miércoles, 15 de abril de 2020

Los miserables

David Torres, "Los miserables también aplauden", Público, 15 de abril de  2020:

Circula por ahí la idea de que una mala experiencia vuelve mejor a la gente. Se trata de una creencia sostenida por ciertas películas de Hollywood, por la psicología barata y por los libros de autoayuda, entre otras ilustres fuentes, aunque uno de los principales propagadores de la ilusión fue Charles Dickens y su Cuento de navidad, en el que un banquero avariento se vuelve generoso y benévolo gracias a una serie de oportunos escarmientos metafísicos. Frank Capra, cineasta de buen corazón donde los haya, fue bastante más honesto al plantear en el suyo la desagradable verdad: la gente suele avinagrarse cuando vienen mal dadas y a los banqueros sin corazón rara vez les crece uno en el pecho. Por un Ebenezer Scrooge hay centenares, miles de Henry F. Potter.

Hace unas semanas muchos nos preguntábamos si la catástrofe mundial del coronavirus iba a provocar mutaciones irreversibles no sólo en el conjunto de la sociedad sino en la maquinaria central del sistema capitalista. Tras un mes y pico de reclusión, el experimento ha arrojado el saldo que los pesimistas auguraban: el mundo no ha cambiado sustancialmente, salvo para ir a peor; las buenas personas lo siguen siendo incluso en las circunstancias más terribles y la mala gente saca a relucir sus miserias apenas se rasca un poco bajo los aplausos de la ocho. Recuerdo a un profesor que explicaba que, durante el sitio de Sarajevo, la guerra funcionó como una cámara de revelado haciendo aflorar a la vez a los asesinos y a los héroes, a los francotiradores que mataban a los niños en las calles y a los ciudadanos voluntarios que se jugaban la vida para salvarlos.

Las pruebas son abrumadoras. Políticos carroñeros que aprovechan de los muertos para intentar sacar votos. Médicos selectivos que se preguntan si merece la pena salvar a enfermos comunistas. Vecinos que no sólo no agradecen que en su piso viva un enfermero o el dependiente de un supermercado, sino que además los echan a la puta calle o les solicitan anónimamente que se busquen otra vivienda, no vayan a infectarles el ascensor. Pinchadiscos mongólicos, cantantes espontáneos y gilipollas en general que se dedican a dar la brasa al vecindario sin atender ni el descanso de los sanitarios ni el reposo de los enfermos. Empresarios sin escrúpulos que han decidido hacer el agosto en abril vendiendo las mascarillas a precio de oro. Al igual que la mierda, los miserables siempre salen a flote.

Es verdad que también hay gente admirable que ayuda a los demás, que se ofrece a traer la compra a los ancianos o a bajar a por medicinas para los contagiados, aparte de otro enorme montón de gestos solidarios, pero sospecho que la inmensa mayoría de esa buena gente ya era bondadosa y magnánima de antes. En mi experiencia personal con Ebenezer Scrooge, yo tenía un amigo que era un tacaño profesional y que pasó por una enfermedad larga y dolorosa que lo llevó a una operación quirúrgica a vida o muerte: escapó vivo de milagro y todos los amigos pensamos que el mal trago le habría hecho recapacitar. La verdad es que sí, sólo que emergió de su renacimiento mucho más tacaño que antes. A diferencia de lo que cuentan Dickens, los guionistas perezosos de Hollywood y los imitadores de Paulo Coelho las personas no cambian. Sólo aplauden.

domingo, 12 de abril de 2020

Contrato típico histórico de venta de esclava en Cuba

Venta de Esclava. Documento manuscrito original.
24 de enero de 1832., Santiago de Cuba, 1832
Encuadernación de tapa dura


"Venta de esclava. Sépase que yo, Don Francisco Antonio Portuondo y Abad, vecino de esta ciudad de Santiago de Cuba, otorgo que vendo realmente y con efecto desde ahora para siempre a Don Fermín Martínez, vecino de esta ciudad, una negra de mi propiedad nombrada Lucía, criolla de unos treinta años de edad, la cual no está sugeta a empeño, hipoteca ni gravamen, en precio y cantidad de doscientos pesos. Cuya cantidad confieso haber recibido en moneda corriente, de mi satisfacción. Me desisto y aparto del dño. de posesión propiedad y dominio que a la referida esclava tenía adquirido." Papel timbrado, con sello 3º, de 2 Reales, con el escudo de Fernando VII. 



En el verso, otro documento de venta de solar; es curioso (y espeluznante) ver como se repiten la misma terminología legal para ambas ventas: "Me desisto y aparto del dño. de posesión propiedad y dominio."



Si una esclava quedaba embarazada y conseguía 25 pesos para pagar el feto, algo difícil entonces, el hijo que nacería sería libre. Así mismo, había diferencias entre los esclavos rurales y de ciudad ya que estos últimos vivían en las casas de sus amos y tenían mejor trato. «En La Habana -explica Elisa Vázquez- cuando nacía un niño o una niña, le regalaban un negrito, un muleque que le decían, para su servicio personal y que estaría siempre con él durante toda su vida por lo que en muchos casos se fraguaba una amistad entre ambos.



La sociedad esclavista cubana tenía una idea de que un esclavo, por el que se pagaba para comprarlo, era como un bien al que había que cuidar y de hecho la autoridades comerciales, son los que defienden a los esclavos de ahí que se hiciesen seguros para estos, de vida y protección, en aseguradoras que por cierto eran gallegas. Los esclavos eran como bienes, como el ganado o las máquinas de los terratenientes. Conviene aclarar que el mercado de esclavos estaba prohibida desde 1882 pero no la esclavitud de aquellos que ya habían sido comprados por lo que siguió hasta 1886 en que fue abolida y dadas la carta de libertos a los esclavos.



Una casa en Amargura es la última novela de la escritora Elisa Vázquez de Gey (Lugo, 1955) en la que trata La Habana en la época colonial y negrera, con esclavos que llegaban en barcos procedentes de muchos lugares del mundo, incluidos chinos y gallegos.



18 de febrero de 1880. Tal día como hoy hace 140 años se emitía desde la Gaceta de Madrid (el actual Boletín Oficial del Estado) una ley que cesaba el estado de esclavitud en Cuba. Sin embargo, esta ley llevaba una serie de condiciones que ralentizaron en unos años el fin efectivo del régimen de esclavitud en la entonces colonia española.



Mientras que en Inglaterra el tráfico de esclavos se prohibió en 1807 y la esclavitud se abolió en 1833, en Francia la propiedad sobre personas se suspendió en 1848 y en Estados Unidos Abraham Lincoln liberaba a los esclavos en 1863 -se aplicó dos años más tarde en todo el país, tras el fin de la guerra-; España tardó varios años más en firmar una ley que acabase con lo que hoy día se considera inhumano.


Esta ley del 18 de febrero de 1880 no convertía en personas libres a los esclavos, sino que les sometía a otras condiciones durante unos plazos arbitrarios. Transformaba en libertos a los esclavos: esto implicaba que la libertad tenía un precio económico que estos debían pagar a sus patronos. Este sistema duró seis años, hasta que el decreto del Ministerio de Ultramar del 7 de octubre de 1886 acabó definitivamente con él.


Algunos esclavistas manumitían a sus esclavos... discapacitados o viejos, para no tener que cuidar de ellos, ya que eran considerados una carga económica, y morían.

sábado, 11 de abril de 2020

Necionalismo

No sé si alegrarme ante el hecho, biológicamente inevitable, de que ya no veré la tercera gran crisis de la Edad de Plata de la Estupidez (la Edad de Oro fue la primera mitad del siglo XX, la era de las matanzas mecanizadas o, por usar un cruce de títulos, de las naranjas metálicas; siguió luego la bendita era de los keynesianos socialdemócratas). Muchos y yo mismo anticipábamos que vendría una segunda crisis peor que la primera. No nos hemos equivocado. Pero el motivo no lo podía esperar nadie. Es tan humilde como el que mató a los marcianos en La guerra de los mundos de Wells. Preparémonos, sin embargo, para la tercera gran crisis y mucho peor que vendrá después. Hay peritos (no precisamente economistas, que en el asunto de las predicciones están al nivel de las brujas medievales) que ya prevén el colapso del clima y de los sistemas ecológicos en 2040, una crisis anterior incluso a la posterior de la energía química. 

No creo que una sola crisis baste para llegar a la Edad de Oro del Hombre.  Entre otras cosas, porque las utopías nunca se alcanzan (basta con que curen o hagan más válido, no digo que mejor, al ser humano). Esta crisis económica mundial, suscitada solo por un virus construido ciegamente por la selección natural de lo más apto para perdurar en el cuerpo humano, vaya a suscitar un cambio de paradigma; pero sí creo que será uno de los elementos que se irán sumando para suscitarla.

Se ha hablado de una Constitución mundial, pero eso es prematuro y será sin duda tan insuficiente como la Constitución Europea que Francia intentó colar (una hermosa y utópica vaguedad). Los dirigidos medios de comunicación y de control de masas no le pueden echar ahora la culpa al pueblo para pedirle (más) sacrificios, estrategia manipulativa conocida como doctrina del shock (Naomi Klein, La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, 2007). Tendrán que recurrir a otros medios, aunque la extrema derecha tendrá siempre en su mano este tipo de argucias. Los estados liberales, por desgracia, se han descapitalizado gracias a las políticas neoconservadoras y ya no pueden recurrir a los fondos que necesitaría una política neokeynesiana en la línea de Alvin Hansen y Andreas Paulsen. Habría que recurrir a las ideas de Stiglitz o Piketty (curiosamente enmudecidos en estos días) para resucitar un intervencionismo que salvase lo más salvable del sistema.



Pero a esto se opone la vigorosa fuerza de la ignorancia, aumentada viralmente (exponencialmente, diríamos) por Internet, ese prodigio de difusión de vídeos e imágenes de gatos que odia las ideas que exijan vocabulario abstracto, un pensamiento multinivel y no unidimensional. 

Y una de las formas que asume esta ignorancia es lo que algunos anarquistas denominan necionalismo (no es un vocablo que haya creado yo). Ni siquiera se la puede denominar ideología: es solo un punto de vista, una pasión y, por tanto, resulta bastante difícil de cambiar, ya que no cuenta con razones para justificarse, sino solo con premisas, prejuicios y demás cosas que empiezan con "pre-". Como no razonan, siempre utilizan las mismas falacias: negar el antecedente, afirmar el consecuente y los demás sesgos cognitivos, sobre todo la petición de principio (incluir como ya cierta la misma "verdad" que se pretende probar). Como dicen los italianos, que en eso son unos maestros, se non e vero e bene trovato / si no es cierto, está bien urdido.  Lo mismo da que da lo mismo, ocho que ochenta, tanto monta y qué más da.

Les resulta, por ejemplo, muy fácil abominar del nacionalismo catalán o del vasco, dicen que han adulterado la historia en Cataluña o en Euskadi y olvidan que antes que ellos la derecha española adulteró la historia de España. Es natural que los que quieren un poder regional, los antiguos carlistas, adopten una fórmula igual que tanto éxito / fracaso ha tenido. ¿Qué puede esperarse de todo nacionalismo si no una mentira, esto es, una visión monocéntrica, tribalista y autista de la realidad? Ya los griegos se burlaban de los que consideraban la luna de Corinto mejor que la de Atenas... pero ellos mismos eran incapaces de unirse sino ante unas amenazas exteriores que implicaban su propia supervivencia como cultura. La lengua es solo un pretexto. El necionalismo nos quiere encerrar dentro de nuestras casas, como en El ángel exterminador de Buñuel, donde los burgueses perdían sus maneras y se brutalizaban al no poder salir de su encierro; la parábola hispánica es La cabina, de Antonio Mercero. Nuestros viejos van a desaparecer tan silenciosamente como las abejas en sus celdillas, o nosotros en medio de los bulos y del Facebook.

¿Qué harán las fuerzas de la manipulación cuando se enfrenten a las masas noqueadas y desorientadas por el cataclismo? ¿Se aprovecharán de la doctrina del shock y crecerán dentro de los necionalismos buitres y rapaces, provocando así la tercera y demoledora gran crisis? ¿Se llegará a un gobierno mundial internacional que tenga competencias y autoridad solo en los intereses fundamentales del ser humano: salud, investigación e industria farmacéutica, enseñanza y gestión medioambiental del globo? Esto suena idealista, pero es lo que hay que hacer, o a lo que se debe llegar.

Nuestros hijos no podrán ya emigrar para repatriar alguna riqueza que fecunde nuestra esterilidad: la crisis es global y el estúpido necionalismo quiere volver a levantar todos los muros y murallas que derribó una época más solidaria que esta. Que emigren los ricos corruptos para depositar sus cohechos y engorden los bancos suizos, casi todos ellos necionalistas o reyezuelos de cualquier cosa, como el tailandés que se ha encerrado en un hotel alemán con veinte concubinas. Ellos y los Países Bajos barren para su país, pero parece que han llegado a un acuerdo, a Dios gracias. Europa debería ser otra cosa, no una Confederación Germánica o un 13, rue del Percebe.

No se le puede echar la culpa al pueblo aprovechando el shock, como se hacía; esta sacudida debe ser un aliciente para cambiar. Y quizá tuvo razón H. G. Wells cuando escribió que "el hombre no vive, ni muere, en vano". Que la esperanza es algo bueno.

O era.

martes, 7 de abril de 2020

Para saber el poder del conocimiento

Habla el matemático Adrián Paenza.


El navío de Otto Neurath

Del interesante blog de Jesús Zamora Bonilla:

A bordo del Otto Neurath, 2 de octubre de 2007

BIENVENIDOS A BORDO (Y AGARRAOS FUERTE)

Acabáis de subir al barco más famoso de la Filosofía de la Ciencia: el barco de Otto Neurath.

Neurath, economista de profesión, fue uno de los fundadores del llamado "Círculo de Viena"... Sí, has oído bien, aquellos personajes maliiiignos que infectaron el mundo con su "positivismo lógico", decretaron la falta de sentido de la metafísica, y separaron a rajatabla los hechos y los valores. Eso sí, como muestra de que el positivismo es un movimiento esencialmente progresista, además de que a otro de sus fundadores (Moritz Schlick) lo mató un alumno nazi de un tiro en las escaleras de la Universidad de Viena, hay que mencionar el hecho de que Otto Neurath había sido unos años antes un alto cargo en el gobierno socialista de Baviera (la República Espartaquista, 1919), donde fue el encargado de "socializar la economía".

Tal vez por esta experiencia de la vida y la sociedad como algo radicalmente inestable, Neurath ha pasado a la posteridad como el creador de una de las más bellas imágenes de la Historia de la Filosofía, en el mismo nivel que la caverna de Platón, el genio maligno de Descartes, o la paloma de Kant. Nuestro autor propone que el conocimiento científico (o más bien el conocimiento en general) no tiene fundamentos firmes, no se basa en certezas absolutas, como habían pretendido la mayoría de los filósofos, y aún deseaban sus compañeros positivistas. Ni la evidencia racional, ni los datos de los sentidos, son algo que podamos considerar como "fuera de toda duda". Al contrario, Neurath sugiere que todos los elementos del conocimiento científico pueden, en principio, entrar en contradicción con otros, y, cuando esta contradicción se da, somos nosotros quienes tenemos que tomar la decisión de qué elementos conservar en la nave de la ciencia, y cuáles eliminar.

En la ciencia nos hallamos, por tanto, como los marineros de un navío que tuvieran que reconstruirlo continuamente, cambiando sus piezas una por una (¡no todas a la vez, por supuesto!), pero siempre a flote, nunca en un puerto seco. En la ciencia siempre permanecemos en altamar, no estamos anclados ni sujetos al fondo, y no pisamos nunca tierra firme. La roca madre de las certidumbres, la que permite excavar cimientos propiamente dichos, no es para los científicos, sino sólo para los creyentes. Quien desee estar seguro de algo, no tiene más que apuntarse a una iglesia, oratorio, mezquita o sinagoga (si le dejan), o comprarse las obras completas de Juan José Benítez, y dejarse petrificar la mente por las melodiosas pláticas que en esos respetables foros escuchará.

Ahora bien, en una construcción con cimientos bien clavados en la tierra, uno tan sólo puede guarecerse, esconderse. Para llegar muy lejos, en cambio, sólo podemos navegar, echar nuestro barco al infinito océano de las preguntas, dejarnos mecer (y a veces zozobrar) por el oleaje de la incertidumbre, y aprovechar el viento favorable de las respuestas siempre provisionales.

(Eso sí, llevamos salvavidas: el del humor).

Artículo de David Torres

En Público, hoy: "Los expertos cuñados y la OMS"

DAVID TORRES

https://www.facebook.com/david.torres.escritor/ 

No recuerdo quién dijo aquello de que un camello no es más que un caballo diseñado por un comité de expertos, pero la frase bien podría aplicarse a la Organización Mundial de la Salud, un organismo al que nadie hace mucho caso. De hecho, el pasado 30 de enero, la OMS decretó el estado de alerta sanitaria mundial ante la epidemia del coronavirus, y ningún país tomó las medidas pertinentes, entre ellos España, donde el ministro de Sanidad, Salvador Illa, dijo que estábamos preparados de sobra para lo que viniera. Aparte de los titubeos y la dejadez inicial del gobierno, hay que recordar que a todo el mundo le pareció una exageración y un alarmismo innecesario la cancelación del Mobile Word Congress en Barcelona a mediados de febrero. El resto, por desgracia, también es muy conocido.

Aun así, el 2 de marzo, el director general de la OMS, Tedros Adhanon Ghebreyesus, dio una rueda de prensa explicando que las medidas de contención tomadas en China y Corea, y también en Italia e Irán, estaban funcionando bien, que el coronavirus no era la gripe y que de momento no había motivos para hablar de pandemia. Les estaba quedando un camello precioso, con dos o tres jorobas, muy apto para cruzar el desierto a paso lento, pero en seguida quedó claro que hubiera sido mucho mejor diseñar un purasangre capaz de cortar el viento al galope. Ocurre, no obstante, que el pasado es incorregible, que la medicina no es una ciencia exacta y que la OMS posee un inquietante historial de pastorcillos alertando que viene el lobo, dinerales desembolsados en vacunas cuando menos cuestionables y sorprendentes cambios de opinión de la noche a la mañana.

Por ejemplo, hace un par de semanas los expertos de la OMS aseguraban que en occidente no nos tomábamos en serio la amenaza y que los gobiernos europeos eran unos irresponsables totales, el italiano y el español a la cabeza. De ahí que la oposición, con el PP al frente, iniciara una campaña de descrédito contra Sánchez tan brutal que hacía sospechar que si hubieran puesto la mitad de énfasis en echar una mano en lugar de palos en las ruedas lo mismo ahora tendrían disponible una vacuna en un laboratorio de Aravaca testada y firmada por Rocío Monasterio. Dejando aparte su original gestión de la sanidad pública -sumar hospitales y dividir camas, multiplicar beneficios y restar médicos-, basta recordar su actuación ante la crisis por la hepatitis C, que costó la vida a más de 4.000 pacientes porque el medicamento para la cura -Sovaldi- era demasiado caro y el PP por aquel entonces sólo tenía presupuesto para sobres de dinero negro y volquetes de putas.

Ayer mismo, sin embargo, los mismos expertos de la OMS declaraban que después de todo no los europeos no lo habíamos hecho tan mal y se mostraban profundamente impresionados por la eficacia y la "resolución inspiradora" del gobierno de Sánchez. Tal vez se habían tomado una sobredosis de carajillos o tal vez calibraron cuál podía ser la magnitud de la chapuza con un triunvirato de emergencia presidido por Casado, Abascal y el perro Lucas. De cualquier modo, ante este repentino bandazo de la OMS, los grandes intelectuales de referencia del facherío (Bertín Osborne, Carlos Herrera, José Manuel Soto y Quique San Francisco, entre otros ilustres cuñados), por no hablar de su coro de espumarajos, se quedaron con el pie cambiado y empezaron a vociferar que la OMS no es más que un nido de etarras bolivarianos dirigidos por un mono borracho. Es verdad, habría sido mucho más eficaz un camello.

El origen del "quien lo probó lo sabe" de Lope de Vega

El soneto «Tanto gentile e tanto onesta pare» (‘Tan gentil y tan honesta parece’)  que pertenece a su obra Vita nuova (‘Vida nueva’) del Alighieri, compuesta hacia 1293:


Tanto gentile e tanto onesta pare
la donna mia quand’ella altrui saluta,
ch’ogne lingua deven tremando muta,
e li occhi no l’ardiscon di guardare.

Ella si va, sentendosi laudare,
benignamente d’umiltà vestuta;
e par che sia una cosa venuta
da cielo in terra a miracol mostrare.

Mostrasi sì piacente a chi la mira,
che da per li occhi una dolcezza al core,
che’ntender non la può chi non la prova;

e par que de la sua labbia si mova
un spirito soave, pien d’amore,
che va dicendo a l’anima: sospira.


Traducción

Tan gentil, tan honesta en su pasar
es mi dama cuando a otros saluda,
que toda lengua tiembla y queda muda,
y los ojos no se atreven a mirar.

Ella se va, oyéndose alabar,
benignamente de humildad vestida,
y parece que sea cosa venida
para un milagro del cielo mostrar.

Se muestra tan grata a quien la admira,
dan al pecho sus ojos tal dulzor,
que no puede entender quien no lo prueba;

parece de sus labios que se mueva
un soplo suave, tan lleno de amor,
que al alma va diciéndole: suspira.

Lope ahora:

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

domingo, 5 de abril de 2020

Baja el virus, crecen los enanos

Cuando abran las barberías las colas van a ser dantescas en extensión y horripilancia. Vayan pidiendo ya día del mes y hora para la siega. Yo mismo parezco ahora el abuelo de Heidi, autoaislado en una montaña de ladrillos, y con lo previsto de monacato llegaré a yeti cromañón. Que las abran ya, por Dios, no necesitamos a más gente que nos asuste (para eso ya está el Gobierno; peor, la oposición): se manifiestan por la tele con caras más largas que las de Bélmez.

Sufro en mi  celda de aislamiento, pero no igual que cualquiera. Hasta en las cárceles hay kíes o madres superioras que pasan sus tacos de saco servidas por tres o cuatro machacas para las necesidades superfluas o perentorias. Los demás, peor que las putas por rastrojo y Semana Santa. Los millonarios useños, a los tacaños me refiero, lo están pasando fetén en sus yates con jacuzzi de ozono y masaje asistido.

Debería hacernos reflexionar que nos dé más yuyu Gobienno, Patromal o UBREX (si no es lo mismo, que también) que una pandemia global. ¿Son acaso estos meningococos más enemigos y letales que el coronavirus? ¿Pagarles diezmo no supone más decimación? Tal vez sea un problema de nomenclatura, y se resolvería traduciendo al realista algunos letreros de un infantil idealismo platónico. Por ejemplo, ¿qué tal si renombramos el Polideportivo rey Juan Carlos I como  "Polideportivo Chorizo I"? ¿Al Senado como "Pocilga del mamoneo compadre"? ¿O al ministerio de Justicia como "tienda del obstruccionismo culposo"? Pero no sigo por ahí, pues habría que llamar Plaza del chanchullo bienatado a la de la Constitución o algo peor, pues algo debe tener la democracia cuando la maldicen. Ya se ha visto con el renombramiento de las calles franquistas, que a su vez renombraban otros renombres, al estilo de las trilingües y desorientadas calles de la Praga kafkiana. Aquí no tenemos Kakfa, pero sí un Laberinto español a lo Brenan. Será que lo real ni siquiera tiene nombre, como la rosa,  "una flor que crece en tierras ignoradas, / y que no tiene aroma, ni forma, ni color", tan pobre y mísera estaba.

Ningún país tiene tanto político en Uropa como las diecisiete Españas (en plural, que multiplica más) tienen malhechores aforados (eso dicen las estadísticas, si es que no mienten, también, las estadísticas ad hoc). Y la eficiencia de tanto político innecesario ya la estamos viendo, con la dificultad ocular que se deriva de que la mayor parte de las lentes y pantallas sean obra más o menos deformante de la misma fábrica de esperpentos y majaderos que es la historia de las Españas.

La mala suerte que le faltaba a Pedro Sánchez se le ha venido toda encima ahora, y está más solo que el más solo de nosotros en la cumbre monclovita; nadie, sino un estúpido, se cambiaría por él. Es mucha responsabilidad. La España vacía se ha vaciado más todavía, entre muertos, ausentes, reclusos y europeos remisos y feos: nos parece vivir en un cuadro tan desierto como los del viejo de asilo tomellosero Antonio López. Es la soledad que produce la aglomeración urbana de celdillas, como en la colmena neoyorkina de Hopper.  Va a necesitar unos cojones que ni duos habet et bene pendentes.

viernes, 3 de abril de 2020

El levantamiento de Brazatortas, un problema para Godoy

En plena Guerra contra la Convención, los franceses habían avanzado a finales de 1794 tomando Bilbao, Vitoria y Miranda de Ebro, lo cual era una penetración muy seria en territorio español. Godoy se enfrentaba a la derrota ante los franceses, a una mala cosecha, a levantamientos de pueblos como Brazatortas (Ciudad Real) y Alexanco (La Rioja), el 15 de agosto, día de la Virgen, y decidió abandonar el ataque a Francia, es decir, rendirse. 

Las Cartas de Cabarrús y Arroyal, escritas entonces pero no publicadas, se impacientan por el fracaso de las reformas ilustradas. Gonzalo Anes refiere las «vivas a la libertad», sin duda influidas por la Revolución Francesa, lanzadas en la aldea de Brazatortas (partido de Almodóvar del Campo), que no tendría ni 200 vecinos según la enciclopedia de Mellado, en febrero, el miércoles de ceniza de 1793, cuando dos cuadrillas de sus habitantes se manifestaron, acaso escandalizados por el precio del pan o "motín de subsistencia", en pleno valle de Alcudia propiedad de Godoy, más o menos en la fecha en que el ya liberal León de Arroyal, autoexiliado de todo en su aldea conquense cerca de San Clemente, y autor incluso de un esbozo de Constitución, escribía su desengañado y amargo Pan y toros.  Según el expediente formado por su alcalde Mayor, formado por 87 hojas e incoado para informar al Consejo Real, "Muchos de los moradores de Brazatortas formaron dos cuadrillas y disfrazados y a caballo en trajes de españoles y franceses con armas y tambores gritaban ¡viva la libertad! En año (1795), los trabajadores de Vélez Rubio se amotinaron, exigiendo un aumento de salarios acorde. Y además hay que señalar la conspiración de Picornell o del cerrillo de San Blas, que no fue tan inofensiva como la pintan, en febrero de 1795. No quiero hablar del asesinato en La Mancha del ministro ilustrado Cayetano Soler, solo por haberle dado un nuevo impuesto al vino, ni tampoco a cómo estuvo a punto de perecer en Miguelturra el general Castaños porque hablaba raro. En las coplas de la época ya mencionan que los manchegos muestran al extraño "antes la horca que el lugar", y que "arman pronto una quimera", de lo chismosos y envidiosos que son.

Anteriormente a la rendición de España, el 1 de abril de 1795, Prusia firmó con Francia su Paz de Basilea, en la que cedió el oeste del Rhin a Francia y se retiró de la coalición contra Francia.

Godoy envió a Domingo de Iriarte a negociar la paz a Basilea, porque allí estaba el francés François Barthelemy negociando la paz con Prusia, y quiso aprovechar la ocasión. Los franceses no cesaron sus ataques sobre España sino que pugnaban por obtener Pamplona para tener mejores bazas de negociación. Los franceses llegaron a Vitoria y Bilbao y pasaron el Ebro en Miranda. A Francia le venía bien la flota española, así que no dijo nada de los ataques españoles recibidos en 1793 y 1794, y aceptó a bajo precio el cambio de bando de Godoy.

Corral de Comedias de Ciudad Real

Emilio Martín Aguirre, "También tuvo Ciudad Real su Corral de Comedias", en Objetivo Castilla La  Mancha, 11/07/2019:

(En la calle del Jaspe, esto es, actualmente llamada Hernán Pérez del Pulgar.

La piqueta también acabo con los restos del siglo XVIII del Primer Corral de Comedias capitalino Otro resto de lo que pudo ser el Corral de Comedias de Rafael Varona Si la especulación no hubiera hecho tanto mal en el urbanismo ciudadrealeño, se podría haber recuperado este escenario

Estamos en julio y ya ha comenzado el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, localidad ciudadrealeña que alberga el privilegio de disfrutar en su término municipal del teatro de comedias completo más antiguo del mundo en su género. Por este motivo voy a reproducir el trabajo editado por Gerardo Pérez de Madrid y Céspedes, en el cuaderno nº 13 del Instituto de Estudios Manchegos en diciembre de 1982, que trata sobre el corral de comedias que tuvo en su día Ciudad Real.

“La primera noticia que conocemos, la consigna don Inocente Hervás y Buendía, al hablar del último tercio del siglo XVIII en Ciudad Real (1). “Se construyó, dice, también el PRIMER CORRAL DE COMEDIAS por el artista Rafael Barona en 1779.”

Doña Isabel Pérez Valera (2) nos dice que “en esta provincia no se conocen edificios algunos dedicados a teatros y diversiones públicas: sólo en esta capital, Almagro y Alcázar de San Juan tienen los propios tres corrales en mal estado y peor disposición para cuando ocurre presentarse alguna compañía de cómicos, que sucede poquísimas veces”. Y añade, “sería interesante que también Ciudad Real y Alcázar localizaran los Corrales de comedias citados”.

Esto es lo que nosotros sabíamos de este asunto en el año setenta, después hemos retrasado algo más, y considerando que el esclarecimiento sobre esta materia tiene cierto interés, pasamos a exponer nuestras averiguaciones.

AUTORIZACION A RAFAEL VARONA PARA CONSTRUIR UN COLISEO DE COMEDIAS

En el Libro Capitular de este año 1799 –nos estamos refiriendo al Ayuntamiento de Ciudad Real-, que, por cierto encabeza su portada en la forma siguiente: “Jesús… María… Josef… Joaquín y Ana? Que todo los sanan”, y en la sesión celebrada el día diecisiete de marzo de mil setecientos setenta y nueva, el Ayuntamiento de esta ciudad de Ciudad Real, vio un memorial presentado por Raphel Varona, de esta vecindad, por el que suplica se le conceda licencia, para fabricar en esta ciudad un corral o patio de comedias por no haberlo en ella, en la forma que demuestra un plan que presenta, con la condición de que en el tiempo de quince o veinte años no se puede fabricar otro por persona alguna, atendiendo a los muchos dispendios que ha de tenerle dicha obra. La de que se había de componer y ajustar con los cómicos por el tiempo que trabajasen, sin que se les cobre más de cuatro maravedíes por cada persona que entrare. La que pueda llevar dos reales por cada aposento al día, a los que quisieran ocuparlos, y la de que a los sujetos que quisieran tomar asiento en la Luneta se les pueda llevar un estipendio moderado; enterada la ciudad de su contexto y en vista del Plan que figura el corral en la disposición y con las separaciones correspondientes de aposentos, Luneta, patio, cazuela para mujeres, y demás servidumbres con que regularmente están fabricados los de otros pueblos y lugares y que lo solicita exigir, es equitativo; Acordó de una conformidad se le conceda como por el presente le concede la ciudad licencia para fabricar dicho corral o coliseo bajo de las condiciones propuestas, declarándose que en el caso de que hubiere persona que solicite construir otro, no lo pueda hacer hasta que sea pasado el tiempo de quince años, para que de este modo no se le perjudique en los gastos que necesariamente ha de invertir en dicha construcción; y bajo de la expresa circunstancia de que al abrir las zanjas para los cimientos de la obra, y principiar éstos haya de dar cuenta al señor corregidor para que este mande maestros que los reconozca, y declaren si son de los gruesos y material correspondientes para la permanencia, solidez y seguridad de la obra. Que concluida se había de aprobar por maestros que se nombren por dicho señor Corregidor, sin cuya circunstancia no pueda usarse del corral, para representar ni otro efecto, hasta que se acredite por la declaración de los Peritos, estar construido con la mayor seguridad y satisfacción; Désele testimonio de su memorial y este Decreto como lo pide”.

¿Quiénes fueron las personas que en nombre de la ciudad dieron el permiso para la construcción del primer Corral de Comedias en Ciudad Real? Las siguientes: Corregidor don Francisco Toral. Justicias, don Tomás Palacios, don Manuel Josef García, don Josef Antonio Díaz. Diputados del común Don Diego Bernal, don Ysidro Madrid y don Fernando Camborda. Personero (Síndico), señor Zuloaga. Secretario, Manuel Dávila Muñoz. Como se ve por la simple lectura de lo que antecede, la Corporación Municipal, atiende la solicitud debidamente, pero se preocupa mucho de que la obra reúna las condiciones de seguridad suficientes para proteger la vida de los posibles espectadores.

En una cosa falla –desde nuestro punto de vista actual-, no indican el lugar en donde ha de ubicarse el Corral de Comedias, objeto de la solicitud, de aquí creemos que dimana la dificultad de su localización dentro de la ciudad. Desde luego, en aquella fecha, no debía existir la calle JASPE (3), en donde estuvo situado y en donde quedan restos de la construcción, como después demostraremos. ¿Ocuparía el solar de las casas que a nombre de Juan Manuel Varona, que con el número 601, aparecen reseñadas en el Catastro del marqués de la Ensenada, existente en la Casa de Cultura de Ciudad Real, legajo 622, de 23 de septiembre de 1741 y cuya ficha es la siguiente: “Unas casas de morada propias de Juan Manuel Varona, en la población de esta ciudad. Colazión del Sr. San Pedro, calle de San Juan de Dios: lindan con las de Francisco García Baquero y con molino zumaque de don José Torres, tiene de frente diez y nueve varas y treinta y dos de fondo, consisten en cuartos altos y bajos dobles y algunos solatexa, su fábrica tapias de hormigón cal y ladrillo: Patio y corral, a las cuales regularon los peritos su arrendamiento en doscientos veinte reales de vellón”.

Las razones de nuestra sospecha son las siguientes: La iglesia de San Juan de Dios estaba situada en donde ahora se levantan las casas de la Diputación Provincial, en la calle de Ruiz-Morote, nosotros conocimos la Iglesia de San Juan de Dios, ya sin culto. En dicho edificio, estuvo instalada la Escuela Normal de Maestras, única que existía en nuestros años de bachillerato, ya que los estudiantes de Magisterio hacían alguno o algunos años de la carrera en el Instituto y se terminaban en alguna Normal de alguna ciudad próxima generalmente en Toledo, en donde sí existía Escuela Normal de Maestros. El uno y el otro Varona debieron ser parientes y por la proximidad de la calle de San Juan de Dios, que suponemos tomaría el nombre de estar enclavada en ella su iglesia y la proximidad de la misma a la conocida en la actualidad por el Jaspe, nos inducen a esta creencia.

En el Archivo Municipal (4) aparece con el número 435 una instrucción provisional para la cobranza de la contribución de casas. Año 1821, al número de orden de la relación 267 aparece el Coliseo de Comedias de don Juan Plaza con otras oficinas bajas, con una renta anual de ocho reales.

El número 462. Reparto de utilidades, entre los vecinos de Ciudad Real. Año 1841, del mismo Archivo (4) al número 462 de orden, en la parroquia de San Pedro aparece como contribuyente la viuda de don Juan de Plaza. Estos documentos nos plantean problemas. El Coliseo de Comedias de don Juan de Plaza, ¿es el mismo construido por Varona o es otro? Han pasado cuarenta y dos años desde la concesión del permiso de construcción a Varona, y por consiguiente, Plaza, pudiera haber obtenido permiso para construir un segundo Corral de Comedias. ¿Se trata del primer Corral de Comedias, el de Varona, que ha pasado a ser propiedad de Plaza o lo explota éste en arrendamiento? Preguntas son éstas que dejamos en el aire y que pudieran dar lugar a nuevas investigaciones.
Sigamos, pues, con nuestro primer corral de comedias, y presentemos pruebas documentales indubitables.

En el protocolo de Instrumentos otorgados ante el Escribano Antonio Rico –que se custodia en la CASA DE CULTURA de Ciudad Real-, encontramos el siguiente documento, que figura a la terminación de este trabajo.

Venta real …. 19 de junio.

“En la Ciudad de Ciudad Real a diecinueve de Junio de mil ochocientos cincuenta, ante mí el Escribano numerario de ella y testigos que se dirán, parecieron D. Andrés García Ron, Cura Párroco de la Iglesia de San Pedro de esta ciudad; D. Manuel de la Riba y Rodrigo, Pbro agregado a dicha iglesia y D. Ramón Gómez, Cura Párroco de la del Salvador de Picón”, los primeros como jueces testamentarios y el tercero como Albacea, los cuales venden la casa que después se dirá como parte de los bienes relictos pertenecientes al matrimonio Rafael Varona y Luisa Córcoles, al fallecimiento de la señora, que murió la última y en su calidad de jueces y albacea testamentarios, “venden y  enajenan para siempre y desde este día en adelante a don José Antonio Ruiz, natural y vecino de esta ciudad, para que sea para el, sus herederos y sucesores, y para quien en su nombre en cualquier manera lo hubiere de haber, es, a saber: Una Casa en esta población y su calle del Jaspe, conocida por el Coliseo, porque antes fue teatro de esta Capital”… en la cantidad de tres mil trescientos reales de vellón.

¿Por qué no figura el número de la casa en la escritura de venta? Alguna razón de peso debía haber en el aquel tiempo cuando un detalle que hoy consideramos elemental, se le escapó al Escribano numerario señor Rico. Después de darle vueltas al asunto, hemos averiguado que en aquella fecha las casas no estaban numeradas, pues la real Orden de 24 de febrero de 1860, que entre otras cosas, previene, que haya en la Secretaría de todo Ayuntamiento un Registro de la numeración de las casas, y que al conceder los permisos para edificar se imponga a los propietarios la obligación de colocar, a sus costas, el número correspondiente en la forma establecida por el Municipio.

La reparación de los números de las casas va a cargo del Ayuntamiento. Real Orden de 20 de marzo de 1897.

No sólo ha de estar numeradas las casas en el casco de la población, sino las que hay en despoblado, según dispone la Real Orden de 5 de enero de 1887 (5). Como se ve, todas estas disposiciones son posteriores a la fecha del otorgamiento de la escritura reseñada más arriba. Posiblemente, de haber existido legislación obligando a la numeración de las casas con anterioridad al otorgamiento de la escritura de venta real número 57, en ella, es posible que se hubiese silenciado la indicación de la casa del Coliseo y hubiera sido más difícil su identificación y situación.

Pero sigamos examinando el mismo protocolo, y encontramos: Venta nº 78… 27 de Julio. El 27 de Julio de 1850, D. José Antonio Ruiz, “vende y enajena para siempre a favor de D. Fulgencio Trujillo su convecino, es a saber: El solar que ocupaba el escenario en el Teatro antiguo de esta Ciudad y un corral con pozo que está situado en el mismo Teatro, calle del Jaspe, que el compareciente compró según escritura de diez y nueve de junio último”. De modo y manera, que el señor Ruiz, en poco más de un mes, había destruido el escenario del Corral de Comedias que construyera Rafael Varona. ¡Sin comentarios!

(1)   Diccionario Histórico, Geográfico, Biográfico y Bibliográfico de la provincia de Ciudad Real, 2ª edición. Ciudad Real, 1899. Establecimiento Tipográfico del Hospicio Provincial.

(2)     Isabel Pérez Valera: Datos para la Historia del Corral de Comedias de Almagro. Ciudad Real. Imprenta Galán, pág. 11 del programa de festejos de Almagro. R. 13113. Año 1968.

(3)     Véase la obra de doña Isabel Pérez Valera: Ciudad Real en el siglo XVIII. Publicaciones del Instituto de Estudios Manchegos (Patronato “Quadrado” del Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Ciudad Real, 1955.

(4)     Isabel Pérez Valera. Índice de los documentos del Archivo Municipal de Ciudad Real 1255-1899. Publicaciones del Instituto de Estudios Manchegos (del patronato “José María Quada”, Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Ciudad Real 1962. Tipografía Alpha, Calatrava, 5. Ciudad Real. Depósito Legal C.R.-52-1963. Nº registro C.R.-776-1963.

(5)     Pedro Huguet Campaña: El Abogado Popular, pág. 416, tomo V, llamada 231.

Relojes en Ciudad Real

¿Fábrica de relojes en Ciudad Real?
10 Septiembre 2012
Carlos Muñoz de Luna
Lanza digital  9 Sep 2012

Hace unos meses un amigo me preguntaba por la Fábrica de Relojes de Ciudad Real que inicialmente relacionaba con el edificio de la Real Casa de la Caridad hoy Rectorado. La información le había llegado en primer lugar de un libro existente en la Biblioteca Entrambasaguas de la Universidad de Castilla-La Mancha que habla ampliamente de ella y da diversas citas bibliográficas que confirman su existencia.

Hace unos meses un amigo me preguntaba por la Fábrica de Relojes de Ciudad Real que inicialmente relacionaba con el edificio de la Real Casa de la Caridad hoy Rectorado.
La información le había llegado en primer lugar de un libro existente en la Biblioteca Entrambasaguas de la Universidad de Castilla-La Mancha que habla ampliamente de ella y da diversas citas bibliográficas que confirman su existencia. La fábrica funcionó en Ciudad Real a finales del siglo XVIII y es Madoz, en 1850, el que da una reseña amplia de la misma. Dice Madoz: “Cuando el Hospicio de Ciudad Real estuvo en auge, se estableció en la ciudad una fábrica de relojes, a la que concurrieron algunos jóvenes de los recogidos en el establecimiento. Organizó esta fábrica don Rafael Varona, vecino de la misma ciudad, en virtud de real gracia conseguida como autor de unos magníficos relojes que presentó en la Corte: era el local el taller del teatro”. Madoz nos indica la existencia de la fábrica a finales del siglo XVIII los pocos años que funcionó la Casa de la Caridad, pero también nos explica que la fábrica no estaba allí sino en el local del teatro.

Los relojeros de Ciudad Real

Paulina Junquera que escribió en 1954 el libro sobre Relojería Palatina habla de Rafael Varona del que dice que fue fundador y director de la Real Escuela de Relojería, que, como filial de la madrileña, se estableció en Ciudad Real, bajo la protección de Carlos IV. Dice de Varona que desplegó tanto celo, habilidad e inteligencia que el monarca le recompensó con el título de Relojero de Cámara honorario en 1800. En 1801 Rafael Varona se dirige al Ministro de Marina y se presenta como “relojero honorario de S.M y director de la Real Fábrica establecida en Ciudad Real, en la cual construía todo género de relojes de bolsillo, sobremesa, péndulo, etcétera…”.
Después de Rafael Varona, trabajó en Ciudad Real el suizo Antonio Mathey, que había venido a España, por la solicitud del rey y recomendado por el conde de Aranda, embajador de España en Paris. Mathey estuvo en Ciudad Real durante ocho años para trasladarse posteriormente a Toledo. El Rey, por la buena dirección que había realizado en la Escuela de Relojería de Ciudad Real, le recompensó con 24 reales diarios de gratificación. Fernando VII le confirmó esta pensión que disfrutó hasta su muerte en mayo de 1823. Desde 1798 fue maestro también en la Escuela de Ciudad Real Vicente Taracena. Estuvo en Ciudad Real, se había formado primero en la Escuela de Madrid y después continuó su formación en la de Ciudad Real hasta llegar a ser maestro en la misma.
Otro relojero que estuvo en Ciudad Real fue Blas Muñoz que trabajó en la Escuela de Relojería durante tres años hasta que marchó a Paris. Natural de Madrid  donde empezó su aprendizaje a los 12 años ganando a los 16 un premio en la Sociedad Económica Matritense. A los diecisiete años será elegido para trasladarse a Ciudad Real donde enseñaba a los alumnos que realizaron obras importantes. Estas actuaciones se mostraron al rey cuando fue llamado por Mazarredo para ir a Paris como pensionado con Agustín Albino. Allí estará desde 1801 hasta 1806.
El libro de Luis Montañés Fontela “Relojes españoles”. Capítulos de la Relojería en España, Relojes olvidados y Museo Español de antigüedades termina su relato del capítulo titulado ¿Relojes en Ciudad Real?, diciendo: Rafael Varona, Antonio Mathey, Vicente Taracena y Blas Muñoz. ¿Qué ha sido de la obra de estos hombres realizada en Ciudad Real?.
Pero, ¿dónde estaba la Fábrica de relojes? Porque Madoz habla simplemente del taller del teatro.

La Fábrica de relojes de Ciudad Real

Por casualidades de trabajo, otro compañero me comenta la investigación que está realizando sobre el local del Teatro de Ciudad Real de finales del siglo XVIII.
Don Inocente Hervás y Buendía dice que en Ciudad Real se construyó el Primer corral de Comedias por el artista Rafael Barona en 1779.
En el libro Capitular de 1779 del Ayuntamiento de Ciudad Real que encabeza su portada con “Jesús… María… Josef… Josef y Ana que todo lo sanan”, se habla del escrito presentado por el vecino Rafael Varona, solicitando permiso para hacer un local de teatro en Ciudad Real siempre que se garantice que en quince o veinte años no se concederá otra licencia para ello. Ya entonces se pedían exclusivas y condiciones de los emprendedores.
Expone las condiciones económicas de funcionamiento del local y cómo piensa construirlo.  El corregidor don Francisco Toral y los justicias don Tomás Palacios, don Manuel Josef García, don Josef Antonio Díaz, varios diputados de lo común y el secretario Manuel Dávila Muñoz dan el permiso exigiendo condiciones de seguridad para los usuarios y público que asistan a las representaciones. Sin embargo en toda esta tramitación no hay referencias a su localización. Según Gerardo Pérez de Madrid la ubicación de este teatro tiene relación con las propiedades de Rafael Varona.
Según el Catastro de la Ensenada en 1741 Rafael Varona poseía unas casas en la colación del Sr. San Pedro, calle de San Juan de Dios, lindando con las de Francisco García Baquero y con el molino de zumaque de don José de Torres. En un documento de 1850 se establece la venta a favor de don José Antonio Ruiz de una casa en “esta población y su calle del Jaspe, conocida por el Coliseo, porque antes fue teatro de esta Capital” por trescientos mil reales de vellón. Pocos meses después Jose Antonio Ruiz vende la casa, habiendo demolido el teatro.
La fábrica de relojes de Ciudad Real estuvo pues en la calle del Jaspe en el local del teatro que construyó don Rafael Varona. Unas instalaciones que debían ser de gran sencillez y que convivían con las representaciones que se celebraban en ese espacio. Luis Montañés preguntaba por la obra que realizaron estos expertos relojeros en Ciudad Real. Inocente Hervás nos da una referencia de ello cuando dice que “la fábrica de armas instalada en 1575 despareció adquiriendo en cambio la de relojería. Blas Muñoz, natural de Madrid, estableció en esta ciudad una fábrica de relojes, construyéndose en ella el de la iglesia de San Pedro, por encargo del ayuntamiento, el que colocó en marzo de 1779”. A las instalaciones de Rafael Varona asistían entre seis y ocho jóvenes de la Real Casa de la Caridad para aprender el oficio en esas instalaciones.
Poco a poco el rompecabezas de los relojes y el teatro y la Real Casa de la Caridad se ha ido componiendo. Por la búsqueda de los relojes y del corral de comedias hemos encontrado el punto de unión de esa sencilla fábrica que funcionó en Ciudad Real a finales del siglo XVIII por la iniciativa de Rafael Varona y la presencia de notables relojeros en sus humildes instalaciones.

miércoles, 1 de abril de 2020

Henry David Inglis, un escocés por La Mancha en 1830.

A pesar del interés que se le atribuye a La Mancha por su relación con Don Quijote, no es país para quedarse. Hay pocas bellezas románticas en La Mancha; es principalmente un país vinícola y produce en otras partes maíz, aceite y azafrán; pero tiene pocos encantos para el viajero que ama lo pintoresco y lo bello y, aunque el camino toca dos o tres puntos donde Cervantes ha establecido la escena de ciertas hazañas del valiente caballero, el campo principal de estas se encuentra más a al este. Además, el interés que la historia de Don Quijote ha suscitado sobre La Mancha es tan visionario, que la mera conciencia de pasar través de La Mancha le da toda la fuerza y ​​realidad de la que es susceptible.

Quedaban más de tres horas para el momento en que debía partir la diligencia, y todos los pasajeros se retiraron a la cama; pero no vi ventaja alguna en ir a una cama mala para ser sacado de ella justo cuando uno podría comenzar a ser insensible a su maldad; en consecuencia, me senté hasta la una, cuando tomé asiento en la diligencia. Antes del amanecer, pasamos por dos pueblos pobres, La Guardia y Tembleque, y llegamos a desayunar a Madridejos. Como el desayuno no estaba listo, paseé por la calle y el mercado y, siendo un domingo por la mañana, todos los campesinos deambulaban y hacían sus compras; parecía casi una población de mendigos. Incluso por lo tocante a los mejores campesinos, con sus viejas capas marrones y sus pequeñas boinas negras que se ajustan a la cabeza, transmitía una idea miserable de la respetabilidad en las gentes en Castilla: ¡qué opuesto a la población del pueblo en el que me detuve un domingo por la mañana, en Vizcaya! El posadero de la posada donde desayunamos era anteriormente Alcalde de la ciudad y era conocido por haber estado en ese momento conchabado con los bandidos que infestaban esta parte del país. Todavía se podía decir que era un ladrón, en cierto sentido, porque me obligaron a pagar doce reales por una taza de chocolate y dos huevos. De Madrilejos a Puerto Lapiche no hay nada interesante. La desnudez del país se alivia en cierto grado por los planteles de olivos; pero el suelo es generalmente estéril e improductivo. La agricultura en todos estos distritos, incluidas aquellas partes de La Mancha que no están dedicadas a los mejores vinos, se encuentra en el estado más bajo: la indolencia natural de los habitantes se ve favorecida por los viejos prejuicios y las ridículas prácticas de siembra a las que no están de ninguna forma dispuestos a renunciar. Entre estas, una de los más perjudiciales para la tierra es la supuesta necesidad de permitir que el estiércol animal se pudra antes de aplicarlo al suelo: así vuelan los valiosos gases y solo se queda la fibra vegetal. Los habitantes de esta parte de España deben tener especial cuidado en que su estiércol se aplique de una manera más efectiva, porque poseen muy poco. La mayor parte de la ganadería manchega y de partes del sur de Toledo se realiza con mano de obra; todo el trabajo animal requerido es realizado por mulas, y en toda la Mancha apenas se puede ver ganado con cuernos. 

Otra causa del estado deprimido de estos distritos es que en La Mancha y las provincias vecinas, pero en especial en La Mancha, hay inmensos tramos de tierras de la Corona cuyos ingresos se asignan para subvencionar el ejército y otros; estas tierras son administradas por mayordomos de la Corona que roban a la gente, engañan al Tesoro y, de hecho, convierten todo ingreso en su propio engrandecido peculio. 

En Puerto Lapiche estamos en La Mancha, y es en este lugar, o al menos en su vecindario, donde Cervantes escenificó la famosa aventura con los molinos de viento, porque fue inmediatamente después de su desafortunada terminación que Don Quijotte y su escudero se acercaron a Puerto Lapiche. Era imposible mirar hacia la izquierda y no ver algunos molinos de viento en una pequeña elevación sin recordar el tono caballeresco y el porte heroico del caballero de La Mancha. "¡Non fuyáis, cobardes y viles criaturas! Porque es solo un caballero el que os acomete." Un poco más adelante, un rebaño de ovejas pastando al pie de una colina naturalmente me recordó otra aventura del héroe de Cervantes. "Este, ¡oh Sancho! es el día que manifestará las grandes cosas que me depara la fortuna, ¿ves esa nube de polvo delante de nosotros? Todo esto es levantado por un vasto ejército, compuesto por varias e innumerables naciones que marchan de esa manera. "

Entre Puerto Lapiche y Manzanares, pasamos por Villaharta, un lugar que atestigua en sus ruinas y miseria los efectos desoladores de la guerra, y también nos detuvimos un rato en la venta de Quesada, bajo la cual se supone que fluye el río Guadiana. Es cierto que el Guadiana se pierde unas dos leguas a la izquierda y emerge nuevamente a poca distancia a la derecha de esta venta. Al acercarnos a Manzanares, la apariencia del país mejora: una brillante puesta de sol lucía en el paisaje dando gran riqueza a los campos, que estaban cubiertos por la flor azul del azafrán, y tocaba con alegría y ligereza incluso el verde no refrescante de las aceitunas, que, en largas y rectas avenidas, cruzaban la amplia llanura. Manzanares es un lugar de cierto tamaño y de pobreza proporcional. Casi toda la tierra circundante pertenece a los caballeros de Calatrava y al duque de San Carlos, que posee amplias bodegas en el vecindario de Valdepeñas. El propietario de la posada, un buen anciano de setenta años, solía recibir una comisión por enviar el mejor vino del país a su difunta Majestad, cuando el Príncipe Regente; me hizo probar un vaso de su elección, que no encontré en absoluto inferior al que bebí de la bodega del Rey, en San Ildefonso. 

En Manzanares, dejé mi asiento en la diligencia, asegurando el viaje del día siguiente en una pequeña calesa y dos mulas fuertes, por las cuales esperaba ser conducido al pie de Sierra Morena. Si hubiera ido con la diligencia, habría debido pasar por todo el país intermedio y por Valdepeñas durante la noche. Cenamos bien en esta posada, y cuando me retiré a la cama fue con el conocimiento agradable de que no debería, como mis compañeros de viaje, ser despertado a la medianoche para continuar el viaje.

En la despedida del exbandolero Polinario, le pregunté si podía considerarme seguro para dormir la noche siguiente en la venta, al pie de Sierra Morena; él respondió que deseaba que me prepararan una cama y que yo podría dormir tranquilo. Deposité una moneda en su mano y sentí que se afianzaba en su promesa. Salí de Manzanares antes del amanecer, y encontré a mi arriero amable e inteligente y mis mulas activas. Poco después de salir de Manzanares, a la derecha se ve el pequeño pueblo de Argamasilla de Alba: aquí se dice que Cervantes fue encarcelado y escribió la primera parte de Don Quijote. Entre este punto y Valdepeñas pasé por un pequeño pueblo llamado Consolación, casi una ruina por los efectos de la guerra; en pocos casos los habitantes reconstruyeron sus casas, pero las habían reconstruido con deshechos de habitaciones y escombros. Mi vehículo atrajo a muchos en las salidas de estas miserables moradas, y sus reclusos se parecían más a los animales salvajes asomados desde sus guaridas que a los seres civilizados que miraban desde habitaciones más humanas. Al acercarme a Valdepeñas el país mejoraba, la tierra estaba labrada evidentemente con mayor cuidado y el cultivo más próspero de la vid mostraba que allí valía la pena cultivar la uva.

Antes de entrar en Valdepeñas, pasé por una extensa plantación de olivos en la que noté varias cruces monumentales, dos de ellas rotas por la carga de las piedras con que los devotos las habían cargado. Valdepeñas, "Valle de las Piedras", se parece al nombre de la ciudad, el distrito y el vino: este último enriquece a otros y, en consecuencia, se dice que Valdepeñas es la ciudad más rica de Castilla. El vino de Valdepeñas es el vino que beben universalmente las mejores clases en toda Castilla; de hecho, casi se puede decir en todas partes al norte de Sierra Morena. Pero, a diferencia de la mayoría de los otros vinos, está más puro y perfecto en el distrito donde crece, no porque sea incapaz de exportarse; por el contrario, posee cuerpo suficiente para soportar la exportación a cualquier clima, sino porque no se prueba una vez de cien veces que esté libre de contaminarse con los cueros en los que se lleva. Cuando se encuentra puro, es un vino que merece ser tenido en la más alta estimación; posee una solera que sin duda lo recomendaría al paladar inglés y, si alguna vez se abriera comunicación entre La Mancha y las provincias del sur, hay pocas dudas de que este vino llegaría a a los puertos ingleses.

Visité uno de los depósitos de los productores más ricos, que me dijeron tenía más de seis mil pellejos; el contenido promedio del pellejo era de unas diez arrobas; y el precio del vino comprado en el acto equivaldría a aproximadamente (en moneda y medida inglesas) 3110s. por vaso. No vi mendigos en Valdepeñas; pero tampoco había apariencia alguna de comodidad general. El cultivo y preparación del vino empleaban a todos los habitantes; pero los salarios eran bajos y los placeres que compraban, escasos. Los salarios de la mano de obra son aproximadamente tres reales (menos de Id.) al día. El cordero aquí se vende a ocho cuartos; pan a seis cuartos y medio por libra. La carne de res no se encuentra en casi ninguna parte de La Mancha, y no se estima. Aquí, y en la mayoría de las otras partes de La Mancha, es la costumbre para las mujeres de las clases inferiores poner sobre sus cabezas la falda de sus enaguas; el velo y la mantilla solo son utilizados por las clases altas. Este hecho explica el pasaje en Don Quijote donde, cuando Sancho le dice a su esposa cuán gran dama está destinada a ser cuando él sea gobernador de una ínsula, Teresa responde: "Tampoco lo pondré en poder de quienes me vean vestida como una condesa o la dama del gobernador, para decir: "Cuidado con la señora Porquera, ¡qué orgullosa se ve! Fue ayer, pero trabajó duro en la rueca y fue a misa con la cola de su vestido alrededor de su cabeza, en lugar de un velo". En otros cien casos, se arroja luz sobre la página de Cervantes viajando a través de La Mancha. Salí de Valdepeñas tras un desayuno tolerable en una de las posadas más grandes que había visto en España; e, inmediatamente al salir de la ciudad, Sierra Morena se levantó ante mí, aparentemente a poca distancia. Pasé por varios pueblos pequeños para acercarme más a la Sierra, entre otros, Santa Cruz y La Concepción de Almuradiel: entre estos dos pueblos, la llanura de La Mancha se pierde entre las cordilleras exteriores de la Sierra; y, excepto en las cercanías de esta última aldea, el país apenas se cultiva. Entre La Concepción de Almuradiel y el pie de la Sierra, el camino sube constantemente, aunque gradualmente; y alrededor de las cuatro de la tarde, llegué a Venta de Cárdenas, donde me propuse pasar la noche. Encontré una habitación y una cama, tal como estaban, preparadas para mí como tenía razones para esperar de la promesa de Polinario; y el anfitrión me dijo que Polinario le había ordenado que me cuidara; para darme una buena cena y para proporcionarme una mula buena para pasar la Sierra. Venta de Cárdenas es una casa solitaria que se encuentra justo debajo de la montaña, en una pequeña elevación en el lado izquierdo del camino. Es aquí donde Cervantes coloca la famosa aventura de los galeotes, donde, después de que Don Quijote hubiera liberado a Ginés de Pasamonte y sus compañeros de esclavitud, y después de que le robaran el mulo a Sancho, el caballero y su escudero entraron en la Sierra Morena y se encontraron con los frecuentes robos que tienen lugar en ella; y fue en la idéntica Venta de Cárdenas donde se cometió el mayor número de robos de Polinario; el propietario de la venta, el mismo que la habita ahora, se las entendía con Polinario; y en la mayoría de los casos, los viajeros fueron llevados a esta venta y despojados; esto se considera más seguro y más conveniente que desnudarlos en la carretera. Aproximadamente una hora después de mi llegada, la cena que había sido hecha a medida fue puesta delante de mí; y al supervisar la cocina, tuve la satisfacción de sentarme con aves y tocino sin aceite ni ajo. El anfitrión me dijo que, en el lado manchego de Sierra Morena, había poco peligro de robo; pero que en el momento en que pusiera un pie en Andalucía, podría considerarme en constante peligro. La banda de Don José, dijo, estaba recorriendo cada parte de Andalucía; y en algunos caminos, casi ningún viajero escapó del robo. Más tarde descubrí que en esta información estaba en lo correcto; pero casi al mismo tiempo, la banda de Don José se dispersó; más de veinte fueron hicieron prisioneros, y el líder y unos quince seguidores escaparon a Portugal. 

Después de la cena, todavía quedaba una hora de puesta de sol; y este intervalo y casi otra hora más lo pasé en una caminata entre los puestos de avanzada de la Sierra. Toda la parte inferior de la montaña en este lado está cubierta con una gruesa alfombra de arbustos y con millones de plantas aromáticas. Los acebuches silvestres crecen profusamente en las rañas más bajas; pero más arriba y en los desfiladeros, ilex y pino arrojan sus sombras más profundas y amplias sobre la ladera de la montaña. El silencio de las colinas se siente en toda su extensión en Sierra Morena, porque no está roto por la música de los arroyos de montaña, cuyo chorro juguetón y tono variable a menudo van lejos para neutralizar el carácter de solemnidad que es propio y natural en los paisajes de montaña. Casi todas las aguas de Sierra Morena descienden por el lado sur y fluyen hacia el Mediterráneo. Capté algunas bellas imágenes de montaña antes de que la oscuridad me obligara a regresar a la venta. Laderas soleadas, cubiertas de aceitunas pálidas; y laderas oscuras salpicadas de ilex torcido; picos dorados y barrancos oscuros; cabras blancas como la leche descendiendo por los oteros y el cabrero como aquel cuyo silbido sorprendió a Don Quijotte y su escudero; pequeñas reatas de mulas, con sus campanas y su arriero, serpentean por el camino hacia la venta; y las sombras más amplias, y la luz tenue, y la montaña oscura, y el contorno oscuro, amontonados contra el cielo despejado de los cielos andaluces. Dejando que los mandados me llamaran antes del amanecer, tomé un esbozo de Valdepeñas y me retiré a mi cuarto, un pequeño apartamento cuadrado sin muebles, excepto una silla y mi cama, que consistía en un colchón colocado sobre tres tablas, sostenidas por dos troncos. La ventana estaba abierta y a no más de seis o siete pies del suelo; pero la seguridad de Polinario fue suficiente, y dormí bien hasta que el arriero me despertó y me llamó para decirme que mi mula estaba lista. Me tragué una taza de chocolate mientras me vestía, y me senté en mi mula, justo cuando los picos más altos de la Sierra recibieron el primer mensaje del día. Era una mañana tan encantadora como siempre había llegado a las cumbres de las montañas; el cielo era un campo azul, con ese tinte verde pálido peculiar de los cielos matutinos en el sur de España; y el aire se sentía tan ligero y vigorizante, que cada proyecto era como el chorro de un manantial de montaña.

Mi mula subió con fuerza el empinado camino sinuoso: y el arriero, un andaluz de Andújar, caminó o corrió como era necesario. Aunque temprano, no fuimos los primeros en el camino; porque se vieron varias filas de mulas que se agrupaban haciendo frente al empinado camino, desviándose para no formar un lío mientras subían y bajaban, no precisamente con rapidez, puese estaban obligadas a ascender con frecuencia por el peligroso lado de un desfiladero, cruzarlo en el extremo y regresar por el otro lado al punto opuesto al que empezaron. Tras aproximadamente media legua de ascenso empinado, se da un primer paso: aquí el paisaje es salvaje y sorprendente; el camino pasa debajo de una sucesión de altos picos rocosos, mientras que en el otro lado, un golfo profundo y estrecho corre paralelo al camino. Si se volaran doce o catorce pies de roca aquí, este paso ya no sería un paso. Desde la primera cumbre, descendí a un valle profundo, y luego ascendí nuevamente, durante al menos dos leguas. Las laderas de la montaña están salpicadas de robles de hoja perenne y algunos fresnos, y están cubiertos densamente con un sotobosque de arbustos; a veces se vislumbran, ocasionalmente, aberturas en los valles laterales profundos y deshabitados de la Sierra; pero a medida que el camino sube hacia el sur, la naturaleza adquiere un aspecto más cultivado, y se ven casas y pueblos a poca distancia dispersos. 

Estas son las nuevas colonias, como todavía se las llama, de Sierra Morena, y la primera de las aldeas a las que llegamos es Santa Elena. Nada puede ser más llamativo o agradable que el contraste entre los pueblos de los nuevos asentamientos y los que encontramos en otras partes del interior de España. Evidentemente, la industria y la actividad funcionaban en todas partes; el suelo se vio obligado a rendir cualquier cultivo que le fuera adecuado y maíz y pastos y pequeños parches de patata y repollo sonreían frescos y verdes alrededor de las cabañas: estas eran de mejor construcción que las cabañas del campesinado español; y al mirar algunas de ellas, noté todos los artículos necesarios en muebles domésticos comunes. Tampoco se veía a la gente mirando desde sus puertas en harapos o sentados bajo los muros envueltos en sus capas; todos parecían tener algo para un Cardenio; sobre cuya historia se ha construido el drama de los alpinistas. Este barrio sigue siendo famoso por su continua hacendosidad y se evade con un aire de personas que no tienen ansias de ociosidad. El secreto es que estas personas tienen interés en lo que hacen, porque trabajan en su propia propiedad. La historia de estos asentamientos es probablemente conocida por todos; y, sin embargo, apenas puedo pasarla por alto. Antes del reinado de Carlos III, Sierra Morena fue abandonada por completo a bandidos; pero Don Pablo de Olavide, quien luego disfrutó de un alto cargo en el gobierno de la provincia de Sevilla, concibió el diseño de colonizar la Sierra y de apoyar a los colonos con su trabajo agrícola. Un primer intento falló, tras un gran desembolso; pero el segundo fue, hasta cierto punto, exitoso. Los colonos vinieron de diferentes partes de Alemania, tentados por las ofertas liberales del gobierno español; y son sus descendientes quienes todavía son las personas de estas colonias. Cada colonia recibió cincuenta terrenos, cada uno de diez mil pies cuadrados, sin alquiler, durante diez años; y luego, sujeto solo a los diezmos. Y si estas piezas fueron cultivadas, otra porción igualmente grande fue asignada al cultivador. Junto con su tierra, el colono recibió los artículos necesarios de trabajo agrícola: vacas, un asno, dos cerdos, un gallo y una gallina, y semillas para su tierra; una casa y un horno de panadería: y la única responsabilidad para la propiedad era una restricción en el poder de deshacerse de ella, que ningún colono tenía la libertad de hacer a favor de ninguna persona que ya disfrutara mucho; para que las posesiones de los colonos no pudieran ser menores ni mayores; excepto por su propia industria. Pero, a pesar de las muchas ventajas y privilegios que disfrutan estas colonias; y aunque en comparación con el funcionamiento ordinario de las aldeas españolas, las aldeas de los nuevos asentamientos presentan un aspecto de comodidad e industria, las colonias nunca han tenido un éxito total y se dice que florecen menos cada año. En el presente, no hay aumento de riquezas entre ellos; todo lo que pueden hacer es simplemente mantenerse a sí mismos en una comodidad tolerable: la única causa que se puede asignar para esta prosperidad negativa, debe referirse a una salida deficiente para el producto de su trabajo. Es evidente que sin un mercado, la mano de obra del agricultor es inútil y pronto estará restringida a ese punto que está fijado por las necesidades de él y su familia. 

Poco después de salir de Santa Elena, la perspectiva se abre hacia el sur; las crestas más altas de la Sierra se encuentran detrás, y Andalucía se extiende por debajo. Alrededor de tres leguas más allá de Santa Elena, se encuentra La Carolina, la capital de los nuevos asentamientos; donde llegué temprano por la tarde. Esta es realmente una ciudad ordenada y limpia; y la aparente excelencia de la posada casi me tentaba a ceder ante las instancias del arriero, que deseaba que hiciera mi alojamiento nocturno en este lugar; pero había decidido dormir en Bailén, para tener un día de viaje por la mañana, hasta Andújar. La naturaleza exhibe una nueva apariencia cuando dejamos Carolina y descendemos a la llanura de Andalucía: los olivares ya no son arboledas, sino bosques; el ílex no puntea, sino que viste las laderas de las montañas; innumerables arbustos nuevos y variedades de plantas aromáticas, nunca antes vistas, cubren cada lugar de tierra baldía; y los setos del camino, están compuestos de aloes gigantescos. Durante todo el trayecto desde La Carolina hasta Bailén, pasé por un país rico en maíz y aceite: una llanura amplia y ondulada, limitada al sur por las montañas de Granada; y aquí y allá, sobre las crestas meridionales de Sierra Morena, que forma el límite norte de la llanura, se ven las ruinas de los castillos árabes. Al anochecer llegué a Bailén, celebrado como el campo de batalla donde Castaños obtuvo la clara victoria que posteriormente condujo a la evacuación de Madrid. Casi lamenté no haber cedido a la tentación de una buena posada en Carolina, ya que el guía condujo a mi mula al patio de una posada muy miserable en Bailén. Encontré una cama, sin embargo, no peor de lo habitual; y, para la cena, me vi obligado a contentarme con huevos fritos, excelente vino y un delicioso melón. Mi viaje había sido largo y fatigoso; y, desafiando a los mosquitos, arrojando un pañuelo sobre mi cara, dormí profundamente hasta la mañana. Tal vez sea caridad para el viajero, por mencionar una invención que luego adopté como defensa contra los asaltos de mosquitos. No hay mosquiteros en ninguna parte de España, ni siquiera en los mejores hoteles, y no todos pueden dormir con un pañuelo en la cara. Compré un pedazo de muselina delgada, alrededor de un metro cuadrado, y cargué los lados con pequeños pesos de plomo; la muselina había sido previamente muy almidonada; y esto, arrojado sobre la cabeza, deja un amplio espacio para respirar; y los pesos lo mantienen por todos lados; rara vez sucede que un mosquito gane la entrada. Dejé Bailén, como siempre, cuando la salida del sol; e inmediatamente entré en un valle salvaje pero muy pintoresco. Una corriente turbulenta, llamada Río de las Piedras, "río de piedras", la atravesó, en sus orillas, donde las rocas admitían un mechón verde, cubierto con la flor rosa brillante de un arbusto desconocido para mí: ilex, aquí y allí diversificado por un alto pino de cabeza redonda, agrupado en los huecos, y esparcido por las laderas; y una partida de arrieros y sus mulas, descansando bajo la sombra de un grupo de árboles, contribuyeron en gran medida a lo pintoresco del paisaje.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Oído en canciones y visto en pinturas

Es curioso que haya falleciddo en estas fechas Max von Sydow, el caballero que jugaba al ajedrez con la Muerte (así, con mayúsculas de alegoría o antonomasia) en plena pandemia de Peste Negra medieval. Fue en El séptimo sello, la película de Bergman que antaño anduvo entre las siete mejores de todos los tiempos y trata un tema muy inédito en esta época de buitres: el fin de la vida. Solo All that jazz, Blade Runner o El hombre que mató a Liberty Valance se le han aproximado algo. 

Acaba de fallecer un gran amigo, Pedro Ysado, probablemente el profesor más entregado y bueno que he tenido la suerte de conocer. Ruego a sus innumerables alumnos y amigos una oración por su alma generosa, que, de seguro, habita ahora en un orden mejor y enseña materias que no son materia, sino espíritu, aprendiendo en la tarea, como todo profesor que se precie.



Es difícil escribir en estos momentos, pero tengo que hacerlo. No puedo ofrecer sabias estadísticas, ni elaborados pensamientos o especulaciones sobre algo de que no quería tratar, la pandemia. Añadiré tan solo a lo mucho y bien que ya se ha dicho que, si alguna guerra pudiera haber sentido, la única sería la guerra contra la ignorancia, la enfermedad y el sufrimiento. Cuando todos nos demos cuenta de ello habremos llegado verdaderamente a la Edad de Oro del hombre, y no a este estúpido simulacro. Por eso no es congruente criticar al gobierno en estos momentos, sino ayudarlo, cada uno en la medida en que pueda hacerlo.

Ernest Hemingway escribió no pocos relatos memorables, como El invicto, sobre la última oportunidad de un torero en Las Ventas, pero en uno de ellos, Una historia natgural de los muertos, habla de las clases de muertos que encontró a lo largo de toda su vida  como corresponsal de guerra o conductor de ambulancias en la Primera Guerra mundial. Algunas de estas estampas recuerdan al Territorio comanche de Pérez Reverte y al Eclesiastés, ("la muerte de los animales y de los hombres es una sola y la misma") pero lo hacen porque tienen una fuente común, la realidad. Hace unos días Isidro hablaba de la pandemia de gripe española, llamada por muchos "Soldado de Nápoles", por algunos versos alusivos de la famosa zarzuela La canción del olvido. Yo solo copiaré el pasaje en que Hemingway la describe, en el cuento citado, tras decir que había visto pocos muertos naturales:

En ella, los enfermos se ahogan en moco, sofocados. Cuando llega el fin se transforman nuevamente en niños, conservando su fuerza de hombres, y llenas las sábanas como si fuera un simple pañal, con una vasta y fina catarata amarillenta que fluye y avanza aún después de la muerte... Quisiera contemplar la muerte de uno de quienes se llaman a sí mismos humanistas...

Y cuenta cómo un teniente discute con un cirujano entreteniéndolo mientras un enfermo se muere. 

¿Ve usted, mi pobre teniente? Hemos disputado sin objeto. ¡En tiempo de guerra, disputar así por una tontería!

En el Eclesiastés se dice que "escribir libros es una tarea sin fin". En todo caso, es un fin muy lejano. El poeta de la I Guerra Mundial Wilfred Owen, fallecido una semana antes de que terminara la guerra (hemos visto además una gran película sobre esa fiesta, 1917), donde se sufrió de lo lindo la gripe española, no tenía muy claro qué era peor, si el nacionalismo o la enfermedad. El poema, que hace tiempo traduje bastante mal para otro lugar, es Dulce et decorum est:

Doblados como viejos mendigos bajo fardos, / entrechocando las rodillas y tosiendo como viejas, maldecimos a través del lodo / hasta darle la espalda a las condenadas bengalas / y empezar a arrastrarnos a un descanso inalcanzable. / Los hombres marchaban dormidos. Muchos, ya sin botas, / cojeaban calzados de sangre. Todos patéticos, ciegos todos, / bebidos por el cansancio, sordos incluso a los silbidos / de frustrados obuses que caían de espaldas. / ¡Gas! ¡Gas! ¡De prisa, chicos! En un éxtasis de torpeza / nos calamos zafias máscaras justo a tiempo; / pero alguno seguía pidiendo ayuda a gritos, tropezando / indeciso, como hombre ardiendo en llamas o cal viva. / Borroso tras los vidrios empañados de la máscara, / y, a través de aquella verde luz espesa, / como hundido en un mar verde, lo vi ahogarse. / En todos mis sueños, ante mi vista indefensa: / se abalanza sobre mí, se atraganta, se ahoga, se apaga. / Si en algún sueño asfixiante también pudieras seguir a pie / la carreta donde lo arrojamos / y ver cómo retorcía los ojos blancos en su cara, / una cara colgante, como un diablo harto de pecado; / si pudieras oír, a cada tumbo, la espuma de sangre que vomitan los pulmones podridos, / obscena como el cáncer, amarga como pus / de llagas viles e incurables en lenguas inocentes, / ¡oh amigo! no contarías con tanto entusiasmo / a los niños que arden ansiosos de gloria / la vieja mentira: Dulce et decorum est / pro patria mori

Un arma de destrucción masiva eran los gases, que ni siquiera un monstruo como Hitler, que había sido cegado temporalmente por ellos, quiso emplear, ni Stalin. Pero ahora que la naturaleza o Dios nos humilla con su poder, y nos hace emporcar menos el aire, el agua y la tierra, podemos decir que no hubo ni hay pandemia tan grande y malvada como la de la gilipollez.

jueves, 12 de marzo de 2020

Ugh

Me gusta Madrid porque es un lugar que todavía tiene rincones y mugres de penumbra donde uno se puede acomodar. En ella el conocimiento se muestra liberado en las personas. Pero hoy en día todo el mundo prefiere el fiestorro, los neones epilépticos y los sueños despiertos de la noche, un agónico All that jazz, aunque allí hasta los mendigos imparten cátedra horizontal de filosofía cínica, perroflautista o simplemente chulesca. El paro de todo es una buena oportunidad (al menos para los que no tienen que soportar a los hijos) para ir a las bibliotecas, si es que las dejan abiertas. Madrid no es solo una urbe, sino una ubre nutricia, la de la piel de vaca / toro que nos decía Estrabón.

Sin embargo, el centro peninsular anda estos días vacuo y desgentificado, que parecía imposible, allí, donde todo lo que falta a la España vacía se había ido. Uno está hasta la viruscoronilla, pero tiene que reconocer que nuestros hijos, y sobre todo nuestros nietos, parados ahora antes de estarlo definitivamente, lo van a tener chungo. Tras dos grandes recesiones, las de 2008 y 2020, el capitalismo, que ha vuelto a las crisis de preguerra al abandonar las ideas keynesianas de separar crédito especulativo del social, debería readaptarse o al menos refundarse de una forma más nórdica, sensata y desinteresada (los porcentajes de interés, se entiende). Deben ser repuestos los impuestos. Porque, si no, nuestros hijos no van ni a poder pagar el pato a la miseria por falta de fondos, de trabajo, de estado, de pensión, de educación, de salud, de seguridad social, de todo lo que les ha ido quitando el capitalismo buitre y neocón que impera salvajemente desde que la Thatcher y el Reagan empezaron a fragmentar el empleo y a roer el hígado del prometeico estado, que ya no está ni siquiera para  promesas y ahora mismo tiene que padecer a neothatchers y neorreaganes paleofascistas. Decía Quevedo a Felipe IV.º, como pudiera decirlo al VI.º:

Grande sois, Filipo, a manera de hoyo; / ved esto que digo en razón de apoyo: / quien más quita al hoyo más grande lo hace; / mirad quién lo ordena y veréis a quién place. /  Porque lo demás todo es cumplimiento / de gente civil que vive del viento. / Más de mil nos cuesta el daros quinientos; / lo demás nos hurtan para los asientos. / Y el pueblo doliente llega a recelar / no le echen gabela sobre el respirar.

¡Atchís! Como el deporte, que habría que hacerlo amateur, habría que sustituir a estos políticos de tan mala calidad, puros piojos del sistema, por otros elegidos meramente por sorteo, y dar a los técnicos lo que es de los técnicos. Si la vida está gobernada por el azar, el país también debería estar gobernado por tal principio, que es natural y eficiente. Un anarquista a lo Thoreau como Borges ya especulaba con ello en su cuento La lotería en Babilonia, pero se resignaba a decir en otro lado que "con el tiempo mereceremos que no haya gobiernos". Otro anarquista nacido en Galilea decía "que gobierne a todos el que sea esclavo de todos". Nuestros políticos no solo padecen la incapacidad de poder gestionar incluso nuestro fin como civilización, ya en el horizonte por el cambio climático y el aumento global e hipercomunicado de la ignorancia selectiva, sino que padecen una ingénita discapacidad moral. Por ello los que se agarran a la teta de la vaca estatal, los políticos profesionales, deberían resignarse a un nuevo mundo en que solo podrían agruparse no en partidos, sino en asociaciones como "Políticos anónimos".

En este tipo de asociaciones (no criminales) hay que seguir estrictamente el Programa de doce pasos y empezar reconociendo que existe un Poder Superior que es el que es (llamémoslo Anonymous, si os place) sin nombre ni siglas, que representa la voluntad general de la especie humana. Sería el derecho natural, que, como dice Cicerón en un pasaje muy estoico de su De república, (III, 22, 33) se identifica con la conciencia, la ética y la naturaleza:

La verdadera ley es una razón recta y congruente con la naturaleza, general para todos, constante, perdurable, que impulsa con sus preceptos a cumplir el deber y aparta del mal con sus
prohibiciones; pero que, aunque no ordena o prohibe algo inútilmente a los buenos, no conmueve a los malos con sus preceptos o prohibiciones. Tal ley no es lícito suprimirla, ni derogarla parcialmente, ni abrogarla por entero, ni podemos quedar exentos de ella por voluntad del Senado o del Pueblo, ni debe buscarse un Sexto Elio que la explique como intérprete, ni puede ser distinta en Roma y en Atenas ni hoy y mañana, sino que habrá de ser siempre una misma ley para todos los pueblos y momentos, perdurable e inmutable; y habrá un único dios como maestro y jefe común de todos, autor de la ley, juez y legislador, que no podemos desobedecer sin huir de nosotros mismos y sufrir la más cruel expiación por el hecho mismo de haber despreciado la naturaleza humana, aunque se haya evitado en otro tiempo lo que se llama suplicio.

Ese principio no reconoce naciones, sino conciencias. Se trata ya de apelar a los Deberes del hombre, no a sus Derechos. Los poderosos tienen todos los derechos que compra la ley y los débiles casi todas las obligaciones que exige la brutalidad de los primeros. Pero la Ley debe ser igual para todos, en deberes y derechos. La libertad tiene que ser una consecuencia de la responsabilidad y no al revés; no se puede poner el carro delante del burro ni la necesidad delante de la satisfacción. Con algunas cosas no se puede comerciar, por ejemplo con la vida, las medicinas, la educación, la investigación científica y la cultura. Tampoco con la política, cuando el interés supremo es la especie humana y está en juego el futuro de la misma, nuestros hijos. No es de creer que males tan globales como la crisis económica, las plagas, y el cambio climático puedan ser combatidos por naciones y principios egoístas, partidistas, nacionales o no sociales, porque eso equivale a promover nuestra extinción