martes, 16 de mayo de 2017

Vulgaridades de los chorizos que nos gobiernan

Gabriela Cañas, "Políticos embrutecidos por la corrupción", El País, 16-V-2017:

Tras el descenso a los infiernos, la mayoría se encuentran más cómodos en el lenguaje zafio y machista de su enfangado entorno

Ante la clamorosa evidencia de que algunos políticos se han dedicado a robar a sus administrados cabe preguntarse cuándo empezaron a torcerse. ¿Entraron en política para ganar dinero fácil o, por el contrario, una vez que accedieron al poder comprendieron que negarse a ciertas componendas era de estúpidos?

Eduardo Zaplana, exministro de Aznar, nunca dijo dedicarse a la política para forrarse, pero sí demostró desde muy joven su preocupación por el dinero: “Estoy arruinado. (…). Me lo gasto todo en política”. Cabe preguntarse cuándo algunos políticos aceptaron una invitación en un restaurante de alto postín de parte de un empresario con intereses en el departamento que administraban. Y cómo y cuándo dieron varios pasos adelante entregándose, por ejemplo, a una de las orgías de Álvaro Pérez, el bigotes,organizadas para ablandar voluntades. Eran fiestas a las que Pérez llevaba, según propias palabras, “chicas españolas, entre 25 y 30 años (...) que, sobre todo, follen como ángeles”.

A falta de datos para reconstruir ciertas biografías, es fácil imaginar cómo esos políticos han ido descendiendo a los infiernos, olvidándose de sus ideales, si los tuvieron, para colmar sus crecientes ambiciones de lujo y poder. Lo que no hace falta imaginar es cómo han terminado. La justicia ha levantado algunos velos y en ese inframundo de alcantarilla algunos han adoptado los modales del matón de barrio. “Socialista, me vas a encontrar”, le dijo el extesorero del PP Luis Bárcenas al letrado de la acusación popular levantando el dedo índice.

El exdirector de la Guardia Civil Luis Roldán acudía a actos públicos con un abrigo de piel de camello valorado en unos mil euros, lo mismo que cuestan los relojes que lucía el expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González. En ese descenso a los infiernos hay una pérdida del sentido de la realidad, pero también un embrutecimiento sin límites. Políticos como González parecen hoy incapaces de hilvanar una frase completa y se encuentran cómodos en el lenguaje zafio y machista de su enfangado entorno, ese en el que una jefa de gabinete es una “zorra” y una presidenta de comunidad, una “gilipollas”.

“He tenido que pagar determinadas gestiones. ¡Estoy hasta los huevos! Creo que ya he terminado… He pagao 50.000 euros de mis cuentas”, le dice González a su hermano en una charla telefónica interceptada por la Guardia Civil. “No, eso no es… creíble”, le contesta su hermano. “¡Ya, macho, pero como este país es una puta mierda…!”, le replica el político.

Ignacio González es licenciado en Derecho y con 36 años fue subsecretario de Educación. Escuchando sus conversaciones, una se pregunta dónde quedó todo eso. “¿No podemos montarnos alguna historia para canalizar algún tipo de operación (...) joer, eh, a ver, poco a poco…?”, le comenta a Zaplana. “Hay que montar algo, macho, una empresa o algo…”, le insiste a su hermano

lunes, 15 de mayo de 2017

Dos hermanos escritores: Francisco Umbral y Leopoldo de Luis

Manuel Jabois, "Umbral y su padre, novela real", en El País, 20-II-2017:

La ausencia del padre marcó la obra del autor de 'Mortal y rosa'
Ahora, EL PAÍS le identifica como el abogado Alejandro Urrutia

Francisco Umbral escribió 110 libros y 135.000 artículos, y casi todos en torno a él. Según su biógrafa Anna Caballé es el autorretrato más largo de la historia de la literatura española. Cuando Umbral acabó, nadie sabía sus apellidos ni su fecha de nacimiento.

El escritor fue el resultado de dos heridas: la ausencia del padre y la ausencia del hijo. Hubo una tercera, voluntaria, que consistió en su propia disolución. “Llevamos la verdad por fuera, la carne, y la máscara por dentro”. Umbral sabía, y lo que no sabía lo inventaba, pero lo que no permitía es que los demás supiesen; sobre ese vacío construyó su vida, y cuando se cansó de su vida empezó con su obra. Él mismo avisa: “He vivido el mundo intensamente, pero literariamente”.

—Todo empieza —dice Jorge Urrutia frente a un ventanal del Gijón— cuando Umbral y el poeta Leopoldo de Luis se conocieron en Madrid, a mediados de siglo, en medio del bullicio de la época. El poeta Leopoldo de Luis era mi padre.

En La noche que llegué al Café Gijón Umbral escribió: “Leopoldo de Luis —el mínimo y dulce Leopoldo de Luis, se llegó a decir en la tertulia—, era de ojos pequeños y maliciosos, nariz grande, boca inexistente, rostro un poco rojizo, fácilmente alegrado y subido de color de la risa, y venía de sus oficinas de seguros lleno de versos, de cultura, de conversación, de chistes malos y poemas buenos. Escribía una poesía en la música de Miguel Hernández, hecha de humanidad y socialismo, con gran sentido del verso, gran ductilidad lírica y una melodía grata y honda, monótona y cierta, que daba gran calidad a todo lo suyo”.

Leopoldo y Umbral mantuvieron su amistad durante décadas, y esa relación se extendió al hijo de Leopoldo, Jorge Urrutia, poeta, traductor y catedrático, directivo del Instituto Cervantes entre 2004 y 2009. Leopoldo de Luis fue el seudónimo que utilizó Leopoldo Urrutia para burlar la dictadura.

En 2004 Anna Caballé publicó El frío de una vida, la biografía de Francisco Umbral. No fue autorizada ni bien recibida por el escritor. Caballé reveló algunos datos falsos de la vida de Umbral, como su fecha de nacimiento, que fue en 1932 y no en 1935, y desveló el nombre de su madre, Ana María Pérez Martínez, una mujer soltera y tuberculosa que tuvo una aventura con un hombre casado, y decidió, en aquel Valladolid de los años 30, tener al niño.

La biografía de Caballé cayó como una bomba en casa de Leopoldo de Luis. El anciano reparó en la época, en el nombre real de la madre, y juntó tres fotografías: la de su padre, Alejandro Urrutia, la de Francisco Umbral y la de su nieto, hijo de Jorge Urrutia. Los tres eran el mismo hombre.

—Al llegar a casa lo encontré pálido. Me dijo que teníamos que hablar. Me dijo: mi padre, tu abuelo, es el padre de Umbral. Yo soy su hermano, y tú su sobrino.

Jorge Urrutia había escrito ya de Umbral y estudiado su obra. Umbral lo había distinguido como uno de sus poetas preferidos.

—Mi padre y yo supimos que Umbral conocía la historia. Que siempre supo quién era su padre, y por tanto sabía quiénes éramos nosotros.

—¿Y esa nariz de su padre?

—De mi abuelo, y de Umbral.

La vida azarosa de Leopoldo de Luis lo había depositado en Madrid como poeta de prestigio después de haber sido oficial republicano y estar perseguido por la dictadura. Tuvo que hacer lista de espera y ponerse de tornero fresador para entrar en un campo de trabajo: por las cosas del franquismo, que combinaba la crueldad con la ineptitud administrativa, no tenía plaza.

Jorge Urrutia animó a su padre a hablar con Umbral. El poeta Leopoldo de Luis, un hombre delicado, dijo que si Umbral no había querido contarle nunca la verdad, era absurdo desenterrarla ahora.

Un año después de saber que Umbral y él eran hermanos, Leopoldo de Luis falleció en Madrid a los 87 años. Al tanatorio llegó Francisco Umbral. Con el abrigo, la melena y el fular, tan parecido a la chalina, como el padre de ambos cuando se paseaba por Campo Grande, en Valladolid. Umbral pidió a Jorge Urrutia quedarse a solas con el muerto. No le explicó por qué y Jorge no preguntó. El hijo vació la sala y dio varios pasos atrás, contemplando la escena. La del gran escritor, un hombre hecho de ficciones, a solas con la verdad. La misma que hirió su vida en 1974, cuando veló a su hijo de seis años, Pincho, mientras se le moría a chorros en la clínica de la Concepción. “He conocido la única verdad posible: la vida y la muerte —tan vivida previamente— de mi hijo, y sin embargo he optado o estoy optando por el engaño, por el autoengaño, de modo que seré inauténtico para siempre. No creáis nada de lo que diga, nada de lo que escriba. Soy un farsante”.

Francisco Umbral incrustó su vida en la obra sin la figura del padre, que fue siempre él (Mortal y Rosa) a la vez que niño, como en El hijo de Greta Garbo. Siempre estuvo en medio y siempre estuvo solo a la manera de Chillida, o sea “solo contigo”, con María España, a la que escribió Carta a mi mujer, tercera pata íntima de su vida con su hijo y su madre (“Ya quisiera yo que uno de mis cuatro hijos me recordara un día así, como el hijo de Greta Garbo”, le escribió Teresa Pàmies). Dejó sin escribir al padre, la presencia freudiana por excelencia. Ni para demolerlo, ni para explicarse a sí mismo.

Dos años después de la muerte de Leopoldo de Luis, Premio Nacional de las Letras, falleció Francisco Umbral, Premio Cervantes. En el tanatorio se presentó Jorge Urrutia. María España le abrazó y le dijo: “Tú eras al que más quería".

Alejandro Urrutia, padre de Leopoldo de Luis y Francisco Umbral, fue un intelectual y abogado cordobés, poeta modernista y empresario arruinado. Hizo grandes amistades, como la de Julio Romero de Torres y otros artistas e intelectuales de la época que le procuraron favores en un tiempo comprometido.

—Mi abuelo fue un burgués que en los años 30 se paseaba con melena, traje, abrigo, chalina y borsalino con El Socialista bajo el brazo.

Alejandro Urrutia fue el primero en escribir en España de la muerte de Antonio Machado. Extravagante y lector impenitente, en la casa familiar su esposa dormía en el mismo cuarto que su tía y él lo hacía solo, en una cama turca, hasta las cuatro de la mañana, cuando se despertaba, encendía una vela y leía libros de Biología del siglo XIX.

Como Umbral, Alejandro Urrutia estaba perdido fuera de su mundo. En Córdoba dirigió el negocio familiar de alcabalas, impuestos, que se hundió lentamente por la humanidad del jefe; comprensivo, el intelectual perdonaba a los clientes, salvaba plazos y hacía la vista gorda con los más necesitados. Se fue en 1919 a Valladolid, donde fue abogado del Banco Hispanoamericano. Después llevó unos laboratorios farmacéuticos propiedad de la familia que no tardó en arruinar. Su patrimonio se empeñaba y desempeñaba al azar de sus decisiones. Fue allí, en Valladolid, cuando tuvo una secretaria, Ana María Pérez Martínez, que convirtió en su amante. La mujer se quedó embarazada y su familia la protegió enviándola a la Maternidad de Lavapiés, en Madrid. De vuelta, la abuela materna mandó al niño a casa de una nodriza primero y de unos familiares después para silenciar escándalos. Durante años su madre fue, para Umbral, la tía May. Su padre, un desconocido.

Habló una vez de él con Carmen Rigalt y lo recordó Elena Pita en El Mundo. Dijo que le había conocido poco porque había estado preso en Madrid mientras él y su madre se refugiaban en Valladolid, y que lo dieron por muerto pero acabaron visitándolo en prisión; su padre, escribe Pita, era “un burgués azañista, inofensivo, propietario de unos laboratorios farmacéuticos, con gran vocación literaria que nunca llegó a ejercer, amigo de poetas, y que murió del corazón al poco de ser liberado, dejando en su hijo el germen del dandismo y la literatura”. Verdades a medias (Alejandro Urrutia fue depurado por el régimen, pero no encarcelado) y una sospecha, la del hombre que deja en Umbral las letras y el dandismo.

Y sin embargo, según Jorge Urrutia, Alejandro Urrutia tuvo más impacto en la vida de Francisco Umbral. Cuando enfermó el niño, la mujer de su padre llegó a tenerlo en casa a su cuidado. Leopoldo se recordaría después por el pasillo jugando con un crío, llevándolo a hombros, sin pensar que aquel chaval acabaría siendo su amigo años después, y que ese amigo sería Umbral. Fueron los contactos de Alejandro Urrutia, amigo del alcalde de Valladolid, los que posibilitaron que la madre de Umbral accediese a un empleo en el Ayuntamiento, la época en la que el escritor se atiborró de lecturas en la biblioteca municipal. Y usó sus amistades del Banco Hispanoamericano, que aún perduraban, para que Umbral se colocase de botones a los 14 años.

Alejandro Urrutia, un hombre de inteligencia y talento, murió en los años cincuenta sin conocer el éxito de su hijo Francisco Umbral, que llegó a firmar, sospecha Jorge, los primeros artículos de su vida como Francisco Urrutia. Pronto abandonó su verdadero nombre por el de Umbral. Y aún entonces, en un programa de televisión, le dijo Sánchez Dragó:

—Esto lo sabe poca gente, pero tú te llamas Francisco Pérez Martínez.

—No, tampoco me llamo así. Nadie sabe cómo me llamo. Eso es mentira también. Cómo me llamo realmente lo sabe muy poca gente.

—Pues habrá que ir al Registro Civil.

—Tendría que decirte yo a qué Registro Civil.

Lo curioso es que tenía razón, no se llamaba así. Se llamaba Francisco Alejandro Pérez Martínez.

Ida y vuelta, de Alfonso González-Calero

Ida y vuelta es una antología de los diversos libros poéticos inéditos de nuestro coterráneo Alfonso González-Calero (1951). La preceden un buen ensayo prologal del poeta alcazareño (injertado en Barcelona), José Corredor Matheos, al que debimos también una apresurada autobiografía hace meses (hay muchos manchegos catalanizados, desde Raimundo Escribano a Federico Gallego Ripoll, y la lista es aún más amplia) y la posceden dos poemas dedicados al autor por Miguel Galanes y Francisco Gómez-Porro. Contiene seña de seis libros: Para dudar que vivo (1985-1995), Cuaderno blanco (2002-2003), Cuaderno de madrugadas (2001-2005), Sin paisaje (2000-2004), Un verano se abre (2014) y Carácter y destino (2015).

Su autor es ya muy conocido; le deben mucho la cultura y la bibliografía manchegas y uno, que ha batallado y sufrido en trincheras próximas a la suya y colaborado en algunos de sus proyectos, ve en su libro las cicatrices de su aspérrimo e ingrato oficio. Su bien cortado verso libre, a  veces heptasílabo o alejandrino, ofrece las oportunas respuestas: González-Calero se entrega a los laberintos del instante, y firma con ellos cada una de las hojas y el viento de este árbol, como también hacían los miembros de la primera Escuela de Nueva York, Frank O'Hara, en especial, que era un gestor cultural como él y a quien mucho me recuerda en cuanto a que el tiempo impregna todos y cada uno de sus poemas, firmados siempre en un aquí y ahora, como este haikú:

Agua que nada
conciencia que se sabe,
senda que acaba.

Pero González-Calero es elegíaco, al contrario que O'Hara. Por sus versos cruzan los símbolos de la soledad: los mapas, los caminos, el sueño, los espejos, los papeles... la congoja, en suma, de esa "vida que duele", como en este desgajado quiasmo: "Preso de mis angustias, de mis miedos cobarde". La mirada del poeta vaga siempre en busca de determinación, que encuentra apenas en los contados afectos de "repasar muertos, acariciar romos deseos / o recordar asuntos estérilmente olvidados / en el cajón sin fondo de la vida". Y así llega a preguntarse: "¿De qué estás hecho? / De tu propio orgullo, / de obras de los otros, / de despojos / y del leve cariño de unos cuantos". Su último libro parece reivindicar el espacio del yo y de la novedad frente a las formas diversas de todo lo que fue la vida: "Y el tiempo trajo el aire / y la respiración alzó la vida. / Con el tiempo, y el agua / llegaron nuevos barros / nuevas manchas sobre una tela ya manchada. / Pero, ¿quién dijo que la vida iba a ser limpia?". Los lemas remiten en su mayoría a poetas de la Generación del 50, de las más logradas de nuestra última lírica, con lo que denota asimismo su buen gusto; entre ellos anda asimismo el joven e inspirado poeta talaverano Miguel Ángel Curiel, al que tuve oportunidad de hablar un par de veces, pero cuya pista perdí ya hace mucho.

jueves, 11 de mayo de 2017

Juicio de la jueza Mercedes Alaya sobre la justicia española

De El Diario.es, 20-I-2017:

Mercedes Alaya: "Hay una justicia para poderosos y una justicia para los que no lo son"

La jueza sevillana dice que hay "una especie de nirvana, de nadería judicial" donde "parece que no ocurre nada" en materia de corrupción

Alaya lamenta que la interferencia política en la justicia ha aumentado con los casos de corrupción.

La juez Mercedes Alaya, conocida por haber instruido durante años importantes 'macrocausas' como los expedientes de regulación de empleo (ERE) fraudulentos o las irregularidades en los cursos de formación, ha lamentado este jueves que la interferencia del poder político en la justicia ha seguido una "progresión absolutamente proporcional" al aumento de los casos de corrupción en los últimos años.

En una conferencia sobre la independencia judicial en una sociedad democrática organizada por el Foro para la Concordia Civil (Nueva Política y Buen Gobierno) en la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada, Mercedes Alaya, ahora destinada en la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Sevilla, ha agregado que existen "intentos cada vez más socavadores" por parte del poder del político de injerencias que "no las percibe con claridad el ciudadano".

La magistrada Alaya ha pronunciado esta conferencia un día después de que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) haya anulado la sentencia por la que condenó a seis meses de cárcel a la ex alcaldesa de Bormujos (Sevilla) Ana Hermoso (PP) por un delito de cohecho tras recibir un bolso de Loewe.

Los gobiernos "proponen leyes para luchar contra la corrupción, para agilizar la justicia" que, en opinión de Mercedes Alaya, "consiguen el efecto contrario" como es "atar de pies y manos al poder judicial".

La juez sevillana, que ha reseñado en el inicio de la conferencia que se expresaba "con toda la libertad" como ciudadana, ha indicado que el "ataque a la independencia judicial es un fenómeno actual", advirtiendo de que "sin independencia judicial, el poder judicial no existe".

La actual coyuntura política ha dado lugar al "fenómeno de los pactos políticos" que "hace meses podíamos recibir con cierta alegría, cuando abordábamos la primera de las elecciones de esta larga serie" que, según ha descrito Alaya, "hemos tenido" y que "podía redundar en beneficio de todas las instituciones".

Conforme a lo que ha mantenido Alaya, "lejos de esto, el resultado de los pactos políticos ha sido un pacto de no agresión".

"Yo no hago sangre con tus temas" para "permitir" que "tú estés en este sitio", ha indicado Alaya, que se ha referido a que se ha creado una dinámica en la que a "los dos nos interese tener calladas nuestras cosas" y "abusos", en lo que ha denominado "intercambio de cromos", aludiendo además al "beneplácito quizá obligado de la prensa".

Se ha llegado a "una especie de nirvana, de nadería judicial", en el que "parece que no ocurre nada" en materia de corrupción sin que sea así y que trata además que "Europa deje de tener esa mala imagen que ha venido teniendo de nosotros en los últimos tiempos".

Tras admitir su "pasión" por el trabajo, la magistrada de la Audiencia de Sevilla ha repasado sus principales "preocupaciones reales" por un "poder judicial cada vez más debilitado" ante las que "hay soluciones en las palmas de nuestras manos", siendo además "urgentes" las reformas legislativas.

Un CGPJ "absolutamente politizado"

Sin aludir a casos judiciales concretos, y en una sala con el aforo completo, Alaya, que ha querido hacer "reflexionar" a su auditorio, ha advertido de la existencia de un Consejo General del Poder Judicial "absolutamente politizado".

Asimismo, ha reconocido que "hay una justicia para poderosos y una justicia para los que no lo son, y esto desgraciadamente lo vemos los jueces cada día".

"Nadie duda de que vivimos en una sociedad formalmente democrática" si bien "cada vez muchos más, dudamos de que exista independencia judicial", con lo cual "nuestro Estado de Derecho está seriamente debilitado".

"La línea que persigue el poder político tratando de injerir continuamente en las decisiones judiciales ya está marcado con líneas maestras que efectivamente son de total y absoluta actualidad", ha aseverado la magistrada aludiendo a iniciativas como el anteproyecto de la Ley de enjuiciamiento criminal que "parece que pretende dar el hachazo final a la independencia judicial".

"Y esto lo ha vendido el Gobierno como una medida para agilizar la justicia y luchar contra la corrupción", ha criticado Alaya en referencia a una "opinión" que "en absoluto" puede compartir.

Las últimas apariciones de Alaya

Una de las últimas apariciones públicas de la juez Alaya tuvo lugar el 6 de mayo de 2016 en Sevilla, cuando actuó como madrina de la Ceremonia de Egresados de la primera promoción del doble grado en Administración y Dirección de Empresas en inglés y Derecho y de las promociones 2011-2017 de los dobles grados en Administración y Dirección de Empresas y Derecho y en Finanzas y Contabilidad Derecho de la Universidad Pablo de Olavide (UPO).

Durante su discurso, animó a los egresados a "imaginar" sus primeras actuaciones en la profesión como actuaciones "teatrales", señalando que, "como actores, debéis hacer ver a los demás que tenéis el control de la situación, que tenéis criterios personales". "Nunca demostréis vuestra debilidad en el desarrollo de un acto, y para ello pensar que estáis representando un papel y aguantar hasta que la obra llegue a su fin", indicó.

Dos meses antes, concretamente el 16 de marzo de 2016, la magistrada acudió a la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla para participar en una jornada sobre la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal organizada por alumnos de Derecho.

Durante su intervención, que se produjo el mismo día en que prestaron declaración como investigados en los ERE los expresidentes de la Junta Manuel Chaves y José Antonio Griñán, Alaya criticó duramente la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y aseveró que "las macrocausas seguirán existiendo porque la realidad nos las impone y no porque los jueces queramos instruir macrocausas".

Con anterioridad, concretamente el 12 de noviembre de 2015, Mercedes Alaya pronunció un discurso en Madrid tras recoger el Premio Jurista del Año 2015 que le concedió la Asociación de Antiguos Alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.

En su discurso, aseguró que cuando estaba instruyendo algunos de los casos de corrupción más conocidos en Andalucía, como los ERE, recibió "muchísimas presiones", y acusó a la Junta de "poner todas las trabas del mundo"

miércoles, 10 de mayo de 2017

La globalización beneficia la desigualdad

Claudi Pérez, "Bruselas defiende una globalización “con reglas” frente a los populismos", el País, 10 MAY 2017 

La Comisión Europea admite que el proceso “dejará tantos ganadores como perdedores”


La nueva piel del capitalismo tiene tres rasgos fundamentales: globalización, hiperfinanciarización y desigualdad. Bruselas publica este miércoles un documento en el que defiende los beneficios de la globalización frente a los repliegues nacionalpopulistas, el Brexit o las tentaciones proteccionistas de Trump. La novedad es que la Comisión Europea es consciente de que los excesos de los últimos años deben corregirse: aboga por “dar forma” a la globalización, por ponerle riendas, por fijar “un conjunto de reglas globales, que ahora mismo están incompletas”. Revertir ese proceso sería un desastre, apunta Bruselas, pero no hacer nada tampoco es la solución: en 10 años, la globalización (combinada con el cambio tecnológico) “dejará tantos ganadores como perdedores”.

Bruselas lleva semanas lanzando señales políticas de primer nivel tras una década en crisis coronada por la primera deserción en seis décadas, el Brexit. En la celebración de su 60º aniversario, publicó un jugoso Libro Blanco en el que los Estados miembros deberán basarse para decidir qué Unión Europea quieren. Hace 15 días lanzó un informe sobre la Europa social, ante la constatación de que la Unión está perdiendo a la ciudadanía por el deterioro del Estado del Bienestar. Este miércoles le toca el turno a la globalización. Frente a repliegues nacionalistas como el Brexit y a las tentaciones proteccionistas de Donald Trump en EE UU, Europa confirma un secreto a voces: es un continente librecambista y proglobalización, más aún después de haberles barrado el paso a los Wilders, Le Pen y compañía. Pero el documento aporta un cambio de ritmo interesante: frente a las críticas cada vez más duras contra el sesgo neoliberal de la UE, Bruselas pretende “darle forma” a la globalización, con “reglas multilaterales” que permitan embridar los excesos de los últimos años.

El informe no contiene medidas concretas de gran calado: lo novedoso es ese enfoque. Bruselas admite, quizá por primera vez, que la globalización ha alcanzado y traspasado sus últimas fronteras. Y que a partir de ahí hay dos opciones: extender ordenadamente el dominio sobre ella con un conjunto de reglas fijadas en los organismos internacionales para suavizar sus aspectos más temerarios y nocivos, o dejar abierta la posibilidad de que el repliegue llegue de forma descontrolada. Bruselas es partidaria de la primera opción, a rebufo del triunfo de Emmanuel Macron en Francia, frente al ascenso de figuras políticas controvertidas, desde Donald Trump —que ha dejado clara su querencia proteccionista, con una retórica de confrontación contra México, China y Alemania— hasta Marine Le Pen, que ha conseguido más de 11 millones de votos con su propuesta de cerrar fronteras.

“Los hechos demuestran que la economía, las empresas y los ciudadanos europeos continúan beneficiándose enormemente de la globalización”, resume el documento al que ha tenido acceso EL PAÍS. “Pero esos beneficios no son automáticos ni se distribuyen equitativamente entre nuestros ciudadanos”, admite el informe, de 21 páginas.

El capítulo de beneficios es amplísimo, con 1,75 billones de euros en exportaciones europeas —el 80% procedentes de pymes— y la creación de 14.000 empleos por cada 1.000 millones adicionales de ventas al exterior. Las importaciones contribuyen a rebajar los precios para los consumidores y la globalización, en fin, “ha permitido sacar a millones de personas de la pobreza”. Pero lo más suculento es el capítulo de desafíos, que explica en parte fenómenos como el Brexit y el ascenso de los ultras dentro y fuera de Europa. “Muchos europeos están inquietos: ven la globalización como sinónimo de pérdidas de empleo, injusticias sociales o bajos estándares medioambientales, de salud o de privacidad. Consideran que ese proceso ha erosionado tradiciones e identidades”, “y que beneficia más a multinacionales que repatrian beneficios a países donde no pagan impuestos” o “a países que abrazan prácticas comerciales injustas”. Se impone “la percepción de que los Gobiernos ya no tienen la globalización bajo control, o no son capaces de controlar el impacto de la globalización; ese es un desafío político que Europa debe afrontar”.

La receta de Bruselas es clara: rechazar “las tentaciones aislacionistas”. Resistir “la vuelta al proteccionismo, pese a que la Organización Mundial del Comercio ha identificado 1.500 nuevas barreras comerciales desde que arrancó la Gran Recesión, allá por 2008. “Si cerramos fronteras, otros lo harán también: todos saldremos perdiendo”, dice la Comisión tirando del habitual credo liberaloide. Sin embargo, las recetas de Bruselas son claras: “Para evitar esa espiral, son imprescindibles las instituciones multilaterales y las reglas en asuntos como el cambio climático o la evasión e impuestos. “Estamos lejos de haber completado las reglas globales necesarias”, indica la Comisión, que aún deja un rejón final. “Europa no va a ser naíf”. “Cuando las reglas no se respeten, necesitamos instrumentos de defensa comercial”, como los que se han aplicado contra el acero de China. “La UE es la primera potencia comercial e inversora del mundo, pero lejos de quedarnos sentados y dejar que la globalización dé forma a nuestro destino, tenemos la oportunidad de modelar la globalización de acuerdo con nuestros valores e intereses”, cierra el documento.

¿LA GLOBALIZACIÓN REDUCE LA DESIGUALDAD?
El informe de Bruselas tiene dos padres: el conservador Jyrki Katainen y el socioliberal Frans Timmermans, ambos vicepresidentes comunitarios. Y esas dos autorías se dejan notar en el capítulo de desigualdad, uno de los debates estrella de la literatura económica reciente. Frente a textos seminales como los de Thomas Piketty o Branko Milanovic (“¿Desaparecerá la desigualdad si la globalización continúa? No”) o a las advertencias de Barack Obama, que apuntaba que la desigualdad es un indicador adelantado de potenciales conflictos sociopolíticos, Bruselas apenas se detiene en ese aspecto. Oscila entre el negacionismo (“los países más abiertos presentan menores índices de desigualdad”) y la complacencia (“la desigualdad en Europa es inferior a la de otras partes del mundo, aunque el 1% más rico controla el 27% de la riqueza”).

Frente a Bruselas, Tony Judt: “La desigualdad es corrosiva: corrompe a las sociedades desde dentro”. “Es un poderoso disolvente para la sociedad, la economía y la democracia”, según el imprescindible La nueva piel del capitalismo, de A. Costas y Xosé Carlos Arias.

martes, 9 de mayo de 2017

Los modismos lingüísticos de ayer y de ahora. Dossier


A

l loro, que esto mola

Álex
I
II
I

Álex Grijelmo, "Al loro, que esto mola", en El País Semanal, 30-X-2016:

Retrato de cómo hemos cambiado a través de cuatro decenios de lenguaje coloquial en España.

CASÍ NADIE dice ya “¡ábate ése!” ni “¡chipén!”, expresiones conocidas en la España de principios del siglo XX. El lugar de la primera (formada con el imperativo del verbo “abarse”) ha sido ocupado por “¡ojo con ése!“, “¡cuidado con aquél!”; y el espacio de la segunda acoge hoy a “guay” (a veces del Paraguay). Del mismo modo, el “haiga” de otro tiempo se convirtió en un “buga”; y la “gachí” de antaño es hoy un “pibón”. Ahora los tacos se oyen incluso en los medios informativos, y no son reserva expresiva de los varones, pero antes cualquier sorpresa animaba a exclamar “cáspita”, “córcholis” o “caramba” para no decir “carajo” (término considerado entonces malsonante, más que ahora).

El lenguaje familiar y jergal de los españoles en estos 40 años de vida de El País Semanal ha ido incorporando dichos y vocablos muy expresivos, que han subido y han bajado en el uso pero que ya nunca se irán, del mismo modo que (por muy olvidados que parezcan) tampoco morirán sus antecesores.

EL LENGUAJE FAMILIAR Y JERGAL DE LOS ESPAÑOLES EN ESTOS 40 AÑOS DE VIDA DE EL PAÍS SEMANAL HA IDO INCORPORANDO DICHOS Y VOCABLOS MUY EXPRESIVOS

A veces un neologismo sirve para que los integrantes de un grupo se reconozcan entre sí, de tal modo que nadie puede pertenecer a determinada tribu si no usa el lenguaje que en ella se ha establecido tácitamente. Después, el término resultará gracioso o adecuado en otras colectividades, que lo adoptan como signo de modernidad.
Los años setenta y ochenta alumbraron una eclosión de vocablos, a menudo salidos del hampa, que dieron por vez primera el salto al lenguaje general y a los medios de comunicación, antes muy mojigatos.
Uno de los términos que más triunfaron llegó al lenguaje general desde el cheli (“jerga con elementos castizos, marginales y contraculturales”), y tiene valor de aviso: “¡Al loro!”. En otras épocas la prevención consistía en estar “al arma” (se supone que de ahí viene el término que une las dos palabras), pero con “al loro” se trataba de aguzar los sentidos y no la munición. Según Mariano Hormigos (Frases, timos y decires, Ediciones La Librería), en cheli se llamaba “loro” a la radio; y “estar al loro” significa en un principio hallarse informado, atento a las noticias; de lo cual se derivará el nuevo sentido figurado de permanecer en alerta para avisar a los demás si se atisbase un peligro.
La lengua y las jergas de los gitanos han aportado muchos de esos modismos, alentados por su prestigio como términos que denotaban una pertenencia alternativa. Del caló procedía, por ejemplo, “fetén” (1984: “auténtico”, “verdadero”); o “chungo” (1992: “feo”); y también es un gitanismo “pinrel” (pie) , incorporado por la Academia en 1936 y que se extendió mucho más en la segunda mitad del siglo XX gracias a la ayuda inestimable del humorista Forges; por ejemplo, en la expresión “le cantan los pinreles” (hermana de “le cantan los alerones”, en este caso para nombrar los sobacos).
Poco antes de aparecer EL PAÍS (1976), los chavales de los barrios de Madrid habían reforzado el ya mencionado “chipén” diciendo “cachipén” o “rechipén” (“esto es cachipén de la cobais”, “esa actriz está rechipén”), alargamientos que derivaron incluso en “chipendilerendi”: un anuncio televisivo de los años ochenta decía “me lo paso chipendilerendi con la familia Mickey”.

LA LENGUA Y LAS JERGAS DE LOS GITANOS HAN APORTADO MUCHOS DE ESOS MODISMOS

El “chipén” originario también procedía del caló; y significaba “así es” o “en verdad”, pero luego tomó el camino de lo ponderativo para expresar un elogio: “extraordinario”, “fuera de lo común”. Pero como tantos otros términos de gran éxito en el lenguaje coloquial, su uso se fue diluyendo. En su lugar surgieron “chachi” y el ya mencionado “guay”: “Esta cerveza está chachi”, “qué fiesta tan guay”. Y como signo de aprobación se recuperó el viejo “dabuten” (antiguamente “de buten”). Sin olvidar el nuevo valor adverbial de “teta” en esa misma familia elogiosa: “Lo pasamos teta”.
El término “mogollón” amplía en esa época su viejo sentido (“gorrón”) para significar en el lenguaje coloquial “mucha cantidad”; y cualquier exceso (bueno o malo) invitaba a exclamar “¡qué demasiao!”. Precisamente con esta expresión tituló Joaquín Sabina una canción escrita a finales de los años setenta en memoria del mediático delincuente El Jaro y llena de modismos de entonces: “darle al canuto cantidad” (fumar mucha marihuana), “pasas del rollo de vivir”, “el vino que has mercao”, “la pasma va pisándote el talón”, “te pegaron seis tiros descarao”, “pero antes de palmarla se te oyó decir ‘¡qué demasiao!, de esta me sacan en televisión”…

No siempre se trataba de palabras nuevas. A menudo se actualizaban algunas en desuso o que se habían circunscrito a ámbitos tribales. En esa canción de Sabina se observa por ejemplo el uso jergal de “mercar”, un verbo reactivado en la época como equivalente de “comprar” pero que ya Covarrubias registraba en 1611 con ese mismo significado. Y otro tanto sucedió con “chupa”, voz empleada durante los ochenta en el lenguaje de las tribus urbanas para designar la cazadora de cuero. Esta palabra tan moderna gozaba sin embargo de rancio abolengo, pues en otro tiempo nombró la chaquetilla del dómine (o maestro), generalmente raída y descuidada, lo que originó el antiquísimo dicho de “ponerle a uno como chupa de dómine”.

EL “CHIPÉN” ORIGINARIO TAMBIÉN PROCEDÍA DEL CALÓ; Y SIGNIFICABA “ASÍ ES” O “EN VERDAD”

En los años setenta se decía entre los jóvenes que tener relaciones sexuales no era pecado, sino milagro. Después, eso pasó a ser simplemente algo difícil en general; y más tarde tal dificultad se reduciría a hacer el amor en un Simca 1000. “Enrollarse” solamente significaba hablar mucho y sin fundamento, pero ese verbo nombró luego el acto de mantener relaciones sexuales, generalmente sin mucho compromiso.

Sobrevivió sin embargo aquel viejo sentido de “enrollarse” y de “rollo” (algo aburrido), y hasta se inventó la expresión “no te enrolles, Charles Boyes” (tal vez en memoria del actor francés Charles Boyer), pariente de otras rimadas como “dónde vas con el cabás”, “no te enteras, Contreras”, “OK, MacKey”, “me piro, vampiro”, “la cagaste, Burt Lancaster”, “qué nivel, Maribel” o “a mamarla a Parla”.

Muy a menudo los inventos se relacionaron con el lenguaje delincuencial, en un fenómeno que sirvió para blanquear palabras que anduvieron siempre envueltas en problemas. Así, en los años sesenta se llamó “guripa” a cualquier persona encargada de mantener el orden, de nuevo acudiendo a la cantera del caló (el diccionario de María Moliner es el primero en acuñar este término). Pero después llegaron sustitutos como “los grises” (por el color del uniforme), “la madera” (cuando la vestimenta se hizo marrón, ya con la democracia), “la pasma”, “la bofia” o “los picoletos” (guardias civiles).

Al mismo tiempo, en el mundo de la droga aparecen “chutarse” (pincharse), “yonqui” (drogadicto de heroína), “canuto”, “porro” (cigarro de marihuana), “mono” (síndrome de abstinencia), “camello” (traficante), “maría” (marihuana)…

Los jóvenes salían en los años sesenta de cuchipanda, y después de merendada, chocolatada o tortillada, antecedentes ingenuos del “botellón” actual. En las discotecas se “movía el esqueleto”, y los que presumían de coche se buscaban carreteras en las que “tumbar la aguja”. El antiguamente llamado “guasón” se convirtió luego en “un quedón”; el “playboy” se rebajó a “ligón” y el “piscolabis” ascendió a “aperitivo”. Y el hombre mayor al que un muchacho decidía despreciar podía ser descalificado como un “jebo” (uso regional norteño), luego un “sandio” y más tarde un “carroza”.
Algunos de esos adolescentes ponían sus grandes aparatos de radio portátiles a todo volumen por la calle para que los demás supieran qué música les gustaba. Y por eso empezó a decirse “no hay parto sin dolor ni hortera sin transistor”.

SE INVENTÓ LA EXPRESIÓN “NO TE ENROLLES, CHARLES BOYER”, PARIENTE DE OTRAS RIMADAS COMO “DÓNDE VAS CON EL CABÁS” O “ME PIRO, VAMPIRO”

Cuando apareció El País Semanal, televisión, como madre, no había más que una (ahora hay más de una televisión y también puede haber más de una madre). Por tanto, su influencia abarcaba todo. La publicidad televisada desarrolló así una gran habilidad para inocular sus lemas en las conversaciones, aprovechando dichos populares o recreándolos. Si alguien debía mostrarse amable, ponía “una sonrisa Profident”, y si algo se estropeaba se conocía la solución: “el remedio, pegamento Imedio”. También triunfaron otros dichos, aplicados con tino a cada caso: “¿Qué me dices? Que te fagorices” (frigoríficos Fagor); “a mí plin, yo duermo en Pikolín” (colchones); “hola, Radiola” (transistores), “Avon llama” (cosméticos).

Y Los Picapiedra no sólo extendieron en los años sesenta la errónea idea de que el hombre primitivo coexistió con los dinosaurios, sino que inocularon en muchos novios el cariñoso apelativo “cuchicuchi”. Los años de la movida, en cambio, no hicieron muchas concesiones a lo cursi, y tomaron como letra fetiche la k (“okupas”, “kultura”, “Vallekas”…) como símbolo de transgresión.
Todas las décadas de estos 40 años han hecho sus aportaciones al lenguaje coloquial (imposible abarcarlas aquí). Tal vez un hilo conductor atraviesa todos estos fenómenos, especialmente en los años setenta y ochenta: se crearon o recrearon palabras y expresiones mediante los recursos propios del idioma español y de variedades lingüísticas muy próximas físicamente (el cheli, el caló, las jergas). Apenas se rozan los anglicismos. Por el contrario, quizás la mayor parte de la riqueza léxica aportada por la lengua coloquial en estos años se ha construido por abajo: desde las cárceles, la marginación, las tribus urbanas, las pandillas, la contracultura. Entre la gente más creativa y más contestataria, parecía que eso molaba


II

Karelia Vázquez, "Diccionario abreviado" El País, 30-X-2016:

Las costumbres, el uso en las redes sociales, la globalización y las series de televisión también imponen su ley en el lenguaje más actual.


AUTOBOMBO (sustantivo). Alude a la acción de hablar  y elogiarse a uno mismo  en la vida analógica o en la digital. Práctica frecuente  en las redes sociales.

“COMO SI NO HUBIERA UN  MAÑANA”. Frase que indica  que una acción se puede  alargar en un tiempo futuro difícil de definir.

CUÑADO (sustantivo). Persona que no tiene necesariamente que ser el hermano de tu pareja, pero que adopta una actitud condescendiente hacia  el resto de la humanidad, está de vuelta de todo y sabe quién mató a JFK.

FAIL también Epic fail (sustantivo). Alude a un fallo clamoroso, total, público y notorio. Pronúnciese con énfasis y alargando el sonido de las vocales.

FOFISANO (sustantivo). Sujeto con sobrepeso pero cuyo estilo de vida e indicadores médicos son compatibles con un buen estado de salud.

FOLLAMIGO (sustantivo). Pareja sexual ocasional y, sin embargo, amigo.

GUASAPEAR (verbo) 1. Acción de enviar mensajes por whatsapp. 2. Mantener una conversación exclusiva a través de esta aplicación. Un verbo que resume el auge de la mensajería instantánea global y que incluye mantener conversaciones simultáneas en grupos o compartir vídeos, fotos y grabaciones de audio.

FOLLAMIGO (SUSTANTIVO). PAREJA SEXUAL OCASIONAL Y, SIN EMBARGO, AMIGO.
GOOGLEAR (verbo). Acción de hacer una búsqueda en Google. También empleado para referirse a hacer una rápida investigación antes de una entrevista de trabajo o de una primera cita.

“HACER LA COBRA”. Movimiento que implica una torsión de la columna para poner distancia con alguien. Rechazo sexual.

“HACER UN NEXT”. Pasar a otro asunto. Pasar página.

“HASTA NUNKI”. Despedida definitiva y sarcástica.

HOLI (interjección). Diminutivo de “hola”.

JUERNES (sustantivo). Cuarto día de la semana en los que el espíritu del viernes se apodera del personal que sale y bebe como si al día siguiente fuera sábado.

“ME RENTA” (también se dice en spanglish “merents”). Indica conveniencia, “me sale a cuenta”.

MILENIAL (sustantivo). Generación nacida entre los años ochenta y los primeros 2000. También, milénicos.

MORDOR (sustantivo). Lugar alejado, perdido y mal comunicado. Término tomado de El Señor de los Anillos, lugar donde habitaban orcos y humanos.

NINI (sustantivo). Sujeto que ni estudia ni trabaja, se usa también para referirse a una generación.

PERREAR (verbo). Tomado del reggaeton, alude a un modo de bailar que implica el movimiento de caderas, pelvis y glúteos simulando (o no) el roce con la pareja de baile. Pronúnciese en modo imperativo.

NINI (SUSTANTIVO). SUJETO QUE NI ESTUDIA NI TRABAJA, SE USA TAMBIÉN PARA REFERIRSE A UNA GENERACIÓN.
PETAR (verbo). Úsese con el complemento directo y acompañado por el adverbio fuertemente. “Petarlo fuertemente” es el máximo grado de éxito que se puede conseguir por unidad de tiempo.

POSTUREO (sustantivo). Impostura, adopción de ciertos hábitos, poses y actitudes más por apariencia que por convicción. Surge en el ámbito de las redes sociales.

PUTIVUELTA (sustantivo). Recorrido que se hace en una discoteca, bar o fiesta popular con el propósito de calibrar el ambiente con objetivos de apareamiento.

“¡QUÉ COMA!”. Alude al estado de ebriedad, equivale al clásico “¡menuda borrachera!”.

RANDOM (adjetivo). Se emplea para designar a gente sin rasgo digno de reseñar, la gente del montón, el relleno.

SPOILER (sustantivo). Hacer un spoiler es uno de los pecados capitales de la época. Se refiere a desvelar detalles importantes de la trama de una serie de televisión.

TODÓLOGO (sustantivo). Tertuliano de la radio y la televisión con capacidad para opinar hoy sobre el Ibex 35 y mañana sobre la física de partículas.

TROLEAR (verbo). Acosar e insultar en Internet de modo sostenido.

VIEJUNO (adjetivo). Con apariencia rancia y envejecida. Puede ser despectivo o todo lo contrario. Un bar viejuno puede molar.

“ZAS EN TODA LA BOCA”. La frase tomada de Peter Griffin de la serie Padre de familia se emplea en tiempo real y con vehemencia cuando a una persona se le ha dado un buen corte.

Nuevas formas de aprender idiomas

Ana Torres Menárquez, "La educación pública aplica un nuevo método para aprender inglés", en El País, 9-V-2017:

Cuarenta institutos catalanes usan un nuevo sistema que coordina a los profesores de lenguas para aumentar la motivación

Toda la vida aprendiendo inglés y España no levanta cabeza. Pese a estudiar este idioma durante más de 10 años en primaria y secundaria, conseguir que los estudiantes lleguen a la universidad con un dominio aceptable de inglés sigue siendo un quebradero de cabeza para los responsables de las políticas educativas públicas. Solo el 13% de los alumnos españoles que terminan la secundaria tienen un nivel intermedio de inglés. Según datos de Eurostat, el 35% de ellos se quedan en el inicial, lo que les impide poder mantener una conversación en ese idioma.

Cataluña ha dado un giro de tuerca a la metodología que se usa en las aulas y ha puesto en marcha un proyecto piloto en 40 institutos públicos para hacer la enseñanza de idiomas más eficaz. Desde hace dos años los profesores de lenguas de esos centros (inglés, francés, alemán, latín, castellano y catalán) trabajan de forma coordinada para no duplicar contenidos y hacer comprensibles las diferencias culturales que se esconden detrás de los idiomas.

“La forma tradicional de enseñar idiomas no funciona. Hay que arriesgar”, explica Montserrat Montagut, jefa de servicio de lenguas extranjeras de la Consejería de Educación del Gobierno catalán, en un congreso organizado por la Asociación Europea de Organismos Evaluadores de Idiomas (ALTE, por sus siglas en inglés) en Bolonia. Cuando Montagut habla de arriesgar se refiere a que no existe ningún estudio científico que demuestre que con ese método mejora el aprendizaje. La fórmula que están aplicando en los institutos, a la que han llamado programa Avanzamos, se basa en las investigaciones de Olga Esteve, experta en aprendizaje de lenguas extranjeras de la Universidad Pompeu Fabra, y su equipo.

“Los idiomas no se pueden enseñar de forma aislada y lo menos importante son las estructuras gramaticales. Este enfoque es novedoso y por eso necesitamos tiempo para medir el impacto sobre los alumnos”, señala Olga Esteve. Según su investigación, iniciada a partir de las teorías de James Cummins -profesor de la Universidad de Toronto y uno de los referentes internacionales en el estudio de los efectos del multilingüismo en el aprendizaje-, las lenguas no se pueden enseñar en departamentos estanco, sino de forma que se interrelacionen. Afirmación que también contempla el Marco Europeo de Referencia para las Lenguas, elaborado por el Consejo de Europa.

“Para adquirir un segundo idioma te apoyas en los conocimientos que ya tienes de tu lengua materna. Para que surja la motivación se tienen que entender las diferencias culturales y eso solo se puede hacer poniendo a los profesores a trabajar de forma coordinada”, indica Esteve. La idea es trasladar el famoso aprendizaje por proyectos a los idiomas.

Esteve pone un ejemplo. Si se están estudiando las conversaciones es importante entender el origen de las expresiones en los diferentes idiomas; plantear a los alumnos qué similitudes se dan y por qué y a la inversa. También comprender que los tiempos verbales no funcionan igual en todas las lenguas. “No hay que enseñar las conjugaciones de memoria, sino la cultura de cada uno de los países y la explicación de por qué se usa un tiempo y no otro”. Para seguir esa línea de trabajo los profesores tienen que programar sus temarios de forma conjunta, decidir quién explica qué y tratar de no duplicar contenidos. Por eso, la formación del profesorado es clave y los docentes de los 40 institutos catalanes reciben 50 horas de instrucción durante los dos primeros años. "En primaria los profesores sí se coordinan, pero en secundaria eso nunca sucede", añade Esteve.

El Institut Antoni de Martí i Franquès es uno de los centros públicos que está aplicando este método. “En los institutos sucede como en la universidad; cada profesor va a su aire y explica su libro. Convencerles de las ventajas del trabajo colaborativo es muy complicado”, cuenta Jean Marc Segarra, director del centro. Para participar en el programa Avanzamos es necesario que el 80% de profesores del departamento de lenguas esté dispuesto a aplicar esa filosofía de trabajo. “En tercero de ESO se trabaja la carta formal e informal. No tiene sentido que todos los profesores de lengua expliquen en qué consiste, sino que nos dividamos los contenidos e ideemos una fórmula para entrelazar las lenguas”.

Jordi Satorra, jefe de estudios del instituto catalán, pone otro ejemplo. En la asignatura de alemán, las oraciones subordinadas se introducen en tercero de la ESO, mientras que en castellano y catalán no se hace hasta cuarto. "Los docentes tienen que conocer estos detalles del programa académico y ponerse de acuerdo para reservar una o varias sesiones para explicarles nuevos conceptos primero en la lengua materna". 

De momento, las pruebas realizadas a los alumnos de estos centros demuestran que los niveles de motivación se incrementan. "Es fácil entender el porqué. Los chicos conectan los idiomas y no los estudian como tablas de multiplicar. Una muestra más del fin de la memorización", asegura Olga Esteve.

Para Kristina Cunningham, responsable de la unidad de plurilingüismo de la Comisión Europea, que también participó en el congreso de ALTE en Bolonia, el principal problema de España con los idiomas es la "falta de competencia" del profesorado. "Todos las medidas orientadas a mejorar la calidad de enseñanza son bienvenidas, pero hasta que los docentes españoles de idiomas no hagan estancias en el extranjero su habilidad para enseñar será reducida". Una solución a corto plazo podría ser la participación de los profesores en el programa Erasmus+, que contempla intercambio de profesores entre centros europeos o trabajos colaborativos. En 2015, un total de 8.994 profesores y y 3.273 escuelas europeas participaron en actividades relacionadas con la movilidad entre países

Entrevista a Joseph Pérez

César Cervera entrevista a Joseph Pérez, «Lo del genocidio en América es una barbaridad, ¿por qué iban a matar a la gallina de los huevos de oro?», en Abc, 9-V-2017:

El hispanista francés ganó relevancia internacional con su libro «Leyenda negra» (Gadir) en el que analizaba todas las mentiras que desde hace siglos alimentan la hispanofobia y, en los últimos años, se ha dedicado a reivindicar la figura del Cardenal Cisneros

A sus 86 años el historiador Joseph Pérez se permite ser políticamente incorrecto sin que le asusten los riesgos. En estos tiempos decir que España no hizo un genocidio en América o que Felipe II no era más intolerante que cualquiera de los otros reyes europeos es parecido a tirarse en paracaídas desde la torre Eiffel con los ojos cerrados. A la leyenda negra contra lo español que lleva media vida combatiendo este hispanista francés de padres valencianos le ha tomado ahora el relevo la dictadura de los correcto. Ajeno a este cambio de régimen, Pérez se ha dedicado a reivindicar en los últimos años la figura de un inquisidor general, el Cardenal Cisneros, ferreo defensor de una mentalidad mediterránea con la que el historiador se identifica en contraposición con lo germánico. Y precisamente por el viejo y sabio cardenal ha visitado recientemente Madrid para intervenir en la conferencia «Doctores y espirituales. Fernando de Valdés frente a Cisneros», organizada por la Fundación Banco Santander. Aprovechamos su visita para hablar con Pérez de historia, de Cisneros, de la UE y de la actualidad española.

–Visita Madrid para hablar de la lucha en el siglo XVI entre dos corrientes religiosas dentro del catolicismo español. ¿En qué consistió esta lucha?

–Se trata del enfrentamiento en el siglo XVI de los que yo llamo los doctores contra los espirituales. Es un debate de fondo que demuestra que España no se quedó al margen de la reforma espiritual que dio lugar a las distintas corrientes protestantes en Europa. Desde finales del siglo XV hubo en el país una preocupación por llegar a una vida religiosa que fuera más vivida que entendida. Para muchos la religión se había convertido en algo rutinario, por lo que anhelaban algo más: una forma de entender la religión desde la espiritualidad interior. No querían que la religión se redujera a dogmas sino que fuera una actitud vital. Esta era la vocación de los llamados espirituales o místicos (este término no se usaba entonces porque hacía referencia a cosas secretas), frente a la de los doctores, que recelaban de que la gente que no sabía experimentara una vida religiosa no rigurosamente conforme con el dogma.

Cisneros ayudó con los fondos del arzobispado de Toledo a la traducción y publicación de libros en lengua vulgar y a que los textos religiosos estuvieran al alcance del pueblo.–Poniendo nombres y apellidos a estas dos corrientes, usted menciona al Cardenal Cisneros y a Fernando Valdés.

–Son dos inquisidores generales muy representativos de su tiempo. Cisneros, inquisidor general desde 1507 hasta su muerte, era un espiritual que opinaba que había que tener en cuenta las ganas de los fieles por participar en la religión desde el interior. Cisneros ayudó con los fondos del arzobispado de Toledo a la traducción y publicación de libros en lengua vulgar y a que los textos religiosos estuvieran al alcance del pueblo.

–El tiempo de Cisneros fue seguido de una persecución contra los espirituales encabezada por Fernando Valdés.

–Cuando Cisneros murió, sus sucesores tomaron decisiones contra los espiritualistas, entre ellos un decreto en 1527 contra los alumbrados de Toledo. Con motivo de este decreto comenzó una persecución contra los representantes de esta corriente que hizo que ser complutense en la España del siglo XVI fuera, a ojos de la mayoría y de la inquisición, ser heterodoxo, incluso hereje. Por su parte, Fernando Valdés fue un perseguidor de los espiritualistas. Él puso en el índice de libros prohibidos todos los textos de piedad, devoción y mística que Cisneros recomendó y financió. Santa Teresa diría su famosa frase al respecto: como no sé latín Dios me ha dicho que, sin libros en lengua vulgar, yo te daré libros vivos.

La idea que yo desarrollo es que en esta lucha al final triunfaron los doctores. Y hasta cierto punto esta victoria es la de la escuela de Salamanca, de Francisco y Vitoria y compañía, sobre la de Alcalá levantada por Cisneros.

–¿Nada sobrevivió de los espirituales?

–El trabajo de Cisneros tiene continuidad en lo que se han llamado luego las beatas, los alumbrados y los místicos. Santa Teresa y San Juan de la Cruz son los grandes reformadores místicos y devolvieron aparentemente el equilibrio entre ambas corrientes avanzado el siglo XVI. Pero solo en apariencia. A Santa Teresa le ponen en los altares a su muerte; la proclaman patrona de España junto a Santiago Matamoros, pero la verdad es que era valorada como escritora sin entrar en el contenido de sus textos. En paralelo a los homenajes, las obras de Santa Teresa no son recomendadas en la mayoría de órdenes de religiosas. Su doctrina no es aceptada.

–Además de Cisneros, su obra historiográfica ha girado en torno a la idea de la leyenda negra. Hay muchos libros que han seguido la senda del suyo.

–Bajo el nombre de leyenda negra se están metiendo muchas cosas últimamente. Yo creo que hay tres cuestiones, ni cinco ni dos, tres. Por un lado, un rechazo a lo que se consideraba como imperialismo español. A Felipe II se le acusaba de ambicionar la Monarquía Universal y a los españoles de creerse los elegidos por Dios, los que deben mandar y regir la civilización. Eso desapareció cuando se terminó la pretensión de Monarquía universal, pero la propaganda quedó ahí.

Por otro lado está la idea de que España es un buen exponente del catolicismo romano y la leyenda negra es, sobre todo, una reacción contra las naciones católicas. La falsa idea de que las religiones protestantes representan el progreso y los que se mantuvieron fieles al catolicismo fracasaron por el fanatismo y el atraso económico es algo presente en esta intoxicación histórica.

Y el tercer aspecto es la superioridad de la raza germánica y anglosajona sobre las naciones latinas, romanas y mediterráneas. Esa creencia racista también alimentó esta leyenda contra lo español.

–¿Sigue vigente este tercer aspecto hoy en día?

–La Europa que estamos viviendo es una Europa alemana, que dicta las normas al sur. La UE no es la unión europea es el triunfo de Alemania, de una Europa germánica. Cisneros combatió esto ya en el siglo XVI, puesto que él era contrario a la tradición germánica. Él era heredero de la tradición romana, la república, el bien común... En el mundo germánico y anglosajón creen que la suma de la libertad individual y los intereses particulares es el interés general, pero es una creencia falsa, pues, ya advirtió Cisneros, el reino no es el rey, es la comunidad lo que está por encima de todo. Aunque la mayoría piense una cosa no tienen siempre razón. La sociedad debe vivir conforme el orden y el sosiego. Sin discriminación, sin viles y afrentados. Que la mayoría tenga en cuenta lo que opina la minoría.

Los alemanes no saben y no han comprendido nunca lo que es el servicio público, esto es, que por ser ciudadanos todos tienen derecho a unos beneficios y a un mínimo de igualdad. En Francia, a petición de los alemanes, están suprimiendo los servicios públicos: el correo, las escuelas, el ferrocarril… lo único que importa es si es rentable o no un servicio.

–Parece usted más decepcionado que nunca con la UE.

–Procedo de una familia española pero me he criado en Francia y me considero francés. La Francia que yo he conocido no tiene nada que ver con la actual. Se construían infraestructuras públicas constantemente y se velaba por la res pública. Lo actual es todo lo contrario de una civilización mediterránea: el servicio público, el interés del pueblo, el ágora, el debate público son propios de Grecia y Roma… y no lo que estamos viviendo.

–Cree que esta Unión Europea puede ser derrocada por los movimientos populistas

–Estoy harto de oír hablar de populismo. Cuando se quiere desprestigiar a un líder se usa esa palabra. Yo entiendo lo que sienten estos populistas. El pueblo piensa que las cosas no funcionan como deberían y quiere cambiarlo. Donde yo vivo la gente está molesta porque han cerrado el correo, el comercio, la escuela y en lugar de ello se construyen estadios de fútbol. Cuando yo vivía en París hace 30 años ponía una carta en el buzón y en cuestión de 24 horas llegaba al Pirineo, donde vivían mis padres. La república que yo he conocido era eso, derechos e igualdad sin entrar en la rentabilidad del servicio. La gente que manda en Bruselas está desconectada de la realidad. Cisneros no hubiera consentido esta Europa.

–Es España el nacionalismo y el populismo se entrecruzan, ¿cómo cree que se va a resolver el asunto catalán?

–En Cataluña no sé lo que va a pasar. Harán lo que les dé la gana. Pero la idea de que una región aspire a transformarse en nación me parece normal cuando no hay otra solución, por ejemplo en el siglo XIX sirvió en Alemania para unir a todos los alemanes. El nacionalismo tiene sentido cuando vale para reunir gente o para defender a regiones que se sienten discriminadas porque no se les permite, por ejemplo, practicar su religión o hablar su lengua. Solo en esos dos casos es legítimo que el nacionalismo crezca. ¿Se da alguna de estas situaciones en Cataluña? ¿Están discriminados? ¿Se les impide hablar el catalán o bailar la sardana? No, yo no veo razón para decir que se sienten discriminados. Son los castellanohablantes los que a veces se sienten discriminados en Cataluña. Mire, recuerdo una anécdota poco conocida de la Guerra dels Segadors, en 1640, que vivió la secesión de Cataluña. Los catalanes se pusieron de acuerdo con Francia y llegó a este país un emisario de Cataluña, que no sabía francés, para hablar con el Cardenal Richelieu, que no hablaba catalán pero hablaba muy bien castellano. «No podemos hablar la lengua del enemigo, ¿cómo vamos a entendernos sin hablar castellano?», preguntó el emisario, a lo que Richelieu contestó: «No, son las personas las que se hacen la guerra, no las lenguas. Los idiomas están hechos para entenderse entre la gente. Hablaremos castellano».

–Volviendo a la leyenda negra parece que cobra fuerza entre la izquierda la idea, refutada en su libro, de que en América hubo un genocidio contra la población indígena. ¿Es políticamente incorrecto decir esto?

–Lo del genocidio es una barbaridad. Para empezar porque a los españoles les interesaba la mano de obra, ¿cómo iban a matar a la gallina de los huevos de oro? Murieron muchos indígenas pero por enfermedad y no tanto por la guerra. Un catarro cualquiera era mortal para un indio porque no tenía la inmunidad necesaria. Los españoles se comportaron de una manera salvaje en muchos casos, pero no diferente a lo que los ingleses y franceses hicieron luego en el siglo XIX, salvo porque ellos no tuvieron a un Bartolomé de las Casas para denunciar los horrores. Los daños que conocemos de la colonización lo sabemos porque lo escribieron así los españoles, mientras que de los otros no supimos nada hasta hace poco. Lo decía Tácito, matan a los hombres y a esto lo llaman pacificar.

Los católicos ingleses tuvieron que esperar hasta 1830 para tener los mismos derechos que los anglicanos. –Si hablamos de intolerancia religiosa el imaginario popular se traslada automáticamente al reinado de Felipe II y la actividad de la Inquisición, ¿está justificado?
–Felipe II no tuvo nada de excepcional. No existía la tolerancia religiosa en ninguna parte de Europa. No admitían la pluralidad en ese tiempo. Los soberanos consideraban que el sentimiento religioso formaba parte esencial de la comunidad nacional. Para ser un buen español, un buen francés o un buen alemán había que tener la misma religión que el rey. No existía sentimiento nacional según entendemos hoy, pero uno compartía con el rey la religión y esta comunidad de fe hacía mucho para federar el país. No fue algo único de los Habsburgo, los reyes ingleses tampoco permitían que hubiera católicos en su reino. Los católicos ingleses tuvieron que esperar hasta 1830 para tener los mismos derechos que los anglicanos. No tiene sentido hablar de un rey intolerante en Europa, cuando todos lo eran.

–A nivel historiográfico la leyenda negra parece retroceder pero en la ficción sigue muy próxima.

–Actualmente los historiadores están de acuerdo en su mayoría en que la leyenda negra no corresponde a la realidad. ¿Quién hubiera dicho hace 30 años que un historiador inglés iba a escribir un libro tan bueno y completo como la biografía de Felipe II? Entre historiadores hemos dado un salto de gigante, si bien quedan resquicios de la leyenda por culpa de la prensa, el cine y los novelistas malos. Les interesa montar sensacionalismo. Hace cinco años la televisión francesa me entrevistó para un documental de Isabel La Católica. Al final me enfadé con las preguntas, «ustedes que quieren ¿que diga que era una asesina con las manos manchadas de sangre?», les increpé. Como cualquier jefe de Estado con responsabilidades ella fue responsable de muchas muertes pero no voy a presentarla como una reina sanguinaria e inquisitorial. La idea de los españoles como los malos de la película ha estado presente hasta hace poco y ahora empieza a cambiar poco a poco.

La enfermedad como lucha

LUCÍA ETXEBARRIA Un enfermo no es un soldado, en El Periódico de Cataluña, 9 de abril de 2017:

En los últimos tiempos me he especializado en impartir talleres de grafoterapia.

"Escribir sirve para estimular la protección inmunológica, relajar y mejorar la calidad del sueño, ayudar a controlar la presión arterial y reducir el consumo de alcohol y fármacos. Además, reordena el pensamiento, promueve la conexión con los otros y disminuye las crisis depresivas. Parece mágico". Son palabras de James Pennebaker, psicólogo de la Universidad de Texas, que estudia los beneficios de la escritura terapéutica desde hace más de tres décadas.

Escribir cicatriza las heridas espirituales: Pennebaker se trasladó a Madrid tras las bombas de la estación de Atocha y trabajó en la escritura terapéutica con víctimas del atentado. En el 2009 publicó sus conclusiones: "La confrontación de hechos traumáticos mediante expresión escrita, tiene efectos positivos sustanciales".

Pero escribir cicatriza también las heridas físicas: Elizabeth Broadbent, de la Universidad de Auckland, asevera que la escritura funciona como cicatrizante

De momento, se ha realizado un estudio con 49 participantes a los que se les practicó una biopsia que les dejó una herida en el brazo y a los que se les pidió que escribieran durante 20 minutos al día.

Los investigadores fotografiaron sus lesiones hasta que curaron. Una mitad relataba en un papel sus pensamientos, experiencias traumáticas y emociones. La otra mitad escribía sobre sus planes del día evitando mencionar aspectos sentimentales.

A los 11 días, a un 76,2% de integrantes del primer grupo se les había curado la herida. Frente al 42,1% del segundo.

Escribir también ayuda a comunicarse con familiares y amigos, a asumir el duelo y la perdida. Incluso a moderar el dolor, porque el dolor depende de la percepción, y es más fácil de sobrellevar si se percibe con calma.

Pero escribir no cura el cáncer. La actitud no cura el cáncer. Ninguna palabra cura el cáncer. Tenemos que tener mucho cuidado con las palabras. Por ejemplo: tenemos que tener cuidado con la palabra 'luchador'. Cuando decimos "una luchadora contra el cáncer" o "la batalla contra el cáncer".

Se está poniendo últimamente de moda convertir a los enfermos en luchadores. Depositando en ellos y ellas toda la responsabilidad para curarse. Ocultando que para curarse de una enfermedad nada es más influyente que la inversión pública que se haga en investigación y en la calidad del sistema público de salud. Porque si llamamos "luchadores" a los enfermos, cuando la persona fallece parece que no ha luchado lo suficiente, que el responsable de perder la batalla es del propio enfermo.

Por no hablar de cuando se dice que si compras tal o cual producto, el producto invertirá en investigación contra el cáncer. Y suele ser un producto que utiliza componentes cancerígenos (compresas o tampones con blanqueantes, desodorantes con aluminio) y que invierte en investigación mucho menos de lo que invierte en la propia campaña de promoción del producto.

Es perverso. El enfermo no se cura solo con su actitud. Se cura con atención médica. Y si no se cura, nunca será, jamás, porque no puso de su parte.

Nuestro sistema está obsesionado con convertirlo todo en fracasos o éxitos individuales. Por eso parece que luchar es suficiente para curarse. Pero no lo es. La actitud cuenta, por supuesto, pero una enfermedad es arbitraria y azarosa, nadie la elige. La curación no depende de una lucha o un lacito sino de un diagnóstico a tiempo, de un buen tratamiento, de un buen equipo médico, de que se gaste dinero público en investigación.

Mientras escribo esto mi cuñada, en Estados Unidos, lleva meses esperando que le den hora para operarle de un cáncer, en una agonía de dolor. Después de pagar durante años un carísimo seguro médico. Y si no lo hubiera pagado habría fallecido, sin más. Ese es el sistema que quieren implantar aquí.

Por eso en lugar de exigirle a las personas enfermas que "luchen", deberíamos luchar todos porque no implanten aquí el sistema de salud norteamericano.

Porque nadie sale airoso de un cáncer luchando como si fuera un atleta olímpico. Porque nadie tiene un buen día solo sonriendo como recomienda el cuqui de Mr. Wonderful. Y porque nadie se hace a sí mismo, que es la frase preferida del sueño americano, de la insolidaridad, del neoliberalismo, del individualismo y de los narcisistas.

Porque todos nos hacemos unos a otros.