Me he pasado, hace tiempo que no lo hacía, por el Blog de Otto Reuss, a quien he agregado a los enlaces, y así me entero de que mi compi y exalumna Lydia Reyero ha renunciado o dimitido de ser concejala de cultura en el Ayuntamiento de Ciudad Real, lo que era de esperar, no porque lo hiciera mal, sino porque no le dejaban hacer; una dimisión debe considerarse como un mérito político en un país donde nadie dimite ni aunque le lluevan las hostias; eso demuestra que Lydia vale para la cosa pública, y mucho, aunque no para la política que se hace en España; yo, que la conozco un poco, doy fe de ello; es una víctima más de la Generación Tapón.
Me entero de que van a despedir a casi la mitad de los redactores de La Tribuna (Ciudad Real), y es otra pena y calamidad tristísima, que importa más que los sempiternos escándalos municipales varios que reproducen, a escala menor e intrahistórica, en el fondo cenagoso y abisal, la podredumbre que sobrenada en el océano de España, donde no se han purgado las miserias de cuarenta años de franquismo, sino que han continuado y proseguido con una frescura pestilencial que da grima, incluso entre los mismos que presuntamente la combaten y que no han hecho sino remedar lo que tanto atacaban; y Antonio Algora, un sociólogo maño que nos han dado por obispo, no dice nada, o más bien no se le oye, cuando por lo regular dice cosas meditadas y con sentido, aunque según los criterios consabidos; en vez de pastorales debería escribir un blog, le harían más caso.
Me entero de que van a despedir a casi la mitad de los redactores de La Tribuna (Ciudad Real), y es otra pena y calamidad tristísima, que importa más que los sempiternos escándalos municipales varios que reproducen, a escala menor e intrahistórica, en el fondo cenagoso y abisal, la podredumbre que sobrenada en el océano de España, donde no se han purgado las miserias de cuarenta años de franquismo, sino que han continuado y proseguido con una frescura pestilencial que da grima, incluso entre los mismos que presuntamente la combaten y que no han hecho sino remedar lo que tanto atacaban; y Antonio Algora, un sociólogo maño que nos han dado por obispo, no dice nada, o más bien no se le oye, cuando por lo regular dice cosas meditadas y con sentido, aunque según los criterios consabidos; en vez de pastorales debería escribir un blog, le harían más caso.
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