martes, 12 de enero de 2016

La supuesta enseñanza bilingüe

I

Javier Marías, "Ni bilingüe ni enseñanza", El País, 17 mayo 2015:

Los españoles se empeñan en trufar sus diálogos con términos en inglés, mal dichos e irreconocibles

Una de las mayores locuras del sistema educativo español –también una de las más paletas– ha sido la implantación, no sé en cuántas comunidades autónomas, de lo que sus responsables bautizaron pomposa e ilusamente como “enseñanza bilingüe”, consistente en que los alumnos estudien algunas asignaturas en español y otras en inglés. Pongamos que Ciencias Naturales –o como se llame su equivalente en la actualidad– se imparte exclusivamente en la lengua de Elton John. Bien. Los encargados de las clases no son, sin embargo, salvo excepción, nativos británicos ni estadounidenses ni australianos ni irlandeses, sino individuos de Langreo, Orihuela, Requena, Conil o Mejorada del Campo que se supone que dominan dicha lengua. Pero, por cuanto me cuentan personas que trabajan en colegios e institutos –y absolutamente todas coinciden–, esos profesores poseen un conocimiento precario del idioma, de nuevo salvo excepción; lo chapurrean, por lo general tienen pésimo acento o ignoran la pronunciación correcta de numerosas palabras, su sintaxis y su gramática tienden a ser mera copia de las del castellano, y además, en cuanto se encuentran con una dificultad insalvable, recurren un rato a esta última lengua, sabedores de que es la que los estudiantes sí entienden. El resultado es un desastre total (ni enseñanza ni bilingüe): los chicos salen sin saber nada de inglés y aún menos de Ciencias o de las asignaturas que hayan caído bajo el dominio del presunto o falso inglés. Al parecer no se enteran, dormitan o juegan a los barcos (si es que aún se juega a eso) mientras los individuos de Orihuela o Conil sueltan absurdos macarrónicos en una especie de no-idioma. Algo ininteligible hasta para un nativo, un farfulleo, una ristra de vocablos quizá aprendidos el día antes en Internet, un mejunje, un chapoteo verbal.

Una de las cosas más incomprensibles es una lengua extranjera mal hablada por alguien que, para mayor fatuidad, está convencido de hablarla bien. Incluso alguien que conozca la gramática, la sintaxis y el vocabulario, capacitado para leerla y hasta traducirla, sólo emitirá un galimatías si tiene fortísimo acento, pronuncia erróneamente o no adopta la adecuada entonación. He oído contar que ese era el caso del renombrado traductor Fernando Vela, que vertió al español muchos libros, pero que si oía decir como es debido “You are my girl”, frase sencilla, no la reconocía: para él “You” se pronunciaba como lo veía escrito, y no “Yu”; “are” no era “ar”; “my” no era “mai”, sino “mi”; y la última palabra era “jirl”, con una i bien castellana. Si oía “gue:l” (pronunciación correcta aproximada), simplemente no estaba facultado para asociarla con “girl”, que había traducido centenares de veces. También he oído contar que Jesús Aguirre se atrevió a dar una conferencia en inglés en una Universidad norteamericana. Los nativos lo escucharon pacientemente, pero luego admitieron, todos, no haber comprendido una palabra de aquel imaginario inglés de esparto. En una ocasión oí a un colega novelista leer fragmentos de sus textos en una sesión londinense. Pese a que el escritor había residido largo tiempo en Inglaterra y debía de conocer su lengua, no estaba capacitado para hablarla de manera inteligible, tampoco allí entendió nadie nada.

Lo curioso es que, a pesar de estas dificultades frecuentes, los españoles de hoy están empeñados en trufar sus diálogos de términos en inglés, pero por lo general tan mal dichos o pronunciados que resultan irreconocibles. Hace poco oí hablar en una tertulia del “Ritalix”. Así visualicé yo la palabra al oírsela a unos y otros, y tan sólo saqué en limpio que lo de “Rita” iba por la alcaldesa de Valencia, Barberá. Al poco apareció el engendro por fin escrito en pantalla: “Ritaleaks”. Lo mismo me pasó con un anuncio de algo: “Yástit”, repetían las voces, hasta que lo vi escrito: “Just Eat”. En castellano contamos con sólo cinco vocales, así que si uno no distingue que “it” no suena igual que “eat”, ni “pick” como “peak”, ni “sleep” como “slip”, ni “ship” como “sheep”, con facilidad llamará ovejas a los barcos y demás. Si además ignora que se usa la misma vocal para “bird”, “Burt”, “herd”, “hurt” y “heard”, pero no para “beard” ni “heart”, o que “break” se dice “breik” pero “bleak” se dice “blik”, son fáciles de imaginar las penalidades para entender y para hacerse entender. La gente española llena hoy sus peroratas de “brainstorming”, “crowdfunding”, “mainstream”, “target”, “share”, “spoiler”, “feedback” y “briefing”, pero la mayoría suelta estos vocablos a la española, a la pata la llana, y así no habrá británico ni americano que los reconozca en tan espesos labios. Vistas nuestras limitaciones para la Lengua Deseada, a uno se le ponen los pelos de punta al figurarse esas clases de colegios e institutos impartidas en inglés estropajoso. ¿No sería más sensato –y mucho menos paleto– que los chicos aprendieran Ciencias por un lado e inglés por otro, y que de las dos se enteraran bien? Sólo cabe colegir que a demasiadas comunidades autónomas lo que les interesa es producir iletrados cabales.

II

Manel Vilaseró, "Bilingüismo de fachada. La inmersión en inglés ha cumplido 10 años en los colegios públicos de Madrid sin ningún estudio que avale su eficacia. Los padres denuncian que Aguirre lo introdujo como promesa electoral y luego se improvisó su implantación" El Periódico, 7-I-2016:

El Inglés ha sido utilizado en algunas autonomías gobernadas por el PP como arma arrojadiza contra los idiomas propios. El caso más evidente fue el intento de implantar el trilingüismo en Baleares, frustrado por los tribunales. El caso de Madrid, es diferente. Esta autonomía no tiene otro idioma propio que el castellano, pero la implantación del bilingüismo en los colegios públicos tuvo su origen en una promesa electoral lanzada por Esperanza Aguirre, que en plena ‘guerra de las lenguas’ quiso marcar el camino de cuál era el bilingüismo al que había que tender, el del español/inglés. Diez cursos académicos después, la mitad de los colegios y un tercio de los institutos de la comunidad ha colgado de su fachada la palabra bilingüismo sin que el Gobierno regional haya accedido a la petición de evaluar su eficacia real, formulada reiteradamente por las asociaciones de padres, que son muy críticas con el modo en que se ha implantado.

Si nos atenemos a las cifras, aparentemente la iniciativa ha cosechado un enorme éxito. De los 26 colegios públicos con los que arrancó en el curso 2004-2005 ha llegado a 359 y a más de 110 institutos en el 2015-2016. Y cada año se quedan fuera casi la mitad de los que lo solicitan. Son también muchos los colegios concertados y privados que se han visto arrastrados por la marea del bilingüismo y los colegios que no lo ofrecen se han visto obligados a reforzar sustancialmente la enseñanza del inglés. Así lo exigen los padres.

Quizás la mejor virtud del modelo de bilingüismo madrileño ha sido poner sobre la mesa la necesidad de mejorar la deficiente enseñanza de idiomas en el sistema escolar y estimular su demanda social. Pero, ¿está sirviendo realmente para mejorar la formación de las nuevas generaciones?

CARENCIAS GRAVES

Un artículo del escritor Javier Marías removió a finales del curso pasado las aguas de la comunidad educativa madrileña. Su título lo decía todo: “Ni enseñanza, ni bilingüe”. José Luis Pazos, presidente de la Federación de Asociaciones de Padres de la Comunidad de Madrid Giner de los Ríos, no es tan radical, pero cree que no va descaminado. Por los datos de los que disponen, los alumnos supuestamente ‘bilingües’ parecen haber obtenido una mayor destreza en expresión oral que el resto pero existen “serias dudas” sobre la escrita. Está claro que no salen bilingües y, además, parecen salir mucho peor formados en la materia de Conocimiento del Medio. Esta, hoy ya desgajada en Ciencias Naturales y Ciencias Sociales por la LOMCE, es la única en que se ha impartido obligatoriamente en inglés. Luego cada centro puede escoger una de entre estas tres: Educación Artística, Educación Física o Valores Culturales y Sociales, aunque muchos colegios han acabado limitándose a la obligatoria.

LAS CLAVES DE LA NOTICIA

El origen. La Comunidad de Madrid puso en marcha los colegios bilingües en el curso 2004-2005. Empezó con 26 centros que se incorporaron de forma voluntaria. La falta de profesores preparados que pudieran impartir en el nuevo idioma las materias específicas lastró desde el inicio el proyecto.
Las materias. El modelo implantado obligaba a impartir en inglés la asignatura Conocimiento del Medio, hoy desgajada en Ciencias Naturales y Ciencias Sociales por la LOMCE. Cada centro podía escoger otra de entre estas tres: Educación Artística, Educación Física o Valores Culturales.
La extensión Desde su implantación, el número de centros bilingües no ha dejado de crecer, alcanzando en el curso 2015-2016 la mitad de la comunidad educativa madrileña, con 359 colegios públicos y 110 institutos. Cada año son numerosos los centros que solicitan acceder al sistema pero se quedan fuera. 

Los padres reclaman que se haga una evaluación del sistema. “Venimos pidiéndolo desde hace muchos años, lo pidió en el 2008 el Consejo Escolar de la Comunidad y siempre se han negado”, critica Pazos.

Tras el acceso de Cristina Cifuentes a la presidencia del Gobierno regional el nuevo equipo de la Consejería de Educación ha introducido un solo cambio significativo. El nuevo director general de Innovación, Becas y Ayudas a la Educación, Ismael Sanz, acepta, desde el punto de vista teórico, la necesidad de evaluar el sistema, pero no ha dado ningún paso para llevarla a cabo. “Son conscientes de que los resultados no serían positivos”, advierte Pazos.

El antecesor de Sanz, Pablo Hispán, defiende un modelo que considera “revolucionario en España” y cita como prueba de buenos resultados, los obtenidos en las evaluaciones que al final de cada ciclo se llevan a cabo por “instituciones internacionales de prestigio como el Trinity College de Londres o la Universidad de Cambridge”. El 90% de los estudiantes las supera y 3 de cada 4 obtienen notable o sobresaliente. También arguye que en el resto de materias los alumnos bilingües no obtienen peores notas que el resto.

PRUEBAS CON TRUCO

“Si no obtienen peores notas es porque en las pruebas de la comunidad y las del ministerio no se evalúa Conocimiento del Medio. Solo Matemáticas. Lengua y Cultura General”, responde Pazos que ve otra trampa en ese porcentaje de 90% de aprobados en Inglés. “Si ven que un alumno no va aprobar ya no lo presentan, si se presentaran todos, el porcentaje rondaría el 60%, o sea un fracaso escolar de más del 30%”, añade.

El presidente de las asociaciones de padres recuerda como la implantación del bilingüismo fue una “promesa electoral de Aguirre”, que luego tuvo que implantarse, sí o sí, sin estudios previos y deprisa y corriendo. Sin profesores ni alumnos preparados.

Ángel Gabilondo, el jefe de filas del PSOE en el parlamento regional, también ha pedido públicamente que se lleve a cambio la evaluación y los cambios que eviten “la caída de logros en otras competencias clave. Nadie pide que se suprima la educación bilingüe, sino que se haga bien", indica.

“Puede que las cosas se vayan a ir haciendo mejor en el futuro, pero igual hemos acabado creando una generación peor preparada”, lamenta Pazos. “Se podían haber inspirado en modelos de bilingüismo que funcionan en España, como los de Catalunya, País Vasco o Galicia, pero decidieron experimentar con nuestros hijos, algo que nunca se debería hacer”, concluye.

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