Epidemia silenciosa de suicidios entre los ganaderos franceses, en Público, 9 Ene 2018. Original “Quiet Epidemic of Suicide Claims France´s Farmers” Paméla Rougerie en New York Times
Traducido por David Pleite Mur (Red Universitaria por la Sostenibilidad)
El ganadero Jean-Pierre Le Guelvout llegó a tener 66 vacas durante el momento más próspero en su granja, en la región sur de la Bretaña Francesa. Pero la caída del precio de la leche, la acumulación de deudas, los signos de depresión y la preocupación por su estado de salud, llegada la mediana edad, se convirtieron en una carga demasiado grande.
A sus 46 años, Le Guelvout se disparó en el corazón en el huerto que había detrás de su casa, durante el frío diciembre del pasado año. “Era un lugar que él amaba, cerca del campo,” explicaba su hermana Marie, que asegura que estaba muy conectada a él pero que en ningún momento imaginó que su hermano podría llegar a suicidarse.
La muerte de Jean-Pierre Le Guelvout fue parte de una epidemia silenciosa de suicidios entre los ganaderos franceses con la que las familias, autoridades competentes, órganos de salud pública e investigadores tiene que lidiar.
Todos concuerdan en que los ganaderos son una población especialmente en riesgo debido a la naturaleza de su trabajo, que puede provocar aislamiento, precariedad financiera y desgaste de la condición física.
Para los ganaderos que no tienen hijos que les ayuden con el trabajo y puedan llegar a hacerse cargo de la granja, la carga es todavía mayor. A la deuda y al estrés se le han añadido en los últimos años, la caída de los precios de la leche y de la carne.
Investigadores y organizaciones de ganaderos están de acuerdo en que es un problema que se ha dado durante años. Aunque han aumentado los medios para ayudar a los ganaderos, la efectividad de estas nuevas medidas y el número de víctimas de suicidios siguen siendo difícilmente cuantificables.
El dato más reciente se hizo público por el Instituto de Salud Pública Francés en 2016 y muestra que 985 ganaderos se suicidaron entre 2007 y 2011, esto se traduce en una tasa de suicidio un 22% más alta que la del resto de la población.
Algunos investigadores dicen que el número de suicidios, que aumenta cada año, puede ser menospreciado a medida que analizan datos más recientes. De este modo, no se llega a ver una reducción en el número de suicidios.
“El médico que rellena el certificado de defunción puede evitar mencionar que ha sido un suicidio,” dice la doctora Véronique Maeght-Lenormand, encargada de salud ocupacional y también coordinadora del plan nacional de prevención de suicidio en la Mutualité Sociale Agricole, asociación de ganaderos y granjeros.
La razón de evitar mencionar el suicidio según la doctora Maeght-Lenormand, es que “algunas compañías de seguros no concederían ninguna compensación económica a las esposas de los ganaderos después del suicidio […] A esto se le añade el peso de una tradición cultural judeo-cristiana”.
El suicidio de Le Guelvout se hizo famoso, ya que había conseguido cierta popularidad gracias a su participación en un programa de televisión, “L’Amour Est Dans le Pré” (El Amor Está en el Campo), la versión francesa de “The Bachelor” cuyo objetivo es ayudar a granjeros a encontrar compañero sentimental (Granjero Busca Esposa en España).
“Era un tipo sencillo,” decía su hermana. “Buscaba casarse para que su mujer pudiese trabajar fuera de la granja y poder ser padre”.
Le Guelvout era una muestra representativa de los ganaderos que están en mayor situación de riesgo con respecto al suicidio según las estadísticas de salud pública, que normalmente tienen edades comprendidas entre los 45 y 54 años.
“Llega un momento en el que empiezas a tener pequeños problemas de salud y te planteas el traspaso de tu granja,” dice la doctora Maeght-Lenormand. “Los granjeros pueden llegar a preguntarse para qué se están esforzando tanto en su trabajo si no tienen a nadie para heredarlo”.
Pero esta no es la única razón que empuja a muchos a la desesperación.
“Existe también la presión financiera fruto de la acumulación de créditos,” dice Nicolas Deffontaines, investigador en ‘Cesaer’, centro de estudios económicos y sociológicos en áreas rurales.
Las deudas, afirma Deffontaines, pueden llevar a los ganaderos a aumentar sus inversiones tanto en lo personal como en lo financiero, mientras se convierte en un ciclo de trabajo, préstamos y deudas. Este círculo de acumulación provoca que aumente su marginación, además de agravar su agujero financiero.
En los últimos años, estas presiones económicas se han hecho más arduas. En 2015, la Unión Europea puso fin a las cuotas concebidas para reducir la sobreproducción destinadas a la producción láctea.
Desde entonces ha habido acumulación de excedente de algunos productos. El precio de la leche ha caído por debajo del mínimo necesario para mantener una granja, según asociaciones ganaderas.
La eliminación de estos límites de producción impuestos por la UE se decidió en el paquete de sanciones a Rusia en respuesta a su invasión de suelo ucraniano. De este modo se terminó con el que había sido un mercado de exportación sólido de leche para Europa en 2014.
Debido a esto, numerosos ganaderos han cerrado sus granjas y enviado al ganado a mataderos, de modo que los precios de la carne también se han visto afectados. A esto se le suma que el consumo de productos cárnicos en Francia bajó un 27% entre 1998 y 2013.
Hace siete años, el gobierno francés empezó a abordar el aumento de la tasa de suicidios entre los ganaderos y el entonces ministro de agricultura, Bruno Le Maire, calificó el asunto como problema nacional.
Desde entonces, se han dado múltiples pasos junto a la Mutualité Sociale Agricole.
En 2014, un teléfono de asistencia llamado Agri’écoute (escuchando a los granjeros) se abrió para ayudar a ganaderos con problemas. También se crearon grupos multidisciplinares para ayudar con los asuntos tanto financieros como médicos, legales o incluso familiares. En 2016, el número de casos monitorizados por estos grupos era de 1352 en toda Francia.
La prioridad de estas ayudas eran los ganaderos solteros o viudos, pero la creación de un vínculo solido de confianza entre ganaderos y asociaciones no era fácil dice la doctora Maeght-Lenormand. También añade que “incluso los granjeros que contribuyen económicamente a nuestras asociaciones nos siguen viendo como los que les intentan sacar el dinero”.
En 2015, Véronique Louazel, trabajadora de la agencia nacional, se encontró 27 ganaderos con dificultades, para un estudio que trataba esclarecer la crisis de este sector.
Los ganaderos suelen ser reacios a hablar sobre sus problemas y también es difícil para ellos encontrarse en situaciones de comunicación abierta. “Tienen una fuerte tradición de trabajo y esfuerzo en la que no hay sitio para quejas,” dice Véronique Louazel. Pero esta situación va cambiando poco a poco a medida que más granjeros dan el paso a la hora de hablar de sus problemas.
Cyril Belliard, de 52 años, está entre estos granjeros que dan el paso. Hace poco, Cyril, contó su historia en un pequeño grupo que se había reunido en su casa en Vendée, una región ganadera en el oeste de Francia.
Belliard había sido granjero desde 1996. Pero hace poco tiempo empezó a ver cómo sus cabras morían día tras día de una misteriosa enfermedad que ni él ni los veterinarios podía diagnosticar. La deuda se le empezaba a acumular, a lo que se le añadía el comienzo de varios procesos legales.
“Vivía en una casa móvil para evitar pagar alquileres” dice Belliard. “Era muy pequeña, 35 metros cuadrados, y ahí vivíamos la familia entera, mi mujer e hijos”.
Padre de tres hijos, Cyril Belliard, dependía de los bancos de alimentos para comer y de las ayudas de la asociación Solidarité Paysans. Finalmente, en marzo decidió vender su granja.
Ahora está considerando un cambio de profesión, pero dejar el estilo de vida granjero no es siempre fáci,l ni es tampoco una opción.
Desde el suicidio de Le Guelvout, su hermano André de 52 años se ha hecho cargo de la granja, mientras que su hermana, Marie piensa en cómo podrá manejar él solo todo el trabajo que antes compartían. Hace poco decidieron parar la producción de leche y vender parte de su ganado.
“André ha sido granjero toda su vida,” dice Marie. “Todo lo que quiero ahora para André es que viva tranquilamente en su granja hasta que se retire”
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