martes, 23 de enero de 2018

Qué justicia es esta

José Luis Barbería, "¿Qué justicia es esta?", en El País, 23 de mayo de 2010:

 "La perversión está en el sistema de cuotas de los partidos y en que los jueces las hayamos aceptado".- "Para hacer carrera hay que estar en las asociaciones, y mejor en unas que en otras".- P Hablan los jueces que acusan al poder político de afectar a su independencia

Si uno de los grandes partidos se propone colocar a un candidato suyo en un determinado cargo de libre designación de la judicatura, lo conseguirá aunque sea en segunda convocatoria", afirma el magistrado Fernando Andreu, de la Audiencia Nacional. "A mí me apoyó el PP sin que yo conociera personalmente a ningún dirigente de ese partido. Supongo que alguien de mi asociación, la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), les pasó mi nombre. Otros candidatos fueron vetados, pero yo no. Salí elegido de rebote. Esas cosas no se saben, ni se cuentan, pero es la verdad", comenta el magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Francisco Monterde. "En la elección de los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la última tendencia es nombrar a los fieles. Ahora ya no se disimula. Los dos grandes partidos se aplican el sistema de cuotas y buscan sin reparo a los candidatos que más sintonizan con sus ideas", subraya el magistrado de la Audiencia de Oviedo, Agustín Azparren, vocal del anterior CGPJ.

Al divorcio con la ciudadanía se añaden fracturas internas, ruindades corporativas y rencores personales

Hablan sus señorías, los jueces. Aunque el seísmo Garzón y la erupción volcánica permanente del Constitucional les invitan a echar cuerpo a tierra y ponerse a salvo de la epidemia de recusaciones desatada, un nutrido grupo de magistrados y jueces ha optado por exponer en estas páginas su diagnóstico del problema. Es un diagnóstico de parte que rasca superficialmente en las responsabilidades domésticas, pero que expresa una sensación generalizada en la judicatura y aporta una de las claves de la crisis abierta en nuestro sistema judicial. Hablan a título personal, alarmados por la gravedad de la situación, contraviniendo el viejo precepto de que el juez se expresa a través de sus sentencias y en contraste con la máxima de Montesquieu de que el poder judicial debería ser invisible y mudo. Y es que, bien a su pesar, nunca como hasta ahora, la justicia española había tenido semejante protagonismo público; nunca hasta ahora, en democracia, su descrédito había alcanzado un punto tan crítico. Sus convulsiones y fracturas internas, sus ruindades corporativas, sus rencores personales, añaden desconcierto a un divorcio con la ciudadanía agigantado escandalosamente con el caso del juez Tirado. Las gentes no comprenden que el responsable judicial de que el supuesto asesino de la niña Mari Luz disfrutara de libertad de movimientos para volver a violar y matar haya sido sancionado levemente por sus superiores. Y menos entienden que ante una sanción tan mínima, gran parte de sus señorías hayan puesto el grito en el cielo.

Se diría que la justicia española está contagiada de la polarización política ramplona y del alineamiento maniqueo, mientras mengua el espacio vital de imparcialidad e independencia que necesita para respirar libremente. "La justicia no puede seguir por más tiempo atrapada en el juego del reparto político partidista de los quesitos rojos y azules. Hay que detener la progresiva e ilimitada deslegitimación de la acción judicial que viene produciéndose desde dentro y desde fuera. El poder judicial es la última trinchera, y si se deslegitima nos habremos cargado el Estado democrático", advierte el magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Joaquín Giménez, ex presidente de las audiencias de Bilbao y San Sebastián, y cofundador de la asociación Jueces para la Democracia (JD).

Algo muy grave debe estar pasando para que, con lo peculiares e individualistas que son sus señorías, 1.500 jueces, la tercera parte de la plantilla, se haya alzado con un manifiesto en el que denuncian con crudeza el intrusismo de los partidos políticos y avisan del riesgo que ese comportamiento acarrea para la independencia de la actuación judicial. Dicen que en su "insaciable afán por controlar a su controlador", los partidos políticos han logrado hacer del CGPJ, el gobierno de los jueces, "un puro retrato en miniatura de las fuerzas parlamentarias". Y afirman que el nombramiento "en clave política partidista" de la totalidad de los componentes del CGPJ incumple las condiciones dirigidas a evitar la politización y a garantizar la autonomía de ese consejo que el Tribunal Constitucional estableció al validar la reforma de 1985.

Tal reforma facultó al Parlamento para nombrar a los 12 jueces profesionales, que hasta entonces eran elegidos por sus compañeros, sin alterar el derecho de las cámaras a designar a los ocho vocales "juristas de reconocido prestigio" que completan el Consejo. "La reforma supuso el derribo del principal muro constitucional de protección de la independencia judicial", aseguran los firmantes. Argumentan que, como en la práctica, el poder político hace caso omiso de las condiciones fijadas por el Tribunal Constitucional, habría que volver a la situación anterior y permitir que la elección de la mayoría de los 21 integrantes del CGPJ -el propio Consejo elige a su presidente, que es el mismo que el del Tribunal Supremo- vuelva a quedar en manos de los jueces.

¿Está en riesgo el sistema de división de poderes diseñado en la Constitución? El CGPJ, elegido por los grupos parlamentarios del PSOE y del PP a partir de los candidatos propuestos por las asociaciones judiciales, nombra a la totalidad de los miembros del Tribunal Supremo y a los presidentes de la Audiencia Nacional, de los Tribunales Superiores de Justicia de las comunidades autónomas y de las audiencias provinciales. Es un secreto a voces que las presiones se concentran en la composición de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, la encargada de juzgar las causas contra los políticos. Aunque la suma de estos cargos de libre designación no llega al 10% de las plazas judiciales, lo que está en juego es la política de nombramientos, viciada por el reparto de cuotas partidarias -"tú decides los tuyos y yo los míos"-, y también la promoción profesional, imposible para aquellos (la gran mayoría) que carezcan de padrinos políticos o del respaldo de las asociaciones judiciales. Hay que tener en cuenta que más de la mitad de la plantilla judicial no está asociada, que la APM cuenta con algo más de 1.100 afiliados; la Francisco de Vitoria, 595; la JD, 510, y el Foro Independiente, menos de 200.

Sin negar la valía e independencia profesional de los elegidos, ¿no es abusiva esa prima encubierta de selección por afinidad ideológica? ¿Cómo evitar que el descrédito caiga en cascada sobre la estructura judicial, si la sospecha de partidismo anida en la fuente original de los nombramientos: el propio CGPJ? ¿Cómo convencernos de que los magistrados de esa clave de bóveda que es el Tribunal Supremo son, efectivamente, los mejores de entre los buenos? "Puede que algunas presidencias requieran un perfil más político o un buen gestor, pero en el Supremo necesitamos a los mejores juristas, y me da igual si es un bicho raro de esos que quieren vivir en un cuarto oscuro. Ahí no se puede admitir la práctica de la patada hacia arriba", indica Fernando Andreu.

Porque el riesgo, que nadie se atreve a formular expresamente, es que, de seguir así las cosas, puede ocurrir que las cúpulas profesionales de la judicatura sean ocupadas por jueces que han hecho carrera montados en el ascensor de su disponibilidad política. Sin necesidad de compartir la totalidad del manifiesto, una amplia mayoría de la plantilla judicial asume hoy plenamente el mensaje: "Sacad las manos de la justicia", que los 1.500 han lanzado a los políticos. Conviene detenerse en los perfiles de quienes han estampado su firma digital en el texto expuesto en la web del CGPJ. Son preferentemente jóvenes, menores de 45 años, mujeres, y no forman parte de ninguna de las asociaciones existentes. Es la base de la pirámide, la infantería que le saca las castañas del fuego a la justicia todos los días y que asiste al espectáculo no solo con estupor e indignación, sino también con inquietud. Saben muy bien que aunque la politización no les afecte directamente en sus quehaceres profesionales, el descrédito y la sospecha recaen también sobre ellos.

"Antes, el juez era una diosa Juno (deidad mayor de la mitología romana) y ahora es una figura denostada", comenta el magistrado de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz. En el fondo de la rebelión de las bases aletea el temor a verse en un trance semejante al del estajanovista Rafael Tirado. Sostienen que si no comprobó que la orden de detención del supuesto asesino de la niña Mari Luz había sido cumplida fue por la sobrecarga de trabajo y la falta de suficiente personal administrativo en su juzgado. "Llevar el control de las 1.600 ejecutorias que manejaba ese hombre es una misión casi imposible", apuntan varios magistrados.

"Todos podemos ser Rafael Tirado", ese viene a ser también el grito de guerra de la base judicial. Pese a las nuevas plazas de jueces -200 se crearán este mismo año-, "el vertiginoso aumento de los litigios y la complejidad de las causas hace necesario mantener el esfuerzo en incrementar los medios humanos y materiales", admite el secretario general de modernización de la Administración de Justicia, Ignacio Sánchez Guiu. Claro que, con similar carga de trabajo y en entornos sociológicos idénticos, hay juzgados que están al día, mientras otros acumulan un retraso de años. De la misma manera que, frente a la apertura general de miras y actitudes que se aprecia en los jueces, sigue habiendo entre ellos personas endiosadas que creen que haber ganado su plaza en oposiciones les hace acreedores ad aeternum de la admiración, reconocimiento y respeto de la sociedad.

"Estamos en 2010 y todavía vemos aquí los tomos de papel", apunta Fernando Andreu señalando al murete de legajos de su despacho. "Calculo que en mi jurisdicción de lo contencioso-administrativo, un juez veterano elaborará unas 220 sentencias al año", indica Juan Luis Ibarra, presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. Mucho trabajo, salarios no extraordinarios para la formación y la responsabilidad exigidas -desde los 50.846 euros anuales brutos mínimos del juez de base hasta los 150.000 mínimos del presidente del CGPJ, pasando por los 135.000 de los magistrados del Supremo- y una reputación cuestionada alimentan la insatisfacción de estos nuevos jueces que reclaman también menos horas de trabajo y más vacaciones para conciliar su vida familiar. En su manifiesto dicen que los partidos "impregnan con su tinte político" la cúpula judicial y que su comportamiento ocasiona "un progresivo descrédito y una desconfianza de los ciudadanos en la justicia como último baluarte del Estado de derecho".

¿No es un despropósito, ruinoso para el crédito del tercer pilar del Estado, que sus excelencias, los altos magistrados, aparezcan sistemáticamente etiquetados por la procedencia política de los votos con que fueron nombrados y de su correspondiente adscripción a las asociaciones judiciales: la "conservadora" APM y la "progresista" JD? Y es que la totalidad de los componentes del actual CGPJ pertenecen a uno de estos dos colectivos, inevitablemente identificados con el PP y el PSOE. "La perversión está en el sistema de cuotas de los partidos y en que los jueces las hayamos aceptado. Los partidos se reparten los altos cargos a través de las asociaciones. Todos los que forman el Consejo y los que llegan al Supremo están asociados. No deberíamos perder de vista que al dictar sentencia debemos ser independientes incluso de nosotros mismos", subraya Alfredo Muñoz, presidente de la asociación de jueces sustitutos Concepción Arenal.

Por si cabía alguna duda, en la votación parlamentaria del actual Consejo, los dos grandes partidos volvieron a demostrar que no estaban dispuestos a abrir la mano, ni siquiera ante una candidatura como la de la magistrada no asociada Beatriz Grande, que contó con la extraordinaria cifra de 343 avales. "Me votaron compañeros de todas las tendencias porque conozco bien el funcionamiento del sistema judicial y del propio CGPJ, pero parece que a los no asociados no se nos reconocen los criterios de mérito y capacidad que establece la ley", indica la magistrada, hoy inactiva judicialmente. "Para hacer carrera hay que estar en las asociaciones, mejor en unas que en otras, y tener buenas relaciones con las cúpulas, ya que a los no asociados se les cierra el camino de la promoción", certifica el ex presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Javier Casas. "Si la Constitución nos prohíbe pertenecer a un partido político o a un sindicato es para que preservemos nuestra independencia. La Carta Magna busca el mérito y la capacidad, no la coherencia y la conveniencia. La gente duda de la rectitud jurídica de un magistrado identificado con un partido", subraya, a su vez, el presidente de la Audiencia Provincial de Huelva, Jesús Fernández Entralgo.

Nadie en la judicatura ha olvidado que la designación de Carlos Dívar como presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo fue anunciada por el presidente del Gobierno antes de que el pleno del Consejo votara, como es preceptivo, ese nombramiento. Y no pocos piensan que el CGPJ se retrató el mismo día de su bautizo, al secundar diligentemente y sin crítica el nombramiento del candidato consensuado entre Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. "Puedo dar fe de que en el Consejo anterior, nadie, excepto yo, que era vocal independiente, de consenso entre el PP y el PSOE, rompía nunca la disciplina de voto. El vocal de Convergència i Unió, por ejemplo, cambió de alianzas en el momento justo en que su partido rompió con el PP y se alió con el PSOE. Al salir del Consejo dije que habíamos dejado el listón del despropósito tan alto que resultaría difícil superarlo, pero estaba equivocado", señala Agustín Azparren.

La teoría del "rendimiento decreciente" se aplica ahora con similar desparpajo al actual CGPJ junto a la sospecha de que los consejeros, supuestamente tironeados por los partidos, ocupan buena parte de su tiempo en las conspiraciones partidistas. "Los jueces de base nos sentimos abandonados por el Consejo", dice la magistrada Purificación Pujol. "No nos sentimos defendidos, ni bien representados", abunda la también magistrada de Madrid María Valvanuz Peña. La frase "Cada Consejo hace bueno al anterior" es un lugar común. "Aquellos que en la transición política tuvimos que enfrentarnos al Ejecutivo por los casos de torturas y soñamos con un poder judicial fuerte e independiente debemos reconocer ahora que fracasamos en el diseño del CGPJ. Lo digo sin dramatismo, porque conseguimos también muchas cosas, pero no tuvimos suficientemente en cuenta que ese Consejo debía funcionar y que la división de poderes y la independencia judicial son claves", indica Juan Luis Ibarra.

¿El Gobierno de los jueces es una mera correa de transmisión de los dos grandes partidos? Gabriela Bravo, la portavoz del CGPJ, lo niega en un tono tan delicado como tajante. "No somos correa de transmisión de nadie y tampoco es cierto que los partidos mangoneen el espacio judicial. Lo que sí han ocupado es el espacio mediático y social desde el que se proyecta una imagen de la justicia que no se corresponde con la realidad", asegura. "Vamos a necesitar mucho tiempo para encontrar el sosiego, y todos deberíamos hacer autocrítica: los medios de comunicación, los partidos, el Consejo...", dice.

"Cuando se habla de politización se habla de cambio de cromos en un cuartito oscuro. Hay que dar por supuesto que los cargos nombrados, sean o no los más idóneos, actúan con independencia, y tener en cuenta que las sentencias que pueden resultar previsibles por la ideología dominante en un juez o un tribunal son escasas", explica Juan Luis Ibarra. "El 95% de las sentencias que elaboro son fáciles de calificar porque solo requieren oficio y disciplina. Con el resto, el problema es que no tienes pruebas o albergas dudas sobre la norma a aplicar. En estos casos, la posibilidad de que la sentencia sea diferente según el juez es alta, porque al articular un derecho para ese asunto reflejamos nuestras propias precomprensiones culturales, sociales y políticas", admite el presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra.

Jesús Fernández Entralgo equipara la elaboración de una sentencia con la interpretación de una partitura musical. "Pongamos el Himno a la alegría de Beethoven. El director puede hacer una interpretación alegre, vibrante u opaca, pero debe cumplir la condición de que la música sea reconocible; no puede ser que suene como si fuera Aserejé. Un grado de politización en la función jurisdiccional es, quizá, inevitable", señala, "pero otra cosa es entrar en la arena política y seguir las consignas de un partido". Según eso, el problema sería el compadreo entre políticos y esos jueces que, como apunta un magistrado, "hacen pasillos a la búsqueda de un cargo".

Por acreditada que esté la práctica de los nombramientos en clave política partidista y el papel de correa de transmisión que ejercen las asociaciones más representadas, no todo el mundo en la judicatura comparte la propuesta de que los jueces vuelvan a nombrar a la mayoría del CGPJ. Recuerdan que el sistema antiguo fue reformado para salvar la resistencia corporativa judicial a los cambios que exigía una sociedad democrática, y subrayan que no hay remedio fácil en el horizonte, por muy en auge que esté la tentación de culpar de todo a los políticos. Lo que sí se comparte ampliamente es que la situación no se aguanta. Las dos huelgas de jueces, la dimisión de un ministro del ramo (Mariano Fernández Bermejo) y el manifiesto rupturista de los 1.500 son aldabonazos que convocan al cambio drástico de rumbo. "El problema es más de cultura política que de sistema. Obama nombra al Supremo y allí a nadie se le ocurre cuestionar el prestigio de esos jueces", señala el presidente de la Audiencia Nacional, Ángel Juanes, cansado, como tantos, del maniqueísmo político imperante.

Cabe dudar del interés de los grandes partidos en corregir su comportamiento, pero, seguramente, no de la necesidad de los jueces de recuperar el prestigio perdido en la política de nombramientos y en la reproducción doméstica de los bloques políticos. La receta es conocida: respeto democrático al pluralismo y a los ámbitos de actuación de los poderes, transparencia, equilibrio, aplicación de criterios objetivos para la selección de los mejores. Algunos jueces sugieren la reducción drástica del número de vocales del CGPJ liberados a tiempo completo. "Eso nos ahorraría una docena larga de altos cargos con coche, chófer y Visa Oro, además de mucho amiguismo y conspiraciones", apunta un magistrado. Otros proponen reducir el peso de las asociaciones hasta garantizar que todos los jueces puedan hacer carrera y darle mayor pluralidad al Consejo con la entrada de representantes del Colegio de Abogados, procuradores, etcétera. En la tarea de "blindar el poder judicial frente a lo que dicten en Ferraz (sede central del PSOE) o Génova (sede central del PP)", todos parecen de acuerdo en que hay que motivar más los nombramientos del Supremo.

"La elección auténticamente parlamentaria, representativa, pluralista, está por estrenar", sostiene, por su parte, Joaquín Giménez. "Los candidatos deberían representar a todas las asociaciones y a los no asociados, y el PP y PSOE podrían renunciar a ejercer la mayoría absoluta. Los candidatos tendrían que ser examinados por una comisión interparlamentaria a partir de informes exhaustivos que dejaran constancia de todo lo que han hecho y dicho a lo largo de sus carreras. Hay que asegurar la transparencia total", subraya el magistrado del Supremo. En su opinión, urge que las cúpulas de los grandes partidos pacten una salida a la crisis.

Claro que, para recuperar el aprecio de la sociedad y ganarse el respeto de los políticos, los jueces tendrían que merecérselo. Ahora que sus señorías han descendido del Olimpo y nos muestran, en exceso, sus apetitos y semejanzas con el común de los mortales, lo que se les pide es que se comporten como los mejores, los más justos y más libres de entre nosotros; tipos excepcionales a los que poder confiar la aplicación de la ley, virtuosos de la moral cívica capaces de apartarse de sus propios prejuicios. Dadas las circunstancias, quienes no puedan con eso deberían emular a la mujer del César y obligarse no solo a procurar ser independientes, objetivos y honestos, sino también a parecerlo, intensamente.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de mayo de 2010

Descubierto un topo chino en la CIA

Manuel Loureiro, "Las dos libretas con 20 nombres del topo perfecto de la CIA", El Mundo, 23 ENE. 2018 03:03

El último empleo de Jerry Chung (dcha.), que hasta 2007 trabajó para la CIA, ha sido en la galería de subastas Christie's de Nueva York. Al ser detenido, le intervinieron una libreta con nombres y datos de 20 agentes de EEUU muertos o detenidos en China.
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Trabajaba para la sala Christie's en Nueva York pero antes fue espía de la CIA en China

Ahora Jerry Chung está acusado de la caída de 20 agentes en Pekín. Por zoquete o por doble agente

Su 'fallo' desencadenó la mayor operación de contraespionaje de EEUU desde que cayó el Muro: Honey Badger

El sábado de la semana pasada, mientras se ponía el sol en la costa Este, parecía una tarde cualquiera en el control de pasaportes del aeropuerto JFK de Nueva York. La cola de viajeros llegados desde los lugares más variopintos del mundo, esa mezcla de turistas excitados y pasajeros frecuentes de aspecto fatigado tras largas horas de vuelos intercontinentales, avanzaba lentamente hacia el mostrador del Servicio de Fronteras norteamericano. Entre toda esa gente caminaba un caballero asiático de 53 años de edad, menudo y con un fino bigotillo sobre su labio superior que le daba un aspecto entre cómico e inofensivo. En su bolsillo llevaba un pasaporte norteamericano a nombre de Jerry Chung Shin Lee, el nombre con el que llevaba viviendo en Estados Unidos desde su naturalización como ciudadano en los años 80. Si alguien se hubiese acercado a Jerry Chung en la cola y hubiese entablado conversación con él, seguramente éste le habría dicho que su vuelo acababa de llegar de Hong Kong y que su familia le estaba esperando en Carolina del Norte. Si hubiese estirado la conversación mientras la cola avanzaba incluso puede que le hubiese contado a su interlocutor que llevaba varios años trabajando para la prestigiosa casa de subastas Christie's de Nueva York, después de haber tenido varios trabajos entre EEUU y China. Probablemente Jerry Chung se hubiese callado que antes había trabajado como agente operativo de la CIA entre 1994 y 2007, aunque ese último detalle ya lo sabía el equipo de media docena de agentes y un escuadrón de SWAT que le esperaba al otro lado del control para detenerle. Porque J. Chung, por descuido o por pericia, era el responsable de la mayor catástrofe operativa de la CIA en el extranjero desde el final de la Guerra Fría y por fin iban a atraparlo.Todo empezó unos años antes, en 2010. La CIA, como cualquier agencia de espionaje de cualquier otro país, tenía una densa red de espías en China. Desde el despegue económico de la superpotencia oriental, el interés de los servicios secretos norteamericanos se había redoblado, creando una infraestructura compleja y con -se supone- un altísimo grado de infiltración en los mecanismos del estado chino y sus sectores tecnológicos, militares e industriales. Nada que, por otra parte, no estuviesen haciendo los chinos en EEUU y docenas de países más unos a otros. Una partida más dentro del Gran Juego. Sin embargo, en 2010 las cosas comenzaron a ir horriblemente mal para la estación USA de Pekín.Todo empezó en la ciudad de Chengdu, en el sudoeste del país asiático. Un miembro de nacionalidad china del personal del consulado estadounidense en la ciudad iba caminando tranquilamente por la calle cuando de repente dos personas vestidas de paisano se le acercaron y sin mediar palabra lo introdujeron a la fuerza en una furgoneta. El vehículo arrancó con un chirrido de neumáticos ante una mezcla de pasmo e indiferencia de los transeúntes y se dirigió a una de las sedes de la contrainteligencia china. Allí, el diplomático fue interrogado y convencido para que firmase una confesión en la que reconocía que formaba parte de una red "que cometía actos de traición contra China". Los servicios secretos chinos habían descubierto -y éste era el quid de la cuestión- que este hombre formaba parte de la red de la CIA. Un par de días más tarde, tras una compleja negociación, fue evacuado por la agencia hacia EEUU. Fue afortunado. Los siguientes casos resultaron ser mucho peores. En su momento este incidente mereció una breve reseña en Político, la publicación de Washington y poco más. A nadie la apetecía airear un asunto tan embarazoso. Sin embargo, en los meses siguientes, el goteo de pérdidas de agentes en China alcanzó cotas espantosas. Cada pocas semanas un operativo era neutralizado, lo que en el argot significaba que, simplemente, desaparecía sin dejar rastro. De todos ellos, hasta una veintena, no se ha vuelto a saber nada, así que se presume que o bien están encarcelados en algún centro secreto sin ningún juicio público o que, lo más probable, hayan sido sumariamente ejecutados.En medio de esa ofensiva brutal y para mayor bochorno, la revista Newsweek reveló en 2012 que la embajada norteamericana en Pekín estaba totalmente infiltrada, gracias a una compleja red de trabajadores corruptos, chantajes sexuales y prostitutas al servicio del gobierno chino. La paranoia de la CIA llegó al extremo de no fiarse de sus propias instalaciones. No se atrevían a mantener conversaciones allí "salvo en susurros", según la revista norteamericana. Mientras la red que habían tardado décadas en construir se desmoronaba con estruendo sospechaban que sólo un topo, un infiltrado a alto nivel, podía ser el responsable de tanta devastación.La luz verde de ObamaCuentan que durante aquellos años, en la sede de la CIA en Langley temían las llamadas desde Pekín, en las que, lacónicamente, anunciaban "otro más" cada vez que era neutralizado otro agente. La debacle llegó a tal punto que el presidente Obama dio luz verde a Honey Badger, la mayor operación de contraespionaje desde la caída del Muro de Berlín. Ese profundo -pero discreto- barrido de arriba a abajo de las estructuras y agentes de la CIA empezó a dar sus frutos al cabo de los años. Conseguir resultados en el contraespionaje es una labor lenta y laboriosa y a veces hacen falta golpes de suerte. En abril de 2017 se da uno de ellos cuando en un cruce rutinario de datos alguien se da cuenta de que la activación de un iPhone con un número de serie concreto y que estaba en una lista marcada se corresponde con una persona concreta. Esta persona es Candance Marie Claiborne, una funcionaria de 60 años del Departamento de Estado con acceso a información confidencial y el iPhone ha sido adquirido por alguien relacionado con la embajada china. Claiborne es una mujer de mediana edad, sin contactos aparentes con el mundo del espionaje y con una vida gris y sencilla, pero que sin embargo resultó ser uno de los principales nudos del espionaje chino en América. La CIA pensaba que por fin había acabado con el topo, pero sin embargo, todos los intentos de reconstruir la red de espionaje en Pekín -que a esas alturas estaba, y está, reducida a escombros- era infructuosa. Había algo más. Y entonces, por algún motivo que aún no se conoce (y puede que nunca se sepa), todos los radares se enfocaron en nuestro personaje, Jerry Chung. Tras haber servido en el ejército de su país de adopción, Chung fue reclutado por la CIA y se convirtió en un analista de los datos relativos a China. Su facilidad con el idioma, su cercanía cultural y su conocimiento de la idiosincrasia del país le convertían en un candidato ideal para el puesto. Sin embrago, en 2007 se desligó aparentemente de la agencia y empezó a encadenar un trabajo tras otro en empresas extranjeras que intentaban meterse en el mercado chino. Si esto les parece que no tiene demasiado sentido quizás es porque no lo tenga, o porque oculta algo más. La CIA pensaba que Jerry era un agente quemado y por ese motivo lo relegó a un discreto segundo plano, según algunas fuentes. Según otras, formaba parte del plan del propio Chung.Cuando la CIA le detuvo, la semana pasada, entre sus pertenencias se encontraron dos libretas, llenas de anotaciones manuscritas. En ellas, entre otras cosas, docenas de datos relativos a los 20 agentes de campo de la CIA detenidos o asesinados en China a lo largo de los últimos años, claves de la red de espionaje destruida y según el escrito de acusación presentado y hecho público, al menos una página que contenía "elementos de Alto Secreto que no se corresponden con el nivel de acceso" que Chung jamás tuvo. La pregunta que se hace ahora todo el mundo es la misma: ¿Es Jerry Chung el mayor topo del espionaje reciente o sólo un agente de campo especialmente torpe que anota información de alto secreto en libretas y las pasea de aquí a allá? ¿Es él una víctima de los servicios chinos de inteligencia o parte de ellos? ¿Ha sido doble agente todo este tiempo? Una última cosa: en esa lista incautada a Chung había 20 nombres, pero se sospecha que la red de espionaje era mucho más grande. Sin duda, mientras ustedes leen estas líneas, alguien, en algún lugar de China, mira de reojo a la puerta de vez en cuando, temiendo ver como la tiran abajo de golpe y convertirse así en la baja número 21. No sé ustedes, pero yo no le envidio el sitio. El Gran Juego continúa.

sábado, 20 de enero de 2018

Frases absurdas

FRASES ABSURDAS RAJOY
Rajoy amenaza con batir el récord de Yogi Berra, el rey de las frases más absurdas, Por Henrique
Mariño, en Público,  20.01.2018

Mariano Rajoy tiene un otro yo. No es presidente de ningún Gobierno, ni tampoco registrador de la propiedad, pero su nube de palabras se instaló sobre el político gallego desde el mismo instante en el que se incorporó a las filas del PP. Como diría el propio Rajoy, “está lloviendo, lloviendo mucho”, aunque “el agua cae del cielo sin que se sepa exactamente por qué".

Su nombre es Yogi Berra, el rey de las frases absurdas, pese a que el líder del Partido Popular se esfuerza cada día en superarlo. “Sabía que nadie alcanzaría ese récord hasta que alguien lo batiese”, proclamó Berra cuando ganó diez series mundiales de las grandes ligas de béisbol estadounidenses. Rajoy puede aplicarse el cuento.

Algunas frases del jugador norteamericano son intercambiables con las del mandatario español. Imagínenselo en la tribuna de oradores del Congreso: "En teoría, no hay diferencia entre práctica y teoría. En la práctica, sí la hay"; "No puedo concentrarme mientras pienso"; "El futuro [de España] no es lo que solía ser".

O en su despacho de la sede del PP: "Y te pagan en efectivo, lo que es tan bueno como el dinero"; "Si [el sobre] fuera de una persona pobre, se lo devolvería"; "Se ven muchas cosas con solo mirar"; "Nunca respondo una carta anónima”.

O en el juicio del caso Gürtel en la Audiencia Nacional: "Creo que es la primera vez que llego tarde tan temprano"; "Es como un déjà vu que se repite todo el rato"; “¿Es que usted no sabe nada?", preguntaría el fiscal. "Ni siquiera sospecho nada, señor".

O en el balcón de Génova tras una victoria electoral: "Quiero agradecerles por hacer esta fiesta necesaria". Y cuando llega la pizza: "Córtela en cuatro, no creo que pueda comer ocho". En cambio, Moragas prefiere cenar fuera para que le dé un poco el aire: "Ya nadie va a ese restaurante porque siempre está demasiado lleno".

O en una reunión del comité ejecutivo para analizar la amenaza de Ciudadanos: "Si no puedes imitarlo, no lo copies"; "Es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro”; "Si no sabemos hacia dónde vamos, terminaremos en cualquier otro lugar".

O en una conversación informal en la Moncloa con Albert Rivera: "Daría mi brazo derecho por ser ambidiestro"; “Un contrato verbal no vale ni siquiera el papel en el que está escrito"; "La mitad de las mentiras que dicen de mí no son verdad".

O en un paseo de Ribadumia a Meis con José Benito: "No es demasiado lejos, sólo lo parece”; "Cuando encuentres una bifurcación en el camino, tómala"; "No compraré a mis hijos una enciclopedia. ¡Que caminen a la escuela como hice yo!".

O en un partido de la Roja en el Bernabéu: "Si la gente no quiere venir al estadio, nadie va a detenerla". Y cuando marca un gol por la escuadra Morata: "El juego no se acaba hasta que se termina”.

O en el funeral de… Bueno, en cualquier funeral: “Siempre voy a los entierros de los demás, porque de lo contrario ellos no vendrán al mío"; "Era difícil mantener una conversación con alguien, había demasiada gente hablando".

O al despertarse junto a Viri: “Es un 90% cerebro y la otra mitad, esfuerzo físico”; "Si no hubiese despertado, todavía estaría durmiendo”; "Normalmente duermo una siesta de dos horas. De una a cuatro".

Queda claro que estas frases no son de Rajoy, sino de Yogi Berra, pero se le parecen. El beisbolista, fallecido en 2015 a los noventa años, dejó un reguero de títulos a su paso por los New York Yankees y un libro que recoge todas sus frases: The Yogi Book: I Really Didn't Say Everything I Said (Workman, 1998).

Sus yogismos son una rajoya, aunque él también trascendió como deportista, pues fue el mejor jugador en tres ocasiones de la Liga Americana. Ingenioso fuera del campo y dicharachero sobre la hierba, el catcher estaba siempre de charleta con los bateadores mientras esperaba la bola, por lo que pudieron disfrutar de un espectáculo gratuito.

Cuando esperaba su turno o perdía un juego, solía sentarse con las piernas cruzadas. Un compañero lo apodó Yogi, porque le recordaba a un yogui hindú que había visto en un documental. Él, a su vez, le prestó su sobrenombre al Oso Yogui de los dibujos, si bien Hanna-Barbera lo negó cuando Berra amenazó con denunciarlo por difamación. Maldita gracia le hizo que lo hubiesen terminado llamando como al personaje animado.



La biografía del afamado beisbolista es más agitada que la de Mariano Rajoy, quien empezó a preparar las oposiciones antes de terminar la carrera de Derecho y se convirtió, a los veinticuatro años, en el registrador más joven de España. Yogi fue llamado a filas cuando alcanzó la mayoría de edad y, por suerte para el deporte, sobrevivió al desembarco de Normandía.

Genio por accidente, decía que los yogismos le salían de forma espontánea, sin pensárselos, por lo que queda la duda de si era un bendito o un humorista de alto nivel. Tras ejercer como mánager y entrenador de los Mets de Nueva York, los Houston Astros y sus queridos Yankees, se retiró. Cuando ya era un anciano, su mujer le preguntó: “Yogi, tú eres de San Luis, vivimos en Nueva Jersey y jugaste en Nueva York. ¿Dónde te gustaría ser enterrado?”.

Él le dijo que le resultaba difícil responder a ello y que lo consultaría con la almohada. Al día siguiente, su esposa volvió a hacerle la misma pregunta y él le respondió: “Venga, entiérrame donde tú quieras. ¡Sorpréndeme!”. Sus restos reposan en el cementerio Gate of Heaven (La puerta del cielo) de East Hanover, en el estado de Nueva Jersey. Pese a su esfuerzo, ninguno de los protagonistas de los entierros a los que había ido acudió al suyo.

La biografía y el carácter de Rajoy, aunque parezca mentira, también tienen sus aristas, como pueden leer aquí. Incluso ha hecho méritos para que algunas de sus frases pudiesen ser atribuidas a Yogi:

- “Una cosa es ser solidario, y otra es serlo a cambio de nada”

- “¿Ustedes piensan antes de hablar o hablan tras pensar?”

- "Algunos se creen que no tenemos sentimientos, pero somos sentimientos y tenemos seres humanos".

- "Lo que nosotros hemos hecho, cosa que no hizo usted, es engañar a la gente".

- "Cuanto peor, mejor para todos. Y cuanto peor para todos, mejor”.

- “A veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión, que también es tomar una decisión”

- “Quien me ha impedido cumplir mi programa electoral es la realidad”.

- "Quiero transmitir a los españoles un mensaje de esperanza: ETA es una gran nación".

Juzguen ustedes quién se merece el premio a la mejor frase absurda. Estas, como demuestra la hemeroteca, fueron pronunciadas por Rajoy. En el caso de Berra, la realidad se mezcla con la leyenda, del mismo modo que la paradoja con el disparate, o la ingenuidad con la estupidez. Ya lo dijo Yogi: “En realidad no he dicho todo lo que dije”.

jueves, 18 de enero de 2018

Los manchegos de Umbral

En ciertos años uno convive con su cuerpo como con un traidor. Si alcanzas la edad de los infartos no sabes cuándo te va a mandar a paseo con un tiro de gracia. O con un trombo sin nada de gracia. Le digo: "¿Tú también, Bruto...? Qué bien me siento cuando no me siento". Porque sentirse demasiado es resentirse, es aprensión, hipocondría en pedante. Uno pasa la vida entre taquicardias, sufriendo cómo bailan claqué las inquietas arañas sobre los tubos enchufados al corazón, que es un saxo o un trombón de varas mal hecho. Una refinería, como el Centro Pompidou. Por no hablar de próstatas escocidas y otras glándulas y vainas. Ah, y los venenos de la vitualla.

Se me han muerto dos pájaros en dos días. El último, en San Antón, patrono de los animales. Mi hija ya me está llamando deprimente y cambio de tercio; me pongo a buscar algo que les entretenga y cojo un libro de mis montones que sea compulsivamente animado. Saco la Trilogía de Madrid, de Umbral. Como todos los suyos, está muy poblado; habla de una España difunta, pero más estimulada que la de ahora, que es tétrica; lo digo (también) por el tetris, ya que no hay manera de ordenar y acabar España y pegar sus piezas unas con otras, como no hay manera de acabar el tetris. Que nadie quiere reprogramar.

Lo de Umbral es la metáfora y el descaro que debe tener todo estilo. Sin frescura no se puede tallar la grisura del lenguaje convencional. Pero este famosillo es patológicamente superficial. Si tiras una botella al mar como la de Vigny, se supone que tiene que haber algo dentro de ella y no solo postura. Es verdad que un escritor es fundamentalmente un gilipollas que se expresa por escrito porque tiene una patológica timidez o problemas de comunicación. Estando vacíos, vacían botellas al mar y son alcohólicos o algo peor; no se llenan nunca de nada, lo descomponen todo. Taladran la lluvia chorreante como los gusanos o las larvas muertas de los tornillos que mantienen unido el Todo. Otras veces el escritor es una esponja de entusiasmo completamente estrujada o anulada por la sociedad. Tanta actualidad ya solo le ha dejado poros o los ojos de Argos y se ha vuelto absolutamente superfluo; flota sobre ella como el corcho o la mierda. Y ese es el caso del simpadre Umbral, un hombre vacío y destrozado dos veces, una por el afecto de nevera de su madre y otra por su hijo, ese niño muerto, aunque a él por lo menos le quedaba la dignidad del lenguaje, eso que le hace tan intraducible y tan nuestro. Le quedaba hablar de su libro. Y hablar mal de Baroja, también.

Madrid es una vía pecuaria sobre el arroyo del Abroñigal. Y así es como la pintó Antonio López, que andaba por 
allí "como un pastorcillo angélico" y "un alucinado de la realidad". Fue gran amigo suyo. Incluso puso el famoso cuadro como portada para su novela Nada en el domingo. Lo admiraba tanto que él, tan poco proclive a los elogios, escribió era "uno de los genios fundamentales de la pintura española de todos los tiempos". De Paco Nieva, otro genio, dice que no tomaba en serio el postismo de Jesús Juan Garcés, porque era nada menos que militar y almirante y venía del garcilasismo. Nieva era "un manchego pasado por Bataille que se ponía de madrugada la manta como un chal carromatero para aparecerse (en realidad se había quedado en casa), irreal de maquillaje, empolvado en las buñolerías del alba, los zocos de efebos y las cenas de Sole". Nunca vestía de marrón, que no es color de caballeros. Cuerdamente lo sitúa entre Valle-Inclán y Ramón Gómez de la Serna, algo "demasiado fino para el oído de estraza del espectador español". Escribe que "se le había quedado dentro la infancia como vivencia, y no como conciencia". Otras veces intenta esquivar la seducción de Gregorio Prieto y las "proposiciones arcangélicas" de "su serrallo hermafrodita". A Umbral la mayor parte de los manchegos le parecían "acordobesados". Prieto pintó a Lorca "con ojos de mujer". Y no sabemos si se refiere a Lorca o a él, o a los dos. Y Umbral lo describe en Londres, sumiso, planchándole los pantalones al erizo de Luis Cernuda, el que decía aquello de ser "un naipe cuya baraja se ha perdido" y lo de "no sé nada, no quiero nada, no espero nada". De Francisco García Pavón no dice nada apenas, solo que dirigía Taurus.

De Sara Montiel refiere que no paraba de contarle chismes rurales a Jorge Fiestas y que a él lo  conoció tarde y mal, aunque le hizo una entrevista en el tardofranquismo donde se confesaba socialista y hablaba de sus parientes encarcelados o fusilados por Franco. "La publicación de aquella entrevista fue la hostia, o sea, el copón", concluye.

miércoles, 17 de enero de 2018

Eufemismos en política

Enrique Mariño, "Eufemismos en política", en Público, 17-I-2018:

Si usted vuelve a escuchar a Cristóbal Montoro aquello de “vamos a cambiar la ponderación de los impuestos”, agarre bien la cartera, porque lo que querrá decir es que el Gobierno le va a dar un estacazo con una nueva subida del IVA. Tal vez decida salir a la calle para mostrar su rechazo, pero ande con ojo, no vaya a tropezar con las defensas de las Unidades de Intervención Policial —o sea, con las porras de los antidisturbios—. Terminará lamiéndose las heridas o, en el peor de los casos, teniendo que someterse al copago sanitario, que debería llamarse repago, pues recuerde que ya ha abonado los medicamentos a través de los sucesivos cambios de ponderación impositivos a los que aludía el ministro de Hacienda.

La escalada de eufemismos podría seguir hasta la zeta del diccionario, incluso sin salirnos del anterior párrafo: sustituyamos estacazo por daño colateral o IVA por gravamen adicional, al que tendríamos que sumar el recargo complementario temporal de solidaridad, que no es otra cosa que la subida del IRPF. Incluso eso de escalada tiene un matiz épico, cuando en realidad se trata de un aumento o una subida, nada deseable cuando se trata de armas o precios.

“Se utilizan palabras blandas para expresar situaciones duras”, explica la periodista Soledad Gallego Díaz, acostumbrada a ver cómo en los últimos años los políticos, economistas y empresarios recurren cada vez más a los eufemismos. Quizá, añade la columnista de El País, para describir unas situaciones que se han vuelto “progresivamente más injustas o violentas” —hablamos del paro galopante, de los recortes (reformas estructurales), de la supresión de derechos, de la privatización de los servicios públicos (externalización), de los desahucios y la crisis de las preferentes (una estafa en dos tiempos: al timo inicial le seguiría una quita posterior, o robo, de los ahorros), etcétera—, por lo que podrían considerarse unos “pretextos para amparar no a los más débiles, sino a los más poderosos”.

Esta degradación de la lengua, pese a la carrerilla que ha tomado en España desde el inicio de la crisis económica, no es nueva ni exclusiva de este país. George Orwell escribía en 1946 que “el lenguaje y los escritos políticos son ante todo una defensa de lo indefendible”, por lo que los gestores de la cosa pública recurrían a “eufemismos, peticiones de principio y vaguedades oscuras” para evitar argumentos “demasiado brutales” a oídos de los ciudadanos. Así, respecto a las purgas y deportaciones en Rusia, por ejemplo, el político nunca mentaría el “asesinato de los opositores”, sino “cierto recorte de los derechos de la oposición política”

El ensayo La política y el lenguaje inglés, como puede observarse, sigue vigente sesenta años después. Basta cambiar el nombre del gobernante, de la nación y del conflicto, sinónimo suave de guerra, exterminio, genocidio o muerte. “El gran enemigo del lenguaje claro es la falta de sinceridad”, sostenía Orwell. “Cuando hay una brecha entre los objetivos reales y los declarados, se emplean casi instintivamente palabras largas y modismos desgastados, como un pulpo que expulsa tinta para ocultarse”. Volver no operativo, un supuesto no injustificable, una consideración que siempre debemos tener en mente, etcétera. “El estilo inflado es en sí mismo un tipo de eufemismo. Una masa de palabras latinas cae sobre los hechos como nieve blanda, difumina los contornos y sepulta todos los detalles”, señalaba el autor de 1984.

Pero volvamos a este tiempo y a nuestro país. Si la realidad no es del agrado del pueblo, basta cambiarle el nombre para hacerla más digerible. Con Zapatero no había crisis, sino recesión o desaceleración. Su ministra de Economía, Elena Salgado, vio algunos brotes verdes en la economía y aventuró que sólo cabía esperar a que creciesen. La negada crisis terminó siendo tal, aunque, como dijo el ministro Guindos, España jamás fue rescatada, pues se trató de un apoyo financiero o, más largo todavía, un préstamo en condiciones muy favorables. Entretanto, no hubo inflación —si acaso, reacomodamiento de precios—, ni arreció el paro —sino que las empresas, algunas por falta de liquidez (se iban al tacho), aprovecharon las sinergias y optimizaron sus recursos, mientras que las administraciones públicas racionalizaron el gasto, eliminaron duplicidades, adelgazaron sus estructuras y redujeron los gastos superfluos: meros ajustes en un contexto de flexibilización del mercado laboral—. Para frenar la sangría del desempleo —luego iremos con el enfermo— no se favoreció legalmente el despido libre o su abaratamiento, sino que se informalizaron las relaciones laborales. Al menos, nadie le dio una dentellada a los sueldos de quienes seguían conservando su trabajo: hubo alguna devaluación competitiva de los salarios por aquí, algún ajuste por allá, alguna moderación salarial por acullá....

"Lo formal es feo y estrecho y lo informal, en cambio, hermoso y desenvuelto. Lo inflexible es rígido y obstinado, en tanto la flexibilización es ligera y juvenil", escribe el profesor universitario Miguel Catalán en el libro Mentira y poder político (Verbum). Lo que nos lleva a pensar que no cabe duda de que la arruga sea bella, si bien la pérdida del trabajo —el despido— se antoja fea, por mucho que la vistan de reajuste, una palabra aquejada de trastorno bipolar. Puede suponer una disminución —de empleos—, pero también un aumento —de precios—; el caso es que su escucha no trae nada bueno. Decíamos que no bajaron los sueldos, como tampoco se llevaron a cabo desahucios —llámenlos procedimientos de ejecución hipotecaria—, por lo que ningún propietario se quedó sin su casa —en jerga bancaria, activos adjudicados—. Los jóvenes universitarios tampoco se vieron forzados a emigrar —movilidad exterior, mejor que fuga de cerebros— por falta de oportunidades laborales —o sea, de trabajo— y los que sí se quedaron no entienden cómo, habiendo estudiado una carrera y un máster, no aciertan a comprender qué significa eso de flexiseguridad en un país tan inestable laboralmente como el nuestro. Sea como fuere, resulta paradójico que dos conceptos positivos en uno —flexibilidad y seguridad—, más que tranquilizarnos, nos intimiden...

Claro que durante estos años que vivimos peligrosamente hubo alguna buena noticia, como las iniciativas del Gobierno para calmar los mercados —subir los impuestos y reducir el gasto público, como ordenaban desde el más allá— o las inyecciones de liquidez —ejem— que proporcionaron las medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas —“señoría, no hay ninguna amnistía fiscal”, se escuchó en el Congreso por boca de Montoro—. ¡Qué riqueza lingüística! ¡Benditos neologismos, encargados de inflar la burbuja eufemística! Circunloquios para el recuerdo, como la abstención técnica del PSOE para que gobernase Rajoy, mientras que el PP no expulsaba a Rato, sino que lo daba de baja. La infanta Elena y Marichalar tampoco se separaron, pues lo suyo fue un cese temporal de la convivencia. Un capítulo aparte merece el extesorero del PP Luis Bárcenas, que sufrió un “despido en diferido” —en este caso, no se informalizó su relación laboral porque ésta había sido simulada— y, consecuentemente, recibió una indemnización a su debido retraso por su gestión de la presunta caja B del partido, que no era tal sino una “actividad extracontable sin carácter finalista”. Por cierto, gracias a la Ley de Enjuiciamiento Criminal, aprobada por el Congreso, los imputados por la Justicia ahora son investigados, un participio que resulta más leve y suena menos fuerte.

Qué desastre, pensarán algunos, pero cuidado también con las metáforas. Cuando escuchamos que una empresa sanea sus cuentas o que la crisis del banco equis contagia al banco zeta, estamos tratando a la economía como a un enfermo o, si lo prefieren, como a un ser vivo responsable de sus actos y con autonomía propia, como si la culpa de las crisis la tuviesen estos organismos animados y no las personas encargadas de su gestión. Lo denunció hace cuatro años la profesora de Filología de la Universidad de Navarra Carmen Llamas durante el VIII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo El lenguaje de la crisis, organizado por la Fundación San Millán de la Cogolla y la Fundación del Español Urgente (Fundéu), cuyo coordinador, el periodista Javier Lascurain, tiene claro que las fuentes de los periodistas se valen de los eufemismos y las denominaciones alternativas para “camuflar, dulcificar u ocultar ciertas realidades”.

Aunque a veces es la propia prensa la que impone un determinado léxico, extraído del deporte, el toreo, los fenómenos atmosféricos o los desastres naturales, que en realidad no son naturales, sino el resultado de la presencia o acción del ser humano en el entorno, así como de la falta de prevención por parte de este, pues no hay desastre si no hay afectados: una tormenta de arena en medio del desierto es un fenómeno natural, excepto que se tope con un campamento de beduinos y termine, ahora sí, en desastre. Si no tenemos esto claro, la traslación de tsunamis, sequías y tormentas al lenguaje económico nos hará pensar, por ejemplo, que los terremotos financieros son desastres de origen natural, incluso divino para algunos, que escapan a la mano invisible del hombre, encargada de regular el mercado. Resulta chocante que se naturalicen las decisiones de quienes mandan y los efectos de sus políticas económicas, mientras que los mercados se humanizan: tiemblan los parqués porque entran en pánico, o las bolsas se despiertan optimistas por la euforia que suscitan las operaciones comerciales.

“La crisis económica de 2008 fue consecuencia clara de un proceso de desregulación de los mercados financieros, pero los políticos que protagonizaron esa desescalada no han querido admitir su responsabilidad y se han presentado como víctimas de una catástrofe imprevisible. Lo mismos sucede con la corriente principal de pensamiento académico en Economía, que justificó plenamente esa desregulacion y que no acepta la enorme influencia que tuvo en el estallido de la crisis”, afirma Soledad Gallego-Díaz. “Por ello necesitan hablar con eufemismos, que ayuden a hacer creer a los afectados por la crisis que la responsabilidad fue de ellos mismos por solicitar un crédito excesivo y no de quienes, siendo especialistas en el tema, se lo concedieron”.

Sin embargo, algunos tienen los días contados. Por ejemplo, para evitar la palabra crisis, comenzaron a llamarla recesión, hasta que esta también adquirió una connotación negativa, lo que dio paso al crecimiento negativo, un oxímoron que figura entre los eufemismos favoritos de la columnista madrileña. Y cuando el Gobierno del PP creyó ver la luz al final del túnel, no se atrevió a recurrir de nuevo a los brotes verdes por su evocadora paternidad socialista y por las críticas que le dedicó al hallazgo verbal en su momento, lo que motivó que Luis de Guindos, actual ministro de Economía, optase por una "pequeña flor de invernadero" para referirse a la recuperación económica.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, y el presidente de Iberdrola, José Ignacio Sánchez Galán, charlan durante la inauguración de la jornada organizada por Pimco y El Confidencial. EFE/ Mariscal
Guindos y el presidente de Iberdrola, Sánchez Galán. / EFE

Ahora bien, ¿logran los políticos manipular a la sociedad con su camuflaje lingüístico? “Lo pretenden, y durante un tiempo lo consiguen, pero los eufemismos caducan”, abunda en la idea Álex Grijelmo, autor del libro Palabras de doble filo (Espasa). “Se produce lo que el lingüista norteamericano Dwight Bolinger llamó efecto dominó. Ajuste fue un eufemismo, y ahora designa claramente lo que antes ocultaba. Países pobres dio paso a países subdesarrollados, si bien esa expresión terminó nombrando crudamente lo que intentaba edulcorar. Así que luego vinieron Tercer Mundo —que se dio la vuelta con el adjetivo peyorativo tercermundista— y países en vías de desarrollo. Por tanto, el lenguaje político necesita renovarlos constantemente, porque se gastan. Y hay que estar muy atentos a esos cambios”, advierte el escritor y expresidente de la Agencia Efe.


Así, el copago sanitario, un eufemismo de repago, se convierte en ticket moderador, o sea, en un peaje por ir al médico, que ya habíamos pagado previamente con nuestros impuestos. “Los periodistas compran ese neolenguaje por varias causas, entre ellas la influencia directa de las fuentes en algunos medios. Y, desde luego, nosotros no siempre hacemos bien nuestro trabajo, pues usar palabras inadecuadas, engañosas o incomprensibles para los lectores es una forma de no cumplir nuestras obligaciones”, lamenta Javier Lascurain. “Nosotros somos cómplices, en muchas ocasiones involuntarios, de esa manipulación”, secunda Álex Grijelmo, quien sostiene que los plumillas “ejercen como transmisores acríticos”. Quizá entonces sea mejor decir tributo, tasa o pago en vez de peaje, aunque algunas autopistas también las paguemos dos veces, incluso tres si quiebran.

Pese a que fuese adecuado consumirlo preferentemente antes del fin de 2017, el término ajuste todavía no ha caducado, sino que ha mutado en otros eufemismos, que son empleados según Gallego-Díaz “para suavizar la carga pesimista o violenta de una palabra o expresión directa”. Adviértase que el verbo despedir comenzó a ser menos frecuente en los titulares cuando las empresas empezaron a presentar —o, en el mejor de los casos, a pactar— ERE, sigla de Expediente de Regulación de Empleo, que terminó dando lugar al ya lexicalizado ere y a su plural eres.

Tampoco corren buenos tiempos para la austeridad, “la reina de los eufemismos”, en opinión de la columnista de El País: “Un concepto asociado a la sobriedad, a la moderación y a la elegancia que ha sustituido en un abrir y cerrar de ojos a lo que es simplemente un hachazo en el gasto público”. Miguel Catalán, en Mentira y poder político, incide en la misma noción: “Puesto que la austeridad es una virtud tradicional, la de no gastar más de lo que se tiene sin dejar por ello de vivir con dignidad, se utiliza el término austeridad como un eufemismo para lavar la negra imagen de los recortes sociales, cuyo resultado [es una vida] indigna en tanto ayuna de servicios básicos”. Al principio era así, pero de tanto uso —y sufrimiento de la población— ha terminado adquiriendo un matiz peyorativo: antes, apretarse el cinturón podría apelar al sentido común, si bien ahora los políticos tratan de eludirla porque son conscientes de los daños colaterales causados a la ciudadanía. Digamos que algo considerado ayer positivo, hoy puede ser negativo, como recordaba el escritor británico Owen Jones —citado por Catalán en su libro— cuando aludía al término reforma: un término que antes estaba ligado a las mejoras de los servicios públicos "pone nombre ahora a las políticas antisociales”.

Un activista ¿Qué hacer ante el intento de colarnos la misma receta de siempre con otra denominación? Orwell decía que “si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento”, por lo que “esta invasión de la mente por frases hechas sólo se puede evitar si se está continuamente en guardia contra ellas, y cada una de esas frases anestesia una parte del cerebro”. No queda otra que llamar a las cosas por su nombre, como defiende Álex Grijelmo, quien advierte de los efectos secundarios del uso de las frases hechas. “Los periodistas que hacen suya la jerga política tendrán más difícil distanciarse de los políticos y ser independientes, solo por el hecho de usar sus mismas palabras manipuladoras. Yo desconfiaría del periodista que dice reforma fiscal cuando se habla de subir impuestos, o del que habla de desequilibrios territoriales en vez de desigualdades. Su lenguaje y su pensamiento parecen abducidos por el poder de turno”.

Los medios se han visto inundados de todo tipo de circunloquios, hasta convertirse, de manera inconsciente o intencionada, en neologismos periodísticos de uso cotidiano. Por ello, vale la pena mentar de nuevo al autor de La política y el lenguaje inglés, quien escribió aquello de que “el lenguaje político está diseñado para lograr que las mentiras parezcan verdades y el asesinato respetable, y para dar una apariencia de solidez al mero viento”. Porque, aunque pueda parecer que el uso de vaguedades y neologismos ayuda a difundir la diversidad lingüística, en realidad es sinónimo de empobrecimiento. “Más palabras no siempre suponen más riqueza del lenguaje, porque estas entran en el discurso periodístico para desplazar a otras —a menudo más claras o precisas— y no aportan riqueza sino oscuridad”, previene el coordinador de Fundéu.

En fin, nuestros eufemismos políticos y económicos son las especies invasoras que han tomado los ríos y van a dar a la mar, que es el pasar a mejor vida de los medios de comunicación. O sea, el morir. 

martes, 16 de enero de 2018

Pseudomedicinas y pseudociencias

Vicente Prieto: "Ya me he suicidado dos veces con homeopatía"
COTE VILLAR

Viveiro (Lugo), 1968. Es biólogo del cuerpo facultativo superior de la Xunta y presidente del Círculo Escéptico, una curiosa asociación con miles de seguidores en las redes que combate las mentiras de las pseudociencias.

Principios de año, somos presa fácil de profecías y dietas milagro.

Un socio recopila las profecías de cada año: no sólo se repiten, es que además nunca se cumplen.
La industria del adelgazamiento marcha a pesar de tener una tasa de fracaso cercana al 90%.
Cuando le preguntan al dietista Juan Revenga si funcionan las dietas él siempre dice que sí, porque consiguen su objetivo, que es ganar dinero.

¿Y las dietas detox, esa palabra imprescindible?

Si ya tenemos riñones e hígado, que son los que eliminan las toxinas de verdad...

Las cremas rejuvenecedoras...

O los suplementos alimenticios como el magnesio, tan de moda, que, si no tienes ningún déficit, no te aportan nada.

El mayor escándalo, ¿la homeopatía?

Los remedios homeopáticos son delirantes.El más común es tratar la depresión con muro de Berlín diluido, según ellos te tienes que tomar algo que te produzca los mismos efectos. Aire de cabina de avión, tiranosaurio rex diluido, tormenta, ostia consagrada... Es absurdo.

Pero se vende en farmacias.

Da mucho dinero. Yo ya me he suicidado dos veces con homeopatía, compré sedantes homeopáticos y me tomé una caja entera.

¿Ni un poquito de sueño le dio?

El azúcar me dejó la boca pastosa. La homeopatía dice que el agua guarda memoria, pero si eso es cierto, el agua recordará todo lo que se haya disuelto en ella a lo largo de los siglos, no exclusivamente lo bueno que ellos pretenden.

Las farmacias son también un negocio.

Recordemos que las power balance se vendían en farmacias. Y los imantadores de agua. Bueno, la power balance la llevaba hasta Leire Pajín cuando era ministra de Sanidad.

De todas las pseudociencias, ¿ésa es su favorita?

La homeopatía recopila muchos absurdos, pero no podemos reírnos mucho porque hay gente que está sustituyendo los tratamientos de enfermedades graves como el cáncer por tomar bolitas de azúcar.

A usted le gustaba la ufología.

De hecho, el origen del movimiento escéptico en España fue un grupo de ufólogos que empezaron a estudiar de manera crítica los avistamientos, preguntaban, lo investigaban y demás. Se dieron cuenta de que no había nada. Hacían experimentos como soltar globos con luces por la noche y al día siguiente se multiplicaban los avistamientos de ovnis. Entonces era todo más inofensivo, fantasmas, ovnis, el monstruo del Lago Ness... el problema es que desde hace unos años la mayor parte de las estafas y las charlatanerías se han centrado en la salud, es donde está el dinero.
Mi charlatán favorito es ese señor que dice que en muy poco tiempo alcanzaremos la vida eterna.
Es inofensivo. Son más preocupantes los que venden remedios para el cáncer, el Sida, la diabetes y demás, y que además se están publicitando sin problemas. La máxima derivada es el remedio imaginario para enfermedades imaginarias, como los que venden curas para la homosexualidad.

Anda, ¿y cómo se cura?

Con exorcismos y homeopatía, dicen.

Contra todo eso, escepticismo

No queremos que la gente piense como nosotros, ¡sólo que piense!

Entra en juego el factor fe

Creer consuela, pero también hay un punto de "yo sé algo que la mayor parte de la gente no sabe, sé que esta medicina alternativa cura".

Y el sacrosanto regreso a lo natural

 Lo verdaderamente natural era morirse de frío en una cueva a los 38 años habiendo visto morir a la mitad de tus hijos en el parto. En África nadie se plantea no vacunarse, saben que es la diferencia entre la vida o la muerte. Aquí vivimos tan bien que creemos que nos vamos a curar con mejunges o con los pases mágicos esos del Reiki, que parece que hay que ser Jedi para controlar la fuerza.
Pero tienen voceros entre los representantes públicos.

No hace mucho una diputada hizo una pregunta en el Parlamento europeo criticando las vacunas.
O Trump, que duda de que el cambio climático exista porque, según él, hace mucho frío en su casa.
Con toda la gente preparada que hay en Estados Unidos no puedo entender cómo han decidido que ése es el que mejor les puede gobernar.

Bueno, ¿y en qué cree usted?

En muchas cosas, en la ciencia, en la gente. Australia y Nueva Zelanda han autorizado el arroz dorado, una planta transgénica cuya patente es gratuita y que tiene muchos carotenos para activar la vitamina A y evitar la ceguera.

¿En qué momento dice, como Sócrates, sólo sé que no sé nada?

De jovencito me encantaban los ovnis, pero luego empiezas a estudiar y a plantearte cosas. Ahora creo que debe haber alguna forma de vida más en el universo, pero es difícil que nos visite, es un problema de tiempo y de espacio.

Dígame al menos que dejó que sus hijas disfrutaran de los Reyes Magos..
.
Y del Ratoncito Pérez. A mí me encantan la ciencia ficción y la fantasía, el problema es seguir creyendo en eso con 40 años. Un escéptico no es un negacionista, es alguien que busca evidencias. La inteligencia es una estrategia evolutiva de nuestra especie, usémosla.

sábado, 13 de enero de 2018

Estrategias de manipulación informativa de Timsit

El escritor francés Sylvain Timsit describió en 2002 las 10 estrategias de la manipulación mediática masiva a través de los medios de comunicación (decálogo en muchas ocasiones atribuido de forma errónea a Noam Chomsky). Su intención fue la de poner de relieve las herramientas psicosociales que permiten tener distraída a la gente de lo realmente importante. De esta forma, los verdaderos problemas que padece la población son difuminados mediante la manipulación de la opinión pública con la ayuda de los medios de comunicación, consiguiendo una sociedad más sumisa y poco crítica.

Históricamente los medios de comunicación han demostrado ser una vía tremendamente eficiente para moldear la opinión pública. Gracias a ellos se han creado o destruido movimientos sociales, se han ocultado crisis financieras, estimulado corrientes ideológicas, e incluso se dice que son productores de la realidad dentro de la psique colectiva.

1 Estrategias de manipulación de  Sylvain Timsit
1.1 La estrategia de la distracción
1.2 Crear problemas y después solucionarlos
1.3 La estrategia gradual
1.4 La estrategia de diferir
1.5 Dirigirse al público como si fuera un niño
1.6 Utilizar el aspecto emocional antes que la reflexión
1.7 Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad
1.8 Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad
1.9 Reforzar la autoculpabilidad
1.10 Conocer a los individuos mejor que ellos mismos

Estrategias de manipulación de  Sylvain Timsit

Pero ¿conoces qué tipo de estrategias y herramientas psicosociales se utilizan para influir sobre las personas? Afortunadamente Timsit ha logrado sintetizar y exponer la mayoría de estas prácticas, algunas más evidentes y otras más sofisticadas, aunque al parecer todas igualmente eficaces, para lograr una manipulación de la población a través de los medios de comunicación.

La estrategia de la distracción

Este se considera el elemento principal del control social, y consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica de la inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es también esencial para evitar que el interés público en el conocimiento esencial en otras áreas como la ciencia, la economía, la psicología, etc. el objetivo es tratar de mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivado por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, sin tiempo para pensar…

Crear problemas y después solucionarlos

Este método también se llama “problema-reacción-solución”. Se crea un problema o una ‘situación’ que pretende causar cierta reacción en el público, pero en realidad lo que se busca es que la masa acepte las medidas a tomar. Por ejemplo: se permite que se desarrolle o se intensifique la violencia urbana, o se organizan atentados, con el fin de que el público sea el demandante final de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. Otro ejemplo sería: crear una crisis económica para que se acepte como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de ciertos servicios públicos.

La estrategia gradual

Se trata de lograr la aceptación de una medida inaceptable, aplicándola de forma gradual, lentamente, incluso durante años. Esa es la forma en que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas como el neoliberalismo, fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: haciendo privatizaciones, incrementando la precariedad, el desempleo masivo, el control salarial, no garantizan un ingreso decente, etc. Todos estos cambios habrían llevado a una revolución si se hubiesen aplicado de golpe.

La estrategia de diferir

Otra forma de aceptar una decisión impopular es presentarla como “dolorosa pero necesaria”, obteniendo la aceptación pública en el momento, con la promesa de aplicarla en un futuro. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no debe hacerse inmediatamente. Luego, porque el público tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo a la masa acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

Dirigirse al público como si fuera un niño

La mayor parte de la publicidad dirigida al gran público se realiza utilizando un discurso, argumentos, personajes y entonaciones algo infantiles, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o poco conocimiento. Cuanto más se intenta engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Al parecer cuando alguien se dirige a una persona como tuviera 12 años o menos, es más fácil sugestionarla, ya que se tiende a obtener una respuesta o reacción también desprovista de sentido crítico como una persona de 12 años.

Utilizar el aspecto emocional antes que la reflexión

Utilizar el lado más emocional de las personas es una técnica clásica para detener el análisis racional de una situación, así como su sentido crítico. Por otra parte, la utilización de un registro emocional permite acceder más fácilmente al inconsciente para implantar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos.

Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad

Se trata de lograr que el gran público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control (recortes en educación, recortes en profesorado, en becas, masters carísimos, carreras imposibles casi para una gran población, subidas de IVA cultural como si de un artículo de lujo se tratara… y muchas cosas más).

Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad

Promover la creencia de que está bien y está de moda ser una persona vulgar, inculta, poco intelectual o correcta…  no hay más que ver qué espacios televisivos se convierten en líderes de audiencia como Gran hermano, supervivientes, el fútbol que le da mil vueltas a cualquier otra programación.

Reforzar la autoculpabilidad

Hacer creer al individuo que solamente él es el culpable de su propia desgracia, debido sobretodo a su falta de inteligencia, sus pobres capacidades, o su falta de esfuerzo. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se culpa y se auto desvalida, lo que desemboca en un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución…

Conocer a los individuos mejor que ellos mismos

A lo largo de los últimos años, los avances de la ciencia han sido tan acelerados que han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, las neurociencias y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológica. El “sistema” ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el “sistema” ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos

viernes, 12 de enero de 2018

Dolors Montserrat, premio Corazón de piedra 2017, y otros ganadores del premio

Me informan de que la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales ha otorgado el Premio Corazón de Piedra 2017 a la ministra de Sanidad Dolors Montserrat, por no recuperar el deterioro que el Gobierno "ha producido en algunos de los ámbitos más sensibles de la protección social", con el 48% por ciento de los votos. Mientras todo se "recupera" en España, no se ha adoptado ninguna medida para recuperar el destrozo en servicios sociales por parte del Gobierno. Ser insumisa, desleal con las CC. AA. y las entidades locales, insensible e incapaz de comprender el sufrimiento de las personas en situación de dependencia y de sus cuidadores (casi siempre cuidadoras), son títulos más que suficientes. 

Finalista, con un meritorio 32,5% (uno de cada tres votos), ha quedado el Equipo Económico de Ciudadanos (Cs), en  reconocimiento a un corazón insensible ante las personas y familias más necesitadas, un corazón duro, un corazón con forma de celdas de Excel. Por último, solo uno de cada cinco votantes (19.1%) ha reconocido los méritos de Soledad Becerril Bustamante, ex Defensora del Pueblo (es un decir). Quizás le ha restado votos su labor tan callada, ya que muy callada estuvo ante el sufrimiento de quienes fueron desamparados en los años tan duros de la crisis, durante los años de plomo de los recortes en las políticas sociales que han causado mayor sufrimiento, e insensibilidad, incluso ante la utilización de la pobreza como espectáculo vergonzante.

El premio Corazón de Piedra fue instituido por la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales para reconocer a las personas que muestren mayor insensibilidad y cuyas opiniones o actuaciones produzcan más desamparo y sufrimiento a las personas y familias, especialmente en situaciones tan graves como las que estamos viviendo. Es la quinta ocasión en la que se entrega. La primera en recibirlo fue Ana Mato, siendo Ministra de Sanidad y Servicios Sociales en 2013; la sucedieron María Dolores de Cospedal, Presidenta de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en 2014, Mariano Rajoy. Presidente del Gobierno de España en 2015, y los 36 ayuntamientos mayores de 20.000 habitantes "pobres en inversión social" en 2016.

Actualización:

5 de enero de 2024. Dos de cada tres de los votos emitidos por personas socias y simpatizantes de la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales (64,6 %), votan a Fernando López-Miras, Presidente de la Región de Murcia, Corazón de Piedra 2023...  Finalistas, Juan García Gallardo y José Luis Escrivá, este último ya nominado anteriormente.

Ignacio Galán, presidente de Iberdrola, fue premio Corazón de Piedra en 2022. Con más de la mitad de los votos emitidos por socios y simpatizantes de la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales (50,6%), finalistas Pablo Arellano, interventor general del estado, y Manuel García, director del Colegio Elías Ahúja. 

Isabel Díaz Ayuso fue Corazón de Piedra de 2021 con más de la mitad de los votos emitidos por personas socias y simpatizantes de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales (52 %), finalistas José Luis Escrivá y Santiago Abascal

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández Cos, lo recibió en 2018. La presidenta de Vox Madrid, Rocío Monasterio, fue premio Corazón de Piedra 2019 por sus "injustos y crueles" comentarios relacionando inseguridad y menores de origen extranjero tutelados por las comunidades autónomas y hablar "en tono despectivo e insultante" de "manadas de menas".

Candidatos menos afortunados han sido Luisa Fernanda Rudi y Rafael Hernando. Y los Ayuntamientos de Galapagar (Madrid), Torrevieja (Alicante) y Caravaca de la Cruz (Murcia) y el Síndic de Greuges de Cataluña, Rafael Ribó.

Premio Corazón de piedra 2017 a Dolors Montserrat

DOLORS MONTSERRAT I MONSERRAT, PREMIO CORAZON DE PIEDRA 2017

Con casi la mitad de los votos emitidos por socios y simpatizantes de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales (48,4%), Dolors Montserrat i Monserrat, Ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, obtiene el Premio Corazón de Piedra 2017. Resulta especialmente meritorio alcanzar esta distinción con solo un año de trayectoria, frente a candidatos con méritos tan destacados.

Los votantes han querido reconocer que, a lo largo de este año de legislatura, no ha adoptado ni una sola medida para recuperar el deterioro que el Gobierno del que forma parte ha producido en algunos de los ámbitos más sensibles de la protección social. Mientras todo se recupera en España, no se ha adoptado ninguna medida para recuperar el destrozo en servicios sociales por parte del Gobierno. Insumisa, desleal con las CC.AA. y las entidades locales, insensible e incapaz de comprender el sufrimiento de las personas en situación de dependencia y de sus cuidadores (casi siempre cuidadoras), son títulos más que suficientes para que, en un solo año, se merezca el apreciado premio Corazón de Piedra 2017.

Es la segunda Ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que logra este galardón, tras Ana Mato, en 2013, consolidando así una triste trayectoria de insensibilidad al frente del que debería ser el Ministerio más social dentro del Gobierno.

En un segundo lugar, con un meritorio 32,5%, ha quedado Equipo Económico de Ciudadanos (Cs); uno de cada tres votantes ha percibido que existe un núcleo duro dentro del Partido que, a la hora de la verdad toma las decisiones importantes y estas no son siempre las predicadas en el programa electoral o en el discurso público. En reconocimiento a este ultraliberal corazón que late en el pecho de la cúpula estratégica de Ciudadanos, un corazón insensible ante las personas y familias más necesitadas, un corazón duro, un corazón con forma de celdas de Excel, han resultado segundos en la votación del preciado galardón, quizás porque todavía no han tenido oportunidad de exhibir en labores de Gobierno la dureza de su corazón, pero evidenciando que son una alternativa real para este galardón en un futuro próximo.

Por último, solo uno de cada cinco votantes (19.1%) ha reconocido los méritos de Soledad Becerril Bustamante, ex Defensora del Pueblo (es un decir), que ha quedado así en tercer lugar. Quizás le ha restado votos su labor tan callada, ya que muy callada estuvo ante el sufrimiento de quienes fueron desamparados en los años tan duros de la crusis, durante los años de plomo de los recortes en las polìticas sociales que han causado mayor sufrimiento, e insensibilidad, incluso ante la utilización de la pobreza como espectáculo vergonzante. Méritos que avalan la callada labor de esta marquesa, que ocupó un puesto que dicen que fue de Defensora del Pueblo, y que, sin duda, hubiera merecido mayor reconocimiento por la dureza e insensibilidad de su corazón.

El premio Corazón de Piedra fue instituído por la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales para reconocer a las personas que muestren mayor insensibilidad y cuyas opiniones o actuaciones produzcan más desamparo y sufrimiento a las personas y familias, especialmente en situaciones tan graves como las que estamos viviendo. Es la quinta ocasión en la que se entrega. La primera en recibirlo fue Ana Mato, siendo Ministra de Sanidad y Servicios Sociales en 2013; la sucedieron María Dolores de Cospedal, Presidenta de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en 2014, Mariano Rajoy. Presidente del Gobierno de España en 2015, y los 36 ayuntamientos mayores de 20.000 habitantes "pobres en inversión social" en 2016

martes, 9 de enero de 2018

Ganaderos suicidas

Epidemia silenciosa de suicidios entre los ganaderos franceses, en Público, 9 Ene 2018. Original “Quiet Epidemic of Suicide Claims France´s Farmers” Paméla Rougerie en New York Times
Traducido por David Pleite Mur (Red Universitaria por la Sostenibilidad)

El ganadero Jean-Pierre Le Guelvout llegó a tener 66 vacas durante el momento más próspero en su granja, en la región sur de la Bretaña Francesa. Pero la caída del precio de la leche, la acumulación de deudas, los signos de depresión y la preocupación por su estado de salud, llegada la mediana edad, se convirtieron en una carga demasiado grande.

A sus 46 años, Le Guelvout se disparó en el corazón en el huerto que había detrás de su casa, durante el frío diciembre del pasado año. “Era un lugar que él amaba, cerca del campo,” explicaba su hermana Marie, que asegura que estaba muy conectada a él pero que en ningún momento imaginó que su hermano podría llegar a suicidarse.

La muerte de Jean-Pierre Le Guelvout fue parte de una epidemia silenciosa de suicidios entre los ganaderos franceses con la que las familias, autoridades competentes, órganos de salud pública e investigadores tiene que lidiar.

Todos concuerdan en que los ganaderos son una población especialmente en riesgo debido a la naturaleza de su trabajo, que puede provocar aislamiento, precariedad financiera y desgaste de la condición física.

Para los ganaderos que no tienen hijos que les ayuden con el trabajo y puedan llegar a hacerse cargo de la granja, la carga es todavía mayor. A la deuda y al estrés se le han añadido en los últimos años, la caída de los precios de la leche y de la carne.

Investigadores y organizaciones de ganaderos están de acuerdo en que es un problema que se ha dado durante años. Aunque han aumentado los medios para ayudar a los ganaderos, la efectividad de estas nuevas medidas y el número de víctimas de suicidios siguen siendo difícilmente cuantificables.

El dato más reciente se hizo público por el Instituto de Salud Pública Francés en 2016 y muestra que 985 ganaderos se suicidaron entre 2007 y 2011, esto se traduce en una tasa de suicidio un 22% más alta que la del resto de la población.

Algunos investigadores dicen que el número de suicidios, que aumenta cada año, puede ser menospreciado a medida que analizan datos más recientes. De este modo, no se llega a ver una reducción en el número de suicidios.

“El médico que rellena el certificado de defunción puede evitar mencionar que ha sido un suicidio,” dice la doctora Véronique Maeght-Lenormand, encargada de salud ocupacional y también coordinadora del plan nacional de prevención de suicidio en la Mutualité Sociale Agricole, asociación de ganaderos y granjeros.

La razón de evitar mencionar el suicidio según la doctora Maeght-Lenormand, es que “algunas compañías de seguros no concederían ninguna compensación económica a las esposas de los ganaderos después del suicidio […] A esto se le añade el peso de una tradición cultural judeo-cristiana”.

El suicidio de Le Guelvout se hizo famoso, ya que había conseguido cierta popularidad gracias a su participación en un programa de televisión, “L’Amour Est Dans le Pré” (El Amor Está en el Campo), la versión francesa de “The Bachelor” cuyo objetivo es ayudar a granjeros a encontrar compañero sentimental (Granjero Busca Esposa en España).

“Era un tipo sencillo,” decía su hermana. “Buscaba casarse para que su mujer pudiese trabajar fuera de la granja y poder ser padre”.

Le Guelvout era una muestra representativa de los ganaderos que están en mayor situación de riesgo con respecto al suicidio según las estadísticas de salud pública, que normalmente tienen edades comprendidas entre los 45 y 54 años.

“Llega un momento en el que empiezas a tener pequeños problemas de salud y te planteas el traspaso de tu granja,” dice la doctora Maeght-Lenormand. “Los granjeros pueden llegar a preguntarse para qué se están esforzando tanto en su trabajo si no tienen a nadie para heredarlo”.

Pero esta no es la única razón que empuja a muchos a la desesperación.

“Existe también la presión financiera fruto de la acumulación de créditos,” dice Nicolas Deffontaines, investigador en ‘Cesaer’, centro de estudios económicos y sociológicos en áreas rurales.

Las deudas, afirma Deffontaines, pueden llevar a los ganaderos a aumentar sus inversiones tanto en lo personal como en lo financiero, mientras se convierte en un ciclo de trabajo, préstamos y deudas. Este círculo de acumulación provoca que aumente su marginación, además de agravar su agujero financiero.

En los últimos años, estas presiones económicas se han hecho más arduas. En 2015, la Unión Europea puso fin a las cuotas concebidas para reducir la sobreproducción destinadas a la producción láctea.

Desde entonces ha habido acumulación de excedente de algunos productos. El precio de la leche ha caído por debajo del mínimo necesario para mantener una granja, según asociaciones ganaderas.

La eliminación de estos límites de producción impuestos por la UE se decidió en el paquete de sanciones a Rusia en respuesta a su invasión de suelo ucraniano. De este modo se terminó con el que había sido un mercado de exportación sólido de leche para Europa en 2014.

Debido a esto, numerosos ganaderos han cerrado sus granjas y enviado al ganado a mataderos, de modo que los precios de la carne también se han visto afectados. A esto se le suma que el consumo de productos cárnicos en Francia bajó un 27% entre 1998 y 2013.

Hace siete años, el gobierno francés empezó a abordar el aumento de la tasa de suicidios entre los ganaderos y el entonces ministro de agricultura, Bruno Le Maire, calificó el asunto como problema nacional.

Desde entonces, se han dado múltiples pasos junto a la Mutualité Sociale Agricole.

En 2014, un teléfono de asistencia llamado Agri’écoute (escuchando a los granjeros) se abrió para ayudar a ganaderos con problemas. También se crearon grupos multidisciplinares para ayudar con los asuntos tanto financieros como médicos, legales o incluso familiares. En 2016, el número de casos monitorizados por estos grupos era de 1352 en toda Francia.

La prioridad de estas ayudas eran los ganaderos solteros o viudos, pero la creación de un vínculo solido de confianza entre ganaderos y asociaciones no era fácil dice la doctora Maeght-Lenormand. También añade que “incluso los granjeros que contribuyen económicamente a nuestras asociaciones nos siguen viendo como los que les intentan sacar el dinero”.

En 2015, Véronique Louazel, trabajadora de la agencia nacional, se encontró 27 ganaderos con dificultades, para un estudio que trataba esclarecer la crisis de este sector.

Los ganaderos suelen ser reacios a hablar sobre sus problemas y también es difícil para ellos  encontrarse en situaciones de comunicación abierta. “Tienen una fuerte tradición de trabajo y esfuerzo en la que no hay sitio para quejas,” dice Véronique Louazel. Pero esta situación va cambiando poco a poco a medida que más granjeros dan el paso a la hora de hablar de sus problemas.

Cyril Belliard, de 52 años, está entre estos granjeros que dan el paso. Hace poco, Cyril, contó su historia en un pequeño grupo que se había reunido en su casa en Vendée, una región ganadera en el oeste de Francia.

Belliard había sido granjero desde 1996. Pero hace poco tiempo empezó a ver cómo sus cabras morían día tras día de una misteriosa enfermedad que ni él ni los veterinarios podía diagnosticar. La deuda se le empezaba a acumular, a lo que se le añadía el comienzo de varios procesos legales.

“Vivía en una casa móvil para evitar pagar alquileres” dice Belliard. “Era muy pequeña, 35 metros cuadrados, y ahí vivíamos la familia entera, mi mujer e hijos”.

Padre de tres hijos, Cyril Belliard, dependía de los bancos de alimentos para comer y de las ayudas de la asociación Solidarité Paysans. Finalmente, en marzo decidió vender su granja.

Ahora está considerando un cambio de profesión, pero dejar el estilo de vida granjero no es siempre fáci,l ni es tampoco una opción.

Desde el suicidio de Le Guelvout, su hermano André de 52 años se ha hecho cargo de la granja, mientras que su hermana, Marie piensa en cómo podrá manejar él solo todo el trabajo que antes compartían. Hace poco decidieron parar la producción de leche y vender parte de su ganado.

“André ha sido granjero toda su vida,” dice Marie. “Todo lo que quiero ahora para André es que viva tranquilamente en su granja hasta que se retire”