miércoles, 4 de marzo de 2009

Inger Enkvist y la voluntad

He leído un denso artículo de la hispanista sueca Inger Enkvist sobre El Quijote y las interpretaciones de Savater y Marina y, como siempre, da en el clavo. Pero lo que me interesa es sobre todo su abordamiento del problema de la desaparición de la voluntad en nuestros días a través de estos dos autores, lo que repercute en la enseñanza y su reforma, algo que también obsesiona a la autora. Resumo y extracto aquí su texto.

En La tarea del héroe, Fernando Savater analiza cómo la ética explica al hombre como ser activo. Para Savater, el hombre es lo que hace y se hace en su actividad y la verdadera pregunta de la ética no es ”lo que debo hacer” sino ”lo que quiero hacer”, algo que para él expresa la diferencia entre la religión y la ética, ya que el hombre religioso intenta seguir una norma que viene de fuera, intenta hacer lo que debe hacer. Si ahora se culpabiliza la voluntad del hombre, es decir la expresión del hombre de lo que quiere ser, se quita al ser humano lo esencial de lo que es, su poder de expresar su ser a través de sus acciones. Si se ataca a la voluntad, queda poco del ser humano. Marina, por el contrario, ha comentado la desaparición de la voluntad desde un punto de vista psicológico, aunque su enfoque es similar al de Savater. Constata que se ha convertido en un dogma que la voluntad es igual a la voluntad de poder y que lo no espontáneo es falso, calculador e hipócrita. La influencia de la moral de la autenticidad, relacionada con Sartre, ha ganado muchos adeptos, pero una libertad sin voluntad es una voluntad a la deriva, subraya Marina. El mundo del ser ”espontáneo” es similar al de los inadaptados sociales en general. Para ellos, el futuro no existe y por eso sus acciones parecen no tener consecuencias. No se ponen metas, no hacen planes, son incapaces de aprender de sus propios errores porque viven en el aquí y ahora en búsqueda de sensaciones agradables inmediatas.

Tanto Savater como Marina señalan la desaparición de la voluntad. No está bien visto querer lograr una meta sino que esto se considera un acto calculador, malvado, un acto desleal, una manera de querer ganar a otros que tienen tanto derecho a triunfar como tú. Sólo en el deporte se considera normal tener un entrenador, medir el rendimiento, fijarse metas difíciles pero no imposibles para encontrar la concentración psíquica necesaria para mejorar. Como dice Marina, la técnica psicológica de proponerse metas escalonadas, lograrlas y proponerse otras es una de las técnicas psicológicas más comprobadas. Quizá influye un resentimiento ”democrático”: ”No quiero hacer ningún esfuerzo pero tampoco quiero que otros sean mejores que yo. Para no sentirme inferior yo, prefiero que nadie siga adelante.”

Ésta podría ser una explicación por lo que Savater llama "el eclipse de los valores paternos". Nadie quiere asumir el papel del padre, tomar decisiones, establecer límites, decir que no, es decir que ayudar a formar el superego de su hijo

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