viernes, 6 de diciembre de 2024

Inmortalidad biológica

 Rosanna Carceller, "Liz Parrish y lo que esconde la historia de su terapia génica antiedad: “No tiene validación científica”", La Vanguardia, 23/10/2024:

Longevity

Parrish, empresaria estadounidense del campo de la biotecnología, se ha vuelto viral por los supuestos resultados obtenidos probando en sus propias carnes la terapia génica contra el envejecimiento

La comunidad científica pone en duda sus resultados y alerta del gran riesgo que suponen estos tratamientos

Liz Parrish y lo que esconde la historia de su terapia génica antiedad: “No tiene validación científica”

La mujer que “descumple años”; que “ha rejuvenecido de los 53 a los 25”; la “Benjamin Button de la vida real”... Son algunas de las llamativas definiciones que hemos leído en los medios sobre Liz Parrish, la empresaria estadounidense que ha probado en sí misma la terapia génica que investiga con su empresa BioViva, fundada en 2015. Parrish asegura que decidió ser la “paciente cero” de esta terapia —experimentar con su propio cuerpo—, cuando su hijo fue diagnosticado de diabetes 1, y no encontraba cura. Una decisión controvertida y polémica, cuestionada por la comunidad científica.

Concretamente, Parrish se ha sometido en siete ocasiones a terapia génica a través de inyecciones intramusculares con folistatina, telomerasa, klotho y PGC-1 Alpha. La telomerasa es una enzima para alargar los telómeros; la folistatina otra para hacer crecer el músculo; la klotho es una hormona que se ha relacionado con el envejecimiento; el PGC1a es un regulador metabólico. Como resultado de todo ello, Parrish, de 53 años, asegura que sus telómeros se han alargado como si tuviese 25, aunque admite que hormonalmente, por ejemplo, sigue envejeciendo.

Resultados poco científicos

¿Entonces, rejuvenece o no, como hemos leído en decenas de titulares? La empresaria lo atribuye a una tergiversación de los medios. “Yo nunca he dicho que he rejuvenecido, ¡por favor aclárelo por mí! Sigo envejeciendo en muchos aspectos”, exclama en una conversación con La Vanguardia, en el marco del Longevity World Forum (LWF) de Alicante en el que ha participado estos días, junto a decenas de investigadores, médicos y profesionales sanitarios del campo de la longevidad de primer nivel mundial.

“Han mejorado mis telómeros después de la terapia, el problema es que los medios siguen diciendo que biológicamente me volví más joven. Esto sucedió solo en los telómeros y en algunos otros marcadores, no en todos. No tengo 25 años biológicamente, no todo mi cuerpo se está volviendo más joven. Es desinformación. Si pudiera rejuvenecer significaría que hemos curado el envejecimiento, y no, no hemos curado el envejecimiento todavía. Ese es el objetivo de la compañía”, añade.

Yo nunca he dicho que he rejuvenecido. No tengo 25 años biológicamente, no todo mi cuerpo se está volviendo más joven. Es desinformación

Pero al margen de quién ha hablado de “rejuvenecimiento”, si ella misma o los periodistas, los resultados sobre sus telómeros tampoco son convincentes. “Se ha medido telómeros y la masa muscular, pero en realidad habría que hacer un estudio a fondo, durante seis o siete años, para ver cómo va evolucionando. Ella ha reconocido que sus aspectos hormonales siguen envejeciendo y no han cambiado. Si mides los telómeros que estabas atacando con telomerasa, pues claro, estás midiendo solo lo que atacas. Tienes que demostrar que los otros aspectos también están mejor”, opina también desde el LWF de Alicante Ana María Cuervo, codirectora del Instituto Einstein para la Investigación del Envejecimiento en Nueva York, y profesora titular de Biología Molecular.

En este mismo sentido se expresa Salvador Macip, director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y catedrático de la Universidad de Leicester (Reino Unido), donde dirige un laboratorio de investigación en cáncer y envejecimiento. “Parrish está haciendo una cosa que no tiene ningún tipo de validación científica. Ella activa la telomerasa en sus células, pero no sabemos si ha funcionado, porque no tenemos medidas de envejecimiento. El envejecimiento no se mide con los telómeros o con relojes epigenéticos, tenemos ideas, pero todavía no podemos medir el envejecimiento”, dice el investigador, también ponente en el encuentro científico sobre longevidad, de gran pluralidad.

"Está haciendo una cosa que no tiene ningún tipo de validación científica", Salvador Macip, Catedrático de la Universidad de Leicester e investigador en envejecimiento

Además de sus telómeros, lo que luce fantásticamente a simple vista es su piel y su cabello. Ella asegura que es fruto sólo de sus experimentos con terapia génica, y niega haber pasado por tratamientos estéticos. “La folistatina hace que tu piel brille más. Creo que la terapia en la cara —me han puesto inyecciones subcutáneas en el rostro— tiene efectos en la producción de colágeno, pero costó bastante tiempo ver los efectos, si quieres resultados rápidos tienes que hacerte otros tipos de tratamientos”, explica Parrish.

“No me he sometido a ninguna operación estética, ¡no es cierto! Algunas personas incluso han insistido en tocarme la cara, algunos doctores han examinado mi línea del cabello. Y es que la folistatina aumenta el crecimiento del pelo. Alguien me contactó una vez y me dijo: “Tienes que dejar de usar maquillaje y de peinarte, y entonces el mundo te aceptará más”. Y yo pensé, “no, no voy a cambiar”. Soy un producto de mi tiempo, me gusta arreglarme maquillarme, y no voy a cambiar para hacerlo más fácil para los demás”, añade.

Dos peligros: terapias sin evidencia y un discurso anti-regulación

Parrish se salta las regulaciones sobre seguridad de los tratamientos. Su equipo médico le aplica las terapias siempre fuera de territorio norteamericano —una vez en Colombia y otras en aguas internacionales—, por las dudas sobre la legalidad de aplicar métodos no probados en personas sanas. “No queremos molestar al gobierno estadounidense, queremos trabajar con ellos, no incomodarlos. Si vas a otro país y firmas un formulario con un médico, indicando que entiendes los riesgos y la tecnología, y el médico también lo firma, puedes someterte a una terapia”, relata sin ningún tipo de pudor. 

“Este discurso anti regulación es muy peligroso, dice que nos tenemos que saltar las agencias reguladoras e ir a hacernos estos tratamientos donde se pueda. Las agencias reguladoras existen por y para algo. Haciendo esto vas en contra de la ética y de la seguridad”, dice Macip, que expone sus argumentos en la misma línea que el doctor José Viña, catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia. “Se está tratando a sí misma con terapias que no están científicamente probadas y menos aprobadas para el uso general. Los resultados los debe plantear con mucha precaución. Uno puede poner su vida en riesgo, pero no la de los demás. Quizá en unos años podamos aprender algo de todo esto, pero no recomiendo este tipo de terapias hasta que no estén aprobadas por los organismos internacionales reguladores (la FDA en Estados Unidos, y la Agencia Europea de Medicamentos en Europa)”, apunta Viña, que es autor de más de 300 artículos internacionales y medalla Albert Struyvenberg por la Sociedad Europea de Investigación Clínica por su liderazgo en investigación sobre envejecimiento y ejercicio.

"Se está tratando a sí misma con terapias que no están científicamente probadas. Uno puede poner su vida en riesgo, pero no la de los demás", José Viña, Catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia 

Envejecimiento

Viña, puntualiza que algunas terapias génicas tienen cada vez menos riesgo, -cuidado- “en enfermedades devastadoras que dependen de un gen. Modificándolo se puede facilitar mucho la vida a un niño, por ejemplo. Esto se está haciendo y en algunos casos está probado y es recomendable. Pero intentar hacer terapia génica para enfermedades que dependen de muchos genes, que son multigénicas, o para el envejecimiento, que depende de muchos factores, tiene menos sentido. El riesgo-beneficio en el caso del envejecimiento, está mucho más decantado hacia el riesgo”.

Para Ana María Cuervo, referencia mundial en el estudio del envejecimiento y la autofagia, si bien la base de la investigación de BioViva y de Liz Parrish sobre terapia génica es interesante, “el gen que se está usando para la longevidad, en este caso, está muy cerca del cáncer”. Y es que puede que esta emprendedora de la biotecnología esté asumiendo un enorme riesgo para su salud. “Las células de cáncer tienen más telomerasa que el resto de nuestras células y se pueden dividir más, por eso hay un cierto nivel de preocupación con lo que hace Parrish. Ella ha comentado que tiene más células madre que el resto de la gente, y esta combinación de aumento de las células madre y actuación sobre la telomerasa, es una receta para sufrir cáncer. Las células madre son buenas, pero no en exceso”.

"La combinación de aumento de las células madre y actuación sobre la telomerasa es una receta para sufrir cáncer", Ana María Cuervo

Codirectora del Instituto Einstein para la Investigación del Envejecimiento en Nueva York, y profesora titular de Biología Molecular

En esta misma dirección habla Macip sobre los riesgos para la salud. “La telomerasa es una enzima que se activa en células cancerosas. ¿Quieres dar este poder a todas las células de tu cuerpo, de dar un paso más para ir hacia el cáncer? Si esto provocase cáncer, no lo sabríamos hasta dentro de 10 o 15 años, por lo que son experimentos muy controvertidos y difíciles de hacer”, explica el investigador afincado en Leicester. “Parrish se está arriesgando mucho y lo peor es que da la imagen de que esto es algo que el consumidor puede hacer”.

Además, según Cuervo, el nuevo virus que propone BioViva para ser introducido en el genoma del paciente de por vida (para rebajar el coste de los tratamientos), no se ha probado. “Yo no empezaría a dárselo a las personas”, aclara la bióloga. “Probar todo esto en uno mismo es controvertido. La terapia génica ha tenido unos cuantos fallos iniciales, y se le ha puesto un freno, ahora se ha retomado, y estamos en la segunda ola, para tratar a niños. ¿En longevidad y para toda la población? Es muy complicado su uso”, concluye.

"La telomerasa es un antídoto contra el envejecimiento”, María Blasco, investigadora y directora del CNIO

Ante las alertas de todos estos riesgos, Parrish apela a los efectos secundarios de muchos fármacos aprobados y legales. “Los diez medicamentos más recetados tienen un montón de efectos secundarios. Una terapia génica tiene el potencial de salvar vidas y curar una enfermedad, tenemos que dejar de actuar como si todo tuviera que ser completamente seguro antes de usarlo. Estados Unidos es el país que más recetas médicas emite en el mundo, y tiene la esperanza de vida más baja de todos los países industrializados, tenemos que superar la idea del riesgo. Este año, 36 millones de personas morirán por no tener acceso a nuevos medicamentos. ¿No deberían haber podido acceder a estas nuevas tecnologías para ver si podrían haber vivido?”.

El impulso a la terapia génica y la salud como negocio

Para los especialistas hay una parte positiva de lo que está llevando a cabo la empresa que dirige Parrish. “Lo que hace BioViva es muy interesante, poder acercar la terapia génica a la población es una buena idea porque hay muchas posibilidades de aplicación en enfermedades monogénicas. Aunque querer tratar el envejecimiento con terapia génica es difícil y controvertido, Parrish busca nuevos vectores de esta terapia y esto está muy bien”, reconoce Macip, que explica que un vector es la herramienta para poner un gen dentro de las células. “Esto es positivo, en términos generales”.

Parrish asegura que decidió experimentar con sí misma y su envejecimiento, en vez de hacerlo con un paciente enfermo que necesitase este tratamiento, porque se hubiesen enfrentado “a una enorme controversia ética. Yo comprendía el riesgo, y si alguien hubiera muerto al recibir estas terapias, me habría sido muy difícil vivir con eso. Preferí ser yo”. Así fue como ella se convirtió en la paciente cero de una empresa que, al menos públicamente, no ha tenido paciente 1.

"Poder acercar la terapia génica a la población es una buena idea porque hay muchas posibilidades de aplicación en enfermedades monogénicas",  Salvador Macip, Catedrático de la Universidad de Leicester e investigador en envejecimiento

El negocio, ahora, es la investigación gracias a capital privado. “Nuestros inversores tienen que asumir todo el riesgo para hacer que la compañía funcione. En lo que estamos trabajando ahora es en un vector viral más grande, el CMV, para la administración de terapia génica. Todo esto está en la fase de investigación y desarrollo. La única manera que tenemos de generar ingresos en este momento es a través de la inversión de los inversores y acuerdos de licencia. Ya hay personas interesadas en licenciar la tecnología, aunque todavía esté en desarrollo”, dice Parrish.

Sorprende su capacidad de explicar conceptos médicos y biológicos ante un auditorio lleno de especialistas. ¿Su formación? “Comencé la carrera de biología, pero no la terminé porque tuve dos hijos y decidí enfocarme en mi familia. Después volví a estudiar y obtuve un MBA en negocios. Ahora, todo lo que sé sobre la terapia génica, es porque llevo nueve años trabajando en ello, leo todo lo que puedo y me reúno con mis asesores científicos, estudio con ellos. En nueve años es como haber obtenido, dos títulos universitarios, soy persistente. Podría tener un doctorado, pero me he enfocado en la industria. Ya contamos con científicos en mi equipo”, nos explica. Ciertamente, entre sus asesores figuran nombres como George Church, profesor de genética en Harvard, y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el doctor Tong-Ming Fu, director científico de enfermedades infecciosas en IGM Biosciences, INC o el polémico Aubrey de Grey, gerontólogo biomédico.

"Comencé la carrera de biología, pero no la terminé porque tuve dos hijos y decidí enfocarme en mi familia. Después volví a estudiar y obtuve un MBA en negocios", Liz Parrish, CEO de BioViva, prueba la terapia génica en ella misma.

"Senolíticos, la piedra filosofal del envejecimiento que promete alargar la vida hasta los 140 años",  Marc Solanes

“Mi esperanza es que logremos que el CMV funcione, para poder administrar múltiples genes al mismo tiempo en el cuerpo. Crear medicina curativa para todas las enfermedades conocidas”, nos cuenta la empresaria. ¿Con tratamientos que cuestan miles de millones de dólares? “Cuando hay muchas personas que quieren usar la terapia génica, se puede volver asequible. Cuando hagamos dosis más grandes de terapia génica, ya podremos, gracias a las economías de escala, reducir el precio entre un 20 y un 50%”.

¿Por qué los gobiernos no invierten más en ello, si puede ahorrar costes al sistema sanitario? Según la empresaria de BioViva, “los gobiernos son como las empresas, tienen planes a 20 o 30 años, y simplemente integrar nuevas tecnologías en esos planes es un proceso lento. En Estados Unidos, esperamos que el sector privado haga casi todo, que financie casi todo el desarrollo de medicamentos. Los gobiernos están invirtiendo más dinero en lo militar que en la salud de su propia gente. Realmente necesitamos cambiar su enfoque, y por eso es necesario que nos manifestemos y le digamos a los gobiernos que necesitamos acceso a estos nuevos desarrollos, porque podrían ahorrar billones de dólares con un sistema de salud real, no un sistema de “cuidado de enfermos””. 

La eterna juventud sigue siendo motivo de investigación científica

Ana María Cuervo, bióloga celular: “La idea para retrasar el envejecimiento es comer dos veces al día” Ana María Cuervo es líder mundial en el estudio del envejecimiento y la autofagia.

Rosanna Carceller

Castellón de la Plana (1978), coordinadora de 'Longevity' en La Vanguardia. Periodista especializada en salud, envejecimiento, psicología, sexualidad, nutrición y estilo de vida.

jueves, 5 de diciembre de 2024

Alfonso Ussía, Todos prohibidos

 Alfonso Ussía, "Todos prohibidos", en La Razón, 8.01.2016:

Buena le ha caído encima a mi compadre Antonio Burgos con su artículo «Las Flequis». Machista, rancio, asqueroso, antiguo... le han dicho de todo. Antonio Burgos se ha limitado a hacer uso de su libertad en un asunto opinable. A las «Nekanes», aquel grupo de batasunas amortizadas, les decían en el País Vasco «Las Feas». Señoras feministas y señores buenistas. Somos muchos los feos y las feas. El despreciado por Juan Manuel de Prada, Winston Churchill –para mí, modestamente y con el permiso de Zamora uno de los personajes más grandes del siglo XX–, se lo llamó directamente a «lady» Astor en el Parlamento. Ella, previamente, había llamado a Churchill «borracho». –Y usted es fea. Mi problema se arregla con una siesta. El suyo es para toda la vida–. Lo de Anna Gabriel y las «magas» de Valencia es para escribir un libro.

Pero lo políticamente correcto ha prohibido todo. Y a todos. «Era su nombre Juana / hija de un zurrador y una gitana. / Cambió de nombre y se llamó Ana Pérez / con ayuda de un sastre y de un alférez. / Y, viéndose triunfante, / a Toledo se fue con un farsante, / adonde, por doncella, una alcahueta / se la vendió a un trompeta». Quevedo condenado por el último pareado dedicado a Juana:

«En donde por lo puta y por lo moza / se llamó doña Julia de Mendoza». También prohibido don Manuel del Palacio. «Diálogo al vuelo cogido / en el baile de Menchaca. / -Oriénteme usted, querido; / ¿quién es esa horrible vaca / que al pasar le ha sonreído?-. / Se lo diré, caballero: / Es doña Julia Terrón, / hija del duque de Ampuero / y madre de este ternero / que está a su disposición». Tercetos del soneto de don Manuel a la nobleza española de la Corte de Isabel II: «Saavedra a la Lombilla jode ahora; / Sanjuán, de Fernandina es el segundo. / Y don Ramón con la Fonseca mora. / Mas si queréis ejemplo más profundo, / en Palacio hallaréis una señora / que es capaz de joder con todo el mundo». Y era fea.

A Bretón de los Herreros –también prohibido por machista–, le da por la ironía: «Doña Tecla, la de Yecla / es Tecla muy singular. / ¡De qué servirá una tecla / que no se deja tocar?». Carlos Cano, el poeta del XIX, no el cantautor del XX: «De espaldas a mi novia la fornico. / Y ella mucho se mueve y se menea. / ¿La razón? Que su padre es harto rico / y mi novia terriblemente fea». Hasta el anónimo juego de palabras versificado ha sido prohibido por la Nueva Inquisición: «Te quiero jo, te quiero jo / te quiero joven y bella, / como una pu / como una pu / como una pura doncella. / Y con mi pi, / y con mi pi / y con mi pícara mano / tocar las te / tocar las te / tocar las teclas del piano». A Juan Pérez Creus, poeta que escribió con los seudónimos de «Maese Pérez» y «Pájaro Pinto», lo calificó una periodista de «Informaciones» de «cobarde, piojoso, melindres y maricón» por no haberse atrevido a firmar con su nombre unos versos contra la familia de Franco que corrieron, como en el Siglo de Oro, por todas las tabernas de Madrid. Tardó Pérez Creus cinco años en vengarse y, ya con la libertad recuperada, respondió a la periodista con un soneto cuyos tercetos serían hoy motivo de encarcelamiento súbito: «Llamarte fresca, pobre sonaría. / Decirte zorra, no daría tu talla / pues por puta te tienen las personas. / Y llamarte putísima, sería / como llamarle cerro al Himalaya, / como decirle arroyo al Amazonas». Y a la escritora Dolores Medio, cuando la descubrió paseando por la orilla del Sardinero: «Saca ya de las aguas / tus pies pequeños, / que se te corta el “siglo”, / Dolores Medio». Y los tercetos de Antonio Mingote a lo más admirable de una mujer que deambulaba por El Retiro: «Te veo caminar mientras te alejas / esparciendo a tu paso la hermosura, / y suspiro, ya ves, sin disimulo, / pues suspenso y atónito me dejas / admirando en tu porte y tu figura / lo que es más digno de admirar. Tu culo».

martes, 3 de diciembre de 2024

Odio, artículo de Raúl del Pozo

Raúl del Pozo, Odio al presidente, en El Mundo, 2-XII-2024

En España mataron a algunos presidentes, pero sin lincharlos. La reacción de los suyos ha sido bunkerizarse a través de un desesperado ejercicio de culto al líder

El PSOE acusa a los jueces y a los medios de comunicación de intentar tumbar la democracia con mentiras y propaganda; y los magistrados contestan que la corrupción es un fenómeno criminal. Nunca a un presidente del Gobierno le habían intentado aplicar la paliza de Lynch, como ocurrió en Paiporta. En España mataron a algunos presidentes, pero sin lincharlos. La reacción de los suyos ha sido bunkerizarse a través de un desesperado ejercicio de culto al líder. Esta clase de resistencia, prietas las filas, no impide que el presidente sea odiado fuera de su partido hasta el punto de no poder salir a la calle.

Se ha declarado en el Congreso Federal del Partido Socialista que Pedro Sánchez está sometido a una cacería humana de carácter golpista mediante bulos y denuncias falsas.

Santos Cerdán ha dicho: «Hay una industria del odio que genera fango, ruido y bilis con el fin de provocar el caos». Los oradores del Congreso Federal creen que se quiere acabar como sea con el actual líder del PSOE sin explicar el gran lío que tienen en la cúpula y sin admitir errores. El presidente del Gobierno continúa desafiando a los enemigos con permanecer 1.000 días en La Moncloa y con seguir en el poder tres años, y «los que vienen», atacando a los jueces que le pueden procesar y sin explicar los casos de galopante corrupción que rodea a sus familiares y colaboradores. Los socialistas atacan a los jueces, cuando está en sus manos, y a los medios que publican noticias de las tramas vinculadas al Ejecutivo y al PSOE. No dicen por qué ese partido está más pringado que nunca ni por qué un solo individuo controla todo el poder orgánico. Tampoco responden por las filtraciones del novio de Ayuso ni por el escandalazo de Aldama; se limitan a señalar a los magistrados.

Es verdad que nunca ha llegado tan lejos el odio a un presidente del Gobierno como ocurre con el actual. Se montó el cirio en una conferencia de Felipe González, al que ponían con la cabeza para abajo; a Mariano Rajoy le dieron un puñetazo. Desde Adolfo Suárez al de ahora, todos los presidentes han sido abucheados. El odio aprovecha todas las ocasiones para sacar ventaja. Y lo que debe hacer un gobernante es no atizar el rencor, sino tender puentes y buscar la concordia. O sea, lo contrario de lo que hace Sánchez. En vez de defenderse con lealtad, culpa a los otros de sus errores. Y va a terminar indultándose a sí mismo.

Exilio republicano en México

 Dossier en dos partes:

I

FIL Guadalajara. Los supervivientes del exilio español: “Ningún país del mundo nos acogió como lo hizo México”

Un documental y una mesa de debate en la FIL organizados por EL PAÍS con miembros del exilio republicano profundiza sobre sus vidas en el país de acogida

David Marcial Pérez

Guadalajara, El País, 1 DIC 2024:

Conchita Michavila volvió a España en los años sesenta, casi tres décadas después de haber salido rumbo a México siendo una niña de cuatro años como otros miles de exiliados republicanos. En Madrid pasó mucho tiempo con un tío suyo que le contó cosas duras de aquella España de la que huyó su familia. Su padre era un abogado socialista y su tío, un militante falangista, que le dijo a su sobrina: “Si tu padre no se llega a marchar, yo mismo lo hubiera matado. Pero no te angusties, si le veo ahora, lo que voy a hacer es darle un abrazo”. La anécdota la contó este sábado la propia Michavila, de 86 años, en la mesa Los supervivientes del exilio español en México, organizada por EL PAÍS en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, FIL, cuya edición de este año tiene a España como país invitado.

El episodio retrata bien la crueldad homicida del golpe militar de 1936 que acabó derrocando al gobierno democrático de la Segunda República española después de tres largos años de Guerra Civil. Unas penurias que contrastan con la infancia de aquellos niños que llegaron a México. “Tuvieron una infancia gozosa y una juventud libre en el país que los acogió”, explicó Carmen Morán Breña, la periodista de El PAÍS que moderó el evento, que arrancó con un documental producido por el diario que profundiza, con entrevistas y una detallada investigación de archivo, en las vidas de los exiliados en México. Además, El País Semanal publica hoy un número especial dedicado al exilio mexicano.

“Fuimos niños felices, aunque es cierto que vivíamos un poco en una burbuja”, contó otra de las ponentes, Aída Pérez, de 86 años. Ella, como casi todo el resto de hijos de exiliados, estudio en el Colegio Madrid, junto al Vives, los dos centros educativos fundados por refugiados republicanos. “Desde los choferes al jardinero, todos eran exiliados”, recordó Pérez, que considera que todos ellos llegaron verdaderamente a México cuando entraron en la UNAM, la gran universidad mexicana. Otro contraste más, casi todos y todas estudiaron una carrera. El padre de Pérez era telegrafista, su madre, ama de casa. Ella estudió arquitectura. “No se concebía otra cosa que no fuera ir a la universidad”. En gran medida, la República trasladó a México los ideales truncados por el golpe militar, como por ejemplo la educación como herramienta de progreso y libertad. Michavila recuerda por ejemplo lo que le decían sus amigas en España cuando les contaba que había estudiado biología: “¿Para qué? Si tú vas a cuidar a tu marido”.

México ayudó con armas y comida al bando republicano español durante la Guerra Civil. Condenó antes que ningún otro país en la arena internacional la dictadura franquista. Fue el principal destino americano de los exiliados y sede del Gobierno durante los años cuarenta. El repaso al contexto histórico y político corrió a cargo de Fernando Serrano Migallón, 79 años, hijo del fiscal que acompañó al Gobierno republicano durante su salida y al que su padre le puso de tercer nombre Lázaro, por el presidente mexicano Lázaro Cárdenas, quien abrió la puerta a los refugiados. Economista además de historiador, Serrano Migallón enfatizó la identidad tan particular que constituyó para ellos el hecho de ser exiliados: “La migración es esperanza, pero el exilio es abandono y tristeza. Nosotros llegamos a México con una idea de temporalidad. ‘Cuando esto pase vamos a dejar de estar aquí y vamos a volver”. Siguiendo con esa idea, citó también una frase de uno de los grandes escritores de la novela de la Revolución, Mariano Azuela: “Los exiliados llegaron a México dispuestos a todo menos a quedarse, que es lo que finalmente hicieron”.

Muchos de los que llegaron de niños sí volvieron, pero a pocos de los padres, que se juraron no volver a su país hasta que muriera el dictador Franco, les dio tiempo a regresar. Los que sí lo consiguieron, en 1987, fueron los de Conchita Michavila. Recordó que en el avión iban todo el viaje exultantes cantando canciones republicanas. Pero cuando el piloto anunció por megafonía que estaban entrando en territorio español, todo fue silencio y suspiros. “Cumplieron el sueño de volver a España, pero fue muy fuerte para ellos. Tanto que a los tres meses se murieron los dos”.

Michavila recordó también el agradecimiento a México, donde se casó, formó su familia y ha vivido gran parte de su vida. Pérez fue más allá y contó que ha participado en muchos foros con exiliados que llegaron a otros países, como Suecia o Noruega. “Ningún país del mundo nos acogió como lo hizo México. No solo el Gobierno, el pueblo también”.

II

Los últimos exiliados en México de la guerra civil española

Eran unos niños cuando llegaron a un país desconocido. No sabían por qué estaban allí. Las razones se llamaban guerra y exilio. Sus abuelos y sus padres cuidaron de ellos, y ellos se convirtieron en mexicanos de alma española que devolvieron con creces el cariño recibido al país que los acogió. Hoy, en el otoño de una vida que no eligieron, miran sin nostalgia y con cierto orgullo por el retrovisor de la historia.

Carmen Morán Breña / Elena San José

1 DIC 2024

Regina Díaz y Aída Pérez pasean tomadas del brazo por Veracruz. Charlan como solo pueden hacerlo dos amigas que se conocen desde hace más de 80 años, y la brisa marina las devuelve a un pasado que se hace presente en cada aniversario. A ese puerto mexicano llegaron hace 85 años miles de exiliados españoles en buques fletados por el Gobierno republicano al final de la Guerra Civil. En 1939 arribó el primero, el Sinaia, en el que viajaba Regina con tan solo seis meses. Tres años después, el Nyassa dejó en la costa a Aída, con cuatro añitos cumplidos a bordo.

Ambas vienen de familia asturiana, pero vieron la luz en Barcelona, algo más que una feliz coincidencia. Los niños que subieron a esos buques huyendo de la guerra y del franquismo nacieron en cualquier parte, allá donde los fue dejando el peregrinaje de sus padres. Las mujeres se ponían de parto en el Madrid atrapado por la guerra, en Barcelona, de camino a la frontera, o ya en Francia. Aquellos niños solo encontraron tierra firme en México, donde cientos de veracruzanos los saludaban desde el puerto sin que ellos entendieran bien qué ocurría. Esos niños, hoy ancianos, son los últimos testigos del penoso éxodo español, aunque nunca tuvieron nostalgia propia y su memoria de aquello es heredada, pero qué otra cosa es la memoria, más que un legado de generación en generación.

Se criaron bajo los mismos volcanes que causaban extrañeza a sus mayores; pasaron la infancia escuchando que la paella no salía igual en México por culpa del agua, y todavía hoy tienen que responder la impertinente pregunta de si quieren más a papá o a mamá: “Yo quiero a los dos. Quiero a España porque es la tierra de mis padres, es donde nací. Pero quiero a México porque aquí crecí, me casé y tuve a mis hijos. Pero sí, hay veces que pienso: ¿a quién quiero más? No lo sé”, dice Conchita Michavila, un bebé de nueve meses en aquel barco de bandera francesa, el Sinaia.

Regina Díaz. Nació en Barcelona y llegó con apenas seis meses a bordo del 'Sinaia', el primer barco fletado por la República. Se licenció en Química y ejerció como profesora en la UNAM durante 30 años. Hoy tiene 86 y está jubilada, pero el último jueves de cada mes sigue juntándose con sus compañeros de clase del colegio Madrid. “Una amistad de 80 años no la tiene cualquiera”, dice orgullosa.

Regina Díaz. Nació en Barcelona y llegó con apenas seis meses a bordo del 'Sinaia', el primer barco fletado por la República. Se licenció en Química y ejerció como profesora en la UNAM durante 30 años. Hoy tiene 86 y está jubilada, pero el último jueves de cada mes sigue juntándose con sus compañeros de clase del colegio Madrid. “Una amistad de 80 años no la tiene cualquiera”, dice orgullosa.

Daniel Ochoa de Olza

Cierto es que fueron españoles mucho tiempo, porque los exiliados, alrededor de 20.000, se apiñaron en los mismos colegios, iban al mismo club, vivían en edificios donde el olor a sardinas en la escalera no sorprendía a nadie y esperaban con ansiedad la muerte de Franco cada tarde en la misma cafetería. En la capital mexicana, donde se asentó la mayoría, los más pequeños se criaron felices en su burbuja hispana. Pero un día llegaron a la Universidad y descubrieron que su acento les convertía en extraños para los demás.

Entonces, ¿qué eran ellos? En ese limbo navega todavía la mente de los ancianos que son hoy. La última generación de seres híbridos que conservan la bandera republicana y aprendieron las calles de Madrid leyendo a Pérez Galdós, que disfrutan con el mole y toleran el picante como el que más. Votan en las elecciones mexicanas, pero también en las españolas y hasta en las europeas. Politizados y laicos con un solo dios que les inculcaron en casa: Lázaro Cárdenas, el presidente que abrió las puertas de México, el país en el que han nacido sus hijos y donde han enterrado a sus padres.

Si algún exilio fuera ideal, ese fue el de aquellos niños: el de Conchita y Regina, que llegaron en el Sinaia; el de Aída, Carmen y los hermanos Alejandro y Vicente, que las sucedieron en el Nyassa, y el de Víctor Daniel, que se adelantó a todos a bordo del Flandre. Ellos no tuvieron que llorar el desarraigo que atormentó a sus padres, sino recrearse en un país recién salido de una revolución que sentó las bases de la sociedad moderna. Los pocos que acabaron en otros Estados, como Josefina, que vivió en Veracruz, no siempre corrieron la misma suerte. Y de esa diferencia habla consciente Juan Bonilla Rius, presidente del Ateneo Español de México: “Por supuesto que hubo víctimas del exilio, pero no fuimos nosotros”.

El encuentro entre una República y una Revolución

Cuando los exiliados se echaron al mar, poco o nada sabían sobre el país que los iba a acoger. Sus pensamientos estaban fijos en el retrovisor: la familia, la tierra, la infancia azul y un sueño arrasado por tres años de Guerra Civil. Pero el desembarco en el puerto de Veracruz, donde los esperaban el presidente Cárdenas y un pueblo abierto y entusiasta, fue mucho más que un encuentro feliz. Podrían haber huido a cualquier país y cualquiera habría sido mejor que el destino que les deparaba España, pero lo que hallaron allí se ajustó como un guante a sus necesidades y expectativas, y también a la inversa. La sintonía que se produjo fue tan singular y fructífera que definió la forma en la que hoy se ven a sí mismos ambos países.

Aída Pérez. Asturiana nacida en Barcelona camino del exilio, llegó con sus padres, Eva Flores Valdés y Manuel Pérez, a México en el barco 'Nyassa' en 1942. Es licenciada en Arquitectura y trabajó en una constructora y dando clases de dibujo en el colegio Luis Vives, en Ciudad de México. Está jubilada y tiene 86 años. Ferviente republicana, sigue la actualidad española como si nunca hubiera dejado el país.

En otro momento quizá la simbiosis habría sido menor, pero el pueblo al que llegaron entonces era un terreno fértil para las ideas que la truncada democracia había sembrado en España. “La República española encontró en la Revolución Mexicana un proyecto similar, republicano, demócrata, progresista en el más amplio sentido de la palabra, de valores laicos, públicos, de respeto por la cultura…”, enumera Francisco Mejía, investigador de la UNAM especializado en el exilio: “España estaba pasando un momento de esplendor justo antes de la Guerra Civil, pero México también: el México cardenista de la expropiación petrolera que creó institutos tan importantes como el Politécnico Nacional”. En ese caldo de cultivo, los españoles alcanzaron en América lo que no lograron en su país: educar por primera vez a toda una generación en los valores republicanos.

La familia de Aída Pérez lo comprobó enseguida. “Lo primero que hizo mi papá fue comprar una Constitución mexicana. La leyó y dijo: ‘Estupendo país”, recuerda la hija del telegrafista. “Era un México que despegaba”, cuenta, y el Gobierno les hizo partícipes de ese ascenso. El agradecimiento es tal que todavía hoy enciende las pasiones. “Cuando hacíamos reuniones, si alguien decía algo [malo] de Cárdenas, nos lo comíamos vivo”, incide con humor Carmen Hernández, que llegó con dos años en el mismo buque. Un espacio ajardinado, con piscina climatizada y control en el acceso conduce al apartamento que Carmen tiene en Ciudad de México. Su padre era mecánico y diputado del PSOE; su madre, taquimecanógrafa. “La vida mejoró, mis padres no podían creer que aquí había libertad para pensar y hablar”, recuerda.

La única condición que puso el mandatario para recibirlos fue que no intervinieran en la política mexicana. Y lo cumplieron a rajatabla, aunque andando el tiempo los hijos del exilio terminaron nutriendo las élites políticas. Salvado aquel requisito, todo fueron facilidades.

Conchita Michavila. Nació en Barcelona y llegó a México a bordo del 'Sinaia' en 1939, con nueve meses. Ahora tiene 86 años. Dice que siempre le gustaron “los animalitos” y por eso estudió Biología. Dio clases en el colegio Madrid y en el Instituto Escuela y se casó con otro refugiado español. Sus hijas, ya mexicanas, fantasean con vivir en España, de la que se enamoraron en su último viaje familiar.

Cárdenas ordenó que los refugiados entraran en las universidades pagando solo 200 pesos, como los mexicanos, y no 5.000, el precio para los extranjeros, una medida de gracia sin la que muchos no serían lo que son hoy.

Al calor de instituciones como los colegios Luis Vives y Madrid, la Casa de España o el Ateneo, todas ellas fundadas por españoles, aquellos muchachos saltaron con éxito a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde muchos pasaron de ser alumnos a profesores. También los hijos de obreros y campesinos, cuya falta de preparación se compensaba con una profunda formación política que inculcaron a su prole.

“Cuando se proclamó la República, más del 50% de los españoles eran analfabetos. ¿Cuántos podrían ser intelectuales? No llegaría al 1%. Sin embargo, representan el 10% de los exiliados”, explica el historiador mexicano Fernando Serrano Migallón, hijo del último fiscal de la República española. La cultura fue un eje vertebrador de la comunidad republicana, y los estudios, la prioridad, lo que contribuyó a extender la imagen intelectual que se tiene del exilio.

“Estaba decidido. No se te ocurría otra cosa más que estudiar una carrera”, abunda Aída Pérez, arquitecta de profesión, una mañana de julio en la casona porfiriana que alberga ahora el Ateneo. Allí se encuentra con los hermanos Alejandro y Vicente Rodríguez, que llegan agarrados del brazo y sosteniendo un bastón que afianza sus pasos entre la niebla que les ha dejado una ceguera congénita. Los hermanos rememoran los productos que enviaban a España, azúcar y café, sobre todo, para paliar las carencias de los que se quedaron allí, práctica común entre los refugiados. Ambos son ingenieros, uno en Mecánica, el otro en Electrónica.

Las compañeras de Aída también optaron por carreras de ciencias, una elección que sorprende todavía hoy, ante la presencia mayoritaria de hombres en esas materias. Conchita Michavila es bióloga, y Carmen Hernández, química, como Regina Díaz. “El exilio fue una oportunidad”, reconoce Hernández, “mi padre decía: ‘En España no habrías sido licenciada en Química”. La brecha entre aquellas mujeres y las que se quedaron era abismal. “Cuando me carteaba con mis primas, me llamaban la atención sus faltas de ortografía”, recuerda. El exilio mostró su mejor rostro a una generación que lo vivió con la alegría de quien se siente parte de una identidad común: la que habla con la ce española y la ese mexicana, o las cambia en función de quién contesta al teléfono.

Alejandro y Vicente Rodríguez. Son hermanos. Alejandro (a la derecha) tiene 89 años, y Vicente, dos menos. Llegaron a México con sus padres a bordo del 'Nyassa' en 1942. Los dos son ingenieros: el primero en Mecánica, y el segundo, en Electrónica. Ambos padecen una ceguera congénita y aseguran no sentir ninguna nostalgia por España, aunque siguen votando cada vez que hay elecciones en un país que también sienten como propio y del que hablan con pasión.

Alejandro y Vicente Rodríguez. Son hermanos. Alejandro (a la derecha) tiene 89 años, y Vicente, dos menos. Llegaron a México con sus padres a bordo del 'Nyassa' en 1942. Los dos son ingenieros: el primero en Mecánica, y el segundo, en Electrónica. Ambos padecen una ceguera congénita y aseguran no sentir ninguna nostalgia por España, aunque siguen votando cada vez que hay elecciones en un país que también sienten como propio y del que hablan con pasión.

Si el país americano les brindó un campo de posibilidades para explorar, ellos lo devolvieron con una explosión de desarrollo. Fundaron editoriales, construyeron edificios, hoteles y casinos, triunfaron en las letras y en las ciencias y, muy especialmente, revirtieron lo aprendido en el terreno educativo. Los maestros más aguerridos llevaron el sueño republicano a otros Estados. Allí abrieron los grupos escolares Cervantes, todavía vigentes, con un alumnado más mexicano que el de los centros capitalinos.

La endogámica burbuja española se rompió en la Universidad al mezclarse unos y otros. Sin embargo, en la calle, las dos Españas chocaban a veces con ferocidad. Cuando el numeroso contingente de republicanos arribó a la capital se encontró con otros 20.000 españoles que les habían precedido décadas atrás, aquellos que buscaban hacer las Américas y montaron negocios fructíferos. Los llamaban gachupines y eran ideológicamente diferentes, cuando no contrarios, y las peleas entre ambos bandos se reprodujeron en México. “El Luis Vives, que era mi escuela, estaba junto al Cristóbal Colón, un centro de gente bien, de derechas, nada que ver con nosotros”, relata Hernández. “Un 15 de septiembre [Día de la Independencia de México], alguien llevó una bandera franquista y se armó una guerra, como en las películas”, rememora risueña. El enfrentamiento entre unos y otros era tal que el Luis Vives se cambió de barrio.

En los puestos callejeros, sin embargo, junto a las banderas mexicanas, el Día de la Independencia se vendían también las de la República española, recuerda la escritora Angelina Muñiz-Huberman —nacida en Hyères, Francia, y con 87 años—, una muestra de cómo los dos proyectos se anudaron con fuerza. “Era un orgullo decir: yo soy exiliada”, sostiene la autora, última superviviente de una generación de escritores que se sirvió del destierro como fuente de inspiración. “El exilio quejoso no es el que me atrae. Me atrae el exilio de toda persona que está fuera de la corriente, te da muchos puntos de vista, entiendes al otro porque tú eres el otro para el otro”, reflexiona. “El exilio / en el centro / el exilio”, recita la autora. Es uno de sus poemas.

“La imagen de prestigio del país en política exterior se empieza a labrar con la guerra de España”, explica David Jorge, historiador del Colmex: “México llevó la voz [de la República] al primer foro internacional de la época, la Sociedad de Naciones y, a mediados de los años treinta, hace valer una posición internacional de respeto a las soberanías y de profundo antifascismo”.

La veta humanitaria inherente al recibimiento de los españoles se extendió a los que huyeron de la Segunda Guerra Mundial y, más tarde, de las dictaduras del Cono Sur. Ese eje de la política exterior mexicana, que se mantiene hoy como una pieza central, surgió entonces, como tantas otras cosas, producto de aquella simbiosis.

Carmen Hernández. Madrileña, llegó a México con sus padres en el 'Nyassa' cuando tenía dos años. Ahora tiene 84. Se licenció en Química porque pensó que su formación iba a ser “mucho más amplia” estudiando algo de ciencias y, como sus compañeras, siente que entró realmente en México cuando llegó a la Universidad. Sus padres sintieron nostalgia por España toda la vida, dice, y para ella fue “emocionantísimo” conocer el país del que tanto le habían hablado.

Exilio se escribe en plural

El éxodo que llegó y encontró un México moderno y prometedor no fue el único en un fenómeno que reclama hablar siempre en plural: no es el exilio, son los exilios. Hay otro menos conocido, más minoritario y no tan afortunado como aquel que se quedó en la gran ciudad, fundó instituciones y se mudó a los mismos vecindarios. Es el que se diseminó por los Estados, sin el abrigo de la comunidad ni la calidez del acento común. No eran un núcleo compacto, por eso es tan difícil rastrearlos, apunta Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del histórico presidente. Recalaron en Puebla, Veracruz, Chihuahua, allá donde encontraron una posibilidad para labrar la tierra o rehacer su vida. Unos porque no tuvieron la misma suerte que sus compañeros de viaje; otros pocos marcharon por “salud mental”, para alejarse del valle de lágrimas en que se convirtió la comunidad refugiada cuando se evidenció que no podrían volver, explica David Jorge: “Ese exilio quedó al margen del relato. Se desconoce casi todo de él”.

En ese pequeño hueco de la historia creció Josefina Ibars Lonca, nacida en Seròs, un pueblito de Lleida, y embarcada en 1939 en el Sinaia, a los 13 años: ni tan pequeña para evitar el desarraigo ni tan mayor para entender del todo lo que ocurría. “Estuve dos días llorando en mi camarote, pero un día amaneció y mi mamá me fue a buscar: ‘Sube a la cubierta que están cantando’. “Entonces subí, me sumé a cantar y empecé a adaptarme”, recuerda la catalana.

Josefina pasea sus 99 años por Veracruz con alegría vital. La fragilidad de su cuerpo no le impide moverse a donde quiere, se agarra a donde haga falta. Es posiblemente la única superviviente que vivió aquella travesía con conciencia de lo que dejaba atrás. Solo cuando tuvo 70 años y había enterrado a su marido volvió por primera vez a una España donde todavía la esperaban algunos de sus primos y sus amigas de la infancia.

Pero hasta llegar al feliz reencuentro pasaron casi 60 años de altibajos. “En México no padecimos hambre, pero sí muchas carencias. No había dinero”, cuenta. Su padre era albañil, y su madre, costurera. Tras la llegada a Veracruz —”había una valla de pura gente que nos aplaudía. Se abrió la gloria”—, acabaron en un pueblo de Hidalgo. “Nos dieron un alojamiento y 100 pesos, y nos prometieron tierras para trabajar. Pero nos dejaron allá y se olvidaron de nosotros”, recuerda. De ahí marcharon a la capital y finalmente a otro pueblo de Oaxaca, donde conocieron al comerciante con el que se casó Josefina. “Entonces era muy amable, luego cambian…”, dice irónica. Ella tenía 18 años; él, 28. Se mudaron a Veracruz y ahí empezó el aislamiento.

—¿No siguió en contacto con el resto de los españoles?

—Mi esposo nunca lo permitió. Si llegaba alguna paisana a verme, la corría. Y ahí empezaron a llegar los hijos.

Tuvo nueve, pero fallecieron tres. Hoy la rodea un enjambre de nietos. Ella dice que su labor en la vida fue tener hijos, a quienes les dio lo que ella no disfrutó. Cuando su madre les decía a las nietas: “Niñas, hay trastos sucios, párense a lavar”, Josefina replicaba: “No, esa no es su obligación. Su obligación es hacer sus tareas”. Y ella se las revisaba y las ayudaba a dibujar. “Yo les decía: ustedes, prepárense, porque si se casan y les va bien, qué bueno. Pero si encuentran un marido que las maltrate, déjenlo, tienen con qué trabajar”.

Josefina Ibars Lonca. Nació en Seròs, Lleida, y viajó a México con 13 años, junto a su familia, a bordo del 'Sinaia'. Ahora tiene 99 años y vive en Veracruz, donde tuvo a sus nueve hijos. Le gusta mucho cantar en catalán, como cuando era niña, aunque ahora ya no tiene con quién hablar el idioma. Recuerda la fruta de su pueblo con nostalgia intacta, pero hace tiempo que no vuelve. “La banderita republicana la cuido como a la niña de mis ojos”, sostiene todavía hoy.

Josefina evita hablar de sus años de casada, su memoria salta de la infancia a una vejez mucho más libre que la de décadas atrás, pero nunca perdió sus convicciones. Quizá no participó del progreso general que sus compatriotas disfrutaron en la capital —para ella llegó una generación después—, pero las enseñanzas republicanas permearon y se encargó de que fluyeran hacia abajo. Hoy acude a los aniversarios del desembarco en Veracruz y reconecta con unas raíces que durante décadas sobrevivieron ancladas solo en su cabeza.

La gente la recibe hoy como a una verdadera estrella y ella charla, canturrea sardanas y disfruta como la niña que cantaba en el coro de Seròs, adonde ha vuelto en cuatro ocasiones. Ella no viajaba para descubrir una España que conocía de oídas, sino para volver a su casa, a su pueblo, a sus duraznos “suavecitos” y sus melones “dulces y sabrosos”. “Yo ya no sé si me siento mexicana, pero nunca he dejado de ser española. Mi tierra es mi tierra”, dice con un toque de orgullo, y se golpea el pecho con el puño. Hoy su nieto aprende catalán, el idioma que su abuela tenía prohibido hablar en casa, porque el exilio es un viaje de ida que encuentra siempre la forma de volver.

La política, un puente sobre el Atlántico

Cada cinco años, los pocos exiliados que van quedando vuelven a las costas de Veracruz a honrar el mar que los llevó a México y al que entregan las cenizas de sus mayores. Frente a esas olas depositan su memoria, comen, bailan y todavía hoy participan de asombrosos reencuentros. Regina Díaz, de 86 años, y Josefa Ibars, de 99, se conocieron el pasado junio aunque habían viajado en el mismo barco. Aquellos niños de entonces se sienten hoy satisfechos de que el recuerdo que en México se mantiene vivo empiece a conocerse en España. Para todos, más mujeres ya que hombres, llegaron este año los reconocimientos oficiales.

El ministro español de Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, apretó en junio una agenda imposible en México: visitas a los colegios que nacieron con el exilio o a los cementerios donde reposan los grandes nombres expulsados de su patria: Luis Cernuda, León Felipe, Concha Méndez, Max Aub, Carmen Parga y tantos otros. Un día antes, el Ateneo Español de México había sido declarado “lugar de memoria democrática”, la primera vez que se otorgaba esta distinción fuera de España.

España se asoma ahora a su exilio mexicano. En cambio, la segunda generación del destierro, como la primera, nunca ha dejado de interesarse por lo que sucedía al otro lado del Atlántico. La política es quizá el mayor vínculo con la patria perdida. Casi todos están muy pendientes de los informativos, lo mismo si exhuman a Franco de su tumba en Cuelgamuros que del resultado electoral. “Nostalgia de España, ninguna”, dicen los hermanos Alejandro y Vicente. Pero la actualidad es otra cosa: “La política española ahora es una vergüenza, el nivel de bajeza al que han llegado…”, comentan encendidos refiriéndose a la ultraderecha.

Ellos, como el resto de su generación, sí han viajado a la patria lejana, aunque la nostalgia no era su timón. Más bien la curiosidad por conocer un lugar en el que solo habían nacido y del que tanto hablaban sus padres. Ahora que la violencia se ceba con México, ven una España de promisión. Muchos de sus nietos estudian y viven allí, merced a la nacionalidad adquirida por su ascendencia, y otros viajan con dinero y por placer para descubrir un país muy distinto del que se consumía bajo la dictadura franquista. “El año pasado mis hijas se quedaron enamoradas de España, incluso dijeron: ‘Aquí se vive muy bien, mamá, qué bárbaro, cómo comen, y todos tan felices, nos quedamos a vivir aquí”, cuenta Conchita Michavila. “Ahora en España nos están ganando, tenemos que apresurarnos aquí”, se ríe su amiga Aída. “Alguna vez nos planteamos irnos a vivir allá”, dirá también Carmen Hernández, “pero al final te vuelves, porque México es México”.

Con débiles pasos se dirige Víctor Daniel Rivera Grijalba hacia su estudio en la planta alta de una fenomenal casa que él mismo, arquitecto por la UNAM, diseñó. Él llegó en 1939 en el primer barco que salió de Francia con republicanos hacia México, el Flandre. Quienes allí viajaban se habían pagado sus pasajes, eran gente con posibles. El arquitecto, ya retirado, es un hombre crítico con el gran exilio, del que se ha apartado. Y de España solo le interesa el fútbol. “Obviamente, el Real Madrid”, ríe.

La comunidad republicana es más heterogénea de lo que se piensa, a decir del historiador David Jorge. Eran de procedencias sociales muy distintas y reunían diversas ideologías que, andando el tiempo, se han agudizado en la segunda generación. Se dicen republicanos y progresistas si se les pregunta por España, pero la alta posición social que han alcanzado algunos les inclina hacia otras tendencias en México.

En lo que quizá coinciden todos es en su rechazo a la Monarquía, que ven como un arcaísmo. A muchos de ellos, sin embargo, tampoco les estorba ya esa figura coronada y no les hace ni pizca de gracia que los gobiernos mexicano y español entren en peleas diplomáticas, a cuenta del Rey o de lo que sea. El rifirrafe suscitado por la exclusión de Felipe VI en la investidura de la presidenta Claudia Sheinbaum les trae de cabeza. “Eso estuvo muy mal y me parece muy bien la contestación que ha dado Pedro Sánchez”, dice Regina Díaz. Ella eliminaría todas las monarquías. “Todas, pero si en España ha funcionado… Total, en México no hay monarquía y la política tampoco funciona”, afirma.

Víctor Daniel Rivera Grijalba. Nació en Santander y es hijo de un militar. Arquitecto retirado, llegó a México en el 'Flandre', el primer buque de todos. Quienes iban en él habían pagado su billete, a diferencia de los que vendrían después bajo el paraguas de la República. Él recuerda jugar con otros niños en la cubierta, y divertirse cuando el barco se inclinaba y parecía quedarse “en punta”. También se acuerda de la presencia de un cuentacuentos, Antonio Robles, que les leía durante la travesía. 

Los viejos republicanos están acostumbrados a los antiguos lazos entre ambas naciones, aquellos tiempos en los que el 14 de abril se celebraba en México con una gran cena a la que acudía la plana mayor del Partido Revolucionario Institucional (PRI). “Después de lo que pasó, lo que importa es que haya libertad. Además, en España no manda el Rey”, zanja Aída Pérez. “Aznar decidió entrar en la guerra de Irak, Zapatero decidió retirar las tropas, nunca supimos qué pensó el rey Juan Carlos”.

Y a los hermanos Alejandro y Vicente Rodríguez, ¿qué les parece que Felipe VI no fuera invitado a la investidura de Sheinbaum, a la que votaron?

—Una solemne tontería, vamos a dejarlo ahí —dice Alejandro.

—Algo más que una tontería —le secunda su hermano.

—¡Dilo en mexicano, hombre!

—Bueno, pues una pendejada —ríe Vicente al otro lado del sofá, en el Ateneo.

Así discurren ahora las conversaciones en ese Ateneo donde antaño se desgañitaban socialistas y comunistas por ver quién se llevaba el gato al agua. La institución se esfuerza hoy por sumarse a la conversación actual: “Tenemos que entrar en la discusión de lo que quiere decir ser migrante y exiliado ahora”, dice Juan Bonilla, el presidente.

De buena mañana, los niños del colegio Luis Vives se alinean a las órdenes de sus maestras para entonar un par de canciones españolas, con letras adaptadas a la actualidad. Acompañados de una guitarra y un cajón, los escolares cantan La Tarara y Si me quieres escribir, una tonada del frente de guerra republicano. Buganvillas estrelladas cuelgan sobre sus cabezas.

Aggi Garduño

El que fuera un centro con maestros y niños españoles es ahora plenamente mexicano, pero conserva una reputación de valores emanados de la Institución Libre de Enseñanza, emblema de la Segunda República. “Igualdad, solidaridad, lealtad, laicismo, amor por la enseñanza”, enumera la exdirectora del centro privado, María Luisa Gally Companys, nieta de Lluís Companys, ministro en la República y presidente de la Generalitat catalana, fusilado por los franquistas.

Los niños que acuden cada día a estos colegios continúan la “hermandad” que surgió hace 80 años, en palabras de Regina Díaz, que estudió en el colegio Madrid y sigue reuniéndose el último jueves de cada mes con sus antiguos compañeros: “Es una amistad que no tiene cualquiera. Son las mismas aspiraciones, los mismos traumas y los mismos dolores. Es un bien común y es un mal común que compartimos con alegría”.

Con idéntica solidez y prestigio se mantienen hoy algunas de las instituciones fundadas entonces, como el Colegio de México, un reputado centro universitario de investigación, o el Fondo de Cultura Económica (FCE), la gran editorial latinoamericana. Aquella hornada de muchachos bien formados ocupan también hoy puestos en la alta política mexicana. Es el caso de la excanciller Alicia Bárcena, descendiente de exiliados, secretaria hoy de Medio Ambiente en el Gobierno de Sheinbaum, o del que fue subsecretario de Salud y comandó la lucha contra el coronavirus, Hugo López-Gatell, nieto de republicanos españoles. La semilla echó raíces.

Un vínculo de acero fiel

“Atravesamos la frontera a pie. Mamá llevaba una maleta con el ajuar de casada, sábanas y todo eso con el nombre de uno y de otro. No podía con la maleta y la dejó en los Pirineos. Yo también llevaba una maleta con una tortilla española. Pero me quedó la idea de que cargaba con dos botellas de vino, hasta que hice el comentario y mamá me dijo: ‘¡Qué botellas ni qué narices!, tenías cinco años, solo llevabas la tortilla”, cuenta Víctor Daniel Rivera Grijalba. Así son ya los recuerdos implantados de aquellos niños del exilio, nebulosas evocaciones de la infancia. Esta generación que ahora se extingue como una vela creció en la esquizofrenia de una doble vida: la juventud gozosa en un país vibrante contrastaba en la calle con la desazón que se vivía en casa. La consciencia de que ellos eran mexicanos se instaló también en la mente de sus padres. España ya solo sería un país de vacaciones, quizá una urna al otro lado del Atlántico para seguir votando y una bandera roja, amarilla y morada siempre en la biblioteca. “Porque un día ya no se puede más”, dice el poema de Angelina Muñiz-Huberman, “Y ese día, ese día aceptas el paisaje”.

La memoria incompleta de aquellos niños fue, finalmente, un ancla poderosa para mantener vivo el legado español en México, pero también propició una integración que entreteje las vidas de ambos países, porque no tuvo su origen en sangrientas conquistas ni en explotaciones empresariales. Es un vínculo “de acero fiel”. Palabra de poeta.

Nueva biografía de Borges

 Mar Centenera, "Una biografía ilustrada de Borges redescubre al escritor que quiso abarcar el infinito", en El País, 2 del XII de 2024:

En el 125 aniversario del nacimiento del autor argentino más universal se reeditan también algunas de sus obras más conocidas, como ‘Historia universal de la infamia

Mar Centenera

¿Quién fue el argentino Jorge Luis Borges? ¿El cuentista magistral?, ¿el lector voraz que tenía a los libros como su única patria?, ¿el poeta enamorado?, ¿el hijo que no logró romper la relación edípica con su madre al punto de dejar plantada a su esposa en la noche de bodas?, ¿el conferencista ciego que viajó por todo el mundo?, ¿el descendiente de militares que apoyó la dictadura de Videla y después se arrepintió? “No hay un Borges, sino muchos”, asegura la periodista cultural Verónica Abdala, coautora junto al dibujante Rep (Miguel Repiso) de la biografía Borges, una vida ilustrada (La Marca editora), recién publicada en España. En el 125 aniversario del nacimiento del autor de El Aleph, el libro propone redescubrir a un escritor erudito y difícil, pero también ingenioso y ecléctico, al que marcó para siempre una infancia a caballo entre dos lenguas, dos continentes y muchos libros.

En paralelo, Lumen reedita dos de las obras de este narrador que quiso abarcar el infinito: Historia universal de la infamia, la colección de relatos de 1934 protagonizados por piratas, rufianes, gánsteres, traficantes y profetas, célebres por su maldad y ansias de poder, y El aprendizaje del escritor, que recopila sus reflexiones durante el seminario que dictó en la Universidad de Columbia (Estados Unidos) en 1971.

“A él le ilusionaba la posibilidad de que la historia le perdonase sus errores y fuera recordado por sus mejores textos, y creo que eso es lo que le va otorgando el tiempo”, dice Abdala. A casi cuatro décadas de su muerte, es uno de los autores canónicos de la literatura universal del siglo XX y en su país natal ha sido elevado al panteón de ídolos nacionales.

“Borges es muy argentino porque es marginal, siempre está en los márgenes”, lo describe Rep, “Acá es europeo y allá es argentino”. “Cuando comienza a escribir prosa trae a los guapos, a los gauchos, a los malevos, al Buenos Aires de arrabal”, señala este ilustrador, que ha dibujado para la biografía a algunos de esos personajes que saltaron de los suburbios de la capital argentina a las páginas de cuentos como El hombre de la esquina rosada, La intrusa e Historia de Rosendo Juárez, entre muchos otros. “Si bien tuvo una infancia muy europea y anglófila, también entendió muy bien el campo popular”, agrega Rep.

Argentino por accidente

Borges nació en 1899 en Buenos Aires de la unión entre Leonor Acevedo, descendiente de terratenientes, y Jorge Guillermo Borges, hijo de una dama inglesa casada con un militar uruguayo con antepasados militares portugueses. Creció en un ambiente donde nadie se enorgullecía del todo de ser argentino: pensaban que el centro del mundo estaba en Londres o en París. “Crecí sintiendo que era argentino por accidente”, confesó Borges. Esa cita encabeza la biografía ilustrada junto a un primer retrato, el de un niño para quien su padre había trazado un destino de escritor.

A los ocho años ya estaba familiarizado con Edgar Allan Poe, Charles Dickens, Robert Louis Stevenson, Rudyard Kipling y Mark Twain. Los leía en inglés de la biblioteca paterna —su primera imagen del paraíso— en un proceso de formación atípico para un niño sudamericano.

Editorial La Marca

La mudanza familiar a Europa entre 1914 y 1921 sumó el francés y el alemán a la biblioteca de este lector políglota. Esos nuevos idiomas le abrirían las puertas de la obra de Voltaire, Charles Baudelaire, Gustave Flaubert, Arthur Rimbaud, Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche, por citar algunos. Esas lecturas precoces llevaron a Borges a sentirse heredero y partícipe de la tradición literaria universal, afirma Abdala.

Su regreso a Buenos Aires le permite ver con nuevos ojos la capital argentina, que antes despreciaba, y transformarla en un personaje más. Su barrio, Palermo, ocupará en su escritura el espacio fabuloso de la infancia.

A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: / La juzgo tan eterna como el agua y el aire”.

Esos versos finales del poema Fundación mítica de Buenos Aires aparecen en el libro junto al dibujo de una de las esquinas históricas del barrio de La Boca, Suárez y Necochea, punto cero del tango. El ritmo del 2 por 4 le atraía tanto que dictó conferencias y escribió el libro con canciones Para las seis cuerdas. Astor Piazzolla las musicalizó y Edmundo Rivera les dio voz en un disco legendario por su singularidad: El tango.

Borges perdió por completo la visión en 1955, el año en que fue nombrado director de la Biblioteca Nacional. “A partir de la ceguera él construyó un personaje. Ya no se ve en el espejo, ve a otro Borges que recuerda. Borges es un hermoso laberinto”, lo describe Rep, quien asegura que le gusta retratarlo de anciano, con la mirada acuosa y apoyado en un bastón. Junto a los laberintos, uno de los símbolos favoritos borgeanos, aparece también la cábala, el tigre y el reloj de arena.

Su madre, sus dos esposas —Elsa Astete y María Kodama—, sus amigos más cercanos, escritores coetáneos y los que tuvieron una influencia decisiva en su vida desfilan por la biografía ilustrada a través de breves diálogos y anécdotas. Ahí están las tertulias hasta el amanecer con el escritor Macedonio Fernández en el bar La Perla, sus elogios al poeta Evaristo Carriego por “cantar al barrio”, la rivalidad eterna con Ernesto Sabato y la comunión absoluta con Adolfo Bioy Casares, de la que nació un escritor ficcional de cuatro manos, H. Bustos Domecq.

Apoyo a las dictaduras

La biografía indaga también en sus sombras, en especial el respaldo a las dictaduras sudamericanas, que posiblemente le costó el premio Nobel. “Borges apoyó la dictadura [argentina] del 55 [que derrocó a Juan Domingo Perón] y después la del 76 porque tenía esa noción de lo militar asociado a lo épico”, señala Abdala. En 1976, con el país sumido en una crisis política y económica y una violencia in crescendo, el escritor, antiperonista visceral, agradeció a Videla haber salvado a Argentina “del oprobio, el caos y la abyección”. Poco después, viajó a Chile y se fotografió también con el dictador Augusto Pinochet.

Cuando las noticias de los secuestros, las torturas y las desapariciones realizadas por el régimen militar dieron la vuelta al mundo y Borges las escuchó de boca de las Madres de Plaza de Mayo, pidió perdón. “Me equivoqué”, admitió en 1980. “Ahora no apoyaría a los militares. No todos los muertos serían invariablemente inocentes, pero tendrían que haber tenido el derecho a ser juzgados”.

Con el regreso de la democracia, Borges asistió al Juicio de las Juntas en 1985 y recogió en una crónica publicada en EL PAÍS el testimonio de uno de los supervivientes del horror: “Esperaba oír quejas, denuestos y la indignación de la carne humana interminablemente sometida a ese milagro atroz que es el dolor físico. Ocurrió algo distinto. Ocurrió algo peor. El réprobo había entrado enteramente en la rutina de su infierno. Hablaba con simplicidad, casi con indiferencia, de la picana eléctrica, de la represión, de la logística, de los turnos, del calabozo, de las esposas y de los grillos”.

Un año después, murió y fue enterrado en Ginebra, la ciudad de su adolescencia, a la que regresó enamorado. “Que a ningún argentino, por favor, se le ocurra repatriarme: mi patria son los libros y en ellos tengo la ilusión de que estaré siempre vivo”, pidió Borges. Su viuda, Kodama, fue una feroz guardiana de los derechos de su obra y de ese último deseo del argentino más universal.

lunes, 2 de diciembre de 2024

Humor negro.

 ¿Por qué se suicidó Hitler? Le llegó la factura del gas. 


Si Hitler mató a seis millones de judíos y a un perro, ¿por qué a un perro? -Porque a nadie le importan los judíos.


¿Por qué cuesta tanto trabajo cocinar vegetales? Porque las sillas de ruedas no caben en el horno.


¿Con cuántas patatas se mata a un irlandés? Con ninguna.


¿Por qué no tiran una bomba atómica en África? Porque no encuentran blanco.


¿Por qué una niña sin piernas no puede jugar al fútbol? Porque es mujer.


-¿Sabes a qué juegan los niños en Siria?

- A la pelota.

- No, al Buscaminas.


Tienes que acabar de decir los superhéroes :

El que vuela : super-man

El que nada : aqua-Man 

El que explota: Musul-man


¿Sabes por qué en la cárcel hay que tenerle más miedo al tío blanco que al tío negro?

Porque el blanco sí es culpable.


¿Puede bajar Pepito a jugar al fútbol?

¡Pero si no tiene piernas ni brazos!

-Ya, pero se nos ha pinchado el balón.


¿Por qué la torre de Pisa está inclinada? Porque tuvo más reflejo que las gemelas.


La vida es como los curas... nunca sabes qué te va a tocar.


Si es verdad que hay tanta chatarra en el espacio, hubiera habido más astronautas gitanos.


¿Sabes por qué iban tan de buena gana los judíos al exterminio? Porque el billete del tren era gratis.


-Jo, mamá, en el colegio me llaman tontolnabo.

-¿Y a mí qué, hijo?

-A ti puta.


-¡Mamá, mamá, en el colegio me dicen huérfano...! ¿Mamá? 

La justicia en España sigue directrices políticas

 Martín Contreras, 'Martín Pallín: “Estamos ante un golpe de Estado judicial permanente”'. en Infolibre (30-XI-2024):

 Para el magistrado, la estrategia de la oposición tiene un objetivo: “la pieza a cazar es el presidente de Gobierno”

 Considera que acciones como la de “registrar todo el material del fiscal general de Estado es una irresponsabilidad”

José Antonio Martín Pallín (A Coruña, 1936) se jubiló en 2006 tras una extensa carrera como fiscal y magistrado en la sala segunda del Tribunal Supremo. Sin embargo, su labor continúa siendo incesante como divulgador y analista de la realidad jurídica, cada vez más con más peso en la actualidad política tanto en España como en otros muchos países. Martín Pallín desarrolla además una continuada labor de reparación democrática. Acaba de presentar una querella contra Juan Carlos I junto a un grupo de juristas, filósofos y periodistas donde alega que la regularización fiscal que realizó el anterior monarca no fue correcta y, por tanto, no está exonerado penalmente. Igualmente, ha presentado el informe de la Comisión ciudadana por la verdad en las residencias de Madrid sobre los protocolos de la comunidad presidida por Isabel Díaz Ayuso que impidieron recibir atención médica a las personas enfermas de covid ingresadas en estos centros.

Causa contra el hermano del presidente Sánchez

“Creo que estamos ante lo que se puede definir rotundamente, y lo afirmo, como un golpe de Estado judicial permanente. Esto desborda toda la racionalidad que se puede admitir dentro de un sistema democrático. Lo del hermano [de Pedro Sánchez, imputado en supuestas irregularidades en su puesto de trabajo ajeno a la política] ya es como para quitarle el título a la jueza que lo ha puesto en marcha. Lo que aparece es que se adjudica una plaza a una persona que, al parecer, no tiene méritos suficientes y hay otros aspirantes que sí lo tienen. Casi desde el siglo XIX esto es de lo contencioso administrativo. Es decir, los perjudicados, si creen que tenían derecho, siempre han ido a lo contencioso administrativo que luego les daba la razón o no, pero nunca en la vida ha tenido contenido penal. Esta instancia es la última a la que se debe acudir para solucionar un conflicto”.

Instrucción del juez Peinado

“Me parece que es se está incurriendo en una decisión arbitraria y poco justificada. En primer lugar, se admite una denuncia de un pseudo sindicato que para mí no tiene ningún contenido penal. La esposa del presidente desde hace muchos años, mucho antes de que fuera Sánchez jefe del Ejecutivo, viene desempeñando actividades relacionadas con la enseñanza. Está en una cátedra que, según los estatutos de la Complutense, dice que se puede ser codirectora con cualquier cargo. ¿Dónde está la actividad delictiva? Yo no la veo por ningún lado.

Peinado está estirando la causa hasta extremos verdaderamente preocupantes en cuanto a administrar justicia imparcial. Ahora va a llamar a declarar a un cargo intermedio de Moncloa, que parece que puso un correo contactando con alguien. Le ha llamado como testigo, pero me atrevo a decir y pronosticar que va a salir como imputada. Esto ya roza algo que suena muy fuerte pero que es una actividad arbitraria e injusta. Eso nunca lo puede hacer un juez”.

Registros al fiscal general del Estado

“Se le está acusando de un delito contra la intimidad, que es el artículo 197, y lo dicho no vulnera en absoluto la intimidad de una persona ni pone en peligro su derecho de defensa. Luego, no existe delito por ningún lado. Encima lo ha hecho el Tribunal Supremo, lo cual es mucho más grave. Y luego, ha ordenado entrar en el despacho del fiscal general del Estado y llevarse no solamente su teléfono y volcarlo, sino toda la información que existe y tiene en sus manos el fiscal general del Estado, que procede de las 50 fiscalías de España, de la Fiscalía Anticorrupción, de la Fiscalía Nacional, es decir, hechos relacionados con narcotráfico, incluso con terrorismo. Habrá información seguramente del CNI. Esto me parece de una gravedad y de una irresponsabilidad que habría que ponderar si realmente ese juez no se ha excedido hasta el punto de vulnerar derechos fundamentales”.

El objetivo final de estos procesos

“Se da la circunstancia de que la Fiscalía responde porque el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, MAR, algunos le llaman el Pigmalión Barbudo, dijo que la pareja de Ayuso, Alberto González Amador, estaba en tratos de conformidad y que el fiscal general del Estado se había opuesto. Eso es rotundamente falso. Y claro, dice su estatuto que la Fiscalía tiene el deber de informar a la ciudadanía así que hizo una nota diciendo que no era verdad. Contó que el abogado de la pareja de Ayuso se había dirigido al fiscal, pero seamos sinceros, la pieza a cazar, empleemos ese término cinegético, no es el fiscal, sino el presidente del Gobierno. La tarea de muchos de la derecha carpetovetónica es derribar a Sánchez. Estoy seguro de que en el extranjero este registro se ve como algo muy llamativo. A mucha gente le hace falta cruzar los Pirineos”.

Futuro de los procesos políticos

“Realmente pienso que la operación no va a parar sino que va a seguir. Me atrevo a asegurar que la siguiente investigada va a ser Teresa Ribera. Van a seguir a con más ministros hasta que alguien le ponga coto a esto. Entre ellos está el Consejo General del Poder Judicial, que está teniendo un sonoro silencio. Y algunas asociaciones judiciales. Sé que Jueces para la Democracia, a la que yo he pertenecido, solo emitió un comunicado sobre la entrada en el despacho del fiscal general del Estado. Pero hay que salir al paso de esto porque si no, ya no es que haya un riesgo de ruptura política y democrática sino de credibilidad de los ciudadanos en la justicia. Y si en un país no hay credibilidad por parte de los ciudadanos en el aparato de la justicia, ya no en un juez concreto, la democracia está en peligro”.

El juez Eloy Velasco e Irene Montero

“La intervención de un juez fuera de su actividad jurisdiccional está amparada por el principio de libertad de expresión. Yo, además, no sería el más indicado para negarlo. Llevo miles de conferencias desde hace muchos años. Nunca, nunca podemos trasladar la ideología a una resolución judicial, como por ejemplo ha hecho el Tribunal Supremo, planteando la cuestión de inconstitucionalidad sobre la Ley de Amnistía. Eso lo puede usted pensar como ciudadano, pero no lo puede poner en una resolución judicial. En el caso del juez Eloy Velasco, estaba actuando como ciudadano en una conferencia y denota un poco la mentalidad del personaje. Dijo que el gobierno era ilegítimo, en el sentido de que no era del partido más votado y eso ya es muy grave en una democracia. Y respecto a Irene Montero, se retrata a sí mismo. Yo creo que una persona que dice eso a lo mejor no sirve ni para cajero de un supermercado”.

Estado de la judicatura

“Hay 5.300 o más jueces y juezas. No podemos decir que todo el Poder Judicial o la carrera judicial es de derechas. Hay mucha gente, creo que alrededor del 50%, que no forma parte de ninguna asociación con un sesgo político. Cuando antes decía que estamos ante un golpe judicial permanente, me refería a un sector de la judicatura, por supuesto, no a toda la judicatura. Este golpismo ya había empezado con Podemos. No olvidemos que entre ese partido y Ada Colau han tenido unas cuarenta o cincuenta querellas. Ahí el objetivo era destruirles. Ahora se va a por la presidencia del Gobierno para que dimita y convoque elecciones. Eso ya es un golpe de Estado a la boliviana con todos sus componentes”.

Comisión Ciudadana por la Verdad en las Residencias

“Se ha hecho desgraciadamente famosa la cifra oficial de 7291 muertos en las residencias durante el covid. Hubiera habido muertes de todas maneras, como es lógico, pero en gran parte se debieron a unos protocolos que impedían que personas sin movilidad, en silla de ruedas, si estaban en una residencia fueran derivados a un hospital para el tratamiento, también a personas con capacidad cognitiva disminuida. Todo eso está documentado y firmado. No pueden desmentirlo. El 65% de las personas mayores que fueron derivadas a los hospitales porque tenían seguro privado o porque, estando fuera de las residencias pudieron acceder, salvaron la vida. Se podían haber salvado a cerca de 4.000 personas. Los familiares han emprendido una vía que creo que tiene posibilidades. Han presentado en Fiscalía una denuncia amplísima porque estiman que los protocolos no solo fueron una barbaridad jurídica y científica, como dicen los expertos, sino que supusieron una discriminación por razón de edad y eso es un delito en el Código Penal”.

Desatención a los y las residentes

 “La Comunidad de Madrid creó un mando único de hospitales públicos y privados. Consta que los hospitales privados tenían camas de sobra para aceptar la derivación de esas personas. Pero, repito, si no tenían seguro privado tenía que pagar la Comunidad. La otra alternativa que sostienen los expertos era la medicalización de todas las residencias. Es decir, que en vez de llevarse cerca de 1.500 o 1.600 sanitarios al llamado Hospital Milagro de Ifema, esos médicos deberían haber ido a las residencias. A las residencias creo que fueron 60 y tantos. Todo esto está constatado. Quiero resaltar la labor de Alberto Reyero, consejero de Servicios Sociales, que se opuso a los protocolos y que ha denunciado que lo que se estaba haciendo era una verdadera aberración y barbaridad médica, jurídica, política y humana”.

Querella contra Juan Carlos I

“En marzo de 2022 la fiscalía termina una amplia información sobre todas las actividades delictivas que se imputaban a Juan Carlos I, algunas prescritos y otras amparados por la inviolabilidad. Llega la abdicación el 19 de junio de 2014 y pierde la inviolabilidad y pasa a ser un aforado. Las declaraciones tributarias del 2014 al 2018 muestran que hay fraude. El representante del reino aquí considera que la regularización que hizo es válida. Nosotros, con el propio texto de la Fiscalía -no lo tocamos- solo utilizamos el relato de hechos de la Fiscalía, llegamos a la conclusión de que la regularización no es válida. Porque se hizo cuando ya sabía que la Fiscalía le estaba investigando por hechos tributarios. Y ese es el núcleo de la querella. Sostenemos que la regularización no es correcta y, por tanto, existe delito”.

El fondo del asunto

“Aparte de argumentos jurídicos, hay argumentos políticos de peso en una sociedad democrática. Las actividades delictivas del jefe del Estado o del rey tienen que ser perseguidas e investigadas. No compartimos el criterio de la inviolabilidad. Pero cuando ya se ha perdido... hay una frase de Cicerón que dice que enriquecerse a costa de un cargo público no solamente es vergonzoso, sino que es impío contra la patria. No estimábamos que nuestra democracia podía soportar impasible ver cómo salía indemne de toda esa actividad delictiva. En el sistema de un Estado de derecho democrático los únicos que pueden absolver o condenar son los tribunales y por eso hemos puesto la querella. Para que sea un tribunal de justicia, en este caso la Sala Segunda del Tribunal Supremo, porque está aforado, la que, si la admite, diga si es delito".

sábado, 30 de noviembre de 2024

El mito anglosajón de la coexistencia feliz el día de Acción de Gracias

Alonso Martínez, "Día de Acción de Gracias, ‘Thanksgiving’ y los nativos americanos: una historia complicada", en El País, 28-XI-2024.

Para muchos nativos, Acción de Gracias es un día de luto y protesta, por lo que han desarrollado sus propios eventos para esa fecha

Hay un cuento común que los estudiantes estadounidenses escuchan sobre la primera celebración de Thanksgiving: un grupo de nativos americanos amistosos dio la bienvenida a los peregrinos al continente, les enseñó cómo vivir y se sentó a cenar con ellos. Sin embargo, David Silverman, experto en la historia de esta población, afirma que esta historia de Acción de Gracias es un mito. En primer lugar, casi nunca se identifica a la tribu implicada y, según el mito, “entregan América a los blancos para que puedan crear una gran nación dedicada a la libertad, las oportunidades y el cristianismo para que el resto del mundo se beneficie. Se trata de nativos que ceden al colonialismo”, sostiene Silverman en su libro This Land Is Their Land, o Esta tierra es su tierra. La verdad es otra.

Los colonos, conocidos como peregrinos, llegaron en 1620 a lo que hoy es Plymouth, Massachussets, que había sido abandonado por la mayoría de los nativos Patuxet debido a un brote de enfermedad. Tras un duro invierno que cobró la vida de la mitad de los colonos —que no pudieron adaptarse a la tierra—, el último Patuxet superviviente, Tisquantum (también conocido como Squanto), ayudó a los peregrinos enseñándoles a pescar anguilas y a cultivar maíz. Sirvió de intérprete hasta que sucumbió a la misma enfermedad que acabó con su tribu. El líder de la tribu de los Wampanoag, Massasoit, que también vivía en los alrededores, proporcionó alimentos a los colonos durante el difícil primer invierno.

Los peregrinos celebraron su primera cosecha en 1621, probablemente entre el 21 de septiembre y el 11 de noviembre, con 50 pasajeros del Mayflower (el barco en el que llegaron a América desde Inglaterra) y 90 nativos americanos. Este banquete —que fue preparado por las mujeres peregrinas y los sirvientes— inicialmente no se identificó como Acción de Gracias, pero inspiro la celebración que hoy día se lleva a cabo el cuarto jueves del mes de noviembre.

Según algunos relatos, aquella primera cosecha estaba destinada a los peregrinos, pero los nativos americanos se unieron a la fiesta tras oír los disparos de celebración y aportaron sus propios alimentos. Sin embargo, Paula Peters, historiadora de los Mashpee Wampanoag de Cape Cod (Massachusetts), sostuvo lo siguiente en una entrevista con The Guardian: “Los Wampanoag no estaban invitados”. Señala relatos de colonos que dicen que los peregrinos (también llamados separatistas) celebraban su primera cosecha mientras disparaban sus mosquetes, lo que provocó que “90 Wampanoag llegaran para la guerra”. Sin embargo, tras saber que no iban a enfrentarse en una batalla, “se quedaron para una comida tensa y diplomática que pudo o no incluir pavo”.

A pesar de la festividad, la relación entre ambas sociedades se deterioró más tarde y culminó en una de las guerras “más horribles de las que se tiene registro”, la Guerra del Rey Felipe, según Silverman. En los años siguientes, los colonos cometieron masacres contra tribus nativas como los Pequot, y también asaltaron tumbas Wampanoag y les robaron comida para sobrevivir durante sus primeros años en el continente. Esta es la razón por la que los nativos americanos no ven Thanksgiving como una celebración, sino como un día de luto, para recordar lo que algunos llaman el genocidio de las tribus nativas en América.

Día Nacional de Luto

El Día Nacional de Luto es una manifestación anual que pretende educar al público sobre los nativos americanos en Estados Unidos y disipar los mitos que rodean la historia de Acción de Gracias en Estados Unidos, así como concienciar sobre las luchas a las que se enfrentan las tribus nativas americanas.

En 1970, la Commonwealth de Massachusetts organizó una celebración conmemorativa de Acción de Gracias con motivo del 350 aniversario del desembarco del Mayflower. Los organizadores invitaron a Frank “Wamsutta” James, líder de la tribu Wampanoag de Gay Head y presidente de la Liga India Oriental Federada, a hablar en el acto. Sin embargo, tras revisar su discurso, le informaron de que no le permitirían pronunciarlo tal y como estaba escrito, y le proporcionaron otro redactado por su equipo de relaciones públicas.

James, en cambio, dio su discurso en Cole’s Hill, en Plymouth, Massachusetts, junto a una estatua de Massasoit Sachem (también conocido como Ousamequin), que era el líder de los Wampanoag a la llegada de los peregrinos y que formó una alianza con los colonos en la colonia de Plymouth. Allí describió la perspectiva de los nativos americanos sobre las celebraciones de Acción de Gracias. El discurso incluía la siguiente declaración: 

Hemos perdido nuestro país. Nuestras tierras han caído en manos del agresor. Hemos permitido que el hombre blanco nos mantenga de rodillas. Lo que ha ocurrido no puede cambiarse, pero hoy debemos trabajar por una América más humana, una América más india, donde los hombres y la naturaleza vuelvan a ser importantes; donde prevalezcan los valores indios del honor, la verdad y la fraternidad (...) Ahora, 350 años después es el comienzo de una nueva determinación para el americano original: el indio americano”.

National Day Of Mourning

Tras el acontecimiento, se colocó una placa en Cole’s Hill, en Plymouth, con el siguiente mensaje:

 “Desde 1970, los nativos americanos se reúnen a mediodía en Cole’s Hill, en Plymouth, para conmemorar un Día Nacional de Luto en la festividad estadounidense de Acción de Gracias. Muchos nativos americanos no celebran la llegada de los peregrinos y otros colonos europeos. Para ellos, el Día de Acción de Gracias es un recordatorio del genocidio de millones de su pueblo, el robo de sus tierras y el asalto implacable a su cultura. Los participantes en el Día Nacional de Luto rinden homenaje a los antepasados nativos y a la lucha de los pueblos indígenas por sobrevivir en la actualidad. Es un día de recuerdo y conexión espiritual, así como de protesta contra el racismo y la opresión que siguen sufriendo los indígenas estadounidenses”.

Este acontecimiento anual está organizado por los Indios Americanos Unidos de Nueva Inglaterra.

Unthanksgiving Day (Día de No Acción de Gracias)

La Ceremonia del Amanecer de los Pueblos Indígenas, también conocida como Unthanksgiving Day, es un acto que se celebra en la isla de Alcatraz, en la bahía de San Francisco. Se conmemora el mismo día que Acción de Gracias y el Día Nacional de Luto desde 1975 para recordar un acto de protesta celebrado en 1969, en el que el Alcatraz-Red Power Movement, un movimiento social liderado por jóvenes nativos americanos, ocupó la isla.

En 1969, los miembros nativos americanos del Movimiento Alcatraz-Red Power, que formaban parte del grupo Indios de Todas las Tribus (IAT, por sus siglas en inglés), ocuparon la isla de Alcatraz basándose en el Tratado de Fort Laramie de 1868, que asignaba tierras excedentes del Gobierno a los nativos americanos. La ocupación duró 19 meses, desde el 20 de noviembre de 1969 hasta el 11 de junio de 1971, cuando el Gobierno puso fin a la misma por la fuerza. Esto inspiró las protestas del Movimiento Indio Americano (AIM). Miembros del AIM pintaron de rojo Plymouth Rock durante una protesta por Acción de Gracias en 1970, lo que llevó a la instauración del Día Nacional de Luto. El acto está organizado por el Consejo Internacional de Tratados Indios.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Hermanitas de la caridad

 Un hombre va conduciendo por una carretera y de pronto ve un letrero que dice:

"CASA DE PUTAS DE LAS HERMANITAS DE LA CARIDAD, 20 KM".

Imagina que ha leído mal y sigue conduciendo, pero al rato ve otro letrero:

"CASA DE PUTAS DE LAS HERMANITAS DE LA CARIDAD, 10 KM"

- "Imposible", piensa el hombre y sigue conduciendo.

Al rato aparece otro letrero: "CASA DE PUTAS DE LAS HERMANITAS DE LA CARIDAD, PRÓXIMA SALIDA A LA DERECHA"

Preso de la curiosidad, en lugar de seguir su camino, el hombre toma el desvío indicado que por una carretera solitaria le lleva a un aparcamiento al lado de lo que parece un convento.

Aparca su coche, se dirige al convento y en él hay otro letrero:

"CASA DE PUTAS DE LAS HERMANITAS DE LA CARIDAD"

Sin más espera, el hombre llama a la puerta, y le abre una anciana monja.

- Buenas tardes, hijo mío, ¿qué deseas?

- Vengo por lo del anuncio de la carretera- responde el hombre algo nervioso.

- Pase hombre de Dios, siga por ese pasillo, al fondo verá una puerta con una luz roja, entre y le indicarán.

- Gracias- responde el hombre.

Sigue las indicaciones de la monja y al llegar a la puerta de la luz roja, llama y otra monja más joven le abre.

- Buenas tardes, hombre de Dios, ¿qué desea?

- Vengo por lo del anuncio en la carretera.

- Bien, pase y deposite en el cepillo de esa mesa la cantidad de 60 EUROS

El hombre introduce el dinero en el cepillo.

-Ahora diríjase a la puerta verde y siga el pasillo, hasta la última puerta.

El hombre abre la puerta verde y empieza a caminar, al llegar a la última puerta la abre y se encuentra en el aparcamiento donde había dejado el coche.

Se da la vuelta sorprendido y encuentra otro letrero:

"VE CON DIOS, POR CALENTURIENTO, ACABAN DE JODERTE LAS HERMANITAS DE LA CARIDAD"

Silencio y solipsismo

 "La habitación estaba en calma. Y había un silencio tan grande que por un momento pensé que me había quedado sordo" (Detour / El desvío, 1945)

"Cuando vives fuera de la ley, tienes que suprimir la deshonestidad", (The Lineup, 1958).

"Sicilianos y españoles, de sangre caliente y prontos a odiar" (Algiers, 1938)

"Si se nos dio el don del habla para decir lo que pensamos, también se nos dio el cerebro para pensar lo que decimos" 

sábado, 23 de noviembre de 2024

Luis Cernuda, Niño muerto

Luis Cernuda: NIÑO MUERTO

29 septiembre, 2017, Jose Lobo

El 22 de mayo de 1937, a bordo del transatlántico Habana, llegaron al puerto de Southampton (Inglaterra) 3800 niños vascos, evacuados de la ciudad sitiada de Bilbao. Soportaban la triste fortuna de huir de la guerra, porque los necesitados y los miserables sólo pueden esperar la suerte de alejarse de sus familias y de sus tierras para encontrar en lugares ajenos una ventana desde la que mirar al horizonte.

Los niños más dañados por la tragedia española, los que habían perdido a sus padres en los bombardeos en las trincheras, fueron acogidos de manera especial en la residencia de Lord Farringdon. Luis Cernuda trabajó allí, dedicando los primeros momentos de su exilio a la tarea imposible de salvar infancias destruidas.

Cernuda hizo amistad con un muchacho llamado José Sobrino, que después de una muerte pudorosa y dignísima se convirtió en protagonista de uno de los poemas más conmovedores de «Las Nubes».

Era un adolescente de 14 ó 15 años, muy listo, capaz de aprender inglés en unos meses y de destacar en los estudios. Cuando Lord Farrington, asombrado por su inteligencia, pensó en mandarlo a un colegio prestigioso de los que santifican la superioridad cultural de las élites, José Sobrino sólo tuvo una respuesta: “mi padre trabajó en los altos hornos y en los altos hornos trabajaré yo”.

La lealtad a sus recuerdos impedía cualquier alejamiento íntimo de su familia y de su clase. Hay cosas que no pueden destruir las bombas, dignidades que están a salvo incluso de la muerte. Cuando enfermó de leucemia y supo que iba a morir, aceptó la desgracia con un temple que pocas veces suelen alcanzar los patriotas con el pecho alicatado de medallas.

Un cura católico, preocupado por la salvación de su alma, intentó varias veces confesarlo y darle la comunión. Ante las negativas del muchacho, el cura le suplicó que por lo menos mirase el crucifijo que le ofrecía. José Sobrino accedió, lo observó unos segundos y contestó: “rediós, qué feo es”.

José Sobrino despidió al sacerdote y rogó que llamaran a Luis Cernuda. Hablaron de la soledad, de los recuerdos, de la generosidad y mezquindad humana, de las ciudades destruidas por la guerra, de su padre, de lo que significa vivir, de lo que supone la muerte.

Una serenidad triste y firme se apoderó de la habitación. Dos soledades se hicieron compañía, sin rebajas, sin mentiras, sin falsas ilusiones, con el nudo en la garganta que queda en uno mismo cuando decide ser más fuerte que el propio desconsuelo.

El muchacho le pidió a Cernuda que le recitara algún poema, tal vez uno de esos poemas que nacen del orgullo herido y del empeño de responder con dignidad a las crueldades irreparables.

Al terminar Cernuda de leer, José Sobrino agradeció el poema y le dijo: “Ahora, por favor, no se marche, pero me voy a volver hacia la pared para que no me vea morir”.

No se trató de un último juego, ni de una broma desesperada. Tardó poco en quedarse muerto de cara a la pared.

El poeta comprendió su pudor, la intimidad de una situación que pertenece a la propia raíz de nuestra vida, la negación a convertirnos en un espectáculo cuando dejamos de ser nosotros mismos. El respeto y el silencio son un equipaje imprescindible a la hora de ofrecer los cuidados de la verdadera compañía.

(Narración de los hechos realizada por Luis García Montero)

Luis Cernuda, como se indicaba en la introducción, escribió esta elegía que le dedicó con el título de ‘Niño Muerto’:

NIÑO MUERTO

Si llegara hasta ti bajo la hierba

joven como tu cuerpo, ya cubriendo

un destierro más vasto con la muerte,

de los amigos la voz fugaz y clara,

con oscura nostalgia quizá pienses

que tu vida es materia del olvido.


Recordarás acaso nuestros días,

este dejarse ir en la corriente

insensible de trabajos y penas,

este apagarse lento, melancólico,

como las llamas de tu hogar antiguo,

como la lluvia sobre aquel tejado.


Tal vez busques el campo de tu aldea,

el galopar alegre de los potros,

la amarillenta luz sobre las tapias,

la vieja torre gris, un lado en sombra,

tal una mano fiel que te guiara

por las sendas perdidas de la noche.


Recordarás cruzando el mar un día

tu leve juventud con tus amigos

en flor, así alejados de la guerra.

La angustia resbalaba entre vosotros

y el mar sombrío al veros sonreía,

olvidando que él mismo te llevaba

a la muerte, tras un corto destierro.


Yo hubiera compartido aquellas horas

yertas de un hospital. Tus ojos solos

frente a la imagen dura de la muerte.

Ese sueño de Dios no lo aceptaste.

Así como tu cuerpo era de frágil,

enérgica y viril era tu alma.


De un solo trago largo consumiste

la muerte tuya, la que te destinaban,

sin volver un instante la mirada

atrás, tal hace el hombre cuando lucha.

Inmensa indiferencia te cubría

antes de que la tierra te cubriera.


El llanto que tú mismo no has llorado,

yo lo lloro por ti. En mí no estaba

el ahuyentar tu muerte como a un perro

enojoso. E inútil es que quiera

ver tu cuerpo crecido, verde y puro,

pasando como pasan estos otros

de tus amigos, por el aire blanco

de los campos ingleses, vivamente.


Volviste la cabeza contra el muro

con el gesto de un niño que temiese

mostrar fragilidad en su deseo.

Y te cubrió la eterna sombra larga.

Profundamente duermes. Mas escucha:

Yo quiero estar contigo; no estás solo.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Entrevista a José Mujica, expresidente de Uruguay

José ‘Pepe’ Mujica: “Le pido a la vida que me permita seguir ladrando un poco”

A los 89 años, el expresidente de Uruguay ha vencido al cáncer. En esta entrevista con EL PAÍS, realizada en su casa rural de Montevideo, donde aún se recupera de las secuelas del tratamiento, habla de la vida y la muerte, el rencor, la felicidad y su legado político

Entrevista con Pepe Mujica

Rincón del Cerro (Montevideo), El País, 17 nov 2024

En una tarde de 1970, José Pepe Mujica conversa con otros hombres en una mesa del bar La Vía de Montevideo. Un parroquiano reconoce que son guerrilleros Tupamaros y los delata. La policía rodea el lugar. Mujica recibe seis disparos. En el Hospital Militar lo atiende un cirujano que “era un compañero, un tupa por abajo”. “Me da un balde de sangre y me salva. Es como para creer en Dios”, dice Mujica. 54 años después, está sentado en el pequeño salón de su casa rural de Rincón del Cerro, a 15 kilómetros de la ciudad, rodeado de libros, pequeñas esculturas, cuadros y fotografías. Hay una estufa a leña, un televisor pequeño y un par de sillas dispares. Una luz blanca cuelga del techo. Sobre una mesilla hay un vaso de agua y pañuelos de papel. Mujica se levanta la camisa celeste y muestra la gasa que cubre el orificio por donde lo alimentan. “Él es tan raro… Tiene nueve tiros. Cuando le pusieron el cañito encontraron el agujero de un viejo balazo y se lo pasaron por ahí”, dice su esposa, Lucía Topolansky, exvicepresidenta, senadora y diputada.

Mujica se recupera de un cáncer de esófago. “Me dieron 31 bombazos [de rayos] a las siete de la mañana todos los días. Lo hicieron mierda [al cáncer], pero me dejaron un agujero así [con los dedos dibuja un círculo grande como una naranja]. Ahora el agujero se tiene que rellenar y yo soy un viejo, tengo 89 años. Hasta que no esté tapado no puedo comer. Hay que mimosearlo hasta que endurezca”.

No oculta su mal humor por las secuelas de la enfermedad, que lo dejan “sin energía”. Pero minutos después será el Mujica de siempre, el político y el filósofo. Un anciano vivaz que mira fijo con sus ojos claros pequeños y a quien es imposible no escuchar con cierto embeleso. Él mismo se define como “un bicho raro” aunque, en tiempos donde abundan los estilos estridentes de los Donald Trump, los Javier Milei y los Jair Bolsonaro, escuchar a Mujica resulta un bálsamo: compone con las palabras, elige los tonos, mide las intensidades.

“En el fondo soy un campesino”; “le di un sentido a mi vida, moriré feliz”; “tengo el destino de la vanguardia”; “la cultura es hija del boludeo”; “me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo”. Mujica dispara frases como aforismos durante la conversación; dos horas en las que hablará de las elecciones presidenciales en su país, de los jóvenes, de sus colegas presidentes, de la extrema derecha y la izquierda, del rencor y de la muerte. Y también de la felicidad. “Le vamos a sacar fotografías mientras habla. ¿Le molesta?”, le preguntamos. “Más me sacó la policía”, responde con picardía.

Pregunta. ¿En algún momento de la vida se le pierde el miedo a la muerte?

Respuesta. La muerte es una señora complicada, que no perdona, que está siempre ahí. Pero, si no existiera la muerte, la vida no sería tan sabrosa, sería un aburrimiento. La muerte hace de la vida una aventura. El único milagro que hay en el mundo para cada uno de nosotros es haber nacido. ¿Por qué? Porque había 40 millones de probabilidades de que naciera otro y te tocó a vos. Pero como vivir es cotidiano, no le damos valor. Es la cosa más valiosa, la aventura de estar vivo. La gran pregunta es en qué gastamos el tiempo en nuestra vida. Porque si se nos va... ¿Cuál es el sentido de nuestra vida? Esa es la gran pregunta personal.

P. ¿Encontró el sentido de la suya?

R. Yo me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo, pero estuve entretenido. Y he generado muchos amigos y muchos aliados en esa locura de cambiar el mundo para mejorarlo. Y le di un sentido a mi vida. Me voy a morir feliz, no por morirme sino por dejar una barra que me supera con ventaja. Nada más. No tuve una vida al pedo, porque no gasté mi vida solo consumiendo. Gasté soñando, peleando, luchando. Me cagaron a palos y todo lo demás. No importa, no tengo cuentas para cobrar. Con Lucía gastamos nuestra juventud en toda esta aventura de vivir.

La actualidad política es la adrenalina de Mujica. Por eso no puede evitar referirse a las elecciones. Se lanza sobre el asunto casi sin que le pregunten. Uruguay elegirá presidente el 24 de noviembre, en una segunda vuelta entre el conservador Álvaro Delgado, apadrinado por el presidente, Luis Lacalle Pou, y el candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, el hombre de Mujica que se quedó con la primera vuelta con el 44% de los votos. “Podemos ganar. No es fácil, pero podemos ganar porque tenemos un buen candidato. Hicimos una buena campaña”, dice.

P. ¿Qué piensa de figuras ultras como Trump, Milei o Bolsonaro?

R. Lo de ellos es la culminación de la prédica ultraliberal que se transforma en libertaria. Si el liberalismo es eso, es una mugre. El liberalismo nos trajo el espíritu de relaciones adultas, de respeto a vivir con diferencias; creó una cultura. Ellos reducen el liberalismo a un recetario económico.

P. ¿Se puede frenar el avance de la ultraderecha?

R. La clave está en la moral. El problema es que nos toca vivir una época consumista, donde pensamos que triunfar en la vida es comprar cosas nuevas y pagar cuotas. Con lo cual estamos construyendo sociedades auto explotadas. Porque vos terminás, tenés un trabajo y te inventás otro porque necesitas más plata. Tenés tiempo para trabajar, pero no para vivir. El mundo está muy lejos de una sobriedad que le garantice tiempo libre para vivir. En mi país somos tres millones e importamos 27 millones de pares de zapatos. Ni que fuéramos ciempiés, es de locos. ¿Nacimos para trabajar nomás? Vos sos libre cuando haces con tu vida lo que a vos se te antoja, que de repente es boludear. ¿Entendiste? Porque la cultura es hija del boludeo.

Para llegar a la chacra de Mujica hay que tomar una carretera de cuatro carriles, luego un camino asfaltado estrecho y enseguida uno de tierra. A unos 200 metros, a mano izquierda, está el Quincho de Varela, punto de reunión de los militantes del Movimiento de Participación Popular, el MPP; más adelante, la escuela rural construida con el dinero que Mujica donó de su salario como presidente. Una tranquera de madera oculta entre las plantas abre a un sendero arbolado. A la derecha, el banco de tapitas de gaseosa en el que sentó en 2015 al rey Juan Carlos. “Tuviste la desgracia de ser rey, te pusieron arriba de un florero”, le dijo entonces. A la izquierda, una galería oscura repleta de cajones con maíz protege la puerta de la casa. La sala donde Mujica pasa la mayor parte del día tiene unos dos metros de ancho por cuatro de largo. Una biblioteca atiborrada la separa de una cocina de campo donde hay una mesa grande con cuatro sillas. Topolansky habla allí por teléfono con alguien a quien da indicaciones sobre cuestiones políticas y su conversación se mezcla con la entrevista. Donde ahora está el sillón de Mujica hubo hasta hace unos días una cama de hospital. “En la habitación no entraba”, dirá más tarde Topolansky.

P. Usted encontró la felicidad en vivir con muy poco…

R. En vivir con sobriedad, porque cuanto más tenés, menos feliz sos.

P. Pero el mundo parece ir en sentido contrario.

R. El mundo va hacia el híper consumo, porque está regido por una ley: multiplicar el consumo de la gente, porque eso es lo que asegura la acumulación. Compre esto, compre lo otro. Nos bombardean, el marketing es un veneno. Te domina, compre esto, compre lo otro. Y eso no es vivir.

P. ¿Y qué es vivir?

R. Vivir es amar, es tener el placer de estar al pedo [perdiendo el tiempo] con otro. Vivir es, cuando sos anciano, jugar al truco con los amigos, hablar de recuerdos. En cada edad hay una escala de sentimientos. Cuando sos joven el amor es volcánico. Cuando sos anciano, es una dulce costumbre. Pero todo eso lleva tiempo, hay que cultivarlo. La relación con los hijos lleva tiempo, lo que más precisa un gurí es cariño y no tenemos tiempo para eso. Que se arregle como pueda. Yo soy un estoico, filosóficamente hablando. Mi definición puede ser la de Séneca: ‘Pobre es el que precisa mucho’. O la de los aymara. ¿Sabés qué es un individuo pobre para los aymara? El que no tiene comunidad, el que está solo.

P. Permítanos una imagen para pensar en la soledad: sus años de cautiverio en una celda minúscula, solo durante semanas.

R. Aprendí a caminar legua adentro, para allá y para acá. Y aprendí el oficio de la misantropía, que me quedó hasta hoy. Hablo mucho conmigo mismo, no me lo pude sacar más. Para mantenerme cuerdo, me puse a recordar cosas que había leído, cosas que había pensado cuando joven. Yo cuando era joven leía mucho. Después me dediqué a cambiar el mundo y ahí no leí nada. No pude cambiar el mundo, pero aquello que había leído de joven me sirvió. Porque una cosa es leer y otra cosa es rumiar lo que has leído. Hoy ando por el campo con el tractor y la cabeza me va dando vueltas. Tengo ojos para ver los teros, para ver los horneros, para ver los ciclos de la naturaleza. En el fondo soy un campesino. Hablo con el que llevo adentro y eso me rescató cuando caí preso y estaba en soledad. Entré a recordar y a recordar y a recordar.

P. ¿Hemos perdido la capacidad de hablar con nosotros mismos?

R. Por culpa de la civilización digital, que va avanzando cada vez más. Yo no lo hice por descubrimiento, lo hice por necesidad. Estaba solo, no tenía nada para distraerme. Entonces acudí a lo que tenía adentro y me encontré con un tesoro: con el tesoro de mi juventud.

El MPP se acomodó a la etapa democrática de inmediato. Y encontró en Mujica a un dirigente carismático. Al inicio, dice Mujica, el partido apoyaba desde la calle a candidatos de otros partidos integrantes del Frente Amplio, como el Partido Comunista y la Democracia Cristiana. “Después hubo una voltereta y los compañeros se calentaron, porque los que arrimábamos a la gente éramos nosotros. Decidieron que alguno de nosotros tenía que ir al Parlamento y me eligieron a mí”, cuenta. Mujica se convirtió en diputado en 1994, en el que fue su primer cargo electivo.

P. Fue muy famosa su imagen llegando al Parlamento en moto.

R. En aquella época iban todos de traje y corbata y yo iba con un jean y en mi moto. Recuerdo que el primer día veo que hay como un alero y se me ocurre dejarla ahí. Enseguida se transformó en el garaje de las motos. Y lo sigue siendo hasta hoy. Fue la obra más positiva que hice en el Parlamento. [Risas]. Increíble, increíble. Además, hubo un periodista que inventó que un milico [militar] me había preguntado si me iba a quedar mucho tiempo y que yo le respondí que ‘cinco años, si me dejaban’. Eso no existió, pero desmentirlo fue inútil. En el mundo entero caminó eso, porque era una mentira genial.

P. En 2009 ganó las elecciones generales con el 54,6% de los votos ¿Se aprende a ser presidente?

R. Eso es una cagada, porque llegás y te encontrás con cosas que no tenés ni idea. Es horrible. Yo primero fui ministro de Ganadería [en 2005, con el Gobierno de Tabaré Vázquez]. Y cuando ganamos las elecciones fui a hablar con los que eran ministros. No me dieron ni una hojilla así. Pero en cuanto vos llegás tenés que discutir la ley del presupuesto. Decí que había un contador [contable] de esos que tienen la camiseta del Estado puesta, que nos dio una mano. Si no, estábamos hasta ahora.

Cuando Mujica dejó la cárcel en marzo de 1985, ya en democracia y después de 13 años preso, sabía que quería comprar una finca en el campo, lejos de la ciudad. “Salimos con Lucía en bicicleta a buscar un lugar. Andábamos recorriendo por todos lados y una tarde entramos por ese camino. Estaban regando. Y yo le dije ‘me parece que nos quedamos acá’. Fue ella a hablar”, explica. “Al salir de la cárcel él se puso en un predio a plantar flores y yo me metí a trabajar en una cantina”, dice Topolansky, “así íbamos juntando pesitos y teníamos un poquito de plata. Entregamos eso y después hicimos cuotas”. En enero de 1986, la pareja estaba mudada. No se fueron nunca más, ni cuando Mujica fue presidente.

P. ¿Por qué se quedaron en la chacra?

R. El Estado me daba un palacete que tiene cuatro o cinco pisos, que para tomar un té tenía que hacer una expedición. Entonces decidí quedarme acá. Yo sé que soy un loco en el tiempo de hoy, pero no tengo la culpa del mundo en el que vivo.

P. ¿Se sorprendía durante sus giras internacionales del protocolo de sus pares?

R. Les tomaba el pelo, porque se complicaban la vida al pedo [sin necesidad]. Porque cuanto más cacharros tenés, más líos tenés. Y más lugares donde te van a afanar [robar].

P. ¿Y qué le decían los presidentes?

R. Me respetaron mucho, pero me tenían por un bicho raro. Cuando fui a hablar con el rey de Noruega [en 2011] me estaban esperando con una corbata. Cuando llego le digo a la delegación: ‘Media vuelta y nos vamos”. Y el tipo echó para atrás, se guardó la corbata y yo fui a hablar con el rey. No estoy en contra de la corbata, sino de que te la impongan. Si a vos te gusta ponerte la corbata, ponete la corbata o ponete un calzón colgado del cogote, hacé lo que se te cante. Y después te ponen una alfombra roja y tenés que caminar como cinco cuadras. Y están los tipos que tocan la corneta. Es feudal eso.

P. ¿Qué líder mundial lo cautivó más?

R. [El brasileño] Lula [da Silva], del cual soy amigo hasta hoy. Y curiosamente, de Barack Obama tengo que hablar bien.

P. ¿Por qué “curiosamente”?

R. Porque era un tipo inteligente y hablaba. Yo estuve tres veces con él y tuve conversaciones muy interesantes. Me reconoció cosas. Le digo que tiene que dar una mano para desarrollar Centroamérica, no frenar la inmigración. Y me dice: ‘Usted tiene razón, pero vaya a convencer a los republicanos acá’. El tipo veía los problemas. Recuerdo que le dije ‘vete de Afganistán’, porque Alejandro Magno se tuvo que ir de Afganistán y hay que ver quién era Alejandro Magno. Hay lecciones que son históricas. No se fueron, y cuando se fueron hicieron un papelón. Pero el tipo lo veía. Además, me hicieron una distinción muy grande. Cuando asumí, mandaron a la señora [Hillary] Clinton, que era la jefa del Departamento de Estado. Siempre mandan a un embajador común y chau. Tal vez les llamó la atención que yo era el guerrillero que estuvo preso y llegó a la presidencia. Había ahí un poco de mística.

P. No era lo habitual que un exguerrillero de izquierda mantuviese buenas relaciones con Estados Unidos.

R. Sí, pero me pidieron hasta un favor. Había un prisionero norteamericano en Cuba que estaba enfermo y tenían miedo de que se muriera. Obama quería mejorar la relación con Cuba, pero estaba ese obstáculo. Fui a hablar con Raúl Castro y le planteé el problema, le dije que les convenía sacarse al prisionero ese de encima. Recuerdo otro encuentro en Cartagena, durante una cena de presidentes [en 2012]. Me agarran y me dicen: ‘Usted se tiene que sentar acá'. Una mesita con cuatro sillas. Bueno, ahí vino el presidente de Colombia [Juan Manuel Santos]. Y después vino… ¿Quién vino al lado mío? ¡Obama! Para hablar conmigo. ¡A la flauta esto! Bueno, ahí estuvimos hablando un rato. Después cuando fui a Estados Unidos me recibieron en la sala esa [el salón Oval]… que es una mierda. No sé por qué le hacen tanta fama.

P. En Brasil está su amigo Lula, pero también tenemos a Milei en Argentina y la crisis en Venezuela no deja de escalar. ¿Cómo ve la deriva de América Latina?

R. El panorama es, desgraciadamente, complicado. Porque nos juntamos muy poco y no existimos en el mundo. Tuvimos una oportunidad con Lula, que es una figura de carácter mundial y tiene cierto prestigio, pero no lo usamos a Lula. En la política internacional nosotros no servimos ni el café. Tenemos que juntarnos para defendernos, pero la agenda nacional nos chupa todo el tiempo. Con la pandemia por la covid no tuvimos ni una reunión de presidentes, ni siquiera nos llamamos por teléfono. Y teníamos el problema de defender la vida de la gente. Más estúpidos no se puede ser.

P. Pensemos en Rafael Correa, Cristina Kirchner, Evo Morales, el mismo Lula. ¿Por qué estos líderes no han encontrado herederos?

R. Me aburrí de decir que el mejor dirigente es aquel que cuando desaparece deja una barra que lo supera con ventaja. Porque la vida continúa y la lucha continúa, no termina con nosotros. El dirigente debe sembrar y dar oportunidades para que lo sustituyan. Yo sé que sigo siendo una figura de mucho peso, pero abrí la cancha. Ahora, lo que va a pasar en el futuro, yo qué sé. Yo trataré de que mis compañeros no se sientan coaccionados, que manden y manejen la organización. Por ahora, he tenido éxito con eso. Mi fuerza política fue la más votada en las elecciones.

P. Hace tiempo dijo que a la política le faltaba incorporar el amor. ¿Alguna vez lo tuvo?

R. La política tuvo en el pasado grandes gestualidades de compromiso. Había épica, pero eso ya no existe más. Le planteo la vez pasada al presidente [Luis Lacalle Pou] que tenía que poner parte del sueldo y obligar a la burocracia a que pusiera algo, un 4% o 5 %, para viviendas para los más pobres. Me dijeron de todo. Yo le di más de medio millón de dólares al Plan Juntos [para la construcción de viviendas]. Si estás peleando por la igualdad tenés que tener la delicadeza de sacar algo de tu bolsillo y compartirlo con los que están más jodidos.

P. ¿Cómo definiría la política?

R. La política no es un negocio, es una pasión. O se tiene o no se tiene. Los que estén buscando la ventaja económica que se dediquen al comercio, a la industria. Que ganen, paguen impuestos y que les vaya bien. Pero no entreveren la política con eso, porque no es para hacer plata. Eso es lo que nos está matando.

En su libro José Mujica: La revolución tranquila, Mauricio Rabuffetti describe los años en prisión del expresidente como tiempos de gran sufrimiento. “Fue torturado de forma brutal y sistemática, física y psicológicamente”, escribe Rabuffetti. “Sufrió golpes y humillaciones. Estuvo a media ración de alimentos y agua. Se enfermó de los intestinos y los riñones. Pasó períodos de tiempo imposibles de establecer con exactitud sin contacto con seres humanos. Perdió sus dientes. Su cuerpo llegó al límite de lo soportable. Su psiquis también”. Mujica, sin embargo, nunca buscó desde el poder avanzar sobre sus carceleros, una decisión que le trajo agrias discusiones con las organizaciones de víctimas de la dictadura.

P. ¿Por qué decidió dar vuelta la página?

P. Yo no doy vuelta a la página; no me gasto en cobrar, que es distinto. No se vive de recuerdos y hay cosas que no se pueden cambiar, que son como son. En la vida hay heridas que no tienen cura y hay que aprender a seguir viviendo. Yo sé que hay gente que no me va a acompañar, pero opto por una posición más inteligente y menos sentimental. Por eso no usé el poder para condenar a milicos [militares]. La justicia funcionaba y lo que decidía la justicia estaba bien. Hay gente que hubiera querido más, pero no vamos a cambiar la realidad del pasado, me preocupa lo que viene. Tenemos que buscar que el ayer no nos ponga un obstáculo para el futuro. Yo sé que eso es de una cabeza demasiado inteligente que se pelea con los sentimientos.

P. ¿Hablamos de cerrar heridas?

R. Hay heridas que no cierran y hay que aprender a vivir con ellas.

P. ¿Tiene muchas heridas abiertas?

P. Por supuesto que tengo heridas abiertas, tengo cosas inolvidables, pero no las voy a cobrar. Estuve siete años encerrado en una pieza más chica que esta. Sin un libro, sin nada para leer. Me sacaban una vez al mes, dos veces al mes, a caminar por un patio media hora. Siete años así. Después estuve cinco años más y me dejaban leer ciencias, física, química. Estuve a punto de ponerme loco. Si voy a cobrar las que tengo para cobrar... Dios me libre.

P. ¿Se queda con alguna deuda?

R. ¡Ah! La mente humana sueña mucho más que lo que puede concretar. ¡Ah, hermanito! Hacé memoria en tu cabeza y después me contás. Es así. Logramos algo, pero nos queda mucha cosa en el tintero.

P. ¿Qué les dice a los jóvenes?

R. Que la vida es hermosa, pero que hay que buscar una causa para vivir. No necesariamente la mía, pero hay que tener una causa. Puede ser la música, la ciencia, cualquier cosa. ¿Vivir para pagar cuotas? Eso no es vivir. Porque vivir significa soñar, creer en algo superior, en algo creativo. Que nos irá bien, que nos irá mal, regular.

P. Parece haber una contradicción. En este escenario de desapego que usted plantea es una de las personas más escuchadas.

R. Escuchado, pero no seguido. ‘Es un loco bárbaro, macanudo, pero no sigo la de él’.

P. ¿Por qué cree que se lo escucha, entonces?

R. Porque en el subconsciente saben que tengo razón, pero no pueden. Están prisioneros por el peso de la sociedad consumista en la que vivimos. Hay gente que piensa y dice ‘el viejo tiene razón’, pero ‘marche preso’. Tengo el destino de la vanguardia.

P. ¿Qué le pide hoy a la vida?

R. Que me cure de esta mierda que tengo. Y que pueda seguir ladrando un poco, dando algunas ideas.