miércoles, 14 de junio de 2023

Las cien mejores comedias según Juan Cabestany

Juan Cabestany , "Las 100 mejores comedias de la historia del cine". Cinemanía 28.04.2020

¿Eres más de Chaplin, de Keaton o de los Monty Python? ¿De los hermanos Marx, de los Farrelly o de los Coen? ¿De Berlanga o de Cuerda? Aquí tienes el ranking definitivo con las mejores comedias de la historia del cine. ¿Eres capaz de terminarlo sin partirte de risa?

99. Caro diario (Nanni Moretti, 1993)

Conocí a Moretti con 'Caro diario': recorría Roma en vespa bailando al son de la música sin perder su aire serio ni caerse de la moto. Después, en una escena conmovedora, buscaba en Ostia el lugar en el que mataron a Pasolini. Para entonces ese tipo desgarbado, impertérrito e impertinente ya me había cautivado. Siempre he disfutado menos del segundo episodio: creo que cuando Moretti baja de la moto y sube a un barco para recorrer las islas junto a un amigo la película pierde parte de su gracia, tal vez porque el tono abandona la cotidianeidad y se acerca a la fábula. Pero cuando acaba Isole llega el tercer capítulo del diario: Medici, posiblemente mi favorito. Aquí Moretti reconstruye algo que le ocurrió: un penoso recorrido de médico en médico para encontrar la causa de unos molestos picores. Verle en la playa, obligado a llevar zapatos y medias hasta la rodilla por el enésimo diagnóstico erróneo me produce una tristeza inmensa. Cuando finalmente encuentran la causa del prurito, un grave linfoma de Hodgkin, y, por fin, Moretti, ya curado y rodeado de montañas de medicamentos (todos los que le recetaron equivocadamente) se dirige a cámara y bebe un vaso de agua, siento que hay algo conmovedor en ese nimio gesto., , Es una manera prosaica de celebrar que está vivo. Y, ahora que lo pienso, creo que eso es exactamente lo que es 'Caro diario'; una muy personal y poco enfática reivindicación de la vida.

​DANIEL CASTRO

98. Jo, qué noche (Martin Scorsese, 1985)

La oscuridad no miente. La peripecia de un oficinista desde que el sol se pone hasta que vuelve a salir da para esta película circular y redonda, abstracta, sexy, histérica, trágica y de cualidades esotéricas. Cine de la interzona que, como los sueños, no envejecerá nunca. Estamos ante una de las comedias más estrambóticas y sofisticadas de una década que se caracterizó por la imbecilidad del género. 

>> Digámoslo de una vez: la mejor película de Scorsese con diferencia.

​R. L.

97. El hombre tranquilo (John Ford, 1952)

Cualquier cosa puede suceder en Innisfree. Convertir una pelea en ronda de cervezas, unir a un cura católico con un pastor protestante, dulcificar a la salvaje Mary Kate (Maureen O’Hara), ver a John Wayne enamorado... Y todas ellas buenas, aunque un poquito rudas por culpa de ese cascarrabias que dijo que hacer cine era como tomar “un pedazo de tarta”. “Todo lo que quiero es ir a Innisfree”. Señor Thornton, sus deseos son órdenes de John Ford. 

>> De aquí vengo y en esto creo. Firmado: Sean Aloysius O’Feeney, aka John Ford.

​C. M.

96. Love Actually (Richard Curtis, 2003)

Una comedia navideña for all seasons, un placer culpable para la eternidad. “Esta es mi 'Pulp Fiction”: Richard Curtis se dio el pisto al ponderar las 10 relaciones cruzadas de esta 'Magnolia' del amor de anuncio, debut del guionista de 'Notting Hill' y 'Cuatro bodas y un funeral' (“Voté contra Hugh Grant para protagonizarla”). No regrets, Grant bordó al más lúcido inquilino del 10 de Downing Street. Al menos el que mejor luce las camisas. 

>> Encantadora: nadie ha rodado mejor las despedidas de aeropuerto.

​C. M.

95. Moonrise Kingdom (Wes Anderson, 2012)

Bill Murray con su hacha, Frances MacDormand hablando por un megáfono –sugerencia de Roman Coppola; su madre, Eleanor, solía llamar así la atención de los hijos que comparte con Francis–, el amor imposible de Suzy y Sam, Bruce Willis durmiendo solo en un barco, Nueva Inglaterra en los 60... Como las viñetas de Snoopy y Charlie Brown, el humor de Wes Anderson tiende a ponernos tristes. 

>> Reirás si eres de los que escribe cartas a mano escuchando a Françoise Hardy.

​A. G. B.

94. Granujas a todo ritmo (John Landis, 1985)

Nacida como banda de coña en el Saturday Night Live, The Blues Brothers alcanzaron tal prestigio en su tarea revivalista del rythm’n’blues que sus líderes, John Belushi y Dan Aykroid, no dudaron en lanzarse a la misión celestial de esta película, una road movie demoledora y salvaje que durante mucho tiempo se jactó de ser el título en que más vehículos se desguazaron. De la cocaína mejor no hablamos. 

>> Gasta calibre de culto y en sus reposiciones incita a la performance.

​R. L.

93. Todo en un día (John Hughes, 1986)

Pero... ¿cuántas cosas hace Ferris (Matthew Broderick) en su “día libre”? 7:30 FINGE QUE ESTÁ ENFERMO. Todo es poco para convencer a tus padres de que hoy no puedes ir a clase. 9:15 ‘HACKEA’ EL ORDENADOR del instituto sin salir de casa. ¿Juegos de guerra? 10:00 RECOGE A SU NOVIA en la cara del director Rooney (Jeffrey Jones), que acompaña a Sloane (Mia Sara) a la puerta. 10:30 VISITA LA TORRE SEARS tras dejar el Ferrari del padre de Cameron (Alan Ruck) en el párking para otear Chicago. 10:50 JUEGA A LA BOLSA. 11:15 ALMUERZA EN CHEZ QUIS. 12:45 VA A UN PARTIDO DE BEISBOL, Chicago Cubs contra Atlanta Braves. 13:55 VISITA EL ART INSTITUTE, con parada especial frente a Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte. 16:00 HACE PLAYBACK (Danke Schön y Twist and Shout) en el Día de Von Steuben. 16:45 RECOGE EL FERRARI y mira el cuentakilómetros. Hay que añadir 40 minutos hasta que Cameron sale del shock. 17:35 SE BAÑA EN LA PISCINA y evita que su amigo se suicide en el agua. 18:20 VE CÓMO EL FERRARI se despeña, quedando completamente destrozado. 18:55 SE METE EN LA CAMA cinco segundos antes que sus padres. 19:01 ROMPE LA CUARTA PARED por última vez ese día. ¡Buenas noches!

>> Adolescente y trascendente, Ferris Bueller nos mostró el camino.

92. Election (Alexander Payne, 1999)

“Había conocido a muchos estudiantes ambiciosos, pero Tracy Flick era un caso especial”. Mitad Lolita, mitad Hillary Clinton, Flick (Witherspoon) fue la peor pesadilla del pobre McCallister (Broderick) y la protagonista del filme más irónico de Alexander Payne. “Hasta mi madre cree que Election es mi mejor película. Vio 'Nebraska' y me dijo: ‘Sí, es buena, ¿pero por qué no puedes hacer otra tipo Election?”. 

>> Caricatura de la ridiculez humana. El Payne con más mala uva.

​I. C.

91. Misterioso asesinato en Manhattan (Woody Allen, 1993)

“No puedo escuchar tanto Wagner... ¡Me dan ganas de invadir Polonia!”. Lo que para Allen era un divertimento menor terminó siendo una comedia mayor en la que Diane Keaton reemplazó a Mia Farrow tras su ruptura. “A Mia le gusta hacer cosas graciosas, pero no es una cómica tan completa como Diane. Hizo este papel más gracioso de cómo yo lo había escrito”. 

>> El Allen que más nos gusta: divertido, ligero, ingenioso y cinéfilo.

​D. B.

90. Notting Hill (Roger Michell, 1999)

Aquella puerta azul, parada obligada en el peregrinaje de los cinéfilos, fue propiedad del guionista de 'Notting Hill', Richard Curtis, antes de que acabase subastada en Christie’s. Esta 'Cenicienta' en la que el príncipe era una estrella de Hollywood –Julia Roberts– y la calabaza tartamudeaba como Hugh Grant, nos descubrió, con ayuda de Rhys Ifans, que era posible reírse con –y no de– los cuentos de hadas. 

>> Como las camisetas de Spike (Rhys Ifans), lo ñoño no quita lo valiente.

89. Primera plana (Billy Wilder, 1974)

Billy Wilder, que fue periodista en Viena, traza un mordaz pero elegante retrato del oficio en esta adaptación de la obra de teatro de Ben Hecht que antes llevaron a la pantalla Lewis Milestone y Howard Hawks. El cineasta usó el personaje del psicoanalista, el hilarante Max J. Eggelhofer, para vengarse de Freud, que le había echado a patadas de la consulta cuando de joven intentó entrevistarle . 

>> Una sátira sobre el periodismo que está más vigente que nunca.

​D. B.

88. Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953)

Dicen que William Wyler le daba a Audrey Hepburn todos los días antes de rodar un negroni (cóctel italiano). Una leyenda barata para intentar explicar por qué la actriz brilló como nunca en su primer gran papel en Hollywood: Gregory Peck tuvo que aceptar que la estrella era ella. Hepburn ganó su primer Oscar, puso de moda las vespas y los helados en las escaleras de Piazza di Spagna. 

>> La antiCenicienta casi neorrealista con moraleja periodística.

​I. C.

87. Charada (Stanley Donen, 1963)

Cuando a Cary Grant le ofrecieron protagonizar Vacaciones en Roma junto a Audrey Hepburn la rechazó por los 26 años de edad que le sacaba. Finalmente cedió en esta comedia romántica en la que Donen hace un uso del suspense que ha llevado a muchos a calificarla como “la mejor película de Hitchcok que Hitchcock nunca hizo”. La música de Henry Mancini y los títulos animados son célebres. 

>> La comedia de misterio que hubiera firmado Hitchcock.

​D. B.

86. Ninotchka (Ernst Lubitsch, 1939)

La cámara de Lubitsch, el guion de Billy Wilder y Charles Brackett y el encanto de una Greta Garbo en su primer papel cómico, que también sería el penúltimo de su carrera. Incluso el férreo bigotón de un Stalin en plena campaña de purgas (“Habrá menos rusos, pero mejores”) palideció ante tamaña entente, nominada a cuatro Oscar. Y no olvidemos a Bela Lugosi, en el rol de siniestro comisario político. 

>> Con tiranos o sin ellos, las golondrinas siempre vuelven.

​Y. G.

85. El mundo está loco, loco, loco (Stanley Kramer, 1963)

Spencer Tracy, Peter Falk, Mickey Rooney, Buster Keaton... ¡hasta Jerry Lewis y los Three Stooges! Un reparto de lujo conformó esta comedia coral de ratas a la carrera en busca del botín de un moribundo. Más de tres horas –poca broma– de humor bobo y no tan blanco facturadas por un director dramático y comprometido que aquí se revelaba también dotado para lo que se llama el cachondeo. 

>> Probablemente, la película favorita de tu padre. Respect.

​R. L.

84. Dieciséis velas (John Hughes, 1984)

Misántropo reaganiano por fuera, y adolescente atormentado por dentro: así era John Hughes, y así se revelan sus mejores filmes. Encantadora aún en sus defectos, 'Dieciséis velas' codificó un género (la comedia teen y urbana), lo dotó de iconos (Molly Ringwald y Anthony Michael Hall) y nos regaló escenas tan antológicas como la de esa horda con acné pujando por unas bragas en el lavabo del gimnasio. 

>> El cumpleaños más triste puede ser también el más hilarante.

​Y. G.

83. La cena de los idiotas (Francis Veber, 1998)

Los franceses, tan superiores intelectualmente, cambiaron el “siente a un pobre en su mesa” de Plácido por un “siente a un tonto en su mesa” en esta descacharrante sitcom en la que Francis Veber adaptó su propia obra de teatro. Jacques Villeret, que ganó el César por interpretar al idiota, murió a los 53 años tras una vida marcada por la depresión y el alcohol, cumpliendo así el cliché de payaso triste. 

>> Puro humor galo sin frites ni Ch'tis. Un reto: ¿puedes verla sin reírte?

​D. B.

82. Lío en los grandes almacenes (Frank Tashlin, 1963)

La experiencia de Frank Tashlin como animador de 'Looney Tunes' lo capacitó para ser el director que mejor partido podía sacar a la elasticidad de Jerry Lewis como cartoon humano. Su fetiche eran las extremidades: de los dedos a máquina de Lewis a las piernas infinitas de sus mujeres. “No diga que la comedia es chaplinesca, sino alto y claro que es tashlinesca”, proclamaba con razón Jean-Luc Godard.

>> Más dibujos animados de carne y hueso que en '¿Quién engañó a Roger Rabbit?'.

​D. D. P.

81. Chicas malas (Mark Waters, 2004)

En el guion de una semidesconocida Tina Fey (no había llegado aún 'Rockefeller Plaza') el instituto era una selva peligrosa; las pijas, depreda- doras, y el bullying una suerte de selección natural contra novatas como Lindsay “quién te ha visto y quién te ve” Lohan. Precursora de la lucha de las queen bee por mantener su hegemonía –léase 'Gossip Girl'–, sigue imbatible como ejemplo de comedia teen incisiva. 

>> Decálogo magistral de putadas non- stop. Lindsay se haría luego queen bee.

​M. G.

80. Una cuestión de tiempo (Richard Curtis, 2013)

Esto no es una comedia romántica. Es “una película divertida sobre el amor”, dice Curtis. No hay fórmulas más allá de la suya desde Cuatro bodas y un funeral: chico tímido inglés (Domnhall Gleeson à la Hugh Grant) conoce a chica americana encantadora (Rachel McAdams à la Andie MacDowell o Julia Roberts). Ahora la ha perfeccionado con hilarantes viajes en el tiempo y su as en la manga: Bill Nighy. 

>> La vuelta encantadora y romántica del día de la marmota.

​I. C.

79. La tentación vive arriba (Billy Wilder, 1955)

Billy Wilder dio forma al concepto de Rodríguez y convirtió a Marilyn Monroe en un icono en esta comedia cuyo rodaje fue un infierno. La actriz, que padecía una fuerte depresión, llegaba tarde y olvidaba las líneas de diálogo todo el rato. Y para rodar la celebérrima escena en la que se le levanta la falda en la alcantarilla –que provocó su divorcio de Joe DiMaggio– fueron necesarias 40 tomas. 

>> Convirtió a Marilyn Monroe en el icono que es hoy.

​D.B.

78. Torrente, el brazo tonto de la ley (Santiago Segura, 1998)

Dio lugar a una franquicia millonaria, implantó la cultura del cameo, recuperó la tradición de la comedia castiza, consagró a Santiago Segura como showman, nos descubrió a monstruos como Javier Cámara... Con tantos méritos a veces se olvida lo fundamental. Por ejemplo, que puso de acuerdo a todos, desde el crítico sesudo Ángel Fernández Santos a El Fary: José Luis Torrente es tan repugnante como imprescindible. 

>> El tonto, el facha y el malo –todo junto– que sacudió al cine español.

​M.P.

77. (500) días juntos (Marc Webb, 2009)

La vendetta fílmica del guionista Scott Neustadter (el 75 % de la película es autobiográfica, “¿te enteras, Jenny Beckman? ¡Zorra!”) hizo que el moderneo peterpanesco se reconciliase con la romcom. A cambio, los buceables ojos de Zooey Deschanel –la peli se diseñó en tonos azules para hacer juego con ellos– reactualizó la misoginia en términos molones inventándose el concepto Manic Pixie Dream Girl. 

>> Hará que te acuerdes de tu ex, aunque puede que no te haga ni pizca de gracia.

​A. G. B.

76. Loquilandia (H. C. Potter, 1941)

Antes de que los Zucker y Abrahams lo petaran con Aterriza como puedas ya existía este sidral endiablado de gags lunáticos que hoy puede entenderse como arrebato subversivo en el corazón del Hollywood dorado. Adaptación de un musical con el dúo Olsen & Johnson, abunda en efectos especiales, presenta trazas de spoof movie y alma de varieté, tiene la cuarta pared en ruinas y la capacidad de explotar en tu cabeza. 

>> Una audacia de la Universal que mantiene su velocidad sónica.

​R. L.

75. El diario de Bridget Jones (Sharon Maguire, 2001)

No todo fue engordar. Para prepararse el papel, Zellweger trabajó de incógnito en una agencia de publicidad. Hombre, lo del retrato enmarcado de su novio –Jim Carrey– en la mesa de la oficina era raro, pero sus compañeros no le dijeron nada para no avergonzarla. Algo de lo que no se hubiese librado Bridget, esa bochornosa Jane Austen reloaded que nos hizo considerar ligar con Colin Firth como algo plausible. 

>> Para ver con una tarrina de helado y las bragas elásticas de abuela puestas.

​A. G. B.

74. Un cadáver a los postres (Robert Moore, 1976)

Neil Simon reunió a un supergrupo de investigadores y detectives literarios para enfrentarlos a la resolución de un crimen imposible y al desprecio de Truman Capote. Su dream team de comedia –Peter Sellers, Alec Guinness, Peter Falk, David Niven– rivalizó en plató para ver quién era más gracioso. Sellers imitaba a Guinness por teléfono para reclamar a Simon cambios en sus diálogos y generar caos. 

>> Defensa imbatible cada vez que alguien se mete con la fan fiction.

​D. D. P.

73. Mi tío (Jacques Tati, 1958)

“Creo sinceramente que el cine cómico no está pasado de moda” dijo el genial Jacques Tati, que en esta magistral sinfonía visual (que tardó nueve meses en rodar) se vale de su álter ego, el patoso Monsieur Hulot, para reivindicar la Francia tradicional y reírse (sin hacernos reír) de la mecanización y la deshumanización de la vida moderna. “La película lleva a cabo una defensa del individuo”. 

>> La equivalente de 'Tiempos modernos' del Chaplin francés.

​D. B.

72. Los viajes de Sullivan (Preston Sturges, 1941)

Favorita de cinéfilos y cineastas –los Coen en 'O Brother!', Clint Eastwood en 'Un mundo perfecto' y Frank Darabont en 'Cadena perpetua' le han guiñado un ojo–, su protagonista, el director John L. Sullivan (Joel McCrea) no podía imaginarse que esta odisea americana en busca del drama conduciría hasta el corazón mismo de la comedia. Sturges se la dedicó a todos los que nos hicieron reír. Pluto incluido. 

>> La cura para la Gran Depresión: carcajearse con Veronica Lake.

​M. P.

71. La extraña pareja (Gene Saks, 1968)

Un texto del dramaturgo Neil Simon que Mike Nichols había dirigido en Broadway (en España llegaron a interpretarlo sobre las tablas Esteso y Pajares) dio pie a esta película entrañable donde Jack Lemmon y Walter Matthau son dos divorciados de temperamentos diametralmente opuestos, el uno metódico y ordenado, el otro caótico y desastre. La suma de los dos dará el resumen del hombre como piltrafa.

>> Cristalización cinematográfica de un pequeño gran clásico de la escena.

​R. L.

70. El quinteto de la muerte (Alexander Mackendrick, 1955)

“Es un retrato cómico e irónico de la Inglaterra de postguerra”, escribió Mackendrick. Los cinco infortunados atracadores simbolizan cada colectivo vencido por el poder de la victoriana señora Wilberforce. Canto del cisne del estudio Ealing y, tal vez por eso, la mejor de las muy buenas películas que produjo, es la quintaesencia del humor británico, sombrío como la inolvidable sonrisa torcida de Alec Guiness. 

>> Lección magistral e insuperable de la causticidad del humor inglés.

​R. R.

69. Divorcio a la italiana (Pietro Germi, 1961)

Las maquinaciones de un Marcello Mastroianni afanoso por liberarse como sea del yugo matrimonial para, a sus treinta y largos, yacer legitimado con su prima de 16, una aspiración comprensible tratándose ésta de Stefania Sandrelli. Un relato negro como el alma de Europa, tremendo y anticlerical, y el primer pelotazo de la exitosa “comedia a la italiana” que reinaría en su década. 

>> Un cine de localismos tan profundos que no puede ser más universal.

​R. L.

68. Scary Movie (Keenen Ivory Wayans, 2000)

Los hermanos Wayans abordan el cine de terror juvenil bajo la óptica ZAZ como si fueran esos adolescentes con ganas de bulla, escatología y drogas que se sientan en la última fila de butacas. Y el encadenado de burradas funciona. ¿La clave ignorada por copias y continuaciones? Algo tan evidente como preocuparse por construir una trama alrededor de las burlas a costa de películas recientes. 

>> Descubrió a Anna Faris e hizo que 'Scream' pareciera seria y todo.

​D. D. P.

67. Primos (Daniel Sánchez Arévalo, 2011)

Sánchez Arévalo sabía que era arriesgado “poner a tres tíos de 30 años cantando y bailando los Backstreet Boys en un escenario”. “Era la secuencia estrella en el sentido de que te puedes estrellar”. Pero había que hacerlo. Y los tres primos (Quim Gutiérrez, Raúl Arévalo y Adrián Lastra) brillaron en una escena que merece su estrella propia en un paseo de la mejor comedia española: la que vuelve al pueblo. 

>> La cumbre de las fiestas de pueblo: viva el resacón en Comillas.

​I. C.

66. Intocable (O. Nakache & E. Toledano, 2011)

Un ciclón de carcajadas recorrió Europa a rebufo de una silla de ruedas ocupada por un tetrapléjico millonetis y conducida por un negro con la carcajada contagiosa del mejor Eddie Murphy. Ambos, Cluzet y Sy, estaban tocados por el carisma, ese don que logra que incluso una historia real (¡oh, no!) a punto de moraleja se convierta en la buddy movie perfecta: la pareja interracial más cachonda desde Entre pillos anda el juego. 

>> Hizo reír incluso a los más rancios críticos festivaleros (que luego renegaron). Doy fe.

​C. M.

65. Sucedió una noche (Frank Capra, 1934)

Meses antes de que Hollywood instaurara la autocensura, Capra nos regaló los perniles de la flapper Claudette Colbert, que se patean EE UU junto al bigote de Gable a ritmo de screwball: lucha de sexos y rápidas réplicas verbales. Primera película y única comedia en lograr cinco Oscar y eso que, según Colbert al finalizar el rodaje, era “la peor película que he filmado en mi vida”. 

>> Cómo conocí a la madre de todas las screwball comedies.

​R. R.

64. Wayne's World (Penelope Spheeris, 1992)

Wayne y Garth eran los Beavis and Butt-Head en carne y hueso. Colegas incondicionales, musiqueros, algo bocazas y enamoradizos. Claudia Schiffer se mosqueó porque dijeran que se las ponía duras (¡schwing!). Más blanco que hiriente y deudor del humor anárquico inglés y del SNL, contiene locos cameos como el de Alice Cooper y un memorable karaoke al volante con la Bohemian Rhapsody de Queen.

>>  “Marcha, marcha, es total”. Una tontería convertida en himno generacional.

​M. G.

63. Los Tenenbaums (Wes Anderson, 2001)

Una familia de genios, sí, y también la tribu más disfuncional vista nunca en pantalla. Como todo buen culebrón de Wes Anderson no faltan las claves de su particular universo: las gañanadas de Bill Murray, los uniformes e insignias, la relación tensa (e hilarante) entre padres e hijos, niños prodigio, guiños literarios, la infidelidad... Rocambolescos personajes todos, perdedores con aires de grandeza. 

>> Con ocho basta, excepto para Wes Anderson, familias infinitas.

​M. G.

62. American Pie (Chris & Paul Weitz, 1999)

“Si ocultamos ese pene tras una tarta de manzana, ¿nos dejáis el chiste de la cerveza inseminada?”. Durante meses sus productores negociaron con el comité que da las calificaciones por edades; había que conseguir que no fuera una película para mayores de 18 años, o perderían a su público potencial. Estrenada en la prehistoria de internet –esa webcam pixela, Jim–, propagó como un virus el concepto MILF. 

>> La auténtica estúpida comedia adolescente norteamericana.

​M. P.

61. Mentiroso compulsivo (Tom Shadyac, 1997)

Un año antes de cercar su festival de muecas y elasticidad facial en 'El show de Truman', Jim Carrey nos demostró lo bien que se lo pueden estar pasando en un universo paralelo donde las comedias familiares y el cine judicial los protagoniza un Bugs Bunny de carne y hueso. Diríamos algo del exceso de moralina peliculera, pero seamos sinceros: ¿qué importa eso cuando tienes al hombre de goma on fire? 

Apunta, Godard: para hacer comedia sólo necesitas a Jim Carrey y un boli.

D. D. P.

60. La escopeta nacional (Luis García Berlanga, 1978)

Un país democrático por los pelos. Por los pelos de coño que coleccionaba el personaje de (ídolo) Luis Escobar, quintaesencia de la nobleza casposa en el imperio del sablazo, que reúne a los poderes del Estado en una cacería estrafalaria y cada día más verosímil, donde Berlanga y Azcona disparan a diestro y siniestro, y las piezas más cotizadas son Saza y la Randall, glorioso y sufrido matrimonio catalán para la historia... de España. 

>> Cine de caza mayor para merendarse las sombras de la Transición. Que aproveche.

​C. M.

59. Hot Shots (Jim Abrahams, 1991)

Jim Abrahams no era Chaplin ni Saddam Hussein era Hitler, pero junto con los hermanos Zucker dignificó un género, la parodia absurda, que la saga 'Scary Movie' ha convertido en basura para multisalas. Primero con Aterriza como puedas y luego con esta versión chanante de 'Top Gun' en la que Charlie Sheen sacó su vena cómica tras 'Platoon' o 'Wall Street'. 

>> Nos enseñó nuevas formas de comer aceitunas y freír huevos.

D. B.

58. Pequeña Miss Sunshine (J. Dayton & V. Faris, 2006)

Dos directores de videoclips, un guión de un debutante (Michael Arndt ganó el Oscar) y un actor famoso por The Office haciendo de suicida experto en Proust (Carell). Nadie confió en esta comedia, como la familia Hoover no confiaba en que su pequeña Olive ganara el concurso de belleza, y al final todos acabamos bailando con ella el 'Super Freak', gracias a los pasos maestros de Alan Arkin (Oscar para él). 

>> La road movie que marcó el camino para la nueva comedia indie.

​I. C.

57. La pantera rosa (Blake Edwards, 1963)

El siempre exquisito David Niven, la tremenda Claudia Cardinale y la modelo Capucine (sustituta de última hora para Audrey Hepburn) eran, teóricamente, los protagonistas. Pero su sofisticación palideció frente a tres fuerzas irresistibles: los títulos de crédito animados, la música de Mancini y el potencial catastrófico de un tal Jacques Clouseau, policía francés con el rostro de Peter Sellers.

>> Felina y aterciopelada: una cumbre de la comedia sixties.

​Y. G.

56. El moderno Sherlock Holmes (Buster Keaton, 1924)

Del costumbrismo popular y callejero a la intriga sofisticada, y del cero de los tópicos al infinito de algo que, aún sin nombre, acabaría llamándose “metanarrativa”. Sin tener repajolera idea de qué era aquello del surrealismo, Keaton logró sacarle los colores a André Breton y compañía mediante una sencilla premisa: “Quería que la película fuera como un sueño”, explicó años después. 

>> El cine experimental puede ser rabiosamente divertido.

​Y. G.

55. El gran dictador (Charles Chaplin, 1940)

Sin duda la sátira más popular de la historia del cine, el título más exitoso de su autor y el que provocó su exilio de los EE UU. Chaplin se estrenaba aquí en el cine sonoro parodiando las farfollas hitlerianas y condenando los fascismos. Hitler, fan declarado del cómico, se apresuró en prohibirla aquí y allá, pero bien que se guardó una copia para su colección privada. 

>> Un icono que, tal y como está el patio, conviene tener a mano.

​R. L.

54. El día de la bestia (Álex de la Iglesia, 1955)

El cine español entró en la modernidad con esta comedia satánica en la que Berlanga se encuentra con Rob Zombie en un Madrid al que todavía no había llegado su verdadero anticristo. De la Iglesia, que ganó seis Goya, nos descubrió a Santiago Segura, convirtió en icono el letrero de Schweppes y se cargó la Navidad. “Es gracioso que esté sonando un villancico cuando dos tíos están intentando matarse”. 

>> Probablemente la mejor película de Álex de la Iglesia.

D. B.

53. Dos tontos muy tontos (Peter & Bob Farrelly, 1994)

Los Farrelly debutaban. Dos personajes más tontos aún que lo que anunciaba el título. Y querían que los interpretaran... ¡Nicolas Cage y Gary Oldman! Por suerte, Jim Carrey acababa de obtener el título de detective tonto cum laude con Ace Ventura y consiguió el papel de Lloyd sin pestañear. Jeff Daniels, en cambio, que era “Mr. Drama”, tuvo que probar su gracia. 

>> Reconócelo: tú también has intentado chupar una barra congelada.

​I.C.

52. ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (Stanley Kubrick, 1964)

Según el muy inteligente e intelectual Kubrick, “trabajando en el guión comprendí que, para evitar que fuera una comedia, debía eliminar lo absurdo o paradójico de la situación”. Mejor rendirse: sólo con humor se puede uno enfrentar a ese súmmum de la estupidez humana que es una guerra nuclear. Un triple Peter Sellers más misántropo que nunca hizo el resto.

>> Así se cabalga encima de una bomba H contra la idiotez humana.

​R. R.

51. La quimera del oro (Charles Chaplin, 1925)

Dotado (gracias a la fundación de United Artists) de un control absoluto, y con su compromiso político más evidente que nunca hasta entonces (pero aún no escorado hacia el sermón), Chaplin llevó aquí al límite la naciente gramática del cine. Sin olvidar, eso sí, sus orígenes: la mejor secuencia del filme, el Baile de los Panecillos, era un viejo número que había aprendido en sus años del music hall. 

>> Las partes más sabrosas de una bota son los cordones y la suela.

​Y. G.

50. Las vacaciones del Sr. Hulot (Jacques Tati, 1953)

En el reino europeo del gag visual, Jacques Tati es Dios. Cuatro años después de su insondable carterito de 'Jour de fête', Monsieur Tati nos presenta al señor Hulot, un desgarbado encantador, pero gafado, al que resulta peligroso acercarse, so pena de batacazo seguro. Un baño de ironía sobre las incipientes aventuras vacacionales de las clases populares con una mirada entre cínica, burguesa y redentora, pero ante todo descacharrante. 

>> Portentosa coreografía para robarnos el corazón a carcajadas. El humor-sur-Mer.

​C. M.

49. Clerks (Kevin Smith, 1994)

"El guión nació de mis años como dependiente en esa puta tienda. Muchos de los personajes existieron de verdad", contaba Kevin Smith. La gran comedia de la Generación X fue fruto de la tenacidad, la inconsciencia y un presupuesto pírrico. 

>> La Generación X, por la que suspiraban los comerciales y la publicidad de todo el mundo, ya tenía novela (la de Coupland, que le había dado nombre), banda sonora (Nirvana) y, por fin, película.

​R. R. S.

48. Solo en casa (Chris Columbus, 1990)

Ese icono que usas tanto en WhatsApp (carita gritando con las manos a los lados) lo inventó Kevin McCallister en un tiempo en el que podíamos dejar a Macaulay Culkin solo en casa y al mando de la película más taquillera de aquel año y, además, repetiría hazaña y éxito dos años después Perdido en Nueva York. Sería porque, como Kevin, todos hemos deseado que alguna Navidad toda la familia desapareciera. 

>> La mejor comedia familiar sin familia de por medio.

​I.C.

47. Shrek (A. Adamson & V. Jenson, 2001)

En los 90, Amblin estuvo a punto de adaptar el libro ilustrado de William Steig con Bill Murray como Shrek. Finalmente lo hizo un Jeffrey Katzenberg rebotado de Disney por su choque con el CEO Michael Eisner, al que caricaturizó como el villano Lord Farquaad de esta parodia de los cuentos de hadas. Ganó el Oscar y sus secuelas hicieron que los críticos que la encumbraron en Cannes renegaran de ella. 

>> Nos enseñó a reírnos con (¿o de?) los cuentos de hadas.

​D.B.

46. Algo pasa con Mary (Peter & Bobby Farrelly, 1998)

Kristen Wiig y el resto de bridesmaids no habrían tenido el mismo éxito con sus vomitonas y cacas si 13 años antes una inocente Cameron Diaz no se hubiera puesto un pegote de semen en el pelo, que marcó tendencia... en la comedia y no en peinados, por suerte. Ben Stiller tuvo dudas en esa escena: "¿Cómo no voy a notar un pegote de semen en la oreja?". No lo pienses y hazlo, le dijeron los Farrelly. Amén. 

>> Romántica y gamberra a pesar del dolor de entrepierna de Stiller.

​I. C.

45. Días de fútbol (David Serrano, 2003)

No sé si Días de fútbol es la mejor comedia del cine español, pero yo la tengo en un pedestal. El año que estuve de Erasmus pude verla como 15 veces. Me he llegado a saber los diálogos de memoria. Un reparto maravilloso cubierto de gloria y de actores sembrados y muy bien dirigidos., , No podría elegir una sola secuencia. "Sin daun, Manolito"; "Que con una llamada yo te hundo a ti la carrera"; "No pases las hojas tan rápido que me vas a resfriar". Todas estas son frases que mis amigos y yo hemos llegado a repetir como un mantra. 

DANI ROVIRA

44. Resacón en Las Vegas (Todd Phillips, 2009)

Una pequeña borrachera para Galifianakis y compañía, un salto descomunal para la comedia USA. 30 años después de Desmadre a la americana, por fin supimos qué podría haber sido de Bluto tras su última fiesta toga. Una revisión de la comedia universitaria inteligente e iconoclasta, capaz de mezclar penes, drogas y crisis de los 40 que se resume en el glorioso: "Mira cómo el bebé se hace una minipajilla".

Una noche de juerga que inventó la comedia (post)universitaria.

R.R.S.

43. El reportero (Adam McKay, 2004)

Demostración de que la Nueva Comedia Americana es el principal foco de creatividad y atrevimiento que dinamiza Hollywood en el siglo XXI. Will Ferrell, quien dio con el papel de una vida como el presentador de informativos Ron Burgundy –arrogante, machista y racista al gusto de los 70–, y secundarios en estado de gracia –¡Steve Carell!– improvisaron hasta convertir cada diálogo en joya de culto. 

>> Hasta las escenas eliminadas forman una película alternativa igual de buena.

​D. D. P.

42. Arsénico por compasión (Frank Capra, 1944)

Quería a Boris Karloff, que actuaba en la obra original de Broadway, pero tuvo que conformarse con Raymond Massey. Y casi fichó a Ronald Reagan, cambiándolo a última hora por Cary Grant. Pese a algunos imprevistos, y gracias a otros, Capra se las apañó para retratar el reverso oscuro (y jubileta) de esos EE UU jubilosos (y luminosos) con los que es tan fácil asociar su nombre. 

>> ¿Te apetece probar el vino de saúco? Mejor piénsatelo.

​Y. G.

41. Tiempos modernos (Charles Chaplin, 1936)

Inspirada por una conversación que mantuvo con el mismísimo Gandhi –“¿Se ha fijado, Sr. Chaplin, en que las máquinas están ganándonos terreno?”–, iba a titularse originalmente Las masas, lo que habría dado todavía más argumentos a McCarthy para acusar de comunista a Charlot, algo que tras esta película hizo igualmente. Y eso que el vagabundo, por última vez, seguía sin decir ni mu. 

>> Chaplin aprieta las tuercas de una maquinaria cómica muy bien engrasada.

​M. P.

40. Toma el dinero y corre (Woody Allen, 1969)

Antes de depurar el género en 'Zelig', Woody Allen se estrenó como autor completo (guionista, director y protagonista) con este mockumental que narra la incapacidad para la delincuencia del petimetre Virgil Starkwell. Podría haberla dirigido Jerry Lewis de no haber estado liado con lo suyo, pero estaba destinada a ser la peli que haría del judío neurótico la estrella que debía ser. 

>> Certifica que el Woody de la tontuna fue tan valioso como el relacional.

​R. L.

39. This Is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984)

Si este falso –insistimos, FALSO; Ozzy Osbourne creyó que era auténtico– documental sobre una banda de rock peludo no existiera, admitámoslo, los músicos no tendrían nada de lo que hablar durante las pausas en el estudio, los largos viajes entre concierto y concierto o las esperas en el backstage. El trío Guest-Shearer- McKean inventó algo tan poderoso como poner el ampli al 11 de volumen. 

>> El rock se pone en un espejo deformado y resulta tan divertido como realista.

​M. P.

38. Un día en las carreras (Sam Wood, 1937)

Última obra maestra de los Marx, en buena medida por la muerte de su productor Irving Thalberg después del rodaje. Para Groucho “tras su muerte, mi interés en el cine decayó. Filmar dejó de ser divertido”. El argumento incitaba a las bromas de corte bestialista de Groucho (“cásate conmigo y nunca más miraré a otro caballo”) y supuso el mayor taquillazo de los Marx, con cuatro millones de dólares. 

>> La carcajada definitiva del quinto hermano Marx.

​R. R.

37. Los caballeros de la mesa cuadrada (T. Jones & T. Gilliam, 1975)

Antes de hacernos mirar el lado brillante de la vida, los Monty Python hicieron de la necesidad humor absurdo en esta sátira de la Inglaterra medieval y los caballeros del rey Arturo rodada en un mes. Como no tenían dinero para utilizar caballos de verdad, los escuderos chocaban cocos para simular el sonido del galope. Hoy es uno de los gags más brillantes de su carrera. 

>> La esencia de los Monty Python, sin dinero pero con aristas.

​D. B.

36. Arma fatal (Edgar Wright, 2007)

Más de 138 películas de acción policial consumieron Edgar Wright y Simon Pegg durante la escritura de un guión que, como es marca de la casa, tiene más engranajes por escena que películas enteras. También toneladas de creatividad, humor visual esculpido en cada cambio de plano y escenas de acción que hacen palidecer al blockbuster de al lado. El Cornetto más refrescante del trío Wright-Pegg-Frost. 

>> Entre tanto cameo, nos quedamos con Cate Blanchett. ¿La reconoces?

​D. D. P.

35. Bienvenido, Mister Marshall (Lus García Berlanga, 1953)

Tenían firmado que sería de risa, ambientada en Andalucía y a mayor gloria de la folclórica Lolita Sevilla. Y lo fue. Entre Bardem, Berlanga y Mihura consiguieron subvertir la españolada desde el guión hasta poner en jaque incluso las relaciones bilaterales con los EE UU de Eisenhower sin que nadie se diera cuenta: disfrazaron una sátira en un pueblo de Castilla la Vieja y pusieron al tándem Pepe Isbert-Manolo Morán a dar las explicaciones.

>> Edward G. Robinson vetó su premio en Cannes. Intuyó que pasaba algo raro, y genial.

​C. M.

34. Atraco a las tres (José María Forqué, 1962)

Atención a los créditos iniciales. Entre la rutina matutina de los trabajadores del Banco de los Previsores del Mañana se cuela una revelación: la película tenía coreógrafa. En parte, eso explica el sensacional ritmo de este atraco imperfecto que alterna jazz noir con música de organillo. La escena del reparto del botín es casi un palíndromo: estos actores son tan buenos que deberían estar en una caja fuerte. 

>> Una comedia de la que declararse admirador, esclavo, amigo, siervo...

​M.P.

33. El maquinista de la General (Buster Keaton, 1926)

Rey del tortazo, pionero de la spoof y maestro de lo que ahora llamamos “cine de acción”, Keaton pagó cara tanta osadía: su película más ambiciosa fue desdeñada por los críticos y se estrelló en taquilla. Triste sino para un filme que, según Orson Welles, es “la mejor comedia de la historia, la mejor película sobre la Guerra de Secesión y, posiblemente, la mejor película a secas”. 

>> Ya casi cien años (y los que le quedan) derrochando delicias sobre raíles.

​Y. G.

32. Mujeres al borde de un ataque de nervios (Pedro Almodóvar, 1988)

Un contundente gazpacho con todos los ingredientes almodovarianos. Los más locos y surrealistas. Un sainete ochentero en el que caben terroristas chiítas, pendientes cafetera, discos voladores, una vieja sesentera con pistolas y el doblaje entre lágrimas de una historia de desamor. La mejor comedia del manchego entre pasodobles y reproches, besos robados y una maldita cabina telefónica. 

>> ¡Pedrooo! Márcate otra comedia nerviosa con la Barranco.

​M. G.

31. Plácido (Luis García Berlanga, 1961)

El descenso a los infiernos de Cassen, a lomos de su motocarro, es el de un Dante cañí y miserable como la España franquista... como la España de ahora, la de los desahucios (“no es un retrato de la época, sino de la España eterna”, dijo López Vázquez). Azcona plasma en su guión un cruel retrato de la caridad pusilánime y burguesa de raíces católicas que, medio siglo después, encarnan las Toñi Moreno de turno. 

>> Retrato despiadado de las miserias pasadas... y presentes.

​R. R. S.

30. Los padres de ella (Jay Roach, 2000)

Fue idea de Steven Soderbergh plantear el remake de gran estudio de una reciente película indie sobre la pesadillesca relación de un tipo con el padre de su novia. Iba a dirigirla Steven Spielberg con Jim Carrey, pero terminó siendo el vehículo que consagró a Ben Stiller como estrella y la demostración definitiva de algo que muchos se negaban a ver: Robert De Niro sí puede ser el rey de la comedia. 

>> Stiller y De Niro geniales, pero Owen Wilson es puro Maverick.

​D. D. P.

29. Borat (Larry Charles, 2006)

Situó a Sacha Baron Cohen a la altura de Godard o Buñuel: capaz de producir conflictos diplomáticos con su cine. Los kazajos, la Asociación Alemana Zíngara o los rusos mostraron su rechazo a un filme que, paradójicamente, a quien critica no es a Kazajistán, sino a EE UU. “La parodia no era sobre Kazajistán, sino sobre los que son capaces de creerse que un país como el que describo puede existir”. 

>> El falso documental más descacharrante del siglo XXI.

​R. R. S.

28. Supersalidos (Greg Mottola, 2007)

Si rascas esa superficie repleta de dibujos de penes, obsesión por perder la virginidad, carnés falsos para pillar priva, policías desfasados, fiestones que sólo pueden acabar mal, toneladas de f*cks y bailes sangrientos; recapitulando, si vas quitando esas capas con la uña, queda una historia tan sensible y melancólica que cuesta no derramar una lagrimita contemplando la pérdida de la inocencia de estos amigos.

>> El eslabón perdido entre 'American Graffiti' y 'Colega, ¿dónde está mi coche?'.

​M.P.

27. Historias de Filadelfia (George Cukor, 1940)

La Hepburn clavaba los personajes inconformistas, sobre todo si eran de la alta sociedad, como su inolvidable Tracy Lord. ¿Casarse ella con un tipo amable que la idolatra? ¡Nunca! Mejor el periodista canalla que vende su boda o sentirse tentada por el plumilla enamorado. Stewart convirtió una borrachera de muy señor mío en un Oscar y Grant parecía omnipresente a pesar de estar en segundo plano. 

>> La versión elegante de Una novia a la fuga, regada con alcohol.

​M.G.

26. Desmadre a la americana (John Landis, 1978)

Si 'Porky’s' fue el cáliz de la comedia picante universitaria, ésta sería el Santo Grial. Los recuerdos estudiantiles de Chris Miller, antes relatados en las páginas de la revista 'National Lampoon', son el germen de esta apología de la juerga, el gamberrismo y la diversión a toda costa. Testosterona mal gestionada, el punto justo de sal gorda, sandeces a manta y Belushi como jefe absoluto de la película y de la vida entera.

>> ¡Fiesta toga, fiesta toga, fiesta toga, fiesta toga!

​R.L.

25. Uno, dos, tres (Billy Wilder, 1961)

Cine rutilante y toda una lección de gramática y caligrafía del género. James Cagney es MacNamara, representante de Coca- Cola en el Berlín Occidental muy dispuesto a desmantelar el Telón de Acero y vencer allí donde Hitler y Napoleón fracasaron. Una sátira intervencionista que pone comunismo y capitalismo en el lugar que les corresponde: el del chiste. 

>> Como siempre en Wilder, relojería de alta gama y felicidad total.

​R. L.

24. El sentido de la vida (T. Jones & T. Gilliam, 1983)

Todas las respuestas al porqué de esta angustia que nos corroe de manos de los grandes filósofos de la comedia moderna. Una ristra de sketches irreverentes y airados como sólo los británicos saben airarlos, pero además un excelente musical, cine terapéutico, humanista y siempre respetuoso para con los micropenes. El regusto trágico es que precedió a la disolución de los Monty Python. 

>> La sátira absoluta de todas las cosas y uno de los títulos predilectos del señor Dios.

​R. L.

23. Luna nueva (Howard Hawks, 1940)

En su adaptación de la obra teatral 'The Front Page' (1931), Hawks sustituyó uno de los personajes masculinos por una mujer, pensando que aquello añadiría tensión a la ya de por sí hilarante relación entre los periodistas. Y tanto que lo hizo. Rosalind Russell, convencida de que Cary Grant tenía frases más graciosas que las suyas, contrató a un guionista clandestino para no parecer menos divertida. 

>> Tres horas de diálogos locos en 92 minutos. ¡Deja de reírte, que no oímos!

​A. G. B.

22. El verdugo (Luis García Berlanga, 1963)

"Todas mis películas son la crónica de un fracaso”, reconocía Berlanga. Un fracaso austrohúngaro, cabe añadir. Síntesis del esperpento y la picaresca, mordaz alegato antipena de muerte presentado en un país en el que señoreaba el garrote vil, nunca antes una obra de arte había logrado equiparar tan callejera y metafísicamente al verdugo como condenado, en perfecta Instamatic de la sociedad española del franquismo. 

>> Única y universal, par de Valle-Inclán, del Lazarillo, del Quijote, pura genialidad.

​C.M.

21. Los cazafantasmas (Ivan Reitman, 1980)

Dan Aykroyd, autor del argumento, quería que la protagonizara John Belushi y que estuviera ambientada en el futuro. El actor murió de sobredosis; su amigo afirmó que el blues brother se apoderó del espíritu de Moquete, ese fantasma gamberro. Ivan Reitman y Harold Ramis la trajeron al presente. “¡Habría costado 300 millones de dólares!”, dijo el director... los que lleva recaudados. ¿Un caso para Iker? 

>> “¿A quién vas a llamar?”. Paranormalmente divertida, un icono de los 80.

​M. P.

20. Un pez llamado Wanda (Charles Crichton, 1988)

El muy publicitado óbito de Ole Bentzen, otorrinolaringólogo danés, añadió un plus de atractivo morboso a esta comedia delictiva y diplomática con John Cleese como cerebro. Armada en torno al genio políglota del ex Monty Python y sostenida por un deslumbrante equi- po (Jamie Lee Curtis, Michael Palin, Kevin Kline...), 'Un pez llamado Wanda' amenazaba, literalmente, con matarnos de risa. 

>> Porque si tú nos hablas en ruso, John, lo dejamos todo.

Y. G.

19. Top Secret (Zucker, Abrahams & Zucker, 1984)

Aterriza como puedas' era más película y 'Top Secret', un libro de chistes”. Zucker, Jerry dixit. Abrahams, Zucker y Zucker se saltaron todas las normas posibles del cine y aún así hicieron su segunda mejor parodia. “No había historia, ni estructura”. Ni el personaje de Val Kilmer tenía arco. Él, que venía de “la tierra de Hamlet”, se estrenó en el cine traficando con anal intruders y alternando con Café au lait y Croissant. 

>> “Souvenirs, novedades, artículos de coña, coñas marrinerras”.

I. C.

18. Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner, 1989)

Harry y Sally se preguntaban si hombres y mujeres (heteros) podían ser ‘sólo’ amigos. “Porque siempre se interpone la parte sexual”, decía él (Billy Crystal). La ambigua premisa de la romcom más cool de los 80 se zanjaría con 'Pretty Woman'. Porque para muchos, esos 12 años de idas y venidas sin salto del tigre fueron una mentira tan gorda como el orgasmo entre bocados de pastrami de Meg Ryan. 

>> Luego Meg encontró a Tom Hanks y nos quedamos en bragas.

M. G.

17. La fiera de mi niña (Howard Hawks, 1938)

“Lo más absurdo que me ha ocurrido en la vida”, decía David cuando Susan ponía la canción favorita de 'Baby, I Can’t Give You Anything But Love'. Tenía razón. La segunda película juntos de Cary Grant y Katharine Hepburn era la absurdez más disparatada y, sin embargo, no se entendió en su momento. A Hepburn la llamaron “veneno de la taquilla” y Hawks juró que no volvería a hacer una comedia con tanto loco. 

>> La madre de las screwball comedies y de las comedias románticas.,

I. C.

16. Agárralo como puedas (David Zucker, 1988)

En 1982, los responsables de Aterriza como puedas trataron de conquistar la TV con su serie Police Squad!, obteniendo un rotundo fracaso. Seis años más tarde, el detective Frank Drebin (Nielsen, of course) resucitó gloriosamente en la gran pantalla, encabezando la primera de tres exitosísimas operaciones armadas con un infinito arsenal de recursos cómicos y una habilidad demoníaca para ridiculizar clichés. 

>> “Hermoso conejito”, dijo Leslie. Y el público le adoró (aún más).

Y. G.

15. Amanece, que no es poco (José Luis Cuerda, 1989)

“¿Es que no sabe que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Faulkner?”. En la boca de Saza todo suena convincente hasta unos extremos increíbles. Arturo Bonín [el escritor que plagiaba a Faulkner] debía de pensar que estábamos todos locos. “Y para puta, ¿alguna voluntaria?”. Una vecina del pueblo donde rodamos me contó que admiraba a Aurora Bautista muchísimo, así que le dije que compartiría plano con ella. Cuando la pobre mujer la escuchó decir esto puso una cara impresionante. “Padre, ¿por qué mató usted a madre?”. Sé que es muy incorrecta políticamente, y pido perdón, pero hoy la seguiría metiendo. “¡Alcade, todos somos contingentes, pero tú eres necesario!”. Contrariamente a lo que algunos piensan, es la segunda frase que más me citan. La primera es... “Que un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama, ¿eh?”. Ciges lo primero que me preguntó fue si yo era uno de esos “directores maniáticos que quieren que diga lo del guión”. Le contesté que sí, aunque acabó metiendo lo de la “gallina de colores”, que era de su cosecha. “Pues yo creo que me voy a sacar la chorra”. Es de las respuestas más elocuentes a ciertos estímulos. Llegado este momento yo también estoy pensando en sacármela.

JOSÉ LUIS CUERDA

14. Una noche en la ópera (Sam Wood, 1935)

El superproductor Irving Thalberg consiguió domar la energía anárquica de las anteriores películas de los hermanos Marx dentro de productos comerciales perfectos con el sello MGM de gran espectáculo musical. Los gags más salvajes se pulían durante las giras teatrales de los hermanos hasta lograr cimas del timing como la escena del camarote abarrotado, en cuya escritura participó Buster Keaton. 

>> Marxismo fresco en su jugo, sin espinas. ¡Y dos huevos duros!

D. D. P.

13. Annie Hall (Woody Allen, 1977)

“Conseguí el Oscar de 'Annie Hall' por interpretar una versión amable de mí misma”, decía Diane Keaton sobre la séptima película de Woody Allen, rehecha casi al completo en la sala de montaje. Al parecer, el parecido razonable no atañía sólo a los encantadores chalecos con corbata, sino a la historia de ruptura que el de Manhattan había experimentado con la actriz del “la di la”.

>> La mejor receta para cocinar langostas y desamor.

​A. G. B.

12. Zoolander (Ben Stiller, 2001)

Muérdete las mejillas, saca morritos, escudriña la mirada... strike a pose! La odisea de Derek Zoolander no era en el espacio, aunque imitase a los simios de Kubrick y vistiese sideral. Su gran aventura terrenal consistía en ser irresistiblemente guapo, codearse con David Bowie, y enfrentarse a otro “top model”, Owen Wilson, todo ello en el cuerpo de 1,70 de Ben Stiller. Soñar es gratis y reír, también. 

>> La película antimoda que seduce a todo fashionista que se precie de serlo.

11. Zombis Party (Edgar Wright, 2004)

Diez años antes del fenómeno 'The Walking Dead', Pegg-Frost-Wright iniciaron la trilogía del Cornetto con una de zombies en la que éstos son reflejo del anquilosamiento de la propia sociedad inglesa. Más british imposible: un pub donde refugiarse, un palo de cricket para defenderse y hasta un cameo de Chris Martin de Coldplay como muerto viviente. Un antihéroe dispuesto a jugarse la vida por amor.  

>> Aprobada (y no es coña) por George A. Romero. Ojito.

​M. G.

10. Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959)

Nadie es perfecto, ni tan siquiera la Monroe. Billy Wilder la sufrió, como lo hicieron los pies de Jack Lemmon y Tony Curtis en esos zapatos de tacón. Tan falso como el buen rollo entre el trío protagonista es el hotel del enredo de Miami, localizado en San Diego. Ser mujer y no morir en el intento, con un buen surtido de malentendidos y una rubia despampanante cantando, sugerente, que quería que la amases. 

>> Si ésta fuera la lista de los mejores finales del cine estaría entre los primeros.

9. El jovencito Frankenstein (Mel Brooks, 1974)

Gene Wilder y Mel Brooks juntaron sus talentos para homenajear a los clásicos de terror de la Universal con los que tanto disfrutaron de niños. Y lo hicieron de la mejor manera que supieron: a carcajada limpia. Entre lo popular y lo culto, entre la maravillosa Inga/Tery Garr (“Vaya par de aldabas”) y el grotesco Aigor/Marty Feldman (“Soy el único actor que puede aparecer en una película de terror sin maquillaje”). 

>> Un pastiche pop terroríficamente perfecto.

R. R.

8. Ser o no ser (Ernst Lubitsch, 1942)

No se puede escribir sobre Ser o no ser sin sonar exagerado. Sólo mencionarla empuja a verla de nuevo sin importar las veces que la hayamos disfrutado. Al guión de Edwin Justus Mayer (basado en una idea de Lubitsch y Melchior Lengyel) le pesa la simplista calificación de “comedia” porque es mucho más que risa, drama o sátira, a pesar de sus elementos abiertamente cómicos (puro vodevil de repetición), trágicos (la misma guerra) o irónicos (el sinsentido de los totalitarismos). No sobra nada, todo contribuye en esta perfecta fusión de géneros. Explicar el argumento es más complicado de lo que parece, porque su resolución funciona como un asombroso cubo de Rubik. Una humilde compañía teatral polaca ensaya una obra antinazi (titulada Gestapo) poco antes de que Hitler invada el país. A partir de ahí, los comediantes se verán involucrados en una rocambolesca trama de contraespionaje en la que también hay sitio para un romance liante o una divertida reflexión sobre la vanidad de los actores. Lubitsch sabe moverse en esa delgada línea que separa la reivindicación de la burla sin caer en lo pretencioso, pero sólo él podría decirlo alto y claro con toda intención: “Hail to myself!”. 

7. Sopa de ganso (Leo McCarey, 1933)

¿Es una obra maestra? ¿Es la mejor película de los hermanos Marx? Respondamos primero a lo segundo: ¡Sí! El desparrame marxista pedía a gritos un director riguroso y McCarey puso orden, hasta cierto punto: nunca Margaret Dumont sufrió tanto al bigotudo desbocado, capaz de alertarnos (¡en 1933!) del nazismo desde Freedonia, república para quedarse a vivir. El gag del espejo, apoteosis Groucho-Harpo, es insuperable. 

>> Hasta un niño de 4 años reconocería esta joya. ¡Que traigan un niño de 4 años!

C. M.

6. Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993)

Nos quedamos como Bill Murray atrapados con este divertidísimo día de la marmota eterno (¿o eran ‘sólo’ 10 años?). Una imperfecta historia de amor (¿cuál no lo es?), que nos brindaba una poderosa lección: con paciencia y con tesón puedes conseguir lo que te propongas. Que a nadie se le ocurriera una serie de TV con el 'I Got You Babe', de Sonny y Cher como intro es imperdonable. Y con Murray, of course. 

Cada 2 de febrero la marmota asoma y grita: “¡Peliculón!”.

M. G.

5. La vida de Brian (Terry Jones, 1979)

Pijus Magníficus, la canción más silbable de la historia, el Frente Popular de Judea... Salvo la animación de Terry Gillian, no hay ni un solo segundo que no sea, sencillamente, genial. El catolicismo siempre ha dado pie para la chanza pero, después de La vida de Brian, todo parece poco. Prohibida en Irlanda y en Noruega por... ¿blasfema? No según Jones, que eligió a Brian porque “Jesucristo no era divertido”. 

Nunca el rollazo del Nuevo Testamento fue tan cachondo.

R. R.

4. Aterriza como puedas (Zucker, Abrahams & Zucker, 1980)

Los ZAZ desactivaron un género para siempre –la catástrofe aérea, reutilizando el guión de 'Suspense... hora cero' y exponiendo su ridiculez latente– en todo momento buscando el mayor número de gags por fotograma y tocando todos los registros posibles: humor visual, verbal, absurdo, bobo, enrevesado o metaficcional. La clave, demostraron Leslie Nielsen y el resto del reparto, era tomárselo todo completamente en serio. Y no llamarles Shirley. 

>> Nunca es un mal día para volver a verla por enésima vez.

D. D. P.

3. El apartamento (Billy Wilder, 1960)

Cuando se quedaba falto de ideas en medio de un guión, Wilder se preguntaba: “¿Qué haría Lubitsch?”. Por suerte, el cineasta alemán era una gran fuente de inspiración. Sin él nunca hubiese existido este cuento agridulce entre mesas de oficina y raquetas para colar spaguetti. Sí, quizás el director de 'El apartamento' nos dejase películas más divertidas que ésta, pero ninguna se parecía tanto a la vida como aquella partida de cartas. 

“Cállese y juegue”, Shirley MacLaine, eterna crupier.

​A. G. B.

2. El guateque (Blake Edwards, 1968)

Indira Gandhi quedó encantada: Peter Sellers hizo más por la integración de la cultura de la India con su irresistiblemente torpe Hrundi V. Bakshi que todo el curry de Bengala. Pero a la apología del turbante se añade un festival de improvisaciones (de un guión de apenas 50 folios) fruto de la admiración por Jacques Tati de Blake Edwards en su único filme junto a Sellers sin la Pantera rosa. Dos gallos en el mismo corral que lamentablemente tardaron otros 6 años en trabajar juntos. 

Virguerías con un rollo de papel de wáter. Y de ahí para arriba.

​C. M.

1. El gran Lebowski (hermanos Coen, 1998).

La primera vez que vi El gran Lebowski, cuando se estrenó en 1998, no me gustó nada. Creo que todavía estaba bajo el influjo de Fargo y me parecía mal que los hermanos Coen se pusieran a hacer el ganso después de haber alcanzado tal cumbre de la dramaturgia universal. Todo en El gran Lebowski me parecía una broma molesta. La forma de hablar empanada de Jeff Bridges, los disfraces caricaturescos de John Turturro y John Goodman (haciendo de John Milius, ¿por qué?), los nihilistas gritando “I fuck you!” demasiadas veces, las arbitrariedades del diálogo y de la trama, etc. Sin embargo, durante muchos años me persiguió un temor, o mejor dicho, la certeza de que era yo quien estaba terriblemente equivocado, si es que se puede estar equivocado respecto a una película (a veces sí). Entonces en 2009, los Coen se sacaron de la manga, así como quien no quiere la cosa, la sobresaliente Un tipo serio. Plenamente arrepentido por haber dudado de ellos, tomé la determinación de volver a sentarme delante de El gran Lebowski. Desde el primer minuto viví la película de forma diametralmente opuesta, disfrutando como un enano de absolutamente todo lo que antes me había irritado. La película es de una libertad embriagadora, divertidísima y además exquisitamente rodada. Sus imperfecciones y rarezas no sólo me daban igual sino que me parecían propias del gran cine. Al igual que en Fargo, la acción de El gran Lebowski transcurre unos pocos años antes de su rodaje. Se acercaba el siglo XXI pero al ubicarla en 1991 era como si los Coen quisieran arañarle un rato más al siglo XX, a su estética y sus referentes. En 1998, el año 1991 ya empezaba a ser vintage. Dejar testimonio de lo que ya no es o está a punto de dejar de ser, también puede que sea una facultad del gran cine. Los Coen han explicado alguna vez que El gran Lebowski es una especie de homenaje a El sueño eterno y/o el carácter disperso de algunas tramas de Raymond Chandler. A mí también me gusta encontrarle algunos ecos de Short Cuts o Grand Canyon, sin que eso signifique que la película se valide por estar a la altura o no de otras, porque es deliciosamente única. A menudo me ha pasado al contrario: que una película me deslumbra en un primer visionado pero al repetir se le ven los trucos o simplemente no consigue tocar el nervio que en su momento alcanzó. Parece ser que El gran Lebowski ha logrado con los años el status de película de culto quizá más que ninguna otra película de los Coen, y que al mismo tiempo sigue generando una gran división de opiniones más o menos en torno a los dos extremos que he explicado. En esta ocasión me sirve para pensar en cómo respondemos a las películas de un modo u otro según coyunturas emocionales que son imprevisibles y difíciles de explicar, pero que no se pueden achacar a supuestos deslices de sus autores. Las películas son lo que son por supuesto al margen de estas coyunturas personales del espectador, pero también al margen de las coyunturas de su estreno, su taquilla y cómo se reciben en su momento. Las películas son para siempre. En el caso de El gran Lebowski casi me alegro de que no me gustara la primera vez. Porque a lo mejor me habría gustado sin más y la cosa habría quedado ahí. Tal y como sucedió, puede que yo haya sido admirador de El gran Lebowski durante menos tiempo que otros más avezados. Pero tener que hacer un esfuerzo adicional por conseguir que te guste una película, a menudo proporciona una satisfacción especial y te hace sentir especialmente ligado a ella tras el proceso. 

​JUAN CAVESTANY

sábado, 10 de junio de 2023

Goncharov y su Oblómov,

Notas de lectura: Oblómov

Por Gonzalo Torné

¡Esto es vida! ¡Esto no es vida!

Nota del editor: Gonzalo Torné, sabio y joven narrador, empieza a colaborar con micro-revista. Espero que la vinculación se extienda durante décadas y podamos regalar al lector cientos de artículos magistrales. Comienza con cinco “Notas de lectura” sobre sendos clásicos de una de las más gloriosas tradiciones narrativas europeas: la rusa. Para esta primera nota, que versa sobre la novela Oblómov -escrita por Иван Александрович Гончаров (Ivan Aleksándrovich Goncharov) en 1859- recomienda la lectura de la edición publicada por Alba en 2012.

1.- En la pegatina que acompaña la cuarta edición de la editorial Alba, se nos asegura que Oblómov es la mejor novela nunca escrita sobre la ociosidad, y también que “representa el sueño de todos”. ¿Seguro? La ociosidad ofrece una perspectiva tenebrosa, una recompensa casi católica.

2.- En la primera parte la habitación de Oblómov se emplea como un salón recibidor donde acuden toda clase de personajes. Su principal función narrativa consiste en experimentar cómo suena el inalterable Oblómov al “impactar” con ellos.

3.- En el centro de este vodevil Oblómov se revela como un personaje de farsa. En sus rituales, en las respuestas previsibles que afianzan su carácter indolente, en las recurrentes peleas con su criado Zajar, el trazo realista del personaje se desdibuja. Incluso en la ocurrencia de enamorarle de Olga se percibe un intento por hacer avanzar una obra que amenaza con estancarse junto a su protagonista: ¿qué ocurre si ahora enamoro al arquetipo?

4.- Oblómov es una criatura cómica. Su profundidad se la debe a la destreza con la Goncharov siembra el terreno risible de su personaje con observaciones muy certeras sobre la clase de vida que llevan las personas activas (el resto del mundo). Las invectivas de Oblómov contra la hipocresía social, la hostilidad y el ciego afanarse de tantos de nosotros son penetrantes, aunque las pronuncie un personaje varado en la inacción.

5.- Goncharov no emplea los sueños como puertas hacia una dimensión onírica o absurda. El sueño actúa en Oblómov como una máquina del tiempo que se mueve a mayor velocidad cuanto más idealiza lo real. El justamente célebre “Sueño de Oblómov” podría haberse escrito como una llana secuencia de recuerdos. ¡Pero cuánto encanto y colorido le insufla Goncharov al presentarlo como una vívida idealización onírica! Sólo al “recordar” como si “soñase” Oblómov puede recurrir a su infancia como un modelo hacia el que conducir el resto de su vida.

6.- ¿Qué es el oblomovismo? Goncharov dirime el asunto en la primera conversación con Shtolz, un personaje para elque se nos ha estado preparando durante casi 200 páginas. Criatura vigorosa, colmada de resolución, Shtolz es la caricatura inversa del protagonista: estilizado uno por el heroísmo y deformado el otro por la parodia, su amistad se sustenta en una parecida nobleza de ánimo. La discusión no se entabla entre dos posiciones razonables. Goncharov no nos pide que escojamos entre la indolencia y una actividad sin dubitaciones, establece un contraste para ayudarnos a ver el nervio de gratificación que vibra entre las masas de indolencia del oblomovismo: su repugnancia contra el lado activo de la existencia, contra la aceleración de la vida. Sea lo que sea el oblomovismo, Oblómov estudia la mutua aversión entre interés y sosiego. Dos fuerzas que van a presionarnos en direcciones distintas mientras respiremos.

7.- El “Sueño de Oblómov” nos enseña a leer el resto del libro, todo él atravesado por “sueños diurnos”, por ensoñaciones y precogniciones que modulan las decisiones que los personajes deben tomar en su presente. Esta imaginación arrojada hacia el porvenir dirige la tenaz determinación de Shtolz, es la única guía en la que puede confiarla inmadura experiencia de Olga,  y es todavía más importante para Oblómov: además de orientarle en el presente le procura satisfacción a bajo coste, una infradosis de realidad. Oblómov dirime y resuelve sus problemas en la dimensión imaginaria del futuro soñado, se recuesta sobre ella tanto como sobre sus almohadas. La otra cara del oblomovismo es nuestra buena disponibilidad a soñar despiertos.

8.- Oblómov, Olga y Shtolz son huérfanos porque no podrían actuar como actúan (¡ni habría novela!) con la guía de un padre que desactivara sus ensoñaciones. La supresión de los progenitores no es en Oblómov una apetencia psicológica del autor, responde a una exigencia narrativa.

9.- Oblómov es víctima de la aparente disponibilidad indefinida de tiempo. Sabemos de manera abstracta que nuestro tiempo es limitado, pero mientras vivimos el relevo de los días está garantizado. Apenas hay diferencia entre hoy y mañana, cada martes vemos el miércoles al alcance de la mano, los días parecen hechos de la misma sustancia, ¿qué diferencia hay entre hacerlo hoy o dejarlo para mañana?. Las ocasiones perdidas sólo se pudren cuando abrimos el plano, cuando contemplamos una secuencia de meses o años desaprovechados; en corto sólo apreciamos la renovación cotidiana de la oportunidad. El oblomovismo es un problema de miopía.

10.- Goncharov es un maestro de las relaciones delicadas (timidez, renuncia, escrúpulo), de la complejidad con la que las emociones se mueven entre los amplísimos depósitos semánticos que nos ofrecen pares de palabras como  “amor”/“desamor” o “felicidad”/“infelicidad”. El acercamiento sentimental de Olga y Oblómov que ocupa la segunda parte demuestra que sí disponemos de palabras para describir matices íntimos y muy particularizados, sólo que necesitamos articularlas en cientos de frases durante doscientas páginas.

11.- El matrimonio entre Olga y Shtolz amplia la nota anterior. En la maravillosa miniatura del capítulo VIII (cuarta parte) la conciencia enamorada de Olga oscila (pese a su estado general de satisfacción) entre la “felicidad” y la “infelicidad”, como si en lugar de posiciones estáticas que se excluyesen mutuamente se tratase de fuerzas independientes que nos asaltan, que se alternan y se invaden como los juegos de la sombra en el suelo cuando la luz cae traspasando hojas y ramas.

12.- Qué difícil identificarse en esta novela con algún personaje. Olga es un globito de carne que se hincha intermitentemente de agua o calor; Shtolz me resulta cargante; Oblómov es un tentetieso… pero me rebelo contra Goncharov cuando amenaza con transformar la obra en una tragedia: violenta la especulación alegre, la imaginación simpática, la atmósfera amable donde crece la novela. No quiero ver sufrir demasiado a ninguno de los tres.

13.- Al morir, Oblómov puede presumir de haber disfrutado de cinco años de felicidad sin apartarse un milímetro de su plan de “acción”. Que la versión terrenal de sus ensoñaciones parezca algo grotesca no empaña la “felicidad” experimentada por el personaje. Goncharov parece la clase de autor para el que hagamos lo que hagamos la vida termina siendo imposible: si comparamos las amplias perspectivas que adoptan nuestros sueños la existencia concreta siempre es una rebaja. Tampoco Shtolz y Olga encuentran en Olga y Shtolz exactamente lo que buscaban: al sacrificar el ideal se arrojan a las delicias e incomodidades de lo particular. “El gusto por la vida es paulatino” esta parece la lección por la que el personaje de Olga se introduce en la novela. Y si nuestros paraísos domésticos parecen un infierno a ojos de Shtolz tampoco es algo que deba atormentarnos demasiado

viernes, 26 de mayo de 2023

El rostro de Diego de Almagro, una frase hecha y un pintor griego.

Cuando el conquistador español Diego de Almagro se presentó ante el emperador Carlos I, comentó entre lamentos que "el negocio de defender los intereses de la Corona le había costado un ojo de la cara". Y es que para él fue literalmente así.

Durante una expedición que organizó con Francisco Pizarro para hacerse con los territorios del suroccidente de Panamá, el conquistador perdió un ojo a consecuencia de una flecha disparada por un indígena en el asalto del Fortín del Cacique de las Piedras (septiembre de 1524), quedando tuerto para siempre. El descubridor de Chile dio tanta importancia a este hecho, que pronto la frase se difundió entre los soldados para designar una tarea peligrosa o algo muy complejo, manteniendo este mismo significado hasta nuestros días.

Siempre que se representa a Almagro en las artes es de lado: se evita el parche de su ojo imitando a Apeles, el famoso pintor de Alejandro Magno, también tuerto, que lo pintaba de perfil para, sin mentir ni adularlo, presentarle la mejor cara, mientras que otros pintores eran tan fieles a la verdad que mostraban su desagradable parche y otros eran tan halagüeños y lisonjeros que lo pintaban con los dos ojos sanos.

Este es gato, como decía Cervantes.

miércoles, 17 de mayo de 2023

Sinatra y su escupitajo a Franco

De Celeb:

El día en que Frank Sinatra escupió sobre un retrato de Franco

Sucedió en Torremolinos. Corría el año 1964 y Frank Sinatra había venido a España a rodar algunas escenas de El coronel von Ryan (peli bélica en la que participó una jovencísima Raffaella Carrá). Todo el trabajo para este largometraje se había hecho en Italia pero quedaban un par de días de rodaje en territorio español.

Frank Sinatra se alojaba en el mítico hotel Pez Espada (que aún existe y tiene ese aire de vestigio de aquellos fabulosos días en que la Costa del Sol era Saint Tropez en estado salvaje) y concedió una entrevista a un periodista del diario Pueblo.

Seguramente el cantante y actor había bebido más de la cuenta. Casi siempre bebía más de la cuenta. Eran los días de gloria del Rat Pack (Dean Martin, Sammy Davis Jr, Peter Radford, Joey Bishop) y de las juergas interminables en Las Vegas. Y también eran días de resaca amorosa, tras el turbulento romance vivido con Ava Gardner.

El episodio es confuso.

Llegan un periodista y un fotógrafo del diario Pueblo a la cafetería del hotel Pez Espada. Allí les espera Frank Sinatra. En el momento en que da comienzo la entrevista aparece una actriz cubana, Ondina Canibano, que está en Málaga rodando un western. La actriz se lanza sobre Frank Sinatra y este se la quita de encima violentamente, a lo que ella responde lanzándole el contenido de su copa al rostro. Frank Sinatra pierde la cabeza e, iracundo, toma del pelo a Ondina Canibano y la tira al suelo. Se percata de que el fotógrafo ha inmortalizado toda la secuencia y Frank Sinatra (pensando que es una encerrona para publicar fotos comprometidas) arrebata la cámara y la revienta contra el suelo.

Y el fotógrafo, ni corto ni perezoso, se va a denunciar los hechos al cuartelillo de la Guardia Civil.

Se presenta la Benemérita en el hotel pero Frank Sinatra dice que a él, una estrella de Hollywood con conexiones con la mafia, no le van a toser unos gendarmes españoles con un gorro de charol ridículo. Vamos, que no sale de sus aposentos.

Negocia el director del hotel y algún destacado miembro de la producción de El coronel Ryan con las fuerzas del orden y quedan en que le convencerán para que se acerque a declarar en 48 horas.

Sr. Sinatra, tiene que ir usted a la comisaria

Pero pasan esas 48 horas y Frank Sinatra sigue sin tener ninguna gana de dar explicaciones a las autoridades españolas. Con que la cosa empieza a engordar y el Gobernador Civil del momento se toma el asunto como una afrenta al honor de la patria. 

Envía policías al hotel y obligan a Frank Sinatra a trasladarse a una comisaría de Málaga para tomarle declaración acusado de escándalo público.

Y ahí se funde la realidad y la leyenda. Pero como recomendaba el periodista del viejo Oeste en El hombre que mató a Liberty Valance: “Print the legend!”

Dicen que Frank Sinatra respondió con monosílabos a los agentes y, acabado el interrogatorio, ya saliendo, tomó una foto de Franco que colgaba de la pared de la comisaría y la adornó con un tremendo escupitajo.

Y ahí fue el acabose. Los policías querían fusilarle inmediatamente, la gente del Gobernador Civil sabía del prestigio de Sinatra y de la repercusión que tendría cualquier cosa que le sucediese, el encargado de producción de El coronel von Ryan llamaba a la calma y, finalmente, todo se resolvió con la expulsión inmediata y 25.000 pesetas de multa.

Le trasladaron directamente al aeropuerto, sin dejarse siquiera recoger sus pertenencias en el hotel, y fue expulsado de España.

Un odio inquebrantable a Franco

Ese incidente cimentó un odio inquebrantable a Franco por parte de Frank Sinatra. Aseguran que en la escalerilla del avión dijo algo así como: “Nunca volveré a este puto país de fascistas”.

También se ha repetido hasta la saciedad que cuando Franco celebró los 25 años de paz (es decir, los 25 años de dictadura) Frank Sinatra le envió un telegrama que decía: “Ahora muérase”.

Frank Sinatra era un artista inmenso y un hombre lleno de contradicciones, resentimientos, violencia y fragilidad a partes iguales.

¿Cumplió su promesa de no volver a España?

No.

Ya anciano dio conciertos en nuestro país. Y, por cierto, dentro del caudal de historias relacionadas con el accidentado paso de Frank Sinatra por España en 1964, queda todavía una jugosa. En Torremolinos se cuenta que cuando fueron a hacer la habitación de Frank Sinatra, una vez expulsado, y empaquetar sus cosas para enviárselas a Estados Unidos, se halló un bonito arsenal compuesto por, al menos, cuatro pistolas. Y que el director del hotel Espada, sin saber qué hacer con aquel material, tiró por la calle de enmedio y, una noche, arrojó las armas al mar.

Se non è vero, è ben trovato.

O mejor: “Print the legend!”

sábado, 13 de mayo de 2023

Lectura definitoria

“Si no te gusta un libro, no lo leas; si no te gusta leer, no lo hagas. La lectura no es una moda, es una forma de felicidad y no debe obligarse a alguien a ser feliz”

Jorge Luis Borges 

El hombre con más suerte del mundo, pero también el compañero de viaje más peligroso que cabe imaginar

De Quora:

Franjo "Frane" Selak nació en 1929 en Croacia. Como muchos otros hombres de su época, trabajaba duro para mantener a su familia. Pero la vida no siempre fue fácil para él. De hecho, Frane se enfrentó a una serie de situaciones peligrosas que podrían haberle costado la vida.

En primer lugar, en 1962, Frane estaba en un tren que descarriló y cayó en un río, muriendo en el siniestro 17 pasajeros. Pero Frane tuvo suerte y logró salir del tren antes de que se hundiera en el agua.

¿Crees que eso es todo? Toma asiento, esto fue solo el comienzo. Unos años después, en 1963, Frane estaba en un avión que se estrelló en un campo cerca de la ciudad de Rijeka, falleciendo esta vez 19 personas. Pero, una vez más, Frane logró sobrevivir, saltando del avión en caída libre y posteriormente cayendo en un pajar cerca de una granja. ¿Te imaginas hacer algo así?

¡Pero espera!, aún hay más. En 1966, Frane estaba en un autobús que se estrelló y cayó en un río, dejando la vida de 4 personas. ¿Y qué crees que hizo Frane?… Nadó hasta la orilla y sobrevivió.

Y eso no es todo, en 1970 la muerte lo volvió a seguir de cerca. Frane iba conduciendo su vehículo cuando de repente este se incendió. El croata apenas tuvo unos pocos segundos para salir del coche antes de que este explotara. Tres años después, el coche que compró para reemplazar al otro heredó el hedor de la muerte. En 1973 el motor de su vehículo se manchó de aceite caliente por culpa de una bomba que funcionaba mal, quemando el pelo de Selak pero no su cabeza. Una verdadera locura.

¿Sigues sin sorprenderte? Espera. En el año 1995, un autobús lo atropelló mientras cruzaba una calle en la ciudad croata de Zagreb, arrollándolo en el proceso, pero logró salir ileso con solo algunas heridas leves. Al año siguiente, en 1996, sobrevivió a una colisión en cadena con un camión perteneciente a las Naciones Unidas, escapando por los pelos cuando saltó del vehículo en pleno movimiento antes de caer por un barranco. Por suerte, un árbol estaba situado justo debajo de él y lo protegió de un destino fatal.

Pero aquí viene lo más sorprendente de la historia, al punto de parecer el final de una película de fantasía sin nada que envidiar a las de Hollywood: en 2003, justo dos días después de cumplir 74 años, Frane Selak ganó la friolera de 800.000 euros en la lotería. Tras una vida llena de vivencias cercanas a la muerte, la fortuna le sonrió de buena manera.

Sin duda una vida muy sorprendente, con altibajos, pero sin lugar a dudas, un ejemplo de que al final del día, la vida nos sonríe. Ahora cuéntanos en los comentarios ¿Has tenido un día de suerte que jamás olvidarás?

jueves, 4 de mayo de 2023

Glosario de términos librarios

De Iberlibro:

A

Ajustado

Unión estrecha de un libro, lo que dificulta su apertura. A medida que el libro se utiliza, la unión se va aflojando.


Anverso

Página de la derecha de un libro.


Apéndice

Material complementario o adicional situado generalmente al final de un libro.


Apócrifo

Obra cuya autenticidad o autoría está en duda. También son apócrifos los libros de la Biblia que no están en el canon admitido por la Iglesia.


Audiolibro

Cassette, LP, CD, archivos de audio u otro modo de registro en el que una voz lee el texto de un libro.


B

Barbas

Término para denominar los bordes del libro no cortados o sin cortar.


Biblio

Del griego, correspondiente al libro.


Bibliófilo

Un enamorado de los libros. Persona aficionada a las ediciones originales, más correctas o más raras de los libros.


Bibliofobia

Tener miedo a los libros.


Bibliografía

Lista sistemática de libros y otras obras que pertenecen a un determinado tema.


Bibliópata

Un bibliófilo para el que el amor por los libros se ha convertido en una obsesión (incluye libreros y coleccionistas).


Braille/Grandes caracteres

Libro impreso con letras grandes para personas con discapacidad visual.


Bucarán

Paño de lino pesado utilizado en la encuadernación. A menudo es almidonado o recubierto con un material protector.


C

Cabeza

El borde más alto del lomo de un libro. El margen superior de una hoja, cubierta o guardas. También se conoce como la parte superior.


Cajo

El margen interior de las hojas de un libro encuadernado.


Camisa

Sobrecubierta de papel.


Canto

Las superficies exteriores de las hojas de un libro.


Canto delantero

El borde frontal del bloque de texto, que se opone al lomo.


Carta autógrafa

Carta escrita a mano.


Carta autógrafa firmada

Carta escrita a mano y firmada por el escritor.


Cartoné

Cartón rígido cubierto de papel.


Chapbook

Libro impreso a bajo precio en puestos ambulantes en los siglos XVIII y XIX.


Cinta de registro

Una banda de tela decorativa, a veces de color o varios colores integrada en el lomo de un libro. Se utiliza para marcar las páginas.


Clasificación estado de las encuadernaciones

Sistema americano de clasificación mediante letras referido al estado de la encuadernación de una obra. El "grado A" corresponde a los libros sin leer, no existiendo sellos de librería en los bordes o en la portada. Por lo general, resultan muy difíciles de encontrar. El "grado B" se refiere a libros ligeramente arrugados en el lomo. El "grado C" corresponde a libros con pliegues en el lomo y/o en las puntas de la cubierta. Básicamente, es una copia única del lector.


Cobertura

Cubiertas de tela originales. Por lo general, incluye el lomo que se une al libro al encuadernar éste. Normalmente se construyen como páginas. También se refiere a las portadas de los libros, realizados originalmente en tablas, pero en estos casos las tapas suelen situarse en sus posiciones correctas.


Códex

Libro anterior a la invención de la imprenta. Se denomina códice (del latín codex, -icis, 'tablilla de madera encerada para escribir' y posteriormente 'libro') a un documento con el formato de los libros modernos, de páginas separadas, unidas juntas por una encuadernada. Aunque técnicamente cualquier libro moderno es un códice, este secundario término latino se utiliza comúnmente para libros escritos a mano, manufacturados en el periodo que abarca desde finales de la Antigüedad preclásica hasta el fin de la Edad Media.


Colación

Técnicamente, consiste en el examen y la anotación de la constitución física de un libro. Al comprobar la presencia de cada hoja o página, un libro puede ser cotejado de forma más completa.


Colofón

Inscripción o emblema que identifica la imprenta o el editor al final de un libro. También incluye el número de tirada y el escudo del impresor.


Comentarios

Comentario sobre una revisión, realizado a menudo por otro autor y elogiando el libro en particular. En general, va impreso en la envoltura de polvo o las cubiertas de una copia de prueba, o en una banda envolvente.


Como nuevo

Término que indica que un determinado libro está en la misma condición que cuando se publicó originalmente.


Copia asociada

Libro perteneciente o con anotaciones del autor o persona cercana al autor (persona famosa o notable) o alguien ligado al contenido de la obra. Debe contener pruebas documentales de su asociación, como el ex-libris del autor.


Copia de enlace

Un libro que tiene que ser encuadernado y su valor reside en la encuadernación. En este tipo de copias las hojas deben estar intactas.


Copia de lectura avanzada

Copia destinada a revisores y/o vendedores de libros, ya sea con la portada final o de juicio. Por lo general, esta copia es tal y como aparecerá en las librerías y se diferencia de la prueba no corregida.


Copia dedicada

Copia del libro firmada por el autor a la persona a quien está dedicado el libro.


Correcciones

Cambios y correcciones entre las diferentes copias de un mismo título. En general, los coleccionistas prefieren la primera copia.


Corte

Muchos libros modernos son tapizados después de su unión. Esta acción se refiere al "corte" del libro.


Cortes de un libro

Un libro tiene tres cortes: superior, pie y delantero (arriba, abajo y derecha. A la izquierda está el lomo o lomera). El término “canto” no se refiere al corte del libro, sino a los cantos de la encuadernación, que pueden ir decorados con un hilo o rueda dorado. El contracanto está dentro de las cubiertas (tapas) de la encuadernación (pegado al canto pero por dentro de las tapas) y puede ir también decorado con oro igual que los cantos. En el caso de que no vaya dorado pero lleva la huella del dibujo que decora los cantos o los contracantos (con los hilos o ruedas) se llama gofrado. La diferencia está en que utilicemos o no película de dorar o de colores a la hora de decorar el libro con los hierros (hilos, ruedas, florones). Las cubiertas individualmente se llaman planos también.


Cortes dorados

La aplicación de dorado a diversos bordes en un libro. Se pueden dorar o tintar los tres cortes. Frecuentemente se dora o tinta solo el corte superior para proteger al libro del polvo y los parásitos.


Corto de márgenes

Un adjetivo que indica que las páginas se han reducido a un tamaño menor que cuando se emitió originalmente.


Costado

Hoja de papel simple impresa por lo general por un solo lado.


Cuadernillos

Un grupo de hojas dobladas juntas que se coserán o pegarán a la encuadernación


Cubiertas deslucidas/desvaídas

El color de algunas cubiertas de los libros desaparece o se vuelve menos intenso cuando se expone a la luz.


Cubiertas/Tapas

Cada una de las partes, anterior y posterior, que cubre los pliegos de un libro.


Cubiertas originales

Cubiertas originales con las que un libro fue publicado.


Curvatura

Condición que resulta de almacenar un libro en un estante de modo que se inclina y se apoya contra su vecino o un lado de una estantería. La gravedad deforma la encuadernación de los libros. "Curvatura" también se refiere a un libro en el que el lomo no queda en ángulo recto con las cubiertas.


D

Dedicatoria

Nota personalizada escrita y firmada por el autor en forma de dedicatoria.


Descatalogado

Libro que ha dejado de imprimirse.


Desencuadernado

Término referido a un libro o folleto, una vez encuadernado, al que se le ha quitado el lomo.


Desgastado

Adjetivo para describir el desgaste sufrido por un libro en los bordes de las tapas de éste.


Dorado

Una aplicación delgada de decoración de oro. Estos dorados se puede aplicar a las tablas, el lomo e incluso los bordes.


Dorado en el corte superior

Los bordes superiores de las páginas se han cubierto con pan de oro o material dorado.


Doceavo

Tamaño de papel o libros que resulta de hacer doce partes de un pliego


E

Edición

Todos los ejemplares de un libro impreso a partir de las mismas placas o de la misma composición tipográfica. Añadidos, cambios y revisiones se realizan en una nueva edición.


Edición Club del Libro (BC, AC)

Edición especial de un libro por lo general impresa para un club de libros. Estas copias suelen contener las palabras "Edición Club del Libro" impreso en la parte inferior derecha de la tapa frontal. Los clubes de lectura no son exclusivamente un fenómeno estadounidense, ya que también existen numerosos clubes de lectura en España.


Edición comercial

La edición de un libro destinado al público, a diferencia de una edición limitada.


Edición definitiva

La versión más autorizada de una obra.


Edición ilegal/"pirata"

Cualquier edición de una obra publicada sin el permiso o consentimiento del autor y sin el pago correspondiente de derechos de autor.


Edición internacional

Un libro de texto que se ha publicado fuera del país de producción original.


Edición limitada

Libro cuya publicación está limitada a un determinado número de copias, a menudo numeradas y firmadas por el autor y/o ilustrador.


Edición original

La primera edición correcta para cualquier título que se da, generalmente indicado por el país de origen inicial de la primera fecha de publicación.


Editado (ed.)

Preparado para su publicación, un libro que ha sido corregido por un editor.


Editor

Una persona que reúne material para un libro, supervisa el texto escrito por otros, y/o hace que el texto sea más legible.


Ejemplar

Una copia de una edición en particular.


En dieciseisavo (16mo)

Libro de pequeñas dimensiones. Cada hoja de papel es doblada en cuatro ocasiones creando así 16 hojas (32 páginas). Tamaño de 12 cm.


Encuadernación

Cobertura que recubre el bloque del libro. Puede ir ilustrada.


Encuadernación con cola

Encuadernación utilizada en libros con demasiadas páginas para grapar. Los bordes de la página son pegados entre sí y posteriormente se coloca la encuadernación.


Encuadernación con espiral

Alambre de metal o plástico en espiral que se enrosca a las hojas perforadas que componen un libro.


Encuadernación con estampado decorativo

Impresión muy detallada estampada en la cubierta y/o lomo de un libro.


Encuadernación de lujo

Un libro que ha sido restaurado o encuadernado con el fin de aumentar su valor.


Encuadernación en rústica/Rústica

Encuadernación de papel, generalmente fuerte que se utilizó especialmente en los libros publicados a partir de 1930.


Encuadernado

Libro con una cubierta de cualquier tipo o publicación periódica que tiene una cubierta que no sea su cubierta de publicación.


Entrega/Fascículos

Consiste en la publicación una obra por partes y de forma periódica, habitualmente mensual y en formato de revista.


Errata

Equivocaciones o errores. Por lo general se encuentran en la parte "fe de erratas", una pequeña hoja de papel colocado en un libro por un editor que descubrió los errores antes de su publicación.


Esquinas

Ángulos rectos en los bordes de la portada y la contraportada de un libro de tapa dura.


Etiqueta del libro

Etiqueta que indica la propiedad del libro.


Ex-libris

Un ex libris es una marca de propiedad que normalmente consiste en una estampa, etiqueta o sello que suele colocarse en el reverso de la cubierta o tapa de un libro, y que contiene el nombre del dueño del ejemplar o de la biblioteca propietaria. El nombre del poseedor va precedido usualmente de la expresión latina ex libris (o también frecuentemente ex bibliotheca, o e-libris), aunque es posible encontrar variantes.


Expurgado de biblioteca

Un término usado para indicar un libro que una vez fue de una biblioteca pública. Por lo general se identifica con una o más marcas de la biblioteca, como estampados, los bolsillos de tarjetas, números de catalogación, etc.


F

Faja

Elemento rígido de la cobertura de la mayoría de los libros modernos. Tira estrecha de papel que rodea un libro o las portadas y que contiene información sobre el libro.


Fatiga

La pérdida de papel o tela causada por un desgaste lento y constante, en oposición a un astillado o desgarro.


Fatigado/cubierta deslucida

Libro desgastado en el lomo o los bordes como resultado de la fricción.


Fecha de publicación

Fecha en la que un título es oficialmente puesto a la venta.


Firma del anterior propietario

Nombre inscrito por el último dueño del libro.


Firmado

Un libro que el autor ha autografiado.


Folio

Tiene varios significados: (1) una hoja numerada en la parte delantera, (2) el mismo número, y (3) un libro de tamaño folio.


Frontis/Frontispicio

Una ilustración al comienzo de un libro, por lo general frente a la página del título. También cuando la contraportada va orlada e ilustrada.


G

Galerada/Prueba de galera

Prueba de la composición, sin ajustar, que se saca para corregirla. A veces denominada "pruebas de galera". Largas hojas de papel donde se realiza una primera prueba de la impresión.


Grabados

Llamamos "grabado" a la técnica de impresión que consiste en crear un dibujo sobre una superficie rígida (matriz). Gracias al uso de tinta, la imagen será transferida por presión a otra superficie como papel o tela, pudiendo obtener así varias reproducciones. Ver grabados.


Gran folio

Un libro de gran tamaño, de más de 40 cm.


Guardas

Las hojas de papel pegadas en las cubiertas interiores, que unen el bloque del libro a las cubiertas. Sirven para proteger el interior de la encuadernación.


H

Hoja conjugada

Página impresa con la segunda mitad no cortada.


Hojas de cortesía

Hojas en blanco que se coloca al principio y al final del libro. En ediciones de lujo o especiales se pueden colocar dos o más.


Holandesa

Un libro con el lomo y parte de la cubierta en piel.


Holandesa con puntas

Un libro en el que el lomo y las esquinas son de un material diferente (con frecuencia de piel) que el resto de las cubiertas.


Hológrafo

Que está escrito de puño y letra por el autor.


I

Iluminación

Decoración aplicada a mano en oro, plata o pintura de color.


Ilustración

Un diseño, imagen, placa, el plan, diagrama, un gráfico o mapa impreso en el texto.


Imprenta privada

Imprenta de pequeñas dimensiones propiedad de una persona, generalmente dedicada a la producción de pequeñas cantidades de ejemplares.


Impresión

Proceso y resultado de imprimir.


Impresión bajo demanda

Tecnología de impresión digital que permite la impresión y encuadernación de un libro completo, frente a la impresión tradicional que requiere la producción de un número mínimo de copias. La impresión bajo demanda permite adecuar la impresión al pedido.


Inclinado

Condición de las cubiertas de los libros de tapa dura. Las tapas de libros modernas son sensibles a la presión, a diferencia de las tapas de libros antiguos que eran realizadas con adhesivo sensible al gua.


Incunable

Se dice de toda edición hecha desde la invención de la imprenta hasta principios del siglo XVI.


Índice

Listado alfabético de nombres o temas mencionados en un libro, con sus números de página. Para las publicaciones seriadas y revistas, el índice se publica generalmente después de que el volumen haya sido completado por lo que suele ser incluido en la última edición.


Integral

Hoja o página que forma parte de un todo. Se trata de la hoja o página que es cosida y encuadernada al libro durante su fabricación..


Intonso

Libro sin abrir en sus pliegues o pliegos.


L

Libro "en rama"

Libro que ha sido impreso, doblado, compuesto y cosido, pero aún no encuadernado. (no confundir con "Libros en bloque")


Libro electrónico (E-book)

Archivo informático que contiene todo el texto de un libro. Hay muchos tipos diferentes de archivos de libros electrónicos y algunos pueden ser de sólo lectura con un lector electrónico específico (de Amazon Kindle, etc.), mientras que otros se puede leer en cualquier ordenador, asistente personal digital o lector digital.


Libro en octavo

El libro de bolsillo más común. Los tamaños varían de un país a otro: Alemania hasta 25 cm, Italia entre 20 y 28 cm, Reino Unido 23 cm y España 16 cm.


Libros antiguos

Por libro antiguo se entiende los libros impresos antes del 1800, 1820 o 1850. No hay unanimidad sobre la fecha, pero en general son los libros del S.XIX para atrás. En purismo, algo es antiguo cuando tiene 100 años.


Libros de bloque

Libros realizados a mediados del 1400 en Alemania y los Países Bajos en el que las imágenes y el texto explicativo fueron impresos a partir de bloques de madera. No confundir con un "bloque de libro".


Lomera

Cobertura del lomo del libro.


Lomo

Parte del libro opuesta al corte de las hojas. / Parte exterior flexible con función de unión.


Lomo plano

Un libro que ha mantenido su forma original y no muestra el redondeo del lomo.


M

Mancha

Polvo o suciedad causada por la manipulación.


Mancha de agua

Mancha de agua u otros líquidos en la portada de un libro o en sus hojas. Puede causar decoloración y disminución del tamaño de las hojas.


Manchas de humedad

Mancha en la cubierta o en las hojas de un libro causada por la humedad o la transpiración.


Manoseado

Páginas de los libros que han sido dobladas en las esquinas. Para algunos lectores es la forma de marcar el punto de lectura de un libro.


Manuscrito

Forma original de una obra, tal y como fue creada por el autor. Inicialmente a mano, pero también se acepta en la actualidad como original aquella primera versión en ordenador.


Manuscrito firmado

Manuscrito escrito a mano por su autor.


Marca de agua

Marca distintiva incorporada al papel verjurado. Se crea mediante la incorporación de un diseño en la bandeja de malla de alambre que se instala en la pulpa.


Margen

Espacio en blanco que rodea el texto en una página. Entre los libros antiguos, los márgenes pueden adoptar una amplia gama de tamaños.


Marroquín

Tipo de cuero hecho de piel de cabra. Resulta especialmente adecuado para la encuadernación gracias a su belleza y durabilidad.


Media piel

Un término que indica que el lomo y las esquinas de un libro están encuadernados en piel, mientras que el resto de la encuadernación puede ser de tela o papel.


Media tela

Cubiertas en papel o cartón con el lomo encuadernado en tela.


Modelo

Maqueta de un libro usado por los vendedores a finales del siglo XIX y XX para mostrar a los posibles compradores cómo se verá el libro. Por lo general, cuentan con una página con título, 10 o 20 páginas de texto y, a continuación, páginas en blanco para llenar el resto de la unión.


Mosaico

Encuadernación artística con incrustaciones.


Monografía

Obra, por lo general breve que trata un único tema. Generalmente se emite en forma de folleto.


N

Nervios del lomo

Protuberancias en el lomo que ocultan el alambre que une las cubiertas.


Notas al margen

Notas escritas en los márgenes de una página alrededor del texto. Frecuentemente utilizada por los estudiantes y otras personas en el estudio de un texto.


Nuevo

El libro está en la condición exacta como cuando salió de la imprenta.


Número

Ejemplar de una publicación periódica.


O

Offset

Procedimiento de impresión en el que la imagen entintada es traspasada a un rodillo de caucho que, a su vez, la imprime en el papel.


Oscurecimiento/Tostado

Resultado de la exposición a la luz de los libros. El color se oscurece o se hace más intenso.


P

Página

Lado de una hoja. La parte frontal de la una se denomina "anverso" y la parte del revés "reverso".


Papel artístico

Papel pintado a mano


Panfleto/Folleto

Una obra pequeña separada emitida en series.


Papel biblia

Papel extremadamente fino y relativamente opaco utilizado con el fin de reducir al máximo el tamaño de un libro y hacerlo más manejable.


Papel mármol/decorado al agua

Patrón de decoración que imita la textura del mármol. Se utiliza para las guardas en el encuadernado de un libro.


Papel vegetal

Un envoltorio de papel transparente de polvo.


Papel verjurado/vergueteado/listado

Elaboración especial del papel de buena calidad que se caracteriza en su acabado por la aparición de unas leves marcas transversales de grosor variable en su superficie, visibles incluso al trasluz.


Papel vitela

Una fina capa de la piel especialmente preparada de ternera, cordero o cabrito utiliza para escribir o imprimir, o para la portada.


Papel vitela/"Japón"

Papel liso, brillante, hecho a imitación de pergamino, por lo general un color marrón claro. El papel vitela es un papel que imita la vitela (piel animal) en la que se escribían los manuscritos, sobre todo en la edad Media. El papel "Japón" es otro tipo de papel.


Pasta española o valenciana

Cuando las tapas y el lomo de un libro se cubren con piel de cordero o cerdo, teñida de color marrón claro. Para la pasta valenciana la piel se arruga antes de teñirla creándose un jaspeado más intenso.


Pie

Margen inferior de una hoja o cubierta


Pliegue

Curvatura permanente de una página o sobrecubierta.


Página del título

La página del título, cerca del principio del libro, enumera el título y el subtítulo del libro, los autores, editores, y/o contribuyentes, la editorial y a veces el lugar y fecha de publicación. La información de la página del título debe ser utilizado para la catalogación (no la página de medio título o cubiertas).


Portadilla/anteportada

Es la hoja anterior a la portada, puede ir en blanco, aunque se suele imprimir el título del libro en caracteres abreviados o más pequeños que el de la portada.


Prefacio

Declaración introductoria del autor u otra persona.


Primera edición

Por lo general utilizado por los distribuidores de libros y coleccionistas en el sentido de la primera aparición de una obra en forma de libro o folleto, en su primera edición.


Primera edición comercial

La edición producida para la venta comercial en general, a diferencia de una edición limitada.


Primera edición separada

La primera aparición como un libro o un folleto completo de una obra que ha aparecido anteriormente como parte de otro libro.


Primera y segunda impresión antes de la publicación

Esto indica que el editor ha tenido éxito en la promoción del libro y tenía más pedidos antes de la fecha de publicación que la cantidad de la primera impresión comprenderá. Por tanto, una segunda impresión fue ordenada. No es la primera edición.


Primeros libros modernos

Por lo general, se refiere a todos los libros publicados a partir de 1901. No obstante, se trata de un término controvertido puesto que cada país adopta una fecha diferente como fecha de referencia.


Propiedad

Derechos de propiedad de una determinada obra.


Prueba

Prueba de galera o prueba no corregida.


Puntos/manchas de óxido

Manchado del papel causado por una reacción química Generalmente se encuentran en libros del siglo XIX, particularmente en los grabados de acero del período.


Puntos de polilla

Los agujeros pequeños que resultan de las larvas de los escarabajos o gusanos.


R

Raro

Título con escasos ejemplares.


Rayado

Similar al fatigado, pero con mayor desgaste.


Recto

Página de la derecha de un libro abierto (anverso).


Reencuadernado

Cuando las tapas de un libro han sido reemplazadas. Esto puede ocurrir como resultado de daño o porque el dueño simplemente le gustaban más las nuevas tapas.


Reforzado

Libro cuyo lomo ha sido reparado y reforzado, a menudo a través de cosidos.


Reimpresión

Impresiones sucesivas a la primera impresión de un libro. Generalmente, el texto se mantiene sin cambios para cada re-impresión, pero puede ser actualizada para una nueva edición.


Restos de edición o saldos (depende de la cantidad)

Exceso de existencias de un título. Un editor puede deshacerse de su exceso de existencias mediante la venta "en saldo".


S

Separata

Impresión por separado de un artículo o capítulo publicado en una revista o libro.


Serie

Un grupo de volúmenes con un tema común emitidos en la sucesión por un solo editor.


Sin desbarbar

Las páginas del libro completo no han sido reducidas a una superficie uniforme.


Sin fecha de publicación

Libro en el que no se hace mención a la fecha de publicación.


Sin lugar de publicación

Libro en el que no se hace mención al lugar de publicación.


Sin paginar

Las páginas no están numeradas.


Sobrecubierta

Segunda cubierta con papel decorativo que se pone a un libro para proteger la encuadernación.


Sombra

Cambio de color de una hoja causado por el uso de adhesivos, cinta, etc. La decoloración puede ser causada por una reacción química del adhesivo o de una diferencia en la exposición al sol.


T

Talón

Tira estrecha de papel, indicio de que una hoja ha sido cortada.


Tejuelo

Etiqueta de piel adherida al lomo con titulo y autor.


Tela protectora

Fina capa protectora colocada sobre una ilustración.


Tela

Libro encuadernado en tela. La cubierta puede ser de lino, bucarán u otro textil.


Tela estampada

Encuadernación de tela decorada con motivos en relieve.


Tirada

Normalmente se usa para describir una edición limitada, numerada y fechada.


Troquelado

Proceso en el que se recortan formas del papel lo que permite a los editores poner "ventanas" o cambiar la forma de una página o libro.


V

Verso

La página de la izquierda de un libro abierto.