lunes, 12 de febrero de 2024

La muerte material

Curiosidades sobre la muerte física:

Tras la decapitación, la cabeza humana permanece consciente durante unos 20 segundos.

El aire fresco es bueno para el cuerpo muerto, ya que se descompone en el aire dos veces más rápido que en el agua y ocho veces más rápido que enterrado en el suelo.

El cuerpo se descompone sobre todo de dentro afuera. Son las enzimas digestivas las que empiezan el trabajo y descomponen nuestros cuerpos: comienzan tres días después de la muerte.

La muerte trabaja a destajo: aproximadamente 6375 personas mueren cada hora; eso es alrededor de 153.000 personas por día.

Cuando uno nace, llora; cuando muere, el último sentido que se pierde es el sentido del oído: lo último que oímos suele ser el llanto de los demás, si es que hemos merecido la pena.

No se muere de "vejez", sólo de enfermedades de la vejez. Ahora piensa en lo que sucede cuando tratamos de evitar todas las enfermedades; tal vez por eso la naturaleza inventa nuevas enfermedades.

Los hombres sufren una erección con el ahorcamiento. 

En algunos casos las reacciones químicas en los cuerpos desarrollan una cera que puede preservar los restos: por eso se preservaron muchos esqueletos de la Edad de Piedra.

Los científicos forenses pueden determinar el momento de la muerte observando la estadística y evolución cronológica de los "bichos" dentro del cadáver.

Las uñas no crecen más después de la muerte, aunque sí nos lo parece, porque la piel de las uñas se encoge.

Más de 7.000 personas al año mueren a causa de la mala letra de los médicos. Esto conduce a confusión de medicamentos o sobredosis. Es bueno que las recetas se impriman hoy.

Las personas zurdas mueren unos 3 años antes que las personas diestras. Nadie sabe por qué.

El orgullo del nacionalismo es inútil porque no puede compartirse.

Es una pena que nos sintamos más orgullosos por nuestra resiliencia en las guerras que por los logros científicos y técnicos que sí pueden compartirse con la humanidad. Un ejemplo es este:

Carta de José I Bonaparte a su hermano Napoleón

Hacen falta muchos medios para someter a España… este país y este pueblo no se parecen a ningún otro. No hay un solo español para defender mi causa. Tengo por enemigo a una nación de doce millones de almas enfurecidas hasta lo indecible. Todo lo que aquí se hizo el dos de mayo fue odioso. No, Sire. Estáis en un error. Vuestra gloria se hundirá en España.”

Napoleón Bonaparte

«Si esta guerra (Invadir España) fuera a costarme 80.000 soldados, no la haría, pero no llegarán a 12.000».

Llegó a tener más de 250.000 soldados en España de los que casi 110.000 no regresarían

"Esa desgraciada guerra de España me perdió. Los españoles todos se comportaron como un solo hombre de honor. Enfoqué mal el asunto ese; la inmoralidad debió resultar demasiado patente; la injusticia demasiado cínica y todo ello harto malo, puesto que he sucumbido. Todas las circunstancias de mis desastres vienen a vincularse con este nudo fatal; la guerra de España destruyó mi reputación en Europa, enmarañó mis dificultades y fue una escuela para los soldados ingleses. Fui yo quien formó al ejército británico en la Península".

En sus memorias, sobre los sucesos del dos de mayo, escribe: "Se indignaron con la afrenta y se sublevaron ante nuestra fuerza corriendo a las armas. Los españoles en masa se condujeron como un hombre de honor."

Jean Lannes, duque de Montebello, príncipe de Siewierz y mariscal de Francia, uno de los más brillantes militares franceses y amigo íntimo de Napoleón, escribió en una carta dirigida a este durante el segundo sitio de Zaragoza:

Jamás he visto encarnizamiento igual al que muestran nuestros enemigos en la defensa de esta plaza. Las mujeres se dejan matar delante de la brecha. Es preciso organizar un asalto por cada casa. El sitio de Zaragoza no se parece en nada a nuestras anteriores guerras. Es una guerra que horroriza. La ciudad arde en estos momentos por cuatro puntos distintos, y llueven sobre ella las bombas a centenares, pero nada basta para intimidar a sus defensores… ¡Qué guerra! ¡Qué hombres! Un asedio en cada calle, una mina bajo cada casa. ¡Verse obligado a matar a tantos valientes, o mejor a tantos furiosos! Esto es terrible. La victoria da pena.

jueves, 8 de febrero de 2024

100 frases sobre el tiempo

Jorge Coscarón "100 frases sobe el tiempo y el paso de los años y la vida", Esquire (27/01/2024):

"Los dos guerreros más poderosos son la paciencia y el tiempo". León Tolstoi, Guerra y paz

"El tiempo es lo que más deseamos, pero lo que peor utilizamos". William Penn

"Todo lo que tenemos que decidir es qué hacer con el tiempo que se nos da". - J. R. R. Tolkien, La comunidad del anillo

"El recurso más preciado que todos tenemos es el tiempo". Steve Jobs

"Nunca hay tiempo suficiente para hacerlo bien, pero siempre lo hay para hacerlo de nuevo". Jack Bergman

"Un hombre que se atreve a perder una hora de tiempo no ha descubierto el valor de la vida". Charles Darwin

"El tiempo no es lo principal. Es lo único". Miles Davis

"No me interesa especialmente ahorrar tiempo; prefiero disfrutarlo". Eduardo Galeano

"El tiempo vuela sobre nosotros, pero deja su sombra detrás". Nathaniel Hawthorne, El fauno de mármol

"Quien controla el pasado, controla el futuro: quien controla el presente controla el pasado". George Orwell, 1984

"El tiempo es lo que impide que todo suceda a la vez". Ray Cummings, La chica del átomo dorado

"Hay un tiempo para el trabajo y un tiempo para el amor. No queda otro tiempo". Coco Chanel

"Siempre vivo en el presente. El futuro no lo puedo saber. El pasado ya no lo tengo". Fernando Pessoa

"Sé como un sello postal: pégate a una cosa hasta llegar allí". Josh Billings

"El tiempo vuela como una flecha; la fruta vuela como un plátano". Anthony G. Oettinger

"La única razón del tiempo es que no ocurra todo a la vez". Albert Einstein

"El tiempo que disfrutas perdido no fue tiempo perdido". John Lennon

"Vivir es tan sobrecogedor que deja poco tiempo para todo lo demás". Emily Dickinson

"El tiempo es precioso. Asegúrate de pasarlo con las personas adecuadas". Anónimo

"No deberíamos perder el tiempo en cosas que podrían suceder algún día, o tal vez incluso nunca". Colleen Hoover

"El tiempo es la distancia más larga entre dos lugares". Tennessee Williams

"El tiempo, en lo que respecta a mi padre, era un regalo que le dabas a otras personas”. Michelle Obama

"Siempre se trata de sincronizar. Si es demasiado pronto, nadie lo entiende. Si es demasiado tarde, todos quedarán olvidados". Anna Wintour

"El tiempo es una pérdida de dinero". Oscar Wilde

"Si uno no tiene tiempo, también se ha perdido". Marc Wittmann

"El tiempo es lo más valioso que un hombre puede gastar". Diógenes

"El tiempo mismo llega en gotas". William James

"El principal problema de esta gran obsesión por ahorrar tiempo es muy simple: no se puede ahorrar tiempo. Solo puedes gastarlo. Pero puedes gastarlo sabia o tontamente". Benjamin Hoff, El Tao de Pooh

"Cada día es una cuenta bancaria y el tiempo es nuestra moneda. Nadie es rico, nadie es pobre, tenemos 24 horas cada uno". Christopher Rice

"El tiempo es una tormenta en la que todos estamos perdidos". William Carlos Williams

"No necesito tiempo, necesito una fecha límite". Duke Ellington

"Cada día pasa un día". Carlo Goldoni

"La clave está en no perder tiempo, sino en invertirlo". Stephen R. Covey, Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas

"El tiempo vale más que el dinero. Puedes conseguir más dinero, pero no más tiempo". Jim Rohn

"Debemos utilizar el tiempo como herramienta, no como sofá". John F. Kennedy

"Decídete a no estar nunca inactivo. Nadie que nunca lo pierda tendrá ocasión de quejarse de la falta de tiempo. Es maravilloso cuánto se puede hacer si siempre lo estamos haciendo". Thomas Jefferson

"Debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta para siempre de que siempre ha llegado el momento de hacer lo correcto". Nelson Mandela

"Hay tiempo suficiente, pero no sobra". Charles W. Chesnutt

"El tiempo se expande, luego se contrae, todo en sintonía con los movimientos del corazón". Haruki Murakami, Kafka en la orilla

"Todos los grandes logros requieren tiempo". Maya Angelou

"El tiempo vuela. Depende de ti ser el piloto". Robert Orben

"El tiempo lo explicará". Jane Austen, Persuasión

"Disfruta la vida. Hay mucho tiempo para estar muerto". Hans Christian Andersen

"El tiempo y la marea no esperan a nadie". Geoffrey Chaucer

"A medida que pasa el tiempo, pareces eliminar las cosas que te dificultaban la vida". Tom Petty

"El tiempo es un compañero que nos acompaña en el viaje". Capitán Jean-Luc Picard, Star Trek

"El tiempo genera más adeptos que la razón". Thomas Paine, Sentido común

"El tiempo dura lo suficiente para cualquiera que lo use". Leonardo da Vinci

"Los inocentes y los bellos no tienen más enemigo que el tiempo". William Butler Yeats

"El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora". Proverbio chino

"El tiempo es lo que menos tenemos". Ernest Hemingway

"El tiempo es largo pero la vida es corta". Stevie Wonder

"No hay secretos que el tiempo no revele". Jean Racine

"El tiempo es el consejero más sabio de todos". Pericles

"No se puede recuperar el tiempo perdido. Solo podrás hacerlo mejor en el futuro". Ashley Ormon

"La forma en que pasamos nuestro tiempo define quiénes somos". Jonathan Estrin

"Es algo extraño, pero cuando temes algo y darías cualquier cosa por ralentizar el tiempo, tiene la desagradable costumbre de acelerarse". J. K. Rowling, Harry Potter y el cáliz de fuego

"Ya sea el mejor o el peor de los tiempos, es el único momento que tenemos". Arte Buchwald

"El tiempo presente tiene una ventaja sobre todos los demás: es el nuestro". Charles Caleb Colton

"La falta de tiempo es en realidad falta de prioridades". Tim Ferriss, Herramientas de titanes

"Vamos y venimos entre ser el amo del tiempo y su víctima". James Gleick

"El tiempo perdido nunca se vuelve a encontrar". Benjamin Franklin, Almanaque del pobre Richard

"Ningún hombre se va antes de tiempo. A menos que el jefe se vaya antes de tiempo". Groucho Marx

"El tiempo es gratis, pero no tiene precio. No puedes poseerlo, pero puedes usarlo. No puedes conservarlo, pero puedes gastarlo. Una vez que lo pierdes, nunca puedes recuperarlo". Harvey MacKay

"El futuro es algo que todo el mundo alcanza a razón de sesenta minutos por hora, haga lo que haga, sea quien sea". C. S. Lewis

"Solo hay una cosa más valiosa que nuestro tiempo y es en quién lo gastamos". Leo Christopher

"Una pulgada de tiempo es una pulgada de oro, pero no puedes comprar esa pulgada de tiempo con una pulgada de oro". Proverbio chino

"No es que tengamos poco tiempo, sino más bien que malgastamos buena parte de él". Séneca

"Ojalá pudiera retroceder el reloj y encontrarte antes para poder amarte más tiempo". Desconocido

"El tiempo se mueve despacio, pero pasa rápido". Alice Walker, El color púrpura

"Nunca encontrarás tiempo para nada. Si quieres tiempo, debes crearlo". Charles Buxton

"Nunca hay tiempo suficiente para hacer todo lo que no quieres". Bill Watterson, Calvin y Hobbes

"Siempre dicen que el tiempo cambia las cosas, pero en realidad tienes que cambiarlas tú mismo". Andy Warhol

"El tiempo es un gran sanador, pero un pobre esteticista". Lucille S. Harper

"Ninguna medida de tiempo contigo será lo suficientemente larga. Pero empecemos con para siempre". Stephenie Meyer, Amanecer

"No puedes dar marcha atrás al reloj. Pero puedes darle cuerda otra vez". Bonnie Prudden

"El tiempo y la marea no esperan a ningún hombre, pero el tiempo siempre se detiene para una mujer de 30 años". Robert Frost

"El tiempo no tiene sentido cuando estás enamorado". Anónimo

"Más vale tres horas demasiado pronto que un minuto demasiado tarde". William Shakespeare, Las alegres comadres de Windsor

"La puntualidad es la ladrona del tiempo". Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray

"Con el tiempo infinito, nada es especial. Sin pérdida ni sacrificio, no podemos apreciar lo que tenemos”. Mitch Albom, El cronometrador

"Los más sabios son los más molestos por la pérdida de tiempo". Dante Alighieri

"Los relojes matan el tiempo... el tiempo está muerto mientras lo hagan girar pequeñas ruedas; solo cuando el reloj se detiene el tiempo cobra vida". William Faulkner, El sonido y la furia

"Es mirar las cosas durante mucho tiempo lo que te madura y te da un significado más profundo". Vincent Van Gogh

"Hay que trabajar con el tiempo y no en contra de él". Ursula K. Le Guin

"La forma más corta de hacer muchas cosas es hacer sólo una a la vez". Wolfgang Amadeus Mozart

"La gran línea divisoria entre el éxito y el fracaso se puede expresar en cinco palabras: 'No tuve tiempo'". Franklin Field

"No mires el reloj; haz lo que sea necesario. Sigue adelante". Sam Levenson

"Aunque intentamos controlarlo de un millón de maneras diferentes, lo único que realmente puedes hacer en un momento es disfrutarlo o desperdiciarlo. Eso es todo". A. J. Compton

"Es mejor tres horas antes que un minuto tarde". William Shakespeare

"El tiempo es una cosa creada. Decir 'no tengo tiempo' es decir 'no quiero'" – Lao Tse

"Nunca se sabe de antemano de lo que la gente es capaz, hay que esperar, darle tiempo, es el tiempo el que manda, el tiempo es nuestro compañero de juego al otro lado de la mesa y tiene en su mano todas las cartas de la baraja, tenemos que adivinar las cartas ganadoras de la vida, de nuestras vidas". José Saramago

"Todo pasa, pero nada desaparece del todo". Jenny Diski

"Uno de los peores usos del tiempo es hacer algo muy bien que no es necesario hacer en absoluto". Brian Tracy

"Evito mirar el reloj por miedo al lento paso del tiempo, que sólo parecerá más lento si observo su avance". Michelle Zink

"Y ahí radica toda la difícil situación del hombre. El tiempo humano no gira en círculo; corre en línea recta. Por eso no se puede ser feliz: la felicidad es el anhelo de repetición". Milán Kundera

"El tiempo es un juego que los niños juegan maravillosamente". Heráclito

"Cuanto menos tienes que hacer, menos tiempo tienes para hacerlo". Lord Chesterfield

"Pero mientras tanto, el tiempo vuela; vuela para nunca ser recuperado". Virgilio

"Gastar el tiempo es emplearlo de una manera determinada. Perder el tiempo es emplearlo de forma irreflexiva o descuidada. Todos tenemos tiempo para gastar o malgastar y es nuestra decisión qué hacer con él. Pero una vez pasado, se va para siempre". Bruce Lee

martes, 6 de febrero de 2024

Filosofía de la resiliencia. Dónde se halla la serenidad

Epicteto escribió:

Haga el mejor uso de lo que esté a su alcance y tome el resto tal cual acaece. Algunas cosas dependen de nosotros; otras no. Nuestras opiniones, por ejemplo, dependen de nosotros y de nuestros impulsos, deseos y aversiones; en suma: lo que sea que hagamos. Nuestros cuerpos no dependen de nosotros ni tampoco nuestras posesiones, nuestra reputación o nuestros cargos públicos o cualquier otra cosa que no sea obra nuestra.

El erudito budista indio del siglo VIII, Shantideva, del antiguo Nalanda Mahavihara, sugirió:

Si hay remedio cuando surge el problema ¿qué motivo hay para el abatimiento? Y si no lo hay, ¿de qué sirve estar triste?

El místico judío del siglo XI Salomón ibn Gabirol escribió:

Dijeron: a la cabeza de todo entendimiento está la distinción entre lo que es y lo que no puede ser y el consuelo de lo que no está en nuestro poder cambiar.

Esta manera de pensar confluyó al fin en la famosa plegaria del teólogo Reinhold Niebuhr:

Que Dios me conceda la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar aquellas que puedo y la sabiduría para poder distinguir la diferencia entre ellas.


miércoles, 31 de enero de 2024

Kafka y la muñeca perdida

De Quora:

Franz Kafka (1883-1924), que nunca se casó y no tuvo hijos, caminaba un día por un parque en Berlín cuando se encontró con una niña que lloraba porque había perdido su muñeca favorita. Ella y Kafka buscaron la muñeca sin éxito.

Kafka le dijo que se encontrarían allí al día siguiente y que volverían a buscarla.

Al día siguiente, cuando aún no habían encontrado la muñeca, Kafka le dio a la niña una carta "escrita" por la muñeca que decía "por favor no llores. Hice un viaje para ver mundo. Te escribiré sobre mis aventuras". 

Así comenzó una historia que continuó hasta el final de la vida de Kafka.

Durante sus encuentros, Kafka leía las cartas de la muñeca cuidadosamente escritas con aventuras y conversaciones que a la niña le parecían adorables.

Finalmente, Kafka trajo de vuelta el muñeco (compró uno) que había regresado a Berlín.

"No se parece en nada a mi muñeca", dijo la niña.

Kafka le entregó otra carta en la que el muñeco escribía: "mis viajes me han cambiado". La niña abrazó a la nueva muñeca y se la llevó a su feliz hogar.

Un año después murió Kafka. Años después los nazis anexionaron Chekia y aniquilaron a los judíos que pudieron encontrar, entre ellos las hermanas de Kafka.

Muchos años después, la niña, ahora adulta, encontró una carta dentro de la muñeca. En la minúscula carta, firmada por Franz Kafka, este decía:

"Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final el amor volverá de otra manera".

viernes, 19 de enero de 2024

Digitalia

Un nuevo y poderoso medio de documentación: Digitalia

https://www.digitaliapublishing.com/

Sorprendente las referencias que puede proporcionar a un investigador

domingo, 14 de enero de 2024

Los contraejemplos de Gettier a la teoría clásica del conocimiento proposicional

Desde al menos el Teeteto de Platón,​ la gnoseología contaba con una definición generalmente satisfactoria de la certeza del conocimiento proposicional: si S es un sujeto, y p una proposición, entonces S sabe que p es cierto si y solo si:

S cree que p

p es verdadera

S está justificado en creer que p

Por ejemplo, Newton sabe que, de alguna manera, tiene una manzana, si y solo si:

Newton cree que tiene una manzana

Es verdad que tiene una manzana

Newton está justificado en creer que tiene una manzana

Sin embargo, en 1963, Edmund Gettier publicó un famosísimo artículo de tres páginas titulado ¿Es el conocimiento creencia verdadera justificada? Contraargumentó que la definición clásica no es suficiente para declarar tal cosa; en resumen, su postura, simplificada o sintetizada, es que sabemos muy poco de las circunstancias reales de S y de p (o de Newton y de la manzana), y de todas las demás, y eso nos impide un conocimiento pleno y en todos los casos, solo en algunos, y, por tanto, es inseguro. Nada pudieron hacer las objeciones de William Rozeboom y Michael Clark. No es creencia verdadera justificada. Así que pusimos nuestra capa en el suelo y no nos hartamos de dormir.

sábado, 13 de enero de 2024

Francisco Aguilar Piñal, El misterio del Quijote

El gran bibliógrafo y dieciochista Francisco Aguilar Piñal tiene ya 93 años, y sigue tan fresco y campante, escribiendo un blog, "El asombro de Pinocho":

¿Quién escribió ¨El Quijote¨? (I)

28 septiembre, 2019

Esta inquietante pregunta es, desde luego, una provocación, pero hay una duda razonable sobre su autoría que se ha mantenido soterrada, sobre todo cuando se estudia el texto de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha bajo el prisma biográfico del autor. Desde la primera impresión de la portada de la maravillosa novela, una prueba de 1604 (cuya copia conservo), figura como autor (“Compuesto por”) Miguel de Cervantes Saavedra. Y así ha continuado en las innumerables ediciones que  siguieron a la primera parte de 1605, y a la segunda de 1615, dentro y fuera de España, ya en original castellano, ya traducida. El nombre de Cervantes va unido indisolublemente al Quijote, como autor de sus dos partes,  según todos los datos conocidos, aunque su biografía presenta lagunas y hechos ciertos que pueden contradecir su autoría. Ante una atribución tan admitida durante siglos parece una insensatez plantearse siquiera la duda, por muy razonable que pueda parecer. Las razones que abonan esa duda son, sin embargo, lo suficientemente pertinaces como para ser planteadas y discutidas de nuevo por cualquier lector de la novela cervantina.

Me parece discutible que, sin réplica, se tenga por autor del Quijote a un personaje histórico tan alejado de la tranquilidad del estudio y del reposo necesarios para pergeñar y redactar un texto repleto de alusiones literarias, humanísticas y geográficas. Nacido en Alcalá de Henares, ciudad universitaria entonces, de mayor población que Madrid,  al cumplir los tres años  su familia se traslada a Valladolid, donde su padre, cargado de deudas, es embargado y encarcelado. Por poco tiempo, porque enseguida los Cervantes se marchan a Córdoba, donde la familia vive durante diez años (1553-1563), y después a Sevilla, al entorno  de San Miguel, muy cerca del colegio jesuita de San Hermenegildo, donde algunos suponen que el joven Miguel siguió los estudios de latinidad.

En su adolescencia y juventud Miguel de Cervantes, si es que siguió la estela paterna, se traslada a diversas ciudades españolas: Alcalá, Córdoba, otra vez Alcalá, de nuevo Córdoba, y por fin Sevilla. Cambios de domicilio, de amigos y de tranquilidad, sin posibilidad de acceso a una biblioteca pública, porque eran entonces inexistentes, y mucho menos a ninguna de las privadas en las que sólo unos pocos nobles y adinerados podrían encontrar las puertas abiertas. Los únicos libros que hubiera podido  manejar eran los escolares, alguno prestado, quizás alguna antología y poco más.  Son escasas las referencias documentales de estos años, pero mucho menos las que pudieran dejar constancia de sus estudios, continuamente interrumpidos.  

Suposiciones, que no hechos ciertos. Miguel de Cervantes fue un iletrado, un ingenio lego, sin los estudios y conocimientos necesarios para escribir esa extensa novela engarzada en muchos saberes humanísticos. Así lo reconoce el último de sus biógrafos, Alfredo Alvar, quien afirma, con autoridad, que “la formación de Cervantes fue, como la de tantos, muy desestructurada. Nada de sus estudios se puede constatar documentalmente”. Y rechaza la “invención” de cervantistas ilustres como Astrana y Rodríguez Marín, que “fueron los fabricadores de la vida estudiantil de Cervantes en Córdoba y Sevilla”.

A sus veinte años la familia de Rodrigo Cervantes está ya en Madrid, al calor de la Corte, donde Miguel recibe clases, al parecer, del famoso latinista Juan López de Hoyos durante varios  meses. ¿Pero qué pudo aprender en sólo unos meses de asistencia a sus clases? Estos fueron todos sus estudios, digamos “académicos”, porque su gran maestra fue la vida, sin pisar los umbrales de ninguna universidad. Los títulos universitarios no garantizan los conocimientos pero obligan al trato cotidiano con los libros, bien escaso en las familias de agobio económico, como era el caso de los Cervantes de Alcalá. Aunque también es cierto que, para esquivar la dificultad, Alvar sostiene que nuestro escritor tuvo reales suficientes para adquirir unos cientos de libros. Lo que no dice es dónde guardaba esos libros ni los papeles originales de sus escritos.

Porque el “Mapa de los viajes cervantinos” en su madurez resulta envidiable para cualquiera que tenga ambiciones turísticas. Su vida fue un perpetuo deambular por ciudades y paisajes distintos, con escaso equipaje y menos sosiego para escribir.  Cruzó el Mediterráneo en varias ocasiones, desde que en 1569 tuvo que huir a Roma, acosado por la Justicia. Sabemos que Cervantes estuvo en Italia durante cinco años (1569-1575), primero como paje de un cardenal y después como soldado alistado en los tercios de Nápoles, participando en la batalla de Lepanto (1571). Pero pocos recordarán que en su obra menciona no sólo a Roma, sino a casi todas las capitales importantes (Venecia, Florencia, Milán, Bolonia, Génova, Nápoles, Ferrara, Lucca, Parma, Palermo) además de las acogedoras Reggio y Mesina, donde estuvo convaleciente después de Lepanto.

¿Todos estos viajes, envidia de cualquier turista de hoy, los pudo hacer en sólo cinco años de vida cuartelera? Sabemos que, al recuperarse de sus heridas, don Juan de Austria le concedió una paga mensual de tres ducados, insuficiente para tener una vida holgada, rodeado de libros y vagando por los caminos de la península italiana. Sabemos que fue paje del cardenal Acquaviva,  pero ¿tuvo allí ocasión para dedicarse a sus lecturas favoritas? ¿Aprendió bien el italiano estando en Roma? Las obras de Ariosto, que tan bien conoce el autor del Quijote, las pudo leer en volúmenes sueltos y recopilaciones, en toscano, pero poco más, porque ni tenía tiempo, ni acceso a bibliotecas públicas, tan inexistentes como en España,  ni conocía los idiomas necesarios para leer tantos libros de autores célebres, aún no traducidos al castellano.. Por más que un ilustre cervantista haya intentado imaginar una “biblioteca de Cervantes”, no parece probable que la tuviera una persona que no tuvo casa propia hasta sus últimos años, que vivió siempre en posadas, cuarteles o casas de amigos. Una cosa es que citara los libros y otra muy diferente que los poseyera. El mismo Canavaggio, que lo considera “autodidacta”, se pregunta: “¿cuándo pudo saciar esta sed de lectura?” Sin mucha convicción, indica que en Roma y en Nápoles. En última instancia, se pregunta de nuevo: “¿qué leyó? O más bien ¿qué retuvo de sus lecturas?”

Después de Lepanto, ya sabemos de su cautiverio en Argel (1575-1580), lugar que no parece muy propicio para lecturas y escrituras. Los años siguientes son de “pretendiente” en la Corte, sin éxito, hasta que decide casarse por interés, a los treinta y siete años cumplidos, con una joven que iba a cumplir los veinte, Catalina de Salazar, huyendo de la familia de su amante, Ana Franca, mujer casada con la que tiene a su hija Isabel. Abandona pronto el domicilio conyugal en Esquivias, para servir al rey como “juez de comisión” en la requisa de trigo y cebada para la Gran Armada (1587).

A principios de 1588 lo encontramos de nuevo en Sevilla, alojado en una pensión de la calle Bayona, junto a la catedral. Otra docena de años recorriendo Andalucía (1588-1600) de aquí para allá, siempre en incómodas posadas, con la maloliente compañía de las caballerizas. Con tanto viaje, ¿dónde guardar los libros? ¿Dónde los pliegos escritos? ¿Dónde los recibos de tanta recaudación? Y sobre todo, ¿acaso responde su vida inmoral y precipitada al reposo y la virtuosa condición del autor del Quijote?

Quedan cuatro años para que aparezca impresa la genial novela, pero en ellos da con sus huesos en la cárcel por malversación de fondos, en cuatro ocasiones: 1588, 1592, 1594 y 1597, esta última en Sevilla, donde un fantasioso historiador sitúa las primeras páginas del Quijote. Llamo fantasioso al insigne Rodríguez Marín porque hay que serlo para imaginar a un preso, manco por más señas, escribiendo en una infecta celda de esa cárcel inmunda, donde no se podía ni respirar aire puro, según cuenta un padre jesuita que la describe con los más negros tintes de incomodidad, suciedad y peleas de valentones. No. Cervantes no pudo escribir una sola línea en ese antro del hampa sevillana. Lamento disentir de esa tradición sin fundamento, en que se basa la lápida recordatoria en la calle de la Sierpe, descubierta por los académicos sevillanos en la fachada de la antigua cárcel. Lo único que se puede admitir es que en ese hacinamiento de rufianes, el preso poeta idease los primeros capítulos del Quijote, pero nunca  el asir la pluma para redactar una sola página. Vienen a confirmar esta opinión las palabras de Canavaggio sobre la prisión sevillana, de la que dice que era: ”un verdadero monstruo, donde residían de forma permanente casi dos mil detenidos, es decir, una capacidad de acogida superior a la que ofrecía el conjunto de los demás establecimientos de la península, Madrid incluido”.

Puesto en libertad, el ilustre prisionero llega a ver el regio catafalco levantado en la catedral sevillana para las honras fúnebres del rey Felipe II, fallecido en El Escorial el 13 de septiembre de 1598, casi al mismo tiempo que moría en Sevilla su gran protegido Arias Montano. Lo demuestra en el famoso soneto con estrambote que incluye en el Viaje del Parnaso, considerándolo “el principal honor de sus escritos”, aquél que comienza: “¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza/ y que diera un doblón por describilla!”.  Sí, Miguel de Cervantes estuvo en Sevilla durante varios años, pero sin destacar en ella ni como poeta ni como novelista. No era, para los sevillanos de entonces, más que un mediocre poeta madrileño, un recaudador molesto, del que se huía, con el sambenito de sus desfalcos y de sus meses en prisión.

En el año 1600, último de su estancia en Sevilla, se afirma que posó para un jovencísimo Juan de Jáuregui, autor del supuesto retrato que preside la Real Academia Española. Pero, al estudiar la polémica sobre este retrato, suscitada por varios cervantistas de comienzos del siglo XX, entre los que se encuentran Narciso Sentenach, el marqués de Camarasa, Rodríguez Marín, Aurelio Baig, Alejandro Pidal y otros, me quedo con la conclusión de Julio Puyol (1917), de  que “el retrato no es más que una superchería manifiesta”. Los argumentos en pro y en  contra son serios, pero no han tenido consecuencias prácticas. Sin embargo, soy de parecer que esa figura de caballero adusto no puede ser la de nuestro Cervantes, recién salido de la cárcel, de mala reputación y estrecheces económicas, a quien se digna retratar, según la tradición, un noble aprendiz de pintura, de muy buena familia sevillana, pero joven de sólo 17 años. No. Ni ese cuadro es de Jáuregui, ni el retratado puede ser Miguel de Cervantes, que todavía no había escrito el Quijote.  

Ese mismo año abandona Sevilla y vuelve a Esquivias, con escapadas a Madrid,  y después a Valladolid. En todo caso, después de la publicación del Quijote, se instala en Madrid, primero detrás del Hospital de Antón Martín, por dos veces en la calle Magdalena, después en la calle Huertas, y finalmente en la calle Francos (hoy Cervantes), esquina a la calle León, con su esposa y una criada. A pesar de los constantes cambios de domicilio,  son años de más tranquilidad, en los que pudo escribir con cierto sosiego la segunda parte de la novela. Pero ¿qué decir de la primera? Tuvo que ser escrita durante los años de recaudador en Andalucía, insultado por los vecinos, perseguido por la justicia, encarcelado, sin casa propia, viviendo en malolientes posadas. ¿No es motivo suficiente para la duda? No es mi deseo rebajar la categoría social y moral del novelista, pero cuanto digo está escrito y documentado por sus numerosos biógrafos. La suya fue un “desastre de vida”, como sentencia Alfredo Alvar en su Cervantes.

      (II)

Si nuestro Miguel de Cervantes fuese realmente el autor del Quijote habría que añadir al merecido título  de “Príncipe de los Ingenios Españoles” el no menos honroso de “Señor de los milagros”. Porque milagro, y no pequeño, es conservar en la memoria los nombres de todos los personajes que cita, sin tener biblioteca propia, ni mesa de trabajo, ni armario para guardar sus manuscritos, sin reales para comprar tanto papel, pluma y tinta,  sin unos meses de tranquilidad para escribir, siempre de acá para allá, entre espadachines, truhanes y mozas de partido. Sin estudios superiores, sin acceso a más bibliotecas que las de los amigos, ¿cómo consiguió escribir la mejor novela de todos los tiempos, en el mejor español del Siglo de Oro, maestro de la lengua, de la fabulación, de la sátira más fina de la sociedad de su tiempo? Escaso de tiempo y de comodidades, falto de la mano izquierda, sin más posibilidades que la facilidad de su pluma y el precioso baúl de sus recuerdos… ¿Cómo conciliar  vida y trabajo?

Pero hay bastante más. Hay quien piensa que para escribir una novela sólo se necesita mucha imaginación y soltura con la pluma. Pero este no es el caso, ya que el Quijote es un compendio de sabiduría, no aprendida precisamente en las calles ni en las mazmorras. El autor no se vale solamente de su imaginación, sino que vuelca en su obra unos conocimientos que ya querría para sí el  mejor de los humanistas españoles del Siglo de Oro. ¡Qué  prodigio de memoria, qué formación erudita, sin un mal apoyo de notas o apuntes!  Quienquiera que fuese el novelista,  cita en su obra a todos los escritores importantes, tanto de la antigüedad (Hipócrates, Aristóteles, Platón, Homero, Polidoro, Jenofonte, Solón, Pausanias, Plutarco, Cicerón, Ovidio, Virgilio, Juvenal,  Marcial, Tibulo, Terencio) como del renacimiento español (Boscán, Garcilaso, Montemayor, Ercilla, Cetina, Jáuregui, Gil Polo, Laguna, Virués, incluso Marco Polo, el viajero italiano traducido por el fundador de la Universidad de Sevilla). Nunca a humo de pajas, sino sabiendo lo que decía.

Los libros de caballerías no tienen secretos para él: los ha leído todos y sabe los nombres, carácter y comportamiento de todos los personajes, desde Amadís de Gaula y Belianís de Grecia hasta todos los Palmerines, pasando por Tirant lo Blanc, Felixmarte de Hircania y el Orlando de Ariosto. Conoce la Eneida  y la Odisea tanto como La fingida Arcadia, Bernardo del Carpio, La Araucana. La Diana y El lazarillo de Tormes. No hay que resaltar su conocimiento de la mitología antigua, ya que las leyendas mitológicas son la base cultural de cualquier escritor del Renacimiento. Lo mismo cabe decir de las leyendas artúricas y la historia de Grecia y Roma, a las que alude con frecuencia, como la historia de España, desde el rebelde Viriato y el visigodo rey Wamba. ¿Cómo no dudar, sin una respetuosa prevención, de que Cervantes, el viajero impenitente, desgraciado en vida y en amores, sin un mal escritorio, pueda ser el verdadero autor de la enciclopédica novela?

Empleando la ironía, quizás pudiera ser “obra de encantamiento”, como insinúa seriamente el caballero loco: “Yo te aseguro, Sancho, que debe de ser algún sabio encantador el autor de nuestra historia”. Esto lo dice en el capítulo segundo de la segunda parte, uno de los más sustanciosos en cuanto a la autoría, ya que aquí se atribuye el manuscrito a Cide Hamete Benengeli, “nombre de moro”, según rápida sentencia del caballero, el cual, quedando pensativo, dice de la novela: “desconsolóle pensar que su autor era moro, según aquel nombre de Cide; y de los moros no se podía esperar verdad alguna, porque todos son embelecadores, falsarios y quimeristas”. Malos recuerdos tenía el soldado Miguel de los turcos de Lepanto y de los berberiscos de Argelia.

Que el creador del Quijote fuese el mismo que compuso La Galatea (impresa en 1585)  es tema que aparece en el famoso escrutinio de la biblioteca de don Alonso Quijano, en el capítulo primero de la Primera parte del Quijote, el cual distanciándose del novelista-relator, se refiere a “ese Cervantes”, autor de La Galatea: “Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena invención; propone algo y no concluye nada: es menester esperar la segunda parte que promete; quizá con la enmienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega”. La verdad es que esa misericordia, con tanta humildad demandada, le llegó de inmediato, en compañía de la Fama, a las pocas horas de la primera edición del Quijote.  Ironía por ironía: ¿se señalaba con el dedo a sí mismo, destacando en el escrutinio a su querida Galatea? Miguel de Cervantes, el hijo del malaventurado cirujano y sangrador de Alcalá, ¿fue realmente  el verdadero autor de esta “novelada” historia?

Armando Cotarelo, venerable erudito, compiló las lecturas de Cervantes, que suman 429 títulos. “Imposible que leyera tanto”, respondió con arrogancia no exenta de sensatez, otro erudito, González de Amezúa, en 1956. ¿Cómo no dudar de esas posibles lecturas? Lo normal es la duda. Pero ya antes, en su discurso del centenario (1905) en la Universidad Central de Madrid, Menéndez Pelayo había dejado claro “que Cervantes fue hombre de mucha lectura; no podrá negarlo quien haya tenido trato familiar con sus obras”, añadiendo que “todas las obras de Cervantes prueban una cultura muy sólida y un admirable buen sentido”. Don Marcelino no supo decir dónde ni cómo Cervantes adquirió esa inmensa capacidad de conocimientos que se encierran en la inmortal novela. Si en lugar de “Cervantes” el ilustre académico y catedrático, hubiera escrito “el autor del Quijote”,  no habría nada que objetar. Pero ni por un momento puso en duda que lo fuese  el nacido en Alcalá, como tampoco lo dudaban los ilustres y numerosos académicos sevillanos de Buenas Letras que ocuparon largas horas de conversaciones y disputas con el sabio santanderino sobre Cervantes y sus obras.

Contra lo dicho por algunos críticos románticos, el autor del Quijote no fue un escritor aislado, de ideario independiente y genial, sino que, como todo escritor, tiene sus “fuentes literarias”, que no son pocas, según ha demostrado el gran cervantista sevillano Francisco Márquez Villanueva. Menéndez Pelayo tenía razón. Toda la cultura antigua y renacentista está volcada en sus libros. ¿Pero, cómo lo consiguió? Si Juan de Valdés, insigne humanista castellano del siglo XVI, de vida sosegada y buena biblioteca en el recogimiento de su casa, confiesa que tardó diez años en leer todos los libros de caballerías ¿cómo admitir que en menos tiempo y con menos sosiego lo hiciera el manco de Lepanto? ¿Qué misterio encierra el llamado  “enigma” Cervantes?

A mayor abundamiento, ¿cómo se puede compaginar el soterrado erasmismo del autor del Quijote, y su defensa de la paz cristiana y su horror a la guerra, con los ideales bélicos del soldado Miguel de Cervantes? ¿cómo la vida pendenciera, pecadora y a veces fraudulenta del escritor perseguido por la ley y excomulgado por la Iglesia, con las piadosas decisiones del Miguel de Cervantes Saavedra que en 1609 ingresa en la Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento de Madrid y en 1613 en la Orden Tercera de San Francisco, con cuyo hábito es sepultado?

Muere en su cama de Madrid el 22 de abril de 1616, después de aquella desgarradora dedicatoria de su obra póstuma, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, donde se despide de la vida y de su protector, el conde de Lemos. Obra cuyo argumento, según las más recientes investigaciones (Carlos Romero), pudo ser concebido por los mismos años de la ‘idea quijotesca’ es decir, en Sevilla. Con esta ampliación resulta más incomprensible la prodigiosa memoria de Cervantes, que esboza en Sevilla las dos obras más importantes de su vida, sin contar con el más mínimo soporte erudito, entre los barrotes de una prisión y en tan poco edificantes compañías. Por todo ello, la duda permanece y el milagro cervantino se agiganta, pero el ánimo se encoge ante la osadía de negarle a Cervantes la autoría del Quijote.

Quedarían sin explicación los privilegios reales, necesarios entonces para poder publicar la novela. El de 1604 para la Primera parte, comienza: “Por cuanto por parte de vos, Miguel de Cervantes, nos fue fecha relación que havíades compuesto un libro intitulado El ingenioso hidalgo de La Mancha, el cual os había costado mucho trabajo…”. En la Segunda, fechado en marzo de 1615, se dice: “Por cuanto por parte de vos, Miguel de Cervantes Saavedra, nos fue hecha relación que havíades compuesto la Segunda Parte de don Quijote de la Mancha, por ser libro de historia agradable y honesta, y haberos costado mucho trabajo y estudio…”. Nótese que en ambas ocasiones se insiste en el “trabajo y estudio” que le había costado la novela (“historia agradable”) al autor, se supone que en la soledad de una alcoba atestada de libros, algo que, según hemos visto, no se compadece mucho con la ajetreada vida del novelista.  Imaginemos alguna salida al laberinto, sólo como hipótesis.

¿No podrían ser coetáneos dos personajes castellanos con los mismos nombres y apellidos? Lo insinúa también su biógrafo Canavaggio: “tal vez llegue un día en que se descubra que hubo dos Miguel de Cervantes”. ¿Acaso sería el Miguel alcalaíno el mediocre poeta que da la cara por otro personaje escondido a su sombra? ¿Quién podría esconderse tras el soldado nacido en Alcalá de Henares, de identidad tan documentada pero de vida tan incongruente con la que se perfila en el novelista? ¿Quién le pudo ofrecer la gloria de ser, ante todos, el creador de Don Quijote? ¿A cambio de qué?  No hay respuesta a tanta pregunta. Sólo imaginaciones sin fundamento documental. Pero nadie, en su sano juicio, podría negar hoy por hoy esa autoría, avalada por los privilegios reales y tan reconocida mundialmente.  Sin embargo, la duda persiste y se agiganta cada vez que la razón comienza su “quijotesca” aventura…

Confieso mi desmedida osadía a la vez que mi admiración por ese fabulador de las mejores páginas de nuestra literatura, sea quien fuese, que supo como nadie escudriñar en la locura de la vida. Porque en este mundo de locos, sólo es cuerdo el enajenado Alonso Quijano. Hoy por hoy, la respuesta a tanta pregunta insidiosa no es otra que la del humilde reconocimiento de ese ‘milagro’ literario que es el de haber conquistado la cima de la gloria a pesar de tantos inconvenientes, luchando contra tantas adversidades, en unos ambientes tan poco propicios para la creación y redacción de las mejores páginas de la literatura española. Aunque no sería justo si  la gloria que reclamo para el Quijote no la reclamara, cuadruplicada, para su desconocido autor, cuyo cerebro fue fábrica de sueños, pero también centro neurálgico de  una memoria sin igual y de una razón  crítica aplaudida como la mejor aportación de España a la cultura universal.

Sobre Manuel Halcón, el novelista.

 JOSÉ VALLECILLO | VOCAL DE LA SECCIÓN DE LITERATURA DEL ATENEO

Entrevista a José Vallecillo, vocal del Ateneo de Sevilla, sobre Manuel Halcón, hecha por Luis Sánchez-Moliní y publicada en Diario de Sevilla, el 31 de octubre de 2021. "Manuel Halcón es el Miguel Delibes de Andalucía”

Profesor durante décadas en institutos y la Universidad, este investigador es el mayor conocedor de la figura del novelista sevillano Manuel Halcón

José Vallecillo (Sevilla, 1965) nos recibe en el caserón del Ateneo. Hemos quedado con él para hablar, sobre todo, de Manuel Halcón, figura a la que le ha dedicado muchas horas de investigación, con libros como ‘El novelista Manuel Halcón: biografía y personalidad’ (Universidad de Sevilla), ‘Los años sevillanos de Manuel Halcón’ (Ayuntamiento de Sevilla), ‘Manuel Halcón. Páginas sobre Sevilla’ (Real Maestranza de Caballería), y ‘La obra narrativa sobre el campo de Manuel Halcón’ (Diputación de Sevilla). Últimamente se ha encargado del cuidado de la reedición de la novela ‘Manuela’ (Athenaica). Hombre discreto y de voz baja, ha ejercido durante más de treinta años la docencia en institutos y la Facultad de Filología. Vocal de literatura del Ateneo, Vallecillo también ha trabajado sobre la curiosa y divertida figura de Don Cecilio de Triana, periodista satírico de los inicios del siglo XX al que le dedicó un libro en la Biblioteca de Temas Sevillanos. Asimismo, sus investigaciones se han extendido a la historia de la Academia Sevillana de Buenas Letras en los siglos XIX y XX y ha catalogado, ordenado y estudiado los fondos de la biblioteca de dicha institución. Actualmente está centrado en el redescubrimiento de mujeres escritoras del 27.

–Ahora el escritor Manuel Halcón está más reivindicado, pero cuando usted empezó a trabajar sobre su obra y figura estaba prácticamente olvidado. ¿Cómo surgió su interés por él?

–Terminé la carrera de Filología en junio de 1989, pero meses antes ya estaba pensando en mi tema de tesis. Había leído algunas de sus novelas, Los Dueñas, Manuela… y en mayo del 89 le propuse a don Rogelio Reyes que me dirigiese la tesis sobre algún tema relacionado con Halcón. Le encantó la idea, porque era uno de esos “sevillanos en Madrid” que había que reivindicar. Me dijo que aprovechase el verano para leer toda su obra y que después nos pondríamos en contacto con él, pero el 28 de julio Manuel Halcón murió en su domicilio del Paseo de la Castellana.

–Estas cosas no se suelen decir, pero fue un suicido.

–La versión oficial es que se le disparó un arma mientras la limpiaba. Halcón no llevaba bien su envejecimiento.

–Tuvo el gran detalle de mandar a su perro Corito a su finca El Cañuelo, en los Alcores, antes de dar el último paso. Lo contó Antonio Burgos en un artículo memorable.

–Quería que viviese en libertad, no en un piso de la Castellana. Burgos cuenta también cómo una vez se encontró a Manuel Halcón por Sevilla. Iba de traje y corbata, pero calzaba unos botos. Le dijo que lo hacía porque estaba de luto por su caballo.

–Así que nunca pudo hablar con él…

–No, pero sí pude hacerlo con su familia, con sus hijos Pío y María Dolores. Ella me decía: “Qué pena, si mi padre hubiese sabido que había un joven sevillano interesado en hacer su tesis sobre su obra…” Empecé a investigar en las bibliotecas, los archivos y las hemerotecas. Me sorprendió descubrir que no había nacido en 1903, como siempre hacía constar.

–¿Cómo lo descubrió?

–Mirando El Noticiero Sevillano topé con la esquela de su madre, la marquesa de San Gil, que había muerto en 1900, por lo que Manuel Halcón no podía haber nacido en 1903. Cuando le pregunté a su hija me contó que su padre había nacido en 1899, pero siempre ponía 1903 para que no se le asociase con la novela del siglo XIX. Su madre murió a los tres meses de tenerlo, por lo que Halcón siempre cargó con un cierto espíritu de orfandad. En la novela Los Dueñas, el niño huérfano es claramente un alter ego.

-Antes ha hablado de los ‘sevillanos en Madrid’. De dónde se sentía él.

–Sobre todo sevillano y muy vinculado a Lebrija, donde estaba su cortijo y vivió su hermana Aurora hasta que murió. A este pueblo le donó una casa. Los Dueñas es una de las grandes novelas sobre Sevilla. Siempre que podía introducía a la ciudad en sus libros. De hecho, yo publiqué una antología de las páginas sevillanas de sus novelas.

–¿Dónde vivía en Sevilla?

–Tenía un piso en Los Remedios, pero al final de sus años cada vez venía menos. Primero decía que hacía mucho frío, después que ya se había echado el calor… Se instaló en Madrid al acabar la Guerra. En aquellos primeros años madrileños escribió Recuerdos de Fernando Villalón y fue nombrado canciller de la Hispanidad, pero al poco tiempo caería en desgracia, incluso dejó de salir en los ecos de sociedad de los periódicos.

–¿Por qué?

–Por sus ideas monárquicas. Fue uno de los procuradores de las cortes franquistas que firmó el Manifiesto de los Veintisiete, un documento que pedía la restauración de la monarquía en la figura de don Juan. En 1960, sin embargo, le dieron el Premio Nacional de Literatura por Monólogo de una mujer fría.

–En la guerra estuvo completamente involucrado en el bando nacional, aunque su lealtad era hacia don Juan –a cuyo consejo privado perteneció–, no a Franco.

–De hecho, su hija María Dolores mantuvo una estrechísima relación con la familia real.

–¿Cuál era su carácter? ¿Respondía al tópico del terrateniente bajoandaluz?

–Siempre fue un hombre muy culto y sensible, característica que fue a más con el paso de los años. Hubo un momento en que se quedó como desclasado, porque a la clase alta a la que pertenecía no le agradaba como la describía. Aunque hay que decir que nunca fue un renegado, sino simplemente crítico con las cosas que no le gustaban. Por ejemplo, con el personaje que es más duro en Los Dueñas es con el marqués, que tiene mucho que ver con la figura de su padre. Sin embargo, el personaje ejemplar de esta novela es Andrés, el criado que lo cuida desde pequeño y al que él estaba muy unido. Al respecto hay una frase preciosa que dice más o menos así: “¿Cómo puede una persona conservar el calor de una mano tantos años?” La mano es la de ese criado. Jacobo Cortines, quien sí lo conoció personalmente, me dijo una vez que con el tiempo Halcón terminó pareciéndose a los personajes de sus novelas. Otro aspecto importante de su obra es que siempre se dignifica a los personajes del campo. En Manuela deja claro que no hace falta nacer en una familia noble para ser aristócrata. Manuela representa la aristocracia popular.

–¿Idealiza el campo andaluz?

–En absoluto. Como él dice, el campo pincha, pica y esclaviza. Pero cree que es algo que se renueva constantemente y da vida, algo vivificador. Es curioso, porque sin embargo no podía pasar una noche al raso en el campo. Le apabullaba la inmensidad de la bóveda celeste. Cuando empezaba a atardecer ya buscaba el cortijo o el pueblo para ponerse bajo techo.

–¿Llevaba directamente su finca de Lebrija?

–No, se la llevaba un encargado, Espiri, que es como se le conocía en Lebrija. Pero solía visitarla y siempre estaba al tanto de las principales cuestiones.

–¿Cuál cree que es la principal virtud de Manuel Halcón como novelista?

–Su capacidad de penetrar en la psicología de la mujer. En Monólogo de una mujer fría se llega a meter en la mente de Anita Peñalver, la protagonista. Este personaje es curioso para la época, porque tiene una relación con un hombre pero no se casa con él, pese a que no hay nada que se lo impida. Alguien ha dicho que este conocimiento se debía a que Halcón era un mujeriego, aunque más bien era un mujerista, amaba a la mujer como figura. En el conocimiento del alma de la mujer, Halcón está a la altura de Juan Valera, que era el escritor que más le influyó junto a Stendhal. En el caso de Manuela vemos que el personaje se define por sus actos, no por sus palabras. Yo fui profesor en Lebrija durante unos años y todavía se veían mujeres como Manuela, a las que no se les pone nada por delante cuando quieren hacer algo. Eran muy fáciles de reconocer.

–Hablando de ‘Manuela’, ¿qué le pareció en su día la adaptación cinematográfica de García-Pelayo?

–Está muy bien, pero evidentemente no podía recoger todas las historias de la novela. El mayor acierto fue la elección de la protagonista, Charo López, que está estupendamente. Hubo muchas candidatas para el papel, creo recordar que incluso Marisol.

–¿Cómo era el último Manuel Halcón?

–Después de Manuela, que se editó en 1970, ya no publicó apenas nada, sólo los Cuentos del buen ánimo, en 1979. Sí tuvo una gran actividad como miembro de la Real Academia Española, donde ingresó en 1962. Era muy amigo de Lázaro Carreter y toda una autoridad en el léxico del campo. Introdujo varias palabras de este mundo en el Diccionario de la Academia, como cosechadora–. De hecho, su discurso de ingreso se tituló Sobre el prestigio del campo andaluz y fue contestado por José María Pemán.

–También tuvo una importante vinculación con Sevilla y su ambiente cultural.

–Su papel fue fundamental, por ejemplo, en la publicación de la revista Mediodía. Es muy conocida la historia de que se deshizo de su alfiler de corbata de oro para que pudiese salir el primer número. Los Halcón eran muy desprendidos. A su hermana Aurora le decías, “qué abridor de plata tan bonito” y ella te contestaba, “pues si lo tiene usted en su mano, suyo es”.

–Hay prácticamente unanimidad en estimar que la mejor obra de Halcón es ‘Recuerdos de Fernando Villalón’, quien era su primo y uno de los mejores poetas del campo bajoandaluz que han existido.

–Esta obra tiene una gran potencia narrativa. Halcón siempre sintió profundamente el no haber estado al lado de Villalón cuando murió. Él se había ido a Suiza por motivos de salud y, cuando regresó, Villalón ya había fallecido. Siempre recordaba la última vez que se vieron en la estación de tren. Creían que el que podía morir era Manuel Halcón, pero finalmente fue al revés. Su relación era muy fuerte. Fue Halcón el que descubrió a Villalón como poeta al descubrir sus versos en una carpeta. Los ordenó y los mandó a la imprenta de San Eloy. Villalón se puso muy contento y se animó a empezar su carrera poética.

–’Recuerdos…’ es un libro hermosísimo.

–Retrata un mundo que estaba desapareciendo en esos momentos, un tipo de aristocracia, unas fincas a las que aún no habían llegado los tractores. Fíjese cómo en Manuela tienen que cambiar el puesto de los melones porque ya están construyendo la autopista.

–De alguna manera, Halcón es nuestro Lampedusa.

–En el libro Conversaciones con Manuel Halcón, de Juan de Dios Ruiz-Copete (que debería reeditarse) Halcón afirma que nadie tiene en cuenta que El gatopardo se publicó varios años después de él empezar a escribir sobre estos temas.

–¿Dejó Halcón alguna escuela literaria?

–Se dice que de alguna manera era el maestro que estaba ahí cuando surgieron los narraluces. Se le podría considerar como el inspirador. Novelas como Epitafio para un señorito, de Manuel Barrios, difícilmente se comprenderían sin Halcón.

–Sin embargo no es un autor barroco, estilo tan grato a los escritores sureños.

–Su estilo es muy conciso, muy exacto, siempre va al grano.

–¿Qué visión tenía de Sevilla?

–Muy idealizada. Hablaba mucho de la Sevilla de su infancia y juventud. Escribió muchos artículos muy críticos con la destrucción del patrimonio debido al desarrollismo. En una entrevista dijo que no quitaban la Giralda para hacer aparcamientos porque el espacio que dejaría sería exiguo.

–¿Se sintió un exiliado en Madrid?

–No, porque fue un hombre muy reconocido. Fue director de la revista Semana durante veintiséis años, antes de que se convirtiese en una publicación del corazón. Solía presumir de los pies de foto que él mismo redactaba. Tiene un libro muy curioso y difícil de encontrar que recoge todas estas fotografías comentadas. Eran textos muy ingeniosos que firmaba como H.

–De unos años aquí se ha producido una cierta recuperación de Halcón. Un ejemplo es la reciente reedición de ‘Manuela’ por Athenaica, que ha corrido a su cargo.

–Es importante que los sevillanos conozcan a un escritor como él. Manuel Halcón es el Miguel Delibes de Andalucía. Son dos obras y personalidades muy distintas, pero a las que les une el amor al campo y sus palabras.

–No me gustaría terminar la entrevista sin preguntarle por Don Cecilio de Triana, al que le dedicó un libro en la Biblioteca de Temas Sevillanos.

–Es otro personaje por descubrir. Era el abuelo de Carmen Sevilla, un periodista satírico de principios del siglo XX. Su sentido del humor es increíble. Se hizo famoso por una sección llamada Coplas de Ciego que publicaba en El Liberal y El Noticiero Sevillano. Lo criticaba todo, las Fiestas Mayores, las autoridades, las obras del tranvía, el traslado del mercado de la Encarnación, el estado de ruina en el que se encontraba Santa Catalina...

–Parece que no ha pasado el tiempo...

–Pues estamos hablando de los años veinte. Escribía en romance y, como tuvo tanto éxito, sacó un semanario satírico en el que no dejaba títere con cabeza. Muchas de sus piezas seguirían siendo aún hoy escandalosas, como cuando se mete con una determinada coronación de una virgen o con las obras del cementerio. Cuando le ponían una multa sacaba un número extraordinario para poder pagarla. Carmen Sevilla contaba que su abuelo siempre llevaba unas gafas de repuesto por si le rompían la cara. Su nombre verdadero era José Rufino. Sus textos iban acompañados de unas ilustraciones que firmaba un tal Manolo.

Un fracaso de la sociedad: los jóvenes.

Tengo 26 años, soy periodista y este 2024 volveré a ser becaria. Vivo en casa de mis padres y no tengo ahorros. Además soy consciente de que nunca seré madre, ya voy tarde. Tarde para conseguir el trabajo de mis sueños. Tarde para comprarme un piso o una casa. Tarde para cuidar un bebé. Me miro en el espejo, me quedo observando a mis amigos y amigas, y solo veo un grupo infantilizado por la vida que nos ha tocado vivir. Somos demasiado jóvenes y nos creemos que ya vamos tarde. Lo que no sabemos es que nunca llegaremos.

Ainhoa Pérez Campo, Vigo. Carta a la directora publicada en El País, 9 de enero de 2024.

Ha sido reproducida 99.700 veces desde que se publicó este 9 de enero, en solo 4 días. Con el título "vamos tarde para todo".

Luz Sánchez-Mellado, una columnista bastante buena de El País, contestó el día 11 con "Yo, boomer". Su artículo está en venta electrónica, así que no es accesible. Qué pena. Pero Duckduckgo, el buscador independiente, no utiliza filtros y censuras comerciales, y es posible rescatar el texto completo desde ahí:

Nunca fui becaria, porque jamás cobré una beca, ni de estudios ni de prácticas. Pero sí fui precaria antes de que se acuñara el término, porque durante años trabajé como la que más sin más convenio que el de “tanto haces, tanto cobras”, ni más colchón que el de mi camita de 90 en casa de mis padres. Lo normal en la época, vamos. Así hasta que, a los 25 años, ya calada y catada como los melones, firmé mi primer contrato en una categoría entonces conocida como “puta base”, y pude empezar a vivir por mi cuenta y riesgo. "Ya está otra vez con sus batallitas de privilegiada, su buen trabajo, sus buenos trienios cotizados, su adosado en la periferia y su SUV etiqueta eco con el que comerse los 60 kilómetros de casa al curro y viceversa, dirán los jóvenes." Estoy de acuerdo, pero el problema es otro. El problema es que el sueldo que entonces correspondía a los puestos de entrada a los trabajos y eso, a veces, desata una guerra generacional absurda entre los veteranos del oficio que pudimos comprarnos una casa hipotecándonos 30 años al 17%, y los colegas con quienes trabajamos codo con codo, podrían ser nuestros hijos, y no pueden ni pensar en ello.

La periodista Ainhoa Pérez escribió una carta a la directora de este diario en la que se lamenta por seguir siendo becaria a los 26 años, seguir viviendo con sus padres e ir ya “tarde” para lograr el trabajo de sus sueños, comprar un piso y ser madre. Comprendiendo su desesperanza, no comparto el tremendismo de dar por finiquitada una vida antes de empezarla. No se trata de competir por quién es más pobre, quién picó más piedra, a quién putearon más los patrones o quién tiene el futuro más negro, sino de luchar, juntos, por nuestros derechos. El otro día, pasé con mis hijas por una residencia de ancianos llamada Años Dorados y se me ocurrió bromear con ir reservando plaza. No pillaron la gracia. Así que, antes de liquidarla, ya estoy pensando pedir una hipoteca inversa del adosado para poder pagármela. Estamos todos jodidos, Ainhoa, aunque hagamos como que no va con nosotros. Al tiempo.

jueves, 4 de enero de 2024

Sobre el uso de las cosas

Lo que no deja…. se deja.

Lo que no sirve… se desecha.

Lo que no conviene… no se mantiene.

El título de este texto podría ser "La vida según Marie Kondo o Consejos de logística existencial".


martes, 2 de enero de 2024

Microrrelatos sobre el aburrimiento del concurso de El Cultural

Gpm

Su vida le parecía insulsa. Intentó suicidarse varias veces, pero, al final, siempre abría el paracaídas.

Bite

El aburrimiento, compañero inseparable los últimos años, se esfumó cuando le comunicaron la fecha de su ejecución.

RamónJ

Tras toda una vida entre cabras, vacas, cerdos y burros, tuvo que llegar a la gran ciudad para descubrir el aburrimiento.

Tono

Te seré sincero, te he abducido porque estoy aburrido, ¿sabes jugar al §`¥∞‡←₹¥?

gpm

Sus padres lo apuntaron a tantas actividades que no tenía tiempo para aburrirse. La humanidad perdió a un gran filósofo.

Bite

Temía el momento en que completara su puzzle en blanco y negro de 10.000 piezas y su vida volviera a ser monótona.

Walton

Antes de su expedición espacial de dos años, el astronauta le pidió a su abuela que le enseñara a hacer ganchillo.

RamónJ

"Uf, qué aburrimiento. Otro día igual", y el chimpancé le dio la espalda a toda la muchedumbre apostada tras la valla.

Lobarcio

Estrangulaba y soltaba el tubo, en mortal aburrimiento, del que solo le sacaban los pitidos y carreras de las enfermeras.

Jara

Se aburría mucho en su casa. Su vida cambió cuando se compró unos prismáticos.

Amanita

Al entierro del aburrido no faltó ninguna de sus cinco exesposas ni ninguno de sus diecisiete hijos.

PilarAlejos

El náufrago se aburre cuando llueve. No puede jugar al escondite con su sombra.

Jeff

Atracó el banco. Huyó en un coche robado. Disparó al rehén y lo mató. El policía bostezó mientras redactaba la declaración del testigo.

Lachica

Todos dicen que hacen una gran pareja cuando los ven juntos: ella charla sin parar y él la mira atentamente, pensando en lo aburrida que es.

Marta

El límite de nuestras conquistas es el horizonte, afirmó el emperador; ¿cuándo llegamos?, preguntó aburrido su hijo al cabo de media hora.

DevaPrada

Tras días frustrado por la sensación de aburrimiento, volvió feliz al trabajo. Enseguida entendió que no se estaba tan mal sin hacer nada.

Jara

Después de atravesar un periodo de absoluto aburrimiento, el escritor creó su obra maestra.

Pilar Alejos

Rompía su monotonía contando las olas del mar.

MikaNibal

El abuelo veía al nieto aburrirse y pensaba: “Pues anda que no te queda”.

MikaNibal

En el reformatorio, le preguntaban porque maltrató a todos sus compañeros de clase; él solo decía: “Me aburro”.

MikaNibal

Desde el islote, el náufrago extrañaba con nostalgia aquellas aburridas tardes de domingo.

DevaPrada

Leyendo microrrelatos sobre el aburrimiento, el escritor se entretuvo tres días.

domingo, 31 de diciembre de 2023

Palíndromos Monterroso

De Quora:

Un texto de Augusto Monterroso sobre el tema, y al final un breve agregado mío:

Augusto Monterroso

ONÍS ES ASESINO

El poder de las moscas: ganan ba­tallas, impiden que nuestra alma obre, comen nuestro cuerpo. (BLAS PASCAL, Pensamientos)

Nuestro idioma parece ser particular­mente propicio para los juegos de palabras. Todos nos hemos divertido con los de Villa­mediana (diamantes que fueron antes / de amantes de su mujer); con los más recata­dos, si bien más insulsos (di, Ana, ¿eres Dia­na?), de Gracián, quien, hay que reconocer­lo, escribió un tratado bastante divertido, la Agudeza y arte de ingenio, para justificar esa su irresistible manía; con los de Calderón de la Barca (apenas llega cuando llega a penas); etcétera. Es curioso que sea difícil recordar alguno de Cervantes. Muchos años después Arniches (imagínate, mencionarlo al lado de éstos) llega a la cumbre. Como es natural, nosotros heredamos de los españoles este vi­cio que, entre los escritores y poetas o meros intelectuales, se convierte en una verdadera plaga. Hay los que suponen que entre más juegos de palabras intercalen en una conver­sación (principalmente si ésta es seria) los tendrán por más ingeniosos, y no desperdi­cian oportunidad de mostrar sus dotes en este terreno. Es dificilísimo sacar a un ma­niático de éstos de su error. Personaje digno de La Bruyere, no hay quien no lo conozca. A dondequiera que vaya es recibido con au­téntico horror por el miedo que se tiene a sus agudezas, que sólo él celebra o que los demás le festejan de vez en cuando para ver si se calma. ¿Lo visualizas y te ríes? Pues tú tam­bién tendrías que releer un poco tu Horacio.

Son más raros los que llevan sus hallaz­gos a lo que escriben, aunque, por supuesto, mucho más soportables. Shakespeare aterra con sus juegos de palabras a los traductores (su merecido, por traidores), quienes no tie­nen más remedio que recurrir a las notas a pie de página para explicar que tal cosa sig­nifica también otra y que ahí estaba el chiste. Proust, tú sabes, los dosifica majestuosamen­te. En las traducciones de Proust las notas casi desaparecen: cuando habla de las preciosas ra­dicales no se necesita ser muy listo para darse cuenta de que está aludiendo a Las preciosas ridículas de Molière. Joyce lleva las cosas a ex­tremos demoniacos, por lo cual no se traduce Finnegan's Wake. Entre nosotros, recuerdo, han sido buenos para esto Rubén Darío:

Kants y Nietzsches y Schopenhauers

ebrios de cerveza y azur

iban, gracias al calembour,

a tomarse su chap en Auer's

Y más cerca aún, Xavier Villaurrutia:

Y mi voz que madura

y mi bosque madura

y mi voz quemadura

y mi voz quema dura.

Pero lo anterior no tiene casi nada que ver con que Onís sea asesino, o con que amen a Panamá, o con que seamos seres sosos, Ada.

Ahora te lo explico. La otra noche me encontré al señor Onís, hijo del señor Onís, en una reunión de intelectuales. En cuanto me lo presentaron dije viéndolo fijamente a los ojos: ¡Onís es asesino! Cuando noté que, aterrado, estaba a punto de decirme que sí, de confesarme algo horrible, me apresuré a explicarle que se trataba de un simple palíndroma. Qué gusto sentí al notar que el alma le volvía al cuerpo. Recuerda que palíndromas son esas palabras o frases que pueden leerse igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda, según declara valientemente la Academia de la Lengua, aunque llamándolas palíndromos, como si no fuera mejor del otro modo. Los vimos en la escuela: ANILINA. DÁBALE ARROZ A LA ZORRA EL ABAD. ANITA LAVA LA TINA, etcétera.

Y es aquí donde los asesinos de salón que hacen juegos de palabras para acabar con las conversaciones se encontrarían con una verdadera dificultad. Pruébenlo. Hace ya varios años nos entregábamos a este ino­cente juego (lo más que requiere es un poco de silencio y mirar de cuando en cuando al techo con un papel y un lápiz en la mano) un grupo de ociosos del tipo de Juan José Arreola, Carlos Illescas, Ernesto Mejía Sán­chez, Enrique Alatorre, Rubén Bonifaz Nu­ño, algún otro y yo. Durante tardes enteras o noches a la mitad tomábamos nuestros pa­pelitos, trabajábamos silenciosos y allá cada vez nos comunicábamos con júbilo nuestros hallazgos.

Estas cuatro o cinco cuartillas quieren ser un homenaje y un reconocimiento al ta­lento (entre otros) para el palíndroma de Car­los Illescas, positivo monstruo de este depor­te, quien de pronto levantaba la mano, pedía silencio y decía, como hablando de otra cosa: Aman a Panamá, o Amo la paloma, o sea AMAN A PANAMÁ o AMO LA PALOMA por cual­quier lado que los mires o quieras amarlos; mientras nosotros, yo por lo menos, nos de­batíamos repitiendo ROMA AMOR ROMA AMOR, para que él nos saliera al rato con algo tan hu­millante como esto: ADELA, DIONISO: NO TAL PLATÓN, O SI NO, ID A LEDA, lo que acababa de sumirnos en la desesperación y la im­potencia.

Posteriormente leímos los famosos que el gran mago Julio Cortázar trae en «Leja­na», de Bestiario:

Salta Lenin el atlas

Amigo, no gima

Átale, demoniaco Caín, o me delata

Anás usó tu auto, Susana.

Y recordábamos uno muy pobre o muy tímido de Joyce o que Joyce usó:

Madam, I'm Adam

y alguno que otro del idioma inglés (no muy bueno para esto, según entiendo):

A man, a plan, a canal: Panama.

Más tarde, Bonifaz Nuño aportó la de­claración antisinestésica:

Odio la luz azul al oído

y Enrique Alatorre el existencialista:

¡Río, sé saeta! Sal, Sartre, el leer tras las ateas es oír;

y Arreola

Etna da luz azul a Dante;

en tanto que Illescas, como diligente araña, sacaba sus hilitos de tejer y destejer:

Somos laicos, Adán; nada social somos;

o el admonitorio

Damas, oíd: a Dios amad;

o el acusatorio

Onís es asesino;

o el preventivo y definitivo y ahora en plan de suave melodía de égloga virgiliana:

Si no da amor alas, sal a Roma, Adonis.

Después venían otros suyos sumamen­te extraños, ya dentro de la embriaguez en que se pierden los sentidos (que es la buena) y África y Grecia se abrazan en misterioso contubernio, como

Acata, sale, salta, acude, saeta afromorfa;

ateas educa, Atlas, el as ataca.

O lo que él llamaba palíndroma de palíndromas:

Somos seres sosos, Ada; sosos seres somos;

en el que cada palabra es también palíndroma; o el palíndroma ad infinitum:

O sale el as o... el as sale... o sale el as... o;

o, por fin, la palíndroma política, en el que alguien pregunta: «¿Qué es la OIT (Organi­zación Internacional del Trabajo)?», y se le responde:

Tío Sam más OlT

para rematar con algo que ya no le creía­mos porque somos naturalmente desmemo­riados y eso de Evemón se nos hacía sos­pechoso:

¿No me ve, o es ido Odiseo. Evemón?

y nos tenía que explicar que Evemón no era otro que Tésalo (ah, así sí), padre de Eurí­pilo (claro), como fácilmente se podía ver en Ilíada II, 736; V, 79; VII, 167; VIII, 265; y XI, 575.

Ahora, yo tengo que confesar que jamás pude ni he podido posteriormente hacer o encontrar un solo palíndromo que vaya más allá de los ya dados por la madre naturaleza: oro, ara, ama, eme, etcétera, excepto uno que me costó horas de esfuerzo, pero tan escatoló­gico, para vergüenza mía, que me apresuro a ponerlo aquí: ¡Acá, caca! Sospecho que Me­jía Sánchez tampoco, pues finalmente, cuan­do empezamos, por incapacidad manifiesta, a buscar un nuevo género, o sea, los falsos palíndromos (ejemplo: Don Odón, que suena, pero no es), salió con uno falsísimo, pero que a todos en un momento dado nos pareció au­téntico, pues en esos días se hablaba del Pre­mio Nobel para Alfonso Reyes:

Alfonso no ve el Nobel famoso,

que no se lee de atrás para adelante ni de broma; en tanto que Illescas, algo cansado de su facilidad, aceptaba con entusiasmo mi modesta proposición de estructurar una lar­ga frase en español que, leída de derecha a izquierda, dijera lo mismo, pero en inglés, o en el idioma que en ese momento le parecie­ra mejor, o más difícil.

AUGUSTO MONTERROSO, Movimiento perpetuo, Alfaguara, Madrid, 1999, (1972), pp. 80-89.

P.S.:

Los de Cortázar en realidad son tomados de la novela ¡Estafen!, de Juan Filloy (1931). Habría que agregar esta muestra de virtuosismo de Ricardo Ochoa:

Adivina ya te opina, ya ni miles origina, ya ni cetro me domina, ya ni monarcas, a repaso ni mulato carreta, acaso nicotina, ya ni cita vecino, anima cocina, pedazo gallina, cedazo terso nos retoza de canilla goza, de pánico camina, ónice vaticina, ya ni tocino saca, a terracota luminosa pera, sacra nómina y ánimo de mortecina, ya ni giros elimina, ya ni poeta, ya ni vida.

Y para quien quiera hundirse en un dédalo palindrómico delirante, este libro de quien quizá sea el más fértil cultor del género: Víctor Carbajo, quien tiene la gentileza de compartirlo gratuitamente:

http://www.carbajo.net/pdf/varios/carbajo-212212_palindromos-2019.pdf

La página del autor: Palíndromos Españoles

viernes, 29 de diciembre de 2023

Antología del piropo elegante

(Se irá ampliando con el tiempo)

-Oye Gabi, estoy perdido.

-¿Por qué?

-¿Me puedes indicar cómo llegar a tu corazón?

2

-Dani, ¿tú naciste el 10 de octubre?

-No.

-Es que eres un diez de diez.

3

-Marta, ¿te llaman medallista olímpica?

-No.

-Es que me llevas a la gloria.

4.

¿Eres psicóloga?

-No

-Es que estoy loco por ti.

5.

-¿Te llaman matemática?

-No. ¿Por qué?

-Es que restas mis problemas, sumas mi felicidad y multiplicas mis alegrías.

6. 

-¿A ti te dicen Death Note?

-No.

-Porque si dices mi nombre me muero.

7

-¿Te llaman WiFi?

-No

-Es que siento una conexión cuando estoy cerca de ti.

8

- ¿Te llaman hipoteca?

-No.

-Es que tienes todo mi interés

9.

Mi celular está averiado, porque no tiene tu número.

10.

Me gustaría ser bizco, para verte dos veces.

11.

Eres como la zapatilla de mi madre, al verte se me acelera el corazón.

12. 

Creo que me debes dinero, porque vives gratis en mi corazón.

13. 

Vayan por la sombra... los bombones se derriten al sol.

14. 

A ti te llaman Google, porque tienes todo lo que busco.

15

-Sara, ¿Sabes primeros auxilios?

-No

-Es que me muero por ti.

16.

Oye Gigi, estás mareada?

-No

-Es que estuviste dando vueltas por mi cabeza.

15.

-María, voy a cambiar de gafas.

-¿Por qué?

-Porque no veo mi futuro contigo con ellas.

domingo, 24 de diciembre de 2023

Infinito, de Leopardi

El infinito, por Giacomo Leopardi 


Siempre me fue afecta esta empinada colina

y este seto que, desde tan lejos

del último horizonte, la mirada excluye.

Pero, sentado y mirando, interminables

espacios más allá, y sobrehumanos

silencios, y profundísima quietud

en pensamiento me sumo, donde por poco

el corazón no teme. Y como el viento

oigo rumor entre las hojas, yo que

infinito silencio a esta voz

comparo; y lo eterno viene a mí,

y las estaciones muertas, y la presente

y viva, y el sonido de ella. Así entre esta

inmensidad se ahoga el pensamiento mío:

y naufragar en este mar me es dulce.


martes, 19 de diciembre de 2023

Un poema de Auden

Uno de los poemas más conocidos y sencillos de Auden:

 

O Dime la verdad sobre el amor


Algunos dicen que el amor es un niño pequeño

y algunos dicen que es un pájaro.

Algunos dicen que hace girar al mundo,

algunos dicen que eso es absurdo

y, cuando le pregunté al hombre de al lado,

que parecía como si supiera,

su esposa se enfadó mucho

y dijo que no me serviría de nada.

 

¿Parece un pijama

o carne en un hotel de temperancia?

¿Su olor recuerda al de las llamas

o tiene un olor reconfortante?

¿Es hirsuto al tacto como un seto

o tan suave como la pelusa de un edredón?

¿Es afilado o bastante liso en los bordes?

O dime la verdad sobre el amor.

 

Nuestros libros de historia se refieren a ello

en pequeñas notas crípticas;

es un tópico bastante común en

los barcos transatlánticos;

he encontrado el tema mencionado en

notas de suicidios

e incluso lo vi garabateado

a espaldas de las guías ferroviarias.

 

¿Aúlla como un perro alsaciano hambriento

o ruge como una banda militar?

¿Podría hacerse una imitación de primer orden

con un serrucho o un steinway grande?

¿Se alborota cantando en las fiestas

o solo le gusta lo clásico?

¿Se detendrá cuando uno quiera estar tranquilo?

O dime la verdad sobre el amor.

 

Miré dentro de la casa de veraneo;

no estaba allí;

probé el Támesis en Maidenhead,

y el aire tonificante de Brighton.

No sé qué cantó el mirlo

o qué dijo el tulipán,

pero no estaba en el gallinero

o debajo de la cama.

 

¿Puede poner caras extraordinarias?

¿Suele marearse en un columpio?

¿Pasa todo su tiempo en las carreras?

¿O juguetea con trozos de cordel?

¿Tiene sus propios puntos de vista sobre el dinero?

¿Cree que el patriotismo basta?

¿Son sus historias vulgares, pero divertidas?

O dime la verdad sobre el amor.

 

Cuando llegue, vendrá sin previo aviso.

¿Justo cuando me estoy hurgando la nariz?

¿Llamará a mi puerta por la mañana?

¿O llegará en autobús de puntillas?

¿Vendrá como un cambio en el clima?

¿Su saludo será cortés o rudo?

¿Alterará mi vida por completo?

O dime la verdad sobre el amor.

El poema España de Auden

De GradeSaver:

WH Auden: Resumen y análisis del poema "España"

El poema comienza: “Ayer el pasado”. Fue ayer cuando surgieron las rutas comerciales y se utilizaron el marco de conteo y el cromlech. Ayer hubo seguros y adivinación del agua y creación del reloj y doma de caballos; era "el bullicioso mundo de los navegantes". Ayer se destruyeron mitos de hadas y gigantes y se construyeron capillas en el bosque. Se tallaron ángeles y gárgolas. Los herejes fueron juzgados y se produjeron disputas sobre teología. Hoy, sin embargo: “la lucha”.

Ayer quedó la creencia en la perfección de los griegos, la oración al atardecer y la “adoración de los locos”. Hoy la lucha.

El poeta susurra entre los pinos, la cascada y los riscos, pidiendo su visión y la “suerte del marinero”. El investigador utiliza sus instrumentos y analiza bacterias o planetas; pregunta y pregunta. Los pobres viven en sus cabañas desoladas y tiran el periódico al suelo, pidiendo que se revele “La Historia, el operador, el / Organizador”.

Las naciones combinan los gritos individuales, llamando a la Historia. Como la Historia o el Tiempo han intervenido antes, debería descender e intervenir nuevamente, independientemente de la forma que adopte. Si este espíritu siquiera responde, ha respondido que en realidad no es “el motor”: la Historia es “cualquier cosa que hagas”. Hará lo que las naciones y los individuos elijan. En esto, la Historia es “tu elección, tu decisión. Sí, soy España”.

Esto lo oyó mucha gente en las penínsulas y llanuras, o en las islas o en las ciudades. Al oír esto, migraron como “gaviotas o semillas de flor”. Se aferraron a los trenes expresos y flotaron sobre los mares y caminaron por los pasos, todos presentando sus vidas.

España es "una plaza seca, arrancada de África y soldada a Europa". Aquí es donde “nuestros pensamientos tienen cuerpo” y “Madrid es el corazón”. Nuestros miedos y avaricia se convierten en instrumentos de guerra, nuestras amistades en un ejército.

Mañana quizás esté el futuro. Habrá investigaciones sobre la conciencia, la fatiga y la radiación, el redescubrimiento del amor y las artes, la política local y la vida cotidiana. Hoy, sin embargo, es la lucha. Mañana habrá jóvenes poetas, paseos por el lago, carreras en bicicleta. Hoy es la lucha.

Hoy las posibilidades de muerte son altas y es necesario aceptar la culpa por el asesinato. Los poderes se gastan sobre el mapa, y todo está lleno de “consuelos improvisados” como bromas y cigarrillos y el “abrazo torpe e insatisfactorio antes de hacer daño”. Las estrellas están muertas, los animales se han ido y sólo nos tenemos a nosotros mismos y a nuestro corto día. Quienes pierdan la batalla no recibirán nada de la Historia excepto un “Ay”.

Análisis

“España”, uno de los poemas más largos y complicados de Auden, es hermoso y convincente. Escrita en 1937 tras su visita a España, aborda la Guerra Civil Española. La primera versión que escribió Auden se publicó como un folleto en 1937 (sus ganancias se destinaron al esfuerzo bélico), y la segunda versión, ligeramente revisada, se incluyó en Another Time en 1940. Auden repudiaría más tarde este poema, como lo hizo con "1 de septiembre de 1939”, como “deshonesto”.

Auden había ido a España como voluntario, donde trabajó como conductor de ambulancia, con el deseo de ver de primera mano los terrores y las emociones de la guerra. La guerra civil se dividió entre los republicanos y las fuerzas fascistas del generalísimo Francisco Franco. Franco era un bruto tiránico al igual que Hitler y Mussolini. Auden había escrito en 1936 a su amigo íntimo E. R. Dodds: “No soy de los que creen que la poesía necesita o incluso debería ser directamente política. Pero en un período crítico como el nuestro, creo que el poeta debe tener un conocimiento directo de los principales acontecimientos políticos”. Como intelectual estadounidense de izquierda, Auden apoyó a los republicanos, pero fue testigo de la brutalidad de ambos bandos.

El poema habla de tres tiempos: ayer, hoy y mañana. Comienza con el pasado de España, invocando la domesticación de la naturaleza, la exploración y la conquista, los diversos inventos, la eliminación de los mitos medievales en favor del cristianismo, la Inquisición española como "el juicio de los herejes entre las columnas de piedra", el crecimiento de la industria y la modernidad, la adhesión a la perfección griega y la “muerte del héroe”. Estas líneas marcan el crecimiento multifacético de la civilización española a medida que se construyeron y celebraron valores intelectuales, religiosos y artísticos.

Pero el ayer ya pasó y, como el poema se repite varias veces sin verbo, “Hoy la lucha”. Hay varias figuras en la actualidad del poema: el poeta, que quiere visión para contemplar y escribir sobre este terror; el científico, que pasa su tiempo mirando bajo un microscopio o por un telescopio, pero piensa en las vidas de sus amigos; la gente pobre en sus hogares fríos y tristes pensando que “Nuestro día es nuestra pérdida”. El pueblo de España clama. La grandeza de los primeros días de España, con su ejército y su ciudad-estado, está ahora en crisis. La vida solo puede afirmar que no puede hacer nada para cambiar los acontecimientos; La vida son las cosas simples, como el matrimonio, las historias divertidas o las voces de negocios. España se formó a partir de personas que emigraron a esta península irregular “arrancada del África caliente, soldada tan crudamente a la Europa inventiva”, una mezcla de influencias africanas y europeas. Ahora la gente se llena de miedo y durante la guerra se viven momentos de ternura, amor y amistad.

Luego, el poema se dirige al futuro, presentado como un tiempo esperanzador, lleno de investigación, ampliación de la conciencia, romance y amor, música, arte y teatro, poesía, carreras en bicicleta, paseos tranquilos. Tenga en cuenta las imágenes de “poetas que explotan como bombas”: el poema imagina un futuro sin bombas pero con poetas.

Las 26 estrofas de cuatro versos del poema no están rimadas. La tercera línea de la mayoría de las estrofas es notablemente más corta que las otras líneas. Quizás no sea demasiado exagerado imaginar que la estructura de cada estrofa simboliza el pasado, el presente y el futuro, con el presente momentáneo simbolizado por la tercera línea intercalada entre los otros períodos y sin rimar con ellos.

La imagen de un futuro agradable es rápidamente absorbida por el feroz presente de hoy. Hoy en día, la muerte y el asesinato son realidades y hay muy pocas cosas que hagan que valga la pena vivir la vida. Incluso un abrazo debe ser restringido antes de que lastime a quien lo recibe. El poema termina con una nota muy sombría; El glorioso mañana nunca ha parecido tan lejano. De hecho, “las estrellas están muertas. Los animales no mirarán”. La gente “se queda sola con nuestro día” y “el tiempo es corto”. No hay ayuda ni esperanza de la Historia, que depende de cómo la dirijan las personas que en ella están. Como escribe el académico Seom Byeol Song, “el poema, en lugar de animar al 'hoy' a cambiar a [un] estado mejor, o presentar un avance concreto, se detiene en la situación problemática... no vale la pena alcanzar el futuro: ni siquiera las estrellas y los animales no lo probarán”. Las expectativas para el futuro, en estas condiciones, son ambivalentes. España está en crisis; tuvo un pasado agradable; puede que tenga o no un futuro agradable.

La meditación de Simeón, de W. H. Auden

Extraído y traducido de Wystan Hugh Auden, En un momento. Oratorio de Navidad, 1944.


Mientras hubo algún camino hacia la amnesia

y la anestesia aún por explorar, algún vino raro

o curiosidad culinaria aún no probados,

cualquier variación erótica aún no imaginada,

o no realizada, algún método de tortura

aún no ideado, cualquier estilo de ostensible derroche

aún no consentido, alguna excentricidad,

manía o pasión aún no fingida,

todavía había esperanza de que el hombre

no hubiera sido emponzoñado, sino transformado…

A quien corresponda, de Adrian Mitchell

Hay muy pocos poetas que se extiendan a defender la faceta buena del ser humano. Adrian Mitchell es uno, por ejemplo, por su famoso poema pacifista "A quien corresponda" que denuncia la Guerra de Vietnam. Buscó con su trabajo contrarrestar las implicaciones de su afirmación: "La mayor parte de la gente ignora a la poesía, porque la mayor parte de la poesía ignora a la gente". Podría permitirme el lujo de sustituir silver, "plata" por "argencia", pero la traducción más ajustada sería "papel de plata", y la más poética "plata de papel".


A QUIEN CORRESPONDA 


Un día fui atropellado por la verdad,

y desde tal accidente he marchado por ese camino.

Así que escayólese las piernas:

dígame mentiras sobre Vietnam.


Escuché cómo el despertador gritaba de dolor,

y no logré despertarme: volví a dormir de nuevo.

Así que obstruya mis oídos con plata de papel

y pegue escayola a mis piernas.

Cuénteme mentiras sobre Vietnam.


Cada vez que cierro los ojos, lo único que veo son llamas.

Hice una guía telefónica de mármol y tallé todos los nombres.

Así que tápeme los ojos con mantequilla.

Obstruya mis oídos con plata de papel.

Métame las piernas en escayola.

Cuénteme mentiras sobre Vietnam.


Huelo algo quemado; espero solo sea mi cerebro.

Nada más están tirando balas de menta y alambradas margaritas.

Así que lléneme la nariz de ajo,

tápeme los ojos con mantequilla,

obstruya mis oídos con plata de papel,

pégueme las piernas con escayola,

cuénteme mentiras sobre Vietnam.


¿Dónde estaba usted en el momento del crimen?

Abajo, junto al cenotafio, bebiendo vómito.

Así que encadene mi lengua con whisky,

relléneme la nariz de ajo,

tape mis ojos con mantequilla,

obstrúyame los oídos con plata de papel,

pegue mis piernas con yeso,

cuénteme mentiras sobre Vietnam.


Pones tus bombarderos, extraes tu conciencia,

tomas al ser humano y lo retuerces todo;

así que frótame la piel con mujeres,

encadena mi lengua con el whisky,

rellena mi nariz con ajo,

tapa mis ojos con mantequilla,

obstruye mis oídos a golpe de platina,

enyesadas mis piernas.

Dime mentiras, dime mentiras sobre Afganistán.

Dime mentiras sobre Israel.

Cuéntame mentiras sobre el Congo.

Dime, dime mentiras, señor Bush.

Dime mentiras, Sr. B-B-Blair, Brown, Blair-Brown.

Cuénteme mentiras sobre Vietnam.


De Adrian Mitchell, Out Loud, Londres: Cape Goliard, 1968.

lunes, 18 de diciembre de 2023

Psicópatas.

Hay algo curioso en los psicópatas orgánicos (los que no lo son, son sociópatas) respecto a los neurotípicos. Jamás sentirán tristeza. Jamás se deprimirán. La evolución les ha privado de esos circuitos cerebrales. Solo se satisfacen con algo llamado poder y control, por medio de la molestia, la hostilidad, la violencia, la manipulación, que vienen después de fingir ser amables con lo que se llama "personalidad espejo" para captar a una persona, que luego, cuando se aburren, insisten en machacar sin compasión alguna.