viernes, 16 de marzo de 2012
Excerpta, florilegio o centón periodístico
1. El experimento que han hecho unos investigadores estadounidenses, y que ellos mismos reconocen que empezó como una idea realmente loca, parece una historia sacada de la vida misma o de una película. Ella me dijo no, me doy a la bebida, sería el título. Los científicos lo han hecho con moscas del vinagre (Drosophila melanogaster) y lo que han encontrado es un mecanismo molecular directamente implicado en la reacción del cerebro a la gratificación o su ausencia. Los machos del ensayo de laboratorio, cuando son rechazados por las hembras, se dan al alcohol, mientras que los sexualmente satisfechos, se abstienen.
2. El arzobispo de Canterbury deja el cargo para dedicarse a la docencia antes de que en julio se debata la legislación que permitirá la ordenación de mujeres obispo
3. Existen países europeos donde apenas hay dos o tres parados por cada puesto de trabajo vacante, pero en el nuestro son casi 30. La probabilidad de encontrar empleo en España es muy baja desde hace demasiado tiempo y durante los últimos cuatro años los asalariados del sector privado han caído más de 2,2 millones. En esta era de incertidumbre es, por tanto, perfectamente racional que la vista se vuelva hacia las opciones consideradas más seguras. ¿Y qué mejor que el sector público? En cuatro años, sus asalariados han crecido en más de 200.000. [...] Desde finales de 2007 los empresarios con trabajadores a su cargo han caído un 20% y los trabajadores independientes un 13%.
4. Un total de 25.000 jóvenes colapsan el 'botellódromo' de Granada un año más
5. El Gobierno suprime empresas públicas con más consejeros que trabajadores
6. Ana Mendoza, "El 20 de marzo, Ortografía para 'dummies'" 16/03/2012:
La Real Academia Española lanza el 20 de marzo la 'Ortografía básica de la lengua española', más breve y manejable que la versión mayor y con redacción más sencilla, pero con las mismas normas, algunas tan polémicas como la supresión de la tilde en 'guion' o la recomendación de llamar 'ye' a la 'i griega'.
"La Ortografía básica va muy al grano, es fácil de consultar y de transportar", afirma en una entrevista con Efe el académico Salvador Gutiérrez, coordinador de la versión amplia que se publicó en diciembre de 2010, y de la nueva que aparece ahora, llamada a ser "la 'Ortografía' de todo el mundo que habla y escribe español". El contenido normativo "es el mismo" que en la amplia, una obra panhispánica fruto de la colaboración entre las 22 Academias de la Lengua Española.
Publicada por Espasa, que en los próximos meses la distribuirá en los países hispanoamericanos, la 'Ortografía básica' cuesta 13,50 euros y tiene 228 páginas, frente a las 745 de su 'hermana mayor' Contiene varios apéndices y un índice de materias que no figuraba en la versión de 2010.
"Es un libro de bolsillo, muy fácil de manejar y muy fácil de leer porque se han eliminado los razonamientos teóricos y las explicaciones enciclopédicas". Es una ortografía "muy cercana al usuario", asegura Gutiérrez, académico de la Lengua española y gran experto en estas materias.
"Tocar la ortografía es como tocar el alma", le decía a EFE el anterior director de la Real Academia Española y actual director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, cuando se aprobó la versión amplia y se produjo un enorme revuelo por algunos de los cambios que se proponían. Los mismos que ahora se incluyen en la básica.
Polémica causó -y sigue causando- la recomendación de suprimir la tilde del adverbio 'solo' y de los pronombres demostrativos, incluso en casos de posible ambigüedad ("voy solo al cine" o "llega esta tarde").
Con la nueva Ortografía es obligatorio no poner tilde en monosílabos con diptongo ortográfico del tipo de guion, truhan, Sion, aunque algunos hablantes pronuncien esas palabras con hiato. Revuelo inmenso produjo también la pretensión de las Academias de unificar las distintas denominaciones que reciben en cada país las letras del alfabeto.
Al final la sangre no llegó al río y se recomienda decir 'be', 'uve', 'uve doble' y 'ye', pero se deja libertad para llamarlas, allí donde sea costumbre, 'be larga' o 'be grande'; 've corta' o 've baja'; 've doble', 'doble ve' o 'doble uve' e 'i griega'. A la 'i' también es correcto llamarla 'i latina'.
La 'ch' y la 'll' dejan definitivamente de ser letras del alfabeto y se quedan en dígrafos, algo que no causó polémica porque en la edición de 2001 del Diccionario ya no figuraban como letras independientes.
El prefijo 'ex-' debe escribirse unido a la base léxica si afecta a una sola palabra: exmarido, exministro, expresidente, pero se dirá "ex capitán general".
La 'Ortografía' establece que la escritura con 'q' de algunas palabras (Iraq, Qatar, quásar, quórum) representa "una incongruencia con las reglas". Para evitarla han decidido escribirlas con 'c' o con 'k', según los casos: Irak, Catar, cuásar cuórum.
Esta obra de referencia no se olvida de las nuevas tecnologías y se muestra consciente de que "la rapidez y la economía suelen ser factores determinantes" en los correos electrónicos, foros, chats, y mensajes de móvil.
Por eso, se considera admisible que se prescinda de las mayúsculas en los mensajes de móvil y en los chats, pero no en las comunicaciones electrónicas, en las que se deben "aplicar con rigor las normas ortográficas".
Los hispanohablantes se han tenido que olvidar también de escribir con mayúscula inicial los sustantivos que designan títulos nobiliarios, dignidades y cargos (ya sean civiles, militares, religiosos, públicos o privados), y deberán poner 'majestad', 'rey', 'reina' o el 'papa'.
En cuanto a Dios, depende. Se escribirá con mayúscula cuando se aluda al ser supremo de una religión monoteísta ("Dios envió a su hijo para salvarnos"), pero con minúscula cuando se refiera al ser supremo de modo genérico o a divinidades de religiones politeístas ("Jehová es el nombre hebreo del dios de judíos y cristianos"). Y se escribirá "Se cree Dios", pero "se cree un dios"
7. El 25 de noviembre de 1939, cuando Francia empezaba a gangrenarse por el miedo a la invasión alemana y sus élites políticas y periodísticas se disponían a entregarse sin pudor al III Reich, Albert Camus escribió un artículo para Le Soir républicaine, el periódico de una sola página a dos caras del que era codirector en Argel. En Francia regía la censura, y el texto no llegó a publicarse nunca. Lógico, porque en apenas tres folios el autor de El extranjero bordaba un alegato por la libertad de prensa. Al defender la utilidad del periodismo libre en tiempos de guerra, Camus sostuvo el derecho de cada ciudadano a elevarse sobre el colectivo para construir su propia libertad, y definió los cuatro mandamientos del periodismo libre: lucidez, desobediencia, ironía y obstinación. Son, casualmente, los puntos cardinales que inspiraron su obra novelesca y filosófica.
El espléndido texto ha salido del agujero negro del tiempo gracias a una colaboradora de Le Monde, Macha Séry, que lo encontró en los Archivos Nacionales de Ultramar (Aix-en-Provence). El diario vespertino lo publicó este jueves en sus páginas culturales, y en el Salón del Libro de París todos hablaban ayer del artículo y del último libro de Michel Onfray, El orden libertario, que traza una comparación entre Camus y Jean-Paul Sartre especialmente odiosa para el segundo.
“Es difícil evocar hoy la libertad de prensa sin ser tachado de extravagancia, acusado de ser Mata-Hari o siendo convencido de que eres sobrino de Stalin”. Así empieza el artículo, que enseguida sienta su tesis: la libertad de prensa “es solo una cara más de la libertad tout court”, y la “obstinación en defenderla” obedece a que, sin ella, “no habrá forma de ganar realmente la guerra”.
Camus aborda la injusticia de que los grandes medios nacionales pudieran publicar en aquellos meses artículos que en los diarios de ultramar eran sistemáticamente censurados. Y decía: “El hecho de que un periódico dependa de la competencia o del humor de un hombre demuestra mejor que cualquier otra cosa el grado de inconsciencia al que hemos llegado”.
Con la sobria sagacidad del clásico, proseguía: “Uno de los buenos preceptos de una filosofía digna de ese nombre es el de jamás caer en lamentaciones inútiles ante un estado de cosas que no puede ser evitado. La cuestión en Francia no es hoy saber cómo preservar la libertad de prensa. Es la de buscar como, ante la supresión de esas libertades, un periodista puede mantenerse libre. El problema no concierne a la colectividad. Concierne al individuo”.
Los medios y condiciones para que un periodista independiente no pierda su libertad “ante la guerra y sus servidumbres” son cuatro: lucidez, rechazo, ironía y obstinación. La lucidez, porque “supone la resistencia a los mecanismos del odio de la ira y el culto a la fatalidad”. Según Camis, “un periodista, en 1939, no se desespera y lucha por lo que cree verdadero como si su acción pudiera influir en el curso de los acontecimientos. No publica nada que pueda excitar el odio o provocar desesperanza. Todo eso está en su poder”.
73 años después, el manifiesto de Camus sigue teniendo toda vigencia, humana y periodística
“Frente a la creciente marea de la estupidez, es necesario también oponer alguna desobediencia”, continúa Camus. “Todas las presiones del mundo no harán que un espíritu un poco limpio acepte ser deshonesto”, decía. Y luego: “Es fácil comprobar la autenticidad de una noticia. Y un periodista libre debe poner toda su atención en ello. Porque, si no puede decir todo lo que piensa, puede no decir lo que no piensa o lo que cree que es falso. Esta libertad negativa es, de lejos, la más importante de todas”, ya que permite “servir a la verdad en la medida humana sus fuerzas”, o “al menos rechazar lo que ninguna fuerza le podría hacer aceptar: servir a la mentira”.
La tercera condición para ser libres es la ironía: “No vemos a Hitler, por poner un ejemplo entre otros posibles, utilizar la ironía socrática”, escribe Camus. “La ironía es un arma sin precedentes contra los demasiado poderosos. Completa a la rebeldía en el sentido de que permite no solo rechazar lo que es falso, sino decir a menudo lo que es cierto”.
Para cumplir lo anterior, la cuarta regla indispensable es “un mínimo de obstinación para superar los obstáculos que más desaniman”, a saber: “La constancia en la tontería, la abulia organizada, la estupidez agresiva”.
¿Y después de la guerra?, acaba preguntándose Camus. “Hará falta probar con un método del todo nuevo que sería la justicia y la generosidad. Pero esto solo se expresa en los corazones ya libres y los espíritus todavía clarividentes. Formar esos corazones y esas almas, o mejor despertarlos, será la tarea a la vez modesta y ambiciosa que tocará al hombre independiente. La historia tendrá o no en cuenta estos esfuerzos. Pero habrá que hacerlos”.
Quizá lo más fascinante del rescate que, 73 años después, el manifiesto de Camus sigue teniendo toda vigencia, humana y periodística. Francia no está en guerra y no existe la censura, pero ahí está la actitud monárquica de sus gobernantes ante la prensa; la promiscuidad entre las clases política, empresarial y mediática, la uniformidad obediente y temerosa de tantos medios.
En noviembre de 1939, Camus decía que los “artículos más valientes se publican en Le Canard enchaîné. En marzo de 2012 sigue siendo verdad. Como todo lo demás.
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