De nuevo ex ovo empiezo a escribir sin qué poner. O ponerme, que existe "ponerse de limpio", cual el burocrático "poner en limpio", si uno no fuera mezquino borrador de sueños mal dormidos, el sueño de una sombra, que decía el olimpio Píndaro; lo opuesto sería "ponerse de política hasta la coronilla"; pero no, no... déjese usted, no voy a hablar de política, que somos gente seria. No mancharía con esa mierda si no se anduviera siempre ensuciando con ella los periódicos que leemos con el culo o asustando por la tele, como el hombre del saco, o sacomán, que dicen en espanglish o inglañol, o corrompiendo menores y mayores, como Birlusconi, porque en porcolítica y porcolitis o porculitis lo mismo da que da lo mismo, ni voy ni vengo, ni me va ni me viene, lo mismo es ocho que ochenta, tanto monta, para ti la perra gorda/perro muerto/petardo, no importa, paso, me desentiendo, a mí plin, ni ato ni desato. Y es que ultimismamente están los medios comunicantes muy expletivos y expelentes; preferible sería desayunarse un sapo, si no lo hubiera probado ya Adriá en El Bulli. Y eso que haré huelga, con los emolumentos de menos que acarrea y sin fe ni esperanza, pero con caridad.
Lo que dizque hace falta a todos en España, yo incluido, no es política, es policía para prender tanto porculizante pepillo y psopillo mangonero gorronino sin ética o sin lo que decía Juan Manuel era lo más importante en el hombre: vergüenza. Por cuestión de hidalguía. Más sístole y menos diástole. Empero, todo lo que arramble la policía a los supradichos, los jueces, o el tiempo, lo echarán a perder, con ayuda de esas leyes mangoneras creadas por los porcolíticos, y nuevos subasteros y mafioides varios del mesmo pelo o eiusdem palotis se harán con ello y el moho crecerá tan selvático, verdino y esporoso como otrora, que es hoy. Paso. Que se acerca la Semana Santa.
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