dos bandos que conspiraban podía alegar, con justicia, títulos de legalidad... Muchas de las garantías corrientes en la sociedad civilizada habían sido liquidadas por la infiltración comunista en un decaído gobierno parlamentario. Se producían atentados por ambas partes, y la pestilencia revolucionaria llegó a un punto tal, que los comunistas no titubeaban en asesinar a sus adversarios políticos en las calles o en sacarles de sus lechos para darles muerte». Winston Churchill. La Segunda Guerra Mundial.
*"Un gran poder implica una gran responsabilidad" (citado por el tío de Spiderman)
*«No me hablen de la tradición naval. No es más que ron, sodomía y látigo» (atribuida)

jueves, 14 de marzo de 2019

Sentido común

Marian Rojas Estapé: "Hemos sustituido el sentido de la vida por pantallas, porno y alcohol"

IÑAKO DÍAZ-GUERRA  El Mundo, 14 MAR. 2019 02:10

MARIAN ROJAS ESTAPÉ. Madrid, 1983.Psiquiatra. Escribió Cómo hacer que te pasen cosas buenas para utilizarlo como apoyo en sus terapias, pero se ha convertido en el libro más vendido en España en lo que va de 2019. Medicina o autoayuda, ésa es la cuestión.

¿Qué dice de España que el libro más vendido de lo que va de año sea uno titulado 'Cómo hacer que te pasen cosas buenas'?

En el fondo me preocupa. Nunca jamás me lo imaginé. Me gustaría mandar el mensaje optimista de que no estamos tan mal como sociedad, pero la realidad es que hay un vacío. La felicidad depende del sentido que cada uno le da la vida, de tener un proyecto vital, un propósito por el que vivir, lo que los japoneses llaman el ikigai. Somos una sociedad que ha perdido el sentido de la vida. Lo hemos sustituido por otras cosas: sensaciones, redes sociales, pantallas, pornografía, alcohol... Ese es el problema y es un problema grave. Sobrevivimos, pero no vivimos. Hemos dejado de hacernos preguntas.

¿Cuál es tu pregunta más habitual a los pacientes?

Si hay vida después de la muerte. Hay que hacerse esa pregunta porque la muerte es la puerta de la filosofía.

¿Sirve realmente para algo un libro así?

Todos los días recibo agradecimientos de lectores diciéndome que sí, que tras leerlo su vida es mejor. Eso me emociona, porque mi objetivo como médico es ayudar a los demás y he descubierto que puedo hacerlo a través de un libro, que es algo que nunca imaginé. Mi finalidad era que me sirviese de apoyo para terapias y conferencias, nada más. Cuando se publicó, acababa de dar a luz y no pude hacer promoción y, de repente, se empezó a vender y vender y vender... No sabíamos a qué se debía. La única explicación es el boca a boca y yo soy la primera sorprendida. La clave del éxito de este libro es que la gente se siente muy identificada y porque les habla sobre sus errores de forma muy delicada y sin juzgar al lector. Todos hemos pasado momentos en nuestra vida de los que no nos sentimos orgullosos o lo hemos pasado muy mal y no hemos entendido por qué. Ese es el quid del libro: entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida. Yo no quería hacer un libro de autoayuda de sonríe y ser feliz, sino un libro de neurociencia que explique cómo funciona tu cerebro ante determinados estímulos y cómo manejarlo. Manda un mensaje optimista cogido de Ramón y Cajal: "Todos podemos ser escultores de nuestro cerebro".

¿Todo esto es medicina o pseudociencia?

Tu cerebro y tus emociones te enferman y te curan; y si conoces cómo funcionan, tú eres capaz de curarte o enfermarte. El poder de la mente es brutal. Uno de los problemas de la medicina occidental, que no tiene la medicina oriental, es que no estudia el interior de las personas, desprecia la meditación... En la medicina occidental estamos acostumbrados a tratar el síntoma y no a la persona; eso es poner parches. Hay que buscar el origen. Yo no vengo a negar el dolor y el sufrimiento, porque existen y son ingredientes de la vida que bien integrados en ella nos hacen ser mejores, pero sí a intentar explicar cómo gestionarlos.

¿Crees en eso que se ha dado en llamar terapias alternativas?

No. Son peligrosísimas. Lo que sucede es que es muy complicado marcar una línea entre lo que es medicina y lo que no lo es, porque al final todos estamos deseando que nos den la receta fácil para ponernos bien y no sufrir. Da igual que te digan que son unas gotas o unos rituales. Nuestro cerebro es capaz de engancharse a lo que sea con tal de pensar que no va a sufrir y eso está dando lugar a casos dramáticos de gente que decide no tratarse enfermedades muy graves pese a que la medicina podría ayudarle. Eso es un riesgo y un error, pero es cierto que el cuerpo nos va mandando señales de alerta antes de enfermar gravemente y eso también hay que estudiarlo. Cuando una persona lleva enferma dos años, encadenando diferentes síntomas, el cuerpo le está avisando de algo grave. La ansiedad es a la mente lo que la fiebre es al cuerpo. Ambas te avisan de que algo no va bien. ¿Qué sucede? Que cuando ya tienes tu enfermedad gravísima y tu diagnóstico terrible, te tienes que poner en manos de los médicos y dejarte de tonterías. Pero en todo ese recorrido previo, hay muchos momentos en que te pueden ayudar desde otras perspectivas, a veces, menos convencionales. El problema de la sociedad occidental es que nos cuesta mucho parar y conectar con nuestro interior.

¿Y a qué lo achacas?

Todo en nuestra sociedad actual se enfoca a solucionar problemas rápidamente, resolver conflictos, las pantallas, las redes sociales... Cuando paras, tu organismo se siente mal. La cronopatía, que es la incapacidad de frenar, es una de las actitudes que nos enferman hoy en día. Llegas al fin de semana deseando que sea lunes, porque no sabes qué hacer con el tiempo libre. Hemos perdido el equilibrio entre el modo supervivencia y el modo calma, que deben compensarse. Y no estamos diseñados para vivir constantemente en ese modo supervivencia, eso te enferma. Hay una hormona, el cortisol, que se activa para afrontar el estrés, la alarma o la supervivencia. Pone en marcha el mecanismo de lucha o huida. Y si en vez de actuar en casos excepcionales, lo estamos generando permanentemente, como sucede hoy en día, la mente y el cuerpo acaban por no diferenciar los problemas reales de los imaginarios. El 90 por ciento de las cosan que nos preocupan jamás suceden, pero nuestro cuerpo y nuestra mente las viven como si fueran reales. Sentimos que todo es una amenaza. Te pasas todo el día alerta y el sistema inmunológico está tan pendiente de eso que no presta la atención que requieren otras partes del cuerpo. Y se paga.

¿Qué nos ha convertido en esos seres permanentemente preocupados?

Lo achaco a cuatro factores. La cronopatía, de la que ya hemos hablado. Luego, la necesidad patológica de controlarlo todo, incluido el futuro, lo que es imposible. La felicidad consiste en vivir instalado en el presente habiendo superado las heridas del pasado y mirando con ilusión al futuro. Si vives enganchado al pasado, eres depresivo. Si vives angustiado por el futuro, eres un ansioso. La felicidad consiste en conectar con el presente y eso requiere saber que la felicidad no es lo que te pasa, sino cómo lo interpretas. La tercera es el perfeccionismo, la sociedad occidental está obsesionada con una perfección que no existe y te condena a la insatisfacción. Y la cuarta es la pantalla, que te envía alertas permanentes. Los programadores han buscado nuestro punto más vulnerable, que es la validación social, y lo han atacado.

¿Es posible la felicidad real en el mundo virtual?

No, es imposible. El mundo virtual genera gratificación instantánea, chispazos de dopamina que te dan instantes de placer, pero provocan un bajón, un síndrome de abstinencia. La felicidad está en conectar con las personas en el tú a tú, en la vida real.

¿No es la felicidad un lujo burgués, un anhelo de quien ya tiene lo básico cubierto?

Totalmente. Todo el mundo quiere ser feliz y me parece bien, es una buena aspiración. Pero tienes que saber que es un estado que no se alcanza de un modo permanente, que requiere un equilibrio entre tus aspiraciones y lo que has logrado, y esas expectativas deben ser moderadas. La felicidad consiste en disfrutar los instantes buenos que tienen todos los días sabiendo que no van a evitar los momentos malos. Yo aprendí mucho haciendo labor social en Camboya, en el Bronx... Ahí ves que el sufrimiento tiene un valor. Cuando todo te va bien, te olvidas de la gente que sufre. Necesitas haber sufrido para empatizar con quien los demás. La sociedad actual quiere fingir que el sufrimiento no existe, no queremos que nadie nos cuente penas porque es muy exigente acompañar a una persona que sufre. Eso es la compasión: te entiendo y te ayudo. Es un grado superior a la empatía y es muy cansada, es de seres superiores. Pero hoy vivimos tan rápido que fingimos que empatizamos, pero sólo hasta un punto en que no nos exija nada.

¿Un mundo feliz sería un mundo mejor?

No, sería peor. El dolor es necesario y ha sido un motor artístico, filosófico y emocional de la humanidad. Lo que pasa es que depende de cómo definas la felicidad: si es ausencia de dolor y una vida perfecta, eso no existe en la Tierra. Además, la gente tiende a olvidarse de los demás cuando todo le va bien. Es una pena, porque el mundo sí sería mejor si nuestra felicidad nos hiciera más compasivos, pero no es lo habitual.

En el libro acabas por proponer el amor como solución para todo. ¿Eres una romántica en tiempos cínicos?

Lo que marca la vida es el amor a las personas, no sólo a las parejas. Es lo más importante en esta vida y el único antídoto para el sufrimiento. Es la respuesta a todo. No hay nada en la historia que sane y proteja tanto como el amor. Hay un estudio importantísimo de Harvard que demuestra que el parámetro que más condiciona que le gente envejezca sana y feliz es el amor. La soledad mata, sentirse solo mata a la altura del tabaco. No es que yo te diga que el amor sana como una cosa del Romanticismo del siglo XVIII, te estoy hablando de que está científicamente demostrado que es así. Me da pena que a las cosas básicas que sabemos haya que darles una base científica para que la gente se las crea. Pero sí, hay que volver al amor. Y esto es medicina, no pseudociencia. Lo que pasa es que vivimos en una sociedad en la que lo que se rompe lo tiramos, en vez de arreglarlo. También el amor. En eso tendríamos mucho que aprender de la sociedad de nuestros padres y abuelos.

¿Te parecen un problema las redes sociales para ligar?

El amor de usar y tirar está haciendo muchísimo daño a la gente. En España se separa una pareja cada cuatro minutos. Y quitando la muerte, por lo que más sufre uno en esta vida es por amor. Hay que volver a querer, no hay nada como sentirse querido. Yo ahora trabajo principalmente con adolescentes y la gente joven hoy en día conecta mejor con una pantalla que con una persona. No le pidas a un chaval que se lleve a una chica a tomar unas tapas y ligar con ella en un bar porque no sabe hacerlo. Se agobia, de hecho. Tengo un paciente que veía inaudito invitar a salir a una chica porque no podía saber cómo iba a acabar la cosa. Sólo entienden ir a tiro hecho, se ha perdido la posibilidad del rechazo.

Convertir el móvil en el enemigo parece una batalla anacrónica... y perdida.

El problema es que cogemos el dispositivo en dos momentos: cuando te aburres y cuando estás estresado. Tu cerebro se va modulando a medida que vas haciendo cosas con él. Si te pones ahora a tocar el piano, en un par de semanas tu cerebro ha aumentado su grosor en las zonas de los dedos y de la música. Si lo dejas, vuelve a como estaba. Esto es clave: el cerebro se adapta a tus hábitos. Y si tú, ante el aburrimiento o el estrés, coges el teléfono, no generas mecanismos para hacerles frente. Y eso provoca un drama que estamos viendo actualmente en la juventud: la cero tolerancia a la frustración. Es un componente clave de la vida que no se desarrolla debido a las pantallas. Planteas tu identidad adolescente respecto a las redes sociales, creemos que la gente te quiere o no por unos likes... La búsqueda de la identidad, que se desarrolla en la adolescencia, queda completamente en manos ajenas e invisibles, eres vulnerable. La vida virtual genera felicidad a golpe de clics, pero no felicidad estructural. Es todo un bluff y tu cerebro lo sabe, pero es adictivo. De hecho, la medicación para tratar la adicción a las redes sociales es muy similar a la de la cocaína. Es terrible

sábado, 16 de febrero de 2019

Educación, II. Patologías del trabajo.


La mayor parte de los afectados por estrés son aquellas personas cuyos trabajos requieren una implicación personal, una relación constante y directa con personas, incluyendo aquí a los profesionales de la sanidad, la enseñanza, los funcionarios de prisiones, los servicios públicos y los servicios sociales. El mundo moderno y un pensamiento único que asume el capitalismo como una ética de consumo y deshumanizada, si tal cosa es concebible, ha transformado también las relaciones personales en relaciones de consumo, y eso se refleja más fuertemente en la despersonalización de los trabajos que requieren una implicación mayor de lo individual y que operan en la esfera de lo interpersonal.  
En consecuencia, es preciso deslindar dentro de los trastornos por estrés una categoría diferenciada de trastorno que afecta a las profesiones donde el individuo implica algo más que su trabajo físico. Es el síndrome de burnout, de agotamiento emocional por el trabajo, del quemado o, más exactamente, de desgaste profesional, un tipo característico de estrés que suelen sufrir los trabajadores que realizan su labor en contacto con otras personas; se trata, pues, de un trastorno en gran medida psicosocial y estructural (1) e implica en su sintomatología mucho de lo que atañe a las relaciones entre individuo y sociedad. 

Los síntomas de este síndrome son los mismos que los del estrés, con el añadido del cambio de actitud del individuo con respecto a su trabajo y la gente que le rodea, causa de que se vuelvan fríos y despersonalicen completamente su relación con los demás. Los conceptos de origen marxista de alienación, masificación y reificación o cosificación tienen mucho que ver con este síntoma particular, degradando las relaciones humanas en relaciones de consumo, degradación o dominio absoluto en todas las esferas de la actividad: la anomia social, pues, se incrementa y se expresa a través de divorcios, abortos, alcoholismo, drogadicción, inestabilidad, violencia física, emocional e intelectual y, por supuesto, del burnout y otras patologías psicosociales bastante frecuentes en el profesorado.



Por otra parte, tanto el burnout como el estrés en general no afectan de forma homogénea a todas las personas; la sintomatología y las causas, tanto endógenas como exógenas, por las que se producen son variables. Así, por ejemplo, dentro del ámbito educativo al que me refiero, los profesores de griego o de religión (2) asumen una sintomatología diferente en cantidad y cualidad a la de un profesor de asignaturas troncales o instrumentales más masificadas, como la lengua o las matemáticas, y también hay diferencias en el caso de que su situación administrativa sea de interino, de funcionario de carrera o de catedrático (reparto de horarios mejores o peores, turnicidad diurna o nocturna, mejores o peores cursos, mayor o menor trato y aceptación social en el grupo etc.), o según el centro en que se encuentren (privado, público, concertado) o la modalidad de enseñanza que impartan (primaria, secundaria, bachillerato, universidad, educación especial, apoyo...) por más que los síntomas de este mal sean comunes: falta de ilusión que lleva a la apatía, agotamiento psicofísico, frustración, ansiedad, inseguridad... El afectado de burnout siente que no encaja en su contexto, y reacciona ante él de la misma manera antisocial y nihilista que un doctor Gregory House, por poner un ejemplo al alcance de esta cultura audiovisual y de un ámbito en que este tipo de síndrome es incluso más frecuente.

 Cuantitativamente, las cifras de las enfermedades profesionales y de accidentes en el sector docente revelan la importancia del problema, puesto que éste se constituye en la segunda causa de baja laboral del sector. Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, apunta en una entrevista que, entre las profesiones más estresantes, el sector educativo tiene el mayor índice de estrés del Estado: un 47.9% de los profesores se reconocen “siempre” o “frecuentemente” estresados, lo que en cualquier otra profesión exigiría un plus de peligrosidad. Que se tolere, sin embargo, esta desproporción se debe a la contención que imponen las vacaciones estivales para paliar este enorme desequilibrio, si bien los dos meses conceptuados en ellas son descontados en las retribuciones globales que imponen un sueldo de funcionario de clase A. Que las vacaciones no solucionan el problema se demuestra con el hecho colateral de una estadística de divorcios y separaciones particularmente alta en esta profesión, así como en el creciente número de bajas durante el calendario escolar. 

Entre las causas cualitativas de que en el curso de los últimos años el campo de la docencia se esté viendo tan afectado por este síndrome están: la desintonía y disparidad entre lo que se enseña en la universidad y lo que se aplica en la enseñanza; los cambios continuos en las materias y los procedimientos de enseñanza; la escasa remuneración;  la perentoria necesidad de actualización; la inseguridad e inestabilidad laboral; la imposibilidad de progreso y promoción profesional y social y la falta de reconocimiento que acarrean; las presiones y procedimientos coercitivos respecto al modo de educar; el nulo reconocimiento social de los profesores –ya ni siquiera los alumnos desean serlo–; la falta de salidas laborales alternativas; la nula formación de los cuadros directivos de instituciones educativas en recursos humanos: el desprecio generalizado a las opiniones del profesorado por parte del Estado y de las Comunidades Autónomas; la elaboración de planes educativos impermanentes y contradictorios; el trato, a menudo cargado de violencia emocional, psíquica o incluso física, implícita o explícita, de alumnos, padres y jefes; la antigüedad y estancamiento de los baremos, que, por ejemplo, no reconocen o degradan méritos realizados en soporte informático, la formación o experiencia suplementaria incluso en otros ámbitos, la creatividad o los premios; el excesivo número de alumnos por clase; el hecho de alargar la escolarización hasta los 16 años; la general desmotivación y desinterés del alumnado; el escaso y anticuado material educativo disponible; las exigencias socioeconómicas que promueven un alumno ignorante y acrítico para venderle productos aculturales de peor calidad; la mala educación de un sector pequeño, pero que basta para impedir u obstruir el trabajo, de los alumnos; el enfrentamiento puro y directo con la anomia social y la cultura de masas; la diversidad étnica, lingüística, social, psíquica y física del alumnado;  el nulo reconocimiento de las actividades extraescolares y su lamentable falta de protección jurídica; la repetitiva monotonía y poca variedad del trabajo; el entorno ruidoso y degradado del ámbito laboral; la ausencia de un estatuto del docente y de una ética profesional común; la visión peyorativa –apoyada por los medios de masas– de las humanidades y otras concausas afectan negativamente a las personas que se dedican a esta profesión, llegando a provocarles el síndrome del quemado o burnout.

NOTAS



    (1) Los estudios modernos señalan que la mayoría de los factores estresores de la enseñanza son de naturaleza social y estructural “El análisis de regresión efectuado muestra la importancia en el desarrollo del burnout de las fuentes potenciales de estrés propias de la organización en la que el profesor desempeña su trabajo.” Así Bernardo Moreno-Jiménez en su “Burnout docente, sentido de la coherencia y salud percibida”, en Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 4, (1999, 3), pp. 163-180, e igualmente el estudio de B. Moreno Jiménez y E. Garrosa Hernández, Las condiciones de Salud Laboral en el colectivo de: Trabajadores de enseñanza de la Comunidad de Madrid. Madrid: Fundación Prevención de Riesgos Laborales. UGT, 2002.

(2)  El griego, el latín y las asignaturas humanísticas como la Filosofía sufren una continua crítica y remodelación por parte de los sucesivos planes de enseñanza que se replantean su necesidad y obligatoriedad; además son asignaturas minoritarias, devaluadas en los planes de estudios (reconvertidas a la llamada Cultura clásica), así como desprestigiadas entre los profesores y alumnos y expuestas a diversos vaivenes de horarios. Por otra parte, la Iglesia católica rechaza renovar la contratación de profesores divorciados, por ejemplo, y sus exigencias en el ámbito privado e irregulares contrataciones imponen un estrés suplementario al profesor de esta área.

viernes, 11 de enero de 2019

Sobre el escepticismo

Un par de citas

Konrad Lorenz:

Se dijo, pero no se escuchó.
Se escuchó, pero no se entendió.
Se entendió, pero no se aceptó.
Se aceptó, pero no se llevó a la práctica.
Se llevó a la práctica, pero ¿por cuánto tiempo?

W. A. Auden:

Los solipsistas afirman
que nadie más existe,
pero siguen escribiendo... para otros.

...Los conductistas sostienen
que los que piensan no aprenden,
pero siguen pensando... sin desanimarse.

...Los subjetivistas descubren
que todo está en la mente,
pero siguen sentándose... en sillas de verdad.

...Los seguidores de Popper niegan
la posibilidad de probar,
pero siguen buscando... la verdad.

...Los existencialistas afirman
que están completamente desesperados,
pero... siguen escribiendo.

martes, 31 de octubre de 2017

Merece la pena

Hay una serie de gozos humildes y sencillos que la gente no apercibe a causa de la velocidad por la que transita por la vida. ¿Se han parado realmente a escuchar el ruido del viento entre las hojas? Hay que alejarse de los árboles en fila de la ciudad para poder oír sin interferencias algo así, tan simple como maravilloso, buscando otros árboles reunidos en familia en las afueras. Solo el viaje fuera de nuestros senderos rutinarios ya merece la pena y nos hace descubrir gentes y lugares que creíamos ya se habían perdido. Salgan de sus itinerarios y descubrirán otros mundos. 

Al contrario que tantas palabras monótonas, rutinarias y repetidas que nos cansan, el sonido del viento entre las hojas no quiere decir nada, pero lo representa todo y nunca suena igual. Su poder relajante y restaurador proviene de que nos devuelve a un atavismo original. Crea un significado que no ha sido acuñado con signos, con los símbolos humanizadores de las palabras o con las matemáticas de la música, sino en el depósito más hondo de nuestros instintos: cuando escuchamos esa voz ancestral que no necesita palabras para expresarse algo muy primitivo se remueve en nuestro interior que viene de nuestros antepasados milenios hace, y nos sentimos consolados, calmados, devueltos a una realidad verdadera, más inmediata, más plena, sacándonos de esa cadena de pensamientos que invariablemente tira de nosotros hacia la infelicidad. Es un tipo de comunión que  Michel Hulin llamaba mística salvaje.

Algo parecido es lo que se experimenta cuando se llenan totalmente de aire los pulmones, cuando se absorbe por completo de una bocanada todo lo que podemos absorber de la realidad. ¿Cuándo fue la última vez que respiramos a fondo? ¿Que experimentamos la plenitud de comulgar con el todo? 

Con frecuencia me he preguntado cuál sería la sensación más espantosa que podría soportar y he llegado a la conclusión de que era la asfixia. Los dioses griegos antiguos, que eran inmortales, podían ser castigados solo de una manera: a la asfixia eterna, a la perpetua pérdida de aliento si juraban en vano por la laguna Estigia. Era el único juramento que estaban obligados a respetar. ¡Cuán admirable es el saber de los antiguos al considerar que ningún castigo podía ser peor incluso para un dios inmortal! 

La gente suele estar pendiente de muchas pantallas y muy raramente mira directamente las cosas. Vive en una especie de videojuego repetititvo y perpetuo. Si quieren evadirse busquen primero un lugar donde sentarse; yo recomiendo el mercadillo de los sábados en las afueras o cualquier otro lugar concurrido; entre las siete y las ocho de la tarde es una buena hora si quieren hacerlo en la ciudad: a esa hora sale toda la gente de sus trabajos y cierran las tiendas; simplemente observen, piensen, déjense llevar por la gente: su galanura, sus ilusiones, sus vestidos, sus risas. Las madres que pasean orgullosas a sus hijos, los jovencitos que charlan... El mundo se vuelve entonces terriblemente hermoso y deslumbrante. O, sencillamente, mediten. Yo les recomendaría un brevísimo pero enjundioso libro de meditación de Pablo d'Ors que no soy el único en haber disfrutado: Biografía del silencio (Siruela, 2012). Responde muchas preguntas que no tienen respuesta simplemente devolviéndonos al aquí, al ahora, a una vida real y plena que no persigue otra cosa que el mero goce de existir.

sábado, 28 de octubre de 2017

Cualidades de las personas productivas: capacidad, sociabilidad y fuerza de voluntad

M. Victoria S. Nadal, "Productividad. Los rasgos que tienen en común las personas con mucho potencial", en El País,   28 OCT 2017

Hay tres claves para identificar a los trabajadores que son diamantes en bruto: su capacidad, sus habilidades sociales y su fuerza de voluntad

En un mercado laboral con recursos limitados resulta necesario desarrollar estrategias para identificar no solo cuáles son los empleados mejor preparados para el puesto, sino aquellos que tienen mayor potencial. Investigaciones llevadas a cabo durante los últimos años han demostrado que invertir en esos profesionales maximiza los rendimientos de las organizaciones. Es algo que parece obvio pero que da resultados curiosos. El trabajo de los empleados con mucho potencial mejora también el nivel de desempeño de sus compañeros. Esto está muy bien, pero, ¿cómo podemos identificarlos? La clave está en su capacidad, sus habilidades sociales y su fuerza de voluntad, según explican Tomás Chamorro y Seymour Adler, profesores de psicología laboral.

Uno de los puntos más importantes para detectar a estos diamantes en bruto es mirar más allá de las aptitudes específicas que se solicitan para cada puesto concreto. Es necesario evaluar otros criterios que tienen más que ver con las habilidades personales e incluso con la personalidad. "La primera pregunta y la más importante es: '¿Qué posibilidades tiene?", explican los profesores en HBR. "Hasta ahora, la mayoría de las intervenciones se centran en el éxito profesional individual, en su capacidad para ascender dos puestos en cinco años. Pero la capacidad de avanzar en la propia carrera no garantiza que se haga una contribución crucial a la organización".

Desde su punto de vista, es necesario esforzarse en predecir quién se convertirá en "un impulsor clave del desempeño en la empresa". La ciencia revela que esos individuos comparten una gama de cualidades medibles que se pueden identificar fácilmente durante el proceso de selección. En el estudio Employability and career success: bridging the gap between theory and reality, Chamorro, Adler y Robert B. Kaiser, de Kaiser Leadership Solutions, identifican tres marcadores generales de potencial alto, que desgranamos a continuación.

Capacidad

Un criterio básico es que el candidato tenga los conocimientos y habilidades necesarios para desarrollar el trabajo en cuestión. Pero lo que nos interesa en este tema es ver si esa persona tiene la capacidad de amoldarse y estar a la altura si en el futuro tiene que desarrollar un trabajo más complejo del que se le exige en el momento de la contratación. Por eso también es necesario que el trabajador sea capaz de aprender y dominar las nuevas habilidades. "El mejor indicador de esto es el cociente intelectual o la capacidad cognitiva", explican Chamorro y sus colegas. "La capacidad de aprendizaje incluye la motivación para adquirir nuevos conocimientos y habilidades de forma rápida y flexible".

Habilidades sociales

El informe The future of jobs destaca la coordinación con otros y la gestión de equipos como algunas de las habilidades más solicitadas para ocupar un puesto de trabajo. Los empleados deben ser capaces de llevarse bien con sus compañeros y sus jefes y de apoyar y recibir feedback de sus colegas de profesión. Esta capacidad para relacionarse con los demás facilita tener una red de trabajo más amplia y ser influyentes y persuasivos con sus interlocutores.

Las habilidades sociales implican dos cualidades fundamentales: la capacidad de administrarse y la de gestionar a los demás. Estos son los elementos centrales de la inteligencia emocional, por eso podríamos valorar este tipo de inteligencia como un indicador temprano de alto potencial.

Fuerza de voluntad

La motivación para trabajar arduamente, lograr y hacer lo que sea necesario para conseguir hacer el trabajo es otra de las categorías a tener en cuenta. "Se identifica fácilmente como ambición: la capacidad de permanecer insatisfecho con los logros", se lee en el estudio. Esta capacidad se puede identificar al prestar atención a la diligencia con la que trabaja una persona, su disposición para asumir deberes y tareas y su deseo de más responsabilidad.

Una vez en la empresa, las personas con estas cualidades sirven de modelo y enseñan conductas a sus compañeros que facilitan instaurar una cultura de alto rendimiento en la empresa. Según el estudio Stargazing: An integrative conceptual review, theoretical reconciliation, and extension for star employee research, el simple hecho de incluir a un empleado con alto potencial aumenta la efectividad de otros miembros del equipo entre un 5% y un 15%. No es de extrañar que estudio tras estudio se demuestre un desempeño financiero más sólido en las empresas que se esfuerzan más en identificar y desarrollar los mejores talentos.

Trabajadores que parece que tienen mucho potencial... pero no

Hay algunas características que pueden despistarnos cuando queremos identificar a los candidatos con potencial. Tendemos a pensar que aquellos con mucha experiencia, responsables o que se ajustan a los principios de la organización son los trabajadores ideales. Pero no.

Experiencia técnica y profesional. Es más probable que se valore como trabajadores con alto potencial a aquellos que tienen más conocimiento y experiencia. En realidad las personas con alto potencial son aquellas que tienen unas habilidades concretas que no están necesariamente vinculadas con sus conocimientos concretos sobre el trabajo.

Cumplir con los compromisos de forma constante. Las personas que cumplen siempre con los plazos generan confianza y una imagen de responsabilidad que se puede confundir con alto potencial.

Ajustarse a la cultura de la organización. Una investigación de Jack Zenger y Joseph Folkman, al frente de la consultora que lleva sus apellidos, mostró que las personas con potencial bajo tendían a resaltar un rasgo valorado por su organización. Esto puede dar información sesgada al pensar que porque una persona presente una cualidad importante para la cultura de la compañía —como, por ejemplo, ser amable— implica que es más válido.

sábado, 24 de junio de 2017

Entrevista al benedictino Moisés Salgado

Antonio Lucas, "Los intelectuales y España  / Moisés Salgado "Es horrible la ligereza con la que se roba y se falta a la sociedad", en El Mundo, (24-VI-2017):

El monje benedictino Moisés Salgado (Gumiel de Izán, Burgos, 1953) es un hombre que abraza la duda como motor a la vez que exhibe una inamovible fe. Desde el monasterio de Silos, donde es prior, atiende a las convulsiones del presente reivindicando el legado pacifista de Gandhi y el pensamiento crítico del pensador británico (de origen polaco) Zygmunt Bauman. Un monje distinto
En un rincón del huerto del monasterio de Silos el monje prior, Moisés Salgado, busca sombra. Sobre la ropa de civil, el hábito negro de la orden benedictina. El sol se lanza desde el cielo con algo de pájaro en llamas. Lleva 51 años en este lugar que comparte con 28 monjes más. De treintañeros a nonagenarios. Desde aquí también se avista el mundo, pero con una mansedumbre que deshecha decibelios. Este hombre mantiene una atención inquieta ante las cosas que suceden fuera de estos muros. Lee, reza, intenta entender las razones del otro. No impone sus certezas, pero no cede en sus convicciones. No duda de la existencia de Dios, pero acepta la duda. Incluso la negación. Cada cual con lo suyo. No tiene estudios, sino lecturas. Muchas lecturas. De filosofía, principalmente. En Silos el canto gregoriano enmudece a los jilgueros.

¿Desde aquí dentro se ve con nitidez el mundo de fuera?

Claro que sí, aunque lo veamos desde la retaguardia. No somos ajenos a la realidad. Estamos dentro del mundo, pues el ser humano es el mismo esté donde esté. Quiero decir: existe guerra y violencia fuera, igual que existe violencia y guerra en los monasterios.

¿Guerra y violencia?

Es que son condiciones que todos llevamos dentro. Hablo de guerra desde el punto de vista de la convivencia diaria, de las tensiones que se producen en la convivencia. Las situaciones de rechazo, de antipatías e, incluso, de odio momentáneo forman parte, por desgracia, del hecho de ser hombre.
Singular escucharle decir eso.

Es que donde esté el ser humano está la guerra y la violencia. Aunque nosotros, los monjes, tenemos la ventaja de que el contacto diario con Dios, la palabra del Evangelio y el maestro que es Jesús de Nazaret nos ayudan a entender que el camino es otro: amar y perdonar.

¿Qué idea tiene un monje de Silos como usted de lo que es hoy este país?

En nuestra vida de monjes también vivimos los acontecimientos dolorosos del mundo. Y lo vivimos con dolor. Hay quien cree que aquí nada nos afecta, que nos hemos retirado del mundo. Que hemos abandonado. Pero no es así. Esto no es un retiro para dejar a un lado la realidad, sino una forma de tomar distancia por la necesidad de realizar nuestra vocación. Nunca por egoísmo.

¿Y el panorama político?

Pues es ciertamente preocupante. Hay demasiada gente pasándolo mal mientras ves la deshonestidad de otros, la falta de responsabilidad con los deberes que uno ha asumido. Es horrible la ligereza con la que aquí se roba y se falta el respeto a la sociedad. Y no sólo sientes una preocupación, sino una indignación. No hay derecho a lo que algunos han hecho. Ni a lo que siguen haciendo.
Es un sentimiento muy compartido.

Aunque la diferencia de uno de nosotros ante ese sentimiento es que al estar identificados con el Evangelio tenemos especial cuidado con extremar los aspectos animalescos de la indignación, porque ésta prende de un modo muy fácil. La reacción humana de furia tigresca te sale, pero debemos controlarla. La furia es la raíz de los movimientos populistas que están tomando presencia y fuerza en nuestros días. Yo estoy indignado con ciertas cosas de lo que veo, pero cuido cómo lo expreso. Para mí, después de Jesús, Gandhi es el referente. Un gran maestro en el autodominio y la no violencia. Sus palabras parecen bajadas del cielo.

Lo de Gandhi fue una revolución.

Sí, pero de un modo distinto a las que conocemos en Occidente. Las revoluciones occidentales han conseguido muy poco, aunque parezca lo contrario. Dejan demasiada sangre por el camino para nada. Creo que es mejor la evolución que la revolución. Me gusta aquello que dijo Benedicto XVI: "Debemos tener paciencia histórica".

¿Más?

Toda la posible. Los hombres, cuando ocurre algún fenómeno social adverso, nos indignamos y quisiéramos tirarlo todo al suelo. Es muy importante transmitir este mensaje en momentos de tensión social: controlemos nuestras reacciones y busquemos alternativas. Todos estamos metidos en la misma jaula y nadie está libre de culpa. Algunos que, por ejemplo, tanto critican a los políticos corruptos evaden el IVA en cuanto pueden. Todos, de algún modo, estamos pringaos. Quién no ha cometido alguna injusticia. Como dijo Gandhi: "Sé tú el cambio que quieras ver en los demás".

¿El Papa Francisco es un revolucionario?

No lo expresaría así. Cada Papa tiene su personalidad, como cada uno de los directores de EL MUNDO tiene la suya. Estoy encantado con este Papa. Es un hombre evangélico que ha sabido bajar a la arena escuchando a la gente sencilla. Eso le ha dado una escuela que no tenemos los que no hemos andado ahí. Me gusta la manera que tiene de sacudirnos a los católicos para que espabilemos. Eso no lo han hecho igual otros Papas. Es valiente, más en un momento en el que cuando nos llaman la atención sacamos la pistola.

Denuncia los abusos del capitalismo, pide repensar el papel de la mujer en la Iglesia o promueve un acercamiento de la Iglesia a los homosexuales.

Así es. Son frentes nuevos. La homosexualidad existe desde que el hombre está aquí, pero hasta no hace mucho era algo oculto, desconocido y perseguido. Una cosa es estar de acuerdo con su comportamiento y otra muy distinta no respetarlo. El Papa Francisco no se inventa nada, todo lo que dice está ya en el Evangelio. No imagino a Jesús fustigando o condenando a los homosexuales. Les diría también las verdades, pero los acogería. Además, qué homosexual se inventa su condición de homosexual. ¡Ninguno! Eso es algo que uno se encuentra, no se construye. Así que debemos respeto, lo que no quiere decir que se aprueben determinadas actitudes. El tema es delicado y hay quien ha sufrido mucho con este asunto. Por eso también es importante tener un alto sentido de acogida y de misericordia. Incluso desde el desacuerdo.

Pues ya tiene usted algo en común con Pablo Iglesias: la admiración a Bergoglio.

Ya me gustaría a mí hablar con Pablo Iglesias.

¿Y eso?

Porque conviene que alguien le diga que reflexione sobre la línea política que ha escogido. Y eso que en algunas cosas entiendo y atiendo a lo que propone.

¿Qué línea política es esa?

Una muy exagerada desde la que no vamos a lograr lo que conviene lograr. Es muy extralimitado y percibo en él cierta violencia, animadversión y odio de clase. Preferencia por la gente sencilla y los pobres, perfecto, pero no hay que machacar porque sí a los ricos. Pablo Iglesias no va por buen camino. Me gustaría que fuese un político más sensato. Para qué repetir la historia.

¿Y con Pedro Sánchez no le interesa sentarse a hablar?

Bueno, he visto lo del congreso socialista unos 15 minutillos diarios. A mí me interesan las bases éticas y morales de los partidos. No me meto en más.

Ha hablado antes de populismo...

Es que un verdadero monje no puede prescindir de los dolores que hay fuera de su monasterio.

¿Y el populismo es un dolor?

Es inquietante.

¿Y cómo entiende este galope del mundo tecnificado, urgente, hiperconectado?

Vivimos en una época muy compleja. La inmensa mayoría de la gente no tiene conciencia clara de lo que está sucediendo. De esto ya habló mejor que yo Zygmunt Bauman, entre otros. No llegamos al fondo de la complejidad de la que formamos parte. Todo, absolutamente todo, está en crisis.

¿También la Iglesia?

Sufrimos la misma crisis que todas las instituciones. Dentro de la Iglesia tienes las mismas corrientes y tensiones que se dan fuera. Miremos lo que sucede en Europa, construida sobre tres bases: el judeocristianismo, el Derecho Romano y la filosofía griega. Al alejarse de ellas la fragilidad es alarmante. En el fondo de muchos ciudadanos hay una mezcla de ansiedad, vacío y desconcierto. No estamos serenos. El hombre necesita certezas, aunque sean falsas. Al menos creer en algo. Pero en un momento como el de ahora casi nada es seguro. La vida nos golpea constantemente y hemos perdido demasiados valores por el camino. El monasterio es una escuela para conocer en toda su intensidad al ser humano. Aquí vivimos en comunidad toda la vida. Por decirlo de un modo exagerado, esto es un Gran Hermano a lo bestia.

¿?

Con diferencias sustanciales, evidentemente.

¿Qué relación tiene con la duda?

El hombre es duda.

Pues hoy abundan las verdades absolutas.

Y el relativismo voraz. Ahora no son los curas los que hablan en términos absolutos, sino los políticos y los economistas. Es curioso. Sí creo en alguna verdad absoluta, pero entiendo que tenga una cierta dosis relativa. En este mundo, fuera de los números, no hay nada cierto.

¿Ni Dios?

Hablo desde un punto de vista de ciudadanía. Para mí es una certeza, pero toda certeza integra la duda. El que no haya experimentado a Dios lo tendrá muy difícil en muchas cosas.

¿Cómo explica que algunos creyentes recen por la paz y otros, igual de creyentes, recen por ganar la guerra?

Un verdadero creyente no puede ser partidario de la guerra. No hay guerra justa. Eso es un concepto confuso. Aunque entiendo que si te invaden algo tendrás que hacer.

¿Qué cosas le preocupan?

Muchas. Demasiadas. Pero hay dos que hoy nos interpelan a todos: el terrorismo islamista (que usa a Dios como excusa) y los nacionalismos.

Dos formas de revancha.

Los monjes no entramos en política como tal. Juzgamos desde los grandes valores. Pero me preocupa que una región española pueda equivocarse y arrastrar a la gente al sufrimiento. Quisiera que los independentistas de Cataluña se paren a pensar. Su problema es la ceguera. ¿Quién los frena ahora? No creo que sea ningún disparate apuntar que un día España pueda ser más federal, pero de ahí a querer una ruptura total hay un salto difícil. Sería lanzarse al abismo sin paracaídas.

¿Sabe que el Banco de España advierte de que la banca no devolverá 60.000 millones de dinero público del total que el Estado prestó para su rescate?

En eso me pillas con el pie cambiado. Yo de asuntos de economía...

Pero no sólo es economía.

Pues claro que no voy a bendecir algo así. ¿Qué pienso del asunto? Que estamos ante otro fiasco. Otro mal comportamiento. Otra falta de ética.

¿Se imagina fuera de este monasterio?

Llevo aquí 51 años. Para mí es impensable. Estoy muy identificado con esta vida. Es un privilegio. Sólo pensarme fuera del monasterio me provoca mareos.

¿Por qué pierde la Iglesia tantos seguidores?

No es un fenómeno sólo español, sino que afecta a toda Europa. La crisis, en todos los sentidos (sociales y espirituales), tiene mucho que ver. Pero Europa regresará un día a sus raíces, a sus grandes valores. Y volveremos a hacerlos nuestros. Yo no encuentro una fuente de sentido mayor que la que ofrece Jesús de Nazaret. Seguirlo es un camino de madurez humana. Los monjes, como dijo San Benito, somos buscadores de Dios. Porque a Dios hay que buscarlo, no es un ser evidente.

¿Existen los santos?

Los he conocido y los conozco, así que existen. Aquí, en el monasterio, tenemos un hermano de más de 90 años que es para muchos de nosotros un referente. Es decir, un santo.

¿Se permite usted dudar?

No me permitiría no hacerlo.

domingo, 11 de junio de 2017

El síndrome del profesor quemado

(En este artículo se ofrece una versión ridícula y muy superficial del problema, pero al menos lo aborda)

Cristina Galafate, "Estrés y ansiedad entre los docentes", El Mundo, hoy:

Más de la mitad del profesorado vive con tensión los conflictos y no puede desarrollar su tarea con normalidad. La fotografía subida de tono del profesor J. R. B. estuvo circulando por grupos de WhatsApp y redes sociales durante varios días hasta que llegó a empapelar las paredes del instituto donde el protagonista daba clase. Nunca se supo quién fue responsable de colgarla, pero gran parte del alumnado e incluso algunos padres ya incorporados a las nuevas tecnologías contribuyeron a su difusión. La situación en los siguientes meses en el instituto madrileño fue tan insostenible que J. R. B. fue dado de baja y después se procedió a su traslado.

Según el Defensor del Profesor, Jesús Niño, los casos de 'ciberacoso' han aumentado un 10% en el último curso y son los más numerosos, junto a las faltas de respeto y los problemas de conducta en las aulas. El insulto, la amenaza y la intimidación cuentan además con la pantalla del ordenador, la tableta o el teléfono móvil como sofisticado estilete ofensivo. 

El coordinador nacional de este servicio creado por el sindicato ANPE (Asociación Nacional de Profesionales de la Enseñanza) en 2005 recuerda, por ejemplo, los 'e-mails' en tono amenazador del padre de un alumno a un compañero que pidió la ayuda del organismo por vía telefónica: «He recibido una respuesta incluso peor que la anterior. En 20 años de profesión nunca me había pasado nada parecido. (...) ¿Puedo llevar los correos a la Policía?».

«Las Tecnologías de la Información y la Comunicación son las herramientas que se han utilizado, en ciertas situaciones, para generar el resto de problemas. En un 19% de los sucesos atendidos se señalaban las redes sociales como herramienta de acoso y agresión», indica Niño. 

Lo que antes se circunscribía al ámbito educativo y se situaba en un espacio y tiempo determinados se extiende a cualquier lugar y momento del día. «Ahora el docente puede estar fuera de su horario lectivo, lejos de su lugar de trabajo y, sin embargo, continuar siendo víctima de vejaciones», asevera Niño.

Aunque esta tipología aumenta en Educación Primaria, es especialmente significativa en la ESO y, en ocasiones, se hace difícil el control del uso de la tecnología en las aulas. Sin duda, opina el Defensor del Profesor, la figura del docente ha perdido autoridad. 

«Conviene recordar el cambio social en relación con el papel de la escuela, que ha pasado de ser un lugar de aprendizaje respetado a un espacio donde se manifiestan insatisfacciones y controversias. Ambos aspectos producen en el profesorado un notable desgaste, contribuyendo a la aparición de ciertas alteraciones emocionales, como la ansiedad o la depresión».

Más de la mitad del profesorado vive con tensión los conflictos y prácticamente un tercio no puede desarrollar su tarea con normalidad, recoge ANPE en su último informe.

Datos y cifras aparte y al margen de la intensidad y gravedad de las agresiones, Jesús Niño califica el hecho de que estos acontecimientos se estén produciendo como «grave». Elevados picos de ansiedad y estrés, un sentimiento de baja realización personal, agotamiento emocional, trato distante con los alumnos y descenso del estado de ánimo son algunas de las señales del 'profesor quemado', indica David Lanzas, psicólogo de Álava Reyes.

«Siempre que haya violencia, habrá que denunciarlo a los responsables del centro para que se tomen las medidas oportunas. Quizá necesitemos aprender estrategias para manejar las problemáticas por las que estamos pasando. Tanto para disponer de ellas como para efectuar una buena evaluación de las alternativas y un análisis de consecuencias ajustado, sería bueno acudir a terapia».

En otro centro se ha abierto expediente a un alumno de 4º de la ESO que ha colgado un vídeo en internet ridiculizando a dos docentes. Mientras se decide el castigo, pasan los días y estas profesoras deben lidiar con el alumno sin que el muchacho haya visto las consecuencias de su conducta. «No se debe entrar a dialogar en el momento de ira o pico de violencia, ya que en este momento la emoción está disparada y no atendemos a razones; además, el alumno puede ponerse a la defensiva y aumentar la violencia».

viernes, 26 de mayo de 2017

Evitar el estrés en el trabajo

Victoria Nadal, "Cómo evitar que la presión en el trabajo se convierta en estrés", 26-V-2017:

La clave está en romper el circulo vicioso de la rumiación: conseguir dejar de preocuparte constantemente por eventos pasados o futuros

El estrés ya causa una de cada cuatro bajas en el trabajo y, junto con la ansiedad y la depresión, parece haberse convertido en la nueva epidemia laboral. Tener un trabajo exigente y sentir que tienes pocos recursos para afrontarlo es uno de los escenarios principales donde nace el estrés. Pero las personas también se angustian cuando se les acumulan las tareas, tienen que tomar decisiones difíciles o encadenan proyectos sin descansar lo suficiente. En estas situaciones, lo que pasa es que los trabajadores han convertido la presión laboral en estrés, pero tiene solución. Hay formas de conseguir que la presión juegue a nuestro favor y nos lleve a ser más productivos.

Es clave entender que el estrés no depende objetivamente de las cosas que te pasen o de personas externas, sino de cómo reaccionas ante estas circunstancias. En el trabajo, muchos empleados culpan de su ansiedad a su jefe, a sus tareas, a las fechas límite... Pero varias personas que se enfrentan a lo mismo consiguen gestionar la presión de forma diferente. Lo que para uno es insoportable para otro puede ser un motivo para crecer.

Es clave entender que el estrés no depende objetivamente de las cosas que te pasen o de personas externas, sino de cómo reaccionas ante estas circunstancias.

¿De qué depende esto? Básicamente de lo que pienses sobre lo que te está pasando: puedes percibirlo como un reto o como una amenaza. Así lo entiende Elisa Sánchez, psicóloga laboral. "Hay personas que en los momentos de presión ven oportunidades para demostrar lo que saben y poner en marcha sus capacidades de afrontar de forma eficiente lo que les está pasando", explica. También hay varios factores que influyen en tus pensamientos, como la autoestima y la seguridad que tengas en ti mismo.

Entonces que tener presión en el trabajo sea algo negativo o no dependerá de cómo la gestiones y pienses sobre ella. Te puede motivar y ayudar a concentrarte. "Yo es que trabajo mejor bajo presión". Pues eso. El problema viene cuando sientes que no tienes herramientas para hacer frente a todo lo que te piden: ahí es cuando se convierte en estrés, sobre todo cuando las peticiones son muy exigentes, se prolongan mucho en el tiempo o son muy frecuentes.

Y la guinda del pastel la pone la rumiación, la tendencia a pensar en eventos pasados o futuros ligando emociones negativas a estos pensamientos. Obviamente, es necesario hacer planes de futuro y repasar lecciones ya aprendidas, pero lo ideal es hacerlo desde un punto de vista analítico, en un proceso corto y positivo en la medida de lo posible. La rumiación es destructiva, daña la salud, la productividad y el bienestar. "La gente que está preocupada de forma crónica tiene más problemas coronarios y un sistema inmunológico más débil", explica Nicholas Petrie, que trabaja con CEOs y sus equipos para desarrollar estrategias de resiliencia. También se ven afectados lo que los expertos denominan "órganos diana": las partes del cuerpo de las que somos genéticamente más sensibles, a unas personas le afectará el sistema cardiovascular y a otras, el digestivo o la piel.

Para intentar romper con este círculo vicioso presión-estrés-rumiación-nopuedocontodo, los expertos aconsejan revisar las exigencias externas y en especial las autoexigencias —a veces nos imponemos una presión desmedida—. También hay que mejorar las habilidades profesionales necesarias para estar seguro de que dominas las competencias clave de tu puesto y que eso no es una fuente de inseguridad y tensión. Nuestra psicóloga Elisa Sánchez explica que "es necesario gestionar las emociones y trabajar la comunicación, aprender a ser asertivo, a decir que no a determinadas peticiones, delegar y pedir ayuda".

martes, 9 de mayo de 2017

La enfermedad como lucha

LUCÍA ETXEBARRIA Un enfermo no es un soldado, en El Periódico de Cataluña, 9 de abril de 2017:

En los últimos tiempos me he especializado en impartir talleres de grafoterapia.

"Escribir sirve para estimular la protección inmunológica, relajar y mejorar la calidad del sueño, ayudar a controlar la presión arterial y reducir el consumo de alcohol y fármacos. Además, reordena el pensamiento, promueve la conexión con los otros y disminuye las crisis depresivas. Parece mágico". Son palabras de James Pennebaker, psicólogo de la Universidad de Texas, que estudia los beneficios de la escritura terapéutica desde hace más de tres décadas.

Escribir cicatriza las heridas espirituales: Pennebaker se trasladó a Madrid tras las bombas de la estación de Atocha y trabajó en la escritura terapéutica con víctimas del atentado. En el 2009 publicó sus conclusiones: "La confrontación de hechos traumáticos mediante expresión escrita, tiene efectos positivos sustanciales".

Pero escribir cicatriza también las heridas físicas: Elizabeth Broadbent, de la Universidad de Auckland, asevera que la escritura funciona como cicatrizante

De momento, se ha realizado un estudio con 49 participantes a los que se les practicó una biopsia que les dejó una herida en el brazo y a los que se les pidió que escribieran durante 20 minutos al día.

Los investigadores fotografiaron sus lesiones hasta que curaron. Una mitad relataba en un papel sus pensamientos, experiencias traumáticas y emociones. La otra mitad escribía sobre sus planes del día evitando mencionar aspectos sentimentales.

A los 11 días, a un 76,2% de integrantes del primer grupo se les había curado la herida. Frente al 42,1% del segundo.

Escribir también ayuda a comunicarse con familiares y amigos, a asumir el duelo y la perdida. Incluso a moderar el dolor, porque el dolor depende de la percepción, y es más fácil de sobrellevar si se percibe con calma.

Pero escribir no cura el cáncer. La actitud no cura el cáncer. Ninguna palabra cura el cáncer. Tenemos que tener mucho cuidado con las palabras. Por ejemplo: tenemos que tener cuidado con la palabra 'luchador'. Cuando decimos "una luchadora contra el cáncer" o "la batalla contra el cáncer".

Se está poniendo últimamente de moda convertir a los enfermos en luchadores. Depositando en ellos y ellas toda la responsabilidad para curarse. Ocultando que para curarse de una enfermedad nada es más influyente que la inversión pública que se haga en investigación y en la calidad del sistema público de salud. Porque si llamamos "luchadores" a los enfermos, cuando la persona fallece parece que no ha luchado lo suficiente, que el responsable de perder la batalla es del propio enfermo.

Por no hablar de cuando se dice que si compras tal o cual producto, el producto invertirá en investigación contra el cáncer. Y suele ser un producto que utiliza componentes cancerígenos (compresas o tampones con blanqueantes, desodorantes con aluminio) y que invierte en investigación mucho menos de lo que invierte en la propia campaña de promoción del producto.

Es perverso. El enfermo no se cura solo con su actitud. Se cura con atención médica. Y si no se cura, nunca será, jamás, porque no puso de su parte.

Nuestro sistema está obsesionado con convertirlo todo en fracasos o éxitos individuales. Por eso parece que luchar es suficiente para curarse. Pero no lo es. La actitud cuenta, por supuesto, pero una enfermedad es arbitraria y azarosa, nadie la elige. La curación no depende de una lucha o un lacito sino de un diagnóstico a tiempo, de un buen tratamiento, de un buen equipo médico, de que se gaste dinero público en investigación.

Mientras escribo esto mi cuñada, en Estados Unidos, lleva meses esperando que le den hora para operarle de un cáncer, en una agonía de dolor. Después de pagar durante años un carísimo seguro médico. Y si no lo hubiera pagado habría fallecido, sin más. Ese es el sistema que quieren implantar aquí.

Por eso en lugar de exigirle a las personas enfermas que "luchen", deberíamos luchar todos porque no implanten aquí el sistema de salud norteamericano.

Porque nadie sale airoso de un cáncer luchando como si fuera un atleta olímpico. Porque nadie tiene un buen día solo sonriendo como recomienda el cuqui de Mr. Wonderful. Y porque nadie se hace a sí mismo, que es la frase preferida del sueño americano, de la insolidaridad, del neoliberalismo, del individualismo y de los narcisistas.

Porque todos nos hacemos unos a otros.

miércoles, 19 de abril de 2017

Formas de no procastinar

M. Victoria S. Nadal, "Productividad. Cómo combatir la procrastinación", en Huffington Post, 19-IV-2017:

Te explicamos por qué ordenar tu escritorio te parece una idea divertidísima justo cuando tienes que ponerte a trabajar y cómo evitarlo

Desde hace unos años alguien popularizó el término procrastinar para dar nombre a eso de dejar para después lo que puedes hacer ahora y se ha convertido en uno de los más escuchados en los temas de productividad y coaching —fue una de las palabras más buscadas en la RAE en 2016—. Es la muerte de los freelance, una de las principales luchas cuando no tienes jefe ni nadie a quien rendir cuentas pero sí plazos que cumplir.

Algunos aseguran que aplazar las tareas puede ayudar a la creatividad. Pero los expertos explican que sentir que tienes que hacer algo y ser incapaz de ponerte a ello es una fuente importante de ansiedad en el trabajo. Aunque aún no se ha identificado como un problema grave, detrás de alguien que procrastina se encuentra el miedo al fracaso, a hacerte responsable de las consecuencias de tus decisiones y hasta problemas de salud como insomino, gástricos y todos los derivados del estrés. Recopilamos ocho tips para dejar de procrastinar y acabar con uno de los principales enemigos de tu productividad.

Aplica la regla de los dos minutos

Es muy simple: si la próxima tarea puedes hacerla en dos minutos o menos —quien dice dos, dice tres, cinco o diez—, hazla ya, aunque no sea urgente o prioritaria. Quítatela de encima. Esta regla aparece en el libro Getting things done del gurú David Allen y forma parte de uno de los métodos de gestión de actividades más populares. Te ayuda a tachar tareas de tu lista y a empezar por hacer las cosas sencillas y coger ritmo. Recuerda: si hacer la tarea te lleva menos tiempo que planificarla, hazla; si no, aplázala.

Evita las distracciones

Esta parece obvia pero es imprescindible. ¿Quién no se ha entretenido actualizando Facebook o abriendo y cerrando la nevera cada dos segundos? O: "Me encantaría empezar ya a contestar correos pero estoy ocupadísima reorganizando el escritorio". Si te pueden las redes sociales, hay dispositivos como Saent que te ayudan a silenciar las notificaciones mientras trabajas. Si eres freelance, plantéate seriamente unirte a un sitio de coworking —sin tele ni cocina—. También hay dispositivos como el Fidget Cube —un cubo para apretar y clicar botoncitos y ruedas que no activan nada, solo por el placer de hacerlo— que te ayudan a entretener a la parte de tu cerebro que se aburre y permite que las partes importantes estén concentradas.

Haz mindfulness

Para ayudarte con el punto anterior, dale al mindfulness. Practicar esta técnica que te ayuda a concentrarte en el momento presente ayudará a que tu mente se centre en una sola tarea, evitando el multitasking (estar haciendo muchas cosas a la vez).

Haz las cosas de una en una

Los expertos señalan que la sensación de control es fundamental para no sentirse abrumado y desbordado. "Es habitual que los procrastinadores tengan la sensación de no saber por dónde empezar", explica Diana Navarro, psicóloga laboral. "Por eso es muy importante dividir las tareas grandes e inabarcables en pequeñas y asequibles". Navarro asegura que lo más útil es empezar a hacer algo, lo que sea que esté relacionado con nuestro objetivo, y es mucho más fácil si las tareas parecen manejables.

Fija plazos inaplazables

Los procrastinadores se caracterizan por disfrutar del placer de la recompensa inmediata, lo que les lleva a posponer las responsabilidades hasta el último momento. Dicen que les gusta trabajar bajo presión —deja de mentirte a ti mismo— y que rinden más cuando se acerca el plazo final. Por eso es buena idea autoimponerse fechas límite y convencerse de que son improrrogables. Si no tienes una fecha definida, todo se diluye y se vuelve abstracto en nuestra mente y corres el riesgo de "dejarlo para más tarde" por siempre jamás.

Terminado es mejor que perfecto

Insistir en mejorar algo puede llevarte a estancarte. Es más recomendable que dejes varias tareas al 80% que centrarte en terminar una al 100%. Tu percepción es muy distinta cuando sientes que tienes tres tareas bien hechas que cuando sientes que tienes una perfecta y dos sin empezar. En ese caso, aumenta tu nivel de estrés y tienes la sensación de estar más al límite. La también psicóloga laboral Elisa Sánchez advierte de no sucumbir a la Ley de Parkinson, que dice que "todo el trabajo se dilata indefinidamente hasta completar todo el tiempo disponible para su completa realización". Es decir, no ocupes una tarde entera en hacer una tarea que podrías hacer en dos horas si solo tuvieras dos horas. 

Gestiona tu energía, no tu tiempo

Deja de comprarte agendas —¿cuántas tienes que no pasaron de febrero?—. No porque tengas más herramientas para organizarte rindes más: sólo estarás ordenando mejor todas las tareas que estás dejando para después. Gestiona tu energía para aprovechar tu tiempo de forma realista. Es decir, localiza los momentos del día en que rindes más y te sientes despierto e inquieto, empieza por las tareas más difíciles: Sánchez recomienda programar las tareas que requieren más concentración en tus horas más productivas e ir revisando si cumples con los plazos para cada pequeña labor.

Deja de leer listas

Y ponte a trabajar.

¡¿Por qué?!

Aunque intentemos engañarnos a nosotros mismos con la idea de que trabajamos mejor bajo presión, lo cierto es que hay otros muchos motivos mentales y emocionales que nos impiden ponernos a hacer las tareas con tiempo. La psicóloga laboral Elisa Sánchez destaca puntos como que la tarea no está alineada con los objetivos —no sabes muy bien por qué tienes que hacerla— o no percibimos la ventaja de realizarla y por esto nuestra motivación disminuye.

Querer hacer varias cosas a la vez tampoco nos ayuda a concentrarnos y los bloqueos emocionales, como el miedo al fracaso, un perfeccionismo excesivo o baja autoconfianza son otras causas "muy frecuentes, pero no siempre conscientes", explica Sánchez. Si a esto le unimos mecanismos mentales como el efecto Zeigarnik —la tendencia a recordar tareas inacabadas o interrumpidas con mayor facilidad que las que han sido completadas—, no habrá fuerza en este mundo que nos haga ponernos a trabajar. 

Pero uno de los lastres que más pueden perjudicar, sobre todo en situaciones urgentes o importantes, son los aprendizajes pasados. Según Sánchez, es mucho más fácil seguir posponiendo tareas si este mecanismo nos ha sido útil en ocasiones anteriores. Por ejemplo, si no has terminado tus tareas a tiempo y finalmente no se necesitaban o las ha hecho otra persona. "En esos casos intuimos o sabemos que no es tan importante hacerlo. Hay que tener cuidado con esta valoración porque es muy fácil que nos equivoquemos", concluye Sánchez.