miércoles, 2 de marzo de 2011

La Tecnología y el señor Cualquiera

La tecnología exige una acumulación de un tipo de saber que no es permanente ni plurifuncional. No es un verdadero saber, ni un único saber, porque es un saber que se aplica y justifica momentáneamente, y es un saber que no tiene centro y muchos menos centro humano, como la misma Entrerred. Son saberes de usar y tirar (u olvidar). Uno puede desperdiciar un tiempo muy valioso en aprender un código o un software para tener que olvidarlo y usar otro presuntamente mejor, aunque cubra la misma necesidad que el antiguo sin apenas diferencia. ¿Realmente se necesita otro software, si el texto es uno? O debería serlo, a menos en significado, porque cualquier texto de la entrerred se transforma en una selva de puentes, un infierno hecho sólo de pasillos que dan a otros pasillos, un laberinto en fin, una inter-textualidad tan des-leída y desleíble y remitente como un artículo de Wikipedia. Desde luego, la riqueza del mundo y la libertad que proporciona no son prescindibles, pero las insuficiencias del individuo ponen límites y restricciones a esa adaptación, y es más, reclaman un sentido, e incluso un sentido último para esa adaptación. A veces, e incluso muchas veces, el esfuerzo no se proporciona a los resultados obtenidos, escasos o pobres o no deseados, de forma que se ahueca y anula, por medio de la descompensación, ese fin último que se pretende, que es la educación, no la preparación. ¿Sirve de algo un aprendizaje (no una educación) de algo que luego no va a quedar ni va a servir por su carencia de contenido? ¿No estaremos aprendiendo en realidad a despreciar toda forma de conocimiento y lo que es peor, a despreciar el esfuerzo que cuesta alcanzarlo? Hemos ido del profesor hueso, pero con sustancia, al profesor hueco, con muchas cáscaras, como una matriuska, pero vacío. Los procesos de adaptación requieren de un tiempo extenso, de una humanidad y de un gradualismo que con frecuencia se olvidan en aras a una exigencia mecánica y continua que olvida los fines y se atasca en los medios. Carecen de alma, y hasta se diría que de sentimiento y de amor.
Otro aspecto perjudicial de la tecnología, fuera de su exigencia de rapidez, de su antihumanismo, de su obsolescencia o carácter desechable y de su esencia de apariencia o saber impermanente, es su inusitado fragmentarismo y desarticulación. La tecnología, con su caracter segmentado y disperso, con su carácter disgregado y poco abierto a causa de rivalidades de mercado y de marca, con su perenne atención a las variantes, las ventanas y los senderos, desconcentra y transforma a los seres humanos en apéndices de sí mismos, en seres concisos y telegráficos que ignoran cualquier interpretación profunda y matizada de los problemas, encerrados como están en una jaula excesivamente abierta de aplicaciones, instrucciones y procedimientos que le alejan de la verdadera palabra y del verdadero sentido, y no siempre reproducen el modo de pensar ni las intenciones del cerebro, que siempre prefiere lo más directo, lo que le permite dispersar menos su atención. Calar un libro exige completa atención, completa unidad de criterios y de intereses frente al texto, completo yo: una página electrónica, con todas sus ventanas abiertas al abandono, invita a la deserción por algo mejor o diferente que nunca llega y que se deja arrinconado en un limbo cibernético, sin formar construcción o sistema unificado alguno. El mismo desorden de los archivos que tengo en mi ordenador, su falta de clasificación dentro de un presunto orden alfabético o cronológico, delata cuanto estoy diciendo, al menos en mi caso.

2 comentarios:

  1. Discrepo

    Querido Ángel la tecnología es asimismo eterna, como las estructuras de poder. ¿qué diferencia el silex tallado de los bites? El aprendizaje y sus aplicaciones. Deshumaniza tanto cortar una piel de oso para hacer un abrigo, que montar un hardwere para capturar imágenes en movimiento.

    Así entendido, el humano anduvo siempre deshumanizado. Nunca creí en aquellas malinterpretaciones de los ejemplos propuestos por Rousseau, Hobbes y demás sobre el hombre natural. Dicho hombre nunca existió, eran puras elucubraciones mentales, pero tenemos tendencia a imaginarlo, como cuando no recordamos los problemas del pasado y pensamos que entonces estábamos la mar de bien.

    Ahora bien, coincido en que, aunque no lo explicitas, es la filosofía esa única fuente de saber que indicas: permanente y plurifuncional. De ahí la separación entre razón instrumental y práctica de la teoría crítica y Habermas.

    De acuerdo, fomentemos la razón práctica. Sin embargo, la velocidad de cruzero de la instrumental, como bien dices, es infinitamente superior y, solamente por ello no debemos caer en el extremo contrario y denostarla como inútil.

    Watt razonó prácticamente durante mucho tiempo para mejorar la máquina de vapor y halló la solución en la cámara de condensación después de mucha instrumentación. Cuando finalizó la vigencia de su patente, se generalizó su uso, pues los nuevos diseñadores tuvieron el camino hecho.

    Ni ascetas, ni jetas. La práctica se aplica en los instrumentos y los instrumentos generan práctica, Los extremos se tocan, contraria sunt complementaria.

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