Epicteto escribió:
Haga el mejor uso de lo que esté a su alcance y tome el resto tal cual acaece. Algunas cosas dependen de nosotros; otras no. Nuestras opiniones, por ejemplo, dependen de nosotros y de nuestros impulsos, deseos y aversiones; en suma: lo que sea que hagamos. Nuestros cuerpos no dependen de nosotros ni tampoco nuestras posesiones, nuestra reputación o nuestros cargos públicos o cualquier otra cosa que no sea obra nuestra.
El erudito budista indio del siglo VIII, Shantideva, del antiguo Nalanda Mahavihara, sugirió:
Si hay remedio cuando surge el problema ¿qué motivo hay para el abatimiento? Y si no lo hay, ¿de qué sirve estar triste?
El místico judío del siglo XI Salomón ibn Gabirol escribió:
Dijeron: a la cabeza de todo entendimiento está la distinción entre lo que es y lo que no puede ser y el consuelo de lo que no está en nuestro poder cambiar.
Esta manera de pensar confluyó al fin en la famosa plegaria del teólogo Reinhold Niebuhr:
Que Dios me conceda la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar aquellas que puedo y la sabiduría para poder distinguir la diferencia entre ellas.
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