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miércoles, 24 de agosto de 2016

Las faltas de ortografía más frecuentes en Internet según Cuadernos Rubio

Cuadernos Rubio avisa de las 20 faltas ortográficas más comunes en las redes

Agencia EFE – mar, 23 ago 2016 13:38 CEST

Valencia, 23 ago (EFE).- La ausencia de tildes, la confusión entre 'a ver' y 'haber' y obviar los signos de puntuación son algunas de las veinte faltas ortográficas más comunes en las redes sociales y que la empresa Rubio, editora de los famosos cuadernos didácticos, ha publicado en una lista.

La editorial atribuye los errores a la "inmediatez" y "la vorágine de ser los primeros en publicar un tuit o una entrada de Facebook" y recomienda fomentar la lectura como la mejor manera para "evitar atentar contra las reglas de ortografía básicas".

También aconseja tomarse un tiempo para repasar lo que se escribe en las redes y "dejar una buena impronta", tal y como apuntan en una nota de prensa.

El primero de los veinte fallos más habituales, según Rubio, es la ausencia de tildes, que los usuarios olvidan añadir "por comodidad o rapidez", pero cuya presencia puede determinar el significado de una frase.

En la misma línea, también se suelen olvidar las tildes en los pronombres exclamativos e interrogativos, y se escribe "¿cual ha sido el proyecto ganador?" en lugar de "¿cuál ha sido el proyecto ganador?".

En segundo lugar, la editorial coloca la confusión entre "a ver" y "haber", "un clásico en palabras homófonas que se pronuncian igual pero se escriben de forma distinta", explican.

En tercer lugar, la empresa advierte que en las redes sociales "obviamos por completo los signos de puntuación, por ejemplo con frases aparentemente interminables, pero que perfectamente se podrían dividir en más de dos".

Por otro lado, al escribir los signos de puntuación "lo hacemos de forma incorrecta", por ejemplo al dejar más espacios de los necesarios entre las palabras que los flanquean o al confundir puntos con las comas y viceversa.

Asimismo, desde Rubio indican que la letra h "se trata de otra de las grandes olvidadas" pero apuntan que la forma correcta es "echar de menos" y no "hechar de menos".

Rubio recomienda utilizar las mayúsculas únicamente cuando se quiere poner énfasis al mensaje y, por contra, recuerdan que los nombres propios y los inicios de frase empiezan siempre por mayúscula.

Otro error habitual en redes sociales es utilizar la letra k en lugar de la letra c, o sustituir las elles por 'y griegas', dos fallos que se comenten principalmente por "ahorrar tiempo".

La lista de Rubio continúa con el término "expectacular", otra falta común en internet, cuya correcta forma es "espectacular", y recuerdan también que hay que diferenciar entre "¡Ay!", "ahí" y "hay".
En cuanto al verbo "haber", antes de cada participio siempre lleva h, por ejemplo "ha hecho" o "ha comido", pero la 'a' irá sola cuando funcione como una preposición, por ejemplo "se va a su casa" y no "se va ha su casa".

Además, "había" es un verbo impersonal, por lo que sólo se puede conjugar "habían" si funciona como verbo auxiliar de participio, de forma que es incorrecto decir "habían tres sacos de patatas", pero es correcto "ellos habían conseguido hacer los deberes a tiempo".

También es común utilizar la forma en infinitivo de los verbos cuando se habla en imperativo, por lo que en Rubio recuerdan que lo correcto es "¡cerrad la puerta!" y no "¡cerrar la puerta!".

"Hacer" siempre se escribe con c, indican desde la editorial, y no con s, un error habitual debido a las distintas pronunciaciones del español en algunos territorios de nuestro país y de Latinoamérica.
En Rubio apuntan que cuando simulamos por escrito que nos reímos "abusamos de la letra j", y que "jajajajaja" no es lo mismo que "jajjjajajajajaj".

domingo, 6 de marzo de 2016

La agilización informática de la justicia la lentifica todavía más

Fernando Garea, "Dura crítica de la fiscal del Estado a un plan estrella del Gobierno. Consuelo Madrigal asegura que la informatización de la Justicia provoca "ineficiencia, retraso e inseguridad" El País, 5 MAR 2016 

La fiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, ha dirigido una carta al Gobierno en funciones en la que lanza un duro reproche sobre una de las últimas decisiones que adoptó el Ejecutivo antes de las elecciones: un nuevo sistema informático para la Administración de Justicia que debe eliminar el papel. La misiva incluye un infome en el que critica que este sistema provoca “ineficiencia, retraso e inseguridad” y le pide que se replantee su mantenimiento y extensión. La denuncia de la fiscal se une a las críticas de otros sectores de la Justicia.

El Gobierno aprobó el 27 de noviembre un Real Decreto que establece un sistema informático denominado LexNet que debe extenderse a todas las Fiscalías. El sistema debe servir para aplicar la ley de Enjuiciamiento que prevé la presentación de escritos de forma solo telemática, uno de los proyectos estrella promovidos por el actual ministro de Justicia en funciones, Rafael Catalá.

Sin embargo, esta semana la fiscal general del Estado ha remitido una carta a Catalá con un informe técnico de la Fiscalía que asegura que ese sistema provoca “ineficiencia, retraso e inseguridad”. El documento de Consuelo Madrigal analiza el funcionamiento del LexNet y concluye que no resulta operativo y que, por ese motivo, debe plantearse frenar su implantación.

Madrigal enumera de la siguiente forma las principales disfunciones: “En resumen, la excesiva lentitud del sistema, sus constantes caídas, la reiterativa petición de usuario y contraseña, las obligadas salidas del sistema para volver a reiniciarlo, el ingente volumen de notificaciones recibidas en asuntos en los que la Fiscalía no es parte, las pérdidas temporales de notificaciones recibidas, los avisos de rechazos de escritos de trámite dos días después de su remisión, la imposibilidad de controlar y visualizar la entidad del expediente, la ausencia de firma de las resoluciones judiciales que se notifican, así como la insuficiente formación recibida y la imposibilidad de haberse familiarizado con el sistema entre otras”.

Todo ello, añade, “está generando en las Fiscalías tal ineficiencia, inseguridad e incremento de la carga tanto administrativa como en el despacho de asuntos, que obliga a replantearse su mantenimiento y/o extensión a un orden jurisdiccional como el penal en el que por su trascendencia y volumen el impacto de su implementación resulta mucho más gravoso”.

sábado, 15 de agosto de 2015

Como la informática se confabula contra los seres humanos

Carlos Carabaña, "Cuatro casos en los que el 'big data' pasó de útil a escalofriante", en El País, 13 de agosto de 2015:

Cuando las empresas aprenden a utilizar los datos de sus clientes pueden llegar, por ejemplo, a predecir un embarazo adolescente

Pese al misterio que rodea al término de moda, lo que nos referimos al decir big data es solo a una herramienta informática, extremadamente potente, que compila enormes cantidades de datos, imposibles de escrutar por la mente de un ser humano, y, con suerte, permite sacar alguna conclusión de la comparación de datos. Como el mundo no para de crear bytes en volúmenes cada vez mayores, toda esa información podría ser un tesoro estadístico para estudiar desde hábitos de compra hasta tendencias médicas como previsión temprana de suicidios. Big data es, pues, como lo define empresa IBM  “una tendencia tecnológica para entender y tomar decisiones […] aplicable a toda aquella información improcesable por procesos o herramientas tradicionales”. 

Esa es la cara bonita. La cruda realidad es que esos bytes contienen información cada vez más y más íntima y al estudiarla con cerebros tan potentes como los artificiales, se puede aprender quizá demasiado sobre una sola persona. Especialmente tajante sobre esto es la Enciclopedia Británica, en su entrada sobre este tema: “La posible invasión de intimidad, a través de los resultados de esta compilación de datos, preocupa a bastante gente, ya que las bases de datos comerciales contienen registros detallados de historiales médicos, transacciones económicas o del uso de los teléfonos”. Vaya por delante que cualquier herramienta tecnológica, no es ni buena ni mala, sino que su valor consiste en hacer predicciones estadísticas que permiten tomar mejores decisiones. Pero hay veces que esta técnica se pasa de la raya.

Una vez adivinó que una adolescente estaba embarazada antes que la propia adolescente
Fue a principios de la década del 2010. En Minneapolis, Estados Unidos, un padre entró airado en una tienda Target, exigiendo ver al responsable del establecimiento. “Mi hija ha recibido esto en el correo”, dijo esgrimiendo un sobre de publicidad con ropa premamá, muebles para habitaciones de bebé y fotos de niños sonrientes. “¿Ella todavía va al instituto y le mandáis descuentos para ropa de bebé? ¿Tratáis de animarla a quedarse embarazada?”, exclamó el progenitor. Según cuenta Charles Duhigg en un reportaje en The New York Times, el encargado, sin saber donde meterse, pidió disculpas al progenitor.

Un científico creó un algoritmo que estudiaba la ingente cantidad de datos que las tiendas almacenan sobre sus clientes, y observó que las mujeres que esperaban un bebé en secreto compraban crema sin perfume.

Cuando a los pocos días llamó al hombre para volver a pedir perdón, fue este quien comenzó a disculparse: “He hablado con mi hija y resulta que ha habido ciertas actividades en mi casa. Sale de cuentas en agosto. Le debo una disculpa”. Andrew Pole, un científico de datos, fue quien creó el algoritmo que detectó el embarazo adolescente. Con la cantidad de datos que almacenan las tiendas sobre sus clientes, observó qué compraban las mujeres que esperaban un retoño, hasta identificar 25 productos indicadores de embarazo. Como, por ejemplo, al comienzo de su segundo trimestre, crema sin perfume. De esta manera, pudo asignar una probabilidad de embarazo, una fecha aproximada de parto y enterarse antes que un involuntario abuelo de un suburbio de Minneapolis de que su hija adolescente iba a darle un nieto.

Provocó que una pareja de sexagenarios se quedara sin seguro médico.

Pongamos que usted vive en EE UU y por su trabajo no está adscrito a un seguro médico colectivo, sino que debe encontrar por su cuenta uno de esos planes prohibitivos. Lamentablemente, se lo rechazan. ¿El motivo? Sus compras de medicamentos en grandes almacenes como WalMart y Randalls. Pues esto es lo que le pasó a Walter y Paula Shelton cuando trataron de asegurarse en la compañía Humana. Tras analizar su historial de recetas médicas, les llamó por teléfono para preguntarles por los antidepresivos y la medicación para la presión arterial que habían adquirido en los últimos años. 

Walter les explicó que los antidepresivos eran para que su mujer, durante la menopausia, pudiese conciliar más fácilmente el sueño y que la medicación para la presión arterial era para una hinchazón de tobillos. No importó y no pudieron asegurarse en Humana. “No podemos tener un seguro médico debido a que estamos tomando medicinas que nos han prescrito nuestros doctores, no creo que sea justo”, declaró ella en un reportaje de Bloomberg en 2008. Según este mismo texto, dos tercios de las empresas de seguros del país usan “las enormes bases de datos de prescripciones médicas para analizar a sus futuros clientes y rechazarles basándose en ellas”. 

Permitió que una tienda física estudiara las intimidades de sus clientes.

Es habitual que las tiendas y centros comerciales ofrezcan acceso gratuito a Internet para sus clientes. Lo que ya resulta más raro fue el experimento que la cadena Nordstrom llevó a cabo, usando un software llamado Euclid. Con la intención de saber más de sus clientes, le asignó a cada smartphone un usuario y, usando las cámaras de vigilancia, puso sus ordenadores a seguir cada una de esas señales wifi. Dónde se paraban, cuánto tiempo, qué se acaban llevando y qué no, cuál era su sexo... El problema vino cuando pusieron un cartel avisando de lo que estaban haciendo, lo que llevó a quejas de algunos clientes. Tras ocho meses decidieron dejarlo, en parte debido a las críticas.

Este caso pone sobre la mesa una contradicción entre el mundo de Internet y el físico. Aunque Nordstrom aseguraba en su política de privacidad que no recolectaban información comprometida como la identidad del teléfono, las llamadas o los sitios web visitados, algunos de los afectados calificaban el experimento de orwelliano. Pero lo que Nordstrom hizo es exactamente lo mismo que tiendas online como Amazon realizan con la navegación en sus sitios web –al fin y al cabo, sus webs está diseñadas para estudiar el historial de nuestras cookies para asociar a nuestra edad, sexo, estado social o al barrio en que vivimos unos patrones de compra– desde hace años, solo que en otro formato.

Hizo que toda una clase de estudiantes de instituto suspendiera.

La educación es donde el big data parece tener un futuro más brillante. Tanto que Viktor Mayer-Schönberger y Kenneth Cukier, autores del canónico Big Data: A Revolution That Will Transform How We Live, Work, and Think, acaban de publicar un e-book dedicado exclusivamente a este campo. Pero, como en los casos anteriores, también puede haber grandes fallos, como este incidente que cuenta Bill Franks, jefe de analítica en la empresa Teradata, en una entrada en la web del International Institute for Analytics. 

Un nuevo profesor recomendó comenzar a utilizar un software antiplagio. Al pasar el programa por los trabajos de esa clase de sobresaliente, sin antecedentes de plagio, resultó que todos habían copiado.

“Las escuelas de mi área están entre las mejores del estado y acuden muchos niños listos y motivados”, comienza. “En una de las clases avanzadas, se les solicitó a los alumnos que realizaran un trabajo durante el verano, antes de empezar las clases”. El problema vino cuando un nuevo profesor, con toda su buena intención, recomendó al colegio comenzar a utilizar un software antiplagio. Al pasar el programa por los trabajos de esa clase de sobresaliente, sin antecedentes de plagio, resultó que todos habían copiado. Esto iba a reflejarse en su expediente, pero los padres decidieron investigar un poco más. 

La técnica que el programa usaba para detectar copias era fijarse en conjuntos de tres o más palabras. Si estos se repetían en más de un trabajo, esos dos escritos se marcaban. En caso de que un trabajo tuviera muchas marcas, el autor era identificado como tramposo. “Asumamos que los estudiantes están escribiendo sobre Guerra y paz de Tolstói”, analiza Franks, “y dos estudiantes empiezan varias frases con Tolstói se refiere a... El significado de... o El libro habla... Pues se convertían en culpables”. En el trabajo en cuestión, los chavales podían además usar diccionarios, pudiendo copiar en el texto las definiciones. Según cuenta Franks, los progenitores lograron que los profesores retiraran el término tramposo de los expedientes, pero no la nota de 0 por la entrega de un trabajo copiado. Además, como los profesores ahora creen que hicieron trampa, no están dispuestos a escribirles una recomendación para la universidad.

domingo, 31 de julio de 2011

Así nos transforma Internet


Mario Vargas Llosa, "Más información, menos conocimiento", El País, 31/07/2011

La imparable robotización humana por Internet cambiará la vida cultural y hasta cómo opera nuestro cerebro. Cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos nosotros

Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.

Los alumnos han perdido el hábito de leer para contentarse con un mariposeo cognitivo

Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: "Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo".

Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español, Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.

Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.

Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall MacLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. MacLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr, y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo, indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo del Internet.

Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.

No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la "inteligencia artificial" que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado "la mejor y más grande biblioteca del mundo"? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?

No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O'Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: "Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos". Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para "informarse". Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: "Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros".

Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer Guerra y Paz o El Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la Red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que el Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?

La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce "la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos". En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.

Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que -para qué engañarnos- no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la "inteligencia artificial" es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.

martes, 15 de marzo de 2011

Qué sé yo

Hoy he oído una frase para reflexionar: "La informática es extraordinaria para resolver problemas que no teníamos antes de la informática". La copio porque siempre es mejor dar reflexiones de otros que una propia, y desde luego siempre mejor que ofrecer una opinión. Las opiniones son como el culo: todo el mundo tiene una y no le apesta sino a los otros. El uranio está a la baja, como la credibilidad de los políticos, lo hayan recomendado o no, porque lo único que hacen los políticos es eso, opinar, no reflexionar. También es verdad que siempre hay razones para hacerlo mal, mientras que para hacerlo bien sólo hay cojones, sacrificio, malos ratos y voluntad. Bastará un poco de olvido para que vuelvan a la carga con sus centrales nucleares; es que lo barato es lo barato, mate o ensucie lo que quiera. Ese el mal del capitalismo: produce demasiada basura, incluso basura humana, gente que en sí misma es basura. El vertedero televisivo es un ejemplo; lo único que hace es delectare y movere, pero nada de docere. Ha perdido el contenido didáctico: uno no se instruye viendo bellezones y espantándose de violencias y maravillas, ni persuadiéndose con mitines y anuncios. Y es eso: han renunciado al docere de todo discurso.

Me escribe un juez catalán para pedirme ayuda en una causa sobre plagio, agradeciéndome mi colaboración y diciendo que nadie le había resuelto la duda sino yo. ¿Cómo decirle que se la he resuelto con un vulgar algoritmo de búsqueda en Google, con el patatero álgebra de Boole?

viernes, 20 de agosto de 2010

Google me devuelve el blog

Google lo suprimió porque un bot en prácticas había detectado la infiltración de spam entre los comentarios; por fin revisaron mi caso a petición mía y se han convencido de que cumplo con sus políticas. Fue un error de programación, ellos dirán que electrónico, pero imagino que compartido por muchos más usuarios-víctimas. Había empezado a sospechar de una de las directivas de Google, "no ser malvado", pero por fin mi confianza ha sido restituida, aunque a duras penas y ya no como antes, porque he visto que poder comunicarse con la responsabilidad que alienta ese engendro llamado Google está sumamente mecanizada e informatizada con todo tipo de formularios telefónicos, electrónicos, al fin y al cabo máquinas de dar excusas y ganar tiempo, como los mismos cajeros automáticos, de forma que ha sido casi imposible encontrar alguna cara humana tras el monstruo, cada vez menos hombre y más máquina. Así que procuraré tener copia de mis archivos (gracias a los que me han dado copia de las suyas), por más que la libertad de no tener que escribir me haya parecido algo tan insólito, nuevo y de agradecer que, lejos de haberme molestado demasiado, incluso me había hecho no poco feliz abriéndome otras puertas de actividad y dándome tiempo para volver a usarme como persona y no como escribiente. Pero el caso es que, habiendo reeído lo hecho hasta ahora, he comprobado que mucho de lo escrito posee algún valor, no digo para la literatura, si es que eso constituye algún valor, sino otro derivado del entretenimiento, del trabajo y del incluso esfuerzo y tiempo que me ha costado, un valor meramente subjetivo más que objetivo, común y monetario.

miércoles, 21 de abril de 2010

El mensajero del medio

O el Messenger. Es una mierda que sólo utilizan gentes con la cabeza vacía. ¿Qué se aprende con el Messenger? ¿A redactar? ¿A escribir correctamente? ¿A decir cosas con sustancia? Ni siquiera se aprende a decir, sino a parlotear, a cacarear. No quiero decir charlar, porque la charla posee una dignidad y un sentimiento verdaderamente coloquiales... No son actos de habla, sino mero cacareo privado de toda imposición de marco, contexto, situación y realidad: dejan el mundo y el pensamiento aparte para escuchar el ruido que hace el estreñimiento mental y el silbido del gargajo. Grafitti sucios y obscenos expuestos por mano que tira el spray y esconde la pezuña. Los sincara son un carajo de caraduras para los que no tienen persona, que es "máscara" en latín, y todo lo más personaje o fantasmón. No se puede ser cáscaras de humano. El Giligates tenía que ser. Yo diré para lo que sirve el Messenger: para pervertir a la juventud y para perder el tiempo en vez de estudiar, leer y divertirse de verdad. Y lo dejo ya, pues, aunque aún me queda vinagre para tan sosa ensalada, me gustan más los rábanos que las hojas.

miércoles, 6 de enero de 2010

Literatura

Decía Antonio Gala que la poesía no tiene forma, sino que adopta la del recipiente que la contiene; puede haber poesía así no sólo en el lenguaje, sino en el cine, en las plantas, en los animales, en las personas, en los lugares, en las cosas. Casi más que poesía podríamos decir arte o misterio. En estos tiempos eso es más cierto; hay novelas gráficas, hay aventuras gráficas que poseen mucha literatura encima, así como algunas series de televisión, que, desde que los guionistas de Hollywood consiguieron su gran reforma sindical, han sufrido una gran evolución a mejor y pueden servir para predicar literatura, como Dexter o Mad men. Recuerdo, en el campo de las aventuras gráficas, primera historia de Gabriel Knight, que al acabarla te dejaba con la sensación de haber vivido y conocido toda Nueva Orleáns como la palma de tu mano, o las famosas tan divertidas de Larry en el país de las lagarteranas, y algunas otras de Sherlock Holmes, con su lenguaje decimonónico, etcétera; Por otra parte, muchos videojuegos crean grandes atmósferas. A veces se encuentra más poesía en un rincón electrónico que en unos renglones mal redactados; sin embargo, la lírica cuenta con otras armas que no pueden ofrecerse sino en otro producto, la palabra. A eso nos agarramos todavía.

Algo parecido ocurre con Dios. A veces no se lo reconoce cuando lo tienes al lado, cuando adopta la forma de un animal, de una planta o, mucho más raramente, de una persona de edad escasa o demasiada.

martes, 27 de octubre de 2009

Geocities ha cerrado


Geocities ha cerrado sus portales gratuitos. El mío también; no estuvo mal: consiguió 13.300 visitas. Ahora hay que realizar otro, supongo.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Amigos electrónicos


Suelo bromear diciendo que soy un piratilla informático con un loro electrónico. Uno ha hecho sorprendentes y duraderas amistades, nada virtuales, en la red. Son fieles a machamartillo y más honestas que las que uno forja y consolida personalmente a lo largo de toda la vida. Qué cierto es aquello de que donde hay confianza da asco; uno se puede fiar más de un extraño que de cualquier conocido cercano; parece mentira, pero es así, incluso estadísticamente. Tendría que profundizar sobre las curiosas razones de esta verdad, que creo atisbar, pero la celeridad que impone esta nota no alcanza a mayores pesquisiciones. Gran amigo Marcos Taracido, y sin embargo nunca le he visto la cara. Y otros hay por ahí, conocidos en chat o por correo electrónico, o en la Wikipedia, esparcidos por todo el electrónico mundo, por ejemplo la rusa Ina Sam, que me acaba de pedir en inglés que le corrija el estilo de un artículo que ha escrito en su corto español para la misma sobre el escritor ruso Alexandr Grin, un autor excelente que deberíamos conocer más por aquí. Merced a nuestra ya durante relación hemos dejado entre los dos bastante apañadito el artículo sobre Literatura de Rusia.

Odio los chats, porque impiden toda conversación profunda: siempre hay metomentodos meticulosos y tangenciales que evitan cualquier tentación de pensamiento elevado o introspectivo. Además parecen terreno propicio a adolescentes suprahormonados, descerebrados y nada empáticos llenos de incorrección gráfica, torpeza e incultura. El Messenger parece construido para imbecilúpedos de tres al cuarto que ven más que piensan y son capaces de trasegar publicidad sin pausa ni freno. El correo electrónico es otra cosa, porque todavía permite redactar la prosa y corregir despacio. Encontrar un verdadero canal de IRC que no tenga agua cenagosa y cuyos temas puedan tener algún interés es tarea casi imposible, aunque no del todo. Una vez encontré uno, cuando la Biblioteca Virtual Cervantes ofrecía la posibilidad. Sostuve agradables conversaciones con algunos bibliófilos del norte de España y llegué a estrechar amistad con dos o tres. Y, curiosamente, siento como si hubiera conocido a esas personas de verdad, en carne, hueso y espíritu: tengo la vívida impresión de su personalidad, que me viene no a través de su conocimiento personal vera efigies, sino a través de algo tan despreciado en este tiempo como es la palabra. La palabra, mensajera del espíritu y de la amistad.

domingo, 14 de septiembre de 2008

La venganza de Word se sirve fría

Esta mañana Word se ha vengado de mí, injustamente, como suele. Me he pasado el verano introduciendo complejas y elaboradas modificaciones al primer volumen de mi libro, pero, por una de esas pifias que hacen las mierdas de Gates, me ha salido un cartelito y he perdido dos tercios del primer volumen y la gran mayoría de esos dos meses de duro trabajo. Y no hay programa que lo rescate.

Debería de estar que echo chispas. Pero sólo estoy desolado, como un pez en una pescadería. Otra vez tener que hacer lo que tanto trabajo me ha costado estos dos meses. Otra vez tener que ensamblar todo eso y redactarlo todo, cuando tan bien me estaba quedando, seguramente sin posibilidad de hacerlo igual o mejor...

Qué inútil es el trabajo de una persona. ¿Para qué sirve? Para nada. ¿Qué voy a ganar con ello? Unos derechos de autor, los dos libros más gruesos de mi currículum y algún prestigio académico. Como si a mí me importara ya el prestigio académico.

Lo único que desearía sería hablar de Félix Mejía con alguien a quien le interesara el tema, nada más. La función de un grifo es esa sola, soltar un chorro de agua corriente. No tengo más vanidad que la de un grifo.

Veo que la mitad del país empieza a hablar de fútbol. Eso es un hámster que empieza a dar vueltas en su carrucha. Dentro de nada, volverán a repetirse las mismas cosas. Mad world.

¿Ampliar las dimensiones de la carrucha?

Estoy cansado. Y ya quizá demasiado cansado.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Ni siquiera es una mierda, simplemente es Windows

Tuve curiosidad y puse en un buscador (que no fuese el Live) "Odio Windows". Me salieron 1.000.880 ocurrencias, solamente en español.

¿Es o no es revelador, o, como dicen mal o mal dicen, "sintomático"?

Windows es una mierda. Y ni siquiera una mierda consistente: es pura diarrea. Creo que es ocioso probarlo porque es una de esas verdades palmarias, incontestables, universales, que cualquier hijo de vecino admite tan claramente como que dos y dos son cuatro. Pero, sin embargo, voy a poner aquí una brevísima y muy corta selección de opiniones de gente jodida por el Gili Gates, y ni siquiera voy a hablar del tropezón Explorer o del nefando y torpísimo "paquete" de integración que es el Office, porque sería nunca acabar; aunque la inteligencia le persigue, el avaro y mostrenco y bazofioso basurero incultísimo y maleducadísimo super Gili Gates va más rápido:

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Control sobre el contenido: Todo el contenido de los blogs puede ser borrado por Microsoft y se pueden reportar abusos de las condiciones del blog. Creo que un blogger debería ser libre a postear sobre lo que quisiera.

No hay acceso total al código de la página: En muchos de los servicios de blogs, con tu CMS puedes retocar cualquier parte de la página y borrar y poner lo que quieras. Con los Spaces no tienes acceso al código y solo puedes cambiar la plantilla sobre unas que ellos te dan sin tener la posibilidad de tocar todo el código.

No funciona a la perfección sin Internet Explorer: Si entráis con otros navegadores no podréis disfrutar al máximo del blog (los diseños son para Explorer), ni de la galería de fotos por ejemplo en la que no puedes moverte entre las fotos sin tener que pasar por todas. En la parte de configuración, con Explorer te deja tocar más el diseño (como no puedo instalar la versión más nueva de Explorer en el MAC, no valoro esta opción en mi análisis)

URL poco amigables: Las URL de los post y la dirección a la página principal de los blogs son ilegibles por lo que no dan información sobre el contenido. No parece tan difícil cambiarlo, pero parece que les gustan las URL largas.

Publicidad añadida: En la parte superior de la página Microsoft se hace autopublicidad en el blog sin el permiso del autor. También hay otras cosas añadidas que no tienen que ver con el blog como el acceso a las cuentas Passport.

Blogs restringido como opción por defecto: Cuando te abres una cuenta en MSN Spaces, tu espacio está restringido al público de la web y solo lo pueden ver tus contactos. Esto se puede cambiar pero no es la filosofía de un blog la de estar relacionado directamente con otros servicios como puede ser el MSN Messenger.

Panel de control corto: Si te das un paseo por el panel de control puedes ver que no cumple las opciones y deseos de un blogger, ni están bien organizadas (este punto es subjetivo).

Interfaz recargada: Las plantillas y interfaces de los espacios tiene muchas imágenes y colores y poca simplicidad que siempre va bien para un blog. Otro de los problemas para gente con conexiones lentas.

Sensación de prefabricación: Este punto también es subjetivo pero es la imposibilidad de hacer que sea un blog tuyo sin que salga Microsoft por en medio con las cuentas Passport o la restricción de entrada por defecto. No parecen blogs limpios y claros como los normales. (Este punto reúne a todos los otros).

Todo personaje no está preparado para tener un blog, ni siquiera saben lo que es un blog, y muchos ni siquiera aguantan por unos meses. Hay muchas definiciones de blogs, pero por favor, como salió la moda… ahora todo personaje que no sabe que escribir se hace un blog, y el resultado son los millones de blogs abandonados o sin contenido que existen por la tela de araña y de los que Microsoft alardea de ellos.

Vale, ¿que está muy bien para el que no tenga ni pajolera y todavía no sepa que existe gmail como un correo mucho mejor que hotmail? Vale que la gente se resiste a probar cosas nuevas, y como tooooooodo el mundo tiene que utilizar cosas de Microsoft, pues ale… hagamos un blog con los de Microsoft. Pero una cosa, ¿para qué coño hacer un blog, si no sabes ni qué vas a escribir? ¿El resultado? Un copiador más o un blog abandonado más…

Odio Windows Vista. ¿Cómo no aborrecer un sistema operativo que con sólo tener el ordenador encendido chupa 500 MEGAS de RAM?...

Por si fuera poco… el logo de WLS (Windows Live Spaces, antiguamente MSN Spaces) es alarmantemente parecido al de Ubuntu… En Guindos Vista tienes algo a lo que podríamos llamar "interrupciones para joder la vida del usuario".

La situación es que uno trata de abrir un procesador de textos; si no arranca, pues busca alguno que funcione para Vista, por ejemplo el Office. XD Después se pone a escribir algo pero de repente la pantalla se pone negra y en medio un mensaje. "La aplicación no funciona correctamente, "corregir", "cancelar". Le das a cancelar y se pone a corregir, bloqueando la aplicación y la pantalla. Si tienes suerte, al rato puedes seguir con esa idea genial que tratabas de escribir, pero.... "Actualizaciones disponibles"; otra vez se pone todo negro y el mensaje en medio, esta vez las opciones son únicas: aceptar. Buscas la "x" pero no existe, por lo que le das a aceptar y se terminan de instalar esas actualizaciones que previamente se descargaron en tu disco duro. Uau, dices. En Guindos Vista hasta las actualizaciones son más rápidas que en XP.

Luego llega el tema del apagado del ordenador. En Vista han colocado un botón igualito al de power de los mandos del televisor y de todas las cosas por norma (xd) y cuando le das es rapidísimo el apagado, casi ni te das cuenta. Luego vas a encenderlo y uau, no tarda nada en encenderse. Hace unos meses discutí eso con un cliente, me decía: "Guindos Vista me gusta porque es rápido en apagarse." Coño, como que no se apaga: para apagarlo de verdad has de hacer más de 6 clics de ratón (suponiendo que no tengas algo abierto).


Mientras arrancas el sistema de verdad, te duermes, te despiertas, comes, te aburres, cenas y al final el sistema arranca y te da por pensar: "2 Gigas de RAM, con 2 Gigas de RAM tendría que ser suficiente".

Craso error, querido amigo, Gili Gates se venga del que le atribuyó la frasecita y lo hace queriendo meter un ordenador nuevo por cada casa, una licencia de Vista por cada culo y una enfermedad ocular por cada usuario.

Vista daña a la vista y lo hace por sus continuos cambios de color. Ahora negro con mensaje, ahora blanco del fondo del procesador de textos, ahora negro, ahora blanco. Terminas viendo a Jesucristo cuando miras a otro lado que no es la pantalla.

Decides instalar algún programa que exista para Vista y, después de mucho buscar, encuentras algunos y le das a instalar. Fondo negro, mensaje: ¿Desea ejecutar el programa? El programa cree que eres subnormal, como Gili Gates. "Sí" o "No". Le das a "No", para ver qué pasa, y regresa el fondo negro: ¿Desea que Guindos no le pregunte otra vez para ejecutar el programa "Sí" o "No"?. Le das a No, y te pregunta de nuevo si estás seguro.

Regresas de nuevo a instalar el programa y después de unos cuantos fondos negros con preguntas cansinas crees que ya puedes irte a hacer algo mejor que ver una barra pasar. Lo normal es que tarde un rato en completarse la extracción de archivos, entradas en el registro... por lo que te vas. Al regresar ves una pantalla negra que dice que si quieres aceptar que se instale el programa. Ahora ya lo piensas: "Quiero golpear este cacharro, sólo quiero instalar el puto programa, no quiero miles de mensajes que me interrumpan la instalación".

Llega el momento de enseñarle a los familiares tu nuevo flamante Guindos Vista, es decir, llega el momento de decir abiertamente: "Soy gilipollas, mirad qué sistema inoperativo uso". Alguien ahora podría pensar que trato de vender Guindos Vista o algo así, pero no, lo cierto es que lo odio. Dios mío, cómo lo odio.

Lo primero que dicen tus familiares: "Hala, mira esas imágenes que rotan aleatoriamente" ."Mira que reloj mas grande, como molaaaaaaaa." Me encanta la gente que compra portátiles con pantalla grande, para ponerles Guindos Vista y desaprovechar ese 20% de pantalla con la hotbar esa copiada del google desktop.


Ahora llega el momento de conectar a Internet, pero han cambiado muchas cosas desde xp, aparte de la "piel" también los nombres. Ya no es tu PC, ahora lo llaman Equipo. Qué falta de ideas y cambio de nombre más caro te hacen pagar.
Guindos Vista sólo existe uno, eso de que existen 30 versiones es falso; siempre se jode y fastidia de la misma manera. Es lo de siempre: simplemente van quitando cosas para vender mil versiones y poder poner precios exagerados a la real. La versión real lleva aero. Que sinceramente después de ver compyz, beryl, compizfusion uno dice: uau, qué retro es esto, normal que consuma tanto, tiene que emular el efecto.

Ahora llega el momento de instalar impresoras, tarjetas de televisión... Mejor dicho, de comprar nuevas que puedan ser capadas por vista.


Windows Vista castiga severamente. Guindos Vista puede capar tu conexión a Internet y castigarte por ver vídeos en formatos distintos a wmv. Guindos Vista capará y esterilizará el software que lleve algún texto plano que diga: gpl.

Los menús son una autentica perdida de vista. Lo lógico es verlo todo del tirón, pero no, Vista oculta automáticamente por defecto aquello que usas menos, con la finalidad de que puedas ver lo que usas mejor, eso sí, tras 4 clic.

Guindos vista no podria ser menos que su hermano mayor, XP y tambien permite ocultar la barra de abajo. Cómo odio eso.

Por esto y por mil cosas más odio Vista. No puedo ni verlo. Cuando comience a usarse en los ordenadores de miles de lusers probablemente a mí me toque solucionar sus problemas. Pero si esto ocurre, tendré que dejar la informática porque odio vista desde lo mas profundo de mi ser.Creo que lo mejor es seguir con la informática como hobby y dedicarme a cualquier otra cosa para ganarme la vida. Probablemente esa solución me beneficie en salud y en dinero. La informática tiene que ser divertida, un mundo donde la informática no sea divertida no me apasiona. Un mundo lleno de guindos vistas y de vistosos gilipollas que se unen al carro de Micro$Islandia no me apasiona. Windows me aburre. :(.odio Windows Vista. ¿Cómo no aborrecer un sistema operativo que con sólo tener el ordenador encendido chupa 500 MEGAS de RAM? ...

Historia de un Proyecto Fin de Carrera.

He estado los últimos días trabajando día y noche para acabar mi proyecto fin de carrera; y por fin está acabado y encuadernándose.

Y bueno, yo como un pardillo lo he hecho con Microsoft Word.


Todo iba "bien", hasta que empecé a maquetar. Yo creaba los estilos para cada nivel, y al día siguiente, cuando abría el ordenador, me los había quitado todos. Sí, cada vez que cerraba y abría Word me quitaba los estilos que había predefinido.

Era raro que sólo tuviera la presión del tiempo para acabar el proyecto, algo más debía de ir mal, pero lo que nunca había imaginado, es que Darth Vader y lord Voldemort se hubieran refugiado en mi proyecto para crear un nuevo imperio del mal.

-Déjame tu portátil que mi word no funciona bien.

Hey, que con el portátil todo funcionaba bien, era demasiado bonito para ser verdad. Entonces fuí a borrar el número de página de las hojas de títulos, como había hecho anteriormente y... ¿os lo creéis? no me dejaba, me borraba el número de página de todas las hojas.

- Qué cabrón. Bueno, tampoco es tan grave crearé cada título en un nuevo documento y no insertaré los números de página. A mí me va a vacilar el Word, si he conseguido que no me cambie los caracteres cuando le apetece.

Pobre infeliz, el lado oscuro es muy, muy poderoso.

Visité por vigésima vez a mi profesor de proyecto para que me volviera a hacer cambiar cosas de sitio, otra vez y me dijo:

- Chaval, el proyecto está bien, pero... Un poco feo (lo mío no es el diseño), ponle unos encabezados de página y cámbiame esto de sitio (otra vez)

Pues nada, allá voy, añado los saltos de sección, inserto encabezado y pie de página y .....
- Hijo de **** que no me detecta los saltos de sección y no puedo crear diferentes encabezados para cada capítulo.


En estos momentos el portátil tenía unas grandes expectativas de muerte prematura. Pero encontré la solución:

- Ya está, separo cada capítulo en nuevo documento y así le puedo agregar un encabezado por documento.

Es lo que tenemos los genios, jejjejej, que sabemos encontrar soluciones rápidas, pero Word es inteligente, mucho más inteligente de lo que nosotros seremos nunca. Y cuando copié y pegué cada capítulo ya maquetado en un nuevo documento, el número de páginas de cada capítulo no coincidía.

- No puede ser, es el mismo ordenador, mismo Word y no he tocado nada.

El problema estaba en la configuración de los margenes que tenían los nuevos documentos que era diferente al inicial. Así que fui, cambié los márgenes, y aunque creáis que no es posible, no ocurrió nada, seguía admitiendo más texto por página que el anterior documento, con los mismos márgenes y todo igual.

El principal problema de esto es que tenía que repasarlo todo para que no quedaran títulos sueltos al final de una página y cosas así.

Bueno, el gran día ha llegado, todo está perfecto, repasado, lo he clavado. Me dirijo a Reprografía de la Universidad. (os juro que la conversación es real)

YO: - Hola; quería encuadernar un proyecto.

REPRO: - Muy bien, ¿en qué lo traes?

YO: - En word

REPRO: - Pues muy mal.

YO: - ¿Eh?

REPRO: - Word es una mierda, en general todo el paquete Office, si lo abro en 5 ordenadores diferentes vamos a ver 5 cosas distintas. Cuando salgas de casa lleva las cosas en pdf que se ve igual, lo abras donde lo abras.

REPRO: - Dame, no sé qué va a ser, pero algo va a fallar.

En ese momento se me pusieron los huevecillos de corbata. Y como no podía ser de otra forma el hombre de reprografía, gran conocedor del maligno Word, tenía razón. El índice creado automáticametne mediante la opción de insertar índices y tablas, no se podía imprimir de ninguna forma, ni desde su ordenador ni desde mi portátil. Así que me pasé una hora y media rehaciendo el índice manualmente.

Poco más podía ocurrir y ya todo me daba igual. Después de la impresión te hacen revisarlo por si hay algo más, y había cambiado dos títulos de encabezados. Lo arreglé lo reimprimieron y aquí se acaba la historia de mi proyecto.

Cuando tenga mi copia en casa miraré a ver qué más ha fallado. No hay que subestimar la incompetencia de Word.
Pero para una cosa han servido todos estos problemas: no vuelvo a usar Word si no me apuntan con una escopeta. De momento, ya he descargado Open Office.

Me he convertido en una persona diferente.

(Historia basada en hechos reales)

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Navegar cómodamente por Internet


Para navegar cómodamente por Internet hace falta una buena barca, sobre todo si uno ha dado ya la vuelta al mundo varias veces por la red. El Explorer hace agua por los cuatro costados, tropieza continuamente y es lentísimo; si sumamos a ello lo morosa que es la banda ancha que da Telefónica, uno acabará como San Juan Nepomuceno; lo mejor es dejarse de tonterías y utilizar un navegador cien veces más rápido e inteligente, como Chrome, u otro indiscutiblemente mejor y más ágil que el Explorer, como Mozilla, aunque un poco menos ergonómico y rápido que Chrome. Y en cuanto a suites ofimáticas, cualquier cosa es mejor que Office, como StarOffice u OpenOffice.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Publicidad sana

Esta noticia recoge un tipo de publicidad que sólo es accesible por Internet.

La Confederación Francesa de Trabajadores Cristianos (CFTC) ha puesto en marcha una contundente campaña de captación de afiliados que incluye la la difusión de un vídeo en el que una mujer trabajadora se resiste a dar a luz a su hijo porque no quiere verle "acabar de becario".

El vídeo de este sindicato, que cuenta actualmente con 132.000 afiliados, muestra a la mujer en trance de dar a luz, mordiendo el Código de Trabajo para calmar el dolor, pero conservando la lucidez suficiente como para negarse a "dar la vida a un parado" que en el mejor de los casos terminará logrando un puesto de "becario".´


Los médicos que la asisten intentan animarla y una enfermera acierta a aclararle que, pese a todas sus aprensiones, "está superbien ser becario, ganas un tercio del salario mínimo y aprendes a hacer fotocopias". El bebé viene finalmente al mundo, para alegría del ginecólogo, que celebra que haya una persona más para pagar su futura pensión.

El vídeo, accesible desde esta página 'web', forma parte de una serie difundida exclusivamente a través de Internet, todos en el mismo tono vitriólico.

En uno de ellos puede verse a una serie de jóvenes atrapados en un "ascensor social", evidentemente atascado, mientras participan en una prueba injustamente olvidada en Pekín 2008: "Los Juegos Olímpicos de la precariedad".

Los infortunados participantes en este juego compiten por un contrato indefinido en la función pública, bajo la divisa de que "todos los golpes están permitidos" y "lo importante no es participar, sino ganar".

El contrato termina en las manos del que demuestra más habilidad como limpiabotas y para meterse, con el saco de dormir puesto, en una tienda de campaña, desenlace al que siguen, como en cualquier evento deportivo que se precie, plásticas imágenes de emoción sin límites del ganador y de lágrimas y desolación de los perdedores.

Otro vídeo reproduce una clase de chino en la que un grupo de trabajadores aprende a decir, en el idioma del futuro de los negocios, frases amables hacia el que paga como "mi patrón es un verdadero amigo".

sábado, 3 de mayo de 2008

El spam y la mierda

De ABC, hoy:

Spam, la guerra de los 30 años

POR JOSÉ MANUEL NIEVES. MADRID.

Abro el email y siempre es lo mismo. Ni idea de cómo diablos han podido llegar hasta mi buzón decenas de mensajes en chino; ni idea de quién ha podido pensar en algún momento que yo necesito revitalizantes sexuales o sofisticados artilugios para aumentar ciertos tamaños corporales. Ni idea. Me escriben políticos africanos en el exilio que dicen tener cuentas millonarias bloqueadas en el extranjero, y me ofrecen grandes sumas de dinero a cambio de... mis datos bancarios. Ja! No pico, aunque sé de buena tinta que hay quien sí lo hace.
Llueven las ofertas de ordenadores casi gratis, de medicamentos milagro, de empleos fáciles y con sueldos millonarios, de remedios caseros para casi todo, de viajes en cualquier época del año... Un momento! Una carta del banco. Y me pide que renueve y reenvíe todos los datos y claves de mis cuentas por «motivos de seguridad». Si no fuera por la manera en que está redactada («rogamos postee brevemente los datos si no quiere estar en un gran peligro...») parecería de verdad.


Troyanos

Pero no es eso lo peor. A veces noto que el ordenador va lento (más de lo habitual) y me entra la duda de si alguna oscura organización del crimen internacional lo habrá convertido en un «zombie», como ya han hecho con cerca del 5% de todos los ordenadores españoles. Ya saben: uno abre un correo aparentemente inocente, o una página web, o un blog, y aunque en apariencia no ocurre nada, en realidad el ordenador queda infectado con un pequeño programa (un «troyano», que interfiere las comunicaciones y obliga a nuestro PC a reenviar el mismo mensaje a toda nuestra lista de contactos, expandiendo así el número de ordenadores «cautivos».

Todo esto, y algunas cosas más, es lo que hoy conocemos como spam. Contra él se libra la que quizá sea la mayor guerra electrónica de la actualidad. Una guerra que, por cierto, se está perdiendo.

Todo comenzó hoy hace exactamente 30 años, cuando un vendedor llamado Gary Thuerk, que trabajaba en la ya desaparecida empresa de informática Digital Equipment Corporation, envió el mismo correo electrónico a 393 usuarios de Arpanet, la red original de ordenadores del gobierno norteamericano que con el tiempo se extendería por todo el mundo, convertida en internet.
Ese fue, que se sepa, el primer spam jamás enviado. El mensaje, que fue redactado y mandado el 3 de mayo de 1978, no fue bien recibido. Muchos de los receptores, indignados, se quejaron directamente a Thuerk, que ni siquiera había intentado ocultar su identidad, y su empresa fue severamente amonestada por los administradores de Arpanet.


Pero ese email fue sólo un aviso de lo que estaba por llegar. Hoy, entre el 80 y el 90 por ciento de todos los correos electrónicos que se envían en el mundo (120.000 millones de mensajes diarios) son spam. Y de ellos vive y depende una actividad económica global que mueve decenas de miles de millones de euros cada año.

En blogs y móviles

Los «spammers» de hoy no sólo tienen el email como objetivo, sino que apuntan también a las páginas web, a los blogs, a las redes sociales y a los teléfonos móviles. En el transcurso de una confrontación de la que no se ve el final, decenas de miles de expertos de miles de empresas en todo el mundo luchan contra el correo no deseado en un intento (por ahora vano) de eliminar la basura de la red global de comunicaciones. «Spammers» y «antispammers» parecen enzarzados en una auténtica carrera armamentista de la que nadie, por ahora, es capaz de predecir el resultado.

Pero el correo basura no se hizo famoso mundialmente hasta 1994, cuando dos abogados de Arizona, Laurence A. Canter y Martha S. Siegel, enviaron un mensaje publicitario, ofreciendo sus servicios como expertos en inmigración, a 6.000 grupos de usuarios de Usenet al mimso tiempo. Los dos abogados llegaron a escribir varios libros explicando cómo había que hacer spam. Algo que ayudó mucho a otros «spammers» noveles.

Sin embargo, toda aquella primera oleada de «spammers» se encontró con la molestia de tener sus propios buzones de correo llenos con las protestas airadas de los receptores de sus mensajes. Aparte del hecho de que muchas de sus cuentas fueron suspendidas por sus ISP (Proveedores de Acceso a Internet). Así que aprendieron a ocultar sus identidades y localizaciones y el «spamming» se hizo subterráneo.

El precio del spam

Surgieron los primeros programas «antispam», pero por cada nueva arma defensiva que nace, aparece otra ofensiva más potente y sofisticada. Y con una clara ventaja para los «spammers»: los costes a los que tienen que hacer frente los atacantes son siempre muy bajos, mientras que los ISP y sus clientes pagan un precio muy elevado en programas de detección y filtrado de mensajes y en consumo inútil del ancho de banda disponible. Se ha estimado que el mundo gasta cada año 140.000 millones de dólares en interceptar y filtrar los mensajes de spam.
Hoy, las principales redes emisoras de spam están controladas por grupos de delincuencia internacional, lo que requiere un esfuerzo extra para conseguir una defensa efectiva, ya que es necesario coordinarla en numerosos países al mismo tiempo. Mientras, «ellos» han ampliado su campo de acción a terrenos que hasta hace poco se consideraban seguros. Páginas web, redes sociales, blogs, telefonía móvil... ya nadie está seguro.


Acabo de recibir otro mensaje en mi mail: «¿Está harto del spam? -dice-. ¿Recibe cientos de mensajes que no desea? ¿Cree que su ordenador no está seguro? Si es así, pinche aquí». Por supuesto, no lo hago. No es más que otro mensaje más de spam...

lunes, 7 de enero de 2008

La era de la información ha terminado

La era de la información ha pasado o debería. La era de la información era algo unidireccional, pero, si se orientaba a algún sentido, era de arriba abajo y, por consiguiente, era antidemocrático y empobrecedor; la utopía que debe venir y que, como todas, no vendrá nunca, es la de la explicación. La explicación no excluye complejidades y es tan interactiva como un móvil o como Internet, no puede manipularse fácilmente y no tiene a la verdad como algo inalterable y constante, colgante de unos principios invariables. La explicación implica una ética y se explica, se extiende, se hace necesaria, se impone en un mundo donde la información y la publicidad son excesivos, unidireccionales y mutuamente dependientes, o donde ya es imposible distinguir a una de la otra; para poder sobrevivir a la sobreinformación se debe plantear un salto cualitativo que haga democratizar la inteligencia, aun a pesar de la chusma política de los imbéciles gobernantes de la pseudodemocracia: la que viene debe ser la edad en que la explicación, la implicación y la aplicación transformen a la sociedad en algo transversal, más justo, más sereno y más habitable.

martes, 18 de diciembre de 2007

SMS

'Smshablantes'

La lengua abreviada de los mensajes de móvil, que cumplen 15 años, se convierte en el esperanto de los adolescentes

FRANCESCO MANETTO - Madrid - 16/12/2007

¿En cuánto espacio cabe una declaración de amor? Para decenas de miles de adolescentes son suficientes dos letras: Tq. Ésa, al menos, es la manera más frecuente de decir "Te quiero" cuando se escribe un SMS, el short message service nacido hace 15 años de la mano del ingeniero estadounidense Neil Papworth. Y es que los 25.000 millones de mensajes cortos de teléfonos móviles que se envían anualmente en España podrían convertirse en una especie de barómetro sobre el estado de salud del castellano. Porque expresiones como Kdms? (¿quedamos?), Toy zzz (estoy dormido), Nt1d (no tengo un duro), Toy :) (estoy feliz) o Bs (besos) se han convertido en palabras y frases habituales para la mayoría de los estudiantes, que, además, suelen entablar sus primeras relaciones interpersonales en ese terreno comunicativo. ¿Está condenado el español a un inexorable empobrecimiento? ¿O asistimos al nacimiento de un nuevo lenguaje?Según un estudio, más del 70% de los franceses menores de 24 años la utiliza"Este lenguaje complica la comunicación", dice Martínez de Sousa"Para mí, es más bien cuestión de ahorrar espacio y dinero", argumenta la madrileña Laura Blázquez, de 17 años y estudiante de Secundaria. En un SMS caben unos 160 caracteres y enviarlo cuesta de media 15 céntimos. "Condensando las palabras e incluyendo símbolos puedes decir mucho más". El ahorro es una de las razones que destaca en un estudio también la empresa estadounidense Tegic Communications (ahora Nunance), que diseñó ese diccionario predictivo llamado T9. Así, señalan, más del 70% de los franceses menores de 24 años utilizan esta escritura abreviada.En España, sin embargo, todavía no hay datos tan precisos al respecto. La Real Academia Española se desvincula de alguna manera de este fenómeno, mientras que algunos investigadores tratan de analizar su dimensión sociológica. Para Joaquín Marín Montín, docente de la Universidad de Sevilla, el lenguaje de los SMS y los chats constituyen "una de las señales de identidad de la juventud que ha crecido en la última década". Y los riesgos de ese torrente de signos a medio camino entre el telegrama y la taquigrafía sería "sustituir la comunicación directa, uno de los aspectos más importantes para el crecimiento", añade.De todas formas, incluso este código que algunos consideran una "aberración del lenguaje" ha desarrollado unas normas. "Desaparecen las tildes, se incluyen grafías en inglés, se interpretan las letras en función de su contexto, se utilizan onomatopeyas... Así, se puede sacar partido a este código especial", destaca en un trabajo la profesora de Secundaria Carmela Domínguez Cuesta. De otra opinión es el lexicógrafo José Martínez de Sousa. El autor del Diccionario de usos y dudas del español actual lo deja claro: "No se trata de estar a favor o en contra de este fenómeno, porque es una realidad. Pero el lenguaje de los SMS no aporta nada a la comunicación ni a la comprensión", cuenta. "A duras penas conocemos el lenguaje ordinario, hay muchos matices que se nos escapan y hacen que no nos entendamos. Parece que simplifica la lengua, pero complica la comunicación", explica.Mientras tanto, Laura, que en esta misma página traduce a un formato SMS el presente texto, seguirá usándolo: "Por practicidad. Aunque, a lo mejor, si las compañías telefónicas nos regalaran los mensajes, seguiría haciéndolo. Porque ya no podría escribir un mensaje de otra manera".