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viernes, 19 de septiembre de 2008

Cristo, el mago

En Alejandría han hallado una vasija con una inscripción en griego: "por Cristo, el Mago". Los arqueólogos la datan como anterior al año 50. Cristo, el ungido, puede ser cualquier oficiante. Desde luego, no es el santo Grial. El hecho de que ya se le tuviera por mago tiene que ver con el sincretismo religioso neopitagórico que se ponía moda entonces en ese puerto.

Si Cristo era tenido por un mago, seguramente hizo portentos o milagros, que hoy consideramos ilusiones de ilusionista. En una tradición rabínica antigua era tenido por mago y falsario. El tan creíble Testimonio flaviano, en su versión siria, que es la menos corrupta y la más antigua, también alude a esa capacidad de Cristo de realizar portentos asombrosos.

Está fuera de toda duda que Cristo existió, incluso para los más escépticos. Lo que es más que dudoso es la interpretación que se ha dado a su mensaje, que nunca llegó a escribir por su mano, que se sepa, salvo unas enigmáticas palabras que rasgó en la arena cuando estaban a punto de lapidar a la apóstol de los apóstoles, María Magdalena. ¿Qué escribía Jesús en la arena? ¿Una versión de lo que estaba a punto de ocurrir? ¿El único, veraz y ultrabreve Evangelio según Jesucristo?

lunes, 28 de julio de 2008

De mi libro inédito de epigramas "Nadie lo diría"

I

He perdido el tiempo, y no puedo regresar.

II

Lo primero que hacemos al venir al mundo es soltar un llanto para unirnos a él, llanto que luego fragmentamos en palabras que depositamos sobre las teselas de cada objeto que se encuentra en este roto mundo. Quizá tengamos la suerte de oír un llanto, ya que el sentido del oír, cuando morimos, es el último en perderse.


III

¿Darán la cara los que han dado el culo?

IV


Me arranqué la piel a tiras, no poco a poco; al cabo quedé como un niño llorón. No gustó el espectáculo. Dijeron no fue juanramoniano. No fue inocencia, dijeron. Dijeron no fue strip-tease


V

¿Ves esta barriga tan redonda? Pues no es gordura, es amor a la vida.


VI

"Queríamos un hijo, pero al final preferimos tener coche" (El Roto)

VII


El cante jondo intelectual prefiere el "huy" al "ay".


VIII


Si los prebendados no se hubieran prevendido o no se prevendaran los ojos para permitir lo impermitible, no llegarían a ser lo que entonces no parecieron: prebandidos.


IX

El demonio lo resumió todo en un un palindromo: in girum imus nocte et consumimur igni. Damos vueltas en la noche y un fuego nos consume.

X

No te gusta lo que estás leyendo. Pues mira, majo, la cura de tu grave enfermedad sólo te la puede ofrecer el procedimiento del doctor Tarr y el profesor Fether.

XI

Dedicaré mi vida a cubrirte de baldón y vergüenza. ¿Sabes por qué, monada? Porque me da pena que no los tengas.


XII


NOSTALGIA DEL MAR EN MONGOLIA

No de Grecia hablo, cuna de la civilización, mas de Mongolia, que lo es de la barbarie. De allí partieron endémicas la peste y la rabia, huyendo por igual los rigurosos fríos de Siberia y los ardientes soles del Gobi. Alejado país: el que más del mar sobre el globo; océano es de tierra. Su única ciudad, camino costeado de casas, nómbrase Urga. Desfilan interminables por él sus gentes emigrantes. Alcanzó prohombre celebérrimo, el bárbaro Temujín, arquitecto de torres de cabezas cortadas y acuñador de un proverbio civilizado por los chinos: mátense niños, tálense huertos, quémense libros. Reino es este que no conoció jamás fronteras: lo demuestra un linaje todo de emperadores fracasado e inmolado tras sus murallas arrasadas, para descubrir, al cabo, ser esta la única república indestructible, la república de la estupidez.


XIII

Cual marioneta pendo de un interior cordaje de nervios y venas. El pensamiento y la vida representan la historia del hombre, desgarbada y sin gracia, en un tablado en el que el final ha sido ya escrito

XIV

De este mundo sacarás
lo que metas, nada más

XV

No te esfuerces, niña. A mí siempre me ha despreciado gente que valía menos que yo

XVI

Confucio: "...pues si tus males tienen remedio, ¿por qué preocuparse? Y si no lo tienen ¿para qué te vas a preocupar?". Y, además, qué coño importa.
XVII

Eres una mierda. Y ni siquiera una mierda consistente: pura diarrea.


XVIII

"Mi alma es una orquesta oculta; no sé qué instrumentos tañe o rechina, cuerdas y arpas, timbales y tambores, dentro de mí. Sólo me conozco como sinfonía". Fernando Pessoa
La orquesta era famosa por su perfeccionismo. Esa tarde, en medio de una complicada sinfonía, una pálida trompeta rompió a tocar fuera del programa, débil primero, luego con más fuego, mientras los demás instrumentos seguían a una la misma pieza; un desconcierto creciente inundó a los profesores y al director; el público se inquietó en el patio de butacas; algo muy malo se podía ver en las caras de los que componían la sección de viento. Qué descaro el de la trompeta. Poco a poco los instrumentos empezaron a elevar el tono, intentando ocultar la fea disonancia del mambo solitario que seguía el trompeta en la melodía conjunta. Pero ese era un instrumento estridente y no deponía sus desvaríos: parecía haber enloquecido. Quizás había olvidado la partitura, o esta había volado empujada por un trombonazo de aire.


Y los demás instrumentos sonaban cada vez más coléricos; su música, además de bella, era ya realmente ensordecedora; los titánicos timbales estaban ya asustando con su bomboneo al público y las voces del coro hacían temblar los vidrios de la lámpara central del teatro. La pobre trompetilla no podía apenas escucharse a sí misma; se avergonzó de su falta de intensidad; empezó a sonar en sordina, dudó en los acordes, sincopó las frases y enmudeció.

Desde entonces, los instrumentos tocan concertados como uno solo y el público ya no debe esforzarse para oír y se relaja con aquellos dulcísimos compases, adormilado, incluso a pesar de ese maleducado aguafiestas que anda diciendo por ahí, qué cosas, que toda la música suena ahora a marcha fúnebre.

XIX

Variación sobre un soneto de Quevedo

Este es el expediente, esta la historia
de un hombre más a muerte condenado:
fue fruto de un ayer enamorado
ya podre es de los años su memoria.

Alegre alguna vez por esa gloria
fue, que engaña la espera del osado;
se lió, pero dice le han liado
y es ya casado y tira de la noria.

Un hijo tuvo que se queda en casa,
o pide discoteca y una moto,
en paro y viendo tele, porque pasa.

No queda ya esperanza, sino loto
y paga de ilusión, ya más que escasa,

y suponer aún que vale el voto
XX

Cabezones con alma de botija
clase media con mente de tercera
estudiantes que hacen la carrera;
mucho marica tierno y niña pija.

Cultura más difunta que canija
pandorga para memos, plaza hortera
donde toda esperanza desespera
y donde medra toda sabandija.

Allí donde Cervantes se ha olvidado
y donde el Ave, fénix, para y hoza
y es milagro follar, que no pecado;

donde el que más se aburre va y se empoza
y habita el madrileño más frustrado,
eso es Ciudad Real; ¿quién no la goza?


XXI

Ofrecía una vez a Salomón
el deseo Yahvé que más quisiese...
y Salomón pidió un café, que viese
hasta dónde llegaba su ilusión.

XXII

Ricardo afirma que no es machista, y para demostrarlo dice que nunca ha dicho, como el griego, que las mujeres tiene el cabello largo y las ideas cortas, sino que, a la manera de Sean Connery, él nunca ha humillado a las mujeres, sólo las ha abofeteado.
XXIII

Vendrá la muerte,
y abrirá todos los ojos
ciegos a su noche de granito

XXIV

Quieren los gobiernos se diga la verdad en la declaración de la renta, como quieren los curas que se diga la verdad en los confesonarios. Quién sabe, supongo que será la misma verdad que se dice en los mítines o cuando se mendigan los votos a la distancia que dan las cámaras, los periódicos y los largos discursos de prosa de BOE que incomodan a los bárbaros de Cavafis. Que no haya corrupción es algo así como negar el segundo principio de la termodinámica.

XXV


Es comprensible que por una carroña se peleen dos monos, pero no es comprensible que habiendo carroña para dos se peleen de todas formas. Y, sin embargo, eso es lo que ocurre, por deporte moral. No me gusta demasiado el fútbol.
XXVI

Se han puesto de moda las religiones orientales. Son una especie de régimen de adelgazamiento espiritual para nuestras carnosas y materiales ambiciones. Un aspecto más de la existencia light.


XXVII

Se escribe en el Libro de Aleixandre que "debe de lo que sabe el hombre largo seer". El Poema de Gilgamesh empieza igual. Pero nuestros viejos sólo quieren hablar de su pensión.
XXVIII

Hace cinco mil años lo escribieron los egipcios: hay que preguntar al sabio, pero también al ignorante.

XXIX


Oído al pasar: los dictadores, como los niños, no se sostienen solos.


XXX

Variación sobre otro tema de Quevedo

Jubilado, en la paz de esta excursión,
con poca pero justa pela junta
vivo en conversación con mi difunta
y robo las toallas y el jabón.

Que nunca fue tan calva la ocasión;
y se puede llevar la marabunta
de corruptos listillos la presunta
bondad de este sistema sin misión.

Me pongo ciego de televisión
y no hay partido que me pierda nunca;
sentido es de esta vida mi pensión.

Mi hijo no peleó en este follón;
levanté este país, y él va y lo trunca:
que pelee por mis nietos el cabrón.

XXXI
Sí, este epigrama va por ti, giliputiense. Pero no me voy a entretener contigo, ni creo que tengas la entidad suficiente para ser tema literario: sigue mirándote en el espejo. Igual, incluso alcanzas a ver algo.
XXXII

Una flor reseca entre las páginas de un libro, descubierta de pronto bajo una terrible aurora que es acaso el crepúsculo: mi vida.
XXXIII


Mañana será otro día
siempre la misma canción;
mañana es el mismo día
y hoy es otra la canción

XXXIV

Entreabrir las palabras para hurtar poesía; entreabrir las personas para hacerlas sonreír; entreabrir el mundo para extraer más palabras
XXXV

Una novia es como un dulce de merengue blanco para el novio, un confite servido de más sobre la mesa del banquete de bodas y de bobos, una montaña de dulzura tediosa
XXXVI

Te cagas en mi padre, que menos mal es lavable, y me llamas maricón cuando tu madre se encuentra sin duda mejor informada, hijo.
XXXVII

Los hombres son transitivos y las mujeres copulativas.

XXXVIII


Ciertamente, estamos hechos el uno contra el otro.


XXXIX

Transforma tu resentimiento en reconocimiento.
XL

"Que no se mueva, que no se note y que no traspase". "Finas y seguras". Así insinúan que son las mujeres los que anuncian compresas: más falsas que Judas, más castrantes que Cibeles y más secas y distantes que Anaxárete. Evidentemente, no hay que decir a sus pobres madres que quienes ejercen tales opiniones sobre las mujeres son sus hijos, creativos publicitarios: ellas piensan que trabajan de pianistas en un burdel.

jueves, 26 de junio de 2008

Nada, sí, nada.

A tu abandono opongo la elevada / torre de mi divino pensamiento... diría J. R. J. Y Cernuda: No sé nada, no quiero nada, no espero nada. Y Manuel Machado: Nada sé, nada quiero, nada espero, nada. La Nada de nada de esa cantautora que me enamoró de niño, Cecilia. El Soy tuya de Alfonsina Storni y el Después de todo de José Hierro. El Nunca llegarás a nada de Juan Benet.

El itinerario educativo de La Mancha te hace escoger entre la Religión y la Nada. Eso de la Nada es muy metafísico, demasiado como para habérsele ocurrido a unas mentes vacías como las de la Junta de Calamidades. Aunque, bien pensado, sólo a ellas, vacías como están, podría habérseles ocurrido. O sea, que quien no sea cristiano, tiene que escoger Existencialismo y ser arrojado a las entradas de la Néant, al No-ser, o agarrarse al borde del abismo, al compromiso o engagément de Sartre. Jolines. Nada, o el puro aburrimiento de Carmen Laforet, nada, conjunto vacío en Matemáticas, ausencia de cualquier ente en filosofía, algo que de hecho no puede existir en física, puesto que violaría el principio de indeterminación de Heisenberg, ya que se podría conocer con precisión el estado energético de una región que no sería región, puesto que, aunque es concebible la ausencia de materia, no lo es la de campos físicos. Ángel Crespo ha escrito un hermoso poema de título Sobre la nada:

La nada: ese inmenso cajón, alacena o lago del que Dios ha exiliado a todas las cosas; bosque en el que se escucha el balido de todos los pájaros habidos y por no haber.

Desgraciado de aquel que no tiene su nada, habrá de conformarse con lo que le den los demás, sacando de sus bolsillos o de sus temibles armarios; vivirá como nuncio, como vicario, como ministro, pero jamás con soberanía, porque no tendrá nada.

La mía es el recuerdo, las escamas de los pescados que platean en los mares de medianoche -y del mediodía en que el sol nada-; la nada por crear.
O bien el largo olor a vida de la nada.

miércoles, 4 de junio de 2008

Dios

"Nada nace de la nada, nada vuelve a la nada", dice Lucrecio, uno de los pocos grandes poetas del ateísmo, junto con Thomas Hardy, Ludwig Feuerbach y Giacomo Leopardi. No se puede decir que leer a estos sujetos levante el ánimo, precisamente, pero también es cierto que sus palabras no defraudan si lo que se busca en ellas es la sustancia elemental de la verdad, sin la cual la vida no tiene sentido, porque entonces sería lo que decía Calderón, un sueño, o lo que querían ponerle ante los ojos a don Quijote, magia. No es ni sueño ni magia, sino un ser o no ser, una sístole y una diástole, o, más bien, esa pobre ramita de cerezo que le quedaba a Kurosawa en el primero de sus Sueños, humilde cosa, en verdad, pero algo a fin de cuentas. "los hombres mueren y no son felices", dice el Calígula de Camus. Uno va perdiendo las fuerzas, nota que las enfermedades se le tardan más en curar y va empezando a perder las cosas: la ilusión, el tiempo, el entusiasmo, la salud... Nota que los deseos son interminables o que, como dice sabiamente el Eclesiastés, "todo el trabajo de un hombre es para su boca y, sin embargo, este ansia no se sacia nunca". Muchos viejos consideran que el sentido de la vida es su pensión; yo no sé cuál es el sentido de la vida, ni siquiera de la mía; mi suegra opina que es ser querida por nosotros, lo que demuestra su grandeza de alma; yo pienso algo parecido y, como los griegos y los viejos guerreros castellanos, me gustaría morirme acompañado y sintiéndome querido, sin que nadie lamentase mi muerte, y que la gente me recordara con agrado. Es hermoso lo que hacen en Nueva Orleáns, entierros con música de jazz y banquete funeral; no sé por qué no puede ser así; las vejeces tampoco deberían ser tristes; los viejos deberían jugar con sus nietos... La pena es que los viejos de hoy se han pasado la vida siendo egoístas y de repente se encuentran sin hijos y sin nietos, porque les salía más divertido comprarse un coche deportivo o irse de juerga a Cuba. Peor para ellos: que vayan a pasárselo bien a un cementerio de automóviles o a un asilo ¿no les gustaba la soledad?

Cuando leo que Hardy describe el cielo del atardecer como una lápida de granito me siento aplastado por ella. Prefiero respirar hondo a leer mi traducción de El mundo como voluntad y como representación, que es la vieja de Eduardo Ovejero, un tomazo impresionante de mil doscientas páginas de papel biblia. ¡Y el señor Arturo tiene la jeta de decir que es "la expresión de un solo pensamiento"! La verdad es que, para decir lo que dice, podía formularlo en cien páginas, aunque sin tanta elegancia y con menos literatura y cultura. Estos alemanes no saben resumir.

sábado, 10 de mayo de 2008

Sobre la condición y esencia de Michael Jackson

Nunca he sabido qué había de cierto en Michael Jackson; un personaje real que parece ficticio, que no es ni blanco ni negro, ni macho ni femenino, ni honesto ni malvado, ni hombre ni niño, ni carnal ni putrefacto, ni pobre ni rico, ni listo ni tonto, ni vivo ni muerto, zombi, amorfo, que surge de la oscuridad y vive en ella, pero cuyos contornos se difuminan en una especie de niebla mediática de identidad deleble y difusa, entre sus negros, mulatos, zambos y morenos hermanos y hermanas, entre sus imitadores e intimadores, y sus bisexuales matrimonios sodomitas múltiples y confusos, cuajados de lisérgicas fosforescencias, pasmos estrellados y niños alanceados de dudosa paternofilialidad.

He tentado a ciegas con vacilante bastón en el bosque perdido de su liosa existencia, y he salido de él con las manos vacías. No sé si Michael Jackson es real o imaginario. No sé si vive en Internet o en un lugar de ese país que, como él, no tiene nombre, sino designación. Michael Jackson es una representación, una mancha sin forma y, como los líquidos, adopta la del recipiente que lo contiene, aunque su naturaleza volátil y plumífera lo asimile más a la condición del gas, y su sonido de pedófilo pedo desinflado y de convulso agonizante suene aún entre los mortecinos cantos de afilador de una calle lejana en algún extrarradio de los frecuentados por algún oxidado Freddy Kruger.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Pintores

Mi amor por la pintura siempre estará ahí. Recuerdo esas felices tardes que se me pasaban mirando los cinco enormes tomos de pintores clásicos de mi tío José Antonio, hojeados por su difunta hija, mi suicidada prima pintora, Pilar. De ahí, y de las inolvidables clases de historia del arte con doña Hortensia, vinieron algunas de las iconografías recurrentes de mi imaginación: el sabio de Rembrandt van Rijn al pie de su escalera helicoidal, eterno en su confortable guarida de ámbar, como un insecto atrapado en el tiempo. El árbol de Constable, personificación de la fuerza; la Torre de Babel de Pieter Brueghel el Viejo; las fantasías interminables, los bosques de caballeros perdidos, las putriciones petrificadas, los cristales lentos, los gentlemen bajo sus fálicos hongos, las caras envueltas de suicidas; los momentos monumentales y eternizados, la rosa que llena la habitación, las luces incasables, las superposiciones, desproporciones y desencajamientos de René Magritte; los otros mundos y sueños infantiles de Ángeles; las pinturas negras de Goya (incluida la de "un hombre"); las fantasías a la tétrica luz negra de Villaseñor; la luz valenciana y playera de Sorolla; la alegría cosmogónica de Miró; la pareja en el viento de Óscar Kokoschka; El segador tumbado de Van Gogh; la luz de Veermeer y De Hooch; los borrachos de Velázquez y de Hals; El sueño del caballero de Pereda o las blancas telas, tazas y limones de Zurbarán. La Alhambra, los laberintos, las escaleras gallegas, las hidrografías de agua quieta, las cadenas-rompecabezas y los uróboros de Escher, con los grabados pisados de Mesquita por las botas de un nazi; los bosques enmarañados del lagrimeante Jackson Pollock, atado a la botella que gotea, a pesar de cómo la CIA lo ayudó a triunfar; los ambientes bohemios de Sandro Magnasco... La fantasía de los dibujos de Francisco Nieva... La vida, la energía, los monos, el ser entero de Frida Kahlo.

domingo, 17 de febrero de 2008

Tener que ver

El roce del mundo nos desgasta, nos transforma en la arena del tiempo, nos hace perder la forma y hasta las formas. Los que han sufrido mucho roce con la vida suelen perder sus contornos, sus límites, su figura; se hacen a la gente indeseables. Se echan a las afueras de las ciudades, al extrarradio, a los arrabales: los viejos, los locos, los muertos, los enfermos, los basureros, los delincuentes, las prostitutas, los gitanos. Los japoneses llaman a sus marginados 'sin cara', nadie les quiere conocer, nadie quiere tener que ver con ellos; sus fantasmas son unos desconocidos 'sin cara', sin raíces, sin identidad. El roce del mundo nos hace perder sustancia; a los árboles les hace perder las hojas. La lluvia enjuga y borra las caras del polvo como unas lágrimas. La cara de El grito de Munch es la de un sin cara; se le está cayendo, se le está derritiendo como la cera. Su boca ya no es una boca, es un hoyo. Sus ojos, dos óculos o ventanucos a una oscura cámara o desván; y los de otros borrones expresionistas: son máscaras, no rostros, y las personas que las llevan son muñecos y no seres humanos. Delebles, nos desleímos, nos diluimos como los harapos de neblina en el viento. La vulgaridad es la forma del tiempo. Nos hace perder la ilusión de las ilusiones, luego la ilusión de nuestro cuerpo, por fin la ilusión de la vida y, por último, la ilusión del yo. Eso es la muerte.

lunes, 28 de enero de 2008

Déjà vu

"Recordar es obsceno; / peor: es triste". Son versos de Aleixandre en Poemas de la consumación, uno de mis libros favoritos de poesía. A la altura de los años todo empieza a repetirse y a ser evocación de algo más auténtico y más verdadero. Supongo que la patria o paraíso perdido de los poetas, la infancia, como bien sabía Rilke. Todo se repite y vuelve domestiquillo y gris en casa, o en esa ventana de la casa, la TV, donde la nefasta política empresarial del pseudogobierno ha provocado que las cadenas tengan que recurrir a saldos y reposiciones para poder pagar sus cuantiosas deudas. El eterno retorno. Priva lo retro, que antes era lo camp. La vulgaridad es la forma de ser del tiempo. La forma del tiempo mismo. Hasta vuelven viejas ideologías, como el fascismo. Pero la repetición de la jugada, la moviola del pasado, es obscena, es triste. Indica la decadencia de quienes están muertos antes de morir o las nulas esperanzas de quienes tienen que programar un futuro. Mal vamos.

miércoles, 2 de enero de 2008

Gramática de la vida

Hay hombres que son indeclinables; alguno conozco también que es defectivo y hasta semideponente; los hombres suelen ser copulativos, y las mujeres transitivas y de difícil nexo y conjunción; también es verdad que hay gente muy sustantiva, mientras que otros, por lo general dirigentes y demás, son de hecho poco activos o pasivos, muy adjetivos, neutros y tan circunstanciales que muchas veces metatizan y se vuelven adverbiales, de lo invariables que son. De aspecto imperfecto, impersonales, sin argumentos, sin voz ni modos, nunca son determinantes para nada.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Móviles y otras criaturas hogareñas

Mis hijas me dejan de piedra. Escogen un móvil como si fuera un novio: que sea inteligente, hermoso, que me haga las cuentas, que tenga hermosa voz y me cante y gran memoria y muchos megapixels... Por Dios; a veces incluso lo insultan y se cabrean con él. Sospecho que van a tratar a sus novietes lo mismo que a un Tamagotchi. Yo trato mejor a mi impresora, que es temperamental y a veces se enfada conmigo y no me hace caso; entonces, lo único que tengo que hacer es acariciarla un poco, ponerle papel nuevo y rascarle el interruptor, y muge alegremente encendiendo sus lucecitas. Lleva una pegatina encima con un perrito dálmata que le han puesto mis hijas.

Con mis dos gemelos, los zapatos, tengo una relación distinta. Desde luego, no es tarea fácil soportarme. Los antiguos solían ponerse parejas distintas en los días pares y en los impares, porque decían que se gastaban menos; no lo dudo, pero los modernos somos menos cuidadosos, por desgracia. Sus talones están gastados, el calcañal deshilado y les falta un buen pase de tintura.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Setas

Llueve todo el santo día. Las setas estarán contentas, como dice el padre Fortea. Nunca llueve a gusto de todos, pero sí a gusto de las setas. Es fabuloso poder pasear por campos de verde césped, haciendo ejercicio y respirando el aire puro que todavía nos dejan respirar. Oír el sonido del aire, de las hojas y del agua. Ver como cambia la forma de las nubes, escribiendo un idioma que sólo entiende la eternidad.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sin Comentarios

¿Por qué Shoemaker contrata a las mejores inteligencias del mundo para elaborar su programa político si luego no les va a hacer ni puto caso, como hasta ahora? ¿Por qué no habla más Hugo Chávez? ¿Por qué no se le escucha más en todo el mundo? ¿Por qué me molestan más a mí los aburridos discursos del rey, por muy deprimido que esté a causa del divorcio sin palabras de su hija mayor? ¿Por qué los reyes de España han sido los peores de Europa? ¿Por qué los políticos españoles no están lo suficientemente maduros para una República, sea federal o sea unitaria? ¿Por qué las diferentes tribus del pueblo indígena español o emigrante son tan superiores a sus líderes, salus populi...? ¿Por qué los políticos dicen que hay que concienciar a los ciudadanos y los ciudadanos dicen que hay que concienciar a los políticos? ¿Por qué político y ciudadano significan lo mismo para los que han estudiado griego, una asignatura que quieren suprimir? ¿Por qué hay que creer en la democracia si se manipula antes y después de un instante de voto? ¿Por qué listas cerradas? ¿Por qué sistema d'Hont, habiendo otros menos mentirosos? ¿Por qué no se conocen esos procedimientos tanto como ese otro? ¿Por qué la democracia no es perfectible, si funciona tan bien el ejemplo cantonalista? ¿Por qué todos los problemas de la democracia se curan con menos democracia? ¿Por qué se hace más caso a los precedentes para hacerlo mal que a los precedentes para hacerlo bien? ¿Por qué se prefiere el derecho positivo al natural? ¿Por qué los pobres tienen más deberes que derechos? ¿Por qué el dinero tiene más derechos que deberes? ¿Por qué no hay una declaración universal de los deberes del hombre? Mejor, ¿por qué no hay una declaración universal de los deberes del dinero? ¿Por qué a mí, que soy un indio del Campo de Calatrava, se me confina en una reserva provincial? ¿Por qué cazan en mis campos y los ensucian y matan a mis animales y roban mis recursos naturales? ¿Por qué mi poblado no se llama Ciudad Republicana? ¿Por qué no se financia más la educación de mi tribu, que se ha hecho más compleja y diversa, y se financian en cambio el juego de maquinita, el alcohol de botellón, la caza con rifle y no con arco y flecha y la prostitución y el aborto y el trabajo los domingos de mis indias, como se lee en los periódicos? ¿Por qué son más inteligentes los cuadros medios de la administración que los cuadros altos? ¿Por qué, si se financia algo técnico, siempre se financian más las nuevas maneras de matarnos unos a otros? ¿Por qué se llevan tan bien los ultraderechistas con los anarquistas y con los verdes? ¿Por qué se nos quiere hacer creer lo contrario? ¿Por qué los niños creen que, en una chuchería, hay ochenta tipos de caramelos diferentes en vez de caramelos de limón, fresa, naranja, menta y café con leche? ¿Por qué no hay periódicos de explicaciones y no de informaciones, en un mundo que se ha vuelto más complejo a causa de las mentiras? ¿Por qué se prefiere complicar las cosas a solucionarlas? ¿Por qué no se aplica la navaja de Occam a la política? ¿Por qué hay siempre tantas preguntas y tan pocas contestaciones? ¿Por qué siento tanto asco cuando me pongo a pensar, si los antropólogos me han clasificado como un homo sapiens?

sábado, 8 de septiembre de 2007

Vesti la giubba

De nuevo empieza el curso, y uno tiene que vestirse de alguien para decir lo de siempre. Debía haber, para tomar el sitio de los maestosos crisantemos, un cardo borriquero con el nombre de siempremuerta. No hay peor destino para una flor que el de perfumar sepulcros, los sepulcros blanqueados, que decía Jesucristo. Dejarse la piel del alma a tiras, salir con los sangrantes músculos al aire, tomar el sol de un microondas. Un diamante es duro, nada lo raya, pero una simple cerilla lo puede quemar. Así ha sido y así siempre será.

martes, 5 de junio de 2007

Calor

Se cuece uno en su propia grasa como una salchicha humana, acumula el calor como un termo o una patata caliente, al abrir la boca echa llamas como un dragón y no hay ducha, ventilador, botijo o chapuzón que lo remedie. Este calor es pegajoso, mezquino; aunque te escondas al amparo de cualquier sombra te encuentra y te sepulta entre mantas sofocantes. Es como una fiebre tropical, la piel se te vuelve una lava viscosa y andas desmayado y consumido por una malaria solar; todos tus poros exudan como géiseres, y uno se funde como la mantequilla en un cráter de pan tostado. Hagas lo que hagas es como si te asfixiaras dentro de un pullóver sin salida. Las lagartijas son listas, se esconden en las rendijas, y los grillos sólo salen a cantar de noche; pero por la mañana, el sol empieza a golpear con su mazo y uno termina de pasar la sartén de la calle achicharrado, exangüe, deshidratado, con el esqueleto chillando por salir de la mojama que le han puesto encima.

lunes, 23 de abril de 2007

Asfixia

Me ahogo. ¿Por qué? Porque existe una gran presión en estas profundidades de la realidad, y los pulmones no aguantan mucho los bajos fondos de la inmensidad, que decía Franco Battiato. Los bichos que hay por aquí tienen cara de sospechoso y un aspecto que generalmente pide un cambio radical, pero un cambio que no sea como el de los capullos de la rosa. La borrachera de las profundidades te pone en la descoyuntiva clásica entre las carcajadas agrias de Demócrito o los llantos risueños de Heráclito. Todo se repite algo más decolorado y cansino, desde el sol hasta la misma casa, las mismas caras, las mismas idioteces, las mismas series repetidas en tv, los mismos productos reanunciados una y otra vez para que los compres una y otra vez. Fotocopias de fotocopias de fotocopias hasta llegar al borrón confuso de la realidad, donde no sabe ya uno discernir ni siquiera en qué se diferencia el ayer del mañana. La esperanza es un lugar donde perder la vida. Y uno ya prescinde hasta de la zarza ardiente para explicar lo que no tiene explicación porque tampoco tiene implicación ni aplicación, solo un ritmo que imprimen doce horas de una esfera que no es vertiginosa, sino lentísima, como el goteo arenoso de la sangre en la clepsidra humana, una sangre hecha de aburrimiento y balcánica desdicha.

martes, 20 de marzo de 2007

Cruzarse de brazos

Avanza uno por la vida, la vida va avanzando por uno; no la sobrepasamos, ella nos sobrepasa a nosotros, nos deja muertos a un lado del camino. Nos cansamos, nos envejecemos, nos perdemos el tiempo, el entusiasmo, la vida, la ilusión; todas las cosas que se pierden y que cantaba el loro de Antonio Machado; si la vida es un combate, es un combate perdido. No ganamos nada: somos delebles en el tiempo, nos desleemos en el aire, en el amor, en la comida, en el sonido, en la luz; el final de todo son las manos vacías, donde ya no laten los pulsos: el tiempo ha muerto en nuestros brazos. Con razón a todos los muertos los cruzan de brazos antes de meterlos en su caja de zapatos y ponerlos con los demás en los nichos; ¿y qué?, titulaba el tétrico Manuel López Villaseñor un cuadro en el que a menudo me he visto; la crueldad de Villaseñor me es propia y quizá no en vano nacimos el mismo día, aunque no el mismo año; sus emigrantes metafísicos y sus balcánicas desdichas en los supurosos hospitales y los soporosos metros grises del tiempo son la copia de mis días y la imaginería habitual de mis tediosas pesadillas.

Me diréis: el amor es lo que hace soportable el mundo. Quizá. La belleza, la semejanza que uno encuentra en lo otro y que lo hace creerlo suyo, carne o espíritu suyo. La simetría incluso, que provoca el asombro ante lo que es uno pero es otro; pero al cabo parece tan vano como todo pretexto; importa la conclusión y la fatiga y su estrago están ahí, en ese final que ya ha sido escrito, esa agua que ya no mueve molino, ese olvido, esa reducción fatal que somos todos los que nos estamos esquilmando como los árboles en otoño, perdiendo sustancia y quedándonos reducidos a la miserable gallina pelada que es un viejo, un perchero de huesos de cocido servido a los gusanos, con los garbanzos inevitables del rosario y el laurel pútrido de las coronas hipócritas. Los viejos son simples: se agarran a las costumbres con un ansia que delata su deseo de permanecer confundidos con lo mismo y eterno. Pero sólo son sombras platónicas de una juventud ya pasada, sombras de los hijos que han tenido y que ahora son más reales que ellos. Cualquiera que oiga a los viejos reunidos lo verá: toda su conversación se reduce a la siniestra competición de alcanzar el título de más viejo del edificio o del barrio y llevar las necrológicas de los de su quinta; soplan aliviados cuando la parca pasa de largo.

La tranquilidad. ¿Qué es eso? Toda mi vida la he deseado, y cuando menos la he querido me he encontrado instalado sin querer en ella. La muerte podría ser su sinónimo si no fuese algo tan absolutamente inadjetivable. Estamos atados al mundo y a la vida como a un hermano gemelo. En la boca está el sumidero donde se pierde nuestro contacto con él. Tragar, hablar, escupir, sonreír, vocear, gritar, arreos son que nos atan a ese gemelo estúpido que nació con nosotros y morirá con nosotros, el mundo cuya metáfora somos. Lo tengo delante: lo veo siempre como un espejo que a veces me habla, lo perforo con mi ser en él; lo sobrellevo como un preso lleva su peso de bola, su cadena y su grillete. A ratos me fascina y las más veces me aburre. Es curioso que una de las razones que más aducen quienes se matan sea el aburrimiento. Morirse de aburrimiento es algo real, pero yo nunca podré morirme de eso. Tengo demasiadas cosas en la cabeza que soltar, demasiada presión sobre mi conciencia y que tengo que cambiar por palabras o por arte; pero todo eso está metido en la caja fuerte del futuro, cuya combinación no poseo; lo que tengo realmente ahora es el aburrimiento y la repugnancia de hacer lo que no deseo, de encontrarme yecto en el mundo. Pero me expreso con un lenguaje, y no puedo reducirme al silencio: vivo, aunque sea en el mundo de la letra impresa, el mezquino y gris universo de la letra impresa, y eso justifica mi existencia y me sitúa en el mundo, me ordena, me tranquliza. Es esta compulsión todavía no defraudada la que me mantiene aquí, así como las anclas de unos afectos que todavía no son obligaciones.

lunes, 5 de febrero de 2007

Arrojo

Estamos arrojados al mundo, como el albatros de Baudelaire, y yectos en él; asumir esa condición es ser arrojado, pero esa palabra consabe las interpretaciones activas y pasivas que han lugar a las diferencias entre ser un parado y ser un detenido. Hay parados que lo son porque no pueden dejar de serlo, y hay parados que lo son porque otros se empeñan en que lo sean, condiciones que generan las connotaciones anómicas sociales de esta palabra última. Como la frase de Adenauer de que en política lo importante no es tener razón, sino que te la den. La razón queda desvirtuada por su ser en un mundo poco razonable, o donde la razón no es generalizable sino a costa de sangre. El ser humano no es reductible a la conducta de las abejas, no es socializable en absoluto, sino en parte y según cómo. Ni puede transformarse en un derelicto yecto ni alzarse como un ejemplo pristino de conducta razonaria.

sábado, 3 de febrero de 2007

Zoco

Entre las cosas más estimulantes que hay para un observador está sentarse a mirar la gente en el zoco de los sábados. Siempre se encuentra uno con quien no veía hace tiempo y se enamora cada quince segundos de una amplia gama de bellezones salidos de no sé dónde y que tienen escondidos en algún bazar de ultramarinos; alucina con colores sacados del más arcano arcoiris, con los más penetrantes efluvios del mundo. Aquí las hierbas aromáticas, allá aceitunas con hueso o rellenas de pimiento o boquerón en vinagre, allá una vieja mirando jamones, allá una gitanilla vendiendo calcetines, bragas diseñadas para soportar desastres naturales, sujetadores; melones lícitos o robados, manzanas hermosotas, amarillas o sonrojadísimas, tomates que sufren de tan morados, pimientos reventones, llorosas lechugas y cohombros más que tiesos, sonrientes denticiones de ajos, vendedores de plástico, casettes cutres con los últimos éxitos de la Banda del mirlitón y el Fary, zapatos y zapatillas, escobas de las de antes de las barbas de polímero, rimeros de pantalones y camisas y la voz del almúedano que salmodia las últimas cotizaciones del chorizo. Quesos pseudomanchegos, no hay derecho, mazapán de Sonseca, berenjenas de Almagro, tortas de Alcázar, chuches para el crío más sibarita, mil variedades de caramelo para quien piensa que solamente los hay de limón, naranja y menta...
Acaso hoy el observador es el único viandante que se marcha del mercadillo sin haber adquirido nada, pero no es verdad: se marcha con una borrachera imaginativa de primer orden y con el deseo de volver de vez en cuando para ver sentado en un banco cómo pasa el río de la vida.

martes, 16 de enero de 2007

Sonidos del mundo

Nuestros sentidos se hallan encallecidos por la abundancia de la vida urbana y sólo perciben los brochazos y las estridencias; hace falta aguzarse para alcanzar las pinceladas con los matices de la vida que permanecen ocultos para la obesidad perceptora de las masas. El rugido de los camiones, el canto del afilador mortecino, los niños que juegan, el azul con el gentío de los pájaros disjuntos, el viento entre las hojas, las puertas que se cierran y se abren, los bocinazos repentinos, el agua que corre, los talones que suben o bajan las interminables escaleras de Escher, el tejido de toses y suspiros, las motocicletas embaladas como si fueran a alguna parte, las sirenas quejándose en las profundidades negras de la noche.

Recuerdo a mi hija bailando al son de la música de la impresora; ese movimiento necesitaba mejor melodía; recuerdo los discos viejos de grises melodías olvidadas que tienen la capacidad de dinamitar todo el pasado y hacerlo llover melancólicamente en fragmentos sobre ti. ¿Por qué sólo las peores canciones, las más vulgares, las menos hermosas, poseen esa capacidad? Tal vez por eso, porque pasan de moda, mintras que los exitos de siempre son de eso, de siempre, y no del pasado; las canciones vulgares constituyen el paisaje, el papel borroso de fondo donde se desarrollaron las cosas más importantes, las cosas únicas: la vulgaridad es la forma de ser del tiempo.

lunes, 15 de enero de 2007

Roy Batty muere

¿Qué justifica nuestra estancia en este mundo quizá único? Óscar Wilde, creo, afirmaba que los placeres simples son el último refugio del hombre complicado. No sé si seré complicado, pero sé que escuchar el viento entre las hojas de un árbol o una fronda me relaja y podría estar escuchándolo durante horas; igualmente el canto de un solo pájaro, no un canto melódico, sino una mera nota como para decir "estoy aquí". Esos sonidos no tienen nada que decir a nadie, y quizá por eso lo dicen todo. Son tan básicos como los cuatro elementos, como un vaso de agua para quien tiene sed, como un poco de fuego para quien tiene frío, como un poco de aire para que el que le falta resuello, como una superficie de tierra para el que quiere echarse y descansar.

Otros placeres son también enormes, pero algo más elaborados: tomarse un café con churros o unas migas de pastor, disfrutar de una buena conversación, un buen libro, una buena película. Algunas piezas musicales tienen la propiedad de darme escalofríos en el cogote, siempre en determinados pasajes, no sé por qué. Hay también rincones benditos en la infancia, lugares perdidos que uno no quiere profanar con el regreso: una calle en Jaén, un arroyo, unas afueras en los contornos. Y determinados sueños que no se apagan nunca y que uno recuerda mejor que cosas más realmente vividas. Personas que la imaginación, ese telar de arena, no logra borrar nunca; personas que es grato recordar.