jueves, 6 de septiembre de 2012
Mapa del poder informativo en España
jueves, 17 de marzo de 2011
Tatemae y Honne
domingo, 6 de marzo de 2011
El asesinato de Vicente Marco
domingo, 2 de enero de 2011
El Yunque e Intereconomía
jueves, 15 de abril de 2010
el presunto control de la renta de los polítcos, una mentira más entre muchas
El País, 13 del corriente:
"A cuenta de las acusaciones contra José Bono y el intento del PP de subirse a ese carro para hacer ruido, resurge muy por debajo el debate sobre el control y la transparencia de los diputados. Y más concretamente sobre la inutilidad de trámites como la declaración de patrimonio que deben hacer todos los parlamentarios al asumir el escaño y al dejarlo. Esa declaración es secreta, nadie tiene acceso a ella y está depositada en el Registro del Congreso. Como nadie la ve, nadie puede comprobar si los datos han sido falseados o si son veraces o si hay omisiones. Incluso, si hubiera denuncia de parte, la Cámara no tiene establecido ningún mecanismo de control de veracidad de lo que allí se hace constar. En este caso concreto, los cuatro miembros del PP de la Mesa del Congreso pidieron el martes que la Comisión del Estatuto del Diputado cotejara la declaración secreta de Bono con su escrito a la Fiscalía y no lo lograron porque no existe ese mecanismo en el Reglamento de
viernes, 26 de marzo de 2010
Dimisión o cárcel para el papa.
Juan G. Bedoya, "Una bancarrota moral", El País, 26-III-2010:
El teólogo Karlheinz Deschner, católico en tiempos, empezó en 1970 a escribir en Alemania la Historia Criminal del Cristianismo, proyectada para 10 volúmenes, de los que han aparecido nueve. Tendrá que ampliar el relato, si la jerarquía romana no toma por los cuernos su actual crisis de moralidad. Hasta ahora, Deschner ha descrito los métodos de delincuencia en el comercio y las finanzas, en la educación, en la propagación de la ignorancia y la superstición, o en la explotación de una moralidad sexual disparatada.
En 1971 fue acusado de difamar a la Iglesia católica. Ganó el proceso. Hoy se estará regocijando, tras documentarse sin ningún género de dudas de que la Iglesia católica ha encubierto durante décadas a clérigos pederastas y maltratadores.
Lo que ahora publica The New York Times sobre la implicación del papa Ratzinger en tanto encubrimiento era un secreto a voces, con testimonio documental. Se trata de una carta que el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio de la Inquisición) mandó en 2001 a los obispos de Estados Unidos exigiéndoles secreto sobre las investigaciones que involucraban a sacerdotes en abusos sexuales. Exigía, además, que todas las pesquisas "preliminares" hechas por eclesiásticos fuesen enviadas a su oficina en el Vaticano. Esta escandalosa misiva ya fue usada en un juicio contra una iglesia de Tejas y contra el propio Ratzinger, por obstrucción a la justicia.
En cualquier organización esta oleada de escándalos serían percibidos como una bancarrota moral. La Iglesia católica es distinta. Siempre encuentra motivaciones ajenas al asunto principal. Se ha podido leer estos días a cuento de los abusos producidos en Alemania. Un prelado incluso acudió a la matemática. De los 210.000 casos de abusos denunciados en ese país desde 1995, sólo 94 afectan a personas de la Iglesia católica. Como el porcentaje que sale es de un 0,044, la jerarquía apela a una disculpa sucia: "El anticlericalismo de los medios de comunicación".
Detrás de este tipo de justificaciones se alza la idea de que la Iglesia cristiana sigue siendo una Sociedad Perfecta (así la definió el BOE español en 1953), por encima de códigos y de castigos en la Tierra. Sus jerarquías, por tanto, estarían sometidas a una ley superior y, en todo caso, al Derecho Canónico. Los abusos sexuales serían en ese contexto sólo un pecado, no un delito. Bastaría con confesarlos y arrepentirse, para dejarlos atrás.
jueves, 18 de marzo de 2010
El Mundo está endeudado hasta las cejas y los estadounidenses compran el periódico El País y PRISA en general
lunes, 22 de febrero de 2010
Noticias
Me entero de que van a despedir a casi la mitad de los redactores de La Tribuna (Ciudad Real), y es otra pena y calamidad tristísima, que importa más que los sempiternos escándalos municipales varios que reproducen, a escala menor e intrahistórica, en el fondo cenagoso y abisal, la podredumbre que sobrenada en el océano de España, donde no se han purgado las miserias de cuarenta años de franquismo, sino que han continuado y proseguido con una frescura pestilencial que da grima, incluso entre los mismos que presuntamente la combaten y que no han hecho sino remedar lo que tanto atacaban; y Antonio Algora, un sociólogo maño que nos han dado por obispo, no dice nada, o más bien no se le oye, cuando por lo regular dice cosas meditadas y con sentido, aunque según los criterios consabidos; en vez de pastorales debería escribir un blog, le harían más caso.
domingo, 21 de febrero de 2010
Periódicos
viernes, 29 de enero de 2010
Sobre la opinión
Una opinión no es delito
mientras queda en opinión,
ni muda su condición
ser hablada o por escrito.
Obra solo en su distrito,
que es el del entendimiento ;
si forma el convencimiento,
la culpa es de la verdad;
y si no, su falsedad
cede a un mejor argumento.
Luego comenta Mejía a propósito del monarca que tanto le escocía:
"A todo esto responde Fernando con facilidad y de un modo que no admite replica que lo prendan, que lo ahorquen... razones que no se pueden levantar, mientras reúna la fuerza y la soberanía a su voluntad"
sábado, 17 de octubre de 2009
Andrés Montes
Hay algunas personas que constituyen por sí solas un género literario: Francisco Umbral, Lola Flores, Jorge Luis Borges y, ahora, Andés Montes, quien no sólo se nos ha fallecido, sino que se ha dado de baja en la tele. La labia legendaria de este lechero café y semicubano comentador, que no comentarista televisivo de los épicos partidos de baloncesto entre negratas, blanquitos y mulatos, tenían el sello de lo irrepetible y el barrio aroma de la más profunda cultura popular; me lo figuro ahora llamando a la puerta del cielo, diciendo "¡Wilma, ábreme la puerta!" Creo que San Pedro ad vincula dejará sus cadenas y se la abrirá gustosamente y, encima, le pedirá que retransmita los partidos de las canchas celestes, celebrados con pelotas planetarias que se encestan en anillos saturnales. Allí estará, con su yulcalva, su pajarita de fuego, sus gafotas de veedor ministerial, transformado en un signo él mismo, que tan literario era.
Tal y como dijo Romay, aunque no exactamente, el mundo es un poco más triste sin él.
martes, 29 de septiembre de 2009
Las malditas ganas de escribir
Son insoportables las ganas de escribir que uno tiene; podría estarse escribiendo día y noche. A veces parece que es imposible reflexionar si no se escribe, si no se pone uno a teclear, a disociarse de sí mismo sobre el teclado, a proyectarse, a vomitar una serie de ideas para cribarlas, corregirlas, atarlas y ordenarlas. La escritura se convierte así en una revelación, en un modo de autodescubrirse, de autoconocerse, en una introspección, pero también en una autoafirmación.
Hoy ha salido un, como en estos tiempos se dice, sintomático artículo sobre educación; se ve que la realidad está enferma, aunque no termina todavía de morirse; desde el siglo XIX vengo viendo estos usos del lenguaje medicinal en los periódicos, que vienen desde el regeneracionismo a su opuesto, la corrupción; como siempre, el artículo está visto desde arriba abajo y de afuera adentro, que es la única manera en que parece concebirse todo por parte del estado y de sus increibles y diarreicos políticos y periodistas. Leo con interés no estos artículos, sino los comentarios de la gente, que siempre son más creíbles por más que estén mediatizados por la censura impuesta interesadamente por periodistas cagones y sin cojones, como los italianos. Esos comentarios, no faltaba más, no pasan a la memoria del periódico, y son purgados de los arvhivos históricos pese a su indudable interés antropológico para la historia de las mentalidades y para la verdad a secas. Se habla de un nuevo pacto para la educación; a buenas horas mangas verdes, ¡qué increíbles son estas irritantes ladillas de la "demo"cracia! Usted vote lo que quiera, que ellos harán lo que les dé la gana. Enviaría a todos estos hipócritas al seminario, que es de donde han salido la mayoría de estos actores malos; allí aprenderían verdadera hipocresía, y por lo menos lo harían mejor y sería casi imposible distinguir la cara de la careta. Estos periodistas son capaces de sacarle la mala leche a una oruga.
viernes, 24 de julio de 2009
Vidéame, no me leas
Significativo. Leo, o intento leer varias entrevistas importantes en El Mundo, y me tropiezo siempre con lo mismo: que están en vídeo y no han sido transcritas a texto. Y una de ellas, qué risa, es "El autor del Farehheit 451 reivindica el mundo del papel". Pero yo no quiero oír la voz de Bradbury, al que no llaman Bradbury, sino por una perífrasis para ignorantes, me interesan sus ideas y poder escoger la parte de la información que más me interesa, poder administrar mi tiempo y mi pensamiento... Cosas que el vídeo no me permite.
"El Mundo" está cambiando, pero a mal.
viernes, 15 de agosto de 2008
Miserias periodísticas
"Me gustaría ser mileurista"
Toni Martínez 15/08/2008
Amalia Provenice tiene 53 años y es periodista. Está casada y tiene tres hijos. Dos de ellos ya van a la universidad. "Son un desastre", dice cariñosamente. La carrera profesional de Amalia Provenice se caracteriza por la estabilidad: "Llevo 32 años como becaria. Dentro de poco me jubilo". Provenice tiene un deseo: "Antes de jubilarme, me gustaría saber qué se siente al ser mileurista".
-Está chunga la profesión.
-Eso dicen algunos. Yo, la verdad, la he conocido siempre igual. Es posible que en algún momento de la historia fuera de otra manera, pero yo la he visto siempre así.
-¿Cómo empezaste en esto?
-Tengo un vago recuerdo. Un verano me contrataron para hacer prácticas. Me dieron un aparato grabador, un 'cassette' y me dijeron: "Hay una reunión entre Ronald Reagan y Yuri Andropov en Islandia. Les grabas algo y vuelves".
-¿La enviaron en su primer cometido como becaria a una cumbre internacional de desarme entre Estados Unidos y la Unión Soviética?
-Sí, lógicamente, era una oportunidad. De ahí que tuviera que pagarme yo el viaje.
-Ah, se pagó usted el viaje.
-Sí, claro. Me dijeron: ve haciendo auto-stop, o en tren. Tú misma.
-Pero ahora ya eres una veterana.
-Sí, ahora ya no viajo. Veo las cosas por la tele. Es algo que ha mejorado mucho nuestra profesión: en lugar de ir a los sitios, vemos las cosas por la tele. Me pregunto quién estará realmente operando las cámaras que transmiten la señal para que los periodistas podamos contar lo que pasa en los sitios desde los bares.
-Serán becarios jóvenes.
-Quizá, sí. ¿Le cuento una historia?
-Claro.
-Hace años, pedí que me hicieran un contrato. Fui a ver al director y le dije: llevo diez años de becaria. Creo que he cumplido, pienso que la empresa sabe lo que puedo ofrecer. Mi jefe se echó a llorar.
-¡Qué sensible!
-Es que él también era becario. Y el jefe del jefe. Hasta sospechamos que el Presidente de la Compañía es becario. Va pasando el tiempo con tu contrato becario, y te dicen: "Acepta este puesto, es una oportunidad, y luego ya con el tiempo se arreglarán las cosas de los contratos". Vas ascendiendo en el escalafón de la empresa, porque claro, ¿quién rechaza ser Presidente o Consejero Delegado? Piensas: ¿para qué te vas a ir a la empresa de al lado, si ahí también son todos becarios? Y lo que pasa es que al final somos todos becarios y no nos lo confesamos. Vas a tomar un café y el camarero es becario. Vas a sacarte el pasaporte, y el policía es becario. ¡Hasta sospechamos que hay políticos becarios! Una leyenda urbana dice que Sarkozy es becario y que no sabe cómo decírselo a Carla Bruni.
-A lo mejor ella es becaria.
-Puede ser. Eso explicaría que esté con Sarkozy.
-¿A qué se dedica tu marido?
-¡Uf! Es investigador. Trabaja en el Centro Superior de Investigaciones Científicas.
-¡Como becario!
-Sí, claro. Pero quizá, ya, el año que viene, le hagan conserje. No cobrará más, pero tendrá plaza estable.
jueves, 13 de septiembre de 2007
Madeleine, o cómo mentir impunemente
La cuidada puesta en escena de los McCann
Los padres de Madeleine manejaron la crisis apoyados en sus contactos políticos y mediáticos
MIGUEL MORA / W. OPPENHEIMER - Lisboa / Londres - 13/09/2007
El caso Madeleine está abriendo una fractura entre dos aliados históricos: Reino Unido y Portugal. Donde unos ven torpeza policial, los otros ven insoportables presiones mediáticas y un papel poco claro del Gobierno británico.
Aunque Londres ha dejado claro que no tiene intenciones de interferir en la investigación policial, la opinión pública portuguesa cree que el imbatible equipo formado por el Gobierno de su majestad y los medios británicos intervino desde el primer minuto. Uno de los detonantes de esa sospecha es el papel de un funcionario llamado Clarence Mitchell, destacado por el Foreign Office a finales de mayo a Praia da Luz para asesorar a los McCann.
Clarence Mitchell es director del Media Monitoring Unit, un departamento poco conocido pero que hace un trabajo de extraordinario valor para el Gobierno Británico: rastrea los medios de todo el mundo para recolectar todas las informaciones que puedan ser de interés para el Gobierno. Incluso se está planteando rastrear los blogs más en boga, para detectar nuevas tendencias.
Cuando Mitchell llegó al Algarve a finales de mayo, el caso Madeleine ya se había convertido en una feria. El espectáculo alimentado por los padres para facilitar la búsqueda de la pequeña Maddie empezaba a fraguar en medio planeta. Con él, se elevó aun más el tono católico de la misión (Fátima, Vaticano) y el listón de la campaña de prensa, propaganda y solidaridad alcanzó niveles globales. La pareja recorrió Europa, saltó a Marruecos, voló hasta Madrid para pedir ayuda al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Gerry se entrevistó con el fiscal general de Estados Unidos, González, ya dimitido. Cargando fotos, peluches y ropas de la niña, la pareja fue bendecida por el Papa Benedicto XVI. Celebridades como J.K. Rowling, José Mourinho o David Beckham hicieron apelaciones y donativos que ayudaron a la familia a recaudar 1,4 millones de euros.
Muchos portugueses creen ahora, a la luz de las sospechas reunidas por la policía contra los McCann, que todo aquello no era más que una gigantesca cortina de humo auspiciada por los padres, dos médicos con contactos y credibilidad, respetados y con buena situación social, que se agigantó por la voracidad de los medios y por la influencia del Gobierno Británico hasta un punto sin retorno.
La impresión en Portugal es que el clima mundial de opinión generado por esa campaña político-mediática impidió a la policía investigar con calma y neutralidad. Primero, porque la ola de afecto desatada por la desaparición de Madeleine convirtió a los McCann en un símbolo intachable del sufrimiento y la angustia. Segundo, porque la exposición pública de los padres generó un goteo incesante de pistas falsas.
Los medios británicos formaron una piña con la pareja de médicos nada más producirse la desaparición. Tres días después de la denuncia, el circo estaba ya instalado junto al Ocean Club. Este diario visitó esa semana Praia da Luz; había 33 periodistas de Sky News y 18 de la BBC. Sky había tenido acceso a la noticia del secuestro antes que la policía portuguesa, según confirma una fuente policial: "Alguien del círculo de los McCann telefoneó desde el Ocean Club la noche del crimen a la delegada de Sky News en el Algarve. La llamada se produjo a las 22.11 horas. Nosotros recibimos el aviso de la desaparición media hora después, a las 22.40".
Un poco antes, a las 22.00, una vecina que luego testificó ante la policía se ofreció a llamar a la Guardia Nacional al saber que la niña no estaba. "Kate, la madre de Madeleine, le dijo que no hacía falta, que ya habían llamado ellos", dice la policía.
Esa mentira inicial, y otros testimonios contradictorios en las declaraciones de los padres y amigos que cenaron juntos aquella noche en el restaurante Tapas llamaron la atención de la policía desde el primer día. "Una historia mal contada", tituló el Diário de Noticias del día 5, cuando Maddie apenas era una más entre los miles de niños que desaparecen cada año en el mundo.
"Había muchas cosas raras", recapitula un agente. "La madre dijo a la vecina que ya nos habían llamado y no era verdad, afirmó que alguien había entrado desde fuera pero la contraventana estaba forzada desde dentro, dijeron que cada media hora iban a controlar a los niños pero los empleados del restaurante lo negaron". Para la policía, lo más sorprendente fue que la primera preocupación de los padres alertara a la prensa antes que a la propia policía. También les llamó la atención que Kate pidiera a la recepción del Ocean Club el teléfono del cura del pueblo.
Con las cámaras británicas por testigos, los McCann y sus amigos, gente del norte en un pueblo sureño, cercano a África, empezaron a criticar los métodos de la policía: que tardaran en llegar al apartamento casi una hora y que destruyeran pruebas al tomar todas las huellas con un mismo par de guantes. La policía del Algarve, un lugar muy seguro al que cada año llegan cientos de miles de turistas británicos, sabía lo que le esperaba: una víctima inglesa, sospechosos ingleses, tabloides ingleses... "Con eso siempre contamos", dice socarrón un mando regional.
Los agentes optaron por aguantar el chaparrón. No había otra, aunque sabían que algo olía muy mal en el entorno de los padres de la niña y que la estadística no suele engañar: los secuestros de niños en edificios ocupados son prácticamente inexistentes.
Junto a la tropa de periodistas, llegaron a Praia de Luz el embajador británico en Lisboa, John Buck; Shree Dodd, la primera asesora de comunicación enviada por el Foreign Office, que sería sustituida semanas después por Mitchell, y varios agentes de Scotland Yard. Buck pidió confianza en la policía. Dodd empezó a extender la consigna oficial del secuestro por el mundo. Mitchell aceleró la máquina. Surgieron los eslóganes (encuentren a Madeleine, devuélvannos a Madeleine, sabemos que está viva, no dejaremos una piedra sin levantar...), se mejoró la página web, empezaron los viajes de la fe. La fría desolación de Kate, su belleza robada por la desgracia, su extrema delgadez, empezaban a forjar la imagen de una nueva Lady Di.
Durante dos meses, la policía se vio forzada a investigar cientos de bulos. Supuestos avistamientos llegaban de todas partes. Chipre, Malta, Holanda, Grecia, Buenos Aires, Bélgica... Un día del final de mayo hubo más de 200 denuncias. Una de las más fiables pareció una ciudadana noruega que dijo haber visto a Maddie con un hombre de aspecto árabe en una gasolinera de Marrakech. Olvidó mencionar un detalle; su marido era de Leicestershire, el condado donde viven los McCann.
Poco a poco, la tensión fue bajando, el caso languideció. Los McCann habían convencido al mundo. Fue un rapto, y ya no parecía haber esperanza. Tras declarar sospechoso formal e investigar sin éxito a Robert Murat, un vecino angloportugués de Praia da Luz que trabajó como traductor para la propia policía, empezó a cobrar forma la hipótesis de la muerte de la pequeña. Scotland Yard sugirió enviar a dos perros (Eddie, de siete años, Keela de tres) especializados en detectar restos de sangre y olor a cadáver. Los spaniel, que han ayudado a resolver más de 200 crímenes en Gran Bretaña y Estados Unidos, encontraron ambas cosas: en el apartamento y en el coche alquilado por los McCann. Conclusión policial: en la casa sucedió un accidente o quizá un incidente, Madeleine murió, los padres y amigos decidieron esconder el cadáver y fingir un rapto, organizaron su coartada, engordó tanto la cortina de humo que ya no les fue posible volver atrás.
"Probablemente se asustaron, pensaron que nadie iba a entender que siendo médicos se les hubiera muerto la niña, no supieron cómo explicar que se habían ido de copas durante tres horas dejando a los niños solos", dice una fuente policial. "Además, tenían una reputación que defender".
¿Quién de ellos la tenía? Gerry McCann, el cardiólogo de la mirada de hielo, tenía una. "Nos dimos cuenta enseguida de que tenía amigos poderosos, al parecer aspiraba a un puesto importante en el ministerio de Sanidad, esperaba hacer carrera política... Eso debió pesar en su decisión", reflexiona una fuente policial.
Los ministros de Exteriores e Interior británicos han reiterado que no se trata de un caso político. El primer ministro portugués afirmó lo mismo anteayer a este diario. El caso es que algunos ciudadanos han empezado a enviar cartas y correos electrónicos a sus parlamentarios y a Downing Street para protestar por la estrecha vinculación entre Mitchell y los McCann. Los lectores del periódico electrónico Mirror.co.uk., están indignados. El sábado, un internauta escribió estas líneas: "Los McCann volverán al Reino Unido. La prensa les apoyará hasta la náusea. Las voces disidentes podrían ser ignoradas en las páginas de cartas de los periódicos y en los comentarios a sus ediciones electrónicas (lo que ya ha pasado). El público desinformado apoyará su lucha contra la policía portuguesa y los medios difamadores. Finalmente, el Gobierno ejercerá presión contra el Gobierno portugués para dejar caer el caso si no tienen pruebas concluyentes al 100% [...] Lo que puede ser fácil en este caso".
A día de hoy, Maddie sigue desaparecida. La hemos conocido, hemos visto sus fotos, su sonrisa, sus vídeos, su iris rectangular. La recordaremos mucho tiempo. ¿Conoceremos algún día la verdad? ¿Aparecerá para decir la última palabra?
martes, 24 de julio de 2007
Para que nos fiemos de la prensa
ELPAIS.com supera a elmundo.es y se coloca como líder de la prensa 'online'EL PAÍS La edición digital de este diario adelanta a su competidor en más de 300.000 lectores.
domingo, 3 de junio de 2007
Milagro
AGENCIAS - Varsovia - 03/06/2007
Un trabajador del ferrocarril polaco se despertó el pasado viernes de un coma profundo después de 19 años, cuando los médicos ya habían descartado la posibilidad de que el enfermo pudiera recuperar la consciencia, según medios polacos.
Jan Grzebski, de 65 años, vecino de la ciudad de Dzikow, sufrió en 1988 un grave accidente laboral del que se recuperó inicialmente, para caer al poco tiempo en un estado de coma profundo. Según la televisión polaca, la familia del enfermo nunca perdió la esperanza de que pudiese llevar de nuevo una vida normal y ahora, después de casi dos décadas, el milagro se ha producido.
Jan perdió el conocimiento en la Polonia comunista y ahora lo ha recuperado en una Polonia libre y democrática, ha indicado el presentador de una cadena de televisión polaca al comparar la progresión del enfermo con la de su país. Pero son muchos más los cambios que Jan deberá asimilar, principalmente de haberse dormido con cuatro hijos y despertado con once nietos.
"Cuando me quedé en coma sólo había té y vinagre en las tiendas, la carne se racionaba y en todos sitios había enormes colas para gasolina", explica Grzebski, que describe así sus recuerdos de la última etapa de la Polonia comunista. "Ahora veo a la gente por la calle con sus teléfonos móviles y hay tantas cosas en las tiendas que la cabeza me da vueltas", añadió en declaraciones al canal polaco TVN24.
Los médicos no logran explicar el caso, si bien reconocen que la recuperación de Jan se debe en parte al cuidado hospitalario y, en concreto, a la solícita entrega de Gertruda, esposa del ferroviario.
Jan ha agradecido muy emocionado ante los medios de comunicación los cuidados recibidos: "Sé que debo mucho al hospital, pero sobre todo siento un agradecimiento indecible a mi esposa, que durante esos diecinueve años no me ha abandonado ni un momento, siempre ha estado a mi lado, haciendo todo lo que necesitaba y siento que a ella le debo la vida".
En el momento del accidente, Jan Grzebski no perdió el conocimiento, pero el violento golpe que le propinó un vagón de tren le dejó prácticamente sin dentadura. Aún bajo tratamiento médico, Jan quiso reincorporarse al trabajo, pero su estado se deterioró progresivamente en pocas semanas hasta que perdió la capacidad de hablar y, poco después, todo contacto con el mundo exterior.
miércoles, 23 de mayo de 2007
Manipulación informativa
Lo de las listas de ANV, sobre todo, está convirtiéndose en un auténtico máster de cómo tomar el pelo desde el Gobierno a la resignada grey de los gobernados. A cada telediario apretamos el cinturón de los embelecos un punto más. No sólo hay que creer que Batasuna no se presenta ni poco ni mucho a las elecciones gracias a la firme diligencia gubernamental, no sólo la parte autorizada de ANV nada tiene que ver con ETA pese a los apoyos que recibe de y brinda a los proetarras, sino que según el Fiscal General hasta se ha ido demasiado lejos en el celo prohibitivo. ¡Y aún hay quien pretende encerrar a la sufrida gente abertzale en un Guantánamo electoral! Es lo que viene a explicarnos a los duros de entendederas Javier Pérez Royo en Liquidación electoral de una minoría (EL PAÍS, 19 de mayo de 2007). Con la misma elocuente vehemencia con que otrora justificóa quienes iban a las puertas de la cárcel de Guadalajara para hacer la ola a los condenados del GAL, hoy denuncia que se está intentando ante nuestros ojos nada menos que la liquidación electoral de 150.000 o 200.000 ciudadanos españoles del País Vasco a los que se priva en la práctica del derecho de sufragio. Y así será, si se les impide votar de la manera que cada uno de ellos considere individualmente apropiada y se vean obligados a ejercerlo de la manera que los demás le imponen. A esos perseguidos solamente se les deja la opción de apoyar las candidaturas de los partidos que no les gustan o de abstenerse, es decir que se les condena al limbo electoral. ¡Menudo atropello! Por lo visto, no basta que haya candidaturas nacionalistas, nacionalistas radicales o francamente independentistas. Si el público lo demanda, es imprescindible que se autoricen también otras que no se desliguen de la violencia terrorista, que apoyen la estrategia de ETA y que recauden para ella financiamiento y audiencia política, abierta o encubiertamente. El derecho fundamental de elegir debe primar sobre la condición democrática o no de lo elegido, sea lo que sea.No sé si a ustedes les pasará igual: si a mí me tomasen por tonto Habermas o Vargas Llosa, por ejemplo, lo aceptaría con resignación puesto que a su lado probablemente lo soy; pero que me consideren idiota Conde Pumpido o López Garrido, por no hablar de Pepe Blanco... vaya, es algo que le humilla a uno. Y mi impresión general es que este Gobierno ha decidido que lo mejor es tratar a la clientela levantisca como si no tuviese demasiadas luces -"¡pero qué sabrá usted!"- incluso cuando se les está intentando dar en vez de liebre ya no gato, sino rata disecada. El truco empleado es elemental aunque repetido con renovado énfasis: consiste en decir que en modo alguno se va a hacer o a consentir algo y luego hacerlo o consentirlo pero llamándolo de otro modo. Por tanto, el Gobierno nunca pactará con ETA un precio político del final de la violencia, pero ofrece una mesa política en cuanto acabe la violencia o si se suspende un rato suficientemente largo; no excarcelará a De Juana Chaos, pero se complacerá en verlo paseando fuera de la cárcel, que no es lo mismo; no absolverá de apología del terrorismo a Otegi, aunque no se extrañará de que no se le condene; no permitirá a Batasuna presentarse a las elecciones, pero autorizará decenas de listas de ANV que son "pacíficas y legales" aunque funcionen a todos los efectos como si fueran de Batasuna y por tanto parezcan de Batasuna, qué desconfiada es la gente; y por supuesto no se han reunido últimamente con los delegados etarras con fines de mercadeo, digan estos lo que digan, aunque de vez en cuando se les acerquen a buscar información, que no todo lo resuelve Google. Siguiendo así, el día que ETA pegue un tiro a alguien no se tratará de un asesinato propiamente dicho, sino todo lo más de otro afortunado que pasa a mejor vida...
...Pues fíjense, yo no me lo creo. Puede que el derecho, sea constitucional o de otro tipo, no siempre coincida punto por punto con el sentido común del lego pero tampoco es una pieza absurda como las del teatro de Ionesco. Y hay argumentaciones jurídicas que corroboran en este caso el escepticismo ante los razonamientos de Pérez Royo: remito al lector a la obra de otro catedrático de derecho, Carlos Fernández de Casadevante, La nación sin ciudadanos (ed. Dilex) cap. VIII, titulado "Ni todas las ideas, ni todos los proyectos políticos".
Pero si por un momento acepto el planteamiento de Pérez Royo, entonces yo también temo formar parte de la minoría electoral liquidada. Porque yo tampoco tengo un partido a mi gusto al que votar. Yo quisiera votar a un partido socialista con una firme posición derechazo tanto ante el terrorismo de ETA como ante sus pretensiones políticas, un partido socialista que se atuviese al espíritu y la letra del Pacto Antiterrorista tal como fue redactado en su día, un partido socialista que buscara en este punto político fundamental el apoyo del resto de los constitucionalistas y que no debilitara el diseño unitario del Estado de Derecho para conseguir apoyos de los nacionalistas periféricos que no creen en él por mucho que tales concesiones garantizasen su hegemonía en el Congreso. Y como tal partido socialista de mi ideal no existe y por otra parte no puedo inclinarme por una derecha empeñada en el terreno educativo en preferir feligreses obedientes a ciudadanos conscientes, me veo obligado al limbo del voto en blanco. ¡Ay, que zapatética situación la mía! ¡Arnaldo, Pernando, cómo os comprendo y compadezco!
En una de las historietas del genial Fontanarrosa, el gaucho don Inodoro Pereyra se enfrenta a los indios que llegan en destructivo malón. "¿Qué pretendéis?", les pregunta y el jefe responde: "Vamos a arrasar vuestros campos, quemar vuestras casas y violar a vuestras mujeres". "Pero... ¡eso es una barbaridad!", comenta don Inodoro y el otro responde: "Ah, no lo sé, yo soy indio, no sociólogo". En el País Vasco, los indios del malón abertzale siguen manteniendo sus pretensiones tradicionales, pero ahora renovadas y reforzadas: intimidar a los oponentes políticos, extorsionar a la población social y económicamente, convertir su ideario de máximos en un trágala obligatorio para todos del que sólo están dispuestos como mucho a negociar los plazos de cumplimiento. Ya lo están demostrando en la campaña electoral en el País Vasco y hasta el ministro de Justicia lo ha experimentado en carne propia (como no hay mal que por bien no venga, al menos tras los incidentes de Sestao seguro que Fernández Bermejo no necesitó recurrir ese día a ningún laxante). Y después de las elecciones, podemos prepararnos para lo peor. Pero claro, los indios no tienen por qué ser sociólogos. Ese papel lo cumplen otros, que nos explican sus intenciones fundamentalmente pacíficas, su deseo de renunciar a la violencia aún no del todo maduro, las posibilidades futuras de entenderse con ellos porque entre gente de izquierda todo acaba arreglándose, sus derechos vulnerados por la inicua Ley de Partidos y los intolerables caprichos de la derecha montaraz que se empeña en hablar de terrorismo para que la gente no se pasme como es debido ante los logros económicos y sociales del Gobierno. Nunca les habían faltado a nuestros indios proetarras voces sociológicas de
elucidación y encomio, pero nunca antes las habían tenido tan abundantes y situadas a tan alto nivel en el ordenamiento estatal.
Ya sé que estas elecciones municipales no son ni debieran ser unas primarias, pero me temo que en gran medida van a funcionar como tales. Porque algunos estamos preocupados sin duda por la corrupción urbanística y temas afines, pero por mero instinto de conservación sentimos otras cuestiones como prioritarias. Y no podemos dejar pasar esta oportunidad de mostrar con la ocasión de voto que se nos ofrece nuestro rechazo ante la explicación sociológica y la ambigüedad gubernamental que refuerza en lugar de impedir el peligro que corren nuestras cabelleras.